SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.13 número52La identidad de los emigrantes de la Ciudad de MéxicoCultura, juventud y delincuencia en el Estado de México índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.13 no.52 Toluca Abr./Jun. 2007

 

Cambio y situación social de los jóvenes en Argentina

 

Change and social situation of the youths in Argentina

 

Ana Miranda, Analía Otero y Agustina Corica

 

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

 

Resumen

El objetivo del presente trabajo es realizar un análisis de la información demográfica y de los principales indicadores laborales y educativos de la población comprendida entre los jóvenes de 15 a 29 años de edad. La información en análisis se corresponde con los Censos Nacionales de Población y Vivienda de los años 1970, 1980, 1991 y 2001 para el total del país. A partir de dicha información, se realizó una comparación histórica y sistemática de los indicadores laborales y educativos por grupo etareo, dando cuenta de las principales tendencias verificadas en ambos. Este análisis nos permitió brindar un panorama histórico de los cambios que se fueron sucediendo en la situación de los jóvenes en Argentina a lo largo de los recientes 30 años.

Palabras clave: jóvenes, mercado de trabajo, mercado de trabajo, educación, Argentina.

 

Abstract

The objective of the present work is to make an analysis of the demographic information and the main labor and educative indicators of the population between the young people of 15 to 29 years of age. The information in analysis corresponds with the National Censuses of Population and House of years 1970, 1980, 1991 and 2001 for the total of the country. From this information, an historical and systematic comparison of the labor and educative indicators by age groups was made, giving account of the main tendencies verified in both. This analysis allowed to offer an historical panorama us of the changes that went happening in the situation of the young people in Argentina throughout last the 30 years.

Key words: youths, labor market, education, Argentina.

 

Introducción

Los cambios políticos, económicos y sociales registrados a lo largo de las tres décadas recientes aventuran modificaciones sustantivas respecto a los modos y las condiciones de vida de los jóvenes. En correspondencia, en el campo de la sociología de la juventud se identifica un incremento de los aportes que desde diferentes perspectivas teóricas y metodológicas abordan como han impactado dichas transformaciones en el sector juvenil.

Dentro del campo de la sociología de la juventud, las investigaciones que han estudiado las transiciones de los jóvenes hacia la vida adulta apuntan que hasta mediados del siglo XX la principal actividad de los y las jóvenes estaba asociada a la integración al mercado laboral. En este sentido, se ha observado que hasta los años setenta los recorridos de los jóvenes se habían estructurado en torno a trayectos estandarizados: el paso de la educación al empleo entre los hombres, y el paso de la educación al cuidado de los hijos y el hogar entre las mujeres. Dichos recorridos estaban mediatizados por las posiciones diferenciales de los jóvenes en la estructura social. No obstante, las transformaciones de los años recientes modificaron ampliamente los recorridos juveniles, lo cual ha estimulado nuevas reflexiones sobre los procesos de transición hacia la vida adulta.

Sobre todo a partir de la década de 1990, y en directa relación con la emergencia de nuevas problemáticas sociales —tales como la crisis del empleo protegido y a tiempo indeterminado— las interpretaciones teóricas advirtieron una desestandarización de los itinerarios y trayectorias juveniles. Respecto a estas últimas, se ha señalado que lejos de continuar correspondiéndose con los trayectos estandarizados a modo de antaño, las transiciones de los jóvenes han tendido aprolongarse y diversificarse. Por ejemplo, el tránsito entre la educación y el empleo parece haberse complejizado de tal forma que para muchos jóvenes supone, más que un momento, un proceso de larga duración. Ese proceso puede comprender pasajes por una diversidad de situaciones, como trayectos en trabajos de corta duración, periodos de desempleo, periodos de inactividad, etcétera.

En la sociedad argentina, desde mediados de la década de 1970 presenciamos un escenario de significativos cambios, entre ellos, las transformaciones operadas en el perfil productivo y en el mercado laboral. En paralelo a un contexto de agudo deterioro laboral, se evidencio una tendencia hacia la mayor escolarización de la población. Ambos procesos suponen modificaciones en la situación de la población y de los jóvenes en particular. En diversas investigaciones se enfatizo que los jóvenes fueron uno de los grupos más afectados por las reestructuraciones de la estructura ocupacional. Se advirtió, además, que la distribución de esos impactos no es homogénea, sino que fueron aquellos jóvenes que provienen de sectores de menor capital educativo y menores ingresos quienes sufrieron las consecuencias más severas. Al mismo tiempo puede advertirse que estos impactos son diferentes si consideramos distintos grupos de edad al interior del conjunto de la categoría joven.

A lo largo del presente texto trabajaremos con los datos del Censo Nacional de Población y Viviendas registrados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Y a los efectos del análisis estadístico utilizaremos el criterio europeo que considera a la juventud como la población comprendida entre 15 y 29 años de edad. Frente a la amplitud de edades y a la diversidad de etapas que abarca dicha categoría, distinguimos tres subgrupos etáreos: el primero abarca los jóvenes de 15 a 19 años (jóvenes menores), el segundo comprende a aquéllos de 20 a 24 años (jóvenes plenos) y el tercero a jóvenes de 25 a 29 años de edad (jóvenes adultos).

