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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.21 no.85 Toluca jul./sep. 2015

 

Crisis económica, migración interna y cambios en la estructura ocupacional de Tijuana, México

 

Economic crisis, internal migration and changes in the occupational structure of Tijuana, Mexico

 

Félix Acosta*, Alejandra Reyes** y Marlene Solís*

 

* El Colegio de la Frontera Norte, México

** Consejo Nacional de Población

 

Artículo recibido el 8 de octubre de 2014
Aprobado el 1 de julio de 2015.

 

Resumen

Tijuana, como ciudad fronteriza, ha sido punto de encuentro para la llegada de miles de hombres y mujeres provenientes del interior del país en busca de oportunidades de empleo o para seguir el camino hacia Estados Unidos. En este artículo se analizan los efectos de la crisis económica reciente y las altas tasas de desocupación presentes en la región fronteriza de México para explicar los diversos cambios en la inserción laboral de los inmigrantes en relación a los nativos. Las recientes tendencias hacia la polarización de la estructura ocupacional, la segmentación y la precarización laboral han dado una nueva fisonomía a la ciudad, que pasó de constituir un lugar de oportunidades a uno de inseguridad social y laboral, por lo que se ha observado en la década de 2000 a 2010 una disminución en el componente social del crecimiento de su población.

Palabras clave: Migración interna, estructura ocupacional, Tijuana, crisis económica, empleo.

 

Abstract

Tijuana, as a border city, has been a meeting point for the arrival of thousands of men and women from the interior of the country in search of job opportunities or to follow the path towards the United States. This article discusses the effects of the recent economic crisis and high unemployment rates in Mexico's northern border region to explain the various changes in employment of migrants in relation to the natives. Recent trends towards polarization of the occupational structure, segmentation and labor precarization, have given a new face to the city, which went from constituting a place of opportunities to one of social and job uncertainty so it has been already observed a decrease in the social component of its population growth in the decade, from 2000 to 2010.

Key words: Internal migration, occupational structure, Tijuana, economic crisis, employment.

 

Introducción

Por varias décadas en la historia reciente, la ciudad de Tijuana, México había sido un lugar de llegada de miles de hombres y mujeres provenientes del interior del país, pues las actividades productivas que se desarrollaron ahí se constituyeron en nichos de oportunidades de empleo para la población migrante. No obstante, en los últimos años se han visto tasas de desocupación que no habían tenido cabida en el mercado de trabajo de la ciudad. En este sentido, puede hablarse de un punto de quiebre respecto a la dinámica y estructura del mercado de trabajo y su impacto en los procesos de poblamiento que parecieran distanciarse de lo ocurrido durante la década de los noventa, cuando Tijuana se presentaba como un lugar de atracción por el dinamismo del mercado laboral, en contraste con lo que ocurría en el centro del país, marcado por los efectos de la crisis económica de 1994.

La condición de ciudad fronteriza con Estados Unidosha implicado que el ciclo económico de Tijuana se encuentre estrechamente relacionado con el comportamiento del comercio internacional y por ello, sea una localidad expuesta tanto a los efectos positivos del sector exportador mexicano, como a los impactos negativos de las diferentes recesiones económicas de un lado y de otro de la frontera, tal como ha ocurrido durante el transcurso de este siglo.

En diversos trabajos como los de Margulis y Tuirán (1986), Klagsbrunn (1988), Coubés (2001) y Kopinack (2003) se ha abordado el estudio de las de la inserción laboral de los inmigrantes en diversas ciudades fronterizas de México y en Tijuana en particular, señalando que esta población se ha caracterizado por incorporarse a los empleos más precarios del mercado de trabajo, por lo que, comparada con la población nativa, ha enfrentado mayores restricciones para mejorar sus condiciones de vida.

Sin embargo, de acuerdo con los hallazgos de un trabajo reciente de Serna (2008) para el periodo 1995-2000, cuando se transitaba por un periodo de relativo auge de la actividad productiva en las maquiladoras, se observó por un lado la existencia de una selectividad positiva de los migrantes recientes en Tijuana, considerando que en general presentaban ventajas por contar con mayores niveles de escolaridad respecto al resto de la población ocupada y por ser jóvenes provenientes en su mayoría de localidades urbanas de las entidades más cercanas a Baja California. Por otro lado, estas ventajas de la población migrante reciente se reflejaban en las oportunidades y en el tipo de inserción laboral que lograba, ya que en el citado estudio se encontró un mayor nivel de ocupación entre los migrantes recientes respecto al resto de la población ocupada, puesto que las tasas observadas de desempleo eran menores entre los hombres y mujeres de reciente inmigración. Otros resultados de ese trabajo mostraron que aunque se daba cierta concentración de la población migrante en actividades de media y baja calificación, los migrantes recientes presentaban un grado más alto de salarización que el resto de la población ocupada y que eran los inmigrantes quienes realizaban en mayor medida empleos con jornadas completas de trabajo.

Considerando lo ocurrido en el periodo más reciente, caracterizado por los efectos de la crisis económica de 2008 y las históricamente altas tasas de desocupación en la región fronteriza, en este trabajo se busca responder cuáles han sido las transformaciones en la estructura del empleo en Tijuana en el periodo 2000-2010 y si la selectividad positiva de los migrantes observada por Serna para el periodo 1995-2000 se mantiene o si se ha tornado negativa en este nuevo contexto de contracción generalizada de la actividad productiva.

A fin de examinar los planteamientos anteriores, se analizan los cambios observados en algunas de las características demográficas de la población inmigrante y su inserción a la estructura laboral de Tijuana en los años censales de 2000 y 2010, mediante un análisis comparativo entre inmigrantes recientes, inmigrantes no recientes y quienes no registraron algún movimiento migratorio —en adelante nativos—. Para ello, fue necesario llevar a cabo un trabajo previo de homogenización de la Clasificación Mexicana de Ocupaciones (usada en el censo de 2000) y la Clasificación Única de Ocupaciones (adoptada en el censo de 2010), teniendo como fuente de información la muestra ponderada de los censos mexicanos de población y vivienda de los dos años señalados.

En este trabajo se presenta la discusión teórica acerca de la relación entre la migración interna y los mercados de trabajo; se muestran las principales características y dinámicas sociales y económicas de la ciudad durante el periodo de análisis; se hace una breve descripción de la metodología empleada en el estudio; se elabora un análisis de los cambios en los perfiles demográficos de la población de reciente inmigración a la ciudad; se identifican los cambios en el tipo de inserción laboral de los tres grupos de población propuestos y por último, se plantean las conclusiones y algunas reflexiones finales.

 

Consideraciones teóricas sobre la relación entre la migración interna y la inserción ocupacional

Una de las principales teorías de la migración, que tiene como exponentes principales a Ravenstein (1885), Lee (1966) y Todaro, (1969), ha considerado que la decisión de migrar está fundada en expectativas sobre la inserción laboral aunada a diferencias salariales favorables respecto al lugar de origen, elementos que pueden ser subjetivos al individuo y que se enfrentan a obstáculos o mediaciones como la distancia y los costos asociados. Desde los primeros estudios sobre migración se identificó que la estructura productiva ha demandado trabajadores a través de los distintos sectores económicos, que se han encontrado con una oferta de trabajo fundada en el deseo inherente a la mayoría de la población de progresar en cuestiones materiales.

Dentro del enfoque funcionalista e histórico, se han sentado las bases conceptuales y teóricas para abordar los movimientos con un sentido más complejo. Singer (1975) ha señalado a la migración como un mecanismo de redistribución que se ha adaptado al reordenamiento espacial de las actividades económicas dentro de determinada configuración histórica; en el mismo sentido, Zelisky (1971) y Brown (1991) desarrollaron modelos en los que relacionan a las migraciones como parte de los procesos de modernización y desarrollo, identificando etapas y diferencias en un mismo tiempo.

