SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.28 número113Tendencias de mortalidad por suicidio por estado y región socioeconómica. México, 2000-2020Factores asociados con violencia familiar hacia adultas mayores mexicanas, 2016 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.28 no.113 Toluca jul./sep. 2022  Epub 21-Ago-2023

https://doi.org/10.22185/24487147.2022.113.21 

Artículos

Envejecimiento en espacios rurales. Expresiones de vulnerabilidad social en entornos comunitarios del oriente de Cuba

Aging in rural spaces. Expressions of social vulnerability in community settings in eastern Cuba

Diurkis Yarenis Madrigal León* 
http://orcid.org/0000-0002-1741-4993

*Centro de Estudio de Dirección y Desarrollo Local de la Universidad de Granma, Cuba


Resumen

Las estadísticas internacionales muestran el acelerado ritmo del envejecimiento poblacional; en esos datos se inserta Cuba con registros inquietantes; según las proyecciones para 2030, las personas de 60 años o más, abarcarán más de 30 por ciento de la población. El artículo estudia las realidades de vida de los adultos mayores, proclives a situaciones de vulnerabilidad social en condiciones complejas, típicas de los entornos rurales. Se analiza hasta qué punto existen relaciones conexas que conllevan a la vulnerabilidad -en esencia- cuando coinciden problemáticas difíciles en grupos sensibles, residentes en espacios adversos. Los resultados visibilizan una doble condicionalidad de factores, adscritos a la calidad de vida comunitaria y en dependencia de las condiciones personales y familiares del adulto mayor, dando lugar a formas de desigualdad, desventajas, desamparo y desprotección, entre otras expresiones de vulnerabilidad social direccionadas según el espacio de vida.

Palabras clave Envejecimiento; adultos mayores; vulnerabilidad social; espacios rurales; comunidad rural

Abstract

International statistics show the accelerated rate of population aging; Cuba is inserted in these data with disturbing records; according to projections for 2030, people aged 60 and over will comprise more than 30 percent of the population. The article focuses on the realities of life of the elderly, prone to situations of social vulnerability in complex conditions, typical of rural environments. It is analyzed to what extent there are related relationships that lead to vulnerability -in essence-when difficult problems coincide in sensitive groups, residents of adverse spaces. The results make visible a double conditionality of factors, attached to the quality of community life and depending on the personal and family conditions of the elderly, giving rise to forms of inequality, disadvantages, helplessness and lack of protection, among other expressions of social vulnerability addressed according to the living space.

Keywords Aging; older adults; social vulnerability; rural spaces; Granma province

Introducción

El envejecimiento poblacional sigue siendo un tema inquietante en las estadísticas mundiales y un objetivo priorizado en las agendas sociopolíticas y económicas internacionales. De acuerdo con informes de Naciones Unidas (ONU, 2021), se estima el progresivo y constante aumento de la población adulta mayor, superior a 1,500 millones para 2050, aproximadamente 80 por ciento de ellos vivirá en países de ingresos bajos y medianos.

Académicos y estudiosos del tema aseguran que después de la pandemia de Covid-19 una gran parte de los países difícilmente podrán responder a las múltiples necesidades generadas, fundamentalmente, en materia de servicios médicos, asistencia social, entre otros tópicos, que afectan con rigor a la población con más de 60 años. En una situación más compleja se encuentran las naciones que, previo a la pandemia, no habían desplegado un trabajo asertivo con vista al envejecimiento poblacional. En esos términos, la crisis sanitaria del Covid-19 ha demostrado con claridad la injusta organización social en torno a los cuidados en la región (CEPAL, 2020).

Evidentemente la pandemia ha llegado para recalcar los problemas estructurales, las diferencias regionales y asimetrías globales, resultando más complejo para contextos económicos desfavorecidos; así el caso de América Latina expende mayores dificultades, no solo interviene el ingreso económico, son notorias las desigualdades de género, étnicas, raciales, territoriales y las relativas a etapas finales del ciclo de vida. A pesar de las acentuadas diferencias en la realidad actual, crece la sensibilización en apoyo al envejecimiento saludable; desde finales de las décadas del siglo XX, se intensifican declaraciones, resoluciones, días internacionales1 entre otros instrumentos como estrategia para implementar alternativas más favorables e inclusivas (ONU, 2021), pero aún queda mucho camino por transitar.

En ese escenario alarmante se inserta Cuba, con 11.1 millones de habitantes en 2021, presenta como tendencia una Transición Demográfica con muy bajos niveles de fecundidad (desde hace 44 años está por debajo del remplazo generacional), bajos niveles de mortalidad, alta esperanza de vida, baja mortalidad infantil y un sostenido saldo migratorio internacional negativo. Al cierre del 2020, el país presenta un grado de envejecimiento de 21.3 por ciento, duplicándose la cifra desde 1970. Según las proyecciones poblacionales, podría llegar a 31 por ciento para el año 2030.1 La isla anuncia datos que la ubican como uno de los países más envejecidos de América Latina y el Caribe. Estadísticas más actuales confirman que para 2050 será una de las naciones con mayor número de adultos mayores en el mundo.

Desde luego, impacta el cambio en la estructura por edad. Un análisis entre el censo de 1943 y la población proyectada hacia 2050 indica el aumento por casi seis veces, de la proporción de personas de sesenta años y más, pasando de 5.6 por ciento a 33.2 por ciento. Igualmente es notorio a partir de la segunda década del presente siglo, la elevada proporción de adultos mayores por encima del número de niños y adolescentes de 0 a 14 años (Alfonso y Mena, 2020).

De acuerdo con el análisis poblacional, Cuba constituye uno los países de la región que más temprano inicia su transición demográfica; interviene de forma significativa el aumento de la expectativa de vida al superar los 78 años. También se suman otras realidades vinculadas con la disminución de las tasas de natalidad y fecundidad, el constante saldo migratorio negativo, fundamentalmente de población joven en edades reproductivas, y el bajo crecimiento natural. Se trata de un proceso de envejecimiento poblacional caracterizado por su velocidad y homogeneidad en el contexto cubano (Alfonso y Mena, 2020).

La región oriental caracterizada por su trascendencia en la producción agropecuaria y su aporte a los renglones económicos del país, también se ubica entre los espacios con tendencia al envejecimiento poblacional. La realidad exige preocupaciones de la instancia gubernamental, principalmente por las implicaciones negativas que se avizoran en los escenarios rurales. Recién concluido el año 2020, todas las provincias se encontraban en el grupo III según la tipología2 para clasificar los intervalos que indican el grado de envejecimiento; aunque algunos territorios muestran mayores valores, básicamente no existen diferencias desproporcionales entre las regiones del país. En estos espacios, el grado de ruralización supera los valores nacionales, con excepción de Santiago de Cuba (29.1 por ciento). Otros espacios así lo expresan: Las Tunas (32.6 por ciento), Holguín (33.1 por ciento), Guantánamo (36.4 por ciento) y Granma (38.7 por ciento); esta última con el mayor grado de ruralización a nivel nacional, posee lecturas singulares.

En la provincia Granma se acredita el sector agropecuario como una de las actividades económicas esenciales; con ventajas importantes en la producción agrícola y ganadera se presentan algunos de los municipios pertenecientes al Plan Turquino.3 Sin embargo, hasta estos lugares montañosos de la región oriental llegan las transformaciones de la dinámica poblacional, -en esencia- se advierten tendencias considerables a la emigración, niveles bajos de fecundidad y natalidad y cifras significativas de despoblamiento que intervienen en limitantes para el reemplazo de la población económicamente activa.

Finalizado el año 2020, el territorio granmense registra 20.3 por ciento de envejecimiento a nivel provincial, incluso más de la mitad de sus municipios4 presenta elevado número de población rural con cifras importantes de personas mayores de 60 años. Además del envejecimiento de la fuerza de trabajo agrícola, preocupa la pobre vinculación con las actividades agropecuarias de los pobladores del campo y el rechazo creciente al trabajo agrícola, en particular, de las nuevas generaciones. Se expande un modelo de socialización que sigue debilitando el trabajo agrario, la cultura y la identidad de las comunidades rurales; el modelo del hombre de campo altamente identificado con su entorno, su historia y su cultura, amenaza con desaparecer.

