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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.28 no.111 Toluca ene./mar. 2022  Epub 19-Sep-2022

https://doi.org/10.22185/24487147.2022.111.07 

Artículos

Creced y multiplicaos”. La religión como determinante del comportamiento demográfico en el Aragón rural, 1940-2012

‘Be fruitful and multiply’. Religion as a determinant of demographic behaviour in rural Aragon, 1940-2012

Francisco J. Marco-Gracia* 
http://orcid.org/0000-0002-8150-9823

* Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Zaragoza, España


Resumen:

El objetivo de este artículo es analizar cómo los valores religiosos han afectado al comportamiento demográfico en nueve localidades rurales españolas. Con este fin, fueron entrevistadas 807 mujeres. Con base a sus respuestas y a los registros parroquiales ha sido realizado un análisis comparativo entre mujeres que asisten asiduamente al servicio religioso católico y las que no lo hacen, en función de la edad de acceso al primer matrimonio, número de hijos, el intervalo protogenésico y el primer intervalo intergenésico. Los resultados reflejan que las mujeres casadas desde la década de los setenta en adelante muestran comportamientos demográficos divergentes en función de la participación religiosa. Las mujeres que asisten semanalmente al servicio religioso presentan una mayor edad al primer matrimonio, mayor fecundidad marital y menores intervalos intergenésicos.

Palabras clave: Religión; fecundidad; matrimonio; valores; intervalos intergenésicos

Abstract:

The objective of this article is to analyse how the religious values affect demographic behaviour at the micro level in a rural study area. To this end, 807 women living in nine villages in Spain were interviewed. Based on these answers and the parish registers, a comparative analysis was made between different demographic variables, such as age at first marriage, number of children, and first and second birth intervals, as a function of weekly attendance of Catholic mass. The results indicate that those married from the 1970s onward showed divergent demographic behaviour as a function of religious participation, with women who regularly attend religious services presenting a higher age at first marriage, greater fertility and shorter birth intervals.

Keywords: Religion; fertility; marriage; values; birth intervals

Introducción

La densidad de población en la España rural interior está entre las más bajas del continente europeo. Este hecho se ve agravado por una fecundidad muy baja que no permite el reemplazo generacional (sobre las causas véase: Esteve y Treviño, 2019). El objetivo de este artículo es entender el papel jugado por la religión en el comportamiento demográfico, especialmente en la fecundidad marital de las familias rurales. Asimismo, buscamos profundizar en la relación religión-comportamiento demográfico en el medio rural español a la vez que rastrear el origen de la relación causal entre el proceso de secularización y la segunda transición demográfica.

La familia es un pilar fundamental en el desarrollo social de los individuos y su relación con la religión (Adserà, 2006a, 2006b; Berghammer, 2009, 2012; Frejka y Westoff, 2008; Hayford y Morgan, 2008; Tanfer, 1987; Vignoli y Salvini, 2014), especialmente en el sur de Europa (Reher, 1998). La familia transmite una serie de valores y creencias, incluyendo los valores religiosos, las opiniones sobre el tamaño familiar ideal y el estatus socioeconómico (Liefbroer y Giervel, 1993; Thornton, 1980; Thornton y Camburn, 1987; Thornton, Axinn y Hill, 1992). Los padres tienden a trasmitir su conocimiento y actitudes religiosas a sus hijos (Bar-El et al., 2013; Clark y Worthington, 1987; Hayes y Pittelkow, 1993; Hoge, Petrillo y Smith, 1982; Ozorak, 1989; Shy, 2007; Thomson, McLanahan y Curtin, 1992). En el caso español, Brañas-Garza, García-Muñoz y Neuman (2011) encontraron que es especialmente importante la conexión entre madre e hija y entre padre e hijo en el proceso de transmisión de los valores.

La comunidad (entendida como el grupo social) también transmite una serie de ideas y valores, especialmente durante la infancia, que, en muchos casos, son todavía válidos en la edad adulta (Bisin, Topa y Verdier, 2004; Brañas-Garza y Neuman, 2004; Fan, 2008; Neuman, 2007). Brañas-Garza y Neuman (2004) mostraron que en el caso español existe un vínculo entre la participación en actividades religiosas durante la infancia y una mayor probabilidad de participar en las actividades religiosas durante la adultez. Por lo tanto, la participación religiosa podría estar fuertemente condicionada por el entorno familiar y grupal durante la infancia.

En lo que respecta a la fecundidad, la descendencia final está influida por consideraciones individuales y grupales (Preston, 1986). Las decisiones sobre fecundidad marital suelen ser tomadas por ambos esposos, aunque a veces existen diferencias entre ellos por consideraciones personales (Lehrer y Nervole, 1984; Schultz, 1990). Estas consideraciones personales y sociales están unidas a un conjunto de valores. En el caso de los valores religiosos, estos pueden influir en la percepción de los costes y beneficios de las decisiones relacionadas con el comportamiento demográfico, como la edad de acceso al matrimonio o la fecundidad marital (Lehrer, 2004). Sin embargo, no todas las religiones hacen el mismo énfasis en los valores asociados a la fecundidad. En la religión católica los hijos no son una condición indispensable para el desarrollo de la fe o la salvación eterna. El modo en que la religión afecta al comportamiento demográfico de los feligreses se caracterizaría por lo que Weber llamó con el debatido término de “afinidad electiva” (Runciman, 2005). Es decir, no existe una relación causal directa (o “influencia” en el sentido tradicional) sino una atracción reciproca que conduce a cierta fusión en el pensamiento. La ideología de la iglesia sería transmitida a partir de las homilías de los párrocos, las publicaciones periódicas (como las hojas parroquiales) y de los miembros más activos en la vida parroquial en las familias y la vida cotidiana.

Durante los dos últimos siglos, los países occidentales han estado inmersos en un proceso de secularización que ha reducido el número de individuos que participan en actividades religiosas (Adserà, 2006b; Bar-El et al., 2013; Brañas-Garza, 2004; Bumpass, 1990; Lesthaeghe y Surkyn, 1988; Petersen y Donnenwerth, 1997; Surkyn y Lesthaeghe, 2004; Van de Kaa, 1987). La importancia de la religión en la vida de los individuos se ha visto reducida con el paso del tiempo y, con ella, la prominencia de los valores religiosos en la sociedad. De acuerdo a Pérez-Agote este proceso de secularización de la sociedad española se habría producido en tres oleadas: la primera de ellas tuvo lugar durante el siglo XIX hasta la guerra civil, la segunda oleada se produjo en los años sesenta y ochenta del siglo XX como consecuencia del desarrollo económico y la creación de una sociedad de consumo de masas, la tercera oleada, desde finales del siglo XX, sería el proceso por el que la sociedad está perdiendo sus raíces católicas, lo que Hervier-Léger (2003) llamó “exculturación”. El proceso de secularización no solo incluye la reducción del número de creyentes (y el aumento de agnósticos y ateos) sino un cambio en el relato de la memoria colectiva española (Ruíz Andrés, 2017). Al mismo tiempo, a lo largo del siglo XX tuvo lugar una acentuación de los valores individuales, lo que condujo a una reducción de la práctica religiosa (Adserà, 2006b; Bumpass, 1990; Lesthaeghe y Surkyn, 1988; Surkyn y Lesthaeghe, 2004; Van de Kaa, 1987). Estos cambios tuvieron lugar más tarde y más rápido en el sur de Europa. Con el desarrollo industrial se produjo una reestructuración de los valores familiares que favoreció el incremento de la cualificación de los hijos (Becker, 1960; Preston, 1986).

Muchos estudios han analizado el efecto de la religión en el comportamiento demográfico en diferentes partes del mundo. Estos artículos han demostrado que la fecundidad se incrementa con la práctica religiosa (Adserà, 2006b; Agadjanian, 2001; Baudin, 2015; Knodel et al., 1999; Lehrer, 1996; Mosher y Hendershot, 1984; Mosher, Williams y Johnson, 1992; Sander, 1992; Westoff y Jones, 1979; Williams y Zimmer, 1990; Zhang, 2008), lo que también se refleja en el tamaño familiar ideal expresado por los individuos en función de su práctica religiosa (Bumpass, 1900; Lesthaeghe y Surkyn, 1988; Surkyn y Lesthaeghe, 2004). La importancia de la religión ha variado de distinto modo en función del país y del área. En general, en la España rural, la religión ha mantenido un papel más importante que en el mundo urbano, dada la media de edad de la población rural, sus menores niveles educativos y su mayor vínculo con los valores tradicionales. Sin embargo, las mejoras en la movilidad, el transporte público, el acceso a la propiedad de vehículos e, incluso, en las telecomunicaciones han permitido una reducción paulatina de las diferencias culturales campo-ciudad en los países occidentales y una mayor movilidad diaria entre ambos tipos de áreas (Ruíz Rivera y Delgado Campos, 2008).

Los artículos citados previamente utilizan la asistencia regular a misa como variable de referencia para medir la religiosidad de los individuos dado que, como Adserà (2006a: 271) propuso para 13 naciones desarrolladas: “Con la progresiva pérdida de influencia de las instituciones religiosas en la sociedad, el grado de asistencia a la iglesia se ha convertido en el predictor más destacado de las normas familiares, especialmente para las mujeres”. Heaton (2011: 464) concluyó que: “la investigación en los Estados Unidos indica que las creencias y la participación importan más que la afiliación grupal”.

La mayoría de las investigaciones se centran en el análisis de la asistencia a la eucaristía de las mujeres, dado que son ellas las que más asisten en los países occidentales (Beit-Hallahmi, 1997; Brañas-Garza y Neuman, 2004). Por otro lado, el porcentaje de personas practicantes no ha permanecido constante en el tiempo, sino que presenta una tendencia descendente en los países occidentales, tanto en hombres como en mujeres (por ejemplo, en Rhode Island: William y Zimmer, 1990; en España fue calculada una caída del dos por ciento anual entre 1930 y 1992: Brañas-Garza, 2004). La reducción del número de personas que asisten a la eucaristía no es exclusivamente la consecuencia de un aumento de los niveles de ateísmo y agnosticismo, una parte de los ciudadanos europeos siguen creyendo en un “Dios” pero no lo identifican con el “Dios” propuesto por ninguna religión, es lo que Davie (1990) denominó: “creer sin pertenecer”. Dadas las anteriores premisas y las características del área de estudio, este artículo usa asistencia semanal femenina al servicio religioso como variable de referencia. Por lo tanto, para este artículo, consideraremos como mujer “practicante” a aquella que asiste regularmente al servicio religioso y consideramos como persona “no practicante” a aquella que no asiste a misa o lo hace de forma ocasional. ¿A qué nos referimos con asistencia regular al servicio religioso? A la asistencia semanal al mismo (teniendo en cuenta que en la mayoría de estos pueblos solo se oficia la eucaristía una o dos veces por semana, generalmente el domingo), salvo que por motivos de fuerza mayor (por enfermedad, por trabajo, por estar fuera del país, etcétera.) la persona no pueda asistir en alguna ocasión de forma excepcional. En el caso de que la mujer entrevistada acuda al servicio religioso de forma ocasional (por ejemplo, en las festividades mayores) no se incluye a esta persona como “practicante” ni como “persona que asiste regularmente al servicio religioso”.

La importancia de esta investigación radica en que está centrado en un área rural agraria desde una nueva perspectiva. Prioriza el análisis en profundidad de una sociedad rural concreta, con distintas variables, algunas de ellas poco utilizadas en este tipo de investigación. A diferencia de la mayoría de los artículos sobre el tema, este estudio no está fundamentado en encuestas nacionales o regionales, sino que está basado en entrevistas individuales (donde la mayor parte de las mujeres del área analizada han participado en el estudio). Los resultados tienen en cuenta múltiples variables disponibles y varias generaciones, por lo que, para cada mujer analizada conocemos datos demográficos sobre ella, su marido, sus ancestros y sus descendientes. Todo esto nos permite desentrañar la realidad de un área rural (con unas características similares a la mayoría de las zonas rurales-agrarias del interior de España) y comprender los efectos de la participación religiosa en el último siglo. En resumen, este es un artículo novedoso porque nos permite conocer el efecto de múltiples variables sociológicas, económicas y familiares en el largo plazo en un contexto rural característico de la España interior.

Antecedentes teóricos y empíricos: la religión como determinante del comportamiento demográfico en España

Durante el siglo XX, en España, como en el resto de Europa, la fecundidad marital se redujo como consecuencia de la transición demográfica. Esta transición ha sido, posiblemente, la transformación demográfica acontecida dentro de la familia más importante en la historia de la humanidad. El siglo XX también trajo dos nuevas situaciones demográficas, una etapa de ligero crecimiento de la fecundidad, el Baby Boom, y tras esta breve etapa, la fecundidad continuó cayendo alcanzando un nuevo estadio donde la fecundidad se situó de forma permanente por debajo del nivel de reemplazo, la segunda transición demográfica.

Las primeras encuestas sobre fecundidad en España fueron realizadas en 1977 y 1985. En ambas encuestas fueron las mujeres católicas practicantes las que tenían más hijos en promedio. En 1977, la diferencia entre mujeres practicantes y no practicantes fue de solo 0.12 hijos por mujer, 0.32 hijos entre las practicantes y las no creyentes. Estas diferencias se incrementaron en 1985 hasta 0.44 y 0.98, respectivamente (Aguinaga, 1989). La importancia del vínculo entre una elevada fecundidad y el catolicismo se incrementó durante las décadas de 1970 y 1980, coincidiendo con la transición política. Estas diferencias entre mujeres practicantes y no practicantes se mantuvieron durante las siguientes décadas, cuando las familias católicas fueron, en promedio, un diez por ciento mayores. Sin embargo, a pesar de estas divergencias, Adserà (2006b) solo encontró que había pequeñas diferencias en el uso de la contracepción entre ambos grupos en 1999. Mientras, las mujeres no practicantes y no creyentes presentaban un uso similar de las medidas contraceptivas.

Con respecto a la participación en la comunidad religiosa local, las españolas son más practicantes que los españoles. Los hombres tienen más posibilidades de participar activamente si sus mujeres lo hacen. Las prácticas religiosas en España se incrementan en las cohortes de mayor edad, siendo la principal razón esgrimida para la asistencia a la eucaristía, la salvación eterna (Brañas y Neuman, 2004). De igual modo, existen evidencias de la transmisión intergeneracional de los valores religiosos de padres a hijos y de madres a hijas, siendo el factor parental más importante que la educación recibida por otros medios durante la infancia (Brañas et al., 2011).

Hasta el siglo XXI había un claro vínculo temporal en España entre la boda y el nacimiento del primer hijo (Marco-Gracia, 2018), siendo este vínculo mucho más débil entre la cohabitación y el nacimiento del primer hijo (Baizán, Aassve y Billari, 2003). Las mujeres católicas presentaban en la encuesta de fecundidad de 1999 una menor edad al primer hijo, lo que no sucedía en la encuesta de 1985 (Adserà, 2006b). Por lo tanto, las diferencias con respecto a la edad al primer hijo tendieron a divergir entre practicantes y no religiosas durante el último cuarto del siglo XX.

España se caracteriza por un mercado laboral inestable. Gutiérrez (2008) demostró que, para los individuos nacidos entre 1945 y 1997, la falta de empleo es una barrera para la formación de una nueva familia. A nivel individual, el desempleo masculino en edades jóvenes afectaba a la fecundidad retrasando la edad de acceso al matrimonio. El efecto del desempleo femenino varía en función de las cohortes. Para las cohortes de mayor edad (nacidas en 1945-1960) tener un empleo redujo su oportunidad de contraer matrimonio, a diferencia de las más jóvenes donde el desempleo reduce su fertilidad. En todos los casos, la educación femenina retrasó la edad al primer hijo. De igual modo, Castro (1995) confirmó para 26 países la relación entre mayor educación femenina y menor fecundidad marital.

Si nos adentramos en la cuestión desde una perspectiva sociológica, debemos tener en cuenta (en la medida de lo posible) la gran producción científica existente en sociología de la religión en España en las últimas décadas. La piedra angular de esta corriente sociológica es el proceso de secularización de la sociedad. Es decir, el debate existente sobre la reducción de la importancia de la religión en la vida cotidiana y en las familias junto a las causas y consecuencias en la sociedad de esta transformación (Berger, 2001). El proceso de secularización no es nuevo, tiene sus orígenes para el caso español en el siglo XVIII, cuando la Iglesia comenzó a perder poder frente al Estado. La secularización se generalizó a lo largo de los siglos XIX y XX, con variaciones en función del periodo histórico, suponiendo las últimas cinco décadas un punto de inflexión respecto a la participación religiosa de los jóvenes (Louzao Villar, 2008). La explicación tradicional del aumento de la secularización a partir del siglo XVIII se fundamenta en el desarrollo del Estado liberal moderno. Anteriormente, y hasta el siglo XX, la Iglesia se encargaba de la formación de los jóvenes, con especial énfasis en su formación en los valores cristianos, a cambio de la concentración de poder en manos de los sacerdotes y de la propia institución. Con el desarrollo de instituciones civiles capaces de reemplazar a las estructuras religiosas, el Estado concentró mayor poder en detrimento de las instituciones eclesiásticas (Pérez Vilariño, 1995). Por otro lado, la religiosidad no necesariamente ha desaparecido (aunque hayan aumentado los niveles de ateísmo y agnosticismo) sino que podría haberse transformado.

Material y método

Este artículo analiza nueve localidades rurales aragonesas (nordeste de España): Alfamén, Botorrita, Jaulín, Longares, Mezalocha, Mozota, Muel, Tosos y Villanueva de Huerva (para conocer su ubicación véase Figura 1). El área se encuentra en el valle medio del río Huerva, combinando planicies y paisajes de baja montaña. Es fácilmente accesible desde la capital regional, Zaragoza, tanto por autovía como por tren. De acuerdo a los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística,1 el área contaba con un total de 8,404 habitantes en 1940, 7,186 en 1960, 5,871 en 1981, 5,372 en 2001 y 5,444 en 2012. Los datos del Instituto Nacional de Estadística también demuestran que las migraciones campo-ciudad afectaron enormemente a algunos municipios, principalmente a los de menor tamaño. Su posición céntrica favoreció la emigración tanto a Zaragoza como a Barcelona y Madrid. Esta ubicación privilegiada también ha permitido el establecimiento de algunas fábricas en sus polígonos industriales que han evitado una mayor despoblación (Marco-Gracia, 2011). Esta área de estudio fue seleccionada por estar compuesta de localidades con un contexto poblacional, económico y social típico de las localidades del interior español, especialmente, del valle del Ebro (despoblación, dedicación agrícola, con una población envejecida, valores tradicionales, y una baja asistencia regular a la eucaristía), y por la disponibilidad de contactos personales vinculados a estas localidades que nos permitieron acceder a sus archivos y entrevistar a una parte de la población.

Fuente: elaboración propia.

Figura 1: Localización del área de estudio y datos básicos 

Los residentes en el área de estudio han trabajado tradicionalmente en la agricultura, principalmente en el cultivo del cereal y la viña. En la segunda mitad del siglo XX se expandieron las áreas de cultivo irrigadas lo que favoreció un cambio de cultivo hacia una amplia variedad de frutas de hueso y una viticultura más productiva (Marco-Gracia, 2011). Las mujeres participaron tradicionalmente en las tareas agrícolas como mano de obra de apoyo en los periodos de mayor actividad, generalmente en tareas distintas a las de los hombres, como las vinculadas a las eras (Ortega-López, 2015). La introducción de maquinaría agraria redujo la necesidad de contar con jornaleros agrarios que se reconvirtieron en trabajadores industriales en los polígonos industriales, o se ocupan en trabajos de baja cualificación.

Esta reducción de tareas agrícolas también afectó a las mujeres, que redujeron su participación, quedando las esposas de los agricultores, en muchos casos, vinculadas laboralmente en exclusiva al hogar (Marco-Gracia, 2017a, 2018). Al mismo tiempo, en contrapeso a la mecanización agraria, se formaron algunas pequeñas compañías para la comercialización de los productos agrarios que incorporaron principalmente a mujeres para tareas sencillas como la selección de las frutas destinadas al mercado, aunque en muchos casos estas industrias funcionan de modo estacional (Marco-Gracia, 2011). La producción artesana se redujo durante el siglo XX, con una pequeña recuperación en las últimas décadas, y durante el siglo XXI con la venta online. La demanda de trabajos de alta cualificación es muy baja en el área de estudio, por lo que los individuos nativos con un alto nivel educativo han tenido grandes incentivos a migrar a las áreas urbanas. Esto es especialmente importante en el caso de las mujeres, dado que sus tasas de abandono escolar fueron menores que las de los hombres (Marco-Gracia, 2018).

Una gran parte de ellas accedieron a la universidad, predominando la formación en educación (primaria y secundaria) y en enfermería. Los individuos con alta cualificación que deciden seguir viviendo en el área de estudio se ven obligados cada día a conducir hasta su lugar de trabajo en Zaragoza o en otra localidad rural (Marco-Gracia 2017a). Los datos sobre ocupación y educación fueron extraídos de los censos electorales de 1900, 1910, 1920, 1930, 1934, 1945 y 1951 y de las entrevistas.2

Como podemos comprobar con los datos de nuestra muestra, a finales de los cincuenta y principio de los sesenta del siglo pasado hubo una rápida caída del número de matrimonios celebrados en el área de estudio, pasando de una media de 50 a una media de 15. Esto es debido a una combinación de factores, principalmente a las migraciones campo-ciudad, el incremento de las tasas de soltería, el envejecimiento poblacional, y la nueva costumbre de festejar las bodas con una gran fiesta, por lo que las ceremonias fueron celebradas en Zaragoza por sus mejores infraestructuras.

En el área de estudio existen dos vías populares para contraer matrimonio: la vía religiosa o católica, donde los contrayentes realizan la boda ante un sacerdote en una iglesia tras ser aprobado su matrimonio tanto por las instituciones civiles como religiosas, y la vía civil, donde el matrimonio es constituido ante un responsable civil habilitado por el Gobierno español a través de la legislación vigente en cada momento (en ambos casos se legaliza oficialmente la unión). En el caso del área de estudio, hasta bien entrado el siglo XXI casi 100 por ciento de las bodas se realizaban por el rito católico y eran legalizadas por esa vía. El matrimonio civil fue legal en España desde la década de 1870 hasta 1931, pero solo para casos excepcionales que no nos constan en el área de estudio. Durante la Segunda República (que podemos dar por finalizada en el área de estudio en 1936 cuando todas las localidades quedaron en el bando Franquista), debido a la aconfesionalidad del Estado, se adoptó un sistema de matrimonio civil obligatorio, complementario al católico que, sin embargo, apenas tuvo efecto en los pueblos estudiados donde la mayoría de las parejas continuaron contrayendo matrimonio también por el rito católico. Para las parejas de contrayentes donde alguno de ellos estaba bautizado (100 por ciento de los casados en nuestra área en este periodo), el matrimonio civil estuvo prohibido hasta el regreso de la Democracia y la proclamación de la Constitución de 1978. Sin embargo, a pesar de la legalidad del matrimonio civil a partir de dicho año, en el medio rural estudiado siguieron predominando casi en su totalidad las ceremonias nupciales por el rito católico. No fue hasta la década de 2010 (que en su mayoría queda fuera del período de estudio) que las bodas civiles comenzaron a popularizarse, especialmente entre los jóvenes que ya habían cohabitado por un tiempo.

Como apuntan los datos censales del Instituto Nacional de Estadística, hasta finales del siglo XX apenas llegaron inmigrantes internacionales al área de estudio. Por ello, todos los individuos analizados son nacidos en España y de tradición católica. Durante la infancia de las mujeres analizadas en este estudio, la religión formaba parte de su currículo escolar obligatorio.

Tradicionalmente, las herencias han sido distribuidas de un modo similar entre todos los hijos, a diferencia de otras zonas de la misma región (Harding, 1984). Las hijas recibían una dote a la hora de contraer matrimonio como un anticipo total o parcial de la herencia. El tipo de familia más común es la familia nuclear. Los hijos han tendido a construir o alquilar sus propias casas tras contraer matrimonio y no a permanecer en la casa familiar.

Base de datos y entrevistas

Los datos para esta investigación proceden de la base de datos: “Alfamén and Middle Huerva Database” (en adelante, AMHDB). La base de datos fue desarrollada siguiendo el método de reconstrucción de familias (Fleury y Henry, 1956). Este análisis emplea todos los registros parroquiales de bautismo y matrimonio para las últimas décadas del siglo XIX y las cinco primeras del siglo XX en las localidades de estudio. Gracias a estos registros podemos conocer las fechas exactas de nacimiento y matrimonio de las mujeres analizadas, incluso, de sus ascendientes y descendientes, además podemos calcular la edad al matrimonio y el número de hijos. Hasta el siglo XXI todos los niños y las niñas nacidos en el área de estudio fueron bautizados siguiendo la tradición católica (salvo unas pocas excepciones durante la Segunda República Española). Por lo tanto, estar bautizados no implicaba necesariamente que la persona o sus padres fueran católicos practicantes y, ocasionalmente, ni siquiera creyentes, sino que es un indicador de la importancia de la tradición y de la presión social. Durante el siglo XX, los libros de bautismos contienen una información similar a la disponible en el Registro Civil por lo que serían fuentes sustitutivas (para conocer más sobre la base de datos, su proceso de construcción y limitaciones, véase Marco-Gracia, 2017b, 2021).

Para completar los datos a partir de 1950 y hasta 2012 se realizaron entrevistas individuales que preguntaron sobre las mismas informaciones disponibles en los registros parroquiales (fechas de nacimiento, matrimonio y defunción del individuo y sus familiares próximos, ocupación laboral principal y nivel educativo) y sobre participación religiosa. En las entrevistas no se preguntó por otras variables (como opiniones y motivaciones para casarse, tener un hijo o abandonar el hogar paterno) dado que se buscaba establecer una relación de confianza entre los sujetos entrevistados y los entrevistadores, evitando preguntas personales que pudiesen incomodar a los entrevistados. Estos aspectos relacionados con la opinión fueron tratados en las encuestas de opinión descritas más adelante. La duración media de estas entrevistas fue de aproximadamente 15 minutos, pero con gran variación entre ellas dependiendo de la duración de las respuestas individuales y la casuística personal (por ejemplo, dependiendo del número de familiares directos). Las entrevistas fueron realizadas en el hogar de los sujetos entrevistados, en el hogar de alguno de los colaboradores, en un espacio público o, excepcionalmente, por vía telefónica en función de las preferencias de las personas entrevistadas. Los datos de estas entrevistas fueron vinculados a la base de datos construida a partir de los archivos parroquiales (y, posteriormente, se procedió a hacer anónima la base de datos), pudiendo conocer la información familiar (tamaño familiar, origen de los padres, etcétera.) de las mujeres entrevistadas (para conocer más sobre las entrevistas véase: Marco-Gracia, 2017b).

Para este artículo, de todas las entrevistas realizadas, se tienen en cuenta las entrevistas realizadas a 807 mujeres casadas con al menos un hijo (que representan claramente el grupo mayoritario). Estos criterios de selección nos sirven para garantizar que estamos analizando a mujeres dentro de un matrimonio fértil. Sin embargo, estos criterios pueden conllevar pequeños sesgos. Por un lado, al entrevistar solo a mujeres casadas podrían haber quedado fuera las mujeres que decidieron no casarse. Sin embargo, no pudimos encontrar ninguna pareja cuyos miembros hubiesen nacido antes de la década de 1980 y que hubiesen decidido no casarse, tampoco tener hijos antes de 2012. Solo encontramos algunos muy escasos casos para mujeres nacidas en los años ochenta del siglo pasado que tuvieron hijos después de 2012, o para personas que habían vivido un primer matrimonio y, posteriormente, no habían contraído matrimonio con un segundo cónyuge (ni habían tenido hijos con el segundo cónyuge). También se entrevistó a mujeres solteras, pero ellas han quedado fuera del análisis para este artículo. Las razones para no casarse pueden ser variadas y, en general, no están vinculadas al componente religioso (para la soltería en espacios rurales véase: Marco-Gracia, 2017, 2018). Por otro lado, incluir el criterio de haber tenido un hijo o más conlleva que queden fuera de la muestra las familias que no tuvieron hijos voluntariamente o por problemas biológicos (o una combinación de ambas). Para favorecer la participación de las entrevistadas, decidimos no incluir en la encuesta las razones para no tener hijos (dado que en un medio rural tradicional puede resultar ofensiva una pregunta de este tipo).

Con relación a la variable que estudiamos en este artículo, la participación religiosa, las mujeres encuestadas respondieron a la pregunta: “¿Asistes a misa, al menos una vez a la semana, siempre que te es posible (con justificadas y raras excepciones)? ¿Y tu madre en su momento?”. Estas preguntas podían ser respondidas con un sí, un no o un “prefiero no responder”. En total, 781 mujeres aceptaron responder a ambas cuestiones. Estas 807 entrevistas incluyen a alrededor de 90 por ciento de las mujeres casadas y con un hijo o más residentes en el área de estudio (según las estimaciones realizadas a partir de los datos censales del Instituto Nacional de Estadística y de las preguntas sobre residencia efectiva).

Por lo tanto, los datos parroquiales, los censos (con información sobre ocupaciones y alfabetización) y las entrevistas fueron unidos de forma nominativa manualmente para formar una única base datos que nos permite seguir la trayectoria familiar de los individuos que la forman. Una vez formada la base de datos, la información contenida en la misma fue anonimizada para respetar la intimidad de las familias incluidas en el estudio.

Encuestas de opinión

Para completar el análisis con información sociológica, que nos permita conocer mejor a las mujeres del área de estudio, tres años más tarde fueron realizadas 245 encuestas de opinión con preguntas personales que afectan al matrimonio, la fecundidad, la familia, la contracepción y el divorcio. Estas encuestas fueron respondidas nuevamente por mujeres casadas que habían sido madres de, al menos, un hijo. Las encuestas fueron autoadministradas, pero un encuestador no profesional (generalmente, de la misma localidad que las encuestadas) les solicitó su colaboración, les repartió los cuestionarios, y los recogió posteriormente. La familiaridad con el encuestador favoreció un mayor número de mujeres que aceptaron participar en la encuesta, que no presentó problemas durante su desarrollo. En todas las preguntas existía la opción de respuesta “No sabe / No contesta”. Las preguntas están inspiradas en la Fertility and Family Survey de 1990 realizada por la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas, con pequeñas adaptaciones. El estudio piloto fue llevado a cabo entre el 1 y 5 de marzo de 2016, y las encuestas se realizaron entre el 28 de marzo y el 2 de julio del mismo año, entre mujeres nacidas a partir de 1940 que residen en el área de estudio o siguen conectadas con estancias frecuentes. La muestra representa 36.24 por ciento de las mujeres nacidas entre 1940 y 1985, residentes en las localidades de referencia que cumplen el criterio fijado. Con un nivel de confianza de 95 por ciento, el intervalo de confianza se sitúa al cinco por ciento. Los cuestionarios fueron repartidos por cuotas en función del municipio de nacimiento3 y los grupos de edad4 de las mujeres que cumplen los criterios descritos previamente. Tanto las entrevistas como los cuestionarios representan un alto porcentaje de la población de estudio. Ningún estudio previo sobre la relación entre religión y comportamiento demográfico ha tenido en cuenta un porcentaje tan elevado de la población que se desea analizar.

En resumen, las fuentes utilizadas en este artículo son:

  1. Archivos parroquiales (desde mediados del siglo XIX hasta 1950). Se extrajeron los datos de nacimiento, matrimonio y defunciones, y se unieron siguiendo el método de reconstrucción de familias.

  2. Censos. A partir de los censos pudimos obtener información sobre ocupación y alfabetización de los individuos.

  3. 807 entrevistas personales. Se preguntó por los mismos datos contenidos en los archivos parroquiales y los censos. Con estos datos (unidos a los anteriores) se actualizaron los datos familiares hasta el año 2012. Por lo tanto, disponemos de una información homogénea entre finales del siglo XIX y 2012, a la que se le aplicó el método de reconstrucción de familias.

  4. 245 encuestas. Estas encuestas, con preguntas sobre opiniones vinculadas a la fecundidad y el matrimonio, fueron realizadas posteriormente (tres años más tarde) y fueron respondidas por 245 mujeres seleccionadas aleatoriamente. Estas encuestas no pueden ser cruzadas con los datos anteriores (al estar anonimizados los datos) pero incluyen una pregunta sobre asistencia a la eucaristía.

A continuación, nos vamos a centrar en responder a la pregunta: ¿afectó la religión al comportamiento demográfico en esta área de estudio? Para ello, vamos a realizar un análisis comparativo entre las mujeres practicantes y las mujeres no practicantes en función de diversas cuestiones como la edad de acceso al primer matrimonio o el número total de hijos (como aproximación al tamaño familiar ideal). Las comparaciones van a ser realizadas con estadística descriptiva que nos permitirá estudiar la evolución en el tiempo de las variables. En las Figuras, junto a los valores medios se incluyen intervalos de confianza a 95 por ciento para confirmar estadísticamente el interés de los resultados.

Resultados I: características sociológicas de las mujeres del área de estudio

En este análisis, en primer lugar, vamos a estudiar algunos aspectos sociológicos, económicos, familiares y de opinión asociados con los individuos de la muestra que podrían estar en el origen de las diferencias en la práctica religiosa y/o de comportamiento. Este estudio nos permitirá comprender mejor las características de la España interior rural. En este apartado vamos a demostrar que la asistencia a misa, y su comportamiento asociado, están unidos a ciertas características (como el estatus socioeconómico). Otras variables como la cohabitación apenas existieron en esta área rural a pesar de ser un componente básico de la Segunda Transición Demográfica.

Características socioeconómicas

Dentro de la muestra, solo 183 mujeres estaban empleadas a tiempo completo. Este bajo número de efectivos es debido, posiblemente, a las dificultades de las mujeres rurales para encontrar empleo en su área y a la Gran Recesión cuyos efectos persistían cuando se realizaron las entrevistas. De estas 183 mujeres, 62 contrajeron matrimonio entre 1940 y 1979 (43 acuden regularmente a misa y 19 no) y 121 se casaron entre 1980 y 2004 (20 acuden regularmente a misa y 101 no). Las mujeres practicantes tienen especial relevancia en el sector artesano (23.81 por ciento entre las practicantes frente a 10.83 por ciento entre las no practicantes) y en profesiones de alta cualificación, principalmente, en tareas educativas (11.11 por ciento vs. 9.17 por ciento). Mientras entre las mujeres no practicantes predominan los trabajos por cuenta ajena en fábricas (57.5 por ciento vs. 33.33 por ciento).

Disponemos de información para 587 mujeres sobre la ocupación de sus padres (451 casadas entre 1940 y 1979 y 136 entre 1980 y 2004). Los padres de las mujeres practicantes fueron predominantemente propietarios agrícolas (49.66 por ciento vs. 32.76 por ciento entre las no practicantes), artesanos (4.76 por ciento vs. 2.73 por ciento) y profesiones de alta cualificación (1.02 por ciento vs. 0.34 por ciento), lo que podría explicar el mayor nivel educativo que presentan sus hijas. Por el contrario, los padres de las mujeres que no asisten regularmente a misa normalmente se ocupaban principalmente en labores que no precisan de conocimientos específicos (54.27 por ciento vs. 39.46 por ciento) o como pastores (9.9 por ciento vs. 5.1 por ciento).

Características políticas

Las encuestas sobre participación religiosa y comportamiento demográfico no acostumbran a incluir variables sobre opinión política. Sin embargo, es un componente de gran importancia. La religión y los valores pro-fecundidad tienden a vincularse socialmente a partidos políticos conservadores (Heeren, 1982). La base de datos incluye la participación política de las mujeres analizadas (si fueron candidatas a concejalas). En función del partido por el que se presentaron fueron clasificadas como conservadoras o progresistas.5 Un total de 37 mujeres de la muestra fueron candidatas a concejala en las elecciones celebradas a finales del siglo XX y principio del XXI (1979, 1983, 1987, 1991, 1995, 1999, 2003, 2007, 2011 y 2015). Solo nueve de estas mujeres asistían regularmente a misa, 28 no lo hacían. En ambos casos, una ligera mayoría fueron candidatas por partidos conservadores (55.55 por ciento de las que asistían a misa y un 60.71 por ciento de las que no lo hacían). Sin embargo, la muestra es demasiado pequeña para extraer conclusiones.

Debido a ello, hemos analizado los resultados electorales en las elecciones al Parlamento español de todos los municipios de la muestra. Los partidos fueron clasificados como conservadores o progresistas (véase la nota número 5). Se ha tomado para el análisis la media de los resultados electorales (conservadores vs. progresistas) de todas las elecciones desde 1977 para prevenir las variaciones consecuencia de la coyuntura económica y social. Con este procedimiento hemos concluido que, entre las mujeres residentes en municipios donde predominó el voto conservador, 63.85 por ciento participan semanalmente en la eucaristía (213 mujeres). Mientras en las áreas con el voto progresista como predominante solo 34.44 por ciento asisten regularmente al servicio religioso (155 mujeres). Estas diferencias no solo se mantienen en el largo plazo, sino que aumenta la distancia entre ambos tipos de localidades con el paso del tiempo. Por lo tanto, podemos concluir que las localidades analizadas donde ha predominado el voto conservador han estado asociadas a una mayor participación religiosa.

Valores personales y familiares

De las 245 mujeres que completaron el cuestionario (que hemos descrito en la sección anterior), 95 participan regularmente en la eucaristía. Entre las nacidas entre 1940 y 1954, 62 asisten regularmente a misa y 34 no lo hacen. Entre las mujeres nacidas entre 1955 y 1969, 24 asisten regularmente al servicio religioso y 67 no lo hacen. Mientras entre las más jóvenes, nacidas entre 1970 y 1985, nueve asisten semanalmente a la eucaristía y 49 no lo hacen.

La Tabla 1 contiene la respuesta media (dado que la mayoría de las preguntas permiten responder en una escala entre 1 y 5) dada por las 245 mujeres encuestadas en función de su año de nacimiento y su participación religiosa. Las preguntas están relacionadas con su opinión sobre el matrimonio, la contracepción, el aborto y el divorcio.

Tabla 1: Respuesta media a las preguntas del cuestionario en función del año de nacimiento (1940-1985) y la asistencia semanal a la eucaristía 

1940-1985 1940-1954 1955-1969 1970-1985
¿Asiste a misa regularmente? No No No No
1. ¿Consideras que el matrimonio es una institución “pasada de moda” o innecesaria? (Escala 1-5. 1- Completamente, 5- Para nada) 237 respuestas. 4.00 3.12 4.28 3.75 3.94 2.94 2.60 2.11
2. ¿Consideras que las parejas deberían tener al menos 1 hijo/a? (Escala 1-5. 1-Completamente, 5- Para nada) 233 respuestas. 2.00 2.04 1.60 1.80 2.35 2.00 3.00 2.24
3. La importancia de la familia actualmente, respecto a tu infancia, es: (1-Mayor, 2-Igual, 3-Menor) 241 respuestas. 2.12 1.75 2.10 1.75 2.30 1.83 1.60 1.58
4. ¿Cómo de fácil o difícil era acceder a anticonceptivos cuando tuviste a tus hijos? (Escala 1-5. 1-Muy fácil, 5- Muy difícil) 235 respuestas. 2.98 1.82 4.03 2.87 2.00 1.58 1.00 1.00
5. Tu opinión sobre la contracepción. (Escala 1-5. 1-Muy positiva, 5- Muy negativa) 203 respuestas. 1.64 1.19 1.90 1.50 1.47 1.12 1.00 1.17
6. ¿Está justificado divorciarse si se pierde el amor en la pareja? (1-Sí, 2-No) 222 respuestas. 1.40 1.09 1.57 1.18 1.27 1.12 1.00 1.00
7. ¿Está justificado divorciarse si hay un choque de personalidades? (1-Sí, 2-No) 221 respuestas. 1.50 1.22 1.63 1.23 1.38 1.21 1.25 1.23
8. ¿Está justificado divorciarse si el marido es alcohólico? (1-Sí, 2-No) 203 respuestas. 1.23 1.18 1.42 1.14 1.06 1.19 1.00 1.18

Nota: La desviación típica media en el caso de las respuestas Sí para el conjunto del periodo es de 0.06 y de 0.07 para el No. En general, estos resultados nos permiten confirman las diferencias entre los grupos de practicantes y no practicantes, aunque no siempre es posible, por lo que los resultados deben ser tomados con cautela. De igual modo, se han practicado estadísticos chi-cuadrado que confirman la independencia de las variables y las diferencias entre practicantes y no practicantes. Para más información (sobre los resultados individualizados por pregunta y periodo) contáctese con el autor del artículo.

Fuente: 245 cuestionarios realizados en base a la Fertility and Family Survey (UNECE).

Como podemos observar en la Tabla 1, conforme se reduce la edad de las personas encuestadas, las respuestas medias se mueven hacia posiciones más individualistas y menos intrusivas en la vida privada. Incluso a pesar de este movimiento, existen diferencias en función de la religiosidad. Las mujeres que no atienden regularmente a la eucaristía dan menos importancia al matrimonio. Sin embargo, ellas atribuyen gran importancia a las relaciones familiares en el pasado y son más positivas respecto al divorcio. Por el contrario, las mujeres nacidas a partir de 1955 que participan activamente en la vida religiosa están más abiertas a que sean las propias parejas, sin presiones sociales, las que decidan si quieren tener hijos, lo que las hace más abiertas al uso de la contracepción (de un modo genérico) para el control del tamaño familiar. Del mismo modo, destaca que las mujeres religiosas que, en general, aceptan en menor medida el divorcio, son más receptivas en casos extremos (como cuando existe un problema de alcoholismo). De acuerdo a sus respuestas, los matrimonios deberían realizar grandes esfuerzos para compatibilizar caracteres y entenderse, sin embargo, el matrimonio se puede disolver si entran en juego factores externos que afectan a la convivencia.

En resumen, las mujeres que atienden regularmente a los servicios religiosos tienden a presentar opiniones que han sido típicamente asociadas a valores conservadores. Sin embargo, las diferencias con las mujeres no practicantes son pequeñas. Los resultados de estas encuestas coinciden con los de otros países desarrollados en que las personas de mayor edad tienden a presentar posiciones más conservadoras y valores religiosos más profundos (Adserà, 2006a; Sander, 1992).

Transmisión madre-hija (intergeneracional) de valores religiosos

En nuestra área de estudio la asistencia semanal a misa fue común entre las mujeres hasta la década de los setenta del siglo XX. La participación religiosa fue promovida por el propio régimen dictatorial (1936-1975) que se autocalificaba como “nacional-católico”. Al finalizar la dictadura, paulatinamente, una numerosa parte de las mujeres decidieron dejar de asistir al servicio religioso. No en vano, la participación en la vida religiosa local perdió importancia social. El análisis de los datos disponibles muestra unos resultados interesantes sobre transmisión intergeneracional de los valores religiosos.6 Entre las mujeres casadas entre 1940 y 2004, 69.9 por ciento imitaron el comportamiento de sus madres (21.5 por ciento continuaron la tradición de sus madres de asistir semanalmente a la eucaristía, mientras 48.4 por ciento no asisten a misa como tampoco lo hacían sus madres). Respecto al resto de mujeres, 27.4 por ciento de las mujeres dejaron de asistir al servicio religioso a pesar de que lo seguían haciendo sus madres y 2.7 por ciento comenzaron a asistir a pesar de no ser un comportamiento habitual en sus madres. Así, por cada mujer que comenzó a asistir a la eucaristía, a diferencia de sus madres, diez tomaron el camino inverso. En resumen, 69.9 por ciento de las mujeres del área de estudio (casadas en el periodo 1940-2004) continuaron con el comportamiento religioso de sus madres, a pesar del proceso de secularización (Bar-El et al., 2013; Brañas-Garza, 2004; Peterson y Donnenwerth, 1997).

Cohabitación

Numerosos estudios asocian la cohabitación con una menor religiosidad (Baizán, Aassve y Billari, 2003; Löffler, 2009; Thornton, Axinn y Hill, 1992). Analizando la cohabitación en el área de estudio a partir de los 245 cuestionarios explicados anteriormente, encontramos que la clara mayoría de las mujeres encuestadas solo comenzaron a vivir con sus esposos después de contraer matrimonio. Solamente 25 mujeres cohabitaron con sus maridos por más de seis meses antes de contraer matrimonio. El 64 por ciento de estos casos se concentran entre las mujeres nacidas en el período 1970-1985, lo que nos lleva a la conclusión de que la cohabitación no fue un comportamiento común en el área de estudio hasta el siglo XXI. Entre las mujeres nacidas en el período 1970-85, la cohabitación fue practicada por 22.22 por ciento de las mujeres practicantes y por 28.57 por ciento de las que no lo hacen. Las mujeres practicantes tendieron a convivir con sus parejas en una proporción ligeramente inferior. El bajo nivel de cohabitación en el medio rural hasta hace una década ha sido una característica diferenciadora respecto al medio urbano.

En resumen, existen diferencias entre el perfil de las mujeres rurales practicantes y el perfil de las no practicantes. Las mujeres que asisten semanalmente a la eucaristía proceden, en mayor medida, de un entorno conservador y de buena posición socioeconómica. Sus valores tienden a ser más tradicionales y presentan menor ratio de cohabitación. Finalmente, las madres juegan un rol fundamental en la transmisión de los valores religiosos, puesto que no fue común que una mujer comenzase a asistir al servicio religioso si su madre no lo hacía anteriormente.

Resultados II: el vínculo entre religión y las variables demográficas

En este apartado vamos a analizar cómo los valores religiosos afectaron a la edad de acceso al matrimonio de las mujeres, a la fecundidad marital y a los intervalos protogenésicos y primeros intervalos intergenésicos. Todo ello en un contexto en el que el proceso de formación de la familia, sus tiempos y la fecundidad están viviendo una transformación (Miret y Cabré, 2005; Delgado, 1993). En todos los casos, se observa una tendencia similar entre practicantes y no practicantes durante las primeras décadas, para divergir a partir del punto de inflexión comentado en el apartado anterior.

En la Figura 2 podemos observar la evolución de la edad media de acceso al primer matrimonio entre las mujeres que asisten semanalmente a la eucaristía y las que no lo hacen. Como se observa claramente en el gráfico, hasta el quinquenio 1965-1969, ambos grupos de mujeres presentan una edad de acceso al matrimonio similar. A partir de ese momento comenzó una divergencia por la que las mujeres practicantes presentan una mayor edad de acceso al primer matrimonio. En un primer momento esta divergencia se caracterizó en la zona por una caída de la edad media de acceso al matrimonio durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo XX (Marco-Gracia, 2018) y que, como podemos observar, afectó principalmente a las no practicantes. Posteriormente, esta edad media se incrementó en todos los grupos, pero con mayor rapidez entre las mujeres practicantes.

Nota: N (practicantes) = 398, N (no practicantes) = 402. Fuente: AMHDB.

Figura 2: Evolución de la edad media de acceso al primer matrimonio de las mujeres en el área de estudio (1940-2004). Practicantes vs. no practicantes. Incluye intervalos de confianza al 95 por ciento. 

La explicación de por qué las mujeres practicantes se casaron más tarde tal vez se encuentre en que, al presentar valores más conservadores, existió menor conflictividad entre padres e hijos, por lo que su deseo de emancipación pudo ser menor (Aguirre y Rodríguez, 1997). Durante la segunda transición demográfica y la transición política, gran parte de los jóvenes interiorizaron ideas más aperturistas respecto a los valores conservadores de las generaciones previas, que se reflejó perfectamente en algunos movimientos sociales. Estos nuevos valores generaron una mayor conflictividad entre padres e hijos, lo que incrementó el deseo de emancipación de los jóvenes. Este hecho posiblemente se encuentre entre los motivos de la fuerte reducción de la edad de acceso al matrimonio durante las décadas de los setenta y los ochenta del siglo pasado (Marco-Gracia, 2018), afectando más a las mujeres no religiosas.

En la Figura 3 podemos observar la evolución del número medio de hijos de los matrimonios rurales analizados. En este caso observamos tres tendencias curiosas. En primer lugar, desde el quinquenio 1940-1944 hasta el quinquenio 1965-1969, las familias no practicantes tuvieron un número ligeramente mayor de hijos.

Nota: N (practicantes) = 378, N (no practicantes) = 403.

Fuente: AMHDB.

Figura 3: Evolución de la fecundidad marital media en el área de estudio (1940-2004). Practicantes vs. no practicantes. Incluye intervalos de confianza al 95 por ciento 

Tal vez, podrían deberse a la pequeña muestra de mujeres no practicantes en este periodo. Desde el quinquenio 1965-1969 y hasta el quinquenio 1980-1984 ambos grupos de familias presentan una fecundidad marital muy similar. A partir de este último quinquenio, las mujeres no practicantes presentan un menor número medio de hijos. Estos resultados llaman nuestra atención dado que, a diferencia de los análisis realizados para España en su conjunto, en esta área de estudio las mujeres practicantes y no practicantes tardaron más tiempo del esperado en divergir respecto a su fecundidad marital, esperando hasta la década de 1980 (en lugar de la década de 1970 que sería el momento en el que sucedió a nivel nacional: Adserà, 2006a, 2006b). Esta divergencia en la fecundidad coincide en el tiempo con el desarrollo de la segunda transición demográfica en el área de estudio (Marco-Gracia, 2018), que se caracterizó por una caída de la fecundidad marital.

Tradicionalmente ha existido un vínculo entre la fecha de la boda y el nacimiento del primer hijo, que por norma general acontecía en los dos primeros años tras contraer matrimonio. Sin embargo, a partir de la segunda transición demográfica esta relación se debilitó en el conjunto del país (Adserà, 2006a, 2006b), aumentando los matrimonios que esperaban un tiempo tras contraer matrimonio antes de tener a su primer hijo. En la Figura 4, se observa claramente que ambos grupos de mujeres (practicantes y no practicantes) mantuvieron similares intervalos protogenésicos medios hasta el quinquenio 1974-79. A partir de ese momento, comenzaron a divergir, presentando las mujeres no practicantes mayores intervalos protogenésicos. Por lo tanto, nos encontramos con que la ruptura de este vínculo con orígenes inmemoriales se dio inicialmente entre las mujeres no practicantes.

Nota: No se tienen en cuenta los niños nacidos en los primeros nueve meses tras el matrimonio dado que posiblemente fuesen la consecuencia de las relaciones sexuales prenupciales. N (practicantes) = 393, N (no practicantes) = 399.

Fuente: AMHDB.

Figura 4: Evolución de los intervalos protogenésicos medios en el área de estudio (1940-2004). Practicantes vs. no practicantes. Incluye intervalos de confianza al 95 por ciento 

La explicación a esta divergencia durante las primeras décadas del siglo pasado se encuentra en que las mujeres religiosas continuaron teniendo los mismos intervalos protogenésicos medios (similares a los del periodo anterior), mientras las no practicantes aumentaron el tamaño medio de estos intervalos. Por lo tanto, la ruptura del vínculo entre matrimonio y primer hijo solo afectó a las mujeres no practicantes hasta el quinquenio 1990-1994 aproximadamente. Las mujeres que asistían regularmente a misa se resistieron a romper este vínculo.

Finalmente, vamos a analizar la evolución del primer intervalo intergenésico. Como la fecundidad marital media (como pudimos observar en la Figura 3) ha caído hasta niveles por debajo de los dos hijos (Esteve y Treviño, 2019), en nuestra muestra apenas existen matrimonios que tengan tres o más hijos (sin ser gemelos o mellizos). Debido a ello, únicamente vamos a concentrar los esfuerzos analíticos en el primer intervalo intergenésico. Como podemos observar en la Figura 5, de todas las variables analizadas gráficamente, el primer intervalo intergenésico es la variable que muestra la evolución más compleja. En cualquier caso, parece reproducir el patrón de las variables anteriores con pequeñas diferencias. Hasta el quinquenio 1960-1964 ambos grupos de mujeres podrían estar teniendo un primer intervalo intergenésico medio similar. A partir del quinquenio 1965-1969 las mujeres que asisten regularmente a la eucaristía parecen presentar un primer intervalo intergenésico medio más corto. Alicia Adserà (2006b) demostró que las mujeres practicantes españolas, en su conjunto, también presentaban menores primeros intervalos intergenésicos. En el área de estudio, en el periodo 1940-1960, las mujeres católicas practicantes tuvieron de media un primer intervalo intergenésico de 1,447 días mientras las no practicantes lo tuvieron de 1,371. Es decir, ambas mujeres presentaron primeros intervalos intergenésicos similares, con una diferencia media de poco más de dos meses, 76 días. Sin embargo, en el período 1970-2004, esa distancia media creció hasta los 250 días en la dirección contraria, es decir, con primeros intervalos intergenésicos más breves entre las mujeres practicantes (una media de 1,369 días para las practicantes y de 1,584 días para las no practicantes). Por lo tanto, podemos concluir que las mujeres no practicantes tendieron a aumentar el primer intervalo intergenésico, lo que no ocurrió entre las mujeres que asistían regularmente a la eucaristía.

Nota: N (practicantes) = 289, N (no practicantes) = 306.

Fuente: AMHDB.

Figura 5: Evolución de los primeros intervalos intergenésicos medios en el área de estudio (1940-1999). Practicantes vs. no practicantes. Incluye intervalos de confianza al 95 por ciento 

Estas diferencias podrían estar relacionadas con la mayor edad media de acceso al primer matrimonio de las mujeres practicantes y su mayor fecundidad marital. Si ellas deseaban tener más hijos y se habían casado más tarde, tenían incentivos extra a reducir sus intervalos intergenésicos. Llama especialmente la atención que esta variable, según los resultados de la gráfica, fue la primera variable en divergir.

Como hemos comentado anteriormente, en todas las variables hubo una transformación en torno a las décadas de 1960, 1970 y 1980, al igual que sucedió en el conjunto del país (Adserà, 2006a 2006b). Es decir, en torno al cambio político y la segunda transición demográfica. Durante casi toda la dictadura “nacional-católica” las mujeres analizadas presentaron comportamientos similares, y diferenciaron su comportamiento a partir de la popularización de nuevas ideas y el desarrollo de nuevos valores individuales asociados a la Democracia, a la segunda ola de secularización de las décadas de 1960, 1970 y 1980 (Pérez-Agote, 2007), y a la segunda transición demográfica. A partir de las décadas mencionadas anteriormente, las mujeres no practicantes tendieron a casarse antes, tener menos hijos y presentar intervalos protogenésicos e intergenésicos mayores. Los resultados confirman que la religión es un factor determinante que afecta al comportamiento demográfico en el medio rural, existiendo grandes diferencias entre practicantes y no practicantes. Una de las posibles explicaciones dadas a este comportamiento está vinculada al control sobre los parroquianos del sacerdote, por medio del guiado espiritual y la confesión (Tentler, 1977). Esto es lo que Kertzer (1995: 46) llamó “el poder coercitivo de la religión”.

Conclusiones

El objetivo de este artículo ha sido analizar cómo los valores religiosos afectan al pensamiento y al comportamiento demográfico en nueve localidades rurales, poniendo estos resultados en relación al contexto internacional. Los resultados corroboran claramente que la religión es un factor decisivo y ha sido un hecho diferencial en las últimas décadas, como lo habían demostrado los estudios previos (Adserà, 2006b; Agadjanian, 2001; Baudin, 2015; Knodel et al., 1999; Lehrer, 1996; Mosher y Hendershot, 1984; Mosher, Williams y Johnson, 1992; Sander, 1992; Westoff y Jones, 1979; Williams y Zimmer, 1990; Zhang, 2008). La reducción de la fecundidad presenta un factor secular dado que las mujeres practicantes presentan una caída más moderada de la fecundidad, lo que podría explicar parcialmente las diferencias rural-urbano de la sociedad española.

A través del análisis de las características individuales, hemos determinado que entre las mujeres practicantes en el área de estudio existen algunas características diferenciales, como un ligero mayor estatus socioeconómico, que también sus madres eran practicantes, y su procedencia de entornos políticos donde predomina el voto conservador (siendo una variable que muestra claras diferencias entre practicantes y no practicantes).

En el área de estudio, las mujeres que se casaron durante la mayor parte del siglo XX, independientemente de su participación religiosa, presentaron un comportamiento demográfico similar. Solo a partir de las décadas de los sesenta-setenta del siglo XX comenzaron a divergir las mujeres practicantes y no practicantes. En España este periodo correspondió con los últimos años de la dictadura franquista y la transición democrática. La efervescencia social pudo favorecer la divergencia del comportamiento demográfico. Este periodo de diferenciación en el comportamiento demográfico se corresponde con el desarrollo a nivel europeo de la segunda transición demográfica. Sin embargo, en España la transición aconteció unos años más tarde, por lo que podemos establecer que la segunda ola de secularización (Pérez-Agote, 2007) de las décadas 1960, 1970 y 1980 puede estar en el origen de las primeras diferencias entre las mujeres practicantes y no practicantes, y precede al comienzo de la segunda transición demográfica en el área de estudio.

La primera variable que divergió entre las mujeres practicantes y no practicantes fue la distancia temporal entre el primer y el segundo hijo. Las mujeres que asistían regularmente a la eucaristía presentaron distancias temporales (en días) menores a partir de los años 1960, estas diferencias en el intervalo intergenésico fueron confirmadas por Adserà (2006a, 2006b) para el conjunto de España. Sin embargo, la divergencia más rupturista respecto a los siglos previos se produjo a partir de finales de los años 1970 con la modificación del intervalo protogenésico medio. Las mujeres no practicantes rompieron la tradición inmemorial que vinculaba el matrimonio con el primer embarazo y el primer hijo. No tenemos constancia de que esta ruptura se hubiese producido anteriormente, ni siquiera durante la transición demográfica. Una parte de las mujeres, tal vez condicionadas por los matrimonios tempranos, dejaron voluntariamente que pasase un tiempo cada vez mayor entre la boda y el nacimiento del primer hijo. Las mujeres practicantes tardaron décadas en aumentar sus intervalos protogenésicos (hasta finales del siglo XX). Por lo tanto, fueron las mujeres no practicantes las pioneras en romper este vínculo y en modificar, en mayor medida, su comportamiento demográfico. Podríamos, por lo tanto, plantear la posibilidad de que la segunda transición demográfica estuviese condicionada por la segunda ola de secularización (Pérez-Agote, 2007) que se produjo entre los años 1960 y 1980, siendo las mujeres no practicantes, en gran medida, las pioneras de la segunda transición demográfica.

Los resultados de nuestro análisis muestran que el factor religioso también jugó un rol fundamental en la fecundidad marital media. Las mujeres practicantes tuvieron de media más hijos (lo que corrobora los resultados obtenidos en los artículos citados anteriormente). Sin embargo, las divergencias en la fecundad marital solo comenzaron en el área de estudio a partir de los años 1980 (siendo la última variable estudiada en divergir), más tarde que lo que cabía esperar en el resto de España y en otros países occidentales en plena segunda transición demográfica (Adserà, 2006a, 2006b). Por lo tanto, en el área de estudio, el cambio demográfico se dio por fases, afectando inicialmente a los primeros intervalos intergenésicos, posteriormente, a la edad de acceso al matrimonio, a los intervalos protogenésicos y, finalmente, afectando retardadamente a la fecundidad marital. Tal vez esta situación fuese una característica propia del área de estudio (o de la región) o tal vez la respuesta tardía en la fecundidad marital fue común en las áreas rurales tradicionales. Se precisan de estudios complementarios que ayuden a responder a estos interrogantes y ratifiquen las pautas temporales encontradas en esta área.

En resumen, los resultados demuestran la enorme importancia de la participación religiosa a la hora de condicionar el comportamiento demográfico en el contexto rural agrario español estudiado. Se han realizado muchos estudios sobre la relación entre religión y comportamiento demográfico en España y otros países, sin embargo, conocemos poco acerca de cómo se produjo la divergencia. Este artículo presenta nuevas evidencias que pueden contribuir al debate y aumentar nuestra comprensión sobre la relación participación religiosa-comportamiento demográfico en el medio rural español. Al mismo tiempo, este estudio nos ha servido para profundizar en la relación entre el proceso de secularización y la génesis de la segunda transición demográfica.

Agradecimientos

Me gustaría dar las gracias por su incuantificable colaboración a los encuestadores no profesionales que hicieron posible este artículo: Josefina Arnal, Chelo Artigas, Ángel Bueno, Alicia Casas, Ángeles Casas, José Manuel García, Carmen García, Mari Carmen Gil, Eduardo Gracia, Anuncia Gracia, Marimar Gracia, Juan Hernández, Andrés Inglés, Teresa Julián, Enrique Laborda, Fernando Laborda, María Pilar Laborda, María José Lostal, Ángel Lostal, Estefanía Marco, Pilar Navarro, Ana Jesús Pérez, José Manuel Pérez, Pascual Simorte, Maribel Val, Pilar Val y María Pilar Valien

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2 Los censos electorales aragoneses están accesibles en Internet a través del sitio web de Documentos y Archivos de Aragón en http://www.sipca.es/dara/censos/index.jsp

3 Tomando como referencia la distribución de la población de la base de datos (AMHDB) se repartieron: 61 cuestionarios en Alfamén, 25 en Botorrita, 14 en Jaulín, 47 en Longares, diez en Mezalocha, cuatro en Mozota, 49 en Muel, diez en Tosos y 25 en Villanueva de Huerva.

4 96 cuestionarios fueron repartidos a las mujeres nacidas entre 1940 y 1954, 91 a las cohortes 1955-1969, 58 a las cohortes 1970-1985.

5 Fueron considerados partidos progresistas: Partido Socialista Obrero Español, Partido Comunista de España, Partido Socialista de los Trabajadores, Candidatura de Unidad Comunista, Partido Socialista de Aragón, Unificación Comunista de España, Partido Comunista de España (Marxista-Leninista), Izquierda Unida y Chunta Aragonesista. Fueron considerados como partidos conservadores: Unión de Centro Democrático, Alianza Popular (posteriormente, Partido Popular), Centro Democrático y Social, Solidaridad Española, Fuerza Nueva y Partido Aragonés Regionalista (posteriormente, Partido Aragonés).

6La muestra se redujo a 186 mujeres cuyas madres todavía vivían y eran nativas del área de estudio, y tanto la madre como la hija respondieron a la entrevista independientemente. Hay sesgos asociados a la mayor representación relativa de las madres jóvenes dado que es más posible que estén vivas debido a su edad.

Recibido: 20 de Enero de 2020; Aprobado: 01 de Julio de 2022

Francisco J. Marco-Gracia Es doctor en Economía por la Universidad de Zaragoza (España) y actualmente trabaja como investigador postdoctoral en la Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica), dentro del Laboratory for the Economics of Africa’s Past. Su línea de trabajo se centra en los estudios demográficos históricos y actuales en el Aragón rural y en el África Subsahariana. Dirección electrónica: fmarcog@unizar.es Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8150-9823

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