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La ventana. Revista de estudios de género

versão impressa ISSN 1405-9436

La ventana vol.4 no.30 Guadalajara Dez. 2009

 

La teoría

 

Patrones, estereotipos y violencia de género en las escuelas de educación básica en México

 

Elena Azaola Garrido*

 

* Doctora en antropología social y psicoanalista, investigadora en CIESAS–México, miembro del SNI, nivel III. Correo electrónico: eazaola@ciesas.edu.mx.

 

Resumen

Este estudio permite conocer y trazar un panorama amplio sobre la situación de la igualdad y la violencia de género en las escuelas de educación básica del país. Se recabó información acerca de un espectro muy amplio de comportamientos, actitudes y estereotipos en los cuales se manifiesta la discriminación por género. Se elaboró una muestra conformada por 395 escuelas públicas primarias y secundarias, representativa a nivel nacional, y se aplicaron cuestionarios a un total de 26 319 niños y niñas. Entre los hallazgos más importantes del estudio destacan: a) que dos terceras partes de niños y niñas dijeron haber recibido al menos una agresión física durante los dos últimos años; b) que 6.3% de los niños/as dijeron de manera espontánea que lo primero que cambiarían en su escuela es que no hubiera tanta violencia, y c) que la violencia psicológica es la de mayor incidencia y se dirige tanto a niños como a niñas, si bien a estas últimas les afecta más.

Palabras clave: Igualdad, violencia, género, escuela, estereotipos.

 

Abstract

Based on data on a very wide spectrum of behavior, attitudes and stereotypes through which gender discrimination manifests itself, this paper introduces and sketches in broad strokes the current situation of gender equality and gender violence in elementary and secondary schools in Mexico. The sample included 395 public elementary and secondary schools nationwide; questionnaires were applied to 26 319 boys and girls. Among the most important findings are that: a) two thirds of the boys and the girls reported having been physically assaulted in the last two years; b) 6.3% of the boys and girls said spontaneously that the first thing they would change about their school would be to reduce violence, and c) that psychological aggression has the highest incidence and is directed towards both boys and girls, but has a greater effect on the latter.

Key words: Violence, gender, school, stereotypes.

 

La violencia en las escuelas es un tema de creciente preocupación tanto para estudiantes como para maestros en el mundo entero (Jensen y Howard (eds.), 1999). No obstante que, tanto en el ámbito nacional como internacional, prácticamente no existen estudios especializados en la violencia de género en las escuelas, se cuenta con una masa crítica de evidencias que muestran que la violencia se expresa y afecta de diferente modo a niños y niñas, lo que resulta relevante para poder enfrentar de manera eficaz la violencia de género en las escuelas.

El presente estudio permite conocer y trazar un panorama amplio sobre la situación de la igualdad y la violencia de género en las escuelas de educación básica del país. Su objetivo principal ha sido generar conocimiento capaz de orientar el diseño y el desarrollo de políticas educativas que propicien un mayor y mejor equilibrio entre los sexos, y que contribuyan de manera eficaz a eliminar la violencia de género.

El estudio recabó información acerca de un espectro muy amplio de comportamientos, actitudes y estereotipos en los cuales se manifiesta la discriminación por género. Entendemos como violencia o discriminación por género a todas aquellas actitudes, comportamientos, creencias, estereotipos, prácticas y valores que coloquen en desventaja a los niños o a las niñas por el hecho de serlo. No sólo nos circunscribimos a los comportamientos abiertamente agresivos o dañinos, sino a todos aquéllos que, al limitar o restringir la participación de las niñas o de los niños en ciertas actividades o al prescribir pautas de conducta y expectativas diferenciadas por género, limitan el desarrollo pleno de su potencial y de sus capacidades.

 

Metodología

Con el fin de obtener datos de primera generación y estadísticamente significativos, se elaboró una muestra conformada por 395 escuelas públicas primarias y secundarias, representativa en el ámbito nacional, que abarca escuelas de tres niveles de marginación (muy alta–alta; media y baja–muy baja), así como de cinco de los ocho tipos de escuelas públicas primarias y secundarias que existen en el país (primaria general, primaria indígena, secundaria general, secundaria técnica y telesecundaria).

