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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.21 no.84 Toluca abr./jun. 2015

 

Implicaciones parentales en las conductas delictivas de adolescentes: tendencias y narrativas

 

Parental implications in criminal behavior of teenagers: trends and narratives

 

Cristina Estrada Pineda*, Francisco Javier Rodríguez Díaz**, Elisa Cerros Rodríguez*** y Carlos Solano Mendoza****

 

* Universidad de Guadalajara, México.

** Universidad de Oviedo, España.

*** Universidad de Guadalajara, México.

**** Universidad de Guadalajara, México.

 

Artículo recibido el 28 de enero de 2014.
Aprobado el 23 de julio de 2014.

 

Resumen

La conducta delictiva es un tema que preocupa a diferentes actores sociales. La necesidad de dar una respuesta adecuada para su atención ha llevado al desarrollo de diferentes variables implicadas en el fenómeno y desde distintas perspectivas. El objetivo de este artículo es presentar dos metodologías, que más que opuestas son complementarias, para comprender una de las variables más referidas en estos estudios: las relaciones parentales de un grupo de 133 internos en el Sistema Penitenciario de Jalisco. En primer lugar se realiza un examen cuantitativo a través de análisis de supervivencia de la edad de inicio en conductas delictivas de este grupo de internos y la persona que los crió. Los resultados muestran que los entrevistados que no fueron criados por ambos padres tienen una incursión en conductas delictivas a más temprana edad. Posteriormente se presenta un análisis cualitativo de algunos relatos de vida, donde las categorías resultantes que hacen referencia a la crianza por una sola figura parental se exponen a través de una tabla cruzada para su comprensión.

Palabras clave: Adolescencia, delito, estilos parentales, crianza.

 

Abstract

Criminal behavior is a matter of concern to different stakeholders. The need to respond appropriately to their attention has led to the development of different variables involved in the phenomenon from different perspectives. The aim of this paper is to present two methodologies that are complementary rather than opposed to understanding one of the most mentioned variables in these studies, which is the parental relationships of a group of 133 inmates in the prison system of Jalisco. First quantitative test is performed through survival analysis of age of onset in criminal and who has brought the members of the sample behavior. The results show that respondents who were not raised by both parents, have a foray into criminal behavior at an earlier age. Subsequently there has been an analysis of life stories, where the resulting categories that refer to parenting by one parent figure are obtained through a crosstab for your understanding.

Key words: Adolescence, crime, parenting styles, upbringing.

 

Introducción

El aumento del delito en diferentes ciudades del mundo ha sido un tema recurrente en los foros internacionales. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su X Congreso sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente, realizado en Viena en el 2000, ya manifestaba su preocupación por el impacto del delito en la sociedad y señalaba acciones por realizar para intervenir en el problema. Por otra parte, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México, en el año 2004, se registró una tendencia anual de crecimiento en actividad delictiva que no puede ser asumible (INEGI, 2005). Ello, de manera específica, se pone de manifiesto en el Estado de Jalisco, donde en el año 2010 el número de sentenciados en primera instancia en el fuero común fue de 12 515 y del fuero federal de 3 523 (INEGI, 2011).

Este panorama implica un aumento en las aportaciones e investigaciones respecto a los factores, que se refieren desde analizar al individuo (Murray y Farrington, 2010) —explorando la impulsividad y el bajo índice de inteligencia, reconociendo factores familiares y el control de procesos biológicos (Vrecko, 2009)— hasta explorar y contrastar variables del contexto más próximo a las personas que manifiestan el problema (Gracia et al., 2010; Knecht et al., 2010; Selfhout et al., 2008), tal como la familia —ambientes caracterizados por malos tratos, agresión y hostilidad (Quiroz et al., 2007) y/o las tensiones/crisis en la interacción y la comunicación— señalados como generadores de ira o culpa, dependiendo de su género (Cárter, 2003). Se encuentran, en esta línea de trabajo, los estudios sobre la interacción entre los miembros del grupo familiar que tienen un bajo nivel de habilidades en comunicación y resolución de problemas (Huitrón et al., 2011).

La investigación asume, por tanto, diversas propuestas que se vinculan y pueden dar respuesta a la situación de las familias de delincuentes y miembros adictos. En esta línea se encuentra la perspectiva que plantea las crisis en la familia, donde se sugiere que tendrán un efecto de bola de billar al conducir a un aumento en los comportamientos problemáticos y en la asociación de los hijos con la actividad delictiva (Krohn et al., 2009). Dentro de las crisis familiares se destaca la incidencia de las rupturas, es decir, la separación de alguno de los padres del sistema familiar —no es axiomático que todos los niños con padres separados o divorciados lleguen a ser delincuentes, aunque si supondrá una menor posibilidad de supervisión y control parental— (Schoeder et al., 2010). Estas situaciones pueden generar la exclusión del menor de la vida familiar denominada comúnmente "normal" y por ende puede vincularse con pares de edad que le proveerán el espacio de socialización que la familia no le ha otorgado en su totalidad (Rivera, 2013).

Resultado de las crisis familiares aparecen las familias monoparentales, denominadas así por estar compuestas por un solo progenitor —en la mayoría de los casos la mujer— y sus hijos. Este tipo de familia desencadena una importante discusión respecto a su aceptación en la sociedad y aún en la utilización del propio término, ya que como señalan Ruíz y Martín (2012: 6), la expresión correcta debería ser "familias monomarentales", pues de manera mayoritaria las mujeres quedan a cargo de los hijos; se resalta, además, que no existe un solo tipo de familias monomarentales, debido a que la estructura en estas familias de un solo padre será muy diferente, así como las circunstancias que acompañan a la misma. Esta situación se encuentra documentada en estadísticas nacionales (INEGI, 2014) de acuerdo con las cuales 18.5 por ciento de los hogares mexicanos son monoparentales. Sin embargo, el fenómeno de las familias con un solo padre siempre ha existido (Landero, 2000), residiendo su complejidad en el delicado balance entre el rol de cuidador y la vida laboral (Cánovas y Sahuquillo, 2010, Huitrón et al., 2011) y en que se confronta como natural que una de las partes no desee que la otra continúe estableciendo vínculos con los hijos (Jiménez, 2003), como resultado de los conflictos que tiene la pareja en su relación. Por ello, el manejo y cuestionamiento del rol o función del padre/madre ausente puede no favorecer el desarrollo de los hijos, dado que se establecen triangulaciones de la pareja y los hijos, en búsqueda de la alianza de los hijos en contra del otro, situación que algunos describen desde el Síndrome de Alienación Parental (González, 2011).

La discusión sobre la familia monoparental no reside en considerar si la familia nuclear es parte de la ideología socialmente construida, sino en el hecho de que este acontecimiento se une a otros problemas en las relaciones, en sí ya complejas, en su conyugalidad y parentalidad antes de la separación de la pareja. Precisamente uno de los aspectos anteriores a la separación se refiere a los estilos parentales vinculados al proceso de socialización, donde Torio et al. (2008) señalan como bases la comunicación, el control y la implicación afectiva. La aportación de Baumrind (1966, 2005) y Paquette et al. (2000) conforma una propuesta de estilos parentales que pretende explicar el origen del comportamiento delictivo (Tabla 1). Se señala que los padres con menor nivel socioeconómico son más autoritarios, en tanto que en niveles más altos tenderían a ser permisivos o autoritarios, observándose que son las madres quienes utilizan más el razonamiento con los hijos para lograr las metas en la crianza.

Esta propuesta, sin embargo, no contempla la crianza en las familias donde solo está presente un padre y el control parental se comparte con algún otro miembro de la familia de origen de la figura parental, a cargo de los hijos o en caso de su ausencia, alguna empleada doméstica o un voluntario de la comunidad donde se habita; por esta circunstancia el progenitor puede verse periférico al control de los hijos, oscilando entre lo permisivo y autoritario entre ambas figuras parentales y otros integrantes del sistema familiar. Esto conforma un estilo parental incongruente, alternado, no definido.

El estilo alternado, no definido, ha sido ya descrito en las familias denominadas multiproblemáticas (Colleti, 1997) porque complejiza la interacción entre las figuras parentales y los hijos. Se genera un discurso alternativo de cómo entender su función como padres en la conciliación, frente a los diferentes problemas derivados de la dinámica actual en la familia. Como señala Gergen (1996: 45): los términos por medio de los que conseguimos la comprensión del mundo y de nosotros mismos son artefactos sociales, productos de intercambios situados histórica y culturalmente que se dan entre personas. En esos intercambios, durante la interacción, el ser humano construye y deconstruye los significados de sus relaciones, roles y necesidades (Arcilla et al., 2010); es decir, las familias que cuentan con algún integrante que haya tenido actividad delictiva conforman una interacción donde se da una disonancia entre los deberes de ser madre/padre y las necesidades de subsistencia.

Lo anterior lleva a plantear como objetivo de este estudio identificar la presencia/ausencia de las figuras parentales y su implicación en conductas delictivas tempranas en sujetos que han sido detenidos por diferentes delitos en el Sistema Penitenciario del estado de Jalisco. De esta manera, se conforma como hipótesis que la presencia de un solo padre al frente del hogar con hijos disminuirá la calidad de la supervisión y de la atención de las necesidades básicas y afectivas de los hijos, por lo que éstos tendrán espacios sin supervisión que les darán la oportunidad de relacionarse e insertarse a una edad menor con pares de edad en actividades de riesgo.

 

Metodología

Participantes

La muestra estuvo integrada por 133 hombres internos penados en el Centro de Readaptación Social de Jalisco, entre los meses de junio y agosto de 2011. Su participación fue voluntaria y forman parte de una lista de internos programados a consejo técnico próximos a obtener su libertad —ocho no quisieron participar en el estudio, se eliminaron dos cuestionarios por considerar que la información no era confiable y se descartaron tres más porque quedarían en libertad antes de concluir las dos etapas de la investigación—. La media de edad de los entrevistados es de 33.43 años más frecuente el de soltero (36.8 por ciento) y en unión libre (29.3 por ciento), así como una percepción de clase media (71.5 por ciento). La escolaridad refiere que una mayoría de los entrevistados han realizado cursos del nivel básico (Primaria 36.8 y Secundaria 51.9 por ciento), mientras que la situación laboral que tenían antes de ser detenidos era de empleados en su mayoría —únicamente 3.8 por ciento se encontraba desempleado y laborando en la economía informal, ocho por ciento—.

 

Instrumento

El cuestionario, conformado a modo de Ficha de Historia Penitenciaria (elaborado por Estrada y Rodríguez, 2011) se utilizó para establecer las características contextuales básicas de los individuos que participaron en el estudio: responde a las principales variables criminógenas de los internados en Centros Penitenciarios, es decir: estado civil, que identifica el estado actual de convivencia de la pareja (casado, soltero o unión libre); escolaridad, se refiere al nivel de estudios; actividad laboral, que considera la participación activa en la economía formal e informal dentro y fuera de la institución carcelaria; adicciones, relata el tipo de sustancia consumida, su importancia y la edad de inicio en cada una de las sustancias consumidas y por último, carrera delictiva, que describe las actividades delictivas sancionadas y no sancionadas durante la vida del entrevistado, reincidencias, edades de inicio de la conducta delictiva, así como vicisitudes de ésta en el ámbito familiar.

 

Procedimiento

La dinámica interna y externa de las instituciones en México y en el estado de Jalisco en particular es compleja. La recolección de los datos precisó de contactar con las autoridades del Centro de Redaptación Social y obtener el permiso pertinente. Obtenido el permiso, se capacitó a un equipo de auxiliares de investigación, que forman parte de un programa de formación de recursos humanos del Departamento de Trabajo Social, sobre el instrumento por aplicar y los aportes teóricos relativos a la población que sería entrevistada.

El proceso de la recuperación de la información incluyó la recolección de relatos y la revisión de expedientes tanto jurídicos como técnicos, para el cotejo de la información de los entrevistados. Al llegar el equipo a las entrevistas, solicitaba al subdirector de la institución los nombres de las personas por entrevistar; se llevaba un orden alfabético en la lista de los entrevistados próximos a consejo, excluyendo a los que no cumplían los criterios de inclusión: internos ubicados en el pabellón de penados, estar cerca de concluir su condena, no ser analfabeta, sexo masculino, aceptar participar en la investigación, siendo indistinto el estado civil, edad, religión y procedencia.

Aplicado el instrumento y una vez leídos los expedientes de los participantes, se solicitaba que proporcionaran información respecto a categorías requeridas en el análisis cualitativo (Tabla 2) para lo cual se proporcionaba un cuaderno para sus respuestas, siendo orientado para rellenarlo en relación a las categorías.

La investigación fue mixta, de corte transversal de tipo descriptivo, con diseño multimétodo (Bericat, 1998: 115). Se utilizaron métodos y técnicas de orientación cuantitativa y cualitativa, partiendo del principio de la complementariedad que éstas aportan al estudio, asumiendo al individuo y a la cultura como sistemas que se influencian mutuamente en el análisis de los problemas psicosociales (Donoso, 2004). El trabajo de campo consideró dos etapas. La primera estuvo conformada por las 133 entrevistas estructuradas, a fin de recolectar información de tipo cuantitativo, la cual se analizó con el programa SPSS versión 21; la segunda etapa se desarrolló a partir de los relatos de vida de los internos en los cuadernos que se les proporcionaron. Los datos obtenidos en los cuadernos se analizaron de manera cualitativa con el software MaxQDA11.

