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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.14 no.56 Toluca abr./jun. 2008

 

Migración internacional y remesas: impacto socioeconómico en Guerrero

 

International migration and remittances: socio-economic impact on the State of Guerrero

 

Alejandro Díaz Garay* y María del Carmen Juárez Gutiérrez**

 

* Universidad Autónoma de Guerrero

** Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Resumen

A pesar de no formar parte de la región histórica generadora de migración hacia Estados Unidos, Guerrero experimenta un gran crecimiento de la migración internacional desde la última década del siglo XX, por lo cual ha pasado a formar parte de los estados expulsores emergentes del país. Se midió el impacto social de la migración internacional y el impacto económico de las remesas familiares y colectivas. Se aplicó una encuesta y se realizaron 27 entrevistas. Las remesas familiares suplen principalmente las necesidades básicas del hogar. Las remesas colectivas atenúan la marginación. En general, las remesas se destinan sobre todo al consumo de bienes y servicios básicos; marginalmente, a la inversión productiva generadora de empleos.

Palabras clave: migración internacional, procesos migratorios, redes sociales, organizaciones comunitarias.

 

Abstract

In spite of not belonging to the historical region of the international migration of Mexico towards the United States, Guerrero experiences a remarkable growth of the international migration since the last decade of the XX century, becoming part of the emergent States of the country. The objective was to measure the social and economic impact of the international migration on both familial and collective remittances. One survey and 27 interviews were applied. Familial remittances mainly replace the basic necessities of the households. The collective remittances alleviate marginalization. In general, remittances are essentially destined to the consumption of basic goods and services, scarcely to generate productive investment.

Key words: international migration, migratory processes, social networks, communitarian organizations.

 

Introducción

La migración internacional es un fenómeno mundial que se ha intensificado en décadas recientes, trastocando el ámbito económico político y social de las naciones. En México, los procesos migratorios hacia Estados Unidos datan del siglo XLX, y en la actualidad representan el mayor circuito migratorio entre dos países a nivel mundial.

A diferencia del patrón migratorio tradicional entre México y Estados Unidos, que involucraba una población de origen rural, de sexo masculino y una estancia promedio de seis meses, el nuevo patrón migratorio se ha diversificado. En la actualidad se observan corrientes de población de origen urbano, además de la rural, una estancia mayor a seis meses, una mayor participación femenina y de sectores poblacionales inactivos (niños y ancianos). Consecuencia de lo anterior es el abandono de comunidades y, por ende, la creciente pérdida de mano de obra. Esta pérdida de potencial de desarrollo -al exportar recursos humanos- es el impacto negativo más importante de las comunidades inherente al fenómeno social de la migración internacional (PNUD, 2007). Partida (2006) ha reconocido una mejor calificación en la mano de obra potencial que se fuga respecto a la que permanece en el país.

A pesar de no pertenecer a los estados de tradición migratoria de México hacia Estados Unidos, Guerrero experimenta, desde la última década del siglo XX, un crecimiento sin precedentes en su flujo migratorio internacional, que en 99 por ciento tiene como destino el vecino país del norte (INEGI, 2001b). En promedio, en cada municipio guerrerense, ocho por ciento de los hogares reciben remesas familiares, pero existen municipios en los que hasta 34 por ciento de los hogares reciben dichos ingresos. El índice migratorio de CONAPO (2002) clasifica a Guerrero con un grado de intensidad migratoria alto, equiparándose a entidades como Jalisco y San Luis Potosí, pertenecientes a la región tradicional de la migración mexicana hacia Estados Unidos.

Zamudio (2004) señala que la migración de Veracruz hacia Estados Unidos se caracteriza por su juventud, velocidad y heterogeneidad. Estos rasgos también se observan en Guerrero. Ambas entidades pertenecen al grupo de entidades llamadas emergentes por su reciente y notable incorporación a la dinámica migratoria entre México y Estados Unidos.

A partir de 1960, la tendencia de la tasa media anual de crecimiento demográfico de Guerrero ha sido negativa. En la década de 1960 alcanzó 3.1 por ciento; en la de 1970, 2.7 por ciento; en la de 1980,2.2 por ciento; en la de 1990, 1.6 por ciento, y entre 2000 y 2005 subió tan solo en 0.3 por ciento, siendo una de las tasas más bajas del país (INEGI, 2001a; INEGI, 2005). La relativa estabilidad en las tasas de natalidad y mortalidad ponen al descubierto la pérdida de población derivada de la migración.

La causa principal de la migración internacional en Guerrero es la falta de oportunidades laborales. Sin embargo, las redes sociales1 (González, 2006), aunadas a los salarios mejor pagados, son elementos que influyen en la decisión de migrar, por lo cual quedan en segundo plano las distancias geográficas y los costos económicos de los desplazamientos. La teoría que más se ajusta a la migración mexicana actual es la del capital social (Faret, 1998; Durston, 2000; Massey y Aysa, 2005). Las redes migratorias configuran un sistema complejo de relaciones sociales que contribuye al mantenimiento del proceso migratorio aseguran Domingo y Viruela (2001).

Una peculiaridad de la migración por redes es su unidireccionalidad. Durand y Massey (2003) en su encuesta Proyecto de Migración Mexicana, cuya muestra de 73 comunidades incluía a cuatro procedentes de Guerrero, detectaron que 56.3 por ciento de los guerrerenses han preferido el estado de Chicago, Illinois, como ciudad de destino.

Los objetivos de la encuesta que da pie a este artículo fueron observar el impacto socioterritorial de la emigración internacional del estado Guerrero hacia Estados Unidos, medir la repercusión económica de las remesas individuales y colectivas, y contribuir a la documentación y análisis del fenómeno de la emigración internacional de Guerrero, particularmente observando las organizaciones de migrantes que radican en Chicago, Illinois. Esta información servirá de fuente primaria a los interesados en el fenómeno de la migración de Guerrero.

 

Materiales y métodos

El estudio de caso se realizó en la comunidad de San Juan Unión, municipio de Taxco de Alarcón, localizada en la región Norte del estado de Guerrero, a 1 350 msnm, con latitud de 18°25' 56" Ny longitud de 99°37' 47" O. Durante febrero de 2006 se inició el trabajo de campo con la observación participativa, registrando en el diario de campo aspectos geográficos y poblacionales típicos. Al mismo tiempo se inició la aplicación de entrevistas a profundidad (10/27) a informantes clave de la comunidad de San Juan Unión; maestros, exmigrantes, comisario municipal, amas de casa. En septiembre de 2006 se continuó en la ciudad de Chicago, Illinois, con la ejecución de entrevistas a profundidad (17/ 27). Las entrevistas se aplicaron a líderes de organizaciones comunitarias guerrerenses, representantes de gobierno mexicano y estadunidense, así como a migrantes pioneros. Mediante la técnica de la observación participativa aplicada en Chicago se logró captar las formas de organización comunitaria de los migrantes guerrerenses y su cosmovisión binacional.

Basado en la propuesta metodológica de Yúnez-Naude y Taylor (1999) para el estudio de pequeñas poblaciones rurales, en febrero de 2007 se aplicó una encuesta socioeconómica en San Juan Unión. El instrumento de medición fue un cuestionario semiestructurado. De un universo de 152 hogares que comprende la AGEB 038-9 (INEGI, 2002), misma que representa a 100 por ciento de la comunidad, fue seleccionada una muestra representativa de 27 hogares, utilizando la técnica del muestreo aleatorio simple. El nivel de confianza fue de 95 por ciento y el margen de error de +/- cinco por ciento. Las primeras preguntas (4/ 39) permitieron identificar el sexo, edad, grado de escolaridad y estado civil de los encuestados. Las demás preguntas (35/39) arrojaron información sobre los montos, frecuencias, formas de envío y gasto de las remesas individuales; tipos de empleo, ingresos, nivel de vida, estatus migratorio, tiempos de estancia, entre otras variables de análisis. El cuestionario fue la guía temática de la entrevista colectiva aplicada a estudiantes (nueve niñas y diez niños) del sexto año de la primaria localizada en San Juan Unión, con la finalidad de conocer la percepción de la migración internacional desde edades tempranas.

Se diseñó uñábase de datos cuyo análisis se hizo con el Statistical Package for the Social Sciences (SPSS). Cada cuestionario fue verificado en la base de datos por su numeración consecutiva. El análisis de datos consistió en la aplicación del análisis estadístico descriptivo. Fueron elaboradas figuras de variables para su exposición en el apartado de resultados.

 

Resultados y discusión

Para analizar el impacto socioterritorial de la migración internacional de San Juan Unión hacia Estados Unidos y con base en la propuesta de Durand y Massey (2003), se definieron cuatro etapas: primeros enganches (1890-1941), Programa Bracero (1942-1964), migración indocumentada (1965-1986), legalización de la migración y migración clandestina (1987-2007). La repercusión económica fue medida a partir de las remesas, individuales y colectivas, según las definiciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en el Simposio del 2000 y la tipificación de Goldring (2005).

 

Primeros enganches (1890-1941)

Las primeras migraciones guerrerenses en Estados Unidos fueron detectadas por Foerster y Gamio durante la segunda década del siglo XX, alcanzando 0.2 por ciento nacional (Durand y Massey, 2003). En San Juan Unión, los primeros movimientos migratorios datan de 1941. Desde sus inicios, la migración era de tipo laboral; los campesinos que se aventuraban a dejar su comunidad eran muy pocos, se iban a trabajar en el mantenimiento de las vías del ferrocarril y en la recolección de frutas y hortalizas en los estados fronterizos.

 

Programa Bracero (1942-1964)

El Programa Bracero se caracterizó por fomentar una migración legal, de origen rural, de retorno y de sexo masculino. La comunidad de San Juan Unión cumplía con ese perfil, de ahí que fuese una de las primeras en incorporarse al Programa Bracero en Guerrero. Las migraciones pioneras tuvieron el efecto multiplicador de difundir las nuevas prácticas migratorias en las comunidades rurales donde la movilidad espacial ya existía pero sobre distancias más cortas. De tal modo que las experiencias bajo contrato sirvieron en primer lugar de exploración para pocos individuos; posteriormente, servirían de modelo para la extensión del fenómeno a otras comunidades aledañas. En sus inicios, la posibilidad de tener un trabajo temporal en Estados Unidos no tuvo el impacto deseado, como sí ocurrió en los migrantes de Zacatecas o Jalisco, regiones de tradición migratoria internacional. Para partir, los voluntarios debían acudir al centro de reclutamiento más próximo, que en este caso era Chilpancingo, a una distancia de 144 km. El gasto para solicitar el ingreso al próximo reclutamiento corrió a cargo de los interesados, lo cual representó un obstáculo para quien se desenvuelve bajo una economía de autoconsumo. Adicionalmente, la incertidumbre de viajar a otro país que se sabía en guerra era un factor de inhibición.

Un requisito inicial para solicitar el ingreso al Programa Bracero era haber cumplido con el servicio militar y tener mayoría de edad. La forma de contratación oficial era la siguiente: la Secretaría de Gobernación hacía llegar la convocatoria a las comisarías de la región. Después, los comisarios citaban al pueblo para reunirse en asamblea, y los interesados en trabajar en los campos agrícolas estadunidenses debían manifestarlo para elaborar una lista, que en el caso de San Juan nunca rebasó los 20 integrantes. Una vez completada la documentación, gobernación daba a conocer la lista definitiva de quienes habían sido aceptados en el Programa Bracero.

La aparición en San Juan Unión de las lógicas de la migración temporal a Estados Unidos responde sobre todo a un conjunto de factores de atracción procedentes del lugar de destino, es decir, Estados Unidos. Esa es la trayectoria de los primeros migrantes en Estados Unidos que jugaron verdaderamente el rol de esbozo de la cadena migratoria que se va a desarrollar más tarde.

En la historia local de la migración, el esquema observado era el siguiente: en un primer momento, un migrante movido por el programa bracero o por sus relaciones con otras personas de otro pueblo de la región, como Huahuaxtla, Icatepec, Huixtac, Zapoapa o Temaxcalapa (mapa 1), difunde en su entorno las posibilidades de trabajo en las actividades agrícolas de Estados Unidos. El trabajo era fundamentalmente el mismo que se ejercía en los campos agrícolas de México, pero con una mejor paga. En un segundo momento, ese pionero o alguna otra persona decide abandonar sus actividades rurales de siempre para intentar su oportunidad en el extranjero. La fuerte demanda de personal poco calificado, dispuesta a trabajar por los bajos salarios y sin garantía de permanencia, abre entonces una brecha para hacer llegar a otros comuneros. Algunos trabajaban en la pizca de algodón y tomate; otros, en la recolección de betabel, apio y brócoli, en los campos agrícolas de California, Arizona y Texas. Los habitantes de San Juan preferían trabajar en la recolección de hortalizas, por ser una actividad cercana a su experiencia laboral. Lapaga era 0.85 dólares por hora y la jornada de trabajo era de aproximadamente 10 horas diarias. A partir de ese momento, el sistema migratorio se pone en marcha directamente entre la comunidad en México y el centro urbano en Estados Unidos (Faret, 1998).

Cada uno de los aspirantes a trabajaren los campos agrícolas estadunidenses era sometido a una primera inspección física. Aprobado el examen médico en tierras mexicanas, proseguían el viaje, siempre por vía terrestre, con rumbo a la ciudad fronteriza de Mexicali, Baja California, por donde cruzaban los límites internacionales hasta llegar a Calexico, California, donde se realizaba un segundo y definitivo examen médico a los mexicanos reclutados, de cuyo resultado dependía la contratación temporal en los campos agrícolas de la frontera sur de Estados Unidos.

Una vez pasada la inspección sanitaria, los migrantes eran llevados a tomarse la foto para la credencial que portarían durante su estancia en Estados Unidos y después procedían a firmar su contrato laboral. Dependiendo de la actividad agrícola a desarrollar, se elegían hasta mil trabajadores para emplearse en una misma plantación. Dentro de las ventajas del Programa Bracero estaba el hecho de que la migración era legal, había garantía de un trabajo, así como la paga puntual por el trabajo devengado; los agricultores contaban con instalaciones para los trabajadores inmigrantes, donde dormían, comían y se aseaban; además, contaban con servicio de transporte de ida y vuelta a los campos agrícolas. La migración era temporal. Los contratos podían ser de sólo 45 días y si el trabajador resultaba del agrado de su patrón, se le extendía su contrato laboral más allá de los seis meses. A pesar de que era una migración institucionalizada por los gobiernos de México y Estados Unidos, tenía sus sesgos. Algunos aspirantes a irse en la siguiente temporada viajaban a México en busca de un 'coyote' que los incluyera en la lista de gobernación por una cantidad que oscilaba entre 300 y 500 pesos, equivalente a una semana de trabajo en Estados Unidos. Aunque es preciso señalar que paralela a la migración por contrato había una migración ilegal entre México y Estados Unidos.