La literatura ha señalado que las actividades de la industria y el comercio, así como el crecimiento de servicios para el productor o consumidor suelen marcar pautas para los desplazamientos y determinar las características de la inserción migratoria (Ravenstein, 1885; Argüello, 1972; Singer, 1975). En el mismo sentido, Rodríguez y Busso (2009) sostienen que "los cambios del modelo de desarrollo económico y social, las transformaciones tecnológicas y de estilos de vida, la descentralización y la globalización tienen poderosas y variadas repercusiones en los flujos migratorios" (Rodríguez y Busso, 2009: 9).

En México, algunos estudios sobre migración interna cristalizan la relación entre los movimientos poblacionales y algunas etapas de desarrollo en el país, señalando que los grupos de población se insertan en sectores económicos propios de cambios en la estructura de trabajo acotada por procesos como la industrialización y la apertura comercial.1

Dichos trabajos encontraron que la inserción de los inmigrantes a la estructura del empleo no ha sido estática, debido a los procesos de desarrollo económico; es decir, que el dinamismo en la migración deviene de modificaciones constantes en las actividades que se desarrollan en los lugares de destino, las cuales reflejan dinámicas de carácter estructural.

Por otra parte, en los años sesenta, se empezó a plantear el enfoque de la selectividad de los migrantes, refiriéndose a las características distintivas entre esta población y aquellos que deciden quedarse en su lugar de origen. En esos años y teniendo como referente a Estados Unidos, Blau y Duncan (1967) comprobaron empíricamente la selectividad positiva de los migrantes, es decir, que esta población contaba con mayores niveles de educación y mayor movilidad social que los no migrantes, por lo que la selectividad puede definirse como positiva si los migrantes poseen ventajas o ciertas cualidades —experiencias en trabajo no agrícola, educación superior, edades jóvenes— que hacen a esta población más competitiva en relación a la población receptora, mientras que es negativa cuando se presentan desventajas.

En México, los primeros estudios sobre el tema apuntaban hacia otra dirección. Así, Muñoz et al. (1977) mostraron en su análisis para la Ciudad de México que la inserción en las actividades catalogadas como formales se contrae a través del tiempo y que las nuevas olas de migrantes se insertaban en actividades del sector servicios con características de informalidad.

Más tarde, Margulis y Tuirán (1986) mostraron diferencias significativas en la inserción por parte de los inmigrantes y no migrantes a los distintos sectores económicos en contextos fronterizos, ya que a las actividades económicas orientadas hacia el mercado exterior catalogadas como "fronterizas", se incorporaban en mayor medida las personas de reciente arribo a la ciudad; en cambio, a las labores clasificadas como "no fronterizas", comercio y servicios para el consumo interno, se agregaban las personas nativas.

Por su parte, Kopinack (2003) y Coubés (2001) para el caso de Tijuana, han señalado las desventajas de la población migrante que ha tendido a insertarse en el mercado de trabajo de las maquiladoras y en general en los empleos de mayor precariedad. Kopinack (2003) ha documentado la existencia de una segmentación2 en la ocupación de la industria manufacturera asociada a la condición migratoria; dicha autora sostiene que el mercado de trabajo de la industria maquiladora ha tenido como una estrategia de empleo la incorporación de población de reciente arribo a la ciudad.3 Para Coubés (2001) las diferencias en la inserción laboral son analizadas desde el enfoque de las trayectorias laborales; es decir, que a medida que los individuos suman experiencias laborales en el lugar de residencia cuentan con mejores mecanismos para insertarse en el sector terciario, donde se ofrecen mejores condiciones de trabajo. Lo anterior contrasta con la reciente apertura4 del mercado de trabajo de la industria maquiladora, al que se han incorporado en su mayoría jóvenes recién llegados a la ciudad, de baja calificación y como parte de un proceso de inmigración generalmente limitado en lo que respecta a las redes de apoyo y referentes para lograr una inserción laboral en las ocupaciones mejor remuneradas (Coubés, 2001).

El objetivo de este trabajo consiste en dar cuenta de los cambios recientes en la estructura ocupacional de la ciudad de Tijuana y las diferencias en la inserción laboral entre inmigrantes recientes, inmigrantes no recientes y nativos, a fin de identificar las nuevas tendencias y las continuidades en la selectividad de la población de reciente inmigración a la ciudad, así como ofrecer evidencia estadística de las diferencias en la inserción laboral de acuerdo con el tiempo de residencia de la población en la ciudad, lo cual permitirá indagar en la posible segmentación del mercado de trabajo según la condición migratoria.

 

Tijuana, dos tiempos: de la crisis del modelo maquilador a la crisis económica mundial

El modelo de industrialización aplicado en los estados de la frontera norte surge desde finales de los sesenta, cuando el Gobierno Federal implementó el Programa de Industrialización Fronteriza, el cual impulsó un tipo de actividad económica que ya se venía presentando en las ciudades fronterizas y que consistía en la instalación de empresas extranjeras que se dedicaban a una parte del proceso productivo —ensamblado de piezas— y cuya producción se exportaba al extranjero, principalmente a Estados Unidos.

Este programa implicó una mayor interacción económica entre los dos países, al permitir el reforzamiento de la dimensión transfronteriza de esta zona geográfica de México y la conformación de una región económica fronteriza, que después de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1994, se vería fortalecida al incrementarse aún más la interdependencia entre ambos lados de la frontera.

En el caso particular de Tijuana, la industrialización que se impulsó en aquellos años significó un cambio significativo en la vocación económica de la ciudad que había estado orientada hacia las actividades turísticas, al mismo tiempo que generó un rápido crecimiento urbano que ocasionó que la ciudad incrementara su población de 340 583 habitantes en 1970 a 1 210 820 en 2000 y a 1 559 683 en 2010.

En los primeros años, que van de 1966 a 1980, las empresas maquiladoras de exportación tuvieron un crecimiento moderado y se localizaron en la frontera norte, considerada como pionera o tradicional de la maquiladora. Posteriormente, durante los ochenta, ocurrió un proceso de expansión hacia el interior del país, el cual fue impulsado por el interés del gobierno por promover la instalación de este tipo de empresas en otras regiones de México. En este periodo especialmente, se presentó un aumento tanto del personal ocupado en la industria maquiladora de exportación como del número de establecimientos; en Tijuana, éstos últimos pasaron de 123 en 1980 a 436 en 1990 (Solís, 2009). Cabe mencionar también la importancia de la incorporación de mujeres y de población inmigrante en este sector productivo, pues se presentaron intensos flujos de personas tanto de aquellos que venían a Tijuana, como de quienes la veían como ciudad de paso hacia Estados Unidos.

Durante los años noventa, la industria maquiladora transitó por una época de auge, lo cual se debió a las facilidades que brindó el Tratado de Libre Comercio (TLC). En esa década se gestó un proceso de especialización productiva en las diferentes regiones del país, pues se observó un mayor crecimiento de la industria textil y del vestido en las regiones de expansión y emergentes, mientras que la electrónica y la de autopartes adquirieron una mayor importancia relativa, sobre todo en las ciudades fronterizas como Ciudad Juárez (autopartes) y Tijuana (electrónica). El auge de la industria maquiladora implicó una intensificación de la oferta de empleos, lo cual contribuyó al crecimiento social de la población de las ciudades fronterizas, que se constituyeron en ciudades de oportunidades laborales y sociales. En este periodo, algunas empresas dejaron de ser simples ensambladoras para integrar otras etapas del proceso productivo y la mayor presencia de capital asiático fortaleció un proceso de diversificación tecnológica y productiva; al mismo tiempo, se incrementó el número de empresas transnacionales y la conformación de instituciones, actores locales e infraestructura urbana para el desarrollo industrial (ver Barajas Escamilla, 2009 y Carrillo, 2009).

A partir de 2001, como efecto de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos —que han conducido al cierre sistemático de la frontera— y de la mayor competitividad que presentó la economía de China, hubo un cambio drástico en la dinámica de crecimiento de este sector, pues el número de establecimientos empezó a disminuir en los municipios fronterizos y no fronterizos. En Tijuana alcanzó su punto más alto en 2000, cuando se registraron 819 establecimientos, de allí el número de establecimientos empezó a caer hasta alcanzar los niveles observados a principios de los noventa; luego se observó una ligera mejoría en 2007 para volver a disminuir en 2012 a 540 y recuperarse un poco en 2013 con 567 establecimientos (INEGI, 2007-2013).

Esta disminución de la actividad productiva de las empresas maquiladoras junto con la crisis económica de 2008 en Estados Unidos impactarían con particular intensidad los niveles de empleo y el poder adquisitivo de los salarios. Uno de los indicadores que da cuenta del alcance de esta crisis económica son las altas tasas de desempleo que se han presentado en Tijuana, las cuales alcanzaron niveles sin precedentes en primeros años de este siglo.5

En las ciudades fronterizas, la debilidad del tejido social, el conjunto de carencias que han afectado a la población y el propio impacto social y económico del reforzamiento del muro fronterizo agudizaron los problemas de inseguridad y violencia urbana. Por ello, hoy en día la ciudad se enfrenta a una crisis social de magnitud indeterminada, pues se articula a la mayor incertidumbre acerca del rumbo de la economía tanto en la escala regional y nacional como mundial.

Asimismo, en la frontera y en el resto del país se ha observado un proceso generalizado de precarización laboral,6 de tal manera que la calidad del empleo, es decir, el nivel de ingreso, la estabilidad y el acceso a prestaciones del conjunto de actividades productivas del país se ha deteriorado.7 En México, como plantean Rojas y Salas (2008), el recibir bajos ingresos se ha convertido en una característica generalizada en la fuerza de trabajo, debido a que la competitividad internacional del mercado mexicano se ha logrado mediante la contención salarial. Por lo tanto, los bajos niveles salariales son uno de los principales rasgos de la precariedad laboral en el país.

En Baja California, esta situación se ha visto reflejada en una disminución en la inmigración, tal como lo indican los cambios en la tasa de inmigración de 2000 a 2010, que fue 22.64 y 10.78, respectivamente (CONAPO, 2011). Este mismo comportamiento se ha observado para Tijuana. Respecto al número de personas que cinco años antes se encontraban en otro estado de la República diferente a la entidad, los llamados inmigrantes recientes pasaron de 157 400 a 93 500, en el año 2000 y 2010, respectivamente, mientras que los inmigrantes no recientes pasaron de 448 003 a 639 470 y los nativos de 399 571 a 530 292 personas en el mismo periodo de 2000 a 2010.

La caída de la importancia relativa de los migrantes recientes en la composición de la población de 2010, comparada con lo ocurrido en 2000, se expresa en la tasa anual de crecimiento de esta población en la ciudad de Tijuana, que fue de -5.4 por ciento. Este cambio en el componente social del crecimiento poblacional de Tijuana representa un punto de inflexión en el proceso de poblamiento de la ciudad, pues durante las últimas décadas del siglo pasado había sido un gran centro de atracción de los flujos de migrantes procedentes del interior del país. En la década más reciente se ha configurado una imagen más pesimista de la ciudad, en la que se conjugan experiencias de pobreza y exclusión social con situaciones más extremas como las de miles de mexicanos deportados de Estados Unidos por el puerto de entrada a Tijuana.

Aunado a lo anterior, los cambios en los niveles de competitividad entre países, sumados a las transformaciones tecnológicas constantes, han de-salentado la permanencia o han limitado la instalación de nuevos parques industriales; por el contrario, los movimientos de inversiones de la ciudad fronteriza a sedes asiáticas redujeron la oferta de empleo apenas en el inicio de este siglo, mientras que el cambio en la organización de la producción de maquiladoras de primera generación a organizaciones de segunda se manifestó en una reducción de los puestos de trabajo de base (Carrillo, 2009; Vargas, 2003). De esta forma, el uso de la tecnología y el aumento de la profesionalización han polarizado las actividades productivas de la ciudad. Lo anterior se combina con una inestabilidad laboral que es propia de la evolución de los sistemas productivos y que se ha visto intensificada por la crisis económica de 2008.

Tales circunstancias han modificado la estructura de empleo en donde se inserta la Población Económicamente Activa migrante y no migrante. De forma general, lo que se tiene es un aumento en la absorción de la población ocupada en el sector servicios y una disminución en el sector manufacturero y en el comercio (Barajas, 2009a). El sector servicios ha cobrado importancia debido a los cambios que se han dado en su interior en materia de ocupación, pues ha presentado un aumento en la absorción de la población ocupada en los servicios profesionales, financieros y corporativos además de los servicios personales, mientras que el porcentaje de población ocupada en los restaurantes y bares ha disminuido (Coubés y Silva, 2009).

La tasa de las condiciones críticas de ocupación refleja el deterioro en las condiciones laborales de quienes se encuentran en el mercado de trabajo, relacionando el ingreso y las horas trabajadas. Por tanto, indica el aumento del segmento de la población ocupada que trabaja pocas horas deseando hacerlo en mayor medida, así como el de quienes laboran jornadas largas, ambos con ingresos precarios. El aumento observado para Tijuana en dicha tasa ha sido de 2.4 a 4.5 por ciento en el período de 2005 a 2010 (Reyes Miranda, 2012).

En cuanto a los ingresos, hay dos variables que dan cuenta de la tendencia a la baja. Por un lado se encuentra el mayor porcentaje de población ocupada en los rangos de salarios inferiores. Por ejemplo, en 2005, uno por ciento de la población ocupada tenía un ingreso de hasta un salario mínimo, mientras que en 2010 en este mismo rango se encontraba tres por ciento de la población que trabajaba. Asimismo, en el rango de uno a dos salarios mínimos el porcentaje de trabajadores ha crecido de 2005 a 2010, pasando de seis por ciento a 13 por ciento (INEGI, 2010).

Por otro lado, si se considera la variación del Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), se hace visible el deterioro sistemático del poder adquisitivo del salario, ya que esta medida muestra la tendencia de la proporción de personas que no pueden adquirir una canasta alimentaria mediante el ingreso de su trabajo. Los elementos que componen el indicador y que tienen mayor impacto en su valor son la variación de los precios de los alimentos y los ingresos laborales ligados a los niveles de ocupación y empleo (CONEVAL, 2010).

Tal como se observa en la Gráfica 1, para el caso de Baja California el indicador ha aumentado a partir del segundo trimestre de 2008 por encima del monto del indicador a nivel nacional urbano y en algunos trimestres presentó la cifra más alta a nivel nacional.

En suma, en los primeros diez años de este siglo se ha configurado un panorama muy distinto para la población inmigrante de Tijuana. Ante estas condiciones, una parte de esta población ha empezado a retornar a su lugar de origen frente a la falta de oportunidades en la ciudad y los que todavía llegan, difícilmente podrán construirse trayectorias de mejora y de movilidad social, como ocurrió durante la década de los noventa, pues los empleos que encuentran son precarios y muy inestables. Tijuana luce ya como una ciudad distinta, más polarizada socialmente, más heterogénea laboralmente y más orientada hacia los servicios en su estructura económica, tal como se verá más adelante.

 

Fuentes de información y metodología

La fuente de datos utilizadas en este trabajo para analizar la relación entre la migración interna y la estructura ocupacional de Tijuana provienen de la muestra ponderada del Censo General de Población y Vivienda del año 2000 y del Censo de Población y Vivienda de 2010. Entre las ventajas de utilizar dicha información se encuentran: i) lograr una mayor certeza en los indicadores que se generan; ii) la posibilidad que ofrece la información censal para llevar a cabo un estudio tomando un periodo de largo plazo, que comprende de 2000 a 2010 y iii) a su vez, esta fuente de datos permite distinguir a dos tipos de inmigrantes de acuerdo con el tiempo de llegada a la ciudad. Lo anterior es útil para cumplir con el propósito de analizar los cambios en la estructura ocupacional de Tijuana y su asociación con la condición migratoria de la población de la ciudad en un contexto en que han ocurrido importantes procesos sociales y económicos.

La información que se utilizó para este análisis fue el apartado de personas de la muestra ponderada de ambos censos, dividiendo los datos en tres grupos de población: inmigrantes recientes, inmigrantes no recientes y nativos, utilizando las preguntas de la entidad federativa de nacimiento y de residencia cinco años atrás.8 Lo anterior, en términos de la migración interna limitada a la población residente en el municipio de Tijuana. Es necesario mencionar que las preguntas censales que se utilizaron para clasificar a los tres grupos permitieron identificar a las personas migrantes que tenían más tiempo en la ciudad de aquellos que recién llegaban a ella. Esto toma importancia debido a que la literatura teórica y los estudios empíricos señalan que el tiempo de residencia es un elemento que puede distinguir las ocupaciones y la jerarquía laboral en que se inserta la población inmigrante en un espacio social determinado.

Otro grupo que se desprende de la información de las fuente de datos son los migrantes internacionales, es decir, aquellas personas que nacieron en otro país o que cinco años antes se encontraba en un país diferente a México. Retomando la idea de que la población objetivo son los inmigrantes internos en comparación con las personas que no registraron algún movimiento migratorio, los migrantes internacionales o de retorno son omitidos en el análisis. Tijuana se ha caracterizado por nutrirse de migración interestatal; a pesar de ser un espacio fronterizo y con ello ser proclive a constituirse también en destino de los migrantes internacionales, la ciudad se había mostrado hasta el pasado reciente como un espacio de oportunidades laborales para la migración interna. En este sentido, la intención en este trabajo es captar el proceso de inserción laboral de las personas que han llegado a la ciudad del interior del país.

En la parte metodológica, la clasificación de las ocupaciones partió de la pregunta sobre ocupación u oficio del apartado de personas mayores de 12 años de edad. Es necesario señalar que la clasificación del último año (2010) tuvo modificaciones respecto al catálogo del año 2000. El cambio surgió como consecuencia de la necesidad de reflejar la estructura ocupacional del país comparándola con otros sistemas de clasificación internacional. En otras palabras, la información del apartado de ocupación del censo 2000 y 2010 no es estrictamente comparable debido a cambios en los catálogos de ocupaciones usados en los censos.

De esta manera, una parte importante del trabajo metodológico consistió en homogeneizar la información de ocupaciones del año 2010 de acuerdo con la Clasificación Mexicana de Ocupación CMO (2000) a nivel grupo unitario, identificando la actividad y el nombre de la ocupación. Posteriormente, se agrupó la información a nivel de grupo principal con el objetivo de sintetizar y hacer comparable la información de ambos censos.

 

Cambios en el perfil sociodemográfico de los migrantes internos de Tijuana

Como se ha mencionado con anterioridad durante los últimos años la migración interna hacia Tijuana se ha reducido considerablemente. En el año 2000, del total de las personas que llegaron a la ciudad procedentes de otro lugar —alrededor de 600 mil personas— 26 por ciento era población que tenía menos de cinco años residiendo en ella, mientras que para 2010, del total de 730 mil inmigrantes, los recientes representaban cerca de 13 por ciento. Esta disminución está ligada a una contracción en las fuentes de empleo a las que tradicionalmente se incorporaban los migrantes de recién arribo a la ciudad y que puede reflejar además la disminución generalizada de la migración interna a nivel nacional observada durante ese decenio (CONAPO, 2011; Cruz, 2010).

Para este trabajo, es necesario conocer si características como la edad, la escolaridad y los lugares de procedencia de los inmigrantes hacia la ciudad se han modificado en el periodo de análisis; lo anterior, con el objetivo de verificar si para este periodo continúa la selectividad positiva observada por Serna (2008), en su estudio realizado con los datos del censo de 2000.

 

Cambios en la estructura por edad

La información sobre el promedio de edad y la estructura porcentual de la población por grupo de edad para Tijuana en 2000 y 2010 que se presenta en el Cuadro 1, muestra que la estructura de la población nativa de Tijuana está compuesta en gran medida por menores de hasta 14 años de edad (40 por ciento), tanto en el año 2000 como en 2010, mientras que el porcentaje de la población en las edades productivas es de alrededor de 60, para ambos años censales. Por su parte, en los grupos de población inmigrante, la población en edades laborales es alrededor de 80 por ciento, tanto de quienes tienen más tiempo en la ciudad como de la población con menos de cinco años en ella.

Sin embargo, existen algunas diferencias al interior de los inmigrantes, entre aquellos que tienen más tiempo en la ciudad y quienes recién han llegado. El promedio de edad del primer grupo es mayor, debido a una representación de la población en las etapas productiva y de adultos mayores, mientras que las personas con una estancia menor a cinco años en Tijuana, muestran una presencia importante de menores de hasta 14 años. En un trabajo anterior, Chávez (1999) había señalado dicha característica en segmentos de los grupos de población de reciente arribo dentro de la migración interna mexicana, identificándolos con la movilidad de familias que se trasladan a otro lugar en busca de mejores condiciones de vida.

En términos de sexo, tanto los promedios de edad como los porcentajes por grupos de edad son muy similares entre hombres y mujeres. Lo más destacable es que en el año 2000 se mostraba ligeramente un mayor porcentaje de hombres en edades productivas respecto a las mujeres (80 y 78 por ciento, respectivamente), mientras diez años después, la presencia masculina en este grupo de edad es menor (76 y 81 por ciento, respectivamente).

 

Cambios en los niveles de escolaridad

El grado de escolaridad de la población de Baja California ha estado entre los mayores a nivel nacional. De acuerdo con los datos censales de 2010, el promedio de años de educación en el país se situaba en 8.6, mientras que en Baja California era de 9.3 y a nivel municipal, en Tijuana el promedio de años de escolaridad fue de 9.2 años. Esta diferencia en los niveles educativos está relacionada con la estructura de edades de la población: un mayor porcentaje de población en edades jóvenes y en edades productivas hace elevar los años de escolaridad, sobre todo en las poblaciones migrantes de reciente arribo con motivos laborales.

Tomando en cuenta la condición migratoria de la población, los datos que se presentan en el Cuadro 2 para Tijuana sobre el promedio de años escolares aprobados por grupos de edad de la población para los años censales de 2000 y 2010, hacen evidente que los más escolarizados son los nativos en todos los grupos de edad y en ambos sexos. Al interior de los inmigrantes, en el año 2000 las diferencias en los niveles educativos en hombres y mujeres, se mostraban entre los mayores de 45 años, en desventaja para las personas con menos tiempo en la ciudad. Para el año 2010, este último grupo mostró un incremento en el nivel educativo respecto a la población que había llegado a la ciudad con anterioridad, igualando el número de años de estudio en el caso de las mujeres y superándolo entre los más jóvenes en el caso de los hombres.

En este sentido, es posible señalar la existencia en 2010 de una selectividad positiva entre los migrantes varones de reciente arribo a la ciudad respecto a los que llevaban más tiempo en ella. Pero al mismo tiempo ocurre una selectividad negativa de los dos grupos respecto a los nativos. En el caso de las mujeres, entre las inmigrantes, ha mejorado la escolaridad; sin embargo, a diferencia de los hombres, las mujeres de reciente arribo a la ciudad muestran el mismo nivel educativo que aquellas que tienen más tiempo en Tijuana; por su parte, respecto a las nativas, en las mujeres inmigrantes se observa una selectividad negativa en todos los grupos de edad.9

 

Cambios en el lugar de procedencia

Debido al crecimiento urbano del país, en 2010 existe un porcentaje mayor de población migrante que proveniente de dichos municipios urbanos respecto a lo observado diez años antes, así como una disminución de la población inmigrante procedente de lugares de origen clasificados como rurales. Al asociar la escolaridad con el lugar de origen, se ha encontrado también que las personas que provienen de municipios urbanos tienen más años de escolaridad en promedio, en relación con la población de origen semiurbano y rural: si se compara la población que proviene de municipios urbanos y rurales, existe una diferencia de poco más de un año de escolaridad promedio, diferencia que se mantuvo entre 2000 y 2010 (Reyes Miranda, 2012; Sobrino, 2010).

Otra forma de abordar las características sociales de los lugares de origen de los inmigrantes consiste en considerar el grado de rezago social de la entidad de origen, tomando en cuenta la metodología y la información producida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). En el Cuadro 3 se muestran los datos correspondientes al municipio de Tijuana para los inmigrantes recientes y los inmigrantes no recientes. Derivado de tal ejercicio se puede afirmar que en 2010 respecto al año 2000, los inmigrantes no recientes provenientes de estados con rezago social medio han disminuido; en su lugar, se ha incrementado ligeramente el porcentaje de personas procedentes de entidades con muy alto y alto rezago y se observa también un incremento en el porcentaje de personas que tienen como lugar de origen a entidades federativas clasificadas con bajo y muy bajo grado de rezago social. El mismo comportamiento ocurre entre la población que recién ha llegado a la ciudad fronteriza, que muestra una mayor representación de la población proveniente de entidades con bajos niveles de carencias económicas, aunque ese porcentaje disminuyó de 2000 a 2010.

 

En síntesis, los inmigrantes internos que se dirigen a Tijuana, se encuentran mayormente en edades productivas y se puede señalar un envejecimiento de dos años en la edad promedio, tanto en hombres como en mujeres entre 2000 y 2010. En términos educativos, a pesar de que aún prevalece un promedio de años de escolaridad más alto entre los nativos, la brecha respecto a los inmigrantes se ha reducido, tanto en hombres como en mujeres. Dicha disminución se debe a un aumento de años de escolaridad entre los inmigrantes recientes, sobre todo en hombres y en edades productivas que no sobrepasan los cuarenta y cinco años de edad. Finalmente, el análisis de los lugares de origen de los inmigrantes en los años estudiados indica una modificación en la distribución de los migrantes por grado de rezago social de la entidad de origen, al disminuir drásticamente el porcentaje de inmigrantes provenientes de entidades con niveles medios de rezago social y aumentar significativamente la participación relativa de los inmigrantes provenientes de las entidades con niveles bajos y muy bajos grados de rezago social y aumentar también significativamente, aunque en menor medida, el porcentaje de inmigrantes de entidades con alto grado de rezago social.

 

Diferencias y cambios en la inserción laboral de la población ocupada según la condición migratoria

Una vez que se han señalado algunas características y cambios en el perfil sociodemográfico de los inmigrantes de Tijuana, es necesario abordar la inserción de estos grupos de población a la estructura de empleo de la ciudad. Para ello, en un primer momento se analiza la inserción por sector y rama de actividad económica; en segundo lugar, las ocupaciones principales en las que se concentra la mayor parte de la Población Económicamente Activa ocupada de los diferentes grupos y finalmente, se mostrarán las distribuciones de las ocupaciones de acuerdo con el sexo. Dicha información será comparada entre los dos años de estudio y entre los grupos de acuerdo con su condición migratoria.

Derivado de las condiciones que enfrentó la ciudad en los últimos años del decenio que va de 2000 a 2010, los niveles de ocupación de los tres grupos de población fueron más favorables en el primer año respecto al año 2010, pues en el primero las tasas de desocupación rondaban 1.5 por ciento; en cambio, para 2010, las tasas de desocupación fueron alrededor de cinco por ciento. En este último año, el grupo que mostró los mayores niveles de desempleo fue el de los nativos (5.5 por ciento), seguidos por los inmigrantes no recientes (5.2 por ciento) y en contraste respecto a lo que ocurría diez años antes, los migrantes recientes tuvieron los menores niveles de desocupación (4.8 por ciento) entre las poblaciones (Reyes Miranda, 2012).

Al analizar los datos de acuerdo con el sexo, los hombres han sufrido mayor desocupación que las mujeres en ambos años, exceptuando en el año 2000 cuando las mujeres inmigrantes recientes mostraron tasas más elevadas frente a los varones de este grupo. Al mismo tiempo, es de resaltar que la población femenina que recién llega a Tijuana tiende a mostrar mayores niveles de desempleo que el resto de mujeres, mientras que las inmigrantes con más tiempo en la ciudad muestran los niveles de empleo más favorables (Reyes Miranda, 2012).

Para darle más significado a los datos anteriores es necesario conocer la estructura del empleo de la ciudad y la forma en la que los grupos se han insertado en ella. En términos de sectores económicos, la población ocupada ha disminuido dentro del sector secundario debido a la contracción en las actividades de la industria manufacturera, no obstante el ligero crecimiento reciente de las actividades de construcción. El cambio en la inserción de la población ocupada se ha orientado hacia las tareas que se desempeñan en el sector terciario, con mayor importancia en la rama de los servicios. Algunos cambios en las actividades económicas de la ciudad han sido documentados por Serna (2008), Barajas (2009a) y Coubés y Silva (2009).

En el Cuadro 4 se muestran las distribuciones porcentuales de la población ocupada en Tijuana por sector y rama de actividad económica y de acuerdo con la condición migratoria para los años censales de 2000 y 2010. En el año 2000, quienes en mayor medida se insertaban en actividades manufactureras eran los inmigrantes recientes (49.5 por ciento), seguidos de los inmigrantes no recientes (30.7 por ciento) y finalmente, los nativos (23 por ciento). De forma inversa, 64.8 por ciento de los nativos se desempeñaban en actividades del sector terciario, en mayor medida que los inmigrantes no recientes y la población ocupada que recién había llegado a la ciudad (55.1 y 38.8 por ciento, respectivamente).

Diez años después, la tendencia hacia la terciarización de la economía tijuanense fue evidente, mostrando un impacto mayor entre la población ocupada que tenía menos de cinco años residiendo en la ciudad, mientras que tanto en 2000 como en 2010 los nativos y los inmigrantes no recientes mostraron una ocupación significativa en las ramas del sector terciario (comercio y servicios), para los inmigrantes de reciente arribo a Tijuana ha ocurrido un cambio significativo, pues de estar predominantemente incorporados en las actividades del sector secundario en 2000 (57.2 por ciento), se han trasladado igualmente hacia el sector terciario en 2010 (55.4 por ciento).

Como puede observarse, existe una diferenciación por grupo poblacional en la inserción a la estructura del empleo por medio de los sectores económicos, que se definen a través de la condición migratoria y el tiempo de estancia en la ciudad. Es decir, que se presenta una segmentación en el mercado laboral, en la que la inserción laboral de las personas de reciente arribo a la ciudad muestra las tendencias emergentes de cambio en los mercados de trabajo, tal como ha ocurrido en los dos momentos analizados en este trabajo: uno de mayor participación y auge del sector secundario en la década de los noventa y el otro con un sector terciario acrecentado durante la primera década de este siglo.

En este sentido, vale la pena analizar cómo se modifico en ese periodo la inserción de los inmigrantes de Tijuana por ocupación principal. Esta información se presenta en las gráficas 2 y 3, en las que se muestran las distribuciones porcentuales de la Población Económicamente Activa ocupada por categoría ocupacional y según la condición migratoria, para los años censales de 2000 y 2010, respectivamente.

De la misma forma en que sucedió con la incorporación de la población ocupada por sector y rama de actividad económica, la incorporación de los diferentes grupos de la población ocupada —nativos, inmigrantes no recientes e inmigrantes recientes—, mostró cambios por ocupación durante el periodo de estudio. El presente análisis tiene varias dimensiones: primera, los cambios observados en la estructura del empleo de la ciudad que corresponden a una mayor importancia del sector terciario; segunda, la diferenciación en la inserción ocupacional de acuerdo con la condición migratoria de la fuerza de trabajo y tercera, la dinámica al interior de los diferentes grupos poblacionales, comparando 2000 y 2010.

En relación a la primera dimensión, como se ha señalado anteriormente, las actividades del sector secundario disminuyeron en la ciudad debido a la pérdida de dinamismo de la industria maquiladora, que ha constituido tradicionalmente el grueso de la actividad manufacturera de la ciudad; ello se ilustra en la contracción de la participación relativa de la población ocupada de los tres grupos poblacionales en tareas como supervisores y trabajadores en la industria manufacturera, aunque se incrementó la participación relativa de las ocupaciones como ayudantes en dicha rama. En contraste, aumentó la participación relativa de las tareas propias del sector terciario, como los trabajadores en servicios personales en establecimientos de protección y vigilancia, así como los vendedores y trabajadores ambulantes. Finalmente, es importante mencionar que los espacios para desempeñarse como profesionistas y funcionarios han crecido dentro de la estructura ocupacional de la ciudad.

En relación a la segunda dimensión, la población ocupada nativa permaneció en ciertas ocupaciones en ambos años respecto a los otros grupos. Los profesionistas, funcionarios y directivos, jefes y coordinadores, así como los comerciantes son principalmente personas nativas, mientras que los trabajadores, ayudantes y trabajadores en servicios personales en establecimientos y de protección y vigilancia en mayor medida son los inmigrantes recientes seguidos de los inmigrantes no recientes. En este sentido, es posible mencionar una segmentación en la estructura del empleo que favorece a los nativos, pues las ocupaciones que desempeña este grupo muestran una mayor jerarquía en términos laborales.

Finalmente, al interior de los grupos, si bien la población ocupada nativa se mantuvo en mayor medida que los migrantes —recientes y no recientes—, en ocupaciones como profesionistas, también se incorporaron a empleos en los que anteriormente tenían una menor participación relativa, tales como ayudantes en la manufactura y vendedores ambulantes. Por su parte, los migrantes con más tiempo en la ciudad muestran la misma tendencia, a la que se suma una importante reducción de su población ocupada como trabajadores en la manufactura. De forma diferenciada, los inmigrantes de reciente arribo a la ciudad mostraron una mayor inserción que los grupos anteriores, como profesionistas, funcionarios y directivos, así como ayudantes en la manufactura, lo cual es un reflejo de la polarización social de los inmigrantes recientes que se identificó en el apartado anterior al analizar los lugares de procedencia. Es decir, si bien hubo reducciones e incrementos en la participación económica según ocupaciones, los tres grupos de población experimentaron cambios en su estructura ocupacional de 2000 a 2010; no obstante, mantuvo una segmentación en la estructura ocupacional de la ciudad según la condición migratoria.

Los cambios en las características sociodemográficas como la edad y la escolaridad, así como los lugares de origen analizados en la sección anterior, están asociados a los cambios observados en el mercado laboral de 2000 a 2010. Es de esperar que los inmigrantes recientes con más años de escolaridad tengan una inserción a ocupaciones como profesionistas y técnicos, así como funcionarios y directivos de los sectores público, privado y social, que refieren a personas que se encuentran en el grupo de edad de hasta 45 años y que provienen de lugares urbanos de bajo y muy bajo nivel de rezago social. Al mismo tiempo, dentro de este mismo grupo, es probable que aquellas personas que tienen menos años de estudio se inserten en ocupaciones como ayudantes en la industria manufacturera, así como trabajadores en servicios personales en establecimientos y de protección y vigilancia. De esta forma, la disminución de esta corriente migratoria, constituye un reflejo de la contracción de las oportunidades laborales de la ciudad, pero responde también a las oportunidades laborales que ofrece la urbe, entre cuyas características se encuentran la terciarización del mercado de trabajo y la polarización de la estructura ocupacional.

Por su parte, como se ha mencionado, los migrantes con más tiempo en Tijuana muestran una inserción laboral similar a los nativos, con la diferencia que este último grupo se ha incorporado a ocupaciones más favorables y cuenta con más años de escolaridad. De esta manera, se pueden describir dos formas en la incorporación de los diferentes grupos de población al mercado del trabajo de la ciudad: por un lado, el menor tiempo de estancia en la ciudad de los migrantes respecto a los nativos, determina las trayectorias laborales bajo un esquema de segmentación del mercado laboral y lo anterior ocurre en un escenario marcado por los efectos de la reciente crisis económica mundial y de avances en las actividades del sector terciario; por otro lado, los inmigrantes recientes, que se enfrentan a la misma segmentación laboral, tienden a insertarse en las ocupaciones que han mostrado cierto auge por el deterioro social de la ciudad y el incremento de la inseguridad, como son los puestos en las ocupaciones en servicios personales en establecimientos y de protección y vigilancia, al mismo tiempo que se observa un aumento importante de la participación relativa de los profesionistas y técnicos.

Es posible afirmar que la historia de la ciudad de Tijuana como un espacio disponible para la inserción laboral se ha modificado en un decenio. Las crisis económicas mermaron la presencia del sector secundario; aunado a ello, el sector terciario se tornó más importante en la estructura del empleo con características de polarización en sus ocupaciones. Este último hallazgo fue encontrado también por Barajas (2009), mostrando una diversidad de ocupaciones que han ganado importancia recientemente, como los profesionistas y técnicos, los dueños o iniciadores de pequeños negocios, así como los comerciantes y trabajadores ambulantes.

Para conocer de mejor manera los cambios observados en la estructura laboral de Tijuana y su relación con la migración interna, se abordará en seguida el análisis de la estructura ocupacional de la ciudad de acuerdo con el sexo para los inmigrantes recientes en los dos años censales de estudio. Estas distribuciones porcentuales se presentan en las gráficas 4 y 5, para los hombres y para las mujeres, respectivamente.

Como se ha mostrado anteriormente, la contracción de la industria manufacturera afectó a los diversos grupos poblacionales analizados: para la población de reciente arribo a la ciudad, en la estructura ocupacional se han observado reducciones en las tareas como supervisores y sobre todo para los trabajadores en la manufactura. Para el caso de los hombres, esta contracción significó su traslado hacia ocupaciones como ayudantes, así como un incremento relativo en empleos como trabajadores en servicios y vendedores ambulantes, lo anterior en términos de trabajos de baja jerarquía; por otra parte, se incrementó la importancia relativa de los profesionistas y de los funcionarios y directivos de diversos sectores respecto al decenio anterior.

En el caso de la población ocupada femenina, al parecer su panorama laboral y ocupacional presentó cambios significativos entre 2000 y 2010, debido a que se observó una disminución en la importancia relativa de las ocupaciones como supervisoras en la industria manufacturera y al igual que sucedió con los hombres, una reducción del peso relativo de las tareas como trabajadoras en dichas industria.

La diferencia entre ambos sexos fue que las mujeres ocupadas que son inmigrantes recientes se han trasladado en mayor medida hacia ocupaciones como trabajadoras en servicios personales en establecimientos y de protección y vigilancia, así como trabajadoras y vendedoras ambulantes y no pudieron incorporarse en la misma medida en labores como funcionarias o directivas en los diversos sectores, ni como profesionistas.

Lo anterior guarda relación con las tasas de desempleo más altas para este grupo durante 2010, respecto a las observadas para las mujeres nativas y para las inmigrantes no recientes. En este sentido, Coubés y Silva (2009) han señalado que si bien la crisis de la industria maquiladora ha afectado a la población de reciente arribo a la ciudad en general, para las mujeres en particular significó en mayor medida una reubicación hacia el autoempleo y las ocupaciones de muy baja jerarquía en la estructura ocupacional de la ciudad.

Finalmente, retomando los resultados del análisis de los niveles de escolaridad de la sección anterior, hay que recordar que los hombres de este grupo de inmigrantes recientes mostraron mayores niveles educativos, lo que puede asociarse a su mayor inserción en actividades de mayor jerarquía, en comparación con las mujeres; de esta forma, las ocupaciones de los hombres parecieran ser las más polarizadas. En el caso de las mujeres de reciente arribo, durante el año 2000 mostraron una tasa de desempleo mayor que todos los grupos de ambos sexos, mientras que en 2010 reflejaron un desempleo menor que los hombres pero mayor respecto a las mujeres con mayor tiempo de estancia en la ciudad. Esto podría ser un síntoma de los efectos de la crisis de la industria manufacturera entre las trabajadoras inmigrantes recientes, situación a la que no han encontrado todavía una respuesta adecuada dentro del mercado laboral de Tijuana.

 

Conclusiones y reflexiones finales

En este trabajo se propuso analizar los cambios en la estructura ocupacional de la ciudad de Tijuana en el periodo de 2000 a 2010, con el objetivo de identificar las continuidades y las nuevas tendencias en la selectividad de la migración interna y en la inserción laboral de la población de reciente arribo a la ciudad en un contexto de crisis económica, así como mostrar a las diferencias en la inserción laboral de acuerdo con el tiempo de residencia de la población en la ciudad, para indagar acerca de la posible segmentación del mercado de trabajo según la condición migratoria.

Frente al objetivo de este trabajo, en la revisión de literatura se tuvieron dos posiciones contrastantes: por un lado, algunos estudios basados en las teorías de los mercados segmentados han postulado que en el proceso de desarrollo de la frontera norte, los inmigrantes han mostrado una tendencia a incorporarse a actividades económicas propias del comercio y los servicios —cuyo dinamismo ha sido concomitante a los procesos de apertura económica nacional y de industrialización de la franja fronteriza— y que, cuando empezaron a ser requeridos también por la industria maquiladora de exportación y hasta la crisis observada en este sector en 2001, ésta les ofreció empleos de menor calificación y menores ingresos que los empleos a los que accedía la población nativa; por otro lado, al revisar los estudios realizados sobre el tema para la ciudad de Tijuana, apareció un trabajo en el que se analiza el periodo 1995-2000 y que documenta la existencia de una selectividad positiva de la inmigración laboral a la ciudad y de algunas características de mejora en las condiciones de trabajo de este grupo poblacional en un contexto de auge de la industria maquiladora.

La realidad económica y demográfica de Tijuana durante el decenio de 2000 está marcada por los efectos tanto de la crisis de la industria maquiladora observada apenas a principios del nuevo siglo, como de la más reciente y más generalizada crisis económica de 2008, que tuvo como origen la crisis financiera en Estados Unidos. Algunos indicadores han mostrado ya estos efectos sobre los niveles de empleo y el poder adquisitivo de los ingresos laborales; al mismo tiempo, los datos censales sobre el volumen y la tasa de inmigración han revelado que la ciudad de Tijuana ha disminuido su histórico atractivo para la población proveniente de otras entidades federativas en la búsqueda de mejores condiciones laborales y sociales.

Ante esta nueva realidad económica y demográfica, el análisis de este trabajo documenta los cambios y las continuidades en el perfil de los inmigrantes y en las oportunidades ocupacionales que la ciudad ofreció tanto a inmigrantes como a la población nativa en el periodo que va de 2000 a 2010. En la síntesis de los procesos económicos mencionados, los cambios en la estructura ocupacional muestran una nueva fisonomía de la ciudad, alejándose de aquella imagen dominada por la industria maquiladora, reorientándose más hacia el comercio y los servicios, y generando estímulos diferentes en la población del interior del país (para un análisis de los cambios y las permanencias en los perfiles de la migración interna en el periodo reciente en México, ver el volumen coordinado por Cruz Piñeiro y Acosta, 2015).

En relación a los cambios en el perfil sociodemográfico de los inmigrantes de Tijuana, los resultados de este trabajo muestran algunas diferencias con los hallazgos de Serna (2008) para el periodo 1995-2000, en relación a la existencia de una selectividad positiva de los inmigrantes recientes comparados con los nativos, aunque los datos de este trabajo permiten afirmar que la brecha en los niveles de escolaridad —principal indicador de la selectividad— entre la población nativa y los inmigrantes, tanto recientes como no recientes, disminuyó entre 2000 y 2010.

Esta disminución de la brecha en los niveles de escolaridad entre nativos e inmigrantes es consistente con una modificación en el origen social de los inmigrantes, pues al comparar su distribución por grado de rezago de la entidad federativa de origen, entre 2000 y 2010 han ganado importancia las entidades con niveles bajos y muy bajos de rezago social, para concentrar en 2010 a un poco más de la mitad de los inmigrantes tanto recientes como no recientes; al mismo tiempo, la participación relativa de los inmigrantes provenientes de entidades con un nivel alto de rezago social se incrementó en el mismo periodo, para constituir en 2010 a una quinta parte de los inmigrantes. En este sentido, el origen social de los inmigrantes se muestra más polarizado y refleja en buena medida un cambio en las señales que la ciudad manda al interior del país en términos de las oportunidades que ofrece su estructura económica y ocupacional, modificada por los efectos de la crisis de 2001 de la industria maquiladora y de la crisis económica de 2008.

El análisis de los cambios entre 2000 y 2010 en la distribución de la población económicamente ocupada por sector y rama de actividad económica muestra que aunque persisten diferencias en la incorporación de la Población Económicamente Activa en los diferentes sectores y ramas de actividad atendiendo a la condición migratoria de la fuerza de trabajo, existe una tendencia evidente hacia la terciarización de la economía de la ciudad y que este proceso ha afectado principalmente a los inmigrantes recientes de la ciudad, aunque éstos mantienen porcentajes todavía altos de participación relativa en las actividades industriales.

De esta manera y para hacer una reflexión sobre la aportación de este trabajo al estado del arte sobre el tema, se puede decir que los datos para la ciudad de Tijuana validan los obtenidos por otros autores como Klagsbrunn (1988), Margulis y Tuirán (1986), Kopinack (2003) y Coubés (2001), que sostienen que las economías de las ciudades de la frontera norte tienen mercados de trabajo segmentados y que los inmigrantes recientes tienden a incorporarse a actividades "típicamente fronterizas", como es el caso de los empleos que ha ofrecido la industria maquiladora, mientras que la población nativa lo hace mayormente en las actividades del comercio y los servicios. Estos resultados contrastan con los encontrados por Balán, Browning y Jelin (1973) para la ciudad de Monterrey y por Muñoz, Oliveira y Stern (1977) para la Ciudad de México, quienes habían señalado que los inmigrantes recientes se incorporaban a esas economías en actividades de comercio y servicios y con características de informalidad.

Sin embargo, para entender estas diferencias es importante recordar que las estructuras económicas y el desarrollo industrial de esas ciudades han sido muy diferentes a lo observado en las ciudades fronterizas, donde las posibilidades de desarrollo industrial descansaron durante muchos años en la industria maquiladora de exportación. Sin embargo, los cambios en la fuerza de trabajo de Tijuana entre 2000 y 2010, son muy relevantes porque muestran que cuando la industria maquiladora pierde su dinamismo, los inmigrantes recientes se trasladan a las actividades comerciales y de servicios.

