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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.14 n.56 Toluca Apr./Jun. 2008

 

Hogares y remesas en dos estados de migración internacional: Hidalgo y Nayarit

 

Households and remittances in two States of international migration: the cases of Hidalgo and Nayarit

 

Germán Vega Briones y Liliana Huerta Rodríguez

 

El Colegio de la Frontera Norte.

 

Resumen

El objetivo de este artículo fue observar la relación entre tamaño y tipo del hogar y recepción de remesas provenientes de Estados Unidos en hogares de migrantes y no migrantes de los estados de Nayarit e Hidalgo. Se realizó un análisis descriptivo de algunas características sociodemográñcas y económicas que se encuentran asociadas a la recepción de remesas en los hogares de estas entidades y se encontró que los hogares con remesas tienen jefes en edad avanzada, con bajo nivel escolar, con una importante participación de las mujeres como jefas, principalmente de localidades rurales, en su mayoría hogares nucleares y ampliados, de menor tamaño y con vivienda propia, con presencia de miembros migrantes y de retorno de Estados Unidos entre 1995 y 2000. En segundo lugar, la importante participación de las mujeres como jefas en los hogares nayaritas e hidalguenses con remesas puede estar asociada, directa o indirectamente, con la migración masculina.

Palabras clave: migración internacional, migración de retorno, remesas, Hidalgo, Nayarit.

 

Abstract

This article's objective was to observe the relation between size and sort of household and the reception of remittances from the United States in migrant and non-migrant's households from the States of Nayarit and Hidalgo. A descriptive analysis of some socio-demographic characteristics was performed, these causes are associated to remittances' reception in the households and it was found that the receiver households have heads of family in advanced ages, low schooling level, an important participation of women as heads of family, mainly in rural communities, mostly nuclear and extended households, smaller in size and own household, with presence of migrant and return-migrant family members from the United States between 1995-2000. In the second place, the important participation of women as heads of family in Nayarit and Hidalgo can be directly or indirectly associated with masculine migration.

Key words: international migration, return migration, remittances, Hidalgo, Nayarit.

 

Introducción

La idea central de este trabajo es analizar la manera en que influye el tamaño y tipo del hogar en la recepción de remesas provenientes de Estados Unidos en hogares de los estados de Nayarit e Hidalgo, mismos que corresponden a dos regiones con presencia migratoria importante, pues mientras Nayarit está considerado como parte de la región de larga tradición migratoria, Hidalgo forma parte de las regiones migratorias emergentes.

Las crisis de 1982 y 1994 han sido explicadas como consecuencia de las medidas establecidas por el ingreso de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) y al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), debido a que además de la puesta en marcha del modelo de economía abierta, también se inició un proceso de flexibilización laboral, en donde las condiciones de trabajo, desempleo y bajos salarios llevaron al empobrecimiento de una buena parte de la población, lo cual indujo anuevos contingentes de mexicanos a migrar (Canales, 2002). De esta manera, bajo el contexto de una economía de mercado abierto que ofrece condiciones precarias de empleo y bajo la oferta laboral del mercado de Estados Unidos, la migración mexicana hacia ese país se ha convertido en una alternativa laboral muy atractiva para la población en edad de trabajar, por lo que el flujo migratorio, en lugar de reducirse, se ha incrementado. En este sentido, Canales (2005) considera que el envío de remesas constituye una forma de salario para los hogares con miembros migrantes. Así, como consecuencia del cambio de modelo económico que provocó modificaciones en las condiciones de vida y trabajo en el México urbano, la migración a Estados Unidos se convirtió en una estrategia adoptada masivamente durante las dos últimas décadas del siglo pasado, la cual se ha generalizado en zonas del país y sectores de la población que antaño se mantenían al margen del proceso migratorio. De esta manera, con la incorporación definitiva al proceso de migración internacional durante la década de 1980 de los estados de Guerrero, Oaxaca, Puebla, Estado de México y el Distrito Federal, y de Veracruz a partir de 1990, se confirma la existencia de una nueva región expulsora de mano de obra a Estados Unidos (Canales, 2002). Los cambios en la composición y origen de la migración de mexicanos a Estados Unidos indican que se trata de un fenómeno de carácter nacional. Sin embargo, son dos las regiones expulsoras de mano de obra de mayor importancia en el país. La primera es la región denominada histórica tradicional, conformada por nueve estados del occidente y altiplano central: Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Nayarit, Colima y Aguascalientes. La segunda región cobró importancia a partir de la década de 1980, por lo que se le conoce como la región emergente de emigración, conformada por diez estados: Querétaro, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Estado de México, Distrito Federal, Morelos, Oaxaca, Guerrero y Veracruz (Ramírez, 2002). Igualmente, respecto a los cambios en el patrón migratorio, Lozano (2002) muestra la existencia de una diversidad de opiniones explicadas desde distintos puntos de vista. En este sentido, Cornelius sugirió en 1992 que los cambios en el perfil de los migrantes mexicanos hacia Estados Unidos correspondían básicamente a cuatro factores: en primer lugar, a la composición de la demanda de trabajadores migrantes en el país de destino; en segundo, a la crisis económica de México durante la década de 1980; en tercero, a la política de inmigración de Estados Unidos instituida mediante el Acta de Control y Reforma de Migración (IRCA, por sus siglas en inglés) en 1986, con lo que aumentó la migración de mujeres y niños; por último, a la gestación de las redes migratorias trasnacionales. Como consecuencia de estos cuatro factores se alteró la composición demográfica de los flujos de migración y se incorporaron nuevos estados al grupo de las entidades expulsoras. Nosotros agregaríamos que tanto la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de la población mexicana, como la falta de empleos bien remunerados, constituyen variables centrales para entender el desplazamiento -cada vez mayor- de los mexicanos en busca de empleo en Estados Unidos de América. Lozano (1992) considera que existe una tendencia a que los migrantes mexicanos tengan estadías más largas o se establezcan de manera permanente en Estados Unidos. Sin embargo, al comprobar la hipótesis del probable establecimiento de los migrantes en Estados Unidos, Cornelius y Marcelli (2001) encontraron que la discusión de los patrones de establecimiento del migrante se centraban en las características sociodemográficas y económicas de los nuevos migrantes, quienes podrían convertirse, a largo plazo, en residentes de Estados Unidos, ya que mientras el migrante pasa más tiempo en aquel país, es más probable que se establezca definitivamente allá (Cornelius y Marcelli, 2001). De igual forma, este autor también confirmó que la migración mexicana hacia ciudades como Los Ángeles y San Diego es producto de la urbanización de México, debido a que esta ruta migratoria está más asociada con migrantes provenientes de áreas urbanas que de migrantes rurales.

Por otro lado, Corona (1998), al caracterizar la migración laboral de México a Estados Unidos, concluye que el patrón migratorio se ha modificado, pues aunque la migración sigue siendo eminentemente masculina, hay una mayor participación femenina en el flujo migratorio, los desplazamientos se realizan en edades productivas, presentan una mayor escolaridad, son principalmente de origen urbano y con una mayor participación de los estados del norte, centro y sur del país. De modo que el autor señala que los cambios de la migración laboral tienen su origen básicamente en el proceso de urbanización por el que ha atravesado el país a partir de la década de 1970. Asimismo, Durand, Massey y Zenteno (2001), al igual que Corona, consideran que los cambios en el patrón migratorio se han dado como consecuencia de la progresiva urbanización de la sociedad mexicana; no obstante, estos autores señalan que la urbanización no representa ningún cambio en la selectividad de la migración. Finalmente, autores como Lozano (2002) consideran que hacia la década de 1980, en la región tradicional predominaba la participación de migrantes de origen rural, del sexo masculino y con niveles bajos de escolaridad; mientras que en la región emergente, los migrantes eran en su gran mayoría de origen urbano, con una mayor presencia de mujeres y una escolaridad promedio superior. Sin embargo, el autor asegura que actualmente se está asistiendo a un aparente resurgimiento del predominio de migrantes de origen rural, por lo cual considera que se debe de replantear la discusión teórica sobre los cambios en el perfil de la migración mexicana hacia Estados Unidos, ya que a partir de la década de 1990 la participación de migrantes de origen urbano empezó a declinar en todo el país.

Por otro lado, en términos generales, es ampliamente reconocido que la migración internacional es un mecanismo implementado por los hogares a fin de hacerse de dólares para mejorar sus condiciones de vida. Diversos estudios (Durand, 1994; Corona, 2001; Lozano, 2005; Tuirán, 2000, y otros) sugieren que estos ingresos, recibidos como remesas enviadas por los miembros de las familias que trabajan en Estados Unidos, se usan principalmente para satisfacer las necesidades básicas del hogar, tales como el consumo de alimentos, educación, equipamiento de la vivienda, compra de vestido, servicio médico, etc., y sólo en algunos casos se destina una pequeña proporción al ahorro y la inversión productiva. Asimismo, se han encontrado otros estudios que sostienen que el envío y recepción de remesas está determinado por las características sociodemográficas y económicas de los hogares que las reciben (Avila, 2000; Ramírez, 2002; Canales, 2005). Existe una vasta literatura que trata el tema de las remesas y su distribución dentro de los hogares. Sin embargo, pocos estudios se han detenido a analizar la influencia de la estructura del hogar y los arreglos domésticos en las decisiones migratorias y los efectos de estas variables en el monto y la frecuencia del envío de remesas. Por ello, la importancia del presente trabajo radica en establecer el vínculo entre el tipo y tamaño de los hogares y la recepción de remesas. De igual manera, la migración de algún miembro del hogar como mecanismo para mejorar sus condiciones de vida genera, al menos potencialmente, una reestructuración al interior del hogar. En este sentido, de acuerdo con los informes del INEGI, de 1990 a 2000, los hogares con jefatura femenina se incrementaron aproximadamente tres puntos porcentuales, pasando de 15.31 por ciento en 1990 a 18.71 por ciento en2000; en contraste, los hogares con jefatura masculina disminuyeron, pasando de 84.69 por ciento en 1990 a 81.30 por ciento en 2000. Esto último nos lleva a pensar que, efectivamente, en varios de los casos esta situación podría estar relacionada con el incremento de más población al torrente migratorio.

Aunque el principal uso de las remesas es satisfacer las necesidades básicas del hogar, existen casos en que éstas son un complemento de otros ingresos, y se piensa que muchas familias dependen fundamentalmente de las remesas, ya que se han encontrado regiones, como la que conforman los estados de emigración tradicional (Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Nayarit, Aguascalientes y Colima) en donde el ingreso per capita para el año 2001 fue de 158 dólares, a diferencia de lo ocurrido en la región emergente (Veracruz, Estado de México, Hidalgo, Guerrero, Distrito Federal, Puebla, Oaxaca, More los, Querétaro y Tlaxcala), donde el ingreso fue de 55 dólares por habitante durante el mismo año (Banco Mundial, 2001). No obstante, cabe mencionar que para el año 2005, los mayores montos de remesas se dirigieron hacia la región emergente, de modo que constituyeron 46 por ciento, mientras que los montos dirigidos a la región tradicional disminuyeron, conformando 40 por ciento del total de remesas en el país (Banco Mundial, 2001). Esto muestra que tanto los flujos migratorios como los de remesas se han diversificado con la participación de nuevos estados expulsores de trabajadores hacia Estados Unidos.

Parafraseando a González (1994), uno podría sostener que al interior de los hogares la migración internacional, y en particular la recepción de remesas, son consideradas estrategias que desarrollan los hogares para su sostenimiento económico. Es así como diversos estudios han reportado que en los últimos tiempos se ha incrementado el número de hogares que recibe remesas, y se destaca la participación de las mujeres no sólo en el proceso migratorio, sino ejerciendo la jefatura del hogar que queda vacante cuando el migrante sale de su lugar de origen rumbo a Estados Unidos. Asimismo, la migración provoca cambios al interior del hogar, ya que en muchos de los casos, con la migración del jefe, no sólo la mujer asume el rol de jefa del hogar, sino que se buscan otras formas de arreglo doméstico. Es por ello que diversos autores consideran que actualmente en México se está pasando de hogares nucleares a extensos o compuestos como una manera de sortear las necesidades económicas del hogar, pues se ha comprobado que los hogares con mayores ingresos tienen un mayor número de miembros participando en el mercado de trabajo (Chayanov, 1985; Barsoti, 1981; Selby e/a/., 1994; Arizay De Oliveira, 2001; Robichaux, 2002 y Sandez, 2006). De esta manera, en su estudio sobre la estructura social y la distribución del ingreso de los hogares de Mexicali, Baja California, Sandez (2006) encontró que:

El comportamiento del número de miembros del hogar presenta variaciones significativas y asociadas positivamente con el nivel de ingreso familiar... tendencialmente, los mayores ingresos en el hogar tienen correlación positiva con un mayor número de participantes en el mercado laboral que son miembros del hogar (Sandez, 2006: 94 y 96).

Como resultado del fenómeno migratorio, un tema muy controvertido ha sido el de los beneficios sociales y económicos que generan las remesas provenientes de Estados Unidos, tanto en las comunidades de origen como en los hogares de los migrantes, relacionados con el monto y distribución de este ingreso en el consumo de los hogares (Durand y Arias, 1997).

 

La migración internacional como estrategia de los hogares

La teoría de la nueva economía de la migración laboral nos ayuda a explicar el fenómeno de la migración como una estrategia para mejorar la condición de vida de los hogares, pues señala que la migración es una decisión que se toma al interior del hogar, no sólo para maximizar, sino también para diversificar las fuentes de ingreso como una forma de asegurarlas. De esta manera, el migrante es parte de una estrategia económica que tiene como finalidad proveer de ingresos al hogar y conseguir con ellos determinados objetivos comunes, como afrontar gastos y deudas, ampliar los recursos productivos por medio de la compra de tierras y animales, y satisfacer la demanda de consumo en momentos críticos del ciclo de vida del hogar, asegurando, mediante la migración temporal de uno o más de sus miembros, la reproducción social y económica dentro de la unidad (Vega, 2004). Asimismo, diversos autores (Vega, 1999; González, 1994; Bult et al., 2004; Galindo, 2004, entre otros), se han encargado de comprobar que antes de tomar la decisión de emigrar, el individuo consulta a la esposa (o) o, en su caso, a los padres en espera de apoyo de todo tipo (Vega, 1999). También se considera que dentro de los hogares se reproduce la fuerza de trabajo, y que es precisamente al interior de éstos donde se toman las decisiones importantes que repercuten en beneficio de todos los miembros del hogar, es ahí donde se decide de qué manera participan los miembros del hogar en el mercado de trabajo y sus patrones de consumo (González, 1994). En este sentido, Lozano (1993) señala que los hogares de pocos ingresos tienden a destinar una parte de las remesas para la emigración y establecimiento de otros miembros trabajadores en el país de destino. Este autor considera que, aunque el costo de la migración es mayor que el ingreso total del hogar, constituye un medio o una estrategia para percibir altos ingresos por remesas. Por ello, asegura que los hogares que reciben mayores ingresos por concepto de remesas son los que obtienen ingresos de diversos miembros migrantes. Al hablar de otras fuentes de ingreso, Lozano hace referencia precisamente a la estrategia de enviar a uno o más de los miembros del hogar a Estados Unidos, con el objetivo de recibir y asegurar el ingreso de remesas.