 

Migración indocumentada (1965-1986)

A pesar de haber concluido el Programa Bracero, la migración internacional de San Juan Unión a Estados Unidos continuó ahora al margen de la institucionalidad.

Los datos de la encuesta no registran desplazamientos hacia Estados Unidos entre 1965 y 1969, y las entrevistas realizadas a los migrantes confirmaron tal evidencia. A partir de 1970 reinicia la migración en San Juan Unión, después del Programa Bracero. Su principal característica era ser indocumentada. Los migrantes que decidían cruzar la frontera norte del país buscaban hacerlo contratando los servicios de un 'coyote'.

En 1970, el costo de cruzar la frontera de manera ilegal era de 200 dólares en promedio; a fines de esa década se elevó a 500. En la década de 1980 se duplicó el precio, llegando a costar hasta 1 000 dólares por persona. En los años de 1990 volvió a duplicarse el costo por cruzar ilegalmente y alcanzó el precio de 2 000 dólares por persona (gráfica 1).

El alza de las tarifas provenientes del coyotaje se debía a una mayor demanda por pasar la frontera en forma ilegal, debido a que mujeres y familias completas se incorporaron al flujo migratorio de indocumentados, quienes cruzaban por el puente con identidades falsas; así como a que se incrementó la vigilancia y control de la patrulla fronteriza estadunidense.

Para la mujer, el costo mínimo de cruzar ilegalmente la frontera norte del país en 1990 era de mil dólares y lo más que se ha llegado a pagar son dos mil dólares en el año 2003.

La mitad de los encuestados dijeron haber cruzado por primera vez la frontera México-Estados Unidos durante el periodo 1965-1986. Los dos puntos principales de cruce fueron Nogales y Tijuana; otros puntos de menor afluencia fueron Laredo, Piedras Negras y Matamoros.

En San Juan Unión se registra una migración todavía masculina, pero ha descendido la edad promedio respecto a la etapa anterior. Ahora se registran casos de 16 y 17 años, la mayoría apenas rebasa los 20 años de edad. Son los hijos de los migrantes del Programa Bracero, que también reclaman el derecho de "probar suerte" y de paso "conocer el Norte" del que siempre se habla como la panacea.

Entre 1980 y 1986, el surgimiento de un flujo de trabajadores temporales marcó una etapa clave de todo el proceso migratorio en San Juan Unión. A partir de ese momento, la dinámica de los flujos fue más intensa. En esta etapa la migración seguía siendo circular (ida y vuelta) aunque con una tendencia a permanecer por periodos más prolongados respecto al Programa Bracero. El total de los habitantes de San Juan Unión que decidieron migrar durante esta etapa ya regularizaron su situación migratoria. El 53 por ciento tiene residencia y 47 por ciento la ciudadanía. Sus edades actuales fluctúan entre 40 y 62 años, con un caso extremo de 71 años, pero que decidió regresar a San Juan Unión a pasar sus últimos días.

El año de 1986 fue puesta en vigor la Ley de Reforma y Control de la Inmigración (IRCA por sus siglas en inglés). Su objetivo era poner fin a la migración indocumentada y regularizar la situación migratoria de los trabajadores inmigrantes no autorizados. Se legalizaron 2.7 millones de inmigrantes, la mayoría de ellos de origen mexicano (Durand y Massey, 2003). Sin embargo, esta medida tuvo efectos alternos contrarios a la meta trazada, ya que en vez de frenar la migración ésta se propagó. Los impactos en San Juan Unión fueron el creciente abandono del campo y la perdida de individuos en la más alta edad productiva y unidades familiares completas.

 

Legalización de la migración y migración clandestina (1987-2007)

Datos de la encuesta aplicada señalan que 40.7 por ciento de los migrantes indocumentados llegaron a Estados Unidos a partir de 1987, una vez finalizado el proceso de amnistía. Después de 20 años continúan sin regularizar su situación migratoria. Por otra parte, quienes lograron legalizarse con la ley de amnistía han traído a más miembros, se han casado, han tenido hijos, y eso formó una masa crítica que en la década de 1980 era fundamentalmente indocumentada. Hoy en día son documentados, pero también hay muchos indocumentados que requieren de una nueva amnistía que ponga fin a la zozobra de dos décadas.

La comunidad de San Juan Unión se enmarca plenamente en esta realidad. Los migrantes que llegaron a Chicago antes de 1982 lograron su residencia en 1986, apelando a la ley IRCA. Desde 1991 empezaron a hacerse ciudadanos estadunidenses. Se le llama clandestina a esta etapa porque en algunos casos recurrieron a la falsificación de identidades o a la alteración de fechas para poder demostrar su ingreso a Estados Unidos antes de 1982.