El artículo se organiza en cuatro apartados, en un primer apartado haremos una breve descripción de la evolución de la población joven en Argentina y su peso específico durante las tres decadas recientes. Luego avanzamos en la exposición de tendencias respecto a la participación de los jóvenes en el sistema educativo formal. En el apartado siguiente exponemos datos significativos en torno a su participación en el mercado laboral. Por último, en relación al análisis realizado, elaboramos un conjunto de consideraciones finales.

 

Evolución de la población joven en Argentina

Para caracterizar a la población joven, comenzamos por considerar el peso específico de este grupo poblacional. En valores absolutos para 1970, la población total del país ascendía a 23 390 050 habitantes, de los cuales 5 751 900 eran jóvenes de 15 a 29 años de edad. De modo que, para entonces, los jóvenes representaban 24.5 por ciento de la población. Considerando los distintos subgrupos etéreos, la población joven se distribuía de la siguiente forma: 2 098 700 (12.6 por ciento) de jóvenes menores, 1 950 500 (11.8 por ciento) de jóvenes plenos y 1 702 700 (10.3 por ciento) de jóvenes adultos (ver anexo, cuadro 1).

Siguiendo la evolución de dicha población a partir de los relevamientos censales realizados durante las dos décadas siguientes, se puede señalar que en su conjunto la población joven sufrió variaciones de escasa magnitud. Mas específicamente, durante los periodos de 1980 y 1991 la población de 15 a 29 años comprendió 6 689 928 y 7 608 470 habitantes, respectivamente. A la luz de estos datos se advierte que fueron leves las modificaciones en cuanto al peso de este sector en el total de la población. Asimismo, considerando la información desagregada éntrelos distintos subgrupos etáreos de jóvenes es posible corroborar que también fueron menores las diferencias porcentuales registradas durante ambos periodos.

Finalmente, a principios del siglo XXI en Argentina, los jóvenes de 15 a 29 años comprendieron 9 082 984 habitantes sobre un total de población de 36 260 130. Así, los jóvenes llegaron a representar una proporción de 25 por ciento en esta sociedad. Traducido al interior de los subgrupos etáreos durante 2001, su modo de distribución ha sido el siguiente: la población de jóvenes menores alcanzó 3 188 304 (12.2por ciento); los jóvenes plenos, 3 199 339 (12.3 por ciento); mientras que para los jóvenes adultos se registraron 2 695 341 de habitantes (10.3 por ciento).

Ahora bien, a partir de una mirada de este sector, tomando en cuenta la variable género, se advierte que su distribución es homogénea. Y en cuanto a la evolución que se registra a través de los diferentes periodos, las proporciones se mantienen presentando leves variaciones entre la población masculina y femenina. Con base en el relevamiento censal de la década de 1970, la población de varones de 15 a 29 años de edad era de 2 871 350, y de mujeres, 2 880 550; mientras que durante 2001 estos valores alcanzaron 4 540 462 varones y 4 542 522 mujeres, respectivamente.

En síntesis, aunque en términos absolutos entre los relevamientos intercensales se observa un leve incremento poblacional entre los jóvenes, destacamos que, a lo largo del periodo bajo análisis (1970-2001), el peso específico de la población joven se ha mantenido relativamente constante. En este sentido, cabe remarcar que como queda expuesto en el cuadro 1, desde mitades del siglo XX hasta la actualidad, la población de jóvenes en Argentina representa alrededor de 25 por ciento, es decir, un cuarto de la población total del país.

 

Tendencias educativas en la población joven

En este apartado presentamos las principales tendencias nacionales respecto a la escolarización de la población joven. Trabajamos a partir de los datos de los distintos niveles de enseñanza alcanzados por esta población en el periodo comprendido entre 1970 y 2001. La información nos permitió observar a largo plazo cómo han sido los alcances de esta distribución para los distintos subgrupos de jóvenes.

Antes de adentrarnos en el análisis de los datos, es necesario señalar que la estructura del sistema educativo formal ha sufrido modificaciones sustantivas durante la década de 1990. Históricamente, la estructura del sistema educativo argentino estuvo organizada en distintos niveles, un primer nivel inicial o primario, que abarcaba siete años, (con límites etáreos teóricos entre 6 y 12 años de edad); un segundo nivel secundario de cinco años, (entre 13 y 18 años de edad) y un nivel de educación superior (terciario y universitario). Mientras se mantuvo vigente dicha estructura, la obligatoriedad alcanzaba solo al nivel de educación primaria de enseñanza.

A partir de la aplicación de la Ley Federal de Educación número 24.195, sancionada en 1993, la estructura del sistema educativo fue modificada. Esta Ley definió una nueva estructura organizada en un nivel inicial (1 año), tres ciclos de Educación General Básica (nueve años), Polimodal (tres anos) y educación superior.1 Producto de esta reforma, se extendió la obligatoriedad, quedando establecida en 10 años de escolarización, que comprenden el nivel inicial y la Educación General Básica (EGB).

A lo largo del periodo, en términos generales, se verifica un incremento en el nivel educativo alcanzado de la población joven. Sin embargo, este incremento se traduce en forma diferencial al interior de los distintos subgrupos de jóvenes y pueden indicarse particularidades para cada uno de ellos.

