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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.18 no.71 Toluca ene./mar. 2012

 

Las migraciones internas de los latinoamericanos en España: del boom a la crisis económica*

 

Latin-Americans' internal migration spatial patterns in Spain: from economic boom to crisis

 

Fernando Gil-Alonso*, Jordi Bayona-i-Carrasco** y Daniela Vono De Vilhena***

 

* Universitat de Barcelona.

** Universitat de Barcelona.

*** Bamberg University.

 

Este artículo fue
recibido el 25 de julio de 2011
aprobado el 28 de marzo de 2012.

 

Resumen

Las migraciones internas de la población de nacionalidad extranjera en España se caracterizan por su elevada intensidad, redistribuyendo a la población en el territorio. El objetivo de este artículo es el estudio del colectivo latinoamericano, que con más de 1,7 millones de personas se configuran como una de las comunidades extranjeras más importantes. Mientras sus principales características socio-demográficas han sido ampliamente investigadas —la feminización de los flujos migratorios y del stock de residentes, o su especialización laboral en los servicios—, sus pautas migratorias internas son menos conocidas. El primer objetivo del artículo es analizar la intensidad y las direcciones predominantes de su movilidad en el interior de España, tanto de larga distancia (interprovinciales) como de corto radio (intraprovinciales, especial atención en los flujos de suburbanización en Madrid y Barcelona). El segundo objetivo es conocer el impacto de la crisis económica sobre dicha movilidad. Para ello se utilizarán los datos de la Estadística de Variaciones Residenciales junto a los del Padrón continuo.

Palabras clave: población extranjera; latinoamericanos; migración interna; suburbanización; España.

 

Abstract

In Spain, foreigners have very intense internal flows, therefore strongly redistributing population throughout the country. This paper intends to focus on the 1.7 million Latin-American citizens, one of the country's main foreign origins. Though their basic demographic and social characteristics have already been identified –e.g., both the stock and the flows are mainly female, they mainly work in the service sector...–, much less is known on their internal migration patterns. The two main aims of this article are to analyse the volume and predominant directions of these internal flows, and to examine the crisis' impact on them. Both the movements among and within provinces are studied, the latter paying special attention to suburban mobility in Madrid and Barcelona metropolitan areas. "Estadística de Variaciones Residenciales" (residential variation statistics) flow data and "Padrón continuo" (local register) stock data are used for it.

Keywords: foreign migration; internal migration, suburbanisation, Latin-American population, Spain.

 

Introducción

En los últimos quince años España ha recibido numerosos flujos migratorios internacionales, lo que la ha situado entre los países europeos con mayor proporción de residentes extranjeros con 12.2 por ciento de su población, el segundo en cuanto a presencia de extranjeros en números absolutos por detrás de Alemania, país con larga tradición de inmigración. En este rápido crecimiento migratorio, las cifras de extranjeros residentes han experimentado un brusco salto, pasando del poco más de medio millón de extranjeros en 1996, a casi alcanzar los seis millones en los recuentos más recientes.1 En este fenómeno, caracterizado por su elevada intensidad, destacan las migraciones de ciudadanos de países latinoamericanos,2 que se sitúan en la actualidad, con más de 1.8 millones de residentes, como el mayor colectivo de extranjeros no comunitarios en España. Sus principales características demográficas y laborales son ampliamente conocidas, por ejemplo la feminización de los flujos y de su stock en comparación con los inmigrantes de otros orígenes que son mayoritariamente masculinos (Martínez-Buján, 2003; Pellegrino, 2004; Pérez-Caramés, 2004; Domingo, 2006), o su actividad centrada en el sector servicios, especialmente entre las mujeres (Gil-Alonso y Domingo, 2008a; Cacopardo et al., 2007), en el contexto de un mercado de trabajo crecientemente dualizado/segregado (Piore, 1979; Cachón, 1997; Reyneri, 2004; Ribas-Mateos, 2004; Domingo y Gil-Alonso, 2007). Sin embargo, se sabe mucho menos de sus pautas espaciales de migración interna (Recaño, 2002; Recaño y Domingo, 2006), aspecto de singular importancia pues, tras el establecimiento inicial de los latinoamericanos en unas pocas provincias con buenas comunicaciones con Latinoamérica o con cadenas migratorias ya consolidados, estos flujos internos determinan sus posteriores lugares de asentamiento a lo largo y ancho del territorio español. Estas pautas espaciales de movilidad interna, y sus modificaciones como consecuencia de la profunda crisis económica que está viviendo actualmente España, son los temas de investigación que se abordan en el presente trabajo, como se detalla a continuación.

En primer lugar, la importancia del estudio de la movilidad interna de los extranjeros recae en tres aspectos esenciales, como indican Reher y Silvestre (2009): en el estudio de los determinantes de la inmigración; en el impacto de la inmigración en el territorio; y en el estudio de su proceso de integración. Además, es un elemento clave en el diseño de las políticas territoriales, ya que la eficacia de estas dependerá en buena parte de la movilidad de las poblaciones implicadas (Recaño, 2002). Debido a la reciente llegada a España de la mayoría de latinoamericanos (básicamente en la última década), esperamos —como primera hipótesis de partida— encontrar unas elevadas tasas de migración interna, relacionadas con la inestabilidad residencial característica de las primeras etapas de un proceso migratorio. Después de un primer asentamiento en España, las posibilidades de migrar de nuevo son elevadas por varias razones: por los aún escasos vínculos adquiridos con la comunidad de acogida; por la inseguridad en el trabajo de personas que se acaban de incorporar a un nuevo mercado laboral (Nogle, 1994); o por el mejor conocimiento adquirido del mercado laboral (Xu, 2011) y de la vivienda del país (Simon, 1998). Pero ¿hasta qué punto existe esta elevada migración interna? ¿Es mayor que la de la población española y la de otros colectivos de extranjeros? ¿Se identifican patrones espaciales claros? ¿Emigran los latinoamericanos a otras provincias, diferentes a la que se establecieron por primera vez, en busca de mejores oportunidades laborales? ¿Participan de los flujos de desconcentración urbana y suburbanización? ¿Y existen diferencias por nacionalidad en estos comportamientos?

Un segundo punto que atrae nuestra atención es la reciente crisis económica, iniciada en los años 2007/2008 y que afecta con gran intensidad a España, significando un profundo cambio respecto a la dinámica precedente de fuerte crecimiento. Los escasos y recientes datos del Padrón Continuo de Población y de la Estadística de Variaciones Residenciales nos aportan una primera visión de su impacto, tanto sobre el volumen de residentes –que parecen experimentar una estabilización- como en sus migraciones dentro de España, y nos permiten obtener respuestas, siquiera provisionales, a una serie de preguntas: ¿Cuál ha sido hasta el momento el impacto de la crisis sobre las migraciones internas? ¿Han aumentado o han disminuido? ¿Y se han modificado los patrones espaciales preexistentes?

En suma, partiendo de la hipótesis de que la crisis económica modificará las pautas precedentes de migración interna, especialmente en la direccionalidad de los flujos, el objetivo de este artículo es doble: analizar los patrones de migración interna (tanto interprovinciales como en el interior de una misma provincia) de los ciudadanos latinoamericanos residentes en España durante la primera década del siglo XXI; y estimar el impacto de la actual crisis económica sobre dichos flujos.

 

Estado de la cuestión

Los latinoamericanos en España

Como consecuencia de la fuerte intensidad de los flujos migratorios de los latinoamericanos en España, algunos autores se han referido a ello como "latinoamericanización de los flujos migratorios" (Izquierdo et al., 2002), llegando a hablar incluso de una preferencia por estos orígenes frente a otros (Domingo, 2006), o en otras palabras, de la posibilidad de que hayan sido "preferidos y favorecidos" (Vono, 2010) en el boom migratorio experimentado en España. Si bien es cierto que existen amplias preferencias hacia este colectivo en la legislación española sobre extranjería y nacionalización (pueden acceder a la nacionalidad española tras sólo dos años de residencia previa en comparación con los diez años exigidos a la mayoría de nacionalidades) así como en la percepción por parte de los españoles de los latinoamericanos, en comparación con otros orígenes (Vono, 2010), es más difícil demostrar de que hayan sido efectivamente favorecidos en la selección de los flujos.

En todo caso, el crecimiento de los flujos y la disponibilidad de datos estadísticos para su análisis ha producido un incremento de los estudios sobre la población latinoamericana en España desde la perspectiva demográfica: si antes de finales de la década de 1990 los trabajos se habían concentrado principalmente en el rol de las mujeres inmigrantes como pioneras de los procesos migratorios, en particular en las dominicanas, peruanas y colombianas y su participación en el trabajo domestico (véase, por ejemplo, Aldaya y García, 1997; CCOO, 1998; Colectivo IOÉ, 1991; Escrivà, 1999; Gallardo, 1995; Oso y Machín, 1993, Oso y Catarino, 2000), a partir del año 2000, cuando empieza el gran incremento de latinoamericanos, la producción académica se intensifica y diversifica (Bueno, 2007). A su vez, los temas tratados y los colectivos focalizados varían substancialmente en función de su relevancia coyuntural y, una vez más, de la disponibilidad de datos. Si a inicios del nuevo siglo observamos una abundancia de estudios sobre ecuatorianos y colombianos (Anguiano, 2002; Aparicio y Giménez, 2003; Gómez et al., 2007; Pedone, 2004), a partir del año 2004, cuando nuevos flujos como los bolivianos, brasileños y paraguayos desbancan a los anteriores de las primeras posiciones, toman protagonismo estudios comparativos mucho más sólidos, contando con la mayoría de las nacionalidades (Domingo y Martínez, 2006, y Pérez-Caramés, 2004 son buenos ejemplos en el grupo de los primeros estudios comparativos importantes).

A grosso modo, la literatura específica sobre comportamientos demográficos de los latinoamericanos en España se podría clasificar en tres grandes ejes: i) los estudios sobre fecundidad y formación familiar; ii) los estudios sobre inserción laboral; y iii) los estudios sobre el asentamiento territorial.

Del análisis de la producción científica sobre fecundidad de inmigrantes se puede decir que se han centrado en el estudio del impacto de la población extranjera en la natalidad y la fecundidad en España, con el fin de dar respuesta a su reciente incremento (Devolder y Treviño, 2007 y 2008; Roig y Castro, 2005 y 2007; Delgado y Zamora 2004 y 2006; López de Lera y Villares, 2004; Izquierdo y López de Lera, 2003). Prácticamente en todos ellos se acude a la descripción del comportamiento reproductivo diferencial según región de origen de la madre como una línea de interés secundario, donde América Latina tiene cabida en su conjunto o en el estudio de caso de alguno de sus países. Respecto a la formación familiar, el foco ha estado puesto en los matrimonios mixtos entre latinoamericanos(as) y españoles (Cabré et al., 2009; Cortina et al., 2008; Del Rey y Vono, 2011).

Los estudios sobre la inserción laboral de los latinoamericanos son los más abundantes en este contexto, y destacan particularmente el papel complementario entre inmigrantes y nativos en el mercado de trabajo y, en este escenario, el peso específico de la población latina (Domingo y Houle, 2005; Domingo y Gil-Alonso, 2007; Gil-Alonso y Domingo, 2008a; Pumares et al., 2006; Vidal, 2009); la concentración de ésta en el sector servicios —con un peso específico de las mujeres en el servicio doméstico y en los cuidados personales— así como también, en el caso de los hombres, en la construcción (Gil-Alonso y Domingo, 2008a; Cacopardo et al., 2007); las diferencias existentes entre nacionalidades en la inserción laboral según sectores laborales y entidades territoriales (Gil-Alonso y Domingo, 2008b); y la alta movilidad laboral desde la llegada a España (Stanek y Vieira, 2009; Vidal y Vono, 2011).

En el tercer y último eje temático es donde encaja el objetivo de estudio de este trabajo, las migraciones internas. Las principales aportaciones sobre la distribución territorial han sido realizadas en los estudios sobre segregación residencial (Almoguera, 2007; Bayona, 2007; Torres, 2002; Vono y Bayona, 2011); las condiciones de habitabilidad de las viviendas y el acceso a la vivienda en propiedad (Aranda, 2006; Vono y Bayona, 2012). De ellos se deriva una mejor situación de los latinoamericanos, que experimentan menores niveles de segregación y mayores niveles de propiedad de la vivienda, en comparación con otras nacionalidades.

Sin embargo, en el marco de los estudios sobre latinoamericanos en España poco se ha explorado respecto a los patrones de migración interna, cuyos estudios serán detallados a continuación.

 

Las migraciones internas de la población extranjera en España

Debido a las características demográficas (más jóvenes, en promedio, que los autóctonos) y a su reciente llegada, la población extranjera acostumbra a presentar altas tasas de migración interna (Trovato, 1988; Bélanger, 1993; Newbold, 1996; Rogers y Henning, 1999; Zorlu y Latten, 2009), ya que no han acabado de estabilizar su lugar de residencia. Territorialmente, presentan unas pautas de migración que difieren de las registradas por la población autóctona (Frey, 1996; Kempen y Weesep, 1998; Musterd, 2005), ya que se mueven más por motivos laborales.

En el caso de España, investigaciones precedentes (Recaño, 2002; Recaño y Domingo, 2006) ya señalaban el creciente peso de la población extranjera en las migraciones internas en España, que los datos más recientes confirman. Si en 2001 significaban apenas 10 por ciento de los movimientos migratorios realizados dentro del país, en 2008 esta participación se ha triplicado y alcanza 30 por ciento, un porcentaje superior al peso de la población extranjera en España, lo que indica su mayor propensión a la movilidad.

Para las áreas metropolitanas, los extranjeros también suponen una parte importante de toda la movilidad. Esto se observa especialmente en las mayores áreas metropolitanas españolas, sea el caso de Barcelona (Bayona y López-Gay, 2009 y 2011; Bayona et al., 2011) o Madrid (Pozo y García, 2009), donde la movilidad residencial significa, para la mayoría de nacionalidades, una desconcentración desde la ciudad central hacia las periferias metropolitanas.

La mayoría de los escasos estudios sobre las pautas de migración interna de los extranjeros en España es, sin embargo, anterior al inicio de la crisis o no disponían todavía de los datos que permitían analizar su impacto, de aquí el interés de esta nueva aportación, que estudia este proceso en el contexto de la evolución experimentada en la última década gracias a la disponibilidad de fuentes relativamente actualizadas. Además, nos centramos específicamente en los ciudadanos latinoamericanos, hecho que nos permite, a diferencia de los trabajos citados, un análisis de mayor profundidad de las pautas de las principales nacionalidades.

 

Las fuentes estadísticas

Se han utilizado en este trabajo los datos de dos fuentes estadísticas publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Padrón Continuo de Población, y la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR). El padrón continuo, con fecha de referencia a 1 de enero, ofrece anualmente la población oficial española, de la que se conoce su principal perfil demográfico (sexo, edad, nacionalidad y país de nacimiento), con el detalle territorial de los más de ocho mil municipios españoles, y algunos datos a nivel de sección censal. Según la Ley de Bases del Régimen Local de 1996, el Padrón es un registro donde todos los residentes de un municipio deben figurar, con independencia de su situación legal en España. Debido a que la prestación de ciertos servicios públicos (sanidad o educación) está condicionada al empadronamiento —que a su vez también actúa como documento que da fe de la presencia del extranjero en España—, se considera que el Padrón registra con bastante corrección a la población extranjera (Gil-Alonso, 2010). A ello se ha de sumar los constantes intentos de subsanar los problemas de esta fuente (como las bajas por caducidad de los extranjeros sin permiso de residencia permanente), a pesar del continuo debate sobre el empadronamiento por parte de los gestores municipales y su posible uso para regular los flujos migratorios (Domingo y Sabater, 2010).

La Estadística de Variaciones Residenciales (EVR) es una fuente estadística que nos informa de los flujos migratorios entre municipios españoles y entre éstos y el exterior. Sus datos derivan de los cambios –altas y bajas– notificados por migración (cambio de residencia) en el Padrón continuo de población, y son recogidos, verificados y subsanados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). De esta forma conocemos, anualmente, los flujos entre municipios españoles —a partir de los cuales se pueden calcular las migraciones intra e interprovinciales—, así como las características principales (sexo, edad y nacionalidad) de las personas que realizan dichas migraciones.3 Disponemos de la serie entre 1988 (primer año con datos municipales) y 2009 (últimos datos publicados en el momento de escribir este artículo). Se trata de una fuente que también ha mejorado mucho su calidad en los últimos años, y si bien presenta dudas respecto al grado de cobertura de los cambios de residencia desde/hacia fuera de España (especialmente de los extranjeros), el registro de las migraciones entre municipios españoles goza de mucha mayor credibilidad. A pesar de que es una fuente que proporciona poca información sobre las características de los migrantes, tiene una buena cobertura geográfica y permite el análisis anual de los flujos migratorios, de aquí su utilización.

 

Los latinoamericanos en la evolución de la inmigración en España

La llegada de inmigrantes extranjeros a España ha aumentado constantemente desde inicios del siglo XXI hasta el máximo —alrededor de un millón de entradas— del año 2007, con un papel destacado, como se observa en la gráfica 1, de los flujos protagonizados por personas con nacionalidad de países americanos (básicamente latinoamericanos), que alcanzaron su máximo en dicho año,4 con más de 300 mil entradas. Desde mediados del año 2008, y como efecto de la crisis económica, se han reducido las llegadas, aunque los latinos siguen manteniendo el liderato en cuanto a las altas de inmigrantes extranjeros.

La magnitud de los flujos de llegada desde el exterior tiene su reflejo en el crecimiento del stock de población extranjera residente en España (gráfica 2), que no deja de aumentar durante la primera década de este siglo hasta alcanzar 12.2 por ciento de la población total del país. En 2010 el padrón continuo recoge a 5 747 734 extranjeros residentes al primero de enero, cifra que desciende ligeramente con los datos provisionales de 2011 —producto de la intensa crisis económica—, a pesar de que el número de nacidos en el extranjero no deja de aumentar (y con ello, las posibles nacionalizaciones), hasta 6 659 885 de 2011.5 De 5.7 millones de extranjeros empadronados, prácticamente cinco millones cuentan con permiso de residencia (gráfica 2).

Lo cual no significa que haya 700 mil "ilegales", puesto que una parte de ellos son inmigrantes que están tramitando por primera vez o renovando su permiso de residencia, por lo que están temporalmente fuera del registro.6

En esta evolución, como se desprende de la gráfica 3, la población (latino)americana ejerció a principios del siglo XXI de motor del crecimiento migratorio, alcanzando en 2004, 41.6 por ciento de los extranjeros empadronados en España, porcentaje que a partir de entonces descendió debido sobre todo a la fuerte entrada del colectivo rumano, actualmente la primera nacionalidad extranjera en España. Desde el inicio de la crisis en 2008 el número de americanos se ha estancado en torno a casi 1.8 millones, mientras ha descendido en casi tres puntos el porcentaje que representan sobre el total de la población extranjera, actualmente 31 por ciento, 10 puntos menos que en 2004.

El número de ciudadanos con nacionalidad de países (latino)americanos es, sin embargo muy inferior al de los nacidos en dichos países, que ascienden a 2.5 millones (cuadro 1). De éstos, más de 650 mil tienen nacionalidad española y 120 mil tiene nacionalidad de un tercer país, principalmente Italia (siendo los casi 60 mil "italianos" nacidos en Argentina y casi 14 mil nacidos en Uruguay los casos más significativos). La diversidad de situaciones según la nacionalidad y el país de nacimiento es, por supuesto, muy amplia, y la antigüedad de los flujos migratorios explica, en gran parte, estas diferencias. Mientras que entre los nacidos en Argentina tan sólo 44 por ciento de ellos conservan la nacionalidad argentina, en otros casos —como los originarios de Paraguay y Bolivia, de llegada mucho más reciente— este porcentaje asciende a 96 por ciento y son muy pocos los que han accedido a la nacionalidad española.

En efecto, los años de estancia en España en combinación con una legislación favorable a su acceso a la nacionalidad española (Izquierdo et al., 2002), puesto que sólo necesitan dos años de residencia legal en este país para poder demandarla, en comparación con los diez años que precisan los ciudadanos con otras nacionalidades, explican en gran parte esta diferencia de 700 mil individuos entre el stock de ciudadanos con nacionalidad de países latinoamericanos y los que han nacido en América Latina.

De ellos, unos 340 mil son antiguos ciudadanos latinoamericanos que han adquirido la nacionalidad española en la reciente década (datos del Ministerio de Justicia7), de los cuales 60 por ciento son mujeres. Además, hay alrededor de 150 mil personas nacidas en Latinoamérica que tenían previamente la nacionalidad española y que han llegado a España en la reciente década (datos de la Estadística de Variaciones Residenciales), la mayoría de ellos descendientes de antiguos emigrantes españoles que se asentaron principalmente en Argentina y Uruguay.

Las cifras del cuadro 1 permiten observar que actualmente la mayoría de latinoamericanos residentes en España son personas con nacionalidad de Ecuador, Colombia, Bolivia, Perú y Argentina, aunque el peso de cada uno de estos grupos nacionales ha variado con el paso del tiempo (cuadro 2). Así, antes del boom inmigratorio iniciado a finales del siglo XX, los argentinos —llegados a partir de la década de 1970 por razones económicas y, sobre todo, políticas— y los peruanos eran los colectivos más numerosos, seguidos por el dominicano (véase el gráfico correspondiente a 1998). Con la llegada de la gran oleada inmigratoria en los primeros años del siglo XXI, ecuatorianos y colombianos pasaron a ser las comunidades más presentes en España: ellos solos casi representaban 60 por ciento del total en 2004. Después, en la segunda mitad de la década, el colectivo boliviano y otras nacionalidades como la paraguaya o algunas centroamericanas han sido las de más rápido crecimiento, por lo que los grupos anteriormente mencionados han perdido peso relativo y, en el caso de los ecuatorianos y argentinos, incluso en números absolutos —por retorno pero, sobre todo, por adopción de la nacionalidad española.

En cuanto a su distribución geográfica, los (latino)americanos están presentes en todo el territorio español pero especialmente en las provincias urbanas de Madrid y Barcelona, así como también en las provincias mediterráneas —donde encuentran trabajo en el sector servicios, la construcción y la agricultura intensiva— y, en números más modestos, en las provincias industriales del norte: Zaragoza, Navarra y las provincias vascas.

 

Migraciones internas de los latinos en España: intensidad y pautas por sexo y edad

Una vez definidos los stocks de ciudadanos latinoamericanos y su distribución territorial, pasemos al punto central de este artículo: sus pautas de movilidad interna en España, que analizaremos con datos de la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR), que miden migraciones (cambios de residencia), no migrantes.

Se ha de señalar en primer lugar, a modo de dato contextual, que desde hace 20 años y hasta el año 2007 las migraciones internas en España se caracterizaban por su continuo crecimiento, con un máximo de 1 795 353 migraciones registradas en dicho año (gráfica 4, arriba).

El impacto de la doble crisis, económica y del mercado de la vivienda, produce un descenso superior a ocho por ciento de las migraciones registradas en 2008, aunque en 2009 la cifra se estabiliza y aumenta en casi diez mil migraciones, alcanzando las 1 653 014 migraciones. Desagregando por nacionalidades, el descenso de 2008 se produce tanto entre españoles (gráfica 4, centro) como entre extranjeros (gráfica 4, abajo), aunque es de mayor envergadura entre los primeros (con descenso de 9.6 por ciento y de 6.4 por ciento respectivamente); pero también entre los españoles parece recuperarse la movilidad en 2009, mientras que la de los foráneos continúan bajando. Si se desagrega en función del destino del cambio de residencia, la movilidad intraprovincial parece haberse recuperado ligeramente en 2009, mientras que la interprovincial sigue disminuyendo.

La gráfica 4 muestra que el crecimiento de la movilidad interna ha sido especialmente intenso a partir del año 2000, coincidiendo con la masiva llegada de población extranjera, cuyos cambios de residencia en el interior de España pasan de unos 100 mil en 2001 a más de medio millón en 2007, es decir, se multiplican por cinco en sólo seis años. En porcentaje, ello significa que los cambios de residencia realizados por extranjeros pasan de ser cinco por ciento del total en 1999 a 30 por ciento en 2007 y 2008, antes de reducirse algo en 2009 (gráfica 5). A destacar el mayor peso foráneo en las migraciones interprovinciales.

Por grupos continentales, los cambios de residencia más numerosos son los protagonizados por los ciudadanos americanos (mayoritariamente latinoamericanos), con unas 200 mil migraciones internas anuales en los últimos tres años, seguidos por los efectuados por los africanos —en su mayor parte, marroquíes— y los de llevados a cabo por ciudadanos europeos (excluidos los de la antigua UE-15) en los que tienen un peso mayoritario los rumanos (gráfica 6).

A destacar que éstos últimos parecen ser los más afectados por la crisis de los años 2008 y 2009, a diferencia de los africanos y asiáticos, cuyas migraciones internas se estabilizan en los niveles de 2007. Los (latino)americanos sí que experimentan una leve disminución —aunque menor que la de los europeos— en su movilidad total, que es el resultado de una caída (hasta las 80 mil en 2009) de los cambios de residencia interprovinciales y un ligerísimo incremento de las migraciones en el interior de una misma provincia (cerca de 120 mil en los últimos tres años).

Si en lugar de trabajar con los cambios de residencia en números absolutos lo hacemos en forma de tasas anuales de migración interna (que permiten comparar la intensidad de la movilidad entre los diferentes agregados continentales de nacionalidades, que tienen un peso muy dispar en cuanto a su población en números absolutos), entonces se observa en la gráfica 7 (arriba) que la movilidad de los españoles es entre tres y cuatro veces inferior a la de los extranjeros, cuyas tasas se doblan entre 1998 y 2007, alcanzando un máximo de 110 por mil en dicho año, y se reducen más de 20 por ciento entre dicho año y 2009 (reducción mucho menor entre los nacionales).

Por grupos continentales, los ciudadanos (latino)americanos tienen unas tasas de movilidad interna algo superiores a la media del conjunto de extranjeros (en torno a 120 por mil), y son más altas que las de los europeos, aunque más bajas que las de los africanos y asiáticos, que son los que, en promedio, más veces cambian de residencia (gráfica 7, abajo). Esta misma gráfica muestra que los protagonistas de este artículo son el colectivo de extranjeros que menos han experimentado el impacto negativo de la crisis en la tasas de movilidad, pues aunque sus tasas de movilidad interna han disminuido en los dos últimos años, lo han hecho significativamente menos que el resto de nacionalidades.

La gráfica 8 muestra el perfil migratorio por sexo y edad de la población española y del conjunto de nacionalidades americanas en dos momentos recientes: los años 2006-2007, en pleno boom económico, y 2008-2009, con la crisis impactando de lleno sobre la movilidad. Los resultados muestran que el perfil migratorio de los (latino)americanos es muy similar al de los españoles, aunque con una intensidad mucho mayor y que se prolonga durante todas las edades activas. Otro hecho a destacar es que, antes de los 30 años de edad, las mujeres latinoamericanas (y las españolas) tienen una mayor movilidad que los hombres, mientras que después de dicha edad, el patrón de género se invierte.

Finalmente, otro aspecto significativo es que la crisis incide en una menor movilidad en el periodo 2008-2009 comparado con el precedente, aunque las diferencias son quizás menores de las esperadas (especialmente entre la población española).

Los patrones de migración interna por sexo y edad de cuatro de las principales nacionalidades latinoamericanas presentes en España (ecuatorianos, colombianos, bolivianos y argentinos) son bastante similares (gráfica 9).

A pesar de las diferencias entre las características socio-demográficas de las cuatro nacionalidades, y de los diferentes ritmos de llegada a España, tanto los perfiles por sexo y edad como las intensidades máximas se comportan de forma similar. Algunas diferencias significativas son la mayor intensidad de la movilidad interna de los colombianos en prácticamente todas las edades, la menor de los argentinos, el perfil puntiagudo de las tasas de los ecuatorianos (con un máximo muy resaltado de cambios de residencia en el grupo de edad 20-24) y el que Bolivia sea la única nacionalidad —de las cuatro analizadas— en la que las tasas de migración interna de las mujeres sea superior a la de los hombres en prácticamente todas las edades, y no sólo en las menores de 30 años.

 

Patrones espaciales de las migraciones internas de los latinoamericanos en España

La provincia de Madrid es el mayor eje redistribuidor de la población latinoamericana en España. Ello se debe a su papel como principal puerta de entrada de dichos migrantes, especialmente a través de su aeropuerto de Madrid-Barajas. Después de un asentamiento inicial en Madrid, una parte de ellos emigra a otras provincias. Una situación similar se da, en menor medida, en las provincias mayormente agrarias y rurales del centro y oeste español. En ellas, los inmigrantes latinoamericanos pueden tener una primera entrada en el mercado de trabajo español en un sector duro y poco atractivo para los autóctonos como es el agrario. Una vez estabilizan su situación desde un punto de vista legal, una parte de ellos emigra a otras provincias con un mercado de trabajo más diversificado y mayor presencia del sector servicios, la construcción o la industria. De ahí que Madrid y las provincias del interior ganen población latinoamericana por saldo migratorio positivo con el exterior, pero pierdan una parte de ella a causa de sus saldos migratorios interprovinciales negativos.

En contraposición, la costa mediterránea (a excepción de Almería y Murcia, con sectores agrarios también importantes), el eje del Ebro hasta el País Vasco, y las Islas Canarias son receptores netos de población americana por migración interna. Barcelona, Alicante y Valencia son las provincias con los flujos positivos más importantes.

Se trata de una pauta que se asemeja a la que presenta otros orígenes continentales, como es el africano (en su gran mayoría, marroquíes), aunque en este caso también la provincia de Almería (provincia con elevada concentración de la agricultura intensiva, que actúa como puerta de entrada laboral) aparece como centro expulsor de migración africana hacia otras provincias españolas. Esta pauta espacial se repite, en mayor o menor medida, para la mayor parte de nacionalidades americanas, a pesar de las diferencias en la periodización de los flujos o en las características de los migrantes. Para las cuatro nacionalidades latinoamericanas más importantes, Argentina, Bolivia, Colombia y Ecuador, la provincia de Madrid es expulsora de migrantes hacia otras partes del país, mientras el levante español también presenta para todas estas nacionalidades un saldo migratorio positivo. En cambio, existen algunas peculiaridades en la dinámica de migración interna que se relacionaría con cada una de las nacionalidades en concreto. Sería el caso, por ejemplo, de las provincias de Murcia y Almería para los ecuatorianos, con una situación similar a la comentada con anterioridad para los africanos. La actividad laboral de los ecuatorianos en la huerta murciana o en los cultivos bajo invernadero almerienses motiva la migración posterior hacia otras zonas con mayor diversificación del mercado laboral.

Otra peculiaridad que merece la pena comentarse es la que presenta el colectivo argentino, para el que las cuatro provincias gallegas también actúan, junto a Madrid, como puerta de entrada en España (recordemos que la mayor parte de los emigrantes españoles hacia Argentina procedían de Galicia), pero que presentan saldos migratorios internos negativos ya que una parte de los inmigrantes argentinos abandonan Galicia —que tal vez fue la zona de primer asentamiento— con destino a otras provincias más dinámicas desde el punto de vista económico.

Pero, ¿hasta qué punto estas pautas de movilidad interna se han visto modificadas por la crisis económica? No sólo se ha producido un cierto descenso de la intensidad, como hemos visto anteriormente, sino que también a nivel territorial se puede observar cambios en la jerarquía de provincias receptoras y emisoras y en la dirección de los flujos. El estallido de la "burbuja inmobiliaria" y el consiguiente desplome del sector de la construcción, que empleaba a muchos inmigrantes, hace que las provincias más afectadas, como es el caso de algunas situadas en el Mediterráneo (Málaga, Alicante, Castellón, Tarragona, Girona) y las Islas Canarias, pasen de tener flujos altamente positivos a tenerlos ahora negativos. Al mismo tiempo que algunas provincias claramente emisoras hasta 2007 se tornan ahora en receptoras de extranjeros americanos: es el caso de las provincias gallegas, junto a otras del interior como Valladolid, Soria, Badajoz o Huesca.

 

La movilidad intraprovincial de los latinos: los casos de las regiones metropolitanas de Barcelona y Madrid

Como ejemplo de la movilidad intraprovincial se ha considerado lo sucedido en las dos mayores áreas metropolitanas españolas, la de Madrid (para la que se ha tomado el conjunto de la Comunidad Autónoma de Madrid, CAM), que cuenta con 6.39 millones de residentes a primero de enero de 2009; y la de Barcelona (definida según los límites de la Región Metropolitana de Barcelona, RMB), que suma en la misma fecha 4.99 millones de personas. En ambas regiones metropolitanas encontramos residiendo altas proporciones de extranjeros, 14.9 por ciento en la RMB y 16.7 por ciento en la CAM, sumando conjuntamente 1.8 millones de extranjeros. Ambos territorios (así como sus ciudades centrales), se caracterizan por una sobrerrepresentación de residentes latinoamericanos, que deberíamos relacionar con una demanda laboral del sector servicios muy importante. 44 por ciento de los residentes extranjeros de la RMB y 40.7 por ciento de la CAM son de estas nacionalidades.

A diferencia de las migraciones interprovinciales, en este caso analizamos la evolución de los cambios de residencia de nivel metropolitano, o dicho de otra manera, los cambios de domicilio entre municipios de la misma área urbana, que se relacionarían más con la estructura del mercado de la vivienda que no con el mercado laboral. Los resultados obtenidos de la EVR muestran que en 2009 en la RMB 39 por ciento y en la CAM 37 por ciento de las migraciones intrametropolitanas fueron protagonizadas por extranjeros. En efecto, el progresivo proceso de asentamiento de los latinoamericanos —y, en general, de los inmigrantes extranjeros— comporta, en muchas ocasiones, un cambio de residencia a escala metropolitana, alejándose de la ciudad central (puerta de entrada y lugar de primer asentamiento de muchos inmigrantes), donde la vivienda es más cara. Es una pauta de movilidad que se asemeja a la de los españoles, en cuanto a la existencia de un proceso de descentralización y suburbanización, aunque los destinos son diferentes. Mientras los autóctonos se dirigen hacia zonas menos pobladas y más alejadas de la ciudad central, dominadas por casas unifamiliares, buscando un entorno más agradable y una vivienda de mayor superficie; los extranjeros encontrarían en las ciudades más densamente pobladas y más próximas al centro —y mejor comunicadas con éste por transporte público—, mayores oportunidades en cuanto a oferta de vivienda, justamente por la salida de los españoles de estos municipios (Bayona et al., 2011).

En las dos regiones metropolitanas, los flujos internos son crecientes y mayoritariamente protagonizados por (latino)americanos, con intensos crecimientos a partir de 2001 y, en el caso de la RMB, con un ligero descenso en 2009, que no se produce en la CAM, como si la recesión económica no hubiera afectado a este colectivo (gráfica 10). Calculando una tasa de movilidad interna, los americanos presentan en la RMB una tasa de movilidad interna de 89 por mil, por 61 por mil en la CAM. Son movilidades elevadas, pero inferiores a los asiáticos en la RMB, y a los africanos en la CAM, muy por encima, en cada caso, a la del conjunto de la población (28.8 por mil y 24.7 por mil, respectivamente). El comportamiento diferencial en 2009 viene determinado por la menor movilidad interna en la CAM (lejos aún de los valores de la RMB).8

Para verificar las consecuencias territoriales de estos flujos de suburbanización protagonizados por los inmigrantes en ambas áreas metropolitanas, se ha analizado en primer lugar, utilizando datos padronales, la evolución de los efectivos de extranjeros en función de la distancia a la ciudad central. Ello ha permitido observar los efectos de la movilidad residencial sobre la distribución de la población según nacionalidad. En segundo lugar, se ha calculado un indicador de segregación (el índice de disimilaridad de Duncan y Duncan, 1955, que compara la distribución territorial de dos grupos de población) para dar un dato resumen sobre la evolución de la distribución relativa, a nivel municipal, de dichas nacionalidades, respecto a la población de referencia (la española) a escala metropolitana.

Cuanto mayor es el índice de disimilaridad de un colectivo extranjero, más diferente es su distribución municipal respecto a la población española en el conjunto de la región metropolitana. Su formulación es,

Donde xi = población de un grupo X en el municipio i; X = población total del grupo en el conjunto de la región metropolitana; yi= población española en el municipio i; Y = población española en el conjunto de la región metropolitana; y n = número de municipios.

En ambos casos se ha considerado tres momentos en la evolución temporal para calcular dichos indicadores: 1998 (inicio de la oleada inmigratoria), 2004 (en plena fase de crecimiento) y 2009 (estabilización de las llegadas debido a la crisis).

Como muestra el cuadro 3, en ambas metrópolis se ha producido un proceso de desconcentración territorial entre 1998 y 2009, con los extranjeros adquiriendo mayor peso en la periferia. La ciudad central pasa de albergar 41.2 por ciento de los extranjeros a 38.3 por ciento en la RMB, y de 62.3 por ciento a 53.3 por ciento en la CAM.

Por lo tanto, la ciudad de Madrid concentra un mayor número de extranjeros, aunque el descenso ha sido más importante.9 Por nacionalidades, los (latino)americanos en la RMB descienden de 55.7 por ciento a 39.6 por ciento, con un evidente descenso de la concentración —mayor incluso que el del conjunto de extranjeros— a favor de los municipios situados a menos de 20 quilómetros de la ciudad central, donde pasan de residir 26 por ciento de todos los americanos en 1998 a 41.1 por ciento en 2009. Muy diferente es su comportamiento en la CAM, donde la desconcentración de los latinos es prácticamente inexistente: 70.6 por ciento de los americanos vivían en la ciudad de Madrid en 1998 y en 2009 lo siguen haciendo 66.3 por ciento. De nuevo, la mayor superficie del término municipal madrileño puede estar detrás de este comportamiento diferencial, pues migraciones intrametropolitanas que en la RMB suponen migrar de Barcelona a un municipio de la primera corona metropolitana, en Madrid son cambios de barrio en el interior del término municipal de la capital.

Finalmente, el cálculo del índice de disimilaridad se ha realizado a nivel municipal, utilizando los 164 municipios de la RMB y los 178 de la CAM (cuadro 3). Los resultados muestran que, en el caso de la RMB, los residentes con nacionalidad americana, además de presentar uno de los índices más bajos (sólo por encima de los europeos no comunitarios desde 2004), muestran una dinámica de reducción continuada, desde un valor de 0.264 en el año 1998 a uno de 0.195 en 2009. Ello significa que los latinoamericanos siguen unas pautas de desconcentración y suburbanización que hacen que estén progresivamente menos segregados al ser su distribución en el seno de la RMB cada vez más similar a la de la población autóctona, al contrario, por ejemplo, de lo que pasa con los ciudadanos asiáticos o de países de la antigua UE-15, que tienden a concentrarse en determinados municipios del área metropolitana, lo que provoca un incremento de su segregación.

En el caso de la CAM los resultados son similares, aunque los extranjeros en general y los latinoamericanos en particular se asientan de forma más homogénea a nivel municipal que en la RMB, como muestran los índices de disimilaridad más bajos (cuadro 4). Por grupos de nacionalidades, los latinoamericanos se encuentran, de nuevo, por detrás de los nacionales de países del resto de Europa, como el grupo continental más distribuido por el territorio metropolitano, experimentando también un mayor acercamiento a las pautas territoriales de los españoles en los años analizados. Podemos concluir que en ambas áreas metropolitanas el comportamiento residencial de los americanos difiere de otros grupos continentales, que no sólo están más segregados sino que aumentan su concentración territorial entre 1998 y 2009, como es el caso de los europeos comunitarios y asiáticos en la RMB, o de los asiáticos y africanos en la CAM.

 

Conclusiones

La primera década del siglo XXI se ha encontrado marcada en España por la aceleración de los flujos migratorios internacionales, con un saldo neto de más de cinco millones de personas en un periodo de diez años y en un país que rondaba los cuarenta millones de habitantes. En este contexto, los latinoamericanos se erigieron como uno de los primeros y más intensos flujos migratorios, hasta llegar a alcanzar los 1.8 millones de extranjeros residentes y 2.5 millones de inmigrantes. El estudio pormenorizado de lo ocurrido a lo largo de esta década es posible gracias a la riqueza estadística de algunas fuentes demográficas españolas, a pesar de que sólo informan de las principales características demográficas de la población. Uno de los fenómenos que pueden ser contemplados con mayor detalle es el de las migraciones internas de los inmigrantes extranjeros, cuyos flujos podemos estimar anualmente, así como conocer el origen y destino de estos movimientos. Como resultado, nos aparece dibujado un panorama de alta movilidad interna, muy por encima de la de la población autóctona, tanto entre provincias españolas como dentro de una misma provincia, y que se debería relacionar con los estadios iniciales del proyecto migratorio del inmigrante, y con la elevada precariedad, tanto laboral como residencial, de estos primeros pasos. Los latinoamericanos, en concreto, experimentan altas tasas de migración interna en España, significativamente superiores a las de los españoles —confirmándose por lo tanto la primera hipótesis de partida— y a las de otros orígenes nacionales (europeos), aunque inferiores a las de los asiáticos y africanos.

En este contexto, la provincia de Madrid —donde se asienta el aeropuerto internacional de Barajas, hub de vuelos hacia Latinoamérica— ejerce claramente de puerta de entrada para los flujos migratorios que provienen del continente americano, así como de principal punto de redistribución de la población latinoamericana, que migra durante los años de bonanza económica en dirección a la costa mediterránea y, de manera secundaria, a las provincias más industriales del norte.

El impacto de la crisis económica, analizado en segundo lugar a partir de los datos de 2008 y 2009, confirma parcialmente la segunda hipótesis, pues los resultados sugieren un leve descenso de las migraciones interprovinciales de los extranjeros, descenso inferior a lo que se podía esperar a priori y en el que los latinoamericanos han sido los menos afectados. Lo que sí que se observa es un cambio en la direccionalidad de los flujos: aquellas provincias más afectadas por la crisis del sector de la construcción son las que han cambiado su papel de receptores de flujos internos por el de emisores. Es el caso de algunas provincias mediterráneas (Málaga, Alicante, Castellón, Tarragona, Girona) y de las Islas Canarias, donde la construcción se dedicaba en una gran parte a la realización de apartamentos turísticos y segundas residencias, afectadas en mayor grado por la crisis. Al mismo tiempo, crece la movilidad en dirección a las provincias con menores porcentajes de extranjeros, aumentando la redistribución de éstos en España.

Un tercer aspecto analizado es el de la movilidad residencial intraprovincial dentro de las dos grandes regiones metropolitanas españolas. Por un lado se confirma la elevada movilidad de los extranjeros, en un segmento de movilidad dominada por el acceso a la vivienda, y no tanto la actividad laboral. Por el otro, el impacto de la crisis afecta de forma diferencial a las áreas urbanas de Barcelona y Madrid. En la primera, al igual que el conjunto español, se observa un ligero decrecimiento de los flujos migratorios internos; en la segunda éstos siguen aumentando, especialmente entre los latinoamericanos, quizás porque el menor número de salidas en dirección a otras provincias como consecuencia de la crisis se compensa con un posible ascenso de la movilidad dentro de la CAM. La diferente extensión de los términos municipales de las ciudades centrales puede, en parte, explicar estas diferencias: mientras en la Región Metropolitana de Barcelona la movilidad significa una salida de la ciudad central en dirección a la periferia más inmediata, en la CAM apenas se produce este proceso. En ambos casos, más de 80 por ciento de los americanos viven en la ciudad central o en municipios situados a menos de 20 kilómetros de ésta, con un comportamiento residencial que difiere de la suburbanización experimentada por los españoles, que se dirigen mayoritariamente hacia municipios más pequeños y más alejados del centro metropolitano.

¿Qué puede ocurrir en el inmediato futuro? En principio, con el paso de los años, se debería esperar un mayor asentamiento y estabilidad residencial y laboral de los latinoamericanos y del resto de extranjeros, y por lo tanto un decrecimiento de su elevada movilidad interna, convergiendo con las tasas de los españoles, cuyas migraciones internas se sitúan, en un contexto internacional, en intensidades bastante bajas. Sin embargo, la crisis económica que sufre el país, de elevada intensidad y con un impacto muy importante sobre los niveles de ocupación de la población extranjera, que ha aumentado significativamente su desempleo, puede estar prolongando la inestabilidad laboral y residencial de los inmigrantes y, con ello, propiciar el sostenimiento de los altos niveles de movilidad interna observados hasta ahora durante los próximos años. De ser así, la perpetuación de esta elevada movilidad podría dificultar la creación de lazos con la sociedad de acogida y acabar convirtiéndose en un obstáculo más al proceso de integración de los migrantes extranjeros, y particularmente latinoamericanos, en España.

 

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Notas

* Este texto es resultado de los proyectos de I+D "La dinámica demográfica en España a través de los censos del siglo XX. Análisis histórico y territorial" (CSO2008-06217), dirigido por el Dr. Fernando Gil; y "Estrategias residenciales y modelos urbanos en la RMB" (CSO2010-22117-C02-02), dirigido por la Dra.Cristina López Villanueva y "¿De la complementariedad a la exclusión? Análisis sociodemográfico del impacto de la crisis económica en la población inmigrada" dirigido por el Dr. Andreu Domingo, todos ellos financiados por el Ministerio español de Ciencia e Innovación. Una primera versión de este trabajo se presentó en junio de 2011 en Umea (Suecia), en el marco de la 6th International Conference on Population Geographies.

1 Datos procedentes del Padrón continuo, que es un registro administrativo de carácter municipal (centralizado por el Instituto Nacional de Estadística) que recoge todas las personas, independientemente de su nacionalidad y del carácter legal o ilegal de su estancia en el país, que tienen fijada su residencia en dicho municipio.

2 La Estadística de Variaciones Residenciales, fuente de datos utilizada principalmente en este estudio, publica los datos agregados por continentes. En el caso que nos ocupa, hemos utilizado los datos correspondientes a la población "americana", que incluye a los nacionales de Canadá y Estados Unidos, así como a los ciudadanos de los pequeños países caribeños. Sin embargo, más de 97 por ciento de las migraciones corresponden a nacionales de países "latinoamericanos" —de ahí que en algunos pasajes nos referimos a ellos como (latino)americanos—, que definimos como los que tienen nacionalidad de cualquiera de los países del continente americano con lengua (co)oficial castellana o portuguesa.

3 Con la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI), del año 2007, Reher y Silvestre (2009) han analizado la movilidad interna de los inmigrantes en España. Esta encuesta, que en comparación con la EVR permite relacionar la movilidad con las características de los inmigrantes, no se ha utilizado ya que no sirve para analizar la evolución temporal de la movilidad (y especialmente el impacto de la crisis, pues es anterior a esta) ni cuenta con el mismo detalle a nivel provincial.

4 Curiosamente, ese mismo año fueron superados por las llegadas de nacionales de países europeos (excluidos los ciudadanos de la antigua Unión Europea de 15 estados miembros), con una aportación muy mayoritaria de los rumanos. Únicamente la llegada de población de origen africano y asiático no alcanzó su máximo en el año 2007, sino un año después.

5 El número de extranjeros es siempre inferior al de la población nacida fuera de España debido a la adquisición de la nacionalidad española por una parte de los inmigrantes y a la llegada de españoles nacidos en el extranjero que son descendientes de antiguos emigrantes españoles.

6 Además, los grandes programas de "regularización" o "normalización" llevados a cabo en la última década han reducido las diferencias entre las cifras de extranjeros empadronados y las de los que tienen permiso de residencia, como muestra la gráfica 2.

7 De ellos, 88 por ciento ha adquirido la nacionalidad española tras dos años de residencia en España, mientras que 10 por ciento por matrimonio con un cónyuge español (principalmente mujeres latinoamericanas con hombres españoles). Dos por ciento restante ha accedido a la nacionalidad española gracias a otras figuras legales.

8 Aunque se ha de tener en cuenta que el municipio de Madrid es mayor que el de Barcelona, situación que puede afectar la comparabilidad de los datos de migración interna. Barcelona cuenta con apenas 100 km2, mientras Madrid se sitúa alrededor de 600 km2. Algunos movimientos producidos dentro de la ciudad de Madrid no son contabilizados como migración, y sí en el caso de Barcelona.

9 En Barcelona residen, actualmente, 32.3 por ciento de la población de la RMB (por 35.7 por ciento en 1996); en Madrid 50.7 por ciento (por 57.1 por ciento en 1996).

 

Información sobre los autores:

Fernando Gil Alonso. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona.Postgrado en Métodos y Técnicas para el Estudio de la Población por el Centro de Estudios Demográficos y Doctor en Geografía Humana (rama Demografía) por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente es investigador Ramón y Cajal del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Es asimismo miembro del grupo de investigación denominado Grup de recerca enTerritori, Població i Ciutadania, dirigido por la Dra. Isabel Pujadas, que ha sido reconocido como grupo de investigación singular por la Generalitat de Cataluña. También es investigador principal del proyecto I+D, La dinámica demográfica en España a través de los Censos del siglo XX. Análisis histórico y territorial mediante métodos de estimación indirecta, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación en el marco del VI Plan Nacional de I+D+i 2008-2011. Sus áreas preferentes de estudio son las estructuras y dinámicas demográficas, con especial atención a la inmigración internacional en España y en la Unión Europa, así como la interacción entre dicha inmigración, las estructuras demográficas y el mercado de trabajo. Correo electrónico: fgil@ub.edu

Jordi Bayona-i-Carrasco. Es licenciado en Geografía por la Universitat de Barcelona. Postgrado en Métodos y Técnicas para el Estudio de la Población por el Centro de Estudios Demográficos y doctor en Demografía por la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente es investigador del Departamento de Geografia Humana de la Universitat de Barcelona. Estuvo trabajando en proyectos sobre la inmigración internacional en España. Actualmente forma parte del Grupo de investigación en Territori, Població i Ciutadania de la UB, dirigido por la Dra. Isabel Pujadas, que ha sido reconocido como grupo de investigación singular por la Generalitat de Cataluña. Sus líneas de investigación se centran en el análisis demográfico de la población de nacionalidad extranjera en España, los patrones de segregación residencial en las áreas metropolitanas, y la movilidad residencial de la población. Correo electrónico: jordibayona@ub.edu

Daniela Vono de Vilhena. Es investigadora post-doctoral en el departamento de Sociología de la Universidad de Bamberg, y forma parte del proyecto eduLIFE - Educationas a Lifelong Process–Comparing Educational Trajectories in ModernSocieties, dirigido por el profesor Hans-Peter Blossfeld. Daniela Vono obtuvo su doctorado en demografía en la Universidad Autónoma de Barcelona en el año 2010 y ha trabajado por varios años en el Centro de Estudios Demográficos, donde ha participado de diversos proyectos de investigación relacionados con la inmigración en España, especialmente sobre la población latinoamericana en el país. Correo electrónico: daniela.vono-de-vilhena@uni-bamberg.de

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