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La ventana. Revista de estudios de género

versión impresa ISSN 1405-9436

La ventana vol.3 no.27 Guadalajara jul. 2008

 

En la mira

 

El cuadro: una aproximación narrativa a la discriminación por género

 

Larisa Ivón Carrera Fernández* y Alberto Enrique D' Ottavio Cattani**

 

* Profesora médica, escuela de medicina, Universidad Nacional de Rosario y Universidad Nacional del Litoral, Argentina. Correo electrónico: carreralarisa@hotmail.com.

** Profesor y doctor, escuela de medicina y consejo de investigaciones, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Correo electrónico: aedottavio@hotmail.com.

 

Aquella mañana de marzo de 2008 ingresamos a la sala del Consejo Directivo de nuestra escuela médica en Rosario, Argentina. Después de entrar, observamos que sobre la pared lindante con el decanato pendía un gran cuadro que no recordábamos haber visto. Dado que el área es zona de tránsito obligado para personas y personajes, nos detuvimos en él con cierta morosidad.

Como dable es apreciar en la fotografía digital que obtuviéramos de él con posterioridad, se trata de una obra academicista en la que un grupo de profesionales rosarinos observa una intervención; el cirujano que lleva avante la delicada tarea es el insigne profesor doctor Artemio Zeno, quien fuera, además, mecenas de artistas. La lámpara, asida a su frente, ilumina el campo quirúrgico y es alimentada por una batería, sostenida por las manos de una instrumentista ubicada en el ángulo superior derecho de la obra de manera obscena, si nos atenemos a una de sus probables etimologías: fuera de escena. Lo asiste otro connotado cirujano ubicado frente a él: el profesor doctor Óscar Cames, fundador en 1924, junto a los hermanos Artemio y Lelio Zeno, del aún vigente Sanatorio Británico de Rosario.

La pléyade de ilustres médicos que completa el conjunto son, de izquierda a derecha, los ya fallecidos doctores Eduardo Carrasco (oftalmólogo), quien sostiene una imagen de fondo de ojo; Rafael Babbini (neurocirujano), portando una radiografía digestiva; Teodoro Fracassi (neurólogo y psiquiatra), David Staffieri (clínico); Camilo Muniagurria (pediatra); Pablo Borrás (ginecólogo), con una radiografía de columna vertebral, y Clemente Álvarez (clínico y cardiólogo pionero).

Sus rostros y miradas revelan distintas reacciones respecto del hecho médico que se consuma ante ellos. Sin lugar a dudas, se trata de una composición imaginaria a modo de tributo, una puesta en escena jamás ocurrida. Ello explicaría la ausencia de prevenciones antisépticas en épocas poslisteriana (el doctor Carrasco, muy vecino al intervenido, no lleva guardapolvo ni guantes, mientras que en los restantes estos últimos brillan igualmente por su ausencia. Ninguno obviamente usa barbijo, pues qué clase de homenaje hubiera sido de lucir los destinatarios enmascarados).

El cuadro puede ser interpretado como un símil de la rembrandtiana Lección de anatomía del Dr. Nicolás Tulp (1932), que el holandés repitió, al menos, en 1656, en manos de otro médico: el doctor Deyman. Atinadamente, otro profesor de nuestra escuela, el doctor Héctor Alonso, lo visualiza más como una lección de cirugía.

No obstante, regresemos sobre un hecho muy llamativo relacionado con el tema que nos ocupa. La dama retratada no participa activa sino secundaria y tangencialmente de la obra; cumple un rol subordinado, permanece enteramente excluida del centro del acontecimiento y observa de soslayo al grupo. Más aún, hemos detectado que cuando reproducciones de este cuadro ilustraron, en pasados años, portadas de libros y anales de diarios, se rescató sólo el grupo médico y se delimitó el cuadro de tal modo que ella no aparece, culposa o dolorosamente, en ninguna de aquéllas.

El óleo no lleva firma identificable, lo que, aunque nos condujo a una investigación paralela en curso para sacarlo del anonimato en que se halla, escapa, empero, a los objetivos de este relato.

Felizmente, la pintura aparece completa en la portada de la tesis de maestría universitaria basada en la teoría de género de la coautora de esta narración.

Luego de concluir la referida tesis y tras analizar históricamente en el curso de ella la discriminación sobrellevada de manera diacrónica por las mujeres en el conocimiento en general y en el quehacer científico y la medicina en particular, no nos sorprende la factura del cuadro de marras, ubicable cronológica y tentativamente en la década de los treinta o inicios de la de los cuarenta del siglo pasado. Menos aún nos asombra si leemos en el volumen 336, número 7651 del British Medical Journal en línea (3 de mayo de 2008), el artículo que en el apartado "News" suscribe Zosia Kmietowicz con el título: Women in Academic Medicine Still Have to Battle Against Macho Cultura.

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