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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.20 no.82 Toluca oct./dic. 2014

 

El oficio de agente facilitador del cruce fronterizo

 

The profession of migrant smuggler

 

Simón Pedro Izcara-Palacios

 

Universidad Autónoma de Tamaulipas, México

 

Artículo recibido el 17 de septiembre de 2012.
Aprobado el 2 de julio de 2014.

 

Resumen

El oficio de facilitador del tránsito irregular de migrantes que buscaban empleo en Estados Unidos surgió a finales del siglo XIX, debido al paso de una política migratoria liberal a otra restrictiva. Las redes de apoyo para el tránsito irregular de migrantes constituyen una pieza cada vez más importante del sistema migratorio México-estadunidense. El reforzamiento del control fronterizo y el acecho de los grupos delictivos mexicanos sobre los migrantes hacen que éstos dependan de los agentes facilitadores del cruce fronterizo; sin embargo, existe un desconocimiento de este oficio. Este artículo, fundamentado en una metodología cualitativa que incluye la realización, entre abril de 2008 y julio de 2012, de entrevistas en profundidad a un centenar de agentes facilitadores del cruce fronterizo mexicanos, examina el proceso de aprendizaje de este oficio y describe las circunstancias conducentes al ejercicio de esta actividad.

Palabras clave: Migración indocumentada; agentes facilitadores del cruce fronterizo; redes de apoyo para el tránsito irregular de migrantes; México; Estados Unidos.

 

Abstract

The profession of smuggler of migrants looking for employment in the United States started at the end of the XIXth century because of the change from a liberal to a restrictive immigration policy. Migrant smugglers are an increasingly important piece of the Mexican-American migratory system. Stringent border control policies and the stalking of migrants by Mexican criminal groups have made migrants dependents of smugglers; however, there is a lack of knowledge of this profession. This paper, based on a qualitative methodology that includes in-depth interviews with one hundred Mexican migrant smugglers, conducted between april 2008 and july 2012, examines the learning process of this profession and describes the circumstances that have conducted them to this activity.

Key words: Undocumented migration; migrant smugglers; migrant smuggling networks; Mexico, United States.

 

Introducción

Hasta el último cuarto del siglo XIX, Estados Unidos estimuló la inmigración de personas sanas sin antecedentes penales (Castles, 2006); no fue sino hasta 1875 cuando se aprobó la primera ley restrictiva de la inmigración contra prostitutas y delincuentes; después se levantó un muro contra la inmigración asiática: en 1882 se aprobó la ley de exclusión de los chinos y en 1907 se restringió la inmigración japonesa; más tarde se puso freno a la inmigración del sur y este de Europa con las leyes de Inmigración de 1921 y 1924 y en 1924 se creó la Patrulla Fronteriza para detener la inmigración procedente de México a través de una campaña sistemática de deportaciones (Massey et al., 2009: 40).

El paso de una política liberal a una política restrictiva de la inmigración generó un nuevo oficio, el de agente facilitador del cruce fronterizo. A medida que las restricciones afectaron a personas de más nacionalidades creció la demanda de guías que les introdujesen subrepticiamente en Estados Unidos. En la última década del siglo XIX comenzó a florecer el cruce encubierto de ciudadanos chinos tanto desde el sur, a través de los puertos de Ensenada, Guaymas o Mazatlán, como desde el norte, a través de la Columbia Británica (Gómez Arnau, 1990: 133; Griffith, 2004). El tránsito irregular de europeos a través de México se intensificó en los años veinte (Andreas, 2011: 140); aunque Thomas y Znaniecki (2004: 262) documentan que desde principios del siglo XX los europeos podían contratar fácilmente a agentes facilitadores del cruce fronterizo.

La creación de la Patrulla Fronteriza hizo que la población mexicana ya no pudiese cruzar al país vecino con tanta facilidad; por lo tanto, algunos migrantes comenzaron a demandar los servicios ofrecidos por guías locales conocedores de rutas por donde esquivaban la vigilancia de los agentes que custodiaban la frontera. Durante décadas sólo un pequeño porcentaje de los migrantes mexicanos solicitó ayuda a los polleros. En 1970 únicamente 8.4 por ciento de los migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza pagaron a un pollero (Andreas, 2011: 142), pero a medida que Estados Unidos reforzó la vigilancia de la frontera, el oficio de agente facilitador del cruce fronterizo se tornó más necesario. Entre 1968 y 2004, 62 por ciento de los migrantes mexicanos hizo su primer viaje a Estados Unidos con la ayuda de un pollero (Dolfin y Genicot, 2010: 349). En los últimos años la férrea vigilancia del territorio fronterizo, tanto del lado estadunidense como del mexicano, hace que sea tan riesgoso que una persona intente cruzar la frontera sin ayuda, por lo que la mayor parte de los migrantes tiene que contratar a un pollero para poder cruzar al país vecino.

Este artículo, fundamentado en una metodología cualitativa que incluye entrevistas en profundidad a cien agentes facilitadores del cruce fronterizo, examina el proceso de aprendizaje del oficio de pollero. En primer lugar, se describe la metodología utilizada; luego se examina la concepción del oficio de agente facilitador del cruce fronterizo y más adelante se describen los modos de aprendizaje de este oficio y se analizan las circunstancias conducentes al ejercicio del coyotaje.

 

Metodología

Esta investigación está fundamentada en una metodología cualitativa. La técnica que se aplicó para recabar el material discursivo fue la entrevista en profundidad.

El trabajo de campo fue realizado entre abril de 2008 y julio de 2012 y la muestra estuvo compuesta por cien agentes facilitadores del cruce fronterizo con edades comprendidas entre 21 y 49 años. Los entrevistados procedían de Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí, Chiapas, Veracruz, Coahuila, Distrito Federal y Texas. Esto presenta un sesgo, ya que no fueron seleccionados polleros de las áreas con más tradición migratoria: el centro-occidente de México y las entidades fronterizas occidentales. Este sesgo se deriva del procedimiento utilizado para seleccionar la muestra: el muestreo en cadena. Los entrevistados fueron contactados a partir de la ayuda de personas que conocían a gente que se dedicaba a facilitar el tránsito irregular de migrantes; asimismo, los mismos entrevistados ayudaron a contactar a otras personas.

Los entrevistados transportaban migrantes procedentes de Tamaulipas, San Luis Potosí, Nuevo León, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Durango, Coahuila, Guanajuato, Puebla, Distrito Federal, Chihuahua, Jalisco, Tabasco, Zacatecas, Michoacán, Sonora y Baja California, además de Centroamérica, Brasil, Hungría e India y los conducían hasta Texas, Carolina del Norte, Florida, Virginia, Louisiana, Carolina del Sur, Mississippi, Oklahoma, Oregon, Tennessee, Alabama, Arizona, Arkansas, California, Minnesota, Missouri, Nueva Orleans, Nuevo México, Colorado, Georgia, Idaho, Illinois, Kansas, Míchigan, Montana y Nevada.

Cada uno de los entrevistados fue contactado en dos ocasiones. El primer encuentro se realizó con una guía abierta y tuvo una duración superior a una hora. La segunda visita se condujo con una guía de preguntas que tenían como objetivo profundizar en aquellos aspectos que quedaron inconclusos durante el primer encuentro.

Finalmente, el tamaño de la muestra obedeció a una saturación del campo de diferencias en la producción discursiva de los hablantes. La recolección de información prosiguió hasta obtener discursos redundantes que permitieron entender el proceso de aprendizaje del oficio de agente facilitador del cruce fronterizo y las circunstancias que condujeron a los entrevistados a elegir ese modo de vida.

 

La concepción del oficio de agente facilitador del cruce fronterizo

Los agentes facilitadores del cruce fronterizo constituyen una pieza clave del sistema migratorio México-estadunidense; sin embargo, se desconoce el proceso de aprendizaje de este oficio y las circunstancias conducentes al ejercicio de esta actividad delictiva.

A diferencia de una profesión, que requiere de conocimientos especializados y del respaldo académico de una carrera escolarizada, un oficio es una actividad laboral que no necesita de estudios formales. El oficio se aprende empíricamente, de modo mecánico y no requiere de conocimientos teóricos. Este aprendizaje a través de la práctica se produce, bien de forma autodidacta o bien bajo la tutela de una persona que conoce el oficio.

El traslado subrepticio de migrantes envuelve la participación de múltiples personas con diferentes oficios: guías, enganchadores, encargados de casas de seguridad, choferes, raiteros, pateros, pasadores y balseros (Spener, 2014: 91). Los términos guía, pollero o coyote, son muchas veces utilizados como sinónimos para designar a quienes conducen a los migrantes desde el punto de origen hasta el destino. El término "coyote", un concepto traído por los migrantes de la región migratoria tradicional del interior de México, constituye el vocablo más antiguo para designar a los agentes facilitadores del cruce fronterizo (Alonso Meneses, 2010: 28); pero el término más comúnmente utilizado en la prensa es el de "pollero" (Spener, 2014: 84). Estos términos tienen un tono peyorativo; como contraste, la palabra "guía" tiene un carácter más positivo (Martínez, 2010: 141). Este último término se utiliza para definir a aquellas personas que trabajan solas, mientras que los vocablos "coyote" o "pollero" implican la pertenencia a una estructura algo más compleja.

Los guías, polleros o coyotes constituyen la figura fundamental en el tránsito irregular de migrantes. Ellos son quienes conducen a los migrantes: conocen los caminos y saben cómo reaccionar ante un imprevisto. Sin embargo, este trabajo no lo realizan solos; si no se apoyasen en un grupo de ayudantes que realizan tareas específicas no podrían llegar al punto de destino. Los enganchadores les ayudan a reclutar migrantes y los encargados de casas de seguridad, choferes, raiteros, pateros, pasadores y balseros los auxilian durante el trayecto hasta el lugar de destino.

En este artículo se han utilizado los términos agente facilitador del cruce fronterizo o pollero, para designar a los entrevistados, ya que su función consistía en conducir a los migrantes desde un punto en México hasta otro en Estados Unidos. Ellos lideraban una pequeña red1 o una célula de una red más compleja2 y contaban con un reducido número de ayudantes. Aquellos que lideran una pequeña red cargan con toda la responsabilidad de conducir a los migrantes hasta el punto de destino. Como contraste, aquellos que lideran una célula de una red más compleja tienen una responsabilidad más limitada; son trabajadores asalariados cuya función es transportar a los migrantes durante una fracción del trayecto total. Los primeros responden ante los migrantes que le pagaron una tarifa, los últimos ante un líder de quien reciben un salario (Izcara Palacios, 2014: 93).

El traspaso subrepticio de las fronteras viola el derecho de los estados, porque implica la entrada ilegal a un país, pero no representa una violación a los derechos humanos, ya que los migrantes buscan ser transportados hasta países que les ofrecen mejores oportunidades laborales. Sin embargo, quienes ayudan a los migrantes a cruzar las fronteras son tratados por la ley como tratantes que explotan a sus víctimas: los migrantes, pero estos últimos no son tratados con compasión ni protegidos; generalmente son encerrados en lúgubres centros de detención hasta que son deportados.

Los agentes facilitadores del cruce fronterizo son definidos por las autoridades como criminales que asaltan, roban y golpean a los migrantes, violan a las mujeres y les abandonan en terrenos inhóspitos (Governments of the United States and Mexico, 2001; HCHS, 2006: 18). Es por ello que en el año 2005 se estableció de forma coordinada entre las autoridades estadunidenses y mexicanas el Programa Operation Against Smugglers Initiative on Safety and Security Program (OASISS) en los sectores Del Rio, Yuma, el Centro y Tucson, para combatir las redes de apoyo para el tránsito irregular de migrantes (GAO, 2010: 55). La transformación de políticas relativamente permisivas hacia la inmigración ilegal en otras que criminalizan a los indocumentados en aras de defender el derecho de los estados soberanos a reprimir a los no nacionales que pretenden llegar a sus territorios fuera de los cauces establecidos, encuentra una justificación en la concepción del coyotaje como una actividad desarrollada por personas desalmadas con lazos con el crimen organizado.

Como contraste, Sharma (2005: 105) señala que la concepción del coyotaje como una actividad violenta tiene el propósito de justificar un régimen de apartheid global donde la discriminación contra los extranjeros es aceptada como algo necesario para proteger la soberanía nacional. Asimismo, Spener (2008: 132) define el coyotaje como un elemento de la resistencia de los migrantes ante el apartheid global que se ha puesto en vigor en la frontera entre México y Estados Unidos. Para Spener (2001: 133 y 2008: 144) los migrantes y sus coyotes son copartícipes de una alianza estratégica y según Sharma (2003: 60) los últimos son quienes más ayudan a los migrantes.

 

El aprendizaje del oficio de agente facilitador del cruce fronterizo

Los polleros, para esquivar la vigilancia de las autoridades migratorias, conducen a los migrantes por terrenos inhóspitos, donde pueden perecer por ahogamiento, hipotermia, deshidratación o insolación; por lo tanto, deben tener un conocimiento exacto de la geografía fronteriza. Los conocimientos y destrezas para poder desarrollar esta actividad se adquieren con la experiencia. En algunos casos los entrevistados fueron contratados como asistentes de polleros, de quienes aprendieron el oficio; en otros casos lo aprendieron de modo autodidacta. El aprendizaje tutelado de este oficio puede extenderse desde unos meses hasta varios años; durante este tiempo el aprendiz adquiere conocimientos que más tarde le servirán para conducir por sí mismo a los migrantes. El aprendizaje autodidacta no sólo es más prolongado, sino que exige un mayor coraje y tolerancia de riesgo.

En la Tabla 1 se enumeran las diferentes formas de aprendizaje del oficio de agente facilitador del cruce fronterizo narradas por los entrevistados.

 

El aprendizaje autodidacta

Dos tercios de los entrevistados aprendieron el oficio de agente facilitador del cruce fronterizo de forma autodidacta. Este tipo de aprendizaje se produce de modo pausado. Únicamente después de cruzar la frontera en repetidas ocasiones con la ayuda de un pollero el entrevistado adquiere un conocimiento preciso de la geografía fronteriza: conoce las veredas por donde pasar y los sitios donde esconderse. Aquellos que se hacen polleros sin recibir ningún tipo de entrenamiento comienzan llevando a un reducido número de personas y más tarde, cuando adquieren más experiencia, transportan a grupos mayores. Como explicaba Samuel, pasaron ocho años desde la primera vez que emigró a Louisiana para trabajar en una cadena de comida rápida hasta que se decidió a facilitar el cruce fronterizo a otros paisanos.

Pasaron muchos años para cuando empecé a llevar gente; empecé a trabajar allá en 1993 y cuando me hice pollero fue en 2001, porque no empecé luego, a llevar gente, porque no sabía y no tenía mucho conocimiento, ya con las idas y cuando venía e iba, pues ahí me enseñé y así fue como me empecé a llevar de dos a cuatro personas y así, cuando ya me sentía seguro llegué a llevar hasta doce personas.

En la mayor parte de los casos contaron con el apoyo de un empleador estadunidense, que además de proporcionarles ayuda logística y/o económica para que pudiesen cruzar la frontera, dio empleo a los migrantes que transportaban. Sólo siete de los entrevistados aprendieron este oficio de forma autodidacta sin ninguna ayuda. Casi la mitad de los entrevistados que aprendieron este oficio de modo autodidacta no lo hicieron por iniciativa propia, sino por imposición de un empleador ávido de mano de obra indocumentada. Además, 40 por ciento de los entrevistados que aprendieron este oficio de esta forma se iniciaron en esta actividad por iniciativa propia, pero no hubiesen podido proseguir ejerciendo este oficio si no hubiesen contado con la ayuda de su empleador. Es más, el apoyo de éste permitió que se expandiera la red que ellos crearon.

 

Los polleros que aprendieron el oficio incitados por su empleador

La circunstancia que indujo a éstos a hacerse agentes facilitadores del cruce fronterizo fue la apremiante necesidad de mano de obra de sus empleadores y el continuo acoso de éstos para que les ayudaran a reclutar mano de obra en México (Izcara Palacios, 2013: 122). Esto se refleja en expresiones como: "él (un empresario de la construcción de Houston) me animó a que fuera pollero porque allá se batalla de gente que quiera trabajar, así me animé por medio del patrón" (Saúl) o "yo me inicié en este trabajo por mando de mi patrón (un empresario agrario de Louisiana) porque no tenía quien le trabajara" (Silvio).

Los empleadores, cuando proponen a una persona que se dedique a esta actividad ilícita, se aseguran de que no les traicione si es aprehendido por las autoridades migratorias; a cambio, el empleador se compromete a proporcionarle ayuda legal. Los polleros son instruidos para que no revelen para quién trabajan. Cuando son aprehendidos se hacen pasar por migrantes laborales y si las autoridades descubren que son polleros, se autoinculpan. Como decía Agustín:

Si me llegan a agarrar con las manos en la masa no digo nada, sólo soy yo el que me voy y pagaré, claro que el jefe (un empresario agrario de Georgia) no me dejará solo, él me apoyará, siempre y cuando yo no diga nada de la existencia de él.

Los empleadores seleccionan con cuidado a sus polleros, les examinan durante años antes de proponerles que se dediquen a este negocio ilícito. Como se aprecia en la Tabla 2, el tiempo transcurrido entre la primera vez que emigraron a Estados Unidos y el inicio de su trabajo como polleros fue de ocho años. Durante este tiempo se forjan ciertos lazos de amistad entre empleador y empleado. Esto lo expresaba Zeferino del siguiente modo: "como me llevaba bien con el patrón (un empresario agrario de Carolina del Norte) me dijo: si te animas y te avientas te doy trabajo de pollero". Los empleadores eligen a aquellos que son más leales, trabajadores y no tienen vicios: no consumen bebidas alcohólicas ni son ociosos.

Ser casados y devotos a su familia es una característica apreciada por los empleadores, ya que los solteros no pueden ser manipulados tan fácilmente porque no tienen tantas necesidades económicas. El 94 por ciento de los polleros que aprendieron el oficio acuciados por su empleador estaban casados y tenían un promedio de 2.5 hijos. Únicamente Casimiro y Leonardo eran solteros, pero ambos tenían cargas familiares importantes. Casimiro era el hijo mayor de una madre soltera y pagaba la educación de sus hermanos de 21 y 17 años de edad y de su hermana de 19 años y Leonardo costeaba la educación universitaria de sus dos hermanos de 20 y 24 años de edad; además, tenía que mantener a sus padres (véase la Tabla 2).

Ellos se vieron obligados a trabajar desde muy jóvenes, antes de cumplir diez años de edad, para sostener la economía familiar; esto se refleja en una escolaridad baja, ligeramente superior a seis años, lo que contrasta con su empeño para que sus hijos estudien. El 92 por ciento de los polleros con hijos mayores de 18 años de edad tenía al menos un hijo en la universidad y más de 90 por ciento de los hijos mayores de edad cursaban estudios universitarios (véase la Tabla 3).

Casi la mitad de aquellos que se convirtieron en agentes facilitadores del cruce fronterizo incitados por su empleador, lo hicieron por circunstancias de carácter económico (véase la Tabla 4). El empleador se aprovechó de su necesidad económica para proponerles que se dedicasen a facilitar el cruce fronterizo a otros paisanos. Expresiones como: "sabía de la necesidad que tenía yo" (Álvaro); "yo acepté porque necesitaba dinero con las necesidades que tenía" (Marcos); "empecé a trabajar como pollero por la necesidad" (Pascual); "es que la necesidad que tenía, por eso acepté a llevar a la gente" (Patricio) o "le entré al trabajo porque lo necesitaba" (Tadeo) hacen hincapié en la necesidad económica de los entrevistados como el factor que les condujo a aceptar la arriesgada proposición de su empleador. Algunos como Alonso o Arturo, después de trabajar durante años en Estados Unidos regresaron a México; pero en pocos años se quedaron sin dinero, por lo que aceptaron la propuesta de su antiguo empleador de regresar conduciendo a más personas. Otros aceptaron la proposición de dedicarse al coyotaje debido a un incremento de los gastos familiares. Iván señalaba: "cuando nace mi otro hijo, nace mal y por eso me enrolé en esto y también porque mi patrón para el que trabajaba, pues, me lo pedía cada que venía a México y pues, me aproveché de la oportunidad y así me hice pollero". Tadeo decía: "allá las mujeres no son como aquí, ellas no trabajan y piden muchos dólares y eso cuesta, por eso empecé a trabajar como pollero". Otros como Zeferino se acostumbraron a llevar una vida cómoda y ayudar a su patrón llevándole gente, les permite ensanchar sus ingresos.

Lo más llamativo es que una cuarta parte de los polleros que aceptaron la invitación de su patrón lo hicieron por un sentido del deber y solidaridad con éste. Los entrevistados decían que al ver la desesperación de su patrón, que no tenía gente que quisiera trabajar, aceptaron venir hasta México a reclutar trabajadores para ayudarle. El hacerse polleros incrementó sus ingresos; pero el aspecto económico no tuvo mucho peso en su decisión, ya que sus ingresos eran suficientes para mantener a sus familias y hacer frente a sus gastos. Enrique dijo que decidió hacerse pollero porque "el patrón perdía mucho dinero en la cosecha y luego se echaba a perder por falta de mano de obra". Asimismo, Servando señaló: "mi patrón me animó y yo también, porque al ver que había necesidad de tener más trabajadores para rendir en el trabajo, por eso me animé". Otros afirmaron que aceptaron la propuesta de su patrón porque él es una buena persona y les da trabajo. Baltasar aseguró: "como él es buena gente con nosotros, nos da trabajo, entonces le ayudamos con esto de la gente"; asimismo Valerio afirmó que empezó a ser pollero para ayudar a su patrón porque "mi patrón él siempre ha sido buena persona y me ha ayudado bastante". Es por ello que estas personas son tan importantes para los empleadores. Como decía Bartolomé: "me ha dicho: qué voy a hacer el día que ya no regreses, tú eres muy útil para mi".

En 22 por ciento de los casos la circunstancia que condujo al empleador a proponer a un trabajador que se dedicase a facilitar el tránsito irregular de migrantes fue que la persona que hasta entonces le abastecía de mano de obra indocumentada ya no volvió a trabajar para él, en algunos casos porque se fue a trabajar para un empresario que le ofrecía una mejor remuneración económica, en otros porque fue detenido y en otros más porque desistió de seguir realizando esta actividad. En los dos últimos casos es el pollero saliente quien recomienda al patrón que ofrezca el trabajo al pollero entrante: un amigo o persona de confianza del primero.

A finales de noviembre yo me vengo y él (el pollero) se va; pero en marzo de 2001 me habla (el capataz) que necesitaba gente para trabajar en Florida en el corte de la naranja, me encargó que si podía llevarme a alguien eran bien recibidos (Adolfo).

Él (un pollero detenido en México por tráfico de drogas) fue el que le dijo al jefe (un empresario agrario de Georgia) que pues yo lo podía ayudar y que aguantaba callado (Agustín).

Me dijo (el pollero saliente) que ya no iba a trabajar, que se iba a retirar de esto. Me dijo: si quieres te recomiendo con el patrón para que te acepte gente que traigas a trabajar (Basilio).

Yo hice esto (me hice pollero), fue por la necesidad de que el que era quien llevaba a la gente, quien surtía la gente para trabajar, ya no quiso trabajar para el patrón, trabajó para otra persona que le pagó más que el patrón (Bruno).

Cuando ya no fue él (el pollero saliente) y ya no llevó gente, pues ya no fui más lejos, sólo aquí y así llevé primero tres que iban conmigo y ya después cada temporada que voy llevo ocho o nueve, así fue como empecé (Casimiro).

El patrón me insistió hasta que lo logró, y bueno, él me dijo que siempre me apoyaría, y bueno, lo hice y me va bien (...) Él tenía su propio pollero, que trabajaba para él nada más, sólo que ya no trabajó con él, se cambió y bueno, me animé porque en ese tiempo mi mamá se enfermó, y no tenía para curarla (Gerardo).

En otros casos el empleador ofrece al trabajador un puesto de mayor responsabilidad y mejor remuneración económica, como el de capataz, a cambio de que trabaje como pollero. Esteban señaló: "me dice: vamos a asociarnos, simplemente te encargo gente para el campo y tú eres capataz, tu tráeme gente". Otras veces el trabajador es nombrado primero capataz y después el patrón le pide que también se dedique a esta actividad ilícita. La negación del trabajador a ejercer esta actividad podría agrietar la relación entre empleador y empleado y conducir a una pérdida del puesto recién adquirido por este último. Gaspar decía: "me ofreció que fuera su capataz por ser gente de confianza y bueno, me animé y me fui a trabajar de nuevo allá y ya estando allá me pidió que llevara gente y bueno, lo hice así; por eso llevo gente". En estos casos la recategorización laboral se convierte en un instrumento utilizado por los empleadores para forzar a un trabajador a desarrollar una actividad riesgosa, penada por la ley.

 

Los polleros que aprendieron el oficio por iniciativa propia con el apoyo de un empleador

Un 40 por ciento de los entrevistados que aprendieron el oficio de polleros de modo autodidacta se inició en esta actividad por iniciativa propia; pero más tarde un empleador estadunidense aprovechó esta circunstancia para asociarse con ellos y así obtener un suministro permanente de mano de obra indocumentada. Ellos comenzaron a trabajar desde una edad muy temprana y su educación es baja (véase la Tabla 5). Esto contrasta con la situación de sus hijos; 73 por ciento de los hijos mayores de 18 años cursan estudios universitarios, principalmente en instituciones prestigiosas y costosas (véase la Tabla 6).