Las expresiones culturales alegóricas al mundo rural poseen pautas significativas en el oriente de Cuba, quizás invierne todo un legado simbólico socializado con mayor efervescencia en estos espacios, donde indudablemente influye el número de población rural, pero hasta aquí se extienden las alarmas del envejecimiento progresivo. Estamos en presencia de una realidad preocupante en las condiciones actuales, cuando el país necesita elevar la productividad principalmente en el sector de la alimentación y atenuar las carencias económicas, promovidas tras el férreo bloqueo económico, financiero y comercial mantenido por el gobierno norteamericano en un periodo mayor a 60 años.

El escenario ha sido propicio para expandir en el país una atención priorizada al fenómeno demográfico. Numerosas regulaciones continúan siendo implementadas en la actualidad. Los lineamientos de la Política económica y social del Partido Comunista de Cuba (PCC) para el periodo de 2021 y 2026, destacan la necesidad de continuar de forma gradual con las medidas para atender en el envejecimiento poblacional desde una perspectiva integral (PCC, 2017). Tales disposiciones se mantienen actualizadas, así tributan en el marco del 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC, 2021).

La trascendencia del tema impacta en la realidad cubana, en tanto, se prevén importantes volúmenes de población en las edades adultas que, indiscutiblemente, jugarán un importante rol en la aceleración del proceso de envejecimiento en los próximos años; el incremento tendrá impacto significativo en el sector salud, aumentará el peso de las edades de mayor riesgo, y se incrementaran las enfermedades crónicas degenerativas en el actual cuadro de morbilidad del país. En esas circunstancias urgen planes, normativas, leyes y alternativas comunitarias con el objetivo de comprender los argumentos afianzados en esta atapa de vida, a fin de lograr transformaciones con fundamentos inclusivos.

La realidad del envejecimiento en los espacios rurales exige mayores pautas de visibilización, máxime cuando trascienden expresiones de vulnerabilidad asociadas al envejecimiento, de ahí la importancia de un mayor análisis desde la academia científica.

Poblaciones envejecidas, espacios rurales y expresiones de vulnerabilidad ¿relaciones conexas?

El envejecimiento es un concepto multifacético que alude a una realidad compleja. No solo implica los cambios estructurales y funcionales que ocurren después de alcanzar la madurez reproductiva, es un proceso dinámico, progresivo e irreversible donde se interrelacionan diversos factores biológicos, psíquicos y sociales (Quintero y Torrijos, 2001). Además del capital genético y hereditario, importa sobremanera el ritmo y las condiciones de vida, muy ligadas a las organizaciones sociales, así como la situación educativa-cultural, sanitaria-alimenticia y laboral (Kalish, 1991).

Resulta interesante que mientras existen personas jóvenes que padecen signos de envejecimiento prematuro, ancianos centenarios presentan características vitales, mentales y físicas propias de individuos más jóvenes. Se trata de una heterogeneidad donde no solo interviene la edad cronológica (número de años), se incluye la edad fisiológica (envejecimiento a nivel físico, relacionado con las capacidades funcionales y tono muscular) y la edad social (actitudes y conductas sociales, adecuadas para cierta edad cronológica), sin desestimar la posición económica y cultural. Básicamente se proyectan especificidades hacia determinada generación. El análisis de las generaciones5 ha sido tema de estudio en el círculo académico de las ciencias sociales, aunque no es posible delimitar un único concepto, existen diferencias sustanciales.

Una de las líneas más puntuales en el debate concierne al tratamiento como grupo de edad. Así una generación es una entidad constituida por un conjunto de individuos que vivencian en el mismo momento una experiencia histórica determinante e irrepetible, proclives a un conjunto de orientaciones morales y de comportamientos que suponen un destino común (Dilthey, 1947) o comunidad de edad, en un mismo contexto sociodemográfico con experiencias y configuraciones culturales basado en una unidad propia y sujetas a un ritmo específico (Ortega y Gasset, 1983). En esos niveles predomina una concepción histórico-social que, aunque válida, es susceptible de ser enriquecida con la inclusión de otros procesos polémicos del debate sociológico.

Interesante resulta el concepto de colocación social de Mannheim, (1993) para indicar, que la unidad de las generaciones está constituida por una colocación afín de los individuos dentro del sistema social con base en la edad. Un cambio conceptual importante lo introduce P. Bourdieu (1988) cuando explica lo generacional a partir de las diferencias en las formas de producción de los individuos, que comparten las mismas condiciones materiales y sociales en coincidencia temporal, lo que supone una producción similar de habitus.

De acuerdo con Bourdieu, tales diferencias no afectan a toda la sociedad, se limitan en cada momento a grupos y campos concretos. De tal manera, el cambio en la reproducción de los grupos sociales y en las condiciones sociales y materiales de producción provocan diferencias de generación. Así los nuevos miembros son generados de manera distinta como sujetos competentes y morales al enfrentar la oposición entre valores y estilos de vida asociados al capital económico o cultural. De tal modo, entender las generaciones involucra el conocimiento de la historia específica del campo de producción de sujetos y reproducción de los grupos sociales.

Este análisis teórico, da cuenta de la complejidad en torno a la edad y las complicaciones evidentes, frente al significado que imprimen las coyunturas, contextos y escenarios. Algunos espacios y en determinadas características de vida socioeconómica, familiar, ambiental, cultural etc., resultarán condiciones que predisponen el deterioro de la calidad de vida, lo cual afecta directamente a las personas con edad avanzada; por tanto, se imponen algunas interrogantes: ¿qué sucede en espacios rurales?, ¿existen relaciones conexas entre envejecimiento, espacio rural y vulnerabilidad?

Desde el punto de vista conceptual existen resultados que corroboran las relaciones vinculadas entre estos aspectos, en tanto, los espacios rurales muestran mayores signos de vulnerabilidad, determinado por el tipo de espacio, máxime cuando se trata de países con dificultades económicas, como el caso de Cuba; en este sentido las poblaciones envejecidas sufren mayores inconvenientes. En el mundo rural persiste un modo particular de utilización del espacio, el hábitat transcurre de forma natural, intervienen las relaciones cara a cara entre núcleos familiares, los vecinos se conocen mejor y se llaman por sobrenombres. No existe preocupación por el cumplimiento fijo de agendas de trabajo, ni división exhaustiva entre momentos de ocio y negocio, se trabaja pero es posible descansar sin presiones, la vida trascurre en un sistema de prácticas cotidianas relacionadas con formas idiosincráticas, normas y hábitos apegados a la familia, la amistad, adquiere valor el apoyo, la ayuda y la colaboración.

Aunque se trata de vivencias y experiencias generalizadas en el mundo rural, existen otras circunstancias que marcan notables diferencias entre los habitantes; aquellos adultos mayores residentes en el campo, que lograron adecuado capital económico y poseen fortalezas gracias al apoyo parental y social, estarán en mejores condiciones de vida, al comparase con sus coetáneos del medio rural. Los adultos mayores en condición vulnerable, no solo poseen las marcas de la edad en los rostros cansados, también enfrentan una multiplicidad de obstáculos, necesidades e inconvenientes, acentuándose en ellos mayor deterioro aun cuando no han cumplido los 60 años, que anuncian la apertura a la adultez mayor. Por tanto, se impone la interrogante ¿dónde está la diferencia que alude a la vulnerabilidad entre adultos mayores?

Entre personas con el mismo rango etario, evidentemente la mirada se impone hacia aquellas condiciones de vida tanto externas, propias del medio social, como las internas al adulto mayor, analizadas según sus fortalezas y oportunidades. La diferencia ha de encontrase cuando las personas, expuestas a múltiples riesgos, no tienen desarrollada la capacidad para enfrentar y adaptarse a situaciones adversas. Así es posible delimitar, de un lado, la exposición al riesgo, y de otro, la falta o escasez de medios para enfrentarlos. Se trata de una correlación que expande una gama de circunstancias, proclives a carencias tanto afectivas como materiales.

Muchas son las lecturas conforme al término de vulnerabilidad social, situación que admite comprenderlo como un fenómeno multidimensional. Abarca distintas esferas, maneras y presenta diferentes magnitudes en sus posicionamientos a nivel personal, grupal y comunitario. Sin embargo, signa aspectos comunes siguiendo una extensa gama de elementos tributarios a la exposición de riesgos, y a diferentes respuestas de indefensión, fragilidad, susceptibilidad, sensibilidad, estrés (Kaztman, 2000; Árraga et al., 2016; Ribera et al., 2016) que paulatinamente dan lugar a otros procesos de discriminación y desigualdad.

