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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.16 no.63 Toluca Jan./Mar. 2010

 

Transición demográfica y arreglos residenciales de los adultos mayores en República Dominicana y Argentina

 

Demographic transition and residential arrangements of the elderly in the Dominican Republic and Argentina

 

Enrique Peláez* y Jafmary Féliz–Ferreras**

 

* Universidad Nacional de Córdoba. Correo electrónico: epelaez@ciudad.com.ar

** Oficina Nacional de Estadísticas, República Dominicana. Correo electrónico: jafmaryfelix@gmail.com

 

Resumen

Este artículo describe y compara los arreglos residenciales de los adultos mayores en dos países que se encuentran en distintas etapas de transición demográfica: Argentina y República Dominicana. Las fuentes de información utilizadas fueron los microdatos censales de ambos países, boletines demográficos y el Sistema de Indicadores sobre Envejecimiento desarrollado por el FNUAP y Celade. El análisis del impacto de las diferencias de la transición demográfica entre Argentina y la República Dominicana en la organización de la vida de las personas mayores es el objetivo principal de este estudio.

Palabras clave: transición demográfica, arreglo residencial, Argentina, República Dominicana.

 

Abstract

This paper describes and compares living arrangements of older adults in 2 Latin American countries in different stage of demographic transition, such as Argentina and Dominican Republic. The sources of information used were the microdata census of population, Demographic Bulletins (Eclac/Celade), System of Indicators with comparable information for countries of Latin America and the Caribbean. The impact analysis of differences in the demographic transition between Argentina and Dominican Republic on the living arrangements of the elderly is the main objective of the study.

Key words: demographic transition, living arrangement, Argentina, Dominican Republic.

 

Fundamentos y marco teórico

La dinámica demográfica de los países de América Latina se caracteriza por intensos cambios ocurridos durante el siglo pasado, y con repercusiones en esta centuria. La transición demográfica puede definirse como el paso de un régimen caracterizado por un crecimiento demográfico moderado, con altos niveles de mortalidad y fecundidad, a un régimen con crecimiento moderado o nulo, con bajos niveles de ambas variables. Este proceso demandó en Europa casi dos siglos, a diferencia de lo observado en América Latina, donde se ha consolidado en menos de la mitad de un siglo. Una consecuencia de esta transición demográfica es el proceso de envejecimiento que trae como resultado el aumento de la proporción relativa de los adultos mayores dentro de la población total.

El aumento de la esperanza de vida es uno de los fenómenos más importantes del progreso humano en el siglo XX y en lo que va del siglo actual. Las sociedades desarrolladas han logrado que sus ciudadanos vivan más tiempo y en mejores condiciones de vida, a modo general. Según datos de la ONU, la esperanza de vida mundial en 1950 era de 45.2 años para los varones y de 47.9 para las mujeres. Según la misma fuente, para el periodo 2005–2010, la esperanza de vida de los hombres era de 64.3 años y de 68.7 para las mujeres. Mientras que durante ese mismo periodo, para los países más desarrollados, este indicador era de 72.6 años para los hombres y de 79.9 para las mujeres.

En los países desarrollados, los niveles de fecundidad por debajo del reemplazo y la creciente esperanza de vida han traído como consecuencia el fenómeno de envejecimiento de la población; en la actualidad, más de 20 por ciento de su población tiene 65 años o más. La naturaleza sociodemográfica del proceso de envejecimiento de la población se pone en evidencia tanto por sus causas como por sus consecuencias (Villa y Rivadeneira, 1999). Factores de índole social, económica, política y cultural están relacionados con este proceso, interactuando de forma diferente en los distintos países.

Las grandes transformaciones que genera este proceso demandan un reajuste de las instituciones económicas y sociales de los países para poder satisfacer las demandas hasta hace poco desconocidas (Villa y Rivadeneira, 1999). Los efectos de estas tendencias en el consumo, el ahorro, el acceso, la reintegración y la flexibilidad de la fuerza de trabajo, protección social, las relaciones intergeneracionales, la equidad social en general y de forma diferenciada por sexo representan desafíos que hay que encarar para el desarrollo de las sociedades en general y de esta población en particular. El gran impacto del envejecimiento de la población motiva la exploración y análisis de las tendencias y repercusiones del fenómeno.