Un 26 por ciento de aquellos que se hicieron polleros por iniciativa propia con el apoyo de un empleador estadounidense lo hizo por problemas económicos y falta de dinero para contratar a un guía que les ayudara a cruzar la frontera (véase la Tabla 7). En algunos casos los migrantes, después de regresar a México, deciden ir al país del norte, pero carecen de dinero para pagar las tarifas cobradas por los polleros. Por lo tanto, como disponen de cierto conocimiento de la geografía fronteriza deciden probar suerte. Además, al llevarse a otros paisanos obtienen ingresos extraordinarios. Algunos de los entrevistados expresaron que se hicieron polleros porque: "no tenía dinero para pagar a quien me llevara" (Carlos); "ya no quise pagar al pollero" (Celso); "por la necesidad que tengo más que nada (me hice pollero)" (Erasmo); "me había gastado los ahorros que traía" (Ernesto); "no tenía para pagar al pollero" (Gabriel); "no completaba de dinero" (Samuel) o "con lo que ganaba como trabajador no completaba para los gastos, pues mi mamá estaba mala y el seguro que tenía no le cubría su enfermedad que era el cáncer y por eso yo necesitaba más dinero" (Ubaldo).

Un 22 por ciento de los entrevistados se animaron a cruzar la frontera por sí mismos, pero no quisieron hacerlo solos, invitaron a otros paisanos a quienes no les cobraron nada; pero esto les permitió adquirir experiencia y más tarde lo hicieron a cambio de una remuneración económica. Esto se refleja en expresiones como: "me hablan de allá que necesitaban que fuera a trabajar, pero yo les dije que no me iría solo" (Abelardo); "yo los llevaba por puro gusto, para no irme solo" (Alonso); "en las primeras ocasiones me llevaba sólo a dos o tres compañeros para no ir solo" (Alfredo); "me aventé a irnos solos, esta vez iba acompañado y bueno, así nos fuimos" (Guillermo); "llevaba unos cuantos para no irme solo" (Ignacio) y "opté por llevar gente para primero no ir solo y después para ganar un poco más, porque el dinero siempre se necesita y así agarré colmillo, aprendí más y más" (Marcelo).

Una quinta parte se convirtió en pollero por un impulso, porque sabían cómo cruzar la frontera. Raúl dijo que se hizo pollero porque: "sólo me animé". Rodolfo comentó que "a mí se me ocurrió hacerlo porque conocía el camino, sabía cómo llegar". Sancho dijo "me animé yo solo". Sebastián afirmó "dije, si es para nadar, yo mero me aviento". Asimismo, Silvestre señaló: "como conocía se me hizo fácil hacerlo y me fue bien, la pegué".

En otros casos es la iniciativa de paisanos, amigos o familiares del entrevistado lo que le anima a cruzar la frontera. Como se refleja en las siguientes expresiones, éstos lo convencen de que les guíe hasta el país del norte porque saben que ha trabajado allí y conoce la frontera. En estos casos, el entrevistado se decide a ayudar a sus paisanos a llegar a Estados Unidos después de consultarlo con su empleador.

Nos vinimos acá, me casé y como la gente de la mujer sabía que yo había estado allá, me dijeron que nos fuéramos a trabajar allá; pero yo ya no me quería ir, pues estaba casado y no quería dejar a mi mujer, pero me convencieron de que los llevara y me pagarían y así sucedió de que me hice de este negocio (Abel).

Me dice mi hermano que se quería venir conmigo, que si habría trabajo para él y como yo en cuestiones de trabajo no me mando solo, le hablé a mi patrón para comentarle que si le daba trabajo y dijo que sí, que unas personas de las que trabajaban no iban a regresar y que sí les daba trabajo y me lo traje junto con los primos (Benigno).

Me dijo mi hermano: me voy contigo y me dijo mi primo también y yo le hablé a mi patrón para ver qué decía él, que si les daba trabajo o qué me recomendaba; entonces me dijo: tráelos, aquí los acomodamos (Teobaldo).

Otras veces los entrevistados animan a sus paisanos, amigos o familiares a emigrar a Estados Unidos para que puedan obtener mayores ingresos en un mercado laboral donde los salarios son más elevados. Aunque en esa primera ocasión no existe afán de lucro, pronto descubren su talento para este oficio.

Cuando me fui por segunda vez invité a unos chavos de por aquí y nos fue bien, llegamos sanos y salvos (Adelmo).

Me fui con tres más porque no había quien nos llevara, me sentí capaz de hacerlo porque ya sabía el camino y las brechas que se tomaban (Aurelio).

Me animé a llevar gente, primero lo hice para ayudarlos; así invitaba a amigos y familiares, luego ya vi que sí podía, y empecé a llevar a más y luego más (Sergio).

Finalmente, otros tomaron la iniciativa de dedicarse al coyotaje por sentido de solidaridad hacia sus empleadores. Los entrevistados vieron que éstos tenían dificultades para reclutar mano de obra; como contraste, en sus comunidades conocían a personas subempleadas, desempleadas o empleadas en trabajos poco remunerados que desearían trabajar en Estados Unidos. Por lo tanto, propusieron a sus empleadores regresar a México a reclutar nuevos trabajadores.

Le comenté: cómo ve, yo puedo traerme la gente de México para que trabajen aquí con nosotros, él aceptó en primera de pagarme los gastos de todos los que yo llevara (Adán).

Al ver tan apurado a mi patrón, le dije: no se mortifique, mire, podemos hacer esto, allá de donde yo soy hay gente que quiere venir a trabajar acá, yo puedo ir y la invito para que venga (Alberto).

Yo me ofrecí a ayudarle a mi patrón, yo le dije que si llevaba trabajadores que si él me ayudaba y que si me ayudaba nos iba a ir bien, pos porque él siempre andaba batallando de gente que le trabajara (Zacarías).

En todos estos casos fue el apoyo del empleador a la iniciativa tomada por el entrevistado lo que les llevó a dedicarse al coyotaje. La primera vez que deciden ayudar a sus paisanos, amigos o familiares a cruzar la frontera lo consultan primero con sus empleadores y sólo cuando estos les dicen que les parece una buena idea lo que piensan hacer, se deciden a trabajar como agentes facilitadores del cruce fronterizo.

 

Los polleros que aprendieron el oficio por iniciativa propia, sin ningún apoyo

Los polleros que aprendieron el oficio por iniciativa propia sin contar con la ayuda de un empleador estadounidense lideran redes pequeñas. La carencia del apoyo de un empleador les priva de recursos para formar redes más grandes. Ellos no tuvieron una infancia tan áspera ni comenzaron a trabajar tan pronto como aquellos que contaban con el apoyo de un empleador y tienen más años de escolaridad que éstos (véase la Tabla 8); aunque paradójicamente prestan menos atención a la educación de sus hijos que los últimos (véase la Tabla 9). Esto significa que los empleadores se asocian principalmente con aquellos trabajadores que por haber padecido más estrecheces desarrollaron un mayor sentido de la lealtad y responsabilidad hacia sus familias.

Un 57 por ciento de los entrevistados que se convirtieron en polleros por iniciativa propia, sin ningún apoyo, lo hicieron por motivos económicos (véase la Tabla 10). Albano, después de trabajar catorce años en Estados Unidos pensó que podría aprovechar su experiencia para hacer dinero trabajando como pollero; además, pensó que si cobraba a los migrantes una tarifa baja tendría muchos clientes. Como él señaló: "pues dije: yo los llevo, les cobro menos de lo que cobran los coyotes y pues, así fue como empecé a llevar gente para allá". En el caso de Bonifacio, dijo: "no tenía para pagar, por eso tuve la necesidad de aprenderme bien las brechas y los pasadizos". Donato señaló que como únicamente tenía estudios de primaria, el coyotaje era una actividad más redituable que cualquier otro trabajo que le pudiesen ofrecer. Emilio estuvo en la cárcel durante cinco años y perdió su residencia en Estados Unidos, pero no le quitaron su tarjeta de residente. Esta circunstancia la aprovechó para cruzar la frontera por un puente internacional y luego recoger a migrantes que cruzaron el Río Bravo para conducirlos hasta Houston.

Otros se hicieron polleros para ayudar a sus paisanos. Clemente se animó a facilitar el cruce fronterizo a sus paisanos porque después de seis años trabajando en Estados Unidos adquirió experiencia y éstos "en veces decían: qué güey ¿nos vamos pa' allá, pa'l otro lado? Cuando te vayas me invitas". Asimismo, Eduardo señalaba: "no era mucho lo que sacaba por cruzar a gente, sólo lo hacía por ayudarlos, ya que una vez yo estuve como ellos". Finalmente, Edmundo decía que como se aprendió casi de memoria la geografía fronteriza y el comportamiento del Río Bravo se animó a hacerse pollero.

 

El aprendizaje bajo tutela de un pollero

Un tercio de los entrevistados aprendió este oficio tutelado por un pollero. Este tipo de aprendizaje es más rápido y se realiza en un entorno más seguro que el autodidacta; es por ello que aquellos que aprendieron de modo autodidacta presentan una mayor tolerancia al riesgo que quienes lo hicieron de modo tutelado. En este sentido, los primeros pocas veces externan en las entrevistas sentimientos de temor, mientras que los últimos lo hacen con mayor frecuencia. Por lo tanto, cuando la frontera se tornó más violenta y se incrementaron las muertes y las desapariciones, a los últimos les afectó más que a los primeros.

 

Los polleros que aprendieron el oficio tutelados por un amigo

Trece personas aprendieron el oficio de polleros con la ayuda de un amigo, quien les propuso dedicarse a esta actividad ilícita por su experiencia de haber emigrado a Estados Unidos y su conocimiento de la frontera. Como se aprecia en los siguientes textos, el amigo les invita a que trabajen como ayudantes o chalanes y les enseña por qué caminos pasar, cuándo pasar, dónde esconderse; también les enseña a lidiar con aquellos que vigilan el camino hacia el país vecino. Ellos suelen decir que todo lo que saben lo aprendieron de ese amigo.

Me animó mi amigo, él me animó y me dijo: si en verdad quieres que te vaya bien dedícate a trabajar como yo y te invito y te voy a enseñar para que te vaya como a mí. Y bueno, seguí siempre su consejo y me va bien económicamente y también como profesional porque he aprendido mucho de él o más bien todo lo aprendí de él (Jaime).

Un cuate que era coyote me invitó a ayudarles y él me enseñó a trabajar (Teodoro).

Tenía un amigo que era pollero, y cuando él no tenia ayudante siempre me invitaba a trabajar y así aprendí, como en medio año que lo acompañé aprendí cómo hacía él las cosas (Francisco).

Un amigo me invitó, de primero fui su chalán, ya después trabajé por mi cuenta (Narciso).

El periodo de aprendizaje fluctúa entre unos meses y varios años. Después de este periodo algunos, como Francisco o Narciso, se sienten capaces de trabajar por su cuenta, se independizan y forman una nueva red. Otros, como Juan, aprovechan que su amigo se retira para liderar la red en la que anteriormente trabajaban como ayudantes. En el caso de las redes más extensas, como en la que trabaja Constantino, los neófitos no la abandonan cuando adquieren más conocimientos, sino que ascienden en la estructura de la red y obtienen una mejor remuneración económica.

Las características más sobresalientes de este grupo de polleros son la temprana edad a la que comenzaron a trabajar, su baja escolaridad y el largo tiempo transcurrido entre la primera vez que emigraron y cuando se hicieron polleros (véanse las tablas 11 y 12).

La mayor parte de los entrevistados que aceptaron la invitación de un amigo para hacerse polleros lo hicieron por circunstancias de carácter económico (véase la Tabla 13). Cristóbal lo hizo para obtener unos ingresos extraordinarios. Como él decía: "un amigo que conocí me metió en eso, pero no era de siempre, ahí me ganaba un dinero extra".

Teodoro no tuvo otra opción que comenzar a trabajar de pollero con un amigo porque era la única forma de hacer frente a la deuda que tenía. Cuando trabajaba en Estados Unidos pidió un préstamo para comprar una huerta de limón, pero después perdió el trabajo y más tarde fue detenido y encarcelado por nueve meses en el país vecino, de modo que esa deuda se tornó impagable. En la mayor parte de los casos esta circunstancia aparece relacionada con la necesidad de dar una vida más confortable a sus familias. Como decía Juan: "es más la necesidad de uno que el miedo, pues las necesidades de aquí son más grandes, además que a uno no le importa el sacrificio por ver que está bien la familia". Narciso decía que sus padres no se preocuparon por darle estudio. Él terminó la secundaria porque trabajó para ello, pero se estaba sacrificando para que sus hijos pudieran estudiar y para que su familia llevara una vida cómoda. Adriano y Domingo aceptaron la proposición de un amigo porque después de trabajar algunos años en el país vecino regresaron3 a México, se casaron y les comenzó a faltar el dinero. Domingo señaló: "empecé por necesidad, después de que regresé de Estados Unidos y me casé, y pues, empezó a faltarme el dinero para el sostén de mi casa". Otros aceptaron dedicarse al coyotaje debido a un incremento de los gastos familiares como resultado de una enfermedad.

