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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.17 no.68 Toluca Abr./Jun. 2011

 

El proceso de asentamiento de la migración México-Estados Unidos

 

The establishing process of Mexican migration in the United States

 

Esther Figueroa-Hernández1, Francisco Pérez-Soto2

 

1 Universidad Autónoma del Estado de México.

2 Universidad Autónoma Chapingo.

 
Recibido el 13 de noviembre de 2008
Aprobado el 10 de julio de 2010

 

Resumen

Existe un proceso de reconfiguración en la migración mexicana a Estados Unidos. En la actualidad la población migrante es de 11 millones de personas y equivale a 11 por ciento del total de la población mexicana. Los centros de expulsión siguen siendo los de origen rural del bajío mexicano, pero se han sumado los de tipo urbano y particularmente del sur sureste del país, con población indígena. En cuanto al género, éste es balanceado, 56 por ciento masculino y 44 por ciento femenino. Respecto a los destinos en Estados Unidos, Texas, California, Arizona, Nuevo México e Indiana siguen siendo importantes, pero ahora los migrantes mexicanos son mayoría en 43 Estados. Los cruces tradicionales han perdido importancia y han surgido otros como Altar Sonora (Sásabe-Sasabe, Sonoyta, Agua Prieta y Cd. Juárez) cuya principal característica es la peligrosidad para la vida del migrante y la utilización de coyotes para atravesar la frontera.

Palabras clave: migración, asentamiento, salarios.

 

Abstract

There is a reconfiguration process of Mexican migration to USA. Today, Mexican migrant population represents about 11 million people which mean almost 11 percent of the total population in Mexico. Ejecting centers are still rural areas in the Mexican bajio (lowlands), however urban areas have been incorporated as well as areas from south south-east of the country with high levels of indigenous people. In terms of gender, it is balanced, 56 percent male and 44 percent female. In respect to destination, Texas, California, Arizona, New Mexico and Indiana are still important, but now Mexican immigrants are a great majority in 43 states of the Union. Traditional cross points have lost importance and others such as Altar Sonora, Sonoyta, Agua Prieta and Ciudad Juarez have appeared with a higher level of dangerousness for migrants and a high demand for coyotes to cross the border.

 

Introducción

La migración de mexicanos hacia los Estados Unidos es un fenómeno que ha venido creciendo en forma masiva en décadas recientes, con repercusiones socioeconómicas, políticas y culturales en ambos lados de la frontera. Este patrón tradicional se ha caracterizado desde sus orígenes como un proceso de naturaleza primordialmente laboral, fundamentalmente de población rural masculina en edades productivas, con una delimitación bastante definida en cuanto a sus puntos de origen (Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Zacatecas) y de destino (California, Texas, Arizona e Nuevo México e Indiana), con un bajo promedio de escolaridad, y ocupación de manera temporal/estacional en actividades agrícolas.

En las décadas recientes este fenómeno se ha potenciado por: 1) el intenso ritmo de crecimiento demográfico de la población mexicana en edad laboral y la insuficiente dinámica de la economía nacional para ofrecer un trabajo digno y bien remunerado, 2) la persistente demanda de mano de obra mexicana en los sectores agrícola, industrial y de servicios en Estados Unidos, 3) la considerable diferencial salarial entre ambas economías, y 4) la tradición migratoria (redes de migración) hacia el vecino país del norte, conformada desde el siglo XIX y sobre todo durante el siglo pasado en muy diversas regiones del país.

La migración de mexicanos a Estados Unidos ha existido desde la anexión de los 1 200 000 km2 (como resultado de los tratados de Guadalupe-Hidalgo, que ponen fin a la guerra de 1846-1848 entre México y Estados Unidos) del territorio mexicano, se concreta la anexión de Texas a Estados Unidos en 1846 y posteriormente los territorios de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, la Mesilla, parte de Utah, Colorado y Wyoming, conocidos como los estados del suroeste estadunidense, situación en la cual aproximadamente 100 mil mexicanos quedaron en una posición ambivalente.

Entre 1910 a 1920, época en que se desarrolla el proceso de la revolución mexicana, lo que provocó incertidumbre e inestabilidad económica, se convertía en un estímulo para emigrar del país. En el mismo lapso se desarrolla la Primera Guerra Mundial 1914-1919, evento que provoca la participación de Estados Unidos en el conflicto armado, lo que conlleva a que la fuerza laboral se desplazara a una economía de guerra, dejando vacantes puestos de baja calificación a ser ocupados por trabajadores inmigrantes.

En el periodo de 1920 a 1940 se implementa la reforma agraria mexicana, proceso que implica un desestimulo a la migración y el periodo de crisis de la economía norteamericana 1929-1933. Situación que pone en entredicho el éxito del modelo capitalista, pero que a diferencia de la actual crisis no tuvo impactos tan contundentemente negativos para la economía mexicana, debido a que no se tenían nexos tan estrechos tanto de tipo comercial como económicos.