Entre los aspectos más citados en la literatura sobre vulnerabilidad, se alude a la incapacidad de una persona o grupo para responder; la inhabilidad para resistir, enfrentar o recuperarse; además de la incapacidad para adaptarse a presiones o amenazas externas (CEPAL, 2002; Adamo, et al., 2012). También se asocia a la calidad del espacio social, según sean las privaciones y ausencias de redes familiares, comunitarias y sociales, a la falta de oportunidades, limitaciones de las organizaciones comunitarias y cualquier otra forma de fragilidad institucional que desfavorecen los entornos de vida (CEPAL, 2002).

Los factores determinantes de la vulnerabilidad no son propios de la vejez, ni responden en exclusivo al dato cronológico, intervienen otros aspectos que varían conforme con la situación de etapas anteriores del ciclo de vida: edad, clase social, género y zona de residencia, situación laboral (Aranibar, 2001). De modo que no solo alude al individuo, la vulnerabilidad también está presente desde fundamentos macro sociales, a nivel socioeconómico, político, cultural, ambiental según sea el grado de deterioro del entono, frente a impactos adversos del cambio climático (Adamo, 2021; Adamo et al., 2012) y las diferencias temporales y espaciales (Coy, 2010). Desde este enfoque queda claro la necesidad de la reducción de riesgos, si no existe vulnerabilidad no se produce la destrucción, por tanto, no solo debe indagarse en afectación por una amenaza, depende del grado de exposición, protección, reacción inmediata, recuperación y reconstrucción (Araujo, 2015).

Fundamentos más actuales dan cuenta del uso de la categoría con pautas más inclusivas. En ese caso, CEPAL (2020) concibe la vulnerabilidad como la combinación de eventos, procesos o rasgos que entrañan adversidades potenciales para el logro de los proyectos de las personas y comunidades y la incapacidad de respuesta e inhabilidad para resistir, recobrarse, o adaptarse a las consecuencias de la materialización de los riesgos. Sin embargo, se suman nuevos preceptos patentizados después de la actual crisis de Covid-19, ocasión donde se advierten procesos, circunstancias y escenarios que dan cuenta de formas diversas que acentúan la vulnerabilidad social. No solo se replantea el desafío para enfrentar los desastres naturales, los efectos del cambio climático, las condiciones socioeconómicas (entre ellas, el endeudamiento), se reconocen las desigualdades para responder a la revolución digital y recientemente, la excesiva dependencia de muchos países para enfrentar la pandemia frente la crisis sanitaria de Covid-19 (CEPAL, 2020).

No se trata de estigmatizar a todos los espacios rurales con situaciones de pobreza y oportunidades limitadas. Existen países desarrollados donde la vida en el campo transcurre bajo posicionamientos más saludables y los adultos mayores afrontan menores riesgos e indefensión. En cambio, en territorios con características más agrestes y difíciles, las personas de la tercera edad, estarán expuestos a eventos dañinos colocándoles en desventaja con respecto al resto que reside en el mismo entorno.

Las complicaciones se asocian, por un lado, con la situación geográfica, el relieve irregular, las afectaciones por el tipo de clima, el estado de los tendidos eléctricos, los viales, carreteras y caminos, dependiendo también de la infraestructura y las características socioeconómicas de la comunidad, lo cual incluye la situación del transporte y las amplias distancias para el acceso a puntos comerciales, puestos de salud y de servicio, etc. Todo un sistema de obstáculos que impide la participación activa en la vida pública y que de alguna manera afectan la calidad de vida, fundamentalmente en contextos menos desarrollados.

Por otro lado, se encuentra la situación personal del adulto mayor, la cual es variable según sea el desgaste físico de los años, la disminución de algunas capacidades de tipo visual, auditiva, cognitiva, dificultades físico-motrices, e incluso la presencia de enfermedades crónicas, convirtiéndolos en personas gradualmente dependientes. Para estos casos es importante el apoyo familiar, parental, vecinal y todo tipo de redes de ayuda comunitaria que, al ser endeble, potenciarían sentimientos de inseguridad, desprotección, fragilidad y tristeza.

Las necesidades a este nivel conllevan a riesgos de aislamiento, retraimiento e incomunicación que pueden conducir a intentos suicidas, máxime cuando se añaden formas de maltrato y discriminación por razón de edad. El hecho de que las personas de edad residan principalmente en hogares multigeneracionales como consecuencia de la escasez de recursos, deriva con mucha frecuencia un mecanismo de solidaridad intergeneracional para afrontar las dificultades y carencias que presentan en su vida cotidiana. Sin embargo, no siempre es así, muchas veces los ancianos se convierten en una carga familiar que los aísla, incomunica y les confiere una vida enclaustrada al interior de su hogar.

Evidentemente, aunque existen problemáticas que afligen más a determinados grupos etarios, intervienen de forma más directa en espacios con más dificultades en la calidad de vida, por tanto, no es posible definir a todas las personas viejas como un colectivo homogéneo, ni considerarlas como población más vulnerable por el hecho de residir en el campo; desde luego, intervienen factores heterogéneos según sean los contextos y las condiciones de vida que repercuten desde el punto de vista individual y colectivo, lo cual es evidente desde las percepciones de abandono, limitaciones y necesidades insatisfechas, hasta las problemáticas constitutivas del entorno comunitario carentes de prevención, orientación y asistencia comunitaria.

Desde esta lectura el envejecimiento se afirma como categoría multidimensional que presenta cambios y aportaciones frecuentes, de ahí su carácter dinámico, multifactorial y correlacionar, acentuado en los últimos estudios académicos. Teniendo en cuenta la realidad planteada, el estudio se enfoca en la población residente en comunidades rurales, donde los procesos de vida se tornan más difíciles. El análisis indica correlacionalidad en los procesos, en la medida que los territorios rurales presentan limitaciones para la movilidad, el acceso a servicios, y disponibilidad de recursos, que expresan vulnerabilidad en ese entorno, ello se complejiza cuando los residentes, en este caso, el alto número de adultos mayores deben afrontar obstáculos y no cuentan con recursos familiares y comunitarios que permitan mejorar la calidad de vida.

Estrategia metodológica para comprender las expresiones de vulnerabilidad social en adultos mayores que residen en espacios rurales

En los últimos años, el debate científico realizado en Cuba sobre vulnerabilidad social expende su radio de acción; sin embargo, se puntualizan mucho más desde las ciencias demográficas, todavía se necesita mayor análisis en otras esferas, que ponderen la realidad de vida social de los adultos mayores en espacios rurales. Con énfasis en este tema poco explorado en las investigaciones regionales, se socializa el presente artículo, haciendo hincapié en la comunidad “El Reparto” ubicada en la zona rural de Bayamo, capital de la provincia Granma y asentada en la región oriental de Cuba.

La selección de la comunidad responde al ascenso en los niveles de envejecimiento poblacional, en este territorio agropecuario, de crucial importancia para la economía del municipio. Desde esa lectura importan los resultados para incrementar el apoyo social a las familias donde conviven ancianos en situación de mayor vulnerabilidad, y con ello potenciar las acciones de las políticas sociales, encaminadas a la atención del creciente proceso de envejecimiento poblacional.

La investigación se sustenta en una lógica triangulada, con el uso de los paradigmas cuantitativo y cualitativo, atendiendo a una estrategia de análisis inclusiva de técnicas y métodos de investigación viabilizada en tres fases de estudio.

  • Fase I: pilotaje de investigación: exige el estudio previo para el conocimiento e indagación de la vida comunitaria, con la finalidad de observar de forma preliminar las condiciones de vida que poseen los adultos mayores según sean las principales dificultades que los convierten en personas vulnerables. En este momento, resulta de interés la revisión documental para conocer resultados de estudios realizados con anterioridad; se incluye la labor de los trabajadores sociales y promotores culturales (historias locales, tradiciones culturales, descripciones demográficas y económicas del entorno) de modo que expliquen elementos significativos del entorno.

  • Fase II: diagnóstico de investigación: precisa conocer con mayor profundidad las características socio demográficas de los adultos mayores y las condiciones de vida sujetas al medio que aluden a interiorizar en los factores condicionantes de vulnerabilidad en el espacio comunitario. Para el desarrollo de esta fase se aplicaron diferentes instrumentos:

    • La observación científica como método empírico del conocimiento permite conocer el medio social en sus condiciones naturales, para indagar en las principales problemáticas condicionantes de la vulnerabilidad. Resulta de interés la vida al interior del hogar, las relaciones interpersonales entre los miembros de la familia, las redes de apoyo, además de las condiciones materiales de vida en las viviendas y la comunidad, donde se incluyen formas constructivas y de servicios (sanitarios, educativos, culturales, gastronómicos, entre otros).

    • La entrevista estandarizada, aplicada a los adultos mayores según criterio de selección, necesaria para conocer la realidad vivida en la comunidad rural, y entender sus principales limitaciones, captar y reconstruir el sentido social que expresan y experimentan a partir de aquellos elementos que no son observados directamente y que forman parte de las experiencias y perspectivas del adulto mayor.

    • La entrevista enfocada: esta técnica permite realizar una conversación previamente diseñada a partir de aspectos claves. La técnica fue aplicada a personas con determinado conocimiento sobre la realidad de vida que afrontan los adultos mayores en el medio rural: el médico y enfermera de la familia, al promotor cultural, trabajadores del INDER,6 trabajadores Sociales, el agente postal, delegados de la circunscripción, presidentes de los CDR,7 trabajadores de OFICODA.8

  • Fase III: interpretación de datos. Facilita el conocimiento e interpretación de los datos a partir de los instrumentos aplicados, incluyendo las expresiones subjetivas de los elementos condicionantes de la vulnerabilidad. En esta fase se concreta el análisis para comprender la validez de los programas sociales implementados en la comunidad.

Resultó de interés la selección de una muestra adecuada con los propósitos de la investigación; así clasifican los adultos mayores comprendidos en la etapa de vejez inicial o incipiente, entre 60 y 69 años. La selección de este grupo alude a su consideración como grupo más representativo dentro de los adultos mayores residentes en la comunidad. De un total de 112 adultos mayores, 56.3 por ciento pertenecen a la vejez inicial o incipiente, superior a otros adultos (43.7 por ciento) ubicados en las atapas de vejez intermedia (personas entre 70 y 84 años) y vejez avanzada (personas con más de 85 años) (Martínez, 2000).

Se exceptúan de la muestra aquellos adultos mayores que presentan vejez intermedia y aquellos de vejez avanzada que están al final de la línea o ciclo de vida, también denominados “los más viejos entre los viejos” o “cuarta edad”. De acuerdo con esta clasificación, la etapa de vejez inicial o incipiente es un momento nuevo en el ciclo de vida, significando la salida del mercado de trabajo para quienes ejercen un empleo. Por lo general, estas personas conservan buenas condiciones de salud y presentan mayor disposición de tiempo libre, aunque no están exentos de conflictos debido a la transición y adaptación a una nueva estructura de roles, por causa de la jubilación.

Se trata de un cambio que puede resultar traumático, de ahí su importancia investigativa, en tanto, se produce un tránsito de la actividad laboral al ocio y muchas veces se generan insatisfacciones dado a la percepción de haber finalizado las expectativas de vida. El estudio permitió comprender las realidades del campo y las diferentes expresiones de vulnerabilidad que acontecen en torno a los adultos mayores.

Ser viejo y vivir en el campo. Expresiones de vulnerabilidad social en espacios rurales

Los resultados acaecidos en la comunidad rural, dan cuenta de expresiones diferentes de vulnerabilidad social en la población adulta mayor. Para la presente investigación, se toma en cuenta la diversidad y la diferencia en aquellas expresiones de vulnerabilidad una lógica explicativa de tipo dual, por una parte resultan los procesos externos que aluden a la situación del entorno sociocultural y comunitario; por otra parte, intervienen aquellos internos a las características propias de los adultos mayores, así se precisan dos ejes o factores: i) factores externos vinculados al espacio de vida rural y ii) factores internos sujetos a situaciones particulares del adulto mayor y su familia.

Factores externos vinculados al espacio de vida rural

Los factores externos versan en las características que se encuentran fuera de las condiciones personales físicas y mentales del sujeto. En este momento adquieren importancia los fundamentos del espacio rural que, por sus particularidades, pueden ser constitutivas de deterioro para el adulto mayor, provocando exposición a riesgos, complicaciones y generación de conflictos. Conocer estas realidades, presupone la descripción de indicadores que develan las especificidades del presente escenario y contexto socioeconómico y cultural, lo cual implica un análisis desde los siguientes items: a) la infraestructura socioeconómica y acceso a servicios públicos; b) el estado constructivo y condiciones de las viviendas; y c) las redes de apoyo comunitario.

Infraestructura socioeconómica y acceso a servicios públicos

La comunidad abarca una extensión territorial de cinco km2. Se caracteriza por un relieve llano, mediado por un arroyo que desemboca en el Río Bayamo, le define un clima cálido y exuberante vegetación. No obstante, sus esencias naturales no son equivalentes con la escasez de espacios para el esparcimiento social de la población; la comunidad carece de parques públicos y deportivos, así como sitios de descanso para la espera del transporte en dirección a la ciudad. Se suma el pésimo estado de las vías de acceso a la comunidad y el deterioro de calles y caminos al interior del barrio. Los peligros a ese nivel continúan afectando a la población envejecida, al ser objeto de accidentes traumáticos para la salud.

La calidad de la infraestructura es un componente central para identificar las condiciones de vulnerabilidad social en espacios comunitarios, en tanto, los adultos mayores son más afectados cuando realizan caminatas a largas distancias y en terrenos difíciles; la situación se torna aún más desfavorable para quienes presentan dificultades físico-motoras. Estas singularidades marcan diferencias que precisan mayor análisis para el planeamiento de políticas y programas de trabajo, de tipo más inclusivo para el bienestar del adulto mayor.

En la comunidad de estudio, existen limitaciones notables; carece de una infraestructura socio económica que abarque las necesidades más elementales, las que existen se encuentran en zonas aledañas, distantes del núcleo básico que conforma la comunidad; en orden de importancia se sitúan: el puesto médico de urgencias (siete km), las consultas de rehabilitación, o especializadas (17 km), la instalación farmacéutica más cercana (3½ km), el centro educativo de enseñanza secundaria (3½ km). En otro orden de necesidades intervienen limitaciones en la infraestructura de servicios y comercios; la comunidad demanda de puestos de venta comercial, servicios gastronómicos (cafeterías, panadería), talleres de reparación electrodoméstico, zapaterías, peluquerías/barberías, lavanderías, entre otros del ramo.

A distancias alejadas (17 km), también se encuentra el hogar de ancianos en modalidad de internado o semi-internado, institución limitada en su capacidad para afrontar las necesidades del progresivo proceso de envejecimiento poblacional. La comunidad tampoco cuenta con instalaciones culturales y deportivas como objeto del esparcimiento social. Ello presupone complejidad en la vida de los ancianos, en tanto, son limitados los medios de transporte en este territorio para garantizar el traslado poblacional hacia la parte urbana de la ciudad. Un ínfimo número (cinco por ciento) se traslada de forma individual, buscando medios propios de viaje, el resto debe ir acompañado de familias y amistades, fundamentalmente cuando se trata de prioridades en asuntos de salud. En cambio, el resto de las actividades quedan limitadas para ellos, porque las condiciones socioeconómicas dificultan los cambios deseados.

Aunque existe disponibilidad de servicios básicos, en términos de electricidad, telefonía, agua potable, no favorecen de igual modo a toda la población residente, el alcance y calidad de los servicios difiere según los espacios, su distancia y latitud. La mayoría de las viviendas (74.6 por ciento) presentan un servicio regular de electricidad, originado por su soporte en forma de tendedera con bajo voltaje; ello repercute en las condiciones de uso de los equipos de cocción, causando roturas e invalidaciones totales. Para este caso se comprueba que 39.7 por ciento de los comunitarios usa la electricidad, mientras que 60.3 por ciento, utiliza leña o carbón.

La telefonía es exigua, pocas casas cuentan con este servicio, aunque la comunidad posee un centro agente de telefonía que brinda servicios a nivel del barrio. El agua potable, no llega con facilidad a todas las viviendas, solo 9.5 por ciento disfruta de esas bondades, lo cual incluye mejoras al interior de los hogares, gracias al disfrute del sistema de desagüe de fregaderos y baños sanitarios. En otras condiciones convive 90.5 por ciento de las familias donde residían el mayor número de ancianos acompañados y en solitario; en estos casos resultó recurrente el uso de letrinas situadas en las afueras de las viviendas, también vista como práctica común en espacios rurales. Desde luego, los más afectados resultan los adultos mayores que presentan dificultades de salud, y de recursos para afrontar los obstáculos; desde ese punto de vista, son más vulnerables por las carencias materiales y por las limitaciones físicas para realizar cambios y tomar alternativas en función de lograr mejoras en la calidad de vida.

Al unísono, emergen otras necesidades, llegan las tecnologías que permiten la interconexión inalámbrica de dispositivos electrónicos (WiFi) que también adquieren peso significativo dentro del espacio comunitario. Para momentos de necesidades marcadas por causa de la pandemia de Covid-19, se impone la instrucción y asesoría de personas que puedan acompañar a otros más desfavorecidos, en el uso de las tecnologías y las nuevas formas de comunicación digital para acceder a formas comerciales y de comunicación.

Frente a los diferentes brotes pandémicos en nuestro país y las imposibilidades de “salir de casa”, crecieron las demandas básicas y la necesidad del comercio digital, en cambio, no todas las personas mayores tuvieron igual oportunidad y formas de acceso, en este espacio se experimentaron signos de vulnerabilidad con profundas huellas de desconocimiento, incertidumbre y dependencia.

El 95 por ciento de los adultos mayores entrevistados declaró no poseer dispositivos tecnológicos, solo cinco por ciento declara ser dueños de celulares, a pesar de mantener uso limitado, porque no logran avanzar con rapidez y deben auxiliarse de hijos, nietos, amigos y vecinos más jóvenes. Varias expresiones de personas mayores repercutieron en tono de incertidumbre, “no tengo celular”, “no sé andar con eso”, “no veo bien y mis espejuelos están rotos”, “yo creo que no voy aprender nunca”, “dependo de alguien que me pueda dar una mano”.

Vivimos tiempos donde las necesidades se multiplican, a la usanza de nuevas estrategias tecnológicas que impactan en las condiciones de vida en cualquier espacio poblacional. La apertura a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones abre una nueva esfera de alternativas para realizar el comercio digital y mantener el intercambio familiar, se trata de una práctica de consumo que también llega a espacios rurales a pesar de las limitaciones que predominantes en Cuba. No obstante, nuevamente figuran los obstáculos para el grupo comprendido en la adultez mayor, en tanto, resulta más difícil asumir los cambios que exige la llamada “Era Digital”.

En los adultos mayores se impone el sentido pausado de la vida, socializado e internalizado bajo la usanza de generaciones nacidas y desarrolladas con patrones tradicionales, formas conductuales, comportamientos e imaginarios sellados con la marca de su época. Lógicamente no pueden avanzar al paso de las nuevas generaciones, para comprenderlo no solo confluyen aspectos tan básicos como un nivel de escolaridad adecuado para el aprendizaje y el uso de la tecnología; captar la información es difícil, se necesita una visión competente para revisar los dispositivos a cualquier hora del día, también interviene la forma y el sentido que llega la información desde las diferentes plataformas sociales.

En el nuevo imaginario posesionado por las tecnologías, se establece el lenguaje de las simbologías, los sonidos, los colores y la producción de imágenes en forma de datos. Desde ese escenario muy pocos conquistan el nuevo terreno al ritmo de la avanzada juvenil. En contraste con la población centenaria, las nuevas generaciones abrazan el cambio, en un contexto signado por un consumo cultural que atrae por sus desafíos, retos y competencias que indudablemente acentúan las desigualdades en el proceso de comunicación.

Si bien estamos en presencia de una desventaja notoria para adultos mayores residentes en cualquier espacio social, también es cierto que figuran diferencias considerables entre espacios urbanos y rurales. Quienes viven en la ciudad y de alguna manera realizan labores que viabilizan el desempeño en el uso de la tecnología y amparados por las facilidades de conectividad, estarán en mejores condiciones para la instrucción y el aprendizaje. En cambio, otros territorios de tipo rural -desfavorecido por la conexión efectiva- pautados por procesos de vida más lentos y matizados por actividades homogéneas de cara al campo, experimentarán desventajas notables. Desde esta lectura la actividad que caracteriza a los espacios expresa su relación con los usos y consumos de las nuevas tecnologías.

Estado constructivo y condiciones de las viviendas

Este aspecto marca pautas significativas en nuestra realidad de vida, básicamente por las dificultades materiales que continúa atravesando el país por más de seis décadas y que, sin dudas, interviene en la calidad de vida familiar. De acuerdo con las estadísticas más actuales, el sistema constructivo no es favorable, las carencias de todo tipo afectan las fibras más sensibles de los hogares cubanos, obviamente, una base económica dañada interviene en la superestructura, causando presión hacia todas sus esferas, siendo más vulnerables los espacios rurales.

Entre los espacios se constatan grandes diferencias con respecto a la urbanización, el hábitat y la calidad de las construcciones, por lo general los territorios rurales presentan características conforme con el imaginario cultural del entorno, son típicas las construcciones poco resistentes, lo cual desfavorece las condiciones de vida, e interviene en la agudización de las necesidades básicas.

Con la aplicación de los instrumentos se constata el nivel de deterioro que presentan las construcciones del entorno comunitario. Adquiere un peso importante el mal estado de las viviendas (74.6 por ciento), otras se encuentran en pésimas condiciones (15.9 por ciento) y solo 9.5 por ciento de los hogares posee buen estado habitacional. La mayoría de los hogares (71.4 por ciento) cuenta con piso de tierra, paredes de tabla de palma, techos de guano, zinc y fibrocemento y letrinas en mal estado. Se incluyen otras dificultades en cuanto a la solidez de su estructura, fundamentalmente los techos y paredes, al distinguirse filtraciones, grietas y rajaduras.

Las viviendas notifican disímiles modalidades, resulta usual la presencia de ampliaciones improvisadas que van desde un cuarto pequeño independiente situado en el fondo de la casa, o en el lateral con baño común. El índice de hacinamiento es medio, la mayoría de las familias extensas donde conviven los adultos mayores comparten sus habitaciones con hijos, nietos e incluso parientes que llegan de zonas montañosas para instalarse de forma definitiva. En esas condiciones se reproducen estructuras familiares y dinámicas de vida, muchas veces solapadas en los sondeos censales.

La disponibilidad de equipamiento electrodoméstico tampoco es adecuada, al tiempo que resulta exiguo el mobiliario de los hogares, la mayoría de las familias viven con lo necesario, mientras otras son marcadas por la carencia generalizada, principalmente en las viviendas de adultos mayores que viven solos con grandes necesidades y bajos ingresos. Las afectaciones son mayores en aquellos ancianos que no devengan salarios por jubilación, ni poseen ayudas monetarias; reiteradamente asumen la frase “la vida se torna áspera, sin gracia para vivirla”.

Los adultos mayores lamentan la imposibilidad de arreglar sus viviendas y atravesar momentos embarazosos en periodos de temporales, lluvias intensas y huracanes. Se quejan por no tener recursos para afrontar las dificultades, así consideran “las fuerzas no son las mismas y no cuento con nada”, “ya no tengo edad para batallar”.

La nueva realidad de vida precisa la urgencia de personas capacitadas con habilidades y destrezas para afrontar el reto del cuidado, además de la experiencia para sostener momentos de crisis, procurar medidas preventivas, solucionar problemas y abrazar alternativas de acuerdo con las características del contexto, de ahí la importancia de las redes de apoyo comunitarias.

Redes de apoyo comunitario

El tema de las redes de apoyo reviste una importancia especial dentro del marco del estudio del envejecimiento, permite no solo un acercamiento a la dinámica de vida en los adultos mayores, también incluye el examen de las formas de proyección de programas y políticas para atender las demandas crecientes de este segmento poblacional.

Las redes de amigos y vecinos constituyen importantes fuentes de apoyo, sobre todo en el contexto rural, donde las interacciones sociales son más fuertes y dinámicas compartidas como fortalezas durante los procesos comunitarios. Los vínculos de amistad responden a intereses comunes y actividades compartidas, esenciales para fomentar la participación y el intercambio social. En cambio, no todos presentan las mismas condiciones de ayuda y colaboración, existen casos de adultos mayores en situación de desventaja social con respecto al grupo que recibe apoyo de vecinos cercanos.

De acuerdo con los instrumentos aplicados, los adultos mayores residentes en la comunidad presentan redes de apoyo de tipo vecinal (75 por ciento), mientras otros vecinos (15 por ciento) emplazados en viviendas más alejadas no reciben el mismo amparo. La colaboración se centra en materia de alimentación, atención en procesos de salud y quehaceres domésticos, resultando más carentes la asistencia de tipo monetaria y otras formas de colaboración de alcance institucional. Desde esta lectura, adquieren significado los desafíos y retos que actualmente afrontan las instituciones cubanas, encargadas de la protección de la población anciana.

Si se analizan las políticas sociales en materia de salud y asistencia social, es evidente la preocupación gubernamental por la atención al adulto mayor. Sin embargo, los logros alcanzados en este rubro no son suficientes, existen problemáticas que anuncian fallos en la implementación de las estrategias y acciones diseñadas por el Estado para garantizar mejores condiciones y perspectivas de vida a esta población. Algunas interrogantes son necesarias ¿accede con facilidad la población a los beneficios y oportunidades que se brindan desde las instituciones y organizaciones estatales?, ¿cuáles son los principales conflictos que se generan para su acceso?, ¿se corresponden las mismas con las necesidades y demandas reales de este grupo poblacional vulnerable?

En el análisis de los principales conflictos y dificultades que enfrentan los adultos mayores para el acceso a los servicios y programas se constataron inconformidades. A través de las entrevistas se corrobora el desconocimiento parcial o total que poseen los adultos mayores sobre los beneficios, oportunidades y servicios que les ofrece las políticas sociales, confirmando con ello el funcionamiento inadecuado de los canales de comunicación institucionales establecidos para la identificación y detección de adultos mayores vulnerables.

No resultaron pocas las expresiones de fragilidad y abatimiento de ancianos que han vivido y experimentado situaciones serias de salud, sin recibir apoyo oportuno. En estos casos revisten más importancia las redes informales de apoyo, fundamentalmente de vecinos residentes en la comunidad. No obstante, se siente la necesidad de la colaboración institucional en la integralidad comunitaria, para contrarrestar las sensaciones de abandono e insuficiencia de respuestas.

En ocasiones resulta efectivo el intercambio de experiencias, conocimientos y acciones motivacionales de tipo sanitario, incluso cultural, deportivo y de esparcimiento social. Este sistema de colaboración comunitaria podría ser más práctico para lograr un envejecimiento activo; sin embargo, resultan limitadas, inestables y, por tanto, desapercibidas en el entorno comunitario. El criterio de un miembro de la comunidad sostiene “En el monte no hay vida de ese tipo, esas actividades de cultura y deporte, son para la ciudad”.

Mediante las entrevistas realizadas a los decisores de la comunidad se comprobó que no existe un trabajo coordinado por parte de las instituciones enmarcadas en el entorno, tampoco constan proyecciones de recursos en aras de garantizar formas de apoyo al adulto mayor.

De manera general, existe falta de alcance y pertinencia de las estrategias para dar solución a sus necesidades y demandas, para contribuir con mejoras en la calidad de vida. De acuerdo con el criterio de un experto comunitario, ser requieren sinergias entre las partes encargadas de la atención institucional “Sucede comúnmente que, a la hora de diseñar y trazar una política, programa o estrategia gubernamental, se aprecia una desconexión o desarticulación entre la respuesta del Estado, las necesidades y demandas reales de la población anciana”; “los principales destinatarios -los ancianos- no logran satisfacer las prioridades más demandadas”.

La integración de instituciones y organizaciones: consultorio del médico de familia, el delegado del consejo popular, el Comité de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), promotores culturales, y trabajadores sociales, requieren de un mejor trabajo de integración como grupo comunitario con énfasis en el correcto manejo de recursos y estrategias a favor de la población anciana.

Factores internos, atribuidos al adulto mayor y su familia

Se concibe como factores internos a las características propias de los adultos mayores en situaciones proclives a la dependencia, indefensión e incapacidad de habilitación por medios propios. Para este caso se analizan las características socio demográficas y de tipo familiar; entre las más significativas: a) edad y sexo, b) situación de pareja, c) condición laboral (para quienes se mantienen laborando), d) estado de salud físico-emocional, e) ambiente familiar y composición del hogar.

Edad y sexo

Conforme con la selección de la muestra, 63 personas -en la etapa de vejez inicial o incipiente- constituyen el grupo más representativo dentro del total de los adultos mayores; así, constan 27 hombres (57.1 por ciento) y 36 mujeres (42.9 por ciento). La concreción de la edad resulta crucial en la medida que determinan cambios importantes, máxime para quienes estuvieron activos laboralmente y luego se jubilan dejando de percibir el salario inicial. En este periodo tanto hombres como mujeres mayores (entre 65 y 69 años) comienzan a notificar problemas de salud asociados al cansancio del día; situación que los sitúa como gradualmente dependientes; en tanto, disminuyen algunas capacidades físicas, visuales, auditivas, cognitivas, colocándolos en planos más sensibles para enfrentar la vida. La realidad se torna más difícil en el entorno rural, donde escasean las oportunidades para acceder a los recursos para el sustento básico diario y asciende la dependencia hacia las personas más jóvenes.

Se comprueban expresiones de vulnerabilidad en las mujeres que se enfrenta a dificultades para emprender la vida en el campo, debido a las carencias en las condiciones de vida dentro del hogar. Son ellas quienes realizan labores domésticas, desplegando mayor esfuerzo físico; por lo general cocinan con leña bajo circunstancias adversas, al tiempo que deben cortar grandes troncos de madera y cargar agua en pozos profundos, desde distancias extremas, haciendo uso de alternativas hostiles para la salud.

La cultura de vida que asume la mujer la ubica como única responsable de las labores de su sexo, sobre ella recae el cuidado del hogar, la atención de esposos, hijos, nietos, ancianos, incluyendo los obstáculos que deben enfrentar para suplir las necesidades que demanda toda la familia; así interviene la dispersión y lejanía de centros comerciales, servicios, educativos y de salud. Las mujeres también asumen la preocupación por los animales (domésticos, de corral y cochiqueras), cuidar los jardines y sembradíos ubicados alrededor de la casa, e incluso acompañar el trabajo de las fincas en tiempos de cosechas y asistir en los alumbramientos del ganado, además de otros momentos donde se impone la necesidad de fuerza de trabajo.

Las mujeres tienen mayor exposición a las barreras culturales que históricamente han justificado la desigualdad entre los sexos; interviene, por un lado, la división del trabajo por género, que confina a las féminas al ámbito doméstico, mientras el sexo masculino trasciende como principal proveedor, generador de ingresos y único sustentador económico del hogar. Son aspectos que notifican -desde muchas maneras- los posicionamientos patriarcales en espacios rurales, proyectivos a situaciones desfavorables y sobrecargas -muchas veces de forma abusiva- que finalmente traen consigo riesgos y peligros a la salud debido a desigualdades vinculadas al género.

Situación de pareja

Se constata diversidad en las formas de concretar la vida en parejas. De ellas, 50.8 por ciento se declaran unidas de forma consensual o acompañados, 30.2 por ciento solteros, 9.5 por ciento casados, y 9.5 por ciento viudos. Los adultos mayores soleteros y viudos muestran mayores niveles de depresión, al enfrentar periodos de soledad y carencia de necesidades afectivas, unido a la percepción de incapacidad para conducir el correcto manejo recursos y emplear estrategias de vida.

Condición laboral

Este aspecto visibiliza situaciones complejas. Intervienen expresiones de fragilidad y agotamiento fundamentalmente en adultos mayores que realizaron labores con elevado esfuerzo físico y aún se mantienen activos -en muchos casos- por necesidad económica. Por lo general han sido personas cuyo nivel escolar no les permitió acceder a puestos de trabajo mejor remunerados, toda la vida laboraron de forma independiente y en las actuales condiciones no reciben pensión por jubilación, ni otras fuentes de ingresos, salvo aquellos que pueden acogerse a las leyes de la asistencia social.

Muchos adultos mayores no lograron mejores formas de superación o calificación para ejercer en mejores puestos laborales. De acuerdo con sus conocimientos, abrazan las labores propias del campo, la actividad agropecuaria y la vida doméstica. Si bien, no existe el analfabetismo, tampoco es usual encontrar elevados rangos de escolaridad en este grupo etario. Es preciso aclarar que los adultos mayores en la etapa de vejez inicial, nacieron antes de 1959, donde la educación no tenía el nivel de acceso logrado después de la Revolución Cubana, por tanto, resultó más difícil acceder a mejores niveles educativos, en ello influyen los tabúes propios del campo que defienden determinados preceptos como: “para vivir en el campo no son necesarios los estudios”, “en el campo solo hacen falta buenos brazos y deseos de trabajar”, entre otras expresiones populares.

Estado de salud físico-emocional

La salud es una de las dimensiones priorizadas para considerar las condiciones de vulnerabilidad en el adulto mayor; en correspondencia con ello, la dinámica de vida puede tornarse accesible o potencialmente difícil de conciliar. Se comprueba en la comunidad la presencia de adultos mayores con una variedad de enfermedades crónicas no transmisibles: hipertensión arterial (92.3 por ciento), diabetes mellitus (63.5 por ciento), insuficiencia renal (7.7 por ciento), enfermedades pulmonares obstructiva crónica (13.5 por ciento), artrosis generalizada (32.7 por ciento), artritis reumatoide (5.8 por ciento), cardiopatías (17.3 por ciento), debilidad visual (1.9 por ciento). Estas enfermedades en muchas ocasiones están asociadas a la etapa del desarrollo y en algunos casos se vinculan a las labores que generan esfuerzos físicos realizados a lo largo de la vida. En esos casos prevalecen los dolores osteomusculares y las afecciones de la capacidad funcional.

Cuando la salud es confortable, es posible mantener el ritmo de vida que caracteriza a las personas residentes en el campo, por lo general se muestran activas y dispuestos al trabajo. Sin embargo, cuando la salud falla, se convierte en una barrera que los inmoviliza, despojándole de la actividad que realizaban por costumbre, provocando dependencia, inseguridad y restringiendo sus interacciones sociales y comunitarias.

Ambiente familiar y composición del hogar

La familia constituye una de las formas más comunes de apoyo en las personas mayores, especialmente de tipo material y emocional; sin embargo, los cambios demográficos, además del abandono y las pérdidas de seres queridos, intervienen en la disminución del número de miembros potenciales para ayudar, incluso se sobrecargan los que ahora forman parte de esta red, definiendo complejidades diferentes en el apoyo para dar y recibir.

También el contexto familiar, puede ser objeto de situaciones embarazosas y malestares que intervienen en la calidad de vida en los adultos mayores. En los hogares examinados, afloran familias diferentes según su clasificación en: unipersonales (16.7 por ciento), nucleares (27.1 por ciento) y extensas (56.2 por ciento), en estas últimas prevalece la convivencia de al menos tres generaciones.

En casos como estos se perciben dicotomías que, conducidas desde posiciones extremas, pueden ser desencadenantes de expresiones de vulnerabilidad. Por un lado, quienes viven solos -a pesar de tener hijos que no asumen sus deberes de protección- están expuestos a peligros por indefensión y desamparo; por lo general, la decadencia de habilidades les impide tener una vida independiente, para alimentarse, vestirse por sí mismos y orientarse en la vía pública.

Posiciones contrarias también declaran percepciones de vulnerabilidad, cuando existen adultos mayores que no viven solos y perciben sensaciones de estorbo y aislamiento por su condición de avanzada edad. Ello indica que muchas veces la vida en familias extensas no es condición de compañía y protección, interviene con seriedad la dinámica familiar saludable.

Otra de las preocupaciones mayores recae en aquellos casos donde los adultos mayores se hacen cargo de los nietos menores de edad, por causa de abandono de la madre o padre del menor. En situaciones como estas, aumentan las dificultades para abuelos y nietos, en tanto, carecen del correcto manejo de recursos y estrategias para su educación. Los abuelos se sienten con menor capacidad de respuesta para afrontar las exigencias escolares y educativas, sobre todo cuando se trata de adolescentes, lo cual implica la exposición a riesgos que los coloca en desventaja social.

El envejecimiento activo debe incorporar la optimización de las oportunidades, desde el curso de los resultados se proponen estrategias que permitan viabilizar el trabajo en beneficio al adulto mayor, así se consideran algunos puntos de interés para el caso de esta comunidad rural.

Fomentar mayor trabajo de las cátedras del adulto mayor en las principales universidades del país, diseñadas con la misión de capacitar y preparar los recursos humanos, en el desarrollo de un trabajo más inclusivo, en tareas y actividades sociales que reconozcan y demanden la contribución y participación activa de los adultos mayores, para mantener y fomentar en ellos habilidades cognitivas y experiencias de vida en tributo a la comunidad, más allá de la clásica mirada asistencialista.

  • Promover investigaciones multidisciplinarias para aperturar un mejor trabajo de orientación y asistencia a las poblaciones ancianas vulnerables, incluyendo mejores mecanismos de integración, en vista al monitoreo de los grupos más vulnerables, teniendo en cuenta la implicación de los factores institucionales, comunitarios, y gubernamentales.

  • Estimular la larga tradición de oportunidades al interior de la comunidad, devenidas en el programa del médico de familia, en su funcionabilidad de trabajo preventivo, asistencial y orientado hacia las familias donde conviven los adultos mayores.

  • Establecer políticas diferenciadas para las familias donde conviven adultos mayores en condiciones de soledad, o de acuerdo con sus condiciones de vida y posibilidades económicas reales, en aspectos tales como el acceso a medicamentos y su elevado costo.

  • Brindarles más posibilidades y un mayor apoyo material y técnico a las familias donde conviven adultos mayores con pobres recursos, para la construcción y conservación de sus viviendas. Priorizar, en los programas de construcción y conservación de viviendas, a los adultos mayores en condiciones de hacinamiento y con deterioro avanzado de sus viviendas.

Sobradas son las razones que incitan a potenciar cambios en el pensamiento y la actuación, con respecto a la edad y el envejecimiento; de ahí la importancia del llamado que hiciera la Asamblea General de Naciones Unidas, en correspondencia con la Agenda 2030, al declarar el periodo 2021-2030 como el decenio del envejecimiento saludable, atendiendo a varios ámbitos de actuación: el fomento de capacidades a instancias comunitarias, mayor atención integrada y centrada en las personas, servicios de salud primarios que respondan a las necesidades y acceso a los cuidados para quienes lo necesiten.

Consideraciones finales

El envejecimiento poblacional constituye uno de los desafíos demográficos para Cuba en las condiciones actuales, de ahí la importancia de acelerar políticas públicas integradas, donde la población adulta mayor pueda apropiarse de formas de inclusión y alcanzar mejoras en las condiciones de vida, desde un enfoque más activo y participativo a instancia socioeconómica, cultural y espiritual del entorno comunitario.

Los resultados acaecidos en la comunidad de estudio corroboran las asimetrías que caracterizan el espacio rural, siendo objeto de expresiones de vulnerabilidad desde una doble condicionalidad de factores. Desde un primer enfoque analítico intervienen los factores externos al adulto mayor, que repercuten en la calidad de vida individual, ocasionando desventajas, percepciones de abandono y angustias al interior del entorno comunitario, en este caso participan: a) limitaciones y carencias en la infraestructura socioeconómica, así como los inconvenientes para el buen término de servicios, comercios y accesos a servicios públicos; b) sentimientos de desasosiego frente a incapacidad de solventar problemáticas constructivas de las viviendas, según el grado y nivel de deterioro; c) sensaciones de desamparo y desprotección por la inconsistencia de las redes de apoyo comunitario. En este aspecto interviene el inadecuado trabajo por parte de las políticas sociales, dirigidas por el consejo popular y las organizaciones políticas y de masas que logran satisfacer las prioridades y demandadas en esta etapa de la vida, provocando aislamiento y restricción en sus interacciones sociales y comunitarias.

