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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.1 Ciudad de México  1999

 

Saberes y razones

 

A manera de presentación

 

El CIESAS acaba de cumplir recientemente sus primeros 25 años, tiempo durante el cual animó su existencia con el impulso de tres de los mejores antropólogos sociales que ha conocido el país —Ángel Palerm, Gonzalo Aguirre Beltrán y Guillermo Bonfil—. En ese periodo se han sucedido muchos acontecimientos: la antropología cambió, las ciencias sociales se han revolucionado, el universo del conocimiento es cada vez más vasto y el mundo discurre por senderos que pocos imaginaron a mediados de siglo.

El CIESAS surgió en una coyuntura particular determinada por el involucramiento de la antropología mexicana en el ámbito estatal, como resultado del ímpetu revolucionario que llevó al Estado a concebirse como la única y mejor opción de reivindicación de los indígenas. Justo por eso, la naciente institución surgió con la encomienda de incursionar en otros dominios de las disciplinas de su competencia, y el obligado compromiso de buscar la independencia y la libertad de su quehacer académico.

Por lo mismo la institución y sus investigadores experimentaron los estadios propios de toda comunidad académica con vocación de un pensamiento independiente; cierta autarquía en la fase de su crecimiento y maduración reflejada en algunas de sus primeras publicaciones y en el primer intento de revista institucional —Papeles de la Casa Chata—; vivió los vientos del progresismo gremialista y antiestatal llevado al límite de buscar la reivindicación de las clases subalternas al amparo de la investigación social y, con pasión, asumió a fondo el apostolado de su profesión.

Al correr de los años, de manera suave y sostenida, esa comunidad fue asimilando el rigor académico de sus fundadores, a la vez que reconocía la importancia de las especializaciones y abrevaba de las potencialidades que ofreció la regionalización mediante la instalación de unidades en algunos estados de la República. Paralelamente el CIESAS fue diversificando y urbanizando sus objetos de investigación, ampliando su vocación internacional, academizando la reflexión social y consolidando la mirada antropológica, etnohistórica, lingüística y la sociológica. Esa misma comunidad otea en el horizonte su fortalecimiento con el agregado de otras disciplinas sociales, entre las que se cuentan la ciencia política, la geografía y la demografía.

Simultáneamente, el país inició el cambio de ropajes, el mundo se pluralizó y las ciencias sociales entraron en una acelerada ruptura de esquemas, en la multiplicación y diversificación de escuelas de pensamiento, enfrentándose a la emergencia de novedosos fenómenos sociales que exigían explicaciones nuevas y respuestas adecuadas.

La comunidad académica del CIESAS, los gremios disciplinarios a los que pertenece y sus redes especializadas han estado presentes en el diálogo interdisciplinario que se intensifica, en la revisión y en el descarte de los viejos paradigmas unidimensionales, en el acercamiento a los nuevos dilemas sociales acelerados por un México cada vez más abierto al exterior e inmerso en una era determinada por la irrupción de poderes supranacionales, economías de escala mundial y acelerada circulación de información, mano de obra y elites.

Justo por ello se hacía obligado el compromiso de aventurarse en un proyecto de revista especializada, institucional y con un fuerte anclaje en la plataforma de la antropología social. La mayoría de edad de nuestra institución, la creciente maduración de sus cuadros académicos y el papel que ocupa en el universo de las ciencias sociales mexicanas lo exigían.

La acelerada transformación que experimentan las ciencias sociales en México, y la antropología en particular, junto con la cada vez mayor responsabilidad de avanzar en las perspectivas y en la atención a las problemáticas emergentes han hecho impostergable el proyecto. Por último la incesante interconexión de las disciplinas científicas, el provocador desvanecimiento de sus fronteras y la constatación de que sólo los enfoques pluridisciplinarios son la mejor garantía para entender el mundo de la complejidad hicieron necesaria su realización.

Con el interés de honrar el compromiso y de lanzar una nueva revista que se convirtiera en referente obligado para la antropología social mexicana, desde principios de 1997 iniciamos una serie de consultas y reflexiones con numerosos colegas de la institución, con miembros destacados de la comunidad académica de las ciencias sociales y con expertos editoriales. Las preguntas siempre eran las mismas: por qué un nuevo proyecto editorial, para qué otra revista, cuál debía ser el tono y qué nicho podría cubrir en el mercado, cuál debía ser su periodicidad y cómo debía operar su organización interna. En suma, se trataba de precisar el mejor modelo para asegurar su compromiso, la amplitud de miras, la actualidad de los debates que fomentaría y la más absoluta libertad académica con fundamento en el rigor y la autoridad intelectual.

De esas largas, frecuentes y necesarias deliberaciones brotaron y se sedimentaron algunas ideas rectoras: la plataforma disciplinaria será la antropología social y la revista deberá incorporar las disciplinas afines estimulando el diálogo interdisciplinario, bordar y fomentar la dedicación a los estudios novedosos junto con el debate de las referencias teóricas y conceptuales más acabadas; debe cultivar el diálogo con el ánimo de las transformaciones disciplinarias fundado en el razonamiento académico y la investigación empírica; de manera paralela, debe dar espacio al trabajo etnográfico sin dejar de privilegiar la exposición de resultados de análisis, dedicar atención a la expresión escrita, y también cuidar la presentación editorial.

Asimismo la revista tiene el cometido de provocar la irreverencia ante la comodidad de las mayorías conceptuales renuentes a ensayar otras perspectivas intelectuales y, ante las viejas líneas de investigación, refractarias a la incursión de campos novedosos o a la asimilación de ópticas más creativas y audaces. De ahí su nombre, Desacatos, y el espectro temático de éste su primer número. Su trayectoria dará la razón a las ideas que hoy la animan.

 

Rafael Loyola Díaz
Director General del CIESAS

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