 

El concepto de remesas

La migración mexicana hacia Estados Unidos es un proceso que involucra no sólo un flujo de personas trabajadoras, sino también un importante flujo de bienes materiales y económicos en ambos sentidos, ya que con éste se activan y consolidan redes sociales, familiares y culturales a través de las cuales se establecen sistemas de intercambio y circulación de gente, dinero y bienes e información entre la comunidad de destino y la comunidad de origen (Canales, 2005). De esta manera, las remesas se definen como la parte del ingreso de los migrantes internacionales temporales o permanentes que residen en el país donde trabajan y que trasfieren desde el país de destino hacia el país de origen. Estas remesas pueden ser monetarias o no monetarias; además, no sólo son el resultado del ingreso laboral de los migrantes, sino también pueden originarse por alguna forma de producción o actividad comercial (Lozano, 1993). Por lo que las remesas pueden ser destinadas para gastos de manutención del hogar o, en menor medida, destinarse al ahorro o a la inversión productiva. Asimismo, las remesas monetarias se manifiestan como una complementariedad de los mercados de trabajo entre México y Estados Unidos, por lo que constituyen la principal razón de la existencia del fenómeno migratorio internacional (Corona, 1998).

 

Remesas familiares

Autores como Mummert (1988), en su trabajo sobre las transformaciones que acompañan la migración masiva de michoacanos, señala que las remesas que reciben los hogares michoacanos, además de destinarse a la satisfacción de las necesidades básicas de los miembros, también se invierten en maquinaria agrícola, en compra de terrenos, en inversión en pequeños comercios, así como en los gastos de educación de los hijos y de salud para los miembros del hogar en general. Asimismo, Lozano (2005) y Bult (2004) mencionan que si bien las remesas generalmente no se destinan al ahorro y a la inversión productiva, sí se invierten en capital humano. En este sentido, Canales (2005), en su estudio de caso del municipio de Teocaltiche, Jalisco, llega a la conclusión de que en una primera etapa las remesas se destinan principalmente al consumo de los hogares. Cumplida esta fase y una vez que el migrante se estabiliza laboral y económicamente, las remesas se orientan a la compra o remodelación de las viviendas, así como a la compra de bienes y dotación de servicios para el hogar. Una vez cumplido el objetivo de mejorar las condiciones de vida en el hogar de origen, las remesas comienzan a disminuir y a orientarse hacia los rubros de salud, especialmente de las personas de la tercera edad. Por otra parte, las remesas incrementan la capacidad de gasto de los grupos sociales de ingresos bajos, por lo que sus patrones de consumo cambian de manera significativa conforme los hogares reciben mayores ingresos por concepto de remesas (López, 2005). Zarate (2004) sostiene la hipótesis de que el factor que determina en mayor medida el patrón de consumo es el nivel de ingreso, sin embargo, considera que la distribución del ingreso, el nivel y la distribución de los bienes, el tamaño y composición de los hogares, el número de perceptores de ingresos en un hogar, al igual que las diferencias geográficas y étnicas, también pueden alterar el patrón de consumo.

 

Estudios sobre hogares receptores de remesas

En virtud de que la migración internacional es una estrategia de los hogares, toda vez que éstos son los principales receptores de las remesas que envían los miembros migrantes, es necesario conocer cuáles son los motivos o los factores que influyen al migrante para que destine al hogar y lugar de origen una parte del salario percibido en el país donde trabaja. Los primeros acercamientos al fenómeno de las remesas desde este enfoque se iniciaron a finales de la década de 1980, cuando Stanton Russell (1986) planteó que los factores que determinan la magnitud de las remesas son más bien características socioeconómicas del migrante en el país de destino, sin embargo, esta autora no considera las características sociodemográficas ni económicas de los hogares en el lugar de origen. No obstante, en épocas más recientes se han encontrado trabajos que plantean que el envío y recepción de remesas está determinado por las características sociodemográficas y económicas de los hogares que las reciben (Avila, 2000; Ramírez, 2002; Canales, 2005). En este sentido, Stanton Russell (1986) señala que las características socioeconómicas del migrante, como el estado civil, el nivel educativo, los lazos de parentesco en el país de origen, el nivel de ingreso, la ocupación en el país de destino, así como también el empleo de otros miembros y el nivel de ingresos del hogar de origen son factores importantes que determinan la decisión de remitir dinero o no, cómo enviarlo, el monto a enviar, así como el uso de las remesas dentro del hogar. Por otro lado, entre los estudios de hogares que perciben remesas de corte descriptivo, resalta el de Avila (2000), quien, usando datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid-1997), realiza una comparación de acuerdo con algunas características sociodemográficas (tamaño y ciclo de vida del hogar, edad y sexo de sus miembros y características del jefe del hogar) y económicas del hogar, entre los hogares receptores y no receptores de remesas de la región tradicional de emigración. Entre sus hallazgos más importantes, Avila (2000), usando Enadid 1997, destaca que los hogares receptores de remesas provienen principalmente de localidades rurales, lo articula con jefatura femenina en edad avanzada, con altos índices de dependencia infantil y de personas mayores, y sobre todo con poca participación en actividades económicas. Estas características hacen que el hogar receptor de remesas aparezca como dependiente de este tipo de ingresos para satisfacer sus necesidades básicas de consumo, y al mismo tiempo, la recepción de remesas también permite que otros miembros del hogar participen en el proceso migratorio. Avila (2000) considera también que las remesas provenientes de Estados Unidos llegan directamente a los hogares de los migrantes, por lo que la cantidad de remesas depende en gran medida del sexo, edad y estado civil de los miembros del hogar, así como de la presencia de miembros migrantes, del índice de dependencia infantil y de la tercera edad, de la participación de los miembros en actividades económicas y del ingreso total del hogar. En este sentido, la autora señala que la responsabilidad económica del miembro migrante hacia el hogar de origen disminuye cuando existen pocos compromisos, lo que trae como consecuencia una disminución de las remesas que se reciben en el hogar.

Por otra parte, siguiendo con la misma línea descriptiva de los hogares receptores de remesas, Ramírez (2002), basándose en las característica sociodemográficas y económicas que obtiene de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH-2002), realiza una comparación entre los hogares de la región tradicional y la región emergente de emigración que reciben remesas provenientes de Estados Unidos.1 Ramírez (2002) encontró que en la región tradicional de emigración, los hogares que reciben remesas son de origen rural, se ubican en el ciclo de vida joven, con jefatura masculina, altos niveles de escolaridad, poca participación en actividades económicas y con una mayor recepción de remesas que los hogares de la región emergente. En contraste, los hogares de la región emergente son principalmente de origen urbano, con un ciclo de vida avanzado, pero con una mayor participación de los miembros del hogar en actividades económicas, por lo que no sólo obtienen ingreso por concepto de remesas, sino que la entrada de recursos monetarios se diversifica. En este sentido, la presencia de remesas en el hogar está determinada por distintos contextos familiares y domésticos, los cuales están fuertemente relacionados con la recepción de remesas en el hogar de origen. Ramírez (2002) señala que tanto en la región tradicional como en la emergente se observa un cambio en el tipo de hogar, debido a que se está pasando de hogares nucleares a ampliados; este cambio es común en los hogares de las comunidades expulsoras de mano de obra, ya que ante la migración de un miembro del hogar, o del jefe mismo, el resto del núcleo del hogar asume una estrategia de conformación de hogares extensos y ampliados. En este sentido, los arreglos familiares y domésticos que se establecen a partir de la migración tienen su propia dinámica y evolución en términos de la necesidad de remesas y de las opciones migratorias para sus miembros (Canales, 2005).