Durante la revolución verde1 en México y paralelamente el inicio e intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial se implementa el Programa de Braceros entre 1942-1964, que consistió en un acuerdo bilateral de los gobiernos de México y Estados Unidos para que trabajadores mexicanos se desplazaran de manera temporal a trabajar en los puestos que dejaban los trabajadores nativos. Debido al término del Programa de Braceros en 1965, ante el fin de la guerra de Corea y las presiones de los sindicatos de Estados Unidos, unilateralmente el gobierno de Estados Unidos da fin al programa, provocando que aproximadamente cinco millones de mexicanos regresen al país o permanezcan de manera ilegal. Diversas investigaciones afirman que otros tantos habían pasado de manera indocumentada, ante la finalización del programa, los trabajadores no se dirigen al interior del país, es decir, a sus estados de origen, sino que se quedan estacionados a lo largo y ancho de la frontera mexicana esperando una oportunidad para regresar a Estados Unidos, sobrepasando la capacidad de las ciudades fronterizas tanto de servicios, viviendas y la generación de empleos, obligando al gobierno mexicano a implementar el Programa de Industrialización de la Frontera Norte, que consistió en la instalación de las primeras 12 maquiladoras en 1965, que tendrían un gran auge y serian grandes generadoras de empleo. El objetivo del presente trabajo es el de analizar los cambios en el proceso de asentamiento de la migración México-Estados Unidos, a partir de la hipótesis de que los nuevos migrantes presentan una mayor escolaridad, no son los más pobres, con una mayor inserción de población urbana, amplia participación femenina y con menores índices de retorno.

 

Metodología

Para el desarrollo del presente trabajo se realizó una investigación documental en diferentes fuentes tales como: Consejo Nacional de Población (Conapo), Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STyPS), Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Colegio de la Frontera Norte (Colrf), Banco de México, Organización de Estados Americanos (OEA), Instituto Nacional de Migración (INM) y la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF) entre otros, lo que ayudó a contextualizar la migración mexicana. Con los datos recabados se obtuvieron las tasas de crecimiento medio anual (TCMA) para las variables remesas y número de migrantes durante los años 1980 a 2009 así como las regresiones lineales correspondientes para las variables involucradas con objeto de explicar las tendencias de las mismas. Del mismo modo, se elaboraron cuadros y figuras para el PIB per-cápita nacional y de Estados Unidos, escolaridad, población económicamente activa (PEA), Índice de Desarrollo Humano (IDH), Esperanza de vida al nacer en los dos países, estructura de la población mexicana por rango de edades, el gasto nacional en educación, las remesas por estados y regiones principales y el número de migrantes.

 

Análisis y discusión de resultados

Contexto de los nuevos patrones migratorios

Todo parece indicar que los patrones emergentes de la migración mexicana a Estados Unidos a partir de la década de 1980 descansan más bien en la paulatina conjugación, bajo nuevas circunstancias económicas, políticas y sociales en ambos países, de los tres factores determinantes de la migración: la existencia de la demanda, la oferta y las redes sociales/familiares.

En cuanto a los factores de demanda, las transformaciones producidas en la economía estadunidense a partir de la década de 1970 requirieron de un volumen ascendente de mano de obra, más diversificado respecto a su perfil tradicional, y factible de integrarse en los sectores de actividad económica en expansión por todo el territorio de Estados Unidos: servicios y manufactura. De este modo, a partir de finales de los años 1970 e inicios de la de 1980 se observó un cambio ocupacional de los migrantes mexicanos desde actividades agrícolas y estacionales hacia otras de carácter urbano, menos sujetas a variaciones de demanda y, por ende, más permanentes.

El mercado de trabajo estadunuidense ha requerido de un gran volumen de migrantes dispuestos a desempeñar labores menos calificadas y peor remuneradas, de escaso atractivo para la mano de obra nacional. De esta manera, la demanda de trabajadores mexicanos constituye un componente estructural del desarrollo de la economía estadounidense.

A su vez, en este nuevo ciclo, los factores de oferta ganan un papel de relevancia en la determinación de los nuevos patrones migratorios. Así, cabe destacar la influencia del elevado crecimiento de la población en edad laboral en los años ochenta que, asociada a los efectos de las sucesivas crisis y procesos de reestructuración económica, han contribuido de manera notoria a la masificación del fenómeno migratorio, a una diversificación de los perfiles de los migrantes y a una mayor extensión territorial del fenómeno.

