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Archivos de cardiología de México

versión On-line ISSN 1665-1731versión impresa ISSN 1405-9940

Arch. Cardiol. Méx. vol.76 no.3 Ciudad de México jul./sep. 2006

 

In Memoriam

 

Laudatio Funebris.

Pedro Alejandro Serrano Maas,

Vida ejemplar en el amor por la ciencia al servicio del corazón

 

Laudatio Funebris. Pedro Alejandro Serrano Maas, Exemplary life in the love for science at service of the heart

 

Rafael Chávez Domínguez*

 

* Jefe del Departamento de Epidemiología INC "Ignacio Chávez" Juan Badiano # 1 Tlalpan D.F.

 

Correspondencia:
rchavez@inc.org.mx

 

Recibido: 16 de junio de 2006
Aceptado: 9 de agosto de 2006

 

 

En solidaridad con la mística del maestro Ignacio Chávez, Pedro Serrano plasmó en todo su significado el lema de esta Casa: "Amor y Ciencia al Servicio del Corazón", se entregó en cuerpo, alma y corazón a desarrollar su misión. Mereció del fundador de este Instituto el título de "Gran amigo". El iniciador del Laboratorio de Hormonas y Departamento de Endocrinología del Instituto Nacional de Cardiología vivió con nosotros 29 intensos años desde 1953 hasta 1981. Quienes tuvieron el privilegio de conocerlo, dan testimonio de su admirable vida. Murió el 2 de febrero de 2006 dejándonos perennes recuerdos.

De su semblanza podemos decir que hizo su carrera de medicina en la Fac. Med. UNAM y se graduó en 1950, sus estudios de postgrado los hizo en Madrid, España, teniendo como mentor del Doctorado en Medicina a Gregorio Marañón; cursó estudios de química hormonal en Courtland, Inglaterra y la Universidad Me Gill en Montreal, Canadá. Se incorporó a este Instituto a los 29 años de edad y laboró en él hasta los 58. Su sólida y cálida relación con el Instituto Nacional de la Nutrición, el maestro Salvador Zubirán y los precursores de la endocrinología mexicana, Roberto Llamas, Rafael Rodríguez, Francisco Gómez Mont, Jorge Maisterrena, José Antonio García Reyes, Carlos Gual y otros más, le facilitó introducir e impulsar el desarrollo de la metodología para medir hormonas, entonces biológicas, que luego siguió su rápida evolución hasta el radioinmunoanálisis. Le preocupaba escudriñar las delicadas interrelaciones entre el sistema cardiovascular y el metabolismo. Tuvo que ligar el celoso arte de la Clínica, con la tenacidad de las disciplinas científicas de endocrinología, neurofisiología, bioquímica, farmacología y psiquiatría. En su persona juntaba varios atributos: dotado de inteligencia, férrea voluntad y habilidad para rodearse de discípulos, aliados en las tareas, tan exigentes de finura clínica, como de la exactitud de laboratorio; disfrutaba la experiencia de penetrar en la intimidad del proceso de la regulación de salud–enfermedad; su visión de conjunto le facilitaba ponderar mejor los hechos. Ser así le permitió dirigir más de 30 tesis, publicar 125 trabajos y editar libros.

En la búsqueda de la verdad, se apegaba al rigor de la metodología y compartía generosamente sus conocimientos, desarrollando actividades de enseñanza y practicando la asistencia directa al enfermo. En el apremiante proceso de conocer el estado del arte que al momento requería la investigación en turno, supo encontrar al experto mundial del tema y buscar la forma de relacionarse personalmente con los investigadores cabeza de esa corriente intelectual; así, desfilaron por su laboratorio varios científicos, incluyendo algunos distinguidos con el Premio Nobel.