En un segundo análisis, se visibilizan los factores internos que aluden a características propias de los adultos mayores, proclives a formas de dependencia, incertidumbre, fragilidad entre otros temores para enfrentar la vida comunitaria. Se exponen con más desventajas, los adultos mayores sujetos a situaciones de riesgos a nivel individual y familiar; desde esta lectura pudo constatarse que: i) son más afectados los adultos con edades más avanzadas, de acuerdo con el rango etario en estudio, lo cual indica que las edades superiores son proclives a mayores formas de deterioro; ii) en niveles de mayor desigualdad se encuentran las mujeres, al ser las únicas responsables de la dinámica del hogar en entornos que desfavorecen la vida cotidiana; iii) están más expuestos a carencias afectivas y niveles altos de depresión, los adultos mayores solteros y viudos, que llevan años en soledad; iv) sufren más inseguridad, los adultos mayores que no poseen otras formas de ingreso económico; v) padecen más indefensión, los adultos mayores que presentan debilidades de salud, principalmente, enfermedades crónicas no transmisibles y muestran incapacidad para habilitarse por sus propios medios; vi) se exponen a mayores riesgos de soledad y tristeza, quienes viven solos y aquellos discriminados por su edad, que conviven varias generaciones; también son proclives quienes poseen responsabilidades absolutas en el cuidado de niños y adolescentes sin la presencia de sus padres.

En esa dirección confluye una dicotomía de factores que actúan en diferentes sentidos, al tiempo que se interrelacionan distinguiéndose una lectura multifactorial, trayendo mayor exposición a niveles de riesgo, de ahí que sea efectivo el tratamiento de las desigualdades desde la prevención, la orientación y la asistencia en vínculo con la investigación multidisciplinaria.

Referencias bibliográficas

Adamo, S., 2021, Taller Nacional sobre Desastre, Gestión de Riesgo y Vulnerabilidad: Fortalecimiento de la Integración de las Ciencias Naturales y Sociales con los Gestores de Riesgo. Buenos Aires. [ Links ]

Adamo, S., Razafindrazay, L. y Sherbinin, A. de, 2012, “Áreas de alta vulnerabilidad ambiental en América latina y el Caribe: una perspectiva regional a escala subnacional”, en Notas de Población. 39(94):177-209. [ Links ]

Alfonso Fraga, J.C., Mena, M., 2020, “Cambios en la estructura etaria de la población en Cuba”, en Revista Temas Cultura Ideología y sociedad. 100-101. [ Links ]

Aranibar, P., 2001, Acercamiento conceptual a la situación del adulto mayor en América Latina Chile, CEPAL. Santiago de Chile. [ Links ]

Araujo, R. 2015, “Vulnerabilidad y riesgo en salud: ¿dos conceptos concomitantes?”, en Revista Novedades en Población, 11(21), pp. 89-96. [ Links ]

Árraga, M., Sánchez, M., Pirela, L., Mariotti, L., 2016, “Construcción de instrumentos para medir actitud hacia la vejez. Interacción y Perspectiva”, en Revista de Trabajo Social, 6(2), 260-272. [ Links ]

Bourdieu Pierre, 1988, La Distinción, Editorial Taurus, Madrid. [ Links ]

CEPAL, 2002, Vulnerabilidad Sociodemográfica: viejos y nuevos riesgos para comunidades, hogares y personas. Brasilia, Brasil. [ Links ]

CEPAL, 2020, “Construir un nuevo futuro: una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad”, en Síntesis (LC/SES.38/4), Santiago de Chile. [ Links ]

Coy, M., 2010, “Los estudios del riesgo y de la vulnerabilidad desde la geografía humana. Su relevancia para América Latina”, en Población y Sociedad, (17), 13. [ Links ]

Colectivo de autores, 2020, Propuesta de un enfoque estratégico para abordar el envejecimiento poblacional, CEDEM. Cuba. [ Links ]

Dilthey, Wilhelm, 1947, “Le monde de L´esprit”, en L´ Histoire des ciences humaines. Paris: Aubier-Montaigne, 1947 (versión original 1875). [ Links ]

Kalish, R. A., 1991, La vejez. Perspectivas sobre el desarrollo humano. Madrid: Pirámide. [ Links ]

Kaztman, R., 2000, Notas sobre la medición de la vulnerabilidad social. Borrador para discusión. Taller Regional. La medición de la pobreza, métodos y aplicaciones. Aguascalientes, México: BID-BIRF-CEPAL. [ Links ]

Mannheim, K., 1993, “El problema de las generaciones”, en Revista Española de Investigaciones Sociológicas (REIS)(62), (edición original, 1927). Madrid. [ Links ]

Martínez, Z.J. L, 2000, Economía del envejecimiento, Madrid: Consejo Económico y Social. [ Links ]

ONU, 2021, Día Internacional de las personas de edad . 1 de octubre. Organización de Naciones Unidas (ONU), Nueva York: Publicación de las Naciones Unidas. Disponible en Disponible en http://www.un.org/es/ . (Fecha de consulta 12/2021). [ Links ]

Ortega y Gasset, J., 1983, “El tema de nuestro tiempo”, en Obras Completas III, Alianza Editorial, Madrid (versión original 1923). [ Links ]

PCC, 2017, Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución para el periodo 2016-2021, La Habana. Partido Comunista de Cuba PCC). Disponible en https://bit. ly/2PBDKgw. [ Links ]

PCC, 2021, La Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista y los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución para el periodo 2021-2026, Partido Comunista de Cuba (PCC). La Habana. Disponible en https://www.granma.cu/file/pdf/especiales/Conceptualizaci%C3%B3n%20y%20Lineamientos%20actualizados.pdf. [ Links ]

Quintero, D., Torrijos, G.O., 2001, La Psicología Gerontológica en Cuba, Centro Iberoamericano de la Tercera Edad, La Habana. [ Links ]

Ribera, J., Bustillos, A., Guerra, A., Huici, C., Fernández-Ballesteros, R., 2016, “¿Se discrimina a los mayores en función de su edad? Visión del profesional”, en Revista Española de Geriatría y Gerontología, 51(5), 270-275. [ Links ]

1 Múltiples acciones responden a las oportunidades y desafíos del envejecimiento de la población en el siglo XXI, para promover el desarrollo de una sociedad para todas las edades. Así figuran la Resolución de la Asamblea General sobre el Día Internacional de las Personas de Edad (1ro de octubre), el Decenio del envejecimiento saludable (2020-2030), el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez (15 de junio), el Plan de Acción Internacional para el Envejecimiento y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. (ONU, 2021)

2 Según la Tipología, el grupo III, se alcanza cuando los individuos representan más de 15 por ciento del total de habitantes.

3 El Plan Turquino fue constituido en el año 1987, con la finalidad de impulsar el desarrollo económico y social en las poblaciones de zonas montañosas y con ello, fortalecer acciones productivas y favorecer las condiciones básicas para el asentamiento poblacional en estas zonas.

4 Siete municipios de la provincia Granma lideran las cifras: Manzanillo (21.6), Jiguaní (21.3), Guisa (21), Campechuela (20.9), Media Luna (20.7), Yara (20.6) y Bayamo (20.4).

5 Su etimología del griego génesis y del latín generativo se ha empleado para indicar al conjunto de los hombres que nacen al mismo tiempo.

6 INDER. El Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación de la República de Cuba, conocido por el acrónimo INDER, es el equivalente a un Ministerio de Deportes en la República de Cuba.

7 CDR. Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) se fundaron el 28 de septiembre de 1960, con el papel de desempeñar tareas de vigilancia colectiva frente a la injerencia externa y los actos de desestabilización contra el gobierno cubano.

8OFICODA. Oficina de Control para la Distribución de los Abastecimientos. Entidad administrativa encargada de garantizar la canasta básica de los productos normados como parte de la economía planificada.

Recibido: 28 de Enero de 2022; Aprobado: 07 de Diciembre de 2022

Diurkis Yarenis Madrigal León Doctora en Sociología, Master en Desarrollo Cultural Comunitario y Licenciada en Sociología por la Universidad de Oriente. Actualmente profesora e investigadora del Centro de Estudio de Dirección y Desarrollo Local de la Universidad de Granma, Cuba. Docente y Tutora del programa doctoral en Sociología por la Universidad de Oriente, y programas de maestrías en la Universidad de Granma. Lidera investigaciones sobre familia, género, vulnerabilidad social y desarrollo local. Sus publicaciones más recientes (en coautoría) se titulan “Depression in family caregivers of elderly people with dementia” (Korean Journal of Food & Health Convergence 2020); Significado cultural del “Conjunto Monumentario San Juan” en la ciudad de Bayamo (Cuba). “El doble discurso en las voces de los comunitarios”. Revista Páginas, 2021. Año 13(33). Dirección electrónica: dmadrigall@udg.co.cu Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1741-4993

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons