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Economía, sociedad y territorio

versão On-line ISSN 2448-6183versão impressa ISSN 1405-8421

Econ. soc. territ vol.21 no.67 Toluca Set./Dez. 2021  Epub 25-Abr-2022

https://doi.org/10.22136/est20211662 

Artículos

Expansión geográfica del capital y transformaciones territoriales en la meseta chubutense (Patagonia argentina, 1990-2020)

Geographical expansion of capital and territorial transformations in the Chubut Plateau (Argentine Patagonia, 1990-2020)

Alberto Daniel Vazquez1 

1 Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, correo-e: albertogeo85@gmail.com


Resumen

Desde la década de 1990, la meseta central de Chubut ha absorbido una cantidad creciente de excedentes financieros provenientes de otros lugares. El objetivo del artículo es analizar el impacto de esas inversiones sobre el territorio y sus procesos de desarrollo. El trabajo se focaliza en el valle medio del río Chubut, territorio ganadero que ha sido revalorizado para la producción agrícola, el turismo y el esparcimiento. A partir del análisis de casos, se explora el impacto de las inversiones sobre los procesos de cambio y reactivación productiva del valle y sobre los establecimientos rurales, las pequeñas localidades y sus habitantes.

Palabras clave: espacios rurales; tratos de tierras; transformaciones territoriales; desarrollo territorial

Abstract

Since the 1990s, the Central Plateau of Chubut has absorbed an increasing amount of financial surplus from other places. The objective of this article is to analyze the impact of these investments on the territories and their development processes. The work focuses on the Middle Valley of the Chubut River, a historically livestock territory that has been revalued for its aptitudes for agricultural production, tourism and recreation. Based on the case analysis, the article examines the impact of investments on the processes of change and productive reactivation of the valley, on rural establishments, small towns and their inhabitants.

Keywords: rural spaces; land deals; territorial transformations; territorial development

Introducción

A partir de las últimas décadas del siglo XX se ha producido una creciente expansión geográfica del capital desde los espacios centrales hacia las periferias, como respuesta a la sobreacumulación de excedentes productivos y financieros (Harvey, 2005); una expansión que se ha vuelto crónica porque los espacios de la periferia que adquirieron dinamismo también absorbieron excedentes a través de la expansión geográfica (Harvey, 2005). En ese esquema internacional, la Argentina ha recibido excedentes y sus empresas han invertido en otros países de la región, con los consabidos casos de expansión del capital pampeano para la producción de commodities agrícolas en países limítrofes.

Los procesos que Harvey (2005) analiza a escala internacional también se han replicado hacia el interior de la Argentina, entre sus regiones y al interior de las mismas. Tan es así que los espacios periféricos y semiperiféricos de la Argentina han recibido excedentes financieros provenientes de las regiones y las ciudades más dinámicas del país.

En ese contexto, la Patagonia rural ha profundizado su integración subordinada a circuitos globales de acumulación (Schweitzer, 2016), pero también ha absorbido excedentes de origen nacional, de fuera de la región y de las principales ciudades patagónicas.

Las inversiones han sido realizadas en beneficio de la rentabilidad de los sectores minero, energético, agrario y turístico y de la valorización de las tierras rurales, en la búsqueda de espacios para los momentos de ocio y recreación, y para aplazar el capital en el tiempo utilizando a la tierra rural como un medio para el ahorro, entre otras finalidades.

La expansión del capital sobre la Patagonia ha sido territorialmente selectiva; las inversiones se han concentrado en zonas valoradas por sus paisajes, por la disponibilidad de recursos hidrocarburíferos y minerales factibles de ser explotados desde el punto de vista técnico-económico y jurídico y por sus aptitudes agropecuarias. Un claro indicador de esas preferencias territoriales es la distribución de las tierras en propiedad de personas físicas y jurídicas extranjeras, pues la superficie de tierras en dominio de extranjeros es notablemente superior en espacios cordilleranos valorados por sus paisajes y en zonas de interés minero del Macizo del Deseado, donde además se encuentran establecimientos y latifundios ganaderos en propiedad de extranjeros (Vazquez y Sili, 2017).

Más allá de la expansión selectiva del capital, los habitantes urbanos (empresarios, comerciantes, profesionales y otros actores) también han adquirido tierras rurales de zonas que son marginales desde el punto de vista agropecuario y no forman parte de los circuitos extractivos o de las principales redes de consumo de lugares y paisajes; tierras de la meseta patagónica que han alcanzado valores de mercado comparativamente bajos a causa de la crisis ganadera y el crecimiento exponencial de la oferta de establecimientos rurales (Vazquez, 2015).

El principal objetivo del artículo es analizar el impacto de la expansión geográfica del capital financiero sobre los territorios rurales de la meseta chubutense y sus procesos de desarrollo.

Para el análisis, se considera al territorio como un contenedor y, al mismo tiempo, como el resultado de un proceso de construcción de contenido (Pecqueur, 2005). Con ese sentido del concepto de territorio, se define al desarrollo territorial como un proceso de transformación institucional y productiva, que en el medio rural estimula y propicia la interacción y concertación de los actores, ademas de que mejora la competitividad de todo el sistema territorial, con el propósito de reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de los habitantes rurales (Schejtman y Berdegué, 2004).

La metodología empleada es el estudio de casos y los resultados surgen de datos obtenidos de fuentes secundarias, de la revisión de antecedentes bibliográficos y del trabajo de campo realizado en 2015. El trabajo de campo consistió en la realización y observación de entrevistas semiestructuradas con productores agropecuarios, presidentes de compañías mineras dedicadas a la explotación de pórfido, emprendedores del sector turístico, trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y de la Corporación de Fomento de Chubut, presidentes de cooperativas y asociaciones, entre otros actores de la meseta.

Seguidamente, y a fin de contextualizar el análisis, se describen las características estructurales de la meseta chubutense; posteriormente, se presentan los resultados y las discusiones, que se organizan en dos apartados: en el primero se presentan las finalidades de las inversiones identificadas en la meseta y su expresión en las funciones de los espacios rurales; en el segundo, se analiza el impacto de los tratos de tierras y otras inversiones sobre los procesos de desarrollo territorial de una de las zonas más valoradas por los actores que han colocado excedentes financieros en la meseta: el valle medio del río Chubut.

1. El escenario de investigación: la meseta chubutense

La meseta es un espacio periférico de la provincia de Chubut, que tiene una extensa superficie de más de 100,000 km2 y una densidad poblacional de aproximadamente 1 habitante cada 10 km2.

Con fines analíticos, se hace coincidir a la meseta con una de las representaciones cartográficas de la Comarca de la Meseta Central de Chubut (Mapa 1), entidad jurídica creada por la provincia en 2010, como subregión del territorio provincial para la planificación de procesos de integración y desarrollo. De esa manera, el borde de la meseta se ajusta mayormente a límites de departamentos administrativos y es posible utilizar datos oficiales publicados a esa escala.1

Fuente: elaboración propia con el software Qgis versión 2.18 (OSGeo, 2016).

Mapa 1 La Comarca de la Meseta Central de Chubut 

Este espacio tiene dos grandes tipos de ambientes biofísicos que se deben diferenciar para explicar los procesos económicos y territoriales bajo análisis: por un lado, el ambiente de sierras y mesetas (Fotografía 1) y, por otro, el ambiente de valle (Fotografía 2).

Fuente: fotografía del autor, enero de 2015.

Fotografía 1 Paisaje del ambiente de sierras y mesetas de Chubut 

Fuente: fotografía del autor, enero de 2015.

Fotografía 2 Paisaje del valle medio del río Chubut 

El sector de sierras y mesetas se corresponde en su mayor extensión con la zona agroecológica denominada Sierras y Mesetas Centrales (SMC), hacia el nordeste con el Monte Austral (MA) y al oeste con las Sierras y Mesetas Occidentales (SMO). En la mayor parte del área, las precipitaciones anuales no superan los 200 mm y la cobertura vegetal de los suelos oscila entre 30 y 50 por ciento. Las SMO registran precipitaciones más abundantes, entre 200 y 300 mm anuales, coberturas vegetales de 50% con predominio de gramíneas y una presencia más extendida de bajos húmedos. En ese sentido, hay diferencias a favor de las SMO, que se traducen en una mayor receptividad de ganado y una presencia más significativa de ganado bovino (Schorr y Segui, 2008).

El ambiente de valle se encuentra estructurado por el río Chubut en su tramo medio y en parte de su tramo superior, pero también por algunos de sus afluentes y por el arroyo Telsen. El río Chubut se alimenta de lluvias y deshielos, tiene un régimen irregular y comportamiento torrencial. Se trata de un río que atraviesa la meseta con un caudal medio anual de unos 46 m³/s (estación hidrométrica Los Altares, 1943-2000) (Valladares, 2004). El arroyo Telsen nace en las sierras Apas y Talagapa (meseta de Somuncurá), se alimenta del aporte de cañadones que colectan agua en épocas de lluvia e irriga un pequeño valle en el nordeste de la meseta (Colombani et al., 2017: 56). Los valles presentan condiciones agroecológicas diferentes a las de los ambientes de sierras y mesetas; en el fondo del valle, los suelos están cubiertos de una vegetación herbácea, capaz de alimentar a un mayor número de animales, y pueden ser aptos para el desarrollo de la agricultura bajo riego (Llanos et al., 2016). Por otra parte, el clima permite un desarrollo aceptable de algunos cultivos (De Fina et al., 1968).

No obstante esas diferencias agroecológicas entre la zona de sierras y mesetas y los valles, el área fue valorizada para la ganadería extensiva y organizada con una estructura fundiaria, en la que predominan los minifundios ganaderos y las pequeñas estancias.2 Algunas excepciones menores se encuentran en el valle del arroyo Telsen, donde los inmigrantes introdujeron la producción de alfalfa, cereales, frutales y hortalizas y ya para 1920 comercializaban excedentes (Pérez, 2012).

Los minifundios y las estancias fueron ocupadas por pobladores de diversos orígenes étnicos y geográficos, poblaciones indígenas reubicadas tras las campañas militares que produjeron el desplazamiento o la aniquilación de poblaciones originarias en la Patagonia argentina (1879-1884), europeos -mayormente españoles e italianos-, hijos de inmigrantes ya establecidos en el país y pobladores de origen chileno (Pérez, 2012; Troncoso y Flores Torres, 2012).

Desde comienzos del siglo XX la provisión de bienes y servicios para esos pobladores del campo dio lugar a la instalación de comercios de doble o triple función -almacén de ramos generales, posada y acopio de lanas y cueros-, de escuelas rurales, juzgados de paz y destacamentos policiales y, en consecuencia, al surgimiento de pequeñas localidades. La mayoría de las localidades de la meseta son parajes y pueblos de menos de 500 habitantes y, desde el punto de vista político-administrativo, funcionan como comunas rurales. Las excepciones son Paso de Indios y Gualjaina, que superan los 1000 habitantes y poseen una estructura político-administrativa de municipio. Estas localidades de la meseta forman parte del área de influencia de Trelew, Rawson, Esquel, Puerto Madryn, Ingeniero Jacobacci y otras ciudades de mayor jerarquía en los sistemas urbanos de las provincias de Chubut y Río Negro.

2. El declive de la ganadería extensiva

Los espacios de la meseta no han quedado al margen de los cambios económicos y productivos que en los últimos cuarenta años han afrontado los espacios rurales de la Patagonia.

El decaimiento de la ganadería ovina se intensificó notablemente a partir de los años ochenta, porque a los problemas estructurales se sumaron cambios en las condiciones de rentabilidad de la actividad y eventos naturales que impactaron negativamente sobre el stock de ganado.

Los datos del Consejo Provincial de Planeamiento y Acción para el Desarrollo indican que, en la década de 1980, 94% de las explotaciones de Chubut obtenía rentabilidad negativa y sólo 6% rentabilidad positiva (Coplade, 1986; recuperado de Baeza y Borquez, 2006), situación que se vio agravada en la década siguiente por la profunda caída en el precio internacional de la lana y el cambio en el costo de producción generado por la paridad cambiaria entre el peso argentino y el dólar. En ese contexto, se modificó la escala de producción necesaria para alcanzar umbrales de rentabilidad y cientos de establecimientos ganaderos dejaron de ser sostenibles desde el punto de vista económico.3

No obstante el impacto de los cambios en la renta de la actividad, el declive ganadero se precipitó a principios del siglo XXI, en el marco de sequías prolongadas y erupciones volcánicas -Chaitén en 2008 y PuyehueCordón Caulle en 2011-. Estos fenómenos naturales impactaron gravemente sobre el stock de ganado menor de la provincia de Chubut y, en especial, sobre el de la meseta, donde provocaron una disminución de más de 45% del ganado.

La situación del sector generó diferentes reacciones entre los productores: el sostenimiento de producciones deprimidas, la reorientación de explotaciones hacia otros tipos de ganado o hacia la producción bajo riego y una ganadería más intensiva, el cese de la producción y el cierre o abandono de los establecimientos.

Tan es así que los resultados de la Encuesta Ganadera Anual de Chubut indican una disminución de entre 5 y 10% en la cantidad de productores de cada uno de los departamentos de la meseta para el período 2005-2014 (Cárcamo et al., 2016). Por otro lado, los datos de los Censos Nacionales también dan cuenta del éxodo de productores, trabajadores y otros habitantes del campo, pues los datos del censo de 2010 indican pérdidas por departamento de entre 15 y 50% de la población que en 2001 habitaba de forma dispersa en los establecimientos rurales (INDEC, 2001; INDEC, 2010).4

El estado de las explotaciones ganaderas de la meseta se observa en los datos publicados por Cárcamo et al. (2016). Los datos muestran que sobre un total de 819 establecimientos relevados, aquellos en producción representan 47.62%; los subocupados, 26.25%; y los desocupados, 26.13%. Esos porcentajes indican que los establecimientos activos representan tres cuartas partes del total, pero aquellos con una carga animal superior a 50% de su capacidad equivalen a poco menos de la mitad del total.

En ese contexto, se ha producido la expansión de excedentes de capital financieros sobre algunas zonas de la meseta y, con ella, el avance de nuevas funciones de los espacios rurales.

3. Expansión geográfica del capital y refuncionalización de los espacios rurales de la meseta

Los excedentes financieros han arribado a la meseta con diferentes intencionalidades y, con ello, también son distintos los resultados territoriales. Mientras algunas inversiones apenas generaron algunas modificaciones en los establecimientos rurales, otras sí introdujeron cambios en los sistemas agropecuarios o son responsables del avance de nuevas funciones.

3.1. Cambios en el sector agropecuario

Las inversiones dirigidas específicamente al sector agropecuario contribuyeron con el desarrollo de dos tendencias fortalecidas a partir de la crisis de la ganadería extensiva de ganado menor: la reorientación de explotaciones ganaderas hacia la ganadería bovina y el avance de la agricultura bajo riego asociada a la ganadería intensiva. Los datos de los últimos tres censos nacionales agropecuarios mostraron que, junto al decrecimiento en los stocks de ovinos y caprinos del período 1988-2008, se produjo un incremento de 37% en el stock de bovinos (3771 cabezas en 1988 y 5148 en 2008) y de más de 90% en la superficie implantada en la meseta (367.6 ha en 1988 y 710 ha en 2008).5 Por otro lado, los registros de expedientes del Instituto Provincial del Agua de Chubut del período 2006-2020 indican que la superficie implantada es mayor a 1200 ha; superficie que es extremadamente exigua si consideramos la inmensidad de la meseta o la superficie implantada en los oasis agrícolas de la provincia, pero muestra un avance paulatino de la actividad agrícola en el área. En el Cuadro 1 se presenta la información de los registros desagregada por departamento, considerando a la cantidad de permisos de uso de aguas públicas con fines agrarios y la superficie en hectáreas como indicadores del avance de la actividad agrícola.

Cuadro 1 Permisos de uso de aguas públicas por departamentos de la meseta chubutense en la actualidad 

Departamento Permisos otorgados Permisos en trámite Expedientes archivados
Mártires 2 permisos 460 ha 1 permiso s/d -
Paso de Indios 9 permisos 703 ha 1 permiso s/d 1 expediente 17 ha
Telsen 1 permiso (consorcio
de 26 productores)
111.5 ha
- -
Gastre 4 permisos Más de 16 ha - 2 permisos 133 ha

Fuente: elaboración propia con base en información del Instituto Provincial del Agua de Chubut (2020). Nota: algunos registros del departamento Gastre no informan la cantidad de hectáreas.

El crecimiento de la superficie implantada del valle medio del río Mayo ha sido significativo, pues para 1975 no había concesiones de riego registradas (Grondona, 1975) y en 2017 la superficie implantada registrada alcanzaba las 800 hectáreas (Subsecretaría de Planificación Territorial de la Inversión Pública, 2017). La expansión de la agricultura de irrigación y las prácticas ganaderas intensivas sobre los establecimientos del valle medio se profundizó a partir de la segunda mitad de los años noventa, debido a la iniciativa de un grupo de productores extensivos, los estímulos de organismos estatales del sector agropecuario y las inversiones de nuevos actores.

3.2. Avance de otras funciones de los espacios

Paralelamente a las inversiones dirigidas al sector agropecuario, nuevos actores han valorado recursos de la meseta para el desarrollo de la minería, el turismo, el esparcimiento, el resguardo de excedentes de capital y otras funciones económicas de los espacios.

3.2.1. Extracción de minerales y rocas ornamentales

El avance del capital transnacional para el desarrollo de la minería metalífera en la meseta se produjo en la segunda mitad de los años setenta, cuando se intensificaron procesos exploratorios, y en 1978 comenzó la extracción de metales en mina Ángela, a 50 km del pueblo de Gastre (Claps, 2010). Sin embargo, el cierre de la mina, en 1992, significó el fin de la extracción de metales en la meseta (Claps, 2010). A pesar del cambio normativo nacional de los años noventa y el renovado interés de las empresas transnacionales del sector minero por incorporar al macizo Norpatagónico en la dinámica extractiva, los movimientos socioambientales y la ley provincial 5001, sancionada en el contexto de las protestas, frenaron hasta hoy el inicio de un nuevo ciclo de extracción de metales (Torunzcyk Schein, 2015). Cabe aclarar que el freno a la extracción no produjo el cese de la exploración, pues Chubut ha integrado el grupo de las provincias con más metros perforados en tareas exploratorias y cuenta con proyectos en estados avanzados de desarrollo (Jerez et al., 2019). Tan es así que la empresa Minera Argenta S.A. (subsidiaria de la canadiense Pan American Silver Corp.) aguarda un cambio en la normativa que regula el sector en la provincia para comenzar con la extracción de plata, plomo y otros metales en el yacimiento Navidad, ubicado a uno 35 km de Gastre. Con relación a esta contradicción, Torunzcyk Schein (2015) señala:

El gobierno provincial no logra desactivar la protesta socioambiental en la provincia. La única garantía que puede ofrecerle a la soberanía global de las empresas mineras transnacionales es que continúen con la exploración minera, con la sola promesa que un futuro derogará la ley que impide la explotación minera en la provincia. Pero desde entonces la promesa se hace más difícil de cumplir (Torunzcyk Schein, 2015: 271).