A partir de la lectura de los datos censales, en 1970 el grupo de jóvenes menores —15 a 19 años— había alcanzado el nivel primario completo en 87 por ciento y sólo 5.9 por ciento el nivel medio. Mientras que, durante 2001,88.1 por ciento había completado el nivel primario y 11.8 por ciento el nivel medio. Por ende, y como queda expuesto en la gráfica 1, es en la educación media donde se registran las mayores variaciones.

Por otra parte, entre los jóvenes menores puede observarse que en cuanto al comportamiento según género no se registraron notorias diferencias, aunque sí puede verificarse un incremento mayor del nivel educativo alcanzado por las mujeres. En esta dirección, en las mujeres ese incremento fue de 11.5 por ciento y en el caso de los varones sólo de 4.8 por ciento (ver anexo).

En igual sentido, entre los jóvenes plenos se puede corroborar que existe tendencialmente un incremento respecto al nivel educativo. Mientras que en 1970, 74.5 por ciento alcanzaba hasta primaria completa y 20.3 por ciento el secundario completo; en 2001, 45.7 por ciento obtenía secundaria completa, incrementándose así el porcentaje de jóvenes con título secundario en 23 por ciento. Al mismo tiempo se verificó un incremento en el porcentaje de jóvenes con título superior completo, este valor ascendió a dos por ciento despoblación del subgrupo durante el más reciente periodo censal. Tomando en cuenta ambas tendencias cabe destacar que es entre los jóvenes plenos donde se registró el mayor incremento respecto a los niveles educativos alcanzados.

Es decir, que en los datos del censo podemos observar una expansión proporcional de los certificados del nivel educativo medio entre los jóvenes de 20 a 24 años de edad, sobre todo en el último periodo estudiado. Justamente, los datos de 2001 nos indican que la proporción de jóvenes con certificado de nivel secundario duplica a la de los adultos (gráfica 4). Pese a ello, los datos son también elocuentes en registrar que en la misma medición más de cinco de cada 10 jóvenes de ese subgrupo de edad no contaba con un diploma de nivel educativo medio (ver anexo).

Al interior de este subgrupo, si comparamos la distribución según género, se advierte que es mayor el porcentaje de mujeres que han completado el nivel medio. En 1970, 22.3 por ciento de ellas habían alcanzado hasta secundario completo, mientras que para el caso de los varones ese porcentaje fue de 18.3 por ciento; dos décadas después, ambos porcentajes ascendían a 49.8 y 41.5 por ciento, respectivamente. En lo que hace a la evolución del nivel de educación superior, un dato importante a señalar es que entre las mujeres se identifica el mayor incremento (de 1.4 por ciento en 1970 a 4.3 por ciento en 2001).

En 2001, prácticamente 50 por ciento de las mujeres obtuvo el título secundario, y los varones, aproximadamente 40 por ciento. La diferencia porcentual entre ambos géneros es casi de 10 puntos. Cabe señalar que en correspondencia con lo expuesto por otras investigaciones, se corrobora la existencia de una acentuación de la feminización de la matrícula escolar (ver Anexo I, gráfica 2). Asimismo, se confirma la tendencia señalada sobre el alto porcentaje de varones y mujeres que no obtuvieron un certificado del nivel medio de enseñanza.

En cuanto al subgrupo de jóvenes adultos —25 a 29 años—, se observa entre 1970 y 2001 una misma direccionalidad en relación al incremento de los años de escolarización. Para este caso, como queda expuesto en la gráfica 3, en 1970, 77.6 por ciento alcanzó primaria completa, 18.3 por ciento obtuvo un certificado medio de enseñanza y en cuatro por ciento un certificado de nivel superior. A partir de los datos censales de 2001, la información nos muestra un aumento en el porcentaje de los jóvenes que completaron el nivel medio, siendo esta variación de 18.9 por ciento.

Nuevamente es significativa la porción de jóvenes que no obtuvo el certificado de nivel medio de enseñanza. El alcance en materia de logros educativos aún presenta dificultades para gran parte de los jóvenes de nuestra sociedad. En este sentido, los datos son elocuentes, cinco de cada 10 jóvenes adultos, al igual que para los jóvenes plenos, no finalizó la escuela secundaria, proporción que de este modo se mantiene constante para ambos subgrupos.

Por otra parte, la diferencia entre géneros respecto de la obtención del diploma secundario es menor que en los otros grupos de edad. Al respecto, 38 por ciento de las mujeres jóvenes y 36.2 por ciento de los varones obtuvieron el secundario completo. Y es en el caso de la obtención del título de nivel superior donde se pueden observar las mayores variaciones. De forma tal que las mujeres duplican proporcionalmente la tasa de egresados en este nivel educativo. El porcentaje alcanzado por las mujeres fue de 15.8 por ciento, mientras que para los varones fue de sólo 7.8 por ciento. Esta tendencia ratifica lo anteriormente indicado sobre la feminización de la matrícula del nivel superior.

En síntesis, un conjunto de investigaciones han señalado que en nuestro país, sobre todo en décadas recientes, se produjo un aumento significativo del perfil educativo de la población en general, y de la fuerza de trabajo en particular, con especial relevancia entre los jóvenes (Filmus et al, 2001; Groisman F. 2003). En este sentido, existe un amplio consenso en que la transformación mas sobresaliente fue aquélla relativa al incremento de la población que ha obtenido un certificado del nivel medio de enseñanza. En paralelo a estos señalamientos, a partir del análisis realizado puede verificarse como ha sido la distribución del incremento de la escolarización en la población joven. De acuerdo con esta evolución se puede corroborar una expansión del certificado educativo del nivel medio y una tendencia a la igualación entre los años de escolarización entre varones y mujeres, sobre todo en los jóvenes plenos y jóvenes adultos.