Dada la madurez del fenómeno migratorio, todo parece indicar que dichos actores han llegado a imprimirle una dinámica propia, casi independiente de las condiciones económicas y de las políticas migratorias, impulsando a la masificación, reproducción y perpetuación de la migración entre México y Estados Unidos a través de la conformación de redes familiares que apoyan el fenómeno. Si bien la configuración de estas redes binacionales son de largo plazo, fue sobre todo a partir del considerable aumento de las comunidades de mexicanos residentes en Estados Unidos, como subproducto del Immigration Reform Control Act (IRCA),2 en 1986, que estas redes empezaron a operar con mayor eficacia. No obstante, la reciente incorporación de nuevas regiones a la dinámica migratoria, tanto en México como en Estados Unidos, obliga a atribuir una mayor importancia a los enfoques explicativos del ámbito económico (demanda-oferta) y un peso relativo a los de corte sociocultural (las redes). Por otra parte, las modificaciones a la política de inmigración estadounidense tuvieron profundos impactos en las modalidades de migración de mexicanos a partir de los ochenta. En particular, el IRCA surgió como el primer gran intento para regular la migración, buscando frenar el ingreso de indocumentados al país y promover un asentamiento regular de los migrantes, a través del refuerzo del control fronterizo, del establecimiento de sanciones a los empleadores de extranjeros en situación irregular, y de la instrumentación de programas de legalización de indocumentados.

Finalmente, otro aspecto que ha contribuido en la dinámica migratoria, se debe a la apertura de México a la economía internacional a través de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en enero de 1994. Esta liberación ha involucrado una intensificación de las interacciones de ambos países, al mismo tiempo que ha obligado a importantes reestructuraciones económicas, las cuales se han traducido en un incremento de los desequilibrios y disparidades en México y en Estados Unidos y, por ende, en el incremento de presiones migratorias; en otras palabras, el crecimiento económico derivado del actual modelo, no ha servido para disminuir las tensiones en el mercado laboral. Así, la liberalización comercial ha facilitado e inducido a una nueva dinámica de la migración, en la cual se encuentran involucrados un número mayor y más diversificado de migrantes, oriundos de un conjunto más vasto de regiones.

Como se puede observar en el cuadro 1 y la figura 1, el número de migrantes y las remesas han ido incrementándose en forma gradual, este comportamiento lineal se modela con la ecuación 1:

R2 = 0.9727 Fc= 998.6; donde NM: es el número de migrantes en el año t. Las cifras entre paréntesis representan el error estándar de la estimación y los números -31.26 y 31.6 son los valores calculados de la distribución t-student.

 

Los parámetros obtenidos del modelo de regresión de las remesas para el periodo de análisis, a partir de los datos del cuadro 1, fueron los siguientes:

R2 = 0.7559 Fc = 86.69; REM: son remesas en el año t. Las cifras entre paréntesis representan el error estándar de la estimación y los números -9-27 y 9.31 son los valores calculados de la distribución t-student.

 

Cambio en los patrones migratorios

El punto de partida para explicar el gran proceso migratorio de mexicanos a Estados Unidos es la existencia de grandes asimetrías y complementa-riedades entre las sociedades de ambas naciones, el PIB per-cápita anual de Estados Unidos es uno de los más elevados (56 mil dólares anuales) a nivel mundial mientras que México alcanza 16 mil dólares anuales y no debe olvidarse que ello es un promedio y que México es uno de los países más desiguales por lo que aún con un PIB per-cápita alto no se garantiza un adecuado nivel de vida. La escolaridad es la expresión de otra gran asimetría de estas sociedades. Mientras Estados Unidos registra niveles promedio de escolaridad de 16 años, apenas por debajo de Japón, México no ha invertido lo suficiente en formación de capital humano y registra en promedio siete años de escolaridad. Otro aspecto importante es la estructura ocupacional. Así, mientras en Estados Unidos con el tres por ciento de su población económicamente activa (PEA) en el sector primario se generan los bienes suficientes para su población, en México es necesario mantener alrededor de 23 por ciento de su PEA en el sector primario y aún con déficits importantes debido a que se tiene una agricultura con grandes ineficiências. En cuanto al índice de Desarrollo Humano (IDH) también se aprecian diferencias importantes de más de un punto, lo que es alto, y en la esperanza de vida al nacer aunque no aparece gran diferencia, es muy significativo en el nivel de vida, ya que en poblaciones extremadamente pobres, es más sencillo mejorar las estadísticas y en la medida que se va mejorando, cada vez es más difícil escalar un punto (véase el cuadro 2).

 

Otro factor de importancia es el proceso paulatino, pero inexorable, del envejecimiento de la población de países desarrollados y específicamente de la sociedad estadunidense: según el III Informe de Gobierno (2009) en 1980 la población de 65 años y más como porcentaje del total en Estados Unidos era de 11.2 por ciento; para el año 2000 era de 13 por ciento y para 2010 es de 16.1 por ciento; mientras que México a pesar de seguir la misma tendencia es una población mucho más joven, pues en 1980, la población de 65 años y más era de 4.26 por ciento, en 2010 es de 6.6 por ciento y se espera que en 2020 sea de 8.05 por ciento (cuadro 3).

 

La explicación de por qué los migrantes mexicanos se insertan en sectores laborales de baja calificación de más baja remuneración, es porque el gobierno mexicano invierte muy poco en la formación del capital humano como porcentaje del PIB, y no sólo no incrementa el gasto sino que se reduce gradualmente cada año (ver figura 2). Al tener bajos niveles de escolaridad, los migrantes solo pueden ocuparse en labores del sector primario.

Existe consenso entre los investigadores de que en los años de 1970 inicia una nueva dinámica migratoria debida, fundamentalmente, a una tras-formación de la economía estadunidense y sucesivas crisis de la economía mexicana: en 1976 se da fin a una relativa y muy cuestionada estabilidad de la economía mexicana. El peso, que había mantenido un tipo de cambio fijo desde 1958 de 12.5 pesos por dólar, sufre una gran devaluación en 1982. Ese año el gobierno mexicano renuncia a la búsqueda de la autosuficiencia y fija como objetivo la soberanía alimentaria, a raíz de la caída estrepitosa del precio del petróleo. En el lapso de 1994-1995 se dan los errores de diciembre, se enfrenta otra depreciación del peso, una caída del PIB de 6.2 por ciento, un desempleo de cerca de siete por ciento, el repunte de la inflación de cinco por ciento en 1994 a 56.9 por ciento en 1995. Finalmente en el año 2008 a pesar de que el gobierno mexicano hizo declaraciones acerca de los impactos de la crisis norteamericana, lo cierto es que la economía mexicana fue afectada de manera más negativa que el resto de las economías latinoamericanas debido a) el gran nexo económico-comercial con Estados Unidos (más de 80 por ciento de importaciones y exportaciones se hacen con Estados Unidos), b) 12 millones de mexicanos trabajan en Estados Unidos, la mayoría en calidad de inmigrantes indocumentados y aportan aproximadamente 25 mil millones de dólares anuales;3c) la gran mayoría de turistas que ingresan a México son de ese país; d) un gran porcentaje de productos que se manufacturan en México se exportan a Estados Unidos.

Todo esto provoca una reconfiguración de la corriente migratoria a Estados Unidos: crece en magnitud, en intensidad, cambia el perfil, el destino de los Estados de la unión americana, se hace más permanente y menos circular, las rutas tradicionales pierden importancia y surgen otras mucho más peligrosas para los migrantes.

Actualmente, la migración de mexicanos a Estados Unidos ha crecido en magnitud, alrededor de 560 mil por año, la gran mayoría de manera indocumentada; los estados de la zona tradicional tales como Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Zacatecas y Sinaloa, siguen siendo importantes captadores de remesas; pero han cobrado importancia estados que anteriormente eran captadores netos de inmigrantes como es el caso de Veracruz, Distrito Federal, Estado de México, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, estas tres últimas entidades con población dominantemente rural e indígena (ver figura 3).

Los mexicanos son el principal grupo inmigrante en 43 estados de la Unión Americana, pero se insertan en un contexto social y político sumamente adverso en comparación con otros migrantes; esta situación se deriva de un carácter mayoritariamente indocumentado, la baja escolaridad y de la percepción que la sociedad norteamericana se ve expuesta a la contaminación negativa de un sincretismo muy arraigado en los migrantes mexicanos.

Lo más contundente del incremento de la migración de mexicanos a Estados Unidos se constata en las siguientes cifras: en 1970 el número de residentes era de 865 mil, en 1980 la población residente ascendía a 2.3 millones; en 1990 la población mexicana se duplicaba al sumar 5.4 millones; en el año 2000 se registró un espectacular crecimiento hasta 8.8 millones, en 2007 creció a 11.4 millones y en el III informe de gobierno del 2009 se afirma que mientras en 1970 los migrantes contabilizaban apenas 1.8 por ciento del total de población mexicana que residía en Estados Unidos, en 2010 representan 11 por ciento de la población mexicana.

Por lo que respecta a las regiones de origen y destino de la migración hasta antes del año 2000 los migrantes eran mayoritariamente de la región tradicional (Guanajuato, Jalisco, Zacatecas, Michoacán, Sinaloa y San Luis Potosí), de origen rural. Hoy los migrantes son también de zonas urbanas, de la región Centro Occidente y sobre todo los estados de la región Sur Sureste (figuras 5 y 6).

Se observa, asimismo, mayor dinamismo y con una población abundantemente indígena. Actualmente los estados que más participan con emigrantes a Estados Unidos siguen siendo los de la región tradicional, pero se han colocado de manera muy importante Estados de las zonas de tipo urbano y de la zona sur-sureste con abundante población indígena, como son el Estado de México, Distrito Federal, Veracruz, Oaxaca, Guerrero y Puebla. De acuerdo con el III Informe de gobierno los estados captadores de divisas son: Michoacán (10.1 por ciento), Guanajuato (9.3 por ciento), Jalisco (8.2 por ciento), México (8.1 por ciento), Veracruz (6.2 por ciento), Puebla (6.1 por ciento), Oaxaca (5.6 por ciento), Guerrero (5.5 por ciento), Distrito Federal (4.5 por ciento), Hidalgo (3.6 por ciento). Los destinos tradicionales eran California, Texas, Nuevo México, Oregón y Oklahoma, estos estados en 1970 concentraban 85 por ciento de los migrantes, en 2005 disminuyó su peso a 66 por ciento. Actualmente los migrantes mexicanos los siguen prefiriendo, pero ya tienen importante presencia en todos los estados de la Unión Americana. En la costa este la migración aumentó aceleradamente su importancia en el mismo periodo al pasar de tres a 12 por ciento; la región de los grandes lagos concentra nueve por ciento de inmigrantes mexicanos, la de las grandes planicies cinco por ciento y otras tres por ciento .

Respecto a la escolaridad, se advierte un ascenso de los migrantes mexicanos en Estados Unidos ya que en 1994, 63 por ciento contaba con 10 o menos años de escolaridad mientras que en 2005 esa situación prevalecía para sólo el 47 por ciento. En la misma línea de reflexión, los migrantes mexicanos en condición de pobreza en Estados Unidos han experimentado una importante disminución en tal condición al pasar del 36 al 22 por ciento en el periodo de análisis.

En cuanto a las rutas tradicionales se preferían las formales para el periodo de 1942-1964 del Programa Braceros, las ciudades de paso eran Nuevo Laredo y Tijuana. En la actualidad, las rutas han cambiado al desierto de Altar Sonora (Sásabe-Sasabe), Agua Prieta, Sonoyta y Ciudad Juárez ciudades que se caracterizan por su peligrosidad y la necesidad creciente de recurrir a la contratación de polleros, lo que trae como consecuencia el aumento de los costos, los problemas de robo, violación y muerte.

En cuanto a la magnitud de la migración, desde sus inicios se manifestó como importante, ha transitado por épocas de altibajos, pero en el periodo de análisis realmente es de gran importancia y de manera general se aprecia un rápido crecimiento en la captación de remesas, hasta un crecimiento espectacular en el año 2004 con respecto a 2003 alcanzando un máximo crecimiento en 2007 con un monto de 26 076 millones de dólares que comparado con 3 672 de 1994, es más que evidente el rápido crecimiento. En 2008 se observa un punto de inflexión al registrar por un descenso de 901 millones de dólares, caída que se repite en 2009 en aproximadamente cinco mil millones de dólares (figura 4 y cuadro 1). Esta importante disminución no se explica porque la economía mexicana esté generando empleos bien remunerados, sino como efecto de la crisis norteamericana, el endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos y como consecuencia de ello la disminución de la circularidad de la migración y el incremento de una migración más permanente.

En la figura 5 se aprecia que los estados de gran importancia y tradición migratoria como Michoacán, Jalisco y Guanajuato en el periodo de 2003 a 2006 tienen un crecimiento en la captación de remesas, a partir de ese año inician un decrecimiento que se acentúa con la crisis en Estados Unidos desde 2007 y que se hace más notoria en 2009. Los estados de menor importancia como Sinaloa, Zacatecas y San Luis Potosí observan crecimiento desde 2003 y hasta 2008 y es sólo hasta 2009 cuando muestran un decrecimiento pero menos pronunciado que los estados de gran importancia.

En la figura 6 se advierte que la zona sur-sureste es muy dinámica, el caso de Veracruz es el más ilustrativo. Durante mucho tiempo fue neto receptor de inmigrantes hasta los años 1970, en la actualidad es el tercer estado expulsor de migrantes internos y el quinto en migrantes internacionales y captador de remesas; sin embargo, en el periodo de estudio es el más importante expulsor de mano de obra a Estados Unidos. Oaxaca y Guerrero, no obstante que en la figura 6 se muestran como importantes, su verdadera importancia está en la emigración interna al Distrito Federal y a los estados de agricultura intensiva.

El cambio en el patrón migratorio de mexicanos a Estados Unidos es evidente, estados que en otras épocas eran receptores importantes de migrantes como Distrito Federal, Estado de México y Veracruz se convierten en importantes expulsores de mano de obra hacia Estados Unidos, mientras que Morelos y Puebla muestran su importancia pues a pesar de ser en población muy pequeños se proyectan con gran importancia, debido a que comparten características con Oaxaca y Chiapas en cuanto a pobreza y un gran porcentaje de población urbana (figura 7)

Las políticas migratorias de Estados Unidos tienen como punto de partida la Ley de Reforma y Control de la Inmigración (IRCA) que a partir de 1993 incrementa el control fronterizo en los puntos de cruce. Los atentados del 11 de septiembre agudizan el comportamiento de temor del gobierno de Estados Unidos al ver a los migrantes como potenciales amenazas a la sociedad norteamericana, como se dijo líneas arriba. Ante ello las rutas de cruce tradicionales pierden importancia y aparecen otras más inhóspitas. Aún así, los migrantes mexicanos no regresan a su tierra como se esperaba, sino que reducen sus viajes. Es decir, la migración deja de ser circular y cobra matices de permanente y como consecuencia, disminuye el flujo de remesas debido a que necesitan recursos para insertarse exitosamente en el país que van a vivir permanentemente y también pierden identidad con sus comunidades de origen.

Se considera que en la visión de los más pobres la migración es una estrategia de sobrevivencia para soportar las épocas difíciles y aliviar las presiones sobre el sustento de la comunidad, y éstos recurren a la migración temporal interna y consideran a la migración internacional para los más acomodados y con mayor educación debido a los altos costos de ésta.

 

Disminución de la migración circular

Se dice que la migración circular y el asentamiento son dos componentes de la migración, que configuran dos subpoblaciones demográficamente diferentes, las que definen, a su vez, dos modalidades migratorias también diferentes. En primer lugar, tanto entre los que regresan a México como entre los que se quedan en Estados Unidos, se observa una mayor proporción de hombres, lo que no hace sino reflejar la mayor participación de la población masculina en la migración en su conjunto. No obstante, esta relación de masculinidad es significativamente menor en el caso de quienes tienden a asentarse en los Estados Unidos (cuadro 4). En segundo lugar, la estructura de cada componente migratorio muestra una diferenciación aún más marcada. Mientras los que regresan a México constituyen una población preferentemente adulta (compuesta en más de 40 por ciento por personas mayores de 30 años), los que se asientan en Estados Unidos configuran una población relativamente joven, dentro de la cual 42 por ciento corresponde a menores de 20 años. En otras palabras, la composición de uno y otro componente es prácticamente opuesto, lo que se refleja claramente en las diferencias entre las edades promedio. Mientras los migrantes circulares tienen en promedio casi 30 años, los migrantes que se quedan en Estados Unidos tienen en promedio 23 años. En tanto que los jóvenes muestran una alta propensión a permanecer, con una relación de un retornado por cada dos jóvenes que se quedan; entre los adultos se observa una relación inversa, y la proporción es de casi dos retornados por cada emigrante adulto que permanece en los Estados Unidos.

 

 

En tercer lugar, estas diferencias resultan aún más significativas cuando se considera la relación de parentesco de los migrantes con el jefe del hogar. En efecto, los migrantes insertos en un flujo circular y recurrente tienden a ser predominantemente jefes de hogar y/o sus esposas (59 por ciento) y, en menor medida, sus hijos e hijas (31.6 por ciento). Por el contrario, casi 70 por ciento de los que se asientan en forma estable corresponde a "hijos e hijas" del jefe del hogar y apenas siete por ciento de los asentados corresponde a jefes de hogar y/o sus esposas (cuadro 4).

En cuarto lugar, al considerar la frecuencia migratoria, esto es, la recurrencia de los viajes en el período considerado (1992-2009), se observa también una interesante diferenciación entre ambos componentes migratorios. Aunque en ambos casos tienden a predominar los migrantes que se han desplazado sólo una vez, esta proporción es relativamente más elevada entre quienes establecen su residencia permanente en Estados Unidos (82 por ciento en comparación con 75 por ciento). Asimismo, entre los migrantes con mayor frecuencia migratoria se observa también un mayor índice de retorno (102 en comparación con 70). Se puede señalar, entonces, que a mayor frecuencia migratoria parece haber mayor propensión a regresar a México.

En quinto lugar, al considerar el origen rural-urbano de los migrantes, si bien se observa una diferenciación entre una y otra modalidad migratoria, ésta no parece ser tan marcada y significativa como en los casos comentados anteriormente. En efecto, si bien el lugar de procedencia de los migrantes que se asientan en Estados Unidos tiende a ser preferentemente rural, las diferencias con respecto a los migrantes circulares no resultan muy significativas. Aun cuando el índice de retorno de los migrantes de origen rural es relativamente menor (71) que el de los migrantes urbanos (87), las diferencias absolutas son las más bajas entre todas las categorías presentadas anteriormente (cuadro 4).

Finalmente, en relación con la región geográfica de origen de los migrantes, se observan también algunas diferencias que merecen señalarse. Por una parte, en ambos componentes tiende a predominar la población proveniente del occidente de México (46 por ciento y 43 por ciento). Sin embargo, en el caso de los migrantes que regresan a México, la segunda región en importancia corresponde a las entidades del centro del país, mientras que los migrantes que se han asentado en Estados Unidos provienen más bien de la región norte.4 Estas diferencias aparecen más nítidamente al considerar el índice de retorno de la migración para cada región. En efecto, mientras la región centro presenta el mayor índice de retorno (108), las regiones sur y norte muestran los niveles más bajos (un retorno por cada 2.5 no retornos en la primera y un retorno por cada 1.7 no retornos en la segunda).

 

Incremento de la migración indocumentada

El incremento progresivo de indocumentados es la modalidad predominante de migración temporal México-Estados Unidos. Entre los migrantes "sin autorización para cruzar a Estados Unidos", las cifras varían, en relación con el flujo total de temporales, desde 48 por ciento en el subperiodo de 1993-1997, 63 por ciento en el de 1998-2001, y 75 por ciento en el de 2001-2005 (cuadro 5). Por otra parte, entre los migrantes "sin autorización para trabajar en Estados Unidos", los índices oscilan entre 51, 73 y 79 por ciento, para iguales subperiodos. Si bien la migración indocumentada mexicana constituye parte de una continuidad de largo tiempo, estos índices recientes representan un evidente incremento de dicho patrón. Un aspecto impresionante es que pese a los (ya mencionados) altos y recientes niveles de migrantes mexicanos temporales sin autorización para trabajar en Estados Unidos, un altísimo y creciente porcentaje de ellos se mantiene ocupado (82 por ciento, en el subperiodo de 2001-2005), lo cual evidentemente muestra la relevancia de los factores de demanda de mano de obra en territorio norteamericano, en abierta contradicción con las dimensiones de sus políticas migratorias (cuadro 5).