Entrar y salir de Estados Unidos de manera legal fue para ellos un gran logro. El derecho a reintegrar su familia nuclear aumentó notablemente los flujos. Esta lógica migratoria desatada por la amnistía aceleró la migración internacional en la década de 1990, fortaleciendo las redes familiares y comunitarias.

La entrevista colectiva constató que todos los estudiantes de sexto año tienen al menos un familiar trabajando en algún lugar de Estados Unidos. La percepción del fenómeno de la migración varía según el sexo. Mientras que los niños esperaban cumplir 15 años de edad para irse a trabajar "al Norte", las niñas no estaban interesadas en migrar a Estados Unidos. La razón principal es la prohibición de los padres para salir de casa solteras ante el temor de que se casen con alguien de otra comunidad, de otro estado e incluso de otro país y nunca más regresen al pueblo, además de que no se esperaba que mandaran remesas. No obstante, la encuesta revela que a partir de 1990 surge en San Juan Unión la migración ilegal femenina, observándose una continuidad en los flujos, edades desde los 18 años, a pesar de las resistencias de los padres. La entrevista a profundidad realizada a una joven confirma los datos de la encuesta. Ella cursó hasta la telesecundaria, estuvo tres años sin estudiar ni trabajar, estaba decidida a migrar hacia Estados Unidos antes de terminar el año 2007.

La secundaria es el máximo nivel académico que puede alcanzar un estudiante en San Juan Unión. Para continuar estudiando a nivel medio superior, los jóvenes deben migrar a Iguala o Taxco. Si desean continuar con la licenciatura, la migración debe ser hacia Chilpancingo o Acapulco, ciudades donde se concentra la oferta educativa a nivel superior en Guerrero. Lo cierto es que los jóvenes prefieren migrar hacia Estados Unidos, pues no ven la educación como opción para superar sus actuales niveles de vida. Las experiencias exitosas de algunos migrantes es el único referente laboral de los adolescentes y de los niños de San Juan Unión, aun cuando ha habido casos de muerte e invalidez de migrantes que fueron a trabajar a Estados Unidos (Don Macario Guzmán, entrevista, 24 de febrero de 2007, San Juan Unión, Taxco de Alarcón, Guerrero. Ex migrante del Programa Bracero).

Datos de la AGEB 038-9 (INEGI, 2002), que abarca 100 por ciento del territorio de San Juan Unión, muestran que la población económicamente activa es de tan solo 12.7 por ciento. Predomina la actividad primaria, misma que absorbe 59 por ciento de la fuerza laboral. No obstante, el abandono del campo es evidente.

Los constantes flujos migratorios han alterado la estructura poblacional de la comunidad; la resultante ha sido una mayor presencia infantil y de adultos mayores. El índice de masculinidad es de 85.1 por ciento, mismo que alcanza su valor más crítico (64.2 por ciento) al tomar en cuenta al segmento de población de 18 y más años. Por otra parte, al emigrar los jóvenes se da una pérdida de las potencialidades de desarrollo (PNUD, 2007).

La encuesta aplicada a la comunidad de San Juan Unión precisa la información de la entrevista colectiva respecto a los lugares de llegada y de radicación de los migrantes.

La principal ciudad de llegada al cruzar la frontera norte del país es Phoenix, pero la principal ciudad donde radican los oriundos de San Juan Unión es Chicago (gráfica 2). Otras ciudades de llegada son Florida, Michigan, Los Angeles, Dallas y Nueva York. Respecto a las ciudades de radicación, se localizaron Florida, Michigan, Phoenix, Los Ángeles, Dallas y Carolina. Cabe mencionar que 22 por ciento de los migrantes encuestados radica en San Juan Unión. Todos ellos son personas en edad avanzada y opinaron que ya no son bien vistos para trabajar en Estados Unidos.

 

Remesas familiares

Al reconocer que no existe un consenso sobre los conceptos y definiciones relacionados con las remesas, aspecto que provoca discrepancias, tanto en la metodología empleada para medir estos flujos, como los mismos datos oficiales producto de estas mediciones, el Banco Mundial convocó en el año 2005 a los interesados en el tema incluyendo a los propios compiladores y usuarios de la información a ponerse de acuerdo (CEMLA, 2006). Tuirán, Santibáflez y Corona (2006) criticaron la metodología del Banco de México para calcular las remesas familiares, afirmando que no todos los recursos son remesas familiares, sin descartar que mediante esta forma de envíos cabría la posibilidad de que también estuviese fluyendo otro tipo de transferencias privadas, inclusive de tipo ilícito.

No obstante, para efectos de este trabajo se utilizará el concepto de remesas al que llegaron estudiosos del tema en el Simposio de Costa Rica (2000) organizado por la Cepal. Se entenderá por remesas familiares las enviadas por los migrantes a sus familias para sostenimiento; cuando éstas se utilizan para inversión, generalmente se destinan al mejoramiento de las condiciones de vivienda, compra de terrenos, capital de trabajo y activos fijos de pequeños negocios familiares o pequeñas unidades agrícolas. Por su parte, las remesas colectivas tienen su origen en las colectas que realizan los migrantes en Estados Unidos a través de sus organizaciones, con el fin de patrocinar alguna acción, proyecto, evento o festividad colectiva en sus localidades de origen. Se pueden distinguir tres destinos genéricos: patrocinio de fiestas cívicas o religiosas, obras comunitarias y proyectos de tipo empresarial (CEPAL, 2000).

Las remesas familiares elevan sustancialmente la demanda agregada del país. Por su monto anual creciente y por ser una de las principales fuentes de divisas podría ser un factor detonante del desarrollo. Sin embargo, una estrategia basada en las remesas no es el mejor escenario para el desarrollo de México (PNUD, 2007).

Guerrero recibió en el año 2003, por concepto de remesas familiares, 688 millones de dólares; en 2004 fueron 826 millones; en 2005,957 millones, y en 2006 alcanzó la histórica cifra de 1 157 millones de dólares. Las variaciones positivas interanuales oscilan entre 16 y 21 puntos porcentuales; éstas ponen de manifiesto los crecientes flujos migratorios de guerrerenses en los años recientes (Banco de México, 2007).

En 2003, las remesas familiares enviadas a Guerrero fueron de 688 millones de dólares, para el 2007 crecieron en 77.4 por ciento, alcanzando mil 240 millones de dólares.

Es notorio apreciar el ascenso de forma ininterrumpida de las remesas familiares desde 2003 hasta 2007. Sin embargo, mientras que de 2005 a 2006 crecieron a una tasa de 23.5 por ciento, para el periodo de 2006 a2007 perdieron 20 puntos porcentuales. Esta disminución en el ritmo de crecimiento de las remesas familiares es una realidad nacional. El Banco de México (2007) señala que la tasa de crecimiento anual de las remesas cerró en 1.4 por ciento, mientras que en 2006 el crecimiento anual había llegado a 20.4 por ciento en México. Las causas de tal disminución se deben al endurecimiento de las medidas para atenuar la migración ilegal a Estados Unidos, la desaceleración en el sector de la construcción y las expectativas de menor crecimiento en la economía de aquel país.

Las remesas familiares representaron ocho por ciento del producto interno bruto del año2004 (INEGI, 2006). Para2007, dichos ingresos fueron equivalentes a 53 por ciento del presupuesto de egresos del estado de Guerrero para ese año (Banco de México, 2007; Cámara de Diputados, 2007).

En 1995, Guerrero ocupaba el cuarto lugar a nivel nacional en cuanto a ingresos del exterior por concepto de remesas familiares, después de Michoacán, Jalisco y Guanajuato, entidades de la región histórica de la migración mexicana a Estados Unidos. Hacia2005, Guerrero cayó al noveno lugar, debido a la mayor afluencia de remesas familiares hacia otras entidades emergentes, como Estado de México, Distrito Federal, Veracruz, Puebla y Oaxaca, que ocupan del cuarto al octavo lugar, respectivamente (Banco de México, 2007).

Los principales empleos de los migrantes guerrerenses en Estados Unidos son: obrero, mesero, albañil, colocador y campesino; en menor medida, limpieza, operador, panadero y almacenista. Los ingresos que obtienen por el fruto de su trabajo mensual van desde 500 hasta 4 000 dólares. El ingreso promedio fue de mil 800 dólares al mes.

Los envíos de remesas se hacen mediante giros bancarios en 37.5 por ciento de los casos; 25 por ciento, vía casas de cambio; 12.5 por ciento, por telégrafos, y 12.5 por ciento, mediante tiendas de abarrotes. Las frecuencias de envío son altamente variables. Se registraron desde cada semana hasta cada año. Los que hacen envíos semanalmente son los esposos que mandan dinero a la esposa y a los hijos, quienes llegan a depender únicamente del ingreso vía remesas. Los que reciben cada semana representan 5.3 por ciento; cada quincena, 36.8 por ciento; al mes, 26.3 por ciento; cada dos meses, 5.3 por ciento; cada medio año, 10.5 por ciento, y quienes sólo reciben una remesa al año constituyen 15.8 por ciento. Generalmente, quienes mandan cada año lo hacen así porque ya lograron reunir a su familia nuclear en Estados Unidos y radican ahí en definitiva; sus beneficiarios en México son familiares con los que no guardan una relación directa de dependencia.

Se aprecia una mayor aportación de quienes tienen más tiempo radicando en Estados Unidos, pero su frecuencia es menor a lo largo del año.

Del total de las remesas familiares recibidas, 91 por ciento es destinado a las necesidades básicas del hogar, alimentación y salud, principalmente; en menor proporción, a vestido y calzado, así como mejoramiento de la vivienda. El 4.5 por ciento se destina al ahorro con la idea de realizar un gasto mayor en el futuro y otro 4.5 por ciento se destina a invertir en algún negocio, generalmente misceláneas.

El envío de remesas de los migrantes a sus familias, al igual que el uso y destino final de estos ingresos es una decisión privada, donde ninguno de los tres niveles de gobierno tiene autoridad para intervenir sobre cómo se van a gastar esos dólares.

Respecto al impacto que las remesas han tenido en la economía familiar, 59 por ciento de los encuestados manifestaron haber mejorado su calidad de vida gracias a estos ingresos, 27.5 por ciento mencionó que muy poco y 13.5 dijo que su nivel de vida sigue igual.

En 68.9 por ciento de los casos, la madre de familia es quien decide en qué se va a gastar el dinero producto de las remesas, en 12.5 por ciento ambos cónyuges deciden, el hermano decide en otro 12.5 por ciento, y en 6.1 por ciento solamente el padre de familia toma la decisión.

 

Remesas colectivas

A través de las remesas colectivas se logran tres hechos relevantes. Cohesionar a las comunidades de origen con las comunidades de destino; involucrar a los tres niveles de gobierno y financiar obras sociales en regiones antes excluidas (García, 2005; Goldring, 2005). En el mismo sentido, la CEPAL (1999) afirmó que las remesas colectivas son importantes porque materializan un lazo espontáneo y solidario entre agrupaciones de la sociedad civil; a diferencia de las remesas familiares, se trata de recursos que se destinan fundamentalmente a la inversión social, son más susceptibles que las remesas familiares a ser usados como financiamientos productivos o para obras que requieran cierta acumulación de capital.

El hecho de que las remesas colectivas no sean utilizadas como ingreso, sino como ahorro, alienta a los gobiernos a orientar a las comunidades de migrantes para que inviertan sus recursos en infraestructura para sus comunidades, porque en un sistema de economía mixta donde los agentes privados orientan sus inversiones con criterios de rentabilidad y riesgo, y con un estado financieramente débil como para cumplir con sus más elementales obligaciones sociales, el Estado opta por cargarle la factura a los "traidores" del pasado y "héroes" del presente (Durand, 2005).

Los migrantes de San Juan Unión radicados en la ciudad de Chicago, Illinois, formaron en 2001 una organización social sin fines de lucro con la finalidad de apoyar a su comunidad de origen. En sus inicios pertenecía a la Federación de guerrerenses, misma que fue creada en 1995, luego de que la Asociación de Guerrerenses, creada a fines de la década de 1980, se fusionara con aquélla. A pesar de ser una organización autogestiva y voluntaria, los proyectos estaban condicionados por intereses políticos del gobierno estatal (Erasmo Salgado, entrevista, 22-24 de septiembre de 2006, Chicago, Illinois. Coordinador General de Clubes Unidos Guerrerenses Radicados en el Medio Oeste).

Para el año 2003, el club de migrantes de San Juan Unión renuncia a ser miembro de la Federación y conforma junto con otros 23 clubes la organización Clubes Unidos Guerrerenses del Medio Oeste. Desde 2004 impulsan la construcción del sistema de agua potable, proyecto asociado al Programa Tres por Uno para Migrantes, que por su elevado costo ha tenido que realizarse por etapas. Valga decir que el club de migrantes de San Juan es el único de Guerrero en proponer un proyecto año con año (Sedesol Guerrero, 2007).

Al igual que San Juan Unión, otras comunidades vecinas como Huahuaxtla, Huixtac, Icatepec, Tecuiciapa, Temaxcalapa y Zapoapa (mapa 1) participan del Programa Tres por Uno, financiando proyectos diversos. El municipio de Taxco de Alarcón es el más beneficiado de este tipo de remesas en Guerrero. Al mismo tiempo, en la región norte de la entidad se ubican 73 por ciento de los 151 proyectos realizados entre el 2002 y el 2006 (Sedesol, 2007).

La mayoría de los migrantes organizados a través de clubes radican en Chicago, Illinos. De hecho, en 2005, Guerrero ocupaba el primer lugar por el número de clubes que representa por encima de las entidades de tradición migratoria (tabla 1).

Durand (2005) menciona que el Programa Tres por Uno para migrantes nos revela el nuevo papel del gobierno neoliberal mexicano, que pretende descargarse de sus obligaciones aprovechándose de la generosidad de los migrantes para hacer obras de infraestructura en las comunidadesrurales, obras cuya obligación única compete al Estado. Adicionalmente, se pretende hacerlos corresponsales de la urgente necesidad de generar empleos, invirtiendo sus remesas en la creación de empresas en sus comunidades.

Para los migrantes, aportar recursos en beneficio de sus lugares de origen demuestra el amor a su tierra y el afán de mantener el vínculo con su gente. Sus acciones carecen de dobles pretensiones. Canales (2005) menciona que las remesas, además de poseer un valor monetario, son un medio para la reproducción y sustentación de las relaciones sociales, culturales y simbólicas de los migrantes y sus familias.

Si bien, los ingresos provenientes de las remesas colectivas del 2006 representaron tan sólo 0.2 por ciento de las remesas familiares para ese mismo año, su impacto se traduce en obras de infraestructura básica y de servicios en las comunidades de origen de Guerrero, mientras que el impacto de las remesas familiares repercute fundamentalmente en el seno familiar de los guerrerenses.

 

Conclusiones

El comportamiento de San Juan Unión es similar al de otras comunidades que han dinamizado el sistema migratorio guerrerense al grado de formar parte del grupo de entidades llamadas emergentes por haberse incorporado tardíamente al proceso migratorio entre México y Estados Unidos.

Debido a la temporalidad del empleo en el campo y a la baja productividad de las actividades agrícolas, la movilidad de la población en San Juan Unión ha durado por más de sesenta años. Con la insuficiencia de ganancias en la agricultura, el crecimiento demográfico ha conducido a los habitantes a buscar las actividades complementarias al exterior de la comunidad. Después de algún tiempo, las familias de San Juan Unión han logrado salir adelante gracias al empleo obtenido en Estados Unidos. Las experiencias de los adultos alimentan las ilusiones de los niños y jóvenes de la comunidad, quienes sólo esperan cumplir la mayoría de edad para migrar. Lo preocupante de esta migración joven es la pérdida de potencial de mano de obra y la tendencia a la migración de no retorno. De todos los migrantes entrevistados, tanto en Chicago como en San Juan Unión, ninguno expresó su deseo de regresar a México en lo inmediato. Algunos hablan de pasar los últimos días de su vida en su pueblo, una vez que no puedan continuar trabajando en Estados Unidos.

En verdad, la migración en San Juan Unión no se va a detener, pues en la comunidad no hay alternativas de empleo y el campo está abandonado. Esta es la realidad del Guerrero rural, a pesar de las políticas anti inmigrante de Estados Unidos.

Los esfuerzos de los migrantes organizados impactan a escala comunitaria. El afán de realizar obras de infraestructura básica revela el espíritu solidario y el profundo compromiso con su pueblo natal, lo que le permite reafirmar su identidad y preservar su cultura, usos y costumbres. En la celebración anual del santo patrono participan migrantes no sólo desplazándose desde los lugares de destino, sino también haciendo importantes aportaciones económicas para las festividades religiosas, que incluyen espectáculos musicales y jaripeos. Los miembros del club San Juan Unión radicados en Chicago son vistos en la comunidad como personas que han logrado superar las condiciones de pobreza en que vivían, de ahí que sean considerados como ejemplos a seguir, sin que existan factores que atenúen esa cosmovisión.

Finalmente, el envío de remesas familiares, al igual que el uso y destino final de estos ingresos es una decisión privada, donde el poder público carece de autoridad para intervenir en cómo se van a gastar esos ingresos, y para promover que se inviertan productivamente. Pretender pasarle la responsabilidad del Estado a la comunidad migrante es evadir las responsabilidades constitucionales del gobierno para garantizar bienestar social a los mexicanos.

 

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Notas

1 Un dato hasta ahora desconocido es el papel que los migrantes de Guerrero han jugado en la conformación de organización social migrante en Estados Unidos, al grado de ser una comunidad pionera junto con las comunidades de migrantes de Zacatecas y Michoacán (Soto, 2006).

 

Información sobre los autores

Alejandro Díaz Garay. Profesor investigador de la Unidad Académica de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Guerrero. Es becario de Conacyt y Promep. Publicaciones recientes: 2008, "El papel de las remesas colectivas en el desarrollo regional de Guerrero", 2o Congreso internacional Migraciones Globales, Mazatlán, Sinaloa, México; 2007, "Antecedentes de la migración internacional y el envío de remesas", en La migración en Guerrero, Tomo 1, Conapo, Coespo Guerrero, México; 2007, "El impacto de la emigración internacional y el envío de remesas en el estado de Guerrero", en La migración en Guerrero, Tomo 1, Conapo/Coespo Guerrero, México.

Correo electrónico: diazgaray@prodigy.net.mx

María del Carmen Juárez Gutiérrez. Investigadora del Departamento de Geografía Social en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es miembro del SNI, nivel 1. Ha publicado: 2007, "El mapa como instrumento del saber geográfico", en Nuevas perspectivas en la enseñanza de la geografía en México, INEGI, Sociedad Mexicana de Geografíay Estadística, México; 2007, México: dinámica espacial urbana en el siglo XX, memorias de la Convención Internacional Geografía, Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial, Universidad de la Habana; en coautoría con Rafael Sánchez 2007, "Efectos de la globalización en lapoblación indígenaoaxaqueña", en Pedro Chale y Luis Varguez (compiladores) Sociedad y Cultura: Las múltiples caras de sus fronteras, Universidad Autónoma de Yucatán, México.

Correo electrónico: mela_jg@yahoo.com.mx

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