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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.7 Ciudad de México  2001

 

Reseñas

 

Los ciclos de la democracia. Gobierno y elecciones en Chihuahua

 

Jorge Alonso

 

ALBERTO AZIZ NASSIF, CIESAS, UACJ, Miguel Ángel Porrúa, México, 2000.

 

CIESAS Occidente.

 

ESTE NUEVO libro del doctor Alberto Aziz tiene la fecha de impresión del año 2000. Pero como las prensas terminaron en diciembre de ese año, en realidad se trata de un libro que empieza a difundirse en el 2001. Se trata de la conclusión de una trilogía de trabajos de investigación desarrollados en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social sobre la vida política del estado de Chihuahua. El primero analizó la lucha electoral desde la emergencia ciudadana en 1983, la protesta por el fraude en 1986 y el triunfo democrático ciudadano en i992.El segundo profundizó el primer trienio del gobierno panista. El último realiza un penetrante balance de toda la experiencia política de la primera alternancia en Chihuahua. Los tres libros dan cuenta de quince años de lucha por lograr un sistema democrático, la alternancia y mejores gobiernos.

El doctor Aziz nos ha acostumbrado ya a su ágil y afilada pluma. En la trilogía, el libro inicial está contagiado del brío de la lucha cívica, el intermedio tiene que ver con la esperanza del cambio, y el tercero ofrece una obra de madurez, con una reflexión sólida que permite explicaciones a procesos concluidos o que entran a nuevas etapas políticas. En el afán por encontrar respuestas convincentes a una gran cantidad de preguntas, no pocas de ellas angustiosas en el contexto de la democratización, el autor pacientemente va construyendo diversas hipótesis para ir cercando la problemática planteada. A cada una de ellas le da fundamentos teóricos. Con rigor enfrenta los hechos, y con la habilidad de cirujano en una difícil operación, meticulosamente va haciendo las disecciones pertinentes para llegar a conclusiones plausibles. La obra vale tanto por lo que nos esclarece como por la manera de hacerlo. Se trata de una investigación académica de gran calidad que descubre un pensamiento profundo, estructurada con incursiones analíticas muy sugerentes y sin concesiones, y que ha sido escrita con elegancia. Sus fuentes son variadas y complementarias: informes de gobierno, documentos, estadísticas, encuestas, libros, periódicos y 39 entrevistas. Esto le permite hacer los cruces necesarios para que no haya sesgos.

El libro se abre con discusiones teóricas sobre gobierno y elecciones. Para definir un buen gobierno el autor tuvo que considerar eficacia, eficiencia, honestidad y participación ciudadana. La gobernabilidad y la consolidación de un sistema democrático son dos situaciones que están en el escenario político de las primeras experiencias de alternancia. La eficiencia es fundamental para asegurar la continuidad de un proyecto. Cuenta mucho la apreciación de los ciudadanos, más que las estadísticas en la evaluación que hacen los ciudadanos sobre el desempeño del gobierno. Y no habría que olvidar lo movediza que es la opinión pública. Son indispensables referentes simbólicos para que los ciudadanos puedan valorar las acciones de un gobierno de alternancia. El autor no está de acuerdo con los planteamientos deterministas que hacen depender el tipo de cambio político del grado de desarrollo económico. Hay votos que miran al pasado (los de castigo) y los que privilegian el futuro (los que atienden a propuestas de cambio). Se hace una revisión exhaustiva de las diferentes interpretaciones del acto de votar. Aziz, en lugar de adherirse a alguna de ellas va destacando en cada una su aporte, para concluir que es necesario hacer un esfuerzo de síntesis entre todas ellas, pues hay complementariedad en los enfoques. Se constata que en el plano nacional se ha ido logrando transparencia electoral. También se ha avanzado en equidad. La oposición ha ido accediendo a los diferentes niveles de gobierno. La alternancia se va convirtiendo en una tendencia. Se van produciendo cambios en la cultura política, pues la sociedad se ha ido haciendo cada vez más demandante y exigente con los gobernantes a los que les exige puntual y real rendición de cuentas. Se reconoce que todavía hay pendientes por resolver como el control de los gastos de campaña de los partidos, y la compra y coacción de voto.

