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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.16 no.64 Toluca abr./jun. 2010

 

Factores asociados a la participación laboral de los adultos mayores mexiquenses*

 

Factors associated to the labor participation of the elderly in the State of Mexico

 

Beatriz Millán–León

 

Universidad Autónoma del Estado de México. Correo electrónico: ml_beatriz@yahoo.com.mx

 

Resumen

La prolongación en la esperanza de vida, los cambios en los arreglos residenciales y familiares, así como la falta de ingresos económicos en la vejez son factores que han contribuido a que la población adulta mayor permanezca en activo en el mercado de trabajo. En el presente artículo se estudia la heterogeneidad que prevalece en la población envejecida del Estado de México con el fin de evaluar los factores que condicionan en mayor medida su participación laboral actual, utilizando para ello una regresión logística binaria a partir de los datos obtenidos por la ESEDEM 2008. Para los hombres destacan las circunstancias actuales de la vejez, salud y transferencias económicas como principales condicionantes de permanecer activos laboralmente, mientras que para las mujeres resaltan las características de su trayectoria de vida, tales como su estado civil o su historia laboral.

Palabras clave: envejecimiento demográfico, mercado laboral, transición demográfica.

 

Abstract

Some factors, such as an increase in life expectancy, family and social changes in household structure and lack of incomes in advanced ages have contributed to the permanence of the elderly inside the labor market in an active manner. This article explores the heterogeneity among elderly population in the State of Mexico, in order to evaluate the factors that condition their participation in labor market, using a logistic regression model with data collected from the ESEDEM 2008. In conclusion, the main circumstances contributing to this fact are different for men and women. For men, distinguishable are health and economic transfers; while, for women, these circumstances are their marital status and labor history.

Key words: demographic aging, labor market, demographic transition.

 

Introducción

En México, aunque de manera diferenciada en cada una de las entidades, el proceso de de transición demográfica se ha manifestado de manera acelerada y se conduce hacia niveles avanzados de envejecimiento poblacional. El Estado de México muestra un claro ejemplo de este proceso de envejecimiento, toda vez que la proporción de adultos mayores ha crecido de manera constante en las décadas recientes. En tanto, estamos obligados a avanzar en la reflexión y estudio acerca de las condiciones de vida de este sector poblacional y el impacto del envejecimiento demográfico en la dinámica social y económica de la entidad.

Tal como lo sustenta Ham (2003), el incremento en este grupo etario traerá consigo el aumento en su consumo de bienes y servicios y distraerá a familiares de la ocupación remunerada o del desarrollo personal para otorgar cuidados a las personas envejecidas. Además, ante la necesidad de cubrir ese consumo de bienes y servicios, gran parte de la población adulta mayor1 tratará de permanecer en la actividad remunerada ante la ausencia o insuficiencia de las pensiones de retiro, ya sea posponiendo la jubilación o procurando un ingreso complementario (Ham, 2003: 46–47). Por tanto, es necesario ahondar en la actividad laboral de los adultos mayores, considerando que además del incremento en el número de personas en este sector poblacional, la esperanza de vida también se ha incrementado y seguirá en aumento. Esto representa grandes desafíos para el mercado de trabajo de la entidad mexiquense, pues además de abrir espacios de trabajo para los adultos mayores, también es necesario que se alargue su estancia en los empleos para que puedan mantener un ingreso monetario que les permita tener una calidad de vida digna en la etapa de la vejez, en virtud de que no se prevé que las actuales generaciones de trabajadores lleguen a tener pensión u otras transferencias económicas de manera generalizada y suficiente al llegar a la vejez.

Ante este panorama se hace necesario analizar la actividad/inactividad en la vejez y, con ello, las características de esta población, pues de ello depende la posibilidad de diseñar políticas públicas de generación de empleo para los adultos mayores en el futuro. En este trabajo se busca medir el impacto que tienen algunas variables sociodemográficas y la recepción de algunos ingresos monetarios en la situación de actividad en la vejez, toda vez que dichas variables son parte del perfil poblacional y características importantes que definen el estilo de vida de las personas de edad.

Este análisis se divide en tres apartados principales. En la primera parte se señala la composición de la población adulta mayor en el Estado de México, diferenciada principalmente por población económicamente activa/inactiva, según datos generados por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) y algunas proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo). Enseguida se presentan los factores que inciden en la participación económica a partir de lo que sustenta la literatura al respecto; en este mismo apartado se exhiben las características de la población adulta mayor mexiquense según los datos de la Encuesta Sobre Envejecimiento Demográfico en el Estado de México (ESEDEM 2008). Se finaliza con el análisis estadístico de la actividad/ inactividad laboral a partir de frecuencias simples y una regresión logística binomial para la población adulta mayor total, así como otra regresión logística binomial diferenciada por sexo, la cual permitirá contrastar la situación laboral actual de hombres y mujeres.

 

Adultos mayores mexiquenses en actividad laboral

El incremento de adultos mayores en el Estado de México durante las décadas recientes da muestra de los cambios en su perfil poblacional. En 1980, el grupo de adultos mayores constituía 3.9 por ciento de la población total de la entidad, para 1990 pasó a conformar 4.6 por ciento, y en el año 2000 llegó a 5.8 por ciento (Montoya y Montes de Oca, 2006: 131). En 2005, la población estatal envejecida representaba 10.7 por ciento del total de adultos mayores en el país y 6.4 por ciento de la población total de la entidad (INEGI, 2005). Actualmente, 7.4 por ciento de la población del Estado de México tiene 60 años o más y las proyecciones apuntan a que estas proporciones aumentarán hasta 11.88 por ciento en 2020 y 17.61 en 2030 (Coespo 2010, Conapo, 2002).

Ante tal escenario es preciso señalar las consecuencias de estos cambios en la dinámica poblacional. No es de extrañar que tales consecuencias las percibamos en nuestra vida cotidiana y que veamos insertos en la actividad económica a personas mayores de 60 años, de quienes se presume deberían disfrutar ahora de lo que aportaron años atrás a la producción económica, sin embargo, al no cumplirse esta premisa es necesario el análisis de la población que se encuentra activa o inactiva en la vejez, considerando que estamos ante un escenario poblacional en el que tendremos más personas en edades mayores, que demandan ingresos y un empleo para generarlos.

Según el censo del año 2000, la población económicamente activa (PEA) del Estado de México ascendía a 4 millones 536 mil personas, lo que representaba 49.9 por ciento de la población mexiquense de 12 años y más. Sin embargo, para ese mismo año se tiene que 26 por ciento de las personas de 60 años o más eran económicamente activas,2 cifra que equivale a 4.2 por ciento de la PEA estatal. En este sentido, la población adulta mayor mexiquense que se encuentra laborando actualmente lo hace en áreas específicas de ocupación de acuerdo con sus capacidades físicas e intelectuales, pero también de acuerdo con las oportunidades de empleo que se les presentan, las cuales van acordes con la estructura y desarrollo macroeconómicos de la entidad. Sin embargo, la insuficiencia de ingresos y la organización familiar, cultural y política del entorno en donde vive el adulto mayor también afectan de manera directa su condición de actividad económica actual, ya que ésta es producto de la interacción de una serie de características propias de cada individuo, que explican la necesidad de mantenerse activo o no en esta etapa de la vida.

Al tratar de analizar dicha interacción de factores nos encontramos con la necesidad de indagar en la heterogeneidad de la población adulta mayor, pues el paso de la edad afecta a cada persona de manera distinta; adicionalmente, es preciso resaltar que los requerimientos de cada adulto mayor están determinados por su nivel económico, social, laboral, educativo, generacional y los riesgos de salud que presente. Por tanto, primero habrá que explorar en la heterogeneidad de la que es parte dicha población, para entonces proseguir con la condición laboral.

 

Metodología y datos

Con objeto de analizar las características de la población adulta mayor del Estado de México, así como los factores que influyen en su condición de actividad o inactividad laboral, se utilizarán los datos obtenidos por la ESEDEM 2008, realizada por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población entre los meses de junio y agosto de 2008. Dicha encuesta se aplicó utilizando una estructura representativa y ponderada de acuerdo con los criterios de distribución de los hogares con al menos un adulto mayor en las localidades rurales y urbanas de la entidad, mediante un esquema probabilístico polietápico, con probabilidad proporcional al número de viviendas particulares, tanto en áreas urbanas como en localidades rurales.3 El tamaño final de la muestra es de 1 998 hogares y de 2 434 adultos mayores residentes en ellos. La naturaleza representativa de la ESEDEM 2008 a nivel de localidad de residencia implicó que la distribución de las entrevistas se haya conformado de la siguiente manera: 52.1 por ciento en el medio urbano y 47.9 por ciento en el área rural. La información para estas poblaciones fue captada bajo dos instrumentos diferentes: uno para las características del hogar y sus residentes de todas las edades; y otro individual, dirigido a captar las características específicas del adulto mayor.

La ESEDEM 2008 permitirá realizar un análisis en el cual coincida la heterogeneidad de los adultos mayores mexiquenses en contexto con su trayectoria laboral y sus fuentes de ingreso reportados en la encuesta, primeramente argumentando los factores que la bibliografía al respecto considera como principales condicionantes de la participación económica en la vejez, a la par de la descripción de las características sociodemográficas de este sector poblacional con datos de la ESEDEM 2008. Enseguida y con la misma fuente de datos, se abordará el análisis estadístico de dichos factores y su incidencia en la actividad o inactividad laboral bajo un modelo de regresión logística binaria que permitirá concluir las principales condicionantes de la participación laboral de la vejez mexiquense.

 

Condicionantes de la participación laboral en la vejez mexiquense

El mercado de trabajo es un tema de suma importancia en los estudios y análisis de la población adulta mayor, pues el empleo es una de sus principales fuentes de ingreso para garantizar su sustento económico, mismo que en esta etapa de la vida debería estar asegurado por otros medios ajenos al trabajo, atendiendo a su derecho al retiro laboral en la vejez.

Ante circunstancias tales como la falta de cobertura y bajos montos de pensión, el deterioro de las redes sociales, los cambios en la estructura de los hogares y en la dinámica demográfica, y obedeciendo a sus demandas de fuentes de ingreso, el tema de la continuación laboral después de los 60 años debe investigarse para conocer los factores que le permiten o que le impiden a esta población continuar participando en actividades remuneradas en busca de su estabilidad económica y –en su caso– de sus dependientes económicos. Tal como lo precisa Del Popolo (2001), una parte importante de personas de edad avanzada se encuentran en el mercado laboral por una necesidad económica y no por una decisión voluntaria.

Algunas investigaciones al respecto (CISS, 2005; OIT, 2006; Montes de Oca, 1995; Del Popolo, 2001; Solís, 2001; Guzmán, 2002; Montes de Oca, 2004) coinciden en que la participación económica de dicha población está condicionada por su perfil sociodemográfico, por factores de tipo macroeconómico, por los ingresos y transferencias que perciben, y por el contexto familiar al que pertenecen. A continuación se aborda cada uno de estos factores a partir de los datos obtenidos mediante la ESEDEM.

 

Perfil sociodemográfico

Dentro del perfil sociodemográfico se enlistan variables como la edad, el sexo, el estado civil, localidad de residencia (rural–urbano), alfabetismo y el estado de salud. Estas variables, además de influir de manera individual, también generan distintos escenarios al incidir de manera conjunta.

