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La ventana. Revista de estudios de género

Print version ISSN 1405-9436

La ventana vol.4 n.31 Guadalajara Jun. 2010

 

La teoría

 

Reflexiones sobre la importancia de incorporar la perspectiva de género en los análisis de vulnerabilidad

 

Nancy García González

 

Maestra en finanzas. En la actualidad cursa el doctorado en política pública. Correo electrónico: nancygdeg@prodigy.net.mx y nancygdeg@gmail.com

 

Recepción: 17 de marzo de 2010
Aceptación: 14 de mayo de 2010

 

Resumen

En la actualidad, se ha incorporado a las mujeres como elementos relevantes en el análisis y combate a la pobreza. Sin embargo, surgen algunas críticas al respecto: primero, se ha utilizado un enfoque instrumental que no garantiza mayores condiciones de equidad de género en la sociedad. Segundo, en general, los análisis de pobreza se han convertido en instrumentos reactivos, que tratan de compensar una situación presente, sin lograr prevenirla. Por lo tanto, este documento propone ir más allá de los análisis de pobreza, identificando las características de los hogares, derivadas de construcciones sociales, que afectan la condición de vulnerabilidad, particularmente en los hogares con jefatura femenina. Es decir, se señala la importancia de realizar un análisis con perspectiva de género para identificar las características de los hogares que los hacen más vulnerables a padecer o agravar su condición de pobreza.

Palabras clave: Pobreza, vulnerabilidad, género, determinantes, política pública.

 

Abstract

In recent times, poverty analyses policies against poverty that have incorporated women as a relevant factor. Nevertheless, some criticisms have been raised against them: first, most of the times they have relied on an instrumental perspective which does not guarantee better conditions of gender equity; second, poverty analyses have generally become reactive tools that seek to compensate a current situation, not to prevent it from occurring in the future. This paper therefore proposes to go beyond poverty analyses to identify distinctive features of households derived from social constructions that have an effect on vulnerability, particularly in households headed by women. We point out the importance of an analysis from a gender perspective in order to identify the features which make households more vulnerable to suffer or worsen their conditions of poverty.

Key words: Poverty, vulnerability, gender, determinants, and public policy.

 

Pobreza y vulnerabilidad son conceptos interrelacionados que se distinguen en términos de su ubicación en el tiempo. Por un lado, el término pobreza se refiere a la situación de carencia social y económica en la que viven millones de personas en el momento presente.1 Por otra parte, la vulnerabilidad2 a la pobreza tiene que ver con la probabilidad de padecer o agravar dicha situación de pobreza en el futuro. Hablar de vulnerabilidad es hablar de pobreza en términos del riesgo de padecerla.

Los factores determinantes de las condiciones de vulnerabilidad a la pobreza en los hogares pueden tener diferentes orígenes. Por un lado, éstos pueden provenir de características y circunstancias inherentes a cada hogar, tales como la estructura demográfica y su dinámica interna. Por otro lado, los determinantes de la vulnerabilidad pueden encontrar su origen en circunstancias externas al hogar; por ejemplo, pérdida de empleo, crisis financieras y otros que afectan su condición social y económica.

Así mismo, algunos determinantes de la vulnerabilidad, que se encuentran presentes tanto en el interior como en el exterior de los hogares, pueden estar vinculados a cuestiones de género,3 es decir, tienen que ver con las expectativas sociales que limitan o posibilitan de forma diferente a mujeres y hombres. Lo anterior resulta de gran relevancia, ya que desde esta óptica el género afecta a ciertas características de los hogares. Por ejemplo, la disposición de tiempo libre, el acceso a un trabajo formal y remunerado, el nivel de ingresos y educativo de la jefatura del hogar y otros, donde las mujeres muestran importantes diferencias con los hombres. Las características particulares de los hogares encabezados por mujeres,4 derivadas de cuestiones de género, son siginificativas porque terminan por afectar al ingreso de los hogares y, por lo tanto, las mayores desventajas de género en los hogares se pueden traducir en mayor vulnerabilidad. Lo anterior resulta muy importante ante el incremento de los hogares con jefatura femenina de los últimos años en México.5

Por lo tanto, el objetivo de este documento es señalar la importancia de identificar las caracteristícas de los hogares derivadas de cuestiones de género, que deben ser incorporadas en un análisis de vulnerabilidad a la pobreza.

