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La ventana. Revista de estudios de género

versão impressa ISSN 1405-9436

La ventana vol.4 no.38 Guadalajara Jul./Dez. 2013

 

La Teoría

 

La producción científica sobre la familia en Chile: Miradas desde la antropología feminista*

 

Herminia Gonzálvez Torralbo

 

Doctora en antropología social y diversidad cultural (2010) por la Universidad de Granada, diplomada en trabajo social por la Universidad de Alicante (2000) y licenciada en antropología social y cultural por la Universidad Miguel Hernández de Elche (2002). Especializada en mediación social por la Universidad de VIC (2001), master en migración, retugio y relaciones intercomunitarias por la Universidad Autónoma de Madrid (2005) y especializada en migración femenina. herminiagonzalvez@gmail.com

 

Recepción: 23 de enero de 2013
Aceptación: 18 de julio de 2013

 

Resumen

A lo largo de este artículo se presenta, en primer lugar, la producción científica sobre la familia en Chile a partir de las categorías género y parentesco. Desde este recorrido teórico respecto a los estudios significativos en este ámbito, se muestran cómo estas categorías son fundamentales para comprender las relaciones de poder de parentesco; en segundo lugar, se hace una propuesta concreta "el trabajo de parentesco para el análisis de las constelaciones familiares desde un enfoque de género" para analizar el género y el parentesco como construcciones sociales de la realidad familiar, todo ello desde la crítica feminista.

Palabras clave: familia, trabajo de parentesco, género, Chile, constelaciones familiares.

 

Abstract

This paper shows the scientific literature of Chilean family using gender and kinship categories. In this theoretical approach, considering the meaningful studies in this area, I show how these categories are fundamental to understand the relation of power and kinship; Secondly, I explain a specific proposal "to work kinship constellations for the analysis of family from a gender approach" in order to analyse gender and kinship as social constructions of family's life in a feminist critical perspective.

Key words: family, work kinship, gender, Chile, family constellations.

 

Introducción

Las familias1 son unidades sociales complejas, de amplia diversidad estructural, cultural, económica, cuyos individuos en relación cumplen funciones sexuales, económicas, reproductivas, socializadoras, presentando en la práctica tal variabilidad, que no siempre es fácil clasificarlas. Estas unidades sociales complejas y diversas y los miembros que las componen intervienen, y a la vez son intervenidos, por el contexto global en el que se encuentran insertos, así como también, por las transformaciones demográficas, económicas, culturales y tecnológicas que se producen en la sociedad chilena en la actualidad. Cambios que se suceden en el país de manera especialmente acelerada (Reca, 1993; Güell, 1998; Valenzuela, Tironi y Scully, 2006; Valdés, 2007; Arriagada, 2002; CEPAL, 2008, 2009). Estas interdependencias entre familia y sociedad generan cambios en las formas de "hacer familias" (Konvalinka, 2012), pero, sobre todo, permanencias entre los significados y las prácticas de la masculinidad y la feminidad, la maternidad y la paternidad, entre otras. En concreto, múltiples conexiones que se sostienen en la familia y sus redes sociales más amplias, y se reflejan en las tensiones que se generan entre el ámbito de lo público y lo privado, lo biológico y lo social, la naturaleza y la cultura, el altruismo y el interés personal, entre otras dicotomías cuyos nexos son cada vez más difusos.

En este escenario de articulaciones no desconocemos que uno de los hechos socioculturales más destacados por la mayoría de los científicos sociales en las tres últimas décadas es la importancia y la radicalidad de las transformaciones que se están produciendo en las sociedades contemporáneas en el ámbito del parentesco en general, y en la institución familiar en particular (Rivas, 2007). Chile no es ajeno a estos cambios. Por ejemplo, parte de los efectos de esas interdependencias se expresan en la demografía de la familia. De acuerdo con las últimas rondas de censos (1992-2002) se registra una disminución de hogares2 biparentales3 con o sin hijos (50% a 47%), un aumento de los hogares unipersonales (8% a 12%) y un aumento significativo de la jefatura de hogar femenina (25% a 32%) (SERNAM, 2004: 15-17), a partir de lo cual encontramos múltiples formas familiares. En el mismo sentido se advierten otros cambios que afectan a las familias, entre ellos, el aumento en la expectativa de vida y una tendencia al envejecimiento de la población (Arriagada, 2007).4 Desde el punto de vista económico si bien se aprecia una reducción en la brecha salarial por género, se está a mitad de camino en el logro de la equidad de género en los pagos salariales (PNUD, 2010: 144). Desde el punto de vista cultural se advierten cambios y continuidades, por ejemplo, se observa una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral cada vez en condiciones de mayor igualdad y una mayor disposición de los hombres a participar en tareas de cuidado —especialmente los jóvenes—, sin embargo, las mujeres chilenas continúan dedicando más tiempo a las tareas domésticas y de cuidado del hogar (PNUD, 2002, 2009, 2010; Arriagada, 2002). Desde un punto de vista jurídico, se han sucedido y se siguen sucediendo transformaciones que impactan en la familia. En el año 1998 se aprueba la Ley de Filiación, en 2004 se introduce la legislación del divorcio5 aumentando con los años el número de parejas divorciadas, pero además, en 2005 se suma la segunda Ley de violencia intrafamiliar (Valdés y Godoy, 2008: 82). No obstante, a pesar de estos cambios, en la actualidad surgen nuevos debates que afectan a la relación familia-sociedad relativas al posnatal,6 al aborto terapéutico, la Ley anti-discriminación7 o la Ley de Unión de Pacto Civil.8 Desde el punto de vista tecnológico las NTICs9 favorecen el contacto entre los parientes en situación de proximidad o lejanía física, pero también se constituye en un medio de control entre ellos (PNUD, 2006). Por último, desde el punto de vista de las ciencias sociales chilenas se están produciendo transformaciones en la forma de comprehender la familia pasando de un enfoque muy centrado en la descripción de las dinámicas demográficas y en las heterogeneidades estructurales y socioeconómicas (o ambas a la vez), a un enfoque que muestra aspectos relativos a la dinámica y heterogeneidad de las prácticas sociales, vínculos y subjetividades en el ámbito de las relaciones familiares y de la relación familia/sociedad severamente descuidados.