Chesnais (1990) describe claramente el efecto de la evolución de la fecundidad en la estructura por edades de la población. Aunque existen diferencias entre ellos, todos los países de América Latina han comenzado su transición.

Una de las características del proceso de envejecimiento es su mayor incidencia en las mujeres. La razón de esto es la mayor esperanza de vida de las mujeres, a causa de la sobremortalidad masculina. En este sentido, Chackiel (1999) señaló que las mujeres se enfrentan a la condición de vivir más años que los hombres, pero en la mayoría de los casos deben enfrentar solas, viudas, a menudo con familiares a cargo, una vejez empobrecida. Esto se debe particularmente a los bajos ingresos que reciben y a que, por razones biológicas, debido a su función reproductiva, las mujeres enfrentan en la postmenopausia condiciones de salud más delicadas que los hombres, aunque con un menor riesgo de muerte. Peláez et al. (1999) indican que la menor participación económica de las mujeres durante su vida productiva es la causa de su mayor vulnerabilidad socioeconómica. Barbot (1999) señala también que en América Latina, a pesar de todos los avances realizados en este sentido, todavía existe discriminación en el mercado de trabajo, no sólo en términos de salarios equitativos, sino también por el tema del trabajo informal, predominante en las mujeres, como estrategia para conciliar la vida laboral con las labores de cuidado de los hogares y los hijos. Esto resulta en una menor posibilidad de entrar al sistema de seguridad social y sólo cotizarían en el mismo en función de dependientes de sus maridos. No es de extrañar, entonces, un vínculo entre los altos niveles de pobreza y las jefas de hogar, pues al no tener pareja pierden los ingresos o la protección que percibían por cuenta de ellos.

Según Chackiel (2004), República Dominicana se encuentra en el grupo de los países de transición demográfica plena, mientras que Argentina se encuentra entre los países con una transición demográfica avanzada.

En el caso de la Argentina, la esperanza de vida para ambos sexos aumentó de 62.7 años en 1950–1955 a 75.2 en el periodo 2005–2010, lo que representa un aumento de alrededor de 20 por ciento. Mientras en República Dominicana, cuya esperanza de vida en el comienzo de ese periodo fue mucho menor, se elevó de 46 años en 1950–1955 a 72.6 en 2005–2010, mostrando un aumento de más de 50 por ciento y mostrando un leve descenso a mediados del periodo 2000–2005. Estos resultados se explican por la alta mortalidad infantil que hubo en este país del Caribe durante la década de 1950 y el fuerte impacto sobre la esperanza de vida, cuyo declive empezó a mediados de la década de 1970, para luego aumentar marcadamente entre 1980 y 1985, comenzando a disminuir nuevamente durante la década de 1990. A partir de entonces, ha continuado reduciéndose a un ritmo mucho menor (gráfica 1).

El análisis de la tendencia observada en la gráfica 1 muestra que la esperanza de vida de la República Dominicana comenzó a aumentar entre las décadas de 1970 y 1980, acortando distancias con los valores de Argentina, para luego crecer a un ritmo más lento hasta llegar a formar una curva paralela con un nivel inferior a la evolución de la esperanza de vida de Argentina.

Otra variable con fuerte influencia en la transición demográfica es la fecundidad. En relación con Argentina, la fecundidad en República Dominicana experimentó una tendencia descendente de una forma más rápida.

Debe ser señalado que en la década de 1950 las diferencias entre ambos países fueron notables. La tasa global de fecundidad fue de más de siete hijos por mujer en República Dominicana, mientras que en Argentina apenas superaba los tres hijos por mujer. Estas diferencias comenzaron a atenuarse con la acelerada reducción de la fecundidad experimentada por el país caribeño desde mediados de la década de 1960, cuando la tasa de fecundidad dominicana se redujo a alrededor de tres. Esta disminución desaceleró y la diferencia con Argentina tiende a permanecer estable (gráfica 2).

A estas diferencias entre países, tanto en la esperanza de vida como en la fecundidad, se sumó la recepción masiva de inmigrantes en edad de trabajar que llegaron a Argentina en la primera mitad del siglo XX, lo que aumentó significativamente su porcentaje de adultos mayores en la década de 1970, generando así diferencias aún más grandes en el porcentaje de personas adultas mayores en las poblaciones de ambos países.

La gráfica 3 muestra claramente una mayor concentración de personas de edad avanzada en Argentina que en República Dominicana, pero a causa del rápido descenso de la fecundidad experimentado por esta última entre mediados de la década de 1960 y la de 1990, se generará un proceso de envejecimiento acelerado de su población adulta mayor en los próximos veinte años.

La gráfica 4 muestra la evolución de la tasa de crecimiento anual en general y en particular la del grupo de 65 años y más. En ella se destaca el fuerte crecimiento de este grupo en Argentina durante las décadas de 1950 y 1960. Este fenómeno es causado por el envejecimiento de los migrantes que llegaron a principios del siglo XX en edad de trabajar (Recchini de Lattes, Zulma, 1999).

En los albores del siglo pasado, la tasa de crecimiento de las personas mayores era el doble de la tasa de crecimiento total de Argentina. Esta situación se observará de nuevo alrededor de 2020, pero a tasas significativamente menores. Mientras tanto, en el caso de República Dominicana, desde la década de 1960, la tasa de crecimiento de adultos de 65 años y más ha permanecido consistentemente mayor que la tasa de crecimiento global.

Esta diferencia se estará acentuando con el tiempo y para la década de 2020 se espera que el crecimiento medio anual de los adultos de 65 años y más cuadruplique la tasa de crecimiento medio anual, de la población total, alcanzando valores de casi cuatro por ciento anual. Para el periodo 2020–2030 se espera que la diferencia en las tasas de crecimiento de esta población de 65 años y más en ambos países sea significativa y que la tasa de crecimiento de la República Dominicana probablemente sea el doble de la tasa en Argentina para el mismo grupo poblacional.

La realidad del proceso de envejecimiento de la población que se experimenta en Argentina, y la aceleración del mismo fenómeno en República Dominicana nos llevan a preguntarnos si estas diferencias tienen impacto en arreglos residenciales de los adultos mayores de ambos países de forma distinta y qué efecto produce en ellos la transición demográfica.

El impacto del proceso de envejecimiento de la población en las familias es muy importante, la baja fecundidad y el aumento de la esperanza de vida reducirá cada vez más los hermanos, primos, tíos. Se contará con menos personas, generalmente mujeres, para hacerse cargo de cuidar o atender a un mayor número de personas de edad avanzada. Las familias, que suelen ser la entidad responsable de la integración social y atención a los ancianos, se verán afectadas por el cambio de la relación entre el número de ancianos y el número de personas activas.

Para la mayoría de los países de América Latina, los arreglos residenciales son una de las principales formas de apoyo de las familias a sus padres ancianos o familiares mayores. Independientemente de las limitaciones de la mayoría de las familias, la región se caracteriza tradicionalmente por los vínculos afectivos entre las generaciones, de forma tal que las familias son las primeras en recibir el impacto del envejecimiento de la población.

El presente estudio examina la evolución de los arreglos residenciales de los adultos mayores en ambos países. Saad (2005) analizó la relación entre los arreglos residenciales y el bienestar de los ancianos. En su estudio mostró la ventaja que representa la corresidencia para garantizar el apoyo a los adultos mayores en condiciones de vulnerabilidad.

Con el fin de estudiar el impacto de la transición demográfica en ambos países en el bienestar de los adultos mayores se analizará el índice de Madrid, propuesto por María Angeles Durán (2005). Este índice permite estimar la demanda de trabajo de cuidado de una población. Cada adulto de 18 a 64 años requiere una unidad de cuidado, definida como el número de personas que cada día debe cuidar las personas dependientes. Los niños de cero a cuatro años requieren dos unidades, y de 5 a 14 años, 1.5 unidades; las personas de 15 a 17 años requieren 1.2 unidades de cuidado, al igual que las personas de 65 a 74 años; los mayores de 75 a 84 años requieren 1.7 unidades de cuidado y los mayores de 85 años dos unidades de cuidados por persona. Este índice proporciona la posibilidad de estimar la demanda de los recursos cubiertos por la seguridad social que no pueden ser cubiertos por los familiares. En la medida en que rápidamente se está reduciendo el tamaño de las familias a causa de la caída de la fecundidad y el aumento de la esperanza de vida —como en el caso de República Dominicana—, la proporción de adultos mayores por cada adulto que pueda cuidarle aumenta,1 lo que reduce las posibilidades de que los mayores sean atendidos por sus familiares, generándose una demanda insatisfecha a cubrir por el Estado (Cepal/Celade, 2007).

