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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.13 no.54 Toluca oct./dic. 2007

 

Las remesas familiares frente a la cuenta corriente en México, 1980-2006

 

Familial remittances before current account in Mexico, 1980-2006

 

Alma Rosa Muñoz Jumilla y Laura Elena del Moral Barrera

 

Universidad Autónoma del Estado de México

 

Resumen

Este trabajo intenta aportar una nueva dimensión a los estudios realizados en torno a las remesas familiares, donde su originalidad consiste en relacionarlas desde una perspectiva histórica con los saldos de la cuenta corriente. Este análisis macroeconómico se centra en algunas coyunturas y políticas económicas para el periodo que se estudia, en donde se enfatiza de manera especial en algunos años que caracterizaron a la economía del país por las crisis relacionadas con los déficit de la cuenta corriente y la escasez de divisas para afrontarlas. Al relacionar el peso de las remesas familiares en el financiamiento de la cuenta corriente, es posible observar a la vez su evolución e importancia.

Palabras clave: remesas familiares, cuenta corriente, análisis económico, México.

 

Abstract

This work tries to contribute with a new dimension to the studies about the familial remittances, where its originality consists in relating them from a historical perspective to the balances of the current account. This macroeconomic analysis focuses on some conjunctures and economic policies for the studied period, and emphasizes, in a special way, on those years when the country's economy underwent crises related to the deficits of the current account and the currency shortage to confront them. When relating the importance of the familial remittances in the financing of the current account, it is allowded to observe its evolution and importance.

Key words: familial remittances, current account, economic analysis, Mexico.

 

Introducción

El comportamiento de la cuenta corriente de la balanza de pagos y las distintas formas de su financiamiento constituye una gran preocupación para las autoridades monetarias. Se podría decir que esa cuenta corriente es un importante pilar en la economía de todo el país, toda vez que de una u otra manera sus resultados influyen en el desarrollo económico. Los saldos deficitarios que caracterizan a la mayoría de las cuentas que integran la balanza de pagos son motivo de preocupación constante. Derivado de ello, este trabajo intenta aportar una nueva dimensión a los estudios realizados en torno a las remesas familiares, donde su originalidad consiste en relacionarlas desde una perspectiva macroeconómica con los saldos de la cuenta corriente. El análisis se centra en algunas coyunturas y políticas económicas de mayor trascendencia en los distintos años del periodo que se analiza. Al observar el peso de las remesas familiares en el financiamiento de la cuenta corriente será posible identificar la evolución e importancia de esta relación y, por lo tanto, determinar el papel macroeconómico de las remesas en el periodo de estudio (1980-2006).

Es importante señalar que este trabajo es de corte empírico,1 cuyo análisis se basa en las estadísticas de la cuenta corriente de la balanza de pagos que presenta el Banco de México. Por el momento no se aborda el tema tan importante sobre el proceso migratorio entre México y Estados Unidos, del cual, obviamente, depende en buena medida la captación de remesas familiares. Se podría decir que a simple vista no existe relación alguna entre la migración y las cuentas del sector externo; de hecho, hay una gran escasez de trabajos que permitan establecer una especie de puente entre migración y balanza de pagos; no obstante, se considera que este puente entre ambas está trazado justamente por las remesas familiares.

 

Cuenta corriente y remesas familiares

La cuenta corriente se define como el registro de las transacciones que se llevan a cabo por parte de un país con el exterior. Este registro consiste en un estado contable que comprende un periodo de un año, cuyo propósito es registrar sistemáticamente los flujos de las corrientes de bienes, servicios, transferencias unilaterales y capital, que realizan los residentes de un país con el exterior (Banco de México, 1980). En este sentido, Dornbusch y Fischer (2004: 321322) definen la 'balanza de pagos' de la siguiente manera:

La Balanza de Pagos es el registro de las transacciones de la economía con el resto del mundo. En ella, hay dos cuentas principales: la cuenta corriente registra el comercio de bienes y servicios, así como los pagos de transferencias. Los servicios incluyen fletes, pagos por patentes y por intereses. Los pagos por transferencias consisten en remesas, donaciones y subvenciones.

El análisis de la balanza de pagos mediante las cuentas que la integran nos proporciona información muy importante sobre la evolución de la economía de un país; por ejemplo, explica la tendencia creciente del desequilibrio externo que se manifiesta mediante el déficit crónico de la cuenta corriente y la falta de disponibilidad de recursos internos para financiarlos. Estas anotaciones se manejan por medio de partidas dobles, es decir, registrando entradas y salidas.

El saldo de la cuenta corriente, además de aportar información sobre las transacciones que se realizan con el exterior, resulta un excelente indicador para medir la capacidad de adquirir bienes y servicios en los mercados internacionales. En México, este indicador es de gran importancia para el desarrollo económico del país, dada la crónica situación deficitaria que se ha venido presentando históricamente.

Por el lado de las 'transferencias unilaterales', el Banco de México, de acuerdo con lo establecido por el Fondo Monetario Internacional, las define como "recursos reales y financieros recibidos y otorgados sin compensación del o hacia el exterior por los residentes del país, y que por su naturaleza no tienen una contrapartida implícita" (Banco de México, 1980: 164).

Las 'transferencias unilaterales' se encuentran compuestas por varias categorías: a) aportaciones de organismos internacionales para asistencia técnica; b) comisiones para la erradicación de plaga; c) derechos de pesca; d) donativos; e) pensiones; f) contribuciones a organismos internacionales; g) recaudaciones de oficinas consulares, y h) remesas familiares.2 A su vez, estas categorías se pueden agrupar en dos rubros: 'otras transferencias', que incluye las categorías a) a g), y 'remesas familiares'.

Por lo tanto:

...las transferencias corrientes recibidas del exterior comprenden todas las operaciones que se realizan entre las unidades institucionales residentes y no residentes, privadas o públicas. Una transferencia corriente en dinero es una transacción para hacer un pago, en moneda o por medio de un depósito transferible, sin recibir a cambio alguna contrapartida. La transferencia corriente en especie implica el traspaso de un bien o activo distinto del dinero, sin recibir tampoco contrapartida a cambio de ello. Existe consenso analítico entre los especialistas en balanza de pagos de que ambas transferencias (monetarias y en especie) impactan el ingreso disponible y, por lo tanto, influyen fundamentalmente en el consumo de bienes y servicios de los hogares receptores de tales transferencias, no obstante, este primer impacto se manifiesta en las variables de la balanza de pagos (Chávez, 2006: 62).

Una definición sobre el concepto de remesas familiares es aquélla que considera que se trata de los ingresos de los trabajadores emigrantes (residentes fuera del territorio nacional de su país de origen y que se registran en el rubro de transferencias unilaterales), éstas son transferencias corrientes, unilaterales y voluntarias recibidas del exterior en cantidades de dinero (en moneda nacional o extranjera), o en especie (comida, ropa, muebles, herramientas de trabajo, etcétera), que los trabajadores envían a residentes a su país de origen, que por lo regular son sus familiares. Al trabajador (remitente) que envía remesas se le considera residente (legal o ilegal) en la economía receptora. El Fondo Monetario Internacional establece con fines de mayor precisión que el emigrante deberá ser empleado por alguna empresa o persona residente en la economía receptora, lo cual excluye a los autoempleados, si se trata de un autoempleado, no se registra como remesa, sino como transferencia privada. De igual manera se considera la duración de la estancia del migrante en el país de destino, la cual no deberá ser inferior a los ocho meses.

Por otra parte, los flujos de ingresos externos provenientes del trabajo que realizan los trabajadores fronterizos, es decir, de los trabajadores que regularmente atraviesan la frontera para desempeñar labores asalariadas en el país vecino (transmigrantes o commuters,), no son considerados trabajadores emigrantes, ya que no pierden su residencia en su país de origen; esto genera cierta confusión al ser estos ingresos incluidos en la cuenta corriente dentro de la cuenta de servicios factoriales (ya que constituye un ingreso generado por un factor productivo). A estos rubros pertenecen los ingresos laborales de los trabajadores fronterizos (Carriles, 1991), las regalías y las utilidades reinvertidas. Estos ingresos se distinguen de las remesas familiares en dos aspectos: a) que el trabajador que los gana no pierde su residencia en su país de origen y b) que se trata de remuneraciones laborales que compensan la prestación de un servicio laboral, por lo que se trata obviamente de ingresos factoriales del trabajo y no de transferencias corrientes, como las remesas.3

 

Importancia de las remesas familiares

El peso relativo que tienen las remesas familiares en las transferencias unilaterales es determinante, éste ha ido en aumento desde la década de 1980 hasta llegar a comprender prácticamente casi el total de éstas. El crecimiento de las remesas familiares no solamente se observa en su participación en las transferencias, sino en otras variables, por ejemplo, en los ingresos que aporta a la cuenta corriente, que comparados con los provenientes de otras fuentes se ubican casi en primer sitio, con excepción de los provenientes por concepto de las exportaciones petroleras.

Para realizar el análisis de las remesas familiares y su peso específico dentro de las transferencias se ha procedido a manejar el rubro de las transferencias desglosándolo en dos renglones: uno de ellos corresponde a las remesas familiares, mientras que el otro trata de la agrupación de los diferentes ítems (otras transferencias que se han mencionado en los párrafos anteriores.4

Derivado del peso tan importante que tienen las remesas en las transferencias, cualquier variación en ellas afecta directamente al renglón de las transferencias. En 1980 comprendían 80 por ciento de éstas, pero en 1982 se registró un descenso en la captación de remesas de 7.4 por ciento. Se presume que esto último se debió a la incertidumbre que prevalecía en el país ante la crisis económica que se vivió en ese año y a los problemas del tipo de cambio, en donde los migrantes prefirieron ahorrar sus ingresos en lugar de enviarlos. En la gráfica 1 se puede apreciar la tendencia creciente que ha tenido la participación de las remesas a lo largo del periodo.

Las remesas recuperaron su crecimiento en los dos siguientes años (1983 y 1984), sin embargo, a pesar de que en 1985 los ingresos por transferencias crecieron de manera considerable (40.5 por ciento), las remesas registraron un decrecimiento de 0.8 por ciento, el cual se explica por el efecto que tuvieron las reformas migratorias emprendidas en Estados Unidos orientadas a regularizar a los inmigrantes ilegales y a favorecer la reunificación familiar (IRCA y SAW). Este hecho repercutió a su vez en los envíos de remesas, pues al trasladarse las familias hacia el vecino país, se dejaron de enviar remesas. Como resultado, se observa que en 1985 el porcentaje que representaban las remesas en las transferencias se redujo sustancialmente (véase gráfica 1), pues de tener una participación superior a 80 por ciento en 1984, éste fue tan sólo de 57.5 por ciento el año siguiente, situación que privilegió la participación del rubro de las otras transferencias. Ese mismo año, el Banco de México informaba sobre un aumento de 20 por ciento en las transferencias recibidas.

Cabe destacar que en 1985 se registraron ingresos de 521 millones de dólares (mdd) corrientes por transferencias, que equivalen a 737.96 mdd constantes, como resultado de la condonación de intereses pagados en exceso a la banca internacional. De entre los ingresos captados a través de las transferencias destaca el comportamiento de los donativos, los cuales se incrementaron en 82 por ciento como parte de la ayuda internacional que recibió México para afrontar las consecuencias de los sismos de septiembre.

La captación de remesas continuó incrementándose en los dos siguientes años (1986 y 1987), pero sobre todo entre 1987 y 1988, cuando crecieron a una tasa de 23.4 por ciento. Asimismo, en 1987 se registró un importante aumento en el rubro de otras transferencias (47.7 por ciento), el cual se debió a los donativos por concepto de la ayuda recibida por los daños sufridos por el huracán Gilberto y por el pago de las aseguradoras (gráfica 1).

Como resultado del mayor crecimiento de las remesas, su participación en los ingresos por transferencias fue de 83.5 por ciento en 1988; contrariamente, el rubro de las otras transferencias manifestó un importante descenso en sus ingresos de 47.7 por ciento, derivado de que se dejó de percibir la ayuda del exterior. Se deduce que al estabilizarse la economía a partir de este año se generó un clima de mayor confianza para enviar dólares desde el exterior, pues el mercado de cambios se abrió. Otro factor que también influyó fue el aumento de migrantes mexicanos en Estados Unidos.

Una situación similar se registró en 1990, cuando las remesas aumentaron en 10 por ciento con respecto al año anterior. Mientras tanto, el rubro de otras transferencias se incrementó en 310 por ciento. El Banco de México informó un incremento en las transferencias por devolución de intereses; esta situación redujo la participación relativa de las remesas a 62.5 por ciento, a pesar del incremento de siete por ciento registrado en ese año (véase gráfica 1).

En 1991 se registró un débil incremento de las remesas, las cuales apenas si crecieron a una tasa de 2.3 por ciento con respecto al año anterior5 (gráficas 2 y 3). Asimismo, se observa una importante reducción en el rubro de otras transferencias generado por la devolución de recursos por concepto del pago de intereses, por lo que la participación relativa de las remesas en los ingresos por transferencias aumentó a 88.4 por ciento. La baja captación de remesas se trató de explicar mediante la hipótesis de que había cierta posibilidad de que aquellos residentes en el exterior con familia en México hayan disminuido el número de visitas que hacían de carácter turístico. Así, ello pudo ser reflejo de una sustitución hacia los envíos de fondos. Por tercer año consecutivo, los envíos de remesas por el canal telegráfico ganaron terreno respecto a otras formas de envío como el money order y el cheque personal (Banco de México, 1992).

Las remesas crecieron a una tasa de 12 por ciento en 1991, llegando a conformar 90 por ciento del total de las transferencias. Los montos captados siguieron aumentando en los siguientes años aunque a un menor ritmo; por su parte, el rubro de otras transferencias fue en declive. Otro aspecto que empezó a hacerse cada vez más manifiesto de acuerdo con el Banco de México era el hecho de que:

...se observa una pérdida de terreno en las modalidades de envío de fondos vía cheques personales y money orders frente al uso de los giros telegráficos, giros bancarios y efectivo. Así, el monto de los primeros disminuyó 40 por ciento, en tanto que el de los demás, en conjunto, aumentó 12 por ciento. Por otra parte, la remesa promedio se situó en 1993 en 361 dólares (2.8 por ciento más que en 1992). Al respecto, es probable que por motivos de seguridad los remitentes de fondos estén cambiando el mecanismo de las remesas. Los cheques personales y los money orders se han enviado tradicionalmente por correo, en tanto que las transmisiones vía giros telegráficos y bancarios proporcionan mayor seguridad. Por su parte, como se sabe, el efectivo y los regalos en especie ingresan al país a través de los viajeros residentes en el exterior (Banco de México, 1993).