 

Análisis de datos

Esta investigación, desde el punto de vista cualitativo, permitió proporcionar narraciones del estado que guardan las categorías que resultaron significativas, enfatizando en la comprensión y la interpretación desde los sujetos y sus procesos de significación en un centro de reclusión, en este caso, en el Centro de Readaptación Social, con sus propios imaginarios y representaciones culturales, institucionales, motivaciones y creencias, entre otras. A partir de los relatos de vida de los internos se encontraron elementos importantes de análisis para las implicaciones parentales en la actividad delictiva, sus relaciones familiares, los estilos de crianza, el tipo de parentalidad predominante, entre otras categorías. Se buscó, como lo plantea Kornblit (2007: 15), analizar la diversidad de sentidos atribuidos por las personas a los acontecimientos vitales por los que hayan atravesado en un contexto social, en el que prima la diversidad de adscripciones y referencias, muchas veces contradictorias entre sí.

 

Resultados

El análisis de los resultados planteados para responder al objetivo de estudio llevó a considerar dos etapas metodológicas diferenciadas: una cuantitativa y otra cualitativa, lo que permitió contemplar el fenómeno del ingreso en la actividad delictiva y adictiva de los internos a través del análisis de las narraciones de los entrevistados, más allá de los niveles de significación exigibles.

En primer lugar, se procedió a hacer un análisis de supervivencia por las medias y medianas para analizar las variables: criado por ambos padres, edad del primer delito no sancionado y de primera detención. Los resultados (tablas 3 y 4 y gráficas 1 y 2) constatan que cuando los sujetos fueron criados por otras personas, la edad del primer delito no sancionado (realizar pequeños robos, daños a las cosas, etc.) ocurre en la infancia y cuando fueron criados por ambos padres, estas conductas se presentan hasta la adolescencia. Por otra parte, de manera similar, la primera detención cuando fueron criados por ambos padres se presenta hasta la edad adulta y cuando fueron criados por otras personas ocurre en la adolescencia (p < 0.004 y p < 0.001).

Al explorar la incidencia de la presencia de otras personas en la crianza se puede observar que es la madre la que se encuentra presente de manera más constante en esta etapa, el padre se encuentra ausente por separación, divorcio, muerte o irresponsabilidad del cuidado de los hijos. La madre figura entonces como apoyo más significativo (p < 0.002) cuando los internos han sido detenidos a menor edad, en relación al grupo que señala tener apoyo de otros integrantes de la familia (Tabla 5 y Gráfica 3). En este mismo sentido, es importante señalar que es significativa la presencia de la madre como única figura parental en el temprano inicio de consumo de cocaína (p < 0.008) e incluso cuando además de la madre se integran a la crianza otras figuras parentales (tíos, abuelos, entre otros), situación similar ocurre en el consumo de alcohol (p < 0.031) en la muestra (tablas 6 y 7, y gráficas 4 y 5).

 

Se analizaron también las variables: padre, hermanos, abuelos, con la edad del primer delito no sancionado, edad de la primera detención y edad al inicio de consumo de sustancias, no resultando significativa ninguna de ellas.

La realidad descrita en los resultados cuantitativos, relativa a la consolidación de la conducta delictiva, llevó a estudiar la dinámica en el interior de las familias donde no están los dos padres presentes responsabilizándose del cuidado de los hijos. El análisis cualitativo buscó cruzar las categorías que ayudaban a profundizar en los resultados cuantitativos obtenidos. En ese sentido, el propósito fue analizar la vivencia del interno delincuente respecto de la crianza, vinculada a conductas sintomáticas (alianzas, coaliciones, triangulaciones de la autoridad en su desarrollo).

En las familias en que se encuentra un solo padre al frente de los hijos, en primer lugar se analizó la variable que resalta el número de integrantes de familia; en segundo lugar, se extrajeron los discursos referidos a las estrategias de supervisión parental y, por último, el tipo de parentalidad predominante y las características de ésta.

La primera categoría de los relatos de vida describe a las familias monoparentales en su mayoría de jefatura femenina, a la vez que indica una menor supervisión parental cuando son extensas, es decir, aquellas donde además de los padres e hijos, los tíos, abuelos, etc. se comparten funciones entre los miembros, aun cuando no habitan bajo un mismo techo —mencionando cinco hijos o más en sus familias de origen—.

Tengo cuatro hermanas y cinco hermanos incluyéndome a mí... (Interno 87, 1).

Éramos ocho hermanos y más mis papás... (Interno 61, 3).

Éramos seis de familia: cinco hermanos y mi jefa, mejor dicho, mi madre... (Interno 47, 2).

