SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número6Ser hombre de verdad en la Ciudad de México: Ni macho ni mandilónTabú: Sexo, identidad y subjetividad erótica en la antropología índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.6 Ciudad de México  2001

 

Reseña

 

La era de la información; La red y Los señores del aire: telépolis y el tercer entorno

 

Jorge Alonso

 

Manuel Castells. México, Siglo XXI Editores, 3 vols., 1999.

Juan Luis Cebrian. Taurus, Madrid, 1998.

Javier Echeverría. Destino, Barcelona, 1999.

 

La discusión en torno a lo que ha sucedido a finales del siglo XX y lo que nos espera en el XXI ha tenido muchos abordajes. Elegí centrarme en tres posiciones: la de Manuel Castells en sus tres volúmenes de La era de la información; la de Juan Luis Cebrián en su libro La red y la de Javier Echeverría en su obra Los señores del aire: telépolis y el tercer entorno.

 

I.La era de la información

El catalán Castells plantea que una revolución tecnológica, centrada en torno a las tecnologías de la información, ha modificado las bases de la sociedad a un ritmo acelerado. Hay la incorporación de los segmentos valiosos de la economía de todo el mundo a un sistema interdependiente, que ha acentuado el ya viejo desarrollo desigual. Si bien se han liberado formidables fuerzas productivas, los agujeros negros de la miseria y las actividades delictivas de organizaciones mafiosas se han hecho también globales. Se ha extendido la fragmentación social. Las nuevas tecnologías de la información han ido integrando al mundo en redes globales de instrumentalidad. Se entra a un mundo interdependiente. Hay un nuevo paradigma en donde la información es la materia prima. Hay una economía informacional y un acelerado proceso de globalización. Se trata de una economía con la capacidad de funcionar como una unidad en el tiempo real a escala planetaria. Hay el desarrollo de una nueva lógica organizativa que está vinculado con el proceso de cambio tecnológico. Se ha pasado de la producción en serie a la producción flexible, a nuevos métodos de gestión, al entrelazamiento de grandes empresas. De burocracias verticales se va a ámbitos horizontales, a la gestión en equipo, a recompensas basadas en resultados. Las redes son el elemento fundamental de las nuevas organizaciones. Se amplían redes interactivas y las comunidades virtuales.

El espacio organiza al tiempo en la sociedad red. Espacio y tiempo, categorías fundamentales de la vida humana, han sido transformadas bajo la tecnología de la información. El espacio de flujos es una nueva lógica especial, que se opone al espacio de los lugares. El espacio de los flujos se convierte en la manifestación espacial dominante del poder. Se establece un modelo espacial diferente, caracterizado por su dispersión y concentración simultáneas. A medida que la economía global se expande e incorpora nuevos mercados, también organiza la producción de los servicios avanzados requeridos para gestionar las nuevas unidades que se unen al sistema y las condiciones de sus conexiones siempre cambiantes.

La ciudad global no es un lugar sino un proceso. Hay un nuevo espacio industrial organizado en torno a flujos de información que reúnen y separan al mismo tiempo sus componentes territoriales. Aumenta el trabajo a distancia. Pero hay una selectividad social del espacio de los flujos. A medida que el tiempo se hace más flexible, la gente circula entre los lugares con un patrón cada vez más móvil. Se va conformando la ciudad informacional. La nueva sociedad está basada en el conocimiento y organizada en torno a redes.

El espacio es el soporte material de las prácticas sociales que comparten el tiempo. Y todo soporte material conlleva siempre un significado simbólico. La sociedad se encuentra construida en torno a flujos de capital, información, tecnología, interrelaciones organizativas, imágenes, sonidos y símbolos. El soporte material de los procesos dominantes es el conjunto de elementos que sostienen esos flujos y hacen materialmente posible su articulación en tiempo simultáneo. Hay una nueva forma espacial característica de las prácticas sociales que conforman la sociedad red: el espacio de los flujos.

Pero el espacio de los flujos no impregna todo el ámbito de la experiencia humana en la sociedad red. La gente vive en lugares y percibe su espacio en virtud de ellos.

Se da una oposición entre globalización e identidad. En la sociedad red para la mayoría de los actores sociales el sentido se organiza en torno a una identidad primaria que marca el resto de identidades. Todas las identidades son construcciones sociales. Las hay legitimadoras, de resistencia y de proyecto. La etnicidad se convierte en el cimiento de trincheras defensivas que se territorializan en comunidades locales.

Surgen movimientos sociales en contra del nuevo orden global, pues gran parte de las personas pierden el control sobre sus vidas, sus entornos, sus puestos de trabajo, sus economías, sus gobiernos y sus países. Pero estos movimientos se aprovechan de instrumentos de la nueva sociedad y propugnan modos de vida alternativos. Un ejemplo de esto es el movimiento neozapatista.