Este estudio sobre un gobierno de alternancia contrasta la construcción y puesta en práctica de un proyecto político, de sus logros, de sus fallas, y finalmente de una derrota que no implica que la lucha por la democratización no tenga futuro. Se nos hacen ver las bondades, pero también los errores de un proceso de transición democrática. De principio a fin el libro cuestiona la relación existente entre el desempeño de un gobierno y los resultados electorales. Hay dos datos duros que al parecer no concuerdan: un gobierno bien evaluado y resultados electorales adversos para su partido. No hay explicaciones unicausales. Un buen gobierno no es suficiente para ganar una elección. Una buena o mala evaluación de un gobierno es factor importante a la hora de votar, pero existen otras muchas variables. Los resultados electorales son motivados por diversos factores. Este estudio los va presentando y concatenando. No hay vínculos automáticos. Existen mediaciones de corto plazo que impactan en función de las culturas políticas de los diferentes agrupamientos sociales. Campañas y candidatos influyen. Las personalidades políticas tienen un peso importante y las campañas crean un clima político y emocional. El autor nos coloca ante la construcción de la trama electoral y ante las múltiples relaciones que ésta tiene con el desempeño de un gobierno estatal. Es posible captar que entre el desempeño gubernamental y los resultados electorales se pueden establecer relaciones de autonomía. En esta forma nos conduce a entender el significado de ese complejo proceso político. La lectura del libro también permite ir descubriendo las innovaciones democráticas, su diseño, sus mecanismos y su fragilidad. Como el subtítulo lo indica, se trata del análisis del gobierno, de su partido y de los procesos electorales que se dieron en dos marcos jurídicos diferentes. Descubrimos que el partido que ganó en 1992, el PAN, no supo ampliar su base política para conservar el poder y para consolidar un proyecto político. Nos asomamos a las causas de este fenómeno. El libro nos conduce paso a paso a entender cómo el gobierno quedó marginado en el proceso de sucesión del candidato. Al quedar dicho proceso confinado a los grupos controladores del aparato partidista, desligó al PAN de amplias capas de electores. Porque se encerró en camisas de fuerza ideológicas este partido no pudo presentar a la sociedad un candidato capaz de proseguir con la consolidación del proyecto gubernamental de alternancia. Aziz enumera las dificultades del PAN para asumir que había pasado a ser partido gobernante.

En la primera parte del libro se estudia el proyecto del gobierno que ganó las elecciones en 1992 y que inauguró una etapa democrática. Aziz subraya la dialéctica que cruzó a este primer gobierno de alternancia: la innovación democrática por una parte, el litigio y los conflictos por la otra. Lo primero que hace este gobierno al llegar es construir un proyecto. El autor contrasta lo que se planteó realizar con las acciones concretas. Hace ver cómo el movimiento que propició la alternancia surgió de una convergencia social muy plural que incluyó empresarios, capas medias, organizaciones sociales, obispos de la jerarquía católica, trabajadores tanto del campo como de la ciudad y partidos opositores. La exigencia fundamental fue el respeto del voto como base de la democracia. Esto permitió que ganara un candidato de oposición y que esta vez sí fuera reconocida su victoria. El libro privilegia lo que sucede después de las elecciones. Enfatiza que la sociedad civil es pieza clave para que un sistema democrático se pueda poner en marcha después de la alternancia. Se requiere que no prevalezca algún grupo o sector. Una vez que se produce la alternancia la sociedad desea modificaciones visibles, rápidas y contundentes. Las expectativas sociales son muy altas. En contraposición llegan gobiernos inexpertos que no están en condiciones de presentar cambios espectaculares. Otro elemento muy importante a tener en cuenta en el análisis es la reacción de los intereses desplazados. El gobierno de alternancia no sólo no cuenta con los apoyos corporativos ni con los medios de comunicación a los que ya no se les puede dar el viejo trato de complicidades y privilegios, sino que se enfrenta precisamente a esos poderes resentidos. Por otra parte, gran parte de la ciudadanía que apoyó el triunfo electoral se encuentra desorganizada y desorientada por los ataques de los medios masivos de comunicación. En el nuevo equipo gobernante empieza la dificultad por traducir las promesas de campaña en plan de desarrollo.