Vinieron a dictar conferencias, hacer demostraciones o trabajar temporalmente con su equipo de colaboradores. De esta manera recordamos a: William Raab y los efectos de la adrenalina en el corazón; a Ulf Von Euler y Julius Axelrod por las catecolaminas neurotransmisoras; a Jacques Genest en el papel de los esferoides en la hipertensión arterial; a Hans Selye como pionero en el estudio del estrés y el síndrome general de adaptación; tema luego seguido por Lennart Levy quien vino a exponer sus ideas sobre el estrés en el ámbito laboral y poblacional; a Arthur Mirsky en el estudio de las insulinasas, antecedente inmediato del síndrome de resistencia a la insulina y síndrome metabólico. Resaltan entre sus obras el mayor acopio de casos de feocromocitoma, con la cercana colaboración de Beatriz Chávez y los casos de aldosteronismo primario con Carlos Posadas (actualjefe del Departamento); documentaba así, tanto los aspectos clínicos como los metabólicos. De esta manera se perfiló como pionero en México en la construcción del gran peldaño de la cardiología hacia la prevención. Pronto advirtió lo relevante del enfoque al vivir la experiencia que le tocó de participar en la Campaña Contra el Bocio Endémico en México, que apoyó entonces el Servicio Médico de la Secretaría de Educación.

Mereció reconocimientos y distinciones en México, España y otros países. Fue invitado a participar en las prestigiadas Conferencias Laurentianas de Endocrinología, en Canadá; recibió el nombramiento de "Member at Large" del Consejo de Epidemiología y Prevención de la Sociedad y Federación Mundial de Cardiología. España le otorgó el nombramiento de Caballero de la Orden de Toledo por méritos humanísticos. Impartió lo mejor de su experiencia como brillante conferencista a múltiples sociedades médicas, presidió la Sociedad Mexicana de Endocrinología, y con su membresía contribuyó a incrementar el prestigio de la Sociedad Hispano–Mexicana y la Academia Nacional de Medicina. Del Instituto Nacional de Cardiología se retiró en 1981 para seguir iniciando y fomentando Centros de Investigación Clínica. Su legado intelectual lo compartió con múltiples colaboradores, tanto del área clínica como de la medicina experimental. Solía compartir sus ideas, tanto con los médicos residentes como los jefes de departamento e investigadores básicos. Ahora, sus recuerdos viven en diversos lugares del mundo, según los caminos que tomaron sus discípulos.

La obra escrita, aparece en parte, entre las 80 publicaciones citadas por PubMed en el período de 1987 a 1955, donde se despliega cuáles fueron sus temas y quiénes fueron sus colaboradores. Con ello contribuyó al estudio de los siguientes temas: cardiovasculares sobre hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, cardiopatía tirotóxica, infarto del miocardio, aterosclerosis y complicaciones cardiovasculares de la diabetes; endocrinológicos sobre feocromocitoma, aldosteronoma, tiroides, gónadas y el sistema de renina–angiotensina; farmacológicos relacionados con ensayos clínicos de la cloropropamida y otros antidiabéticos, bloqueadores adrenérgicos, espirinolactona, captopril, la alfametilparatirosina, amantidina, oxandrolona, digital y disulfiram; metabólicos relacionados con esferoides, dopamina, dislipidemias y las monoaminas; fisiológicos sobre la regulación adrenal y catecolaminas, ritmo circadiano; y entre otros temas relacionados, la enfermedad de Parkinson, el asma bronquial, enfermedades del sistema conectivo y reumáticas; igualmente contribuyó al diagnóstico de los trastornos tiroideos, del síndrome adrenogenital y el síndrome pluri–matebólico, siendo su mayor contribución la colección de casos de feocromocitoma.

Su vida ejemplar se debe a: su entusiasta personalidad, dotada con el poder de la empatia e integridad humana; con la habilidad para reconocer los valores universales; su vocación de médico que inspiraba confianza y reforzaba la fe de sus pacientes; como maestro, muy generoso; como investigador, con pasión, entrega, empeño, honestidad y moderación en sus juicios. Su espíritu siguió con lealtad las enseñanzas de sus maestros Ignacio Chávez y Gregorio Marañón. Vivió comprometido, tanto con su Fe como con sus razonamientos científicos. Tuvo la fortuna de compartir sus sueños, anhelos y esperanzas con su amada esposa María Esther, sus hijos y sus queridos familiares. Muchos entrañables amigos lo recuerdan y dan testimonio de su vida ejemplar. Nuestra comunidad científica mexicana le agradece los servicios que en vida fueron un intenso surcar áreas y sembrar ideas para ahondar el conocimiento de la interrelación cardiología y metabolismo dirigida a la prevención. Como discípulos, recibimos el compromiso de seguir la trayectoria vislumbrada tan temprana y atinadamente por él. Que su espíritu viva entre nosotros.

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