...Pues integrantes de mi familia somos siete hermanos y tres hermanas, somos una familia grande... (Interno 28, 5).

Tengo 37 años de edad, soy el segundo hermano mayor de los nueve que tengo... (Interno 8, 3).

La dinámica familiar de estas familias monoparentales, específicamente en las relaciones parentales, refleja una importante complejidad. Se observa la presencia de diferentes figuras de la familia extensa o reconstituida que establecen alianzas y coaliciones, entre diversos miembros del núcleo familiar, que en la interacción cotidiana descalifican la autoridad materna/paterna. En las narraciones se puede observar que cuando una figura de autoridad (la madre o algún otro miembro de la familia) intenta corregir para que el joven no abandone la escuela o desista de insertarse de manera temprana a la actividad laboral, se le descalifica:

...Me metieron a la secundaria, pero no me presenté a clases porque en vacaciones me pusieron a trabajar. Me gustó ganar dinero y seguí trabajando, seguí ganando dinero, mi madre se molestó porque ya no fui a la escuela, mi padrastro habló conmigo y con mi madre, me dijo que si era lo que quería, que pues adelante. Mi madre se enojó con él, le dijo de cosas y duró tiempo que no le hablaba. Yo seguí trabajando, ya no les pedía para nada, nada más para salir a los bailes; a veces me lo negaban, pero no me salía, me quedaba en casa, fue como comenzaron las ganas de salirme de mi casa (Interno 83, 7-8).

...En Guadalajara yo estuve con mi mamá, mi abuela materna también me quiere mucho. Las cosas (por las) que mi mamá me regañaba, mi abuela la regañaba a ella pero después hablaba conmigo me decía lo bueno y malo. Mi abuela materna me explicaba lo malo de la ciudad porque yo no conocía bien; para un consejo o algo parecido, iba con ella. Mi mamá también me aconsejaba pero yo sus consejos los tomaba como un regaño (Interno 75, 14).

Yo quería jugar y no puro trabajar, yo me hice muy rebelde. Mi cuñado es de carácter duro, a veces me daba mis regañadas, mi mamá se enojaba (Interno 45, 5).

En el proceso de crianza de las familias monoparentales no solamente se identifica la descalificación de la autoridad materna o del miembro que intenta corregir, sino que también aparece un elemento relevante en las narraciones: la paternidad permisiva en las familias de origen, reflejada en las actividades y decisiones de los hijos de hacer o dejar de hacer lo que ellos quieren a temprana edad, por ejemplo, el dejar de estudiar, el iniciar la actividad laboral de manera temprana, consumir alcohol o drogas y formar pareja siendo aún adolescentes. Se observa que no existe un acompañamiento en la toma de decisiones por parte de la figura parental presente en la familia:

...Cuando era niño trabajé por primera vez en una gasolinera limpiando vidrios. Me iba muy bien, me gusta traer dinero en mi bolsillo... entonces decidí dejar de estudiar. Empezaba a ganar dinero muy bueno para mi, duré como cuatro años trabajando ahí ya tenía 16 años (Interno 87, 23).

A la edad de entre cinco y siete años aproximadamente sin tener ninguna necesidad económica y por voluntad propia yo empecé a vender dulces, pero por poco tiempo, no más de una semana (Interno 48, 21).

...Salí de la escuela a los 13 años y ya no quise estudiar, decidí trabajar y aunque mi madre me decía que estudiara, que lo necesitaría, pero yo creía que con saber cantar, leer y medio escribir bastaba... (Interno 47, 6).

...Comenzaron las ganas de salirme de mi casa. Lo comenté, me dijeron que si me sentía capacitado yo pensé sí ¿por qué no? Mi madre no quería porque si cuando estaba muy niño me drogaba, pensó que iba a ser peor si estaba solo. Yo le dije que no iba a estar solo porque me iba a juntar con mi novia, se sorprendieron porque si apenas tenía 14 años, duré dos años con ella y luego se fue con un amigo mío... (Interno 83, 8-9).

Los discursos de la conducta sintomática de los entrevistados ya mencionada en las narraciones previas, como dejar la escuela, el ingreso temprano a la actividad laboral, convivir con amigos adictos, el contagio de enfermedades de transmisión sexual, robos en el hogar, se da en un continum con síntomas más graves, como el abuso de drogas y bebidas embriagantes y culmina en la actividad delictiva y el encarcelamiento.

La historia de mi detención, ya que es la única vez que me han detenido, es la siguiente: mi carrera delictiva siento que inició en el momento que decidí drogarme, ya que me encuentro detenido por el delito de robo calificado; la relación entre mi delito y mi adicción inició cuando conocí a un amigo, el cual me invitó a vivir a unos departamentos que eran de su propiedad, así que siendo el dueño del lugar todos los que acudían a los departamentos le invitaban droga y como yo diario estaba ahí me la pasaba drogándome (Interno 78, 20).

La vida de un delincuente no es nada buena porque sólo te da problemas y más problemas, por eso aléjense de las drogas. Yo desde chico comencé drogándome por problemas de familia. Así comencé juntándome con amigos que usaban drogas y así comencé y se me hizo vicio porque sólo trabajaba y cuando recibía mi cheque lo primero que compraba era la droga. Tuve muchos problemas con gente de otro barrio, sólo por un barrio porque yo soy un hombre con Sida; eso es lo peor, meterse en un barrio (Interno 70, 12).

...Trabajar de mesero con mi padre empecé a crecer en ese ambiente (de) farras, alcohol y baile. (A los) 15 años empecé a vivir esto y luego conocí a una persona, me junté, donde procreé un hijo, empecé a trabajar más porque ella tenía dos hijos más que no eran míos pero yo los mantenía trabajando muy duro y la relación terminó porque la señora me traicionó y empecé a tomar mucho, me drogaba (Interno 41, 4).

...Le robé sus aretitos a mi primer niña, aretitos que yo no sabía quién se los había regalado ni con qué esfuerzo los consiguieron. Sentía miedo al cometer el acto, sabía lo que podía pasar, sabía que mi esposa me llamaría la atención y también cómo me vería su familia, hasta que llegué a quitárselos con mis propias manos. Recuerdo que cuando estaba con sus aretitos de mi hija y después de haberlos vendido por una de piedra base ya no quería regresar a casa, estaba lleno de culpabilidad, no sabía qué hacer, me llenaba de sentimiento, sentía cómo poco a poco se derrumbaba mi matrimonio, cuando decidí regresar a casa después de controlar lo nervioso que estaba a consecuencia de la dosis que tenía (Interno 2, 9-10).

En las narraciones recuperadas se puede observar un panorama del proceso de crianza de estas familias monoparentales, caracterizadas por la desconfirmación de las figuras parentales entre sí, la autoridad permisiva, la falta de acompañamiento en la toma de decisiones, la incursión de los hijos en el mercado laboral en una edad temprana, el abandono de la escuela, el relacionarse con pares consumidores de droga, para posteriormente en la adolescencia tardía presentar síntomas o conductas sintomáticas o disruptivas en la familia: violencia, robos, formación temprana de pareja y el delito como el desenlace de todas las variables ya mencionadas en la crianza.

 

Discusión

En la sociedad latinoamericana y nacional el delito es un asunto de interés público al que se le otorga mayor relevancia por su gravedad, magnitud y el modo en que afecta la colectividad esta problemática. Ante las afectaciones, el interés ha generado diversas propuestas para su explicación e intervención, desde el ámbito científico, político y de la comunidad. Derivado de ello, son muchas las variables abordadas en el ámbito científico y hay coincidencia en que la presencia de conductas delictivas no tiene un origen unicausal, por el contrario, diferentes variables concurren en su presencia.

Sin demeritar la importancia de las variables individuales expuestas en diferentes estudios (Murray y Farrington, 2010) una de las variables que tiene un mayor consenso es el contexto (Gracia et al., 2010; Knecht et al., 2010; Selfhout et al., 2008) en específico, las relaciones más cercanas de los individuos y en particular, en sus etapas tempranas de la vida, por ser fundamentales para el desarrollo psicológico de las personas. La parentalidad se constituye como uno de los ejes rectores de la actividad delictiva (Quiroz et al., 2007; Huitron et al., 2011; Krohn et al., 2009) y con importantes implicaciones.

En la constitución de las familias latinoamericanas se han observado grandes cambios ante los movimientos sociales sistémicos en la macroeconomía que han generado la precarización de los ingresos y de las relaciones en el interior de la familia. Estos y otros movimientos en el macrosistema han impulsado al cambio de roles y la asunción de otros. Cabe destacar entre ellos los divorcios rápidos, la integración de las mujeres al trabajo remunerado, la separación y desligamiento de uno de los cónyuges ante la separación, la mayor presencia de familias monoparentales/marentales.

Si bien se ha señalado que son las mujeres las que se quedan a cargo de los hijos ante las rupturas familiares, también es verdad que socialmente no se han encontrado los medios para que frente a dichas rupturas los hombres continúen participando de manera más equitativa en el cuidado de los hijos óaun cuando el vínculo conyugal se haya disueltoó. Al terminar una relación, los hombres parecen desvincularse de toda responsabilidad económica o de supervisión a los hijos; parece que el divorcio no sólo se lleva a cabo con la esposa, los hijos también resultan "divorciados" en la ruptura de la pareja, donde además de terminar, como la definición legal marca la unión conyugal, se termina con la parentalidad. Es decir, en la actualidad además de ruptura de pareja se da también ruptura de familia.

Los resultados obtenidos en este estudio señalan que existe una diferencia significativa entre los hijos criados por ambos padres en relación a los criados por uno solo, en su inserción en actividades delictivas y la presencia de conductas disruptivas —similares resultados han sido referidos de manera previa en otros estudios (Krohn et al., 2009)—. En los presentes resultados, la edad del primer delito no sancionado y de la primera detención se presenta antes de llegar a la adolescencia y en la adolescencia en hijos que no han sido criados por ambos padres. De manera similar se encuentran los hijos que cuentan con el apoyo de la madre y la edad de la primera detención.

La figura de la madre toma relevancia en esta muestra, dado que los resultados indican no sólo que es ella la que queda al frente ante la separación del padre, sino que además los integrantes de la muestra que sólo fueron criados por la madre, también iniciaron de manera más temprana el consumo de alguna sustancia, resaltando la cocaína y el alcohol. Al quedar un solo progenitor a cargo de los hijos, éstos contarán sólo con el apoyo de una figura parental para realizar las funciones de socialización, situación que puede volverse compleja por la incursión de la figura parental que queda a cargo en actividades laborales o por el posible agobio de problemas familiares y de pareja.

Una de las herramientas que puede ayudar a los investigadores a acercarse más a los resultados cuantitativos de la investigación, es analizar los problemas desde la propia narración del individuo, a partir de la metodología cualitativa. En el estudio se realizó un análisis cualitativo de relatos de vida de esa misma población, sobre todo de aquellos que han referido la presencia de un solo progenitor o de manera más precisa, como lo señalan Ruiz y Martín (2012), de familias monomarentales. Las categorías de análisis obtenidas en esta etapa, han llevado a la comprensión de los significados compartidos provenientes de un sistema familiar de un solo progenitor.

Al analizar sus narraciones es posible identificar discursos en los que destacan elementos importantes sobre sus familias: primero, el número significativo de integrantes de familia; luego, la compleja interacción que se establece en la función parental al intervenir otros integrantes de la familia ante la falta de un padre; en tercer lugar, la permisividad o falta de cuidado de las actividades de los hijos, mientras, por último, las actividades realizadas con individuos no pertenecientes al sistema familiar, es decir, la integración en sistemas de pares con conductas delictivas y adictivas.

Las familias numerosas en el sistema fraterno al parecer complejizan el cuidado de los hijos y hacen necesaria la participación de otros integrantes de la familia que participen ante la petición de apoyo o por iniciativa propia en el cuidado y supervisión de los hijos, siendo por lo general un miembro de la familia extensa; la derivación del rol parental recae en diferentes miembros de la familia como tíos, hermanos mayores, etc., como otros estudios lo han referido ya (Ruiz y Martín, 2012; Schoeder et al., 2010).

De acuerdo con las narraciones recuperadas, ello propicia una participación poco organizada o sincronizada con la madre en la función de supervisión, apoyo, control o afecto, posibilitando directivas que descalifican a la autoridad de la figura parental a cargo de los hijos o de manera inversa, cuando algún miembro de la familia extensa que ha asumido una de las funciones de apoyo quiso poner límites al entrevistado, fue la autoridad de la madre quién descalificó esa indicación; se triangulan por tanto los intentos de establecer normas a los hijos, oscilando entre el control parental autoritario y permisivo, entre la incongruencia y la indefinición.

La compleja situación en la que quedan las mujeres separadas en esta población puede dar paso a la permisividad, ya sea por parte de la figura materna o de algún otro integrante que asume funciones parentales o de apoyo. Por una parte, se observa en el discurso que cuando las familias quedan con un solo progenitor al frente, los hijos a temprana edad toman decisiones en dos áreas de su vida: su inserción al mercado laboral y el abandono de la escuela.

Serían motivos de una nueva investigación dos aspectos presentes en estas narraciones; primero, el indagar cómo se va desarrollando la asunción temprana de decisiones de los hijos y segundo, el averiguar la falta de implicación o la marginalidad observada en estas familias y comprender si esta situación va en el sentido señalado por Paquette et al. (2000), es decir, atribuirlo al agobio generado por los propios problemas de los padres. Analizar así el espacio donde se construye y deconstruye el deber de la paternidad, el propiciar cariño y atención a los hijos; asimismo, la imperiosa necesidad de recursos económicos y el consecuente involucramiento en el ámbito laboral y frente a ello delegar en otros su función parental.

La supuesta permisividad ante las acciones de los hijos que dan señales de iniciar de manera temprana actividades delictivas o de adicción, posibilitará una constante espiral de consumo de sustancias adictivas (drogas y alcohol) y pautas delincuenciales cometidas en su propio hogar. En ese impasse de la familia (Cárter, 2003; Krohn et al., 2009) parecerían eclosionar las conductas sintomáticas en los integrantes del sistema fraterno.

 

Conclusiones

En conclusión, los estilos parentales propuestos por Baumrind (1966, 2005) pueden ser compatibles con la población normativa, pero en el caso de la población paranormativa la complejidad de las relaciones parentales y de su contexto parecen no cumplirse en su totalidad. Más apegado a esta realidad se encuentra el estilo propuesto por Paquette et al., (2000), aunque los relatos de vida señalan que la parentalidad no va en el sentido de la poca implicación; más bien parece una parentalidad desorganizada, al no existir un objetivo común y presentarse incongruencias en las directivas de los implicados en funciones parentales.

Si bien la separación de los padres resulta inevitable, hasta hoy no se ha encontrado ni se ha instaurado un mecanismo de apoyo social formal que ayude al tránsito de ser pareja a ser padres y no dejar a la deriva esa función tan necesaria en la etapa de infancia y adolescencia de los menores; es preciso establecer mecanismos que ayuden a consolidar estrategias de supervisión, control y cuidados paternos de las familias en proceso de separación y de conflicto. A su vez, potenciar orientaciones centradas en evitar que los padres cedan a las demandas incívicas de los hijos, oscilando de la supervisión parental rígida a la permisividad. Ello evitaría ese riesgo de exclusión de los infantes y adolescentes, que construirían en perspectiva un engaño que mistifica toda su actividad incívica posibilitada por una socialización inoperante.

 

Limitaciones

Una de las limitaciones de este estudio fue el no poder realizar un muestreo estadístico comprendiendo toda la población del Centro Penitenciario, donde fue recabada la muestra, por las restricciones y condiciones de seguridad que impusieron los directivos al ingreso de los investigadores. La muestra se recuperó de un grupo de internos que por su tiempo de reclusión estaban realizando los estudios de consejo técnico. Sería importante poder contrastar los resultados con una muestra más amplia.

 

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Información sobre los autores

Cristina Estrada Pineda. Profesora Investigadora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Guadalajara. Doctora por la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo, España. Miembro del Sistema nacional de Investigadores nivel 1. Publicaciones en revistas SJR, entre ellas, Universitas Psychologica, International Journal of Psychological Research, Revista Cubana de Salud Pública. Libros publicados en la Universidad de Guadalajara, Universidad de Oviedo, en Galicia y en Manual Moderno. Dirección electrónica: cristina.estrada@csh.udg.mx.

Francisco Javier Rodríguez Díaz. Profesor titular de la Universidad de Oviedo, España. Autor de diversos artículos publicados en revistas SJR, entre ellas, Psicothema, Revista Méxicana de Psicología, Salud Pública de México, Revista colombiana de psicología entre otras. Ha publicado diversos libros en Galicia, Asturias, Granada, Sevilla, España y en la Universidad de Guadalajara y la Universidad de Morelia, México. Dirección electrónica: franciscojavierrodriguezdiaz@gmail.com.

Elisa Cerros Rodríguez. Profesora titular del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Guadalajara. Doctora en Filosofía con orientación en Trabajo Social y Políticas comparadas de Bienestar Social. Perfil PROMEP. Ha publicado en diversos libros en la Universidad de Guadalajara, Universidad Autónoma de Nuevo León, Universidad Autónoma de Tlaxcala y en diversas revistas entre ellas: Revista Pequén de Chile, y la Revista Perspectivas Sociales/ Social Perspectives, UANL/Universidad de Tennessee. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Dirección electrónica: elisacerros@yahoo.com.mx.

Carlos Solano Mendoza. Profesor de Asignatura de la Universidad de Guadalajara, Doctor en Educación por la Universidad de Santander. Ha publicado en libro de la Universidad de Morelia. Actualmente tiene diversos trabajos en evaluación para su próxima publicación. Dirección electrónica: franciscojavierrodriguezdiaz@gmail.com.

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