Mi esposa estaba embarazada y su embarazo fue de alto riesgo, era muy delicado, entonces fueron más los gastos y no me quedó de otra cosa como sacar dinero más rápido (Francisco).

Mi mamá enfermó de la presión y bueno, no me quedó de otra más que buscar trabajo yo para ayudarlos y que mis hermanos no se salieran de la escuela y yo ayudarla con los gastos de la casa y así fue y trabajé bien, sólo que aumentaron los gastos y tuve que buscar otro trabajo y encontré este, de pollero (Horacio).

Jaime y Miguel aceptaron convertirse en polleros por una especie de compromiso y sentido de lealtad hacia un amigo que anteriormente les hizo un favor. Como decía Miguel: "un amigo pollero me invitó y como él me había llevado la primera vez a Estados Unidos y él me acomodó a trabajar, pues yo me sentía comprometido con él y acepté trabajar".

Felipe decidió hacerse pollero debido a la falta de oportunidades económicas para aquellos que no tienen una cualificación profesional. Él dijo:

un amigo con el que había trabajado ahí en Houston me invitó y me dijo: de primero tú sólo me vas a acompañar a manejar y ya te voy a pagar, entonces ya conocí con quién trataba él y me invitó a que le ayudara y así fue, yo lo hice porque como te digo no tengo estudio, más que la secundaria.

Manuel no aceptó la propuesta de sus amigos polleros hasta que habló con la persona que le daba empleo en Estados Unidos y ésta dio su visto bueno para que ayudase a sus amigos, porque de esa forma también le proveía a él de trabajadores indocumentados.

Finalmente, Constantino decidió aceptar la invitación de un amigo para facilitar el cruce de la frontera a otros migrantes por ambición, por el deseo de tener más. Él dijo que seguía trabajando como pollero porque "nunca se conforma uno, siempre quiere ganar uno un poco más". Por lo tanto, a medida que su economía fue mejorando, en lugar de retirarse, seguía trabajando para incrementar su patrimonio.

 

Los polleros que aprendieron el oficio tutelados por un familiar

Doce de los entrevistados aprendieron el oficio tutelados por un familiar. Las características que más sobresalen de este grupo de polleros son: i) el reducido tamaño de las redes de las cuales forman parte y ii) la temprana edad cuando se hicieron polleros (véanse las tablas 14 y 15).

El 42 por ciento de los polleros que aprendieron el oficio tutelados por un familiar se dedicó a esta actividad por la influencia que éste ejerció (véase la Tabla 16). Expresiones como: "me dejé influenciar pos por mi prima" (Carmelo); "mi padre me animó, primero a que fuera a trabajar, después a que llevara a la gente" (Rodrigo); "con los años me hice pollero, cuando tuve más conocimientos, pues trabajé así, mi hermano y mi patrón me animaron" (Rubén); "la segunda vez que yo me fui, me fui con un primo, entonces este primo fue el que me enseñó los caminos de cómo estaban y todo y ahí fue donde nos hicimos polleros" (Serafín) o "me enseñó mi padrastro, él era pollero, él sabía mucho, yo no sabía nada, pero aprendí porque me llevaba con él cuando venía" (Vicente), reflejan la influencia o presión de un familiar para que se dedicaran a facilitar el tránsito irregular de migrantes. En muchos casos, sobre todo cuando fue el padre o el padrastro quien les introdujo en esta actividad, ellos se dedicaron al coyotaje casi por obligación.

Una cuarta parte de los entrevistados siguió los pasos de un familiar que se dedicaba al coyotaje tras ver que éste era un trabajo fácil y redituable. Únicamente habría que trabajar unos pocos días para obtener unos ingresos sustanciales. Alejo afirmó que aceptó la invitación del hermano de su padre porque el coyotaje es un trabajo fácil donde nadie le manda. Efraín dijo que siguió los pasos de su tío porque: "es muy pesado el trabajo allá y por eso me dediqué a ser pollero, ya que creo que es más fácil, y aparte, gano más de pollero que al trabajar allá". Natalio aseguró que siguió trabajando con su primo porque "me acostumbré a este trabajo que sólo es llevarlos al otro lado, cruzarlos, y regresar a mi casa, eso hago y es fácil, me acostumbré a agarrar dinero sin tanto esfuerzo".

Para otra cuarta parte de los entrevistados fue un problema económico lo que les llevó a seguir los pasos de un familiar. Ambrosio después de regresar de Estados Unidos compró un solar en Matamoros (Tamaulipas), pero no le quedó dinero para construir una vivienda; es por ello que se unió a la red de apoyo para el tránsito irregular de migrantes que lideraba su primo. Leandro se integró en la red de apoyo al tránsito irregular de migrantes de su cuñado porque después de trabajar tres temporadas en Estados Unidos se quedó desempleado. Asimismo, Humberto, que aprendió el oficio de su padre, dijo que se hizo pollero "por la necesidad en la que estamos, te digo que tengo muchos compromisos y deudas económicas".

Otras veces es la indisposición de un familiar lo que genera la incursión en este oficio. Vicente señalaba que cuando su primo se enfermó, él tuvo que sustituirle. Como él decía: "le ayudaba a mi primo a juntar gente y me conocían aquí, allá y en todas partes; entonces esa vez que llevé a la gente fue porque mi primo se enfermó y no pudo llevarnos, y me dijo: ayúdame por favor porque muchas de estas personas ya me pagaron y me gasté el dinero".

Los polleros que aprendieron el oficio tutelados por un familiar pronto se ganaron la confianza de los migrantes, que ya conocían a ese familiar. Por lo tanto, cuando se independizaron del familiar que les enseñó el oficio no tuvieron problemas para hacerse de una clientela. Las siguientes expresiones describen la forma en que los entrevistados se ganaron la confianza de los migrantes.

Mi papá era pollero, entonces lo aprendí de él y lo que no sé, pues se lo pregunto, además a mí se me facilitó más porque he buscado a las personas que lo conocían y bueno, me abren las puertas de su casa; como lo conocían a él, pues confían en mi (Humberto).

Mi padrastro dejó de ir y me llevó a las personas que él llevaba, a lo mejor por eso no he batallado mucho en encontrar personas que quieran ir, él me enseñó este trabajo (Uriel).

