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Desacatos

On-line version ISSN 2448-5144Print version ISSN 1607-050X

Desacatos  n.1 Ciudad de México  1999

 

Reseñas

 

Claudio Lomnitz-Adler. Las salidas del laberinto. Cultura e ideología en el espacio nacional mexicano

 

Andrew Roth Seneff*

 

* El Colegio de Michoacán.

 

Las salidas del laberinto. Cultura e ideología en el espacio nacional mexicano de Claudio Lomnitz-Adler es una obra innovadora en el área del análisis etnográfico y una contribución original al estudio de la cultura nacional mexicana. En los seis años desde su publicación en inglés en 1992 y desde la versión en español publicada hace tres años en 1995, las reseñas de la obra han ido acumulándose. En mi propio caso, por ejemplo, sin haber tratado de consultar los índices bibliográficos o revisar las revistas relevantes, he leído cuatro reseñas, y citas de otras cuatro más. Dos de ellas (Selby en American Ethnologist y Gledhill en Man Journal of Royal Anthropological Institute) subrayan la calidad e importancia de la obra, especialmente su contribución al análisis etnográfico, una apreciación compartida por estudiosos como Fredrich Katz y William Roseberry (sus comentarios favorables aparecen con los de Selby en las respectivas portadas de las versiones española e inglesa del texto). En contraste, dos reseñas más (Foweraker en Bulletin of Latin American Research y de Vries en Relaciones. Estudios de historia y sociedad) critican la obra insistiendo en que el marco teórico y la exposición son demasiado complejos y que, en el área del análisis etnográfico, el autor promete mucho más de lo que produce.

No me queda claro por qué hay reseñas tan contrastantes de Salidas... Creo que la mezcla de comendación y crítica resulta de la originalidad y la ambición de la obra y, quizás, del hecho de que Lomnitz parece suponer una familiaridad sofisticada con los temas y tópicos del materialismo cultural lo cual, lamentablemente, no es el caso en la actualidad. El libro es exigente. Usa un marco de análisis e interpretación que introduce un nuevo vocabulario conceptual. Reafirma a la vez el proyecto moderno de contribuir a una ciencia social y probabilística dirigida al estudio cumulativo de procesos sistemáticos. Lomnitz, en este sentido, presenta un acercamiento original, pero mediante un diálogo serio con proyectos y perspectivas pasadas.

El libro está dividido en dos partes. En la introducción a ambas, Lomnitz plantea el problema central. Refiere a "un círculo vicioso que nace de las tensiones que surgen entre la madeja de las relaciones sociales que coexisten en el espacio nacional y las ideologías que se refieren a una identidad común, a un pasado compartido, y a una mirada común al futuro" (13). Partiendo de las ideas de Octavio Paz, Lomnitz llama, este complejo de tensiones y problemas en la mediación cultural nacional, el "laberinto", y propone enfrentar el problema metodológico de su análisis etnográfico. Para Lomnitz esto se traduce en el problema del estudio etnográfico de la hegemonía.

Reconociendo que la etnografía estudia procesos concretos en la organización de la experiencia humana, argumenta que la hegemonía se vuelve concreta en el estudio de la cultura regional. Cultura regional refiere a "la cultura en espacios regionales internamente diferenciados" (33). Los límites del espacio regional pueden ser intranacionales, nacionales o inclusive transnacionales. El interés central de Lomnitz está en las particularidades de la diferenciación interna del espacio que se puede aislar e identificar en términos de "regiones de poder", o sea en términos político-económicos del poder presente en la producción y el intercambio desigual de bienes y valores, y en su relación con la transformación del paisaje. En la primera parte del libro, Lomnitz ofrece una demostración del análisis de hegemonía como el estudio de cultura regional. Ésta consiste en el estudio de la producción de cultura en dos espacios internamente diferenciados, la cultura regional de Morelos y la cultura regional de la Huasteca potosina.

La segunda parte del libro está dedicada a una interpretación crítica de aspectos de la cultura nacional mexicana. De nuevo el objeto de interés es la producción cultural en un espacio internamente diferenciado; en este caso, el espacio que las fronteras nacionales mexicanas delimitan. Aquí los aspectos comunes de la producción cultural en la Huasteca potosina y en Morelos reciben atención. Lomnitz examina, también, la tradición de interpretación de la cultura nacional mexicana iniciada con Samuel Ramos. Nota que los intelectuales que sostienen la tradición sólo trabajan con y mediante representaciones de la cultura nacional sin examinar la organización en espacio de la producción de tales representaciones, especialmente las suyas. Observa, además, la tendencia iniciada con Ramos de presentar "lo mexicano" como el resultado (o derivado) de un psicodrama (Ramos, Paz, Portilla, Bonfil), o a partir de la deconstrucción de las presentaciones psicodramáticas (Bartra), reproduciendo así la separación laberíntica entre las representaciones ideológicas de la cultura nacional (por ejemplo, el nacionalismo) y las ubicaciones concretas de la producción cultural nacional en un espacio socialmente diferenciado. Lomnitz, en contraste, quiere estudiar críticamente esta separación en sus términos concretos, y mediante el análisis y la interpretación etnográfica de la hegemonía.

Un ejemplo impresionante de su acercamiento a la cultura nacional se encuentra en la reexaminación de las categorías de las castas desarrolladas durante la formación del Estado colonial. Las castas con sus complejas categorías como "salta atrás", "ahí te estás" o "no te entiendo", "chino", "lobo", "chino cambujo", "torna atrás", son ordenadas alrededor de los polos raciales de la "pura sangre" del "español", el "indio", o el "esclavo africano", pero haciendo hincapié en las mezclas de estos polos que resultan en el mestizo (español-indio), el mulato (español-esclavo) y el zambaigo (indio-esclavo, que más tarde entra en la categoría "mulato").

