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La ventana. Revista de estudios de género

versión impresa ISSN 1405-9436

La ventana vol.5 no.44 Guadalajara jul./dic. 2016

 

En la mira

La monetarización de la pobreza, las mujeres y la revolución microfinanciera en México

Gizelle Guadalupe Macias González1 

1Universidad de Guadalajara, Jalisco, México. Correo electrónico: ggmg261@yahoo.com

La monetarización de la pobreza. Estrategias financieras de los hogares mexicanos. ., Bazán Levy, Lucía; Saraví, Gonzalo A. 2012. Publicaciones de la casa Chata, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México: 331p.


La preocupación de abordar la lógica financiera de los sectores populares procede de las tendencias de impulsar un círculo virtuoso de superación de la pobreza a través de programas de microfinanzas, presididas desde los años noventa por el Banco Mundial, tomando como beneficiaria a la población más vulnerable y a las mujeres, vislumbrando el aporte de las finanzas a cumplir los Objetivos del Milenio. En el caso de México, afirman Lucía Bazán y Gonzalo Saraví el sector de ahorro y crédito popular ha ido creciendo a lo largo del último siglo, adecuándose a coyunturas políticas, programas gubernamentales -la mayoría con enfoque hacia las mujeres- y reglamentos oficiales. La obra da cuenta de los resultados del estudio denominado: "Ahorro y crédito en unidades domésticas mexicanas: patrones de comportamiento e impacto de los servicios financieros populares"1. La complejidad y actualidad de las finanzas populares son abordadas de manera profunda, dando cuenta de la dinámica de calcular en dinero a través de monetarizar la pobreza, con la singularidad de las voces de las y los entrevistados, que permiten evocar el contexto donde se llevan a cabo. El análisis de las finanzas populares, ubica a la actividad humana que gira en su totalidad alrededor de los recursos monetarios "escasos". La publicación devela el manejo y la organización de los recursos financieros asociados a la administración económica de los hogares -atribuida a las mujeres- y a las microfinanzas, a través del crédito y el ahorro -prácticas financieras feminizadas-. Se realiza un análisis etnográfico de las finanzas populares, con la cautela de abordar la temática de los recursos monetarios para poder percibir las lógicas operantes, explorando en las prácticas financieras cotidianas de las personas de escasos recursos a través de sus hogares, incursionándose en los usos, significados y límites que le atribuyen estos sectores. Se entrevistaron con los representantes de ciento dieciséis hogares de áreas urbanas y rurales, contemplando las regiones norte, centro y sur de México. El 60% eran hogares pobres con la percepción de cinco salarios mínimos mensuales o menos, 22.4% de seis a 10 y el 7.8% mayor a 10. De igual manera 25% contaban con créditos y ahorros formales, 37% con alguno de estos y 38% ninguno.

La obra integra cinco capítulos. En el primero se aborda el universo de las finanzas populares y su creciente relevancia, mediante la indagación del sector formal e informal. En el segundo se da cuenta de la caracterización de las fuentes de ingresos de los hogares populares, su integración; las transferencias provenientes de remesas y programas sociales y la inclusión de los negocios. Se diferencia a las y los contribuyentes de los ingresos de los hogares destacando varias figuras: el jefe o la jefa del hogar, las mujeres y los hijos; y se caracterizan las prácticas financieras generadas con base en las relaciones con los ingresos, donde se da cuenta que dichas prácticas están feminizadas. En el tercer capítulo se rescata la administración financiera doméstica desempeñada por las mujeres como una aportación a las finanzas de los hogares, valorando los ingresos femeninos, la conformación del gasto doméstico y su intervención microfinanciera malabárica entre gastos, ahorros y créditos formales e informales, compras y adquisiciones de bienes, así como "guardaditos" y "tandas". Las experiencias microfinancieras de la población pobre se develan a detalle en el cuarto apartado, a través del uso del ahorro y crédito, surgiendo frases como: "nos prestan de nuestro mismo dinero, nos cobran intereses sobre el préstamo y no podemos usar nuestros ahorros" (p. 218). Las prácticas desde las personas que "no tienen nada", las que se endeudan para vivir, las que viven entre fiados y tandas, las que financian sus negocios con tandas, las que acuden cotidianamente a las sociedades de ahorro y préstamo, las que contratan créditos para pagar otros y las que no pueden acceder a las microfinancieras2. Ingresos y gastos condicionados a una administración, que en general la realizan las mujeres. Por una parte se detallan experiencias sobre la extensión de los ingresos, los adelantos a los venideros, las deudas como imposición del manejo de los ingresos del hogar, las necesidades domésticas, las finanzas del negocio, el consumo inmediato, las posibilidades de inversión, la utilización de distintos tipos de capital humano y social -educación y formación, relaciones de confianza en familiares y amistades, para afiliarse a cajas de ahorro- para la utilización de créditos, las representaciones financieras sobre los servicios bancarios, la percepción de las lógicas financieras, los cobros mayores y menores de intereses, la obtención de intereses, y la inexperiencia de acercarse a los bancos. Y por otra: la concepción del ahorro para superar la pobreza, para emergencias familiares, para tener disponibilidad del dinero, para los que viven llenos de carencias por su imposibilidad, y para los que han logrado establecer un pequeño negocio donde prefieren utilizar la inversión al ahorro.

