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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.4 Ciudad de México  2000

 

Reseñas

 

Género / Cuerpos / Religiones

 

Gender / Bodies / Religions

 

Rosalva Aída Hernández Castillo*

 

* Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

 

El libro Gender/Bodies/Religions, Género/Cuerpos/Religiones editado por Sylvia Marcos nos lleva a hacer un recorrido por el mundo, a través de la experiencia de mujeres vinculadas a diferentes tradiciones religiosas. Las voces y experiencias de mujeres musulmanas, budistas, hinduistas, espiritualistas, católicas, de por lo menos tres continentes, son analizadas desde diferentes perspectivas teóricas, haciendo importantes aportes, tanto a la teoría feminista, como al estudio antropológico y sociológico de las religiones.

Los trabajos que Sylvia Marcos reunió en esta colección, dan continuidad a una línea de análisis desarrollada por el feminismo en torno al cuerpo y a la manera en que éste se ha convertido espacio de disputa por el control de la sexualidad y la identidad femenina. El hecho de que la diferencia biológica entre hombres y mujeres sea utilizada como justificación para la construcción de un sistema de desigualdad que excluye a las mujeres de muchos de los espacios de poder, llevó a las feministas a analizar los múltiples discursos que sobre el cuerpo y la diferencia biológica, se han desarrollado en distintas sociedades patriarcales. Estos estudios han cuestionada la existencia del cuerpo como algo natural, meramente biológico, pues la manera en que experimentamos nuestro cuerpo, nuestras concepciones sobre él, y las concepciones que la ciencia y las religiones promueven, están marcadas por la cultura. Como señala Úrsula King, en el prólogo del libro, "Lejos de ser una tábula rasa, nuestros cuerpos son lugares de construcción cultural" (p. 9).

Sin embargo, la mayoría de los estudios feministas realizados hasta ahora se habían centrado en el análisis del cuerpo desde la experiencia de Occidente y en muchos casos desde el análisis de la ciencia como un discurso de poder cuyas representaciones legitiman exclusiones y desigualdades.1 El libro Gender/Bodies/Religions, hace un aporte novedoso a este debate al incluir el análisis de los discursos y prácticas religiosas que construyen el cuerpo de las mujeres en distintos contextos culturales.

Sin embargo, la diversidad cultural que abarca este libro a la vez que enriquece el debate, enfrenta varios problemas metodológicos y epistemológicos, que conlleva el analizar, y en cierta medida juzgar, desde una tradición académica occidental, sistemas de desigualdad o espacios de resistencia que se construyen en el marco de otros valores culturales y concepciones del mundo. La tensión entre la idealización de las sociedades no occidentales por parte de algunas estudiosas que buscan en el pasado o en las sociedades agrarias, la utopía feminista que quieren construir, y las perspectivas de quienes enfatizan la opresión de las mujeres no occidentales victimizándolas y negándoles la posibilidad de agencia social, está presente en muchos de los estudios de género realizados en contextos no occidentales.

Abbas. Musulmanas conmemorando a un mártir cuarenta días después de su muerte. Irán 1978 (en Luna Córnea, núm. 11, enero-abril de 1997, Centro éxico).

El excesivo énfasis en los espacios de resistencia, puede privilegiar representaciones ahistóricas que exotizan al "otro" o en este caso a la "otra" y la convierten en la utopía de Occidente. Algunos analistas se han referido a esta tendencia como "orientalismo" (Edward Said) o "colonialismo discursivo" (Chandra Mohanty). Es decir colonizamos al "Otr@" con nuestras representaciones, por más bien intencionadas que éstas sean, al negarles la dimensión histórica y silenciar sus propias contradicciones y relaciones de poder. Paralelamente, el énfasis en los sistemas de desigualdad y en la opresión de las mujeres, puede llevarnos a su victimización y cegarnos ante los espacios de empoderamiento que las mujeres han logrado dentro de sus propias prácticas y concepciones culturales.

Quienes se han dado a la tarea de analizar la experiencia de las mujeres en distintas tradiciones religiosas y culturales enfrentan este doble reto, ¿cómo hablar de sus espacios de resistencia y empoderamiento, sin negar las estructuras de desigualdad que las oprimen?, ¿cómo analizar estos sistemas patriarcales, sin negar los espacios de poder que dentro de ellos han logrado las mujeres? Aunque los trabajos reunidos en esta colección no resuelven este dilema, algunos de ellos sí hacen explícita o implícitamente algunas propuestas metodológicas para romper con la dicotomía idealización/victimización.

En la sección metodológica que inicia el libro, Morny Joy retoma la experiencia de académicas y feministas de la India para plantear que nuestra producción de conocimiento es en sí mismo un acto de poder (p. 32), por lo que se deben de asumir las implicaciones que nuestras representaciones tienen para las mujeres con quienes trabajamos. En este sentido las académicas indias, como Rajeswari Sundar Raja, Chandra Mohanty, Lata Mani, Kaplana Ram y Shakti Sanghtana, se han planteado la necesidad de un proyecto poscolonial que recupere las experiencias de las mujeres no occidentales desde su propio marco cultural. Es decir, su propuesta es "analizar y entender el marco ideológico y cultural en el cual estas mujeres luchan, la dimensión experiencial de sus luchas, mediante la recuperación de su experiencia subjetiva y de sus voces desde el pasado hasta hechos del presente y cómo éstos son percibidos por dichas mujeres" (Shakti Sanghtana "We were Making History... Telengana People's Struggle" en Kali for Women, Nueva Delhi, 1989, cit. por Joy p. 28). Al recuperar experiencias específicas situadas en el tiempo y en el espacio, Joy y las feministas indias nos dan otra pista metodológica, que consiste en evitar las generalizaciones y simplificaciones sobre tradiciones culturales y religiosas. Hablar del Islam o del hinduismo, de las religiones orientales o mesoamericanas, sin situarlas en un momento histórico específico, con un grupo social determinado, en un lugar geográfico concreto, lleva necesariamente a representaciones homogeneizadoras del pasado o del presente.

Otros artículos de la colección retoman esta propuesta teórica para analizar cómo ciertos espacios, prácticas o instituciones religiosas que fueron liberadoras en un contexto histórico determinado, se pueden convertir en opresivas en otro momento o lugar; o en sentido contrario, aquellas que surgieron como formas de control de las mujeres pueden ser reapropiadas por éstas en sus luchas específicas.

Así, Tuula Sakaranaho, analiza cómo el uso del velo entre las mujeres musulmanas turcas no necesariamente es un símbolo de exclusión y discriminación. Frente a un estado secular intolerante que sataniza a la cultura islámica, las mujeres turcas universitarias usan el velo como un símbolo de su rechazo a los valores occidentales. A diferencia de lo que plantean algunos críticos del Islam desde Occidente, el uso del velo por las mujeres musulmanas no las silencia y las excluye necesariamente del espacio público, muchas de esas mujeres "veladas" han encabezado marchas y protestas contra la intolerancia secular. Leer el símbolo sin el contexto, y generalizar en torno a la opresión de las mujeres en el Islam, conlleva una victimización que no reconoce los espacios de empoderamiento que las mujeres han encontrado en las prácticas e ideologías religiosas.

En lo que respecta a los estudios históricos de las religiones, Nancy A. Falk analiza la historia oficial de la India que ubica el origen de esta civilización en algún lugar de Asia Central habitado por los Aryas, quienes estaban emparentados racial y lingüísticamente con los europeos. El sistema normativo de esta cultura original estaba contenida en textos sagrados conocidos como Vedas. Historiadores ingleses e indios fueron reconstruyendo a través de estos textos y de sus propias especulaciones lo que llamaron la Época Védica, "idealizando el pasado y presentando sus sistemas sociales como igualitarios, y a su gente como creativa, espiritual y heróica" (p. 45). Diferentes motivaciones coincidieron para construir este mito. Para los historiadores ingleses, si los Aryas eran sus parientes lejanos, necesariamente tenían que tener una cultura superior; para los historiadores indios nacionalistas, esta reconstrucción del pasado les permitía tener un mito de origen admirable para fortalecer la identidad nacional (proyecto similar al de los historiadores nacionalistas, esta reconstrucción del pasado les permitía tener un mito de origen admirable para fortalecer la identidad nacional (proyecto similar al de los historiadores nacionalistas mexicanos con respecto a la cultura azteca). Para las mujeres indias del siglo XIX los textos védicos, representaron una posibilidad de cuestionar mucha de la tradición hinduista excluyente, pues hacían referencia a "ashrams" o centros de aprendizaje religioso en los que participaban las mujeres, y prácticas como el sati2 eran prohibidas por los Vedas. Así los reformistas nacionalistas abrieron un espacio importante para las mujeres, legitimando la ruptura con las tradiciones excluyentes en nombre de un revivalismo que volvía la vista al pasado védico. Sin embargo, con los procesos de descolonización, el contexto cultural y político cambió. Esta historia unilineal dejó fuera a mucha de la diversidad que constituye el patrimonio cultural de la India contemporánea, budistas, musulmanes, sijs y janis no se identifican con este pasado y en muchos casos son representados negativamente por este mito de origen. Para las mujeres en la India en el contexto actual apelar a esta historia oficial, llevaría al divisionismo y dificultaría las alianzas entre diferentes castas y diferentes tradiciones religiosas. Por otra parte, lo que resultaba liberador en el siglo XIX, puede ser limitante en la época actual, como era el sistema patriarcal aryo que representaban los textos vedas, en el que las mujeres tenían acceso a la educación, pero seguían siendo consideradas exclusivamente como amas de casa, esposas o hijas.

Para el contexto mesoamericano, June Nash realiza una tarea similar y nos muestra cómo muchas de las concepciones sobre la dualidad hombre-mujer y la complementariedad de los roles de género, que Sylvia Marcos analiza detalladamente en su artículo sobre las categorías de género en Mesoamérica, son características de un momento histórico en el que floreció la cultura tolteca. A partir del siglo XI se desarrolla la cultura azteca y se pasa de una sociedad agrícola de clanes a una sociedad militarista de linajes, sustituyéndose muchas de las deidades duales, por deidades guerreras masculinas. La pérdida de poder de las mujeres, tanto en el espacio simbólico y ritual, como en el social, es analizada por Nash como un resultado de los cambios estructurales que estaba sufriendo la sociedad azteca. Mientras que en una sociedad agrícola, las deidades de la tierra, la fertilidad y la agricultura, vinculadas a lo femenino, son muy importantes; en una sociedad militarista las deidades masculinas de la guerra tienen mayor importancia. Paralelamente, el desarrollo militar necesariamente requiere de una mayor división del trabajo, por lo que los niños se empiezan a preparar para la guerra y las mujeres para las labores domésticas, según lo registra el Códice Florentino, citado por June Nash. Estas desigualdades de género, fueron profundizadas durante la época colonial, con la llegada de la religión católica que promovió concepciones de género y del cuerpo de origen medieval.

Varios de los artículos de la colección mencionan las implicaciones simbólicas y religiosas de la empresa colonial que impuso al cristianismo, como única religión válida, ya sea al catolicismo en el caso de América Latina y las Filipinas o al protestantismo en el caso de la India. El colonialismo europeo trajo consigo una ideología plagada de dicotomías en la que cuerpo y espíritu, femenino y masculino, cultura y naturaleza, celestial y terrenal, eran conceptos antagónicos, a diferencia del budismo, el hinduismo o de algunas religiones mesoamericanas, que se basaban en el principio de complementariedad.

Para entender estas críticas, resulta fundamental el artículo de Anthony Battaglia en el que se analizan los orígenes culturales de la ética y la moral cristiana. Considero, que este artículo intitulado "El entendimiento helénico del cuerpo y su legado en la ética social cristiana", resulta fundamental en la colección pues presenta a las concepciones del cuerpo y la sexualidad, hegemónicas en las sociedades cristianas occidentales, no como la norma frente a las "tradiciones culturales", sino como un producto cultural, contingente e histórico. Para mí este ensayo aportaría otro elemento metodológico importante para un análisis de género de los procesos religiosos, que consistiría en desconstruir y desnaturalizar nuestras propias concepciones, como un primer paso para aproximarnos y analizar otras tradiciones culturales. Cuestionar nuestro sentido común, y buscar las raíces culturales de nuestros conceptos, es decir conocer lo propio, es un ejercicio epistemológico básico para analizar lo ajeno.

Battaglia plantea que el cristianismo surgió del encuentro entre el judaísmo y el mundo grecoromano y ubica los orígenes de la separación cuerpo-alma y de la percepción negativa del cuerpo y de la sexualidad, en el imperio romano y en la tradición helénica. El fortalecimiento de estas percepciones en la edad media llevó a justificar el ascetismo como una forma de impulsar el desarrollo espiritual. El cristianismo logró imponer muchas de estas perspectivas en diversas partes del mundo, presentando como "natural" y "normal" una concepción del cuerpo y de la sexualidad, que reproduce prejuicios surgidos hace más de dos mil años.

Sin embargo, el éxito ideológico del colonialismo ha sido puesto en tela de juicio por múltiples religiosidades populares que retomaron algunos elementos del cristianismo y les dieron un nuevo sentido a partir de concepciones culturales distintas. Esta colección aborda también estos espacios de resistencia, enfatizando cómo aún entre las tradiciones religiosas más patriarcales, como el catolicismo o el Islam, las mujeres han logrado espacios de empoderamiento, ya sea a través de movimientos disidentes, como el espiritualismo trinitario mariano, o a través de prácticas rituales paralelas como el camanismo o el curanderismo.

Las sacerdotizas filipinas conocidas como babaylan, cuyo desarrollo histórico es analizado por Fe Mangahas, Milagros Guerrero y Consolación Aras, las curanderas mapuches conocidas como machis, cuyas prácticas son analizadas por Ana Mariella Bacigalupo, las parteras tradicionales de la India conocidas como dais, cuya experiencia es presentada por Janet Chawala, la curandera malaya o bomoh, sobre quien escribe Carol Lederman o las mujeres espiritualistas descritas por Silvia Ortiz, han encontrado en sus roles rituales un espacio de empoderamiento. En muchos casos han confrontado los roles de género de las religiones institucionales y algunas de ellas, como las machis mapuches, y las babaylan filipinas, inclusive han cuestionado el vínculo entre sexualidad e identidad de género, al asumir diferentes identidades masculinas o femeninas, sin importar su sexualidad. Sin embargo, todas ellas se han encontrado con las limitaciones de la cultura hegemónica o de la religión institucional, que de una manera u otra tiende a regresarlas a los roles de género que se consideran normales, legítimos y permitidos por la ideología patriarcal. Reconocer estas limitaciones, sin negar la importancia de los espacios de poder ganados las mujeres, es el reto metodológico que enfrentan los estudios de género de las religiosidades populares e institucionales. Considero que este libro hace importantes aportes en este sentido, sus propuestas, limitaciones y hasta sus silencios tienen que ser tomados en cuenta en el desarrollo de futuros estudios de género y religión.

 

Sylvia Marcos (ed.).
Gender / Bodies / Religions.
Aler Publications, México, 2000.         [ Links ]

 

Notas

1 Al respecto están los trabajos de Donna Haraway y Judith Butler, entre otros.

2 Tradición hindú que obliga a las mujeres viudas a suicidarse en la pira funeraria de su esposo.

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