 

Incremento de los migrantes de origen urbano

Otra dinámica emergente se vincula con la dicotomía rural-urbana, en la que se observa una mayor importancia relativa de los migrantes de origen urbano, tendencia que se viene registrando ya desde las últimas décadas y que está, en buena medida, vinculada con el propio proceso de urbanización de México. No obstante, para el subperiodo 2001-2005 se observa un incremento de los migrantes no urbanos (40.3 por ciento en el periodo 1998-2001, frente a 46.6 por ciento en el periodo 2001-2005), lo que puede, en cierto grado, ser resultado de la creciente incorporación en la dinámica migratoria de población de áreas rurales de las ya mencionadas "nuevas" regiones expulsoras (Sur-Sureste y Centro), favoreciendo la continuidad del rol desempeñado por las áreas rurales mexicanas en la emigración a Estados Unidos (cuadro 5).

 

Creciente importancia de las redes sociales y familiares

Un factor de extraordinaria importancia es el peso que tienen las redes sociales y familiares como nexo y soporte de los flujos migratorios. Así, 79 por ciento de los migrantes temporales mexicanos recibió ayuda de parte de redes en Estados Unidos, en el periodo 1995-1997, en tanto que 86 por ciento la recibió en 1998-2001 y 76 por ciento entre 2001-2005. El decremento para el último subperiodo en análisis podría deberse a la ya aludida incorporación reciente de migrantes procedentes de regiones sin tradición migratoria lo que también se refleja en el creciente volumen de migrantes sin experiencia migratoria (26 por ciento, 57 por ciento y 72 por ciento, en los tres subperiodos de análisis).

 

Migración femenina

Por otra parte, resalta el papel relevante de las mujeres en el proceso de asentamiento de comunidades de migrantes en los Estados Unidos y, en especial, el papel de la mujer en la configuración familiar y consolidación de un proceso de asentamiento de la población migrante. Puede observarse en el cuadro 6 que para el periodo 2005-2007, las mujeres conforman 44 por ciento de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, en tanto que de los mexicanos nacidos en ese país, 51 por ciento son mujeres y el 49 por ciento son varones. En tal sentido, es importante señalar que la migración femenina ha resultado de vital importancia en el proceso de asentamiento, especialmente en cuanto al papel de la mujer en la formación y reproducción del hogar en los lugares de destino, y a través de ello, en la consolidación de redes sociales y familiares que facilitan y promueven el asentamiento de la población mexicana, lo cual reduce los costos económicos de la inmigración y propicia un ambiente cultural y social que permite recrear, desde la cotidianeidad, prácticas de reproducción social y económica de las unidades familiares.

En este sentido, hay coincidencia en cuanto a que, efectivamente, la condición de género constituye un importante factor de diferenciación demográfica entre ambos componentes migratorios. Sin embargo, y a diferencia de otros autores, se puede agregar que la condición de género no influye directamente en la configuración de cada modalidad migratoria sino a través de mediaciones, una de las cuales corresponde precisamente al sistema de relaciones familiares. En otras palabras, las diferencias de género con respecto a la modalidad migratoria no se construyen directamente en el proceso migratorio sino que son prefiguradas desde otros espacios sociales y culturales, entre los cuales el hogar y la familia constituyen los de mayor importancia.

 

Conclusiones

La migración de mexicanos ha existido desde principios del siglo XIX, pasando por épocas de altibajos explicados por múltiples factores (asimetrías y complementariedades económicas, vaivenes económicos, eventos bélicos), pero a finales de lo que se conoció como la década perdida se da una reestructuración de los patrones migratorios de mexicanos a Estados Unidos. El cambio en los patrones migratorios está precedido de múltiples crisis de la economía mexicana (1976, 1982, 1994-95 y 2008) manifestándose en una gran cantidad de personas ocupadas en la economía informal, de personas desocupadas y emigrantes. Por otro lado, las características de la economía norteamericana: un incremento en la demanda de mano de obra de baja calificación debido a un proceso de paulatino envejecimiento de su población.

En los años 1970, los migrantes representaban 1.8 por ciento de la población mexicana, de origen rural, mayoritariamente emigración masculina, provenientes de la zona tradicional, elegían como destino los estados de California, Texas, Arizona, Nuevo México e Indiana, se insertaban en la agricultura y los servicios, practicaban una migración circular y elegían puntos para cruzar la frontera, Reynosa, Nuevo Laredo, Cd. Juárez.