Este documento muestra en su primer apartado el reto que implica la definición y medición de la pobreza, así como recientes aproximaciones de los análisis multidimensionales de la misma. El siguiente apartado explica la vulnerabilidad a la pobreza, los principales factores que la describen y sus determinantes. Finalmente, el tercer apartado incluye algunas reflexiones y recomendaciones que señalan la relevancia de diseñar un análisis que identifique los determinantes de la vulnerabilidad a la pobreza derivados de cuestiones de género en los hogares con jefatura femenina, que tradicionalmente se han considerado como los más vulnerables.

 

Pobreza: enfoques, determinantes y estrategias

No hay una definición únicaaceptada para la pobreza ni en el ámbito político, ni en el académico ni en el social. Existen aproximaciones que buscan definirla desde diferentes ángulos.6 Sin embargo, la definición de pobreza más utilizada en el ámbito internacional se refiere a la situación en que las personas o los hogares no pueden adquirir un nivel mínimo de satisfactores básicos, considerando como referencia una medición monetaria, ya sea de ingreso o de consumo, definición que, con ciertas variantes, ha estado presente desde principios del siglo XX7 hasta nuestros días.

Es importante señalar que la definición de pobreza y la medición de la misma están interrelacionadas, ya que según los determinantes considerados para definir la pobreza resulta el método para medirla, lo que a su vez tiene importantes implicaciones en la estrategia para combatirla.

En lo que respecta a la medición y definición de la pobreza, existe una amplia aplicación de las mediciones monetarias. Sin embargo, éstas han sido muy criticadas por su debilidad para identificar otras carencias sociales, por lo que hoy en día se han elaborado diferentes aproximaciones de carácter multidimensional para definir y medir la pobreza. Los enfoques multidimensionales de la pobreza se fundamentan en la idea de que el ingreso es significativo para definir y medir la pobreza pero no suficiente, ya que la pobreza puede observarse en múltiples dimensiones.

Este enfoque permite analizar a la población vulnerable que enfrenta diferentes carencias sociales, más allá del ingreso, y reflejar diferentes áreas del problema. En general, el enfoque multidimensional incluye variables relativas a la educación, la salud, la vivienda y el tiempo libre, y son evaluadas con indicadores que les otorgan parámetros cuantitativos para permitir su análisis y seguimiento.

Algunos organismos internacionales8 han considerado en sus definiciones multidimensionales indicadores relacionados con la seguridad social, la salud, la carencia de propiedad de una vivienda y otro tipo de patrimonio, así como nulos o bajos niveles educativos y de capacitación, carencia de tiempo libre para actividades educativas, de recreación y descanso, agua limpia y la falta de capacidad para influir en los procesos políticos y otros factores que interesan a la gente.

En México las mediciones oficiales de la pobreza utilizan el ingreso per cápita en los hogares y la metodología de líneas de pobreza. Sin embargo, en la actualidad también se han incorporando otras dimensiones a la medición oficial; a finales de 2009 el gobierno federal presentó los resultados de una metodología multidimensional que, además de medir los ingresos, considera las carencias sociales desde una óptica de los derechos sociales:

La pobreza multidimensional incorpora tres espacios de las condiciones de vida de la población: el bienestar económico, los derechos sociales y el contexto territorial. De acuerdo con esta nueva concepción, una persona se considera en situación de pobreza multidimensional cuando sus ingresos no son insuficientes para adquirir los bienes y los servicios que requiere para satisfacer sus necesidades y además presenta carencia en al menos en uno de los siguientes siete indicadores: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación y grado de cohesión social9,10 (Coneval, 2009).

Como puede apreciarse, existen algunas diferencias dentro de los enfoques para definir y medir la pobreza. Sin embargo, debe recordarse que más allá del enfoque, la metodología utilizada o los debates a su alrededor, la pobreza sigue siendo evidente para quien la padece y, peor aún, latente para las generaciones futuras. En este sentido, la pobreza representa una de las principales preocupaciones para cualquier gobierno. Sus causas y la mejor forma de combatirla representan un espacio prioritario en las agendas y en los debates gubernamentales.

Las políticas públicas son los instrumentos prácticos más importantes de combate a la pobreza, y el gobierno es el principal responsable de garantizar los servicios sociales a la población que representa. Así, el Estado enfrenta un doble reto: por un lado, debe mejorar la equidad en el acceso a los servicios sociales y, por el otro, asegurar la calidad de los mismos (Filgueira, 2006: 5). No se trata sólo de ampliar la cobertura, el reto es ofrecer servicios sociales que realmente propicien un cambio en las condiciones de vida y en los niveles de pobreza de la población que la padece.

Las decisiones de política pública de los gobiernos inciden en la vida cotidiana y futura de sus ciudadanos. El gobierno influye en la forma en la que las interacciones entre la población se realizan, impactando en la definición de los ganadores o perdedores en las mismas. Por lo tanto, el Estado no sólo puede explicar el problema de la pobreza, también puede complicarlo o ser parte de la solución (Cimadamore, 2008: 11-12). El gobierno cuenta con instrumentos de acción como las medidas fiscales, laborales, los subsidios, los incentivos a la inversión, el desarrollo de infraestructura y otros de tipo financiero y económico, que impactan en la política de desarrollo social, pero más importante aún, en los niveles de pobreza de la población.

En México, la estrategia de combate a la pobreza, como en muchos países, se orienta a combatir la situación de pobreza de forma reactiva mediante su principal instrumento de política social, el Programa de Desarrollo Humano Oportunidades.11 Este programa ha incorporado variables que impactan en ciertos determinantes de la pobreza, como el acceso a la educación, la alimentación y la salud sobre todo de las generaciones futuras. En este sentido, existe un debate importante sobre la eficiencia económica de los programas sociales, es decir, entre los recursos invertidos y los resultados alcanzados.12 A pesar de los importantes incrementos en el presupuesto,13 los niveles de pobreza de la población continúan aumentando, situación que es reflejo de una política social que ha funcionado como complemento de la política económica, pretendiendo compensar las consecuencias sociales de las políticas económicas, con programas de combate a la pobreza. Después de la crisis de la deuda en la década de los ochenta se optó por un modelo neoliberal, esperando que un mercado autorregulado y un Estado que limitaba su capacidad de intervención impulsaría una distribución equitativa de los recursos, pero esto no sucedió así y los niveles de pobreza continuaron en aumento.

Se asumió que el crecimiento económico alcanzaría por igual a toda la población, basándose en el supuesto de que llegaría a los pobres de igual forma que al resto de la población por un efecto de derrame. Sin embargo, ahora se sabe que el crecimiento económico es una condición necesaria mas no suficiente para reducir los niveles de pobreza (Cimadamore, 2008: 14).

Como puede apreciarse, el papel del Estado frente a la pobreza es de gran relevancia, no sólo para combatirla en su situación actual, sino para prevenir el riesgo de padecerla en el futuro. El alivio de la pobreza es el objetivo final de la política social. La identificación de la población en pobreza y de sus características es la principal herramienta de análisis para estructurar las políticas públicas de combate a la pobreza.

El papel de las mujeres y el tema de género se han incorporado a los análisis de pobreza y todo parece indicar que llegó para quedarse, al grado de que ahora sería difícil imaginar una discusión sobre pobreza sin considerar a las mujeres como elemento activo. Sin embargo, quedan muchos pendientes con relación a la equidad de oportunidades y el reto es incorporar la perspectiva de género en los análisis de pobreza, considerando que las cuestiones de género no sólo se presentan en situaciones de pobreza, es decir, debe recordarse que la subordinación de las mujeres no es causada por la pobreza (Jackson, 1996: 501). En este sentido, un análisis de pobreza puede fortalecerse con la incorporación de la perspectiva de género, ya que ciertas cuestiones de género pueden ser en ef ecto determinantes de pobreza.

Por otro lado, dado que la pobreza es un fenómeno que varía en el tiempo, una política social efectiva debe considerar no sólo a la población en pobreza actual, sino a la población con probabilidad de ser pobre o agravar su condición en el futuro; en otras palabras, a la población vulnerable.

Con lo anterior, un enfoque prospectivo de pobreza con perspectiva de género, ampliaría el entendimiento del fenómeno, otorgando claridad sobre las características que hacen de los hogares más vulnerables a la pobreza, es decir, resulta central incorporar el enfoque de género al análisis de vulnerabilidad.14

Como puede observarse, muchos son los conceptos y dimensiones que sería deseable incorporar al análisis de la pobreza, desafortunadamente la complejidad de tal acción y la necesidad de hacer evaluaciones factibles y prácticas restringe la ambición analítica (Sen, 1987: 20 cit. en Kabeer, 1998: 149). Finalmente, la relevancia de cualquier análisis de pobreza radica en su capacidad para impactar en el diseño de estrategias para combatirla (Kanbur y Squire, 1999: 30). Además, debe recordarse, tal como lo plantea Sartori, que la ciencia política primero debe pensarse y después calcularse (Sartori, 1998: 237); es decir, es importante entender las implicaciones, las causas y los determinantes de la pobreza presente y futura, antes de diseñar las políticas públicas basadas en mediciones cuantitativas pero de alcance limitado.

 

Vulnerabilidad: enfoques, determinantes y estrategias

Con el término de vulnerabilidad se hace referencia a un análisis prospectivo de la pobreza dentro del marco de erradicación de la misma (Chaudhuri, Jalan y Suryahadi, 2002: 4). Esta visión emerge de la literatura moderna del análisis de la pobreza, como una probabilidad de ser pobre en el futuro o de permanecer o profundizar sus niveles de pobreza actual. Es decir, la vulnerabilidad y la pobreza son conceptos muy vinculados (Barrientos, 2007: 1-5).

Dentro de la definición de vulnerabilidad a la pobreza es posible identificar tres variables relevantes: cambio, es decir, una alteración de la situación presente en el hogar, comúnmente vinculada con su nivel de ingreso o consumo; riesgo, que se refiere a la probabilidad de que suceda ese cambio o alteración en la condición del hogar, de acuerdo con diferentes determinantes; y tiempo, que indica que la vulnerabilidad es una condición que invariablemente se refiere al futuro, es decir, es una prospectiva de la condición actual del hogar con relación a la pobreza.

La literatura aborda el tema de la vulnerabilidad a la pobreza señalando sobre todo sus determinantes. En este sentido, es posible identificar determinantes que se vinculan directamente al hogar y otros relativos a su entorno. Así, existen determinantes de tipo demográfico y relacionados con la dinámica interna del hogar, tales como las características estructurales del mismo, el ciclo de vida de la familia, el tipo de jefatura, el nivel de educación, el número de dependientes y otras características como las edades de sus miembros (en especial con respecto a su edad productiva). En este mismo sentido, la presencia de activos en el hogar, como capital físico, humano o financiero —los recursos con que cuenta y cómo los moviliza y distribuye al interior del mismo—, así como las características propias de la vivienda, también pueden considerarse determinantes de la vulnerabilidad a la pobreza (González, 2006: 51 y 106).

Por otro lado, sobre los determinantes que se originan en el entorno y contexto del hogar, se encuentran ejemplos como el desempleo, las crisis económicas, la presencia o carencia de apoyos institucionales, la infraestructura comunitaria, la presencia de redes sociales y las oportunidades de trabajo y acceso a servicios de salud, entre otros, que incrementan la probabilidad del hogar de padecer o profundizar sus niveles de pobreza (González, 2006: 51; Gallardo, 2009: 13).

En este sentido, independientemente del origen de los determinantes, éstos pueden traducirse en una mayor vulnerabilidad de los hogares en términos de carencias sociales o de nivel de ingresos. Con relación a las carencias sociales, los análisis multidimensionales de la pobreza son de gran utilidad y permiten identificar la vulnerabilidad más allá del ingreso. Por ejemplo, dimensiones como la calidad de la vivienda, el acceso a servicios básicos o el grado de cohesión social, quizá no tengan una vinculación directa con la capacidad de ingreso para satisfacer las necesidades básicas del hogar, pero sí pueden determinar su vulnerabilidad en términos de carencias sociales.

Respecto a la vulnerabilidad ocasionada por el nivel de ingresos, se estima que el principal activo de los hogares pobres es el trabajo, y en situaciones en donde el ingreso se ve afectado, uno de los ajustes comúnmente utilizado es la incorporación de fuerza de trabajo adicional, recurriendo en primera mano a las mujeres y en ocasiones a los menores de edad (Moser, 1998). Esto es especialmente significativo para los hogares con jefatura femenina, ya que por las responsabilidades que de manera tradicional le son impuestas a las mujeres, éstas terminan por adquirir cargas desproporcionadas al interior del hogar en un intento por compensar el riesgo de padecer o agravar las condiciones de pobreza. La situación anterior limita la capacidad de las mujeres para aprovechar oportunidades de desarrollo y coloca a sus hogares en condiciones de mayor vulnerabildiad (Moser, 1996).

Los determinantes de género derivan de profundas raíces sociales y culturales que colocan a las mujeres y en particular a los hogares que ellas encabezan en una posición de mayor vulnerabilidad a la pobreza; por ejemplo, las responsabilidades domésticas o la capacidad para decidir sobre el ingreso del hogar. Así, es posible observar cómo algunas cuestiones de género impactan en las condiciones de vulnerabilidad.