A partir de estos datos se puede observar que las familias son producto de su propia articulación con el escenario social, local y específico en el que existe, pues éste no sólo condiciona sus prácticas concretas sino también las formas de pensar, representar y hablar del universo familiar. En palabras de Güell, el pacto familia/sociedad conlleva relaciones que son mutuamente interdependientes, de forma tal que el cambio en uno de los lados de esa relación tiene impactos en el otro. Así, según su hipótesis, en el momento histórico actual de modernización acelerada de la cultura e institucionalidad social existe una fuerte asintonía entre sociedad y familia, pues ésta no es capaz de enfrentar las nuevas demandas a las que la sociedad la somete (1999: 11).

Como consecuencia de todas estas transformaciones, y soportadas sobre ellas, este artículo persigue problematizar el camino teórico e investigativo aplicado a los estudios de familia en Chile y propender a una comprensión más ajustada de las nuevas realidades familiares. Para ello se realizará un recorrido por los enfoques teóricos aplicados a los estudios sobre familia en Chile reificando dos categorías que son fundamentales para comprender este proceso: el género, por un lado, y el parentesco, por otro. Así mismo, se realizará una propuesta teórica, El trabajo de parentesco para el análisis de las constelaciones familiares10 desde un enfoque de género, la cual es utilizada en el proyecto de investigación "Las familias en Chile: el trabajo de parentesco y la generación de constelaciones familiares".

 

Tratamiento investigativo sobre familia en Chile: género, parentesco y reproducción social

En el tratamiento investigativo de la familia en Chile, el género ha sido una categoría de análisis fundamental desde los años noventa, sin embargo, la visibilidad de su centralidad es mucho más reciente en lo que se refiere al estudio de la diversidad familiar. Si miramos el pasado, encontramos que durante los años setenta y ochenta el predominio de visiones esencialistas y conservadoras11 en los estudios sobre familia en Chile establecieron la complementariedad y funcionalidad de los roles sexuales12 e impidieron considerar el aspecto relacional y de poder incluidos en las mismas, así como también, teorizar acerca de la construcción de las feminidades y masculinidades. En concreto, se trató de un periodo histórico de imposición fáctica de un determinado modelo de familia que cruzó la historia chilena, y donde la Iglesia católica ha sido la elaboradora más representativa del discurso en torno a este modelo dominante que ha marcado la familia latinoamericana (Ramos, 1998: 16).

Esta ideologización del mundo familiar como espacio armónico e igualitario desencadenó por parte de la crítica feminista la realización de investigaciones centradas en las tensiones y relaciones de poder existentes al interior del hogar rural y urbano. Los estudios feministas vieron el hogar como el lugar donde analizar las relaciones de género. Así mismo, el acceso al trabajo por parte de hombres y mujeres y sus consecuencias en el ámbito doméstico provocaron que en la literatura científica (Valdés, 2007; Valdés y Valdés, 2005), el hogar fuera visto como un lugar de negociación interna donde existían intereses individuales en función del género y la generación. Todo esto desencadenó la preocupación por las transformaciones en el ámbito de las relaciones de género a partir del análisis del trabajo productivo y reproductivo13 de la mujer, la inquietud por los jóvenes al interior de la familia, así como también el interés por temas de salud sexual y reproductiva, los cuales se mantienen hasta la actualidad. Todo ello, en un contexto social y político en el que

Durante la década del 70, en círculos progresistas, y en especial, en la población más joven, se evidenciaron señales de una importante resistencia a la rigidez de los preceptos sociales de la época. [...] En efecto, en la población joven circulaba con fuerza una serie de cuestionamientos que, aunque respondían a dinámicas sociales diferentes, convergieron en contra de los modelos patriarcales y proclamaron una mayor liberación acerca de la sexualidad y la igualdad de los géneros, entre otras realidades (Gutiérrez y Osorio, 2008: 111-112).

Durante los años noventa se produjo una suerte de diálogo con la producción teórica internacional, coincidiendo con la década de la mujer proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Año Internacional de la Familia, así como también la publicación de trabajos internacionales desde la cepal (1994), Jelin y Paz (1991), el PNUD (1998, 2002 y 2010) y el impulso del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), marcando un antes y un después en la reflexión y producción sobre lo familiar. Sin embargo, a pesar de que en esta década se originó un considerable diálogo tanto académico como entre la academia y las instituciones públicas y organizaciones sociales, no se dio el salto necesario para que esta incipiente articulación de trabajos sobre familia en Chile pasara de una fase de fragilidad teórica a una fase de cierta madurez (Ramos, 1998: 12). En concreto, una fase de fragilidad teórica que se caracterizó por: 1) la ausencia de un diálogo internacional con la producción teórica existente en otros países; 2) la escasez de trabajos teóricos críticos sobre familia en Chile; 3) la insuficiente apuesta por parte de la universidad y/o centro de investigación por realizar estudios relativos al ámbito familiar; 4) la carencia de investigaciones sobre temáticas de gran importancia actual y/o coyuntural, como por ejemplo, la organización social de los cuidados, por mencionar algunos y; 5) la oscilación entre, por un parte, una comprensión aislada de la familia, y por otra, una total dependencia respecto de las estructuras sociales.