En la actualidad, la población migrante es de 12 millones y equivale a 11 por ciento del total de la población, los centros de expulsión siguen siendo los de origen rural, pero se han sumado los de tipo urbano y más recientemente, población indígena, en cuanto al género, está balanceado 56 por ciento masculina y 44 por ciento femenina, a nivel nacional. Respecto a los destinos en Estados Unidos, Texas, California, Arizona, Nuevo México e Indiana siguen siendo muy importantes, pero los migrantes son mayoría en 43 estados de la Unión. Hoy los cruces tradicionales han perdido importancia y han surgido otros como Altar Sonora, Sásabe-Sasabe, Sonoyta, Agua Prieta y Cd. Juárez cuya principal característica es la peligrosidad para la vida del migrante y la utilización de coyotes para atravesar la frontera.

Las personas en pobreza extrema no migran o lo hacen internamente y como estrategia de sobrevivencia; en cambio, la migración a Estados Unidos es factible para personas que han superado la pobreza extrema, mientras que las personas en pobreza mínima observan baja tasa de migración. La migración mexicana a Estados Unidos exhibe la incapacidad del modelo económico mexicano para generar empleos suficientes para la población que se integra al mercado laboral.

Es recomendable evaluar los objetivos de los programas gubernamentales de combate a la pobreza debido a que importantes estudios demuestran que uno de los resultados es el incremento de la migración, así como implementar programas diferenciados para los migrantes, ya que sus necesidades no son las mismas. Los migrantes de la zona tradicional ya cuentan con segundas y terceras generaciones, a diferencia de la zona sur-sureste que son primera generación.

 

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Notas

1 La revolución verde es un proceso que se da en el periodo citado, consistente en una nueva forma de hacer agricultura, basada en semillas mejoradas, en tierras de riego y planas, la implementación de tracción mecánica en sustitución de la tracción animal y humana, aplicación de agroquímicos, pesticidas y herbicidas; es decir, fue una revolución biológica y comercial, implementada por la Oficina de Estudios Especiales de la Fundación Rockefeller y el gobierno mexicano.

2 IRCA tenía como principal objetivo detener el flujo de indocumentados y regularizar la inmigración. Para ello, se sustentaba en cuatro instrumentos legales: una amnistía amplia para los inmigrantes que residían irregularmente en el país hace varios años (LAW); una amnistía restringida para trabajadores agrícolas (SAW); un conjunto de medidas y sanciones a los empleadores de migrantes indocumentados; un refuerzo substancial del control fronterizo.

3 El año de 2007 es el mejor año en la captación de remesas para México al ascender a 26 076 millones de dólares, a partir de 2008, 2009 se dan caídas importantes de 901 y 4 500 millones de dólares, respectivamente.

4 Es probable que esta diferencia tenga su explicación en la mayor cercanía de las entidades de la región norte con las comunidades de destino, lo que hace que el factor distancia sea menos importante cuando se establece la residencia habitual.

 

Información sobre los autores:

Esther Figueroa Hernández. Maestra en Ciencias en Economía por el Colegio de Postgraduados y Doctora en Ciencias en Economía Agrícola por la Universidad Autónoma Chapingo. Profesora-investigadora de tiempo completo de la Licenciatura en Economía, Centro Universitario UAEM Texcoco. Universidad Autónoma del Estado de México. Líneas de investigación: crecimiento y desarrollo Económico en México; mercado nacional e internacional de productos. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Entre sus publicaciones se encuentran Evolución del mercado mexicano del café; La emigración internacional, las remesas y el desarrollo económico en México con otros coautores; Análisis del desempleo, la migración y la pobreza en México; Estudios económicos y calidad de vida en México; El cultivo, la industrialización y la comercialización de la caña de Azúcar en México, entre otros. Correo electrónico: esfigue_3@yahoo.com.mx

 

Francisco Pérez Soto. Maestro en Ciencias en Economía por la Universidad Autónoma Chapingo y Doctor en Economía por el Colegio de Postgraduados. Ha sido coordinador del Programa de Investigación en Economía, Administración y Comercio Internacional de la División de Ciencias Económico administrativas (DICEA) de la Universidad Autónoma Chapingo, es coordinador del Centro de Investigación en Economía y Matemáticas Aplicadas de la misma institución. Se ha desempeñado como consultor especializado de programas de inversión gubernamental a nivel estatal y federal de la Secretaría de Economía, la Secretaría de Desarrollo social, la Secretaría de Agricultura y la Secretaría de la Reforma Agraria. Entre sus principales publicaciones destacan las obras: Políticas públicas para la agricultura mexicana con base en el consenso y la certidumbre, agricultura, Ciencia y sociedad rural 1810- 2010, La emigración internacional, las remesas y el desarrollo económico en México, Evolución del mercado mexicano del café, Estudios económicos y calidad de vida en México, Aprovechamiento integral del cocotero, El cultivo, la industrialización y la comercialización de la caña de azúcar en México. También ha sido director de las revistas Universidad y Utopía, Controversia 21 y actualmente se desempeña como profesor investigador de la DICEA en la Universidad de Chapingo. Correo electrónico: perezsotof@hotmail.com

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