En 1994, el crecimiento de las remesas fue del 1.6 por ciento con respecto al año anterior (ver gráfica 3), se empiezan a observar importantes modificaciones en su captación, una de ellas fue la incorporación de estadísticas en las operaciones de algunos bancos, los cuales empezaron a incursionar en el mercado de mayoreo adquiriendo money orders, no directamente de los destinatarios finales, sino de algunos intermediarios que operaban preferentemente en zonas rurales ante la ausencia de sucursales bancarias (Banco de México, 1994). Asimismo, se tomó en cuenta la modalidad de cambiar money orders en algunos establecimientos comerciales, lo que antes era casi imposible por la desconfianza que éstos generaban.

La cuenta de transferencias en 1995 registró un monto ligeramente por encima del captado en 1994, del cual 92 por ciento correspondió al rubro de remesas familiares, que totalizó 3 571.2 mdd constantes, no obstante que el incremento de las remesas en este año fue de 2.8 por ciento. Llama la atención que la cantidad de remesas captadas haya aumentado en forma tan leve, lo que conduce a preguntarse por qué cuando ocurren las crisis no aumenta precisamente la captación de remesas, pues la respuesta de la migración no es inmediata, ya que ello requiere de todo un proceso de maduración de las condiciones para emigrar. También se observa que hay un cierto impasse entre los migrantes en el exterior, en quienes influyen factores de tipo psicológico para enviar remesas derivados de la incertidumbre que genera la economía del país, en donde los migrantes prefieren ahorrar y esperar a que se logre la estabilidad para reanudar sus envíos.

En este sentido, se observa que a partir de 1996 se empieza a registrar un incremento constante en los envíos de remesas, las tasas de crecimiento muestran un crecimiento hacia el alza, que va de 12 por ciento en ese año hasta 14 por ciento en 1998. De esta manera se tiene que, con excepción de 1999, cuando la tasa de crecimiento se redujo, para el año 2000 se registró un importante flujo de transferencias derivado del incremento registrado por las remesas que pasaron a ser estimadas en 6 572.5 mdd corrientes. En 2001, la cuenta de transferencias registró una importante entrada de remesas, las cuales crecieron a una tasa de 32 por ciento; el monto alcanzado rebasó los márgenes nunca antes vistos. Ante esta situación de constante crecimiento, el Banco de México declaraba que:

Las remesas familiares representan el principal renglón de esta cuenta y se integran de recursos que los residentes en el exterior de origen mexicano envían a sus familiares en México. En el año de referencia el saldo de las remesas ascendió a 8 895 mdd corrientes, monto equivalente a 69.5 por ciento del valor de las exportaciones petroleras y a 1.44 puntos porcentuales del PIB del año. Conviene señalar como se comentó en los boletines de prensa sobre la balanza de pagos emitidos a lo largo de 2001, que en ese año la metodología para la estimación de las remesas familiares incorporó mejoras en el registro de dichas transacciones que efectúan las instituciones financieras intermediarias. Esta es una razón que explica que haya resultado tan elevado el incremento de los ingresos por remesas con relación al registrado en 2000 (Banco de México, 2001: 86).

Para 2002, la situación de la cuenta de transferencias continuó siendo por demás favorable, con 10 303.7 mdd corrientes. Las remesas familiares representaron 95 por ciento de las transferencias. En el 2003, el monto captado por remesas ascendió a 13 895.3 mdd corrientes, que conformaron más de 95 por ciento de las transferencias y registraron la más alta tasa de crecimiento del periodo bajo estudio (34.4 por ciento). Para 2004, la importancia de las remesas familiares concentraba la atención tanto de los sectores gubernamentales como de los estudiosos del tema, pues el propio Banco de México declaraba que:

El superávit registrado en la cuenta de transferencias en 2004 fue de 17, 123.13 (mdd corrientes). El principal componente de esta cuenta siguen siendo las remesas que los residentes en el exterior de origen mexicano envían a sus familiares en México. Ese monto resultó muy similar al de la IED en el año y fue equivalente a 78 por ciento del valor de las exportaciones de petróleo crudo, así como a 2.5 puntos porcentuales del PIB. En 2004 se efectuaron 50.9 millones de transacciones por envíos de remesas familiares y el monto promedio por remesa se ubicó en 327 dólares (Banco de México, 2004: 86).

En 2005, las remesas comprendían 97.8 por ciento del total de las transferencias recibidas en el país. El Banco de México destacó su importancia del siguiente modo:

...el monto de remesas familiares superó al flujo de inversión extranjera directa y fue equivalente a 71 por ciento del valor de las exportaciones de petróleo crudo y a 2.6 puntos porcentuales del PIB. En el año de referencia se efectuaron 58.7 millones de envíos de remesas y su monto promedio se ubicó en 341 dólares (Banco de México, 2005: 43).

Finalmente, en 2006, el ingreso por remesas ascendió a 23 054 mdd corrientes, lo que implicó un incremento de 3 019 millones y de 15.1 por ciento con respecto al año anterior. No obstante que el ritmo de crecimiento de las remesas se desaceleró de manera significativa a lo largo del año. La institución da la siguiente explicación:

a) la mejoría en la cobertura de las operaciones de remesas influyó al alza en tal estadística en los años previos, pero su efecto se ha ido atenuando gradualmente; b) los mayores problemas que han enfrentado los trabajadores mexicanos para emigrar hacia Estados Unidos, como resultado de una creciente vigilancia fronteriza en ese país; y, c) las dificultades adicionales que han enfrentado en Estados Unidos los inmigrantes mexicanos indocumentados para encontrar trabajo, ante controles oficiales más estrictos en un contexto de desaceleración de la economía estadunidense (Banco de México, 2006: 40).

La importancia macroeconómica de las remesas sigue en aumento y ya supera al saldo superavitario de la balanza comercial de productos petroleros, así como al flujo de inversión extranjera directa. Asimismo, dicho ingreso de recursos fue equivalente a 2.7 puntos porcentuales del PIB. En el año de referencia se efectuaron 65.8 millones de envíos de remesas, con un valor promedio de 350 dólares por envío (Banco de México, 2006).

De esta manera se puede observar tanto el peso que tienen las remesas en las transferencias unilaterales, como su evolución y variaciones en su ritmo de crecimiento; el objetivo ha sido mostrar desde una perspectiva histórica un panorama general de la importancia que han adquirido las remesas. En los siguientes apartados se muestra la evolución de la cuenta corriente y el peso que tienen las remesas en ésta.

 

Evolución de la cuenta corriente

Hablar de crecimiento económico y de los factores que lo propician implica entrar en un vasto terreno analítico que rebasa los alcances de este trabajo. En este sentido, se podría argumentar que el débil crecimiento que ha experimentado la economía mexicana desde hace poco más de dos décadas se relaciona con el desempeño del sector externo, en donde el financiamiento de la cuenta corriente —que ha tenido a lo largo del tiempo diferentes formas— por el ingreso de capitales ha resultado insuficiente para complementar los crecientes requerimientos que demanda el propio desarrollo. En este sentido, se podría argumentar que el factor clave que restringe el crecimiento económico se detecta en buena parte en las restricciones externas que impone este sector (Fujji, 2000).

