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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.21 no.83 Toluca ene./mar. 2015

 

La integración laboral precaria de los migrantes mexicanos calificados en Estados Unidos al inicio del siglo XXI

 

Precarious labor Integration of skilled Mexican migrants in the United States at the dawn of the XXI century

 

Luis Enrique Calva Sánchez Y Rafael Alarcón

 

El Colegio de la Frontera Norte, México.

 

Artículo recibido el 18 de diciembre de 2013.
Aprobado el 2 de junio de 2014.

 

Resumen

En este artículo se analiza la inserción laboral de los migrantes calificados mexicanos en Estados Unidos. El trabajo se centra en el análisis del volumen y el perfil socio-demográfico de estos inmigrantes y en su inserción laboral en ese país. Los hallazgos sugieren que los mexicanos calificados residentes en Estados Unidos, desde una perspectiva comparativa, revelan un menor dominio del idioma inglés, un bajo porcentaje tiene estudios de posgrado y hay una discordancia entre sus estudios universitarios y las áreas de especialidad con gran demanda laboral. Por otra parte, se advierte el uso limitado de visas de inmigrante y no inmigrante. El resultado es que la mayor parte de estos inmigrantes mexicanos calificados presentan una inserción laboral deficiente porque tienen ocupaciones para las que no es necesario contar con estudios universitarios.

Palabras clave: Migración calificada; integración laboral; política de inmigración; México; Estados Unidos.

 

Abstract

This article analyzes the labor integration of skilled Mexican immigrants in the United States. The analysis focuses on the volume and social-demographic characteristics of these immigrants and their labor integration into this country. From a comparative perspective, findings suggest that skilled Mexican immigrants residing in the United States, have lower english proficiency, a low percentage of those has post-graduate education and a mismatch between their university education and the specialized areas that have a high labor demand. On the other hand, their use of immigrant and non-immigrant visas is limited. As a result, the largest number of these skilled Mexican immigrants have a deficient labor integration because they have obtained occupations for which university education is not required.

Key words: Skilled migration; labour insertion; immigration policy; Mexico; United States.

 

Introducción

La migración calificada ha ganado mucha importancia en el mundo debido a su crecimiento acelerado y a su impacto económico y social en los países de origen y destino. El volumen creciente de estos migrantes se debe, entre otros aspectos, al incremento de la población con educación universitaria en el mundo, a la poderosa influencia de las corporaciones globales que buscan tener acceso a los mejores trabajadores y al diseño de políticas gubernamentales de inmigración que favorecen la movilidad temporal y permanente de estos migrantes.

No es fácil definir la migración calificada, pues las características para identificarla cambian a través del tiempo en respuesta a las transformaciones de la economía y del mercado laboral a nivel mundial, así como a la escasez de fuentes de datos en las cuales se recopile información para cuantificarla (Batalova, 2006; Pellegrino, 2001). Por su parte autores como Enrique Oteiza (1996) argumentan que la definición debe ser restrictiva pues el fenómeno se identifica en buena medida con la movilidad internacional de "intelectuales", científicos y tecnólogos, identificados por su labor de investigación y creación de conocimientos avanzados. Sin embargo, el mismo Oteiza indica que en general la definición de migración calificada incluye a las personas que han obtenido por lo menos el primer grado universitario en el país de origen y que otros trabajadores como deportistas, modelos y actores, pueden ser considerados como tales, aun cuando no hayan alcanzado ese nivel de estudios, debido a que poseen una característica que es demandada en un mercado laboral a nivel internacional que, aunque de dimensiones menores, se caracteriza por la libre movilidad entre fronteras internacionales.

Como se deduce de la explicación anterior, la definición de migración calificada ha seguido distintos criterios, tales como escolaridad, área de especialidad, experiencia laboral y tipo de ocupación, aunque los más utilizados son la escolaridad y la ocupación. Con base en esta discusión, en este estudio se define como calificados a los individuos que han obtenido un título universitario, es decir que han conseguido un grado a nivel terciario después de haber concluido la educación de preparatoria, por lo que en general han acumulado alrededor de 16 años de educación formal.

En México, se argumenta que en la primera década del siglo XXI la tasa de crecimiento de la población de inmigrantes calificados mexicanos que residen en Estados Unidos fue mayor a la que se observó entre sus connacionales con niveles más bajos de escolaridad (Lozano y Gandini 2012). Se estima que actualmente el volumen de esa población supera el medio millón; incluso se afirma que en valores absolutos México está entre los principales expulsores de mano de obra calificada en el mundo (Tigua, 2011: 41; Cruz-Piñeiro y Ruiz-Ochoa, 2010: 105; CONAPO, 2007).

Sin embargo, en la estimación anterior se incluye a los individuos que recibieron su educación universitaria en México, Estados Unidos u otro país; de hecho es muy probable que cerca de la mitad de los inmigrantes calificados mexicanos que residen en el país vecino del norte haya concluido sus estudios de tercer nivel allá (Calva y Carrión, 2014).

En un trabajo pionero, Alarcón (1999) identificó las distintas formas que siguen los migrantes calificados para integrarse al mercado laboral de Estados Unidos. En este estudio se analiza la forma en la que ingenieros y científicos nacidos en México se incorporan en la industria de alta tecnología de Silicon Valley, la región más exitosa en el mundo, ubicada en el norte de California.

Estos profesionistas llegaron por diferentes vías a aquella región. Los más numerosos son los que fueron a Estados Unidos originalmente para hacer estudios de posgrado en una universidad estadounidense y que al terminar sus estudios fueron reclutados por compañías de alta tecnología que les ayudaron a tramitar la residencia permanente legal. El segundo grupo está compuesto por los que empezaron a trabajar en compañías subsidiarias de empresas de alta tecnología en México y luego fueron transferidos a la planta central en Silicon Valley. Unos pocos llegaron a Estados Unidos como niños inmigrantes llevados por sus padres y luego realizaron sus estudios en el sistema educativo estadunidense. Rubén Rumbaut (1997) se refiere a los miembros de este grupo como "la Generación 1.5" para distinguirlos de la segunda generación que comprende a las personas que nacieron en Estados Unidos. Están finalmente, los High-Tech Braceros que como los braceros mexicanos del pasado, trabajan en Estados Unidos de una manera temporal. La mayor parte de estos migrantes tenían la visa H-1B que les permitía una estancia máxima de seis años pero que después los haría elegibles para conseguir la residencia permanente legal.

Esta tipología es útil para identificar a dos grupos muy definidos entre los inmigrantes calificados de la actualidad: los que llegaron a Estados Unidos como adultos habiendo realizado estudios universitarios en México y los que llegaron durante su niñez o adolescencia, como parte una migración familiar, hicieron estudios de universidad en el país vecino del norte y por tanto son miembros de la "Generación 1.5". Estos dos grupos tienen trayectorias educativas, migratorias y profesionales muy diferentes, que se asocian con el tipo de ocupación que desempeñan en el mercado laboral. Batalova y Fix (2008) estiman que para 2005, 46.5 por ciento de los mexicanos que tenían menos de diez años de estancia, y que presumiblemente estudiaron en México, se empleaban en ocupaciones no calificadas, mientras que entre aquellos individuos que se formaron en el país de destino el porcentaje descendía hasta 33.7, lo que muestra que los migrantes que se forman en México tienen menos éxito en su inserción laboral o una mayor subutilización de su calificación.

Este fenómeno se observa entre distintos grupos de migrantes y en distintos países de recepción. Brandi (2001: 106) explica que en el contexto de Roma, Italia, la subutilización laboral que se observa entre los migrantes calificados se asocia a aspectos estructurales del mercado laboral, ya que el trabajo calificado se concentra en sectores a los que difícilmente pueden acceder los extranjeros, como es el sector público; identifica, además, dificultades para validar títulos académicos y un muy estrecho lapso del que disponen los migrantes para buscar empleo, debido a la urgencia que tienen por enviar remesas a su país de origen. Estos factores favorecen a que los inmigrantes calificados opten por emplearse en ocupaciones consideradas como no calificadas.

Situación similar a la anterior se podría observar entre los mexicanos calificados que arriban a Estados Unidos. Autores como Rodríguez (2013) Cruz-Piñeiro y Ruiz-Ochoa (2010) indican que uno de los problemas a los cuales se enfrentan estos migrantes al tratar de ingresar al mercado laboral es la validación de sus títulos universitarios, debido a la falta de "acuerdos de reconocimiento mutuo" que permitan la certificación de los profesionistas. Sin embargo, esto se debe matizar ya que esta limitación afecta en diferentes grados a los profesionistas, pues mientras un abogado tendría que volver a estudiar la carrera de leyes y un médico tendría que tomar exámenes comprensivos de medicina, otros profesionistas pueden hacerlo sin problema, como es el caso de los ingenieros. Carrión y Hualde (2013) analizaron el proceso de inserción laboral de un grupo de ingenieros mexicanos en Estados Unidos e identificaron que la ausencia de una certificación no fue un factor que limitara la obtención de un empleo asociado a su área de conocimiento, sin embargo, en algunos casos fue necesario certificarse para acceder a mejores puestos dentro de la empresa.

A los factores anteriores hay que agregar el estatus migratorio indocumentado que incrementa las posibilidades de estar empleado en ocupaciones no calificadas. Al respecto, se tiene evidencia para sugerir que entre los mexicanos calificados hay una alta proporción de indocumentados; se estima que en 2008 había 11.6 millones de inmigrantes mexicanos, calificados y no calificados, en Estados Unidos, de los cuales siete millones, 59 por ciento, eran indocumentados (Passel y Cohn, 2009; Passel y Cohn, 2008), además, como se mostrará en este documento, por parte de los mexicanos hay un uso muy bajo de visas de inmigrante y no inmigrante para profesionistas.

Es importante destacar que los individuos que se forman en el país de destino no tienen problemas para validar sus títulos ya que los obtuvieron allá y difícilmente encontrarán dificultades con el dominio del idioma, pues tienen al menos el nivel suficiente para concluir los estudios universitarios. Por lo anterior, el presente artículo se enfoca en los migrantes calificados mexicanos que recibieron su educación universitaria en México para analizar su inserción laboral en Estados Unidos. Para este fin se estima su volumen y se examina su perfil socio-demográfico, sus recursos de capital humano y el efecto de la política de inmigración de Estados Unidos en relación a su uso de visas de inmigrante y no inmigrante.

En el presente artículo se presentan los antecedentes teóricos de la integración laboral. Posteriormente se examinan el volumen y el perfil socio-demográfico de los migrantes calificados mexicanos en Estados Unidos, incluyendo las características de su capital humano. Luego se analiza la relación entre oferta y demanda a partir del área de especialización de la fuerza laboral migrante mexicana y la demanda del mercado laboral de Estados Unidos. También se presenta el uso que está población hace de las visas asociadas a empleos calificados. Se analiza además la inserción laboral empleando una clasificación de ocupaciones según el nivel de escolaridad y experiencia laboral requeridas para desempeñarlas y finalmente se presentan las conclusiones del trabajo.

Las fuentes de datos que se utilizan provienen de la American Community Survey (ACS) para los años comprendidos entre 2000 y 2011, así como la base trianual 2009-2011, datos sobre el perfil de beneficiaros de visas H-1B publicado por el Department of Homeland Security (DHS), registros administrativos sobre el número de visas TN y H-1B otorgadas en el periodo 1997-2012 del Bureau of Consular Affairs (CA) y estadísticas sobre la demanda de fuerza laboral del Bureau of Labor Statistics (BLS). Como parte de la estrategia analítica, se compara el caso de los migrantes mexicanos calificados con otros grupos de migrantes que residen en Estados Unidos y proceden de países como India y Filipinas, casos típicos en la bibliografía internacional sobre migración calificada (Khadria, 2004; 2007).

 

Antecedentes teóricos de la migración calificada y la integración laboral

Las teorías sobre la integración laboral de los inmigrantes en los países de destino se han elaborado con base en la experiencia de los inmigrantes no calificados, por lo que realmente no ha habido un avance significativo en el desarrollo de teorías sobre los inmigrantes que tienen al menos educación universitaria formal. Además, es importante considerar que la integración al mercado laboral es solamente una dimensión de la integración económica de los inmigrantes que incluye el autoempleo, la formación de negocios y las inversiones en bienes inmuebles, tanto en el país de origen como en el de destino (Alarcón Acosta, Escala Rabadán y Odgers Ortiz, 2014).

Una de las perspectivas empleadas para analizar la integración laboral de los migrantes calificados es la teoría del capital humano. Esta teoría se ubica en el marco de estudio de la economía neoclásica, se remonta a mediados del siglo XX y propone que la educación implica mayor producción de capital material, por lo que se considera una inversión susceptible de cálculo acerca de su rentabilidad. Uno de sus principales expositores, Becker (1993: 15-17) propone que ciertas actividades como la educación, la formación en el trabajo, el cuidado médico, la búsqueda de información sobre los precios y la emigración aumentan los recursos de las personas; a esas actividades les denomina inversiones en capital humano. En este sentido el individuo es concebido como un capitalista que invierte en su propia educación, que se preocupa por la adquisición de capacidades productivas y por la acumulación de conocimiento; cada individuo realiza una estimación acerca del monto de la inversión que implican los gastos iníciales y el costo de oportunidad durante el tiempo necesario para el aprendizaje que se resta del tiempo de trabajo.

No obstante su aparente coherencia, la teoría del capital humano ha sido criticada desde diferentes vertientes. Se indica que en su origen el programa de investigación del capital humano se basa en un "individualismo metodológico" que implica que el origen de todos los fenómenos sociales se debe hallar en la conducta individual. Por otra parte, desde los años setenta se demostró que la duración del proceso formativo y la posesión de capacidades intelectuales no explican los diferenciales salariales, por el contrario, se ha encontrado evidencia de una segmentación vinculada a factores extraeconómicos como sexo y raza. Incluso se indica que las sociedades industriales exhibían una limitada correspondencia entre el nivel de instrucción y la posición social a lo que se denominó "la paradoja de la sociedades industriales" (Aronson, 2007).

Con base en la teoría del capital humano, autores como Chiswick (1978) y Borjas (1990) analizan el proceso de integración laboral de los inmigrantes en Estados Unidos y en la mayor parte de las publicaciones sobre este tema se repasa el debate clásico entre estos autores. Para Borjas, el estudio de Chiswick (1978) en el que contrastaba las ganancias de los inmigrantes con sus contrapartes nativos, concluía erróneamente que los inmigrantes legales se asimilaban "demasiado bien". Borjas (1990) argumenta que los inmigrantes no se estaban asimilando bien porque sus habilidades socioeconómicas (educación y manejo del idioma inglés) se habían deteriorado significativamente entre las décadas de 1960 y 1970 y que por esta razón, sus salarios reales permanecerían por debajo de los salarios de los nativos a través de sus vidas laborales.

Sin embargo, Duleep y Regets (2014) argumentan que Borjas demostró la caída en la "calidad de los inmigrantes" posteriores a 1965 a través de observar que sus ganancias iniciales habían disminuido junto con la suposición de que el crecimiento de estas ganancias permanecía estable. Sin embargo, con base en su investigación, los autores muestran que los inmigrantes posteriores a 1965 tienen un alto crecimiento de sus ganancias que no permanecen estables al mismo tiempo que sus ganancias iniciales decrecen. Por esta razón, los inmigrantes que empiezan con relativamente bajas ganancias experimentan un alto crecimiento de sus salarios y ganancias, llegando a exceder los de cohortes anteriores de inmigrantes y nativos estadounidenses (Duleep y Regets, 2014). Un tema por dilucidar es el papel que juegan los inmigrantes calificados en esta integración laboral exitosa respecto a los inmigrantes en general, tomando en cuenta sus altos niveles de capital humano que podrían resultar en salarios más altos, incluso en comparación con el nivel de los profesionales nativos.

Otras perspectivas para explicar la integración de los migrantes en el mercado de trabajo de Estados Unidos son el desplazamiento de trabajadores nativos y otros inmigrantes, segmentación y sucesión laboral (Valenzuela, 1993). Respecto a la segmentación, Piore (1979) afirma que el mercado de trabajo está segmentado entre un sector primario y otro secundario. En el sector primario se ubican los empleos de mayores ingresos, más estables y de mayor estatus, reservados para los trabajadores nativos; en el sector secundario, que tiene empleos que no son calificados, con bajos salarios y que a menudo conllevan condiciones difíciles, inseguras y con pocas oportunidades de progreso, es donde se concentran los inmigrantes. Sin embargo, Portes y Rumbaut (2006), argumentan que la teoría del mercado de trabajo segmentado nunca ha sido verificada empíricamente y de acuerdo con Alarcón (1999) parece insuficiente para explicar el alto volumen de migrantes calificados en la industria de la tecnología de la información de Silicon Valley, en California, en donde hay un alto porcentaje de ingenieros y científicos inmigrantes que están ubicados en lo que sería el sector primario del mercado de trabajo.

Un aspecto fundamental de la migración calificada es que es apoyada y promovida por empleadores con mucho poder político que influyen en sus gobiernos para definir políticas que faciliten la inmigración permanente y temporal. En este sentido es muy útil la propuesta de Portes y Rumbaut (2006: 92-96) en la que definen dos ejes para el estudio de la migración: la condición de salida y el contexto de recepción. El primero se refiere específicamente a las condiciones en las que los migrantes dejan su país de origen. La clave en estas condiciones es la distinción entre problemas políticos y el diferencial salarial que es útil para entender la situación de salida de los migrantes, su actitud hacia la sociedad receptora y sus patrones de adaptación. En cuanto al contexto de recepción, se consideran las políticas de inmigración de los gobiernos receptores, las condiciones del mercado laboral, las características de las comunidades étnicas preexistentes y la opinión pública sobre la inmigración en el país de destino.

Finalmente, es necesario señalar que autores como Castells (1996: 102) niegan la existencia de un mercado laboral verdaderamente global, ya que según él, la economía global está segmentada pues no incluye ni todos los procesos económicos del planeta, ni todos los territorios, ni a todos los trabajadores y se concentra en Norteamérica, la Unión Europea y la región de Asia y el Pacífico. Sin embargo, ese mismo autor acepta la existencia de un mercado laboral global para el pequeño pero creciente segmento de profesionales y científicos que están involucrados en procesos innovadores de investigación y desarrollo, ingeniería de punta, gestión financiera, servicios avanzados de negocios y en el entretenimiento.

 

Volumen y perfil socio-demográfico de los migrantes mexicanos en Estados Unidos

Con base en los datos anuales de la ACS 2000-2011 y la base trianual 2009-2011, se presenta a continuación un análisis de la población nacida en México que concluyó su educación universitaria en su país y que posteriormente emigró y reside en Estados Unidos. Se estima el volumen de esta población y se analizan las características de su capital humano a partir de indicadores básicos como el nivel de competencia en el idioma inglés, contar con estudios de posgrado y área de conocimiento de los estudios universitarios. En relación con la integración social y política, se examina el porcentaje de naturalización. En ambos casos la estrategia analítica incluye comparar los indicadores de esta población con lo observado entre otros grupos de migrantes calificados residentes en el país vecino del norte: indios, filipinos, chinos, coreanos, canadienses, taiwaneses, cubanos, colombianos y alemanes. La inclusión de estos grupos en el análisis responde a su número, ya que son los grupos de extranjeros que más migrantes calificados aportan a la población estadunidense.

En la ACS no hay datos sobre el país en que se formó o concluyó sus estudios el migrante. Para imputar este dato se emplea el año de arribo a Estados Unidos, como se explica en Batalova y Fix (2008) y Calva y Carrión (2014). Una vez identificada la población sujeto de estudio, se estima que el total de individuos en el año 2000 fue 159 mil, que ascendió a 294 mil en 2011. Esto representa una dinámica de crecimiento acelerado (un incremento de 85.3 por ciento en el periodo) sobre todo si se considera el contexto general de la migración de México a Estados Unidos, que creció a una tasa cercana a cero o incluso negativa (Passel et al., 2012).

Entre las características de la población de estudio se observa un descenso importante en la proporción de hombres: el índice de masculinidad pasó de 118 en 2000 a 93 en 2011, es decir, para ese último año el número de mujeres con estudios universitarios que emigró y permanece en Estados Unidos es mayor al de los hombres (ver columna 3 del Cuadro 1). Este resultado se asocia a un fenómeno regional que se ha resaltado en los años recientes; en el que se observa una mayor participación de mujeres jóvenes en los flujos migratorios de trabajadores calificados que se originan en los países de América Latina y El Caribe (Fiori y Koolhaas, 2012; Castles y Miller, 2004).

Sin embargo, para argumentar que en efecto hay una mayor participación de las mujeres en los flujos de migración calificada de México a Estados Unidos, hay que identificar y descartar el efecto de otros factores asociados al incremento de la proporción de mujeres en la población de estudio, ya que el descenso en el índice de masculinidad de los últimos años no implica necesariamente que hayan arribado más mujeres que hombres; este descenso también podría ser resultado de un retorno selectivo de los hombres. Para esclarecer esta situación, habría que analizar el flujo de migrantes, sin embargo esto es poco factible con los datos de la ACS, pues es una encuesta en viviendas.

Para aproximarse a lo que sucede en el flujo de migrantes se puede estimar el índice de masculinidad, pero a partir de aquella población que tiene muy poco tiempo de residir en Estados Unidos. Con los datos de la ACS se puede separar a los individuos según su año de llegada y tiempo de estancia, sin embargo, esto último no se puede reducir demasiado pues también se reduce el tamaño de muestra. Para este análisis, se propone considerar a aquellos migrantes con dos o menos años de estancia respecto al año de la realización de la encuesta. Al realizar este ejercicio (ver Cuadro 1, cuarta columna) el resultado muestra nuevamente que en el periodo analizado el índice de masculinidad tiende a disminuir, pues pasó de 120 a 105 entre 2000 y 2011. Estos datos respaldan el argumento sobre el aumento de la participación de las mujeres en el flujo migratorio, sin embargo no se puede afirmar que su participación superó a la de los hombres, pues el índice aún es mayor a 100.

Otro aspecto relevante por considerar en la migración calificada de hombres y mujeres es saber si se trata o no de una Población Económicamente Activa (PEA). Según se muestra en las dos últimas columnas del Cuadro 1, al inicio del periodo la gran mayoría de los hombres estaba en el mercado laboral (79.8 por ciento), mientras que las mujeres que declararon trabajar por un ingreso o buscar trabajo eran sólo cerca de la mitad (50.8 por ciento). Para 2011 el porcentaje aumentó para ambos grupos, en el de los hombres a 88.6 y en el de las mujeres a 58.7.

Estos resultados invitan a reflexionar sobre las dinámicas y lógicas de esta migración, específicamente las motivaciones que podrían guiar a los migrantes calificados, sobre todo en el caso de las mujeres. Con los datos de la acs no se pueden descubrir los objetivos o aspiraciones que motivan a emigrar a los calificados mexicanos, sin embargo, a partir de estudios cualitativos se ha mostrado que entre los factores asociados para entender estos desplazamientos destaca la reunificación familiar (Calva, 2014). Por lo tanto, si bien es cierto que ha aumentado la participación de las mujeres mexicanas en el flujo de migración calificada que tiene por destino Estados Unidos, también hay que señalar que en algunos casos, cerca de 40 por ciento en 2011, no se observa una incorporación o permanencia en el mercado laboral.

En años recientes el término de migrante calificado se ha enfocado exclusivamente en el nivel de escolaridad, se ha puesto demasiada atención en si el individuo cuenta o no con estudios universitarios para considerarlo o no como calificado.

Sin embargo, para entender su inserción laboral también resulta relevante saber si dominan el idioma del país receptor, si cuentan con estudios de posgrado y sobre todo si el área de conocimiento en la que se especializaron responde a la demanda del mercado laboral receptor. Para involucrar estos elementos en el análisis, se presenta a continuación un perfil asociado al capital humano de los diez principales grupos de migrantes calificados que residen en Estados Unidos (Cuadro 2).

La migración de México a Estados Unidos se ha caracterizado históricamente por el nivel escolar bajo de los individuos que integran los flujos migratorios. Los tabulados de la EMIF Norte para el año 2011 indican que sólo siete por ciento de los migrantes procedentes del sur con destino Estados Unidos contaba con algún grado aprobado de universidad o más1. Por lo anterior, no es extraño que el porcentaje de calificados entre la diáspora mexicana sea el más bajo de los grupos analizados.