Ahora bien, ante un contexto de deterioro laboral, el incremento de las credenciales educativas ha significado una profundización del proceso de devaluación de credenciales (Filmus, 2001), dinámica que, como se ha sostenido en estudios anteriores de este equipo de trabajo (Miranda et al, 2005), se agudiza durante el último periodo bajo análisis. En el apartado siguiente veremos la evolución de las principales tendencias respecto a la dinámica laboral de los jóvenes.

 

Tendencias en la inserción laboral de la población joven

En Argentina, sobre todo durante la década de 1990, la persistencia de altas tasas de desocupación y la creciente vulnerabilidad de los jóvenes determinaron que la problemática de la desocupación juvenil se convirtiese en un asunto de principal importancia en la agenda publica y fuese objeto de numerosos estudios (Gallart, 1993; Feldman, 1995; Jacinto, 1996). En este sentido hubo consenso entre los especialistas que abordaron la temática en que los jóvenes constituyen uno de los grupos más perjudicados por la crisis del mercado de trabajo. El deterioro que los jóvenes experimentaron en su inserción socio-ocupacional puede implicar diversas consecuencias, de allí la relevancia de la temática.

Siguiendo los datos censales entre el periodo 1970-2001, entre los jóvenes menores se registró una baja en la tasa de actividad y empleo, y un incremento pronunciado en la tasa de desocupación. Diversos estudios demostraron que, al interior de la población joven, el grupo de 15 a 19 años fue el mas afectado en términos de desocupación en América Latina (Cepal-015,2004). Asimismo, se ha señalado que para este subgrupo de edad, la pérdida de empleo es paralela a la caída de la actividad económica, dada en forma simultánea a un importante aumento de la escolaridad. A partir del análisis de la información censal se corroboran estas tendencias.

Como vemos en el cuadro 3, la tasa de actividad y de empleo fue disminuyendo paulatinamente, mientras que la asistencia escolar mostró un fuerte incremento, sobre todo desde mediados de la década de 1990, incremento que marchó en paralelo a la implementación de la Ley Federal de Educación. Ademas, podemos mencionar que la tasa de asistencia de este subgrupo etáreo muestra un aumento de 33 por ciento entre 1970 y 2001. Durante el primer periodo bajo análisis, la tasa de asistencia alcanzaba 35.5 por ciento, mientras que en el mas reciente periodo asciende a 68.5 por ciento. De este modo, en 1970 sólo tres de cada diez jóvenes de 15 a 19 años asistía a la escuela, mientras que en 2001 asistían seis de cada diez. Cabe destacar también que, en forma paralela, la tendencia al incremento se verifica tanto entre los varones como entre las mujeres.

A partir de los indicadores laborales al interior del subgrupo podemos señalar un conjunto de tendencias interesantes de destacar. La tasa de actividad en 1970 era de 46 por ciento, descendiendo a 31 por ciento hacia principios del siglo XXI. En cuanto a la distribución por género, este descenso de la tasa de actividad se verifica tanto en mujeres como en varones, sin embargo, entre estos últimos la disminución es mayor.

En la misma dirección, la tasa de empleo en los jóvenes menores disminuyo de43.4por ciento a 11.6 por ciento entre 1970 y2001, respectivamente. La caída mas pronunciada de la tasa de empleo se observa entre los relevamientos del último periodo, es decir, entre 1991 y 2001, la diferencia porcentual es de -20.4 por ciento. Por otra parte, la tasa de desocupación se eleva de 5.6 a 17.8 por ciento entre 1970 y 1991, alcanzando en 2001 su pico más alto.

Dentro de éste panorama, los jóvenes menores experimentaron una pérdida de empleo de tal magnitud que actualmente se dificulta hablar de mercado de trabajo en términos estrictos para este subgrupo de edad. Justamente, durante el censo más reciente sólo 1.1 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 19 años contaba con una ocupación. Si bien es cierto que el censo de 2001 fue realizado durante la antesala de una de las crisis más graves de nuestro país, la tasa de empleo entre los jóvenes de este subgrupo de edad hoy día no es muy distinta. Mas aún, si observamos entre puntas el periodo analizado, podemos verificar que —sobre todo para los varones— mientras a principios de la década de 1970 la inserción laboral representaba una opción habilitada para quienes no continuaban en la educación secundaria, actualmente dicha opción parece haber perdido vigencia (cuadro 2).

En relación a los jóvenes plenos, las tendencias indican que a diferencia de lo que ocurre entre el subgrupo analizado anteriormente, la tasa de actividad permanece constante a lo largo de todo el periodo, asumiendo valores mayores a 60 por ciento. Entre tanto, la tasa de empleo muestra una disminución pronunciada (25 por ciento). En el primer periodo censal —1970—, la tasa de empleo alcanzaba 62.8 por ciento y durante el último relevamiento 38.5 por ciento, observándose una variación interperiodo de -24.2 por ciento. Estos datos corroboran que el periodo se ha caracterizado por la pérdida sostenida de empleo y por el aumento de la tasa de desocupación, que asciende a 27.2 por ciento en 2001.2

Estas transformaciones en la inserción laboral de los jóvenes se verifican tanto en la caída de la actividad del subgrupo como en el respectivo aumento de la asistencia al sistema de educación formal, siendo las mujeres, como hemos visto, quienes presentan los mayores porcentajes de asistencia.

