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La ventana. Revista de estudios de género

versión impresa ISSN 1405-9436

La ventana vol.5 no.42 Guadalajara jul./dic. 2015

 

En la mira

En busca de una nueva forma de ser mujer

Teresa González Arce* 

*Universidad de Guadalajara, Guadalajara, México. correo electrónico: liboria_maple@yahoo.com.mx

Literatura, cine y maternidades. ,, Vivero, Elizabeth. Universidad de Guadalajara,


Literatura, cine y maternidades constituye un paso más en la indagación que la investigadora y escritora Elizabeth Vivero lleva a cabo desde hace varios años en el campo de los estudios de género. Después de ocuparse de temas tan relevantes en este ámbito como son la función poética del cuerpo en los textos escritos por mujeres (2008) o la violencia simbólica en el discurso artístico-literario (2011), la autora se adentra ahora en los arduos terrenos de la representación de la maternidad en la cultura mexicana a través de dos de sus manifestaciones más importantes: la literatura y el cine.

A lo largo de tres capítulos, enmarcados por una introducción y un apartado de conclusiones, Vivero Marín analiza un corpus formado por tres películas -La oveja negra (1949), Hijas de su madre. Las Buenrostro (2005) y La otra familia (2011)-, dos novelas -Bestiaria vida de Cecilia Eudave (2008), Rhyme & reason de Criseida Santos Guevara (2008)- y un libro de cuentos -Santas madrecitas de Itzel Guevara del Ángel (2008)-. Se trata de un corpus en apariencia heterogéneo en el que la autora consigue encontrar puntos de convergencia de gran utilidad para la comprensión de la representación materna en México, por medio de un análisis minucioso que permite entrever una cierta progresión histórica en las formas artísticas e ideológicas de representación.

El punto de partida de este estudio es la constatación realizada por Cristina Palomar Verea de la politización realizada por el Estado mexicano a partir de los años sesenta. Siguiendo las reflexiones de Zygmunt Bauman y Elisabeth Badinter, Palomar Verea recorre la historia del concepto de maternidad y explica cómo en torno a él se construyeron los estereotipos de la “buena madre”, relacionado con valores como la abnegación, el sacrificio y las capacidades de cuidar y de sanar; y de su contraparte, la “mala madre”, imagen vinculada a vicios supuestamente antinaturales y antipatrióticos como la incapacidad de atender a sus hijos o la tendencia a satisfacer sus propias necesidades antes que las de su descendencia.

Con la convicción de que el cine y la literatura “han contribuido y contribuyen a mantener el orden social de género o, en un momento dado, a propiciar el cambio del mismo al representar imágenes estereotipadas o nuevas en torno al ideal de la buena madre” (Vivero, 2014: 14), Elizabeth Vivero emprende la tarea de revisar, en las obras que conforman su corpus, la presencia de los estereotipos ya mencionados, así como su funcionamiento en cada una de ellas, a través de la figura de la madre. Este recorrido no se lleva a cabo, sin embargo, sin advertir que la presencia de la figura materna en la literatura hispanoamericana adquirió importancia sólo en el siglo XIX, tras su identificación con la noción de Patria, entendida como madre nutricia.

En lo que respecta al cine mexicano, la autora señala que en los años cuarenta del siglo XX la figura de la madre se encuentra asociada al melodrama y al proyecto de nación moderno, patriarcal, posrevolucionario y capitalista (Vivero, 2014:18), por lo que funcionó como vehículo de los valores relacionados con los estereotipos de la “buena madre” y la “mala madre”, vinculados con fuerza a imágenes emblemáticas como la Virgen de Guadalupe y la Malinche. Con el objetivo, entonces, de desenmascarar los contenidos ideológicos que subyacen en las representaciones artísticas y poner al descubierto lo que ella llama “las profundas resistencias al cambio”, Vivero Marín revisa, con una perspectiva comparatista, las diégesis de la películas La oveja negra, de la novela Bestiaria vida y del libro de cuentos Santas madrecitas.

Tal como lo explica la autora, se trata de expresiones culturales donde se aprecia, por una parte, la representación tradicional, moderna y liberal de la figura materna que predomina en la película La oveja negra y, por otra, las visiones posmodernas de las dos obras literarias que se analizan en primera instancia. El interés de este ejercicio de contraste, sin embargo, radica en que, pese a las diferencias aparentes que pueden observarse en una primera lectura, en las tres obras analizadas persiste el ideal de la “buena madre”. Si la película de Ismael Rodríguez se construye sobre la exaltación de la madre abnegada que, a cambio de su sacrificio, recibe el amor incondicional de su hijo (Vivero, 2014: 20), las obras literarias que completan el análisis muestran también, pese a tratarse de textos en apariencia renovadores y posmodernos, una clara nostalgia frente a los cambios que ponen en riesgo las funciones tradicionales de la figura materna.

El análisis de Elizabeth Vivero muestra también con claridad que tras la deconstrucción renovadora de la familia que Cecilia Eudave realiza a partir de elementos procedentes de la literatura fantástica, parece encontrarse una crítica “al papel activo que ha asumido la mujer en la sociedad actualmente” al apropiarse del espacio público y abandonar el ámbito de lo privado (Vivero, 2014: 37). De igual manera, los dos cuentos de Itzel Guevara que analiza Vivero Marín, cuyas tramas aparecen como innovadoras al tratar el tema del cambio de parejas sexuales entre madre e hijas revelan, tras la lectura presentada por la investigadora, una imagen estereotipada de la madre que, no obstante la temática transgresora de las historias, aparece como supeditada a los valores estéticos de belleza y juventud impuestos por el patriarcado. “De esta manera”, apunta Elizabeth Vivero, “aun cuando se comiencen a gestar algunas transformaciones en el discurso creado en torno a la madre y a la maternidad, en el fondo subyace la impronta antropocéntrica que difícilmente será subvertida” (Vivero, 2014: 48).

A manera de contraste, el tercer capítulo del libro presenta el análisis de dos películas y una novela donde, a diferencia de las obras anteriores, se verifican cambios significativos en las representaciones tradicionales de la madre y del matriarcado. Para Vivero Marín, la película Hijas de su madre. Las Buenrostro, dirigida por Busi Cortés, constituye una parodia de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, así como una revisión irónica del matriarcado, que aparece como una trasposición perversa del patriarcado; y del empoderamiento femenino, que sólo parece triunfar cuando se construye sobre mecanismos de poder androcéntricos. Más revolucionarias aún, sin embargo, parecen la novela de Cristina Santos Guevara y la película La otra familia, donde la innovación de los temas tratados es coherente con el cambio que proponen en la representación de la maternidad.

Llama la atención que en los tres casos se trata de obras que problematizan la maternidad en relación directa con el cambio de paradigma de las estructuras familiares que la sustentan. En el primer caso, en efecto, el vínculo entre madres e hijas aparece tan fracturado como la noción misma de maternidad, que se desarrolla como una decisión difícil de asumir, y también como una opción de vida que no necesariamente es deseable ni inevitable. Lo más interesante de la trama tal como la presenta la autora de Literatura, cine y maternidades es el hecho de que la opción de ser madres se plantea en el ámbito de una pareja de mujeres, una de las cuales parece identificarse con los estereotipos tradicionales de la maternidad mientras que la otra se rebela ante dichos ideales femeninos.

Por último, el análisis de la película La otra familia, dirigida por Bruno Loza, sugiere un cambio esperanzador en los modelos de maternidad representados. Sin embargo, pese a las buenas intenciones que se manifiestan en el tratamiento del tema, el imaginario en torno a la buena madre se reproduce en la película. En ella, la madre biológica aparece como una “mala madre” que no es capaz de cuidar a su hijo por su adicción a las drogas. Con base en los análisis de Cristina Palomar Verea, Elizabeth Vivero pone en evidencia que esta caracterización del personaje femenino obedece a su mala ubicación ya que, de no estar situada en el mundo de las drogas, seguramente podría ser una “buena madre” (Vivero, 2014: 72).

Como explica la autora, la película diversifica las opciones de maternazgo al presentar varios tipos de parejas cuyas acciones obedecen al ejercicio de la maternidad: una pareja heterosexual disfuncional, una pareja de lesbianas que entran en conflicto por el deseo de una de ellas de reproducirse y, por último, un matrimonio de hombres homosexuales que consigue ejercer las funciones tradicionales de maternazgo y paternidad de manera armónica y amorosa. Como en los demás análisis, Elizabeth Vivero sabe ver más allá de las apariencias y percibe que tras la supuesta transformación de los esquemas sociales presentados por la película, el proyecto moderno que reafirma los valores de la buena madre no hace sino trasladarse a la pareja homoparental. Sin embargo, para Vivero La otra familia resulta ser la única obra del corpus donde se verifica “un avance ideológico en tanto que pone sobre la mesa de la discusión, el análisis y la representación de una realidad hasta ahora poco abordada en el cine mexicano” (Vivero, 2014: 78).

Literatura, cine y maternidades es, pues, un necesario e interesante recorrido por la representación de un ideal que se antoja inamovible en la cultura mexicana del último medio siglo. Con una prosa límpida y una tensión discursiva que se mantiene desde la primera hasta la última línea del libro, Elizabeth Vivero comparte su pasión por el tema tratado y también su deseo de que, de un momento a otro, la resistencia de los arquetipos femeninos sea vencida por la imaginación y la creatividad de los artistas mexicanos. Se trata, definitivamente, de un libro escrito desde la convicción de que ese cambio, pese a lo que sugieren sus lecturas, es posible y deseable no solo para estrenar nuevas formas de ser mujer sino, como afirma con energía su autora, para “permitirnos pensar nuestra existencia desde otra posición” (Vivero, 2014: 81).

Bibliografía

Vivero Marín, Cándida Elizabeth (2008). “El cuerpo como paradigma teórico en literatura”. La ventana. 11 nov. 2008: 56-83. [ Links ]

______. (2011). “Violencia y silencio: la negación de la palabra en ‘La otra historia’ de Cristina Rascón Castro”. Delaware Review of Latin American Studies. 30 jun. 2011. Web. 24 mar. 2015 <http://www.udel.edu/LAS/Vol12-1ViveroMarin.html>. [ Links ]

______. (2014). Literatura, cine y maternidades. Guadalajara: Universidad de Guadalajara /CUCSH. [ Links ]

* Teresa González Arce. Doctora en Letras Románicas por la Universidad Paul Valéry-Montpellier IV. Licenciada en Letras Hispanoamericanas por la Universidad de Guadalajara. Profesora investigadora titular "C" en la Licenciatura en Letras Hispánicas, la Maestría en Literaturas Comparadas, la Maestría en Estudios de Literatura Mexicana y el Doctorado en Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Miembro del Cuerpo Académico en Consolidación "Literaturas Comparadas". Cuenta con el reconocimiento PRUDEP y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Correo electrónico: liboria_maple@yahoo.com.mx

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