Las inversiones para la explotación de minerales no metalíferos y rocas ornamentales crecieron de forma notable en la última década del siglo pasado. Tan es así que la explotación de pórfido (piedra laja) alcanzó escala de producción industrial. La extracción artesanal de pórfido data de principios del siglo XX, pero el avance de la extracción a escala industrial comenzó a principios de los años 90 sobre campos de la zona de Sierra Chata, a unos 100 km al oeste de Puerto Madryn. En esos yacimientos se realiza la extracción y la clasificación de las rocas, y en las plantas de corte ubicadas en los parques industriales de Puerto Madryn se completa el proceso productivo con la fabricación de baldosas, adoquines y otros productos.

La explotación de pórfido a escala industrial se originó por el arribo de capitales y trabajadores del norte de Italia con experiencia en el sector y se intensificó a partir de la difusión de las prácticas y las tecnologías italianas empleadas para el corte de las rocas. Las inversiones se realizaron con el fin de obtener productos de exportación para satisfacer la demanda europea. Los volúmenes exportados fueron en aumento hasta 2005 y desde entonces disminuyeron de modo progresivo hasta alcanzar las cero toneladas en 2018 y 2019 (Gráfica 1).

Gráfica 1 Producción y exportación de pórfidos en la provincia de Chubut (1988-2018) 

El presidente de una de las compañías dedicadas a la explotación de pórfido se refirió a las causas de la caída de la exportación, en una entrevista de 2015:

Estas firmas nacieron para exportar al mercado europeo, porque en toda obra pública de los centros históricos de las ciudades se usan estas piedras, pero con la crisis europea, en 2007 o 2008, dejaron de comprar. Hoy tampoco podemos exportar porque el costo de producción y transporte es muy alto, entonces llegamos fuera de mercado con el precio. Entonces, lo que era un producto para la exportación se transformó en un producto para el mercado interno que se usa como material de uso normal en obras particulares (Anónimo, entrevista personal, 2015).

Tal como surge del testimonio del entrevistado, el desarrollo del mercado interno y el crecimiento de la demanda local de pórfido amortiguaron el impacto de la caída de las exportaciones. Sin embargo, en los últimos años, la caída de la demanda interna profundizó el declive de la actividad. La situación que atraviesa el sector se observa en la disminución de los volúmenes producidos (Gráfica 1), en la reducción de la cantidad de empleos y en el cierre y la fusión de las empresas.

3.2.2. Turismo, recreación y funciones económicas difusas

El capital también ha avanzado sobre la meseta produciendo espacios para los momentos de ocio y recreación. La búsqueda de espacios rurales con esas finalidades es una tendencia que ha cobrado fuerza en el mundo y, más aún, en las regiones que forman parte de redes globales de consumo de lugares y paisajes, como sucede en la Patagonia. En la meseta, el avance del consumo de lo rural y de lo que representa para sociedades posproductivistas (Wilson y Rigg, 2003) -esto es, lo natural, lo puro, lo auténtico, lo personal y lo tradicional- se observa en el paulatino avance del turismo y el esparcimiento.

En la producción de espacios para el ocio y la recreación ha sido clave el rol de la administración provincial a través de la creación de Áreas Naturales Protegidas (ANP) y otras acciones que han buscado activar algunos de los atractivos para el desarrollo de turismo de naturaleza, ecoturismo, turismo aventura y agroturismo (Sánchez et al., 2015). Tan es así que en los últimos años se crearon dos ANP bajo la categoría “Paisaje terrestre y marino protegido” del Sistema de Áreas Naturales Protegidas de Chubut, una categoría que introduce un manejo que no impacta en el desarrollo de las actividades tradicionales y busca valorizar los espacios para el desarrollo del turismo y el esparcimiento. Una de las áreas protegidas es Piedra Parada, creada en 2006, que involucra 132 hectáreas del cañadón Las Buitreras y del valle medio del río Chubut. La otra es el ANP Los Altares, creada en 2014 para valorizar más de un tercio del valle medio y los bordes de meseta adyacentes a ambos lados del mismo.

Las inversiones privadas dirigidas al sector turístico han sido escasas y en el medio rural disperso materializaron en dos hosterías, sitios de acampe y proyectos agroturísticos que se distribuyen a modo de puntos aislados en el área de influencia del ANP Piedra Parada, destino de turistas nacionales y extranjeros, que llegan al lugar para contemplar un paisaje de gran belleza escénica o realizar escalada y otras actividades deportivas en ese escenario, o en torno a atractivos capaces de movilizar a pobladores de la misma región o a turistas que toman al lugar como visita complementaria de otros destinos.

Ha tenido un mayor desarrollo la compra de tierras rurales por parte de habitantes urbanos de la región o, también, en algún caso, de actores extrarregionales, para residencias de fin de semana y usos recreativos ocasionales. La existencia de un loteo en tierras privadas cerca de Los Altares y dentro del ANP Valle de Los Altares es una de las expresiones territoriales más claras del avance del esparcimiento y la recreación sobre los espacios rurales de la meseta. El loteo se compone de 20 lotes de entre 9 y 17 hectáreas, que son promocionados en el sitio web del proyecto como espacios destinados al ocio, la recreación, la actividad vitivinícola y el turismo (Materia Comunicación 360°, s.f.).

Por otro lado, se ha producido un importante desarrollo de funciones económicas que no necesariamente se traducen en uso concreto de las tierras. Entre esas funciones se encuentra el resguardo o aplazamiento temporal de excedentes de capital, el respaldo de operaciones financieras y la valorización de las tierras para negocios a mediano o largo plazo. Esas funciones económicas estarían detrás de compras de tierras de dominio privado que no se explican desde una lógica productiva y desconciertan a las sociedades locales.

4. Expansión geográfica del capital y procesos de desarrollo en el valle medio del río Chubut

El valle medio es un escenario propicio para profundizar en las características de las inversiones y en las implicancias de las mismas sobre los procesos de desarrollo territorial. Por un lado, porque la expansión del capital hacia el interior de la meseta ha sido territorialmente selectiva y el valle medio ha sido una de las zonas más valoradas para la colocación de excedentes financieros, debido a las aptitudes agrícolas de los suelos de la planicie aluvial baja y la disponibilidad de recursos hídricos para la irrigación, y por sus atractivos naturales para el turismo y el esparcimiento, entre otros motivos. Por otro lado, porque en las últimas décadas ha afrontado procesos de cambio y desarrollo territorial.

A continuación, nos referiremos a los procesos de desarrollo del valle medio, con énfasis en el proceso de reactivación productiva y desarrollo endógeno, para, posteriormente, analizar las implicancias territoriales de las inversiones que han arribado al valle y sus consecuencias sobre esos procesos de desarrollo.

4.1. Procesos de desarrollo territorial en el valle medio del río Chubut

En las últimas décadas, organismos del sector agropecuario (el Instituto Nacional de Tecnologías Agropecuarias y la Corporación de Fomento del Chubut) y gobiernos locales han sido claves en la territorialización de políticas públicas nacionales, provinciales y locales, en la búsqueda de mejorar la situación productiva de las pequeñas y medianas explotaciones y la calidad de vida en las poblaciones rurales.

En la segunda mitad de los años noventa, y en el marco del Programa Federal de Reconversión Productiva para la Pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria (Cambio Rural, INTA), se constituyó un grupo de productores para la producción de alfalfa en el valle medio. Para ello, contó con el asesoramiento técnico y las herramientas de financiación del Programa.

Posteriormente, en 2004, el municipio de Paso de Indios inició un trabajo articulado con dependencias nacionales y provinciales para promover la reinserción de familias rurales en el campo, mejorar la situación productiva de las pequeñas explotaciones ganaderas y la calidad de vida de los minifundistas de la zona (Galer et al., s.f.),6 trabajo articulado que llevó a la creación de una cooperativa de pequeños productores de lana y pelo mohair, que reúne a unos 57 productores.

Con la formación del grupo de productores de alfalfa se inició un proceso de chacarerización del valle medio, es decir, un proceso de desarrollo de la producción agrícola bajo riego y la ganadería intensiva a pequeña escala. Aunque algunos establecimientos del valle habían incorporado estas prácticas con anterioridad, las mismas se extendieron sobre un número significativo de explotaciones y comenzaron a tener un rol protagónico en el funcionamiento productivo de las mismas. En la expansión de estas prácticas fueron importantes las decisiones y acciones de productores extensivos del valle, pero también de productores de la zona de sierras y mesetas y de habitantes de los pueblos que compraron tierras sobre el valle.

Las explotaciones se orientaron, principalmente, hacia la producción de alfalfa y pasturas combinadas, y a una ganadería ovina con manejos más intensivos. Sin embargo, algunos productores introdujeron otras especies forrajeras (maíz y centeno) y ganado bovino. Además, instalaron viñas y otros frutales, sumaron producciones de huerta y gallinero, forestaron o introdujeron la apicultura para autoconsumo o un comercio apenas incipiente.

El avance de la agricultura bajo riego y las prácticas ganaderas intensivas ha generado cambios en el funcionamiento y la organización de las explotaciones agropecuarias. Los establecimientos tienen entre 500 y 40,000 hectáreas y cuentan con tierras sobre el valle y tierras sobre la meseta o las sierras. Históricamente, las explotaciones se abocaron a la cría extensiva de ganado y tanto las tierras sobre el valle como las tierras sobre la meseta o las sierras se utilizaron para el pastoreo extensivo. Con el giro hacia la agricultura bajo riego y la ganadería más intensiva, se produjo una concentración de las actividades en la chacra emplazada en el fondo del valle. Tan es así que algunos productores utilizan únicamente las superficies sobre el valle, destinando entre 1 y 30 hectáreas a la producción bajo riego y la superficie restante al pastoreo del ganado.

La Figura 1 muestra la topografía básica y la distribución de los usos del suelo en el establecimiento de un productor que introdujo las nuevas prácticas.

Fuente: elaboración propia con el software Global Mapper versión v11.00 (Global Mapper LLC, 2009) y el software Qgis versión 2.18 (OSGeo, 2016).

Figura 1 Topografía y usos del suelo en un establecimiento del valle medio del río Chubut 

Más allá de los cambios en las explotaciones agropecuarias, las nuevas orientaciones tienen consecuencias que trascienden los límites de los establecimientos e impactan sobre los procesos de desarrollo de la meseta.

Los cambios productivos han generado nuevos entramados comerciales a escala local. Los chacareros del valle venden fardos de alfalfa o los intercambian por ovejas de refugo -ovejas viejas- con ganaderos y crianceros de la zona de sierras y mesetas, replicando una práctica comercial típica entre los valles irrigados y las áreas de secano de la Patagonia. Así, productores extensivos que históricamente colocaron las ovejas de refugo y adquirieron pasto para los caballos fuera de la meseta, en el valle inferior del río Chubut, actualmente lo hacen en el valle medio del mismo río. Las ovejas de refugo son engordadas en el valle en meses de otoño e invierno, cuando disminuye la oferta forrajera del pastizal natural en la estepa patagónica y el ganado sin suplementación pierde peso corporal, para la obtención de corderos o para proveer de carne de oveja a los comercios de los pueblos.

Por otra parte, con la disminución del tamaño de los rebaños de ovinos en las explotaciones del valle medio creció el mercado de los contratistas de esquila de poblaciones del propio ámbito -de Gan y Gastre- que tienen máquinas de esquila para pequeños volúmenes de producción.

En ese sentido, la nueva división territorial del trabajo ha generado encadenamientos hacia el interior de la meseta y la endogeneización de otras fases del circuito de producción de carne de oveja; un circuito marginal en una ganadería principalmente orientada a la producción de lana para el mercado internacional. De esa manera, se evita la rápida deslocalización de una parte de la renta generada en la meseta, se construye capital social y se produce una mayor competitividad de todo el sistema territorial.

No obstante la existencia del proceso de chacarerización, el riego no fue incorporado por todos los productores con tierras sobre el valle y la superficie implantada es aún reducida. El riego ha sido incorporado por productores con una capacidad productiva que les permitió acumular capital o productores que disponen de ingresos económicos extraprediales. Tan es así que el riego no es aún una tendencia entre los minifundistas.

Los condicionantes de la expansión de la superficie implantada sobre los establecimientos de pequeños y medianos productores son tanto propios de la naturaleza zonal, como técnicos, financieros y culturales.

La técnica necesaria en las diferentes fases del proceso productivo ha obstaculizado la adopción de las nuevas prácticas agrarias o la extensión de la superficie irrigada en aquellas explotaciones de pequeños productores sin capacidad de acumular capital o de acceder a herramientas de financiación. El sistema de riego utilizado es por inundación y la captación de agua del río se realiza, principalmente, a través de bombas individuales, pues el valle medio se ubica aguas arriba del dique de embalse Florentino Ameghino y no cuenta con un sistema de canales fácilmente regulables, como en el valle inferior. Con esa técnica, la implementación del sistema es costosa y el riego genera gastos adicionales, debido al combustible necesario para el funcionamiento de las bombas. Por otra parte, la imposibilidad económica de incorporar o cambiar objetos técnicos necesarios en otras fases del proceso productivo, como tractores y enfardadoras, también son obstáculos para la expansión de la superficie implantada.

A las dificultades técnico-económicas, se suma la escasez de fuerza de trabajo. El número de pobladores que habitan en el campo ha disminuido drásticamente en los últimos períodos intercensales y los habitantes de los pueblos generalmente prefieren empleos que no requieran residir en el campo. Además, las prácticas extensivas se encuentran arraigadas al territorio y el número de pobladores rurales idóneos en las nuevas prácticas intensivas es limitado.

Más allá de esos condicionantes, existen factores que contribuyen con el proceso de chacarerización. Uno de los principales activos para el desarrollo de la producción bajo riego y las prácticas ganaderas intensivas entre los pequeños y medianos productores es la existencia de vínculos institucionalizados en la Asociación de Productores Agropecuarios del Valle Medio del Río Chubut (Vamerch) y la cooperativa De Vuelta al Campo (Mapa 2). Como señala Carricart (2012), para el caso de las cooperativas de la pampa argentina, estas organizaciones generan redes entre actores y constituyen subsistemas capaces de transformar los espacios rurales. Las organizaciones no sólo han generado y fortalecido los vínculos entre productores, sino que también han sido el nexo con las administraciones estatales, mediando entre las necesidades de los productores y los programas nacionales y provinciales, y han dado muestra de trabajos colaborativos entre ellas y con otras organizaciones de la meseta.

Fuente: elaboración propia con el software Qgis versión 2.18 (OSGeo, 2016) y con base en registros de la cooperativa De Vuelta al Campo (2012) y la asociación Vamerch (2015).

Mapa 2 Explotaciones de productores asociados en el área de influencia de Paso de Indios 

En lo que respecta a la expansión de las nuevas prácticas productivas, las organizaciones han cumplido roles diferentes. La asociación Vamerch es el resultado de la evolución del grupo de productores de alfalfa que se conformó en los años noventa y cuenta con asesoramiento técnico y equipamiento de nivelación del suelo, que permite a sus asociados incrementar la superficie irrigada con un costo inferior al producido por los valores de mercado. La cooperativa De Vuelta al Campo cumple funciones más integrales en la búsqueda de mejorar los resultados productivos y la calidad de vida de los productores minifundistas del área de influencia de Paso de Indios, pero también promueve una ganadería más intensiva, con prácticas como la suplementación alimenticia y el engorde de ovinos, y ha organizado capacitaciones en materia de producción de forraje e irrigación destinadas a minifundistas que tienen tierras sobre el valle.7

4.2. Tratos de tierras, inversiones y ¿desarrollo? en el valle medio del río Chubut

La lista de actores sociales que en los últimos 30 años han adquirido establecimientos con tierras sobre el valle medio incluye profesionales, comerciantes, productores y empresas con diversos orígenes geográficos: profesionales y comerciantes de las principales ciudades de la provincia (Trelew, Puerto Madryn y Comodoro Rivadavia), productores de la Comarca Andina del Paralelo 42 y del valle inferior del río Chubut, empresas de la provincia de Buenos Aires e inversores extranjeros, entre otros.8

Los nuevos actores han comprado establecimientos rurales completos o una fracción de los mismos. La expansión de prácticas agrarias más intensivas y usos recreativos sobre tierras que fueron subdivididas empleando una lógica de producción ganadera extensiva produjo que un grupo minoritario de productores, herederos e inversores soliciten la subdivisión de sus tierras y vendan una parte o la totalidad de las parcelas resultantes de la subdivisión. El Instituto Autárquico de Colonización y Fomento Rural de Chubut (IAC) aprobó esos fraccionamientos por considerar que las parcelas resultantes de la subdivisión eran unidades económicas o, como sucedió en uno de los casos, porque el proyecto se encuadró en la categoría de loteos agrestes.9

El análisis del impacto de estos tratos de tierras sobre los procesos de desarrollo de la meseta gira alrededor de las siguientes preguntas: ¿han contribuido con el proceso de reactivación productiva?, ¿cómo han impactado sobre las otras explotaciones de la zona y sobre las pequeñas localidades?, ¿el territorio obtiene beneficios?, ¿la renta obtenida en la explotación es reinvertida en el territorio o deslocalizada?

La búsqueda de respuestas a esas preguntas lleva a considerar el funcionamiento de los establecimientos rurales y sus vínculos en materia de consumo, contratación de trabajadores, etc., pero también las formas de habitar de los nuevos propietarios. Éstas se consideran porque los productores presentes suelen producir efectos positivos en el territorio: a) producen un mayor derrame de beneficios económicos y un efecto multiplicador de oportunidades laborales a través del consumo local y; b) aportan al desarrollo de relaciones sociales de vecindad y cooperación, de proyectos compartidos entre productores y acciones conjuntas que pueden beneficiar a todo el sistema territorial.

En ese sentido, para analizar el impacto territorial de estas inversiones, se ha clasificado a los nuevos actores considerando sus formas de habitar y las funciones de sus establecimientos en:

  • productores presentes en explotaciones agropecuarias en actividad;

  • habitantes urbanos con explotaciones agropecuarias en actividad;

  • habitantes urbanos con establecimientos agropecuarios desocupados.

Las inversiones de los nuevos productores presentes han sido oportunidades externas de desarrollo que han impactado positivamente sobre los procesos de desarrollo territorial. Los productores fueron protagonistas del proceso de expansión de la producción forrajera y la ganadería más intensiva sobre el fondo del valle e introdujeron la vitivinicultura, el agroturismo y otras actividades que diversificaron las fuentes de ingreso de sus explotaciones y lentamente se expandieron sobre otras explotaciones. Por otro lado, a través de la reinversión en la explotación y su forma de habitar, produjeron el anclaje local de parte de la renta obtenida, han construido relaciones de cooperación y aportado a la construcción de capital social comunitario (Durston, 2000).

Un ejemplo de estas inversiones son las realizadas por una Sociedad de Responsabilidad Limitada en la zona de Paso del Sapo. Uno de los socios, con experiencias agropecuarias en la Comarca Andina del Paralelo 42, se asentó en el valle medio para el desarrollo del proyecto productivo. La explotación se orientó hacia los cultivos forrajeros, la ganadería bovina, la producción artesanal de vinos y la prestación de un servicio de hostería rural en las instalaciones de un antiguo almacén de ramos generales. Por otro lado, el nuevo productor presente se ha integrado a la dinámica de la localidad de Paso del Sapo, forma parte de la asociación Vamerch y de un grupo en formación de productores de vid del valle medio.

No obstante, los nuevos actores radicados en el valle son un grupo minoritario. La mayor parte de las inversiones externas al área han sido de habitantes urbanos que no se han asentado de forma permanente en el campo, es decir, de actores sociales que gracias a las mejoras en las condiciones de transporte y las nuevas tecnologías de la comunicación, experimentan o controlan sus establecimientos rurales a través de la movilidad o desde otros lugares, incluso desde provincias y países lejanos.

Las inversiones de estos actores han tenido un impacto favorable en el crecimiento de la superficie cultivada y de los volúmenes producidos en el valle. Pero su impacto en el territorio ha sido heterogéneo: algunas generaron empleos que han sido ocupados por trabajadores locales y han reinvertido buena parte de la renta en la explotación, produciendo anclaje local de la renta obtenida en producciones agropecuarias a pequeña escala, pero otras han deslocalizado buena parte de la renta obtenida a través del uso de bienes naturales del valle en explotaciones a gran escala.

En solicitudes de uso de aguas públicas se ha requerido autorización para el riego de hasta 300 hectáreas, una superficie que equivale a la superficie implantada por más de una docena de chacareros del valle y a aproximadamente 40% de la superficie irrigada en 2017; es decir, se trata de un territorio donde los recursos hídricos pueden ser limitados, pues, según las estimaciones del IPA publicadas en el Plan Estratégico de Infraestructura de Chubut, la superficie cultivada en 2017 ya consumía 65% de la disponibilidad hídrica para riego del valle medio.10

Un claro ejemplo de estos proyectos agropecuarios a gran escala es la explotación de una empresa agropecuaria de Azul (provincia de Buenos Aires), que fue autorizada a utilizar 1,370,000 m3 anuales de agua del río Chubut por un período de cinco años para 100 hectáreas de alfalfa y 200 de maíz (Boletín Oficial de Chubut, 2013).

Los tratos de tierras también se han producido con fines recreativos o con intencionalidades económicas que no se tradujeron en un uso concreto de las tierras. Los establecimientos rurales se encuentran desocupados o con un trabajador al cuidado de las instalaciones y son utilizados por sus propietarios en estadías ocasionales o de fin de semana. En ese sentido, no han contribuido con la transformación productiva del valle, con el desarrollo del turismo o la generación de economías residenciales, como las existentes en espacios receptores de migrantes por amenidad o estilo de vida.

Por otro lado, algunos de esos establecimientos inactivos estaban ocupados o subocupados al momento de los tratos de tierras y los nuevos propietarios decidieron el cese de las actividades. En ese sentido, estos tratos no sólo no han contribuido con los procesos de desarrollo territorial, sino que incluso han impactado de forma negativa en el territorio y han profundizado las dificultades que enfrentan los productores del sector ganadero por la presencia de depredadores (zorros y pumas).

Son ilustrativas las inversiones de un empresario de la provincia de Buenos Aires que compró grandes extensiones de tierras para la cría de ganado ovino y a pocos años decidió abandonar la actividad. El empresario adquirió estancias en producción sobre la meseta y un establecimiento con tierras sobre el valle, en un proceso de acaparamiento de tierras que involucró más de 75,000 hectáreas y le permitió comenzar la actividad con un stock aproximado de 17,000 ovinos. Según los entrevistados, la progresiva reducción del stock de ganado habría sido el motivo del abandono de la producción en la explotación, la venta del ganado y el despido de trabajadores.

En síntesis, las inversiones son diversas en su origen geográfico y en sus intencionalidades e impacto sobre los procesos de desarrollo territorial tampoco ha sido uniforme. Mientras que algunas inversiones han contribuido con la reactivación productiva del valle e incluso con el proceso de chacarerización presentado en el apartado anterior, otras han impactado de forma negativa o, en el mejor de los casos, no han aportado a su desarrollo. Por otro lado, algunas de estas inversiones han derramado beneficios sobre el territorio a través del consumo en las pequeñas localidades y la contratación de trabajadores y han reinvertido buena parte de la renta en sus explotaciones, pero otras no han derramado beneficios económicos y han deslocalizado la renta obtenida. Por último, así como un grupo minoritario de nuevos actores se ha integrado a la asociación Vamerch o ha construido relaciones sociales y nuevas redes de productores en el territorio, un grupo mayoritario de actores urbanos no construye relaciones sociales y culturales con el territorio y acrecienta los niveles de fragmentación socioterritorial (Sili, 1999).

Conclusiones y reflexiones finales

En los últimos 30 años, los espacios rurales de la Patagonia han absorbido una cantidad creciente de excedentes financieros llegados a la región en búsqueda de la rentabilidad de las actividades mineras, energéticas, agrarias y turísticas y de la valorización de las tierras rurales, así como de espacios para momentos de ocio y recreación, o, también, de resguardar el capital utilizando a la tierra como un medio para el ahorro. Y si bien la meseta de Chubut no se encuentra entre los espacios patagónicos más impactados por estos procesos, ha absorbido excedentes financieros a través de tratos de tierras e inversiones que muestran nuevas tendencias territoriales:

  • la extracción de pórfido avanzó sobre el sector nordeste;

  • las transnacionales del sector metalífero no han detenido las tareas de exploración en el sector norte, mientras presionan junto a políticos provinciales y locales para producir un cambio normativo que habilite un nuevo ciclo extractivo en el marco de la crisis provincial;

  • la producción agrícola bajo riego ha tenido avances significativos en espacios con buenas aptitudes, en especial sobre el valle medio del río Chubut;

  • los proyectos turísticos son incipientes y han avanzado junto a nuevas prácticas agrarias en torno a Piedra Parada y otros atractivos naturales del valle medio;

  • los usos recreativos y las funciones difusas que no se tradujeron en un uso concreto de las tierras son visibles en diversos sectores de la meseta.

Más allá del análisis de contexto, este artículo procura mostrar el impacto de las inversiones sobre el valle medio del río Chubut y los procesos de desarrollo iniciados en el contexto del declive de la ganadería extensiva y de la profundización de los procesos de éxodo poblacional del campo.

Salvo las inversiones que han aportado al proceso de chacarerización del valle e inversiones dirigidas a proyectos en desarrollo, cuyo impacto territorial aún es incierto, los excedentes financieros provenientes de fuera de la meseta no se manifestaron como beneficios económicos y sociales para el territorio.

A partir de los tratos de tierras y las inversiones de actores externos a la meseta, se han introducido modalidades agropecuarias que deslocalizan los beneficios económicos obtenidos a partir del uso de los recursos del valle e introducen escalas de producción que podrían comprometer las disponibilidades hídricas necesarias para el desarrollo del proceso de chacarerización.

Por otro lado, se han realizado inversiones en tierras que no han contribuido con la reactivación productiva del valle y tampoco con el desarrollo del turismo o las economías residenciales.

En ese sentido, los resultados mostraron que el valle medio del río Chubut es un territorio en transformación, cuyos cambios son aún incipientes pero tienden a ser progresivos y, por lo tanto, un territorio de complejidad creciente necesitado de instancias de planificación territorial.

Con este artículo se procura visibilizar la importancia de los procesos de desarrollo endógeno con anclaje territorial y de una administración de las disponibilidades hídricas del río Chubut, que priorice el proceso de chacarerización y la diversificación productiva de las explotaciones de los productores asentados en la meseta.

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1 Los análisis cuantitativos de la información obtenida de fuentes secundarias se realizan sobre la base de los datos de los cuatro departamentos enteramente incluidos en la Comarca de la Meseta Central (Gastre, Telsen, Paso de Indios y Mártires), porque las características de la meseta y las singularidades de sus procesos se diluyen al incluir datos de departamentos que también contienen sectores de otras comarcas.

2Se considera la clasificación que realiza Coronato (2010: 85-6) con base en los aportes de otros autores: minifundios (hasta 3000 ha), estancia pequeña (entre 3000 y 10,000 ha), estancia mediana (entre 10,001 y 50,000 ha), estancia grande (entre 50,001 y 75,000 ha), latifundio (más de 75,000 ha).

3 Laveglia (2004), sobre la base de los informes de CORFO Chubut, afirma que la cantidad de ovinos necesaria para alcanzar umbrales de sostenibilidad económica en los años noventa llegó a ser de 4000 ovinos en los pastizales subandinos, 6000 en la costa y 10,000 en la meseta.

4Cabe aclarar que el despoblamiento del medio rural disperso de la Patagonia lleva décadas de evolución y en la meseta de Chubut ha sido una tendencia constante desde 1960 (Hermosilla, 2013).

5Es presciso señalar que, según datos de los censos nacionales agropecuarios, el stock de bovinos de la meseta alcanzó 6398 cabezas en el año 2002 y decreció en el período intercensal 2002-2008 (la excepción fue el departamento de Paso de Indios, con un crecimiento sostenido entre 1988 y 2008).

6Las dependencias involucradas en el proceso son múltiples: el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, el INTA, el Ministerio de Industria, Agricultura y Ganadería de Chubut, CorFo Chubut, entre otras.

7La cooperativa generó un aumento de escala que permite la comercialización directa con el polo textil de Trelew, donde se localizan las fases de agregación de valor y las empresas exportadoras, logrando un mejor posicionamiento en el mercado de fibras. Más allá de la comercialización, también ha buscado mejorar la competitividad del producto con la clasificación de las fibras, la promoción de métodos de esquila prolija y la organización de ferias de reproductores, además de promover cambios en las prácticas de manejo, la diversificación productiva y mejorar la calidad de vida de los pobladores rurales.

8Los tratos de tierras que involucran a personas físicas o jurídicas extranjeras son excepcionales en esta zona de la Patagonia. Los extranjeros han sido atraídos por los paisajes naturales de la cordillera y la costa atlántica y por las potencialidades agropecuarias, mineras y turísticas de los territorios; en ese sentido, han comprado tierras principalmente en espacios andinos y costeros, en las áreas agroecológicas con mayores potencialidades y en zonas de interés minero del Macizo del Deseado (Vazquez y Sili, 2017).

9La legislación de Chubut habilita el fraccionamiento de tierras rurales siempre que el predio resultante pueda generar “una renta suficiente para cubrir las principales necesidades alimentarias de un grupo familiar tipo, tener capacidad de ahorro que permita acumular un capital mínimo que posibilite mejorar sus condiciones socio-culturales y económicas y la técnica de la explotación” (Boletín Oficial de Chubut, 1994). Por otro lado, habilita el fraccionamiento en lotes no menores a una hectárea siempre que se preserve “el valor paisajístico” y “los elementos significativos del ambiente” y se introduzca equipamiento de uso común para el desarrollo de actividades en contacto con la naturaleza (Boletín Oficial de Chubut, 2006).

10La disponibilidad hídrica fue estimada por el Instituto Provincial del Agua en función de registros de un período con una merma en el derrame de las cuencas del Chubut de no menos de 20% (Subsecretaría de Planificación Territorial de la Inversión Pública, 2017: 129).

Alberto Daniel Vazquez. Doctor en Geografía por la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, Argentina). Investigador y consejero del Instituto de Investigaciones Geográficas de la Patagonia (IGEOPAT) y del Grupo de Investigación Geografía, Acción y Territorio (GIGAT). Profesor adjunto de la cátedra Geografía Regional Argentina y jefe de Trabajos Prácticos de las cátedras Metodología de la Investigación Geográfica y Geografía Económica Argentina de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (Comodoro Rivadavia, Argentina). Líneas de investigación: análisis de transformaciones y problemáticas socioterritoriales de los espacios rurales de la Patagonia argentina y de las relaciones entre el campo y la ciudad y entre lo rural y lo urbano. Sus más recientes publicaciones son, como coautor: “O tratamento teórico do tempo na Geografia: possibilidades metodológicas”, Geoingá: Revista do Programa de Pós-Graduação em Geografia, 11 (2), Maringá, Universidade Estadual de Maringá, pp. 100-116 (2019); Micropueblos en la Patagonia central y perspectivas territoriales. Los casos de Buen Pasto, Aldea Apeleg y Facundo, Comodoro Rivadavia, Edupa / Editorial Universitaria de la Patagonia (2018) y “Dinámica espacial del proceso de extranjerización de la tierra en la Patagonia”, Journal of Latin American Geography, 16 (2), Baltimore, University of Texas Press, pp. 117-137 (2017).

Recibido: 25 de Mayo de 2020; Revisado: 04 de Marzo de 2021; Aprobado: 19 de Marzo de 2021

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