Un total de 26 319 niños y niñas de cuarto, quinto y sexto de primaria (diez a doce años), así como de adolescentes de primero, segundo y tercero de secundaria (trece a quince años) de las escuelas seleccionadas, respondieron a las encuestas diseñadas para conocer las características y el contexto en el que se genera la violencia de género en las escuelas.

Aunque por falta de espacio no nos es posible adentrarnos en todos los detalles del diseño muestral, cabe señalar que se trata de un diseño probabilístico, debido a lo cual los resultados se pueden generalizar a toda la población: polietápico, estratificado y por conglomerados, siendo el grupo de estudiantes la última unidad de selección.

El universo de estudio se conformó con el padrón de escuelas primarias y secundarias públicas correspondiente al fin del ciclo escolar 2007–2008, realizado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), combinado con el correspondiente índice de marginación de la localidad donde se localiza cada escuela, este último según la clasificación del Consejo Nacional de Población (Conapo).

 

Resultados

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud:

El maltrato o la vejación de menores de edad abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia, explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder (2003: 65).

De acuerdo con esta definición, el estudio que realizamos recabó información acerca de un espectro muy amplio que abarca comportamientos, valores, actitudes, creencias, estereotipos y prácticas en las cuales se manifiesta la discriminación por género. Recabamos, así, información acerca de las preferencias o las creencias que se tienen sobre aquello en lo que consideran que los niños y las niñas son mejores o son más competentes, por el hecho de ser niños o niñas. Ello porque consideramos que, en la medida que dentro del ámbito escolar se piense y se actúe conforme a la creencia de que los niños y las niñas son más aptos/as para ciertas cosas por el hecho de serlo, se estarían reproduciendo, quizá de manera inconsciente, valores, prejuicios y creencias que resultan en discriminación, en desventajas por género. Quisiéramos, de este modo, que el estudio contribuyera a derribar los obstáculos, las barreras que impiden que niños y niñas desarrollen de manera plena su potencial y sus capa cidades.

Exponemos a continuación los resultados que consideramos más significativos en función de los objetivos antes esbozados, pero dejando en claro que de ninguna manera agotan el potencial y la riqueza de la información que proporcionaron los niños/as de las 395 escuelas primarias y secundarias que visitamos en el país.

 

Los niños y niñas de cuarto y quinto de primaria

El cuadro 1 resume algunos de los datos que obtuvimos sobre lo que los niños y niñas reportaron que ocurre en sus casas.

Como sabemos, el que niños y niñas reporten que su madre les pega más que su padre, tiene que ver con que las madres se ocupan más del cuidado de los niños que los padres. Por lo demás, el dato sobre quién consideran que manda en su casa revela una distribución más igualitaria de las jerarquías que la que es propia del modelo patriarcal. Esto representa un avance importante en la manera como los niños y las niñas perciben la distribución del poder en la familia.

En el mismo sentido, los enunciados representativos de una cultura tradicional respecto de que los padres consienten más a las niñas para protegerlas o de que consideran que los hijos varones no deben seguir estudiando porque tienen que trabajar, obtuvieron porcentajes muy bajos de aceptación.

En relación con las actividades escolares que más les gustan a los niños y niñas de cuarto y quinto, encontramos que no existen grandes diferencias, pues la preferencia por casi todas las actividades (lectura, matemáticas, historia, deportes, música, ciencias naturales, dibujo, escribir cuentos, etc.) se distribuye de manera muy pareja entre los géneros, con excepción de los deportes y las matemáticas, que gustan más a los niños, mientras que cantar, bailar y escribir cuentos gustan más a las niñas en la mayoría de los casos. Es decir que, si bien se aprecia que niños y niñas participan con igual gusto e interés en la mayoría de las actividades escolares, todavía hay otras en las que parece que los estereotipos de género continúan operando.

Con respecto a quiénes opinan los niños y niñas que son los mejores para ciertas actividades, resultó que las niñas destacan más en lectura, canto y baile, así como también son con mayor frecuencia las más aplicadas del salón. Los niños destacan, en cambio, en deportes y matemáticas, mientras que en dibujo igualan a las niñas.

Otro punto en que se aprecian diferencias por género es en la mayor presión que las niñas parecen recibir por parte de los/as maestros/as en relación con su arreglo o su aspecto personal. Las niñas reportan que con frecuencia reciben llamados de atención por llevar uñas o labios pintados, llevar la falda muy corta, el peinado a la moda o los aretes muy grandes. Aunque sería un punto que tendría que explorarse más a fondo, podría ser que lo que se reprimieran fueran las manifestaciones de la sexualidad, lo que parece confirmarse con el hecho de que los niños reportan llamados de atención por comportamientos que se juzgan como "afeminados" o por llevar el cabello largo o aretes. A las niñas, entonces, se les reprimiría en cierto modo por hacer uso de signos que las identifican con su género, mientras que a los hombres por lo contrario.

Respecto a incidentes que ocurren en la escuela, un porcentaje muy significativo y preocupante de 18.2%, tanto de niños como de niñas, dijeron que en su escuela habían ocurrido casos en que una niña había sido llevada por uno o varios niños a un rincón del patio para intentar tocarla sin que ella quisiera.

Un ejercicio que resultó muy interesante fue preguntarles a los niños durante los próximos veinte años qué estudios habrán terminado, lo que se reporta en el cuadro 2:

La respuesta fue muy alentadora, ya que muestra que la gran mayoría —dos terceras partes— de los niños y niñas de escuelas públicas, y especialmente más niñas que niños (68% contra 62%), tienen la expectativa de cursar una carrera universitaria; es decir, más del doble de los que actualmente logran cursarla y la misma proporción que existe, en promedio, para los países de la OCDE.

El otro signo que también resulta alentador es que las niñas dejan de ser las portadoras de estereotipos de género que las harían visualizarse, como antaño, en el hogar, y no sólo eso sino que superan incluso a los niños en su aspiración por llegar a la universidad.

Es también interesante señalar que, significativamente, más niños que niñas (71.7% contra 57.5%) suponen que para entonces ya se habrán casado, lo que de nueva cuenta pone en cuestión los estereotipos de género y confirma las aspiraciones universitarias de las niñas, mientras deja ver una actitud más conservadora por parte de los niños.

En lo que se refiere a los oficios o profesiones en los que se imaginan que para entonces estarán trabajando, destaca de manera muy significativa la alta proporción de niñas (30.3%) que se imaginan a sí mismas trabajando como maestras en una escuela, comparada con sólo 11.6% de los niños. Para las niñas le sigue en importancia las que quisieran ser médicas o dentistas, con 16.5%, frente a sólo 8.3% de los niños. Los otros oficios que los niños señalaron con mayor frecuencia fueron policía o bombero, 8%; abogado, 6%; deportista, 4.6%; ingeniero o arquitecto, 5.3% y albañil o pintor, 6.3%.

Así mismo, nos parece relevante el dato de quién suponen los niños y niñas que los/as apoyará para alcanzar estas metas. El 51.6% de las niñas y 54.4% de los niños anticipan que los apoyará su padre; sin embargo, ambos perciben que quien los apoyará más será su madre, con 63.9% para las niñas y 55.3% para los niños. Es decir, particularmente las niñas perciben que su madre espera más de ellas y las apoyará más que su padre para que puedan alcanzar sus objetivos.

 

Los niños y niñas de sexto año

Al hacerles la siguiente pregunta a los niños y niñas de sexto grado: ¿cuáles son los grupos que se forman en su salón?, niños y niñas proporcionaron respuestas distintas: menos niños (35.8%) que niñas (39.6%) identificaron a los/as "estudiosos/as" y más niñas (28.1%) que niños (27.6%) identificaron a los/as "bromistas". De igual forma, menos niñas (10.6%) que niños (14.9%) identificaron a los/as "agresivos/as" y ambos, casi por igual (12.7% las niñas y 14% los niños) a los/as "no aplicados/as".

Al analizar las ventajas y desventajas de pertenecer a estos grupos resalta que para las niñas es más importante (32.6% contra 29%) pertenecer para "ayudarse unos a otros", pero también que los "chismes" les afectan más a ellas que a los niños (29.4% contra 21.2%), lo que resulta consistente con lo que han encontrado estudios realizados en distintos países. Para los niños, en cambio, es más importante "pasarla bien" (22.2% contra 20.3%) y "tener más amigos/as" (12.4% contra 11.4%). En esto vuelven a aparecer los estereotipos de género que hacen a las niñas preocuparse más por los vínculos, aunque también las hacen más dependientes del "qué dirán" que a los niños. Los niños, por su parte, y siguiendo los estereotipos de género, parecen menos preocupados por el "qué dirán" y ligeramente más dispuestos que las niñas a "pasarla bien".

Con respecto a compartir la banca en el salón de clases, 32.9% de las niñas y 40.5% de los niños dijeron que les parecía bien que mezclaran a niños y niñas; sin embargo, 47.3% de las niñas dijeron que preferían sentarse con otras niñas y 32.4% de los niños también prefieren sentarse con otros niños. El hecho de que más niñas que niños prefieran sentarse entre sí muestra, como lo han señalado otros estudios, que los niños suelen molestar más a las niñas que a la inversa.

Por otro lado, nos parece un dato muy positivo que dos terceras partes de los niños y de las niñas (64.9%) dijeran que ambos participan, por igual, en el salón de clases. Así mismo, nos parece positivo que 45.8% de los niños y 42.4% de las niñas expresaran que ambos participan, también por igual, en hacer "relajo" en el salón.

También son alentadoras las percepciones de los niños y niñas sobre las asignaturas para las que se consideran más competentes, ya que no existen diferencias demasiado pronunciadas, con excepción de las matemáticas y el dibujo, para las que los niños se consideran más competentes: 29.4% contra 21.8%, para las matemáticas y 30% contra 22% para el dibujo.

Para formar grupos de trabajo tampoco se perciben diferencias importantes en la integración de los grupos por género, dependiendo de si el/la maestro/a es hombre o mujer. Tanto en el primer caso (57.5%) como en el segundo (50.3%), los/as niños/as dijeron que los/as maestros/as suelen formar grupos mezclando niños y niñas por orden de lista. Cuando se forman equipos mixtos, una tercera parte de los niños y niñas dicen que todos hacen "relajo" por igual. Sin embargo, el resto de los niños/as tienen opiniones distintas acerca de quiénes trabajan más o quiénes hacen más "relajo". Las niñas opinan que los niños hacen más relajo (25.1%) y trabajan menos (19.8%), mientras que, con respecto a estos porcentajes, sólo la mitad de los niños opinan que las niñas trabajan menos (11.5%) y hacen más relajo (8%).

Con respecto a los problemas que con mayor frecuencia se presentan entre niños y niñas durante el recreo, se mencionaron los siguientes: se pelean por el espacio en las canchas; los niños no quieren jugar con las niñas; los niños agreden a las niñas y los maestros/as favorecen a las niñas y les permiten jugar futbol. Y, sobre el tipo de acuerdos que con más frecuencia se mencionaron para resolver estos conflictos, se encuentran la intervención de los/as maestros/as para decidir quiénes ocupan los espacios o bien acuerdos sobre que el primero que llegue o lleve la pelota ocupa las canchas. También se preguntó a los niños/as sobre las ventajas y desventajas de ser niña/o en la escuela. Las siguientes fueron las respuestas que ofrecieron (véase cuadro 3):

Destacan las respuestas de una tercera parte de las niñas y los niños que preocupan en la medida que parecen reproducir los viejos patrones de género: las niñas expresan temor por sentirse agredidas o marginadas por los niños, y los niños expresan satisfacción por ejercer su masculinidad de modo dominante y agresivo.

Las respuestas que proporcionaron a la pregunta: ¿cómo se burlan los niños de las niñas y las niñas de los niños? fueron: por sus gustos diferentes (25.4% según los niños y 29.1% las niñas); por su físico (21.5% contra 22.2%); por su forma de hablar o caminar (21.9% contra 20.7%); por su forma de vestir (23.5% contra 19.5%). Ello permite apreciar que en este punto no existen grandes diferencias por género, lo que resulta consistente con lo que otros estudios han encontrado.

Otras maneras de burlarse que tanto niños como niñas reportaron fueron las siguientes: hacer bromas pesadas sobre su aspecto físico, poner apodos, esconder o robar cosas y hacer burla frente al grupo cuando alguien se equivoca en clase. En ello tampoco se encontraron diferencias sustantivas por género; es decir, tanto niños como niñas se burlan de sus compañeros/as y ambos lo resienten, si bien, como hemos dicho antes, las niñas parecen resentir más que se burlen o que se hable mal de ellas.

A la pregunta de si durante los últimos dos años habían sufrido alguna agresión física, llama la atención los altos niveles de respuestas positivas que se obtuvieron, esto es, los altos niveles de violencia física que reportaron haber sufrido, ya que abarcan a las dos terceras partes de los niños y niñas. Mientras que sólo 33.9% de las niñas y 25.5% de los niños dijeron no haber sufrido ninguna agresión física durante los últimos dos años, el resto de los niños y niñas dijeron haber sido agredidos por un compañero (31.9%), una compañera (18.5%), un maestro (5.5%), una maestra (4.1%), el director (2.3%), la directora (1.7%) o el conserje (2.4%).

Sin desconocer las dificultades que existen para comparar estos resultados con los encontrados por estudios realizados en otros países (ya que los instrumentos de medición y los periodos de referencia no son los mismos), no podemos dejar de hacer notar que los niveles de violencia física encontrados son muy elevados, principalmente si se les compara con los niveles detectados entre los países miembros de la OCDE.

Las diferencias más significativas por género que nosotros encontramos son una mayor proporción de niños que reportan haber sufrido patadas y puñetazos, y una mayor proporción de niñas que reportan haber sufrido jalones de cabellos y empujones. A la pregunta: ¿qué cambiarías de tu escuela?, 6.3% de los niños y niñas de sexto año respondieron que no hubiera violencia y sí respeto.

Con respecto a la pregunta: ¿qué hacen cuando tienen un problema fuerte en la escuela?, niños y niñas respondieron lo siguiente: trato de resolverlo (30.4% los niños y 36.3% las niñas); reclamo y digo lo que pienso (22.7% los niños y 26.3% las niñas); me quedo callado/a (20.6% los niños y 20.4% las niñas); busco vengarme (17.8% los niños y 9% las niñas); culpo a otro de lo que me acusan (4.8% los niños y 3.4% las niñas) y le digo al maestro/a o al director/a (1.1% los niños y 2.9% las niñas).

Las respuestas son, de nueva cuenta, consistentes con los patrones de género y con los hallazgos que han reportado otros estudios; es decir, que las niñas se empeñan más por resolver los problemas de manera pacífica o solicitando ayuda a los adultos, mientras que los niños son más propensos a buscar venganza o a culpar a otros.

Sin embargo, y mientras que una proporción igual de niños y niñas dijeron que se quedan callados/as, más niñas que niños dijeron también que reclamarían y expresarían sus puntos de vista, en lo que volvemos a encontrar una actitud más asertiva por parte de las niñas.

Se propusieron también a los niños y niñas una serie de enunciados que resumen algunos de los más frecuentes prejuicios por género. Los resultados aparecen en el cuadro 6.

En el cuadro 7 están las respuestas que proporcionaron las niñas al proponerles los mismos enunciados.

Los cuadros anteriores resumen de manera muy nítida y consistente uno de los hallazgos más notables que obtuvimos: para decirlo brevemente, las niñas se oponen mucho más claramente que los niños a los prejuicios de género.

De igual forma, y de manera consistente con los resultados que obtuvimos entre los niños y niñas de cuarto y quinto de primaria, también entre los/as de sexto encontramos que más niñas (69.9%) que niños (60.8%) aspiran a llegar a la universidad. Entre las carreras que con mayor frecuencia mencionaron se encuentran: maestro/a (30.2% de las niñas y 15.4% de los niños); doctora/a (18.6% y 13.7%, respectivamente); abogado/a (10.2% de los niños y 9.5% de las niñas); ingeniero agrónomo (7.7% de los niños y 1.2% de las niñas).

Con respecto a las labores que los niños y niñas de sexto año realizan además de estudiar, reportaron que colaboran en sus casas con las siguientes tareas: 30% de los niños y 63.8% de las niñas lavan platos; 30.1% de los niños y 50% de las niñas barren y trapean; 46.2% de los niños y 52.4% de las niñas cuidan a sus hermanos/as; y 14.9% de los niños y 24.3% de las niñas lavan y planchan ropa. Así mismo, 7.7% de los niños y 4.7% de las niñas señalaron que trabajan fuera de su casa y reciben un salario.

Sobre las relaciones con sus padres: 84.2% de los niños y niñas de sexto año señalaron que su madre platica con ellos y 45.5% que su padre platica con ellos/as, pero 5.5% dijo que ninguno de los dos platica con ellos/as.

 

Los y las adolescentes de secundaria

Los/as adolescentes de primero, segundo y tercero de secundaria identificaron la existencia de los siguientes grupos en su salón: los/as bromistas (31.6% de las mujeres y 33.6% de los hombres); los/as estudiosos/as (36% y 32%, respectivamente); los/as no aplicados/as (13.9% y 14.2%) y los/as agresivos/as (7% y 11.4%). Salvo por el hecho de que en las escuelas rurales identificaron con menor frecuencia al grupo de los/as no aplicados/as, no se observan diferencias significativas por urbano/ rural ni por nivel de marginación en cuanto a los grupos que identificaron.

En lo que se refiere a las ventajas que los/as adolescentes consideran que existen de participar en algún grupo, prácticamente no se observan diferencias por género ni por nivel de marginación. En cambio, con respecto a las desventajas, sí se observaron diferencias por género. Entre las que mencionaron las siguientes: que cuando surgen problemas, castigan a todos (36.6% los hombres y 31.9% las mujeres); que surgen chismes entre hombres y mujeres (12.8% y 26.4%, respectivamente); que surge la competencia entre amigos y amigas (19.3% y 14.8%); que hombres y mujeres compiten por sus compañeros/as (14.6% y 12.1%) y que se dan más pleitos cuando están en grupo (13.5% y 10.5%).

Hombres y mujeres coincidieron (60.9%) en que ambos participan por igual en clase. Sin embargo, 24.3% señaló que participan más las mujeres y 13.4% que los hombres. En las escuelas con menor nivel de marginalidad el contraste es mayor: 28.7% opina que participan más las mujeres y 9.2%, más los hombres.

Con respecto a quiénes participan más en el "relajo", las respuestas se dividen casi por igual entre "ambos" (42.8%) y "los hombres" (48.1%) y muy pocos/as opinan que son las mujeres quienes participan más en el "relajo" (8.1%). En las escuelas rurales son más los/as que opinan que "los hombres" participan más en el "relajo" (51.1%).

Al formularles la pregunta: ¿en qué tipo de actividades consideras que los hombres y las mujeres son más eficientes en tu salón?, se obtuvieron las respuestas que aparecen en el cuadro 8.

Llama mucho la atención que los y las adolescentes consideren que los hombres son mejores en matemáticas, dibujo y deportes, mientras que las mujeres en todas las demás asignaturas. Cabe mencionar que los porcentajes que citamos corresponden al promedio de lo dicho tanto por hombres como por mujeres y, aunque lo que se mide son las opiniones y no el desempeño real, de todas maneras preocupa que los hombres sean vistos o se vean a sí mismos como menos eficientes que las mujeres en prácticamente todas las asignaturas.

Con respecto a lo que sucede cuando trabajan en equipos mixtos, los/as adolescentes respondieron que todos echan mucho "relajo", 28.3%; que los hombres echan mucho "relajo", 20.3%; que los hombres trabajan menos, 17.6%; que las mujeres trabajan menos, 6.5% y que las mujeres echan mucho relajo, 4.4%. Dado que hemos citado el promedio de lo que opinan hombres y mujeres, queda claro que ambos tienen la impresión de que, cuando conforman equipos mixtos, las mujeres trabajan más y echan menos "relajo" que los hombres. No se observan diferencias significativas por nivel de marginación. En cuanto a las ventajas y desventajas de ser hombre o mujer en la secundaria, véanse cuadros 9 y 10.

En cuanto a los principales motivos de burla entre alumnos y alumnas mencionaron los siguientes: por el aspecto físico, 24.5%; por la forma de hablar o caminar, 26.5%; por gustos diferentes, 24.7% y por la forma de vestir, 16.6%. No encontramos diferencias significativas por escuela rural/urbana o por nivel de marginación. Encontramos que los hombres se burlan más de las mujeres por su aspecto físico o sus gustos diferentes, en tanto que las mujeres se burlan más de los hombres poniéndoles apodos o haciéndoles burla frente a los demás cuando se equivocan en clase.

Al preguntar a los/as alumnos/as de secundaria: ¿quién los ha agredido físicamente durante los últimos dos años? respondieron: "nadie me ha agredido", 39.8%; compañero, 26.5%; compañera, 16.5%; maestro, 4%; maestra, 3.3%; director, 1.8%, directora, 1.3% y personal de intendencia, 0.2%. No se encontraron diferencias importantes por escuelas rural/urbana ni por nivel de marginación.

Sobre el tipo de agresiones que alumnas y alumnos sufrieron, véase el cuadro 11.

Con respecto a qué hacen cuando tienen un problema fuerte en la escuela o les parece injusto lo que les han hecho, más mujeres que hombres (36.8% contra 30%) refirieron que reclaman o hacen saber lo que piensan o intentan resolverlo (35.8% contra 32.6%), mientras que más hombres que mujeres dijeron que se quedan callados (19.4% contra 15.9%) o que intentan vengarse (11.8% contra 7.2%).

En relación con la lista de prejuicios más frecuentes de género, los/as alumnos/as de secundaria reportaron lo siguiente en el cuadro 12.

Las respuestas que proporcionaron las niñas al proponerles los mismos enunciados están incluidas en el cuadro 13.

De manera consistente con los datos que obtuvimos en las primarias, son claramente las adolescentes las que muestran menos apego a los prejuicios de género en comparación con sus compañeros. Sin embargo, hay que hacer notar que en los hombres se muestra también un avance importante en esta dirección si se comparan sus respuestas con las de los niños de primaria. Es decir, al parecer, en la medida que niños y niñas van madurando e incorporando conocimientos, tienden a dejar atrás dichos prejuicios y a adoptar actitudes de género más igualitarias.

En lo que respecta a la pregunta: ¿qué nivel de estudios piensan alcanzar?, de nueva cuenta son las adolescentes quienes manifiestan aspiraciones más elevadas, ya que 68.3%, en comparación con 58.3% de sus compañeros, aspira a cursar una carrera universitaria. Por otra parte, 11.1% de las mujeres y 14.9% de los hombres dijeron que pensaban abandonar la escuela al concluir la secundaria.

En cambio, en las escuelas rurales y en aquéllas con más altos niveles de marginalidad, las expectativas de llegar a la universidad se reducen 60% y 64%, respectivamente, en promedio para hombres y mujeres lo que, de todos modos, es una expectativa muy elevada si se compara con 24% de los jóvenes que actualmente logran cursar una carrera universitaria.

Para las mujeres, ser maestra sigue siendo una aspiración importante, aunque más reducida respecto a lo que señalaron las niñas de primaria (20.5% en comparación con 30%). Ser médicas, en cambio, sigue ocupando un lugar muy importante. En los hombres las principales aspiraciones son ser médico, ingeniero o abogado.

 

Conclusiones

El estudio confirma varios de los hallazgos que estudios similares llevados a cabo en distintos países han encontrado. En primer lugar, que los niños son responsables de un mayor número de agresiones en las escuelas que las niñas, pero que niños y niñas son víctimas de esas agresiones casi por igual. Preocupa que dos terceras partes de niños y niñas, tanto de sexto año como de secundaria, dijeran haber recibido al menos una agresión física durante los dos últimos años. Las agresiones más frecuentes para los niños son las patadas y puñetazos, mientras que para las niñas, los jalones de cabello y empujones. De manera espontánea, 6.3% de los niños/as dijeron que lo primero que cambiarían en su escuela es que no hubiera tanta violencia. Cabe señalar que la violencia fue considerada como un problema más severo en las escuelas urbanas con bajos niveles de marginación. En estas últimas se señaló con más frecuencia la presencia al interior de la escuela de grupos que intimidan.

En segundo lugar, y como también lo han mostrado otros estudios, las agresiones más frecuentes en las escuelas son las de tipo verbal o psicológico como, por ejemplo, poner apodos o burlarse de los/as compañeros/as. Este tipo de agresiones afecta más a las niñas que a los niños.

Si bien los niños y niñas señalaron que sus compañeros/as son los responsables de la mayor parte de las agresiones, en algunos casos también opinaron que habían recibido agresiones, incluso físicas, por parte de sus maestros/as.

De igual manera preocupan los altos niveles de abuso sexual que reportaron los niños y niñas de cuarto y quinto año cuando señalaron que 18.2% de las niñas han sido llevadas al patio para tocarlas sin su consentimiento.

Aunque los niños y niñas reportaron que discriminan a sus compañeros/as por motivos similares a los que otros estudios han reportado, es decir, por su aspecto físico, su arreglo personal o su manera de hablar o caminar, los maestros/as hicieron notar que los niños/as más pobres también suelen ser discriminados. De igual modo, los niños/as reconocieron que discriminan a aquellos niños que les parecen afeminados, así como a las niñas que les parecen más aguerridas. Existe también muy poca tolerancia, tanto por parte de los alumnos/as como de los maestros/as, para aquéllos/as que manifiestan tener una preferencia sexual distinta a la heterosexual.

Sin embargo, hubo también hallazgos que no habíamos anticipado. Entre ellos, que las niñas están más dispuestas a dejar atrás los estereotipos de género y a construir un mundo más igualitario que los niños. También, que las niñas tienen expectativas de educación consistentemente más elevadas que los niños. Los niños dijeron, por ejemplo, que esperan casarse y tener hijos a edades más tempranas que las niñas, y tanto los niños como las niñas confían en que sus madres los apoyarán más para seguir estudiando que sus padres. De la misma manera, niños y niñas señalaron que platican más a menudo con sus madres que con sus padres. Esto último nos preocupa, ya que los niños y niñas requieren del apoyo tanto por parte de sus madres como de sus padres, o de quienes los sustituyen.

Además, hay otros datos sobre los niños (varones) que nos preocupan pues, si bien la información que obtuvimos revela que en las escuelas se hace todo lo posible para que niños y niñas desarrollen al máximo sus capacidades y participen por igual en todas las actividades y asignaturas escolares, con frecuencia los niños fueron calificados como menos responsables que las niñas, menos participativos y menos aplicados. Así mismo, sus aspiraciones para el futuro son claramente más modestas que las de las niñas; en especial en la secundaria, la opinión que dieron los y las adolescentes fue que consideran a las mujeres más competentes que a los hombres en prácticamente todas las asignaturas, con la excepción de matemáticas, deportes y dibujo. También dijeron que cuando hacen tareas en grupo, las mujeres trabajan más. Estas opiniones fueron corroboradas por los/as maestros/as y directores/as, quienes señalaron que consideran igualmente competentes a niños y niñas, pero con mayor frecuencia dijeron que consideran más responsables a las mujeres. Esta situación es incluso más preocupante en las escuelas con niveles más altos de marginación, ya que en éstas los niños participan aún menos y expresaron sentirse menos respetados.

Es importante considerar que, si como hemos dicho más arriba, se requiere que en las familias los padres tengan un papel igualmente activo y responsable para con sus hijos e hijas que las madres, es necesario que desde pequeños se les anime a participar, a ser responsables y a expresar sus emociones. En esta misma línea encontramos que, mientras que las niñas dijeron que cuando tenían un problema grave intentaban resolverlo o pedían apoyo a los adultos, los niños, en cambio, con mayor frecuencia señalaron que se quedaban callados o intentaban tomar venganza. Así mismo, mientras que las niñas dijeron que deberían ponerse reglas y llegar a acuerdos para decidir cómo utilizar las canchas de juego, los niños con mayor frecuencia señalaron que quien gana primero la cancha o lleva la pelota tiene derecho a utilizar las canchas.

El estudio mostró también con claridad que si bien los/as maestros/as hacen su mejor esfuerzo por apoyar, impulsar y brindar las misma oportunidades a niños y niñas, no siempre cuentan con los conocimientos y las herramientas necesarias para poder identificar los problemas de discriminación y violencia de género ni para proporcionar las respuestas apropiadas cuando surgen esta clase de problemas. Sin embargo, hoy en día se cuenta con los conocimientos que permiten afirmar que los prejuicios de género han supuesto desventajas importantes que impiden el desarrollo pleno de las capacidades físicas, emocionales e intelectuales de niñas y niños. Es por ello que resulta de capital importancia asegurarnos que niñas y niños tengan las mismas oportunidades y sean tratados bajo el principio de igualdad en las escuelas.

 

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