Esta transferencia de clientes de un familiar a otro no siempre se produce de forma pacífica. En ocasiones, cuando los migrantes eligen al aprendiz y abandonan al familiar que le enseñó el oficio a éste, se produce un conflicto entre los dos familiares. Como explicó Vicente: "yo sí sabía, pero mi primo sabía más y de ahí para acá empecé a trabajar solo y después las personas me prefirieron a mí y salí de pleito con mi primo, por eso mejor me puse a trabajar solo por mi cuenta".

 

Los polleros que aprendieron el oficio tutelados por un agente facilitador del cruce fronterizo desconocido

Ocho personas aprendieron este oficio tutelados por un agente facilitador del cruce fronterizo desconocido. Cuando un pollero pierde a uno de sus ayudantes o necesita expandir su red le transmite sus conocimientos a una persona dispuesta a asumir riesgos y que tiene un cierto conocimiento de la frontera, porque ya cruzó sin documentos a Estados Unidos, para que trabaje con él como ayudante. Este aprendiz, al ser un desconocido, debe ganarse primero la confianza del maestro; por lo tanto, en un primer momento trabajará de modo gratuito o por una reducida cantidad de dinero y más adelante irá recibiendo un salario mayor. Como relató Jorge:

Tuve suerte de conocer a un pollero grande que fue quien me contrató (...) me enseñó rutas, brechas, atajos, peligros, lugares donde podía pedir posada y más secretos que se deben de saber y como aprendí rápido, me empleó, también me puso a prueba, como dos meses seguidos no me pagó para ver qué reacción tenía, a ver si lo traicionaba.

La característica más destacable de las redes de apoyo para el tránsito irregular de migrantes donde trabajan estos polleros es el tamaño relativamente grande y complejo de las mismas (véanse las tablas 17 y 18).

La mitad de quienes aprendieron el oficio tutelados por un pollero con quien no mantenían una relación de amistad o parentesco se inició en el coyotaje bien por haber perdido su trabajo luego de una deportación de Estados Unidos o por haber abandonado un trabajo incómodo en el país vecino (véase la Tabla 19). Benito, David y Segismundo trabajaron en Estados Unidos durante seis, tres y cinco años, respectivamente, antes de ser deportados. Tras perder su medio de subsistencia aceptaron la proposición de un agente facilitador del cruce fronterizo que les ofreció empleo en su red. Asimismo, Martina conoció en un bar de Houston a un cliente que era pollero y hastiada del trabajo que realizó allí durante once años decidió aceptar la invitación de éste para dedicarse al coyotaje. Como ella decía: "estaba harta de trabajar así en ese lugar y así fue como empecé trabajar de esta manera".

En los casos de Flavio, Jerónimo y Jorge, problemas de carácter económico los llevaron a dedicarse al coyotaje. Flavio aceptó la propuesta de un pollero para trabajar con él como ayudante porque su esposa quedó embarazada de su sexto hijo y no tenía dinero; Jerónimo lo hizo porque estaba recién casado y tenía muchas necesidades y Jorge por necesidad y porque su familia no tenía nada. Finalmente, Amadeo señaló que se hizo pollero por ambición personal: "la ambición del dinero te hace que trabajes de cualquier cosa".

 

Aprendizaje a través de la adquisición de contactos con funcionarios estadunidenses

Uno de los entrevistados aseguró que fueron los contactos que hizo con funcionarios estadunidenses durante los tres años que trabajó en el país vecino los que le permitieron conocer algunos pormenores del negocio del coyotaje e integrarse en una red de apoyo para el tránsito irregular de migrantes.

 

Conclusión

El coyotaje es un oficio denostado porque viola el derecho de los estados. Los agentes facilitadores del cruce fronterizo son definidos por las autoridades como personas siniestras que engañan y explotan a personas desesperadas que buscan un mejor futuro en un país con mayores oportunidades económicas. Sin embargo, los resultados de esta investigación indican que los polleros provienen del mismo estrato social que los migrantes y tienen biografías similares a las de éstos, por lo que muchas veces se produce una empatía entre ambos.

Los problemas económicos constituyen la principal circunstancia conducente al ejercicio del coyotaje; sin embargo, otros factores como la lealtad y solidaridad con un empleador, el compromiso con un amigo, la influencia de un familiar o el deseo de ayudar a otros paisanos, también son importantes. Como contraste, la ambición personal constituye una motivación más débil. Por lo tanto, los agentes facilitadores del cruce fronterizo no pueden definirse como personas avariciosas y sin escrúpulos que engañan y abandonan a los migrantes. Muchos de ellos son personas confiables que no se mueven exclusivamente por el afán de lucro y que protegen a los migrantes que conducen.

El análisis del proceso de aprendizaje del oficio de pollero permite vislumbrar que algunos son víctimas de relaciones de poder asimétricas entre empleados y empleadores. El papel preponderante de los empleadores estadunidenses en muchas de las redes que facilitan el tránsito subrepticio de migrantes laborales a Estados Unidos permite concluir que el problema de la migración irregular obedece en cierta medida a la avaricia de los empleadores, que utilizan intermediarios para reclutar nuevos trabajadores en condiciones de absoluta informalidad en lugar de impulsar con las autoridades migratorias y laborales de Estados Unidos y los países de origen de los migrantes normatividades que permitan una contratación de trabajadores de manera ordenada, segura y legal.

 

Anexo

 

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Notas

1 Principalmente las categorías 1, 2, 3 y 5 de la Tabla 1.

2 Principalmente las categorías 4, 6 y 7 de la Tabla 1.

3 Adriano fue deportado y Domingo regresó por iniciativa propia.

 

Información sobre el autor

Simón Pedro Izcara Palacios. Premio Extraordinario de Doctorado (1997-1998), por la Universidad Complutense de Madrid. Es profesor de Sociología Rural en la Unidad Académica Multidisciplinaria de Ciencias, Educación y Humanidades (Universidad Autónoma de Tamaulipas, México) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (Nivel II). Su área de especialización son los estudios rurales y migratorios. Algunas de sus últimas publicaciones son: Manual de investigación cualitativa, México (2014); "La contracción de las redes de contrabando de migrantes en México", en Revista de Estudios Sociales, 48, (2014); "La demanda de trabajadores huéspedes en la agricultura estadunidense", en Cuadernos de Desarrollo Rural, 11 (73), 22, (2014). Dirección electrónica: sp_izcara@yahoo.com, sizcara@uat.edu.mx.

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