La capacidad instrumental del Estado-nación ha sido debilitada por la globalización. Los estados-nación continúan existiendo como nodos de una red de poder más amplia. Se ha dado además un progresivo desmantela-miento del estado de bienestar. Esto ha provocado inestabilidad laboral y extrema desigualdad social. Grandes sectores del planeta quedan desconectados del sistema dinámico globalizado. La política ha sufrido grandes cambios. Predomina la política del escándalo y el marketing político. Hay mayor manipulación simbólica. Sobreviene una gran crisis de la democracia en la era de la información. Una crisis de legitimidad ha ido vaciando de significado y función a las instituciones de la era industrial. El poder se difunde en redes globales de riqueza, información. El nuevo poder reside en los códigos de información, en las imágenes de representación en torno a las cuales las sociedades organizan sus instituciones y la gente construye sus vidas y decide su conducta. Quien gana las mentes de la gente crece en poder.

En todo el planeta se ha construido una economía global, muy dinámica, entrelazando gentes y actividades valiosas, y desconectando de las redes de poder y riqueza a pueblos y territorios carentes de importancia desde las perspectivas de los intereses dominantes. El espacio de los flujos domina el espacio de los lugares, y el tiempo atemporal al tiempo del reloj de la era industrial. Predomina un modo de desarrollo en el que la principal fuente de productividad es la capacidad cualitativa para optimizar la combinación y el uso de los factores de la producción basándose en el conocimiento y la información. El ascenso del informacionalismo lleva aparejado el aumento de la desigualdad y la exclusión en todo el mundo (aun en países centrales).

Foto 2

La nueva estructura social es la sociedad red. La nueva economía es la informacional-global. La nueva cultura es la virtualidad real. La lógica de redes interconectadas como formas autoexpansivas y dinámicas de la organización de la actividad humana invaden todos los ámbitos de la vida económica, social y cultural. Hay una transformación estructural de las relaciones de producción, de poder y de experiencia. Va apareciendo una nueva cultura. Se trata de una transformación multidimensional.

Se necesita una nueva política, pues proseguirá la globalidad selectiva que profundizará las diferencias. El siglo XXI se caracterizará por una perplejidad informada. Para mejorar la sociedad se requieren cambios y esperanza. No hay nada que no pueda ser cambiado por la acción social. Convertir a los medios de comunicación en mensajeros (pues se han convertido en el mensaje); los actores políticos deben reaccionar contra el cinismo. Se tiene que restaurar la democracia.

 

2. La red

No se puede gobernar de espaldas a la sociedad digital. Pero la revolución tecnológica no ha llegado a todos por igual. Hay interactividad, pero también caos. Aunque haya interactividad de la red, no se evita una actitud pasiva, receptiva, casi hipnótica de muchos usuarios. En la red, además, hay jerarquías, aunque no sean fácilmente identificables, las cuales ejercen su influencia y pueden gobernar el flujo de información que por ella discurre. Se trata de un poder. Internet es una red abierta; pero los sistemas de transmisión (satélites y cables), los de acceso (servidores) y los de navegación en la web tienen dueño. Las compañías punteras del sector amenazan con convertirse de hecho en un auténtico monopolio. Esas empresas suplantarán funciones tradicionales de la gobernación política. Y esas compañías no tienen más interés que la ganancia y no velar por intereses generales. Así se impondrán nuevos modelos muy injustos de convivencia. Se ha ido creando una ideología en trono al ciberespacio que es excluyente de todo aquello que no cabe en su mundo. Se mantiene una ilusión de democracia universal y participante gracias a la extensión creciente de redes. Pero no hay que perder de vista la capacidad financiera casi ilimitada y las estrategias sobre territorios y actividades.

Hay los ciudadanos enchufados y los desenchufados. La exclusión es más pavorosa para los más pobres de la Tierra, que son los más. Se pierde el respeto a las minorías. Si bien las redes están abiertas a quienes proponen alternativas, también a poderosas mafias y bandas criminales internacionales. Las redes son muy vulnerables. Los rastros que se dejan en los servidores de acceso son absolutos. Se puede llegar a una especie de convivencia siempre vigilada: controles de trabajo, en las escuelas, en las familias. Se ha dado transferencia de poder estatal a las grandes compañías.

No se debe olvidar que el consumidor no es necesariamente un ciudadano (como a veces se quiere hacer aparecer). No tiene el sentimiento de pertenencia a una comunidad, ni adquiere responsabilidad por sus actos. No se mueve por motivos altruistas o de solidaridad.

Hay una gran sociedad dual: la de los poderosos y la de los desposeídos. El poder se ha ido desplazando hacia grandes empresas, sin representación democrática. La convergencia de tecnologías a escala planetaria cada vez más poderosas decidirán sobre un mayor número de cuestiones y personas. La concentración del poder a escala multinacional en unas cuantas manos que poseen dinero, tecnología y los contenidos de los medios de comunicación, información y entretenimiento configuran un verdadero nuevo orden internacional. Se hacen mayores las diferencias entre los países pobres y los desarrollados. Unos son los amos y otros las víctimas.

Otro hecho que destacan tanto Cebrián como Castells es la obsolescencia de los sistemas educativos tradicionales.

El futuro del empleo presenta perfiles precarios. Se transformará la manera de trabajar de mucha gente. Se tenderá a una deslocalizción de centros de producción, se utilizará el hogar como oficina, los horarios serán flexibles.

La sociedad global de la información hunde sus raíces en la cultura de la imagen. Ésta se encuentra ligada al espectáculo. Por ahí transitan la economía, la política y la religión.

Hay una paradoja: junto a la concepción planetaria y global, se multiplicarán individualismos y localismo. Más información no implica que la gente esté mejor informada.

El mundo virtual e imaginario aparta de las relaciones con los más próximos. Persiste la urgencia de mantener el pluralismo y la diversidad dentro de la cultura planetaria. Hay que impulsar el diálogo entre las culturas y resistir a la homogenización. Hay que lograr una diversidad convergente. Necesidad de formar ciudadanos.

 

3. El tercer entorno

Los cambios actuales afectan hasta la vida cotidiana. Parecería que viviéramos en un espacio común. Actualmente se puede ver y oír lo que pasa en cada parte del mundo (aunque sólo lo que nos quieran mostrar, no lo que pretendan ocultar o no importe a los intereses dominantes, lo cual no implica que no suceda).

Echeverría, afinando aportes anteriores, propone un método de análisis con una serie de contraposiciones. La clave es una nueva metáfora: el tercer entorno. El primero sería el natural y físico, el segundo el de la construcción de las relaciones urbanas, y el tercero tiene que ver con las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones que han propiciado la emergencia de un nuevo espacio social que engloba todo el planeta. Dicho entorno puede ser pensado en ámbitos desde casas, hospitales, empresas, ciudades (tele casas, tele escuelas, etcétera) Su característica es la posibilidad de relacionarse e interactuar a distancia. Tiene que ver con la televoz, el telesonido, la tele visión el tele dinero, etcétera. Las diversas actividades humanas se están adaptando a este nuevo espacio social. Las redes telemáticas son algo más que un medio de comunicación, porque permiten actuar en un entorno y no sólo informarse. Este entorno, integrador de actividades y conflicto de todo tipo, habría que pensarlo en términos de ciudad: telépolis. Echeverría prefiere una metodología pluralista, frente a posiciones reduccionistas.

Este autor enlista las posiciones de diversos autores en torno a esto y marca las diferencias de su propuesta. Es enfático en sentenciar que la estructura del tercer entorno no permite un optimismo sobre el nivel de democratización de este nuevo espacio social.

La topología de este entorno es reticular. Posee una base material, pero su funcionamiento no depende tanto de los movimientos de cuerpos materiales cuanto de la transmisión de una entidad más abstracta: la información. Pero no puede reducirse a lo informacional.

Una primera contraposición con Castells es que Echeverría ve este entorno no como sincrónico sino como multicrónico. Difiere también en cuanto a que el espacio de los flujos no sólo tiene que ver con lo económico, político y cultural, sino también con la vida cotidiana. Recalca la interdependencia. Además de Internet hay otras redes telemáticas con importancia estratégica, económica y financiera. Mientras en los otros dos espacios predomina la reunión, aquí impera la interconexión. La importancia que el autor le da a las peculiaridades topológicas y métricas marcan otra diferencia con Castells. Así se enfatiza que la simultaneidad no es la condición necesaria para la existencia de espacios sociales ni de prácticas sociales conjuntas. La tradición y la historia definen espacios sociales más allá de la simultaneidad de las práctica sociales. La acción estratégica no requiere simultaneidad. Echeverría también remarca sus diferencias con Castells en cuanto a la concepción de espacio y tiempo. Mientras éste último planteó que el espacio era tiempo catalizado, el autor no acepta que se subsuma la noción de espacio en tiempo. Las propiedades espaciales (topológicas, métricas) no son reductibles a propiedades temporales.

Frente al dicho de que en el espacio informacional los lugares pierden relevancia, se hace ver que eso no concuerda con los sitios que hay en internet. Una cosa es ver la interdependencia de las redes, y otra que las redes locales queden absorbidas por las redes globales. Se destaca que la imaginada ciberlibertad está controlada por los señores del aire, y puede desaparecer en cualquier momento. Hay una estructura de poder más parecida a la de los señores feudales.

La interdependencia no es igualitaria. La relación usuario proveedor es asimétrica. Habría que buscar formas para atemperar el poder de los teleseñores. Habría que luchar contra la tele servidumbre.

Hay una pluralidad de identidades digitales. Pensar en una democracia como la que tenemos en el segundo entorno, en el tercero tiene muchas dificultades. Sería muy fácil la manipulación del voto. Un usuario no es necesariamente un voto, porque tiene muchas identidades informacionales. Se podría avanzar en la democratización de las redes y en ganar espacios de decisión en ellas; pero no se podrían elegir representantes políticos con base en criterios igualitarios. Se podría crear un canal telemático dedicado a la política participativa; pero el problema de las circunscripciones persistiría, porque en el tercer entorno no hay una ligazón con el lugar de residencia. Habría maneras de lograrlo, pero las dificultades para garantizar elecciones libres y confiables en el tercer entorno son enormes. Se podrían idear mecanismos electrónicos para el segundo entorno.

Es importante resaltar que el funcionamiento del tercer entorno depende del buen funcionamiento de los otros dos, que no desaparecen. Todas las acciones que se llevan a cabo en el tercero son suscitados directa o indirectamente por personas físicas o jurídicas. Hay interrelación entre los entornos. Durante el siglo XXI los seres humanos se verán confrontados con los tres entornos.

Lo que se tiene que hacer es democratizar, civilizar el tercer entorno y humanizarlo. Quienes dominan las redes telefónicas, televisivas, informáticas y de dinero electrónico han encontrado un nuevo espacio de poder, distinto al domino de los territorios. (Pero vendrá la guerra por recursos energéticos, y por el agua.) Hay que buscar las formas de hacer el tercer entorno accesible a todos, interactivo, plural y justo.

El trabajo de Castells es fruto de muchos años de investigación. Giddens consideró que se trataba de una obra equivalente a Economía y sociedad de Max Weber. Yo me atrevería a decir que hay que verla como las pinturas expresionistas. Lo que importa es la presentación y problematización del conjunto de los hechos valorados por este autor. Si uno se acerca a determinados elementos, como en los cuadros de la corriente aludida, se pierden muchos contornos. En el libro hay cuestiones puntuales que son imprecisas y, a veces, hasta distorsionadas. Por ejemplo, se puede ver esto en el tratamiento del zapatismo. No obstante, el valor de la obra de Castells se encuentra en la visión de conjunto. Se trata de una obra abierta al diálogo y al debate. Vale la pena leer los tres tomos para establecer la discusión. Cebrián es un periodista, director de El País. Su libro es una obra de divulgación. Pero también es fruto de una investigación que le encargó el Club de Roma. Destaca cómo la nueva cultura digital trastoca las relaciones económicas, políticas y sociales. Recalca lo que le pasa a la gente común, que se encuentra ya inmersa en la sociedad digital. Se le puede criticar que sus énfasis son muy negativos y que no estudia los elementos positivos del fenómeno. Pero precisamente, al poner el dedo en los problemas, permite hacer avanzar la discusión sobre nuestro mundo moderno y, sobre todo, plantearse cómo impedir que lo nocivo se convierta en un determinismo del futuro. Finalmente habría que hacer algunos señalamientos en torno a Echeverría. A su libro, el Ministerio de Cultura de España le dio en el año 2000 el Premio Nacional de Ensayo.

Este autor indaga cómo debería ser la organización social en el tercer entorno. Se le ha discutido que privilegie el símil de la ciudad para la organización de las informaciones y las interacciones, siendo que las estructuras urbanas se prestan a tantos problemas y errores. También se le ha criticado el que se trate de ordenar el caos de lo nuevo de la manera como se hace en el segundo entorno, cuando habría que ser más imaginativo para diseñar un mundo más humanizado. No obstante, se trata de una obra muy sugerente, que aporta nuevos elementos para el análisis y para la discusión.

***

Estos tres acercamientos a los cambios actuales destacan que la educación como se ha venido impartiendo está en grave crisis. En un mundo con cambios tan rápidos y radicales la enseñanza de sólo contenidos queda obsoleta en poco tiempo. Lo que se tiene que buscar no es tanto la búsqueda de nuevos instrumentos (cosa que hay que aprovechar, por supuesto), sino enseñar a pensar a los alumnos, para que estén capacitados a recambiar lo aprendido en un momento y apropiarse de lo nuevo. Otra cuestión relevante es lo concerniente a las redes. La tradición antropológica ha utilizado estos conceptos para los análisis concernientes al primer entorno (parentesco, afinidad, etcétera), al segundo entorno (composición de grupos sociales más amplios y aun de movimientos sociales), y tiene el reto de analizar el tercero (la capacidad para saber descubrir las redes y sus cambios). Otro de los problemas fundamentales tiene que ver con la democracia y el poder. La antropología, a través de análisis concretos que puedan llegar a síntesis mayores, se encuentra ante el reto de saber entender y contribuir a construir un mundo humanizado.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons