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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.25 n.101 Toluca Jul./Sep. 2019  Epub June 26, 2020

https://doi.org/10.22185/24487147.2019.101.24 

Artículos

Situación del empleo en el sector servicios del México Metropolitano

Employment situation in the services sector of Metropolitan Mexico

Laura Alejandra Garrido-Rodríguez* 
http://orcid.org/0000-0001-8786-6461

Enrique Pérez-Campuzano* 
http://orcid.org/0000-0001-5513-2658

*Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México


Resumen:

Los servicios son los principales empleadores. En las ciudades este fenómeno es particularmente agudo. La transición hacia ciudades de servicios no ha sido sencilla, en términos de empleo, estuvo acompañada de polarización, precarización y segmentación laboral. Se ha insistido en la dualización del mercado de trabajo en ciudades terciarizadas donde los servicios avanzados presentan una mejor calidad del empleo. En este artículo se argumenta que no importa si son servicios avanzados o no, la calidad del empleo presenta claros signos de precarización. Entonces, más que mirar a los servicios como los generadores de desigualdad, habrá que buscar las explicaciones en el funcionamiento del mercado de trabajo.

Palabras clave: Sector servicios; empleo; precarización; dualización

Abstract:

The services are the main providers. In the cities this phenomenon is particularly acute. The transition to service cities has not been easy, terms of employment, has been accompanied by polarization, precarization and labor segmentation. The dualization of the labor market in tertiary cities has been insisted on. In this article, it is argued that it does not matter if there are advanced services or not, the quality of employment shows signs of precarization. So, rather than looking at services as the generators of inequality, we will have to look for explanations in the functioning of the labor market.

Keywords: Services sector; employment; precarization; dualization

Introducción

El papel preponderante de los servicios es una constante en las economías desde mediados del siglo XX (Kim y Lee, 2014). Si bien es cierto que las economías de los países son cada vez más terciarias, es en las ciudades donde este proceso se presenta en mayor medida. Después de los procesos de desindustrialización por el que pasaron desde la década de los setenta, el crecimiento de una gama de actividades se hizo patente, aunque con diferencias significativas entre ellas. Algunas transitaron de manera más o menos estable hacia una economía basada en servicios, mientras que otras han tenido un camino complicado.

Uno de los elementos más importantes de esta transición de la industria a los servicios es la calidad del empleo. Aunque si bien es cierto que las diferencias derivadas del grado de desarrollo de cada país son importantes (Ariza y Oliveira, 2014a, 2014b), lo cierto es que la terciarización se entrelazó con cambios en el contrato social derivado de la posguerra. La transición hacia “sociedades postindustriales” (Bell, 1973), en países desarrollados, marca un hito en la forma en cómo las sociedades (ciudades) se organizan, particularmente en el papel que tienen la información, el incremento en la productividad, los servicios y una nueva estructura social pero también en la desregulación laboral.

Entre tanto, en países en vías de desarrollo, la terciarización no necesariamente vino acompañada del incremento de la productividad; más bien estuvo marcada por el fenómeno contrario. Los servicios se construyeron como un refugio para una población poco calificada que llegaba a las ciudades buscando insertarse en el mercado laboral. A partir de los noventa en muchos países no desarrollados se adoptó el discurso de la ciudad global polarizada en términos de empleo (Sassen, 1991); sin embargo, la dualización del mercado no era exclusiva del sector terciario ni había nacido con él. La precarización y dualización ya estaban presentes, aunque con otras características (Benería y Roldán, 1987; Portes, 1995).

Si bien es cierto que la desregulación y precariedad laboral son uno de los pilares sobre los que se construyó gran parte de la explicación de la calidad del empleo, durante los noventa se retoman las ideas de la preponderancia de los servicios y su importancia en términos de productividad y bienestar. En este sentido el cambio cualitativo más relevante en torno a la visión de los servicios tiene que ver con su papel como detonadores del crecimiento económico, principalmente por la vía de utilización de la información y el conocimiento. Así pues, se construye la idea de un mercado laboral segmentado y dualizado y donde la presencia de empleos calificados e inmersos en la economía globalizada conviven con aquellos precarios (Sassen, 1997). Como se ha planteado en otros estudios (Ariza y Oliveira, 2014a, 2014b; Rivas, 2006), lo que caracteriza a los mercados de trabajo de servicios es la mezcla de empleos con alto valor agregado y aquellos precarios en permanente coexistencia. Es por ello por lo que Ariza y Oliveira (2014a) lo definen como un sector laboralmente heterogéneo y polarizado. Y la prioridad de este artículo es establecer la existencia de precariedad en los servicios a partir de la transición hacia este sector en las ciudades mexicanas y el acompañamiento de polarización laboral (Aguilar, 1997; Crankshaw y Borel-Saladin, 2014).

La agregación de datos es una parte central para comprender la precariedad y heterogeneidad laboral. Comúnmente se utiliza una desagregación de datos a nivel de subsector (Aguilar, 1997, Ariza y Oliveira 2014a, 2014b). En este artículo se presenta una forma alternativa. Se construyen cinco categorías de servicios, mismas que son el resultado de la agrupación a cuatro dígitos (rama) de las actividades económicas.

El artículo se organiza de la siguiente manera. Primero se trata la relevancia del incremento de los servicios en términos de calidad del empleo. Segundo, se detalla la metodología aplicada para la medición en la calidad del empleo en el sector servicios para enseguida presentar los resultados desagregados de los indicadores para una interpretación profunda de la composición laboral. Finalmente se presentan algunas consideraciones generales y reflexiones derivadas del análisis.

Calidad del empleo en servicios

La desindustrialización y el incremento de la participación de los servicios tanto en las economías nacionales como urbanas ha lanzado la discusión sobre sus efectos en la calidad del empleo (Eichhorst y Marx, 2015). Durante parte de los ochenta y noventa se pensaba que la terciarización tenía únicamente efectos negativos en la calidad del empleo, principalmente debido a los procesos de ajuste industrial y el incremento de la informalidad y precarización. De hecho, la terciarización era un término peyorativo y considerado el principal detonador de la precariedad laboral, así como del proceso de flexibilización.

Como ya se ha mencionado, posterior a 1990, con los textos sobre ciudad global, ciudad informacional, ciudad creativa, entre otros, se volteó a ver otro segmento del empleo en las ciudades: el altamente calificado. Éste, prontamente, se convirtió en un referente sobre la inserción de las ciudades en una fase del desarrollo capitalista. Así, la competencia entre ciudades en un circuito global pasa por este segmento de población conectada permanente a través de redes con flujos económicos, financieros, de mercancías y personas; estas últimas con suficiente flexibilidad para enfrentarse al cambiante mercado de trabajo.

A diferencia de muchas economías, en México los servicios ya tenían una participación más importante que la industria desde 1940 (Cota-Yañez y Navarro-Alvarado, 2015). Si bien es cierto que estos dos sectores tuvieron un crecimiento más o menos similar desde 1940 y hasta 1970, en esa última década los servicios tuvieron un incremento notorio, situación que se agudizó posteriormente con las reformas estructurales (Cota-Yañez y Navarro-Alvarado, 2015; Pérez, 2006) que hicieron palpable la tendencia de crecimiento de los servicios trayendo consigo transformaciones sectoriales, principalmente un cambio cualitativo en ellas.

Particularmente en las ciudades la transformación económica devino en una polarización del empleo (Aguilar, 1997; Ariza y Oliveira, 2014a, 2014b). En un extremo se encuentra un sector ligado a nuevos segmentos de un mercado cada vez más internacionalizados y con altos ingresos; y en el extremo opuesto un sector en creciente precarización. A pesar de las similitudes superficiales que se pudieran encontrar (mayor cantidad de empleos en actividades intensivas en conocimiento, por ejemplo) con ciudades de países desarrollados, la estructura del mercado laboral en el sector servicios tiene claras particularidades en México y en otros países en vías de desarrollo.

En América Latina, la desindustrialización, la informalidad laboral y el ajuste estructural fueron procesos que aparecieron de forma aislada aparentemente pero que convergieron a la vez en los mismos territorios y periodos de tiempo, por lo que su interrelación derivó en una creciente precarización del empleo. Esta última, a su vez, trajo consigo un incremento de la participación económica de población que anteriormente no lo hacía, particularmente mujeres. Como era de esperarse, el aumento de la participación femenina se hizo en un primer momento en ocupaciones poco calificadas en el sector servicios.

Los empleos calificados como soporte de las actividades basadas en la innovación también han sido estudiados (Sánchez et al., 2008). En este caso, las perspectivas de la ciudad global o los encadenamientos productivos basados en servicios han llamado la atención sobre los requerimientos en materia de calificación laboral. Las ciudades necesitan cada vez más de personal calificado; y especializado pero lo suficientemente flexible en cuanto a capacidades para hacer frente a la competencia internacionalizada (Muller et al., 2015).

Si bien es cierto que la base económica de las ciudades es de servicios, también lo es que ésta viene acompañada de una transformación cualitativa del empleo. Hasta el momento se ha mencionado la dualización del mercado así como la precarización. Sin embargo, un aspecto central tiene que ver con una discusión más general, la calidad del empleo en ciudades terciarizadas.

Los primeros trabajos realizados en torno a la calidad del empleo datan de la primera parte década de los noventa cuando la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (EUROFOUND) llevó a cabo las primeras encuestas sobre condiciones de trabajo (Farné, 2012). Para finales del siglo se transformó en un tema central, mientras que la OIT formulo el concepto trabajo decente y desde ese momento distintas disciplinas se han dado a la tarea de estudiar, medir y analizar las características del empleo para tratar de establecer aquellos elementos que tipifiquen un empleo de calidad. Sin embargo, no existe un consenso respecto a las variables que tipifican el empleo de calidad, pero se han establecido tres dimensiones a considerar: la económica que se refiere al ingreso y salario como motor de progreso material. La segunda dimensión es la social donde se considera la integralidad del individuo en el medio laboral como herramienta de integración social. Y la tercera dimensión se refiere a la dimensión psicológica, como un mecanismo de autoconocimiento e intercambio.

De igual manera tampoco existe un consenso respecto a los elementos para tipificar un empleo de calidad y en la mayoría de los análisis (Ariza y Oliveira 2014a, 2014b; Carnoy y Castells, 2001: 80; Espinoza y Wong, 2003, Hopenhayn, 2008: 149) destacan las variables como: acceso a contratos laborales y su temporalidad, la cantidad de horas en las jornadas laborales, el nivel de ingresos, el acceso a prestaciones sociales y de salud.

En este sentido las transformaciones en las dinámicas laborales agudizadas en la década de los ochenta evidenciaron dos problemas centrales en el ámbito laboral. El primero corresponde a la pérdida del empleo en un contexto de crisis económicas. Y el segundo corresponde a la calidad del empleo, por el paulatino deterioro acentuado en la transición de la apertura de mercados. Y en el caso del sector servicios es necesario entender que también existen diferencias al interior de las actividades realizadas que plantean la existencia de una importante segmentación laboral. Entonces, este artículo más que plantear una relación causal entre terciarización/precarización/segmentación, indica que son el resultado del funcionamiento del mercado de trabajo donde no importa si se trata de empleos en sectores de servicios avanzados o no, existe una importante cantidad de población ocupada en situación de precariedad laboral.

Metodología

Desde las últimas décadas del siglo anterior se han realizado múltiples investigaciones con la finalidad de comprender la evolución del mercado de trabajo mexicano en el marco de una tendencia creciente hacia la terciarización, pero, más allá de la especialización económica en las zonas urbanas existe un interés particular por exhibir las condiciones de trabajo en los servicios.

Delimitación temporal y geográfica del estudio

Los datos para este artículo provienen de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para los años 2005, 2010 y 2015 (INEGI, 2015). Se toma el segundo trimestre de cada uno de estos años.

La primera etapa del estudio correspondió a la delimitación espacial. Se tomaron 27 zonas metropolitanas por cumplir con las siguientes características:

  1. Aparecer en los tres años seleccionados para el análisis.

  2. Estar dentro de las categorías de zonas metropolitanas que SEDESOL, INEGI y CONAPO publicaron en 2012 (SEDESOL, INEGI y CONAPO, 2012).1

Población objetivo

La evaluación de la calidad del empleo está diseñada para toda la población económicamente activa ocupada que residía en algunas de las zonas metropolitanas previstas en la delimitación espacial y que hubiera realizado alguna actividad relacionada al sector servicios como actividad económica principal.

Propuesta de categorización del sector servicios

Para analizar al sector se agruparon las ramas de actividad en cinco categorías: Servicios Tradicionales a la Producción (STP), Servicios Intensivos en Conocimiento (KIBS), Servicios de Distribución (SD), Servicios Sociales (SS) y Servicios Personales (SP) (véase Pérez et al., 2016). Esta clasificación sigue lo planteado por Browning y Singlemann (1975) con un cambio importante: los servicios a la producción se dividen en dos categorías: servicios tradicionales a la producción y servicios intensivos en conocimiento. Con esta decisión se pretende dar cuenta del cambio cualitativo por el cual han pasado este tipo de actividades; más específicamente, una suerte de división al interior que permite establecer nuevas actividades en un sector que es altamente dinámico.

Indicadores para medir la calidad del empleo

Por último, se especifican los indicadores incluidos para evaluar la transformación en la calidad del empleo sustentados en la experiencia previa como en una reflexión llevada a cabo sobre aquellos ejes centrales canalizados a la transformación de los mercados de trabajo. Los indicadores utilizados para este artículo son: calificación laboral, contrato por escrito, prestaciones sociales, seguridad social, jornada laboral, división sexual del trabajo por ingresos.

Para fines de esta investigación, la clasificación se hizo con base en la calificación laboral dividida en tres grupos: calificado, semicalificado y no calificado. Estas categorías se construyeron siguiendo una lógica de trabajo manual, administrativo y de toma de decisiones. El primero es el que requiere menos especialización en términos de funcionalidad; el segundo requiere un poco más, mientras que en el tercero se incluyen los empleos profesionales y de toma de decisiones.

Terciarización de las metrópolis en México. Una visión desde la calidad del empleo

El proceso de desindustrialización se manifestó en las principales metrópolis estadounidenses, europeas y latinoamericanas (Caravaca y Méndez, 2003) con particularidades en cada una de ellas a partir del desarrollo de su fase productiva. Los principales síntomas fueron el cierre de establecimientos industriales, disminución en su fuerza de trabajo, reducción en su producción física, valor total o agregado y su contrapartida, el ascenso de los servicios en la estructura urbana (Neffa y Coriat, 1989)

La contracción del sector secundario en las ciudades mostró la ruptura con el proceso de crecimiento económico y demográfico anterior, pero también la reestructuración del sistema productivo en aglomeraciones urbanas a partir de los servicios. En México será este sector económico el que ocupe tres cuartas partes de los trabajadores.

Justamente el descenso en la participación de la agricultura y todas aquellas actividades primarias en el PIB nacional, junto con el estancamiento de la industria y la revolución tecnológica, intensificó la expansión del sector terciario en la economía y el empleo. Como se puede observar en la Tabla 1 el sector primario tiene una mínima participación en la fuerza de trabajo, mientras que la industria perdió poco menos de 1.5 por ciento de participación entre 2005 y 2015. Salvo los casos de León (39.9 por ciento en 2015) y Saltillo (41.3 por ciento en 2015), todas las ciudades tienen una participación menor a una tercera parte de su fuerza de trabajo en industria. Por otro lado, Cancún, Pachuca, Morelia y Acapulco la participación de los servicios sobrepasa 80 por ciento.2

Tabla 1: Distribución porcentual de la población ocupada: Composición sectorial del empleo en México 

Sector/Año 2005 2010 2015
Primario 1.00 0.08 0.70
Secundario 26.60 25.62 24.80
Terciario 72.40 74.30 74.50

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

El sector ha tenido un cambio cualitativo en los últimos años. Si bien es cierto que las actividades menos productivas (por ejemplo, comercio al por menor en pequeños establecimientos) son las más importantes, lo es también que los servicios considerados como avanzados son los más dinámicos dentro de la economía. Por ejemplo, los STP y los KIBS crecieron por encima de la media del total de los servicios entre 2005-2010 y 2010-2015 como se observa en la Tabla 2 con los porcentajes de población ocupada en cada una de las categorías de servicios y en el extremo derecho se incluye la tasa media de crecimiento anual. Este aspecto ha sido ligado a esta terciarización avanzada de las ciudades, particularmente con su rol en la economía mundializada.

Tabla 2: Distribución porcentual de la población ocupada: Composición del sector servicios y tasas de crecimiento, 2005-2015 

Servicios/años 2005 2010 2015 TMCA 05-10 TMCA 10-15
Servicios a la Producción Tradicionales (SPT) 11.50 10.60 10.70 0.00 1.40
Servicios Intensivos en Conocimiento (KIBS) 11.40 13.70 14.70 6.50 2.50
Servicios de Distribución (SD) 50.90 50.10 48.60 2.20 0.60
Servicios Sociales (SS) 13.20 13.40 13.10 2.90 0.60
Servicios Personales (SP) 13.00 12.20 12.90 1.20 2.40

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Un aspecto importante de tomar en cuenta es la distribución de los servicios a lo largo del sistema urbano. La zona metropolitana de la Ciudad de México concentra más de una tercera parte del total del empleo en servicios. Si se toma en cuenta solamente los STP y KIBS, el porcentaje puede llegar a más de 40 por ciento. Es decir, una hiper concentración de los servicios avanzados en una o dos ciudades.

La concentración de una parte importante de los servicios en áreas específicas es explicada por diversas características entre las que destacan la disponibilidad a materias primas, abundancia en la mano de obra con particularidades propias de la empresa y la existencia de otras actividades económicas que las complementan o abastecen, creando relaciones de funcionamiento. El agrupamiento de actividades marca una diferencia sustancial en la composición de la estructura laboral en cada zona metropolitana y se explica por la vocación productiva de la misma. Si se analiza la distribución jerárquica de los servicios la Teoría de Lugar Central puede ser una buena aproximación. Ésta explica en gran medida el comportamiento de las ciudades y el implante de funciones de orden superior sólo en algunas. La CDMX considerada una ciudad global (Panreiter, 2002) aunque periférica (Graizbord et al., 2003) por las funciones de control, organización y manejo desde su ciudad capital concentra los servicios avanzados de producción que la mantienen en vinculación con otras ciudades globales.

En las décadas más recientes la distribución espacial de los servicios cobra relevancia en el ámbito académico, principalmente aquellas actividades con alto valor agregado, mejor conocidos como KIBS y los servicios a la producción tradicionales vinculados a patrones de desarrollo regional y local al ser estos los que intervienen directamente en los procesos de reestructuración y crecimiento económico de las regiones. En términos sencillos, se les considera motores de crecimiento económico y puntos de articulación entre las economías globales. Por esta razón solo se han presentado los cambios de las tres metrópolis más relevantes del país como se muestra en la Tabla 3, al ser las que concentran mayor población ocupada y generen mayor aportación al PIB nacional.

Tabla 3: Distribución porcentual de la población ocupada: composición de los servicios en las principales metrópolis 

  2005 2010 2015
CDMX
SPT 12 12 12
KIBS 12 15 16
SD 50 49 48
SS 12 12 11
SPT 13 12 13
Guadalajara
SPT 8 7 7
KIBS 12 15 16
SD 55 55 53
SS 12 12 13
SPT 13 11 11
Monterrey
SPT 13 12 12
KIBS 15 16 17
SD 48 48 45
SS 13 13 15
SPT 11 11 11

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Sin embargo, el otro lado de la moneda es el hecho de que estas ciudades no necesariamente tiene un mayor porcentaje de población en servicios avanzados si se toma únicamente su mercado laboral. Al comparar la concentración de la población trabajadora de las tres zonas metropolitanas de mayor jerarquía en el país se puede observar un comportamiento similar. En el caso de los SPT los porcentajes acumulados para CDMX y Monterrey son similares, mientras que en Guadalajara se reduce la mitad de la población, caso opuesto el de los KIBS donde Monterrey concentra mayor población trabajadora respecto a las otras dos metrópolis. Esto se debe a la posición tanto geográfica (cercanía a los Estados Unidos) y la presencia tan importante de la industria. También hace visible una pérdida en los porcentajes de la población ocupada en ciudad de México en las categorías de SD, SS y SP, mientras los KIBS absorben mayor población. En Guadalajara y Monterrey para los SD y KIBS se conserva el patrón de comportamiento observado en la CDMX.

Aunque es necesario precisar que la comparación de las tres principales metrópolis evidencian tres puntos importantes: el primero que la CDMX no concentra el mayor porcentaje de población trabajadora en la categoría de servicios avanzados; el segundo, como ha sido mostrado por otros autores, la evolución de éstos se relaciona directamente con el nivel de urbanización y tamaño de la ciudad (Szasz y Pacheco, 1995); y, tercero la vocación productiva es el resultado de una serie de elementos que direccionan el crecimiento de una ciudad a partir de los recursos disponibles, en términos de infraestructura, composición geográfica y demográfica. Este último punto se observa en los casos de Cancún y Acapulco donde son justamente los SP los que alberguen a una mayor cantidad de población, al ser precisamente ciudades volcadas hacia el turismo como se observa en la Tabla 4.

Tabla 4: Distribución porcentual de la población ocupada: composición de los servicios en las metrópolis turísticas 

  2005 2010 2015
Cancún
SPT 10 10 10
KIBS 7 10 7
SD 42 39 40
SS 7 6 9
SPT 34 35 34
Acapulco
SPT 13 13 11
KIBS 8 10 7
SD 45 45 43
SS 14 12 14
SPT 20 20 25

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Tamaño de la empresa

Por otro lado, la estructura del mercado laboral ayuda a comprender el nivel de formalidad en los empleos. A finales del siglo anterior la economía mexicana registró un decrecimiento en la actividad económica a consecuencia de las crisis económicas internacionales a la par de las altas tasas de desempleo, y un incremento agudo del empleo informal. En México y en el resto de América Latina se pueden observar dos procesos simultáneos, por un lado, el deterioro en las condiciones laborales y en el otro, una proliferación del empleo en el sector informal. Independientemente de la categoría de empleo, formal o informal, resulta necesario distinguir que la mayoría de los empleos se encuentran ubicados en las zonas urbanas y que la informalidad se analiza en dos dimensiones: la primera referente al tipo o naturaleza de la unidad económica (en ésta no existen controles legales o registros) y la segunda dimensión que parte de una perspectiva laboral donde sin importar el tipo de bienes producidos u ofrecidos cuentan con un marco legal o institucional. También es necesario precisar que existe una relación entre el tamaño de la empresa y el nivel de formalidad del empleo lo que repercute directamente en la calidad de los empleos como se observa en la Tabla 5. Los SS es la categoría de servicios con una mayor proporción de población ocupada en las empresas de corte mediano y grande, seguido de los KIBS y los STP, evidencia que corrobora nuevamente mejores condiciones para los trabajadores concentrados en estas categorías. Si se pretende estudiar la relación opuesta de la concentración de la población en empresas micro y chicas son los SP los que albergan un mayor porcentaje, seguido de los STP y los SD. Rodarte (2003) identifica tres principales motivaciones de la población para incorporarse a las filas del sector informal: la percepción de un salario sin las implicaciones que tiene uno formal, un excedente en el ingreso familiar y la ocupación después de alistarse a las filas del desempleo. Lo relevante de este aspecto es la interconexión entre tres factores: tamaño de la empresa, informalidad/formalidad, categoría de servicios; donde se obtiene una relación: a menor tamaño de empresa mayor la informalidad y a menor tamaño de la empresa mayor probabilidad de informalidad donde el elemento decisivo será justamente la categoría de servicios donde se encuentren ubicadas los trabajadores.

Tabla 5: Porcentaje de población ocupada en servicios según tamaño de la empresa 

  Tamaño Micro Chica Grande
2005
SPT 63 8 12 17
KIBS 43 19 17 21
SD 61 11 11 17
SS 3 15 36 46
SPT 73 12 10 5
2010
SPT 65 8 10 17
KIBS 41 18 20 21
SD 61 11 12 16
SS 2 17 38 43
SPT 74 12 9 5
2015
SPT 65 8 11 16
KIBS 35 18 22 25
SD 60 12 13 15
SS 2 16 39 43
SPT 73 13 9 5

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

En la Tabla 5, también se puede observar una tendencia hacia el crecimiento de la participación de las empresas de mayor tamaño en KIBS. Esto parece indicar la tendencia hacia la consolidación de estas actividades y una transición hacia empleos de mejor calidad.

Calificación laboral

Las ciudades representan el motor económico mundial (Gleaser, 2012). y actualmente el desarrollo de las ciudades está caracterizado por una nueva “era de la información”. Esta nueva economía se sustenta en la interrelación de bases de producción, productividad y competitividad centrada en el conocimiento e información (Castells, 2000). La formación de redes globales además de potencializar el flujo financiero, comercial y humano estableció la base tecnológica e informática como una forma central de organización de la actividad transmutando el uso de internet como herramienta indispensable pues el funcionamiento del mercado global se hace con y a través de él.

La nueva división del trabajo y el proceso de deslocalización determina el papel de las ciudades en la escena internacional. Estos cambios han propiciado una transformación en la organización y funcionamiento del mercado laboral, creando la necesidad de incorporar mano de obra con mayor cualificación. El resultado ha sido una relación entre la revolución tecnológica, utilización de información y la demanda de mano de obra cualificada. Por lo que existe una vinculación entre la variable de calificación laboral y la preparación académica. La calificación laboral depende de aspectos particulares y tiene efectos sobre la dinámica ocupacional.

Los resultados de la Figura 1 muestran que los SS son el sector de servicios con el mayor porcentaje de población calificada durante los 3 años de análisis con aproximadamente más de 50 por ciento de su población ocupada seguido de los KIBS con menos de 30 por ciento de población concentrada en esta categoría. Por otro lado, están los STP que durante los tres años concentran a más de 70 por ciento de su población en la categoría de personal no calificado. Similar es el caso de los SP pero en el año 2010 muestra un porcentaje elevado de población concentrada en la categoría de personal semicualificado. Los SD para el año 2005 y 2015 presentan cifras similares, donde la población no calificada y semi calificada tienen aproximadamente 45 por ciento de población concentrada, pero para el año 2010 la población no calificada concentra más de 90 por ciento.

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Figura 1: Porcentaje de población ocupada en servicios. Calificación laboral 

Los SP muestran los porcentajes de población no calificada esperada; es decir, son una serie de actividades que no requieren de una calificación importante para ingresar.

Contrato laboral

La inestabilidad laboral generada por la falta de continuidad en las relaciones de trabajo es expresada a través de distintas maneras entre ellas la escasez de contratos laborales y la temporalidad de éstos (Garza de la, 2005). En la actualidad se reconocen únicamente dos modalidades de contrato: los permanentes y los indefinidos, estos últimos se subdividen en las categorías: de temporada, periodo de prueba y temporales o por obra terminada. Es así como aquellos modelos tradicionales de contratación han quedado obsoletos a favor de una nueva forma flexible de organización del trabajo concretada en la subcontratación y en contratos finitos. Esta herramienta ha sido utilizada para el abaratamiento de la mano de obra y la externalización de las responsabilidades del patrón lo que contribuye a un debilitamiento en materia laboral.

En el caso particular de los servicios en México existen diferencias que revelan mejores condiciones para ciertos tipos de actividades realizadas, tal es el caso de los servicios de salud y educativos. Éstos tienen una mayor concentración de población con contratos definidos y por lo tanto garantizar mayor estabilidad laboral.

Los resultados de la Figura 2 muestra los porcentajes de los tres años para las cinco categorías de servicios donde su población no cuenta con contrato laboral. Las cifras más altas se encuentran registradas en los SP con casi 50 por ciento de su población, seguido de los SD donde sus porcentajes no superan 30 por ciento en ninguno de los tres años seleccionados. Los SPT son el tercer tipo de servicios con mayor porcentaje de población sin acceso a contrato. Son los KIBS y los SS los que concentran una mayor proporción de población con contrato laboral generando estabilidad laboral además de otros beneficios asociados a este documento legal. Sin lugar a dudas los SS corresponden a la categoría de servicios con mejores condiciones laborales.

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Figura 2: Porcentaje de población ocupada en servicios sin contrato laboral 

Prestaciones

De la mano del contrato laboral vienen las prestaciones. En este apartado se han seleccionado sólo tres variables al tener mayor índice de recurrencia en la población trabajadora: aguinaldo, vacaciones con goce de sueldo y reparto de utilidades. Las tres nos presentan una imagen de la situación laboral en México como una relación causal y compleja del creciente fenómeno de terciarización que el país atraviesa desde la década de los ochenta.

Dentro de la variable de prestaciones sociales son los SD los que concentran a un mayor porcentaje de población con acceso a aguinaldo, vacaciones y utilidades como se muestra en la Tabla 6, seguido de los SS que concentran a 25 por ciento de población aproximadamente. Los KIBS corresponden al tercer sector de servicios con mayor porcentaje de población con acceso a las prestaciones muy similar a los porcentajes registrados en los SP. Aunque cabe señalar que las Zonas Metropolitanas de Acapulco y Cancún son las que tienen un mayor porcentaje de población con acceso a estas prestaciones en el sector de SP. El sector de servicios con el menor porcentaje de población con acceso a estas prestaciones corresponde.

Tabla 6: Porcentaje de población ocupada en servicios con prestaciones sociales 

SPT KIBS SD SS SP
2005 8 14 42 26 10 Aguinaldo
2010 7 15 42 28 8 Vacaciones
2015 7 15 67 4 6 Utilidades

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Seguridad social

Los variables de protección social al trabajador y su familia se han convertido en una de las principales variables para medir qué tan segmentada se encuentra una sociedad en términos ocupacionales. Los datos presentados en la Figura 3 muestran el porcentaje de población con acceso a atención médica por parte de su empleo. Contrariamente a lo esperado, los SD son las actividades con mayor cobertura de seguridad social con más de 50 por ciento de su población trabajadora en los tres años del análisis. Mientras que los KIBS experimentaron un crecimiento muy lento respecto a la cobertura de su población con acceso a prestaciones sociales. En el año 2000 la población con atención medica en el sector KIBS representaba solo 11 por ciento y para 2015 representaba 15 por ciento de población. El porcentaje de población con seguridad social en el caso de los SS y SP es similar, ambos sectores concentran a aproximadamente 13 por ciento de su población con esta prestación y no ha tenido ningún cambio en los tres años de análisis. Y los SPT son el sector de servicios con el menor porcentaje de población con acceso a servicios sociales con 11 por ciento de 2000 a 2015.

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Figura 3: Porcentaje de población ocupada en servicios con acceso aseguridad social 

Jornada laboral

La jornada laboral es un indicador de la presencia o no del subempleo o de condiciones de explotación de la mano de obra. En México la jornada laboral oficial establece 40 horas semanales y un máximo de 48, sin embargo, los resultados para esta investigación muestran dos extremos. El primero se refiere a trabajadores que laboran menos de 40 horas semanales y el segundo que existe población que rebasa las horas establecidas oficialmente. Para ello, los resultados se presentan en tres categorías: menos de 40 horas semanales, 40 horas semanales y más de 40 horas semanales.

Los STP concentran a la mayor cantidad de población en la categoría de más de 48 horas laboradas semanalmente. Esta tendencia la presenta durante los tres años de análisis con más de 50 por ciento de su población. Después de los STP son los KIBS los que concentran a un mayor porcentaje de población con jornadas laborales extensas, aunque no rebasan las jornadas laborales semanales establecidas oficialmente. En los tres años de análisis los KIBS concentran casi a 50 por ciento de su población en jornadas laborales semanales de entre 40 y 48 horas como se muestra en la Tabla 7.

Tabla 7: Porcentaje de población ocupada en servicios de acuerdo a las horas laboradas para cada año 

SPT KIBS SD SS SP
Jornada < 39 40 48 > 48 < 39 40 48 >48 < 39 40 48 > 48 < 39 40 48 > 48 < 39 40 48 > 48
2005 12 28 60 29 47 24 25 38 37 59 36 5 45 38 17
2010 15 27 58 31 46 23 30 36 34 54 41 5 48 36 16
2015 14 27 59 31 48 21 28 38 34 53 42 5 48 36 16

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

Por su parte los SD concentran un mayor porcentaje de su población en la categoría de 40 a 48 horas laborales semanalmente. Esta categoría corresponde a las horas establecidas oficialmente. Aunque cabe señalar que en los SD los porcentajes de población concentrados en esta categoría son muy similares a la categoría que supera las 48 horas semanales. Mientras que los SS y SP concentran un porcentaje mayor de población en la primera categoría que representa a la población que labora menos de 39 horas semanales.

Servicios, género y mercado laboral

El mercado laboral tiene una división sexual prominente que se expresa en dos dimensiones. La primera hace referencia a la feminización laboral y la segunda a la segregación ocupacional, ambas presentan repercusiones en la calidad del empleo. La primera dimensión se refiere a ocupaciones tipificadas por género, aquellas donde las labores y actividades realizadas están relacionadas a las condiciones físicas de los individuos o cualidades innatas (Ariza, 1988; Pacheco, 2004). En este sentido, los servicios hasta hace algunas décadas fueron las actividades donde las mujeres se ocupaban tradicionalmente.

La Figura 4 muestra esta diferenciación, los porcentajes de población masculina concentrados en los STP y los KIBS son superiores al porcentaje de población femenina. El sector de STP esta vinculado a actividades de apoyo a empresas mientras que los KIBS se asocian a actividades altamente calificadas. Por su parte los SS y los SP concentran un mayor porcentaje de población femenina y ambos sectores de servicios están asociados a actividades de cuidado, servitización, educación. Ambos extremos retratan la feminización del trabajo, como cualidades intrínsecas de las sociedades que tipifican los quehaceres de los individuos de acuerdo al género.

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015

Figura 4: Porcentaje de población ocupada en servicios por sexo 

Por otro lado, se encuentra el tema de ingresos relacionado a la jornada laboral. Para este indicador se crearon cuatro categorías de análisis, la primera se refiere a la población que gana menos de un salario mínimo mensual. La segunda es aquélla con un ingreso de entre uno y tres salarios mínimos mensuales, mientras que la tercera agrupa a los trabajadores que reciben un ingreso de tres a cinco salarios mínimos mensuales. La última categoría concentra a la población que gana más de cinco salarios mínimos mensuales.

En términos generales la población trabajadora en el sector servicios se concentra en la segunda categoría, es decir, que el mayor porcentaje de la población tiene ingresos de uno a tres salarios mínimos mensuales.

En esta categoría se concentra más de 70 por ciento de población y en segundo lugar esta la población que tiene ingresos de entre tres y cinco salarios mínimos mensuales, con 16 por ciento del total de la población (Tabla 8).

Tabla 8: Porcentaje de población ocupada en servicios de acuerdo ingresos 

  Menos de 1 SM De 1 a 3 SM De 3 a 5 SM Más de 5 SM
2005 9 66 16 9
2010 7 68 17 8
2015 7 72 16 5

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

El menor porcentaje de población se concentra en aquella categoría que tiene ingresos salariales de menos de un salario mínimo y con mas de cinco salarios mínimos. En ambas categorías el promedio general de población con esos ingresos es de siete por ciento.

Cuando se realiza una comparación entre el ingreso salarial por sexo se puede determinar el grado de segregación poblacional. Además de la diferencia que significa la división sexual de las ocupaciones estas tienen una condición que hace aun más evidente la brecha entre la población masculina y femenina, el ingreso percibido por los individuos de acuerdo a la ocupación desempeñada depende en gran medida del género.

La Tabla 9 muestra los ingresos percibidos por la población masculina y femenina de 2005 a 2015 segmentado por el sector de servicios.

Tabla 9: Porcentaje de población ocupada en servicios por sexo y nivel de ingreso (en salario mínimo) 

  Hombres Mujeres
  1 2-3 3-5 +5 1 2-3 3-5 +5
2005
SPT 3 78 14 4 2 78 10 9
KIBS 3 48 27 23 1 62 25 12
SD 8 65 16 11 23 67 8 2
SS 0 70 26 4 2 74 15 9
SP 1 56 12 31 9 68 19 4
2010
SPT 8 65 18 10 2 86 10 1
KIBS 3 62 19 16 1 69 20 9
SD 4 71 17 7 17 72 10 2
SS 1 56 27 17 3 65 22 10
SP 4 70 17 10 8 81 9 2
2015
SPT 5 86 7 2 3 80 5 12
KIBS 2 60 25 13 1 64 29 6
SD 4 76 15 5 19 69 9 3
SS 1 62 23 14 2 72 23 4
SP 5 78 16 2 8 84 6 1

Fuente: elaboración propia con datos de la ENOE 2005, 2010 y 2015.

La primera gran diferencia entre ambos géneros se trata del porcentaje de población concentrada en la primera categoría referente a la población con ingresos inferiores a un salario mínimo mensual. En esta categoría el porcentaje de población femenina es superior al de población masculina, por ejemplo, en el caso de los SD el porcentaje de población femenina con este nivel de ingresos se encuentra aproximadamente entre 20 por ciento mientras que el de los hombres corresponde a cinco por ciento aproximadamente.

La población que gana entre dos y tres salarios mínimos mensuales tiene porcentajes similares tanto para la población masculina como para la femenina y en cada sector de servicios. La diferencia porcentual entre ambos es mínima.

Algunos casos específicos son el de los KIBS en el año 2005 donde la población femenina tuvo un mayor porcentaje de población con ingresos superiores respecto al de la población masculina con 62 por ciento. Esta situación se repite en el año 2010 pero en el sector de SS y SP donde la población femenina tuvo 65 y 81 por ciento respectivamente, mientras que la población masculina tuvo 27 y 17 por ciento. El último caso se presenta en 2015 en el sector de SP donde la población femenina tiene 84 por ciento de población con ingresos de entre tres y cinco salarios mínimos mientras que la población masculina solo tiene 16 por ciento.

Esta situación se invierte en la última categoría que representa a la población con la mayor cantidad de ingresos percibidos mensualmente, es decir, la población con más de 5 salarios mínimos mensuales. En el caso de los SD y SP la población masculina en el año 2005 concentro 11 y 31 por ciento mientras que la población femenina tuvo dos y cuatro por ciento respectivamente. Esta condición se repite en 2010 en el sector de STP y SP en ambos la población masculina concentro diez por ciento de su población mientras que la población femenina tuvo uno y dos por ciento respectivamente. Y lo mismo sucede en 2015 en el sector de SS donde la población masculina concentro 14 por ciento mientras que la población femenina tuvo cuatro por ciento sin embargo existe un cambio importante en el sector de los STP para este año, pues será la población femenina la que tenga un mayor porcentaje de población en esta categoría de ingresos.

Es necesario señalar la importancia de la brecha salarial entre los géneros además de representar un componente de segregación ocupacional, en la mayoría de los estudios realizados (Huesca, 2005; Solis, 2014) se ha detallado que no se trata de una diferencia influida por el nivel académico, edad, capacidades o actividades realizadas, sino que está definido por el género de los individuos. La Tabla 9 nos muestra esto a grandes rasgos, primero que en la categoría de la población con el menor rango de ingresos que corresponde a menos de un salario mínimo mensual es la población femenina que concentra un mayor porcentaje de población en los cinco sectores de servicios, aunque el de SD se perfila como el más precario de todos para la población femenina, seguido del sector de SP.

En el otro extremo se encuentra la población con mayor nivel de ingresos con más de cinco salarios mínimos mensuales. En esta categoría dentro de los cinco sectores de servicios la población masculina es la que concentra un mayor porcentaje y la diferencia que tiene respecto a la población femenina es muy grande.

Consideraciones finales

La conceptualización de los servicios ha sido un reto teórico (Pérez et al., 2016). Al ser construido como residual tiene diversas lógicas a su interior. Es por ello que los estudios suelen concentrarse en algunas de las actividades, siendo en los últimos años los servicios avanzados los más recurrentes en la literatura. Esto no es sorprendente pues, particularmente en las ciudades, los servicios denominados avanzados han tenido un crecimiento importante. Las ciudades han sido los espacios en donde los servicios han ganado un espacio preponderante. En éstas los servicios avanzados logran establecer lógicas de aglomeración, gracias al desarrollo de tecnologías de la información, aprovechamiento de infraestructura común, mano de obra con diversas calificaciones laborales, entre otros aspectos. Hoy en día, entonces, este tipo de actividades se concentran para aprovechar economías urbanas y de localización.

Este artículo mostró algunos de los rasgos más importantes de la situación del empleo para algunas de las zonas metropolitanas en México. Si bien es cierto que estudios anteriores (Ariza y Oliveira, 2014a, 2014) ya había puesto atención a la situación del empleo en el sector servicios, éste particulariza en 27 ciudades.

Para el caso particular de las zonas metropolitanas de México se observa el aprovechamiento de las economías de aglomeración y urbanización por ejemplo las economías turísticas donde el porcentaje de población ocupada responde directamente a estas actividades y se representa en el sector de SP, mientras que en otras zonas metropolitanas como CDMX, Guadalajara y Monterrey el papel de los SD y KIBS va en ascenso.

Para este artículo lo importante tiene que ver con las condiciones laborales sobre las cuales se construye la ciudad terciarizada mexicana. Si bien es cierto que se puede decir que es dual, como otras, la particularidad es que esta dualidad no necesariamente se construye sobre la base de empleos en actividades avanzadas y tradicionales, tal como sucede en países desarrollados, sino más bien entre servicios ligados al mantenimiento, supervisión y funcionamiento adecuado de los mismos sectores de servicios. Por ejemplo dentro de la categoría los servicios avanzados no logramos identificar claramente la preponderancia de empleos de alta calidad; al contrario, los empleos considerados dentro de la categoría KIBS representan empleos de baja cualificación laboral y parecen estar acompañados de la desregulación laboral y precariedad.

Esto plantea una discusión interesante: ¿los servicios avanzados, principalmente aquéllos de capital externo, lograrán modificar un poco del mercado de trabajo o terminarán siendo absorbidos por las lógicas locales? Es importante hacer notar esto porque las condiciones propias de los mercados locales de empleo tienen un papel fundamental. El caso de las ciudades mexicanas es un ejemplo de cómo la transformación cualitativa de los servicios se sobrepuso a una situación ya precaria. Es por ello por lo que los servicios avanzados no crearon precariedades y dualización, éstas ya existían.

Otro punto importante de señalar es la diferencia que existe entre los sectores de servicios. Si bien los STP son los que tiene los menores índices de calidad del empleo se puede observar una condición generalizada en los cuatro sectores de servicios restantes por lo que la precariedad laboral se establece como un patrón de las Zonas Metropolitanas de México. En este mismo sentido cabe señalar que la población femenina es más vulnerable respecto a la población masculina y que la diferencia entre ambos géneros es papable no solo en las prestaciones y acceso a servicios derivados de la inserción al mercado laboral sino en el mismo desarrollo de las ocupaciones convirtiéndolas en sujetos de diferenciación laboral por una condición biológica que evidentemente tiene repercusiones en la calidad del empleo.

Por último, el reto es el de construir análisis integrales que den luz sobre las estructuras ocupacionales en un sector tan diverso. En otras palabras, cómo es que actividades tan heterogéneas pueden convivir y retroalimentarse unas a otras.

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1La preselección de datos excluyo a la ciudad de Campeche, Culiacán, Durango, Hermosillo y La Paz.

2Las tablas por ciudad con la distribución porcentual de la composición sectorial del empleo en México pueden ser solicitadas a los autores a través de los correos de contacto.

Recibido: 20 de Agosto de 2016; Aprobado: 14 de Diciembre de 2018

Laura Alejandra Garrido Rodríguez Doctorante en Urbanismo por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Maestra en Planeación y Políticas Metropolitanas UAM-Azcapotzalco y Licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Principales líneas de investigación enfocadas a vivienda y mercado inmobiliario, participación ciudadana, planeación y políticas públicas, distribución espacial de los servicios y calidad del empleo. Profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM en las materias de Estadística Descriptiva, Estadística Inferencial, Análisis socio espacial y Sociología Urbana de la Ciudad de México. Dirección electrónica: lagr@comunidad.unam.mx Registro ORCID: http://orcid.org/0000-0001-8786-6461

Enrique Pérez Campuzano Es sociólogo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Maestro en Planeación y Políticas Metropolitanas por la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Azcapotzalco y Doctor en Geografía por la UNAM. Realizó una estancia de investigación postdoctoral en la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. Sus líneas de investigación son: Evaluación de Efectos de Políticas Ambientales y Contra la Pobreza, Periferias Urbanas y Gestión Ambiental, Distribución Espacial del Sector Servicios en México, Segregación Socioespacial Urbana y Migración urbana-urbana en México. Enrique Pérez Campuzano es investigador Asociado “C” en el Departamento de Geografía Económica del Instituto de Geografía de la UNAM. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 2. Dirección electrónica: eperez@igg.unam.mx Registro ORCID: http://orcid.org/0000-0001-5513-2658

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