Entre los estudios que se han enfocado en tratar de explicar las causas y naturaleza de los desequilibrios que se han presentado a lo largo del tiempo en el sector externo de la economía mexicana destaca el realizado por Villarreal (2000), quien los concibe como de "naturaleza estructural y característicos de las economías en proceso de desarrollo". Esta deficiencia explica la dependencia estructural (como él la denomina) del capital extranjero (inversiones y préstamos) como el único mecanismo de financiamiento de dicho desequilibrio. Por lo tanto, el poco o débil papel que han jugado otras fuentes de ingreso como serían las exportaciones o aquellas divisas provenientes del turismo y de las remesas de los migrantes, han sido insuficientes para satisfacer la necesidad de financiar las importaciones que el propio proceso de desarrollo demanda, viéndose en la necesidad de recurrir al capital de largo plazo.

Asimismo, desde el punto de vista de la versión neoclásica del crecimiento económico, el modelo de Solow (Ledesma, 2004) ha sido ampliamente considerado, pues plantea que el nivel del producto está determinado por la expansión de la oferta de factores, capital y trabajo, y por la dinámica de la productividad de éstos y la eficiencia con la que se utilizan, la cual depende de la tasa de ahorro de la economía, que es la que determina el stock de capital. Esta visión ha sido ampliamente superada y han surgido los modelos de crecimiento endógeno, donde a diferencia de lo planteado por el modelo neoclásico, la explicación de un crecimiento sostenido del ingreso por habitante omite las variables exógenas, para atribuirlo a las condiciones económicas y tecnológicas que enfrentan agentes económicos, lo que estimula o no una mayor inversión, el desarrollo de nuevas tecnologías o ambas cosas. La difusión del desarrollo tecnológico por el mundo entero hará posible la convergencia de las tasas de crecimiento per cápita y aun de los niveles de ingreso per cápita. Es decir, que predice que aquellas economías cuyo capital por habitante es inicialmente bajo (regiones pobres), crecerán a tasas superiores que aquellas economías donde éste es mayor (regiones ricas).

La actual teoría del crecimiento endógeno adopta el supuesto de que los rendimientos del capital no son decrecientes y, por lo tanto, cuestiona la hipótesis de que el producto por habitante tiende a converger, y que habría que considerar el papel que juega la balanza de pagos en los países, pues ésta afecta directa e indirectamente la dinámica del crecimiento. Ello es generado por las implicaciones que se presentan ante la debilidad de la balanza de pagos por tendencias adversas en el largo plazo en el comportamiento de las importaciones y exportaciones, lo cual ha venido ocurriendo en México a lo largo de varias décadas y que ha repercutido en las crisis recurrentes de la economía. El hecho mismo de que el crecimiento económico se mantenga por encima del equilibrio de la cuenta corriente (situación que también se ha experimentado en el país), ha generado que el desequilibrio de ésta se agudice y que, por lo tanto, los requerimientos de capital hayan sido de tal magnitud que los recursos internos resultan insuficientes para financiarlos, por lo que se ha tenido que recurrir al exterior para financiarlos a muy altas tasas de interés, lo que se convirtió en fuertes restricciones al crecimiento, contribuyendo a agudizar la situación deficitaria de la cuenta corriente. Todo esto se ha convertido en un círculo vicioso.

En consecuencia, las altas tasas de interés han actuado de manera adversa, pues además de contribuir a agudizar la situación deficitaria y a reducir la disponibilidad de divisas, han propiciado que la inversión en activos productivos se vea desalentada, como ocurrió en la década de 1990, cuando ésta se orientó preferentemente hacia activos monetarios. Derivado de ello, se plantea la necesidad de ajustar el crecimiento económico a las restricciones de la balanza de pagos, en donde habría que definir una tasa de crecimiento económico congruente con el equilibrio de la balanza de pagos (Fujji, 2000). En este sentido se pretende explicar las altas tasas de crecimiento económico que experimentó la economía mexicana, en donde el ahorro externo jugó un papel por demás importante para complementar las necesidades de financiamiento público y privado que indujeron dicho crecimiento.

Por otra parte, se ha generado cierta discusión en torno al papel que juegan las remesas como fuente de financiamiento al desarrollo. Esta hipótesis es discutida debido al hecho de que la mayor parte de las remesas se destina al consumo, motivo por el que se considera que no tienen ningún impacto en el crecimiento; sin embargo, hay que considerar que las remesas tienen un efecto multiplicador, al ser consideradas una parte de ellas como un ahorro que se destina a la inversión, de igual manera que los costos financieros que éstas generan (a diferencia de otras partidas) son mínimos.

El inicio de la década de 1980 estuvo influido en buena medida por el auge del boom petrolero, así como por el acelerado crecimiento que se le había impreso a la economía en aquel momento, cuando la participación del gasto público indujo en buena medida el crecimiento económico. Este crecimiento fue a su vez acompañado por importantes montos de inversión pública y privada que requirieron tanto de capital externo como de abundantes importaciones. Todo ello generó que tanto los flujos de capital externo como de mercancías fluyeran abundantemente hacia el país, lo que imprimió un nuevo dinamismo no nada más al sector manufacturero, sino de manera particular al de los energéticos. También se vio afectada la demanda interna, la cual se incrementó en forma acelerada, ejerciendo presiones sobre la oferta, hecho que generó el incremento de las importaciones (Cárdenas, 1997).

En lo que respecta al comportamiento de la cuenta corriente y las principales cuentas que la constituyen (balanza comercial, cuenta de servicios y transferencias), se podría argumentar que al iniciar la década de 1980 el desequilibrio del sector externo se hacía manifiesto en toda su extensión, al inicio de ese periodo se observa la tendencia creciente en el déficit de la cuenta corriente. En 1981 creció en 41 por ciento. En la gráfica 4 se aprecia que, entre 1980 y 1982, el déficit en cuenta corriente llegó a 6.5 por ciento del PIB. Derivado de los problemas financieros y escasez de divisas, en los años de 1983 y 1984 se obtuvo un saldo positivo en esta cuenta, situación que no se había tenido desde mediados de los años cincuenta y que, obviamente, se dio bajo circunstancias muy diferentes, pues nos encontramos frente al inicio de la crisis de los ochenta, cuando las consecuencias en la contracción del crecimiento económico impactaron en gran medida al conjunto de la sociedad mexicana. Como resultado de esta situación, la proporción que representó el déficit de la cuenta corriente fue creciente en la década de 1980 y en la primera mitad de la de 1990, cuando alcanzó proporciones superiores a siete por ciento del producto interno bruto.6 Asimismo, se observa que desde 1996 la participación del déficit de la cuenta corriente en el PIB ha ido en descenso, resaltan de manera particular los últimos cuatro años del periodo.

Al relacionar esto con los movimientos migratorios hacia Estados Unidos se podría decir que, como resultado de las crisis, éstos se aceleraron. El superávit de la cuenta corriente se redujo considerablemente en 1985, aunque en 1986 volvió a incurrirse en una situación deficitaria, donde el choque petrolero experimentado en ese año y la agudización en la escasez de divisas volvieron a impactar en forma negativa a la economía; ello obligó a retomar una serie de medidas para solventar la situación, de entre éstas estuvieron las restricciones impuestas a las importaciones, así como una mayor imposición del control de cambios, lo que se reflejó en el saldo favorable arrojado por la cuenta corriente en 1987, después de este año y hasta nuestros días, no se ha vuelto a tener un superávit en esta cuenta corriente (gráfica 5).

En cuanto al comportamiento de las remesas familiares y su peso específico en la cuenta corriente, los cambios ocurridos a través del tiempo se pueden apreciar en las gráficas 5 y 6. Es importante señalar que en la gráfica 6 se han restado los valores correspondientes a las remesas a cada una de las cuentas que integran la cuenta corriente, de tal manera que esto nos permite ver a simple vista la importancia de éstas en cada una de ellas.

En efecto, se observa que la participación de las transferencias en la cuenta corriente prácticamente se pierde durante todo el periodo —con excepción de los años de 1985 y 1990, cuando los ingresos por otras transferencias crecieron extraordinariamente—, lo cual se debe fundamentalmente a que éstas prácticamente se componen de remesas. También destaca el hecho de que a pesar de que las remesas han mantenido ingresos crecientes a lo largo del periodo, su importancia relativa no es tan marcada sino después del año 2000, pues los saldos de las distintas cuentas se alteran poco y muestran la misma tendencia que en la gráfica 5. A partir de 2001 se aprecia que ésta cambia, pues el saldo negativo de la cuenta corriente —donde se incluyen las remesas— se manifiesta en forma decreciente, al restarle a éste las remesas se vuelve creciente, lo mismo ocurre con la balanza comercial, mostrándose más acentuado aun en el saldo de la cuenta de servicios. Lo anterior nos permite deducir que si bien las remesas han tenido un comportamiento creciente, no es sino hasta el 2001 cuando tienen un impacto de gran peso en la reducción del déficit de la cuenta corriente.

Por otra parte, no deja de llamar la atención el hecho de que durante los años ochenta el principal déficit que arrojó la cuenta corriente provenía fundamentalmente de la cuenta de servicios factoriales, derivado de los voluminosos pagos de intereses efectuados por concepto de la deuda externa. En efecto, el pago de intereses por concepto de la deuda externa comprendía en 1980, 80 por ciento del déficit arrojado por la cuenta de servicios factoriales y 49 por ciento del déficit de la cuenta corriente; para 1982 alcanzaban ya 89 por ciento del déficit de servicios factoriales, en 1983 y 1984 comprendían 97 y 96 por ciento, respectivamente. Cabe señalar que los saldos superavitarios en la balanza comercial fueron suficientes para financiar en su totalidad estos pagos y permitir conjuntamente con las transferencias que la cuenta corriente arrojara un saldo a favor. De igual manera, durante los años 1995 y 1997, el saldo superavitario de la balanza comercial financió 67 y 65 por ciento del pago de intereses, respectivamente.

A partir de 1988, la cuenta corriente volvió a presentarse en forma deficitaria, la economía entró en una nueva dinámica motivada por la reactivación y por las reformas estructurales que condujeron a un cambio en el modelo de desarrollo del país, como resultado de las medidas que se habían emprendido desde mediados de la década de 1980, como fueron el proceso de liberalización del comercio exterior, la desregularización económica y las reformas emprendidas para incentivar la inversión extranjera. Esta dinámica fue acompañada de la necesidad de recurrir a mayores volúmenes de importaciones —las cuales habían sido restringidas en años anteriores—, además de éstas, para que la cuenta corriente arrojara este resultado, también influyeron los cuantiosos pagos por concepto de intereses realizados al exterior. El déficit pasó de 3 061 mdd constantes a 7 151 mdd constantes en 1989, es decir, creció a una tasa de 134 por ciento.

Este problema del déficit de la cuenta corriente continúa latente. Durante la década de 1990 se manifestó de manera creciente hasta 1994, año en que alcanzó la cifra récord de 30 485 mdd constantes. Ello generó fuertes presiones en la balanza de pagos y creó el clima de inestabilidad que desencadenó la devaluación del tipo de cambio en diciembre de ese año. Las repercusiones de esta crisis se hicieron sentir. Fue necesario realizar ajustes al tipo de cambio y aplicar medidas orientadas a evitar las salidas de divisas para solventar el problema de la deuda externa. Esto dio como resultado un menor ritmo de la actividad económica. Las medidas adoptadas tuvieron los resultados esperados, que se vieron reflejados en una considerable reducción del déficit en cuenta corriente, este pasó de 485 mdd constantes a 1 577 mdd constantes en 1995, lo que significa una reducción de 94.8 por ciento (véase gráfica 5).

A partir de la crisis que se vivió en 1995, cuyo origen se localiza en el desequilibrio del sector externo y en la vulnerabilidad de los mercados financieros, se dieron una serie de medidas de precaución, por lo que los montos deficitarios de la cuenta corriente han tendido a ser más moderados en relación con los que se registraron en la primera mitad de la década de 1990. Durante la segunda mitad de la década de 1990 la situación deficitaria de esta cuenta fue moderada, lo cual se encuentra relacionado con un mayor dinamismo del comercio exterior, así como los voluminosos ingresos provenientes de las transferencias por concepto de remesas familiares. Asimismo, se muestra un descenso en el déficit en cuenta corriente, el cual se debe en buena medida a ciertas dificultades por las que atraviesa la economía para sostener su ritmo de crecimiento ante la recesión experimentada en Estados Unidos desde el año 2000, que se ha reflejado en una pérdida en el dinamismo de las exportaciones hacia ese país. Se observa que también influye la reorientación del comercio exterior de ese país, donde China ha desplazado a México como segundo socio comercial. Después del año 2001 hay una relativa mejoría en la cuenta corriente, cuyo déficit se muestra de manera decreciente, lo cual se relaciona principalmente por el dinamismo de las exportaciones petroleras por una parte, y por la otra, por los importantes recursos que han ingresado por concepto de remesas familiares.

Aun así, la cuenta de servicios continúa generando las mayores erogaciones que se registran en la cuenta (véase gráfica 5).

 

Déficit de cuenta corriente y remesas

En términos generales se aprecian cambios cuantitativos y cualitativos de gran importancia con respecto a la relación entre remesas y cuenta corriente. En principio, podríamos decir que ésta mantuvo ciertas fluctuaciones de importancia durante la década de 1980. En la gráfica 7 se han eliminado los años de 1983, 1984, 1985 y 1987, por ser años en que la cuenta corriente arrojó saldos positivos. Después de 1955 no se había vuelto a presentar una situación de esta naturaleza; si bien las condiciones en que se dieron estos resultados son muy diferentes, pues estos saldos positivos fueron resultado de los drásticos ajustes que se aplicaron mediante las políticas económicas orientadas a lograr el equilibrio macroeconómico en el país, que se derivaron de la crisis de la deuda, así como por los problemas que se afrontaron ante la escasez de divisas y la dificultad para exportar los excedentes de petróleo, cuyos precios fueron a la baja. Ante esa situación se evitó, a costa del propio crecimiento económico y social, incurrir en compras al exterior.

Ante el espectacular incremento que registró la cuenta corriente en 1980, las remesas solamente cubrieron siete por ciento de dicho déficit. La economía continuó creciendo a altas tasas en 1981. El incremento registrado en el déficit de la cuenta corriente fue de 41 por ciento con respecto al año anterior. Ante esta situación, los ingresos por remesas familiares, pese a que registraron un incremento de 11.2 por ciento, tuvieron una cobertura inferior a la del año anterior (cinco por ciento).

Derivado de los problemas que ya se vislumbraban en la economía del país desde principios de 1982 —la escasez de divisas, el pago de intereses por concepto de la abultada deuda, las presiones sobre la balanza de pagos, pero sobre todo, las reducciones anunciadas en el precio del petróleo en el mercado internacional—, las autoridades adoptaron medidas orientadas a reducir el déficit en cuenta corriente. Como resultado se logró reducir dicho déficit en 65.8 por ciento; por el lado de las remesas familiares se observa que a pesar de la reducción experimentada en éstas (7.4 por ciento) su cobertura se amplió en 14 por ciento.

En 1983 se registró un saldo favorable en la cuenta corriente, en ello contribuyeron las remesas familiares, pues el incremento registrado en éstas representó 16.8 por ciento de dicho superávit. No obstante que la cuenta corriente continuó registrando un saldo favorable, éste se redujo en 1984 en 31.5 por ciento con respecto al año anterior. En cambio, las remesas crecieron a una tasa de 9.9 por ciento. En este sentido se podría decir que los ingresos por concepto de remesas permitieron generar 27 por ciento del saldo a favor que arrojó la cuenta corriente.

La tendencia hacia la baja en el saldo superavitario registrado en la cuenta corriente continuó en 1985, éste se redujo en 81.5 por ciento con respecto a 1984. Por su parte, los ingresos por remesas registraron una reducción de 0.81 por ciento; no obstante, hubo ingresos por 1 639.4 mdd constantes, que significaron 144.8 por ciento del saldo positivo de la cuenta corriente.

Hacia 1986 era manifiesta la presencia de una nueva crisis, por lo que las medidas emprendidas por el gobierno se orientaban a resolver el problema financiero, que representaba el pago de intereses de la deuda y la falta de recursos para afrontarlos, los déficit de la cuenta corriente se generaban principalmente en la cuenta de servicios. Por otra parte, la necesidad de recuperar el crecimiento económico era apremiante, ante estas dificultades financieras y el exceso de pagos remitidos al exterior, se registró nuevamente un déficit en la cuenta corriente por 1 910 mdd constantes. Por su parte, las remesas arrojaron un incremento de 9.5 por ciento al pasar de 1 639 mdd constantes en 1985 a 1 794.2 mdd constantes en 1986. Los resultados indican que el margen de cobertura logrado por las remesas fue bastante amplio, pues comprendieron 94 por ciento del déficit en cuenta corriente, lo cual se debió también a que el déficit registrado fue bastante moderado en relación con los anteriores, pues correspondió prácticamente al saldo de la cuenta de servicios factoriales, de esto se puede deducir que las remesas pudieron financiar las remisiones al exterior por concepto del pago de intereses.

Como resultado de las medidas emprendidas con el fin de corregir los desequilibrios de las cuentas externas, el efecto de las renegociaciones de la deuda alentaron la confianza en el país; así como los planes de choque establecidos a finales de año a través de la concertación entre los diferentes sectores de la sociedad dieron cierto respiro que se manifestó en un saldo favorable en la cuenta corriente por 5 682 mdd constantes en 1987, a pesar de la fuga de capitales que generó la caída de la Bolsa Mexicana de Valores. Las remesas familiares registraron un incremento favorable de 10.4 por ciento al pasar de 1 794.2 mdd constantes en 1986 a 1 980.7 mdd constantes en 1987, estos ingresos comprendieron 34.9 por ciento del saldo a favor registrado en la cuenta corriente.

Para 1988, la cuenta corriente volvió a registrar un déficit. A partir de este año y hasta 1996 esta cuenta no ha vuelto a manifestar un saldo a favor, ni siquiera bajo presiones de balanza de pagos, como ocurrió en 1995. El déficit registrado en 1988 no alcanzó las magnitudes que había tenido en el pasado. Por el lado de las remesas familiares se observa que éstas registraron un considerable incremento: en este año se captaron cerca de 2 500 mdd constantes, lo que significa un incremento de 80 por ciento con respecto al año anterior. La magnitud de las remesas hizo posible que la cobertura de éstas aumentara a 80 por ciento, no obstante, esta cobertura estuvo por debajo de la alcanzada en 1986.

Para 1989, el déficit de la cuenta corriente prácticamente se duplicó, la economía entró en una nueva dinámica motivada por la reactivación y por las reformas estructurales que condujeron a un cambio en el modelo de desarrollo del país, como resultado de las medidas que se habían emprendido desde mediados de la década de 1980. El proceso de liberalización del comercio exterior, así como los cambios generados para incentivar a la inversión extranjera y atraer flujos de capital, generaron la necesidad de recurrir a mayores volúmenes de importaciones, las cuales se habían restringido en años anteriores. También influyeron los pagos realizados al exterior para que la cuenta corriente arrojara este resultado. El déficit pasó de 3 061 mdd constantes a 7 151 mdd constantes en 1989, lo que significa un incremento del 133.6 por ciento. En cuanto al comportamiento de los ingresos por remesas, hubo un incremento al pasar de 2 445.3 mdd constantes en 1988 a 2 718 mdd constantes en 1989, lo que significa un incremento de 11.2 por ciento. El hecho de que el déficit se haya empezado a disparar generó que los aumentos en las remesas no repercutieran en una mayor cobertura, pues, contrariamente, ésta se redujo a 38 por ciento.

El incremento en el déficit continuó en 1989 y se mantuvo al alza hasta alcanzar dimensiones alarmantes en 1994. En 1990, el déficit en cuenta corriente se incrementó en 21.6 por ciento; por su parte, las remesas también registraron un incremento al llegar a 2 909.7 mdd constantes, lo que significa que crecieron a una tasa de 7.1 por ciento, la cual resulta inferior a la manifestada en el déficit de la cuenta corriente. Como resultado, la cobertura de las remesas se volvió a reducir en relación con la del año anterior, para alcanzar 33 por ciento. Esta tendencia a la baja continuó hasta 1994.

La relación inversa entre el déficit de la cuenta corriente y las remesas familiares se deja entrever en el hecho de que conforme los déficit continuaron acentuándose, el efecto de los incrementos registrados en las remesas se anula, derivado del hecho de que crecen a ritmos muy distintos; por ejemplo, en 1991, el déficit de la cuenta corriente casi se duplicó, pues creció a una tasa de 88.4 por ciento, mientras que las remesas lo hicieron a un ritmo menor (2.3 por ciento) pues pasaron de 2 909.7 mdd constantes, captados en 1990 a 2 975.4 mdd constantes en este último año. Esto dio como resultado que la cobertura de las remesas se redujera a 18 por ciento.

Para 1992 se registró un incremento en el déficit de la cuenta corriente de 62 por ciento con respecto al año anterior, en cifras absolutas alcanzó 26 535 mdd constantes. Ante esta situación resulta muy difícil que la capacidad de financiarlo por parte de las remesas se pudiese ampliar; a pesar del 12 por ciento de incremento en los ingresos, su cobertura se redujo a 13 por ciento.

En 1993 la cuenta corriente registró una reducción de siete por ciento, mientras que la cobertura de las remesas aumentó en un punto porcentual con respecto al año anterior. Por otra parte, el déficit que arrojó la cuenta corriente en 1994 es el más voluminoso que se haya registrado hasta hoy. Su monto fue por 30 485 mdd constantes, si lo vemos en relación con su tasa de crecimiento respecto al año anterior, ésta fue de 23.5 por ciento, lo que significa que los incrementos fueron acumulándose por varios años. En lo que respecta a las remesas familiares, se observa que permanecieron casi al mismo nivel del año anterior: 3 571.2 mdd constantes, por lo que su cobertura se redujo a 12 por ciento.

Hacia finales de 1994 se desató nuevamente una crisis que tuvo su origen en los desequilibrios del sector externo. Ante ésta, fue necesario realizar ajustes al tipo de cambio y aplicar una serie de medidas correctivas. Esto dio como resultado un menor ritmo de la actividad económica y ante la escasez de divisas fue necesario reducir el nivel de la importaciones, lo que se reflejó en la considerable reducción del déficit en cuenta corriente, el cual pasó de 30 485 mdd constantes a 1 577 mdd constantes en 1995, lo que significa una reducción de 94.8 por ciento. Contrariamente, las remesas registraron entradas por 3 672.7 mdd constantes. En este sentido, los ingresos por remesas representaron 233 por ciento del déficit de la cuenta corriente.7

A raíz de la crisis que se vivió en 1995, la cual trajo como resultado una serie de medidas de precaución, los montos deficitarios de la cuenta corriente han tendido a ser más moderados en relación con los que se registraron en la primera mitad de la década de 1990. Sin embargo, éstos no han logrado desaparecer del todo. Para 1996, el déficit fue por 2 437 mdd constantes, mientras tanto, las remesas rebasaron este monto, al registrar un ingreso por 4 104 mdd constantes, lo que le da una cobertura del déficit de 168 por ciento. Con esta cobertura tan amplia por parte de las remesas fue posible cubrir y generar recursos adicionales para financiar otras partidas. Sin embargo, ésta se vio reducida a 63 por ciento en 1997, ello fue consecuencia del aumento registrado en el déficit en cuenta corriente, el cual se incrementó en casi 200 por ciento con respecto a 1996.

Este proceso no se detuvo ahí, pues la tendencia creciente en la generación del déficit corriente continuó, al pasar de 7 279 mdd constantes en 1997 a 15 021 mdd constantes en 1998. De igual manera, las remesas tuvieron un extraordinario desempeño, en este año rebasaron 5 000 mdd constantes. En 1998, el país era considerado como el principal receptor de remesas familiares en Latinoamérica y ocupaba los primeros lugares a nivel mundial. No obstante, la capacidad de cobertura del déficit por parte de las remesas se vio disminuida a 35 por ciento.

En 1999 el déficit en cuenta corriente se redujo en 14.7 por ciento, mientras que las remesas familiares continuaron en aumento al alcanzar un monto de 5 406.8 mdd constantes, que las sitúa en una cobertura de 42 por ciento.

Para el año 2000, el déficit en cuenta corriente volvió a incrementarse y alcanzó la suma de 16 072 mdd constantes, este incremento representa una tasa de 25.5 por ciento. Por su parte, las remesas familiares alcanzaron un monto cercano a 6 000 mdd constantes, el incremento registrado en éstas fue de 7.6 por ciento con respecto al año anterior; no obstante, su cobertura se redujo a 36 por ciento, lo cual se derivó del incremento registrado en el déficit corriente. Asimismo, el descenso manifestado en el déficit de la cuenta corriente en 2001 fue de 4.5 por ciento; en cambio, las remesas familiares se elevaron en forma considerable al pasar de 5 816.4 mdd constantes a 7 655.1 mdd constantes, lo que significa una tasa de crecimiento de 31.6 por ciento con respecto al año anterior. Como resultado, su cobertura fue de 49 por ciento.

La tendencia hacia la baja en el déficit de la cuenta corriente ha continuado hasta 2006, ello se relaciona con ciertas dificultades por las que atraviesa la economía para sostener su ritmo de crecimiento ante la recesión experimentada en Estados Unidos desde el año 2000, lo cual se ha reflejado en una pérdida en el dinamismo de las exportaciones hacia ese país. Este país continúa siendo el principal socio comercial de México, aunque en el sentido contrario se observa que también influye la reorientación del comercio exterior de ese país, donde China ha desplazado a México como segundo socio comercial.

El descenso en el déficit de la cuenta en 2002 fue de 31.9 por ciento, mientras que las remesas continuaron creciendo, se observa que éstas alcanzaron 8 317.3 mdd constantes, lo que representa un incremento de 8.7 por ciento y una cobertura del déficit de 71 por ciento. Las reducciones en el déficit fueron constantes hasta 2005, mientras que las remesas registran cada año incrementos sustanciales. Por ejemplo, en 2003, el déficit en cuenta corriente se redujo en 39.1 por ciento, mientras tanto, las remesas superaron dicho déficit en 155.7 por ciento. La reducción experimentada en el déficit en 2004 fue de 15.9 por ciento, en cambio, la cobertura de las remesas comprendió 225.9 por ciento de dicho déficit. Para 2005, el déficit de la cuenta corriente se redujo a cerca de la mitad (43.2 por ciento), por su parte, las remesas comprendieron 472.2 por ciento de dicho déficit. En 2006 se ha vuelto a registrar un déficit en la cuenta corriente, el cual aumentó en 22 por ciento con respecto al año anterior. Sin embargo, la proporción que representan las remesas en dicha cuenta continúa siendo muy elevada, pues comprende 439 por ciento del saldo de la cuenta corriente, es decir, más de cuatro veces.

 

Comentarios finales

Se ha analizado el papel de las remesas en su función de partidas compensadoras del déficit que presenta la cuenta corriente. Es importante puntualizar que los niveles de participación tienden a manifestar variaciones muy marcadas y que su explicación requeriría adentrarse con profundidad en el análisis e interpretación de los múltiples factores que han desencadenado y condicionado la evolución de ambas magnitudes. Por el lado de la cuenta corriente implicaría adentrarnos al estudio de la evolución del comercio exterior y todo lo que a él concierne, así como de las cuestiones financieras y las relaciones que se establecen dentro del entorno internacional que influyen y afectan directamente su comportamiento, en forma particular de la cuenta de servicios financieros. Esto se relaciona con el hecho de que son estas dos cuentas (comercial y de servicios financieros), donde se localizan los desequilibrios de la cuenta corriente.

Por el lado de las remesas tendríamos que profundizar en el estudio de aquellos factores que determinan la captación de estos flujos, como serían las corrientes migratorias y los diferentes canales y mecanismos que se utilizan en su envío y estimación, así como su impacto en las variables macroeconómicas y en los hogares receptores. No obstante, el objetivo de este trabajo ha sido presentar desde una visión macroeconómica, el peso que tienen estas partidas en el financiamiento del déficit de la cuenta corriente.

Se observa que si bien las remesas familiares tuvieron algunas variaciones en los montos captados, su recepción manifestó una tendencia constante hacia el alza. Asimismo, se observó que su tendencia lineal se vio ampliamente modificada a partir de 2000, pues de ese año en adelante han crecido en forma exponencial. De entre los factores más importantes que han influido en este incremento destacan las nuevas metodologías de estimación, las cuales han permitido reducir los márgenes de subestimación, el incremento de los flujos migratorios a raíz de las crisis recurrentes que han acompañado a la economía mexicana, el establecimiento de redes de migrantes a lo largo de toda una trayectoria migratoria entre ambos países, la adopción del modelo de corte neoliberal y el efecto de las reformas estructurales que se aplicaron con ese fin, así como la demanda de mano de obra desde Estados Unidos, todo esto ha sucedido dentro del marco de la globalización que ha caracterizado a las relaciones económicas internacionales, donde los movimientos migratorios se ha acentuado a nivel mundial, a pesar de las restricciones que cada vez se imponen más a la libre movilidad de la mano de obra. No obstante que estos aspectos no se abordan en este trabajo.

Las remesas familiares tienen un peso muy importante dentro del rubro de las transferencias unilaterales bajo el cual se registran, en realidad, su nivel de participación tiene un peso relativo contundente. Asimismo, desde una visión muy general se observa que los cambios en los saldos de la cuenta corriente están ligados a los modelos de desarrollo asumidos, en donde se puede observar el déficit crónico y las distintas situaciones que se han presentado a lo largo del periodo en la economía mexicana. En este sentido, el peso relativo de las remesas familiares ha presentado escenarios diferentes. Se observa, sobre todo, que durante la década de 1980 la captación de remesas no fue muy significativa en la aportación de recursos que permitieran compensar los desequilibrios de la cuenta. Esta situación presentó drásticos cambios desde mediados de los años ochenta y de manera muy particular en la segunda mitad de la década de 1990. Con el inicio del nuevo siglo, los ingresos por remesas han llegado a superar en forma impresionante el déficit de la cuenta corriente.

Finalmente, se podría argumentar que la relación que se puede establecer entre cuenta corriente y remesas familiares se encuentra estrechamente vinculada con los procesos migratorios, pues salta a la vista que los detonadores de las crisis de la economía mexicana se localizan precisamente en los desequilibrios del sector externo. Ante estas crisis a las que se les unen las dinámicas globalizadoras, los flujos migratorios han adquirido impresionantes magnitudes; obviamente que son estas corrientes migratorias las que determinan la recepción de remesas en países como México. Esta última reflexión nos conduce por lo tanto a abrir nuevas líneas de investigación a través de las cuales se pueda comprobar hasta qué punto los flujos migratorios están relacionados con el comportamiento de los ciclos económicos, y con ellos, por añadidura, la captación de remesas familiares.

 

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Notas

1 El procesamiento de las cifras estadísticas requirió su conversión a valores constantes, es decir, fueron desinfladas, para tal fin se tomó el índice de precios al consumidor de Estados Unidos (INPC) calculado para el año de 1995, pues al trabajar con la información de la balanza de pagos las cifras se manejan en dólares corrientes; asimismo, se considera el hecho de que se trata de una moneda más estable que el peso mexicano y que las fluctuaciones en los precios son menores en Estados Unidos, por lo tanto, se optó por no convertirlas en moneda nacional.

2 De acuerdo con las especificaciones para cada rubro, se trata de: a) aportaciones realizadas por los organismos de carácter internacional, como la ONU, para el desarrollo de programas específicos en el país; b) cobros a naves de matrícula extranjera por el permiso de pescar en aguas mexicanas; c) se registran las transferencias de instituciones de carácter privado e instituciones gubernamentales del extranjero, que se reciben para actividades de asistencia social, docente, etc.; d) se refiere al acuerdo del Convenio México-Estados Unidos para la erradicación de plagas en sus diversos programas como: fiebre aftosa, gusano barrenador y otros; e) se incluyen las percepciones que jubilados extranjeros residentes en el país que reciben de sus gobiernos; f) son las aportaciones que realiza el Gobierno de México a través de sus Secretarías de Estado, a todos los organismos internacionales de los que el país es miembro oficial; g) derechos e impuestos que se cobran a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores mediante sus representaciones consulares en el extranjero, por los siguientes conceptos: impuestos de migración; derechos por la prestación de servicios como: expedición, refrendo y visa de pasaportes, legalización de firmas, actas notariales, visa de facturas comerciales, etc.; h) las transferencias de recursos por concepto de envíos monetarios y en especie que efectúan los migrantes mexicanos desde los países de destino a sus familiares.

3 Esta parte fue retomada del artículo de Fernando Chávez Gutiérrez cuyo artículo se cita en la página 207 de Análisis Económico 46, quien considera que de acuerdo con la estimación del PNB (Producto Nacional Bruto) y del INB (Ingreso Nacional Bruto), una vez calculado el PIB, estos ingresos de los trabajadores se consideran como ingreso de los factores recibidos del exterior. Cabe recordar que los "ingresos de factores recibidos y pagados al exterior representan una clase especial de exportaciones e importaciones. Cuando un factor residente produce en el exterior, y por ello recibe ingresos, el país está exportando (vendiendo) los servicios de ese factor productivo". Para una explicación clara y didáctica sobre este tópico véase Eloy González Marín, La contabilidad nacional, febrero de 2004. Departamento de Economía, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, p. 16.

4 El Banco de México la desglosa en dos partidas, la que corresponde a las remesas familiares y la de otras transferencias. En lo que respecta a los egresos, los subdivide también en dos partidas: a una la denomina como remesas familiares y la segunda está integrada solamente por las contribuciones que el país aporta a organismos internacionales.

5 Cuando se observan los valores absolutos de los montos captados por remesas se aprecia que éstas han ido en aumento constante. Sin embargo, el cálculo de las tasas de crecimiento permite observar las variaciones que éstas han tenido a lo largo del periodo.

6 Se han eliminado los años de 1983, 1984, 1985 y 1987, toda vez que, durante éstos, la cuenta corriente arrojó saldos positivos.

7 En la gráfica que contiene esta información se optó por dejarlo en un máximo de 200 por ciento para conservar la escala en relación con las participaciones de los otros años.

 

Información sobre las autoras

Alma Rosa Muñoz Jumilla. Es licenciada en Economía por la Universidad Autónoma Metropolitana, maestra en Desarrollo Regional por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y doctora por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es profesora de la Facultad de Economía de la UAEM. Sus líneas de investigación son desarrollo regional y migración. Ha publicado La importancia de las remesas familiares en los países receptores, así como La influencia de las remesas familiares en el sector externo de la economía mexicana. Correo electrónico: alma_53@hotmail.com

Laura Elena del Moral Barrera. Doctora en Ciencias con Especialidad en Economía por el Colegio de Posgraduados. Profesora de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de México. Es integrante del cuerpo académico Economía de los Sectores Productivos e Institucionales. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, nivel 1. Miembro de la cartera de arbitros de la revista Ciencia ergo Sum e integrante del comité editorial de la revista Ciencias Agrícolas Informa. Ha publicado diferentes artículos en revistas arbitradas y es autora de seis capítulos en libros. Ha participado en 31 diferentes congresos nacionales e internacionales. Correo electrónico: lauraelena_toluca1@yahoo.com.mx

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