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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.3 Ciudad de México  2000

 

Testimonios

 

El álbum de la mujer. Periodismo femenino: El primer paso hacia la modernidad y la ciudadanía

 

Ana Ivonne Díaz*

 

* Estudió periodismo y letras hispánicas en la UNAM. Candidata a la maestría de Historiografía en la UAM-A.

 

Advertencia:

Mujeres no leáis esto: No lo digo por mis revistas ni me dirijo tampoco a sus lectoras, digo que así se titula un libro recientemente publicado por T. Adolfo Llanos, obra encaminada a instruir a los hombres acerca de las debilidades de las mujeres.1

El siglo XIX, y su huracán modernista, trajo consigo una profunda serie de transformaciones que repercutieron en el mundo entero. En México, a pesar de la pugna entre partidos, diversas actividades culturales se manifiestan en algunos estados de la república: Jalisco, Yucatán, Puebla, Michoacán. Asociaciones, revistas literarias y de variedades, periódicos y empresas culturales propiciaron cambios radicales. De hecho, con ellos, dice José Luis Martínez, "se fundan los caminos de la cultura nacional".2

Independientemente de la endeble estabilidad política, una nueva idea de lo que hoy llamaríamos sociedad civil, comenzó a organizarse y a conciliar intereses a través de la literatura. Nace una nueva serie de revistas: El registro yucateco (1845-1847 y 1849), El mosaico ( Mérida 1849-1850), El ensayo literario (Guadalajara 1850-1852), y el Panorama de las señoritas mexicanas en 1852, entre otras. Ofrecer publicaciones de alta calidad editorial, que contribuyesen al desarrollo de la educación fue uno de los principales objetivos que muchos de los editores de la época perseguían. Así, competían para ofrecer al lector el cuaderno más gracioso y chispeante, el más ameno e instructivo, o el mejor impreso, con concursos de literatos mexicanos que entonces aún escribían "con gusto para los niños y hombres sensibles, para deleite y encanto del bello sexo, o para solaz de los viejos".3

Algunas de estas publicaciones eran semanales, no existía la posibilidad de los anuncios, ni estaban hechas —la gran mayoría— para lectores especializados; los escritores comprendían la literatura como la manera de comunicar emociones placenteras a lectores medios procurando "fortalecer sus creencias religiosas y ampliar sin lágrimas, sus conocimientos culturales".4

Foto1

Sin embargo, en una revisión de los primeros números de estas revistas, se advierte el paso de los temas de amenidades hacia repertorios de la literatura y estudios de intención nacionalista. Este paso, cuyo ejemplo significativo lo encontramos en El Renacimiento, de Ignacio Manuel Altamirano, transforma los esquemas en dirección a la modernidad que aún se ve, con sus matices, en nuestras revistas actuales: las noticias comenzaron a ocupar un lugar secundario o en espacios reducidos, ya que la información se confiaba a extensas crónicas de acontecimientos políticos, parlamentarios, extranjeros y de divagación varia que se alternaba con información comercial, de transporte y económica. En lugares preferentes aparecían cuentos, estudios históricos y científicos, artículos misceláneos y cuadros de costumbres y, casi regularmente, en la "planta baja" el folletón que publicaba novelas por entregas.

La edición de revistas llegó a niveles tan sofisticados que, en las publicaciones de corte literario de los últimos años del siglo XIX, pintores, dibujantes y músicos colaboraron al mismo nivel que los escritores. El primer ejemplo de esto fue La revista moderna. Las ilustraciones de Julio Ruelas y sus espléndidas "máscaras" de escritores crearon y mantuvieron el estilo plástico de la revista. Baste decir que en cuanto a contenidos se refiere, hay que recordar el escándalo que en la sociedad de ese tiempo causó la publicación en 1898 del poema "Misa negra" de José Juan Tablada; sociedad que por otra parte, "toleraba garitos y prostíbulos en el corazón de la ciudad donde vivía y se escandalizaba ante la lírica vehemencia de un poema erótico".5

Aunque el periodismo literario fue naciendo como un "parásito"6 dentro de las publicaciones de índole noticiosa, política y de entretenimiento, las revistas literarias reprodujeron y maduraron en ritmo ascendente. De hecho, en ellas está contenida cuando menos la mitad de la literatura mexicana. Yace olvidada en periódicos y revistas cuyo volumen es impresionante y es la expresión justa de nuestra vida literaria del siglo XIX.

