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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.20 no.79 Toluca Jan./Mar. 2014

 

Las transiciones a la adultez de los jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis) en México, 2010

 

Transitions to adulthood for young people who Not in Employment, Education or Training (NEET) in Mexico, 2010

 

Juan Bermúdez-Lobera

 

El Colegio de México, México.

 

Artículo recibido el 6 de mayo de 2013.
Aprobado el 28 de enero de 2014.

 

Resumen

El artículo analiza las características individuales de los jóvenes de 15 a 29 años que no estudiaron ni trabajaron (ninis) en México, 2010, efectuando una revisión por subgrupo de edad y sexo, según si han realizado o no transiciones a la adultez. Con base en este último concepto, se divide a la población objetivo en dos grandes categorías: “jóvenes” ninis, es decir, aquellos que no han realizado ninguna transición a la adultez y “adultos” ninis, aquellos que ya han transitado a la adultez. Estas diferencias permiten observar y decir que los ninis no son un grupo homogéneo, sino que presentan distintas características según sus trayectorias de vida. El análisis demuestra que ser nini no sólo es un reflejo de la exclusión económica, sino también de cómo se asignan socialmente ciertos roles de género.

Palabras clave: Jóvenes, transiciones a la adultez, género, nini, México.

 

Abstract

This article studies the individual characteristics of people between 15 to 29 years old who Not in Employment, Education or Training (NEET) in Mexico during 2010. The analysis is divided by age and sex, as well as considering the transition to adulthood. For instance, we divide the population NEET into two broad categories: young NEETs, those who have not made any transition to adulthood and adult NEETs, those who have already gone through some of the transitions to adulthood. This study finds that NEETs are not an homogeneous group but have different characteristics as life trajectories. Also, NEETs are not just the result of economical exclusion but the product of how society assigned gender roles.

Key words: Young, transitions to adulthood, gender, neet, México.

 

Introducción

La palabra nini es un término relativamente nuevo en el contexto mexicano. Éste se ha utilizado de muchas maneras sin tener en cuenta claramente qué significa. El presente artículo aboga por hacer una revisión conceptual y metodológica del término, por lo que se considera necesario re-explorarlo e interpretarlo lejos de cualquier estigmatismo y determinismo. Se propone observarlo como un concepto que se ubica dentro de un escenario social y que adquiere sustento en el ciclo de vida de los jóvenes en México.1

Uno de los primeros objetivos es examinar la importancia de la población joven para la sociedad y con ello evidenciar por qué es tan relevante cuantificar a los jóvenes ninis en México. Con dicha finalidad, primero se analiza y se especifica qué se entiende por nini y después se señala que no todos los jóvenes ninis son iguales. Para diferenciarlos, se utiliza la teoría de transiciones a la adultez, en donde a la juventud se le percibe como un cambio en el cual se pueden identificar varios procesos sociales relacionados con el tránsito a la edad adulta (Echarri y Pérez, 2007; Tuirán, 1999). Dichos procesos implican cambios en las posiciones y en los roles que se ocupan en el seno familiar, así como también en otras instituciones sociales, por ejemplo, las que se relacionan con el mercado de trabajo. Los fenómenos que están conectados con estas transiciones son los siguientes: terminar la preparación escolar, ingresar al mercado de trabajo, dejar el hogar paterno, la primera unión y el primer hijo nacido vivo (Pérez y Rojas, 2010; Castro y Gandini, 2008; Corijn y Klijzing, 2001). Los tres últimos remiten específicamente al proceso de formación de la familia (Polo, 1999) que a grandes rasgos se caracteriza por ser un rompimiento o una recomposición de las diversas formas de reproducción social. Mientras, la participación en la escuela y en el trabajo está vinculada con la participación social de los individuos y grupos en correlación con el mercado de trabajo.

Básicamente se entenderá a los ciclos de vida como la obtención de ciertas condiciones que permiten acceder a otras esferas de la vida social, en las que se abandonan ciertos roles y se establecen otros relacionados con las transiciones a la adultez en el sentido del proceso de formación familiar (Pacheco, 2005). Al enfocar el término nini únicamente en relación con estas transiciones que son la primera unión, el primer matrimonio y el primer hijo nacido vivo, se podrá entender lo complejo de las diferentes realidades que atraviesan los jóvenes en México.

Con base en estos conceptos (nini y transiciones a la adultez) en el análisis se dividirá a la población de 15 a 29 años que no trabaja ni estudia en dos grandes categorías: “jóvenes” ninis y “adultos” ninis. Serán llamados “jóvenes” ninis aquellos que no han realizado ninguna transición a la adultez, es decir, quienes ocupan la posición de hijos o nietos en los hogares en que residen, al mismo tiempo que son solteros y no han tenido hijos. En cambio, aquellos que ya hayan pasado por alguna de las transiciones consistentes en salir del hogar paterno, unirse maritalmente y, en el caso de las mujeres, tener hijos, serán considerados como “adultos” ninis. Entre los “adultos” ninis, se examina cuáles son las distintas trayectorias que han seguido. Con base en lo anterior, los objetivos serán determinar cuáles son las principales diferencias que existen entre los “jóvenes” ninis y los “adultos” ninis, cuál es la trayectoria más frecuente entre los ninis que han transitado a la adultez y cómo se expresan los roles de género en las diferentes trayectorias de los ninis.

 

La población joven en México

Como ya se ha señalado, en esta investigación se considera población joven a aquella que se encuentra dentro del grupo de 15 a 29 años, el cual representaba 26.4 por ciento (29.6 millones) de la población total en 2010. La delimitación de este grupo etario se debe a que el límite inferior se basa en el ciclo educativo institucional, ya que se espera que a los 15 años las personas estén todavía cursando o finalizando la enseñanza básica obligatoria y el límite superior se basa en la edad a la que la mayoría de los individuos ya transitaron por algún evento de transición a la adultez. La importancia del grupo de edad de 15 a 29 años ha variado en cuanto a volumen en el periodo 1940-2010 en el país. Los porcentajes de población joven en México se determinan (véase Cuadro 1) por un proceso de descenso en las últimas décadas.

Entre 1940 y 1970 el país se caracterizaba por una estructura de edad joven, en la cual los menores de 15 años representaban más de 40 por ciento de la población, por lo que era necesaria la creación de políticas e instituciones básicas de salud y educación. Además, existía una amplia oferta laboral bien remunerada para los grupos mayores de 15 años. Este periodo también es conocido como el “milagro mexicano”. En 1980 el país se adentró hacia una gradual maduración de la estructura etaria. Además, se ampliaron las políticas de tipo neoliberal. Esta etapa se caracterizó por un constante aumento de las crisis financieras, por lo que la década de los años ochenta se conoce como la “década perdida”.2 Desde comienzos de los años noventa fue posible observar un aumento de la presencia de los jóvenes, quienes alcanzaron una representación de 29 por ciento en 1995, aunque ésta disminuyó a 26 por ciento en 2010.

Se espera que la gradual reducción del grupo de 15 a 29 años se acreciente a partir de 2015, ya que se presentarán tasas de crecimiento negativas. Este decrecimiento de población forma parte de la etapa del proceso de transición demográfica que tiene lugar en el país, cuya principal consecuencia a largo plazo es el envejecimiento de la población, por lo que se requiere, desde hoy, la creación de políticas públicas destinadas a aminorar las consecuencias del proceso irreversible de envejecimiento (véase Gráfica 1).

El Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2008) prevé que la pérdida proporcional de población joven y adulta continúe. Una de las consecuencias de ello será la desaparición del bono demográfico, lo que implica que la población en edad de trabajar (15-64 años) sea menor que la dependiente (niños y ancianos) y por tanto la capacidad productiva sea menos importante. Se espera que la utilización del bono demográfico permita encontrar nuevas rutas para alcanzar el desarrollo, pues cabe especular que se encuentra en relación directa con la existencia y el aumento de los ninis.

De esta manera, ser nini podría considerarse como un reflejo del mal aprovechamiento del bono. Se estima que este proceso finalice en 2030, año en el que la razón de dependencia3 comience a aumentar nuevamente (CONAPO, 2010).

Según las proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2011) la proporción de población joven con respecto al total de la población general presentará un descenso constante; en cambio, la razón de dependencia (que da la idea de la duración del bono demográfico) aumentará a partir de 2020, año en el cual se observará un aumento en la brecha de ambos indicadores (véase Grafica 2). En el presente artículo se considera que la situación de la población joven en México se encuentra en un momento crítico para el bienestar y el desarrollo: ya casi ha pasado esa ventana de oportunidad demográfica y las condiciones sociales y económicas no mejoran, ni para este grupo ni para todo el país, por lo que depende de las políticas económicas-sociales dirigidas a las personas de 15 a 29 años actuales el que se permita aprovechar este bono antes de que expire, ya que a largo plazo los jóvenes de hoy se convertirán en un grupo de población más vulnerable y viejo en el futuro.

 

El término nini

Generalmente, ser nini se ha considerado como la ausencia total de atributos ya sean educativos o laborales, dos pilares esenciales en la reproducción de la sociedad en vista de que fomentan la socialización y emancipación en las personas. Sin embargo, el concepto nini puede contener diversos significados, que serán revisados a continuación.

La palabra nini tiene su referente en la palabra de origen inglés NEET, que es la abreviatura de Not in Employment, Education or Training (no está en el empleo, en la educación o en formación). Esta abreviatura fue acuñada por primera vez en el Reino Unido a mediados de la década de 1990, para hacer referencia a las personas del grupo de edad de 16 a 18 años que no habían tenido trabajo por lo menos seis meses después de salir de la enseñanza obligatoria, además de que no estaban en formación o en entrenamiento (Chen, 2011).

Para 2006, el grupo considerado NEET alcanzó en Reino Unido la cifra de 206 mil personas, lo que orientó a la implementación de diversos programas estatales para disminuir ese número, principalmente políticas enfocadas a reducir los embarazos en las adolescentes y programas de capacitación laboral para jóvenes (Simmons, 2008).

En los países asiáticos, en especial Corea del Sur, Taiwán y Japón, el término se introdujo a partir del año 2000 (INUI, 2005). A diferencia de otros países, el rango de edad en Japón y Corea del Sur de las personas consideradas NEET es de 15 a 34 años e incluye a todos los que están fuera del mercado laboral, no están en la educación formal y son solteros (Genda, 2007). Como puede observarse, el término NEET en los países asiáticos tiende a ser mucho más amplio con respecto al grupo de edad y además incluye la noción de soltería. Estas diferencias no sólo hacen más explícita la relación entre las transformaciones de las estructuras laborales y educativas, sino que toman en cuenta otros cambios en el curso de vida de los sujetos, como la nupcialidad, que se ha modificado. En general, en las sociedades asiáticas el patrón de nupcialidad está intrínsecamente asociado con la noción de integración social, por lo que sigue existiendo un patrón que se rige por reglas culturales y de posición social muy estrictas, en razón de ello el matrimonio y la maternidad son considerados como una norma social, en cambio la soltería y la infertilidad son vistos como una desgracia o una maldición, como una situación que debería ser evitada, por lo que en los países asiáticos ser NEET o nini está vinculado con un grupo muy específico de jóvenes que son marginados de ciertas dinámicas sociales, en vista de que no consiguen unirse maritalmente.

En cambio, los organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) consideran el término NENT (No Estudia, No Trabaja) palabra también utilizada en español para referirse a los ninis, como el potencial de trabajo no utilizado de la población juvenil, en el cual se incluye a los jóvenes desempleados e inactivos (OIT, 2007). La expresión se utiliza para hacer referencia a la población de 12 a 24 años (el recorte etario puede variar según el país) que no estudia ni trabaja. Esta condición de actividad y escolaridad, específicamente, implica a las personas que no asisten a ninguna institución del sistema educativo formal4 y no están insertas en el mercado laboral.5

La definición de la OIT tiende a homologar las estadísticas internacionales y las convenciones acerca de lo que se entiende por NENT. Es importante resaltar que no considera las particularidades de cada país, ya que su construcción como concepto está enfocada a categorías usadas para describir el mercado de trabajo y se pierde la relación explícita entre éste y la integración social. El resultado es un grupo heterogéneo, ya que incluye a las personas que no tienen empleo, a las que no trabajan debido a una enfermedad y/o discapacidad, a las que se dedican al cuidado infantil, a las que se preparan para exámenes de ingreso a la educación media superior o superior, a los desalentados, a quienes no trabajan por ocio, a los que se dedican a los quehaceres del hogar y a los que no reportan alguna actividad.

 

Ninis y transición a la adultez

A partir de la definición estandarizada de la OIT, se explicará detalladamente el proceso de transición a la adultez, considerando que éste en sí mismo representa un proceso de integración social (Esping, 1990 en Saravi, 2004). De acuerdo con el enfoque del curso de vida, en el sujeto descansa la responsabilidad de proveer capacidades, recursos y medios para lograr un estatus de independencia con respecto a la familia de origen; según este enfoque la autonomía de los jóvenes es una fuente de adquisición de roles adultos. Esta perspectiva no considera al fenómeno juvenil como una situación estática, con únicamente dos opciones posibles (una negativa y una positiva) sino que intenta ver el paso de ser joven a ser adulto desde una perspectiva más dinámica, que permite reconocer una serie de situaciones que pueden vivir los jóvenes (eventos, trayectorias, roles, etc.). Analizar a los ninis a partir del enfoque de curso de vida permite observar de qué forma estos jóvenes se integran de múltiples maneras a la sociedad y a la “vida adulta”, por lo que no necesariamente son una carga económica o meramente dependientes.

En México, el principal objetivo de las investigaciones en torno al curso de vida es recolectar información, por individuo, acerca de la naturaleza temporal de los procesos sociales y demográficos, así como sobre las interrelaciones que guardan los distintos fenómenos demográficos entre sí en las trayectorias de vida de las personas (Coubès y Zenteno, 2005). Los principales trabajos en esta línea son de Tuirán, 1999; Echarri y Pérez, 2007; Castro y Gandini, 2008, Martínez y Rojas, 2006, Pérez y Rojas, 2010, entre otros. En esas investigaciones se identifican varios procesos y eventos sociales relacionados con el tránsito a la vida adulta y, por ende, con el curso de vida. Los eventos que están relacionados con dichas transiciones son los siguientes: terminar la preparación escolar, ingresar al mercado de trabajo, dejar el hogar paterno, tener la primera unión conyugal y el primer hijo nacido vivo (Pérez y Rojas, 2010, Castro y Gandini, 2008, Corijn y Klijzing, 2001). Con base en ello, en este estudio se considerarán únicamente tres tipos de transiciones a la adultez: unirse conyugalmente, formar un hogar independiente (emancipación residencial) y tener el primer hijo nacido vivo.

Bajo esta perspectiva, en este artículo se entiende la trayectoria de vida y la emancipación de los sujetos como algo no lineal. No necesariamente se sigue un ciclo familia-escuela-trabajo-familia o familia-escuela-familia, sino que se pueden entrelazar procesos diferenciados, según el sujeto, su trayectoria de vida y las condiciones del contexto familiar. También se parte de la base de que estas trayectorias pueden variar entre hombres y mujeres, ya que los estudios sobre trayectorias de vida realizados en México señalan que, mientras las mujeres inician más temprano sus transiciones familiares a la adultez, los varones son más precoces en buscar la entrada al mercado laboral. Bajo esta perspectiva, este análisis se enfoca a comprobar que las trayectorias sean diferentes para distintos subgrupos de edad, ya que muy pocos jóvenes inician transiciones familiares antes de los 15 años y muchos las han realizado antes de los 30 años, especialmente a partir de los 25 (Pérez y Rojas, 2010).

Utilizando la perspectiva teórica de transiciones a la adultez, se considerará “jóvenes” ninis a aquellos que no han realizado ninguna de dichas transiciones. En cambio, aquellos que ya hayan pasado por alguna de las arriba mencionadas, serán considerados como “adultos” ninis. Así pues, estas categorías quedan conformadas de la siguiente manera:

• “Jóvenes” ninis: incluye a las personas de 15 a 29 años que no estudian ni trabajan y que ocupan la posición de hijos o nietos del jefe del hogar, que sean solteros y, en el caso de las mujeres, que no hayan tenido algún hijo/a nacido vivo. Es decir, jóvenes ninis son aquellos que no han hecho ninguna transición a la adultez diferente a las relacionadas con la escuela y el trabajo.

• “Adultos” ninis: incluye a las personas que no estudian ni trabajan y que ocupan la posición de jefe del hogar, compañera del jefe, yerno, nuera, u otra posición de parentesco compatible con su edad que implique que han asumido un rol familiar adulto; comprende también a los hijos o nietos y otros familiares que estén o hayan estado unidos maritalmente, que ya no vivan en el hogar de sus padres y, en el caso de las mujeres, a las que ya hayan tenido algún hijo/a nacido vivo Es decir, el concepto “adulto” nini se refiere a personas ninis de 15 a 29 años que ya han hecho alguna o varias transiciones familiares a la adultez.

Aunque en este trabajo no se analizará la secuencia de los eventos porque se usará una base de datos en que se pregunta únicamente por un momento en el tiempo (Censo de Población y Vivienda, 2010) sí se analizará la ocurrencia de los eventos dependiendo de los diferentes grupos de edad, 15-19, 20-24 y 25-29 años, dependiendo del sexo y del estatus de ser joven nini (sin esas transiciones) o adulto nini (haber realizado una o más de esas transiciones).

El análisis de los datos de la muestra censal permitirá identificar ocho trayectorias trazadas en el mapa conceptual y establecer cuál es la que ocurre con mayor frecuencia entre los hombres y cuál entre las mujeres de 15 a 29 años.

El uso de la perspectiva teórica de transiciones a la adultez lleva a varias interrogantes. ¿Cuáles son las principales diferencias que existen entre los jóvenes nini y los adultos nini? ¿Quiénes predominan entre los ninis, los jóvenes que han transitado a la adultez o los que no lo han hecho? ¿Cuál es la trayectoria más frecuente entre los ninis que han transitado a la adultez, según sexo y grupo de edad? ¿Cómo se expresan los roles de género socialmente asignados en las diferentes trayectorias de hombres y mujeres ninis, según grupos de edad? ¿Cómo se expresan las diferentes expectativas y posibilidades sociales para los ninis según si tienen entre 15 y 19 años o si tienen entre 20 y 24 o 25 y 29?

Esquema 1

 

Fuente de datos

La fuente de información utilizada es el Censo de Población y Vivienda 2010, el cual registró a todas las personas que se encontraban en territorio mexicano del 31 de mayo al 25 de junio de 2010. Para identificar a la población considerada nini, el análisis se basa en la construcción del Esquema 2.

Una vez identificados los ninis, se procede a operar con los conceptos de “jóvenes” ninis y “adultos” ninis. Como ya se dijo, “joven” nini es aquel que no ha realizado ninguna transición a la adultez, es decir, no ha salido del hogar de sus padres, es soltero y no ha tenido hijos, mientras que “adultos” ninis son las personas que al menos hayan realizado alguna transición a la adultez; cada categoría también considera la división por sexo y subgrupo de edad. Con base en la anterior depuración de la información y la relación por parentesco, pueden formarse dos categorías de ninis: los “jóvenes” y los “adultos” ninis. Pero para entender con mayor precisión el rol que juegan los ninis hay que señalar qué tipo de trayectoria se da en cada subgrupo de nini, dividiéndolos por género. A continuación se muestran las diferentes trayectorias:

Para los hombres y con las limitaciones de los datos, se identificaron cuatro posibles trayectorias, una relacionada con ser “joven” nini y tres relacionadas con la condición “adulto” nini:

1. No haber presentado ningún evento de transición a la adultez (“joven” nini).

2. Haber salido del hogar paterno.

3. Estar o haber estado casado o unido conyugalmente.

4. Haber salido del hogar paterno y estar o haber estado casado o unido conyugalmente.

Para las mujeres, se pudieron identificar las ocho trayectorias, que son el resultado de la combinación excluyente de los tres eventos de transición a la adultez, una relacionada con ser “joven” nini y siete relacionadas con la condición “adulto” nini:

1. No haber presentado ningún evento de transición a la adultez (“joven” nini).

2. Tener un hijo nacido vivo.

3. Estar o haber estado casada o unida conyugalmente.

4. Haber salido del hogar paterno.

5. Haber salido del hogar paterno, estar o haber estado casada o unida conyugalmente y tener un hijo nacido vivo.

6. Tener un hijo nacido vivo y estar casada o unida conyugalmente.

7. Tener un hijo nacido vivo y haber salido del hogar paterno.

8. Haber salido del hogar paterno y estar casada o unida conyugalmente.

Estas trayectorias permiten observar la complejidad que encierra el fenómeno nini, que está integrado por experiencias diferenciadas, que condicionan el actuar de las personas y sus roles en la sociedad. La identificación de las distintas trayectorias y eventos ayudará a revalorar el uso de este concepto.

 

El fenómeno nini en México

De 19 naciones que conformaban la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2009, destacan entre los países con menor porcentaje de población nini entre los 15 y 29 años, Dinamarca con 6.6 por ciento y Holanda, con siete por ciento; con valores ligeramente superiores al promedio, se ubican Francia, con 15.6 por ciento y el Reino Unido con 15.7 por ciento. En contraste, en una posición más alejada, se encuentran Italia, con 21.2 por ciento, España, 22.7 por ciento y México con 24.8 por ciento, estimando éste un total de siete millones 352 mil jóvenes considerados ninis. Por su parte, Israel y Turquía alcanzan los porcentajes más elevados, con 28.7 y 39.6 por ciento. México ocupa el tercer lugar entre las naciones de la OCDE con mayor proporción de jóvenes ninis (Tuirán y Ávila, 2012).

No es coincidencia que los países con más ninis tengan una estructura social en la que las diferencias educativas y los roles de género sean muy marcados. Por eso, se puede decir que en México ocurre un doble proceso de exclusión a los jóvenes. Por una parte, en cuanto al ámbito económico-educativo, pues no todos pueden acceder a la enseñanza media de calidad y sin ella, difícilmente acceden a los mercados de trabajo. Por otra parte, hay cierta exclusión social proveniente de una sociedad relativamente tradicional en cuanto a los roles de género.

Con base en la información del Censo 2010, se observa que en dicho año en México había 29, 669 970 personas entre los 15 y 29 años consideradas jóvenes, de ellos 8 132 505 consideradas ninis. Es decir, que de cada diez personas de 15 a 29 años, aproximadamente tres no estudiaban ni trabajaban, cuatro se dedicaban solamente a trabajar y tres estudiaban, por lo que ser nini no es evento aislado, pues en otras palabras, casi 30 por ciento de los jóvenes mexicanos en 2010 eran ninis (véase Cuadro 2).

Se trata de un fenómeno que afecta mayoritariamente al sexo femenino, ya que del total de mujeres entre 15 y 29 años en México en 2010, eran ninis 6 327, 387, es decir, cuatro de cada diez mujeres de 15 a 29 años. En cambio, del total de hombres entre 15 y 29 años en el 2010, se consideraban ninis 1 805 218, es decir uno de cada diez hombres. Estas diferencias son más claras cuando se analiza que de cada diez ninis, aproximadamente ocho son mujeres y dos son hombres (véase Cuadro 2).

El tamaño de la localidad en que viven personas ninis de 15 a 29 años marca diferencias. Se puede observar que casi 38 por ciento de las personas de 15 a 29 años habitantes de localidades rurales entraba en la categoría de los ninis. En otras palabras, aproximadamente de cada diez personas entre los 15 y 29 años, cuatro eran ninis. En las localidades urbanas6 de 2 500 a 14 999 habitantes, los ninis representaban 30 por ciento; en las mayores de 15 mil y menos de 100 mil, 26 por ciento y en las localidades mayores a 100 mil habitantes, 22 por ciento de las personas de 15 a 29 años eran ninis, o sea que de cada diez personas entre los 15 y 29 años, aproximadamente dos eran ninis. Hay que aclarar que por cantidad, en las localidades urbanas vivía 68 por ciento de las personas consideradas ninis, pero por frecuencia, el fenómeno se observa mayoritariamente en el ámbito rural, ya que, proporcionalmente al tamaño de la población, había una mayor exclusión de los jóvenes rurales en los ámbitos educativos y laborales. Como se puede ver, el fenómeno tiene mayores repercusiones en el ámbito rural y es diferente al que ocurre en las localidades urbanas, ya que las oportunidades, opciones laborales y educativas rurales son menores (véase Cuadro 3).

Con respecto a la distribución por entidad federativa, los estados que registraron una mayor cantidad de ninis fueron Coahuila, Zacatecas, Guerrero, Oaxaca y Michoacán, que presentan una proporción de 32 a 34 por ciento respecto al total de su población de 15 a 29 años. Al analizar la distribución geográfica de cada 100 personas de 15 a 29 años consideradas ninis, 14 habitaban en el Estado de México, en Veracruz siete, en Jalisco seis, en Coahuila seis y en el Distrito Federal cinco. Estos cinco estados concentraron en cantidad a casi 40 por ciento de la población nini.

Respecto al subgrupo de edad, existe una mayor proporción de ninis conforme avanza la edad. En el primer subgrupo, de 15 a 19 años, los ninis representaban 30 por ciento (2 426 355); en el siguiente, de 20 a 24 años, 36 por ciento (2 960 158) y en el último subgrupo, de los 25 a los 29 años, 34 por ciento (2 746 092). Como se puede ver, el subgrupo de 15 a 19 años presentaba un menor porcentaje del total de ninis, por lo que a pesar de lo que se dice sobre los adolescentes “que no hacen nada”, las cifras señalan que éstos inclusive participaban más que otros grupos de edad. Al aumentar la edad, la proporción de ninis va igualmente aumentando, ya que de cada diez personas entre 15 y 19 años, apenas dos eran ninis, en cambio, de cada diez personas de 20 a 29 años, tres entraban en ese grupo.

Se observa que el comportamiento por edad y sexo es diferenciado entre los ninis. En un análisis por edades simples, se distinguen alrededor de 400 mil ninis mujeres en cada edad simple a partir de los 18 años. Los puntos más altos de mujeres ninis se alcanzaron en las edades de los 22 a los 25. En cambio, los hombres ninis, a partir de los 15 años y hasta los 18 años, van aumentando en cantidad, siendo su cifra más alta de alrededor de 150 mil. Después de los 18 años, disminuyen gradualmente hasta alcanzar su cifra más baja a los 29 años (véase Gráfica 3). Así, la población nini aumenta en la medida en que las edades de las mujeres son mayores, en cambio, entre los hombres, la población nini aumenta entre los 15 y los 18 años y luego disminuye gradualmente.

Las grandes diferencias entre hombres y mujeres ninis se deben a que los hombres tienen como rol socialmente asignado en la reproducción de la vida familiar, ser proveedores mediante un salario o ingreso laboral. En cambio, para las mujeres el rol de género se concentra más en el mantenimiento del hogar, en la crianza de los hijos o en el cuidado de niños y mayores. Esto a su vez condiciona a los mercados laborales, ya que en ellos a las mujeres se les asignan labores de acuerdo con su género e, inclusive, su salario promedio suele ser menor que el de los hombres, por lo que ser nini no es un fenómeno nuevo, sino una expresión de la desigualdad que se da entre los sexos, lo que se observa en la asignación de labores tanto en el hogar como en el mercado laboral.

Con respecto al grado escolar se analizará únicamente el grupo de 25 a 29 años. Una proporción mayoritaria de la población nini, es decir, 71 por ciento, tenía apenas educación básica (hasta secundaria), porcentaje que es mucho más bajo entre los no ninis, de 49 por ciento. Se puede observar que solamente un pequeño porcentaje de los ninis (19 por ciento) accedió a la educación media superior y sólo diez por ciento a la educación superior (véase Gráfica 4). En contraste, 51 por ciento de las personas no ninis tenía escolaridad en las categorías superiores (media superior y superior).

Las consecuencias de ser un grupo con menor escolaridad son graves, ya que los mercados laborales castigan la baja calificación y premian a los estratos más calificados con su incorporación a la fuerza de trabajo en mejores condiciones, lo que da cuenta del reducido tiempo que dedican las personas de 15 a 29 años, en especial las mujeres mexicanas, a la acumulación de capital humano. El grupo considerado nini es el que presenta un menor nivel educativo y también una mayor exclusión laboral. Las personas ninis, que son en su mayoría mujeres, presentan las peores condiciones educativas, lo que determina que el trabajo no pagado en el hogar, en tareas domésticas y de cuidado, se convierta en una opción socialmente bien vista donde pueden maximizar sus recursos.

Con respecto al comportamiento por parentesco entre las mujeres de 15 a 19 años ninis, 56 por ciento se declararon hijas, 16 por ciento esposas y 17 por ciento nueras. En el subgrupo de 20 a 24 años, las proporciones de esposas e hijas son más similares, 40 y 34 por ciento, respectivamente. Ya en el subgrupo de 25 a 29 años, de cada diez mujeres ninis, seis dijeron ser esposas, dos hijas y una nuera.

Al parecer, las mujeres que no trabajan ni estudian, de ser hijas o nietas del jefe de familia pueden transitar directamente a ser esposas, pues al disminuir el parentesco de hija aumenta el de esposa (véase Gráfica 6).

En los hombres ninis, la situación es muy diferente. La proporción de hijos disminuye conforme avanza la edad y la proporción de jefes de familia aumenta. Ya en el subgrupo de edad 25 a 29 años, 59 por ciento se declararon hijos del jefe de familia, pero 25 por ciento eran jefes familia. En el caso de los hombres, mientras sean considerados hijos del jefe de familia hay una mayor posibilidad de que sean ninis y se observa menor proporción de ninis cuando son jefes de familia (véase Gráfica 5).

 

Ninis desde la perspectiva de transiciones a la adultez

La transición a la adultez más frecuente entre la población considerada nini, es la de los “adultos” ninis. En total los “adultos” eran 5 041 820 personas, de ellos 92 por ciento mujeres y el resto hombres. En contraste, la siguiente trayectoria, que consiste en no haber hecho transiciones familiares a la adultez (la de los “jóvenes” ninis) cuenta con 2 873 460. De ellos, 52 por ciento eran mujeres y el resto hombres, por lo que existe un equilibrio de género entre los “jóvenes” ninis (véase Cuadro 4). Este comportamiento similar en el género permite pensar que antes de iniciar las transiciones a la adultez, hombres y mujeres del subgrupo de 15 a 29 años tienen posibilidades similares de no estudiar y de no trabajar. Con respecto a los “adultos” ninis, basta decir que el comportamiento por sexo es muy disímil, ya que una amplia mayoría de éstos son mujeres.

Estas diferencias permiten decir que los ninis, a grandes rasgos, no son un grupo homogéneo, ya que la mayor parte de las personas clasificadas como ninis son “adultos” y éstos a su vez han asumido otras trayectorias. En cambio los ninis considerados “jóvenes”, tanto hombres como mujeres, presentan características muy similares, tanto en nivel de escolaridad como de distribución entre hombres y mujeres, por lo que la trayectoria por sexo para este subgrupo podría ser muy similar.

Del total de mujeres ninis, 73 por ciento había hecho ya alguna transición a la adultez, por lo que había asumido funciones de crianza o de formación y mantenimiento de un núcleo familiar, mientras que 24 por ciento no había hecho ninguna transición a la adultez. En otras palabras, de cada diez mujeres ninis, siete corresponden a la categoría “adultas” y dos son “jóvenes” (una no se puede definir si es “adulta” o “joven”). En cambio, del total de varones ninis (1 805 218), de cada diez hombres aproximadamente ocho son “jóvenes” y dos son “adultos”.

La distribución proporcional por subgrupo de edad reitera estas diferencias entre los sexos conforme avanza la edad de los sujetos. Entre las mujeres ninis, en el subgrupo de 15 a 19 años, 49 por ciento correspondía a la categoría “jóvenes” y 47 por ciento a “adultas”. En el siguiente subgrupo de edad, de 20 a 24 años, 77 por ciento eran “adultas ninis” y 21 por ciento “jóvenes”. Ya en el último subgrupo de edad, 89 por ciento eran “adultas” y nueve “jóvenes”. Es aproximadamente a los 17 años cuando las proporciones se emparejan: de cada diez ninis, cinco son “adultas” y cinco son “jóvenes”. A los 29 años solamente seis por ciento de las mujeres ninis son “jóvenes” (véase Cuadro 5).

Entre los hombres, en el subgrupo de 15 a 19 años, 91 por ciento corresponde a la categoría “jóvenes”, en el siguiente, 72 por ciento y en el último subgrupo 52 por ciento. En los tres subgrupos de edad, es mayor la proporción de hombres ninis “jóvenes” que la de “adultos”. Apenas a los 28 años por cada diez varones ninis, cinco son “jóvenes” y cinco son “adultos”. En síntesis, en el subgrupo de 15 a 19 años, más de 90 por ciento de los hombres ninis son “jóvenes”, en tanto que la mayor proporción de “adultos” ninis se da en el grupo de 25 a 29 años, pues 45 por ciento de los varones ha hecho alguna transición a la adultez. Como se puede ver, es más probable ser nini mientras se es soltero, ya que al transitar hacia la adultez, los hombres entran al mercado laboral, aunque sufran el problema del desempleo (véase Cuadro 5).

Este análisis sugiere una fuerte división de roles por género entre los mexicanos de 15 a 29 años, ya que se espera que los varones permanezcan en el hogar de sus padres y que no se unan conyugalmente, y, por otro lado, que la mayor parte de las mujeres se casen o se unan, tengan hijos y dejen el hogar paterno entre los 20 y los 29 años. Es decir, cuando se trata de varones ninis, efectivamente se puede señalar que permanecen en condición de jóvenes. En cambio, cuando se habla de mujeres ninis, en especial entre los 20 y los 29 años, la gran mayoría ya ha asumido roles adultos que las llevan a permanecer en sus hogares realizando tareas domésticas y de cuidado. Es importante resaltar que ya a los 17 años la mitad de mujeres ninis ha transitado a la adultez, por lo que son esenciales políticas públicas que atiendan temas como la deserción escolar, el embarazo adolescente, el ingreso al mercado laboral o la falta de oferta educativa.

Si se compara la situación de escolaridad del último grupo de edad, de 25 a 29 años, se confirma que un porcentaje mayoritario sigue teniendo niveles bajos (secundaria o menos). Los “adultos” ninis sufrían una mayor exclusión educativa, ya que con respecto a la educación básica los “jóvenes” ninis presentaban una proporción de 55 por ciento y los “adultos” 74 por ciento. En lo que concierne a la condición de inactividad, es decir, respondiendo a la pregunta ¿Qué hacen los ninis? hay una diferencia muy importante entre los “jóvenes” y los “adultos” ninis: cuatro de cada diez “jóvenes” ninis se dedicaban a los quehaceres domésticos, dos buscaban trabajo, uno declaró estudiar aunque no asistía a alguna institución educativa y tres realizaban otra actividad, que no está especificada. En contraste, entre los “adultos” ninis, nueve de cada diez se dedicaban a los quehaceres domésticos.

 

Trayectorias de transición a la adultez de los ninis en México

Al analizar las transiciones a la adultez, se observa que la principal trayectoria es aquella en que se ha salido del hogar paterno, ha habido unión conyugal y se ha tenido al menos un hijo, que se da principalmente en las mujeres “adultos” ninis. Esta trayectoria corresponde a 39 por ciento de la población femenina nini de 15 a 29 años y a 68 por ciento de la “adulta”. La cifra de mujeres de 15 a 29 años que tuvieron esa trayectoria (3 175 810) en 2010 duplicaba a las “jóvenes” ninis (véase Cuadro 6).

Por subgrupo de edad, entre las mujeres de 15 a 19 años esta trayectoria apenas representaba una proporción de 11 por ciento; en el subgrupo 20 a 24 años representaba 38 por ciento. Dicha trayectoria se concentraba mayoritariamente (51 por ciento) en el último subgrupo, en el de 25 a 29 años, donde más de la mitad de las mujeres ya había experimentado los tres eventos. Por nivel educativo, 76 por ciento de éstas sólo tenía educación básica o menos, apenas 18 por ciento contaba con educación media superior y seis por ciento con educación profesional. Estos bajos niveles de escolaridad dificultan el ingreso al mercado laboral en condiciones de calidad y sugieren que a los 25 años ya no puede mejorar su situación, pues no están en edad de realizar estudios. Es de esperarse que su principal proyecto u opción sea unirse conyugalmente, pues de todos los analizados en este trabajo, es el grupo que presenta el menor nivel educativo.

Se puede pensar que las mujeres que ya experimentaron los tres eventos de transición a la adultez tuvieron que dejar su lugar de trabajo o sus estudios, o bien que no tuvieron una experiencia positiva de inserción laboral o educativa a partir de los 15 o los 20 años, por lo que ser nini es un problema inherente a la exclusión, ya que no existen para ellas las condiciones para insertarse o reinsertarse en los mercados laborales o en el sistema educativo medio y superior (véase Cuadro 6).

La segunda trayectoria de transición a la adultez de las mujeres ninis es tener un hijo nacido vivo, estar casada y vivir en casa de sus padres (12 por ciento). Esto responde ciertamente a una dinámica de formación de familia, en que las primeras uniones consensuales se sostienen en el hogar paterno, ya sea de los padres de la mujer (572 089) o del cónyuge. El grupo de edad donde aumenta esta trayectoria es de los 20 a 24 años (43.4 por ciento) y disminuye entre los 25 y los 29 años (39.36 por ciento). La tercera trayectoria de transición a la adultez de las mujeres ninis “adultas” es haber salido del hogar paterno y estar casada o unida conyugalmente (496 020). Al igual que la anterior, responde a la dinámica de formación de familias y más de 40 por ciento de las mujeres en este caso tiene entre 15 y 19 años, por lo que después de ser “joven” es la trayectoria más común en este subgrupo de edad. Entre éstas es más frecuente estar unidas y no tener hijos, mientras que entre los 20 y 29 años son más importantes las uniones con hijos.

El resto de las trayectorias de transición a la adultez de las mujeres ninis, son numéricamente poco significativas. Al analizar la trayectoria de tener un hijo nacido vivo (172 931) y la de unirse conyugalmente(116 352) se observa que lo común es que en ambas se mantenga la condición de que la mujer vive en el hogar. En cambio las trayectorias de tener un hijo nacido vivo y haber salido del hogar paterno (40 463) así como únicamente haber salido del hogar paterno (15 457) pueden relacionarse más con el desempleo. Sin duda, estas últimas son mujeres pioneras, ya que en general son trayectorias poco comunes las de quienes no siguen los roles sociales establecidos, por lo que son grupos vulnerables.

Por su parte, como se planteó en las hipótesis, las trayectorias de los varones ninis son sustantivamente diferentes a las de las mujeres. Las mujeres ninis “adultas” suman más de cuatro millones y medio, mientras que los hombres “adultos” ninis no llegan a cuatrocientos mil. Entre ellos, la trayectoria que predomina ampliamente es la de seguir siendo “joven” nini, es decir, la de no haber experimentado ningún evento de transición a la adultez. En contraste, los hombres ”adultos” ninis representan proporcionalmente cinco por ciento de la población nini total, por lo que ser “adulto” nini es un fenómeno que se presenta en pocas ocasiones en los hombres, mientras que es mayoritario en las mujeres ninis (véase Cuadros 8 y 9).

De ese pequeño grupo de varones “adultos” ninis, la mayoría (56 por ciento) ya salieron del hogar paterno y están unidos conyugalmente. Esta trayectoria de transición a la adultez se da principalmente en el subgrupo de edad de 25 a 29 años, ya que abandonar el domicilio paterno es un evento que ocurre después de los 25 años en los hombres ninis. Los varones que están unidos conyugalmente apenas representan ocho por ciento en el primer subgrupo de 15 a 19 años y son 35 por ciento en el segundo subgrupo de 20 a 24 años. De esta trayectoria, la mitad (48 por ciento) está desempleada y 35 por ciento aproximadamente se encuentra en otra situación que no se puede especificar. Además, es relevante que ocho por ciento de los hombres ninis “adultos” de esta trayectoria declararon estar dedicados a los quehaceres domésticos.

La segunda trayectoria más importante entre los hombres “adultos” ninis (más de un tercio) es la que atañe a los que están unidos conyugalmente pero permanecen en el hogar de sus padres. Esta trayectoria se concentra en los grupos de edad más jóvenes, pues 55 por ciento de los varones “adultos” ninis de este caso pertenecen al subgrupo de 15 a 19 años. La permanencia en el hogar paterno de los unidos menores de 20 años permite pensar que la falta de recursos propios los obliga a depender de sus padres cuando se unen o inician un nuevo núcleo familiar a edad temprana. Es una situación muy diferente a la del subgrupo de hombres unidos conyugalmente de 25 a 29 años, de los cuales la mayor parte han salido del hogar paterno (véase Cuadro 8). Una proporción muy pequeña de los varones “adultos ninis” salieron del hogar paterno sin estar unidos conyugalmente, representan seis por ciento. Esta trayectoria es la menos frecuente entre los hombres ninis, ya que para salir de casa de sus padres requieren ingresos.

Ser “joven” nini es la segunda trayectoria más frecuente entre las mujeres y en los hombres es la más frecuente. En general un poco más de la mitad de los “jóvenes” ninis (52 por ciento) se concentra en el subgrupo de 15 a 19 años. Aunque también hay una proporción importante de “jóvenes” entre los ninis varones de 20 a 29 años, las características y el escenario que éstos enfrentan son diferentes a las que encara el subgrupo de 15 a 19 años.

El análisis anterior permite plantear que hay problemas diferenciados en el heterogéneo grupo de personas de 15 a 29 años que no estudian ni trabajan:

• “Jóvenes” ninis de 15 a19 años. En este subgrupo de edad es donde los sujetos toman una serie de decisiones que repercutirán en el resto de su vida. Es una etapa en la que se les deben ofrecer especialmente opciones escolares de calidad, mediante las cuales se impartan estrategias integrales de educación ya sea técnica o pre-universitaria. Este grupo representa aproximadamente una cuarta parte (2 873 460) de la población nini total de 15 a 29 años y en proporciones por sexo, casi presentan una distribución equitativa (50 por ciento) entre hombres y mujeres. Estadísticamente es un grupo principalmente excluido de las oportunidades educativas, mientras socialmente son aquellos a los que se les dice que “no hacen nada”, por lo que también son discriminados y esto los puede exponer a una serie de factores nocivos.

• “Adultos” ninis de 15 a19 años. Generalmente se desprenden de uniones adolescentes que ocurren ante la falta de opciones y ante el rechazo de parte del sistema educativo, en un ambiente familiar restrictivo y con pocas opciones laborales de calidad. Ante ello, la unión conyugal se convierte en una opción que les permite cambiar sus condiciones vitales e insertarse en un modo de vida “adulto”, en el que adquieren otros roles socialmente asignados.

• “Jóvenes” ninis varones de 20 a 29 años. No pueden dejar el hogar paterno ni unirse conyugalmente. Generalmente están desempleados, por lo que su proporción depende mucho de las condiciones de los mercados laborales. Es relativamente un grupo con mayores niveles de escolaridad que el resto de los ninis.

• “Adultas” ninis de 20 a 29 años. Como se vio, la falta de oportunidades en el primer subgrupo (en la adolescencia) provoca que ciertas condiciones para ser nini se agraven al aumentar la edad, ya que este grupo presenta los niveles de escolaridad más bajos y aparentemente mantiene normas de género relativamente tradicionales. Las opciones que se encuentran fuera del hogar familiar para estas mujeres “adultas” ninis son muy limitadas por el bajo nivel escolar que tienen, lo que las sujeta a empleos precarios o informales, por lo que la inmensa mayoría de ellas está unida conyugalmente y se dedica a las labores del hogar. Además, la falta de opciones para delegar el cuidado de sus hijos, así como el mantenimiento de la vida marital, se vuelven factores por considerar para que las mujeres ninis no salgan al mercado de trabajo.

• También hay un pequeño grupo de “adultos” ninis varones de 20 a 29 años, generalmente jefes de familia, cuyo principal problema parece ser el desempleo o la precariedad de los empleos existentes para las personas de baja escolaridad.

 

Conclusiones

Como se ha podido evidenciar a lo largo del análisis de los datos expuestos, ser nini no es una condición que los sujetos mayores de 14 años y menores de 30 presentan de forma excepcional, sino una circunstancia que existe en una proporción semejante a la de trabajar o estudiar, ya que de cada diez personas de la población mexicana, tres son ninis y seis se dedican a estudiar y/o trabajar. Ser nini es la segunda condición más frecuente en México, después de la de sólo trabajar, por lo que se presenta de forma regular y no aislada. Ser nini no corresponde al subgrupo de edad más joven, ya que el mayor número de ninis se encuentra en el subgrupo de edad de 20 a 24 años y no en el primero. Ser nini depende de las trayectorias con las que los jóvenes entran a la adultez, las cuales en general están subordinadas a ciertas estructuras e instituciones. Por ejemplo, la persistencia de las desigualdades de género hace que, a pesar de la creciente incorporación de las mujeres a los mercados de trabajo, los roles sociales asignados a las mujeres sigan considerando prioritario para ellas el cuidado de la familia y las tareas domésticas, mientras que para los hombres se sigue definiendo como prioritaria la tarea de adquirir los recursos suficientes para la satisfacción de las necesidades materiales de subsistencia de los miembros del hogar.

Como se ve, ser nini en México es un fenómeno que afecta mayoritariamente al sexo femenino, ya que de cada diez personas de 15 a 29 años que no trabajan ni estudian, ocho son mujeres y dos son hombres. En cambio, las personas que solamente trabajan presentan una distribución inversa: aproximadamente de cada diez personas de 15 a 29 años que trabajan, siete son hombres y tres son mujeres. Esto ratifica que aunque las mujeres han ganado espacios en el mercado de trabajo, sigue habiendo una brecha entre condición de actividad o inactividad entre hombres y mujeres, la cual se expande conforme la edad cronológica de los individuos avanza.

El ciclo de vida es un proceso que implica cambios, en él los sujetos se ven presionados por las normas sociales impuestas a cumplir ciertos roles, para poder ingresar al “mundo adulto”. En este estudio se retoman tres eventos: la unión conyugal, el abandonar la casa de los padres y el tener un hijo, que en la mayoría de las culturas se definen como transiciones de joven a adulto, ya que implican el cambio de roles y perspectivas. De cada diez personas consideradas ninis, aproximadamente siete ya pasaron por algún evento de transición a la adultez y solamente tres no lo han hecho. En su inmensa mayoría, las personas que ya transitaron por algún evento, es decir los adultos ninis, son mujeres unidas maritalmente, por lo que ya han asumido roles y responsabilidades que marcarán sus vidas. No existen mecanismos institucionales y culturales para las mujeres que permitan combinar los eventos de transición a la adultez y la permanencia en el mercado laboral y educativo, cosa que sí sucede con los hombres. La idea de que las mujeres tienen que hacer el sacrificio del cuidado de los hijos o del hogar está muy arraigada todavía. En cambio, los hombres se ven presionados para insertarse en el mercado laboral luego de realizar alguna transición a la adultez, por lo que la cantidad de “adultos” ninis varones es mínima comparada con la de las mujeres.

En cambio, los “jóvenes” ninis son un grupo más compacto, en el que las diferencias por sexo son mínimas. Una característica común entre sexos es que ambos tienen el mismo nivel de escolaridad y éste es más bajo que el de las personas de 15 a 29 años que trabajan o estudian. Entre los 15 y los 19 años se definen las trayectorias de hombres y mujeres, ya que de cada diez personas ninis, seis son “jóvenes” y tres son “adultos”, pero en el siguiente subgrupo de edad (de 20 a 24 años) las tendencias se invierten, pues de cada diez personas ninis tres son “jóvenes” y seis son “adultos”. Esta diferencia tan drástica obliga a pensar que el concepto nini tal vez deba enfocarse solamente al grupo de 15 a 19 años, tal como sucede en Reino Unido, ya que es en ese lapso cuando se definen las trayectorias familiares, laborales y educativas; centrar las políticas en este grupo de edad, en especial las políticas educativas y laborales, no es un capricho, es una inversión. Con esto no se está diciendo que el fenómeno nini se acaba a los 20 años, ya que también implica diversas relaciones de género, pero contar con alternativas educativas y laborales entre los 15 y los 19 años dará más herramientas a mujeres y hombres para decidir cómo transitar a la adultez.

Como ya es obvio, las mujeres caminan más rápido a la adultez que los hombres, por lo que las mujeres ninis ven truncadas sus trayectorias laborales y educativas. Dado su bajo nivel de calificación, les queda abierta una oferta laboral muy pobre y precaria, que generalmente implica una doble jornada de trabajo, por lo que las condiciones para que las mujeres puedan trabajar y entablar una vida familiar son muy complicadas, lo que ha obligado a muchas de ellas a decidir si quieren trabajar o tener una familia, es decir, ser nini o no ser nini.

En cambio, los hombres nini en su mayoría son “jóvenes”; un poco más de la mitad sufre de desempleo y la otra mitad no proporcionó información sobre lo que está haciendo, por lo que se especula mucho acerca de su actuar. Mientras los hombres no pasen por algún evento de transición a la adultez, tienen más posibilidades de ser ninis. De cada diez hombres ninis, seis son “jóvenes” y cuatro han hecho transiciones a la adultez, estos últimos se concentran entre los 25 y los 29 años.

Con respecto a las trayectorias de transición a la adultez, la más común es haberse unido conyugalmente. Entre las mujeres, nueve de cada diez ninis “adultas” se han unido y entre ellas las trayectorias más comunes son aquellas en las que ya se experimentaron los tres eventos (unirse, salir del hogar paterno y tener hijos). La trayectoria menos frecuente es la de las mujeres solteras sin hijos que han salido del hogar paterno. Posiblemente es la menos común porque salir del hogar paterno sin haber experimentado los otros dos eventos implica una acumulación de recursos, ya sea materiales o educativos, que se dan a partir del ingreso, por lo que es poco habitual que se dé esta trayectoria, pero si ocurre, en su mayoría las mujeres reciben una ayuda económica o material. También entre los hombres que ya transitaron a la “adultez”, casi 90 por ciento está unido conyugalmente, en tanto que el desempleo se expresa como el principal problema que enfrenta ese grupo.

Los “jóvenes” ninis requieren una atención especial en cuanto a ofertas laborales y sobre todo escolares entre los 15 y los 19 años. Las personas “adultas” ninis necesitan otro tipo de enfoque que atienda a la condición de amas de casa de las mujeres y a su falta de alternativas para combinar trabajos productivos y reproductivos, así como al desempleo y precariedad laboral que enfrentan sobre todo los varones. Es necesario precisar que la condición de ninis y sobre todo de “adultos” ninis, afecta más a las mujeres porque tienden a asumir más tempranamente roles de adulto que condicionan su ciclo de vida.

A partir de este análisis, se demuestra que no es pertinente hablar de los ninis como un fenómeno homogéneo, pues entre ellos existen quienes ya transitaron hacia la adultez como se ha expuesto y los “adultos” ninis presentan dinámicas completamente diferentes respecto a los “jóvenes” ninis. En virtud de esto, se requieren políticas segmentadas que respondan a necesidades diferentes, pues no es lo mismo tener un hijo y dedicarse a los quehaceres domésticos, que no encontrar empleo o vivir en la casa de los padres. El concepto nini está en construcción, por lo que requiere ser revisado y discutido a la luz de una nueva perspectiva de transiciones a la adultez, ya que no todos los jóvenes son iguales, sino que presentan distintas características dependiendo de las trayectorias de vida que cursaron.

 

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Notas

1 Según la Real Academia Española (RAE), el término ni, procede del latín nec y sirve como una conjunción copulativa para coordinar de manera aditiva vocablos o frases que denotan negación, precedida o seguida de otra u otras igualmente negativas. No como ni duermo, ni lo sé ni quiero saberlo, ni Juan ni Pedro y ni trabaja ni estudia, son ejemplos de su uso. Dado que el vocablo nini se propone como un neologismo, su correcta presentación gráfica es en cursivas, pero en el presente artículo se usarán letras redondas como una decisión técnica para evitar el estrés visual que pudiera ocasionar el elevado número de veces que se presenta la palabra.

2 La erosión del Estado Benefactor, el cambio del mercado laboral a uno altamente modernizado, flexible y globalizado, hace que en general la gente esté más insegura respecto a su empleo, sustento y bienestar, ya que se eliminaron las redes de seguridad que se configuraron bajo un modelo demográfico distinto al de hoy. Si se suman las crisis financieras que se convirtieron en sociales, la reducción de los recursos públicos, la disminución de la seguridad social, además de la desarticulación de las grandes instituciones sociales hacia la privatización, la vulnerabilidad aparece como el rasgo dominante del patrón de desarrollo vigente, ya que los impactos provocados por las formas de producción dejan a los grupos sociales expuestos a elevados niveles de inseguridad e indefensión (Pizarro, 2001) por lo que se puede hablar de un incremento de la vulnerabilidad no sólo de los jóvenes, sino también de los diversos grupos etarios.

3 La razón de dependencia es la relación de personas en las edades en las que “dependen” de otros (generalmente personas menores de 15 y mayores de 64 años de edad) a personas en edades “económicamente productivas” (entre 15 y 64 años de edad) en una población (Population Reference Bureaus, s/f: 3).

4 La asistencia escolar se define como la asistencia regular a cualquier institución o programa, público o privado, para el aprendizaje organizado de la educación. El concepto de asistencia a la escuela es diferente, pero complementario, del de inscripción. La asistencia significa la presencia día a día de los participantes en una institución de aprendizaje. La inscripción se refiere a la inscripción formal del participante en el inicio del curso; por ejemplo, el registro de un alumno de la escuela al inicio del el año escolar, una persona puede estar inscrita, pero no asiste. (United Nations Economic Commission for Europe, Statistical Office of the European Communities, 2006: 79).

5 Oferta y demanda laboral que se dan en un determinado lugar, ciudad, país o a nivel internacional (Greco, 2006). Este mercado está integrado por la fuerza de trabajo que son los individuos capaces de trabajar y deseosos de hacerlo a cambio de una remuneración, incluye a los ocupados, desocupados y personas en busca del primer empleo (Ricossa, 1990). El término nini incluye a los desocupados y a las personas en busca del primer empleo.

6 De acuerdo con el INEGI, una población se considera rural cuando tiene menos de 2 500 habitantes, mientras que la urbana es aquella donde viven 2 500 personas o más. En 1950, poco menos de 43 por ciento de la población en México vivía en localidades urbanas, en 1990 era de 71 por ciento y para 2010, esta cifra aumentó a casi 78 por ciento.

 

Información sobre el autor

Juan Bermúdez Lobera. Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestro en Demografía por El Colegio de México. Actualmente labora en el Consejo Nacional de Población en la Dirección de Estudios Socioeconómicos y Migración Internacional. Entre sus trabajos destacan, tesis de licenciatura, Emigración México-Estados Unidos. Una mirada desde el lugar de origen, efectos de la emigración México-Estados Unidos en los hogares de la localidad de Zozea, Municipio de Alfajayucan, Hidalgo, UNAM, 2010, tesis de maestría, Caracterización sociodemográfica de las personas de 15 a 29 años consideradas Ni-Nis, COLMEX, 2012 y formó parte del equipo de autores, Migración y Salud. Inmigrantes mexicanos en Estados Unidos (CONAPO, 2013). Dirección electrónica: soloberlo1@gmail.com

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