Los resultados del análisis de las diferencias y los cambios observados entre 2000 y 2010 en la estructura de las ocupaciones por condición migratoria de la fuerza de trabajo, permitieron entender mejor las características del mercado de trabajo de Tijuana: la segmentación de dicho mercadoatendiendo a la condición migratoria de la fuerza de trabajo, el proceso de tercerización de la economía de la ciudad y el traslado particular de los inmigrantes recientes de la industria al comercio y los servicios.

En síntesis, ante la crisis económica, la segmentación del mercado de trabajo persiste y en el proceso de terciarización de la economía de la ciudad, los inmigrantes recientes han sido los más afectados, pues un porcentaje considerable se ha tenido que mudar de los empleos formales aunque precarios que ofrecía la industria maquiladora hacia ocupaciones de menor jerarquía social en la misma industria maquiladora —mayormente en el caso de los hombres— y en las actividades del comercio y los servicios —más en el caso de las mujeres—, cuando se les compara con los nativos y los inmigrantes no recientes, los cuales han logrado permanecer en ocupaciones de mayor calificación; sin embargo, es de llamar la atención la participación en 2010 de los inmigrantes recientes —tanto hombres como mujeres— como profesionistas y técnicos, lo cual puede estar asociado con el aumento en la importancia relativa de las entidades con menor grado de rezago social entre los inmigrantes recientes.

 

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Notas

1 Entre ellos se encuentran las investigaciones de Muñoz, Oliveira y Stern (1977); para el caso de la ciudad de México, Balán, Browning y Jelin (1973); para Monterrey, y el estudio de Margulis y Tuirán (1986) sobre el caso de Reynosa.

2 Cabe recordar que la Teoría de la segmentación de los mercados de trabajo parte de una crítica a la perspectiva sociodemográfica de los mercados de trabajo, al plantear que la constitución de éstos puede ser independiente de las características sociodemográficas de la población y de las estrategias individuales o familiares de vida. En cambio, se sostiene que el mercado de trabajo se encuentra segmentado por algún tipo de lógica como la adscriptiva, que puede implicar alguna forma de discriminación por género, etnia, raza, procedencia y/u orientación sexual o por características personales adquiridas, como el nivel educativo o la experiencia laboral o por alguna norma establecida, como puede ser la existencia de contratos colectivos de trabajo (Ludger, 2003). Mientras, Doeringer y Piore (1971) sostienen la existencia de un mercado dual, en el que existe un sector primario y otro secundario; el primero con mejores remuneraciones y mayor estabilidad laboral que el segundo, lo cual equivaldría a los empleos "fronterizos" y "no fronterizos' de Margulis y Tuirán (1986), así como a la idea de la inserción diferenciada entre un mercado de trabajo formal y otro informal.

3 En trabajo de campo realizado en la ciudad de Tijuana se obtuvo información acerca de empresas como Hundai o Samsung, que han utilizado servicios de transporte especializados para emplear desde sus lugares de origen a jóvenes —en particular desde Chiapas— y transportarlos a Tijuana para trabajar en las fábricas con contratos de trabajo temporales.

4 Al calificar al mercado de trabajo de las maquiladoras como abierto (o secundario) la autora refiere a un concepto de la Sociología del trabajo —desarrollado por Doeringer y Piore (1971)— que da cuenta de aquellos empleos que demandan fuerza de trabajo con pocas restricciones —en lo que respecta a experiencia previa, cartas de recomendación o nivel educativo— de tal manera que es fácil insertarse y se orienta a la ocupación de población no calificada.

5 Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), las tasas de desocupación en Tijuana del segundo trimestre del año, han sido de 3.46 en 2008, a 6.97 en 2009 a 6.29 por ciento en 2010, mientras que la tasa de ocupación en el sector informal también creció ligeramente de 2005 a 2010 de 19.2 a 21.8 por ciento de la población ocupada.

6 La tendencia hacia la precarización del empleo también se relaciona estrechamente con las prácticas de flexibilización productiva de las empresas, entre ellas la subcontratación o outsourcing, la cual se está convirtiendo en una práctica cada vez extendida entre las empresas maquiladoras de Tijuana.

7 Véanse al respecto los trabajos sobre precarización laboral de Mora y Oliveira (2010), así como Guadarrama, Hualde y López (2012) y Solís (2014).

8 Los nativos son aquellas personas residentes en Tijuana en la fecha del censo, nacidas en Baja California y con residencia en Baja California cinco años antes de la fecha del censo; los inmigrantes son los residentes en Tijuana en la fecha del censo, nacidos en una entidad federativa distinta de Baja California; los inmigrantes recientes son aquellas personas residentes en Tijuana, que nacieron en una entidad federativa distinta de Baja California y que residían fuera de la entidad cinco años antes de la fecha en que se realizó el censo y los inmigrantes no recientes son los residentes de Tijuana, nacidos en una entidad distinta de Baja California y que residían en Baja California cinco años antes de la fecha del censo.

9 En el estudio de Serna (2008), para Tijuana, con los datos censales de 2000, se aborda la diferencia en los niveles de escolaridad entre la población nativa y la población inmigrante, concluyendo que existe una selectividad positiva de este último grupo de forma general. Las diferencias en los datos aquí presentados respecto a los de ese trabajo obedecen en parte a los diferentes cortes de edad y a la inclusión de los inmigrantes internacionales en el grupo de los inmigrantes recientes.

 

Información sobre los autores

Félix Acosta. Licenciado en Economía y en Estadística Social por la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Maestro en Economía por la Universidad de Missouri-Columbia y Doctor en Ciencias Sociales con Especialidad en Estudios de Población por El Colegio de México. Es investigador del Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte desde 1989, donde imparte clases de estadística aplicada a las ciencias sociales, metodología de la investigación, gestión pública, gobernanza y evaluación de políticas públicas. Sus temas de investigación son la familia, la pobreza y la política social. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1. En 2006 fue electo como uno de los seis Investigadores Académicos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) para el periodo 2006-2010. Sus publicaciones más recientes son "Grado de apropiación de la ciudad y percepciones sobre la calidad de vida en ciudades de la frontera norte de México, en Revista Cofactor, vol. III, núm. 6, julio-diciembre de 2012, "Derechos sociales y política social en México: de la gobernanza posible a la gobernanza deseable", en Fundación Ciudadanía y Valores, Serie Documentos e Informes, Area social y económica, 2011; "De Pronasol a Oportunidades: política social y persistencia de la pobreza en México", en Barataria Revista de Ciencias Sociales, núm. 11, 2010 y "La evaluación de la política social en México: avances recientes, tareas pendientes y dilemas persistentes, en Papeles de población, vol. 64, núm. 16, 2010. Dirección electronica: acosta@colef.mx

Alejandra Reyes. Economista por la Universidad Autónoma Metropolitana y Maestra en Estudios de Población por El Colegio de la Frontera Norte. Colaboró como asistente de investigación en El Colegio de la Frontera Norte. Actualmente labora en el Consejo Nacional de Población en la Dirección de Estudios Socioeconómicos y Migración Internacional, donde ha participado en diversas publicaciones en temas relacionados con la migración internacional, entre ellas, Migración y Salud. Inmigrantes mexicanos en Estados Unidos; así como Mujeres centroamericanas en tránsito por México con destino a Estados Unidos. Dirección electrónica: armiranda81@gmail.com

Marlene Solís. Es Doctora en Ciencias Sociales con Especialidad en Estudios Regionales por El Colegio de la Frontera Norte y Maestra en Desarrollo Urbano por el Colegio de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en el Nivel I. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: "El género, la fábrica y la vida urbana en la frontera", en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 26, num. 3 (78), 2011 y "La construcción simbólica de un mercado de trabajo feminizado en Tánger: una aproximación", en Frontera Norte, núm. 43, enero-junio 2010. Actualmente es profesora-investigadora del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, en la línea de investigación: relaciones de género, trabajo y frontera. Dirección electrónica: msolis@colef.mx

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