De acuerdo con los datos del Cuadro 2, sólo 2.8 por ciento del total de migrantes mexicanos que residen en el país vecino del norte emigró después de concluir sus estudios universitarios. En contraparte, entre los indios el porcentaje asciende a 60.4 por ciento.

El bajo porcentaje de calificados entre la diáspora mexicana se asocia, como señala Alarcón (2007), con una probable renuencia a emigrar de los mexicanos calificados o a un fenómeno de selectividad como indica Borjas (1986). Este escenario se puede matizar si se considera que en México durante la primera década del siglo XX egresaron cerca de tres millones de universitarios (CONACYT, 2011: 50) y que durante este periodo el stock de emigrantes mexicanos que residen en Estados Unidos aumentó en 135 mil individuos, es decir que el porcentaje de fuerza laboral calificada que emigró podría ser cercana a 4.5 por ciento respecto a la que se formó en ese periodo. También se debe señalar que la migración de calificados tuvo un crecimiento considerable en la primera década del siglo XXI.

En cuanto a los indicadores asociados al capital humano en el Cuadro 2, los migrantes mexicanos entre los diez principales grupos de migrantes calificados que residen en Estados Unidos, muestran una edad mediana muy baja (39 años) que es similar a la de los migrantes de la India. El conocimiento del idioma del país receptor también resulta fundamental para obtener un trabajo asociado a una ocupación calificada. Desde la década de 1970, Chiswick (1978) ya había relacionado la importancia del idioma con la asimilación económica de los inmigrantes en Estados Unidos. En este rubro los mexicanos se distinguen, pues junto con los procedentes de Cuba y Corea, presentan el porcentaje más bajo de individuos que habla bien o muy bien el inglés.

Asimismo, los mexicanos se distinguen por el bajo porcentaje de aquellos que realizan estudios de posgrado, sólo 28.2. Este nivel está por arriba de los procedentes de Filipinas, quienes se especializan en ocupaciones en las que es poco probable requerir estudios de posgrado como es el caso del personal de enfermería registrado. En cambio, los grupos que tienen más posgraduados alcanzan un porcentaje dos veces mayor respecto a los mexicanos: chinos (62.1 por ciento), taiwaneses (60.8 por ciento) y alemanes (56.2 por ciento). Muchos de estos individuos emigran para continuar con su formación en el país receptor, incrementando su capital humano y su asimilación al mercado laboral.

Respecto a la naturalización de los migrantes calificados mexicanos, se muestra un porcentaje muy bajo (30.2 por ciento) que es similar al de los canadienses. Este porcentaje bajo de los mexicanos calificados que han adquirido la ciudadanía estadunidense puede sugerir la presencia de un alto número de migrantes con estatus indocumentado, que entre otras dificultades les impide el acceso a la ciudadanía estadunidenses y al empleo formal profesional al que podrían acceder por su calificación.

 

Relación entre la oferta y demanda asociada a las ocupaciones calificadas

El hecho de que miles de migrantes calificados lleguen año con año a Estados Unidos se asocia a la demanda de profesionistas en ciertas áreas del conocimiento. Distintos actores, como el gobierno y las empresas transnacionales, gestionan la movilidad internacional de profesionistas o egresados universitarios, pero especialmente de aquellos que responden a la demanda del mercado laboral global, tal es el caso de los trabajadores del conocimiento (Castells, 1996). Por lo tanto, un aspecto relevante para entender la presencia de los migrantes calificados mexicanos en ese país es saber si su capital humano, en específico su área de especialidad, responde a la demanda del mercado laboral.

Esta demanda se puede evaluar a partir de datos de la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo de Estados Unidos (BIS, por sus siglas en inglés). Según ese Departamento, para la segunda década del siglo XXI hay 28 ocupaciones asociadas a trabajos calificados que requerirán, cada una, de 50 mil o más nuevos trabajadores. En su conjunto, estas 28 ocupaciones que se relacionan con las áreas de salud, educación y computación, demandarán una fuerza laboral de 3.97 millones de trabajadores. El área de la salud, en particular, acumula casi el 50 por ciento de la demanda con 1.9 millones de nuevos trabajadores.

Pero si bien es cierto que estos datos reflejan pautas de la demanda laboral estadunidense, esto no implica que la fuerza laboral nativa no cubra esta demanda. Por lo tanto, es pertinente emplear otro lente para matizar el escenario sobre la demanda de fuerza laboral calificada en el país vecino del norte. La propuesta es considerar el perfil de los migrantes a los que se les otorga una visa temporal de trabajo, en particular analizar las ocupaciones a las que se da la visa H-1B. Estas visas de no inmigrantes fueron diseñadas para trabajadores temporales empleados en "ocupaciones especiales" que requieren conocimiento altamente especializado y al menos un título universitario de licenciatura o su equivalente (bachelor's degree). Esta visa se concede originalmente por tres años y se puede renovar por un periodo similar adicional y eventualmente puede llevar a la residencia permanente legal (Alarcón, 2007).

Según datos del U. S. Department of Homeland Security (2012), de las 106 445 peticiones aprobadas para visas H-1B en 2011, 48.9 por ciento fueron otorgadas para ocupaciones relacionadas a la computación y para ocupaciones relacionadas al cuidado de la salud, se otorgaron 5.7 por ciento, no obstante que son parte de las más demandadas en el mercado laboral estadunidense (Gráfica 1).

Una vez que se cuenta con un panorama de la demanda de profesionistas extranjeros en Estados Unidos, conviene saber si el perfil de los mexicanos responde o no a esta necesidad. Para esto se analizó la especialidad de la población sujeto de estudio a partir del área de conocimiento asociada a su título de licenciatura. Como se hizo antes, en la Gráfica 2, fueron considerados otros grupos de migrantes calificados como referentes para comparar las áreas de especialidad de los mexicanos, en este caso fueron comparados con los indios y filipinos, dos grupos fuertemente asociados al fenómeno de la migración calificada. Los resultados muestran diferencias importantes entre los grupos analizados. Mientras que los mexicanos egresaron principalmente de carreras relacionadas a los negocios, contabilidad y administración (28.4 por ciento), los procedentes de India egresaron de áreas relacionadas a la ingeniería (30.8 por ciento) y los filipinos del área de cuidados médicos (30.2 por ciento). Es decir, estos dos últimos grupos responden en mayor medida a la demanda del mercado laboral estadunidense y/o al perfil de los beneficiados por las visas H-1B, mientras que en el caso de los mexicanos la respuesta es menor (ver Gráfica 2).

 

Uso de visas de inmigrante y no inmigrante por los mexicanos calificados

Antes de analizar el tipo de inserción laboral de los migrantes mexicanos calificados se presenta una arista más del fenómeno. Se trata del uso de visas asociadas al perfil profesional del migrante por parte de los mexicanos. Aunque ya se mencionó que el perfil de los mexicanos no se concentra en ocupaciones demandadas o beneficiadas por el sistema de visas estadunidense, puede ser que estos migrantes estén empleando las pocas que se otorgan para las áreas de su especialidad, como los negocios. Para comprobar lo anterior, a continuación se analiza el uso que los mexicanos hacen del sistema de visas estadunidenses para residentes permanentes legales o para trabajadores temporales. El objetivo es identificar el uso de visas relacionadas al perfil profesional del migrante.

No es fácil obtener datos sobre los inmigrantes que son admitidos como residentes permanentes legales pues las estadísticas sobre esta población que ofrece el U.S. Department of Homeland Security (DHS) se reducen a cuadros básicos, es decir, datos agregados de aspectos socio-demográficos. No se pueden construir cruces de variables para saber, por ejemplo, la escolaridad de los migrantes que obtienen estas visas y el tipo de preferencia por el cual la obtuvieron: reunificación familiar o empleo. No obstante estas limitaciones, entre 2003 y 2012 el número promedio anual de visas de residentes permanentes legales entregadas a mexicanos fue de 155 mil, lo que los sitúa como el grupo de inmigrantes que recibió más visas de este tipo.

Sin embargo, la mayor parte de los mexicanos que recibió las visas de residentes permanentes legales lo hace por medio de las preferencias de reunificación familiar o como parientes inmediatos de ciudadanos de Estados Unidos que no tienen límite numérico anual. Entre 2003 y 2012, 90.7 por ciento de los inmigrantes mexicanos fueron admitidos a Estados Unidos bajo estos dos sistemas. Solamente seis por ciento fue admitido bajo las preferencias de empleo y el resto se debe a otras razones, como solicitudes de refugio. Lo anterior implica que en promedio, el número anual de inmigrantes mexicanos que obtuvo la residencia permanente legal debido a su empleo fue de poco más de nueve mil. Sin embargo, no se puede garantizar que todos ellos sean trabajadores calificados ni que los que son admitidos por medio de las preferencias de reunificación familiar o como parientes inmediatos de ciudadanos de Estados Unidos, no sean calificados. Por ejemplo en 2012, de los 146 mil inmigrantes mexicanos que obtuvieron una visa de inmigrante, sólo 31 mil se identificó como ocupado fuera de su hogar y de ellos sólo 4 836 (3.2 por ciento del total) indicó estar ocupado como profesionista o en un área similar (Gráfica 3).

Una vía que tienen los mexicanos para residir y trabajar de forma temporal en Estados Unidos es a través de las visas temporales de empleo. Una de éstas, es la visa H-1B, mencionada anteriormente. Según datos del DHS2 en el año fiscal 2011 se aprobaron 106 445 peticiones para visas H-1B para nuevos trabajadores, esto sin contar renovaciones. Sin embargo, la participación de los mexicanos en la población beneficiada por esta visa es bastante baja. Al analizar los datos anuales de 1997 a 2012 se encuentra que en ningún año supera 3.5 por ciento. El número promedio anual de visas que los mexicanos recibieron en ese periodo es de 2 682 visas (ver Gráfica 4).

Otra visa que emplean los mexicanos y para la cual no tienen competencia, es la Visa TN o "Visa NAFTA". Esta visa surgió a partir del Tratado de Libre Comercio suscrito entre Canadá, Estados Unidos y México en 1994 y es sólo para los profesionales que sean ciudadanos de alguno de estos países. De acuerdo con la Gráfica 4, entre 1997 y 2012, el número de visas otorgadas pasó de 168 a 7 601, lo que representa un incremento de 4 424 por ciento.

En el periodo entre 1997 y 2012 se observan dos etapas distintas: antes y después de 2003. Antes de ese año, el número de visas TN fue muy bajo. Algunos autores calificaban la emisión de visas como "ridículamente baja", pues nunca alcanzó el límite establecido de 5 500 visas anuales (Verea, 2010: 48) (ver Gráfica 4).

 

Inserción laboral precaria

En esta parte del trabajo, se analiza la integración laboral de los migrantes calificados mexicanos que residen en Estados Unidos. Para esto, se identificó el tipo de ocupación en la que los individuos están empleados al momento de la realización de la encuesta American Commnity Survey. Siguiendo la metodología empleada por Batalova y Fix (2008) se clasificó el conjunto de ocupaciones en tres grupos de acuerdo con el nivel de escolaridad y experiencia previa requeridas para desempeñarlas: calificada, técnica y poco calificada.

El primer grupo lo componen aquellas ocupaciones para las cuales es necesario haber alcanzado un nivel de escolaridad alto, esto implica contar con un título de licenciatura o posgrado. En el grupo dos, etiquetado como "técnicas", se incluyen aquellas ocupaciones que requieren una mezcla de experiencia laboral especializada y educación técnica. Finalmente, el grupo etiquetado como "poco calificadas" lo constituyen ocupaciones para las cuales no se requiere un nivel de escolaridad específico ni experiencia laboral. Siguiendo esta clasificación, se presenta en el Cuadro 3 la distribución porcentual por tipo de ocupación de los mexicanos con estudios superiores que emigraron y residen en Estados Unidos, así como la distribución de otros grupos de migrantes a los que ya se ha hecho referencia.

En comparación con otros grupos de migrantes calificados, los mexicanos se caracterizan porque cerca de 47 por ciento está empleado en ocupaciones que no requieren preparación universitaria formal ni experiencia laboral. A esta situación se asocia un alto nivel de subutilización de competencias o de recursos humanos. El nivel de subutilización laboral observado entre los mexicanos es de los más altos, equiparable sólo con el que presentan los cubanos. Ambos grupos tienen una distribución similar entre trabajos calificados, técnicos y poco calificados (31.6, 20.7 y 47.6 por ciento para el caso de los mexicanos y 29.0 23.9 y 47.1 por ciento entre los procedentes de Cuba).

La situación laboral de los calificados mexicanos es aún más precaria cuando se considera el campo laboral en que se desenvuelven. Algunos de ellos están empleados en ocupaciones que difícilmente forman parte del ámbito en el que pueden ascender o iniciar una trayectoria profesional. Para demostrar lo anterior se analizó la distribución por campo laboral de los mexicanos en el mercado de trabajo estadunidense. Primero se hace referencia al caso de aquellos que están en ocupaciones calificadas y como referencia, se incluye en el análisis de los migrantes precedentes de India.

En la Gráfica 5 se presenta la distribución porcentual de los migrantes que están empleados en ocupaciones calificadas. En esta gráfica se observa una fuerte concentración por parte de los inmigrantes procedentes de India en el campo laboral de computación y matemáticas (42.9 por ciento). Por parte de los mexicanos, las concentraciones más altas están en el área de docencia y negocios que apenas agrupan a 25.9 y 16.5 por ciento de los migrantes, respectivamente.

En cuanto a los migrantes que tienen ocupaciones no calificadas (ver Gráfica 6) el escenario es similar, mientras una proporción importante de los inmigrantes procedentes de India se ocupan en campos laborales relacionados al ámbito administrativo, de oficina o ventas (28.1 por ciento). Las mayores concentraciones de los mexicanos se observan en la preparación y servicio de alimentos (14.1 por ciento), la construcción, limpieza y mantenimiento de edificios (13.5 por ciento).

Es decir, mientras que parte de las ocupaciones consideradas como no calificadas en las que se emplean los indios forman parte de un contexto laboral cercano al ámbito profesional, un número importante de mexicanos está en ocupaciones que difícilmente representarán un trampolín para acceder a trayectorias profesionales.

Como parte final de este análisis, se pretende sintetizar algunos de los hallazgos que muestren cómo ha sido la migración calificada de mexicanos a Estados Unidos en los primeros años del siglo xxi. Uno de los aspectos más relevantes fue que esta población aumentó en 85 por ciento entre 2000 y 2011. Pero la sola migración de individuos con altos niveles de escolaridad no refleja el escenario propuesto por Castells (1996) en el que los migrantes tienen la libertad de moverse a través de las fronteras internacionales debido a que cuentan con una calificación altamente demandada, por ejemplo, por los sectores de la computación y la innovación tecnológica.

En su mayor parte, la movilidad de los mexicanos calificados a Estados Unidos ha estado fuera del marco que indica Castells (1996). Prueba de ello es el bajo uso de visas de inmigrante y no inmigrante asociadas a trabajos calificados y a la baja relación de su especialidad con la demanda del mercado laboral en Estados Unidos. Solamente un reducido número de migrantes está empleado en ocupaciones calificadas. Sin embargo, cabe destacar que en años recientes, sobre todo después de 2003, aumentó el uso de visas para profesionistas, en particular las visas TN.

Este resultado invita a reflexionar sobre los cambios en el proceso de movilidad y sus implicaciones en el tipo de inserción laboral en Estados Unidos. Lo que se puede suponer es que al aumentar el número de las visas TN debe cambiar la situación laboral de los migrantes calificados, específicamente se debe reducir el porcentaje de aquellos que están empleados en ocupaciones no calificadas. Para comprobar lo anterior, en la Gráfica 7 se considera a los migrantes con un tiempo reducido de residencia en Estados Unidos que coincide con el periodo en el que se incrementó el uso de visas TN. En la Gráfica 7 se presenta el porcentaje de migrantes empleados en ocupaciones no calificadas según tiempo de estancia: cero a dos años, tres a nueve y diez o más años. Lo que se observa es que la proporción de migrantes en ocupaciones no calificadas disminuyó a partir de 2006, pero esto sólo entre aquellos que tienen poco tiempo de residencia (Gráfica 7).

Según los resultados de la Gráfica 7, haber pasado más tiempo en Estados Unidos no disminuye sustancialmente la proporción de empleados en ocupaciones no calificadas, en cambio parece que resulta más importante emigrar con una visa asociada al ámbito profesional, como la visa TN, en la que se aplica el proceso de selectividad, pues aquellos migrantes que tienen acceso a estas visas, posiblemente cuentan con mayor nivel de capital humano y social para insertarse el mercado laboral del país de destino y obtener un empleo incluso desde antes de arribar.

 

Conclusión

En este artículo se ha estimado que el volumen de la población mexicana calificada que reside en Estados Unidos y que realizó sus estudios universitarios en México es de 293 mil personas. Esta es una porción muy baja del total de la población inmigrante mexicana en Estados Unidos, ya que tomando en consideración únicamente a los que tienen 22 años o más, sólo 2.8 por ciento corresponde a inmigrantes calificados. Esta situación contrasta fuertemente con los inmigrantes de India, pues en su caso, el porcentaje de los calificados es de 60.4 por ciento. El bajo porcentaje de los inmigrantes mexicanos calificados entre la diáspora mexicana sugiere que los profesionales mexicanos que han obtenido al menos el título de licenciatura tienen, como señala Alarcón (2007), una probable renuencia a emigrar a Estados Unidos. Las causas de esta resistencia a emigrar es un tema de investigación para el futuro y supera los objetivos de este artículo.

Los inmigrantes mexicanos en comparación con los diez principales grupos de inmigrantes calificados que residen en Estados Unidos, muestran que en relación a la inversión en capital humano, los mexicanos como los cubanos y coreanos revelan un menor dominio del idioma inglés y como los filipinos, un bajo porcentaje de inmigrantes tiene estudios de posgrado. La integración laboral deficiente de los mexicanos calificados respecto a los otros inmigrantes calificados también puede estar asociada a la discordancia entre el área de especialidad en la que se obtuvieron sus títulos de licenciatura y las áreas de especialidad que tienen una gran demanda laboral en Estados Unidos. En el análisis de la concentración en las ocupaciones profesionales de los migrantes calificados mexicanos, se observa una fuerte concentración en educación y negocios, otro grupo importante se concentra en la ingeniería y tecnología y un grupo más reducido en cuidados médicos. A excepción de estos dos últimos grupos, las áreas de conocimiento de los inmigrantes mexicanos calificados no responden a la demanda del mercado laboral estadunidense que se enfoca en ocupaciones relacionadas a la computación y a los cuidados de la salud.