Tomando en cuenta la evolución de la tasa de actividad, se observa un incremento significativo de la presencia de la mujer en el mercado laboral. En los varones, durante 1970, la tasa de actividad era de 86.3 por ciento, misma que disminuyó a75.5 por ciento en2001; mientras que las mujeres muestran una tasa de actividad de 43.6 por ciento para el primer periodo, y asciende a 55.9 por ciento en el último. Tales indicadores muestran que, en 2001, la diferencia porcentual de la tasa de actividad entre ambos géneros alcanzó 20 por ciento.3

Este acercamiento entre ambos géneros también se da respecto a los indicadores de empleo. En este sentido, en el periodo de inicio de nuestra exploración, es decir, 1970, el valor que asumía la tasa de empleo en los jóvenes varones alcanzaba 83.7 por ciento y en las mujeres era de 42.1 por ciento. Así, la diferencia porcentual entre ambas tasas superaba 40 por ciento. Sin embargo, para 2001 el panorama mostraba modificaciones significativas. Si bien en ambos géneros se registró una disminución en la tasa de empleo, entre los varones esta baja es de 35 por ciento, mientras que para las mujeres la variación es de -13 por ciento. De manera tal que la tasa de empleo asumió 48.2 y 28.9 por ciento, en varones y mujeres, respectivamente. Asimismo, para ambos se registra un incremento de la tasa de desocupación que asciende abruptamente en el último tramo bajo análisis 1991-2001, siendo mayor para el caso de las mujeres (cuadro 3).

Finalmente, los indicadores laborales para aquéllos que hemos denominado como jóvenes adultos señalan el aumento sostenido de la participación en el mercado de trabajo (9.4 puntos entre los extremos) y un incremento en la tasa de escolarización. Al mismo tiempo se verificó un descenso en el empleo, que es menor al registrado en los otros subgrupos etáreos analizados. La tasa de actividad durante el primer relevamiento analizado alcanzó 65.7 por ciento, elevándose 10 puntos porcentuales en el último periodo censal. La tasa de empleo sufrió una disminución de igual magnitud en lo que va del periodo. Y respecto a la tasa de desocupación, ascendió a 26.4 por ciento en 2001, verificando un incremento de casi 25 por ciento entre 1970 y 2001 (cuadro 4).

Si tomamos en cuenta la variable género, entre los varones la tasa de actividad en el periodo histórico estudiado disminuye 7.9 por ciento, por el contrario, en las mujeres se incrementa 26.6 por ciento. El aumento en la tasa de actividad de las mujeres y la disminución de dicha tasa en el caso de los varones nos lleva a reflexionar en la tendencia, ya señalada en los jóvenes plenos, sobre la equiparación entre géneros. El aumento en la tasa de actividad de las mujeres es significativo en tanto parece indicar un acercamiento con los valores registrados para el caso de los varones. Si en 1970 la diferencia entre las tasas de actividad de varones y mujeres era de 60 por ciento, en 2001 esa diferencia es de solamente 25 por ciento.

El acercamiento entre géneros se expresa también en la evolución de la tasa de empleo. En los varones, la tasa disminuyó 25.9 por ciento entre 1970 y 2001, y en las mujeres la tasa se incrementó 6.8 por ciento durante el mismo periodo. Así, en referencia al último censo, puede señalarse que la tasa de actividad alcanzó 68.4 y 42.4 por ciento para varones y mujeres, respectivamente. Y en cuanto a la tasa de desocupación, en ambos géneros se registraron aumentos, sin embargo, entre las mujeres éste ha sido mayor (cuadro 4).

En síntesis, los datos nos indican un incremento en la participación de las mujeres en el mercado laboral, bien intenso entre las jóvenes de 25 a 29 años; al tiempo que puede observarse una caída en la participación económica entre los jóvenes varones. Estas tendencias comienzan a ser más notorias a partir de la década de 1990 (cuadro 4). De manera tal que pareciera que los comportamientos de varones y mujeres se van homologando.

A partir de los indicadores laborales y educativos analizados, nos parece importante señalar algunas tendencias que se han advertido en relación al modelo del núcleo familiar. En este sentido, durante la década de 1970 se señalaba la "familia nuclear" como modelo predominante de organización doméstica en los centros urbanos. Este modelo se estructuraba con base en la figura de un adulto hombre proveedor —único sostén de familia— y una mujer ama de casa que ocupaba su tiempo en la educación de las nuevas generaciones y del cuidado del hogar (Carnoy, 2001).

La consolidación y estandarización de dicho modelo implicó que la participación laboral de las mujeres fluctuara con el ingreso de las jóvenes en su etapa reproductiva. Los estudios demográficos durante aquella época demostraban que la actividad económica de las mujeres estaba fuertemente correlacionada con su estado civil, ya que era frecuente su inactividad a partir de la llegada del primer hijo entre las mujeres casadas. La continuidad en las tendencias hacia la menor participación laboral y escolar de las mujeres llevó a que en los estudios se subrayara un fenómeno de "domesticidad excluyente" entre las jóvenes. En un mismo sentido, estudios advertían para aquella época que una gran proporción de mujeres jóvenes no estudiaba ni trabajaba, y se insertaba socialmente sólo en el ámbito familiar (Braslavsky, 1986).

No obstante, en el marco de los cambios económicos, sociales y culturales producidos en años recientes, pareciera que las elecciones de los jóvenes en relación a la constitución de una familia están siendo postergadas (Torrado, 2003). Numerosas investigaciones han advertido que hace 20 años el proyecto de formar una familia se concretaba a más temprana edad. El aletargamiento en la constitución de un núcleo familiar propio marcha a la par de las tendencias manifiestas en relación al incremento en la participación de las mujeres en la actividad económica.

A pesar de que tales mutaciones traducen trastrocamientos sociales y culturales profundos del escenario global, también son el producto de situaciones coyunturales. En este sentido, en Argentina, durante las décadas recientes, algunos estudios señalaron la influencia directa del desempleo y la precarizacion del empleo sobre la edad de inicio de la union conyugal, del comienzo de la etapa de procreación, de quién es la persona que mantiene económicamente a la familia (jefe de hogar) y que ocupación tiene esta persona.4

 

Comentarios finales

A principios del siglo XXI, la población joven representa casi un cuarto de la población total del país. En el primer apartado del presente artículo hemos podido observar que desde la década de 1970 a la actualidad el peso específico de este sector de la población se ha mantenido relativamente constante. Si bien no se han registrado importantes variaciones en la posición que ocupan dentro de la pirámide poblacional, el contexto ha cambiado significativamente para las actuales generaciones de jóvenes.

Las transformaciones sociales y económicas de los últimos treinta años fueron modificando las condiciones estructurales en las cuales transcurre la inserción laboral de los jóvenes. Ante este panorama, a partir de la lectura de los datos bajo análisis hemos visto cómo históricamente se observa un conjunto de tendencias en los indicadores laborales y educativos. Dentro de este conjunto subrayamos dos procesos centrales que ocurren en la población joven de nuestro país: a) una tendencia hacia la mayor escolarización y b) un incremento en la tasa de desocupación.

Respecto del primer proceso, a lo largo de los periodos intercensales puede corroborarse una tendencia en cuanto al incremento del nivel educativo de los jóvenes, registrándose las mayores variaciones en el nivel de enseñanza secundario. En este marco, entre los jóvenes menores, el incremento del nivel medio alcanzo cerca de cinco por ciento, mientras que entre los jóvenes plenos fue mayor, al superar 25 por ciento. También entre los jóvenes adultos se registró un fuerte aumentó en el nivel educativo medio (21.4 por ciento). En este subgrupo se observa también que el incremento del nivel superior de educación ha sido mayor (nueve puntos porcentuales entre 1970 y 2001). Pese a ello, como hemos visto, estos logros educativos no abarcan al total de la población de jóvenes en Argentina, pues en el siglo XXI todavía sigue existiendo un número importante de jóvenes que no obtienen el título secundario.

Por otra parte, en referencia a los indicadores educativos, es destacable un incremento en la participación de las jóvenes mujeres en el sistema educativo formal. Es decir, que desde 1970 hasta la actualidad, el incremento de la escolarización de la población estuvo acompañado por la obtención de mayores certificaciones para las mujeres.

No obstante, a pesar de la evolución creciente de los niveles educativos para los jóvenes en Argentina, existen distintas posibilidades de acceso a una educación de calidad, las mismas se encuentran estrechamente vinculadas con el sector social al que pertenecen. Como sostienen gran parte de las investigaciones abocadas a la temática, aunque se ha masificado el acceso a la educación del nivel primario y tendencialmente se verifica un aumento de la asistencia en el nivel secundario, esta mayor inclusión de jóvenes en el sistema educativo formal se da en el marco de la persistencia del deterioro en su calidad (Jacinto, 2004). Es decir, este proceso de inclusión no garantizó el acceso a una educación de calidad para el conjunto de la población de jóvenes. En este sentido, hay consenso en que uno de los principales desafíos de la educación argentina, hoy, gira en torno al mejoramiento de una oferta de calidad del bien educativo.

Los debates actuales en relación al sistema educativo involucran no solo cuestiones de acceso, sino que también abarcan replanteos sobre el rol social de la escuela en nuestras sociedades. En particular en nuestro país, durante la decada de 1990 se ha enfatizado que el nivel de educación media atraviesa una de las crisis más profundas. Y en este marco adquiere centralidad la pregunta por la función de la escuela secundaria en el contexto actual (Filmus et al, 2001).

En lo que refiere a los indicadores laborales, la problemática de la desocupación ha ido en incremento desde 1970 a 2001, pero fue durante el último periodo intercensal cuando adquiere significativa relevancia.5 La desocupación ha afectado al conjunto de la población joven con distintos niveles de intensidad entre los subgrupos etáreos. En este sentido, la tasa de desocupación de los jóvenes menores es mayor que la de los jóvenes plenos y adultos. A lo largo del periodo, tanto la tasa de actividad como la de empleo fueron disminuyendo en forma paulatina. No obstante, la escasa relevancia cuantitativa del empleo en el subgrupo de los jóvenes menores se da en paralelo a la evolución de su escolaridad. Para los jóvenes plenos y adultos, la tasa de desocupación se incrementa significativamente durante el último periodo censal observado, tanto para los varones como para las mujeres, aunque es entre éstas donde ocurren los mayores porcentajes.

Los indicadores laborales parecen expresar una tendencia hacia la equiparación en la participación de varones y mujeres en el mercado de trabajo. El aumento de la participación femenina en el mercado de trabajo y su profundización en los años de la década de 1990 ha sido señalado en anteriores investigaciones. Al respecto, Rosalía Cortés advierte que durante el periodo 1994-2002 aumentan las tasas de participación y de empleo femeninas, en paralelo al incremento de la tasa de desocupación. Situación que esta vinculada a diversos procesos culturales y sociales de largo plazo que incentivaron la participación femenina, y también la terciarización del producto y de la demanda de trabajo, que se reorientó hacia la oferta femenina. La participación femenina en la fuerza de trabajo creció durante la decada de 1990, en parte impulsada por la caída del empleo de los jefes de hogar y de los ingresos familiares, aunque la creación de empleo no fue suficiente para absorber este aumento (Cortés, 2003: 69-71).

Las tendencias señaladas en los indicadores laborales y educativos de largo plazo en la población joven se vinculan con cambios en la estructura social y económica operados en nuestras sociedades. Si bien aquí hemos señalado sólo algunas tendencias, éstas se dan en el marco de procesos culturales de largo alcance que afectan los comportamientos de la población joven. Ahora bien, estos cambios ¿qué impacto generan en las transiciones de los jóvenes hacia la vida adulta?, ¿pueden estar limitando el proceso de autonomización, es decir, el logro de la emancipación del núcleo familiar de origen?

En este sentido, aun sin poder elaborar respuestas acabadas, consideramos que las restricciones en el acceso a un empleo constituyen una problemática central, que afecta las posibilidades de autonomización de los jóvenes argentinos. El logro de una plena independencia económica o de la conformación de un hogar propio sugiere en la actualidad para mucho de nuestros jóvenes un camino de amplias dificultades.

 

Bibliografía

BRASLAVSKY, C, 1986, "La juventud argentina: entre la herencia del pasado y la construcción del futuro", en Revista de la Cepal, num. 29, Santiago de Chile.         [ Links ]

CARCIOFI, R., 1983, Educación y aparato productivo en Argentina, 1976-1982. Un balance de los estudios existentes. El proyecto educativo autoritario, Flacso, Buenos Aires.         [ Links ]

CARNOY, M., 2001, El trabajo flexible en la era de la información, capítulos 1 y 2, Alianza Ensayo, Buenos Aires.         [ Links ]

CEPAL-OIJ, 2004, La juventud en Iberoamérica: tendencias y urgencias, Santiago de Chile.         [ Links ]

CORTÉS, Rosalía, 2003, Mercado de trabajo y género, el caso argentino, 1994-2002. Mujeres, pobreza y mercado de trabajo: Argentina y Paraguay, OIT, Santiago de Chile        [ Links ]

DINIECE, 2003, Tendencias recientes en la escolarización y la terminalidad del nivel medio de enseñanza, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Buenos Aires.         [ Links ]

FELDMAN, S, 1995, El trabajo de los adolescentes. Construyendo futuro o consolidando la postergación social, Ponencia UNICEF/CID/CENEP, Buenos Aires.         [ Links ]

FILMUS, D., A Miranda y Μ Moragues, 2001, Cada vez más necesaria, cada vez mas insuficiente: la escuela media y mercado de trabajo en épocas de globalización, Santillana, Buenos Aires.         [ Links ]

GALLART, M., 1993, Educación y empleo en el Gran Buenos Aires 1980-1991. Situación y perspectivas de investigación, Cenep, Buenos Aires.         [ Links ]

GROISMAN, F., 2003, "Devaluación educativa y segmentación en el mercado de trabajo del área metropolitana de Buenos Aires entre 1974 y 2000", en Estudios del Trabajo, núm 25.         [ Links ]

INDEC, 1970, Censo Nacional de Población. Familias y Viviendas 1970, Instituto de Estadística y Censos.         [ Links ]

INDEC, 1984, Censo Nacional de Población y Vivienda 1980, Instituto de Estadística y Censos, Buenos Aires.         [ Links ]

INDEC, 1992, Censo Nacional de Población y Vivienda 1991, Instituto de Estadística y Censos, Buenos Aires.         [ Links ]

INDEC, 2001, Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2001, Instituto de Estadística y Censos, Buenos Aires.         [ Links ]

JACINTO, Claudia, 1996, "Desempleo y transición educación-trabajo en jóvenes de bajos niveles educativos. De la problemática actual a la construcción de trayectorias", en Revista Dialógica, vol. 1.         [ Links ]

JACINTO, Claudia, 2004, "Educar para que trabajo?: discutiendo rumbos en América Latina", en RedEtis, IIPE/IDES/MECyT/ MTEySS, La Crujía, Buenos Aires.         [ Links ]

MIRANDA, Ana, Analía Otero y Julio Zelarayan, 2005, Distribución de la educación y desigualdad en el empleo: los jóvenes en la Argentina contemporánea, 7° Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, del 10 al 12 de agosto, Buenos Aires.         [ Links ]

OIT, 2004, Tendencias mundiales en el empleo juvenil, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra.         [ Links ]

SALVIA, Agustín y Ianina Tuñón, 2003, "La situación juvenil en Argentina durante la última década. Un balance al fin de la convertibilidad", en Los jóvenes trabajadores frente a la educación, el desempleo y el deterioro social en la Argentina, Serie Temas, Fundación Friedrich Ebert, Argentina.         [ Links ]

TORRADO, Susana, 2003, Historia de la familia moderna 1870-2000, Ediciones de la Flor, Buenos Aires.         [ Links ]

TORRADO, Susana, 2005, Trayectorias nupciales, familias ocultas, editorial Miño y Davila, Buenos Aires.         [ Links ]

 

Notas

1 A lo largo del texto usaremos indistintamente el término nivel medio y escuela secundaria.

2 En anteriores investigaciones realizadas por este equipo de trabajo señalábamos que la mayor desocupación entre los jóvenes es un fenómeno observado desde fines de la década de 1960, que fue interpretado como "desempleo de inserción", es decir, asociado a las dificultades en la obtención del primer empleo (Llach, 1978). A mediados de la década de 1980, para el grupo de jóvenes de 20 a 24 años, la tasa de desocupación asumía un valor 2.3 veces mayor que el correspondiente al de 30 años y mas.

3 En 1970, la diferencia porcentual de la tasa de actividad entre varones y mujeres era de 42.7 por ciento.

4 En este sentido, Susana Torrado señala en un reciente trabajo, publicado en el 2005, que: "...con posterioridad a 1990, cuando empieza a deteriorarse la situación del mercado de trabajo, se constata lo siguiente: el número anual de matrimonios y nacimientos por 1 000 habitantes aceleró bruscamente su caída; la progresión del porcentaje de los extramatrimoniales en el total de nacimientos también se hizo mas rápido; el peso tendencialmente ascendente de las uniones consensúales también se aceleró. Y tales hechos se verifican en todo el país". A pesar de estas menciones, la autora advierte que falta mayor información estadística para aproximarse a los cambios que están sucediendo respecto a la organización de la familia en nuestro país (Torrado, 2005: 39).

5 Este fenómeno no es nuevo, investigadores argentinos advertían ya en la década de 1980 que el problema del desempleo juvenil podría llegar a transformarse en crónico. Y en este caso subrayaban que si no se presta especial atencion a este problema, la Argentina habria dividido su juventud aun mas profundamente. La línea divisoria pasaría entre la generación de la modernización, por un lado, y la generación de la desocupación, por el otro. Las consecuencias de una situación de este tipo para la estabilización democrática serían "imprevisibles" (Braslavsky, 1986: 52-54).

 

Información sobre los autores

Ana Miranda. Es coordinadora académica del Programa de Investigaciones de Juventud (junto con el Dr. Rene Bendit) e Investigadora del Conicet. Es doctora en Ciencias Sociales de la Flacso Sede Académica Argentina, Licenciada en Sociología y Magister en Políticas Sociales de la UBA. Sus trabajos de investigación están vinculados a las temáticas de juventud, educación y trabajo, área sobre la cual tiene una amplia producción académica y en la que ha desarrollado una significativa transferencia de resultados hacia la gestión y el diseño de políticas públicas. En el año 2000 recibió el primer premio del concurso Domingo Faustino Sarmiento de la Academia Nacional de Educación, junto con Daniel Filmus, Carina Kaplan y Mariana Moragues. En 2006 recibió el primer premio de la categoría investigación de la Fundación Octubre. Recientemente publicó el libro: La nueva condición joven: educación, desigualdad y empleo. Correo electrónico: amiranda@flacso.org.ar

Analía Otero. Licenciada en Sociología de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales. Magister en Diseño y Gestión de Programas y Políticas Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Actualmente doctoranda en Ciencias Sociales de la Flacso, sede académica Argentina. Es investigadora principal del Programa Juventud de la Flacso, equipo de trabajo en el cual participa desde 1999. Su principal línea de investigación son los estudios sobre juventud en diversas temáticas como: juventud y participación; educación y empleo; políticas de juventud. Durante el periodo 2000-2003, se desempeñó como becaria de formación en Investigación de la Agencia Nacional de Promoción Científico y Tecnológica, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Durante el 2003, en el marco del Programa de Becas CLACSO-Asdi, para investigadores jóvenes de América Latina y el Caribe: Movimientos sociales y nuevos conflictos en América Latina y el Caribe; fue distinguida como becaria mediante el proyecto: Representaciones y participación juvenil: el caso de los jóvenes del Movimiento de Trabajadores desocupados de Lanús. Posteriormente, Becaria de posgrado Tipo II Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas. Correo electrónico: aotero@flacso.org.ar

Agustina Corica. Licenciada en Sociología por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Maestría en Diseño y Gestión en Políticas y Programas Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, sede Argentina). Es investigadora asistente de la Flacso en el Proyecto Juventud y en el Área de Educación. Docente ad honorem en Sociología General de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Becaria de nivel inicial de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del Ministerio de Educación desde 2005 hasta la actualidad en el proyecto: Intersecciones entre desigualdad y educación media: un análisis de las dinámicas de producción y reproducción de la desigualdad escolar y social en cuatro jurisdicciones. Correo electrónico: acorica@flacso.org.ar

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons