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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.14 no.55 Toluca ene./mar. 2008

 

Latinoamericanos en el mercado de trabajo español, 2000-2005*

 

Latin American people's in Spanish labor market 2000-2005

 

Fernando Gil Alonso y Andreu Domingo i Valls

 

Universidad Autónoma de Barcelona.

 

Resumen

El objetivo de este artículo es el análisis de la inserción laboral de la población latinoamericana en España durante el periodo 2000-2005, utilizando dos oleadas de la Encuesta de Población Activa (EPA). Los resultados muestran que el colectivo latinoamericano ha experimentado un proceso de rejuvenecimiento, de masculinización (aunque la población femenina continua siendo mayoritaria) y de empeoramiento de su nivel educativo medio, aunque el colectivo con nivel secundario sigue siendo predominante. Los resultados confirman la hipótesis de partida sobre la existencia de una relación entre la llegada de inmigrantes y la promoción laboral y social de la población española, en un contexto de constante mejora del nivel educativo de las generaciones jóvenes autóctonas (especialmente de las femeninas).

Palabras clave: inmigración, latinoamericanos, actividad, mercado de trabajo, España.

 

Abstract

The objective of this article is the analysis of labor insertion of Latin American population in Spain during the period 2000-2005, using two waves of the Survey on Employed Population (Encuesta de Población Activa, EPA). The results show that the Latin American collective has experienced a rejuvenation process, man-becoming (despite feminine population is still a majority) and of worsening of their average educational level, even though the collective with secondary level is still predominant. The results confirm the starting hypothesis on the existence of a relation between the arrival of immigrants and labor and social promotion of the Spanish population, in a context of constant improvement in the educational level of the autochthonous young population (specially the feminine one).

Key words: immigration, Latin American people, activity, labor market, Spain.

 

Marco analítico, objetivos y fuentes

A mediados de la década de 1990 parecía evidente que España, igual que el resto de países del sur de Europa, había dejado de ser un país emigratorio para pasar a ser un país de inmigración —como Muñoz Pérez e Izquierdo Escribano (1989) ya habían afirmado—, pero pocos observadores se atrevían a vaticinar un crecimiento significativo de los flujos inmigratorios internacionales y, por lo tanto, un crecimiento de los efectivos de población extranjera como el que posteriormente ha tenido lugar. En efecto, España ha sido uno de los países de la Unión Europea que ha experimentado uno de los incrementos en la población extranjera más importantes durante el primer quinquenio del siglo XXI: si al 1 de enero del año 2000 los residentes extranjeros en España eran 0.9 millones (que representaban 2.3 por ciento de las personas empadronadas1), al 1 de enero de 2005 ya eran 3.7 millones, u 8.5 por ciento de la población residente en el país, habiéndose por tanto cuadruplicado el efectivo de extranjeros en tan sólo cinco años. Buena parte de ese crecimiento se debe a la población latinoamericana,2 que puede considerarse la principal beneficiaría de las tres operaciones de normalización de inmigrantes en situación irregular llevadas a cabo en años recientes (2000, 2001 y 2005). Según el último recuento del Padrón continuo de 2005, la población latinoamericana en España —cifrada en más de 1.4 millones de individuos— significaba, tras multiplicarse por siete en el último lustro, 39 por ciento de todos los extranjeros empadronados en España (41 por ciento si contamos la población por lugar de nacimiento), cuando sólo cinco años antes los menos de 200 000 latinos residentes suponían sólo 20 por ciento de los foráneos empadronados a 1-1-2000.

Este crecimiento tan fulgurante (Pérez, 2004; Pellegrino, 2004; Criado, 2005; Cacopardo et al., 2007) ha llevado a algunos autores a hablar de los latinoamericanos como "los preferidos", refiriéndose a los efectos directos e indirectos de la política migratoria a partir de 1996, pero especialmente durante el periodo 2000 a 2004 (ver Izquierdo et al., 2002; Martínez, 2003). Se ha llegado incluso a argumentar la existencia de una voluntad política de substitución de las nacionalidades de la migración en España, en las que las corrientes migratorias de latinoamericanos, pero también las de los procedentes de países del Este, habrían sido beneficiadas, cuando no incentivadas, en detrimento de las procedentes del continente africano, y que se hace más patente viendo los resultados de las operaciones de regularización de 2000 y 2001 (Izquierdo, 2004; Domingo, 2005).

Dada la importancia del colectivo latinoamericano en España, los autores han abordado en anteriores trabajos el estudio general de sus características sociodemográficas a partir de los datos del censo de 2001 (Domingo, 2005; Domingo y Martínez, 2006)3 Utilizando datos procedentes de la Encuesta de Población Activa, en el presente texto nos proponemos como objetivo prioritario abordar la inserción laboral de la población latinoamericana en España durante el periodo 2000-2005, es decir, el quinquenio que ha sido testigo del crecimiento exponencial de su número.

Como marco conceptual, se partirá de recientes trabajos de los autores sobre el papel complementario de la población extranjera en general respecto a la población autóctona. Sucintamente, utilizamos el concepto "complementariedad" para describir la relación entre la llegada de inmigración extranjera y la promoción social de la población española, especialmente (aunque no únicamente) en el mercado laboral (Domingo, Gil y Vidal, 2006; Gil y Domingo, 2006a).

Dicha complementariedad no es esencialmente de carácter demográfico, es decir, no se basa en la evolución demográfica reciente en España que exigiría la llegada de trabajadores extranjeros para compensar una mano de obra autóctona menguante —pues la población nacional en edad activa ha aumentado en la década reciente como consecuencia de la entrada en edad laboral de los baby boomers—, sino que se basa en la propia segmentación del mercado de trabajo, que asigna a los recién llegados aquellos trabajos mal pagados o desprestigiados, que los autóctonos ya no quieren asumir (Cachón, 1997, siguiendo los trabajos de Piore, 1979). Esta segmentación se ha acentuado recientemente en los países del sur de la Unión Europea (Reyneri, 2004; Ribas, 2004; Gil y Domingo, 2006b) y especialmente en España (Martínez Veiga, 1999; Vitale, 2000; Parella, 2003; Solé y Parella, 2003; Garrido y Toharia, 2004), donde la promoción social de las jóvenes generaciones (sobre todo de las mujeres) de nacionalidad española ha sido consecuencia de su mayor inserción en el mundo laboral, acorde con un nivel de instrucción notablemente mejorado en comparación con generaciones más antiguas (Domingo y Houle, 2004). En España, además, este proceso ha sido alimentado por el rápido desarrollo de sectores económicos poco regulados y de bajos salarios como el sector turístico, la agricultura intensiva, el servicio doméstico o la construcción, todos ellos con fuerte demanda de mano de obra inmigrante.

Si podemos considerar que esta situación no es nueva, y que se ha experimentado y estudiado con anterioridad en otros países (Dickens y Lang, 1988; Enchautegui, 1998), en el caso español es de un notable interés teniendo en cuenta la intensidad del crecimiento de la propia inmigración que está propiciando dicho proceso social, y el corto lapso en que se está materializando.

Los autores también han demostrado en dichos estudios que la complementariedad entre trabajadores extranjeros y autóctonos no es unívoca, sino que adopta diferentes formas en cada sector de actividad: en ciertos sectores ese proceso implica la virtual substitución de una población por otra, mientras que en otros se da una concurrencia entre nacionales y extranjeros y, finalmente, otros sectores se han convertido en cotos casi exclusivamente reservados para la población de nacionalidad española, siendo esta situación el resultado de cierta protección legal (como en el caso del funcionariado), o de otras circunstancias (Domingo, Gil y Vidal, 2006; Gil y Domingo, 2006a).

Si en esos textos los autores han analizado el papel complementario de la inmigración extranjera en general, aquí partiremos del mismo supuesto teórico para centrarnos en el caso específico de la población latinoamericana, y concretamente de su inserción en el mercado de trabajo español. Los objetivos concretos son:

1. Realizar el análisis de las características sociodemográficas (sexo, edad y nivel de educación) de la población activa latinoamericana en España, dando especial relevancia a las diferencias de sexo en cuanto a su participación en el mercado de trabajo.

2. Analizar la inserción laboral de los inmigrados latinoamericanos por sector de actividad desde la perspectiva de la complementariedad con la población española ocupada en esos mismos sectores: atender a procesos de substitución o concurrencia.

3. Comparar la situación laboral de la población latinoamericana con la del resto de migrantes extranjeros en España.

Para ello se utilizará como fuente de datos la denominada Encuesta de Población Activa (EPA), encuesta de carácter trimestral que el Instituto Nacional de Estadística (INE) realiza desde 1964 para obtener datos de la fuerza de trabajo y de sus diferentes componentes (ocupados y parados), así como de la población inactiva. La muestra inicial es de 65 000 familias al trimestre, quedando reducida en la práctica a aproximadamente 60 000 familias entrevistadas de manera efectiva, que equivalen a unas 200 000 personas, una muestra lo suficientemente amplia para los objetivos perseguidos en este estudio.

 

Inserción de latinoamericanos en el mercado de trabajo español

Dos oleadas de la EPA separadas por cinco años han sido utilizadas para analizar el impacto del creciente número de extranjeros en la población activa: el ciclo 111, correspondiente al primer trimestre de 2000, y el ciclo 131, del primer trimestre de 2005. Este primer lustro del siglo XXI es precisamente el que ha sido testigo del crecimiento exponencial del número de inmigrantes extranjeros en edad activa (15-64 años), que serían unos millones en 2005 según la EPA, de los cuales 1.4 millones serían de nacionalidad de algún país latinoamericano,4 con el consiguiente impacto sobre el mercado de trabajo español (tabla 1).

Hablamos por lo tanto de un crecimiento de 1.2 millones de latinoamericanos potencialmente activos en sólo cinco años, el colectivo extranjero que más se ha incrementado en números absolutos; y el segundo en términos relativos, sólo superado por los procedentes de la Europa extra-comunitaria que, sin embargo, alcanzan un tamaño sensiblemente menor (0.6 millones en 2005).

El resto de nacionalidades extranjeras también han crecido con fuerza, pero en magnitudes muy inferiores, pues los africanos sólo se han multiplicado por 2.6, mientras que el número de asiáticos y de los pertenecientes a la categoría "resto" (que agrupa a ciudadanos de Oceanía, Estados Unidos y Canadá) se ha doblado y el de los ciudadanos de la UE-155 ha experimentado un crecimiento superior a 50 por ciento (tabla 1). Todo ello en el contexto de una población en edad activa española cuyo número se ha mantenido estable e incluso ha experimentado un crecimiento, pequeño eso sí, pero crecimiento al fin y al cabo que desmiente la idea que los inmigrantes extranjeros vienen a compensar una población autóctona en proceso de disminución. Como hemos demostrado anteriormente (Domingo, Gil y Vidal, 2006), si esto es cierto para algunos países europeos, no lo es para España ni para otros países mediterráneos o Irlanda.

En este crecimiento del colectivo latinoamericano han ganado peso los hombres sobre las mujeres en términos relativos, pues partían de cifras mucho menores, pero no en números absolutos, por lo que la comunidad latinoamericana en edad laboral en España continúa siendo mayoritariamente femenina, como se observa en la tabla 1.

La tabla 2 muestra las tasas de actividad (o porcentaje de activos respecto a la población de 15-64 años) y las de desempleo (proporción de parados respecto al total de activos) para los diferentes grupos de nacionalidades, incluidos los latinos. Como corresponde a un colectivo que ha emigrado a España principalmente por razones económicas, las tasas de actividad de los latinoamericanos son muy altas, muy por encima de la de los españoles y por encima de la de la mayoría de los otros colectivos de extranjeros.

Sólo los asiáticos, en el año 2000, y los europeos extra-comunitarios, en el 2005, muestran tasas algo más elevadas en las cifras correspondientes al promedio de ambos sexos. Pero si limitamos la comparación al sexo femenino, entonces son las latinoamericanas las que muestran los mayores porcentajes de participación en el mercado de trabajo, porcentajes que además se han incrementado entre los años 2000 y 2005 (en el otro extremo, son las africanas y las asiáticas las que tienen menores tasas de actividad, menores incluso que las de las españolas en 2005).

Como se ha explicado en la introducción, la información procedente del Censo de 2001 nos ofrecía la imagen de un colectivo latinoamericano más afectado por el problema del desempleo (Domingo, 2005; Domingo y Martínez, 2006). Esta imagen, sin embargo, se ha de matizar con los datos ofrecidos por la EPA.

En un contexto de bonanza económica, las tasas de desempleo han disminuido para prácticamente todos los colectivos nacionales presentes en España durante el quinquenio 2000-2005, tanto para hombres como para mujeres (siendo la única excepción la que afecta a los ciudadanos de otros países miembros de la UE-15 que, de todas formas, partían con las tasas más bajas), y ello también ha sucedido en la población objeto de nuestro interés. En efecto, el desempleo entre los latinoamericanos ha descendido tres puntos porcentuales (de 13.5 por ciento a 10.5 por ciento), es decir, algo menos que entre los españoles y en la mayoría de los otros colectivos de extranjeros, pero se mantiene en unos niveles no muy alejados al de aquéllos. De hecho, según la EPA, la tasa de paro en 2000 era entre los latinoamericanos incluso menor que entre los españoles (13.5 por ciento comparado con 13.8 por ciento), y en el caso de las mujeres era bastante inferior (14.5 respecto a 20.4 por ciento), mientras que en el año 2005 las tasas, tanto para hombres como para mujeres, sólo son un poco superiores a las de los españoles. En ningún caso se puede decir que la población de nacionalidad latinoamericana padece una grave situación de desempleo como la que sufre la población africana, con tasas de paro el doble de altas que las de los autóctonos y que las de los propios latinoamericanos.

El aumento de la población activa y la disminución de los niveles de paro ha causado un fuerte incremento sin precedentes de la población ocupada en España durante el primer lustro del siglo XXI. Nada menos que un crecimiento de 3.4 millones de ocupados, que se ha repartido a partes casi iguales entre los activos de nacionalidad española (1.8 millones) y los de nacionalidad extranjera (1.6 millones), de los cuales algo más de 0.9 millones corresponden a ciudadanos de países latinoamericanos, que pasan de 158 mil ocupados en 2000 a 1.08 millones en 2005.

El crecimiento simultáneo del número de ocupados españoles y extranjeros indica que la complementariedad entre la mano de obra autóctona y la inmigrante no se puede explicar, por tanto, en términos estrictamente de volumen demográfico, sino que se debe analizar en el marco de la existencia de una segmentación del mercado de trabajo, en el sentido señalado ya hace tiempo por Piore (1979). Segmentación que se manifiesta, además, no únicamente en función de la nacionalidad, sino de otras variables como la edad, el sexo y el nivel de instrucción, que no sólo están íntimamente relacionadas sino que, como veremos en el apartado siguiente, condicionan la participación de españoles y extranjeros en los diferentes sectores de actividad.

Respecto a la edad, la inmigración latinoamericana, que se ha rejuvenecido en los últimos cinco años (el porcentaje de 16-29 años ha pasado de 35 a 38 por ciento, mientras que el de 50-64 ha bajado de 11 a ocho por ciento), ha contribuido, junto al resto de los inmigrantes, a mitigar el envejecimiento relativo de la mano de obra española, como se ha demostrado en otros trabajos anteriores (Gil y Domingo, 2006 a y b) Igualmente significativo ha sido el impacto sobre la variable 'sexo', puesto que, aunque sigue siendo mayoritariamente femenina, la mano de obra latinoamericana ha experimentado durante el último lustro una tendencia hacia la "masculinización" (la proporción de activos latinoamericanos masculinos ha subido de 40 a 45 por ciento entre 2000 y 2005), hecho que contrasta con la tendencia hacia la 'feminización' vivida por la fuerza de trabajo autóctona: durante este lustro se ha producido incorporación al mercado de trabajo de casi 1.2 millones de mujeres españolas, por sólo 0.6 millones de hombres. La oleada inmigratoria procedente de Latinoamérica, crecientemente masculina, se ha producido, pues, en un contexto de progresiva feminización del mercado de trabajo español.