 

Metodología

La primera parte de este estudio es un documento comparativo y descriptivo sobre la transición demográfica en Argentina y la República Dominicana. En la segunda parte se procedió a analizar el efecto de la transición demográfica en los arreglos residenciales. El análisis de la transición demográfica de cada país se hizo a partir de los datos contenidos en los Boletines Demográficos del Centro Latinoamericano de Población (Celade). Para el análisis de los arreglos residenciales se utilizaron los microdatos de los censos de población de ambos países, con niveles de desagregación urbano–rural.

Es importante señalar que las definiciones de las zonas urbanas y rurales son diferentes en Argentina y en República Dominicana. En Argentina, la población rural se refiere a aquellas personas que residen en pueblos de menos de 2 000 habitantes o poblaciones rurales aisladas. En República Dominicana, la población rural se refiere a las personas que no residen en las capitales o cabeceras de provincia. También es pertinente ofrecer una definición de los diferentes tipos de hogares utilizados en el estudio: 1) 'hogar unipersonal' es un hogar donde vive una sola persona, 2) 'hogar nuclear' es aquél en donde pueden cohabitar una pareja sin hijos o con hijos 3) 'hogar extendido' está compuesto por una 'pareja central', con o sin hijos, además de otras personas emparentadas 4) 'hogares compuestos' están formados por un hogar nuclear o extendido y otras personas no emparentadas. Se considera también como hogar compuesto a las personas que viven juntas sin parentesco entre sí 5) 'hogar colectivo' es aquél donde las personas residen en viviendas colectivas, normalmente instituciones como residencia de ancianos, hospitales, hoteles, etcétera.

 

Indicadores de transición demográfica

Los datos analizados indican claramente las diferencias en la etapa del proceso de envejecimiento y la situación de los adultos mayores en los países estudiados. Argentina está en una etapa avanzada de transición demográfica y constituye una población ya envejecida desde la década de 1970. Sin embargo, en este país el proceso de envejecimiento no será en los próximos años tan acelerado como en la República Dominicana, la cual registra una caída más abrupta de la fecundidad (TGF de 7.6 en 1950 a 2.8 en 2005). La situación de los adultos mayores en la República Dominicana refleja un país que está acelerando su proceso de envejecimiento de la población.

En el presente trabajo se llevó a cabo un análisis de la evolución de los indicadores de envejecimiento de la población en ambos países entre 1950 y 2050, el cual se muestra a continuación. Aquí es importante mencionar que para el periodo entre 1950 y 2005 se consideraron datos históricos, mientras que para el periodo 2005–2050 se proyectaron los indicadores basados en las estimaciones de población y las proyecciones del Celade.

El 'índice de envejecimiento de la población' es la razón entre la población adulta de 60 años o más respecto de la población menor de 15 años de edad, por cien. Este indicador mide la capacidad de renovación de la población y el hecho más sobresaliente es la reducción proporcional de la población joven, provocando la reducción de la base de la pirámide. Este índice proporciona información sobre la rapidez con la que se requiere ajustar la oferta de bienes y servicios de acuerdo con las necesidades de la población, que genera nuevas y crecientes demandas.

La gráfica 5 muestra la evolución de este indicador, revelando una aceleración del proceso de envejecimiento en Argentina entre 1950 y 1970 a expensas del proceso migratorio de personas adultas cerca de la primera mitad del siglo XX, como ya fue planteado.

Desde la década de 1990, ambas curvas se mantuvieron en aumento, aunque inicialmente Argentina presentó niveles más elevados de su índice de envejecimiento. Alrededor del año 2040, según las proyecciones, Argentina va a presentar un valor de este índice por encima de 100. Eso significa que habrá más de una persona de 60 años por cada niño menor de 15. Esta situación se observará en República Dominicana sólo después de 2050. Este fenómeno tendrá repercusiones profundas en la vida de las familias y en la organización de la seguridad social, toda vez que desde ese momento habrá más abuelos que nietos en la población.

La relación de dependencia potencial es una manera alternativa de expresarla relación numérica entre los más propensos a ser económicamente activos y los más propensos a ser dependientes por edad. Es la relación de las personas de 15 a 59 años de edad respecto a la población de 60 años y más, y es inversa a la tasa de dependencia de la población de 60 años y más. La gráfica 6 muestra la evolución de este indicador para ambos países entre 1950 y 2050. En Argentina hubo un rápido descenso en el indicador entre 1950 y 1990 por el aumento de la proporción de adultos mayores. En República Dominicana, el declive empezó a acelerarse a partir de 1980. Desde 2030, las dos curvas tienen un nivel similar y se comportan con una caída paralela.

Es importante mencionar que, en República Dominicana, el valor pasa de cerca de 11 en 1980, a menos de seis en 2020. Eso significa un cambio brusco de un país que está lejos de la cobertura universal de los sistemas de seguridad social para los ancianos.

Los cambios en Argentina no son tan bruscos. Los valores del indicador en 1980 fueron de cinco activos por cada adulto mayor y en 2020 este indicador será cercano a cuatro. A pesar de la ligera disminución en el indicador, representa una preocupación por el deterioro en la cobertura del sistema de seguridad social de Argentina. Según datos del SIISE, la cobertura pasó de 67 por ciento en 1997 a 55.4 por ciento en 2005.

Otro indicador es la "Relación de apoyo parental o a los padres", que es una medida utilizada comúnmente para evaluar las demandas de las familias para prestar apoyo a sus miembros ancianos. La relación de apoyo a los padres debe ser tomada sólo como un indicador aproximado de los cambios necesarios en el sistema de apoyo familiar para los ancianos.

Es el número de personas mayores de 80 años, con respecto a sus supuestos cuidadores, las personas de entre 50 y 64 años.

Este indicador en República Dominicana fue 22.38 personas de entre 50 y 64 años para cada uno de 80 años y más en 1980. Para el año 2000 este valor se redujo a menos de la mitad, situándose en 10.58. Una vez más, los cambios en Argentina han sido menos bruscos, y el valor de este indicador se redujo de 12.83 en el año 1980 a 7.02 en 2000 (gráfica 7).

La tendencia de este indicador reafirma la hipótesis de que cada vez será más difícil para las familias dar protección social a sus mayores. Es en esta instancia cuando el Estado adquiere un papel fundamental.

Una de las consecuencias del proceso de envejecimiento demográfico es el cambio en las exigencias del trabajo no remunerado, particularmente el trabajo de cuidado de personas. El llamado Índice de Madrid es un indicador que permite una aproximación a la medición del impacto en la atención de las necesidades de cuidado de las personas potencialmente demandantes. Por otra parte, el índice refleja las necesidades de tiempo dedicado por los individuos al cuidado de niños o ancianos.

En el periodo comprendido entre 1950 y 2050 se observa que la disminución de la fecundidad ha reducido el valor total de este índice debido a que el porcentaje de la población infantil ha descendido y el número creciente de adultos mayores no llega a compensar esta disminución del porcentaje de niños ni aun para el año 2050. Esta situación se traduce en una menor cantidad de niños qué cuidar y un número de ancianos todavía no muy alto a los cuales dedicar cuidados. Por tal motivo, Cepal (2008) señala la presencia de una ventana de oportunidades de la transición demográfica cuando la relación de dependencia va a descender considerablemente, llamada bono demográfico, que generaría una situación favorable para el desarrollo. Esto, porque las posibilidades de ahorro e inversión aumentarán, siempre que la situación demográfica vaya acompañada de políticas macroeconómicas que estimulen la inversión productiva para incrementar las posibilidades de empleo.

La gráfica 8 muestra el comportamiento del índice en ambos países. En República Dominicana hubo un leve incremento entre 1950 y 1960, para caer abruptamente a partir de 1970, debido a la caída de la fecundidad. En Argentina, el índice experimentó un aumento hasta 1980, iniciando un descenso a partir de 1990; para el año 2050, el índice comenzará a subir de nuevo como resultado del proceso de envejecimiento de la población.

El Celade ha clasificado a los países de América Latina en cuatro grupos diferentes, de acuerdo con los valores de sus indicadores de envejecimiento, como se muestra en el cuadro 1. Según este cuadro, Argentina y Chile están entre los países con envejecimiento poblacional moderadamente avanzado, mientras que la República Dominicana, igual que la mayoría de países de América Latina, se encuentra en el grupo con envejecimiento poblacional moderado. Ahora bien, ¿tiene esta diferencia consecuencias en los arreglos residenciales de las personas mayores? ¿Tiene impacto en la forma en que se organizan en sus hogares?

Paulo Saad (2005) argumenta que, aunque el aumento de la residencia en hogares nucleares o unipersonales es un reflejo de las condiciones favorables y del deseo de los adultos mayores en los países desarrollados, esto no es lo que sucede en América Latina, donde la corresidencia es la estrategia de apoyo a los ancianos con mayores niveles de vulnerabilidad.

En Argentina, según datos de la Cepal, el porcentaje de ancianos que vive por debajo de la línea de la pobreza es menor que el de los grupos de edad más jóvenes. Esta situación es probablemente una consecuencia de las condiciones de bienestar presentes en ese país hasta la década de 1970, lo cual llevó a la acumulación de activos y, por ende, a asegurar una jubilación o pensión a las personas al llegar a la edad adulta mayor, así como a disponer de una vivienda propia. En República Dominicana, en cambio, la situación se invierte. Es mayor la proporción de personas mayores por debajo de la línea de la pobreza que la de personas adultas jóvenes en esta condición. El porcentaje de personas mayores que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza es mayor que el de adultos jóvenes. Esto implica una mayor vulnerabilidad de los adultos mayores dominicanos (cuadro 2) debido a la falta de políticas concretas de apoyo a la población anciana durante muchos años y a problemas económicos de larga data. De esta manera, a pesar de la reciente inclusión en la seguridad social emergente en el país, la cobertura sigue siendo baja para esta población en la República Dominicana (menos de 20 por ciento).

Dada esta situación de pobreza e indigencia de los ancianos de República Dominicana, se hace necesario un mayor número de hogares con personas de edad avanzada corresidentes en este país respecto a Argentina.

La gráfica 9 muestra la distribución porcentual de los tipos de hogares con personas mayores en Argentina y República Dominicana. De acuerdo con el procesamiento de los microdatos censales, el número promedio de personas por hogar en República Dominicana fue 3.88, mientras que en Argentina era de 2.96 personas por hogar. La gráfica muestra una mayor proporción de argentinos mayores que viven solos (casi 17 por ciento) en comparación con República Dominicana, donde la proporción es de 11 por ciento.

También hay una mayor proporción de ancianos que viven en hogares nucleares, 47 por ciento de los hogares con personas mayores en Argentina frente a 33 por ciento de hogares con adultos mayores en Dominicana.

Este hecho concuerda con Saad (2005) en el sentido de que los países latinoamericanos más avanzados en su transición demográfica tienen una mayor proporción de ancianos que viven solos, y sugiere que este patrón se repetirá en el resto de los países.

La proporción se invierte con respecto a la proporción de personas mayores en hogares extendidos (52 por ciento de los hogares dominicanos, en contraste con más de 32 por ciento de hogares argentinos). Los hogares compuestos con personas mayores son escasos en ambos países: cuatro por ciento en los hogares dominicanos y tres por ciento en Argentina.

Llama poderosamente la atención la proporción de adultos mayores que viven en hogares colectivos. En República Dominicana es sólo 0.09 por ciento, mientras que en Argentina la proporción es de 2.3 por ciento.

Es relevante, para profundizar en el análisis, destacar el bajo nivel de institucionalización de los adultos mayores en República Dominicana. Podría ser debido a los patrones culturales que expresan la voluntad de los dominicanos de preservar sus adultos mayores dentro de los hogares, además de reconocer la escasez de instituciones estatales o privadas de acogida para las personas mayores en este país. Los cambios en la estructura etaria previstos por las proyecciones de población en República Dominicana harán cada vez más necesarias este tipo de instituciones.

El análisis de los datos censales incluyó una desagregación por sexo y zona rural–urbana, cuyos resultados se muestran en los cuadros 3 a 6.(4) (5)

Según se observa en los cuadros, existe una gran disparidad entre los arreglos residenciales de los adultos mayores argentinos cuando se analiza tomando en cuenta estas variables. El porcentaje de mujeres que viven solas en la zona urbana es el doble en comparación con los varones urbanos. Esta situación incluye a un grupo de mujeres mayores que vive en condiciones de vulnerabilidad múltiple: solas, en situación de pobreza y muchas veces en estado de salud precario debido a la escasa participación en el mercado de trabajo que tuvieron durante su juventud.

También es importante destacar que en la zona urbana hay un mayor porcentaje de hombres mayores que vive en hogares nucleares en comparación con las mujeres urbanas. Esta situación está asociada con el estado civil, cuyo impacto en los arreglos residenciales de las personas mayores se muestra en las gráficas 10 y 11. Como hay una mayor proporción de viudas, los hogares nucleares se disuelven y aunque una proporción de mujeres deciden vivir solas, otra proporción pasan a vivir con sus familiares, conformando hogares extendidos (los que incluyen más frecuentemente mujeres).

Por otro lado, en los hogares rurales argentinos hay una mayor proporción de hombres mayores que viven solos en comparación con las mujeres. Esto se debe probablemente a la situación de mayor aislamiento familiar en la que viven los trabajadores rurales, tal vez por la migración de sus descendientes, tanto a las zonas urbanas, como al extranjero.

La organización de la familia de los adultos mayores en República Dominicana repite el patrón de una mayor presencia de los hombres en hogares nucleares y una presencia mayor de las mujeres en hogares extendidos. El hecho notable, a diferencia de Argentina, es que la proporción de mujeres que viven solas no difiere de los hombres, pero en un porcentaje mucho menor que en Argentina. En ese sentido, parece que las mujeres dominicanas, una vez viudas, es más probable que pasen a vivir en hogares extendidos que en un hogar unipersonal. 60 por ciento de las mujeres mayores de zonas urbanas vive en hogares extendidos. Como en Argentina, en República Dominicana se observó nuevamente una mayor proporción de hombres mayores que viven solos en los hogares rurales, probablemente por la misma circunstancia que se menciona en Argentina.

Más de 40 por ciento de los hombres mayores en Argentina sin pareja viven solos, y esto ocurre en 37 por ciento de los dominicanos mayores de 60 años que no tienen pareja y 34 por ciento de las mujeres argentinas mayores de 60 años. Estos hallazgos no se observan en el caso de las mujeres dominicanas sin pareja, de las cuales sólo 16 por ciento viven solas.

Las gráficas también muestran que existe una preferencia de los adultos mayores argentinos por vivir en hogares nucleares y de los adultos mayores dominicanos en hogares extendidos. Se enfatiza que por cada 10 mujeres dominicanas sin pareja, seis de ellas viven en hogares extendidos.

En otro orden, se destaca que debido a la mayor esperanza de vida de las mujeres en ambos países y los patrones culturales de las mujeres que viven con pareja, se espera una mayor viudez femenina. De acuerdo con el censo dominicano, el porcentaje de hombres mayores de 60 años sin pareja es de 27 por ciento, en contraste con 58 por ciento de las mujeres. En Argentina, la situación es más aguda, donde 26 por ciento de los hombres mayores de 60 años no tiene pareja y 59 por ciento de las mujeres están pasando por la misma situación.

Otro hecho que se destaca en Argentina como una alternativa a no vivir solo es la institucionalización de los ancianos. Casi seis por ciento de los hombres sin pareja vive en un hogar colectivo.

Por último, también es importante resaltar el porcentaje de hogares con adultos mayores en ambos países, como se muestra en el cuadro 7. Este cuadro muestra que a pesar de que Argentina es un país más envejecido y cuenta con una mayor proporción de adultos mayores, en República Dominicana, curiosamente, los porcentajes de hogares con adultos mayores en zonas rurales y urbanas son los mismos.

 

Conclusiones

La transición demográfica es un fenómeno que afecta a todos los países de América Latina, pero algunos países, como Argentina, están en una etapa avanzada de transición con respecto a otras, como República Dominicana. El envejecimiento poblacional, subsiguiente a la transición demográfica, se desarrollará en los próximos años más lentamente en Argentina que en República Dominicana, donde el aumento de población mayor se producirá de manera más acelerada.

Todos los indicadores analizados para evaluar la evolución del envejecimiento en ambos países muestran un patrón y una tendencia similar, aunque en diferentes momentos en el tiempo. Argentina está más avanzada en el proceso de envejecimiento que República Dominicana, lo cual explica las diferencias en los niveles de los indicadores, pero con una tendencia a evolucionar de forma paralela a partir del año 2030.

El hecho de que Argentina, como otros países de la región, haya comenzado el proceso de envejecimiento antes que el resto, puede ser utilizado por República Dominicana para aprovechar la experiencia de los éxitos y los errores en los modelos de políticas de Estado aplicadas en el área de salud y seguridad social dirigidos a la población adulta mayor, porque el propósito de los modelos de referencia es atender a una población con cultura y situaciones socioeconómicas más similares a las de los países europeos o a Estados Unidos.

Como en la mayoría de los países del mundo, hay más mujeres mayores que hombres mayores debido a la sobremortalidad masculina. En general, las mujeres han participado de una manera más informal en el mercado de trabajo y también han sufrido una historia de discriminación de género. Además, se puso de manifiesto una tendencia cultural de las mujeres a emparejarse con hombres de edades mayores que ellas, lo que en el largo plazo genera una gran cantidad de mujeres viudas. Esta situación provoca la aparición de formas de vejez femenina, donde se suman diferentes vulnerabilidades, como pobreza, soledad o enfermedad, no siempre visibilizadas. Este hecho debe tenerse en cuenta para aplicar las políticas públicas.

Se observan diferencias importantes en los arreglos residenciales entre ambos países. En Argentina existe una mayor prevalencia de hogares nucleares y unipersonales entre los adultos mayores, mientras que en República Dominicana priman los hogares extendidos.

Esta situación tiene dos explicaciones: en primer lugar, en República Dominicana hay una tendencia más arraigada a no dejar que los ancianos vivan solos, por lo que pasan a vivir en hogares extendidos.

En segundo lugar, muchas personas de edad avanzada en Argentina son sobrevivientes de un Estado de bienestar experimentado en las décadas 1950–1960, y por lo tanto están en una posición financiera tal que les permite seguir viviendo en hogares nucleares sin importantes limitaciones socioeconómicas. También existen diferencias claras en los arreglos residenciales cuando se analizan los datos de ambos países por el estado civil y zona de residencia.

Es necesario considerar que el proceso de envejecimiento será experimentado de manera diferente en ambos países, según las políticas sociales y económicas destinadas a hacer frente al aumento gradual de la proporción de la población en estos grupos de edad. Estas políticas deben basarse en un principio de equidad y tener en cuenta las peculiaridades de este grupo poblacional y sus necesidades diferenciadas con respecto a las de la población total.

 

Bibliografía

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Nota

1 Es importante considerar que esta carga de cuidado limita a las mujeres el acceso a oportunidades de empleo y educación, incrementando la situación de pobreza de ellas, toda vez que son las mujeres las que comúnmente cuidan de sus parientes inactivos.

 

Información sobre autor(es)

Enrique Peláez. Es doctor en Demografía por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba y magister en Demografía por el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Actualmente es investigador de Conicet. Ha publicado: 2004, Envejecimiento poblacional en la Provincia de Córdoba: situación actual y perspectivas futuras, Universidad Nacional de Córdoba; 1999, La expectativa de vida en Córdoba. Causas de muerte que impactan en su descenso, impreso por Universitas. Córdoba.

Jafmary Féliz–Ferreras. Es maestra en Salud Pública. Estudió en la Faculdade de Saúde Pública e Higiene de la Universidade Sâo Paulo, en Brasil. Doctora en Medicina por la Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana. Actualmente es investigadora en la Unidad de Género y Estadística de la Oficina Nacional de Estadísticas en República Dominicana. Formó parte del equipo de redacción del Boletín Epidemiológico del VIH–SIDA–ETSde PROCETS, vol. 10, números 2–3–4, Santo Domingo, diciembre 1998; y del Boletín Epidemiológico del VIH–SIDA–ETS de PROCETS vol.11 núm. 5, Santo Domingo, enero–marzo 1999. Participó en la elaboración del protocolo genérico de la Segunda Generación de Encuestas de Seroprevalencia del VIH, DIGECITSS, septiembre 2001, y elaboró el Manual e indicadores básicos en el diseño y seguimiento de proyectos para la Colectiva Mujer y Salud, Santo Domingo, 2000.

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