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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.20 n.80 Toluca Apr./Jun. 2014

 

Familias inmigrantes en España: estructura sociodemográfica, roles de género y pautas culturales de los hijos adolescentes

 

Immigrant families in Spain: sociodemographic structure, gender roles and cultural patterns of teenagers

 

Juan David Gómez-Quintero y Cayetano Fernández-Romero

 

Universidad de Zaragoza, España y Universidad San Jorge, España.

 

Artículo recibido el 12 de marzo de 2012
Aprobado el 16 de junio de 2012.

 

Resumen

Este trabajo presenta un análisis descriptivo de la estructura familiar, los roles de género de padres e hijos y de las pautas culturales de familias inmigrantes en España a partir de una encuesta realizada a alumnos escolarizados entre los 12 y los 17 años en la ciudad de Zaragoza. Se presenta a la familia como un agente que se debate entre la reproducción y el cambio social. Por una parte, este agente transmite valores y comportamientos que en algunos casos perpetúan los roles de género tradicionales, pero por otra parte, se ve influenciada por los cambios sociales de la sociedad de destino, en especial por otros agentes como la escuela y el trabajo productivo. Las conclusiones sugieren que los hijos de inmigrantes tienen distintas posiciones sociales respecto a sus padres, a la sociedad de destino y a las relaciones de género dependiendo de la influencia de las pautas culturales de la sociedad de origen.

Palabras clave: Estructura familiar; roles de género; pautas culturales; familias inmigrantes; adolescentes.

 

Abstract

This paper presents a descriptive analysis of family structure, gender roles of parents and children and cultural patterns of immigrant families in Spain. Their study came from a survey of students aged 12 to 17 years in Zaragoza city. It presents the family as an agent who is torn between reproduction and social change. On the one hand, this agent transmits values and behaviors that in some cases perpetuate traditional gender roles, but on the other hand, is influenced by the social changes of the host society, specially by other agents such as school and productive work. The findings suggest that immigrant children have different social positions respect to their parents, the host society and gender relations depending on the influence of cultural patterns of the society of origin.

Key words: Family structure; gender roles; cultural patterns; immigrant families; teenagers.

 

Introducción

En la primera década del siglo XXI España se caracterizó por acoger a millones de personas de origen extranjero. Se trata de un fenómeno llamativo debido al volumen de personas migradas y a la brevedad de tiempo en que migraron: España pasó de tener 40 millones de personas en el año 2000 a los 47.1 millones en el año 2011, según el padrón publicado por el Instituto Nacional de Estadística hasta el 1 de enero de 2011. En gran medida este crecimiento se debe a la llegada de inmigrantes que han sido motivo de un importante revulsivo demográfico no sólo por el número de personas, sino también por sus características: jóvenes y en edad de tener hijos. Así, 42 por ciento de la población española presenta una edad comprendida entre los 20 y los 44 años. En cambio, ese mismo grupo de edad entre los extranjeros empadronados en España se eleva a 62 por ciento. Además, el porcentaje de españoles menores de 16 años (15.7 por ciento) es inferior al de los mayores de 65 años (18.5 por ciento). Mientras, en los extranjeros se observa que el porcentaje de los menores de 16 años (15.4 por ciento) casi triplica el de los mayores de 65 años (5.4 por ciento).

Por otro lado, se comprueba cómo desde la década de 1990 el perfil del inmigrante en España ha ido cambiando, ya que del mayoritariamente masculino y joven, en muchas ocasiones con un carácter temporal, se pasó en la última década a un perfil en que la cifra de mujeres inmigrantes (47.5 por ciento)1 se acerca a la de los hombres (52.5 por ciento). Aunque varía por grandes regiones de procedencia, como se puede ver en la Tabla 1, la migración tiende a convertirse en un proyecto familiar y definitivo.

A pesar del peso cuantitativo de las mujeres en los procesos migratorios, se habla de la falta de visibilidad social de las mujeres. En este sentido, Valero (2004, 97-99) señala que "gran parte de esa responsabilidad la tienen los medios de comunicación... porque en la realidad social existe lo que se nombra y lo que no se nombra aparentemente no existe". En este sentido, pormenoriza al seguir los estudios de Bach Arús (2000) cuando habla de "El sexo de la noticia" al señalar que el uso del masculino genérico refuerza la invisibilidad, así como la idea de Gregorio Gil (1997), quien apunta que se invisibiliza "el protagonismo de las mujeres en aquellos espacios diferentes del privado o doméstico". En el caso de las mujeres extranjeras no hay que olvidar que dicha invisibilidad suele venir condicionada por una doble discriminación: ser mujer e inmigrante (Martínez y Uts, 2006).

En las siguientes páginas se propone analizar la estructura sociodemográfica de las familias inmigrantes que fijan su residencia en España. Se describirá la composición de los hogares, los procesos de movilidad social e inserción laboral de los padres y especialmente las diferencias de roles masculinos y femeninos entre padres e hijos. Para analizar los roles de género serán consideradas algunas pautas culturales de los adolescentes que puedan evidenciar un proceso de ruptura o continuidad con aquellas heredadas de sus padres y madres. Estas pautas son los hábitos de ocio nocturno, las formas de vestir, las creencias religiosas, la futura elección de la pareja y las responsabilidades en casa. La metodología del estudio siguió los procedimientos del análisis cuantitativo, que permite una amplia cobertura de población y una amplia gama de variables que ayudan a conocer la morfología de los grupos humanos, como en este caso son los adolescentes de origen extranjero. La técnica utilizada fue la aplicación de una encuesta que recoge las opiniones y actitudes de más de 500 adolescentes de origen extranjero en la ciudad de Zaragoza.

 

Encuadre teórico

La familia es una de las instituciones clave de cualquier sociedad. La literatura debate, según la corriente teórica, en concebirla como fuente de cambio social o como espacio de conservación axiológico y guardiana de las tradiciones culturales.

La segunda postura ha sido mayoritaria. Tanto los que defienden la concepción conservadora de la familia como los que critican su tendencia a la reproducción de las desigualdades económicas y de género, la conciben como fuente de legitimidad del orden social. La posición conservadora ha sido ampliamente defendida por la tradición funcionalista que ha visto en el parentesco, en la socialización primaria y en la regulación de la actividad sexual, un beneficio para la sociedad en su conjunto, reduciendo la inestabilidad y el desorden social. Las teorías del conflicto y del feminismo radical han concebido a la familia como la vía para la transmisión de la propiedad privada, la promoción del patriarcado y la explotación laboral y económica de las mujeres.

La postura que defiende el carácter dinámico de la familia había sido exigua hasta hace algunos años. Las corrientes teóricas micro-sociológicas afirman que al interior de las familias, los individuos interactúan entre sí construyendo distintos significados; además, configuran experiencias específicas de la vida familiar dependiendo del tipo de interrelaciones. Desde esa perspectiva, esas relaciones están caracterizadas por procesos que son fluidos, complejos y abiertos al cambio (Morgan, 1996).

En los últimos años las Ciencias Sociales han reconciliado los enfoques ortodoxos que dividían radicalmente el carácter dinámico o estático de algunas instituciones sociales como ésta. Por una parte, la familia sigue ejerciendo la reproducción biológica y, en buena parte, la reproducción social de la sociedad. No obstante, también ha sido fuente de cambios y conflictos como pueden ser las nuevas formas de familia (Carrington, 1999), los cambios de estatus que se han derivado de la calificación e inserción profesional de las mujeres, la flexibilización de la autoridad tradicional, etcétera.

La familia en España, especialmente en las últimas décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI, ha experimentado una serie de cambios que Requena y Revenga (2010) resumen en el fin de la familia nuclear conyugal clásica, la intensa caída de la fecundidad, la inestabilidad conyugal y el creciente desprestigio del matrimonio, nuevas formas de convivencia y cambios de valores familiares.

Uno de esos cambios ha sido inducido por las familias de inmigrantes, las que a su vez encierran un amplio abanico de formas de interrelación: la monoparentalidad femenina y, en menor medida, masculina; la unidad de varios núcleos familiares dentro del mismo hogar; las familias compuestas, las extensas reagrupadas y las transnacionales (Zapata, 2009; López y Loaiza, 2009).

Otro de los cambios ha sido ocasionado por los cambios de roles y estatus de las mujeres en buena parte del mundo. Contrariando las caducas leyes de Ravenstein de 1885, las mujeres demostraron casi un siglo después una enorme iniciativa en la emigración.

De forma específica, la bibliografía de las migraciones ha constatado en los últimos años la enorme transformación social y económica de la mujer emigrante. Una de las características más destacadas es que no sólo soporta el peso emocional de los miembros dependientes del grupo familiar, sino el peso económico (Gil, 2005; Sassen, 2003; Sorensen y Guarnizo, 2007; Vega y Gil, 2003).

Otra constatación significativa es el amplio consenso en afirmar que la movilidad espacial a través de las fronteras ha repercutido en el ascenso de la movilidad social de las migrantes.

Así, un hecho que viene sucediéndose en el interior de las familias emigradas es la transformación de roles convencionales a través de los cuales cada vez más mujeres son la "cabeza del hogar": buena parte de los ingresos familiares se obtienen por el trabajo femenino. Este hecho ha traído consigo, en muchos casos, conflicto de roles, rupturas y separaciones. La cuestión por debatir es "si efectivamente se produce un mayor empoderamiento de las mujeres migrantes" una vez que han emigrado o si, por el contrario, reproducen las "inequidades de género en los países de destino" (cepal, 2004: 45).

Posso Quiceno y Urrea Giraldo (2007) responden a tal cuestión hablando de un proceso de renegociación de las reglas del juego entre las mujeres inmigrantes y sus parejas. Tal negociación se traduce en el incremento de la participación femenina en la toma de decisiones sobre la utilización de los recursos generados por ambos miembros de la pareja. Destacan que las mujeres que emigran ganan prestigio dentro del hogar transnacional por su capacidad para aportar nuevos o mayores ingresos respecto al país de origen.

Guarnizo et al. (2002) sostienen que sí existe empoderamiento de las mujeres, ya que buena parte ellas experimenta una movilidad social ascendente (a diferencia de muchos hombres). Sostienen que en el caso de las inmigrantes asentadas en Estados Unidos, muchas se convierten en trabajadoras remuneradas por primera vez. "La incorporación de las mujeres en el mercado trae consigo cambios significativos en la forma como se perciben a sí mismas y como son percibidas por los hombres dentro y fuera del hogar" (Guarnizo et al., 2002: 7).2

Sin embargo, existen otras lecturas más críticas en el caso español. Hay quienes afirman que, a pesar de las conquistas de la mayor parte de las mujeres en la esfera pública, éstas no han supuesto el replanteamiento fundamental de las relaciones de poder en el ámbito doméstico (esfera de lo privado). La resolución de la salida de la mujer al ámbito público se ha solucionado con la incorporación de otra mujer (la inmigrante) a los trabajos que generalmente están peor remunerados. Es un proceso que Torns (1996; 1997) denomina trasvase de desigualdades de clase y etnia dentro del propio género femenino. De esta forma lo resume Ruth Mestre i Mestre (2005: 149):

Así el trabajo emocional y de cuidado propio de lo doméstico y de las mujeres ha sido transferido a trabajadoras, mercantilizado mediante contratos privados de nuevo ocultos o invisibles. La mayoría de mujeres migradas en realidad se están empleando en el cuidado de niños, ancianos y enfermos, a la vista de la escasez de respuestas públicas para hacer frente a lo más natural del mundo que es nacer y hacerse viejo o enfermar.

Al caso de la reagrupación familiar en España se le atribuyen visos heredados de un modelo familiar que "el Estado está dispuesto a proteger (nuclear, heterosexual, monógamo)" (Mestre i Mestre 2005: 158). Asimismo, se parte del supuesto de la esposa y madre como cuidadora que proporciona estabilidad al núcleo familiar, lo cual evidencia el protagonismo atribuido en la esfera privada en detrimento de su incorporación a la esfera pública. En efecto, esta tendencia se ve fortalecida por un derecho de extranjería que en España no otorga el permiso de trabajo a los reagrupados que, en la mayoría de los casos, excepto el latinoamericano y el europeo del Este, se trata de mujeres.

Este derecho de extranjería ha participado en la construcción de un prototipo de mujer parcial y sesgado: "las mujeres migrantes en los textos normativos aparecen como esposas, como trabajadoras domésticas o como víctimas (especialmente de tráfico con fines de explotación sexual)" (Mestre i Mestre, 2005: 142). Asimismo, las políticas relativas a la relación entre inmigración y mercado de trabajo vienen marcadas por una tendencia bajo la cual el trabajador inmigrante es masculino por definición y las mujeres se conciben como una novedosa excepcionalidad en la que se destacan el servicio doméstico y el trabajo (Solana, 2005).

Por otra parte, una cuestión que sí tiene consenso dentro de la literatura especializada, es que tanto para los hombres como para las mujeres migrantes, los desplazamientos transfronterizos modifican las estructuras familiares. Esta transformación estructural se traduce en el descenso de estatus del grupo familiar en la sociedad de destino, en la participación laboral de los progenitores en trabajos precarios y poco calificados, en la reducción de los tiempos que los padres pasan con los hijos a causa de las largas jornadas de trabajo (quedando los niños desatendidos durante muchas horas) o bien, en los casos de migrantes que no conocen el castellano, se produce una inversión de roles, ya que los hijos pasan a ser los traductores y socializadores externos de sus padres.

Las secuelas de estas nuevas estructuras dejan entrever, por ejemplo, los nuevos y diferentes desafíos a los que se enfrentan estas familias: "nuevas formas de expresar afecto, modificaciones en los modelos de paternidad y maternidad, redefinición de roles y construcción de vínculos a través de la distancia" (Zapata, 2009: 1751) o bien "el dramático desencuentro de madres y padres que, luego de muchos años en el exterior, han decidido reunificar sus familias, llevándose a sus hijos. El desencuentro es a menudo conflictivo, especialmente entre aquellos insertados en posiciones bajas en el mercado laboral" (Guarnizo, 2003: 37).

Otra secuela importante tiene que ver con los procesos de socialización de los hijos de los extranjeros. Existen muchas propuestas teóricas de interpretación, pero interesa especialmente el trabajo longitudinal de Rumbaut y Portes (2001) en Estados Unidos por su amplitud y consistencia. Este trabajo ha contribuido a perfilar el modelo de asimilación segmentada, que a su vez se compone por tres modelos: aculturación disonante o asimilación descendente (que se traduce en escasa calificación, hostilidad hacia la sociedad receptora, perpetuación de la clase social); aculturación consonante (recepción neutral o favorable de los extranjeros que permite la movilidad social ascendente) y aculturación selectiva (buena acogida de la sociedad receptora, movilidad educativa ascendente e inserción profesional).

En este último modelo existe una menor distancia cultural intergeneracional, los lazos de autoridad paterna se mantienen más fuertes y existe la posibilidad de elección de patrones culturales y sociales de la sociedad de origen de los progenitores o de la sociedad de acogida. Sin embargo, este modelo recoge sus conclusiones a partir de los grupos poblacionales según la nacionalidad en Estados Unidos. Para suplir ese desfase contextual, en este caso se seguirá este modelo, pero complementado con el análisis de los valores culturales en grandes áreas del planeta (Inglehart y Welzel, 2010).

En los últimos años se han aplicado estudios longitudinales similares en España (Portes et al., 2009) que sugieren el predominio del modelo de aculturación disonante debido a las bajas aspiraciones educativas y ocupacionales de la "segunda generación" y a la relativa debilidad de la auto-identificación como españoles en beneficio de la auto-identificación de los países de procedencia de sus padres. No obstante, advierten los autores, se trata de un proceso reciente en comparación con los procesos migratorios de Estados Unidos.

 

Metodología de la investigación3

Con el propósito de obtener una descripción representativa de la muestra seleccionada4, se optó por utilizar la encuesta como herramienta de recogida de la información. El cuestionario estuvo formado por 80 preguntas, en su mayoría cerradas. Sin embargo, para este artículo fueron analizadas las respuestas a 15 preguntas que caracterizaban los hogares de los menores, las actividades laborales de sus padres y las pautas culturales que suscitaban diferencias intergeneracionales. El contenido de algunas variables exigía, a su vez, el recurso a las preguntas abiertas. Dado que la población de estudio es especialmente heterogénea, formada por sujetos que hablan diferentes idiomas (y con diverso grado de conocimiento del mismo) y para facilitar la posibilidad de respuesta por parte de los menores, éstos tuvieron acceso a traducciones del cuestionario al chino, rumano y árabe.

La selección de los elementos muestrales fue polietápico. De los 81 centros registrados en la ciudad de Zaragoza5, se seleccionaron 14 institutos que representaban a cada uno de los siete distritos educativos en las que está dividida la ciudad. De esta forma y para cumplir con los objetivos del estudio, la selección de los institutos se hizo a través de un muestreo intencional de los centros de cada zona educativa que contaban el mayor número de alumnos de origen extranjero. En una segunda etapa se procedió a la selección última de las unidades muestrales, con base en los listados alfabéticos de alumnos de los diferentes cursos de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) ya que este sistema hacía posible la selección aleatoria de aquéllas. Los cuestionarios se aplicaron entre los días uno y 15 de febrero de 2009 en las aulas habilitadas al efecto en los diferentes centros.

Atendiendo al sexo de los encuestados, 50.6 por ciento eran alumnas y 49.4 por ciento alumnos. La mayoría tenía una edad comprendida entre los 14 y 15 años (46.9 por ciento), le seguían los alumnos con 12 años (9.6 por ciento) y los de 17 años (6.3 por ciento).

Los adolescentes encuestados provienen de familias cuyo origen6 está en América Latina con 58.8 por ciento, seguido muy de lejos por los procedentes de Europa del Este, Magreb, Asia y África Subsahariana (ver Tabla 2).7 En el análisis de la segunda parte del artículo fue excluida de las explicaciones basadas en la región de procedencia a los menores procedentes de Europa Occidental y Oriente Medio por su escasa representatividad estadística.

El tiempo de residencia de los menores en España es, en general, moderado, aunque hay matices según el origen geográfico. Aproximadamente la mitad de los adolescentes tiene menos de cinco años de estancia en el país y la otra mitad lleva más de cinco años (Tabla 3). Las migraciones con más trayectoria y por tanto las más consolidadas, son la latinoamericana y la magrebí, con 56 por ciento y 52 por ciento, respectivamente, de adolescentes que superan los cinco años de residencia. Por el contrario, las migraciones más recientes proceden de África subsahariana, Europa del Este y Asia, con 47 por ciento, 33 por ciento y 23 por ciento, respectivamente, de menores que tienen más de cinco años en el país de acogida.

El tiempo de estancia es un factor importante para explicar los procesos de arraigo en la sociedad de destino, aunque no es por sí solo determinante, como se verá más adelante.

 

Resultados empíricos

A continuación se exponen los resultados de la investigación en dos apartados bien diferenciados. En primer lugar se describe la estructura sociodemográfica de las familias inmigrantes según los datos proporcionados en las encuestas a los adolescentes. Esta descripción enmarca el contexto social, demográfico y laboral que permitirá abordar el segundo apartado en el que se analizan las variables centrales que constituyen la tesis central del artículo.

 

Estructura sociodemográfica de las familias inmigrantes

Según los datos obtenidos de la encuesta, la estructura familiar de los extranjeros difiere considerablemente de la estructura de las familias autóctonas. Estas diferencias se aprecian en el número de miembros del hogar, en sus perfiles y en la tipología de las unidades familiares.

Composición de los hogares

Los resultados de las encuestas muestran una mayor presencia femenina en el hogar, ya que la madre está presente en 92.9 por ciento de los hogares, frente a 69.7 por ciento de los padres (ver Tabla 4).

Si se estudia más detalladamente la presencia de los padres y de las madres en el hogar por área geográfica (Tabla 5) destaca la fuerte presencia femenina en el caso de los hogares de Europa del Este (94.9 por ciento) y de Latinoamérica (90.9 por ciento). Esta distribución confirma la alta feminización de esas migraciones descrita en la Tabla 1. La única excepción que se encuentra en la encuesta, es decir, donde el porcentaje de hombres es mayor al de mujeres, se registra en el área del Magreb, ya que la presencia del padre en el hogar es de 75.8 por ciento frente a 72.7 por ciento de las mujeres.

La mayor presencia de la mujer en el hogar puede tener repercusiones familiares en el organigrama y distribución de tareas en el hogar. El motivo es que junto a los roles tradicionales y socializadores de la mujer, como la enseñanza de la lengua, valores y cultura propias, se incorpora también el protagonismo como agente socializador en el nuevo país de residencia. Una evidencia es la elevada participación de madres en el trabajo asalariado, lo cual las identifica hacia sus hijos no sólo como "madre", sino también como "trabajadora". Además, en muchos casos, como se verá más adelante, su incorporación al mundo laboral rompe uno de los roles tradicionales del hombre, ya que deja de ser el único que aporta ingresos en el hogar.

En otras palabras, la feminización de la inmigración europea y latinoamericana es un rasgo que la diferencia de las migraciones procedentes de África y Asia. Entre los motivos que pueden explicar estas diferencias destaca que las mujeres europeas y latinas parecen tener más iniciativa y menos trabas culturales, familiares y burocráticas a la hora de iniciar la aventura de la inmigración. Precisamente el modelo de análisis de valores de Inglehart y Welzel (2010) discurre desde un polo de valores con un fuerte arraigo del sistema tradicional-religioso (África y Asia) hasta otro polo con fuerte influencia del sistema secular-racional (América y Europa). La existencia de distintas posiciones sociales en función de la región de procedencia permite interpretar las concepciones en torno a un orden con tendencia hacia la legitimación del patriarcado o hacia la igualdad democrática de género.

Por su parte, las mujeres procedentes del Magreb han incrementado su presencia en España desde la segunda mitad de la década de los noventa, debido fundamentalmente a la reagrupación familiar. Según Ramírez (1998: 70) la mujer arabo-musulmana no emigra sola, porque dicha actitud significaría poner en "entredicho la capacidad productiva de los hombres". Sin embargo, en el caso de la emigración marroquí hay una tendencia, aunque minoritaria, de mujeres solteras, viudas o divorciadas que han tomado la decisión de emigrar por su cuenta. Asimismo, hay mujeres jóvenes y de procedencia urbana que viajan a España a realizar estudios universitarios.

En el caso de las mujeres subsaharianas, aunque cuantitativamente inferior a las latinoamericanas, se ha incrementado su llegada a Europa en los últimos años, sin embargo, su vía de entrada ha sido la reagrupación familiar y su estatus en la sociedad de acogida está fuertemente condicionada por los tópicos occidentales respecto a las mujeres africanas o a las mujeres procedentes de los países en vías de desarrollo.

En el caso de los abuelos (Tabla 6) lo más destacable es que entre 60 y 70 por ciento de los abuelos paternos y maternos está en sus países de origen, ya que en muchas ocasiones representan el nodo en origen de la red familiar transnacional. Sin embargo, cuando están presentes en los hogares de las familias inmigrantes, las abuelas, tanto paternas como maternas, están en mayor porcentaje que los hombres, es decir, se refuerza la ya elevada feminización de los hogares inmigrantes. El motivo de su presencia lo encontramos en el apoyo material y afectivo que suponen para las familias, ya que ante la actividad laboral de los padres y de las madres fuera del hogar, ellas se convierten, como ocurre en las culturas europeas mediterráneas, en el apoyo estratégico y logístico que se encarga del cuidado de los hijos y de la casa.

Por último, atendiendo a las estructuras familiares (Tabla 7) de los alumnos que respondieron a la encuesta, se observa que predomina la familia nuclear, es decir, la formada por padres e hijos, sobre la extensa: padres, hijos, abuelos y otros familiares. Además, en ambas estructuras destaca la presencia de más hogares monoparentales encabezados por la madre (10.9 por ciento) que por el padre (0.6 por ciento). Del mismo modo, en los hogares extensos, la mujer aparece encabezando el hogar en un porcentaje (6.5 por ciento) que duplica al de los hombres (3.3 por ciento). De este modo se refleja el soporte afectivo que representan las mujeres (madres y abuelas) en los hogares inmigrantes.

La presencia o no de los padres, los hermanos, los abuelos, los familiares y otras personas en el hogar (Tabla 8) permite comprobar cómo casi 50 por ciento de los hogares de familias inmigrantes de los alumnos encuestados presenta cuatro (27 por ciento) y cinco (22 por ciento) personas en el hogar. Esa cifra se eleva hasta 65.1 por ciento si se agregan los hogares formados por tres personas. También es destacable la presencia de 11.9 por ciento de hogares con una presencia de "nueve o más", lo cual sugiere la existencia de hogares multifamiliares.

En resumen, el número medio de personas en el hogar es de cinco (Tabla 9). Las latinoamericanas y las europeas del Este están por debajo del promedio. Una de las causas que explicaría este hecho sería una mayor equiparación de los ritmos de vida de estas mujeres de origen extranjero a las españolas, entre otros, la incorporación al mundo laboral y sus consecuencias en la natalidad.8 Tampoco se puede obviar que entre estas familias existen también las denominadas transnacionales, en la que parte de los hijos permanecen en los países de origen.

Por otro lado, cabe señalar que la media de cinco miembros por hogar casi duplica la media de miembros por hogar en España (2.72) (Requena y Revenga, 2010).

Movilidad social e inserción laboral de los padres

En este estudio, desde un análisis vertical, se puede comprobar cómo el padre trabaja en el 64 por ciento de los casos y la madre en 71 por ciento. Se debe considerar que la encuesta se hizo en el curso 2009/2010, momento en el que la crisis económica estaba acentuada en España y afectaba más al mercado laboral masculino, en especial a los sectores en los que más se contrataba a los inmigrantes (construcción, hostelería y otros servicios) que al femenino (ver Tabla 10).

Respecto a los horarios de trabajo, tanto los hombres (43.3 por ciento) como las mujeres (42.5 por ciento) suelen tener una jornada partida de lunes a viernes. Sin embargo, parece que ellas tienen una distribución horaria más compleja, ya que mientras 5.1 por ciento de ellas trabaja todos los días, sólo lo hace 8.6 por ciento de los hombres. Este hecho se debe principalmente al trabajo que desempeñan las mujeres: servicios de limpieza, de cuidados de personas mayores y de hostelería, que requieren una atención al público de lunes a domingo. Otro elemento es que la mujer desempeñe varios trabajos semanales para incrementar un salario nominal bajo e incluso que se desarrolle dentro de la denominada economía sumergida.

Si se profundiza en las respuestas de los alumnos, es interesante comprobar cómo la movilidad espacial a través de las fronteras genera modificaciones en la situación económica de los migrantes, una tendencia que ya se había mencionado a la luz de otras investigaciones (Guarnizo et al., 2002; Cepal, 2004). Por todo ello, a continuación se analiza la profesión que desempeñan los padres y las madres de origen extranjero en la sociedad de destino y las que realizaban en los países de origen.

En el caso de los padres, se observa (Tabla 11) cómo los cambios que se producen en la actividad desempeñada en el país de origen y en la nueva ubicación no son especialmente llamativos. Como excepción, destaca que el mayor porcentaje de profesionales se concentra en el sector de la construcción con 20.7 por ciento en España, aunque en el país de origen sólo se dedicaban a ello 13.2 por ciento. Le sigue el sector de los transportes, con 8.8 por ciento, el de servicios de reparación (5.4 por ciento) y el de comercio (cinco por ciento) aunque ya con porcentajes de ocupación más similares entre el área de partida y la de destino. De ello se deduce que el incremento de trabajadores extranjeros procede por la atracción general en el sector de la construcción debido al boom inmobiliario de España entre 2000 y 2008.

Sin embargo, en el caso de las mujeres se observan importantes diferencias entre las actividades realizadas en el país de origen y las llevadas a cabo en España.

El cambio social más llamativo se nota en el paso de la inactividad económica a la actividad. Dos datos reafirman este hecho. Por una parte, el paso de 10.3 por ciento que era "ama de casa" en el país de origen, a 2.1 por ciento que es "ama de casa" en la sociedad de destino. El segundo dato es la reducción de 10.7 por ciento de madres que eran desempleadas en origen a sólo 1.3 por ciento que no tiene trabajo en destino. Respecto a la movilidad entre sectores de actividad, el hecho más llamativo es el incremento en el sector servicios. Las madres que en origen desempeñaban estas labores pasaron de 9.2 por ciento en origen hasta 31.2 por ciento en destino. Otros cambios llamativos son la reducción de las actividades comerciales en destino (de 15.1 por ciento a 6.7 por ciento) y el aumento en el sector de hostelería (de 5.7 por ciento a 11.9 por ciento).

No obstante, el proceso de inserción laboral suele tener distintas etapas que suceden entre la instalación en la sociedad de destino y el ejercicio de un tipo de actividad laboral (Colectivo IOE, 1998). En muchos casos se puede hablar de itinerarios sociolaborales supeditados a factores estructurales (país de procedencia, tipo de visado) e individuales (calificación profesional, motivación, proyecto migratorio).

En muchas ocasiones estos itinerarios están condicionados por estrechos márgenes de maniobra, caracterizados por la fuerte demanda de mano de obra feminizada en el sector terciario, la prioridad de obtener recursos económicos rápidamente para pagar las deudas contraídas con la migración (al principio aceptan las primeras oportunidades que se les presentan) y la escasa cualificación profesional que limita la movilidad ascendente.

Sólo una vez garantizada la supervivencia inmediata (vivienda, documentación, identificación de redes sociales) es posible comenzar a captar las claves del nuevo entorno, conocer y comparar posibilidades y establecer nuevas relaciones. A partir del mayor control que se adquiere del nuevo medio y de los condicionamientos que éste impone, empiezan a desplegarse estrategias en función de las expectativas propias.

Teniendo en cuenta estos matices, es pertinente afirmar que existe, en efecto, un proceso de empoderamiento económico por parte de las mujeres inmigrantes debido al paso que muchas de ellas han dado hacia la actividad económica.

Una vez descrita la estructura de las familias inmigrantes de los alumnos encuestados e identificadas las actividades laborales y los itinerarios sociolaborales, inicia la segunda parte de los resultados.

 

Los roles de género: la mujer como depositaria de los valores familiares y culturales

Antes de entrar de lleno en destacar los principales resultados, es importante conocer los tipos de motivaciones que tienen los alumnos en el inmediato futuro. Esta información sirve para tender un puente entre las actividades laborales de los padres y las expectativas futuras de los adolescentes. En general, resultan muy llamativas las diferencias en la motivación de los alumnos por continuar con estudios superiores.

Sólo latinoamericanos y europeos del este superan la media de los que quieren seguir estudiando, sin especificar la tipología de estudios. Por otra parte, magrebíes y asiáticos son los que menos tienen claridad respecto a sus planes de futuro y los subsaharianos los que más se manifiestan respecto a la formación de oficios manuales (Tabla 12).

En el análisis por género cabe señalar que las adolescentes tienen una mayor disposición a seguir estudiando, mientras que una mayor proporción de los hombres pretende comenzar a trabajar (Tabla 13).

A continuación se analiza el papel que tiene la mujer en el seno de la familia como agente de reproducción social, observando especialmente el papel que juega como transmisor de pautas, comportamientos y valores que difieren según el género. En especial se presentan los resultados de las encuestas en torno a las siguientes pautas socioculturales: reacciones ante los hábitos del ocio nocturno, posiciones ante las creencias religiosas de los padres, criterios en la elección del cónyuge, las formas de vestir y el reparto de las tareas domésticas.

Entre los cambios experimentados por las familias españolas se había señalado la transformación de los valores familiares. En ese apartado conviene resaltar el declive sistemático de la autoridad de los padres frente a los hijos (Requena y Revenga, 2010: 61) como un asunto crucial. Este declive es paradójico debido a que la obediencia de los hijos hacia los padres es uno de los valores que los europeos destacan como fundamentales (Malpas y Lamber, 1993). No obstante, estos valores son transmitidos desde los adolescentes autóctonos hacia los foráneos, lo cual, sumado a lo que Suárez-Orozco (2003) denomina "estrés de la inmigración", forma una combinación de alta conflictividad potencial. Este estrés es definido como la incapacidad de utilizar recursos y estrategias de solución de problemas habituales que puede desencadenar procesos de pérdida de prestigio y cambio de roles, que provocan a su vez distintas reacciones que pueden oscilar entre la renuncia a la autoridad y la imposición de una disciplina más severa.

Cuando los padres están frustrados y se sienten cada vez más amenazados por el hecho de que los nuevos valores y conductas culturales vayan calando en sus hijos, a menudo intentan tensar las riendas. Sin embargo, los hijos, conocedores de los usos de la nueva tierra, pueden amenazar a sus progenitores con denunciarlos ante los organismos estatales. Esto debilita aún más la autoridad paterna (Suárez-Orozco, 2003: 137).

Es posible identificar la potencial existencia de conflictos a partir de la asimilación o rechazo de determinadas pautas socioculturales autóctonas que caracterizan los procesos, muchas veces contradictorios (Singly y Cicchelli, 2004) de la construcción identitaria propia de la adolescencia.

Reacciones de los padres ante los hábitos del ocio nocturno

Más de la mitad de los adolescentes de 12 años salen por la noche los fines de semana y este porcentaje va aumentando gradualmente con la edad hasta llegar a 84.8 por ciento de los adolescentes de 17 años. Se podría afirmar que existe una secuencia progresiva de autonomía en el ocio respecto a la familia a medida que se acercan a la mayoría de edad. Sin embargo, se observa un comportamiento muy diferente cuando se analizan estos resultados según el área geográfica de procedencia. Los adolescentes de Europa del Este y de América Latina son los más proclives a salir por las noches durante los fines de semana, mientras que magrebíes y asiáticos salen en menor proporción.

Estos datos sugieren que las dinámicas individuales de emancipación lúdica están muy condicionadas por las pautas culturales y religiosas de los contextos de procedencia.

En la búsqueda de conciliar autonomía y respeto hacia sus padres, en este estudio se analiza el grado de acuerdo y de desacuerdo de los padres sobre los hábitos de ocio nocturno durante los fines de semana de sus hijos según el sexo y la edad. En el primero de los casos (ver Tabla 16) se pude apreciar cómo el acuerdo con los padres por sexo es muy similar para chicos y chicas, con un porcentaje medio de 54.8 por ciento, cifra que prácticamente duplica la obtenida en desacuerdo (27.2 por ciento), y es un poco mayor para ellos (27.9 por ciento) que para ellas (26.5 por ciento). Posteriormente se preguntó a los adolescentes cuyos hábitos generan desaprobación por parte de sus padres (27 por ciento) las implicaciones que ocasionaban los desacuerdos (ver Tabla 17). Para la mayoría de adolescentes esos desacuerdos no generan conflictos o implicaciones importantes. Sólo seis por ciento señaló que esas diferencias trascienden de forma significativa, aunque en el caso de las mujeres la cifra alcanzó ocho por ciento.

De los datos se puede extraer que prevalece la aprobación parental sobre los hábitos de ocio nocturno de los adolescentes. Los casos de desaprobación son minoritarios y, en los existentes, la conflictividad ("desacuerdos importantes") es también escasa. No obstante, el número de mujeres que identifican conflictividad duplica al número de hombres, lo cual indica que las expectativas de los progenitores sobre las hijas son mayores en cuanto al comportamiento moral en la esfera pública.

Sin embargo, la identificación de la conflictividad leve puede interpretarse como un rechazo adolescente y femenino hacia la normatividad moral parental, lo cual, a su vez, constituiría un síntoma de empoderamiento.

Posiciones ante las creencias religiosas

Al analizar el peso de la religión (Tabla 18) lo primero que se observa es que en la mayoría de los casos las madres y los padres comparten la religión, principalmente en el área del Magreb (93.9 por ciento), Subsahara (87 por ciento) y Europa del Este (84.6 por ciento). En cambio, Latinoámérica (79.2 por ciento) y Asia (63.3 por ciento) son las áreas de menor coincidencia.

Además de esta clara coincidencia en la práctica religiosa entre padres y madres, otro elemento destacable es que las hijas tienden a seguir más la religión familiar. Por su parte, los hombres tienen, aunque de forma leve, más reticencias para contestar esta pregunta que ellas y declaran más abiertamente no compartir la religión familiar que éstas (16.3 por ciento de los chicos frente a 14.8 por ciento de las chicas) (ver Tabla 19). Esta diferencia se basa en el peso normativo y cultural que recae sobre las mujeres en el ámbito de lo privado por ser históricamente las depositarias de las tradiciones culturales y transmisoras de la educación hacia las siguientes generaciones.

En general, los menores de origen extranjero tienen una menor tendencia a ser personas creyentes en relación a sus padres, pero sin que pueda equipararse al nivel de creencia de los adolescentes españoles de origen. En efecto, la Encuesta sobre la Juventud Española (Injuve, 2008) concluyó que el porcentaje de jóvenes que se definen como ateos es nueve por ciento para los españoles y 2.4 por ciento para los extranjeros.

En este sentido, se confirma la existencia de cierto distanciamiento axiológico de los adolescentes de origen extranjero a dos niveles: entre generaciones del mismo grupo familiar y entre los sistemas de creencias de sus coetáneos. La segunda de las distancias respecto a los adolescentes autóctonos no significa directamente un motivo de exclusión o autoexclusión respecto al establecimiento de relaciones de amistad con ellos, pero compartir un mayor sentimiento religioso puede ser un motivo más de identidad, afinidad o cercanía con el grupo de amigos de la misma procedencia cultural.

Posibles tendencias del horizonte conyugal

Otra variable que permite analizar los posibles cambios de percepciones y de roles en la familia de inmigrantes se puede encontrar en la opción de elección futura del cónyuge.

Aquí cabe destacar un cambio generacional muy significativo. La tradición religiosa y familiar se va debilitando como fuente de legitimidad para la elección de la pareja futura. La secularización va en auge a nivel global. Este hecho parece afectar a casi todas las áreas de procedencia: Latinoamérica, Europa del Este y el África Subsahariana. Quizá destaca la excepcionalidad de la cultura arabo-musulmana (Magreb) ya que la opción que expresa un elevado acuerdo con contraer matrimonio con alguien de una cultura cercana es la más alta, con 4.4 por ciento (ver Tabla 20).

Esta excepcionalidad del caso arabo-musulmán y, en menor medida, asiático, se explica por la tendencia hacia la endogamia religiosa, pero también como símbolo de identidad en la línea del nuevo sexismo parcial al que se hizo referencia en el encuadre teórico.9

Ante la frase "Me casaré con alguien de la misma cultura", 34.1 por ciento de los hombres se declaran, en diversos grados, de acuerdo, mientras que esa misma opinión la comparte 28.7 por ciento de las mujeres. Aquí parece evidenciarse otro distanciamiento femenino ante el acervo de valores morales y culturales heredado de sus padres.

Las formas de vestir: hacia la uniformización globalizada

Otro aspecto importante que mide las diferencias generacionales es la forma de vestir. Las diferencias intergeneracionales no son una cuestión atribuible a las religiones, sino de valores culturales y dinámicas de secularización/confesionalidad según las sociedades de procedencia. La mayoría de las sociedades africanas no han pasado (y tampoco se defiende desde este trabajo que tengan que hacerlo) por procesos de secularización como los vividos por las sociedades americanas y europeas. Por ello, el distanciamiento religioso y de vestuario se puede vivir como un conflicto, más que por traicionar o separarse de una religión concreta, por el hecho de separar el hecho religioso de la vida personal y social.

En este sentido se podría hacer énfasis en una conflictividad basada en la secularización de todas las dimensiones de la vida impregnadas por el hecho religioso más que por un rechazo directo a una confesión concreta. Asimismo, esta separación identitaria frente a las pautas culturales y religiosas de referencia está estrechamente ligada a las diferencias intergeneracionales.

Esta misma tendencia ha sido probada en investigaciones recientes. En el estudio longitudinal de la "segunda generación" de inmigrantes en Madrid (Portes et al., 2009: 3)10 encontraron que aunque las relaciones entre padres e hijos inmigrantes eran buenas, alrededor de 15 por ciento de los menores tenía "serias quejas contra sus padres (...) y experimenta considerables problemas de disonancia cultural y enfrentamiento intergeneracional".

Un 63 por ciento de los encuestados (ver "Total" en la Tabla 21) afirma que todo el grupo familiar viste igual a la forma de vestuario que se utiliza en España, mientras que sólo 11 por ciento viste como las personas del país de origen. En esta segunda tendencia destacan principalmente magrebíes, asiáticos y subsaharianos. Tan sólo 18 por ciento de los primeros afirma que toda la familia viste como en España, mientras que en 59.4 por ciento de los casos un miembro de la unidad familiar viste como en el país de origen y 22 por ciento afirma que la familia completa viste tal como lo hacen los habitantes del país de origen. En el caso de los asiáticos llama la atención que 38.2 por ciento de los menores responde que todo el grupo familiar usa el mismo vestuario del país de procedencia.

No obstante, la mayor parte de los adolescentes da poca importancia al vestuario de los padres y hermanos, de hecho, la mayor parte de los encuestados (61.5 por ciento) no respondió la pregunta sobre la valoración de la forma de vestir de los miembros de la familia. Además, 24 por ciento afirma que "le da igual" la forma de vestir de sus familiares. Únicamente merece la pena destacar que por lugares de procedencia, fueron los magrebíes los que más se implicaron en dar una respuesta a esa pregunta (sólo la dejó de responder 15.6 por ciento) y casi 47 por ciento declara estar de acuerdo con que toda su familia o algún miembro se vista de la forma como lo hacen en el país de origen.

En el caso del vestido, aunque las cifras no son muy significativas, parecen apuntar que la mujer está más en desacuerdo con la vestimenta tradicional familiar que los hombres. Dicho de otro modo, los estudiantes entrevistados parecen estar más de acuerdo con los cánones de vestir de sus países de origen (14 por ciento ) que las mujeres (12.1 por ciento).

Distribución desigual de las tareas domésticas

Las tareas domésticas y el cuidado de mayores y de menores ha sido una de las labores más asociadas a la mujer en el hogar. En este estudio sólo se preguntó por la responsabilidad en el cuidado de hermanos más pequeños. Como se puede observar, el cuidado de los hermanos afecta algo más a las mujeres (32.6 por ciento) que a los hombres (27.5 por ciento) (ver Tabla 22).

Esta responsabilidad transmitida especialmente a las hijas, afecta de forma mas acusada a las magrebíes y subsaharianas, no sólo por ser depositarias de un mayor bagaje de repertorio normativo de sus progenitores, sino porque son las que más hermanos tienen. Asimismo, los adolescentes de estas regiones son, junto a los asiáticos, los que menos salen a compartir el ocio con sus amigos por las noches (Tabla 15).

 

Conclusiones

La emigración supone con frecuencia el desplazamiento de la estructura familiar en que se modifican los roles y el estatus. Esta transformación también supone un giro desde un sistema de relaciones de género a otro. Por un lado, las distintas modalidades de las relaciones de género en la sociedad de origen ayudan a explicar por qué y cómo emigran las mujeres. Por otro, el proceso migratorio incide de distintas maneras sobre el posicionamiento de género de las mujeres migrantes.

La mayor presencia de la mujer en el hogar se traduce en el ejercicio de la autoridad familiar en casa y por lo tanto, pasa a ser el elemento socializador ya que de ella dependerá la transmisión de valores, de cultura y de otros tradicionalmente masculinos como han sido la autoridad y trabajar para mantener a la familia.

En general destaca que las mujeres europeas y latinoamericanas parecen tener más iniciativa y menos trabas culturales, familiares y burocráticas a la hora de iniciar la aventura de la inmigración (Diagrama 1).

A pesar del análisis por subcontinentes, se notan diferencias en términos de los sistemas culturales, no sólo basados en las regiones de procedencia de las familias de los menores, sino en el nivel educativo de los padres y su grado de secularización cultural. Es posible identificar un continuum que va desde los valores religiosos-tradicionales hasta los seculares-racionales según el modelo de Inglehart y Welzel (2010).

Por otra parte, cabe destacar que las adolescentes reciben una mayor presión que los adolescentes para que conserven las pautas culturales de los padres. Esta tendencia al control social parental queda reflejada en el grado de acuerdo con la religión de los progenitores, la conflictividad del ocio nocturno, los planes respecto al horizonte conyugal y el reparto de tareas domésticas, como el cuidado de los hermanos. Se concluye que el asunto del vestuario es transversal a los procesos de uniformización global y no sólo a los sistemas culturales específicos.

Para finalizar, se representan gráficamente los tres modelos de aculturación de la teoría de asimilación segmentada (Rumbaut y Portes, 2001) y se anteponen al modelo de análisis de valores culturales a nivel mundial (Inglehart y Welzel, 2010) para ver las posiciones sociales de los adolescentes frente a las pautas culturales de sus padres y, en especial, frente al asunto de las relaciones de género. Se puede concluir que hay una mayor tendencia hacia la aculturación disonante entre los menores magrebíes, una mayor tendencia hacia la aculturación consonante entre los subsaharianos y asiáticos y un posible acercamiento limitado hacia la aculturación segmentada por parte de los latinoamericanos y europeos del este.

 

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Notas

1 La distribución de la población total de España por sexos es de 49.3 por ciento de hombres frente a 50.75 por ciento de mujeres. Informe Mujeres y Hombres en España, 2010, Instituto Nacional de Estadística con datos del Padrón Municipal.

2 Como recuerdan Vega Solis y Gil Araujo (2003: 18) la feminización de los canales de supervivencia domésticos son resultado de estrategias "de resistencia de las mujeres ante las situaciones de pobreza y exclusión impuestas a gran parte de la población de estos países" o a motivaciones "dirigidas a alcanzar una mayor autonomía" o la liberación de situaciones íntimas complejas (Sorensen y Guarnizo, 2007).

3 La investigación denominada Los menores extranjeros que cursan la enseñanza secundaria obligatoria en Zaragoza capital fue financiada por el Gobierno de Aragón a través de la Dirección General de Inmigración y Cooperación al Desarrollo durante el curso 2009/2010. El equipo de investigación estaba dirigido por el Dr. Miguel Marco Fabre e integrado por otros investigadores de la Universidad de Zaragoza: María Dolores de Pedro Herrera, Rafael Díaz Fernández, María Teresa Lamas Gimeno y el primer autor de este artículo.

4 El diseño de la muestra estuvo determinado por los siguientes parámetros: el volumen de población (N = 3 314 menores), el margen de confianza adoptado (95.5 por ciento) y el margen de error previsto (+/- cuatro por ciento). Según esto, la muestra (n) estaba constituida por 522 individuos. La especificación del volumen de cada estrato en la muestra (afijación) se realizó según el criterio de su proporción en el universo. Por ser de interés en el estudio los distintos segmentos de población (como los que vienen dados por pertenecer a distintos países de origen, zonas donde se ubican los centros educativos, sexo y edad) el tipo de muestra elegido debía corresponderse con el de una muestra probabilística estratificada y por conglomerados.

5 Es la quinta ciudad de España por tamaño de población.

6 Cuando se habla de "origen extranjero" de los menores, se hace referencia tanto al origen de sus padres como al de los propios alumnos, ya que en algunos casos hubo reagrupación desde el origen y en otros, nacimiento en la sociedad de destino.

7 Esta distribución corresponde en proporciones cercanas con la distribución del alumnado extranjero de eso según las fuentes de oficiales de educación en la comunidad autónoma: 43 por ciento América, 38 por ciento Europa, 15 por ciento África y cuatro por ciento Asia. Curso 2007/2008. Fuente: IAEST (2009). Sin embargo, la elevada cifra de estudiantes de origen latinoamericano se debe a que las medias de edad de los hijos de la inmigración no está distribuida de forma homogénea. Si se utilizaran datos de alumnos extranjeros de educación primaria, los latinoamericanos perderían ocho puntos porcentuales que se distribuirían entre africanos principalmente y europeos en segundo lugar.

8 En el año 2009 el índice de fecundidad de las españolas alcanzó 1.33 hijos por mujer, mientras que el de las mujeres de origen extranjera fue de 1.67, según el INE, Movimiento Natural de la Población e Indicadores Demográficos Básicos. Año 2010. Datos avanzados.

9 Además, como fruto de la secularización generalizada en las últimas décadas, la institución del matrimonio religioso ha perdido su status privilegiado fundador de la unidad de un hogar. Ahora, la legislación en España reconoce otro tipo de uniones como las parejas de hecho o los matrimonios homosexuales, opciones que hacen parte del abanico de elecciones que puede estar presente en el horizonte de los estudiantes entrevistados.

10 La muestra de dicho estudio recogía información procedente de 3 375 alumnos de 125 colegios de la Comunidad de Madrid.

 

Información sobre los autores

Juan David Gómez Quintero. Doctor en Sociología en la Universidad de Zaragoza (España). Profesor de la Universidad de Zaragoza y coordinador en el Doctorado Interdisciplinar en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (Mexico). Autor de una veintena de artículos científicos. Coautor de seis libros y 13 capítulos de libros sobre temáticas diversas, tales como cambios sociales en América Latina, inmigración extranjera en España; Cooperación internacional al desarrollo y sociedad civil. Dirección electrónica: jdgomez@unizar.es

Cayetano Fernández Romero. Doctor en Historia por la Universidad de Navarra. En la actualidad es profesor de Historia Contemporánea y Antropología Cultural en la Facultad de Comunicación y Director del Instituto Humanismo y Sociedad en la Universidad San Jorge (Zaragoza) en la que combina la docencia con la investigación en diversos proyectos nacionales e internacionales. Ha participado en congresos y publicado varias obras y artículos relacionados con la familia en la Historia y los cambios sociales actuales, entre ellos el fenómeno migratorio. Dirección electrónica: cfernandez@usj.es

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