El tercer elemento de complementariedad entre la mano de obra española y la latinoamericana es el nivel de instrucción: mientras que los rasgos que definen el mercado de trabajo español son el envejecimiento relativo, la feminización y, en tercer lugar, la importante mejora en los niveles de instrucción de los españoles y, especialmente, de las españolas (como muestra la tabla 3), en el caso de los latinoamericanos es justamente lo opuesto: rejuvenecimiento y masculinización relativa, y mayor incremento de los activos con menor nivel de instrucción. En efecto, ha aumentado el número de inmigrantes latinoamericanos en todos los niveles de instrucción pero, en términos relativos, los que tienen titulación secundaria han crecido más que los universitarios, mientras que los que poseen un nivel de instrucción inferior a secundaria son los que más han aumentado.

La tabla 3 muestra el claro contraste entre la evolución educativa de los activos españoles y los latinoamericanos. De los 1.8 activos españoles suplementarios en el periodo 2000-2005, 1.4 tienen nivel educativo universitario, del que casi 60 por ciento son mujeres; 1.3 tienen nivel secundario, del que casi la mitad son féminas; y se ha producido una reducción de casi 1 millón de activos con instrucción inferior a secundario, que en este caso ha afectado más a los hombres, pues las mujeres con bajo nivel de instrucción son en muchos casos personas de edad, pertenecientes a generaciones maduras con bajo nivel de participación.

En el caso de los activos latinoamericanos en España, el número de los que tienen nivel universitario se ha multiplicado por cuatro, el de los que tienen al menos enseñanza secundaria se ha multiplicado casi por ocho, y el de quienes no llegan siquiera a dicho nivel se ha multiplicado por nueve. Esto en números relativos, porque en números absolutos siguen siendo los poseedores de un título de enseñanza secundaria los más numerosos (60 por ciento del total de ciudadanos latinoamericanos en 2005), mientras que a las otras dos categorías de nivel de instrucción pertenece en torno a 20 por ciento de inmigrantes, respectivamente. Al analizar la evolución de los niveles de instrucción por sexos no aparecen demasiadas diferencias, aunque el porcentaje de mujeres sobrepasa al de hombres en el crecimiento de la categoría con menor nivel educativo, mientras que el incremento de ambos sexos está muy igualado en las otras dos categorías más altas.

En resumen, aunque la mayoría de los inmigrantes latinoamericanos residentes en España continúan teniendo al menos un título secundario, se ha producido un cierto deterioro de las características educativas de las últimas oleadas de inmigrantes procedentes de Latinoamérica, con un peso creciente de las personas menos instruidas. Esto parece ser el resultado de varias tendencias concomitantes. Por un lado, el reciente crecimiento exponencial del número de inmigrantes de dicho origen ha venido acompañada con un cambio en los países de procedencia predominante, de manera que habrían aumentado los contingentes procedentes de países con menores niveles medios de educación. Por otro lado, dicho empeoramiento de los perfiles académicos sería, en parte, una consecuencia del propio proceso migratorio, en el que los que emigran en primer lugar son los individuos más decididos y preparados, con un nivel de educación mayor que el promedio de la sociedad de partida. Una vez establecidas por dichos "pioneros" las redes migratorias en el país de llegada, se benefician de éstas todo tipo de migrantes independientemente de su nivel de instrucción y, por lo tanto, comienzan a llegar proporciones crecientes de personas de bajo nivel educativo, que representan, por otra parte, la mayor parte de la población del país de partida.

Asimismo, el hecho de que, como veremos, el mercado de trabajo español ofrezca a estos inmigrantes, sobre todo puestos de trabajo de baja o nula cualificación, podría estar sirviendo de acicate para que emigren en proporciones crecientes aquellos individuos de bajo nivel educativo, que se ajustan mejor a la demanda del mercado.6 Finalmente, todas estas tendencias se resumirían en una característica: la creciente heterogeneidad de la población extranjera procedente de Latinoamérica respecto a su nivel de educación, de manera similar a como ha aumentado la heterogeneidad en los orígenes geográficos y en otros rasgos de los inmigrantes.

 

Complementariedad con la mano de obra local

La tabla 4 presenta la evolución entre 2000 y 2005 de los trabajadores españoles y latinoamericanos en función de su categoría ocupacional, utilizando las categorías que la Encuesta de Población Activa define como 'ocupación principal'. Esta desagregación nos permite obtener una aproximación adecuada a los perfiles profesionales y al nivel de requerimiento en cuanto a aptitudes de los puestos de trabajo ocupados tanto por los autóctonos como por los extranjeros. Una movilidad laboral ascendente se verifica por un crecimiento más significativo de los trabajadores que ocupan puestos superiores en la escala socio-ocupacional, mientras que un mayor crecimiento de la ocupación en aquellos puestos con menores requerimientos de cualificación se ha de interpretar como una ausencia de tal movilidad.

Comenzando por la evolución ocupacional de la mano de obra española, la Tabla 4 muestra que ésta no sólo ha aumentado en cantidad durante el periodo 2000-2005, sino que también ha ganado en la calidad de los puestos de trabajo, observándose una mejora de su posición relativa en el mercado de trabajo. Así, sobre 1.8 millones de trabajadores españoles suplementarios, más de un millón tienen la categoría de técnicos y profesionales (ya sea científicos e intelectuales o de apoyo), con un crecimiento más significativo entre las mujeres que entre los hombres.

Por el contrario, se observa entre los españoles una disminución en números absolutos de los trabajadores agrarios y de los no cualificados. Sin embargo, algunas diferencias entre ambos sexos pueden ser señaladas: hay un ligero aumento de los obreros masculinos cualificados (instalación y maquinaria), mientras que hay un descenso de las mujeres en dicha ocupación. El caso contrario puede verse entre los trabajadores no cualificados, con crecimiento femenino (aunque relativamente débil) y disminución masculina. Por último, entre las ocupaciones del sector servicios se aprecia un aumento tanto de los hombres como de las mujeres, pero mientras que ellos crecen por debajo de la media de la ocupación masculina, ellas lo hacen por encima del crecimiento de la ocupación femenina.

Se puede concluir, por lo tanto, que en un contexto de fuerte creación de empleo, los españoles han mejorado en líneas generales su posición relativa en la escala ocupacional. Ello es especialmente evidente en el caso femenino, pues si bien han aumentado su presencia tanto en las posiciones intermedias de la escala como en las más bajas, es entre las ocupaciones técnicas y profesionales donde han mostrado el crecimiento más fuerte, tanto en números absolutos como en relativos.

La situación es claramente diferente entre los trabajadores latinoamericanos. Del más de 0.9 millones de nuevos empleos, el mayor crecimiento en números absolutos corresponde a puestos de trabajo no cualificados (cerca de 380 mil), seguidos por trabajos en el sector de los servicios personales, restauración y comercio (230 mil puestos adicionales). Sin embargo, algo puede comenzar a estar cambiando puesto que, si bien en números absolutos son cifras relativamente modestas, en términos relativos las categorías que más han aumentado —partiendo, eso sí, de cifras modestas— son algunas que se pueden identificar con trabajos más cualificados: entre las mujeres, las técnicas y profesionales de apoyo son las que más han crecido, secundadas por las obreras especializadas, de la misma manera que entre los hombres los artesanos y los obreros cualificados también son los que más crecen, mientras que los puestos correspondientes a empleados administrativos también aumentan por encima de la media.

De todas formas, el incipiente crecimiento de la participación del colectivo latinoamericano en otros puestos de trabajos más cualificados no niega, sino que matiza, un hecho incontrovertible: que la ascensión ocupacional de la población ocupada española ha venido acompañada por un incremento muy importante del número de ciudadanos latinoamericanos que ocupan puestos de trabajo que exigen un bajo nivel de capacitación, hecho que apoya tanto nuestra hipótesis de partida -que empareja la llegada de inmigrantes internacionales con la mejora de las condiciones laborales, y por ende sociales, de la población autóctona, razón por la que hablamos de "complementariedad" entre ambos grupos- como la permanencia de un cierto nivel de sobrecualificación de la inmigración latinoamericana.

¿Cómo se ha producido en la práctica dicha complementariedad entre la población española y la latinoamericana?, ¿qué sectores han ido abandonando los trabajadores autóctonos y ocupando los inmigrantes?, ¿se han producido únicamente dinámicas de sustitución, en las que los recién llegados ocupan los puestos que los nativos ya no quieren ejercer, o también se han dado dinámicas de competencia por los mismos puestos? ¿Han aparecido nuevos nichos laborales ocupados por los migrantes latinoamericanos? Y, por el contrario, ¿se han creado "reservas" de trabajo para la mano de obra autóctona? Utilizando la misma técnica que los autores han probado en otros trabajos (Gil y Domingo, 2006), se ha intentado concretar todas estas dinámicas de segmentación laboral partiendo del esquema propuesto por Feld (2000), que diferencia los sectores de actividad en cuatro categorías, en función de la combinación del incremento o la disminución del empleo de los nacionales y de los extranjeros. Dado que la actividad de los extranjeros ha aumentado recientemente en España en todos los sectores analizados, dicha categorización se ha modificado y ha quedado establecida de la siguiente manera:

1. Los sectores en los que un descenso del número de activos nacionales (en términos absolutos o relativos) se combina con un incremento de los extranjeros se han identificado como aquéllos que experimentan dinámicas de sustitución.

2. Los sectores donde han aumentado tanto los activos españoles como los extranjeros se ha considerado que reflejan dinámicas de concurrencia.

3. Finalmente, aquellos sectores en los que la mano de obra española ha aumentado mucho más que la extranjera se han clasificado como sectores de especialización de los nacionales o "cotos" relativamente cerrados a la inmigración.

Este análisis sectorial se ha realizado tras agrupar todas las ramas de actividad utilizadas en la EPA en siete grandes grupos representados en la Tabla 5, la cual proporciona información muy significativa sobre la evolución de la ocupación tanto de los españoles como de los latinoamericanos.

Respecto a los primeros, el único sector que experimenta una pérdida absoluta de trabajadores españoles en el periodo 2000-2005 es el primario, tanto en hombres como en mujeres, mientras que el sector de la industria y el transporte (que se mantiene en 2005 como el que ocupa más hombres españoles), y el del comercio y la hostelería, han ganado ocupados de nacionalidad española pero a menor ritmo que el conjunto del mercado de trabajo, por lo que han perdido peso relativo, también en ambos sexos. Finalmente, el sector que incluye otros servicios, incluido el servicio doméstico, ha perdido peso entre las españolas. Dado que en todos estos sectores, sin excepción, ha aumentado mucho el número de trabajadores latinoamericanos, podemos afirmar que el sector agrario, el de industria y transportes, el comercio (incluido los negocios "étnicos"7) y la hostelería, y el sector que comprende el servicio doméstico (incluyendo el cuidado de personas, sobre todo ancianas), son los que están experimentando una dinámica de sustitución de trabajadores autóctonos por inmigrantes, en este caso latinoamericanos.

El caso más evidente de sustitución lo encontramos, como se puede comprobar en la gráfica 1, en el servicio doméstico (definido como hogares privados con personas empleadas) en el que las españolas que siguen trabajando son mayoritariamente mujeres de más de 40 años con un bajo nivel de instrucción, y que son testigos de la llegada al sector de cientos de miles de mujeres latinoamericanas más jóvenes y, en promedio, con mejor bagaje educativo. Esa competencia es mucho más dura cuando se realiza en el contexto del trabajo informal, como de hecho sucede, y aunque se siga observando una cierta especialización, como por ejemplo la referida al interinaje, que discrimina entre unas y otras (Baldwin y Arango, 1999).

La construcción, por el contrario, es el caso prototípico de sector en el que se produce una dinámica de concurrencia, como muestra la gráfica 2, donde tanto los españoles como los latinoamericanos muestran unas pirámides de hombres mayoritariamente jóvenes. En efecto, este sector ha sido testigo en el último lustro del incremento de trabajadores, de ambos sexos (aunque muy mayoritariamente masculinos), tanto españoles como latinoamericanos. Así, ha pasado a convertirse en 2005 en el sector que ocupa más trabajadores de sexo masculino de nacionalidad latinoamericana, y el tercero entre los españoles.

Además, los autores mostraron en un trabajo anterior (Gil y Domingo, 2006) dos características adicionales de la mano de obra nacional en el sector de la construcción: que ha padecido un envejecimiento relativamente menor que en otros sectores de actividad, lo que implica la existencia de una cierta renovación generacional, y que la mayoría de los activos autóctonos tienen un nivel educativo bajo.8 Por el contrario los trabajadores latinoamericanos en este sector muestran síntomas claros de sobrecualificación, con presencia notable de personas con estudios secundarios e incluso superiores, de manera que se produce una situación de coincidencia, en el mismo nicho de actividad, de jóvenes autóctonos poco instruidos junto a inmigrantes también jóvenes pero con mejor nivel educativo.

Finalmente, los sectores de mayor valor añadido e ingresos, como el sector financiero e inmobiliario, y aquéllos en los que hay elevada presencia de funcionarios (administración pública, educación y sanidad), son los que han experimentado un mayor crecimiento del número de activos nacionales —incluso por encima del crecimiento de extranjeros, que han perdido peso relativo— y, en consecuencia, una mayor ganancia durante el periodo 20002005 en la proporción de activos españoles que trabajan en ellos, pasando de 10 a 11.8 por ciento en el primer caso y de 17.3 a 19.7 por ciento en el segundo (la tabla 5 muestra el desglose por sexos). Se podría considerar, por tanto, que son los sectores con mayor capacidad de atracción de activos españoles y, en la medida en que se restringe la entrada a los extranjeros, de especialización creciente de la mano de obra española. La transformación de ciertos sectores en nichos protegidos y progresivamente especializados por nacionalidad es especialmente evidente en el caso del sector público, la educación y la salud, donde los extranjeros tienen limitado el acceso a muchos puestos de trabajo y que es además la categoría sectorial que más se ha beneficiado de la creciente participación femenina en el mercado de trabajo: cerca de medio millón de mujeres españolas se han incorporado a la administración pública, educación y sanidad entre 2000 y 2005, de manera que en este último año ya es el sector que más féminas autóctonas emplea, por encima del comercio y la hostelería.

Resumiendo, el crecimiento del empleo entre los españoles se ha concentrado en el sector público, en el sector financiero y en la construcción, mientras que entre los extranjeros ha habido incluso más especialización por género: ellos han crecido más en construcción, seguida por comercio y hostelería, e industria; ellas, en servicio doméstico y en comercio y hostelería. Nos estamos refiriendo a crecimiento en número absoluto de ocupados, porque en términos relativos la tabla 5 muestra una realidad aparentemente diferente: que el servicio doméstico pierde peso mientras que prácticamente todos los otros sectores de empleo femenino latinoamericano ganan importancia relativa. Esta aparente incoherencia se debe a que era de tal magnitud la proporción de mujeres procedente de América Latina que trabajan en 2000 en dicho sector (52 por ciento) que su crecimiento, de más de 263 000 empleos sobre un total de 543 000 nuevos empleos femeninos, ha hecho perder peso a este sector, que sin embargo todavía ocupa a más de 43 por ciento de todas las latinoamericanas empleadas en el mercado de trabajo español.

Pese a que en el último quinquenio el número de latinoamericanos que trabajan en sectores de alta cualificación y con salarios relativamente elevados se ha multiplicado, y por ejemplo, más de 50 000 mujeres y cerca de 40 000 hombres trabajan en el sector financiero-inmobiliario, los datos que acabamos de ver sobre categorías ocupacionales y sectores de actividad confirman la existencia de un contexto de complementariedad entre la mano de obra autóctona y la inmigrante de origen latinoamericano. Esta complementariedad se define de manera diferente en cada sector de actividad según el nivel de atracción o repulsión que ejerce sobre ambos colectivos de trabajadores, de manera que hay sectores con situaciones de sustitución de la fuerza de trabajo nacional por la inmigrada, otros con concurrencia entre ambos grupos, y finalmente otros que son nichos de actividad reservados para los trabajadores nacionales.

 

Conclusiones

La información obtenida a partir de dos oleadas de la Encuesta de Población Activa realizadas en los años 2000 y 2005 muestran que el colectivo latinoamericano ha experimentado, en el quinquenio analizado, un proceso de rejuvenecimiento, de masculinización (aunque la población femenina continua siendo mayoritaria) y de empeoramiento de su nivel educativo medio debido a la llegada masiva de personas que no han completado la enseñanza secundaria, aunque el colectivo con nivel secundario sigue siendo el mayoritario y el que posee formación superior, si bien ha perdido peso relativo, se ha incrementado también de manera muy significativa en números absolutos.

Este último rasgo está relacionado con la presencia creciente de latinoamericanos en puestos de trabajo con mayores niveles de cualificación, responsabilidad y salario. Puestos como los de obrero especializado y técnico de apoyo, y sectores como el inmobiliario y financiero han experimentado un fuerte crecimiento relativo en la presencia de ciudadanos latinoamericanos, tanto hombres como mujeres. Sin embargo, la gran mayoría de miembros de este colectivo se concentran en aquellos puestos que exigen poca o nula cualificación, que son los que más han aumentado en números absolutos, como el servicio doméstico en el caso de las mujeres y la construcción en el de los hombres. Podemos afirmar, pues, que la imagen dibujada por el Censo de 2001 de fragilidad laboral y sobrecualificación continua estando, con matices, vigente.

Los resultados confirman, por lo tanto, la hipótesis de partida sobre la existencia de una relación entre la llegada de inmigrantes y la ascensión laboral y social de la población laboral española, en un contexto de constante mejora del nivel educativo de las generaciones jóvenes autóctonas. Dicha mejora del nivel de instrucción en España ha sido paralela al proceso de sustitución de las generaciones más viejas con baja formación, especialmente entre las mujeres, y con poca implicación de éstas en el mercado de trabajo, por otras generaciones con mayor nivel educativo, lo cual se ha traducido en un crecimiento de su actividad también por encima de la media. Este proceso de mejora relativa de las posiciones de la mano de obra española, sobre todo entre las mujeres, ha convulsionado la estructura de participación por sectores de actividad y ha actuado como una especie de aspirador de inmigrantes, atrayendo a trabajadores de nacionalidad extranjera —en este caso procedentes de América Latina— que han podido encontrar un empleo en tres grandes nichos de actividad: a) en aquellos sectores y puestos no preferidos por los españoles por su dureza, bajo salario o nulo prestigio social; b) en el sector comercial étnico o generado por la propia llegada de inmigrantes extranjeros; y c) sustituyendo a las mujeres españolas, cada vez más incorporadas en el mercado de trabajo, en las tareas domésticas y de cuidado de niños y ancianos, que antes las mujeres autóctonas efectuaban en un contexto de desigual distribución sexual de las tareas domésticas y de débil desarrollo del Estado de bienestar en España.

El retrato aparentemente pesimista que se acaba de dibujar sobre la inserción laboral de los ciudadanos procedentes de América Latina en el mercado de trabajo español debería, sin embargo, ser debidamente matizado atendiendo al reciente establecimiento en España de la mayor parte de dicho colectivo, así como a la discriminación positiva de que gozan, respecto al resto de migrantes extracomunitarios, por parte tanto de la legislación española (acceso a la nacionalidad) como en los prejuicios de la población en general —pues tienen una imagen más positiva que, por ejemplo, los inmigrantes africanos—, recogidos en las encuestas de opinión (Díez Nicolás, 2005). Todo ello, junto con la potencialidad de aceleración de la movilidad social que representan tanto el mayor nivel de instrucción de buena parte de esos inmigrantes como su dominio de la lengua española, debería jugar a favor de una futura ascensión laboral de este colectivo a medida que se prolongue su estancia en España.

 

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Notas

* Este artículo es un producto del Proyecto I+D Demografía e integración social de la población de nacionalidad extranjera en España (SEJ2004-00846 / SOCI), financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia a través del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica. Tiene su origen en sendas comunicaciones presentadas en el seminario de investigación Les migrations Amérique Latine-Europe: réalités, concepts et débats, celebrado en Lovaina (Bélgica) el 8 de noviembre de 2006, y en el V Congreso sobre la Inmigración en España. Migraciones y desarrollo humano, celebrado en Valencia del 21 al 24 de marzo de 2007. Los autores agradecen los comentarios y críticas recibidos, que han permitido mejorar el artículo definitivo.

1 Datos procedentes del Padrón continuo, que es un registro administrativo de carácter municipal (centralizado por el Instituto Nacional de Estadística) que recoge todas las personas, independientemente de su nacionalidad y del carácter legal o ilegal de su estancia en el país, que tienen fijada su residencia en dicho municipio.

2 Debido a las características de los datos agregados utilizados en este estudio, se entiende aquí como "población latinoamericana" a la que tiene nacionalidad de cualquiera de los países del continente americano, excluidos Canadá y Estados Unidos. La gran mayoría procede de países de lengua castellana y, en mucha menor medida, de Brasil, siendo prácticamente irrelevante la procedente de otros países con lenguas diferentes a las anteriores (Guayanas, pequeñas islas caribeñas, etc.).

3 En ellos se destacaba que las condiciones generales de vida de los individuos pertenecientes a las nacionalidades de América Latina estaban influidas por el carácter predominantemente reciente de su llegada, siendo como es vital el tiempo de residencia en el país de destino para el asentamiento y la promoción social y laboral de la población inmigrada. El denominado "síndrome del recién llegado" se hacía patente tanto en las estructuras del hogar, caracterizadas por elevadas proporciones de hogares sin núcleo y complejos, como en las difíciles condiciones de acceso a la vivienda, así como en sus características laborales, con unos índices de desempleo, temporalidad y eventualidad en la contratación —sin contar con la participación en el mercado sumergido, que no se pudo determinar directamente— muy por encima de lo que debería esperarse atendiendo a su nivel de instrucción.

4 Dado que el número de ciudadanos de países latinoamericanos, de todas las edades, residentes en España a 1 de enero de 2005 era también algo mayor de 1.4 millones según el Padrón continuo, parece que la muestra de la EPA sobreestima en cierta medida el número de inmigrantes latinos, aunque esta sobrerrepresentación sin duda actúa en beneficio de la presente investigación al agrandar, aunque sea mínimamente, el tamaño de la muestra.

5 Se ha tomado la agregación UE-15 y no la actual UE-25 porque ésta no existía en el año 2000.

6 Esto es una consecuencia difícil de eludir del proceso de complementariedad, tal como los autores lo han definido en páginas anteriores: son las características del mercado de trabajo del país de destino —en este caso, la existencia de una mano de obra española en proceso de ascensión laboral gracias a su mejor nivel de instrucción— y no las del país de origen o de sus migrantes, las que determinan las características de los flujos migratorios. Y en este mercado en el que la demanda parece primar sobre la oferta, el ajuste entre ambos factores produce unos beneficiarios —el conjunto del mercado de trabajo español gracias al aporte de una fuente de mano de obra "barata" por numerosa, pero al mismo tiempo relativamente bien preparada— y unos perjudicados, los inmigrantes extra-comunitarios con mayor nivel de instrucción (fundamentalmente latinoamericanos o procedentes de la Europa oriental) que mayoritariamente no pueden encontrar trabajos a la altura de sus capacidades y se han de conformar con puestos peores y, por lo tanto, peor pagados.

7 Para identificar la emergencia de actividades exclusivamente reservadas a los extranjeros, y aquí copadas por los latinoamericanos, el análisis se debe realizar a nivel más desagregado. Entonces los resultados muestran la participación creciente de este colectivo, además de en comercios generalistas, en aquellos negocios especializados destinados específicamente a los inmigrantes extranjeros.

8 En un contexto en el que el número de trabajadores españoles de bajo nivel educativo se ha reducido entre 2000 y 2005 en 23 por ciento o casi 685 000 individuos, el número de los que trabajan en la construcción sólo se ha reducido en 9.5 por ciento o 67 000 individuos, que además son en promedio 0.3 años más jóvenes que cinco años antes, lo que significa que se ha producido relevo generacional. De esta manera, si la construcción suponía el sector de actividad de 23.8 por ciento de los españoles de bajo nivel de instrucción en 2000, este porcentaje había aumentado a 28.1 por ciento cinco años después.

 

Información sobre los autores

Fernando Gil Alonso. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona (UB), con posgrado en Métodos y Técnicas para el Estudio de la Población por el Centro de Estudios Demográficos (CED) y doctor en Geografía Humana (rama Demografía) por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Actualmente es investigador del Centro de Estudios Demográficos (CED) de Barcelona y beneficiario de una ayuda del Programa "Juan de la Cierva" para doctores, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia, forma parte del equipo de investigación del Proyecto I+D Demografía e integración social de la población de nacionalidad extranjera en España (Ref.: SEJ2004-00846) del Ministerio de Educación y Ciencia, dirigido por el Dr. Andreu Domingo. Es también coordinador del grupo de investigación consolidado Grup d 'Estudis Demogràfics i de les Migracions del CED, financiado por la Generalitat de Cataluña (ref: 2005SGR00930). Sus áreas preferentes de estudio son la inmigración internacional en España y en la Unión Europa, así como la interacción entre dicha inmigración, las estructuras demográficas y el mercado de trabajo. Correo electrónico: fgil@ced.uab.es.

Andreu Domingo i Valls. Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con posgrado en Métodos y Técnicas para el Estudio de la Población por el Centro de Estudios Demográficos (CED) y doctor en Sociología por la UNED. Ocupa el cargo de subdirector del Centro de Estudios Demográficos, donde trabaja como investigador y docente desde 1985. Es también profesor asociado al Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus áreas de investigación preferentes son el análisis demográfico de las migraciones internacionales, de la población de nacionalidad extranjera y la formación de la familia. Actualmente dirige el Grup d'Estudis Demogràfics i de les Migracions (GEDEM) del CED, grupo de investigación consolidado, reconocido y financiado por la Generalität de Cataluña (ref: 2005SGR00930), y el Proyecto I+D Demografía e integración social de la población de nacionalidad extranjera en España (SEJ2004-00846/SOCI), financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia de España. Correo electrónico: adomingo@ced.uab.es.

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