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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.16 no.65 Toluca Jul./Set. 2010

 

Tamaño de familia deseado. Un análisis sobre los ideales de fecundidad en Colombia y México

 

Desired family size; an analysis on the fertility ideals in Colombia and Mexico

 

Leonor Paz–Gómez

 

Consultora independiente. Correo electrónico pgleonor@yahoo.com

 

Este artículo fue:
Recibido: 26 de enero de 2010
Aprobado: 13 de julio de 2010

 

Resumen

Con información de una serie de encuestas se analiza la evolución del ideal de tamaño de familia en México y Colombia. En los dos países se produce un cambio generacional en la medida en que las mujeres más jóvenes desean menos hijos. Las mujeres en unión conyugal manifiestan en México un ideal reproductivo cercano a los tres hijos o incluso superior, lo que se refleja en el promedio total de 3.3 hijos, mientras que en Colombia las mujeres se acercan cada vez más a los dos hijos como ideal. En este artículo se presenta por primera vez en la literatura un indicador denominado 'probabilidades ideales de crecimiento de las familias'.

Palabras clave: ideales de fecundidad, encuestas, natalidad, México, Colombia.

 

Abstract

With information from a series of surveys we analyze the evolution of the ideal family size in México and Colombia. In both countries a generational change takes place to the extent that young women want fewer children. In México women in a marital union state a reproductive ideal close to three children or even superior, which reflects on the average of 3.3 children; whereas in Colombia women approach two children as the ideal number. In this article we present for the first time in the literature an indicator called 'ideal probabilities of family growth".

Keywords: fertility ideals, surveys, birthrate, México, Colombia.

 

Introducción

El objetivo de este trabajo es analizar la evolución de las preferencias reproductivas, concretamente el tamaño ideal de familia en Colombia y México en años recientes. Con la información disponible en las encuestas en que se basa este texto se pretenden conocer las intenciones reproductivas de las mujeres en los dos contextos nacionales. Se ha optado por realizar este análisis en la medida en que:

la evidencia empírica sugiere que la demanda de hijos representada por el deseo de un tamaño de familia es un concepto preciso en muchas poblaciones de los países en desarrollo y contribuye a explicar las diferencias en la fecundidad entre grupos de la población (Lee y Bulatao, 1983: 235).

Ahora bien, como los mismos autores citados mencionan, el uso del concepto de demanda desde una perspectiva sociológica es distinto de aquél que se define y hace operativo en un modelo económico, en el cual se pretende encontrar el equilibrio entre oferta y demanda de hijos, considerando las decisiones sobre fecundidad como el resultado de un proceso de decisiones económicas condicionadas, que se ejemplifica con el modelo microeconómico de Easterlin (1978), en el que, desde el punto de vista económico, la demanda de hijos puede ser explicada mediante la teoría de la elección del consumidor, en donde intervienen el costo y la satisfacción marginal, los cuales se derivan del acceso o adquisición de un producto determinado (un hijo).

En este artículo, el deseo de tener un determinado número de hijos resume una serie de cambios ideacionales que se producen en los individuos como resultado de múltiples procesos, no sólo aquéllos que tienen que ver con lo económico y que transforman los roles de las mujeres.

Como lo resume Pullum (1983), la demanda de hijos puede ser medida de diversas formas y por medio de información que se capta con distintas preguntas y refleja un ideal generalizado. Por ejemplo, puede preguntarse "¿Cuál cree que sea el número ideal de hijos para una mujer de este país?" O indagar por la proyección de un ideal que permita estimar los cambios entre las generaciones, al preguntar, por ejemplo "¿Cuál sería el número ideal de hijos que desearía que tuvieran sus hijas?" O, finalmente, como un ideal personal, al preguntar específicamente sobre el número de hijos que una mujer desearía tener y que puede cambiar a lo largo de su vida.

 

Antecedentes teóricos

De la revisión bibliográfica sobre este tema se desprende que la atención prestada a lo que se ha denominado 'intenciones reproductivas', 'ideales de fecundidad' o 'preferencias sobre el tamaño de la familia' ha sido una constante en el análisis sociológico de la fecundidad, como lo muestran los trabajos desarrollados desde la década de 1960, o incluso antes, uno de cuyos primeros ejemplos puede ser el de Judith Blake (1967), quien plantea que una forma de comprender las diferencias de fecundidad se tiene en la observación de las diferencias en el número de hijos que cada grupo considera deseable. Al analizar los datos de encuestas sobre número de hijos deseados, aplicadas en Estados Unidos durante un periodo de casi veinte años, de 1943 a 1960, esta autora concluye que:

Una política de población genuinamente efectiva, si pretende resolver el problema dual de dar a los niños una mejor vida y disminuir al crecimiento de la población, tendrá que interesarse no meramente en los métodos contraceptivos sino en las metas e ideales respecto al tamaño de la familia (Blake, 1967: 174).

Puede decirse que en la etapa de descenso acelerado de la fecundidad, en Colombia y México, alrededor de las décadas de 1970 y 1980, el interés analítico por estudiar los ideales de fecundidad disminuyó en la medida en que aumentó la investigación de los factores asociados al uso de los anticonceptivos. Pero este tema vuelve a tomar un lugar importante en la investigación sociológica de la fecundidad cuando se advierte que en un gran número de países la caída de la fecundidad se detuvo o disminuyó, y esta situación se empieza a asociar al papel que juegan las preferencias reproductivas (Pritchett, 1994).

Uno de los ejemplos más recientes del interés por analizar los ideales de fecundidad como argumento central para explicar el descenso de la fecundidad en los países en desarrollo es el de Bongaarts (2003), al cual se hace referencia más adelante.

En el análisis de los ideales de fecundidad, asociado a los objetivos de cada investigación, se ha generado determinado tipo de información y se ha utilizado la metodología que se considera adecuada para cumplir con estos objetivos. De esta manera, en la época en que la fecundidad total era muy elevada y el uso de anticonceptivos sólo era practicado por reducidas proporciones de mujeres, los hallazgos de las encuestas comparativas de fecundidad en la región latinoamericana mostraron que porcentajes importantes de la población investigada consideraban que una familia ideal era aquélla que tenía pocos hijos y que esto se consideraba ventajoso, tanto para la pareja conyugal como para la sociedad en su conjunto, porque a nivel familiar "se puede prestar mayor atención a los hijos", y para la sociedad, "menos hijos representan menores tasas de crecimiento". Más específicamente, las investigaciones mostraban que para muchas mujeres el número ideal de hijos deseados era menor que el total de hijos que tenían, por lo que se podía inferir la existencia de una demanda latente por métodos de limitación de la fecundidad que justificaba la creación de programas dedicados a proveer de anticonceptivos a una población que deseaba controlar su fecundidad (CFSC/Celade, 1972).

Es probable que al suponer que ya se tenía un conocimiento suficiente de las razones de las mujeres para optar por una familia grande o pequeña y que por tanto no parecía haber necesidad de indagar más sobre ella, las encuestas de Colombia y México realizadas en los años setenta —que formaron parte de la Encuesta Mundial de Fecundidad— dedicaron sólo algunas preguntas a conocer el deseo de tener hijos y su número ideal, como parte del módulo de regulación de la fecundidad. Sin embargo, esta información sirvió como insumo fundamental de una serie de análisis comparativos entre países para reafirmar la idea de que las actitudes de la población mostraban un deseo por determinado número de hijos claramente diferencial, según algunas características socioeconómicas (United Nations, 1981; Lightbourne y MacDonald, 1982).

A través de las encuestas de Demografía y salud realizadas en un amplio número de países a partir de la década de 1980 se generó mayor información sobre ideales de fecundidad, lo que sirvió para analizar la situación prevaleciente en diversos contextos sociales, a partir del concepto de 'demanda insatisfecha de anticonceptivos'; es decir, la imposibilidad de evitar la procreación por carecer de medios anticonceptivos. Con estos datos se intenta fundamentar acciones para hacer accesibles los anticonceptivos a los grupos que, a pesar del incremento que a nivel general se había producido en el uso de estos métodos, aún no podían obtener los anticonceptivos que hacían falta para el control de su natalidad.

Una vez que se inició el descenso de la fecundidad en los países en desarrollo, el análisis de las preferencias sobre el número de hijos despertó mayor interés, porque junto con la evolución de las diferencias en la fecundidad se observaron cambios en el deseo de tener determinado número de hijos, en forma tal que las diferencias en lo que se denominó 'fecundidad no deseada' explicarían la mayor parte de las diferencias en el número total de hijos entre los grupos socioeconómicos.

Este hecho tiene profundas implicaciones porque los datos sugieren que las diferencias observables en la fecundidad pueden entenderse mejor si se analiza el número total de hijos en sus dos componentes: fecundidad deseada y fecundidad no deseada. Esta estrategia de análisis ha llevado a que autores como Bongaarts, a partir de esta relación, estimen que conforme la transición avanza, las diferencias en la fecundidad deseada tienden a declinar, es decir, cada vez hay mayor coincidencia alrededor de un número ideal de hijos, mientras que las diferencias en la fecundidad no deseada tienden a incrementarse (Bongaarts, 2003).

Como ya se mencionó, se considera que el estudio del tamaño ideal de familia es importante para determinar en qué medida las intenciones reproductivas afectan el nivel actual y la evolución de la fecundidad controlada. Pero además, el análisis de estas actitudes y aspiraciones de las mujeres respecto a su fecundidad adquiere importancia en las investigaciones recientes por estar relacionado con el comportamiento futuro de la fecundidad en la sociedad en su conjunto y entre los grupos sociales que la conforman.

El énfasis de muchos de los estudios revisados, que se llevaron a cabo en la época en la que apenas se iniciaba el uso generalizado de los anticonceptivos, muestra que el interés estuvo puesto en estimar el deseo y preferencia del tamaño de familia como una variable sustituta de lo que sería la fecundidad final, porque se supone que la información sobre las preferencias reproductivas, cuando se tiene acceso a métodos de control voluntario sobre el número de hijos que se desea tener, sirve para pronosticar la evolución de la fecundidad.

 

Estimación de la fecundidad deseada

La revisión de la literatura también permite observar la evolución del concepto de 'fecundidad ideal' y de su medición a través del manejo de la información sobre preferencia en número de hijos, incluyendo: a) el tamaño ideal de familia al inicio del periodo reproductivo, b) el tamaño de familia deseado en diferentes etapas de la vida de la mujer, c) las intenciones respecto al momento de tener a los hijos, d) la preferencia por el sexo de los hijos, y e) las expectativas de llegar a tener un cierto número total de hijos a determinada edad.

En la práctica, las encuestas de fecundidad han incluido una amplia variedad de preguntas redactadas para medir este concepto y los textos dedicados a la reflexión teórica y los análisis empíricos, implícita o explícitamente hacen referencia a los supuestos acerca de la naturaleza de las decisiones reproductivas en el proceso de conformación de la familia. En algunos casos se asume que las decisiones individuales responden a las normas y valores de la sociedad y por tanto la persona las procesa de acuerdo con sus características. Cuando el énfasis está puesto en investigar los orígenes de la decisión individual, cuidadosamente se pesan los costos y beneficios de la decisión reproductiva y la satisfacción personal en términos económicos, se identifica como el factor que está en el origen de las preferencias reproductivas (Lightbourne y MacDonald, 1982).

Respecto a la forma de captar la información que permite conocer los ideales de fecundidad, la revisión bibliográfica muestra que muchas controversias y dificultades del análisis, especialmente del análisis comparativo, se incrementan en función del concepto que se use para medir las preferencias sobre el tamaño de familia, especialmente en países en desarrollo. La confiabilidad y la validez de las medidas que se obtienen de las respuestas a las preguntas incluidas en las encuestas han sido analizadas con mucha atención por estudiosos del tema como Knodel y Prachuabmoh (1973), Bushan y Hill (1995), Ascadi y Johnson–Ascadi (1990), Van de Walle (1992), Bongaarts (1990, 1992) o Riley et al. (1993).

Dos críticas importantes se han hecho a la forma de captar el tamaño de familia deseado, especialmente en lugares donde la toma de decisión de la fecundidad está fuera del control de la mujer, es decir, donde a pesar de que el control de la fecundidad no depende de la mujer únicamente, sino que intervienen otros actores como el cónyuge, la familia o el grupo social del cual ella forma parte. Y estos actores no son tomados en cuenta en los análisis (Ascadi y Johnson–Ascadi 1990). Por otro lado, se considera que la respuesta sobre el tamaño de familia deseado va cambiando a lo largo de la vida reproductiva de la mujer, lo cual hace que se modifiquen las percepciones sobre el valor económico y social de los hijos, y por lo tanto, lo que puede ser válido para cierto momento (la fecha en la cual la mujer es entrevistada), puede no serlo en el futuro (Mhloyi, 1992).

Autores como Bushan y Hill (1995) argumentan que la respuesta a la pregunta sobre el número ideal de hijos que se desea tener está caracterizada por una gran ambivalencia, toda vez que los individuos no saben qué pueda ocurrir en el futuro y ésta es la razón por la cual algunas mujeres no dan una respuesta numérica o contestan que desean "el número de hijos que Dios quiera darles" (Van de Walle, 1992). También se ha observado que quienes dan esta respuesta son en su mayoría mujeres que desean un elevado número de hijos (Fapohunda y Todaro, 1988), y puede además suponerse que las mujeres no se atreven a manifestar abiertamente sus preferencias para no parecer tradicionales o, incluso, ignorantes. Por tanto, no queda completamente claro si la respuesta que la entrevistada tiene en mente cuando se le pregunta sobre la preferencia del tamaño de familia realmente expresa su idea personal, o bien, la mujer da una respuesta para parecer que se ajusta a la norma más general vigente.

Una crítica común a la forma de captar la información sobre ideales de fecundidad es que, en lugares donde la planificación es relativamente nueva, la respuesta a la pregunta sobre el número ideal de hijos puede ser sesgada, ya que las mujeres consideran que sería mal visto mencionar que se desea un elevado número de hijos o que desean un número mayor al que tienen, cuando ya se puede contar con medios para controlar la fecundidad y esto representa una novedad que todas las mujeres deberían conocer (Knodel y Prachuabmoh, 1973; Pullum, 1983). Esto, por cierto, no sería el caso de México y Colombia en años recientes, porque los programas de planificación familiar se iniciaron a finales de la década de 1960. Por otra parte, no puede desconocerse el efecto real que los programas de planificación familiar tienen en la modificación de las preferencias reproductivas mediante la difusión de nuevas ideas (Freedman, 1997)

Otro de los problemas que pueden surgir con respecto a la utilidad (más que a la confiabilidad) de la información, es el hecho de que la pregunta se haga sólo a las mujeres, porque es posible suponer, como ya se mencionó, que hay otros miembros del hogar que pueden estar influyendo o decidiendo sobre el número de hijos que la mujer debería tener y, por tanto, determinando los ideales de fecundidad de ella. En el caso del presente análisis, éste se restringe a conocer la opinión de las mujeres. Además, las encuestas analizadas no cuentan con información que permita inferir las influencias del marido u otros familiares en las preferencias reproductivas de la mujer entrevistada.

Además, parte de la problemática que aparece en el estudio del tamaño de familia deseado se refiere a que se ha reconocido que generalmente existe una elevada asociación entre el número ideal de hijos que las mujeres declaran y el número real que tienen; es decir, las mujeres ajustan la respuesta a la pregunta sobre el número ideal de hijos para hacerla coincidir con los que han tenido, pues las mujeres difícilmente aceptan que sus hijos no son hijos deseados. Esto se ha denominado 'efecto de racionalización'.

Es posible suponer además que la racionalización puede manifestarse en dos sentidos: hacia arriba, reflejando el hecho de haber experimentado nacimientos no deseados (que en el momento en que se hace la pregunta en una encuesta "se hacen pasar" como si hubieran sido deseados) o hacia abajo, relacionado con embarazos involuntarios, que se aceptan como tales. Pero vale la pena mencionar que esto último rara vez ha sido reportado en la literatura y es menos probable que ocurra en los países en desarrollo. Este efecto de racionalización ha sido reportado por Bankole y Westhoff (1998), en relación con el estatus del último nacimiento, ya sea "deseado" o "no deseado", al comparar las respuestas generadas por mujeres que fueron entrevistadas en 1992 y nuevamente en 1995.

A pesar de las críticas a la forma de captar las intenciones reproductivas debe insistirse que una amplia gama de estudios ponen de manifiesto la utilidad de la respuesta a las preguntas mediante las cuales se intenta obtener esta información y la medida es generalmente confiable (Knodel y Prachuabmoh, 1973; Bankole y Westhoff, 1998). Bajo este supuesto, con esta información es posible inferir pautas reproductivas ligadas a condiciones individuales o situaciones sociales más generales.

Si bien la demanda de hijos puede ser cuantificada a partir de información que expresa ideales, deseos, intenciones o expectativas respecto al número de hijos, esta demanda puede referirse a distintos momentos en la vida de las mujeres como el inicio de su historia reproductiva, lo que se trata de conocer al preguntar: Si usted pudiera volver a la época en que no tenía hijos, cuántos hijos tendría, cuestionamiento que lleva a considerar a todas las mujeres en condiciones similares en torno a su número de hijos, es decir, se sitúa a todas las mujeres en la condición de paridez cero; además de que para una gran proporción (todas las que tienen al menos un hijo), se hace referencia al pasado y, por tanto, es posible comparar la situación ideal con el comportamiento real, o bien, la demanda puede referirse a la situación actual o futura, cuando concretamente se pregunta desea tener (más) hijos o cuántos (más) hijos desea tener, en cuyo caso deben considerarse las respuestas en relación con el número de hijos que ha tenido la mujer, es decir, la paridez alcanzada hasta el momento en que se hace la entrevista. En el primer caso, autores como Clay y Zuiches (1980) consideran que las respuestas sobre el número ideal de hijos al inicio de la historia reproductiva reflejan más las normas sociales alrededor de la fecundidad que las preferencias estrictamente personales de la mujer. Por lo que hace a la segunda de las situaciones descritas, se supone que ésta refleja de mejor manera la demanda futura en relación con las condiciones particulares de la mujer, que hacen que ésta se plantee la posibilidad de tener o no tener (más) hijos (Thomson y Brandreth, 1995).

Desde el punto de vista económico, se habla sobre todo de que los hijos implican costos, particularmente costos en el tiempo, toda vez que la mujer invierte en el cuidado de éstos, y por lo tanto se racionalizará el número que cada mujer desea, pues cuanto mayor sea el número de hijos mayor será el costo económico para los padres cuando éstos tienen que invertir en su cuidado y educación, por lo cual, los padres elaboran algún tipo de cálculo sobre ello (Zelizer 1994). En contraste con esta posición, otros autores mencionan que los hijos son producto frecuentemente involuntario de una secuencia de decisiones coyunturales, relaciones sexuales, interrupción del embarazo a través del aborto o uso de la planificación familiar, y así, la elección ocurre dentro de una gran gama de opciones que los individuos enfrentan azarosamente; por tanto, se dificulta identificar los factores que llevan a que las parejas decidan tener determinado número de hijos (Neal et al., 1989).

Una de las ideas fundamentales es la referente al significado de los hijos y los cambios en este significado asociados a las transformaciones estructurales de la sociedad. Algunos demógrafos (Preston, 1986; Ryder y Westoff, 1979) argumentan que los cambios en las intenciones reproductivas y por tanto en la fecundidad, se han dado como respuestas a los cambios culturales, particularmente en los patrones de formación de las parejas y en el estatus alcanzado por la mujer como producto de su incorporación a mayores niveles de escolaridad y a su participación en la actividad económica.

En este texto se ha explotado la información disponible en encuestas de México y Colombia,1 reconociendo sus limitaciones, pero al mismo tiempo, coincidiendo con McClelland, quien después de una revisión bibliográfica exhaustiva concluye que "las evidencias llevan a considerar las mediciones sobre el deseo de determinado tamaño de familia como medidas adecuadas de la demanda de hijos" (McClelland, 1983: 317).

 

Resultados

La información de una serie de encuestas disponibles hizo posible analizar la evolución del ideal de tamaño de familia en Colombia y México.

Con respecto al número total de hijos deseados, las preguntas han sido muy similares a lo largo del tiempo en los dos países analizados y toman en cuenta si la mujer ya ha tenido o no ha tenido hijos, en este último caso se inquiere directamente: Si usted pudiera escoger el número de hijas e hijos por tener en toda su vida, ¿cuántos tendría? A las mujeres que ya han tenido hijos se preguntó: "Si usted pudiera regresar a la época en la cual no tenía hijos y pudiera escoger el número de hijas e hijos por tener en toda su vida, ¿cuántos tendría?". Por lo tanto, a través de esta pregunta se ubica a las mujeres en una misma situación, es decir, el momento en que todas se asumen en la paridez cero.

En los cuadros que siguen se observa la distribución del total de mujeres unidas por grupos de edad, según el número ideal de hijos. La primera impresión que se desprende de estos datos es que en ambos países se produce un cambio generacional en la medida en que las mujeres más jóvenes desean menos hijos. Además, cuando se controla el número total de hijos (incluyendo el embarazo actual), se confirma el posible efecto de la fecundidad acumulada sobre la declaración de este número ideal y, por lo tanto, al hacer comparaciones resulta indispensable introducir como variable de control el número de hijos tenidos.2

El número ideal de hijos en Colombia en cada grupo de edad es inferior al que expresan las mujeres en México; se observa una diferencia de más de un hijo entre las mujeres en el grupo de 45 a 49 años de edad y llama la atención el muy elevado ideal de fecundidad de las mujeres en este grupo, toda vez que, según datos de la Ensar–2003, 18.1 por ciento expresó que aspiraba a tener seis o más hijos. Al mismo tiempo, debe tenerse en mente que 28 por ciento tiene seis o más hijos (la encuesta incluye el embarazo actual); de manera que la expresión de sus ideales refleja en gran medida su comportamiento reproductivo y muestra probablemente el efecto de la racionalización que tanto se ha mencionado.

En el corte transversal que representa el periodo en el que se levantaron las encuestas analizadas, las mujeres de México en unión conyugal, en todos los grupos de edad, manifestaban un ideal reproductivo cercano a los tres hijos o incluso superior, lo que se refleja en el promedio total de 3.3 hijos, mientras que en Colombia las mujeres se acercan cada vez más a los dos hijos como ideal, es decir, a un nivel de fecundidad próximo al del reemplazo generacional.

La información disponible permite hacer comparaciones en el tiempo y, por tanto, vale la pena observar la evolución de las preferencias de la fecundidad en los países analizados a partir de los datos de las encuestas realizadas en 1976, como parte de la Encuesta Mundial de Fecundidad en ambos países. Aparece ya en 1976 una fecundidad deseada menor en Colombia que en México y ambas poblaciones muestran disminuciones muy significativas en el número ideal de hijos en las tres décadas que separan una y otra encuesta en los extremos del periodo. Sin estar en posibilidades de establecer una relación causal entre fecundidad alcanzada y fecundidad ideal y en virtud de que la fecundidad de las mujeres en Colombia es menor que en México, puede inferirse que hay una asociación entre una y otra, que el panorama forma parte del proceso de transición demográfica. Esta asociación ha llevado a autores como Pritchett, a considerar que además de que "el reto de reducir la fecundidad es el reto de reducir los ideales de fecundidad de la gente", puede asumirse que "la cuestión básica es (establecer) en qué medida los ideales de fecundidad están determinados por influencias económicas y en qué medida por fuerzas sociales y culturales" (Pritchett, 1994: 3).

Un acercamiento inicial para conocer el comportamiento generacional de esta variable es precisamente a través de la distribución porcentual de las mujeres según el número ideal de hijos, más allá de la relación entre fecundidad real y fecundidad ideal que puede estar detrás de su evolución, los datos muestran un cambio generacional.

En Colombia, la mayoría de las mujeres de entre 15 y 34 años desean no más de dos hijos, mientras que en México esta situación se observa sólo para los grupos menores de 25 años e incluso hay todavía un porcentaje importante de mujeres en todos los grupos de edad que desean tener el cuarto hijo, lo que no se observa en Colombia. Portanto, los datos muestran que en Colombia existe una baja más acelerada en el número ideal de hijos que la que se observa en México.

Hay dos aspectos importantes que muestran los datos: el primero es el cambio a través del tiempo entre las generaciones en el tamaño de familia que se desea; esto ocurre en los dos países. Y el segundo aspecto hace referencia al diferencial que existe entre las generaciones en el tamaño de familia deseado. Al respecto, autores como Presten (1986) o Ryder y Westoff (1979), consideran que cambios de esta naturaleza son un reflejo de transformaciones estructurales de una sociedad tradicional a una moderna y que incluyen cambios en los valores alrededor de la familia, en las normas referentes a la unión y al estatus de la mujer que estarían originando modificaciones en las metas reproductivas de cada nueva generación de mujeres.

Según Van de Kaa (1987), en la sociedad tradicional prevalece una valoración de los hijos que tenía su justificación en la búsqueda por mantener la continuidad generacional en un entorno de elevada mortalidad infantil, además de que los hijos son el elemento esencial de las redes sociales que se tejen para apoyar a los padres, y la importancia simbólica que se da a la maternidad, encuentra en estas condiciones su soporte material, de manera que la mujer logra un reconocimiento social en la medida en que es madre y se muestra fecunda, de allí que la norma prevaleciente sea tener un número elevado de hijos. Sin embargo, cuando se da un cambio en la estructura familiar y en el significado de los hijos, éste se debe a que se están produciendo transformaciones en el ambiente social, pero especialmente en la condición de la mujer, asociados entre otros factores a un mayor nivel de escolaridad, a la aparición de nuevos roles y nuevas exigencias, a la búsqueda de la igualdad de oportunidades y a la libertad de elección en diversos ámbitos de la vida cotidiana, entre los cuales se incluye su participación en la toma de decisiones respecto a su reproducción. La norma social, entonces, impone tener pocos hijos.

La información sobre número ideal de hijos permite hacer una medición similar a la que se realiza para calcular las probabilidades de crecimiento de las familias, bajo el supuesto de que si las mujeres pudieran concretar las preferencias que expresan, éstas representarían la distribución de las mujeres según su paridez final. Desde luego que este indicador representa la situación en el momento de la encuesta para mujeres en distintas etapas de su historia reproductiva, pero debe tenerse claro que a diferencia de las "probabilidades de crecimiento de las familias" que tradicionalmente se calculan para aquéllas que han completado esta historia reproductiva y cuyo número total de hijos alcanzado al final de su periodo reproductivo ya no va a variar, la expresión de sus ideales reproductivos puede cambiar en el tiempo. Por otra parte, por lo menos teóricamente, este indicador permite comparar las actitudes de distintas generaciones —de mujeres jóvenes y viejas—, respecto a "el número total de hijos que desea tener".

Este indicador se denominará 'probabilidades ideales de crecimiento de las familias',3 y el supuesto es que la mujer que expresa un número de hijos como ideal está pensando tener al menos ese número n de hijos, y por lo tanto puede usarse de manera similar a como se hace con la paridez real en el cálculo de las probabilidades de crecimiento. Así, por ejemplo, las mujeres que desearían llegar a tener n hijos antes deberían tener cada uno de los anteriores (n–1, n–2, etc.) hasta completar idealmente sus n hijos.

Los resultados representan otra forma novedosa de analizar los ideales reproductivos de la población ya mostrados anteriormente y se pueden ver en los cuadros 9 a 12 [10, 11]. Resulta evidente que casi la totalidad de las mujeres desean tener al menos un hijo, es decir, la maternidad continúa siendo una opción de vida para la mayoría de las mujeres de todas las generaciones. Se observan además proporciones muy similares de quienes una vez que hubieran tenido un hijo desearían también el segundo; pero a partir de este número la situación cambia radicalmente entre las mujeres de distintas generaciones, de tal manera que cada vez menores proporciones de mujeres desearían pasar del segundo al tercer hijo y, nuevamente, esto resulta más claro en Colombia.

Si combinamos los resultados de la distribución según número ideal de hijos con el promedio de hijos deseados y lo que aquí se ha denominado probabilidades ideales de crecimiento de las familias, es claro que las mujeres mexicanas han deseado en el pasado y todavía desean en años recientes tener un número mayor de hijos que las mujeres colombianas.

Este proceso puede visualizarse en los dos países objeto de estudio. Todavía en los años sesenta una gran proporción de las mujeres mexicanas deseaban tener "los hijos que Dios quisiera darles".

Hasta muy recientemente, la norma social establecida era la de tener muchos hijos y quien no podía completar "la docena" aspiraba a tener cuando menos la "media docena" de hijos. Hoy se desean cada vez menos hijos y la familia ideal es la que está conformada por dos hijos, preferentemente un hijo y una hija, como los mensajes que el Consejo Nacional de Población, en México, y Profamilia, en Colombia, se encargan de difundir. En Colombia, con los datos de la encuesta ya mencionada, en 1976 se reportaba que las mujeres en general deseaban menos hijos que los que tenían; en aquel momento la tasa global de fecundidad se situaba en seis hijos por mujer, mientras que querían tener en promedio sólo cuatro hijos. En México se observaba una situación similar de desear menos hijos que los que se habían tenido. Por lo tanto, según estos datos, era factible esperar un descenso de la fecundidad como el que en los años siguientes efectivamente se produjo.

 

A manera de conclusión

Es difícil explicar con los datos disponibles por qué en un país las mujeres manifiestan un deseo por tener más hijos que en otro; pero sin duda condiciones estructurales y cambios inducidos a nivel ideacional pueden dar las pautas para entender este fenómeno. Las acciones de planificación familiar de manera generalizada se iniciaron en Colombia antes que en México, de tal maneraque estos procesos han contribuido a que se difundiera más tempranamente la idea de que la familia pequeña permitiría alcanzar mejores condiciones de vida y por tanto tener pocos hijos empezó a ser un ideal cada vez más común en el ámbito de la sociedad colombiana.

Como se ha podido observar, el número de hijos que se desea en cada uno de los grupos de edad es menor en Colombia que en México, y para explicar estas diferencias entre los dos países habrá que recordar la posición de autores como Lesthaeghe y Surkyn (1980, 1988), quienes hablan de situaciones diferenciales tanto en la cultura como en la organización social y familiar a nivel de las sociedades, las cuales afectan las actitudes y prácticas relacionadas con el comportamiento reproductivo, particularmente con el deseo de tener determinado número de hijos, que independientemente de las condiciones económicas de cada país, hacen que sea posible que se inicie el descenso de la fecundidad en un país antes que en otro. Al respecto, los datos históricos confirman que el proceso de transición demográfica de Colombia se inició antes que en México y se encuentra hasta el momento en una etapa más avanzada. Además, puede pensarse que la información que reciben las mujeres en los medios masivos de comunicación sobre los derechos de la mujer para elegir cuándo y cuántos hijos tener, así como la existencia de medios para lograrlo, ha hecho que el número de hijos que ellas desean, asociado con las ventajas de una familia pequeña, ha sido asimilado a tal punto que ya se convirtió en una norma social generalizada más tempranamente en Colombia que en México.

En México, hasta muy recientemente y todavía en algunos sectores, se pueden identificar factores culturales que justifican tener una familia con muchos hijos, y para entender mejor la manera en que esta situación se ha modificado a lo largo del tiempo basta con observar detenidamente los datos de dos generaciones de mujeres —las más viejas y las más jóvenes— captadas en las encuestas, para tener una idea de la velocidad y profundidad de los cambios que se están produciendo en los países analizados.

Los datos muestran la brecha generacional que existe en el tamaño de familia que se desea tener; pero además, como ha sido mencionado, entre los dos países hay marcadas diferencias. No obstante que las mujeres mexicanas de la generación mayor son las mujeres que Juárez y Quilodrán (1990) denominan 'pioneras de la transición demográfica', todavía según los datos recientes deseaban un elevado número de hijos; en cambio, en Colombia, esta misma generación ha modificado sus actitudes y expresa ya un deseo por tener pocos hijos.

 

Bibliografía

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Notas

1 Las encuestas analizadas son, para México: Encuesta Nacional de Fecundidad 1976 Enaf–76, Encuesta Nacional de Planificación Familiar (Enaplaf–95), y Encuesta Nacional de Salud Reproductiva (Ensar–2003). Para Colombia: Encuesta Nacional de Fecundidad 1976 (ENF–76); Encuesta Nacional de Prevalencia, Demografía y Salud, 1995 (Ends–95) y Encuesta Nacional de Prevalencia Demografía y Salud, 2005 (Ends–2005).

2 La estimación del número ideal de hijos se generó con información que se capta por medio de una pregunta sobre la situación que vive o vivía la mujer en el momento en que aún no tenía hijos, por lo tanto, es imposible saber si lo que pensaba en el pasado sobre el número total de hijos que consideraba ideal corresponde a la situación que declara en el momento de la entrevista. Es muy probable que el hecho de no haber tenido hijos o de tener ya determinado número de ellos produzca un efecto de racionalización en sentido positivo o negativo. De manera que debe considerarse esta situación al analizar la información. Por lo tanto, a pesar de que se asume que la expresión de este número ideal se refiere al momento en que las mujeres tienen cero hijos, los resultados inducen a pensar que la expresión del número ideal de hijos se encuentra relacionado con el número total que ha tenido la entrevistada. A pesar de que no existe una relación lineal entre ambas variables, las diferencias, según edad en el número de hijos deseados, prácticamente desaparecen cuando se controla el número total de hijos.

3 Debe recordarse que la denominación de este indicador como probabilidad es sólo una convención en el lenguaje utilizado en el análisis demográfico, ya que las cifras no representan probabilidades y sí el paso de una paridez a la siguiente en términos de proporciones.

 

Información sobre el autor:

Leonor Paz–Gómez. Es geógrafa egresada de la Universidad del Cauca, maestra en Estudios de Población, egresada de la Pontificia Universidad Javeriana y doctora en Ciencias Sociales con especialidad en Estudios de Población de El Colegio de México. Ha realizado una estancia postdoctoral en la Universidad Autónoma de Barcelona mediante el programa Alfapop, financiado por la Unión Europea. Es coautora de varios libros, entre los cuales se encuentra: La fecundidad adolescente en el Estado de México, y autora de diversos artículos en revistas especializadas.

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