Antropólogos como Aguirre Beltrán han argumentado que las categorías de las castas no son inteligibles como un sistema de distinción y clasificación, sino que más bien constituyen una confusión 'erudita' de asociaciones. Aguirre nota, por ejemplo, las categorías con nombres curiosos como "salta atrás" o "ahí te estás" que aparecen para caracterizar mezclas realizadas después de varias generaciones y combinaciones entre hombres y mujeres que pertenecían a diferentes categorías raciales. No encuentra ninguna lógica inteligible en estas descripciones que parecen arbitrarias, quizás mistificaciones de las contradicciones en las clasificaciones que se vislumbran en la complejidad empírica de mezclas a través de las generaciones.

Lomnitz, en contraste, ofrece una interpretación interesante acerca de las castas como parte de la formación del Estado colonial en México. Durante siglos existían en Europa occidental y católica categorías para grupos de infieles (moros y judíos por ejemplo) que amenazaban el orden católico. A partir de la consolidación del reino de Fernando e Isabel, existía una política de distinguir entre los derechos a la evangelización de los grupos incorporados bajo su dominio; una política que bien reflejaba los años de vivir "amenazada por el avance de los infieles". Como resultado, los moros, judíos y africanos tenían derecho individual, que no colectivo, de renunciar a su herencia no cristiana y convertirse en católicos apostólicos romanos. Además, como individuos convertidos tenían la obligación de comprobar durante toda su vida la verosimilitud de su conversión como individuos salvados, aun cuando descendientes de un grupo o nación, que ya había perdido la posibilidad colectiva de salvación como nación.

La reforma protestante llevó esta política cultural católica a una crisis. En primer lugar se estaba dando la renuncia colectiva al catolicismo en el seno de Europa y con implicaciones importantes para las políticas entre los Estados europeos. En segundo lugar, el conflicto de la Reforma se inició cuando estos Estados ya habían entrado en un proceso de expansión por conquista y colonialización, en el cual la evangelización y la libertad de fe fueron justificaciones importantes para los proyectos imperiales. Lomnitz cita por ejemplo el argumento del franciscano Jerónimo de Mendieta:

Débese aquí mucho ponderar, cómo sin duda alguna eligió Dios señaladamente y tomó por instrumento a este valeroso capitán D. Fernando Cortés, para por medio suyo abrir la puerta y hacer camino a los predicadores de su evangelio en este nuevo mundo donde se restaurase y recompensase la Iglesia católica con conversión de muchas ánimas, la pérdida y daño grande que el maldito Lutero había de causar en la misma sazón y tiempo en la antigua cristiandad... Y así, no carece de misterio que el mismo año que Lutero nació en Islebió, villa de Sajonia, nació Hernando Cortés en Medellín, villa de España, aquél para turbar el mundo y meter debajo de la bandera del demonio a muchos de los fieles que de padres y abuelos y muchos tiempo atrás eran católicos, y éste para traer al gremio de la Iglesia infinita multitud de gentes que por años sin cuenta habían estado debajo del poder de Satanás envueltos en vicios y ciegos con la idolatría (citado en Lomnitz 1995. 338 y 339; 1945, II:12).

La observación de Mendieta es congruente con las actividades de evangelización de los primeros frailes que llegaron a México: hay descripciones sobre frailes que se pasaron días sin dormir mientras bautizaban a miles de indios recurriendo al uso de su propia saliva en una euforia de conversión colectiva.

En fin, los "indios", esta categoría española para todas las poblaciones de Mesoamérica, tenían derecho a una evangelización colectiva. La mezcla español-indio creaba otro grupo con derecho colectivo a la evangelización. Por otra parte, la mezcla con otros grupos llevaba a consideraciones sobre cómo a través de las generaciones de intermezcla uno se acercaba más a la pertenecía a un grupo "fiel", pero sólo para luego "saltar atrás" o quedarse suspendido ("ahí te estás") o caer fuera de consideración ("no te entiendo"), sin tener jamás la posibilidad de llegar a ser parte de los grupos que como "naciones" tenían derecho a la salvación.

El Estado en esta interpretación es examinado a partir de la formación peculiar de relaciones instituidas entre cultura y poder. En la consolidación de la España católica y en la conformación colonial de la Nueva España, la elite política y la concentración de poder en esta elite giraban en torno a una reglamentación moral basada en jerarquías de "pureza de sangre" asociadas con el derecho nato de preservar colectiva o individualmente la fe católica. Las diferencias sociales y el control de espacios están así ordenados y reglamentados. La diferenciación interna resulta, en parte, marcada por una ideología que selecciona y conjuga elementos raciales con derechos evangélicos. Lomnitz argumenta que esta ideología está todavía presente en las representaciones de la cultura nacional: las tipologías del liderazgo en las historias del México postcolonial están asociadas con limpieza de sangre y herencia cristiana, por ejemplo, en las distinciones entre caudillos y caciques.

En fin, Salidas del laberinto es un libro importante y original: una contribución a la antropología regional mexicana con implicaciones teóricas e interdisciplinarias que van más allá que la antropología en México. Curiosamente, seis años después de su publicación todavía parece importante promover su lectura: El libro merece ser más, cuestionado y utilizado en el estudio de la cultura regional, especialmente para el estudio de las culturas nacionales de estados postcoloniales.

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