El libro de Aziz va investigando las propuestas gubernamentales confrontándolas con sus resultados. Evalúa tanto logros como errores y aun omisiones. Ante las tareas de gobernar y administrar una entidad federativa se va dando un lento y penoso aprendizaje en el nuevo equipo gubernamental. Éste tuvo el reto de demostrar que en la alternancia era posible conjuntar un gobierno honesto con participación ciudadana en donde democracia y justicia fueran enfrentados con la actitud de calidad. Dicho equipo tuvo que pasar por un largo noviciado para combinar administrar con gobernar. El autor desmenuza las causas por las cuales en el primer trienio el gobierno no logró una buena imagen. El gobernador tuvo que reconocer a mitad del camino que los ciudadanos demandan gobiernos honestos y eficientes, pero también cercanos, sensibles a las necesidades de la gente. En estos tres primeros años hubo mucha administración, pero muy poca política. Hubo preocupación por poner orden en lo administrativo, pero no se tuvo en cuenta la creación de consensos. Como ya se anotó, contribuyó en esa mala imagen el cambio de relación con los medios masivos locales. Ya no se compraron apoyos, pero, como enfatiza el autor, eso pagó al revés, pues de los aciertos la gente no se enteraba, mientras los errores eran magnificados. Otros problemas tuvieron que ver con el hecho de que en el gobierno existen muchos asuntos que no pueden ser tratados como si fueran de una empresa. Se ordenó, se combatió la corrupción, pero no hubo atención en el repartir. Si bien se avanzó en el ordenamiento administrativo, en el clima político abundaron los conflictos. El primer aviso se dio en las elecciones federales de 1994, a dos años de que el nuevo gobierno hubiera iniciado. El PRI ganó en la elección presidencial, en la de senadores y en los diez distritos chihuahuenses. Pero la advertencia no bastó, pues un año más tarde, en la elección intermedia (de diputados y munícipes) volvió a perder el PAN. La explicación de esta derrota del gobierno de alternancia en su primera evaluación electoral se centró en el desempeño insuficiente del gobierno y en el mal manejo de conflictos. Había la sensación de que el gobierno, metido en la lógica administrativa, no hacía nada. Se fue perdiendo la popularidad con la que se había llegado. Aunque se reconocía honradez, la población no percibía que hubiera beneficios sociales. El PRI ganó la mayoría del congreso local y recuperó importantes municipios. Esto llevó a una situación que se ha caracterizado como gobierno dividido, que apunta a los problemas que tiene un ejecutivo cuando no cuenta con la mayoría de su partido en el Congreso local. El autor insiste en que estas elecciones se dieron en un marco avanzado de democracia, después de una reforma electoral que garantizó que los comicios se desarrollaran con normas democráticas. En este contexto se incursiona en los altos costos políticos que tuvo el ejecutivo en su enfrentamiento al corporativismo del PRI, en particular al del magisterio. El gobierno tuvo que hacer correcciones a su actuación. Para la segunda mitad del sexenio planeó proseguir con la parte ordenadora, pero sumando una estrategia política. El gobierno panista consideró que necesitaba una programa de imagen y de coordinación para que la obra pública estuviera vinculada a las comunidades. Bautizó dicho programa como Jalemos parejo. El autor escudriña semejanzas y diferencias de este programa con el emanado del priismo a nivel federal, el Progresa.