Por ejemplo, la edad es muestra de experiencias personales y laborales que enriquecen el perfil ocupacional de los individuos, sin embargo, también es un factor que al incrementarse alude a deterioros físicos e intelectuales y, por tanto, aminora las posibilidades de que los ancianos sigan económicamente activos. Al diferenciar por grupos decenales a la población envejecida del Estado de México (cuadro 1), se observa que los adultos mayores mexiquenses aún se encuentran en las primeras edades de la vejez, pues poco menos de la de la mitad de ellos tiene entre 60 y 69 años. Desagregando por sexo, son las mujeres quienes presentan un porcentaje más elevado en la distribución por edades más envejecidas (después de los 80 años).

Es importante analizar también la distribución de la población adulta mayor en localidades rurales y urbanas, pues son diversos los beneficios o desventajas que tienen los individuos al pertenecer a una localidad con diferente nivel de acceso a servicios, distintas culturas y tradiciones, y diversidad de oportunidades de empleo, de acuerdo con los sectores de actividad de cada región. Para el Estado de México, según la ESEDEM 2008, resalta que las localidades rurales poseen una estructura etaria más envejecida, pues las personas mayores de 70 años tienen un peso relativo mayor en esas áreas, mientras que el peso relativo del grupo de 60 a 69 años es más elevado en las zonas urbanas (véase cuadro 1).

Por otro lado, el sexo y el estado civil influyen en la participación económica de la población con 60 años o más, debido a que la sociedad otorga roles sociales de género y responsabilidades de acuerdo con la situación conyugal de los individuos (como el cuidado del hogar y la familia, o como proveedor de ingresos). En este sentido, el estado civil influye de manera importante en la situación laboral, toda vez que está estrechamente relacionado con la condición de género y con la educación familiar que recibieron en su niñez los ahora adultos mayores, pues al visualizar a los hombres como únicos proveedores económicos del hogar, la unión conyugal determina que sean ellos quienes generen ingresos en respuesta a las necesidades y demandas de los integrantes de su núcleo residencial. Al respecto, los resultados de la ESEDEM 2008 muestran que son los hombres quienes mayoritariamente se encuentran unidos o casados, 77.1 por ciento, en contraste con 45.9 por ciento de las mujeres. Lo que evidencia la importancia que tiene para el género masculino permanecer en unión conyugal en esta etapa de la vida, aunque, en consecuencia, le sean delegadas mayores responsabilidades económicas. Por otra parte, la supervivencia de las mujeres a edades avanzadas puede tomarse como una de las principales razones para que entre ellas resalte la situación de viudez, pues, de acuerdo con la ESEDEM 2008, 42.3 por ciento de la población femenina se encuentra en esta situación, en contraste con 16.5 por ciento de hombres declarados como viudos.

Otra variable sociodemográfica a considerar es la situación de analfabetismo, pues éste es uno de los factores que incide en la calidad de vida y bienestar de las personas, y de ello depende gran parte de su situación social, económica y laboral. Sin embargo, debido a las mínimas oportunidades escolares que presenta esta población, los actuales adultos mayores quedan en desventaja para mantenerse laborando o conseguir un empleo en un mercado que exige cada vez mayores niveles de especialización y preparación educativa. Aunque las medidas que se han tomado para combatir el analfabetismo en la entidad han logrado reducir la proporción de mexiquenses que no saben leer ni escribir, estas cifras todavía siguen siendo significativas y muestran el rezago educativo de la población. Entre los adultos mayores, la proporción de analfabetos asciende a 36.4 por ciento, lo que puede deberse a que las oportunidades educativas para ellos eran menores cuando se encontraron en edades escolares.4 Además, las mujeres son las menos favorecidas, pues la tasa de analfabetismo femenino sigue siendo superior a la de los hombres (45 y 24.5 por ciento, respectivamente).

El estado de salud, sin duda, condiciona la situación laboral de los ancianos, si se toma en cuenta que aquél depende el aprovechamiento integral de las aptitudes, saberes y capacidades de los individuos, así como sus niveles de dependencia física. En este sentido, el autorreporte de salud y el reporte de enfermedades diagnosticadas han sido utilizados en diversos estudios (Gutiérrez, 2004; Gallegos et al., 2006; Barrantes et al., 2007; Wong et al., 2007) como indicadores de las condiciones de salud de un individuo. Según estos estudios, a nivel nacional, la diabetes y la hipertensión arterial son dos de las enfermedades que más prevalecen entre la población envejecida en México y que afectan mayormente al género femenino. Otros de los padecimientos que más afectan a los ancianos y que son parte de la nueva epidemiología en la vejez son: el reumatismo, la artritis, las enfermedades cardiovasculares, la pérdida auditiva y de la vista, y los trastornos de la memoria, entre otras, las cuales generan determinados grados de discapacidad y limitan las oportunidades laborales.

A partir de la ESEDEM 2008 se observa que el estado de salud de los adultos mayores mexiquenses, evaluado a partir del autorreporte, puede considerarse como bueno, pues 40 por ciento de ellos así lo reportaron.5 La encuesta indaga también acerca de la presencia en el adulto mayor de 16 enfermedades; de aquí resalta (al igual que los estudios mencionados anteriormente) la diabetes, la hipertensión arterial y la pérdida de la vista como los padecimientos que prevalecen en mayor medida entre los ancianos mexiquenses (véase la gráfica 1).

Estas enfermedades crónico degenerativas al paso del tiempo desgastan la calidad de vida de los enfermos y de sus familiares. En primer lugar por el costo económico del tratamiento médico, y en segundo lugar, por los cuidados necesarios que exigen tales enfermedades. Ante la falta de cobertura, de prevención y de recuperación hacia el total de la población envejecida, así como la presencia de enfermedades con largos y costosos tratamientos, el estado de salud aparece como factor selector de personas de 60 años o más que continúan participando económicamente.

 

Contexto familiar

La estructura y composición de las familias y hogares es un aspecto muy importante en el estudio de la vejez, pues la relación afectiva y económica que los adultos mayores mantienen con sus corresidentes define en gran medida las responsabilidades que les son delegadas dentro de sus entornos

La jefatura de hogar constituye en México una posición en la estructura social que refleja el reconocimiento a la persona que aporta el sustento económico, o bien, a quien representa la figura jerárquica familiar. Según la ESEDEM 2008, 60.2 por ciento de los adultos mayores de la entidad son declarados como jefes de hogar; del total de hombres, 90.8 por ciento son jefes, mientras que en las mujeres la cifra es de 37.9 por ciento; lo cual lleva a plantear dos ideas para entender esta situación. Por un lado, la de la responsabilidad económica del adulto mayor para el sustento de los hogares mexiquenses y, por otro, la importancia de la figura generacional que las personas de edad representan en su núcleo de convivencia. Por tanto, es de esperarse que la situación de jefatura de hogar sea relevante al determinar la participación económica de un adulto mayor.

En el mismo sentido sobresale que 68 por ciento de la población femenina adulta mayor que no fue declarada como jefa de hogar ocupa el lugar de esposa, y 17.8 por ciento el de madre del jefe de hogar, lo que permite suponer que las adultas mayores tienen una menor responsabilidad económica, en virtud de la baja proporción de viejas que se encuentran jefaturando sus hogares, en comparación con los varones añosos.

 

Fuentes de ingreso

En el análisis de la condición laboral también es importante tomar en cuenta la diversidad que caracteriza a la población adulta mayor en materia de fuentes de ingreso, toda vez que la obtención y la transferencia de recursos presentan amplias diferencias según la condición de género y entre los distintos grupos de edad; por tanto, es preciso estudiar la manera en que la población adulta mayor obtiene los ingresos necesarios para solventar sus gastos médicos, de alimentación, de vestido, de habitación y de recreación, que en muchas ocasiones no son sólo gastos individuales, sino familiares, pues algunos ancianos todavía sostienen económicamente los hogares donde residen. Estos gastos básicos pueden ser solventados por diferentes vías. Guzmán (2002) considera tres fuentes de ingreso monetario en la vejez: las transferencias sociales como pensiones, seguros de salud, subsidios por discapacidad y transferencias comunitarias o por parte del Estado; las del mercado, tales como los salarios y remuneración al trabajo, acumulación de capital por bienes muebles o inmuebles, así como los sistemas privados de pensiones, y las transferencias familiares por ayuda monetaria directa dentro o fuera del país (Guzmán, 2002: 14). De forma tal que el monto y las vías de conseguir dichos ingresos hacen las diferencias entre los ancianos que cuentan con una o varias de estas fuentes de ingreso.

 

Pensiones

El ingreso por pensión resulta ser la compensación económica al trabajo de los adultos mayores durante su historia laboral. Sin embargo, los bajos montos por pensión otorgados, así como la baja cobertura de los programas de seguridad social no hacen posible conseguir el bienestar económico de esta población, ya que tal como lo argumenta Ham (2003), las instituciones encargadas de los sistemas de pensiones en el país se encuentran con crecientes pasivos actuariales y se visualizan insostenibles en las condiciones económicas del país (Ham, 2003: 38–45). Además, no todos los adultos mayores tienen acceso a esta prestación laboral, pues dicho ingreso sólo pueden obtenerlo quienes tienen un historial laboral que les haya permitido ser parte de un sistema de ahorro. En este sentido, son sólo los trabajadores del sector formal6 y con constancia en el mercado de trabajo quienes se encuentran en posibilidades de actualizar su acceso a una pensión digna.

La perspectiva de género al observar las condiciones de analfabetismo, de roles sociales y estado conyugal permite entender la baja participación en las actividades remuneradas del sector femenino mexiquense, pues

...hay que considerar las condiciones en que se desarrolla la actividad económica de las mujeres durante su ciclo de vida –pasan un menor tiempo en el mercado laboral, suelen tener carreras laborales discontinuas, reciben menores ingresos y trabajan con mayor incidencia en el mercado informal. Por lo tanto, las pensiones que recibirán, así como los ahorros individuales, probablemente también serán menores que los de los hombres" (CISS, 2005: 7).

La ESEDEM 2008 muestra que la recepción de pensiones en el Estado de México se limita a tan solo 15.9 por ciento de la población total envejecida, distinguiendo que, para el total de mujeres, esta proporción se limita a 9.5 por ciento, mientras que para el total de hombres llega a 24.7 por ciento. En la gráfica 2 se observa el tipo de pensión que recibe dicha población, de donde sobresale, para las mujeres, la percepción de pensión por viudez (57.9 por ciento) y en mucho menor proporción (10.5 por ciento) pensión por jubilación; mientras que para los hombres, las principales razones por recepción son por jubilación, cesantía, vejez y retiro.

 

Transferencias familiares

Sin duda alguna, la familia es la estructura social formadora de recursos humanos en primera instancia y de intercambios afectivos, pero también es fuente de recursos materiales y monetarios. Niños y ancianos son, por lo general, económicamente dependientes de la familia, por lo cual las diversas modalidades de apoyo, y especialmente las transferencias familiares, resultan indispensables para la supervivencia de los adultos mayores. Dichas transferencias no sólo consisten en recursos monetarios, pues también incluyen recursos alimenticios, cuidados, ayuda doméstica, etc., que en conjunto se convierten en condicionantes para la permanencia o integración de los adultos mayores al mercado laboral; no obstante, las transferencias monetarias inciden en mayor medida en el bienestar de los ancianos considerando el impacto que tienen en su seguridad económica durante esta última etapa de su vida.

En las transferencias, las estructuras de los hogares y de las familias7 juegan un papel muy importante para reconocer el tipo de redes de ayuda que se entretejen alrededor de los ancianos. Idealmente, los hijos son los principales otorgantes de recursos económicos y principal sustento de sus padres; sin embargo, en muchas ocasiones no son los hijos —o no sólo ellos— quienes brindan este tipo de ayuda, sino cualquier otro pariente o, incluso, algún miembro del entorno sin parentesco alguno. Por esto también deben considerarse las nuevas estrategias residenciales donde ha disminuido el número de descendientes y se ha recurrido a la corresidencia de diferentes familias en un mismo hogar, lo cual ha cambiado la conformación de las redes familiares y su funcionamiento, hasta el grado de descuidar el apoyo hacia los ancianos y ocuparse del bienestar de los otros miembros de las familias, recurriendo al trabajo de los adultos mayores como recurso para mejorar las condiciones económicas de los hogares a los que pertenecen.8

Para el Estado de México, la ESEDEM 2008 permite analizar la frecuencia con que dichas transferencias se otorgan a los adultos mayores, con ello se refleja el periodo regular o irregular9 con el que se reciben los recursos. En este sentido, son las mujeres quienes mayormente reciben apoyo por transferencias económicas de su entorno social (39.7 por ciento). Así mismo, al diferenciar por frecuencia de recepción, claramente se observa que son ellas quienes reciben mayores transferencias en periodos específicos, ya sea de manera regular o irregular (más adelante se ahonda en este tema).

 

Apoyo gubernamental

El apoyo económico por medio de los programas gubernamentales es otra fuente de ingresos importante para los adultos mayores, aunque no garantiza del todo su bienestar en este aspecto, pues el déficit financiero institucional, aunado a la falta de cobertura total a la población envejecida10 y a los bajos montos de las transferencias monetarias, influyen en que los adultos mayores busquen otras fuentes de ingreso para solventar sus gastos y cubrir así sus necesidades. Los datos para el Estado de México, según la ESEDEM 2008, muestran que se favorece sólo a 36.5 por ciento de la población adulta mayor y, en mayor proporción, a las mujeres, quienes del total de ellas 39.3 por ciento reciben apoyos por programas de gobierno, mientras que sólo 32.7 por ciento de los hombres se benefician con este apoyo gubernamental. Es importante resaltar que las cifras aquí presentadas corresponden a todas las personas que reciben apoyo, no sólo monetario, sino en especie o en ambas modalidades.

 

Trayectoria laboral

Otro de los factores que influyen significativamente en la condición de actividad o inactividad laboral en la vejez es la trayectoria laboral. Ésta se ve influida por el sexo de los individuos, pues son los hombres quienes presentan un historial laboral con mayor tiempo de ocupación, así como de mayor constancia en el mercado de trabajo a lo largo de su vida. Así mismo, es de esperarse que quienes cuenten con mayores años de experiencia laboral y constancia en un empleo sean quienes continúen activos a edades avanzadas. Al respecto, la ESEDEM 2008 destaca que sólo 0.4 por ciento de los hombres entrevistados carecen de experiencia laboral alguna, mientras que 20 por ciento de las mujeres padecen esa situación.

 

Condición laboral de los adultos mayores11

Los siguientes son los resultados de la ESEDEM 2008 respecto de los factores que, como se adelantaba en el análisis teórico anterior, inciden en la participación laboral de los adultos mayores mexiquenses. Se especifican en este apartado con el fin de exponer las características de la población envejecida mexiquense a partir de una diferenciación por situación laboral actual: sí trabaja/no trabaja, esto, como antecedente para el análisis estadístico del apartado siguiente.

Tal como se muestra en el cuadro 2, la inactividad económica se visualiza en mayor medida entre las mujeres y en las localidades urbanas. Respecto a los grupos de edades, como era de esperarse, la actividad laboral disminuye conforme avanza la edad, se observa que a partir de los 75 años de edad existe una mayor proporción de ancianos inactivos. Respecto al estado civil, la inactividad económica se presenta con mayor medida en las personas en situación de viudez, mientras que quienes se encuentran laborando son, en mayor proporción, las personas casadas o unidas.

La situación de analfabetismo es la característica que presenta mayor relevancia para la inactividad económica, mientras que la proporción de adultos mayores que terminaron los estudios de primaria —que son la mayoría dentro de la población que cuenta con instrucción escolar— parecen ser quienes tienen mayor presencia en el mercado laboral. Por otro lado, se observa que una buena proporción de quienes fueron declarados jefes de hogar se encuentran participando laboralmente. El hecho de que los adultos mayores hayan tenido al menos un empleo a lo largo de su vida determina su condición de actividad actual (véase cuadro 2).

Respecto a los ingresos de esta población, el beneficio por pensión es un factor relevante para la inactividad laboral, pues en mayor proporción se encuentran activos quienes no tienen este ingreso. La recepción de programas de gobierno parece ser indiferente para la participación económica de los adultos mayores mexiquenses. Según datos de la ESEDEM 2008, la recepción de transferencias económicas influye también en la inactividad laboral y, en mayor medida, para quienes reciben ayuda económica de manera regular (véase cuadro 2).

El estado de salud aparece como un claro factor que contribuye a la inactividad laboral, particularmente, la presencia de dos o más enfermedades (véase cuadro 2).

Ante las heterogéneas dimensiones de la vejez y de las características de los adultos mayores, así como de los factores sociales que influyen en ella, en el siguiente análisis estadístico coinciden todas las variables antes citadas. Con esto se persigue el objetivo de medir la incidencia de cada una de éstas en la condición laboral de la población adulta mayor mexiquense mediante una regresión logística binaria (o de variable dicotómica) con la cual esta población se divide en dos categorías: económicamente activa y económicamente inactiva,12 las cuales son distinguidas por la influencia de los factores argumentados —variables explicativas.

Para los cálculos realizados, dichas variables fueron codificadas de la siguiente manera:

Todas las variables antes citadas se involucraron en el modelo de regresión logística binaria bajo el método Backward LR (eliminación hacia atrás, razón de verosimilitud), es decir, el programa estadístico utilizado (SPSS 17) involucra en el proceso atodas las variables indicadas y elimina paso a paso las de menor significancia estadística. Este método permitió confirmar que, de acuerdo con los datos obtenidos por la ESEDEM 2008,13 la variable 'apoyo por programas de gobierno' no es estadísticamente importante como condicionante de la participación económica en la vejez mexiquense. No obstante, se realizaron cálculos a partir de los diferentes métodos que ofrece el paquete estadístico y se obtuvieron datos consistentes con los expuestos a continuación, lo cual permite confirmar los resultados aquí descritos.

De acuerdo con los resultados obtenidos en el modelo de regresión logística (cuadro 3), los factores que inciden de manera positiva y en mayor medida en la inactividad laboral de la población adulta mayor mexiquense son: no haber laborado a lo largo de su vida, ocupar un lugar diferente al de jefe de hogar, tener un estado de salud malo (según el autorreporte), presentar más de cuatro enfermedades diagnosticadas y contar con ingresos por pensión. De manera contraria, estar casado, unido, separado o divorciado incide en la situación de mantenerse activo económicamente. Un dato que sobresale es que no tener instrucción escolar influye en la inactividad de los adultos mayores. Por lo que respecta a las diferencias por sexo, resalta que la probabilidad de ser inactivo económicamente se incrementa 1.8 veces para las mujeres mexiquenses respecto de los hombres, además y en la misma proporción, la probabilidad de estar inactivo es mayor en las áreas urbanas respecto de las rurales. Como era de esperarse, la edad es un factor que a medida que se incrementa disminuye la probabilidad de encontrarse activo.

Al diferenciar el análisis por sexo se distingue que, para las mujeres mexiquenses,14 los factores que con mayor medida inciden para la inactividad económica son: residir en zonas urbanas, el estado civil (situación de viudez), la recepción de ingresos por pensión y, en mayor medida, el incremento de la edad, la trayectoria laboral y la jefatura de hogar.

Para los hombres, los factores de mayor asociación con la inactividad económica son: el tipo de localidad urbana, el autorreporte de salud malo, el número de cinco o más enfermedades diagnosticadas, la recepción de apoyo económico y de ingresos, además de, y en mayor medida, el incremento de la edad, tener una posición en el hogar diferente al jefe y la falta de antecedentes laborales (véanse los cuadros 4 y 5).

La condición de no haber tenido al menos una experiencia laboral a lo largo de la vida resalta como claro condicionante de lainactividad económica en la vejez mexiquense, lo cual resulta fácil de entender si consideramos, por un lado, la necesidad creciente de contar con experiencia laboral para acceder a un empleo, lo que aunado a la discriminación hacia este sector poblacional —que muchas veces es visto como falto de conocimientos y capacidades— incrementa la posibilidad de mantenerse inactivo. Esta situación resulta más evidente al diferenciar el análisis por sexo. Al ser sólo 0.4 por ciento la proporción de hombres que declararon en la ESEDEM 2008 no haber laborado a lo largo de su vida, la asociación de esta variable con la inactividad económica de la población masculina es muy grande, por lo que hay que considerar este dato con la debida precaución y resaltar que la mayoría de los hombres no son dependientes económicos durante toda su vida, a diferencia de las mujeres, pues un número importante de ellas se mantiene en dependencia económica: primero, en edades tempranas, de sus padres; después, de sus cónyuges, y en edades posteriores, tal vez de sus hijos u otros familiares.

Destaca que el estado civil aparece como un factor importante asociado a la inactividad laboral femenina, lo cual no ocurre para los hombres. Para las mujeres, el estado de viudez es el de mayor influencia, lo que puede explicarse si se considera que al enviudar ellas son acogidas por los hijos o parientes, pues tienen menores posibilidades de sostenerse económicamente (a no ser que cuenten con algún tipo de pensión o ingreso fijo) y en esta situación es menor la posibilidad de encontrarse como única proveedora de sus hogares, porque aunque sean declaradas jefas de hogar (considerando que al enviudar se mueven hacia hogares ampliados) no recaen sobre ellas las mismas responsabilidades económicas que representa este cargo en los hombres. En el mismo sentido, aunque se sabe que al enviudar también tienden a vivir más tiempo solas, es común que reciban transferencias económicas familiares o que reciban ingresos por pensión del tipo de viudez, por lo que se aminora su probabilidad de continuar laboralmente activas.

Es claro el hecho de que para ambos sexos el incremento de la edad trae consigo un decremento de la probabilidad de permanecer activos; sin embargo, es curioso observar que mientras para las mujeres menores de 74 años la asociación de la edad con la inactividad económica es mayor que la de los hombres de estas edades, para los grupos etarios mayores la asociación de la edad con la inactividad económica aumenta en mayor medida para el caso de los hombres, lo cual puede explicarse si consideramos que las mujeres están más expuestas a enviudar en estas edades y, de acuerdo con lo anterior, se puede relacionar el incremento de la edad con el estado conyugal y éstos con la inactividad económica de las mujeres adultas mayores. Mientras que en los hombres, al ser ellos quienes en mayor medida se encuentran laborando en la vejez, su retiro de las actividades económicas impacta en el modelo de regresión significativamente.

La jefatura de hogar se presenta como una variable importante para hombres y mujeres en este análisis. En los hombres es mucho mayor la asociación cuando se trata de que ellos ocupen un lugar diferente al de jefe del hogar, es decir, si ellos se encuentran en la situación de suegros, padres, hermanos, etc., es más probable que se encuentren inactivos. Lo mismo pasa con las mujeres en estas situaciones. Esto viene a reafirmar la responsabilidad económica que implica la definición de la jefatura de los hogares mexiquenses.

La recepción de ingresos por pensión resulta ser un factor que disminuye la probabilidad de encontrarse participando económicamente y con mayor impacto entre los hombres, considerando que éste pueda ser el principal ingreso de sus hogares. Mientras que para las mujeres este beneficio puede ser visto como un aporte económico —y no como el único sustento, pues los montos recibidos por ellas suelen ser menores a los captados por los hombres— para los hogares donde residen después de enviudar.

De lo anterior se evidencia una clara relación entre la trayectoria laboral, la situación conyugal y la recepción de pensiones, factores que podrían ser considerados como de construcción previa a la vejez, dado que los dos primeros dependen de la situación macroeconómica del estado, mientras que el estado conyugal y la trayectoria laboral tienen un tinte de ideología propia de las sociedades en las que los actuales adultos mayores crecieron. Estos tres factores están presentes como importantes incidentes en la inactividad laboral de las mujeres, lo que lleva a argumentar que la historia previa a la vejez es mucho más impactante para las mujeres que para los hombres.

Los resultados también muestran que el estado de salud, el número de enfermedades diagnosticadas y la transferencia de apoyo familiar o social son factores importantes que influyen en la vida laboral de los hombres adultos mayores. Al ser los hombres quienes mayormente son declarados como jefes de hogar, e incluso en edades avanzadas una alta proporción de ellos cargan con la responsabilidad de ser el sustento de sus hogares, esto puede ser la causa de que para este sector poblacional la salud se presenta como un factor secundario cuando de procurar ingresos por trabajo se trata.

Los hombres adultos mayores reciben transferencias económicas en menor proporción que las mujeres, lo que puede derivar en que dichas transferencias aparezcan como un factor importante en el género masculino para la inactividad económica, pues para los hombres resulta de mayor importancia dicha ayuda, toda vez que no están acostumbrados a depender económicamente de alguien más. Además, al ser ellos quienes representan mayores proporciones en la PEA, son visualizados como menos vulnerables económicamente, por lo cual, al dejar de trabajar, dicha ayuda se convierte en uno de sus principales sustentos económicos y, por tanto, reaparece en el modelo de regresión logística como factor importante en la inactividad laboral masculina.

Por tanto, para los hombres destaca que además de la estructura macroeconómica de la entidad, los determinantes con mayor peso para la inactividad económica resultan ser su condición de salud y la transferencia de activos en esta etapa de su vida.

 

Consideraciones finales

Es importante explorar el perfil de los adultos mayores mexiquenses, toda vez que existen estudios de la población envejecida a nivel de Latinoamérica y de México, y poca evidencia a nivel estatal. El presente documento pretende contribuir al análisis de la vejez mexiquense, ya que —además de otros temas igualmente importantes— es necesario ahondar en materia de empleo y previsión social, pues ante los cambios demográficos, sociales y económicos, la demanda de empleo por parte de los adultos mayores no dejará de aumentar al paso del tiempo, considerando el incremento en la esperanza de vida y la mejora en las condiciones de salud a causa de los avances en la ciencia médica.

Como ya se adelantaba, la permanencia o ingreso de los adultos mayores en el mercado laboral es una situación que será cada vez más común en la entidad y por ello es preciso explorar entre los factores que inciden en su actividad o inactividad en el mercado de trabajo. Se argumentó ya que las condicionantes en la participación económica de los adultos mayores vienen dados en gran parte por la historia de vida de cada persona, de su estado de salud y de los ingresos que reciben, es decir, escenarios que implican responsabilidades por parte del Estado, pero también propias del individuo.

Por el lado de la salud, cada persona, en la medida de lo posible, es responsable del cuidado propio, sin embargo, también las instituciones sanitarias deben ser persistentes, procurando la protección a la salud mediante la atención preventiva adecuada y el tratamiento puntual de las enfermedades que aquejan a dicha población en esta última etapa de la vida, pero también a la población en edades tempranas para garantizar llegar a la vejez en un buen estado de salud. En materia de empleo, el Estado y los empleadores debieran garantizar espacios laborales adecuados (en infraestructura y en retribuciones monetarias), previendo el incremento en la demanda de plazas por parte de personas de edad y previendo también la estancia de los individuos en los empleos más allá de la edad establecida como de retiro, a lo cual se suma la evidente necesidad de incentivar el trabajo femenino y ofrecer mayores oportunidades de protección social a este sector. La sociedad y las instituciones sociales debemos coadyuvar a fortalecer las redes sociales y familiares en edades previas a la vejez, tomando en cuenta que conviviremos por más años con personas en edades mayores, según el incremento en la esperanza de vida y los nuevos arreglos residenciales de los que somos parte.

Por tanto, debemos tener claro que población y gobierno debemos actuar de manera conjunta, atendiendo las responsabilidades propias para garantizar nuestro bienestar personal antes y durante la etapa de vejez.

 

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Notas

* Este artículo se realizó bajo la dirección del doctor Bernardino Jaciel Montoya Arce en el transcurso de la investigación sobre envejecimiento demográfico, cuyo proyecto se tituló "Diagnóstico integral de la situación actual del envejecimiento demográfico en el Estado de México" llevado a cabo por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población (CIEAP/UAEM). La autora agradece el apoyo académico y personal brindado por el CIEAP para llevar a cabo el presente estudio.

1 En este trabajo se considera como 'adultos mayores' a las personas que cuentan con 60 años o más. A la población en este rango etáreo también se le llama 'población envejecida' o 'población adulta mayor', de acuerdo con las consideraciones de la Organización Mundial de la Salud respecto a la edad de referencia para delimitar a la población envejecida de países en desarrollo, como México.

2 Diferenciando la vejez por sexo, 45 por ciento de los hombres son económicamente activos, mientras que 11.7 por ciento de la población femenina se encuentra en esa situación.

3 Para esta encuesta se consideró como localidades rurales aquéllas con menos de 2 500 habitantes y como localidades urbanas las que tienen más de 2 500 habitantes. Las medidas de tamaño usadas en el diseño se tomaron del Conteo de Población y Vivienda 2005, realizado por el INEGI.

4 La baja escolaridad de la población envejecida de ambos sexos se debe a que la educación obligatoria y gratuita se instituyó cuando ellos ya formaban parte de la fuerza de trabajo ocupada. Las cohortes con un menor acceso a la educación obligatoria fueron aquéllas nacidas a principios del siglo XX hasta 1940 (Montes de Oca, 1995: 70).

5 El estado de salud de los adultos mayores mexiquenses se evaluó a partir de la pregunta ¿Su estado de salud, diría que es...?, con cinco posibles respuestas: excelente, muy bueno, bueno, regular o malo.

6 De acuerdo con el INEGI, el sector formal se define como todas aquellas actividades económicas que se desarrollan en empresas constituidas en sociedad, corporaciones, instituciones públicas o privadas, negocios no constituidos en sociedad, pero que reportan ingresos ante la autoridad hacendaría, y en la agricultura y/o crianza de animales orientadas al mercado.

7 La estructura tradicional de los hogares y las familias se ha visto modificada debido a diferentes factores. Vega (2004), argumenta que la prolongación de la esperanza de vida de las personas, la disminución de la fecundidad, los procesos migratorios y las pautas de nupcialidad, principalmente, están propiciando nuevos arreglos residenciales e inéditas formas de organización de la vida en familia (Vega, 2004: 46).

8 Guzmán (2002) argumenta que en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe los adultos mayores son contribuyentes netos al ingreso de su hogar. Aproximadamente en un tercio de los hogares urbanos donde los adultos mayores viven con personas de otras edades (diferentes a sus cónyuges), las aportaciones económicas de los ancianos son el sustento principal de dichos hogares (Guzmán, 2002: 29).

9 Para el análisis de la recepción de transferencias familiares se construyó una variable referente a la frecuencia de recepción de ayuda, ésta incluye las categorías: a) con ayuda regular (diario, cada tercer día, semanal, quincenal o mensual) que considera a las respuestas con un periodo fijo y puntual, b) con ayuda irregular (de vez en cuando) que considera un periodo indefinido, y c) con ayuda regular e irregular, que considera a quienes reciben ambos tipos de ayuda.

10 Esto considerando que las instituciones gubernamentales atienden a la población que generalmente cuenta con menos recursos económicos y que resulta más vulnerable ante la situación económica de su entorno.

11 Se tomaron dos consideraciones antes de comenzar con el análisis estadístico. Primero, fue necesario unir las dos bases de datos con que cuenta la ESEDEM 2008 para poder tener en una sola todas las variables implicadas en el estudio; segundo, esta encuesta cuenta con ponderadores calculados a partir de los resultados del Conteo de Población y Vivienda de 2005. Sin embargo, los cálculos realizados para este documento se hicieron a partir de los datos obtenidos sólo de la muestra tomada para la encuesta.

12 Para realizar esta categorización se utilizaron dos preguntas del instrumento para todos los residentes del hogar, la primera referente a las actividades realizadas por el individuo durante la semana previa a la aplicación de la encuesta (trabajó, tenía trabajo pero no trabajó, buscó trabajo, se dedica a los quehaceres del hogar, es jubilado o pensionado, es estudiante, está incapacitado para trabajar, no trabaja), y la segunda es la verificación de actividad, la cual permite captar más información acerca de las labores realizadas aun cuando la persona no lo considera un trabajo como tal (ayudó en algún negocio familiar, vendió algún producto, hizo algún producto para vender, apoyó en el trabajo del campo o en la cría de animales a cambio de un pago, realizó algún tipo de actividad, no trabaja).

13 Esto se adelantaba ya en el análisis de frecuencias simples, donde resultó indiferente 'la recepción de apoyo por programas gubernamentales' para la condición laboral. Las variables 'estado civil', 'alfabetismo y escolaridad' también resultaron tener una baja significación estadística en algunos de los cálculos con diferentes métodos utilizados; sin embargo, se dejaron en el análisis final porque el análisis descriptivo inicial de las variables muestra una influencia importante en la situación de inactividad económica de la población adulta mayor.

14 Los datos obtenidos en el modelo de regresión logística para las mujeres adultas mayores resultaron con alto poder predictivo para los casos de inactividad económica, pues es en el género femenino donde se concentra la mayor parte de población inactiva (70 por ciento).

 

Información sobre la autora

Beatriz Millán León. Formada como licenciada en Actuaría Financiera por la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de México. Becaria en el trabajo de investigación "Diagnóstico Integral de la Situación Actual del Envejecimiento Demográfico en el Estado de México" por parte del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población de la Universidad Autónoma del Estado de México. Cursos de formación: Diplomado Superior en Demografía en el CIEAP. Cursos profesionales: participante en Taller Multidisciplinario de Investigación "La Salud y la Migración en México".

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