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La ventana. Revista de estudios de género

versión impresa ISSN 1405-9436

La ventana vol.4 no.30 Guadalajara dic. 2009

 

Avances de trabajo

 

Reflexiones sobre corporeidad y constitución de subjetividades en jóvenes de una ciudad del sur de Brasil

 

Maria Juracy Filgueiras Toneli*, Karla Galvão Adrião** y Adriano Beiras***

 

* Doctora en psicología. Profesora del Departamento de Psicología de la Universidad Federal de Santa Catarina/Brasil, e investigadora del CNPq (Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico). Correo electrónico: juracy@cfh.ufsc.br.

** Doctora en ciencias humanas DICH/UFSC, profesora adjunta I, del Departamento de Psicología de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE). Correo electrónico: kgalvaoadriao@hotmail.com.

*** Psicólogo, candidato a doctor en psicología social por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Investigador en el grupo VIPAT de la UAB y del grupo Margens del Departamento de Psicología de la UFSC. Correo electrónico: adrianobe@gmail.com.

 

Resumen

Este artículo discute las relaciones entre corporeidad y subjetividad de jóvenes de contextos urbanos de bajo ingreso de Florianópolis, sur de Brasil. Forma parte de una investigación multicéntrica realizada en cinco capitales brasileñas sobre el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos de jóvenes. Se llevó a cabo por medio de 18 entrevistas y ocho grupos focales, discriminados por sexo y franja de edad. A partir de los relatos de los/as jóvenes fue posible percibir una gran preocupación con la imagen corporal, siguiendo un padrón normativo nacional, de niveles socioeconómicos medios y urbanos, para el cual un cuerpo "trabajado" significa un cuerpo saludable. Al considerar los cuerpos como símbolos que validan y significan sujetos, se hace importante resaltar la expresiva influencia de los marcadores de género y clase en el "adiestramiento de los cuerpos", definiendo y redefiniendo las relaciones sociales y los significados dados por la juventud a la corporeidad y a sus formas de actuar en el mundo.

Palabras clave: Corporeidad, juventud, subjetividad, estratos populares, género.

 

Abstract

This article discusses the relationships between the corporeality and the subjectivity of young people from low–income urban contexts of Florianopolis, in southern Brazil, as part of multi–centered research work conducted in five Brazilian capitals on the exercise of young people's sexual and reproductive rights, which included 18 interviews and eight focus groups, discriminated by sex and age ranges. In the stories of male and female youths it was possible to discern a great concern with their body image, following a standard national pattern of middle and urban socio–economic levels, according to which a "worked out" body is a healthy body. Considering bodies as symbols that validate and signify subjects, it is important to highlight the significant influence of gender and class markers in the "training of bodies", defining and redefining social relations and the meanings given by young people to corporeality and their ways of doing things in the world.

Key words: Corporeality, youth, subjectivity, population strata, gender.

 

Este artículo discute relatos sobre corporeidad de jóvenes de ambos sexos, provenientes de contextos de bajo ingreso de Florianópolis, capital en el sur de Brasil. Los datos fueron obtenidos en una investigación multicéntrica realizada en cinco capitales brasileñas, sobre el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de jóvenes1. La investigación, financiada por el Ministerio de la Salud Brasileño, tenía como objetivo principal profundizar en la comprensión de la vivencia de los jóvenes en cuanto a su sexualidad. Asimismo, identificar patrones normativos, creencias y valores, para facilitar programas dirigidos a esa población. A diferencia de las habituales investigaciones epidemiológicas que utilizan procedimientos censitarios y demográficos, aquí se emplearon entrevistas y grupos focales, discriminados por sexo y franja de edad (catorce a 19 años y 20 a 24 años), en cada capital participante.

Entendemos corporeidad como un espacio social, constituido por elementos socioculturales, donde se comparten significados y simbologías relativas a un grupo y que no reduce lo corporal a los rasgos físicos, concretos y temporales. Las dimensiones corporales se presentan interrelacionadas estrechamente (Pasini, 2000; Csordas, 1988; Bovio, 2005). Coincidimos con las palabras del autor Bovio, cuando menciona:

Adopto el término "cuerpo" en una acepción tan vasta que da cabida a la sumatoria de los aspectos humanos, a sabiendas de que es una más de las posibles interpretaciones del cuerpo que se han dado o que podrían llegar a generarse. Se justifica sobradamente la opción porque las propuestas dualistas que separan cuerpo espíritu y las materialistas que identifican al cuerpo con lo perceptible, ya agotaron su capacidad para ofrecer soluciones útiles a los problemas humanos (Bovio, 2005: 91).

En los últimos años, las cuestiones relacionadas con el cuerpo han ido ganando importancia en los medios de comunicación y en nuestra sociedad de una manera general. De entre éstas, algunas preocupaciones que antes eran mayoritariamente femeninas pasaron a ganar espacio entre el público masculino. Sea por finalidad estética (principalmente) o por motivos de salud, la búsqueda de un modelo corporal motiva toda una industria de productos y mecanismos mediáticos en las sociedades de consumo occidentales.

Denise Sant'Anna (2000) resalta la existencia de una serie de atributos que conforman ideales de cuerpos a los que los sujetos aspiran. La autora destaca la importancia que el cuerpo pasó a tener en los últimos 40 años. El cuerpo fue redescubierto en el Brasil de la década de los sesenta, en el arte, en la política, en la ciencia y en los medios de comunicación. En esta época se dedicó también una mayor atención a las cuestiones relacionadas con la sexualidad, intensificándose la producción de artículos y libros sobre el tema. Surgieron también revistas especializadas en técnicas corporales relativas a áreas tales como la educación física, las artes plásticas y la fotografía.

En los años ochenta se dio más importancia a los límites físicos del cuerpo, lo que fue relacionado con el deporte, y explorado por los medios. En este periodo se generaliza el estilo corporal deportivo. En los noventa empiezan a surgir críticas a este modelo, a partir de diversos problemas como estrés, depresión, problemas musculares y medicamentos adulterados (Sant'Anna, 2000). Sin embargo, en los grandes centros urbanos, con la justificación de mantener la calidad de vida, los incentivos al cuidado del cuerpo continuaron. Se emiten cada vez más anuncios con mujeres muy delgadas y hombres musculosos, afirmando un modelo normativo a seguir. Este aspecto es reforzado por Donna Haraway (1994), cuando apunta que las tecnologías de comunicación "son instrumentos cruciales en el readiestramiento de nuestros cuerpos", siendo que "estos instrumentos incorporan y refuerzan las nuevas relaciones sociales" (Haraway, 1994: 262).

Con esta línea argumentativa se deja explícito que creemos en una perspectiva teórica según la cual el cuerpo es básico para entender la construcción social de las subjetividades y, por lo tanto, las relaciones que se desarrollan entre los jóvenes y sus cuerpos. Entendemos la construcción de las subjetividades como un proceso de interacciones, en el cual uno es constituido por los otros en la relación, es decir, no podemos decidir ni deliberar sin implicar la condición del otro (Gergen, 1996: 19). Es importante destacar aquí que esta dinámica se realiza teniendo en cuenta marcadores de sexo/género, clase, etnia y generación. Tenemos interés en discutir más detalladamente que los cuerpos son constituidos sobre la óptica de determinados atributos de género. En el caso de los varones, los deportes, los juegos viriles y el propio desarrollo muscular son especificidades que participan de estas formas de constitución subjetiva.

Judith Butler (2003; 1998) habla del concepto de performatividad para discutir cómo las inscripciones de la relación sexo/género se forman y conforman en cuerpos masculinos y femeninos, demarcando las formas llamadas "normales" y "fuera de la norma" de actuar en el mundo y cómo éstas "fundan" subjetividades. Los cuerpos se insertan en las normas performáticas de género, de forma tal que se transfiguran en las propias subjetividades y formas de actuar en el mundo por parte de los individuos. Estos individuos se constituyen como sujetos en medio de las regulaciones de género, planteadas por la manera "como se imponen esas regulaciones y como son incorporadas y vividas por los sujetos sobre los cuales se imponen... [o sea], quedar sujeto a una regulación es también ser subjetivado por ella, esto es, ser creado como sujeto precisamente al ser regulado" (Butler, 2005: 8–9).

En referencia con la juventud, estamos de acuerdo con Luis Antonio Groppo (2000), cuando apunta que ésta es vivida actualmente de maneras muy heterogéneas, consecuencia de su combinación con otros factores sociales y también por diferencias culturales, nacionales y locales, así como por diferencias de etnia y género. Groppo afirma que pensar la juventud como una representación sociocultural significa pensar este concepto más allá de una franja de edad de límites concretos: "la juventud es una concepción, representación o creación simbólica, fabricada por los grupos sociales o por los propios individuos entendidos como jóvenes, para significar una serie de comportamientos y actitudes a ella atribuidos" (Groppo, 2000: 8).

Partiendo de esta concepción, buscamos discutir las relaciones entre corporeidad y subjetividad en las vivencias de jóvenes de contextos de bajo ingreso de la ciudad de Florianópolis, durante las entrevistas y grupos focales realizados en una escuela de enseñanza pública.

 

SOBRE EL CONTEXTO ESTUDIADO

La ciudad de Florianópolis, capital del estado de Santa Catarina, región sur de Brasil, está ubicada en su mayoría territorial dentro de una isla y cuenta actualmente con aproximadamente 380 mil habitantes, población que se duplica en la temporada de verano. Considerada una de las ciudades más turísticas de la región sur de Brasil, posee playas propicias para el surf, donde periódicamente se realizan campeonatos regionales e internacionales. Estas playas, tales como Joaquina, Praia Mole y Brava, son consideradas las más frecuentadas por los jóvenes. Circulan cuerpos trabajados y bronceados, dictando patrones normativos a los que aspiran jóvenes de toda la región, en consonancia con los patrones establecidos por los medios televisivos e impresos.

Los jóvenes participantes de la investigación son estudiantes de una escuela de la red pública de enseñanza, que cuenta con un número aproximado de 1 625 alumnos inscritos y 75 profesores. Esta escuela fue escogida por recibir una población diversificada de jóvenes provenientes de diferentes regiones de la ciudad, principalmente de bajo ingreso, a pesar de estar localizada en una zona muy próxima a barrios de elite. También acuden los jóvenes del norte de la isla, por no haber enseñanza media disponible en esta región del municipio.

Los/as jóvenes que participaron en la investigación viven generalmente con sus familiares –padres, madres, padrastros/ madrastras y, en algunos casos, con tíos y primos–, contando en sus unidades familiares con una renta media de seis salarios mínimos. La mayoría habita casas de una o dos piezas, sin sistema de desagüe, apenas con agua y luz, en calles sin asfalto e irregulares. Por vivir en estas condiciones los/las in formantes, cuando eran cuestionados sobre dónde residían, hacían referencia al barrio próximo, de más elite —en el cual la escuela está ubicada—, y no en las áreas populares en que residen. Sólo después del establecimiento de un vínculo con el/la investigador/a era revelada la ubicación de la vivienda.

 

NUESTRO TRAYECTO METODOLÓGICO

La muestra de esta investigación fue compuesta por jóvenes estudiantes de 15 a 24 años de ambos sexos oriundos de las regiones de bajo ingreso antes descritas. Fueron realizadas 18 entrevistas y ocho grupos focales, discriminados por sexo y franja de edad (catorce a 19 años y 20 a 34 años). Uno de los grupos focales de mujeres de 20–24 años fue realizado en otra escuela próxima, por no haber más informantes en esta franja de edad en la misma institución, manteniendo el criterio de que las participantes también residían en las mismas comunidades que los demás estudiantes.

Los/las informantes llevaban la participación en los grupos focales y en las entrevistas como un espacio en el cual podían discutir sobre sus vivencias y dudas relacionadas con los temas investigados, espacio que afirmaban no tener en la mayoría de las veces. La investigación, por lo tanto, sirvió también como una manera de dar voz a estos/as jóvenes. Para el análisis de los grupos focales, de las entrevistas y la caracterización de los sujetos y de la escuela, fueron utilizadas también las informaciones del diario de campo de los/las investigadores/as. Este diario estaba constituido por charlas informales con funcionarios/as de la escuela y de observaciones, además de las conversaciones de los/las informantes.

Las entrevistas fueron realizadas a partir de un guión predefinido, aproximándose a una conversación libre sobre los temas propuestos, no siguiendo, por lo tanto, una secuencia rígida. Después, dos participantes de cada grupo focal escogidos aleatoriamente eran invitados para la entrevista individual.

Los datos obtenidos fueron audiograbados, con autorización previa de los participantes, con los debidos procedimientos éticos y, posteriormente, analizados a partir de la técnica del análisis temático de contenido. Se adaptó, pues, como una unidad de análisis, el tema, por medio de un análisis vertical (mismo sujeto) y transversal (entre sujetos), de modo que se identifiquen semejanzas y disonancias discursivas. Finalmente, los nombres fueron alterados, para mantener la confidencialidad de las/los informantes.

 

LO QUE DICEN LOS JÓVENES SOBRE CORPOREIDAD. PERCEPCIONES, CREENCIAS Y VALORES

Trabajamos con algunas categorías que surgieron como temas a partir de la recurrencia de un asunto en las conversaciones de los/las entrevistadas/os: imagen corporal, autocuidado y transformaciones corporales. En cuanto a la primera, se evidencia la importancia del debate sobre constitución de subjetividades en la relación con la corporeidad. Es decir, la imagen o noción de cuerpo que el sujeto construye en su trayectoria tiene relación directa con su forma de actuar en el mundo y de constituirse, individual y colectivamente.

La noción de cuidado se presenta como un eslabón que relaciona los marcadores de sexo/género y juventud. En este sentido, los cuidados con la propia sexualidad y reproducción revelan formas subjetivas y performativas mediatizadas por el binomio sexo/género en las relaciones con el propio cuerpo y con el cuerpo del compañero/a.

La tercera categoría, transformaciones corporales, se relaciona directamente con las formas de autocuidado y cuidado corporal que los/las jóvenes presentan. De esta manera, es una subcategoría inserta en la propia categoría de autocuidado. Permite todavía realizar análisis sobre las relaciones entre sexo y género, en la medida en que trata de cambios biológicos, que se revelan también como culturales y sociales (Butler, 2003; Scott, 1999).

La imagen corporal, para estos jóvenes, está asociada a imágenes e influencias de la moda y de los medios de comunicación nacionales. Cuerpos trabajados significan cuerpos saludables. A pesar de coincidir en que hay un patrón estético relacionado con el cuerpo físico trabajado, casi ninguno de los varones acude al gimnasio o realiza trabajos físico– corporales. Hay una preocupación de las chicas en relación con los cuidados con el cuerpo, principalmente sobre la estética corporal. La imagen corporal tiene una dimensión estética muy puntual en el relato de los informantes y remite a los patrones de belleza socialmente legitimados por los medios de comunicación y valorizados por los pares.

Investigador: –Con relación a tu cuerpo, ¿te cuidas?
¿Cómo?
–Hago régimen porque quiero ser guay, cuido mi cuerpo para no engordar demasiado (Viviane, 15 años).
–Me cuido hasta donde puedo. Como mucha ensalada, mucha fruta, estoy siempre corriendo. Pero an tes era más delgada (Cátia, 21 años).

También son aprehendidos y aparecen visiblemente en sus discursos modelos propios de estratos urbanos de rentas medias. El cuerpo es vestido con ropas, zapatos y aderezos a partir de parámetros modernos que indican, para los varones, una cultura urbana hip hop, que es divulgada, entre otros, por las telenovelas. Así mismo aparecen alusiones a grupos de rock que cantan sobre la realidad de las favelas y el funk, estilo de danza y música carioca: ya empieza a ser descrito.2

Investigador: –¿Crees que alguien o alguna cosa puede influenciar la forma de pensar de los jóvenes, adolescentes?

–La música influye bastante, yo creo, a los jóvenes, los adolescentes de la periferia. La televisión, mucho. Hasta en la formación, ¿no? El niño que ve muchas películas y vive atento a la televisión, absorbe ese tipo de vida que pasa en la tele... XXX en mi comunidad y en las comunidades... Yo vivo en la periferia, yo siempre me quedo mirando todo. He tenido mi fase también, la fase que me ha venido después y la de antes... Yo me di cuenta de todo, porque el rap te pasa la idea de no hacer aquello, retratando la realidad de la favela y hablándote para no seguir el camino equivocado (Hugo, 21 años).

Hay una demanda explícita de mercaderías investidas de valores de estratos medios, manejadas por los mass media y reforzadas por las relaciones entre los pares. Tal demanda es frecuentemente atendida y estos jóvenes, chicos y chicas, transitan por los territorios socialmente reconocidos como propios de consumo de niveles económicos medios, como los centros comerciales, por ejemplo. Circulan en estos espacios con tales aderezos corporales, reproduciendo performances mediadas por tales relaciones de consumo. El trabajo aparece como un medio por el cual esa demanda es atendida entre chicos y chicas. Uno de los informantes relató que la participación en el narcotráfico fue una mediación importante para posibilitar el acceso a tales bienes.

Tal relación entre imagen corporal, acceso a bienes de consumo y cultura del tráfico en estos barrios, remite a una discusión sobre la constitución de las propias subjetividades de estos/as jóvenes y, por lo tanto, de cómo ellos/as se mueven en el mundo y qué mediaciones son significativas en el establecimiento de relaciones entre los pares.

Entre los varones se enfatiza el patrón normativo de imagen corporal, valorizando el modelo heterosexual, blanco y atlético. La cuestión del cuerpo es tomada a partir de un tópico central: cómo se ven ellos y lidian con su cuerpo. La imagen corporal se relaciona también con una "identidad" o subjetividad joven.

Los varones más jóvenes se muestran más desinhibidos para hablar de la imagen corporal de las chicas que de ellos mismos. Cuando se refieren al cuerpo de las chicas presentan descripciones más detalladas, de partes del cuerpo. Sin embargo, cuando se les solicita hablar de la imagen corporal masculina, algunos se resisten a hablar, demostrando entonces actitudes homofóbicas. Los varones afirman que las chicas de su edad se sienten bien con su cuerpo, pues éste se está desarrollando, pero resaltan que algunas esperan que sus cuerpos se modifiquen, adecuándose a un modelo de un cuerpo esbelto y con curvas "femeninas", como supuestamente les gustaría a los chicos. Con relación a los varones de la misma edad, ellos relacionan la satisfacción con el propio cuerpo a la autoestima, manifestando que si el varón aborda a la chica, él se está sintiendo bien con su cuerpo.

Se nota de modo general entre los varones una gran preocupación relacionada con la imagen, siguiendo el patrón normativo colocado en los medios de comunicación y visto habitualmente en playas frecuentadas por jóvenes de la isla de Florianópolis, como la Playa Mole. Se preocupan en estar de acuerdo con el perfil exigido por los pares, esto es, un cuerpo trabajado en el gimnasio, ropas de marca y accesorios.

Investigador: —¿Vosotros creéis que los chicos hacen alguna cosa para cuidar del cuerpo?
I: — Probablemente (grupo focal varones, 20–24 años).
I: —¿Como qué?
I: — ...el gimnasio, régimen, caminar, natación, a los chicos le gusta el deporte.
12: — Hay que tener un cuerpo guay para estar a la moda, porque miras a la gente que va a la playa Mole, entonces tú también quieres ir y pasa así, entras en el gimnasio, trabajas tu cuerpo para poder ir también (grupo focal varones 20–24 años).

Se observa que estos varones buscan alcanzar un patrón dictado por los estratos medios y de elites, afirmando que así pueden conquistar más fácilmente a las chicas, sin importar su clase social.

Investigador: –¿Qué es lo que llama más la atención de las chicas y de los chicos?
I: – Yo creo que el culo. Si el tío saca su camiseta y no tiene un cuerpo guay, nadie lo mira.
I2: – Ay, no estoy de acuerdo contigo, tío, porque hoy en día...
I: – Mira, antes, si tú ibas a ligar con una chica de otra clase social más alta, no ligabas si la chica estudiaba en Energia, por ejemplo. Hoy en día, si te pones una camisa de marca, te pones una cadena de plata y te vas a x, dudo que ellas no te entren (grupo focal varones 20–24 años).

La imagen corporal femenina que ellos idealizan también está relacionada con el patrón de belleza colocado por los medios de comunicación: "Loira, olhos azuis, corpo perfeito, rosto de boneca..." ("rubia, ojos azules, cuerpo perfecto, cara de muñeca"). Sin embargo, afirman que muchas chicas de su edad son gordas y la mayoría, según ellos, no está satisfecha con su cuerpo:

Investigador: –¿Y esa Camila, pongamos que tiene 22 años, crees que se siente bien con su cuerpo?
I: — La mujer puede estar con 10, 20, 30, 50 años, ella siempre va a encontrar algún defecto. Como una ropa, se va a mirar en el espejo y siempre va a encontrar algo mal, es siempre así.
12.: — La mujer con un cuerpo bonito ya se pelea con el espejo todo el día, imagínate si está con algún michelín de más (grupo focal varones, 20–24 años).

En cuanto a las chicas, la imagen corporal refleja la heterogeneidad de los tipos físicos de los participantes de la investigación. Es decir, ésta puede ser tanto alta como baja, tanto delgada como "gordita", no habiendo un patrón único de referencia. Lo mismo, sin embargo, no ocurre cuando describen el tipo físico de un varón de la misma franja de edad. Esto parece seguir un patrón normativo de belleza que, en ocasiones, es influenciado por los medios de comunicación. Esta visión que poseen de los varones los lleva a pensar que ellos están siempre bien con su cuerpo. Un factor que contribuye en esta dirección, según las conversaciones de las chicas, es que los varones no sufren presión para estar de acuerdo con este patrón. Para ellas, la insatisfacción parece ser una constante, pues siempre hay una imperfección que incomoda y las aleja del ideal de belleza inalcanzable. Esta búsqueda parece estar más asociada a una presión de los otros, haciendo que la auto–referencia esté siempre relacionada con lo que imaginan que los otros piensan y quieren. Es pertinente apuntar que tanto las chicas como los chicos se sienten presionados por alcanzar y mantener un patrón de estética corporal. En la concepción de los varones, esta presión no ocurriría con las chicas, en cuanto que ellas afirman, inversamente, que eso no acontecería para ellos.

En cuanto a los cuidados de sí se percibe una interconexión con lo ya descrito. Es decir, los cuidados del cuerpo van en busca de los modelos dominantes de estética corporal. Con relación al cuidado de la salud y con el propio cuerpo, los/las jóvenes dan más énfasis a la estética que a la promoción de la salud. Los varones afirman que actualmente cuidar del propio cuerpo es algo relacionado con ambos sexos y no sólo impuesto a las mujeres.

Investigador: –¿Y ellos hacen alguna cosa para cuidar del cuerpo? El Tiago o Camila?
I: –Ah, pues claro, ¿no? I: –Se arreglan, se ponen guapos.
I: –Que ahora hasta los hombres se arreglan. No sólo la mujer. Eso ya es cosa del pasado, sólo la mujer (grupo focal varones, 15–19 años).

Sin embargo, los varones no hacen referencia a una preocupación en cuanto a los cuidados con su propio cuerpo y a los cuidados en relación con la(s) compañeras(s) en el ámbito de la promoción de la salud. Esto incide sobre un modelo de masculinidad que parece legitimar prácticas de vulnerabilidad por medio de estrategias de reafirmación de las posiciones que los hombres "deben" ocupar en la dinámica social, atravesadas por concepciones socialmente legitimadas respecto a las masculinidades.3 Se observa también el uso de bebidas alcohólicas como parte de un locus que relaciona valentía, fuerza y disposición como elementos de inversión y de marca de un masculino exaltado por los pares, así como por las chicas.

En referencia con las transformaciones corporales de esta edad, los varones remiten a la actuación de las hormonas, influenciando en el surgimiento de la atracción sexual. Afirman que ocurre una intensificación del deseo sexual, de la intención de tener una relación sexual. Esto es, una relación entre placer y deseo masculinos remitida al orden de lo biológico. De igual modo, comentan las transformaciones corporales de la adolescencia con el surgimiento del deseo sexual. Manifiestan, también, que en esta fase ocurre un cambio en la madurez con el despertar de la sexualidad y de los cambios corporales, el propio joven madura en dirección a la fase adulta.

Las chicas demuestran estar informadas de las transformaciones corporales que tienen lugar en el paso de la infancia a la adolescencia, apuntando que tales cambios exigen otros cuidados, principalmente en relación con las cuestiones referentes a la vida sexual. Esto parece remitir a un reconocimiento de sí en relación con el propio cuerpo. Con todo, se percibe que los cuidados con el cuerpo son mucho más enfatizados en cuanto a mantenerse delgadas que en cuanto a la promoción de la salud.

En la búsqueda por alcanzar más rápidamente el patrón de estética normativo, las chicas, principalmente las de 15 a 19 años, recurren a métodos más rápidos de adelgazamiento, asumiendo, muchas veces, características subjetivas que pueden ser encuadradas entre las prácticas de bulimia. De esta manera, el cuidado consigo mismas está más direccionado a la vanidad con el cabello y con la higiene que con ejercicios físicos, lo que las lleva a utilizar el recurso de la bulimia para adelgazarse. Para ellas los chicos trabajan mucho más el cuerpo en el gimnasio que las chicas y toman anabolizantes para alcanzar sus objetivos físicos más rápidamente. Esta utilización de recursos que proporcionan resultados más rápidos demuestra cuánto el ideal estético establecido por los medios de comunicación y por sus pares controla las actitudes de estos/as jóvenes que no consiguen alcanzarlo.

Todavía en relación con los cuidados de sí, el uso de tés es citado por las chicas como técnica usada para "hacer la menstruación bajar" y para adelgazar. Ellas no hacen referencia al uso de medicinas o de técnicas médicas para mantenerse en el patrón de belleza o para cuidar de lo que sucede con su cuerpo, pero afirman que usan la píldora como método contraceptivo.

Investigador: –Con relación a tu cuerpo, ¿te cuidas? ¿Cómo?
– El verano pasado tomé té de sene, tomaba otros laxantes como lacto purga. Estoy siempre cuidándome, hago exámenes de sangre, orina, una vez al año... Me parece importante cuidar el cuerpo, por supuesto, principalmente en los últimos años. ¡Imagina si ahora no me consigo un marido! (Cátia, 21 años).
Investigador: –¿Y ya lo habéis hecho alguna vez sin preservativo? Y después, si ocurre, ¿qué haces para evitar el embarazo?
– Ya... si lo hubiera hecho sin preservativo y creyera que me puedo quedar embarazada, antes de que me venga la menstruación, ya me tomo un tecito y la menstruación viene normalmente. Hay un medicamento, que no es abortivo, pero que es súper fuerte. Un montón de chicas abortan con eso. Pero yo creo que es un veneno. Yo siempre he tomado tecito, si es natural, no hace mal (Keila, 19 años).

Como se puede evidenciar en el análisis de otras conversaciones de las chicas, como las que contemplan la discusión sobre el uso o no uso del preservativo, los cuidados con el cuerpo también aparecen en las preocupaciones en relación con el embarazo, mucho más que con las ETS/sida. A pesar de que, en muchas ocasiones, ellas admiten que no son siempre tan cuidadosas en cuanto a la prevención, de modo general las informantes demuestran estar informadas sobre lo que puede suceder en su cuerpo cuando inician su vida sexual.

Como consecuencia de tradiciones históricas y culturales que prescriben normas de comportamiento para hombres y mujeres, se tiene el doble patrón de moral sexual que todavía sobrevive en muchos grupos culturales, así como la exigencia de la actividad sexual por parte de los hombres como forma de comprobación de su virilidad/masculinidad. Sin embargo, la preocupación en torno de la virilidad no encuentra correspondencia con respecto a la fertilidad, lo que puede ser certificado por la mayor negligencia por parte de los jóvenes hombres en relación con los cuidados contraceptivos. La vida reproductiva fue y es vista casi exclusivamente como una responsabilidad de las mujeres. Entre los jóvenes investigados esa situación no es muy diferente. Aunque algunos admitan que los cuidados contraceptivos y la responsabilidad por los hijos son atribuciones de ambos, hombres y mujeres, el uso del preservativo es asistemático, así como otros métodos, son poco utilizados y, cuando eso ocurre, se da por medio de la iniciativa de las mujeres. Los hijos, cuando existen, quedan bajo los cuidados de las madres, aunque algunos jóvenes afirmen la división de las responsabilidades en ese campo. Entre las jóvenes mujeres investigadas, la reproducción surge como una de las consecuencias de la vida sexual activa y se torna una preocupación mayor que para los hombres. Es decir, el cuerpo sexual no siempre es visto como un cuerpo reproductivo, especialmente entre los varones.

Algunas chicas relataron que encuentran espacios de diálogo con sus madres para conversar sobre los cambios corporales de la adolescencia. A pesar de que las vivencias corporales relativas a la sexualidad y a los patrones de estética son mucho más discutidas entre sus pares que con la familia, algunas chicas relatan que establecen, aunque no profundamente, diálogos con algunas mujeres de la familia (madre, tía, abuela, prima), que tratan sobre cambios corporales provenientes de la adolescencia y sobre cuidados con la salud sexual–reproductiva.

Investigador: —¿Te preocupas por tu cuerpo? ¿Cómo te cuidas con relación a las ETS?
—Siempre busco informarme sobre qué es eso o aquello. Porque es una preocupación por la forma de nuestro cuerpo, siempre busco mantener contacto con mi madre sobre dolores menstruales (Silvia, 15 años).

 

CONSIDERACIONES FINALES

En esta investigación entendemos la construcción social de las subjetividades interrelacionada con la corporeidad de los sujetos. Por lo tanto, intentamos percibir cómo se desarrollan las relaciones entre los jóvenes investigados y sus cuerpos. Comprendemos que los cuerpos son constituidos sobre la óptica de determinadas regulaciones de género que los sujetos viven. Investigamos aquí algunas maneras "(por las cuales) se imponen esas regulaciones y como son incorporadas y vividas por los sujetos sobre los cuales se imponen..." (Butler, 2005: 8). Las categorías imagen corporal, autocuidado y transformaciones corporales fueron algunas de estas maneras de constitución.

Hemos visto que la imagen o noción de cuerpo que el sujeto construye en su trayectoria tiene relación directa con su forma de actuar en el mundo y de constituirse, individual y colectivamente. Además, las nociones de cuidado, autocuidado y de transformaciones corporales relacionan los marcadores de sexo/género y juventud. Es decir, los sujetos hablan en sus discursos de cuidados con la propia sexualidad y reproducción que revelan formas subjetivas y performativas mediatizadas por el binomio sexo/género en las relaciones con el propio cuerpo y con el cuerpo del compañero/a.

La mayoría de estos datos parecen estar en consonancia con los patrones corporales masculinos y femeninos –y las regulaciones de género– marcados en las sociedades de consumo, en las últimas décadas, evidenciando la construcción cultural del cuerpo, donde algunos atributos son valorizados en detrimento de otros. Considerando los cuerpos como símbolos que validan y significan al sujeto, es importante resaltar la expresiva influencia de las tecnologías de comunicación en el adiestramiento de los cuerpos, definiendo y redefiniendo las relaciones sociales y los significados vivenciados por la juventud en relación con la corporeidad.

En consonancia con los datos presentados y la noción de juventud utilizada, observamos que las prácticas intersubjetivas de estos jóvenes se constituyen en su medio social y se producen y son producidas en las relaciones y objetivaciones cotidianas (Groppo, 2000). De acuerdo con esto, buscamos reflejar la realidad, buscando cuestionar patrones y normas establecidas. Tal y como ha propuesto Swain (2004), vemos a los jóvenes constituyéndose como sujetos, ancorados "en la experiencia de un cuerpo construido entre el asujetamiento a las imágenes y valores de lo social y a su crítica" (Swain, 2004: 185).

Los/las jóvenes estudiados/as conviven en el medio urbano con otros/as jóvenes y se dejan seducir por los valores de consumo que son transmitidos por los medios de comunicación, pero también por las relaciones entre los pares. Uno de los locales por los cuales circulan es el shopping center (centro comercial), espacio geográfico de encuentros con otros grupos, de compras, de consumo de bienes culturales y constitución de un ethos propio, de un estilo de vida joven que es consumido y reforzado. Así como los/las jóvenes de nuestra investigación, otros grupos de jóvenes también se constituyen con y a través de estos marcadores corporales y sociales. A propósito, las varias "tribus" juveniles hacen uso de indumentarias y accesorios que marcan estilos diferenciados y formas de lidiar con el cuerpo y de constituirse socialmente específicas.

Estamos de acuerdo con investigaciones anteriores sobre los comportamientos de jóvenes, violencia y estilos de vida (Cecchetto, 2004; Zaluar, 1998, entre otras), que afirman que las incorporaciones de la moda en el vestuario, la música, el arte, el habla y otros comportamientos juveniles en la sociedad contemporánea son rápidas y de gran alternancia. Esto se da por estar relacionados intrínsicamente con el desarrollo progresivo de un mercado de bienes culturales y simbólicos, que dicta un habitus corporal, a los moldes de Bourdieu (1998). Las autoras arriba citadas utilizan la noción de estilo para abarcar esa diversidad que se constituye más allá de marca dores de clase y de cultura.

Ampliamos la mirada, trayendo una vez más la noción de performatividad de Butler (2003, 1998) para auxiliar la comprensión del fenómeno estudiado. Es justamente por el hecho de que el cuerpo presenta una capacidad simbólica que ultrapasa una visión exclusivamente física y biológica que él mismo se interrelaciona de forma tan intrincada en la formación de la subjetividad. La noción de performatividad de género ayuda a percibir cuánto los/las jóvenes, desde su posición de sujetos, están atravesados por las normatividades discursivas del sexo/ género, que es una orden normativa eminentemente performativa (Butler, 2003 y 1998) y que conforma cuerpos y subjetividades.

Aún más, nos ayuda a comprender que los estilos de corporeidad adoptados por los/las jóvenes de contextos urbanos de baja renta de una ciudad del sur de Brasil tienen especificidades locales, pero que también se concatenan con los estilos dictados por un habitus corporal propio de las sociedades de consumo contemporáneas, del mundo globalizado. Nos ayuda, en fin, a comprender que existe una fluidez de cuerpos y discursos (Butler, 2005 y 1998) y cómo en momentos determinados esa comprensión y este conocimiento puede proporcionar la comprensión a las/los jóvenes, y las/los educadores que trabajan con ellos, de formas de cuidados de sí —sexuales y reproductivos, pero también de otros órdenes intersubjetivos— que inciten performatividades que puedan estar en los márgenes. Además, que éstas puedan surgir y destacarse con mayor autonomía y que puedan promover prácticas de cuidado y de corporeidad menos aprisionantes, que no conduzcan a enfermedades y a sufrimiento.

 

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Notas

1 Parte de los resultados de esta investigación, direccionados para el debate sobre paternidad y juventud, fueron publicados en La Ventana, núm. 23, año 2006, con el título "Paternidad y juventud: investigando el universo de estratos populares en el sur de Brasil". Además, el debate hecho en este texto sobre corporeidad y juventud se inspira en el artículo de Judith Butler, publicado en versión castellana también en la edición núm. 23 de La Ventana, con el título "Regulaciones de género".

2 Véase L. S., Soares, Mv, Athayde, Bill, C. Cabeça de Porco. Río de Janeiro, Objetiva, 2005.

3 A este respecto, véanse Pedro Nascimento, "Ser homem ou nada": diversidade de experiências e estratégias de atualização do modelo hegemônico da masculinidade, em Camaragibe/PE. Dissertação (Mestrado en antropología cultural). Recife, UFPE, 1999.

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José Olavarría (ed.). Masculinidades y equidad de género en América Latina. Santiago, FLACSO, 1998, pp. 258–266.

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