Aziz apunta hacia otra situación clave. El PAN no estaba acostumbrado a ser partido en el gobierno, y siguió con esa inercia. No apoyó al gobierno emanado de sus filas, sino que tuvo cierto antagonismo con él. En la segunda mitad, este partido se propuso buscar una coordinación más cercana al gobierno. Prosiguió el énfasis en una administración pública ordenada y transparente, sin descuidar elementos económicos y políticos. El autor estudia cómo en los primeros años el gobierno había logrado elaborar un modelo económico para la región, un plan de educación, otro hidráulico y una reforma urbana. También había modernizado la burocracia y había empujado una importante reforma electoral. Otro de los problemas más graves que se tuvo que atender fue el relativo a la seguridad, renglón en el que no se consiguieron buenos resultados. Al llegar a este punto, Aziz tiene que profundizar en la elaboración y puesta en marcha de planes estratégicos frente a problemas estructurales. Precisa que entiende como estratégicos los proyectos que tienen un aliento de largo plazo en su impacto, que producen amplio beneficio social y que modifican de forma estructural su área de incidencia. Este tipo de planes tienden a adelantarse al estallido de problemas. Se investiga pormenorizadamente la inversión pública y el desarrollo social, y se visualiza cómo incidió esto región por región. Entre los planes gubernamentales se encontraba desarrollar en el estado una economía competitiva en el plano global para generar más empleos y mejor pagados. Sin embargo, esto tenía el grave obstáculo de una realidad laboral de tipo corporativo y los bajos salarios en la industria maquiladora. Se intentó enfrentar viejos problemas sobre el uso de suelo urbano, poner fin a invasiones, propiciar el acceso a lotes para grupos de escasos recursos, e impulsar un programa de construcción y mejoramiento de viviendas. No se dejó de lado la importante tarea de velar por la infraestructura y el equipamiento urbano. También se delineó un ambicioso plan educativo. El autor presenta un balance de los reales alcances en lo que se planeó. No elude discutir los impactos de la dimensión política de la transición democrática en la esfera económica, aunque es muy precavido para hacer ver que la correlación no es lineal. Lo que sí sucede es que con la alternancia se incrementan los indicadores de crecimiento económico, inversión y empleo. Uno de los graves problemas fue que esta clase de programas no consiguió aumentar los salarios.

Entre los logros, el autor señala que se mejoró la recaudación fiscal y el nivel de participación federal en el estado. La inversión pública creció y se orientó a proyectos de beneficio social amplio con un impacto de mediano plazo. El gasto de inversión en el ámbito social creció en educación, salud, espacios deportivos, infraestructura de servicios, apoyo a zonas rurales y a grupos indígenas. Por el combate a la corrupción y el ordenamiento administrativo se consiguieron ingresos que fueron destinados al gasto social y en beneficio a los sectores de escasos recursos. Si bien, el gobierno tenía logros en lo económico y social, sus graves problemas estuvieron en el manejo de lo político.

Como no se trata de un recuento cronológico, sino analítico, una vez que Aziz nos ha delineado este panorama regresa a revisar la trama política propiamente dicha. En el primer trienio el gobierno tuvo un congreso donde su partido contaba con la mayoría. Debido a la anterior legislación a la mayoría simple se le permitía hacer reformas constitucionales. Esto lo aprovechó el PAN para dos líneas. La primera, para realizar cambios legales importantes que le permitieran llevar adelante su proyecto, y la otra, corregir esa situación para devolver, a la mayoría calificada, la capacidad de los cambios constitucionales. Con el triunfo de la oposición se propició que instancias representativas como congresos locales tomaran conciencia de su papel y lo ejercieran. Antes eran simples oficinas de trámites para las necesidades de los ejecutivos. Con el avance democrático, logran constituirse como poder alterno, y como contrapeso del ejecutivo. El autor llama la atención sobre el hecho de que las primeras alternancias son laboratorios para estudiar las posibilidades, características y limitaciones de la división de poderes. Las condiciones políticas de alternancia y el pluralismo convierten al Congreso en poder real y en un espacio en el que se encuentran representadas las fuerzas políticas. Si bien los gobernadores pueden no publicar determinadas leyes y regresarlas con anotaciones (el llamado poder de veto), esta disputa finalmente se resuelve con la mayoría calificada en el Congreso.

Aziz destaca que el Congreso en el primer trienio generó las nuevas reglas electorales para el juego político. Se eliminó la cláusula de gobernabilidad, y se mejoraron las normas de la competencia partidista. Pese a la mayoría panista, el primer congreso actuó con autonomía del poder ejecutivo, y hubo casos en los que llegó a darse enfrentamientos entre los diputados panistas y el gobernador. Se hicieron cambios a 118 artículos de los 202 de la constitución local. Entre otros temas, se legisló sobre derechos humanos, derechos indígenas, participación ciudadana y 164 i derechos de los gobernados, cuestiones municipales, fortalecimiento de los poderes legislativo y judicial y mecanismos para proteger el patrimonio público. Al poder judicial se le aseguró su independencia económica. El autor profundiza en los cambios políticos. Se incluyeron las figuras de participación ciudadana, la iniciativa popular, el plebiscito y el referéndum. Otro logro fue haber introducido la figura de "afirmativa ficta" para obligar al Congreso a responder a los ciudadanos. Se crearon nuevas instituciones electorales, se innovaron criterios para la composición del Congreso. Se dieron lineamientos para que la distritación garantizara la norma de un ciudadano un voto. Se sacó al ejecutivo del proceso electoral, se crearon organismos con autonomía, se simplificaron los requerimientos para formar frentes y coaliciones y se mejoró la mecánica de los comicios. Aziz señala que con la reforma de 1994 se propició que hubiera reglas equitativas para realizar elecciones democráticas. Otro punto que enfatiza el autor es que hubo conquistas que en ese tiempo se pusieron por encima de lo federal. Un elemento importante que se subraya es que esta reforma estuvo precedida por una consulta real llevada a cabo por todo el estado.

En el marco de esta reforma, el PRI logró la mayoría. Las elecciones fueron limpias y aceptados sus resultados. El gobierno reconoció la pluralidad. Se dio el fenómeno del llamado gobierno dividido, y se propició un ambiente para que los partidos se obligaran a buscar soluciones a través del diálogo. Ese escenario no impidió la gobernabilidad. El autor estudia las dos pistas en las que se hace el trabajo parlamentario: la de tipo público-político en la tribuna en donde los medios de comunicación juegan también un importante papel, y el técnico político que se realiza en las comisiones. Mientras en la primera pista puede haber mucho ruido, sucede que en la mayoría de los casos no repercute en la segunda. El autor indaga el comportamiento de la legislatura con mayoría priista. El PRI montó una estrategia político publicitaria para impugnar al gobierno panista, lo cual tuvo poco que ver con el trabajo legislativo, en el cual hubo un desempeño pobre. La bancada priista del Congreso combatió el programa gubernamental Jalemos parejo pues lo consideraba un competidor de los programas federales de combate a la pobreza que tenían un sesgo electoral. Las batallas más duras se dieron en torno a la aprobación de los presupuestos. Los dos primeros pasaron previa negociación; el tercero se entrampó. El PRI se centró en tratar de impedir aquellos rubros que consideraba que podrían redituarle beneficios electorales al blanquiazul. En esta forma se oponía a las partidas de comunicación social, sobre todo. El PRI, en alianza con el PRD, aprobaron un presupuesto diferente al enviado por el ejecutivo. Éste lo vetó. Finalmente se llegó a una negociación. Gran parte de la actuación del grupo parlamentario priista se centró en la amenaza de modificar lo que el PAN había legislado en el período anterior. En donde la amenaza pasó a los hechos fue en materia electoral. También la alianza PRI-PRD sacó adelante una reforma electoral que echaba atrás logros democráticos de la reforma panista. Se intentaba controlar a los organismos electorales y hacer una redistritación favorable al PRI. Debido a la reforma electoral de 1997 el consejo y el tribunal electoral tienen menos autonomía de los partidos. Se volvió a introducir la cláusula de gobernabilidad. En todo este episodio el autor ofrece no sólo una descripción de los hechos sino una categorización de las partes de dicho proceso. El autor hace ver cómo los avances democráticos pueden tener severos retrocesos. En las primeras experiencias de alternancia, cuando la sociedad empieza a convivir con ideas democráticas y sus traducciones en poderes limitados y con contrapesos, existe también mucha fragilidad, pues muchos cambios políticos pueden ser echados atrás. Considero que en la mayor parte de su interpretación Aziz tiene razón. Sin embargo, los tintes negativos los lleva hasta aspectos que sí fueron positivos en dicha reforma como la revocación del mandato y la regla del porcentaje del género. En lo primero habría que recordar que una de las viejas demandas de los teóricos panistas era precisamente la relativa a la revocación del mandato. Es importante que los ciudadanos tengan elementos para poder corregir errores cuando los elegidos no respondan a lo que prometieron y su desempeño resulte muy oneroso para la sociedad. Otra cuestión sería si la aplicación de esa aspiración democrática no quedó bien delimitada en la legislación para evitar abusos. En lo relativo al género el autor juzga que corresponde sólo a los partidos el cuidar que entre sus candidatos se dé la fórmula que salvaguarde la equidad entre los géneros. Habría que recordar que en países altamente desarrollados electoralmente (como Francia e Italia) la legislación protege a las mujeres y las cuotas por género se traducen en puestos y escaños. La lucha de las mujeres ha logrado contener una inveterada discriminación que se da en los hechos. Aun en la muy republicana Francia se ha logrado que se instauren distritos por razones de género. Coincido con el diagnóstico que hace el autor en cuanto a que el único contrapeso para evitar retrocesos en el campo de la democracia es una ciudadanía civil fuerte.

Ante la reforma promovida por el tricolor en alianza con el PRD, se dio una fuerte reacción por parte de quienes no estaban de acuerdo con los retrocesos. Partidos, grupos de ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil decidieron hacer uso de una de las innovaciones de la reforma panista: el referéndum. Al llegar a este punto el autor introduce una profundización teórico-política sobre la importancia del referéndum. Y precisa que hubiera sido la primera vez en la historia política del país en donde se hubiera puesto en práctica este mecanismo de democracia directa. Aziz reconstruye todo el episodio en donde un actor principal fue el priista incrustado en el IFE, Felipe Solís Acero, quien con manipulaciones impidió la expresión ciudadana. Pese a la gran movilización civil, por mecanismos amañados de recuento de firmas, no prosperó el referéndum derogatorio. La sociedad civil no fue lo suficientemente fuerte para contrarrestar a quienes son hábiles para trampear la voluntad ciudadana. El autor ahonda el análisis de este episodio y de sus consecuencias. Guía al lector por los intrincados nexos que se establecen entre instituciones y ciudadanos. El suceso da pie al autor para que abunde acerca de las conexiones de la cultura política y las prácticas.

Una vez que Aziz ha hecho todo el recorrido descrito, pasa a examinar la relación entre partidos, candidatos y votantes. De 1983 a 1992 hubo elecciones competidas pero con reglas poco transparentes y sin equidad. Con la alternancia de 1992 es posible que se establezcan reglas que contienen avances democráticos. Las elecciones dejan de ser el espacio del fraude para pasar a convertirse en arena donde dirimir el poder. No obstante, el autor llama la atención de un hecho que no debemos perder de vista. Ante cada innovación y avance democrático, surgen también formas nuevas o renovadas para obstaculizar la democratización. Se agudizan los mecanismos de la manipulación popular por la vía de la compra y coacción de voto entre grupos sociales de menores recursos. Todavía quedan importantes capas de la población sujetas a chantajes y clientelismos electorales. Se han hecho avances, pero queda mucho por hacer en cuanto a la fiscalización de los recursos de los partidos. Y se ha ido consolidando algo que atenta contra toda la formación de una conciencia cívica responsable y activa: las llamadas guerras sucias durante las campañas.

Aziz indaga desde diferentes ángulos la elección de 1998. Un partido político de oposición que llegó a estar en el gobierno y que se sometía al juicio de las urnas para poder proseguir con su proyecto gubernamental, se enfrentó a otro partido el cual, habiendo estado mucho tiempo en el gobierno, había pasado a ser oposición, y ansiaba ganar para reconstruir sus redes y mecanismos de poder. La alternancia cambió el clima político de la competencia. En la coyuntura electoral, los que antes eran episodios con sola importancia doméstica al interior de los partidos se convierten en asuntos relevantes para todos los ciudadanos. Las formas de designar a los candidatos partidistas revelan con mucha claridad la vinculación que establecen los partidos con los ciudadanos. Los partidos se ven en la necesidad de postular candidatos atractivos para la sociedad. A partir de esto Aziz nos muestra la problemática de la democracia interna de los partidos, y estudia sus estrategias de competencia. Hace ver cómo se comportan los partidos cuando han cambiado los anteriores espacios que ocupaban. Cada partido tiene su propia cultura política, pero están en proceso de adaptación e innovación. El autor caracteriza a cada uno de los principales partidos que contienden en Chihuahua apoyándose en su historia y evolución. Aziz detecta sus conflictos internos, su dinámica tanto en el plano nacional como en el local y establece comparaciones. Pormenorizadamente sigue las elecciones internas y las campañas de los partidos con mayor arrastre electoral. Nos presenta un PAN en donde hay una cierta incapacidad para renovar sus estructuras partidistas, en donde prevalece el temor al cambio, a la apertura, y que disputa el poder con no poca ingenuidad. El no haber entendido bien lo que implicaba la distancia entre partido y equipo gobernante se convirtió en un obstáculo para que pudiera conservar el gobierno. La coalición gobernante encabezada por Barrio no era la coalición dominante en el aparato partidista. Esta última impuso a su candidato, que a su vez estableció una distancia con el equipo gobernante. En este análisis el autor presenta los mecanismos de ingreso al PAN, sus acostumbradas formas de elección interna. Considera que fue un error que el PAN supusiera que una convención de militantes era el mejor método para elegir candidato, pues salió debilitado de esa convención.

En contrapartida, en el PRI el método de selección de candidato a gobernador fue el de la consulta abierta a las bases. Por primera vez en su historia lanzó una convocatoria con esa característica. Podían votar todos los ciudadanos. Pese a los conflictos internos del tricolor, esta elección interna fue un éxito. Puso en práctica mecanismos innovadores. Al abrir, quedaron sin posibilidades quienes controlaban el aparato partidista tricolor. El PRI presentó así hacia el exterior un candidato fuerte. Posteriormente vinieron los conflictos en la designación de candidatos a munícipes. No obstante, se pudieron recomponer las fracturas.

Aziz, yendo parte por parte, nos recuerda cómo la mayoría de los medios fueron conservados por el priismo y utilizados para atacar la imagen de la administración panista. La mayor parte de la burocracia permaneció fiel a sus redes establecidas en el PRI. El candidato priista tuvo importantes aciertos al unificar a su partido y abrirse a la sociedad. El candidato panista cometió errores estratégicos al fragmentar a su partido y cerrarse ante la sociedad. Si a eso se le añade el ingrediente de la guerra sucia, se entenderá cómo se destruyó el vínculo del voto volátil y la evaluación de un buen gobierno. El núcleo duro de la campaña fue la guerra sucia, la descalificación. El gobierno fue atacado y la respuesta del PAN fue débil. El PRI trataba de restar, de alejar a los indecisos y volátiles de las urnas. Así el PRI fragmentó el voto en su contra, debilitó el voto por la continuidad del PAN en el gobierno, y al alejar electores elevó el porcentaje de su voto duro. El autor hace un análisis bien estructurado acerca del papel de la propaganda negativa en los diferentes tipos de electores. Además en el debate, mientras el candidato priista respetó el formato, el panista rompió las reglas y se vio mal. Los perfiles de los candidatos jugaron a favor del priista y en contra del panista. El PRI tuvo una mejor estrategia de campaña y más recursos. Los topes no fueron respetados y la fiscalización de los recursos partidistas fue débil.

El autor hace un estudio detallado de las elecciones para gobernador y para munícipes y calibra el fenómeno del voto dividido. Esta práctica va ampliándose en elecciones competidas. También se investiga lo que sucedió con una de las innovaciones de la reforma priista: la elección del síndico. Los resultados hicieron ver que no tuvo un papel de contrapeso como se había ideado. Sólo sirvió para aumentar la burocracia. A partir del análisis de las elecciones el autor hace ver las debilidades de la nueva legislación. Finalmente Aziz rastrea la trayectoria electoral de los últimos cinco procesos de los años noventa.

Al hacer una síntesis de la elección de 1998, Aziz visualiza los principales elementos de la derrota panista. Concluye que hubo una fractura en la coalición gobernante; una división entre partido, gobierno y candidato; errores de campaña, poca sensibilidad gubernamental ante el caso de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez; agendas pendientes en la promoción de la justicia y una política social limitada. En esta forma el autor contrapuntea los errores de la campaña panista y los aciertos de la priista. El PRI ganó en unas elecciones sin conflicto y donde el perdedor reconoció la victoria de su adversario. El gobierno de alternancia entendió, a un costo de una derrota electoral, que una cosa es administrar 168 i una empresa y otra gobernar una entidad federativa.

El estudio no termina aquí. Se hace el análisis del primer año del gobierno priista, y se devela lo que implicó el cambio del PAN al PRI. Aziz apunta las áreas en donde hubo mejoría, pero también subraya aquellas en las que se dio un lamentable retroceso. Entre éstas se encuentra el hecho que revivió el sistema de cuotas y acuerdos clientelares. Se reactivó el corporativismo. La rendición de cuentas se debilitó. Se recompuso el control de los medios de comunicación con las complicidades que eso implica. Las decisiones se centralizaron en la figura del gobernador. Hay un consenso pasivo de la población y no hay mecanismos horizontales para hacer contrapesos al ejecutivo. Aziz atinadamente apunta que aparece una tensión entre un régimen político tendencialmente democrático y un sistema político inercialmente autoritario.

Afortunadamente el autor pudo introducir en el libro un epílogo relativo a la alternancia que se dio en la presidencia en los comicios federales del año 2000. En Chihuahua, por primera vez el PAN ganó seis de los nueve distritos federales y la senaduría. En este nuevo escenario el gobernador no tendrá los apoyos federales extralegales a los que estaban acostumbrados los priistas. El inicio del desmantelamiento del partido de estado repercutirá en la composición política regional. Con la falta de un presidente de la república de su partido cada gobernador priista cobrará importancia como la cabeza de ese partido en su entidad. Habrá que estar atentos para detectar si no profundizan a nivel de la entidad federativa los vicios antidemocráticos que antes se estructuraban desde la presidencia del país.

Quiero enfatizar tres conclusiones del análisis de Aziz: es necesario un buen funcionamiento económico, si no, las democracias se tornan frágiles; debido a la volatilidad electoral ningún partido tiene asegurada la continuidad en el gobierno; y es urgente la constitución de una sociedad civil fuerte y autónoma.

En el escrito encontraremos algunos temas repetidos. No son descuidos del autor. Concienzudamente se utilizan como parte de diversos análisis que en espiral se van elaborando para explicarse cómo en los ciclos de la democracia el futuro es bastante indeterminado. El autor construyó una historia política y un estudio de sociología política muy innovador y revelador. Hay que estudiar el libro de Aziz para poder entender los rápidos cambios que está experimentando la democracia mexicana.

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