Por otra parte, los determinantes de la vulnerabilidad comúnmente se encuentran vinculados; una afectación al ingreso provoca a su vez una alteración en otras dimensiones como en los patrones de consumo, la nutrición, la salud o la educación, lo que genera una reacción en cadena negativa que incrementa su vulnerabilidad (Morduch, 1994: 224). Con esto, las caracterísitcas de los hogares determinadas por cuestiones de género, como la disposición de tiempo libre, las resposabilidades domésticas atribuidas y otras que adquieren relevancia en los hogares encabezados por mujeres, tienen un impacto negativo en los ingresos de dichos hogares, con lo cual se afecta su condición de pobreza y de vulnerabilidad.

Si bien es cierto que existen diferentes determinantes de la condición de vulnerabilidad en los hogares, resulta significante la forma en la que éstos impactan la posición del hogar ante la pobreza. Es decir, la forma en la que se altera el comportamiento de los hogares frente al riesgo, ya que con el interés de disminuir su propensión a la pobreza, los hogares pobres tienden a tomar decisiones menos riesgosas, aunque esto implique también menores retornos (Espinosa y Núñez, 2005: 16); por ejemplo, la incorporación de cultivos menos productivos o la separación escolar de los hijos para el apoyo en actividades domésticas. Estos cambios en el comportamiento se realizan como medida de autoprotección para compensar su vulnerabilidad (Morduch, 1994: 222), pero a la larga estas decisiones terminan por agravar su condición.

Dentro de los impactos de los determinantes de la vulnerabilidad en el comportamiento de los hogares, las mujeres han resultado más afectadas por cuestiones de género. Algunos análisis diferenciados han demostrado que el sexo de la jefatura de familia no es significativo para explicar la condición de pobreza por ingresos de los hogares (Sen, 2008: 6). Sin embargo, esto puede convertirse en una interpretación equivocada sobre la condición de los hogares con jefatura femenina frente a la pobreza, ya que si el sexo de la jefatura puede no ser una variable explicativa de la situación de pobreza actual en los hogares, los factores de género, determinantes de ciertas carcaterísticas de los hogares, sí pueden traducirse en una mayor vulnerabilidad.

Por lo anterior, este documento propone analizar las características de los hogares que, a causa de construcciones de género, provocan mayores carencias sociales y/o menores ingresos, en especial en los hogares encabezados por mujeres. Es decir, se propone un análisis de vulnerabilidad que muestre la realidad de los hogares mexicanos desde un enfoque de género y que responda, por lo menos, a las siguientes interrogantes:

• ¿ Cuáles son las características educativas de los hogares con jefatura femenina en comparación con los hogares con jefatura masculina? Se sabe que en México las mujeres continúan presentando un mayor rezago educativo,15 lo que a su vez puede traer implicaciones en otros ámbitos de oportunidades que incrementan la vulnerabilidad a la pobreza.

•¿Cuál es el nivel de ingreso individual de la jefatura de familia, cuál es la fuente principal de dicho ingreso y cuál es la importancia de las transferencias gubernamentales en el ingreso de los hogares con jefatura femenina en comparación con los hogares con jefatura masculina? Este cuestionamiento es de gran relevancia, ya que por cuestiones de género el nivel de ingreso de las mujeres jefas de familia puede ser determinante de la vulnerabilidad del hogar tanto por ingreso como por carencias sociales.

•¿Cuáles son las características de la dinámica en el interior de los hogares que determinan la disposición de tiempo libre de la jefatura familiar? Este aspecto es relevante, ya que se sabe que por cuestiones de género las mujeres dedican gran parte de su tiempo a actividades domésticas, lo que limita su acceso a actividades productivas y a su vez puede influir en la vulnerabilidad a permanecer o agravar su condición de pobreza. Por ejemplo, el tiempo dedidado al cuidado de adultos mayores o menores de edad les deja menor tiempo disponible para un trabajo formal.

• ¿Cuáles son las características demográficas de los hogares: número de dependientes económicos, edades de sus miembros, presencia o ausencia de otros perceptores económicos, por mencionar algunas, que influyen en la carga femenina y dinámica interna de los hogares y que impactan en la vulnerabilidad a permanecer o agravar su condición de pobreza?

• ¿Cuáles son las condiciones de infraestructura de los hogares y su ubicación regional de los hogares con jefatura femenina en comparación con los hogares con jefatura masculina? Esto permitiría identificar las condiciones del entorno en la que se encuentran los hogares encabezados por mujeres y que las pueden colocar en una mayor vulnerabilidad.

• ¿Cuáles son las características de acceso a seguridad social, servicios de salud y otros programas de gobierno? Ciertas cuestiones de género pueden influir en las oportunidades de acceso a los mismos y determinar las diferencias en las condiciones de vulnerabilidad a la pobreza entre los hogares encabezados por mujeres y encabezados por hombres.

Debe recordarse que los puntos anteriores no son elementos exhaustivos de un análisis de vulnerabilidad a la pobreza con enfoque de género. Sin embargo, sí pretenden ser una guía sobre los elementos que deben considerarse para identificar las características de los hogares encabezados por mujeres que pueden determinar su riesgo a permanecer o agravar su condición de pobreza. Así mismo, es importante señalar que los interrogantes anteriores pretenden hacer visible la interrelación y los aspectos vinculantes que los factores de género tienen en la determinación de las características de los hogares y, por lo tanto, en su vulnerabilidad. En este sentido, un análisis descriptivo de los hogares que responda a las interrogantes anteriores ofrecerá una visión detallada de los mismos y de los factores de género que impactan en su condición de vulnerabilidad.

 

Reflexiones y consideraciones

Pobreza y vulnerabilidad se caracterizan por la complejidad de sus definiciones. No hay un consenso sobre el sentido de la relación entre pobreza y vulnerabilidad. En la literatura existen ciertas coincidencias acerca de que la vulnerabilidad genera pobreza.16 Sin embargo, otros autores plantean que la vulnerabilidad resulta de la pobreza (Morduch, 1994: 221). Estas posiciones muestran que la relación pobreza-vulnerabilidad pareciera formar parte de un proceso estocástico, en donde su relación causa-efecto no es determinada.

Se sabe que la vulnerabilidad y la pobreza están estrechamente vinculadas, en el sentido de que ambas explican un fenómeno relativo con la presencia de carencias económicas y sociales, pero con diferencias en el tiempo. La pobreza es una medición ex post de la situación de los hogares, mientras que la vulnerabilidad es una medición ex ante. Lo que distingue ambos conceptos es la presencia del riesgo; si no existiera la presencia del riesgo, entonces no habría distinción entre ambos conceptos (Chaudhuri, Jalan y Suryahadi, 2002: 4). La pobreza tiene que ver con el estado de la situación actual, independientemente de las dimensiones consideradas. La vulnerabilidad no existe en el presente, ya que ésta tiene que ver con una situación futura. Por lo que, de acuerdo con ciertas características actuales del hogar, sólo es posible estimar la probabilidad a la pobreza próxima en el tiempo, es decir, la vulnerabilidad.

El diseño de políticas públicas contra la pobreza se fortalece con el análisis de vulnerabilidad. De esta forma, las políticas contra la pobreza pueden dejar de ser reactivas y convertirse en políticas estratégicas. Así, la visión de vulnerabilidad permitiría anticipar el riesgo de que los hogares caigan, permanezcan o agraven su situación en el futuro, lo que permitiría diseñar políticas sociales que se anticipen a la pobreza y ofrezcan programas que prevengan o busquen reducir la pobreza futura y no sólo combatan la pobreza actual (Chaudhuri, Jalan y Suryahadi, 2002: 4).

Por otra parte, los análisis de pobreza y vulnerabilidad se enriquecen con la incorporación de la perspectiva de género. En el transcurso de la historia los patrones de gasto de las mujeres mostraron su tendencia a priorizar las necesidades de alimentación y salud de los hijos. De la misma forma, las mujeres mostraban mayor responsabilidad para responder a sus compromisos financieros y solidarios. Estas formas de altruismo femenino17 fueron aprovechadas en las políticas públicas, tratando de romper con la transmisión intergeneracional de la pobreza, sin considerar en muchos casos las cargas o presiones adicionales que esto podría significar para las mujeres.

La agenda contra la pobreza ha buscado incluir el combate de las iniquidades de género. En los años noventa esto se hacía con políticas basadas en el crecimiento de servicios de redes sociales y de seguridad, así como con políticas de promoción del uso de la mano de obra intensiva, desde un punto de vista de desarrollo económico. Por otro lado, instituciones internacionales reconocieron que a través de mayores oportunidades para las mujeres se podía impactar de manera positiva el bienestar de las familias, particularmente de los hijos. Así, se identificó a la mujer como un agente de cambio, por medio de un enfoque instrumental aplicado al análisis de la dinámica de pobreza en los hogares (Jackson, 1996: 489).

Ahora bien, es una realidad que las mujeres, por diferentes causas culturales o sociodemográficas, pueden impactar favorablemente en ciertos aspectos del bienestar del hogar. Sin embargo, debe reconocerse que esto deriva, la mayoría de las veces, de una imposición social que, aunque puede resultar positiva para la colectividad, implica una carencia de opciones y alternativas para las mujeres. Estas estrategias que incorporan aspectos de género de forma funcional, aunque han sido muy utilizadas en las últimas décadas, son criticadas con dureza por los grupos feministas, debido a que sus acciones no garantizan el bienestar de las mujeres en el tiempo. Esta posición crítica se fundamenta en el hecho de que los gobiernos e instituciones encargados de diseñar las políticas de combate a la pobreza y que utilizan estos criterios lo hacen buscando eficiencia, más que equidad y utilizan a las mujeres con una visión instrumental (Pearson, 1998: 40).

Desde este enfoque, la incorporación de las mujeres ha sido una variable de conveniencia en el combate a la pobreza, utilizada para propósitos distintos a lograr una mayor equidad de género. Lo anterior es evidente cuando se reconocen los beneficios de otorgar oportunidades a las mujeres con la intención de reducir tasas de natalidad, obtener tasas de pago más altas en los financiamientos, para mejorar la nutrición infantil o lograr una mayor protección del medio ambiente.

Si bien es cierto que el enfoque instrumental ha contribuido a la consolidación de la conciencia social respecto a la situación de las mujeres y su relación con la pobreza, debe más bien tomarse como punto de partida para incorporar una amplia perspectiva de género en la lucha contra la pobreza.

Como puede apreciarse, la participación de las mujeres en el bienestar de los hogares y de las comunidades, así como su rezago en el acceso a las oportunidades, han sido incorporados como elementos de discusión en los temas de pobreza y vulnerabilidad desde diferentes enfoques, pero queda mucho por hacer.

Por lo anterior, este documento plantea la importancia de realizar un análisis comparativo de las características de los hogares con jefatura femenina y masculina, que tome a los hogares como unidad de análisis y considere las mediciones oficiales de pobreza en el país y compare la situación entre las áreas rurales y urbanas. Como se ha señalado, las características de los hogares que son influenciadas por cuestiones de género pueden determinar su situación de vulnerabilidad, en particular en los hogares encabezados por mujeres.

Por lo anterior, este documento señala la importancia y necesidad de identificar la presencia de carencias sociales en los hogares pobres, derivadas de construcciones y percepciones sociales, dentro de los análisis de vulnerabilidad. Se propone ir más allá de los análisis tradicionales de pobreza por ingresos e identificar las características de los hogares que incrementan la probabilidad de padecerla en el futuro, desde un enfoque de género, o que permitiría generar herramientas adicionales para ser incorporadas en el análisis y diseño de estrategias de política social efectivas.

 

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Notas

1 En México, en 2005, aproximadamente 18% de la población no contaba con un ingreso suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria y 47% no tenía un ingreso suficiente para satisfacer sus gastos de alimentación, educación, salud, vivienda, transporte, vestido y calzado. La pobreza comúnmente se mide de manera monetaria; sin embargo, en últimas fechas se han elaborado otras aproximaciones que utilizan dimensiones no monetarias y que dan cuenta con más detalle de su complejidad. Véase Informe del Coneval, diciembre de 2009, en http:// www.coneval.gob.mx/contenido/med_pobreza/6100.pdf

2 Algunas acotaciones son necesarias en este punto. Primero, es importante aclarar que la vulnerabilidad, en términos generales, puede referirse a distintas condiciones de riesgo que no tienen que ver con la pobreza, como la vulnerabilidad a ciertas enfermedades y a otras situaciones. Sin embargo, la que ocupa a este documento es la vulnerabilidad relativa a la pobreza. Segundo, aun cuando la vulnerabilidad puede observarse en el individuo, el hogar o la comunidad, para el contexto de este documento es el ámbito de los hogares el que interesa.

3 La Organización Mundial de la Salud define "género" como la construcción social de roles, comportamientos, actividades y atributos que se consideran apropiados para las mujeres y los hombres en una determinada sociedad. Para más información véase http://www.who.int/gender/whatisgender/en/index.html

4 "Jefe de hogar" se utiliza en encuestas y censos a fin de identificar a un miembro del hogar que sirva como referencia para obtener información sobre las personas que lo componen y así conocer los vínculos de parentesco que los unen. Sin embargo, la definición empleada en las encuestas oficiales no necesariamente se refiere al principal perceptor de ingresos o a la persona que toma decisiones en el hogar. Adicionalmente, la designación de jefe de hogar suele estar influenciada por aspectos culturales que tradicional-mente asignan al hombre el lugar de autoridad. Esto puede provocar subestimaciones sobre el número de mujeres jefas de hogar, ya que por lo general las mujeres sólo se reconocen o se autodesignan como jefa cuando está ausente un hombre adulto (Naciones Unidas, 1997).

5 El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que 23.3% de los hogares del país estaban encabezados por mujeres en 2009, según datos de la Encuesta nacional de ingreso gasto de los hogares (ENIGH , 2006), mientras que en 1970 éstos representaban 17.6% del total de los hogares en el país. Véase http://www.inegi.gob.mx

6 Algunos ejemplos de gran relevancia los presenta Peter Townsend, quien definió la teoría relativa de privación de la pobreza, que señala que son pobres las personas que tienen recursos muy por debajo de los individuos o familias promedio, que quedan excluidos de las actividades y costumbres de los niveles de vida estándar (Townsend, 1979). Para más información véase http://www.bris.ac.uk/poverty/; así como, Amartya Sen, quien estableció que la pobreza era una cuestión de capacidades. Su aproximación basada en las capacidades se enfoca en la libertad positiva que es la capacidad real de una persona de ser o de hacer algo, en vez de la libertad negativa que es común en economía y se centra sólo en la no interferencia (Sen, 1981).

7 Benjamin Seebohm Rowntree, en 1910, fue de los primeros autores en incorporar un parámetro monetario a la definición de pobreza. Este acercamiento estimaba el presupuesto requerido para cubrir las necesidades mínimas para el desarrollo físico de una familia durante una semana, basándose en las características nutricionales y precios de varios alimentos de la localidad (Rowntree, 2000).

8 Véase, por ejemplo, las definiciones de pobreza multidimensional de la ONU y de la CEPAL en http:// www.undp.org/poverty/focus_poverty_assessment.shtml y http://www.eclac.cl/cgi-bin/ getProd.asp?xml=/revista/noticias/articuloCEPAL/6/21046/P21046.xml&xsl=/revista/tpl/p39f.xsl&base=/revista/tpl/top-bottom.xsl, respectivamente.

9 De acuerdo con esta nueva medición, en 2008, 44.2% de la población nacional vivía en condiciones de pobreza multidimensional, es decir, aproximadamente 47.2 millones de personas en el país presentaban al menos una carencia social y no tenían un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades. Véase "Comunicado de prensa" núm.008/09 en http://www.coneval.gob.mx/coneval2/

10 El artículo de la Ley general de desarrollo social en México determina que las mediciones de pobreza deben considerar las siete dimensiones citadas. Véase: www.coneval.org.mx. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo responsable de la medición de la pobreza nacional, desarrolló la metodología multidimensional.

11 El Programa de Desarrollo Humano Oportunidades otorga becas, suplementos nutricionales y condiciona las transferencias monetarias a las visitas al centro de salud.

12 Véase Good Intention, Bad Outcomes: Social Policy, Informality And Economic Growth in Mexico, de Santiago Levy (2008), y Pobreza y distribución del ingreso en México, de Julio Boltvinik y Enrique de Hernández Laos (2000).

13 El gasto social se encuentra ya en su punto más elevado de la historia tras incrementarse 20.7% en términos reales entre 2005 y 2008. La asistencia social pasó de 33 235.9 a 66 833.7 millones de pesos en el mismo periodo, lo cual es una expansión real de 109.5% (Proyecto de Presupuesto de Egresos 2010). Sin embargo, según datos oficiales del Coneval, la pobreza en México aumentó de 42.6 a 47.4% de la población entre 2006 y 2008 y la miseria de 13.8 a 18.2%.

14 Los análisis con perspectiva de género ayudan a entender las relaciones establecidas entre mujeres y hombres, más allá de las diferencias biológicas (Instituto Nacional de las Mujeres y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2007).

15 En 2007, las mujeres de 15 años y más presentaban un rezago educativo total (analfabeta, sin primaria terminada y sin secundaria terminada) de 46.2% en comparación con 43.2% de hombres del mismo grupo de edad (véase cuadro VII.3 del Informe de Ejecución del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, 1994-2009).

16 Barrientos señala que es necesario fortalecer la escasa evidencia empírica sobre los efectos de la vulnerabilidad en la pobreza crónica, entendida ésta como la pobreza persistente en el tiempo (Hulme y Shepherd, 2003, cit. en Barrientos, 2007).

17 Whitehead (1994) comenta que este concepto se refiere al comportamiento al interior de los hogares de las mujeres a favor de los otros miembros del hogar.

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