Las reflexiones aparecen al final de la obra, indagando en las cadenas de bienestar y en las finanzas populares; dejando ver la complejidad y multidimensionalidad implícita en la brecha generada por las situaciones vulnerables de la población pobre y la perspectiva de hacerles llegar los servicios financieros. Este enfoque que presentan los autores retomando los estudios de microfinanzas de Collins, Morduch, Rutherford y Ruthven, muestra la distancia vigente en las opciones para los pobres, (Portfolios of the Poor) que se genera en medio de tres obstáculos (the triplewhammy): ingresos bajos, flujos de efectivo irregulares e instrumentos financieros existentes -inadecuados-. La pobreza como fenómeno multidimensional (de capacidades y no de recursos), es caracterizada por procesos de movilidad, dónde los servicios financieros populares en forma de ahorro o crédito pueden ampliar sus capacidades; sin ser una relación causal; pues se está interactuando con otros activos y oportunidades de los pobres. Un mito creado (Conde, 2009) en un entorno de limitaciones del estado de bienestar (que afirma Bayón, Roberts, Saraví, 1998 y Rojas García, 2002), manifestado en México y América Latina, al permanecer la exclusión de los derechos sociales fundamentales en amplios sectores de la población, existiendo círculos perversos y virtuosos, que conducen a un empeoramiento o mejoramiento de la capacidad de la pobreza, nombrándoles cadenas descendentes y ascendentes, de las que se deslindan eslabones claves para dicha movilidad. Las capacidades para generar estas cadenas se encuentran inmersas en la disposición de los recursos. El capital económico, la capacidad de los hogares, la presencia y calidad de otros capitales como culturales, humanos y sociales, integran el portafolio de activos con que cuentan los hogares, siendo detonantes; por ello es indispensable valorarlos al analizar el rol de los servicios financieros, que se esquematizan en la Figura 1.

Figura 1: Detonantes claves de procesos ascendentes y/o descendentes en el bienestar de los hogares. Elaboración propia, información de Bazán y Saraví (2012: 266-267) 

Las cadenas ascendentes tienen efectos positivos y se potencializan (efecto multiplicador); como la vivienda en las primeras etapas del ciclo de vida familiar, mejora la salud, otorga seguridad al hogar y aumenta la autoestima y autoconfianza en los integrantes. Su escaza bancarización los lleva a un uso intensivo de mecanismos informales de crédito y ahorro, además de las remesas; que suelen constituirse para aprovechar oportunidades, enfrentar crisis o convertirse en capital inicial de emprendimientos que generalmente son iniciativa de las mujeres (hogares que lograron gestar un negocio tenían mayores ingresos, contactos previos, experiencia, capacitación o disponibilidad de otros bienes para inversión y activos subestimados representando aspectos claves para el logro de sus alcances). La reciprocidad entre personas y la aparición del riesgo en las inversiones de viviendas o negocios, se encuentra en la raíz de las situaciones, siendo la vivienda lo social, y el negocio lo económico. Otra circunstancia en cadena fue el empleo formal como mecanismo clave para el bienestar de los hogares, por los derechos sociales asociados y la regularidad del ingreso, menores crisis, facilidad de ahorro sistemático y a plazos, planificación e inversión. Las oportunidades de inversión se consideraban disparadores de cadenas ascendentes contra las crisis y urgencias que representaban ser descendentes (por el requerimiento de sumas de dinero como en intervenciones quirúrgicas, tratamientos, partos y consultas).

