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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.21 no.86 Toluca oct./dic. 2015

 

El estado civil como determinante del crecimiento de los hogares unipersonales en Colombia

 

Marital status as determining the one-person households growth in Colombia

 

Gabriel Gallego Montes y Guillermo Villegas Arenas

 

Universidad de Caldas, Colombia.

 

Artículo recibido el 28 de agosto de 2012,
aprobado el 5 de junio de 2014.

 

Resumen

Los hogares unipersonales constituyen un fenómeno socio-demográfico de posguerra en constante crecimiento en todas las sociedades, no obstante su cada vez mayor peso relativo, el conocimiento que se tiene de esta forma de residencia es insuficiente y los factores asociados a su crecimiento han sido poco explorados. Con los datos de los censos de 1993 y 2005 para Colombia se estimaron tasas de crecimiento intercensal de los hogares unipersonales por departamentos y por edades simples, así como de las variables soltería, viudez, divorcio/separación, con este conjunto de datos se estimaron correlaciones y una medida de sensibilidad. Los estados civiles divorcios/separación y viudez presentan la mayor correlación y sensibilidad frente a la variabilidad de los hogares unipersonales en Colombia, constituyéndose en predictores para su estudio. Lo hallado para Colombia contrapone la tradición socio-demográfica que atribuye el crecimiento de los hogares unipersonales al aumento de la soltería -el individualismo-, tal situación invita a repensar los supuestos con los cuales se han teorizado y estudiado este tipo de hogares en especial para América Latina.

Palabras clave: Hogar unipersonal, Colombia, transición demográfica, individualismo, soledad residencial.

 

Abstract

One-person households are a postwar socio-demographic phenomenon constantly growing in all societies, nevertheless the knowledge around this form of residence is insufficient and the factors associated with growth have been little explored. Using data from the censuses of 1993 and 2005 for Colombia, intercensal rates of single-person households were estimated by departments and single ages and variables singleness, widowhood, divorce/separation, with this data set correlations and a measure of sensitivity were estimated. The divorce/separation and widowhood have the highest correlation and sensitivity to the variability of single-person households in Colombia, becoming predictors for study. Found for Colombia opposes the socio-demographic tradition that attributes the growth of one-person households the increase in unmarried -the individualism-, this situation invites to rethink the assumptions which they have theorized and studied this type of household, especially for Latin America.

Key words: One person households, demographic transition, individualism, loneliness, living alone, Colombia.

 

Introducción

La creciente cantidad de hogares unipersonales o residencia unipersonal constituye un evento demográfico de la posguerra y uno de los indicadores más significativos de cambio social asociados a la modernidad contemporánea (Mauritti, 2007; Wall, 1989; Michael, Fuchs y Scott 1980). Su progresiva presencia en las estadísticas en todos los países constituye una llamativa opción dentro de las variadas formas de residencia que han proliferado a lo largo de la segunda mitad del siglo XX (Kaufmann, 2000; Furedi, 2002 en Mauritti, 2007). Para Mauritti (2007), los hogares unipersonales se han popularizado; constituyen un fenómeno urbano global, trasversal en todas las sociedades y con presencia aún en los segmentos más pobres y socialmente excluidos de la población.

El dinámico aumento de los hogares unipersonales responde a la confluencia de diversos factores sociodemográficos: mejoras en los estándares de vida y salud; auge del individualismo y la autonomía del sujeto; mayores expectativas de vida de las mujeres con respecto a los hombres, situación que acrecienta las probabilidades para que muchas de ellas en la vejez terminen viviendo solas. El aumento en la disolución de las relaciones de pareja constituye otro aspecto a considerar; ante una separación o divorcio es común que se produzca al menos un hogar unipersonal. Finalmente, otro factor que ayuda a comprender el incremento de hogares unipersonales se asocia con la reducción del tamaño de las familias y con ello el incremento de las probabilidades de que en algún momento de la trayectoria de vida, alguien deba asumir la condición de vivir solo.

La presencia de los hogares unipersonales es una opción de residencia que puede ser leída por regiones y grupos de países de acuerdo a su mayor preeminencia en las estadísticas nacionales. Según el Eurostat Statistics Explained (2015), la media de los hogares unipersonales en los 28 estados de la Unión Europea para el año 2011 se estimó en 31.4 por ciento del total, siendo los países nórdicos los que presentaban las mayores tasas con proporciones cercanas a 40 por ciento; estos países son reconocidos por un buen desempeño en el campo del desarrollo humano, altos estándares de vida y voluntad política para mantener el papel social del Estado. Alemania, Holanda, Francia y Gran Bretaña dan forma a un segundo grupo, donde los hogares unipersonales representaron entre 30 y 35 por ciento del total. Un tercer grupo está conformado por países mediterráneos: España, Portugal, Italia, Grecia y por aquellos que pertenecieron al régimen socialista: Rumania, Eslovaquia, Croacia, Polonia y República Checa, donde la proporción de hogares unipersonales se ubica entre 20 y 25 por ciento. Una explicación para este tercer grupo puede ser hallado en Flaquer (2004) quien no duda en vertebrarlo con los "fuertes valores familiaristas asociados con un bajo nivel de individualización" que predomina en estos países, además demuestra cómo ciertas condiciones de la economía -desempleo, bajos salarios, altos precios de la propiedad raíz, entre otros- y del Estado de bienestar desestimulan proyectos individuales de emancipación residencial y, por el contrario, empujan hacia formas de hogares multigeneracionales.

Fuera del contexto europeo se conforma un grupo por Japón, Estados Unidos, Canadá y Australia con tasas que han superado 30 por ciento de hogares unipersonales y se aproximan 35 por ciento.1

Los datos sobre América Latina revelan que avanzada la primera década del siglo XXI los hogares unipersonales representaban en promedio 11.4 por ciento del total (Ullmann et al., 2014). De acuerdo con Cerutti y Binstock (2009) el peso relativo de los hogares unipersonales varía significativamente entre países de la región, más como producto de las diferencias en las estructuras de edad que debido a pautas residenciales diferentes.2 En Uruguay y Argentina, países con población más envejecida, el porcentaje de hogares unipersonales se sitúa en torno a 18 por ciento; contrariamente países con una fecundidad aún elevada o en los que ha descendido recientemente, la proporción es significativamente más baja, cercana a cinco por ciento (caso Honduras y Nicaragua). Colombia, se ubicaba en 2005 en un tasa de 11.4 por ciento explicable, como plantean las autoras, por su estructura demográfica y su propio proceso de transición poblacional; su dinámica es más acelerada que la de América Latina si se considera que entre censos (1993 y 2005) se dio un incremento de 4.3 puntos, mientras que en un lapso similar de tiempo este tipo de hogares se expandió en 3.0 puntos porcentuales en el resto de países.

La tesis que soporta este artículo sugiere que la decisión de asumir la vida bajo la forma de hogar unipersonal está asociada a la condición de estado civil, de tal manera que los cambios cuantitativos de este tipo de hogar son respuestas al aumento o disminución de la situación de soltería, separación/divorcio y viudez; una aclaración complementa la tesis: las respuestas son diferenciadas porque la decisión de vivir solo revela la heterogeneidad de motivaciones o intereses según la etapa por la cual se transita en el curso vital; es decir, las razones que sustentan la decisión de conformarse como hogar unipersonal no son las mismas para un soltero joven que para un soltero de edad avanzada; tal afirmación es válida para los casos de viudez y separación/divorcio.

Contextualizando la anterior afirmación para Colombia, vale puntualizar que los factores sociodemográficos que explican el incremento de los hogares unipersonales en este país, se corresponden con aquellos que la literatura especializada ha dictaminado para comprender el incremento en los hogares unipersonales en Europa y Estados Unidos especialmente vinculado al aumento de la soltería y la viudez (López, 2005; Williams et al., 2007). Los cálculos realizados, tomando como eventos explicativos las condiciones de soltería, separación/divorcio y la viudez, indican altas correlaciones entre el aumento porcentual de tales variables y el aumento porcentual de los hogares unipersonales; significa que tomadas una a una las diferentes variantes del estado civil, éstas se comportan como predictores sólidos del cambio cuantitativo de este tipo de hogares.

Para el desarrollo de la tesis anterior, el artículo se divide en tres apartados: en el primero se presenta la forma como han sido estudiados los hogares unipersonales desde las ciencias sociales, centrándose en los estudios de carácter sociodemográfico. El segundo aclara aspectos metodológicos respecto a las fuentes de información y a la forma como se realizaron los cálculos aplicados a la población soltera, divorciada/separada y viuda y también a los hogares unipersonales para establecer el crecimiento porcentual entre censos de estas variables en consideración. El tercero y último apartado entrega los hallazgos y los confronta con la literatura disponible que estudia el fenómeno de los hogares unipersonales; a partir de allí sugiere nuevas vetas explicativas para comprender este fenómeno socio-demográfico en los países de América Latina.

 

Los hogares unipersonales como campo de estudio en las ciencias sociales

Como se mencionó, la creciente presencia de hogares unipersonales constituye un evento demográfico de posguerra;3 no obstante, el registro de personas viviendo solas data por lo menos de la época pre-industrial. Los estudios del grupo de Cambridge (Wall, 1989) han demostrado que desde inicios del siglo XVII en Gran Bretaña se tenían evidencias de personas viviendo solas. Entre los años 1599 a 1790 se estimó entre dos o tres por ciento de personas mayores de 25 años que vivían solas, proporción que crecía con el curso de vida y se situaba en diez por ciento en las personas mayores de 75 años de edad; como ocurre hoy día, la forma de residencia unipersonal en la adultez mayor era un evento más común en las mujeres que en los hombres (Wall, 1989, López, 2005).

De acuerdo con las investigaciones de Richard Wall (1989), la presencia de los hogares unipersonales en los registros poblacionales ingleses se mantuvo relativamente constante hasta mediados del siglo XX, a partir de allí se acrecienta en todos los rangos de edad, especialmente en los jóvenes y las mujeres adultas mayores (López, 2005; Glick, 1994). Para este autor, el incremento en los hogares unipersonales constituye una de las principales transformaciones en los arreglos domésticos de nuestro tiempo, incluso, es fuente para explicar la caída del prototipo de la familia nuclear a niveles de participación estadística por debajo de 50 por ciento en casi todas las sociedades (Arriagada, 2009; Molgat y Vézina, 2008; Yi et al., 1994; Ronald y Yosuke, 2009).

Como campo de estudio existen diferentes corrientes analíticas en torno a la comprensión de los hogares unipersonales en las sociedades contemporáneas. Hasta entrada la década de los noventa, existían pocos estudios sociológicos sobre la residencia unipersonal -el trabajo de Jeremy Tunstall en Gran Bretaña, publicado en 1966, es una de las excepciones (Mauritti, 2007).4 El fenómeno ganó relevancia analítica y social debido al aumento de este tipo de hogar en las sociedades europeas, de América del Norte y Australia. Un interés especial se dedicó a la comprensión de los procesos de cambio social y sus implicaciones sobre diversas opciones residenciales y las repercusiones que el vivir solo genera en las relaciones entre individuo y sociedad.

Una de las principales líneas de análisis articuló la proliferación de los hogares unipersonales como una manifestación del individualismo institucionalizado, según el sentido propuesto por Beck y Beck-Gernsheim (2003); también aparece en esta línea de indagación una referencia a la "modernización reflexiva" en todas las esferas de la vida social (Beck et al., 2000; Guerreiro 2003), y una pérdida gradual de los anclajes tradicionales en los valores y maneras de vivir las relaciones íntimas en la familia, la vida conyugal y las redes de amigos (Giddens, 1997, 1998; Bauman 1999, 2001, 2005; Beck y Beck-Gernsheim, 2003). Reflexividad se vertebra con individualización y esta se expande en la tendencia de la autonomía, según lo propone Simmel (1986). En una sociedad en proceso de modernización hay conceptos y visiones que para el individuo pierden el carácter de mandato social u obligatoriedad; a cambio, las personas acuden a su fuero interno y se abren paso en medio de estructuras tradicionales dominadas por una normatividad hegemónica, para encontrar espacios de mayor libertad de elección en diversos campos de su biografía, entre ellos, acuerdos para pactar la residencia, la afectividad, la intimidad y otros elementos que se incorporan en su curso de vida.

En estas reflexiones, como sugiere Jean-Claude Kaufmann (2000: 22), la vida solitaria es vista como opción para dar sentido y articular un nuevo paradigma de la cultura de la modernidad -la autonomía-, convirtiéndose en una clara manifestación (y un indicador fiable) de la concentración del individuo sobre sí mismo (Beck y Beck-Gernsheim, 2003), o de la individualización (Bauman, 2005).

Desde la psicología5 las indagaciones sobre hogares unipersonales buscan definir y cuantificar el aumento de la "soledad", "el aislamiento social" y/o las situaciones de "anomia" en sectores sociales específicos, sobretodo leídas a partir de la edad, el género, el estado civil y las redes sociales en las que el individuo se inserta a lo largo de la vida. En esta línea de reflexión se destacan las aproximaciones más contemporáneas que tienen en cuenta la multiplicidad de experiencias que pueden estar presentes en la residencia unipersonal y la soledad (Boutin, 2003; Schurmans, 2003, 2004; López, 2005; Montero, López y Sosa, 2001). En esa búsqueda Marie-Noëlle Schurmans (2003) propone la construcción de una perspectiva enfatizada en el carácter relacional, dinámico y diversificado de puntos de vista, experiencias y contextos que pueden estar imbricados en lo que se denomina, en sentido amplio, "soledad".

La perspectiva sociodemográfica para el abordaje y comprensión de los hogares unipersonales consta de cuatro rutas explicativas. En la primera, emergen las explicaciones asociadas a la transición demográfica (Coale, 1973) y el consecuente envejemiento de la población que pone en evidencia la cada vez mayor proporción de personas mayores viviendo solas, especialmente mujeres (López, 2005). Una segunda, analiza, desde la perspectiva de curso de vida y los enfoques biográficos, los recorridos de entrada y de salida de los hogares unipersonales, centrándose la discusión sobre la situación de los jóvenes y los adultos mayores (Barrón, 2002; Iacovou, 2002; Molgat y Vézina, 2008; López, 2005). Una tercera, explora los factores socio-demográficos que explican la probabilidad de vivir solo, discusión que dirige su enfoque, fundamentalmente, en la propensión que tiene el ingreso en la explicación del fenómeno (Michael et al., 1980; Pampe, 1983; Wall, 1989). La cuarta y última ruta de análisis se encuentra en el orden metodológico; ésta examina la situación de la residencia unipersonal en función del estado civil para comprender las variantes que existen en los tipos de hogares en función de la soltería, la viudez, la separación o el divorcio como detonantes en la conformación de un hogar unipersonal (Gallego, 2006; López, 2005). En esta última ruta transitan los esfuerzos de este ejercicio investigativo.

 

Materiales y métodos

El presente artículo acude a los censos de población realizados para Colombia en los años 1993 y 2005;6 específicamente capta de estas dos fuentes de información la referida a hogares constituidos por una persona. Dos fueron las bases de datos construidas; la primera consideró la división político-administrativa del país, que incluye 32 departamentos y un distrito capital (Bogotá D.C), se calcularon las tasas de hogares unipersonales (THU) y de cada evento mencionado: viudez, separación/divorcio y soltería para cada entidad territorial. Claramente la inquietud se orientó a realizar análisis bivariados soportados en correlaciones, para ello se optó por confrontar las tasas de crecimiento7 de los hogares unipersonales y de cada uno de los estados civiles propuestos.

Una segunda base de datos estuvo dirigida a observar el cambio de los hogares unipersonales por edades simples y estado civil (soltería, divorcio/separación, viudez). La base de datos es una matriz con 13 columnas y 76 filas las cuales corresponden al tamaño del rango de edades entre los 16 y los 90 años, en las columnas aparecen las variables seleccionadas, relacionadas con el total de hogares unipersonales en 1993 y 2005 desagregados por estado civil y total de población y su descomposición igualmente por estado civil. El cálculo de la variación porcentual y de la tasa intercensal de crecimiento aporta los indicadores claves para matizar los hallazgos más generales obtenidos para cada departamento o territorio.

La construcción de la segunda base de datos admite el cálculo de otras variables según se detallan a continuación con su respectiva formulación.

 

Variación Porcentual Hogares Unipersonales i (VPHUi)

VPHUi= [((THUi05/THUi93)-1) x 100]

donde:

THUi05 es el total hogares unipersonales de la variedad i mayores de 16 años, Censo 2005. La variedad i puede ser o soltería, o divorcio/separación o viudez.

THUi93 es el total hogares unipersonales de la variedad i mayores de 16 años, Censo 1993.

El resultado de la aplicación de la anterior fórmula, bien sea para cada renglón de edad simple o a niveles de agregación, indica a 2005, la cantidad de nuevos hogares unipersonales de la variedad i, por cada 100 hogares de la misma variedad i existentes en 1993.8

 

Variación Porcentual de la Población i (VPPi)

VPPi = [((PTi05/PTi93)-1) x 100]

donde:

PTi05 es la población total de personas de la variedad i, mayores de 16 años, Censo 2005. La variedad i puede ser o soltería, o divorciados/separados o viudez.

PTi93 es la población total de personas de la variedad i, mayores de 16 años, Censo 1993.

El análisis correlacional bivariado constituye un momento posterior de la estrategia analítica; concretamente se somete a prueba la hipótesis que propone que la expansión de los hogares unipersonales está asociada con el comportamiento de la viudez, la separación/divorcio y la opción por la soltería. Para efectos de comprobación, el apoyo estadístico es el coeficiente de correlación; este es refrendado mediante regresiones lineales simples9 de las cuales se utilizan los respectivos r2 como indicativos de la correlación entre la variable dependiente (VPHUi) y la variable independiente (VPPi),10 en donde i connota o soltería o separación/divorcio o viudez.

El último momento de la estrategia analítica se considera exploratorio porque propone una medida de sensibilidad o de amplitud de respuesta de la variable explicada (VPHUi), escasamente reportada en investigaciones demográficas. En este artículo, esta medida es utilizada para sugerir las razones de fondo que orientan la decisión de las personas de vivir solas conforme avanza su curso vital y que suelen estar sorteadas en términos de soltería, divorcio/separación y viudez. Para el cálculo del análisis de sensibilidad o amplitud de respuesta de los HU ante el cambio de la población se propone la siguiente fórmula:

S = VPHUi / VPPi

donde:

S es la sensibilidad o amplitud de respuesta de la variable dependiente ante el cambio de la variable independiente.

VPHUi es la variación porcentual de los hogares unipersonales de la variedad i (solteros, divorciados/separados, viudos).

VPPi es la variación porcentual de la población total de la variedad i (solteros, separados/divorciados, viudos).

Este indicador revela la amplitud del cambio de la variable explicada o dependiente (VPHUi) ante el cambio de la variable independiente (VPPi); el resultado numérico se interpreta como el número de veces en que se amplifica la magnitud del cambio porcentual de la población i, amplificación que se ve reflejada en el cambio de los hogares unipersonales i. Así por ejemplo, si la VPPi fuese de 75 por ciento y la VPHUi de 150 por ciento la sensibilidad sería igual a dos. Significa que la magnitud del cambio de la población i se reflejó amplificada por dos en el cambio ocurrido en los hogares unipersonales i.

 

Posibilidades interpretativas generales del valor de S:

Si S > 1, es sensible.

Si S = 1, es sensibilidad unitaria. En este caso la magnitud del cambio de la población i, es respondida por un cambio de los hogares unipersonales i en una magnitud exactamente igual.

Si S < 1, es insensible.

Esta variable (vector de indicadores de sensibilidad) es relevante en el estudio porque posee algunas ventajas que facilitan el análisis: i) se puede calcular para datos desagregados en edades simples o para datos agregados en quinquenios, décadas, etapas del curso vital, ii) como se aprecia, mediante la relación reúne en un solo indicador los cambios relativos de las variables implicadas; iii) es versátil para efectos del análisis gráfico, lo cual resulta de gran ayuda para la interpretación de los hallazgos.

Dadas las condiciones expuestas y la escasa investigación adelantada en Colombia relacionada con los hogares unipersonales, esta investigación, además de los rasgos descriptivo y correlacional, se asume exploratoria; por ello, los hallazgos se limitan a sugerir tendencias que ayuden a comprender una realidad social -el vivir solo- cada vez en aumento.

 

Los hogares unipersonales en Colombia: pistas iniciales que determinan su crecimiento

Una mirada inicial de contexto referida a cambios en los hogares unipersonales indica que, visto por las diferencias de tasas, fue mayor el incremento en Colombia que en otros países de América Latina, de hecho, aumentaron 4.3 puntos porcentuales al pasar de 6.8 por ciento del total de hogares en 1993, para ubicarse en 11.1 por ciento en el año de 2005 (Cuadro 1).

Para desglosar lo sucedido en el país con los hogares unipersonales, interesa conocer el comportamiento de los departamentos para establecer cuáles son lo que más crecen y cuáles ayudan a moderar el incremento de este tipo de hogares. De acuerdo con los datos del Cuadro 1, San Andrés, en la costa Caribe, es el departamento con la mayor cantidad relativa de hogares unipersonales, situación que se cumple para los censos de 1993 y 2005; el crecimiento intercensal de 2.5 puntos porcentuales puede ser efecto de un crecimiento marginal decreciente, es decir, se espera que este departamento tienda a crecer menos; además, es posible que esté arribando a una especie de tasa de estabilización o si se prefiere un punto de saturación que marcaría la inflexión de una línea de crecimiento. Para 2005 acompañan a San Andrés con las más altas tasas de hogares unipersonales (todas por encima de 13 por ciento), cuatro departamentos de la región central del país11 (Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Bogotá) y dos departamentos de la periferia territorial (Putumayo y Casanare).

En cuanto a las menores tasas, en el departamento de Córdoba tienen asiento los más bajos porcentajes de hogares unipersonales, realidad que se reitera en los años 1993 y 2005. Según el último censo, lo acompañan en este bajo registro otros seis departamentos de la costa caribe (Cesar, Magdalena, Sucre, Bolívar, La Guajira y Atlántico) constituyéndose en una constante histórica por lo que insinúa cierto patrón posiblemente asociado con rasgos culturales comunes.

En síntesis, tres aspectos centrales llaman la atención: i) ningún departamento de la Costa Atlántica (Guajira, Magdalena, Cesar, Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba) presenta alta variación de la tasa de hogares unipersonales; ii) todos los departamentos del Viejo Caldas12 evidencian los más altos crecimientos; es decir, el caso de Caldas no es aislado y su comportamiento va en línea con lo acontecido en Quindío y Risaralda; iii) los departamentos que albergan las más grandes ciudades del país -Antioquia, Valle, Santander- y con éstos Bogotá, expresan un comportamiento muy similar con un crecimiento gravitando alrededor de los 4.7 puntos porcentuales, cercana y un poco por encima del incremento nacional.

Las últimas columnas del Cuadro 1 presentan tres tasas de crecimiento intercensal de los estados civiles seleccionados: viudez, soltería y divorcio/separación. Con este conjunto de datos se estimaron correlaciones generales que permitieron explorar, en una primera etapa, las posibles variables que explican el crecimiento de los hogares unipersonales en el contexto colombiano.

El número de personas viudas,13 según el censo de 1993, ascendía a 1 020 362, cantidad que para 2005 se ubicó en 1 353 117; la variación representa un incremento cercano a 33 por ciento en el periodo intercensal.

En términos de tasas,14 el comportamiento del país registra que en 1993 había 4.7 personas viudas por cada cien habitantes y permaneció inmodificable, según lo evidencia el censo de 2005. Siguiendo la misma ruta de análisis propuesta para la variable anterior, se estimó una correlación entre la tasa de viudez y la de hogares unipersonales siendo esta débil (0.41) debido al influjo de dos dinámicas15: i) la correlación se debilita porque se espera que descensos en la tasa de viudez estén acompañados de disminuciones en las tasas de hogares unipersonales; tal expectativa no se cumple para 18 departamentos; ii) la correlación se fortalece por casos como Caldas, Risaralda, Quindío, Valle e incluso Tolima y Caquetá; estos son departamentos donde las evidencias permiten asumir que aumentos en la tasa de viudez son respondidos con incrementos en la tasa de hogares unipersonales.

El incremento de los hogares unipersonales también se ha propuesto observarse a través del lente de los divorcios y las separaciones. Los tiempos de "hasta que la muerte los separe", tiempos de "fusión", quedaron en el antaño; el hogaño es más de "fisión", de posibilidad de ruptura, de autonomía para decidir poner fin a una relación matrimonial insatisfactoria, decisión que puede llevar a la configuración de al menos un hogar unipersonal. En resumen, se supone que el incremento de hogares unipersonales se vertebra positivamente con el aumento de los divorcios y las separaciones.

Una rápida revisión de los eventos de separación y divorcio en Colombia y sus departamentos aporta los siguientes datos: según el Censo de 1993 el número de personas divorciadas16 era de 1 076 098; doce años después se presencia un aumento cercano a 535 mil divorcios, hasta alcanzar la cantidad de 1 610 747, es decir, cerca de 45 mil divorcios como promedio anual. La variación representa un incremento cercano a 50 por ciento. En términos de tasas17 de divorcio a nivel nacional, se tiene que en 1993 había casi cinco personas divorciadas por cada cien habitantes; esta tasa aumentó a cerca de seis por ciento de acuerdo con el censo de 2005. La curiosidad sobre las más altas y las más bajas tasas estimula la exposición de los siguientes datos: en un rango de altas tasas, entre seis y ocho por ciento, se ubican los departamentos del Viejo Caldas (Quindío, Risaralda y Caldas) acompañados de Bogotá, Valle y Meta; en el rango de bajas tasas, menores a cuatro por ciento, se hallan departamentos de arraigo en tradiciones como Cauca, Boyacá y Nariño; con ellos Putumayo, Amazonas y Chocó.

Se comprende la ubicación de Bogotá en el grupo de las mayores tasas; la expansión como metrópoli propicia la ampliación de los círculos de acción social, condición, que al decir de la sociología, favorece los procesos de individualización y secularización. Llama la atención la ubicación de vanguardia de Quindío, Risaralda y Caldas, departamentos de reconocido talante conservador en algo forjado por la colonización antioqueña;18 donde sus tasas de divorcio se interpretan como retos al statu quo mediante decisiones más ajustadas al ejercicio de intereses y derechos individuales. La mirada sobre las menores tasas de divorcio destaca departamentos como Nariño, Cauca, Boyacá, que son reconocidos por el fuerte apego a la tradición y las costumbres y, en consecuencia, de más lenta acogida de los cambios que se van dando en instituciones tan sacralizadas como el matrimonio.

Al estimar la correlación entre las tasas de divorcio/separación y la de hogares unipersonales se parte de una premisa de la demografía "a mayores tasas de divorcios corresponden mayores tasas de hogares unipersonales..."; en sociedades con bajas tasas de divorcio, éstas serán acompañadas de igualmente bajas tasas de hogares unipersonales". La correlación entre variables es de 0.79 (moderada, próxima a fuerte) y anuncia que en Colombia el incremento del divorcio y las separaciones por lo general se asocia al aumento de los hogares unipersonales.

Finalmente, los datos del censo de 1993 registran una población de solteros19 equivalente a 7 153 047; en 2005 se estimó en 10 271 383 personas en esta condición; esto representa un incremento cercano a 3.1 millones y un promedio anual próximo a 260 mil nuevos casos de soltería. La variación es de 43.6 por ciento en los 12 años intercensales; en términos de tasas se tiene que en 1993 había un poco más de 34 personas solteras por cada cien habitantes y en 2005 pasó a 36 por ciento.

De acuerdo a la información contenida en el Cuadro 1, siete departamentos experimentan decrecimiento en la tasa de soltería, situación que es dispersa y no tiene un patrón de concentración territorial. El comportamiento de Nariño merece destacarse para los dos censos, pues fue el departamento "líder" en tasa de soltería en 1993 al marcar un record nacional de 42 solteros por cada cien habitantes mayores de 15 años, para 2005 es comprensible que ésta tasa empezara a ceder. Bajo esta misma lógica se enmarcan Córdoba y Norte de Santander que en 1993 registraron elevadas tasas -superiores a 38 por ciento-; estos datos marcan puntos de inflexión a partir de los cuales se revierte la dinámica creciente de la cantidad relativa de solteros en estos territorios. En consecuencia, podría interpretarse que el retroceso de la tasa de soltería vivido en Nariño, Córdoba y Norte de Santander obedece a una especie de efecto saturación -en economía se diría que copó el tramo de crecimiento marginal-; significa que los departamentos llegaron a un tope de incremento a partir del cual es difícil avanzar. Por encima del patrón marcado por Colombia (1.62 puntos de variación) marchan diez departamentos de alto crecimiento en sus tasas de soltería; la ubicación geográfica de tal comportamiento no se concentra en una zona específica sino que se dispersa por todo el territorio. De este conjunto se destacan Valle y San Andrés -superan los cinco puntos porcentuales de incremento-, son casos que sirven para ilustrar que experimentaron una especie de efecto desatraso.

Los datos contenidos en el Cuadro 1 sirven de insumos para hacer referencia a la correlación entre soltería y hogares unipersonales. Los cálculos arrojan un resultado de 0.11; se interpreta ausencia de asociación entre las variables en consideración y significa que en Colombia, visto por departamentos, la condición de ser soltero poco se "transforma" en la condición de vivir solo; no obstante esta primera conclusión debe matizarse por edades simples y momentos del curso de vida, análisis que se presenta a continuación.

 

Soltería, divorcio y viudez, los correlatos del incremento de hogares unipersonales

En el apartado anterior se advirtió que la residencia unipersonal puede verse como una decisión tomada en consideración del estado civil, de tal manera que el incremento de las tasas de soltería, viudez, divorcio o separación podrían ser considerados eficientes predictores del cambio cuantitativo de los hogares unipersonales, no obstante los hallazgos son muy generales y deben matizarse para refinar el análisis propuesto. Este apartado está orientado a comprobar la anterior afirmación, estableciendo cálculos por edades simples y por momentos del curso de vida.

En términos descriptivos, la Gráfica 1 y el Cuadro 2, señalan la distribución porcentual de los hogares unipersonales en función del sexo y el estado civil del residente por edades simples. La gráfica permite matizar los datos por estructura de edad; en una primera trayectoria de la gráfica se da una preeminencia de los hogares unipersonales de las personas solteras (en ambos censos de población), en proporciones que se mueven por encima de siete de cada diez hogares; con el correr del curso de vida, este tipo de hogares pierde importancia relativa, desciende en la gráfica, ubicándose por debajo de 30 por ciento después de los 60 años (para ambos sexos). Situación contraría sucede con las personas viudas que viven en hogares unipersonales, que iniciando su trayectoria vital son relativamente pocos, casi inexistentes, pero a medida que avanza el curso de vida ganan peso relativo situándose por encima de 70 por ciento a partir de los 70 años; en la gráfica se aprecia una distancia entre las líneas de hombres y mujeres viudas (en ambos censos), lo cual confirma la mayor residencia unipersonal de mujeres que de hombres viudos.

El comportamiento de los datos de las personas divorciadas y separadas (en ambos censos), conforma un patrón de U invertida, menores casos durante la juventud y la vejez, y mayores casos durante las edades productivas, entre 30 y 60 años, con proporciones cercanas a 30 por ciento. Como se anticipó en párrafos anteriores, es común que con la separación o el divorcio, surja al menos un hogar unipersonal de manera permanente o transitoria. Entre 50 y 60 años, para ambos sexos y en los dos censos de población, puede apreciarse una convergencia y cercanía de las curvas que indican la distribución del estado civil en la residencia unipersonal, situación que señala una transición en el patrón, una pérdida de peso relativo de la soltería, la separación/divorcio y una aumento de la viudez; no obstante algunas precisiones deben hacerse: i) la pérdida de importancia de la soltería en los primeros tramos de la gráfica, señala tránsitos de aquellos que vivían solos y entraron en unión, no obstante, después de los 50 años sigue un contingente de célibes permanentes que continúan viviendo solos, sumado a los casos que ingresan a la residencia unipersonal por la muerte de los padres; ii) las personas divorciadas y separadas también se desplazan hacia otros estados civiles, entran en unión algunas de ellas y otras terminan conformando un hogar unipersonal por emancipación de los hijos.

El Cuadro 2 aporta datos de contexto que permiten comprobar la correlación entre el incremento de los hogares unipersonales y el crecimiento de las diferentes versiones de estado civil según etapas del curso de vida.

Vistas de mayor a menor las variaciones porcentuales del estado civil, sugieren que en Colombia la población que más creció entre 1993 y 2005, fue la de separados/divorciados con un incremento de 49 por ciento; a este porcentaje le corresponde 172.3 por ciento de crecimiento de los hogares unipersonales habitados por personas separadas/divorciadas, que es, a la vez, la variación porcentual más alta al compararla con los hogares unipersonales de solteros y viudos. La población viuda fue la de menor incremento en el período analizado -solo 31.7 por ciento- y conlleva un crecimiento de los hogares unipersonales en condición de viudez de 96.8 por ciento, que es el más bajo con respecto a sus referentes de comparación.

Claramente se desprende del párrafo anterior que al estado civil X que más crece (para el caso de separados), le corresponde el mayor crecimiento de hogares unipersonales habitados por personas con estado civil X. Además, al estado civil Y de menor incremento (para el caso viudez) es correspondido con el más bajo incremento de hogares residenciados por una persona viuda. Este comportamiento tiene un patrón que insinúa la correlación entre los cambios cuantitativos de hogares unipersonales y del estado civil.

Dos formas de comprobar la correlación20 se reportan en el Cuadro 3, la primera alude al coeficiente de correlación; la segunda recurre a modelos de regresión simple y utiliza el R2 como indicador de correlación según lo propone Pedhazur (1982). En tales modelos se fija como variable dependiente el cambio intercensal de los hogares unipersonales y como variables independientes las diferentes variedades de estado civil por edades simples.

Las dos formas anuncian una correlación positiva y fuerte entre los eventos y permiten afirmar que, estadísticamente, están asociados el crecimiento de los hogares unipersonales y el crecimiento de la población en cualquier variedad de su estado civil; además, la segunda vía aporta evidencia para afirmar que en Colombia el incremento de los hogares unipersonales habitados por personas divorciadas se da como respuesta al aumento de los divorcios o separaciones, lo cual también es válido para los casos de soltería y viudez.

Las fuertes correlaciones halladas ayudan anticipar una conclusión: por su crecimiento porcentual, en Colombia los hogares unipersonales más dinámicos son los habitados por una persona divorciada o separada, porque tal comportamiento está explicado por el auge de población divorciada que es la más activa en su incremento con respecto a sus referentes poblacionales: solteros y viudos (Cuadro 2).

La anterior conclusión fundamenta una inquietud: ¿si el cambio cuantitativo de los hogares unipersonales habitados por divorciados responde a cambios cuantitativos de la población divorciada, tal respuesta es uniforme a lo largo del curso vital o, por el contrario, se presenta con diferencias debido a que las razones de una cohorte de edad -por ejemplo jóvenes- son diferentes a las de otras cohorte -por ejemplo adultos-? Obviamente, de los casos de vivir solo en condiciones de soltería y viudez se derivan interrogantes similares.

 

Vivir solo. Razones de divorciados, solteros y viudos en el contexto del curso vital

Los interrogantes previos connotan el supuesto que vivir solo es una decisión -y ciertas ocasiones una imposición- que se toma condicionada por determinado estado civil, y se respalda en razones que pueden no ser las mismas para una persona joven o adulta o para una anciana. Se diría que ante la opción de vivir solo o no, es distinto divorciarse, quedar viudo u optar por el celibato durante la juventud que en etapas más avanzadas del curso de vida. La ruta analítica propuesta en este artículo sugiere que el incremento de los hogares unipersonales conformado por personas de un estado civil, es una respuesta que se manifiesta con cierta amplitud -sensibilidad- ante la variación cuantitativa de la población en el mismo estado; complementariamente propone que tal sensibilidad no es uniforme porque está sujeta a razones diferenciadas según momentos del curso vital.

Un indicador apropiado es la medición de la sensibilidad (Cuadro 2); en su cálculo entran en relación la variación porcentual de los hogares unipersonales y la variación porcentual de la población (VPHU/VPP); el cociente ayuda a obtener una idea de la amplitud del cambio porque informa el número de veces que el numerador (variable dependiente) replica la magnitud del cambio del denominador (variable independiente).

La Gráfica 2 presenta el comportamiento de la sensibilidad por curso de vida y estado civil. La ocurrencia de la separación/divorcio durante la juventud señala una atipicidad estadística verificable en los signos negativos de la curva, explicable por una disminución de la población joven divorciada, pero un aumento de los hogares unipersonales habitados por alguien divorciado o separado. Durante la adultez, incluso entre los adultos mayores y la senectud, la sensibilidad es positiva porque los aumentos de casos de divorcios inducen aumentos de una residencia en solitario llevada por alguien que debió afrontar la disolución de su relación de pareja y no entró de nuevo en unión o en otra forma de corresidencia. Lo anterior expresa, además, que un pequeño cambio en la cantidad de personas separadas o divorciadas entre los 31 y 50 años repercute con amplitud en la conformación de hogares unipersonales; para muchas personas en estas edades es más atractivo conformar un hogar unipersonal, o un hogar monoparental, que entrar de nuevo en unión o regresar al hogar de origen. Finalizada esta etapa y entrada la vejez hay un progresivo debilitamiento de la tendencia, lo cual indica que el aumento de los hogares unipersonales en esta situación no responde con la misma fuerza ante el incremento de personas que han disuelto su unión y se favorecen otras formas de corresidencia, muy seguramente con hijos o parientes conformando hogares extensos.

La curva de la soltería inicia en la juventud con una elevada sensibilidad, lo cual señala que el aumento en los jóvenes solteros repercute con gran amplitud en la conformación de hogares unipersonales, esto como señal de emancipación del hogar de origen. Es de anotar que la soltería constituye el estado civil primario de las personas, por lo tanto puede ser común que durante la juventud las trayectorias residenciales de los jóvenes tengan entradas y salidas del hogar de origen y por lo tanto variados arreglos domésticos que marcan la residencia unipersonal como un estado no permanente, sino en tránsito, en devenir. Después de 25 años se presenta una mínima sensibilidad, aunque positiva, ya que implica, para muchos adultos jóvenes, el abandono de la escuela, el ingreso al mundo laboral y la entrada en unión, eventos que marcan una transición al mundo de los adultos; la población entre 51 y 65 años célibe crece, pero comparativamente el impulso que le imprime a la residencia unipersonal es débil, señalando que a estas edades la opción de vivir solo es compartida con otras alternativas. Al final, en la ancianidad, se reactiva la capacidad de respuesta de los hogares unipersonales ante el incremento de la población mayor de 80 años, muy seguramente por la pérdida de los hermanos de edad corresidentes obligando una emancipación tardía y por un contingente de célibes permanentes que entre censo y censo permanecieron viviendo solos. Las valoraciones para la residencia unipersonal pueden variar a lo largo del curso de vida, asociados a la autonomía o como consecuencia producto de dinámicas familiares complejas de nuestro tiempo.

La viudez tiene situaciones especiales. La población joven en condición de viudez disminuye entre censos y en ese mismo sentido responden los hogares unipersonales; de hecho, una sensibilidad de 0.6 es la menor de toda la gráfica y es la única que revela insensibilidad. El crecimiento de jóvenes viudos tiene débil impacto sobre la configuración de hogares unipersonales, en tanto los viudos prematuros -por lo general asociados a la violencia- activan mecanismos emocionales de protección y amparo que se traducen en retorno del joven al hogar de origen, la conformación de hogares monoparentales o la entrada de nuevo en unión. Durante la adultez se presenta una situación especial, la población viuda y los hogares unipersonales disminuyen entre censos hasta la edad de 40 años, a partir de allí aumentan en todos los segmentos de edad, esto explica el comportamiento de la curva. A la población adulta viuda entre los 56 y 60 años le corresponde la cima de la curva de la sensibilidad con 6.8, este coeficiente es el resultado de relacionar un incremento de hogares unipersonales de 42.6 por ciento con un aumento poblacional de viudos de 6.3 por ciento, lo que se toma como evidencia para expresar que para un cúmulo de personas adultas y hasta los 70 años que entran a vivir una situación de viudez, una opción fuerte de organizar su espacio cotidiano es vivir solo. Hacia las etapas de la tercera edad y ancianidad la respuesta de conformar un hogar unipersonal como resultado del aumento de casos de viudez pierde amplitud, tal vez como consecuencia de que vivir en solitario a estas edades sea valorado como riesgoso en términos de salud y autocuidado y se valore otras opciones como la corresidencia con parientes o la institucionalización.

Finalmente, desde una perspectiva de género, los resultados señalan que la conformación de los hogares unipersonales entre censos no presenta mayores variaciones para la población de hombres y mujeres solteras y separadas/divorciadas, sus curvas tiene una relativa cercanía advirtiendo, no obstante, que antes de los 25 años es más la proporción de hombres que de mujeres viviendo solas y esto señala ciertos patrones de legitimidad social diferenciados por género frente a la residencia unipersonal (Gráfica 1). Las curvas para la viudez si presentan una distancia, después de los 25 años, a favor de la residencia unipersonal de las mujeres viudas con respecto a los hombres viudos, llegando incluso a ser el estado civil predominante de las personas que viven solas, especialmente mujeres, después de los 60 años. Este hecho señala varios asuntos, por un lado, la mayor longevidad de las mujeres frente a los hombres y por lo tanto su mayor presencia en este tipo de arreglo doméstico al final del curso de vida, no obstante advierte un asunto complejo para ellas y es su menor nivel de cobertura en sistemas de protección social, lo cual las coloca vulnerables en una condición de habitabilidad costosa; y por otro lado, advierte que los hombres desarrollan con el avance del curso de vida menores habilidades sociales para administrar la soledad residencial.

 

Discusión final

El incremento del vivir bajo la forma de hogar unipersonal es una opción residencial de amplia acogida en los países desarrollados y de moderada expansión en contextos de menor desarrollo; en los primeros ya se registran tasas alrededor de 40 por ciento, en los segundos la participación poco a poco se aproxima a 20 por ciento. Como hecho creciente, aunque poco novedoso, ese vivir solo ha inquietado el interés investigativo para buscar respuestas a un interrogante central: ¿Qué factores -variables- ayudan a entender la creciente presencia absoluta y relativa de los hogares unipersonales?

En la tradición sociodemográfica se han buscado respuestas con base en asociar los crecientes casos de vivir solo con el proceso de envejecimiento de la población, propio de la transición demográfica. Esta perspectiva aduce que la confluencia de bajas tasas de mortalidad y natalidad, más el aumento poblacional conducen hacia una sociedad envejecida; entran en juego el análisis de la extensión de la esperanza de vida, la menor cantidad de nacimientos, la postergación de la maternidad, el mayor espacio cronológico entre hijos y otros hechos que combinados llegan a una reducción del tamaño de las familias lo cual, estadísticamente,21 se asocia negativamente con la probabilidad de una persona vivir sola, probabilidad que se acrecienta para las personas mayores y para las mujeres.

También ha sido acogido el estado conyugal para asociarlo con el incremento de la residencia unipersonal. La soltería, la separación o divorcio y la viudez con frecuencia han sido utilizados por la literatura sociodemográfica para comprender la proliferación de hogares unipersonales y la diversidad de formas de configurarlos, en especial si también entran en consideración el ciclo vital y el género, porque "no es lo mismo el nunca haber tenido una pareja que provenir de una relación matrimonial o una unión consensual quebrada por la viudez; tampoco es igual perder al cónyuge contando con una edad avanzada que haber sufrido dicho trance décadas atrás, de forma prematura" (López, 2005: 17).

En el estudio de la residencia unipersonal la sociología aporta otra ruta, en especial la relacionada con el individualismo de la modernidad y su valoración de la autonomía expresada en el desprendimiento del poder homogenizante de la tradición, las costumbres y de las instituciones que, para el caso de la familia, significa la reconfiguración de las relaciones íntimas, la vida conyugal, la convivencia. El desarrollo empírico de la ruta sociológica del individualismo recurre a dos supuestos centrales: el primero propone el aumento del ingreso monetario como viabilizador de la opción de vivir solo; el segundo plantea la residencia unipersonal como manifestación del individualismo. Así, para el caso de la población joven soltera, se asume el vivir solo como una decisión sopesada, en la cual los jóvenes le conceden gran valoración a la autonomía alcanzable mediante la emancipación de la familia de origen, es decir, como "resultado del avance de los procesos de individualización propios de la modernidad, en tanto está enfatizada en la búsqueda de una opción diferente a la de vivir en familia como expresión de autonomía" (Mauritti, 2007: 25). La anterior afirmación se soporta parcialmente en la información estándar que aporta la medida de sensibilidad para este momento del curso de vida, donde se aprecia altamente sensible la conformación de hogares unipersonales en personas solteras, no obstante, durante la adultez pierde importancia, se vuelve menos sensible haciendo que en conjunto la soltería constituya el estado civil con menor relevancia para explicar la conformación de hogares unipersonales en Colombia.

No obstante, es necesario hacer una advertencia en sintonía con los planteamientos de Martucelli (2010) en el sentido de preguntarse si ¿existen individuos en el sur?; esta pregunta confronta los supuestos del individualismo europeo con las realidades latinoamericanas y provoca en el autor una afirmación en el sentido de que la existencia de individuos en estas latitudes obedece a procesos históricos complejos que señalan dinámicas e interpretaciones diferenciadas. Con este marco interpretativo, a modo de hipótesis, es posible sugerir que la conformación de la residencia unipersonal en personas jóvenes en América Latina no obedece a los mismas trazas de emancipación con rasgos de individualismo que sirve como marco interpretativo para lo hallado en las sociedades europeas, pues, como el mismo autor lo señala, existe una constatación, casi paradójica, "del talento de los latinoamericanos para el vínculo social". Agrega que en sociedades donde los aparatos estatales administrativos tienen una débil densidad, los habitantes dan muestras de un sentido muy particular de sociabilidad, que se establece con frecuencia a una gran distancia de las regulaciones estatales y con una profunda valoración de los vínculos sociales anclados en la familia, las redes vecinales y de amistad. Tal vez por ello pueda aplicarse la máxima a nuestro objeto de estudio "Soltero Sí,...vivir solo No"; este hallazgo invita a relativizar supuestos demográficos que proponen una relación directa entre el crecimiento de solteros y el incremento de hogares unipersonales, en todos los segmentos de edad.22

La información dispuesta para esta investigación y las correlaciones propuestas están en sintonía con la ruta metodológica elaborada por Gallego (2006) de tipologizar los hogares unipersonales por estado conyugal: por elección, tipología conformada por la población soltera; y por situación, porque la conformación del hogar es una consecuencia de la pérdida de la pareja por circunstancias de separación, divorcio o viudez.23 Así las cosas, en Colombia el principal factor explicativo del incremento del porcentaje de hogares unipersonales es el comportamiento del divorcio y la separación, con una correlación de 0.78 tomando como variable explicativa los departamentos y de 0.96 haciendo el análisis por edades simples, además de ser altamente sensible al incremento de la población en este estado civil, es decir, aumento en las disoluciones conyugales conlleva la conformación de hogares unipersonales en todos los segmentos de edad. Igual situación sucede con la conformación de hogares unipersonales de personas viudas, especialmente después de los 40 años, donde incrementos de las personas en este estado civil determina un aumento de la residencia unipersonal. El supuesto demográfico afirma que el envejecimiento conlleva la viudez y ésta al vivir solo (López, 2005); en Colombia los datos y las estimaciones parecen confirmar la sentencia demográfica.

En las partes iniciales de este artículo se mencionó que en algunos países europeos los hogares unipersonales ya son mayoría sobre otras formas de hogar; en Estados Unidos y Canadá dichas tasas bordean 35 por ciento; surge entonces el interrogante: ¿alcanzará Colombia esa cantidad relativa de hogares unipersonales? La respuesta se inclina hacia un NO, al menos en el corto plazo. Tal negativa se sustenta, sin pretensiones de exhaustividad, en las siguientes razones: vivir solo es caro. Un entorno económico marcado por el desempleo, el subempleo, los bajos salarios, el empleo de baja calidad no es propicio para avanzar en un proyecto de vida que implique una residencialidad en solitario; al contrario, un entorno así estimula hacia el vivir con muchos, en extenso, para aprovechar las economías de escala y las eficiencias de la división del trabajo: cada miembro adicional reduce los costos unitarios de llevar la cotidianidad. De igual manera, la oferta disponible en materia de vivienda y arrendamiento para personas interesadas en vivir solas, por sus precios, es inalcanzable para muchos; además, no hay una política pública de vivienda pensada para estos requerimientos individuales. Frente a un entorno económico poco favorable, las decisiones de familia se tornan restrictivas para el avance cuantitativo de los hogares unipersonales.

En Colombia, el tamaño de la familia y los hogares sigue en descenso, con lo cual se incrementan las probabilidades de llegar a vivir solo, en especial para las cohortes de avanzada edad. Esta posibilidad es contrarrestada por la idealización de la familia que asocia y confunde convivencia con unión o integración familiar. Tal parece que dicha idealización deviene de países colonizadores de América Latina -España y Portugal- cuyas tasas de hogares unipersonales -rondan 20 por ciento- son las más bajas de Europa, explicables en parte, según Flaquer (2004), por el alto contenido valorativo que se le atribuye a la vida en familia.

 

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Notas

1 Tasas estimadas en 2010, de acuerdo a las fuentes disponibles.

2 El patrón cultural en la conformación de familia y hogares en Latinoamérica es más cercano al mediterráneo ibérico debido a la influencia cultural marcada en los procesos coloniales. En tal sentido, la tesis propuesta por Flaquer de una cultura "familiarista" para explicar el caso español puede ser extensible para comprender las tasas de los hogares unipersonales en América Latina.

3 La posguerra también trajo cambios en los patrones de consumo: en los supermercados aparecieron las 'raciones personales', la industria de la construcción instaló el concepto de apartaestudio y apartamentos de un cuarto, aparecieron instituciones privadas y de beneficencia para personas solas; todos estos cambios disminuyeron el 'precio' de vivir solo y aumentaron las probabilidades de la residencia unipersonal en todos los segmentos de edad (Wall, 1989).

4 Para Rosario Mauritti (2007) la producción sociológica sobre los hogares unipersonales fue escasa, no obstante la publicación de 'guías prácticas para la vida' cuyas orientaciones indicaban el 'control sobre la vida personal' frente a la soledad y la soledad residencial. De acuerdo con la autora el conjunto de estos manuales pueden ser organizados en tres bloques: uno, dirigido a mujeres altamente calificadas y con un reconocimiento profesional que viven solas como significado de independencia económica, emancipación social y construcción igualitaria de relaciones de apoyo. Dos, dirigido a mujeres que viven solas o en residencia monoparental centrada en la fórmula 'más vale sola que mal acompañada', este tipo de manuales promueven un cambio de actitud en las relaciones con el sexo opuesto, por ejemplo, en las relaciones íntimas "sin sumisión o cualquier dependencia emocional, física y/o financiera" o de sumisión con las relaciones familiares y la vida doméstica. El tercero enfatiza el crecimiento de las residencia unipersonal en hombres y mujeres como un signo de la "crisis" en la familia, una sociedad donde la ética y las buenas costumbres se pierden dando paso a la irresponsabilidad, el hedonismo consumista y el individualismo.

5 Las exploraciones de la piscología sobre esta temática datan de mediados del siglo pasado con los trabajos clásicos de Townsend (1957) y Tunstall (1966) referenciados en la bibliografía.

6 Los censos fueron realizados por el Departamento Nacional de Estadística (DANE) Colombia. La información está disponible en red ingresando por www.dane.gov.co

7 Los cálculos obtenidos admiten resultados de crecimiento negativo que se anuncian como decrecimiento.

8 La fórmula e interpretación aplica para el cálculo de la variación porcentual de hogares unipersonales de personas divorciadas/separadas y de la variación porcentual de hogares unipersonales en viudez.

9 Para los intereses de este estudio se corrieron tres regresiones lineales simples planteando como variable dependiente VPHUi; en consecuencia, las regresiones adquieren las siguientes nominaciones: Para solteros VPHUS vs VPPS; para divorciados/separados VPHUD vs VPPD y para viudos VPHUV vs VPPV.

10 La utilización del r2 como coeficiente de correlación entre dos variables está planteada en PEDHAZUR, Elazar J. Multiple Regression in Behavorial Research (1973: 21).

11 Aunque en rigor, Bogotá es un distrito capital y no un departamento.

12 Se conoce como el Viejo Caldas el conjunto conformado por los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda; esto porque en algún tiempo formaron un solo departamento (Caldas) que poco a poco se fue disgregando.

13 La cantidad de personas viudas está calculada para mayores de 15 años. Por razones metodológicas de empalme entre series de datos (censos de 1993 y 2005) se descartaron las personas viudas en la cohorte de edad 12 a 14 años.

14 La tasa de viudez está calculada sobre la base de la población total mayor de 15 años. Por lo tanto, en rigor, una tasa de 4.7 por ciento significa que por cada cien habitantes mayores de 15 años existen 4.7 personas viudas, igualmente mayores de 15 años.

15 Para efectos de la interpretación de las correlaciones se siguen los siguientes criterios: de 0.8 a 1 = correlación fuerte; de 0.6 a 0.79 = moderada; de 0.4 a 0.59 = débil; menor de 0.39 = ausencia de correlación.

16 La cantidad de personas divorciadas está calculada para mayores de 15 años. Por razones metodológicas del empalme entre series de datos (censos de 1993 y 2005) se descartaron las personas divorciadas en la cohorte de edad 12 a 14 años.

17 La tasa de divorcio está calculada sobre la base de la población total mayor de 15 años. Por lo tanto, en rigor, una tasa de 5.6 por ciento, que es la de Colombia, implica que por cada cien habitantes mayores de 15 años, existen 5.6 personas divorciadas, igualmente mayores de 15 años.

18 Movimiento migratorio que comprometió la segunda parte del siglo XIX e implicó el desplazamiento de contingentes de población del sur de Antioquia hacia los territorios sin poblar de Caldas, Quindio, Risaralda, Norte del Valle y Norte del Tolima.

19 La cantidad de personas solteras está calculada para mayores de 15 años. Por razones metodológicas de empalme entre series de datos (censos de 1993 y 2005) se descartaron las personas solteras en la cohorte de edad 12 a 14 años.

20 La segunda forma, mediante modelos de regresión simple, es la más exigente porque preestablece una variable dependiente (la variación porcentual de los hogares unipersonales) que se confronta, una a una, con variables independientes relacionadas con el estado civil; ese pre establecimiento no es requerido en la primera forma, o sea mediante el coeficiente de correlación común.

21 En tanto relación negativa se propone así: "a menor tamaño de familia, mayor probabilidad de llegar a vivir bajo la forma de hogar unipersonal".

22 A propósito, en los países desarrollados coge fuerza el concepto de "generación boomerang", definida como la conformada por jóvenes que han decidido retornar a su hogar de origen porque las condiciones del mercado laboral no les han sido favorable al proyecto de emancipación expresado en el vivir solo; este suceso le imprime fortaleza a la hipótesis que propone que el incremento de hogares unipersonales va de la mano con el aumento del ingreso per cápita.

23 Gallego (2006) también propone la tipología "por condición", en esta se reúnen las personas que al momento de la encuesta declaran estar unidas pero viven solas, porque tal situación hace parte de los acuerdos, muy seguramente económicos, mediados por el distanciamiento geográfico y la migración laboral de la pareja; pueden incurrir en esta tipología las relaciones LAT (living apart together), las cuales aún no son objeto de investigación en nuestro medio.

 

Información sobre los autores

Gabriel Gallego Montes. Doctor en Estudios de Población por El Colegio de México. Profesor investigador del Departamento de Estudios de Familia de la Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Fue galardonado con el premio Gustavo Cabrera que otorga El Colegio de México a la mejor investigación en el campo de la Demografía y los Estudios de Población en 2008. Recientemente publicó el libro Demografía de lo otro (2010) editado por El Colegio de México. Entre sus últimos artículos destaca "Implicaciones del VIH-SIDA en la biografía de varones con prácticas homoeróticas en la Ciudad de México (2010)" publicado en la revista Salud Pública de México; y "Trayectorias de emparejamiento entre varones en la Ciudad de México" publicado en la Revista Sexualidades de Nueva York. Dirección electrónica: gabriel.gallego@ucaldas.edu.co

Guillermo Villegas Arenas. Magister en Economía Aplicada de la Universidad del Valle, Colombia. Profesor investigador del Departamento de Estudios de Familia de la Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Su tesis de grado de magister Mujer, Modernización y Modernidad fue reconocida como meritoria. El último libro publicado Familia: ¿cómo vas? (2008) ha abierto rutas de reflexión para comprender, desde la óptica del individualismo sociológico, los cambios en la forma de vivir y conformar familia. Recientemente publicó el artículo: "Igualdad y Equidad: dos conceptos claves para los profesionales que trabajan con ómfamilia", en Revista Latinoamericana de estudios de familia 2011. Recibió reconocidos comentarios por los aportes teóricos para diferenciar la igualdad y la equidad puestas en el terreno de las relaciones interpersonales -micro- y distinguir la connotación cuando tales conceptos son pensados a nivel social -macro-. Dirección electrónica: guillermo.villegas@ucaldas.edu.co

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