Antes de la aparición de El Renacimiento (1860-1869) se registraron al menos 94 revistas de naturaleza literaria: De 1820 a 1829 nacieron tres cuyo fundador fue José María Heredia; entre 1830 y 1840, 13 de ellas; y entre 1841 y 1850, 33 vieron la luz, en plena invasión norteamericana. Todas fueron realizadas con sensibilidad, manos, cuerpo y mente... varoniles. La idea de ciudadanía como ahora la conocemos, empero, fue fraguándose a través de la literatura, las reuniones en los salones y las críticas en cartones como los de la revista política, La Orquesta.

Los conceptos de modernidad, ciudadanía y género fueron surgiendo, aunque de manera tímida, en revistas de corte femenino que, al igual que las otras, también tuvieron un gran desarrollo. Mientras el gran Renacimiento fue algo así como la revista ciudadana y moderna por excelencia, en décadas anteriores aparecieron La Biblioteca de señoritas, publicada con la ayuda de Francisco Sosa en la ciudad de Mérida; La Ilustración, editada en la capital mexicana por un grupo de señoras; de 1841 a 1842, el Semanario de las Señoritas Mexicanas; y de 1850 a 1853, La Semana de las Señoritas Mexicanas, esta última obra del impresor Vicente García Torres y dirigida por Isidro Rafael Gondra. De esta publicación se ha dicho que "inaugura el ciclo de las delicadas y hermosas publicaciones dedicadas a la mujer en que tanto se complace en el siglo XIX".7

Pero la intención de dedicar a la mujer publicaciones de solaz esparcimiento, de entretenerlas con las crónicas de salón o ver en ellas la moda venida de París —secciones que El Zarco, por su parte, no vio con desdén cuando atravesó la senda de la edición de revistas—; no fueron suficientes.

Así, esta voz tímida que no terminaba por escucharse, tuvo a su primera representante en la Marquesa Calderón de la Barca. Gracias a su condición social privilegiada, la Marquesa tuvo la oportunidad de describir, con cierto desenfado incisivo, algunas de las costumbres de las señoras y señoritas de la época, entre otras cosas.

Pese a los esfuerzos de Ignacio Manuel Altamirano por reunir en un solo cuerpo a la intelectualidad mexicana por medio de su revista El Renacimiento, y de las tertulias de salón en las que él mismo, junto con Riva Palacio, era la estrella refulgente... algo faltaba.

A la zaga y en silencio, aparecieron en los kioskos El Album de la mujer, y Las violetas del Anáhuac, esta última con una poderosa conciencia nacionalista; publicaciones en las que, si bien es cierto que no se reconocía a la intelectualidad femenina de la época con la misma pompa con que se refería El Renacimiento a sus colaboradores y amigos, sí crearon una impresión viva en los principales y más atentos lectores de la época: las mujeres.

El Album de la mujer, periódico ilustrado, nació en 1883 y tuvo una vida azarosa que aún parece serlo en los archivos. Los números que de esta publicación se tienen datan de 1883 a 1888, y el mismo impresor de El Renacimiento se estrena con la publicación de y para mujeres. Su directora propietaria, Concepción Gimeno de Flaquer, española y esposa al parecer de un diplomático, creó una revista donde se daban cita desde novelas por entregas e investigaciones científicas, hasta crónicas y páginas donde se podía apreciar lo último de la moda, en particular la parisina. Editada en la Imprenta de Francisco Díaz de León, en la calle de Lerdo núm. 3, sus colaboradores eran en esencia mujeres, y alguno que otro conde de la Academia Española.

¿A qué obedeció la idea de hacer una revista con participación femenina? La creación de una revista literaria, en términos generales, parece ser el deseo de participar en una actividad intelectual que no se circunscriba a la emisión de opiniones de distintos temas dentro de la práctica del diarismo; editar ha sido siempre, como hemos podido apreciar desde aquella época, un esfuerzo por reunir opiniones, reportar lecturas, ejercitar la escritura y formar una tribuna que pretenda un prestigio, una autoridad y hasta un reconocimiento del resto de la comunidad, en este caso, literaria. Concepción Gimeno de Flaquer no fue ajena a esa idea, por eso en el saludo del primer número escribe:

Aprovecho el momento solemne de la aparición del periódico para reiteraros ...el objetivo de mi vida es cantar vuestros méritos y virtudes, es hacer conocer vuestras facultades intelectuales, es referir vuestros múltiples heroísmos, es colocar vuestra hermosa figura sobre el más elevado pedestal... el álbum que os ofrezco está consagrado al bello sexo, en el que todo artista notable, todo ilustre viajero y todo literato eminente, deje su firma como un homenaje de respetuosa admiración.8

En las páginas de El Album de la mujer, cuyas portadas mostraban litografías de Emilio Moreau y Hermano, aparecieron Juana de Arco, Sor Juana Inés de la Cruz, y hasta la madre de Goethe. Así, Carolina Coronado publica su novela por entregas La rueda de la desgracia. Adela Riquelme de Trechuelo, por otra parte, colaboró con una artículo llamado Influencia ejercida por la mujer en España en siete entregas; texto especialmente notable por su tema principal: la necesidad de un recocimiento de género que trascienda la posición social. Llama "retrógrados" a quienes mantienen una actitud de desprecio y burla ante el lugar de la mujer en el mundo y agradece las opiniones varoniles que defienden un trato más justo para las mujeres "a nombre de mi sexo y de la sociedad, cuya marcha progresiva ayudan". Al igual que Feijóo, a quien cita en defensa de las mujeres, la autora lamenta la injusticia "con que nos tratan los que sólo creen capaces a las mujeres para el gobierno de la casa y aseguran que la más entendida podrá alcanzar á lo sumo, lo que un niño de catorce años" . Reclama que, al proveerse dos cátedras en la Normal Central de Maestras, no se haya permitido "la entrada en el Palenque Literario de la oposición a ninguna mujer y sí a todo el que pertenezca al sexo masculino sin más requisito que ser español" y apunta:

Se nos aturde con retumbantes discursos y floridos artículos sobre el mérito de las mujeres de otros países lamentando la ignorancia de las españolas, pero ellas, han tenido quién las anime, ayude y proteja en tanto que la mujer española vive luchando contra el terrible fanatismo, la mujer mexicana, inicia ya ese largo camino.

En su última entrega nos dice:

Mucho más pude haber dicho apoyándome en la historia patria acerca de la influencia ejercida por la mujer si el temor de cansar a mis lectores no me detuviera. Esta influencia es incontestada en la política aunque parezca ajena a ella, en la legislación así como en el adelanto civil y social pero no se crea en manera alguna, que solo han contribuido aquellas que por sus condiciones especiales descollaron dejando un hombre a la posteridad. Lo mismo durante la edad media en los castillos feudales, donde quedaban mientras los guerreros combatían, como en la época moderna ocupando un lugar privilegiado en el hogar, las mujeres han venido ejerciendo su poder y su influjo aunque las más de las veces permanezca oculto, así he procurado demostrarlo para que España y México favorezcan las actitudes de las que puedan cultivar las artes, aprender las ciencias, dedicarse a diversas carreras que lejos de ser contrarias a su naturaleza son propias para la mujer como se demuestra en otras sanciones sin que por esto descuiden sus labores de esposas y madres.9

Sor Juana Inés de la Cruz aparece ya como una referencia literaria fundamental con sus redondillas, "hombres necios que acusáis...", y finalmente, el Dr. M. Domínguez justifica su colaboración en el primer número y subsecuentes para "hacer comentarios médicos sobre los hábitos de alimentación y modos de vida. Trataré de sugeriros asuntos de higiene de las mujeres en todas sus etapas".

Vestina, seudónimo de la editora y reportera incipiente, es la encargada de escribir sobre los nuevos modelos de ropa para señoritas; pueden leerse también sus crónicas de salón donde aparecen Altamirano, Riva Palacio, José T. Cuéllar y el joven talento Juan de Dios Peza.

Por lo que se aprecia en la escritura de Vestina, Altamirano fue tal vez, para este grupo de mujeres, el principal promotor, y ellas, sus más intensas devotas:

El sexo fuerte o para hablar con mas verdad el sexo feo, estaba representado por caballeros muy distinguidos, entre ellos vimos al simpático General Díaz que no tiene ni entre sus enemigos políticos, enemigos personales, escuchamos las chispeantes y maravillosas frases de Altamirano y cambiamos algunas palabras con el importante político Romero Rubio...

De la reseña de la apertura de los salones del Sr. Bablot y de la visita en su casa, resalta la música de piano y canciones, con la asistencia de los tenores Adrián Gichenné, Manuel Espinosa y el barítono Antonio Gómez. Algunos de los invitados fueron el Sr. Ruiz, Procurador de la Nación, el Ministro de Italia, el "ingenioso" Duque Job, el inspirado escultor Noreña y los generales Ceballos y Guerra, Francisco y Vicente Sosa y Manuel Escudero.

Semana tras semana, El Album de la mujer fue creciendo en formato y colaboraciones. A diferencia de las revistas de amenidades, tenía su repertorio de literatura "verdadera" y estudios científicos con claras intenciones nacionalistas. Por ejemplo, Rosario de Acuña y de Laiglesia hace un estudio sobre botánica, propiedades y elementos químicos de las plantas medicinales del valle de la ciudad de México; "Titania" se encarga de las crónicas de salón cuando Vestina no asiste a ellas; José T. Cuéllar escribe su poema El suspiro y la lágrima; nombres hasta ahora desconocidos se encargan de ensayos políticos sobre las últimas declaraciones de Porfirio Díaz y su influencia en las familias mexicanas; además, se publican cuentos y poemas de cuyas autoras no tenemos noticias. Aquí un ejemplo. Resolución, fragmentos de un poema escrito por Josefa Masenés en el número 7:

¡Que yo escriba!, no por cierto,
que no me dé Dios tal manía
antes una pulmonía
primero irme a un desierto

Antes que componer quiero
tener por esposo a un rudo
mal nacido y testarudo,
avariento y pendenciero...

Escribir yo, ¡cielo santo!
Mal me quiere usted don Juan
ignora usted el qué dirán y
a cuánto me opongo a cuanto
No habrá quien me convenza
bien puede usted argüir
una mujer escribir
en España, ¡qué vergüenza!
Pues no se diera en mala hora
que la necia bachillera
hasta francés aprendiera
ha de ir de embajadora

Antes señor, las muchachas no estudiaban
ni leían, ni en toda su vida oían palabras
[gabachas
y en lo de escribir ya, ya, para que mamá
[quisiera
por qué, porque también era muy ladina la
[mamá.

Pues como dijo señor,
las muchachas no estudiaban pero en cambio
¡cual fregaban!, ¡barrian con un primor!

Qué le importa a la mujer
de do se exporta el cacao
si es pescado o no el bacalao
con que lo sepa coser...

Anatema al escribir
al meditar y leer amigo, sólo
coser y murmurar o dormir.

Desde luego, había una marcada tendencia por reiterar que la mujer es "la verdadera sacerdotisa del hogar, el hogar de la gran dama mexicana" dice un artículo de la misma editora, "no tiene boudoir, tiene santuario; para visitarlo se debe inclinar la cabeza y doblar la rodilla, en su hogar todo respira santidad",10 sin embargo, hay quienes como Luz de la Fuente y García aborda la situación de la obrera mexicana. Otro ejemplo es el ensayo La instrucción de la mujer en E.U. escrito por "Titania" que finaliza con estas palabras:

Por último si la mujer es igual al hombre en capacidad mental, entonces debería disfrutar de las misma ventajas e instrucción y si le es menor en inteligencia, tiene todavía mayor necesidad de una educación profunda... instrucción que da ocupación e independencia a la mujer, asegura también su virtud, la mujer ignorante y sin recursos está condenada a su situación, a pensar sólo en el arte de amar. La instrucción y la educación hacen de la mujer la compañera del hombre, y no su esclava.

Grabados, traducciones, números especiales —como lo fue el del 20 de abril de 1883 dedicado a Cervantes— y colaboraciones eran la parte central de la lectura, de hecho, el mismo poeta Víctor Hugo envió algunas colaboraciones especiales, en atención a "Doña Concepción Gimeno de Flaquer", y cuando el número de febrero de 1884, fue autodedicado, en un homenaje iniciado por José Barbier, director del periódico La voz de España y Filomeno Mata, editor del Diario del Hogar, la editora recibe estas palabras del poeta:

Madame: Vous êtes une femme, et vous écrivez pour la femme. Votre individualité prend fait et cause por toutes: vous exercez un droit et vous faites le devoir. OH! c'est là un bel et noble exemple. Vous le donnez, vous triompherez. Je me mets á vos pieds. V. H.11

A un año de circular por los kioskos, El Album de la mujer cambió de formato. Contrario a lo que se pensaría, pues muchas revistas no sólo disminuían su tamaño sino que desaparecían por completo, el número 26 del 28 de diciembre de 1884, celebra un nuevo y más grande formato:

... Desde el próximo mes de enero, el álbum será de gran tamaño, los dibujos finísimos. Esta publicación es una ilustración hispanomexicana... que da a conocer las mejores novelas de autoras y autores mexicanos y españoles... nuestro periódico aumentará la parte literaria con secciones científicas, religiosas, variedades, biografías e investigaciones... publicaremos todo lo notable que se lea en el Ateneo de Madrid... El álbum de la mujer que será de gran tamaño, rico en papel y parte tipográfica á la altura de las primeras publicaciones europeas, no aumentará su precio a pesar de sus notables mejoras.

¿De dónde se obtuvo el dinero para la realización de esta revista? Puede inferirse que tal vez de los propios bolsillos de la editora, del señor Flaquer, del impresor, de los esposos de las colaboradoras, o tal vez de "una pequeña partida gubernamental para gastos de cultura"; en fin, es difícil saberlo.

Lo cierto es que una revista con el lujo con que ésta fue editada —superior en cuanto a presentación y diseños a Las violetas del Anáhuac, requería de fuertes inversiones. Posiblemente el mismo general Porfirio Díaz tendría que ver algo en todo esto. Llama poderosamente la atención uno de los números de El Álbum donde se festeja al militar12 y no sólo eso, su esposa, firma uno de los textos que aparecen en la revista. Riva Palacio por su parte, en este número especial, concilia intereses y contribuye con una breve colaboración.

¿Existía la conciencia, como hoy en día, de la " independencia" de una publicación? ¿Qué significaba hacer una revista para mujeres donde los valores del nacionalismo y positivismo marcaban la pauta de los comportamientos femeninos? ¿Cómo eran las relaciones públicas de nuestra hábil editora, qué se diría de los textos aparecidos, fue un grupo de mujeres concentradas en servir al régimen para afianzar los valores de la familia y la idea de país de la época? ¿Era general en este grupo la conciencia de género? Numerosas preguntas quedan en el aire, mas El Álbum... es una muestra de que muchas mujeres en el siglo XIX pudiendo hacerse escuchar, trabajar en diferentes disciplinas no necesariamente domésticas, y encontraron sus propias opciones de vida en un parásito: el periodismo, signo inequívoco de la modernidad.

 

Notas

1 Texto a modo de anuncio en el número 7, 1883, en El Álbum de la mujer.

2 Martínez, José Luis, La expresión nacional, Oasis, México, 1984.         [ Links ] (Biblioteca de las decisiones.)

3 Ibidem.

4 Ibidem.

5 Martínez Peñaloza, Porfirio, introducción a Máscaras de la Revista Moderna, Tezontle, México, 1968.         [ Links ]

6 Es ya un lugar común entre algunos estudiosos del modernismo y algunos autores del siglo XIX, mencionar a la práctica periodística como un yugo, sin embargo, hay que reconocer que el periodismo dio a muchas plumas, la oportunidad de desarrollar su obra en medios que de alguna forma, contribuían a su manutención económica. Parte de la fama del Duque Job, Guillermo Prieto y Altamirano, no hubiera sido la misma si no hubiesen escrito en periódicos y revistas.

7 Semanario de las Señoritas Mexicanas, palabras del editor, núm. 1, marzo, 1841.         [ Links ]

8 Gimeno de Flaquer, Concepción, "Saludo" en El Album de la mujer, núm. 1, 8 de setiembre de 1883, México, t. I.         [ Links ]

9 El Album de la mujer. núm. 1, t. I, 8 setiembre de 1883.         [ Links ]

10 Gimeno de Flaquer, Concepción, Editorial. núm. 2, 1883.

11 "Usted es una mujer y escribe para la mujer. Su individualidad toma hecho y causa para todas: usted ejerce un derecho y sus medios en el deber. Oh he ahí un bello y noble ejemplo, usted lo da, usted triunfará. Me rindo a sus pies".V.H.

12 El número al que me refiero corresponde al del 12 de octubre de 1884. Portada a color con fondo dorado y letras negras, motivos "elegantes", medallón al frente con el escudo de la República Mexicana.

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