Los sectores populares construyen su habitus crediticio a partir de la experiencia en el funcionamiento y obtención de créditos informales3, y al entrar en los formales (créditos en cajas populares, préstamos en efectivo de micro financieras y compras en abonos en tiendas departamentales), aparecen los esquemas perceptivos que tienen en la informalidad: de vulnerabilidad, desconocimiento, falta de comprensión de las prácticas en juego; representándoles inconsistencias en dichos habitus pudiéndose convertir en una trampa. La complejidad de la pobreza hace que el efecto de los usos de servicios financieros formales o informales sobre el bienestar de las unidades domésticas tradicionalmente a cargo de las mujeres sea heterogéneo, mezclado y particular, resultado de interacciones con diversos factores, capitales y estructuras de oportunidades. Los servicios financieros informales que responden a situaciones emergentes, son utilizados con mayor frecuencia que los de tipo formal (que proviene generalmente de una planificación femenina previa). Los formales son más comprometedores, riesgosos y estrictos en sus condiciones, rigiéndose por relaciones puramente económicas; los informales parecen ser flexibles, negociables, menos exigentes, regidos por las relaciones sociales. La obra cierra mencionando la relevancia de la solvencia de las mujeres pobres para pagar créditos, consumos o emergencias y la capacidad y deseo de ahorrar; además de sugerir que la monetarización de la pobreza en el contexto de la revolución de las microfinanzas pueden contribuir al bienestar de estos hogares, pero también acentuar sus condiciones de desventaja, como dos caras de una moneda al aire. Esta población vulnerable ha sido el nuevo nicho de mercados para bancos, cooperativas y financieras, tiendas departamentales, por diferentes intereses político-ideológicos y económicos. Sus estrategias financieras están condicionadas por factores estructurales que interactúan con pautas culturales que permean en sus lógicas particulares de comportamiento, donde los ingresos son una condicionante clave. Se propone la reflexión por parte de los responsables de las instituciones microfinancieras y de quienes diseñan la política pública de abatir la pobreza en cuestiones como diseñar: instrumentos financieros atendiendo a la lógica de la administración del hogar (realizada por las mujeres y no solamente enfocado en las necesidades de los pequeños negocios), instrumentos de ahorro de las microfinancieras que consideren los usos y maneras de ahorrar de los pobres; como necesidades, ritmos acordes a ciclos anuales de ahorro y de consumo y valorar la solvencia para pagar crédito por parte de las mujeres y la capacidad y deseo de ahorrar en cantidades mínimas. Las finanzas populares tienen una lógica muchas veces distinta a las microfinancieras, cubriendo consumos mínimos de subsistencia en un terreno de carencias y condiciones de vida regidas por la vulnerabilidad.

1Desarrollado con CIESAS y la Universidad Iberoamericana, para el Banco Nacional de Servicios Financieros (BANSEFI) y el Proyecto de Asistencia Técnica al Micro-financiamiento Rural (PATMIR) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) del gobierno de México, junto con varios investigadores y estudiantes.

2Estudios mexicanos de esta índole se han desarrollado en los últimos años por Villareal, Conde, Girón y Ángulo.

3Desde la antropología económica los préstamos informales pertenecen al mundo de la economía moral (donde se valoran las necesidades y especificidades de las personas involucradas, la sobrevivencia del individuo) y los créditos formales a la economía formalista y de mercado (donde cuenta la frialdad de los números, los términos de referencia del contrato y los compromisos de deuda).

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