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La ventana. Revista de estudios de género

versión impresa ISSN 1405-9436

La ventana vol.7 no.58 Guadalajara jul./dic. 2023  Epub 28-Ago-2023

https://doi.org/10.32870/lv.v7i58.7673 

En la mira

Marylène Patou-Mathis: Las mujeres cazadoras, guerreras y agricultoras

Marylène Patou-Mathis: Women hunters, warriors and farmers

Paola Marcela Romero Gutiérrez1 

1 Universidad de Guadalajara, México. Correo electrónico: paola.romero.research@gmail.com.

Patou-Mathis, M.. 2020. El hombre prehistórico es también una mujer. Lumen,


¿El patriarcado ha sido universal?

Cuando pensamos en la prehistoria, creamos una imagen en nuestra mente donde se presenta a las mujeres cuidando a sus hijas e hijos o dedicándose a las labores del hogar, mientras que, en otra imagen, nos remite a los hombres yendo a cazar o a conseguir cualquier tipo de alimento para la familia. Imaginamos las relaciones entre los géneros de esta manera, sobre todo quienes no conocemos mucho de los estudios feministas y de género en materia de arqueología y prehistoria. Sin embargo, cuando leemos El hombre prehistórico es también una mujer de Marylène Patou-Mathis (2020), esta concepción cambia.

El libro comienza con una frase potente: “¡No! ¡Las mujeres prehistóricas no se pasaban el día barriendo la cueva!” (Patou-Mathis, 2020, p. 11). Para la prehistoriadora francesa, la participación de las mujeres no solo fue importante en lo tocante a la reproducción humana y las labores de cuidados, el patriarcado no es original ni universal, por lo menos no en todas las etapas prehistóricas.

Esta concepción de las relaciones entre los géneros se debe al contexto patriarcal en el que vivían muchos de los estudiosos (sobre todo varones) de la arqueología y la prehistoria en el siglo XIX. Posterior al recuento que la autora realiza sobre cómo es que el pensamiento patriarcal se formó en aquel siglo, termina por dar cuenta, de manera empírica, las conclusiones que difieren de este pensamiento normativo.

Los estudios de un contexto específico

Los arqueólogos y prehistoriadores varones (que eran mayoría en estas ramas de estudio) asumían que la situación prehistórica de las relaciones de género era igual a la actual. No fue hasta que las mujeres científicas y feministas fueron ocupando estos puestos laborales y académicos que fue cambiando la visión binaria de las cosas. A pesar de que la arqueología se basa en pocas pruebas empíricas para deducir procesos prehistóricos, se sigue asumiendo que los hombres fueron cazadores y guerreros, mientras que las mujeres se quedaban a cuidar de sus niños y niñas. Estas “conclusiones científicas” se dieron en un contexto social específico.

Durante el siglo XIX surgieron muchos de los estudios en arqueología y prehistoria más importantes. En esta época, se creía fervientemente que las mujeres eran menos inteligentes por supuestos como el menor tamaño de su cerebro. También se afirmaba que el género femenino se caracterizaba por una menor inteligencia, así como una mayor vulnerabilidad y cambios de humor constantes a causa de lo enfermizas que podrían ser cuando sufrían dolores menstruales. Todos estos supuestos rasgos femeninos universales, hacían que los estudiosos vieran a las mujeres como seres inferiores intelectualmente. Esto fue así hasta 1960, cuando las mujeres arqueólogas y prehistoriadoras comenzaron a tomar los espacios académicos y a darle otra visión a los roles de género:

La ciencia prehistórica desempeña una función esencial en este combate, ya que explora las profundidades del tiempo, allí donde se supone que el patriarcado halla su justificación original. Ahora bien, justificación no proporciona ninguna. Cuantos más conocimientos acumulamos, más se comprueba lo contario, que el patriarcado carece de toda base antropológica. Está bastante arraigado en nuestras sociedades para que parezca natural, pero basta cambiar la escala y retroceder en el tiempo hasta las sociedades más antiguas para comprender que la jerarquización entre los géneros solo se fundamenta en prejuicios. (Patou-Mathis, 2020, p. 221)

Estatuillas femeninas

Los hallazgos materiales más importantes que menciona Patou-Mathis en su libro son: las estatuillas con cuerpos feminizados, los traumatismos en los esqueletos de las mujeres, las armas y otros accesorios encontrados junto a sus entierros. Estos restos han sido objeto de reinterpretación por parte de los estudios de género y feministas, y han permitido darle nuevos sentidos al quehacer de las mujeres en el mundo.

Las estatuillas de forma femenina, con bultos en el estómago o rodeadas de niños y niñas, son lo que ha mantenido la idea de que las mujeres siempre se dedicaron a la crianza y las labores de sus hogares. Para los arqueólogos, dichas estatuillas femeninas también tenían el propósito de que los varones exteriorizaran sus deseos de ideal de cuerpo femenino, es decir, ese tipo de arte era una mera expresión sexual, según ellos.

Lo que Patou-Mathis argumenta es que la forma de estas estatuillas pudo deberse a la propia corpulencia natural de las mujeres, con lo cual no se puede saber nada de su rol, sino solo de la forma de sus cuerpos. La otra nueva teoría es que las propias mujeres moldearon dichas estatuillas de acuerdo a su preferencia de estilo y no necesariamente para expresar una preferencia sexual o de apariencia física.

Mujeres cazadoras, curtidoras y agricultoras

Un segundo argumento para designar al patriarcado como característica importante en esta época ha sido el de las mujeres como más sedentarias e inmóviles que los hombres, es decir, que no solían explorar nuevos lugares por tener que quedarse en casa para la crianza y, sobre todo, para la lactancia.

La autora desmiente esta afirmación señalando los múltiples descubrimientos materiales que indican que ellas debían caminar largas distancias con el fin de proveer alimentos y víveres para el hogar. Los cuerpos de las mujeres prehistóricas también reflejan marcas de lanzamiento de armas para cazar y hacer la guerra, curtir la piel, ser agricultoras, e incluso ser vistas como diosas. Por ejemplo, la participación de las mujeres en la guerra, es evidente cuando se estudian los tipos de huellas en los traumatismos de sus esqueletos. Además, recientemente se han reanalizado los restos humanos de cazadores con pruebas de ADN más sofisticadas, demostrando los restos humanos que, en un principio identificados como hombres, han resultado ser mujeres. Por lo tanto, se puede argumentar que las ocupaciones y trabajos de las mujeres eran más variadas de lo que se sabía con anterioridad.

¿Sociedades matrilineales?

Según la autora, existen algunos temas y argumentos más difíciles de probar de manera empírica. Los estudios de género han explorado la posibilidad de sociedades completamente matrilineales, pero no existe evidencia suficiente. Una de las razones por las que se piensa que las mujeres posiblemente tuvieron mucho más poder e injerencia, puede ser el hecho de que, anteriormente, se tenía poca certeza de quién sería el padre de las niñas y niños recién nacidos además de que a las mujeres se las veía como esenciales en la procreación. Independientemente de la falta de pruebas sobre sociedades matrilineales, este libro cuestiona supuestos que se daban por universales y definitivamente constituye una invitación para seguir con estas vetas de estudio.

Bibliografía

Patou-Mathis, M. (2020). El hombre prehistórico es también una mujer. Lumen. [ Links ]

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