Los inmigrantes mexicanos calificados presentan una inserción laboral deficiente porque tienen ocupaciones para las que no es necesario tener estudios universitarios. El 71 por ciento de estos migrantes se emplea en ocupaciones consideradas técnicas o de baja calificación. Entre aquellos que se emplean en ocupaciones técnicas destacan como las ocupaciones más frecuentes la de gerentes y administradores en negocios de comida. Por su parte, aquellos que se emplean en ocupaciones no calificadas, se agrupan en ocupaciones relacionadas a la preparación y servicio de alimentos, la construcción y la limpieza y mantenimiento de edificios.

Cabe resaltar que los inmigrantes mexicanos calificados que tienen ocupaciones no calificadas en Estados Unidos, se insertan en nichos laborales similares a los que presentan los migrantes mexicanos calificados y no calificados, residentes en la Zona Metropolitana de Los Ángeles, ya que aproximadamente siete de cada diez se desempeña en ocupaciones relacionadas con la preparación de alimentos, limpieza de edificios, la manufactura, apoyo administrativo y ventas y la construcción (Alarcón y Ramírez-García 2011).

El análisis de las ocupaciones de los inmigrantes mexicanos calificados y no calificados que residen en la Zona Metropolitana de Los Ángeles sugiere que el estatus como inmigrantes indocumentados juega un papel clave en la integración laboral precaria de ambos grupos. Aunque la American Community Survey no tiene una variable sobre el estatus migratorio, es útil analizar la variable de la naturalización para estimar los efectos del estatus indocumentado. En esta variable, los ciudadanos naturalizados son obviamente todos documentados y los no naturalizados incluyen tanto a documentados como indocumentados.

Los migrantes calificados mexicanos muestran comparativamente un porcentaje muy bajo de naturalización (30.2 por ciento) que es similar al de los canadienses. Este porcentaje bajo de los mexicanos y canadienses calificados que han adquirido la ciudadanía estadounidense muestra la misma tendencia que se observa entre los migrantes de Canadá y México en general. Una explicación de la baja tasa de naturalización es que los dos países comparten sus fronteras con Estados Unidos y sus nacionales podrían tener expectativas más altas de retorno.

Sin embargo, en el caso especifico de los inmigrantes mexicanos calificados, este bajo porcentaje de los que han obtenido la naturalización, sugiere también la presencia, entre ellos, de un alto número de inmigrantes indocumentado que les impide el acceso a la ciudadanía estadounidense y, podemos suponer, al empleo formal profesional al que podrían acceder por su calificación. En este sentido, Fabiola Galicia (2012: 149) argumenta que el status migratorio es un factor fundamental para diferenciar la trayectoria laboral exitosa y no exitosa de 30 inmigrantes calificados mexicanos que entrevistó en Los Ángeles.

Otro hallazgo importante de este artículo y que se relaciona con el estatus migratorio es el bajo uso de visas de inmigrante y no inmigrante por parte de los mexicanos calificados. En relación a las visas temporales H-1B y TN, el resultado principal del análisis es que en comparación con el volumen de migrantes calificados de México que residen en Estados Unidos el número de los que tienen estas visas es muy bajo, sobre todo antes de 2005, ya que en ninguno de los años anteriores el número de visas TN superó las mil y las H1-B estuvieron por debajo de las tres mil. No se puede argumentar que el problema sea que las visas fueron negadas, dado que las tasas de rechazo anual son bajas. Por lo tanto es probable que los factores que explican esta baja demanda sean la falta de información y la ausencia de redes entre los empleadores en Estados Unidos y los posibles migrantes calificados en México.

Así, al inicio del siglo XXI, 71 por ciento de los inmigrantes mexicanos que realizaron sus estudios universitarios en México y residen en Estados Unidos, se emplea en ocupaciones técnicas o de baja calificación que probablemente no requieran las habilidades que han adquirido. En este sentido, estos inmigrantes no se distinguen mucho de sus paisanos, que sin educación universitaria, se esfuerzan también por construir una vida mejor en Estados Unidos para ellos y para sus familias.

 

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Notas

1 Fuente: El Colegio de la Frontera Norte, Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Consejo Nacional de Población, Unidad de Política Migratoria, Secretaría de Relaciones Exteriores, Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México, www.colef.mx/emif

2 http://www.uscis.gov/sites/default/files/USCIS/Resources/Reports%20and%20Studies/H-1B/h1b-fy-11-characteristics.pdf

 

Información sobre los autores:

Luis Enrique Calva Sánchez. Es Doctor en Ciencias Sociales y Maestro en Demografía por El Colegio de la Frontera Norte y Actuario por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha sido profesor en el área de probabilidad y estadística en la Facultad de Ciencias de la UNAM y en la Universidad de Las Américas, en Quito, Ecuador. Ha colaborado en proyectos de investigación en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y en la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México. Actualmente forma parte del programa de Cátedras CONACYT para jóvenes investigadores adscrito a El Colegio de la Frontera Norte. Entre sus temas de interés está la migración calificada y la metodología para el estudio de los flujos migratorios. Dirección electrónica: lecalvasa@conacyt.mx

Rafael Alarcón. Es profesor investigador en el Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, Baja California. Obtuvo el doctorado en Planeación Urbana y Regional por la Universidad de California en Berkeley y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores en el nivel 3. Ha realizado investigación sobre los efectos económicos y sociales de la migración en México y Estados Unidos, la integración de los inmigrantes y sobre la migración calificada. Entre las publicaciones de su investigación más reciente está el libro en coautoría: Rafael Alarcón Acosta, Luis Escala Rabadán y Olga Odgers Ortiz, Mudando el hogar al Norte. Trayectorias de integración de los inmigrantes mexicanos en Los Ángeles. México: El Colegio de la Frontera Norte, 2012. Dirección electrónica: ralarcon@colef.mx 

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