Sin embargo, producto de la reflexión y el posicionamiento político del género y, en consecuencia, de lo familiar, surgieron en ese tiempo varias líneas de indagación dentro del campo temático familia, unidad doméstica y reproducción social. Por un lado, se exploró la repercusión del trabajo sobre las relaciones conyugales y familiares a partir del examen de las prácticas de género, por otro lado, se analizó la constitución de diversas formas de paternidad y maternidad a partir de las prácticas sexuales en jóvenes adolescentes,14 etc. De este campo temático se desprendieron un gran número de estudios que fueron realizados a partir de las dicotomías público/privado, producción/reproducción. Por ejemplo, a través de trabajos efectuados por Ximena Valdés,15 entre otras académicas, se ha podido observar cómo las mujeres chilenas viven procesos de cambio en el ámbito de lo público pero que no se traducen en transformaciones en el espacio privado donde el rol de las mujeres como madres reproduce relaciones de carácter patriarcal al interior del hogar (Palacios, 2006; Valdés y Godoy, 2006). Esta situación de la sociedad chilena ha sido caracterizada como "conservadurismo fracturado", es decir, modificaciones en ciertas dimensiones que afectan los patrones de género y continuidad en la reproducción de la matriz tradicional en otras. Es por este motivo, que los procesos de cambio y de reproducción social son nombrados como de "tradición selectiva" ya que perviven aspectos tradicionales y conservadores frente a prácticas igualitarias y democráticas (Valdés y Valdés, 2005: 205). Un proceso de "tradicionalismo moderno" que afecta de formas distintas en función de la clase social, es decir ".. .estaría más afincado en las mujeres de sectores medios, las que facilitan su trabajo fuera de la casa, contratando servicio doméstico y no reivindicando frente al Estado, por ejemplo, la creación de guarderías y jardines infantiles. La institución de la "nana" sería un rasgo del "familismo" o de la "familia extensa" que prevalecería en Chile, que daría cuenta de su anclaje en lo "tradicional". En el caso de las clases medias inferiores y de los estratos bajos había más concordancia entre la imagen y las conductas, pues las mujeres pobres del campo y de la ciudad —sin tener el acceso a servicio doméstico— laboran en su hogar o realizan trabajos pagados sin "salir" de él" (Montecinos, 1991: 99). Así mismo, con respecto a la relación entre padres e hijos/as y en cuanto al tradicionalismo mencionado se señala que

el grado de separación de lo público adquiría formas diferentes con hijos varones que con hijas mujeres respecto de los permisos y las prohibiciones, así como en la división sexual del trabajo doméstico y no doméstico, y, además, la preferencia por el hijo varón en el caso de optar para la prosecución de estudios de uno de sus hijos (Gutiérrez y Osorio, 2008: 114).

En definitiva, investigaciones que adquirieron un gran protagonismo, ya que a partir de ellas se construyó conocimiento crítico sobre, género y en consecuencia, sobre familia.16 Estos trabajos han sido relevantes desde el  pensamiento feminista. En ellos, se mostró la relación de tensión entre la familia y la sociedad, a partir del análisis de las prácticas de construcción de ciudadanía, familia e integración social. En concreto, prácticas sociales impactadas por un modelo social que obligó, y todavía lo hace, a buscar respuestas en el ámbito privado a través del consumo de salud, educación, ocio, tiempo libre e intimidad desencadenando procesos de individuación cada vez más acentuados, así como también la distribución de prácticas de género y de parentesco que reproducen relaciones sociales de desigualdad.

En la actualidad nos encontramos frente a otro campo temático emergente, el parentesco como forma de reproducción social. El parentesco es una categoría imprescindible en el análisis de lo familiar que ha ocupado un lugar secundario derivado del espacio otorgado a otras categorías como, por ejemplo, el hogar o el grupo doméstico,17 sin embargo, hoy día, está cobrando protagonismo en los estudios de familia en Chile. Los trabajos que inicial mente incluyeron esta categoría se caracterizaron fundamentalmente porque, en primer lugar, las categorías familia, grupo doméstico y/o hogar fueron considerados como sinónimos y no como categorías diferentes, en segundo lugar, porque predominó un determinismo biológico, por medio del cual, se consideraban parientes a aquellas personas unidas por lazos de consanguinidad y/o afinidad, sobre los cuales recaían unas determinadas funciones derivadas de estos tipos de lazos de parentesco basados en la sangre. Se trató del predominio del modelo estándar del parentesco que en palabras de Bestard "concibe la consanguinidad como una relación interna, derivada de la reproducción. Los lazos de consanguinidad y las semejanzas corporales que se derivan del parentesco de sangre son concebidos como constitutivos de la identidad de la persona, en la medida en que ésta es pensada individualmente en relación con otras personas. La continuidad biológica representa nuestros lazos internos —es la parte innata de nuestra identidad como seres humanos— mientras que nuestras relaciones sociales son percibidas como externas y normativas —es la parte como seres sociales" (2009: 85). Más allá de este enfoque, tenemos trabajos que se centran en el parentesco como construcción social (Gonzálvez, 2011), entre ellos, el que se presenta como propuesta en este artículo "El trabajo de parentesco para el análisis de las constelaciones familiares desde un enfoque de género" o por ejemplo, los trabajos de Herrera sobre maternidades lesbianas (2007, 2010).

En definitiva, hoy día observamos tratamientos divergentes en el análisis de lo familiar. En primer lugar, continúa el abordaje de lo familiar desde una mirada crítica, cuya reflexión, en su mayor parte feminista, está en manos de aquellos investigadores/as que en los noventa decidieron problematizar las tensiones sociales a las que se veían sometidos hombres y mujeres en Chile. Estos estudiosos/ as, a los que se les han unido nuevas generaciones de académicos, son quienes están indagando por la diversidad familiar tanto desde su dimensión política,18 como desde la dimensión investigativa, estableciendo diálogos entre ellos. En segundo lugar, se mantienen perspectivas conservadoras de la familia desde la academia, pero sobre todo, desde el gobierno actual, las cuales se reflejan en el desarrollo de políticas públicas enfocadas a un modelo de familia biparental con hijos.

 

El parentesco desde la antropología feminista: el trabajo de parentesco y la generación de constelaciones familiares como propuesta de análisis

Como es sabido, en el examen de la familia, las categorías mujer, mujeres y posteriormente género, así como también clase y etnia, han sido analizadas gradualmente desde distintas disciplinas (sociología, antropología, historia, economía) y enfoques teóricos (marxismo, feminismo), y en esas categorías, las contribuciones de la crítica feminista han sido de crucial importancia. Como hemos observado en el apartado anterior con respecto al contexto chileno, las mujeres, y posteriormente el género, han ido ocupando un lugar relevante en el análisis de lo social, siendo la familia una unidad de análisis cada vez más importante producto de la incorporación de la perspectiva de género,19 pero ¿qué ha pasado con el parentesco?

Aunque en esta propuesta no se profundiza en los inicios de los estudios de parentesco reconozco la importancia que tuvieron las contribuciones producidas después de Schneider.

a partir del cual se ha ido dando cada vez más importancia al estudio del parentesco como un sistema cultural. No se trata únicamente de describir los principios normativos y las conductas que caracterizan las relaciones de parentesco ni el papel instrumental que tiene el parentesco en las relaciones sociales, sino de dar una explicación a las estructuras simbólicas del parentesco, es decir, aquellas ideas, creencias y valores relevantes en las relaciones de parentesco (Bestard, 1986).

A partir de los aportes de Schneider citados, una de las áreas más fecundas en el ámbito de la antropología norteamericana fue la de género, reproducción y sexualidad (Ortner y Whitehead, 1981), trabajos que en palabras de Grau implicaron, bajo el propósito de revitalizar el estudio del parentesco, ubicar el estudio del género en el núcleo teórico de la antropología (2006: 98). Así mismo, desde la antropología británica también se prestó atención al análisis de las relaciones familiares en contextos de proximidad (Bott, 1975; Finch, 1989; Finch y Groves, 1983; Finch y Mason, 1993).

Sin embargo, la crítica a los cimientos clásicos del parentesco —tanto a favor como en contra de sus planteamientos relativistas— también levantaron las voces feministas, desde donde se señaló al parentesco como un aspecto de un sistema mayor de desigualdad donde el género se consideraba una dimensión clave (Ortner y Whitehead, 1981; Collier y Rosaldo, 1981). En concreto, las antropólogas feministas que retomaron la teoría del parentesco en busca de herramientas analíticas comenzaron a cuestionar la asunción de una esfera doméstica organizada con constreñimientos afectivos y morales producto del vínculo madre-hijo, cuyas otras funciones (económicas, políticas, ideológicas, etc.) se añadían sin producirse cambios en su rol "natural" primario de reproducción humana. En este sentido, ellas se preocuparon por las concepciones de género, las estrategias de las mujeres, el poder de las mujeres, y comenzaron a relacionar diferencias observadas en las experiencias de las mujeres como, por ejemplo, formas económicas, políticas y organizaciones culturales diferentes. Además cuestionaron la apariencia naturalizada de la díada madre-hijo/a y la supuesta relación entre autoridad "masculina" y las dinámicas de poder y privilegio en sistemas sociales particulares (Collier y Yanagisako, 1987). Como señala Teresa del Valle

uno de los logros de la antropología feminista ha sido revitalizar el dominio del parentesco con su énfasis en las reglas de descendencia, las prescripciones acerca del matrimonio o las preferencias y los sistemas terminológicos para situarlo en una problemática central cual es la reproducción social para analizarlo en un contexto de interrelaciones con lo político, económico, tanto desde la estructura cómo desde el simbolismo. Y todo ello encaminado a descubrir como las diferencias de género se transforman en desigualdades tanto en la estructura como en los sistemas de representación (2010: 1).

Unido a lo anterior, en nuestra propuesta El trabajo de parentesco para el análisis de las constelaciones familiares desde un enfoque de género (Gonzálvez, 2012) relevamos la importancia del parentesco en el análisis de la familia como institución social. Es por ello, que nuestro enfoque analítico considera la intersección del género y el parentesco (Collier y Yanagisako, 1987; Stone, 2006), aplicado al análisis de las familias y las redes sociales, en tanto ámbitos para la provisión de apoyo y cuidados (con sus significados y sus prácticas para cada contexto y momento histórico concreto), intersección que ayuda a entender cómo los sujetos, al mismo tiempo que son moldeados por el género y el parentesco, hacen género (West y Zimmerman, 1987) y parentesco (doinggender y doing kinship), lo crean y recrean (work gender y work kinship) y potencialmente lo modifican.

En esta línea de argumentación el género y el parentesco, en tanto work gender y work kinship, implican un proceso activo que crea y recrea el género y el parentesco, con prácticas particulares en momentos concretos de la vida, las cuales responden a las relaciones sociales cambiantes o no del poder de género y del poder de parentesco. Es decir, el género y el parentesco, son relaciones sociales que se encuentran en interacción con las estructuras sociales, políticas y económicas globales, las cuales, repercuten en las prácticas de reproducción social de la vida familiar local y transnacional y en cada uno de sus miembros. Producto del work gender y el work kinship se generan las constelaciones familiares (Beck-Gersheim, 2003), es decir, diversas unidades residenciales y familiares y la circulación entre ellas de sus miembros.

Inicialmente, el work kinship se conceptualizó como "la concepción, el mantenimiento y las celebraciones rituales a través de los lazos de parentesco dentro del grupo doméstico, incluyendo visitas, cartas, llamadas telefónicas, regalos y tarjetas recordatorias; la organización de reuniones por vacaciones (...)" (Di Leonardo, 1987: 442). Con esta noción Di Leonardo reveló y visibilizó aquellas prácticas sociales acometidas principalmente por las mujeres, trabajos que producían parentesco e identidad colectiva, pero que no eran considerados por la naturalización que comportaba su asociación con lo femenino y lo doméstico (Gregorio y Gonzálvez, 2012). Según Di Leonardo, el trabajo de parentesco, toma lugar en un área simultáneamente caracterizada por la cooperación y la competición, por la culpa y la gratificación, de forma que los resultados del trabajo de parentesco —como frecuentes contactos con parientes, y sentimientos de intimidad—, son objeto de una considerable manipulación cultural como indicadores de la felicidad familiar, dejando en manos de las mujeres el sentimiento de culpabilidad cuando pretenden suprimir algunas actividades de este trabajo de parentesco (1987: 446). La explicación de esta asignación se encuentra en el hecho de que la atención dada a las mujeres en las redes de parentesco es producto de su rol doméstico "socialmente esperado" dentro de la familia, sin embargo, esta atención, en palabras de Sutton (2006: 6) oscurece, por un lado, la participación de los hombres en el trabajo de parentesco y las circunstancias bajo las cuales ellos se comprometen y, por otro lado, señala Di Leonardo (1987: 451-452), se ensombrece también que el trabajo de parentesco no es sólo el trabajo de mujeres desde el cual hombres y niños/as se benefician, sino un trabajo que las mujeres realizan para crear obligaciones en hombres y niños/as y ganar poder sobre los otros, así como también crear obligaciones futuras. En esta línea argumentativa se puede ver que bajo el concepto "trabajo de parentesco" se reproducen las esferas asignadas a las mujeres —doméstico/privado, etc.— y además se le añaden otras como es el altruismo, o la culpa, que a su vez invisibilizan el papel de los hombres en el trabajo de cuidado, la capacidad de agencia de las mujeres, así como también las relaciones de poder al interior de las unidades familiares (Gonzálvez, 2010). En este escenario, de nuevo la perspectiva de género supone un aporte relevante en este ejercicio de deconstrucción de estos binomios, o si se quiere, de visibilización de las lógicas que las subyacen.

Por todo lo que se menciona pensamos, tomando en cuenta las palabras de Moore, que la antropología se encuentra en una situación privilegiada para analizar las relaciones sociales respecto a la familia, derivadas de la articulación género-parentesco puesto que existe una gran cantidad de datos que ponen de manifiesto una serie de lazos específicos entre la división sexual del trabajo —y el cuidado— y la reproducción social y las relaciones capitalistas de producción en distintas circunstancias y momentos históricos (1991: 141-142). Con esto quiero decir, que las mujeres que trabajan fuera de casa, las abuelas que cuidan a sus nietos/as,20 los empleos de los hombres migrantes, los jóvenes que adquieren roles parentales, etc., coexisten producto de la naturaleza recíprocamente determinante de las relaciones productivas y reproductivas, es decir, de la reproducción social de la vida de personas y/o grupos (familia, comunidad, etc.) en contextos locales y transnacionales. En realidad, hablo de nuevos ejemplos a los ojos de los investigadores/as sobre los cuales poder desarrollar esta articulación género y parentesco, todo ello, en el marco de las relaciones familiares y sus redes sociales más amplias, es decir, en un escenario de múltiples y diversas constelaciones familiares.

Además, a lo largo de este trabajo considero que la reproducción en la práctica teórica e investigativa de las dicotomías analíticas: público/privado, naturaleza/cultura, producción/reproducción, altruismo/interés personal, culpa/liberación, etc. (Di Leonardo, 1987), y que subyacen tras un gran número de trabajos que explican los procesos de individuación se convierte en el mayor obstáculo para conectar el género con el parentesco, y en consecuencia, analizar las constelaciones familiares. En concreto, estas divisiones analíticas asignadas a las mujeres en general, y a las mujeres de la familia en particular (espacio privado, natural, reproducción, etc.) han sido utilizadas por un lado, para explicar el papel subordinado de las mujeres en el espacio de la familia, el mercado de trabajo y el Estado otorgándoles un valor inferior a aquellas correspondientes a las de los hombres (espacio público, cultura, producción, etc.), pero también, por otro lado, han sido reivindicadas por las mujeres en el marco de la "política maternal" para visibilizar las necesidades de las mujeres chilenas que no están siendo acogidas por las instituciones. En consecuencia ha predominado y se mantiene una concepción del género y el parentesco como posiciones dadas y casi inalterables, y no como construcciones sociales de la diferencia sexual en un momento histórico dado. La maternidad, el cuidado y la crianza de la prole independientemente de la forma cultural y el contexto en que se lleve a la práctica suele determinar la posición social de las mujeres.

Por lo que se menciona, a partir de una mirada del parentesco que va más allá de la residencia,21 se consideran el género-parentesco como categorías analíticas que se construyen, de forma que las dimensiones de filiación y afinidad que aparecen en esta investigación son resultado de un proceso social, impactado por el contexto en que éstas se suceden. En palabras de Bestard tanto la filiación como la afinidad en este modelo constructivista del parentesco son "lazos de parentesco que no vienen dados al nacimiento —incluso podríamos decir que ni el "nacimiento", como acto social, viene dado por el "nacimiento", como hecho biológico, sino que son creados por actos deliberadores de alimentación, afecto y cuidado. La acción de compartir afectos, memorias y cuidados se pone en el centro del parentesco. En este modelo constructivista el cuidado aparece como el hecho constitutivo de la consanguinidad humana" (2009: 87). Es más, y continuando con Bestard, en este modelo "el foco de atención son las relaciones "optativas" y "adoptivas", así como los modos de relación basados en el cuidado posnatal, que constituyen los lazos de consustancialidad corporal. Por una parte, está el proyecto parental —que enfatiza la elección y la voluntad— y, por otra parte, están los cuidados —que dan soporte a las sustancias del parentesco—. El parentesco adoptivo, el parentesco espiritual, la comensalidad, la co-residencia, el afecto, son designados como unas relaciones del mismo rango —o superiores— a las relaciones basadas en compartir sustancias bio-genéticas antes del nacimiento. En este modelo, el parentesco es construido, no viene dado por nacimiento. [...] En este modelo constructivista de la filiación se insiste en la transmisión de sustancias corporales o partes del cuerpo, pero también en la transmisión de memorias, relaciones particulares con la tierra y el lugar, así como elementos que configuran la identidad de las personas. En suma, se define la "filiación" como el proceso de transmisión de sustancias materiales e inmateriales entre personas que están en estado de dependencia recíproca" (ibid.: 88-89).

 

Conclusiones

A lo largo de este artículo he podido mostrar cómo en el tratamiento investigativo actual de la familia, el género es una categoría de análisis fundamental que ha permitido visibilizar situaciones de opresión que se suceden en el espacio de la familia,< sin embargo, la visibilidad del parentesco, a partir de la crítica posmoderna, y su centralidad en el estudio de las relaciones familiares ha sido mucho más reciente suponiendo estos nuevos retos para los/ as investigadores/as en general, y la crítica feminista en particular. Concretamente, el predominio de visiones esencialistas en los análisis sobre familia establecieron una mirada de lo familiar que no reconocía las diferencias, y cuando lo hacían, sucedía, por un lado, desde lugares marginales de academia chilena, o por otro lado, desde las instituciones sociales, las cuales experimentaban dificultades a la hora de plantear proyectos que fueran más allá de las problemáticas de una familia nuclear biparental.

Aunque se trata de una nueva propuesta teórica a poner en práctica en el contexto chileno, en este trabajo señalo cómo la intersección del género-parentesco en el análisis de las relaciones familiares y sus redes sociales más amplias, sigue abriendo nuevas posibilidades para la investigación empírica y la teorización, además de problematizar el significado de la teoría y la relación de teoría y metodologías en un campo cada vez más interdisciplinar e importante como es la familia. En palabras de Mato

es necesario ensayar maneras de trascender los límites de miradas disciplinarias (es decir, disciplinadas por las disciplinas académicas) y desarrollar perspectivas inter y transdisciplinarias que salgan al encuentro de otros puntos de vista, y que, para lograrlo dejen explícitamente abiertas las posibilidades de complementariedad (2007: 19-20).

Para ello, el enfoque de género unido al análisis del parentesco como construcción social, aporta herramientas conceptuales, como es el concepto work kinship, y el work gender, los cuales han sido aplicados al análisis de las familias, con especial énfasis en las familias transnacionales en los estudios sobre migración (Sutton, 2006; Rivas y Gon-zálvez, 2009; Gonzálvez, 2011, 2013). Por todo lo expuesto, no sólo se propone analizar las prácticas sociales que inicialmente Di Leonardo (1984) incluye en su definición de work kinship, sino que también se propone indagar por la diversidad de prácticas de género-parentesco que se generan en la gran diversidad de formas familiares existentes en Chile, a partir de las constelaciones familiares que éstas conforman.

 

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Notas

* Este artículo corresponde al Proyecto Fondecyt Iniciación núm. 11121245 (octubre 2012-octubre 2015), Las familias en Chile: el trabajo de parentesco y la generación de constelaciones familiares, cuya responsable es Herminia Gonzálvez Torralbo, y al proyecto Los estudios de familia en Chile de cara a las nuevas realidades: hipótesis, conceptos y desafíos para la construcción de un campo interdisciplinario, presentado en la Convocatoria de fomento de la investigación para académicos de la Universidad Alberto Hurtado (2012-2013).

1 La familia es entendida en este artículo como un conjunto de relaciones interdependientes con fines de reproducción primaria en diversos ámbitos de relación individuo sociedad, tales como: socialización, seguridad, afectos, disciplinamiento, subsistencia material. Estas relaciones se organizan a través del manejo del espacio, del tiempo, del parentesco sanguíneo y/o político, el poder y la autoridad. En ello juegan una serie de recursos materiales y simbólicos que operan sobre la base de distinciones dicotómicas a modo de ejes de desigualdad: hombre/mujer, menor/adulto, sanguíneo/político, doméstico/público, producción/ reproducción, naturaleza/cultura, razón/emoción, homosexual/heterosexual, etc. (Alberdi, 1999; Jelin, 1998; Rivas, 2007; Yanagisako, 1979).

2 Familia y hogar son conceptos diferentes "mientras que las primeras están fundadas en relaciones de parentesco, las segundas se conforman por grupos residenciales de personas que comparten la vivienda, un presupuesto común y una serie de actividades imprescindibles para la reproducción cotidiana y que pueden o no estar unidas por lazos de sangre" (Ariza y Oliveira, 2004: 9). Es más, Ariza y Oliveira (2001: 21) han señalado que cuando las investigaciones se centran en la unidad doméstica tienden a destacar los aspectos socioestructurales y económicos de su organización social predominando situaciones en las que adquieren relevancia las funciones económicas de la familia. Por el contrario, cuando se enfatizan los aspectos sociosimbólicos y culturales, la formación de los valores y la afectividad, la familia es la dimensión que sale a relucir. No obstante, señalan las autoras, esta diferenciación analítica entre familia y unidad doméstica son conceptos que necesariamente se superponen y complementan.

3 A partir de los datos obtenidos en la encuesta casen 2009 es posible constatar los cambios que han experimentado las familias chilenas: una reducción en las familias biparentales que pasan de representar 67.3% del total de familias en 1990 a 58.6% en 2009; aumentan las familias monoparentales desde 22.2% en 1990 a 27.6% en 2009, y las familias unipersonales desde 10.5% a 13.8%. La tendencia se confirma también respecto del año 2006 en que las familias biparentales representaban 61.2% del total de familias, mientras que las monoparentales y unipersonales, 25.6% y 13.2%, respectivamente (MIDEPLAN, 2009).

4 Respecto de este último punto, Gutiérrez y Osorio señalan que "las tradicionales estigmatizaciones de que han sido objeto este grupo etáreo constituyen expresiones de un marco cultural que invisibiliza sus capacidades y derechos. Así, el envejecimiento de la actual generación de mayores, con esperanzas de vida muy superiores a la generación que les antecedió, ocurre en un contexto social que, a pesar de las nuevas condiciones asociadas al envejecimiento de la población, se caracteriza por la exclusión social y la discriminación de la persona mayor" (2008: 129).

5 Ha aumentado el número de divorcios en Chile, pasando de 1.191 en 2004; 16.053 en 2007; 50.269 en 2009; y 51.534 en 2010 (Fuente: Estadísticas Registro Civil).

6 El año 2011 se reconfigura lo que hasta entonces se consideraba como un derecho de las madres trabajadoras, posnatal femenino de doce semanas, a lo que actualmente se conoce como el posnatal parental que extiende el descanso para las mujeres trabajadoras a 24 meses, permitiendo traspasar al padre parte del tiempo de descanso.

7 Ley Antidiscriminación firmada por el presidente Piñera el 12 de julio de 2012.

8 En 2006 fue presentado el proyecto de Pacto de Unión Civil (PUC), para garantizar derechos de herencia, pensión y salud a parejas homosexuales y heterosexuales convivientes. En 2010 se presenta el Acuerdo de Vida en Común (AVC) por parte de Renovación Nacional (RN).

9 Nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

10 Aunque reconocemos en este trabajo la escuela terapéutica creada en los años ochenta por Bert Hellinger, quien propone la teoría de las constelaciones familiares como terapia para sanar las relaciones familiares, en este trabajo el término "constelación" lo utilizamos en el sentido dado por Benjamin-Adorno-Bernstein, como una yuxtaposición más que un conglomerado integrado de elementos cambiantes que resisten a la reducción a un común denominador, corazón esencial, o primer principio generativo (1991: 201).

11 Con visiones esencialistas y conservadoras nos referimos a aquellos trabajos sobre familia, cuyos autores/as dicen alejarse de una posición moralista y doctrinaria pero que reproducen un modelo de familia ideal —especialmente desde el campo de la psicología— con frases como "La misión de la familia es amar" (Covarrubias, Muñoz y Reyes, 1978: 19) o "La familia, para permitir el desarrollo pleno y el equilibrio psicológico de las personas, ha de ser ese lugar donde cada cual llegue y pueda decir: "Que bien estoy aquí, yo soy de aquí" (ibid.: 20). Así mismo, en esta esencialización de la familia, también se encuentran trabajos que la consideran como un lugar ausente de conflictos y de procesos de diferenciación y estratificación social producto de las relaciones de confianza que se dan entre sus miembros (Cousiño y Valenzuela, 1994).

12 Las nociones de roles sexuales, roles masculinos o femeninos, fueron problematizados en la medida en que escondían las diferencias de poder entre hombres y mujeres y la naturaleza conflictiva del mundo familiar (Thorne y Yalom, 1982).

13 Este interés sobre el impacto del trabajo productivo y reproductivo en hombres y mujeres se puede observar en la trayectoria de Jimena Patricia Diez Berr cuyos proyectos de investigación han sido los siguientes: "Mujer, trabajo y familia: el trabajo a domicilio en Chile" (Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico-Fondecyt Regular-1995-1950139), "Género y trabajo en el contexto de flexibilización productiva y laboral" (Fondecyt Regular-1998-1980215), "Flexibilización del tiempo de trabajo en Chile ¿hacia una mayor igualdad de oportunidades o de nuevas equidades de género?" o "El significado del trabajo en los procesos de constitución de identidades de hombres y mujeres en el Chile actual: bases para una teoría sobre nuevas formas de desigualdad social y de género" (Todos ellos dirigidos en 1995, 1998, 2000 y 2005, respectivamente). También lo encontramos en el proyecto de investigación de Julia Fawaz "Trabajo femenino y vida familiar en el contexto de la modernización rural. Realidades y representaciones en la provincia de Nuble" (Fondecyt Regular-2010-1110506), y en las trayectorias de Ximena Valdés o Teresa Valdés. Nos referimos a trabajos realizados por equipos de investigación donde la gran mayoría son investigadoras feministas, por ejemplo, los llevados a cabo por el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM).

14 En esta línea de indagación encontramos los trabajos de José Olavarría, enmarcados en proyectos de investigación como "Ser padre. La vivencia de padres de sectores populares en Santiago" (Fondecyt Regular-1980280), "Varones adolescentes de pequeñas localidades urbanas: ¿cómo interpretan su sexualidad, salud reproductiva y (potencial) paternidad e partir de sus identidades de género? (Fondecyt Regular-2001-1010041), "Familias, maternidad y paternidad en adolescentes en Chile. Magnitud, características, distribución geográfica, sentidos subjetivos y prácticas" (Fon-decyt Regular-2008-1080370), "Hombres en Chile. Conciliación, corresponsabilidad y uso del tempo: tensiones y conflictos entre familia y trabajo" (Fondecyt Regular-2011-1110553). O también el proyecto de Ximena Valdés "Paternidad en Chile en las clases populares, medias y superiores en el medio urbano" (Fondecyt Regular-2006-106001).

15 Ximena Valdés ha realizado trabajos de investigación a lo largo de su trayectoria académica centrados en las transformaciones en las relaciones de género en el mundo rural y en el mundo urbano, entre ellos: "Transformaciones agrarias, familia y mujer campesina: 1890-1990" (Fondecyt Regular-1992-1920415 y "Temporeros y temporeras de la fruta: impacto de la modernización agraria en las relaciones de género, familia y sociedad local" (Fondecyt Regular-s.a.-1950107); "Transformaciones de la familia, los géneros y la vida privada en poblaciones rurales de Chile central de la segunda mitad del siglo xx" (Fondecyt Regular-2000-1000018); "Modernización y vida privada. Estudio de formas familiares emergentes en tres grupos sociales de Santiago" (Fondecyt Regular-2003-1030150); Además, en todos ellos aparece como institución responsable el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (CADEM).

16Aunque se ha hecho una revisión exhaustiva de los trabajos publicados, somos conscientes de que la producción científica sobre familia en Chile trasciende los límites de este trabajo.

17 Siguiendo a Devillard el concepto grupo doméstico, aunque puede ser una expresión útil para la descripción, es de poca utilidad para el análisis y la comparación (1987: 72).

18 En la actualidad en Chile existe la campaña "Más mujeres al poder", compuesta por organizaciones de mujeres luchando por la incorporación de más mujeres en cargos de decisión pública y representación popular. Un ejemplo de ello es la propuesta de Teresa Valdés, como candidata a diputada por el Partido por la Democracia (PPD) en las comunas de Peñalolén y La Reina.

19 La perspectiva de género es una construcción teórica que sirve de entorno de referencia a algunas de las más importantes problemáticas que atañen a las sociedades, familias y personas como por ejemplo, la sexualidad, la salud, la educación, el trabajo, así como también las migraciones. En tanto enfoque o perspectiva se entiende como una forma de decodificar el significado que las culturas y la sociedad otorgan a la diferencia de sexos y de comprender las complejas conexiones entre varias formas de interacción humana (Lamas, 2003: 330). En concreto, desde la antropología "la definición de género o de perspectiva de género alude al orden simbólico con que una cultura dada elabora la diferencia sexual" (ibid.: 332).

20 Un ejemplo lo encontramos en el trabajo de Valdés y Valdés, cuando menciona que la clase media suele recurrir a los "sistemas de seguridad basados en el parentesco", especialmente las abuelas maternas para tareas de cuidado. De lo cual concluyen que "Este es un elemento que a nuestro modo de ver facilita la incorporación de las mujeres al trabajo, pero a la vez frena los cambios en la vida privada, debido a que la sustitución de la madre por la abuela, no vincula al padre ni al cambio en las relaciones de género, ni permite concretizar el discurso de la nueva paternidad" (2005: 206).

21 Así mismo, a partir de los últimos debates sobre parentesco, no paso por alto el término relatedness acuñado por Carsten el cual es "tal vez uno de los más claros exponentes del impacto de Schneider en el panorama académico de los años noventa" (Grau, 2006: 205). Este término hace referencia al énfasis en la irreductibilidad del parentesco a principios biológicos o sociales, y a su interpretación y comparación a partir de la mutabilidad y la fluidez de relaciones coyunturales que incorporan la alimentación, compartir techo, tareas y comida, la hospitalidad, el matrimonio, etc. (ibid.: 206). En palabras de Carsten "Yo uso "relatedness" para transmitir, [...] un movimiento que va desde una oposición analítica preestablecida entre lo biológico y lo social en la cual muchos de los estudios antropológicos del parentesco se han apoyado. Como un término, está por supuesto sujeto a crítica, muchas de las cuáles se aplican igualmente al parentesco" (2004: 4-5). Carsten señala que en realidad related-ness es un concepto que se aleja de la dependencia a una distinción arbitraria entre naturaleza y cultura, y a su vez, tiene su paralelismo en lo que respecta a los estudios realizados en el área del género desde la antropología (ibid.: 5).

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