Por su parte, Canales (2005), en un estudio de caso realizado en el municipio de Teocaltiche, Jalisco, menciona que no es raro encontrar un número importante de hogares que reciben remesas formados por personas de la tercera edad que viven solos o con algún pariente. Este autor también señala que existen demandas y necesidades que podrían motivar el envío de remesas; sin embargo, a diferencia de Avila (2000) -quien encuentra entre otras características que los hogares con índice de dependencia infantil y de la tercera edad reciben mayores cantidades de remesas-, Canales (2005) no establece asociación alguna entre la presencia de niños en el hogar y la recepción de remesas. No obstante, señala que en los hogares con bajas tasas de actividad económica la incidencia de las remesas es mayor. Asimismo, en un hogar donde el jefe, por diversos motivos, es económicamente inactivo, existe una mayor dependencia a los ingresos que aportan otros miembros del hogar. En lo que respecta a los factores que determinan el envío y recepción de remesas, Canales (2005) llega a la conclusión de que en los hogares del municipio de Teocaltiche, Jalisco, diversos factores sociodemográficos y económicos, como la estructura y composición del hogar a partir del proceso migratorio, el ciclo de vida del hogar, las condiciones del vida del hogar, la capacidad para generar recursos propios independientes de las remesas, la disposición de bienes y servicios, la tenencia de la vivienda y algunas características particulares de los miembros, así como la experiencia e historia migratoria del hogar y de los miembros, son determinantes para que un hogar se convierta en receptor de remesas. En este sentido, el autor señala que las remesas no pueden entenderse de una manera estática, sino en función del ciclo de vida del hogar y de las condiciones materiales de supervivencia del mismo. Asimismo, las remesas resuelven la demanda de bienes de consumo, vivienda, servicios sociales y personales, al igual que solventan gastos necesarios para la manutención del hogar de origen del migrante, por lo que éstas conforman un fondo salarial que permite la reproducción económica y material de los hogares; además de que generan un importante flujo de valores culturales y simbólicos sobre los que se sustenta la reproducción social y cultural de los arreglos domésticos y familiares (Canales, 2005).

En resumen, diversos autores se han encargado de establecer los factores que se asocian al envío y recepción de remesas, tanto de los miembros migrantes como de los hogares mismos; de esta manera se encuentran trabajos que, por un lado, se concentran en los determinantes en el lugar de destino que impulsan al migrante a enviar remesas y, por el otro, las características que presentan los hogares que reciben estas remesas. En este sentido, debido a que es prácticamente imposible hacer una fusión de todos los factores asociados tanto al lugar de destino como al lugar de origen, este trabajo pretende establecer específicamente la relación existente entre la estructura y composición del hogar, a través del tipo y tamaño del mismo, y la recepción de remesas en dos contextos de diferentes patrones migratorios, básicamente realizando una comparación entre los estados de Nayarit e Hidalgo.

 

Hogares en Nayarit e Hidalgo

Uno de los objetivos de este trabajo es realizar un análisis descriptivo de algunas características sociodemográficas y económicas que se encuentran asociadas a la recepción de remesas en los hogares de dos entidades con diferente intensidad migratoria: Nayarit e Hidalgo. Para cumplir tal objetivo, nuestra unidad de análisis son los hogares, pues se considera que es al interior de éstos donde se reproduce la fuerza de trabajo, y que también es ahí donde se desarrollan las estrategias para mejorar las condiciones de vida. Asimismo, se utilizará el concepto de hogar para hacer referencia a las unidades tanto familiares como no familiares que reciben o no ingresos por concepto de remesas provenientes de Estados Unidos. La fuente de información utilizada en este trabajo es la muestra de 10 por ciento del XII Censo General de Población y Vivienda del año 2000. Esta información se obtuvo con la aplicación del cuestionario ampliado a una muestra de 2.2 millones de viviendas, con el objetivo de profundizar en el conocimiento de algunos aspectos sociodemográficos y económicos y que éstos pudieran estimarse para toda la población. Entre otras cosas, en el cuestionario ampliado se le pregunta a cada uno de los miembros del hogar si reciben dinero por ayuda de familiares desde otro país; si la respuesta es afirmativa, se trata de un hogar con remesas;2 si la respuesta es negativa, es un hogar sin remesas. A partir de este momento procedemos a caracterizar socio demográfica y económicamente a los hogares, en algunos casos haciendo referencia al jefe del hogar (figura 1).

 

Hogares receptores y no receptores de remesas

En un primer acercamiento a los hogares sin remesas y con remesas, en la figura 2 observamos que de un total de 222 714 hogares existentes en el estado de Nayarit, 9.6 por ciento (21 476) recibe remesas. Mientras que en Hidalgo, de 507 225 hogares, 5.1 por ciento (25 753) recibe remesas.

Asimismo, en el cuadro 1 se observan los hogares, la población y los ingresos según condición de recepción de remesas tanto de Nayarit como de Hidalgo. De manera que, del total de la población en Nayarit, 86 170 personas reciben remesas, mientras que en Hidalgo éstas son 117 557 personas.

Con respecto a los ingresos por remesas, en Nayarit se reciben 27 832 pesos mensuales, en tanto que, en promedio, los hogares reciben 1 296 pesos mensuales. Asimismo, en Hidalgo se reciben 46 349 pesos mensuales, mientras que el promedio de recepción por hogar es 1 800 pesos mensuales.

 

Indicadores de los hogares receptores y no receptores de remesas

En este apartado se realiza un análisis comparativo de las características sociodemográficas y económicas de los hogares que reciben remesas y de aquéllos que no las reciben en los estados de Nayarit e Hidalgo. En este sentido, dentro de los indicadores demográficos tenemos la edad, escolaridad, estado civil, sexo y condición indígena del jefe del hogar. Dentro de los indicadores económicos se presentan las variables 'tamaño de localidad', 'ingresos totales' y 'remesas internas'. La sección de estructura y composición del hogar está compuesta por el tipo y tamaño del hogar y la propiedad de la vivienda. Entre los indicadores de condición migratoria se encuentran las variables migración temporal o permanente, migración de retorno de Estados Unidos y migración de retorno nacional.

 

Indicadores demográficos del hogar

En el caso de la recepción de remesas, las características demográficas nos permiten conocer las particularidades de los hogares que reciben y de los que no reciben remesas. En este sentido, a continuación se presenta un análisis comparativo de algunas características que corresponden al jefe del hogar según la entidad federativa a la que pertenezcan.

 

Edad del jefe del hogar

El primer indicador que hace referencia a las características demográficas del hogar es la edad del jefe, la cual está distribuida en cuatro grandes grupos; de manera que los jefes de los hogares sin remesas, tanto de Nayarit como de Hidalgo, se concentran en el grupo de edad de 25 a44 años, y los que sí reciben remesas se localizan principalmente entre las edades de 45 y 64 años.

No obstante, particularmente en Nayarit, los jefes de los hogares que reciben remesas son de edades más envejecidas, debido a que 39.6 por ciento tienen entre 45 y 64 años, seguido de los hogares con jefes mayores de 65 años, que constituyen 30.9 por ciento, un porcentaje alto. Este resultado puede deberse a la tradición migratoria de la entidad, pues, por un lado, es posible que la migración de los miembros de esos hogares sea tan antigua que los jefes que ahora reciben remesas se encuentran en la tercera edad y sean los hijos los que envían a los padres, o bien, lo que Canales (2005) considera como reciprocidad diferida, la cual se trata de que los hijos respondan a las obligaciones hacia el hogar paterno, y por otro lado, es posible que las remesas recibidas en los hogares con jefes de 65 años y más sean destinadas no sólo a la alimentación, sino también a los servicios de salud de los miembros de los hogares con estas características, lo cual puede deberse, como ha mencionado Canales (2005), a la existencia de demandas y necesidades que motivarían el envío de remesas.

(Gráfica 1)

En Hidalgo, al igual que en Nayarit, un mayor porcentaje de los jefes de los hogares que reciben remesas se concentran en el grupo de 45 a 64 años, el cual conforma 38.3 por ciento del total; sin embargo, 36.9 por ciento de los jefes de los hogares de entre 25 y 44 años también reciben remesas, por tanto, contrario a lo que ocurre en Nayarit, un porcentaje importante de los jefes de los hogares hidalguenses con remesas se encuentran en edades jóvenes. Esto podría deberse a que la entidad tiene una participación relativamente reciente en el proceso migratorio, y la población se desplaza hacia Estados Unidos durante las edades jóvenes, por lo que es posible que sea la esposa, principalmente, quien reciba este ingreso.

 

Escolaridad del jefe del hogar

Según se observa en la gráfica 2, la escolaridad del jefe se asocia con la recepción de remesas del hogar, debido a que, en general, el porcentaje de hogares con remesas cuyo jefe tiene bajo nivel educativo es superior a los que tienen un nivel igual o mayor a la educación secundaria. En el estado de Nayarit, 57.3 por ciento de los jefes de hogares sin remesas tienen un nivel educativo menor a la primaria completa, comparado con 73 por ciento de los jefes de hogares con remesas, que también poseen menos de seis años de escolaridad. Este porcentaje significa que los hogares con remesas tienen un menor nivel educativo que aquellos hogares que no reciben remesas.

Aunque la diferencia de tres puntos porcentuales es mínima, los jefes de los hogares nayaritas que reciben remesas tienen un mayor nivel de educación que los jefes de los hogares hidalguenses, toda vez que 76.4 por ciento tienen un nivel educativo menor o igual a los seis años de primaria. En contraste, los jefes de los hogares sin remesas tienen un mayor nivel de educación, pues 63.1 por ciento no terminó la primaria. En este sentido afirmamos que, tanto en Nayarit como en Hidalgo, los jefes de los hogares sin remesas tienen niveles más altos de escolaridad porque son más jóvenes que aquéllos que sí reciben estos ingresos. Así, vemos que conforme aumenta la edad, la brecha entre el nivel de escolaridad de los jefes de los hogares sin remesas y con remesas también se incrementa.

 

Estado civil del jefe del hogar

La gráfica 3 nos presenta el estado civil de los jefes de hogar sin remesas y con remesas, tanto de Nayarit como de Hidalgo. De esta manera se puede ver que la mayoría de los jefes se encuentran unidos o casados. Sin embargo, en Nayarit, los jefes unidos o casados de hogares sin remesas representan 76.8 por ciento, lo cual es mayor que 66.9 por ciento de jefes de hogares con remesas, así como también los hogares con jefes divorciados, separados, viudos o solteros que reciben remesas constituyen 3 3.1 por ciento. Asimismo, en el estado de Hidalgo, el porcentaje de hogares sin remesas con jefes unidos o casados es mayor que la proporción de los jefes de hogar en esa condición que son receptores de remesas, pues el primer grupo conforma a 78.7 por ciento de los sin remesas, mientras que el segundo constituye 71.2 por ciento de los que reciben remesas, y 28.8 por ciento corresponde a los hogares con jefes no unidos que reciben remesas. En este sentido, debido a que tanto en Nayarit como en Hidalgo el porcentaje de jefes unidos o casados de hogares con remesas es mayor que aquéllos en donde el jefe, sea por viudez, separación, divorcio o soltería no están unidos, el estado civil del jefe se asocia con la recepción del ingreso por concepto de remesas.

 

Jefatura femenina3

Vega (1999) considera que la migración trae como consecuencia que la mujer desarrolle actividades que anteriormente no efectuaba, como asumir el rol de jefa de hogar. Por ello se considera importante conocer el porcentaje de hogares con jefatura femenina que reciben remesas, e igualmente creemos que esta característica se asocia con la recepción de este ingreso. De esta manera, en la gráfica 4 se observa que, en general, predominan los hogares con jefatura masculina, sin embargo, los hogares con jefatura femenina también son importantes, ya que en Nayarit, 19.2 por ciento de hogares que no reciben remesas están jefaturados por una mujer, frente a 38.5 por ciento de los hogares que sí reciben remesas y tienen jefatura femenina. En el estado de Hidalgo, el porcentaje de hogares con jefatura femenina que no recibe remesas es similar que en Nayarit, con 19.8 por ciento, sin embargo, la proporción de hogares con jefatura femenina que sí reciben remesas llega a 48.8 por ciento. En este sentido, el hecho de que un porcentaje importante de los hogares receptores de remesas esté jefaturado por una mujer es un indicador de que la migración de uno o más de sus miembros provoca cambios al interior del hogar, pues suponemos que, efectivamente, al presentarse la migración, la mujer asume el rol de jefa. Por ello no dudamos en considerar que la jefatura femenina del hogar está asociada con la recepción de remesas.

 

Hogar con jefe indígena

Nayarit e Hidalgo son dos entidades con presencia indígena. Del total de los hogares nayaritas, 2.9 por ciento son indígenas; en tanto que en Hidalgo la proporción de hogares indígenas llega a 15.2 por ciento. Por ello se considera importante conocer la participación de los hogares de origen étnico en la recepción de remesas, más aun porque, de acuerdo con Vázquez (1995) y Quezada (2004), la población indígena mantiene en Hidalgo una participación importante en el flujo migratorio. En este sentido, en la gráfica 5 se puede ver a los hogares sin remesas y con remesas, según la condición indígena del jefe del hogar para Nayarit e Hidalgo.

En esa gráfica encontramos que para la primera entidad, en general, los hogares con jefe indígena representan una pequeña proporción con respecto a los no indígenas, pues el 3.2 por ciento de los hogares sin remesas tiene jefe indígena, mientras que los que sí reciben remesas representan 0.7 por ciento; en contraste, en el estado de Hidalgo los hogares con jefe indígena que no reciben remesas constituyen 15.3 por ciento, en tanto que 14.1 por ciento corresponde a los hogares con jefe indígena que sí reciben remesas. Este mayor porcentaje de hogares receptores de remesas con jefe indígena en Hidalgo también se debe a que, en general, esta población es más representativa que en el estado de Nayarit, por lo que es probable que en Hidalgo exista una asociación positiva en la recepción de remesas de los hogares. Esto, porque Quezada (2004) ha señalado que los hñahñü tienen una mayor recepción de remesas que los hogares con j efes no indígenas y de otras etnias, mientras que en Nayarit, dado que una menor proporción de la población es indígena, posiblemente no tenga el mismo efecto que en Hidalgo.

 

Indicadores del tamaño de localidad y económicos del hogar

Estas características del hogar nos permiten conocer la situación económica en la que se encuentran los hogares que reciben y que no reciben remesas y la influencia que pudieran tener en la recepción de este ingreso por entidad federativa. Por ello, a continuación se presentan los resultados obtenidos de tres indicadores correspondientes a estas características, como son el tamaño de localidad, los ingresos totales del hogar y la recepción de remesas internas.

 

Tamaño de localidad

En la gráfica 6 se presentan los hogares sin remesas y con remesas, según el tamaño de localidad en la que se ubican, tanto en Nayarit como en Hidalgo. En Nayarit, 38.1 por ciento de los hogares sin remesas se concentran en localidades urbanas; mientras que 37.5 por ciento de los hogares que sí reciben remesas se localizan en áreas rurales, es decir, en localidades menores de 2 500 habitantes; 34.9 por ciento se ubica en localidades de tamaño medio, y en la zona urbana se concentra 27.6 por ciento.

De este modo, los hogares nayaritas se encuentran distribuidos casi proporcionalmente en los tres tamaños de localidad, sin embargo, la migración y la recepción de remesas se presenta principalmente en los dos tipos de localidades de menor tamaño (gráfica 6). Asimismo, en Hidalgo, 47.8 por ciento de los hogares sin remesas se ubica en localidades menores de 2 500 habitantes; mientras que 59.3 por ciento de los hogares receptores de remesas también se concentran en el área rural, 16.5 por ciento en localidades de tamaño medio y 24.2 por ciento en la zona urbana. En esta entidad, la migración es principalmente de origen rural, pues 68.9 por ciento de los migrantes salen de localidades menores a 2 500 habitantes (gráfica 6), lo cual coincide con el hecho de que, de acuerdo con el INEGI, Hidalgo es una entidad mayoritariamente rural. De esta manera, nuestros resultados también coinciden con los de Ramírez (2002), quien señala que en la región tradicional los hogares que reciben remesas en mayor medida son de origen rural, pues en la gráfica 6 mostramos que los hogares nayaritas que pertenecen a esa región se ubican en localidades rurales; sin embargo, diferimos cuando este autor señala que en la región emergente los hogares receptores de remesas son de origen urbano, pues nosotros encontramos que en Hidalgo, estado de migración emergente, los hogares que sí reciben este ingreso se localizan mayoritariamente en el área rural.

Por otro lado, tanto Corona (1998) y Durand, como Massey y Zenteno (2001) han señalado que el patrón migratorio se ha modificado, pasando del origen rural al urbano. Sin embargo, en este trabajo, dado que un mayor porcentaje de hogares que sí reciben remesas se ubica en localidades rurales, y la migración de ambos estados también tiene como principal origen el rural, coincidimos con Lozano (2002), quien ha mencionado que en la década de 1990 este patrón nuevamente se modifica con el resurgimiento del predominio del patrón migratoria rural. De manera que aunque no sabemos si en algún momento la migración nayarita e hidalguense fue de origen urbano, consideramos que, efectivamente, el origen de los migrantes en la actualidad son las localidades de menor tamaño, aunque con una participación importante de los migrantes de origen urbano.

 

Ingresos totales del hogar

El ingreso del hogar es una característica importante, debido a que puede estar asociada en gran medida a la recepción de remesas, dependiendo de los ingresos totales del hogar. De este modo, en la gráfica 7 se observan los hogares sin remesas y con remesas según el ingreso total del hogar por entidad federativa. En este sentido, de manera general, los hogares sin remesas tienen ingresos menores, ya que éstos se concentran principalmente en menos de un salario mínimo mensual, pues en Nayarit éstos representan 28 por ciento, y en Hidalgo, 39.8 por ciento. Por otro lado, los hogares que reciben remesas se presentan como mayores perceptores de ingresos, ya que en Nayarit, 28.9 por ciento se encuentra en el rango de dos a cuatro salarios mínimos mensuales, mientras que en Hidalgo perciben menos ingresos que los hogares nayaritas, pues 27.1 por ciento se encuentra en el rango de uno a dos salarios mínimos mensuales de ingreso.

De esta manera podemos afirmar que los hogares que reciben remesas, en general, se encuentran en mejores condiciones económicas que aquéllos que no las reciben, puesto que los ingresos de los primeros son mayores que los de los segundos. En este sentido, uno de los objetivos de la migración podría estarse cumpliendo, es decir, que la gente emigra para maximizar sus ingresos y mejorar el nivel de vida de los miembros del hogar; por tanto, la participación en la migración pudiera tratarse de una estrategia aplicada por los miembros del hogar de manera consciente o inconsciente (Bordieu, citado por Quezada, 2004).

 

Remesas internas

Debido a que diversos autores (Vázquez, 1995; Quezada, 2004, Serrano, 2005) han señalado que el estado de Hidalgo tiene una importante participación en la migración interna, principalmente hacia la Ciudad de México, y Nayarit también está presente de manera particular en Baja California (INEGI, 2000), se consideró importante obtener información sobre las remesas que envían los migrantes internos. En este sentido, en la gráfica 8 podemos observar que una gran proporción de los hogares que reciben remesas de Estados Unidos también reciben remesas internas, ya que, en Nayarit, 18.5 por ciento de hogares con remesas internacionales también obtiene remesas internas y 9.2 por ciento de hogares sin remesas de Estados Unidos sí perciben remesas internas. A partir de estos datos podemos inferir que Nayarit también está presente en la migración interna, toda vez que el hecho de recibir remesas internas indica, de manera indirecta, que en el hogar hay algún migrante interno. En contraste, en el estado de Hidalgo, del total de hogares con remesas del exterior, 21.8 por ciento recibe remesas internas, mientras que 8.7 por ciento de los hogares que no recibe remesas internacionales, sí recibe remesas internas. En otros apartados hemos dicho que los antecedentes de la migración internacional del estado de Hidalgo recaen sobre la migración interna, mientras que Nayarit, aunque también está presente en la migración interna, participa en el proceso migratorio hacia Estados Unidos desde la década de 1940. La información proporcionada en la gráfica 8 muestra la importancia que sigue teniendo la migración interna, sobre todo para Hidalgo, ya que el porcentaje de hogares que reciben remesas internas e internacionales es superior que en Nayarit, sin embargo, en esta última entidad, el porcentaje de hogares que reciben únicamente remesas internas es ligeramente mayor que en Hidalgo, lo cual posiblemente se debe a que mientras los migrantes internos hidalguenses optaron por desplazarse hacia Estados Unidos, como lo ha señalado Serrano (2005), los migrantes nayaritas pudieran aún permanecer en la entidad de destino.

 

Estructura y composición del hogar

Como parte de las características demográficas, particularmente de los hogares, nos interesa conocer la estructura y tamaño de los hogares que reciben remesas y de aquéllos que no las reciben, por lo que en este apartado efectuamos un análisis descriptivo no sólo de éstos, sino también del tipo de propiedad de la vivienda.

 

Tipo de hogar

En la gráfica 9 observamos que los hogares nucleares que no reciben remesas predominan frente a los ampliados, unipersonales o compuestos y de corresidentes. Particularmente en el estado de Nayarit, 69.6 por ciento de los hogares que no reciben remesas son nucleares, mientras que 20.7 por ciento son ampliados.

En cuanto a los hogares que sí reciben remesas en ese estado, 49.8 por ciento son nucleares y 39.2 por ciento son ampliados. Dicho de otro modo, mientras que disminuye la proporción de hogares de tipo nuclear que sí reciben remesas, se incrementa el porcentaje de hogares ampliados en esa circunstancia. En Hidalgo ocurre una situación parecida a la de Nayarit, pues 67.8 por ciento de los hogares sin remesas son nucleares y 25.1 por ciento son ampliados, mientras que de los hogares receptores de remesas, 52.4 por ciento son nucleares y 40.6 por ciento son ampliados.

Asimismo, tanto en Nayarit como en Hidalgo, los hogares nucleares, ampliados, unipersonales, compuestos y de corresidentes que no reciben remesas están jefaturados por un hombre, mientras que los hogares con remesas, en una proporción importante, están jefaturados por mujeres. Así, en el caso de Nayarit, una mayor proporción de hogares unipersonales tienen jefatura femenina, en tanto que en Hidalgo un mayor porcentaje de hogares compuestos o de corresidentes y ampliados están jefaturados por una mujer (cuadro 4, cuadro 5; anexo 2). Aunque el XII Censo del año 2000 no nos permite conocer con exactitud los cambios que se presentan al interior del hogar, con la información presentada podemos decir que probablemente la migración genera cambios al interior del hogar y que, efectivamente, en la mayoría de los casos, la mujer asume el rol de jefa del hogar. En este sentido, dado que en Nayarit un porcentaje importante de hogares unipersonales están jefaturados por una mujer, es posible que se encuentren en edades más envejecidas y por tanto sean los hijos los que remiten a los padres, ya sea para la alimentación o para gastos de salud (Canales, 2005). Mientras que en Hidalgo, debido a que un porcentaje importante de los hogares ampliados recibe remesas, es posible que ocurra una situación parecida a la de Guatemala, en donde, de acuerdo con el estudio de la OIM (2003), los migrantes indígenas casados dejan a sus esposas con los padres o suegros. Esto también porque en Hidalgo una proporción importante de hogares con remesas de tipo ampliado tiene jefe indígena, por lo que es posible que estos hogares, teniendo algún lazo de parentesco, formen un mismo hogar al presentarse la migración.

 

Tamaño promedio del hogar

En el cuadro 2 se observa que no existe una diferencia importante entre el promedio de miembros de los hogares con remesas y sin remesas, ya que los hogares sin remesas tienen en promedio 4.1 miembros, mientras que los hogares que sí reciben remesas tienen un promedio de cuatro miembros. Entre tanto, en el estado de Hidalgo, los hogares sin remesas tienen un promedio de 4.4 miembros y los hogares con remesas tienen 4.6 miembros en promedio. En este sentido, tanto a nivel general, como a nivel de los hogares receptores de remesas, los hidalguenses son de mayor tamaño que los nayaritas.

 

Tipo de propiedad de la vivienda

La gráfica 10 muestra los hogares receptores y no receptores de remesas que poseen una vivienda o, en su caso, los que habitan en una vivienda rentada o prestada, para los estados de Nayarit e Hidalgo. Se observa que, en Nayarit, 77.7 por ciento de los hogares sin remesas posee una vivienda y 83.9 por ciento de los hogares con remesas tienen una vivienda propia. Este porcentaje representa una diferencia ligeramente mayor frente a los hogares no receptores; no obstante, con la información proporcionada por el XII Censo es imposible conocer si la vivienda fue adquirida antes o después de emigrar, por lo que, dado que reciben remesas, suponemos que una parte de éstas se ha destinado a la construcción, mejoramiento e incluso adquisición de la vivienda, toda vez que diversos autores (Durand, 1994; Corona, 2001) han sugerido que las remesas no sólo se destinan al consumo de alimentos, sino también a este tipo de inversiones fijas. Asimismo, en el estado de Hidalgo ocurre una situación similar a la de Nayarit, pues 80.3 por ciento de los hogares sin remesas poseen una vivienda, frente 85.1 por ciento de los hogares receptores de remesas. Los migrantes, tanto nayaritas como hidalguenses, probablemente estén destinando recursos a la construcción y mejoramiento de la vivienda, y por ello, un porcentaje mayor de hogares que reciben remesas tienen una vivienda propia. Además, Canales (2005) ha mencionado que cuando los migrantes se estabilizan laboral y económicamente en Estados Unidos, las remesas se orientan a la compra o remodelación de la vivienda.

 

Condición migratoria

Debido a los diversos desplazamientos que realiza un individuo entre un territorio y otro, la condición de migración del hogar entre 1995 y 2000 se podría tomar como una característica sociodemográfica más; sin embargo, hemos considerado realizar un análisis independiente porque creemos que tanto la migración circular y permanente, como la migración de retorno de Estados Unidos y de retorno nacional son indicadores que se encuentran ligados a la recepción de remesas del hogar, pues aunque Canales (2005) ha encontrado que los hogares que no tienen migrantes también reciben remesas, los hogares con migrantes son aun más propensos a recibirlas y nos atrevemos a decir que en cantidades mayores.

 

Migración circular y permanente

En la gráfica 11 observamos a los hogares sin remesas y con remesas, según condición de migración entre 1995 y 2000 para los estados de Nayarit e Hidalgo. De manera contrastante, en Nayarit, 66.6 por ciento de los hogares no tuvo migrantes en 1995 y 2000, pero sí recibió remesas, mientras que aquellos hogares con migrante y con remesas en el periodo de referencia representan 33.4 por ciento. Para ello existen dos posible explicaciones, en primer lugar, podemos decir que el hecho de que hogares sin migrantes reciben remesas se debe a la larga tradición migratoria de la entidad, por lo que migrantes que son residentes permanentes en Estados Unidos continúan enviando remesas al hogar paterno; y en segundo lugar, de acuerdo con Canales (2005), los hogares que no tienen migrantes también están recibiendo ayuda de personas que no necesariamente son miembros del hogar. Sin embargo, al hablar de migración, el XII Censo del 2000 únicamente se refiere a los último cinco años, es decir, a los migrantes que salieron de su hogar entre 1995 y 2000; por ello es posible que en parte esté ocurriendo lo que ha señalado Canales (2005), pero también es posible que los hogares que declararon no tener migrantes durante la fecha de referencia los hayan tenido antes de 1995, por lo que el Censo no los está contabilizando. Por su parte, en Hidalgo, estado de migración relativamente reciente, la situación es diferente, ya que 59.8 por ciento de los hogares que reciben remesas internacionales también tienen migrantes, mientras que aquéllos que no tienen migrantes pero sí reciben remesas representan 40.2 por ciento.

Este alto porcentaje puede deberse a que el XII Censo del 2000 sólo se refiere los migrantes entre 1995 y 2000.

 

Migración de retorno de Estados Unidos

En la gráfica 12 mostramos los hogares sin remesas y con remesas que presentan migración de retorno de Estados Unidos para los estados de Nayarit e Hidalgo. En este sentido, se observa que los hogares receptores de remesas con migrantes de retorno representan una pequeña proporción en ambas entidades, mientras que los hogares con remesas y sin migrantes de retorno representan la mayoría. De modo que, particularmente para Nayarit, los hogares con remesas y con migrantes de retorno alcanzan apenas 5.5 por ciento, comparado con aquellos hogares receptores de remesas que no tuvieronmigrantes de retorno y representan 94.5 por ciento. Por otra parte, en Hidalgo encontramos que 4.6 por ciento de los hogares con remesas tuvieron también migrantes de retorno, mientras que 95.4 por ciento de los hogares que reciben remesas no tuvieron migrantes de retorno de Estados Unidos. Es así como el no retorno de los migrantes a su hogar de origen explica por qué estos hogares con remesas representan la mayor proporción tanto en Nayarit como en Hidalgo, pues el hecho de que en un hogar con remesas aún no esté de regreso el migrante significa que es una asociación importante en la recepción de remesas de éste, lo cual también nos permite reforzar el argumento sustentado en la gráfica 11, es decir, que efectivamente, como antes señaló Canales (2005), a los hogares sin miembros migrantes nada les impide recibir remesas por ayuda de personas ajenas al hogar, sin embargo, el hecho de que en un hogar exista la presencia del migrante le permite tener mayores probabilidades de recibirlas.

 

Migración de retorno nacional

Es fundamental incluir en este análisis el indicador de migración de retorno nacional, debido a que los antecedentes de la migración internacional en el estado de Hidalgo descansan sobre la migración hacia algunas entidades del centro del país, principalmente hacia la Ciudad de México y su zona metropolitana (Vázquez, 1995; Quezada, 2004, Serrano, 2005).

En este sentido, la migración de retorno nacional se refiere a los miembros del hogar que en enero de 1995 residían en cualquier entidad del país, pero que al momento censal (febrero de 2000) se encontraban de regreso en su entidad de origen. De esta manera, en la gráfica 13 se observa a los hogares, tanto de Nayarit como de Hidalgo, que reciben y que no reciben remesas de Estados Unidos, según la condición de migración de retorno nacional. Asimismo, se puede ver que a diferencia de los migrantes de retorno de Estados Unidos expresados en la gráfica 12, en donde los hogares con remesas y con migrantes de retorno de ese país representan un porcentaje pequeño, en la gráfica 13 podemos ver que en los hogares receptores de remesas la presencia de migrantes de retorno nacional corresponde a un considerable porcentaje del total de hogares con remesas. De modo que, específicamente para el estado de Nayarit, los hogares con remesas y con migrantes de retorno nacional son 6.8 por ciento, mientras que otro 93.2 por ciento son hogares con remesas internacionales pero sin migrantes de retorno nacional. Igualmente, en el estado de Hidalgo, los hogares receptores de remesas y con migrantes de retorno nacional constituyen 10.3 por ciento, frente a 89.7 por ciento donde existe la presencia de remesas internacionales pero no se encuentran migrantes de retorno nacional.

Uno podría afirmar que los indicadores demográficos anteriormente reseñados nos han permitido conocer detalladamente las particularidades de los hogares que reciben y que no reciben remesas en Nayarit y en Hidalgo, además de que hemos señalado que la edad, la escolaridad, el estado civil del jefe y la jefatura femenina del hogar se asocian a la recepción de remesas, y hemos conocido también que mientras que para Nayarit un porcentaje menor de hogares con jefe indígena recibe remesas, para el estado de Hidalgo sí constituyen una proporción ligeramente superior, lo cual se debe a que hay una mayor población indígena en Hidalgo que en Nayarit. Asimismo, las características económicas y del tamaño de localidad influyen de forma diferente en la recepción de remesas; en primer lugar, el tamaño de la localidad se encuentra asociado a la recepción de este ingreso; en segundo, los hogares que reciben remesas tienen ingresos más altos y también reciben remesas internas, sin embargo, tal parece que la influencia de estas características es mínima sobre la recepción de remesas de Estados Unidos. De igual forma podemos decir que la estructura y composición del hogar, así como la propiedad de la vivienda, son factores asociados a la recepción de este ingreso.

Por lo que toca a la condición migratoria del hogar, podemos decir que tanto la migración circular y permanente como la migración de retorno de Estados Unidos es una importante característica de los hogares receptores de remesas, toda vez que el hecho de que al menos un miembro del hogar sea migrante significa que el hogar tiene mayores probabilidades de recibir remesas.

 

Consideraciones finales

El análisis anterior nos permite llegar a algunas conclusiones. En primer lugar, aunque el XII Censo del 2000 no permite conocer los arreglos familiares que se presentaron con la migración ni la migración anterior a 1995, tal parece que las migraciones nayarita e hidalguense se presentan en hogares con características particulares, toda vez que los hogares con remesas tienen jefes en edad avanzada, con bajo nivel escolar, son unidos o casados, con una importante participación de las mujeres como jefas, son principalmente de localidades rurales, en su mayoría hogares nucleares y ampliados, de menor tamaño y con vivienda propia, con presencia de miembros migrantes y de retorno de Estados Unidos entre 1995 y 2000. En segundo lugar, la importante participación de las mujeres como jefas en los hogares nayaritas e hidalguenses con remesas puede estar asociada, directa o indirectamente, con la migración masculina, pues hemos mostrado que un porcentaje importante de hogares con jefas mujeres reciben remesas. En este mismo sentido, la migración pudiera estar generando cambios al interior del hogar, toda vez que una proporción importante de hogares de tipo nuclear o ampliado está jefaturado por una mujer. Sin embargo, debido a que en este trabajo no ha sido posible demostrarlo de manera tajante, quedará pendiente para futuras investigaciones.

Una tercera conclusión es que, aunque no es posible conocer de manera exacta la localidad de origen del migrante, consideramos que, a diferencia de lo señalado por otros autores (Durand, Massey y Zenteno, 2001), la migración, tanto nayarita como hidalguense, principalmente tiene su origen en las localidades rurales, pues en las localidades de menor tamaño es donde se concentran los hogares con remesas, lo cual también está relacionado con el hecho de que estas dos entidades son eminentemente rurales. En cuarto lugar, aunque en este trabajo no mostramos la dependencia económica hacia la recepción de remesas, sí podemos decir que, dado que los hogares nayaritas e hidalguenses receptores de remesas tienen ingresos más altos, la migración de uno o más de los miembros está cumpliendo con uno de sus objetivos, que es colaborar en la maximización del ingreso del hogar; por tanto, la migración se convierte en una estrategia para mejorar las condiciones de vida de los miembros. Asimismo, el hecho de que en los hogares no haya presencia de migrantes no inhibe la recepción de remesas. Esto se debe, principalmente, a una limitación del XII Censo del 2000, toda vez que la pregunta sobre la condición de migración del hogar se refiere únicamente a los miembros que migraron en enero de 1995 y febrero del 2000, por lo que deja fuera de la muestra a aquellas personas que migraron antes de 1995. En este sentido, al hablar de hogares con migrantes nos estamos refiriendo a aquellas personas que salieron del hogar de origen hacia Estados Unidos entre el periodo de referencia, lo cual contribuye a que una proporción importante de los hogares con remesas no tengan miembros migrantes.

De esta manera, aun con todas las limitantes que presentan las bases de datos disponibles, este trabajo de investigación constituye una aportación para los estudios demográficos de la migración y las remesas desde el punto de vista de los hogares que las reciben. Sin embargo, las remesas y los hogares son un tema con muchas aristas que hay que tomar en cuenta para futuros trabajos, tanto en el ámbito del desarrollo económico de las localidades que las reciben, como en la inversión de los hogares en el consumo cotidiano y las características propias de éstos y los migrantes.

 

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Notas

1 La región tradicional de emigración está conformada por Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Zacatecas, Durango, San Luís Potosí, Nayarit, Aguascalientes y Colima. Mientras que la región emergente la conforman los estados de: Veracruz, Estado de México, Hidalgo, Guerrero, Distrito Federal, Puebla, Oaxaca, Morelos, Querétaro y Tlaxcala (Ramírez, 2002).

2 En este trabajo, un hogar receptor de remesas es aquél donde al menos un miembro recibe ingresos provenientes de Estados Unidos.

3 INEGI define al jefe del hogar como aquella persona reconocida como tal por los demás miembros del hogar y que puede ser hombre o mujer.

 

Información sobre el autor

Germán Vega Briones. Estudió la licenciatura en Antropología Social en la Universidad Autónoma Metropolitana, la maestría en Sociología en la Universidad de Texas y la maestría en Antropología Social en El Colegio de Michoacán. Hizo estudios de doctorado en sociología, con especialidad en métodos cualitativos, migración internacional y etnicidad en la Universidad de Texas. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Nivel I. Actualmente es profesor investigador en El Colegio de la Frontera Norte. Sus líneas de investigación son migración internacional, familia y género. Recientemente ha publicado "Percepciones y actitudes de los varones de la frontera norte acerca del empleo femenino: hacia una nueva reconceptualizacion cultural del empleo fronterizo", 2002, en Manuel Ribeiro et al.(coords.), La familia en America del Norte. Evolución, problemática y política; "Migración internacional y cambio económico en una zonaruraldeJalisco",2003,en Germán Zarate (coord.), Problemas y perspectivas de las remesas de los mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos y "Algunos cambios acerca del matrimonio y la familia en la región Ciudad Juárez/El Paso", 2003, en Fernando Lozano (coord..), La población de México al inicio del siglo XXI, México.

Correo electrónico: gvega@dns.colef.mx

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