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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.13 no.51 Toluca ene./mar. 2007

 

Pobreza y comportamiento demográfico en Argentina. La heterogeneidad de la privación y sus manifestaciones*

 

Poverty and its demographic behavior in Argentina. The heterogeneity of the privation and its manifestations

 

Gustavo Álvarez, Alicia Gómez y María Fernanda Olmos

 

Instituto Nacional de Estadística y Censos, Argentina

 

Resumen

El artículo describe los diferenciales demográficos devenidos de la heterogeneidad de la pobreza existente en Argentina. A tal fin, hace una comparación entre distintas formas de privación material en diversos contextos geográficos del país, valiéndose del último censo de población —aplicado en 2001— y del Índice de Privación Material de los Hogares (IPMH), herramienta que reconoce la coexistencia de dos formas de privación: patrimonial y de recursos corrientes. El estudio muestra indicadores demográficos convencionales referidos a la estructura por edad y sexo, la fecundidad y las migraciones. Finalmente se hace un balance sobre las relaciones entre población y pobreza —a nivel de los hogares— que pueden advertirse en el caso argentino.

Palabras clave: pobreza, medición de la pobreza, dinámica demográfica, heterogeneidad de la pobreza, Argentina.

 

Abstract

This article describes the demographic differentials from the poverty heterogeneity there is in Argentina. With this aim, it makes a comparison among different ways of material privation in different geographic contexts in the country, making use of the of the last population census —carried out in 2001— and the Index of the Households Material Privation (IPMH Índice de Privación Material de los Hogares), a tool which recognizes the coexistence of two privation forms: patrimonial and common resources. The study shows conventional demographic indexes referred to age groups and gender, fecundity and migrations. Finally, a balance is made on the relations between population and poverty —at a household level— which can be observed in the Argentinean case.

Key words: poverty, poverty measurement, demographic dynamics, heterogeneity of the poverty, Argentina.

 

Introducción

Durante décadas recientes ha habido un intenso debate sobre las formas teórico-metodológicas más válidas para aproximarse al estudio de la pobreza. En este artículo se hace una actualización de dicho debate a la luz del análisis de las interrelaciones entre pobreza y comportamiento demográfico en Argentina. Como resultado del análisis se reconocen estrategias demográficas diferenciales según condición de privación a nivel del territorio nacional y en las principales regiones geográficas. Se interpretan los resultados a partir de una idea rectora: las diferencias demográficas entre condiciones de privación dan cuenta de la heterogeneidad de la pobreza y sostienen el sentido y la magnitud de sus disparidades en contextos geográficos variados.

La primera parte del trabajo hace un repaso de las discusiones conceptuales en torno al concepto de pobreza en el marco de los estudios empíricos basados en estadísticas poblacionales. Al respecto se mencionan las opciones más importantes para la identificación de las situaciones de pobreza, con una mención específica a la noción de heterogeneidad introducida a partir del ajuste económico de la década de 1990. Posteriormente se hace un balance de las mediciones disponibles para el estudio de la pobreza con datos censales y se describe el fundamento y las características principales del IPMH aplicado a partir del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

En la siguiente sección hacemos un análisis del comportamiento demográfico diferenciado de los pobres frente al conjunto de la sociedad, y en su interior según la modalidad de privación que los afecta. A fines de enmarcar el análisis, se presentan las referencias teórico-conceptuales que se adoptan para el análisis demográfico y se analizan los perfiles demográficos del total nacional y regiones geográficas en cuanto a estructura por edad y sexo, fecundidad y migraciones internacionales.

Por último, se recapitulan los resultados más destacados del análisis descriptivo y se plantean las conclusiones del trabajo. En ellas se apunta a demostrar que los diferenciales demográficos derivados de la condición de privación exhiben una tendencia consistente dada por la misma heterogeneidad de la pobreza y que estos diferenciales son más pronunciados que los provenientes del contexto geográfico.

 

Conceptos y métodos de medición de pobreza

La pobreza, como objeto de estudio, es cada vez más atendida en razón de que ocupa los principales esfuerzos de diseño y evaluación de políticas sociales. En años recientes, se ha dado un consenso internacional significativo, toda vez que tras la Declaración del Milenio en la Asamblea General de Naciones Unidas —de septiembre de 2000 en Nueva York— se convino en erradicar la pobreza con la finalidad de reforzar las acciones preexistentes que se orientaban a lograr un mundo más pacífico, más próspero y más justo.

El término 'pobreza' ha tenido un uso extendido y diversificado en las ciencias sociales. Fruto de estas prácticas, dicho término carece de un significado unívoco. En cambio, la revisión de la literatura ofrece una serie de definiciones con débiles vinculaciones entre sí, de modo que se han rastreado once sentidos atribuibles al término en cuestión. Entre los varios sentidos que se atribuyó al término 'pobreza' se hallan: necesidad, estándar de vida, insuficiencia de recursos, carencia de seguridad básica, falta de titularidades, privación múltiple, exclusión, desigualdad, clase, dependencia y padecimiento inaceptable. Más allá de la diversidad, estas acepciones pueden organizarse en tres grandes dimensiones: condiciones materiales, posición económica y posición social (Spicker, 1999).

En las últimas tres décadas del siglo veinte, el concepto de 'pobreza' ha sufrido una intensa revisión en el ámbito de las investigaciones aplicadas. Como resultado de ella, la definición se ha expandido y consecuentemente se han ampliado las opciones de política social pertinentes. En ese tránsito, la definición de 'pobreza' tradicional que aludía al control sobre los bienes que se adquieren en el mercado evolucionó hacia un sentido más amplio que incluye otras dimensiones de las condiciones de vida como longevidad, alfabetismo y salud, incorporando nociones como vulnerabilidad, riesgo, falta de poder (powerless) y carencia de participación (lack ofvoice). La inclusión de nuevas dimensiones en el concepto de pobreza ha sido sometida a debate. En defensa de esta renovación se ha sostenido que tal expansión no cambia significativamente quién es identificado como pobre, ya que los aspectos tradicionales y novedosos están altamente correlacionados. Mas representa un adelanto crucial para el rediseño de las políticas sociales porque extiende el terreno de aplicación de políticas de reducción de la pobreza y sugiere la necesidad de que dichas políticas sean diseñadas considerando las interacciones entre estos aspectos (Kanbur y Squire, 1999).

Desde una mirada opuesta a esta expansión del concepto se ha advertido que si se incorpora la insatisfacción de necesidades humanas de todo orden, el término perdería precisión y, despojado de su vinculación a las condiciones económicas, adolecería de utilidad para la formulación de políticas (Boltvinik, 1999). Adicionalmente, cabe considerar que varias de las nuevas dimensiones no son registradas regularmente por las fuentes estadísticas más extendidas (como censos demográficos o encuestas regulares de empleo).

Desde cualquier posición teórica, el estudio de la pobreza en un sentido empírico requiere que se precise un criterio de identificación, esto es, normas para incluir a un grupo de personas en la categoría 'pobre'. Los criterios que se utilizan difieren en cuanto a una serie de aspectos que —basados en fundamentos conceptuales— derivan en diferentes aproximaciones metodológicas. Por lo tanto, es factible reconocer tres dimensiones principales de la identificación: la construcción social de las necesidades, la fuente de definición de las necesidades y la unidad de análisis para la identificación.

La construcción social de las necesidades es el fundamento para definir el umbral del nivel básico. En tal sentido, se presenta la opción entre adoptar una norma absoluta, o bien, una relativa. La primera alternativa define el umbral crítico sin considerar las condiciones de vida de los no pobres y provee medidas de incidencia útiles para la comparación intertemporal. En cambio, la elaboración de umbrales relativos se basa en la apreciación del estilo de vida del conjunto de la sociedad y resulta más sensible a la extensión de la desigualdad.

El supuesto en que se apoya la postura absoluta es la existencia de un núcleo irreductible de necesidades vitales que trascienden los contextos nacionales y que remiten a la dignidad humana (Altimir, 1979). Desde la posición relativa, se ha sostenido que el carácter social de las necesidades —que aun siendo básicas exceden el funcionamiento biológico— demanda la referencia a un tiempo histórico y un lugar, así como se verifica un crecimiento de las necesidades conforme se diversifica la organización social y la producción (Townsend, 1979). Una síntesis superadora de estas posiciones fue la de Sen (1981), quien distinguió el carácter absoluto de las necesidades —con su concepto de 'capacidades'—frente a la forma histórica y cultural relativa de los bienes o servicios requeridos para satisfacerlas. Por tal motivo, aun las normas absolutas consideran mecanismos de actualización en el tiempo y de ajuste a las condiciones culturales de la sociedad.

La fuente de definición de las necesidades alude a qué actor se le reconoce el carácter de juez para definir las necesidades. Se contrapone la posición subjetiva que reclama que sean definidas por los mismos individuos de la sociedad en estudio frente a la postura objetiva que acude a expertos para que establezcan estándares nacionales o internacionales.

Si bien se han desarrollado algunas experiencias de estudio de pobreza subjetiva, la tradición más vasta corresponde a la medición objetiva. En particular, las fuentes estadísticas masivas con relevamientos cuantitativos y las comparaciones internacionales han sido el escenario propicio para la aplicación sistemática del criterio objetivo.

En cuanto a la unidad de análisis para identificar condiciones de pobreza se han planteado diversos posicionamientos según se trate con individuos, hogares o áreas. La última de estas opciones ha tenido un impulso con el desarrollo de metodologías orientadas a la comparación internacional. Al respecto, la iniciativa del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en la producción del Índice de Desarrollo Humano y del Índice de Pobreza Humana constituyó el escenario para la aplicación de medidas referidas a áreas (como países o divisiones administrativas subnacionales).

Si bien las medidas de áreas tienen un alto grado de uso para la aplicación de comparaciones, no brindan una respuesta satisfactoria en cuanto al fundamento conceptual. Entre otros aspectos cuestionables, asumen la unidad de un conjunto de habitantes que solamente conviven en un espacio, que no comparten una estrategia de vida y que frecuentemente son portadores de diversas condiciones de existencia (Álvarez, 2002).

Contrariamente, la identificación de la pobreza al nivel de los hogares se basa en el carácter familiar de las estrategias de vida, puesto que es en el ámbito de las unidades domésticas donde se toman decisiones orientadas a la reproducción de las condiciones biológicas y no biológicas de la existencia. Asimismo, se apoya en la constatación de que los miembros que no son perceptores de ingreso participan —a través del hogar— en las relaciones sociales de distribución y acceden de tal forma al consumo (Torrado, 1981).

El estudio de la pobreza de cada individuo resulta limitado en tanto desconoce los comportamientos relevantes que se deciden a nivel del hogar. Con todo, algunos estudios empíricos han demostrado la necesidad de revisar ciertos supuestos acerca de la equidad al interior de un hogar. Sin embargo, para detectar tales situaciones familiares deberían encararse estrategias de medición específicas que no son factibles con los censos y encuestas demográficos habituales.

Si bien la discusión de las alternativas de identificación aún no se ha resuelto, en el campo de las estadísticas poblacionales existe un paradigma hegemónico. Según éste, la identificación de las condiciones de pobreza se obtiene por la identificación de hogares mediante la aplicación de criterios objetivos con umbrales absolutos. Este fundamento conceptual es el que dio lugar a las metodologías más tradicionales para el relevamiento de la pobreza: línea de pobreza1 (LP) y necesidades básicas insatisfechas (NBI).

En el ámbito de América Latina, diversos autores (Kaztman 1989; Beccaria, 1993) mostraron que los modelos de ajuste estructural aplicados a las economías de la región tuvieron su correlato en una baja de los salarios reales, un aumento de la tasa de desocupación y formas variadas de precarización del trabajo, que generaron procesos de movilidad descendente y, consecuentemente, cuestionaron la percepción de la pobreza como fenómeno homogéneo.

Como fruto de la comparación de las mediciones provenientes de LP y de NBI se hallaron diferencias en el tamaño y la composición de los hogares identificados como pobres por uno y otro método (Beccaria y Minujín, 1985), al tiempo que se corroboró que la incidencia de pobreza por LP tenía fluctuaciones que no se advertían en las tendencias descendentes monótonas de las series históricas de NBI. En consecuencia, se reconocieron dos dimensiones de pobreza según la persistencia de la privación que aludían en un caso a carencias estructurales (ligadas a la forma tradicional de la pobreza rural y de la exclusión crónica) y en otro a insuficiencias coyunturales (provocadas por las fluctuaciones del ciclo económico en términos de nivel de empleo y de ingreso monetario).

Se acuñó entonces la noción de 'heterogeneidad de la pobreza' para dar cuenta del espacio de propiedades múltiple que se construía al aplicar ambos métodos (Kaztman, 1989). En particular, Boltvinik (1992) asumió la importancia de estas formas múltiples de la privación y propuso el método de medición integrada de la pobreza (MMIP), con una versión ajustada del NBI combinada con la LP.

En Argentina —al igual que en la mayor parte de los países de América Latina— los datos censales de 2001 no relevaron información sobre el ingreso de los hogares. Por tal motivo, no era aplicable el método de LP. En cambio, el método de NBI se había usado ampliamente, a partir de la década de 1980, como insumo para mapear las carencias críticas a niveles geográficos desagregados. Su aplicación se sostuvo frente a encuestas sobre el ingreso de los hogares que eran infrecuentes o geográficamente restringidas y atendiendo a la demanda de los gobiernos sobre la necesidad de incrementar la eficacia del gasto público para resolver problemas sociales con recursos fiscales limitados.

Por tal motivo, se constituyó como una práctica tradicional la utilización del método de NBI con algunas ventajas destacables, como su costo relativamente bajo, puesto que se basa en un relevamiento censal que ya se empleaba para otros fines (Kaztman, 1996), su alto valor comparativo por su uso frecuente en distintos países de la región y su utilidad para orientar las políticas sociales, toda vez que identifica el tipo de necesidades insatisfechas (Feres y Mancero, 2001).

Sin embargo, durante la década de 1990, la concurrencia de diversos factores puso en cuestión la validez del método de NBI como expresión principal para implementar mapas de carencias críticas. En primer lugar, la mayor cobertura de las encuestas propició un uso más sistemático de la metodología de LP. Dada la frecuente aplicación del método de NBI en tales encuestas, resultó habitual encontrar marcadas diferencias entre ambas mediciones tanto en el nivel como en las tendencias. Por otra parte, las medidas derivadas del ingreso o del consumo posibilitaron articular múltiples miradas sobre el fenómeno. Al respecto, propuestas metodológicas como el 'índice FGT' (propuesto por James Foster, Joel Greer y Erik Thorbecke) o el índice de Sen (elaborado por Amartya Sen) enfatizaron la necesidad de discutir la agregación de la pobreza, ya que la incidencia (headcount ratio) no reflejaba cuán graves eran los niveles de insatisfacción (intensidad) ni la disparidad de condiciones de vida que podían reconocerse entre los pobres (severidad).

Ante estos requerimientos, el NBI no podía dar una respuesta satisfactoria, ya que la metodología incorpora indicadores que sólo captan situaciones extremas al tiempo que no ofrece una escala métrica común (como la monetaria), toda vez que se basa en indicadores de variables cualitativas discretas (como el tipo de vivienda o las condiciones sanitarias). En consecuencia, el desafío que se planteó a los censos de la ronda de los 2000 fue aplicar una metodología de medición de la pobreza que conservara algunos de los rasgos más valiosos del método de NBI: desagregación geográfica, universalidad, simplicidad e identificación en hogares, en el marco de nuevas condiciones socioeconómicas que hacían inaceptable la insensibilidad a la pobreza coyuntural. Todo ello, en el contexto del surgimiento de nuevas fuentes de datos que propiciaban mediciones más refinadas del fenómeno, articulando la incidencia con referencias de la intensidad y la heterogeneidad (Álvarez y otros, 2005).

 

Medición de pobreza en Argentina con el censo 2001

Índice de privación material de los hogares

Dentro del proceso de diseño conceptual del Censo 2001 se desarrolló el IPMH2 como metodología de identificación y agregación de las diferentes situaciones de pobreza, de acuerdo a la modalidad y la intensidad de las carencias que afectan a los hogares.

En dicho marco se definió la pobreza como la exclusión debida a la carencia de recursos necesarios para acceder a las condiciones materiales de existencia típicas de una sociedad históricamente determinada. Dado que en la sociedad argentina el ajuste estructural provocó la heterogeneidad de la pobreza —esto es, la coexistencia de diversas formas de privación—, se consideró relevante identificar tales modalidades (INDEC, 2004).

La privación material se conforma por dos dimensiones asociadas a carencias de distinta duración temporal y diversos tipos de satisfactores. Por tanto, es posible distinguir dos modalidades: la privación patrimonial y la privación de recursos corrientes.

La privación patrimonial representa la pobreza crónica y afecta a los hogares en forma más duradera. Se origina en las dificultades para acumular capital (físico o humano) debido a que requeriría de inversiones de gran cuantía que se generan por procesos de ahorro y de inversión sostenidos por periodos prolongados. Es la privación que se califica como crónica o estructural cuya persistencia se constata empíricamente a través del tiempo. Esta modalidad de privación era la que se trataba de identificar por la medición de NBI con deficiencias inherentes al método.

La privación de recursos corrientes, en cambio, da cuenta de la pobreza transitoria que puede perturbar a los hogares en coyunturas adversas. Esta deficiencia económica de los hogares que nace en la aguda disminución de los ingresos monetarios de un hogar para atender sus necesidades de consumo de corto plazo tiene sus causas básicas en el incremento de la inflación y del desempleo. Esta forma de privación ha sido denominada coyuntural o transitoria.3 La privación de recursos corrientes es la que se identifica por el método de LP a través de fuentes de datos que captan el ingreso o el gasto de los hogares.

En el IPMH la clasificación de los hogares se establece a partir de indicadores elaborados con la fuente censal que refieren a la privación patrimonial (condición habitacional4) o a la privación de recursos corrientes (capacidad económica5). Dichos indicadores se combinan en un espacio de propiedades para identificar la presencia y modalidad de la privación que afecta al hogar.

En consecuencia, quedan distinguidos los hogares sin privación (SP) y con privación, diferenciándose entre estos últimos los que padecen privación sólo de recursos corrientes (PR), sólo patrimonial (PP) y convergente (PC) —que acumulan privación de recursos corrientes y patrimoniales.

En cuanto a la agregación, el IPMH ofrece diferentes medidas descriptivas de la situación de pobreza. En primer lugar, se cuantifica la extensión de la condición de carencia a través de la 'incidencia' (I), que se obtiene por el cociente entre la cantidad de hogares con algún tipo de privación sobre el total de hogares:

Adicionalmente se puede calcular una medida de intensidad de la privación (INT), que da cuenta del peso relativo de los hogares con privación convergente sobre el total de hogares con privación:

Por último, existe una medida de la composición cualitativa de los hogares pobres que se denomina 'razón de privación de recursos corrientes' (RPRC) y hace referencia a la cantidad de hogares con privación de recursos corrientes por cada cien con privación patrimonial.

La aplicación de este conjunto de medidas que propone el IPMH dio una visión múltiple de las situaciones de privación de los hogares en un área determinada. En general, esta nueva metodología de pobreza con datos censales posibilitó una descripción más ajustada de la realidad y permite, a la vez, una aproximación más válida para el diseño y aplicación de políticas en distintos ámbitos de la acción social y localización territorial; opuestamente, el método de NBI tiene limitaciones metodológicas que derivan en la subestimación de la magnitud y en el desconocimiento de la heterogeneidad y de la intensidad de la pobreza (Gómez et al., 2003).

Privación material de los hogares en diversos contextos

El análisis de la privación material en diversos contextos geográficos se llevó a cabo considerando las regiones del país definidas con criterio estadístico. Estas regiones estadísticas son las utilizadas por el Instituto Nacional de Estadística para difundir regularmente la información referida a la pobreza y la actividad económica (INDEC, 2002). Esta regionalización se conforma por el agrupamiento de provincias —unidades administrativas mayores— que dan cuenta del carácter de heterogeneidad estructural que presenta Argentina en términos de niveles de desarrollo económico, estructura productiva y situaciones demográficas. Por lo tanto, las regiones que se analizarán6 son:

1. Región Metropolitana (METRO)

2. Región Pampeana (PAMP)

3. Región Patagonia (PATAG)

4. Región Cuyo (CUYO)

5. Región Noroeste (NOA)

6. Región Noreste (NEA).

La distribución de los hogares según condición de privación es marcadamente diferenciada entre estas regiones geográficas. Efectivamente, si bien los hogares con privación representan el cuarenta por ciento a nivel nacional, tal presencia en algunas regiones supera la mitad y aún alcanza a dos tercios,7 según se aprecia en el cuadro 1. En tal comparación se destacan las regiones Metropolitana y Patagonia donde la privación es inferior al promedio nacional (siete puntos porcentuales menor). Las restantes regiones ostentan mayor proporción de hogares con privación, destacándose la región Noreste, que tiene la mayor privación (veinticinco puntos porcentuales superior al promedio nacional).

Las diferencias entre las regiones no se circunscriben a la presencia relativa de hogares con privación —incidencia— ya que ante semejantes niveles de privación se comprueban composiciones diversas. En el cuadro 2, se verifica que entre regiones con privación moderada como la Metropolitana y Patagonia se destaca la intensidad de la privación en la primera de ellas.

En cambio, las regiones Noroeste-NOA y Noreste-NEA concentran tanto los niveles superiores de incidencia como los de intensidad, por lo cual representan las situaciones más desfavorecidas del país. Mientras que la región Cuyo tiene la peculiaridad de conciliar un nivel de incidencia relativamente alto con una intensidad que resulta moderada en el contexto nacional.

La composición de la privación —apreciada a través de la razón de privación de recursos corrientes— permite complementar las lecturas precedentes. Al respecto, se halla que las regiones con mayor incidencia e intensidad (NOA y NEA) son aquéllas que presentan una presencia menor de privación de recursos corrientes, esto es, que la pobreza es en gran medida de carácter crónico. Opuestamente, en las demás regiones hay un predominio de la privación transitoria —de recursos corrientes— que resultaría atendible con políticas de empleo e ingresos. Cabe puntualizar que en la fecha de relevamiento del último censo argentino se ingresaba en la severa crisis que derivó en el cese de pagos de la deuda externa, la devaluación del peso y un profundo proceso de empobrecimiento, que afectó a hogares que tenían satisfechas sus necesidades estructurales.

 

Análisis de los comportamientos demográficos

Para el estudio de la relación existente entre la población y la pobreza se reconocen los enfoques a nivel macro, meso y micro. A nivel macro, se examina la vinculación entre las tendencias demográficas para una población y su correspondiente nivel de pobreza. En esta línea de investigación se aborda en forma especializada el problema más general sobre la interrelación entre el crecimiento de la población y el desarrollo. En tanto que en el enfoque micro se trata la asociación entre fenómenos demográficos y la capacidad de las personas para salir de la pobreza, en lo que se podría calificar como la 'evasión demográfica' (Livi, 1995).

En el nivel meso se encuentran las unidades familiares que se aprehenden a través de la observación de los hogares con sus propias estructuras, tamaños, dinámicas y movilidad espacial. Esto derivó en análisis de la dinámica demográfica de los hogares pobres desde dos perspectivas temporales: en forma transversal se reconoció la especificidad de las estrategias familiares de vida y en forma longitudinal se apreció la reproducción intergeneracional de la pobreza (Rodríguez, 2006).

Este nivel meso es el que ha sido abordado en estudios clásicos acerca de las características específicas de la dinámica demográfica de los pobres, donde se documentó sistemáticamente que los tamaños de hogar son superiores, que la fecundidad es más elevada (ya que se comprueba un calendario constituido por menor edad media al primer nacimiento, intervalos intergenésicos más cortos y mayor edad media al último nacimiento) y que la esperanza de vida es menor puesto que se conjugan mayores tasas de morbilidad y mortalidad, particularmente en los primeros años (Livi, 1995).

El análisis de los comportamientos demográficos es factible contextualizarlo dentro de los desarrollos conceptuales referidos a la transición demográfica, término aplicado a generalidades concernientes a las variaciones en la fecundidad y la mortalidad que se producen cuando una sociedad tradicional se transforma en industrializada (Coale,1977).

En pocas palabras, la transición de la población

se refleja en el ritmo de crecimiento con una aceleración inicial —la mortalidad tiende a caer antes y más rápido que la natalidad— y una paulatina reducción posterior a niveles otra vez bajos. En la estructura de la población se refleja con un rejuvenecimiento inicial, seguido por un abultamiento de las edades intermedias y, finalmente, por un incremento de la proporción de personas adultas mayores. En torno a este núcleo, los procesos históricos de transición demográfica difieren notablemente en aspectos tan importantes como sus momentos de inicio, la velocidad del cambio, los niveles iniciales y finales de la fecundidad y la mortalidad, el papel de las variables intervinientes, como la nupcialidad o la epidemiología, y las modalidades de difusión dentro de la estructura social (Cepal, 2002: 22).

Diversos estudios empíricos mostraron en vastas oportunidades que el proceso de transición se presenta en forma diferencial por regiones geográficas y estructura social (Vallin, 2001; Bajraj y Chackiel, 1995). En términos generales, se aprecia que las poblaciones urbanas y los estratos sociales más altos son los primeros en transitar las etapas, que luego son experimentadas por el resto de la sociedad. En este sentido, Chackiel y Schkolnik (1990), al estudiar el proceso de transición en distintos países de América Latina, expresan que la misma comenzó en las zonas más urbanizadas y en los estratos medios y altos.

Asimismo, Zavala de Cosio (1990) describe la coexistencia de dos tipos de transición demográfica contrapuestos. Por una parte, en las 'sociedades que inventaron la modernización' dicha transición es el corolario de profundos cambios en los comportamientos (reproducción, modalidad de constitución de las familias, participación social de la mujer) y en las condiciones estructurales (urbanización, diversificación del mercado laboral) donde la fecundidad está eficazmente regulada por métodos anticonceptivos modernos. Por otra, la transición de las sociedades donde la modernización es parcial, la reducción de la fecundidad se obtuvo mediante la implementación de programas de planificación familiar anticipándose a los cambios en las pautas culturales. Este tipo de transición es el que primó en las sociedades latinoamericanas donde se incorporaron las tecnologías anticonceptivas más no las mejoras en las condiciones de vida propias de la modernización.

Argentina, en términos de las etapas del proceso de transición demográfica y considerando el promedio nacional, está finalizando su transición, situación que la distingue de la mayoría de los países latinoamericanos. Sin embargo, al observar grupos social y regionalmente diferenciados, se constata: a) que los estratos medios y altos han finalizado la transición y tienen, por lo tanto, un bajo crecimiento actual y un bajo potencial de crecimiento; b) que los estratos bajos tienen un alto crecimiento actual y un crecimiento potencial en vías de disminución, siendo la velocidad de disminución directamente proporcional al mejoramiento de sus condiciones de vida. Esto significa que el actual crecimiento de la población de Argentina está esencialmente sostenido por el potencial de crecimiento demográfico que aún poseen ciertos grupos sociales y regionales, en razón precisamente de la precariedad de sus condiciones de vida (Torrado, 1990).

Diversos estudios analizaron el comportamiento de indicadores demográficos para grupos poblacionales diferenciales clasificados según metodologías de pobreza o variables complejas que abordan la cuestión de la estructura social en Argentina (Torrado, 1995; Giusti, 1993, CFI, 1989), aportando una mirada de corte transversal que enriqueció la visión de los diferenciales entre áreas geográficas. Así, Giusti (1993) expresa que las diferencias demográficas halladas en los análisis a nivel territorial se desdibujan al examinar los indicadores al interior de dichos espacios para distintos sectores sociales, esto es que independientemente del territorio, cada grupo social se encontrarían en distintas etapas de la transición de la fecundidad.

Por otra parte, Torrado (1995) advierte que en Argentina la dinámica demográfica nacional es una suma ponderada de las dinámicas correspondientes a grupos social y espacialmente diferenciados.

En las siguientes secciones, se examinan los diferenciales que presentan los estratos poblacionales clasificados por IPMH, respecto de su estructura por sexo y edad e indicadores de nupcialidad, fecundidad y migraciones. La meta de este análisis es dar cuenta del sentido y la magnitud de las diferencias, al tiempo que se probará su consistencia en distintos contextos geográficos.

 

Estructura por edad y sexo

El análisis de la estructura por edad y sexo edad de las poblaciones ofrece el primer panorama sobre el estadio de transición demográfica en que cada región se encuentra. La pirámide de población refleja el resultado de los comportamientos relacionados con la reproducción, la mortalidad y las migraciones en un momento dado, bajo la influencia de los hechos económicos y sociales en que se halla inmersa la población. En tal sentido, cada región representa la estructura de oportunidades de satisfacción de las necesidades de los hogares y contextualiza los niveles diferenciales de acceso a los bienes y servicios.

En un sentido global, se aprecia al comparar las estructuras por edad y sexo del total del país y las seis regiones que algunas denotan niveles pronunciados de envejecimiento.8 Según se observa en el cuadro 3, las regiones Pampeana y Metropolitana tienen 14 y 11.4 por ciento de población de 65 años y más junto a baja presencia de población de 0 a 14 años y bajo índice de masculinidad, todas características propias de una transición avanzada

Contrariamente el resto de las regiones ostentan un porcentaje inferior de población de 65 años y más, siendo las regiones de Patagonia y NEA las que presentan menores niveles de envejecimiento (alrededor de seis por ciento), pero que se diferencian en la presencia de población de 0 a 14 años y el índice de masculinidad —mayores en el NEA. Si bien ambas poblaciones son relativamente jóvenes, se debe destacar que la segunda es una región que ha atraído inmigración —interna e internacional— y con una activa intervención del estado en el desarrollo económico de la región.

Por su parte, la región de Cuyo se asemeja a NOA por la proporción de población de 65 años y más, aunque reviste la particularidad de tener menor índice de masculinidad y proporción de población de 0 a 14 años.

Para profundizar en las diferencias de estructura por edad y sexo, se seleccionaron tres regiones Pampeana, Patagonia y NEA para examinar comparativamente las poblaciones en hogares con privación y con privación convergente, adoptando como patrón de referencia la situación del total del país.

La pirámide poblacional del total del país (gráfica 1) presenta una estructura envejecida; se distinguen señales de un envejecimiento por la base —debido a la progresiva reducción del porcentaje de niños— y otro envejecimiento por la cúspide —dado por los sostenidos porcentajes de población de 65 años y más— pero este promedio nacional se diluye al observar las diferencias por región.

En cambio, la población con privación material según el IPMH exhibe una estructura de edades más joven, donde es superior la presencia de población de 0 a 14 años y supera una tercera parte del total. Adicionalmente, las pirámides se reducen en las edades avanzadas —particularmente en la región Pampeana— denotando el menor grado de envejecimiento en la población afectada por privaciones.

Aún más pronunciadas son las diferencias cuando se compara la estructura demográfica de la población que padece privación convergente, con una nutrida presencia de niños menores de cinco años contrapuesta a una escasa presencia de personas con 65 años y más. Esta configuración poblacional presenta los rasgos de una transición demográfica rezagada.

El hallazgo más significativo reviste en la semejanza de los estratos de hogares con privación más allá de la región geográfica de residencia. En efecto, las diferencias interregionales a nivel global —descritas a partir del cuadro 3— se diluyen al comparar las estructuras demográficas de las poblaciones con privación convergente que muestran rasgos de retraso en la transición demográfica independientemente del contexto global.

 

Fecundidad

El análisis de los estratos de hogares diferenciados según condición de privación identificada por el IPMH ratifica el sentido de otros estudios de la población de Argentina puesto que en los hogares con privación se advierten mayores niveles de fecundidad.

En general, las mujeres que pertenecen a hogares con privación presentan mayor nivel de fecundidad, toda vez que tienen más hijos al cabo de su vida reproductiva, mayor probabilidad de tener hijos en su adolescencia y una fecundidad acumulada superior en edades medianas.

Estas condiciones se observan a nivel nacional y se reproducen al interior de cada una de las regiones geográficas analizadas. Resulta particularmente destacable que estas pautas —y aun con niveles similares— son compartidas por las mujeres con privación que residen en distintas regiones geográficas.

El nivel de la fecundidad expresado en cantidad de hijos por mujer —al cabo de la vida reproductiva— evidencia disparidades muy notables entre los hogares con privación convergente y los hogares sin privación. Según se comprueba en el cuadro 4, el contraste es muy marcado, pues en las primeras ronda los cuatro hijos, mientras que en las últimas es inferior a la mitad. Asimismo, se advierte que las mujeres afectadas por una privación patrimonial presentan niveles de fecundidad superiores a las que tienen carencias de recursos corrientes.

Por otra parte, una lectura complementaria del mismo cuadro 4 revela que el sentido y la magnitud de estas diferencias se replican al interior de cada una de las regiones geográficas. En efecto, en todos los casos se comprueban significativas diferencias entre las mujeres con privación convergente y las que no tienen privación, al tiempo que se presentan mayores niveles de fecundidad entre las mujeres que padecen privación de carácter estructural.

La transición de la fecundidad comporta un descenso en el nivel y un cambio en el calendario, toda vez que decae la edad materna al primer nacimiento. Una forma de reconocer estas tendencias se obtiene al observar el nivel de la fecundidad en la adolescencia. Al respecto, en el cuadro 5 se constata que la tasa de fecundidad de 15 a 19 años resulta entre tres y cuatro veces más elevada entre las mujeres con privación convergente, en relación con las que no tienen privación. Adicionalmente se exhiben mayores niveles de fecundidad en estas edades tempranas en las mujeres que padecen privación patrimonial. Consistente con lo anteriormente señalado, el sentido y la magnitud de las diferencias se replica en todas las regiones.

El análisis de la estructura de la fecundidad por edad ofrece pruebas del estado de transición que experimentan las mujeres pertenecientes a distintos estratos según privación. En principio, las mujeres con privación convergente presentan una fecundidad superior en todos los grupos etarios, denotando un temprano acceso a la maternidad y una vida reproductiva extendida hasta edades avanzadas.

Tales características se comprueban en la gráfica 2, donde las curvas correspondientes a cada estrato adquieren formas distintivas, puesto que entre las mujeres con privación patrimonial se presenta una forma con cúspide temprana, opuestamente a la cúspide tardía entre aquellas con privación de recursos corrientes. Las diferencias entre estos estratos se concentran en la fecundidad de los primeros años, ya que a partir de los 25 años, alcanzan niveles semejantes y aún se aproximan a las mujeres sin privación a partir de los 30 años de edad.

La fecundidad acumulada brinda otra perspectiva del comportamiento reproductivo donde se ratifican las diferencias de nivel según condición de privación. En efecto, la lectura de la gráfica 3 refleja la fecundidad superior de las mujeres con privación convergente que antes de los 30 años ya acumulan un promedio de tres hijos, opuestamente a las que no tienen privación y que a esa edad no llegan a acumular un hijo en promedio. Un aspecto distintivo de este indicador es que las mujeres con privación de recursos corrientes tienen una fecundidad acumulada superior a las de privación patrimonial en las mujeres de generaciones más jóvenes.

El análisis de las migraciones permite vincular un comportamiento significativo en las estrategias de vida —como el desplazamiento espacial— y las condiciones de privación resultantes. En tal sentido, se conformó una tipología de condiciones migratorias para describir las migraciones internacionales; consecuentemente, se distinguió entre nativos (nacidos en Argentina que incluyen a los migrantes de retorno en virtud de su exigua magnitud), migrantes recientes (nacidos en el exterior, que hace cinco años no vivían en Argentina) y migrantes antiguos (nacidos en el exterior que hace cinco años ya vivían en Argentina).9

Si bien Argentina tiene una vasta tradición como país de atracción de inmigrantes, en las décadas recientes se ha reducido el volumen de tales corrientes, al punto que actualmente la presencia de no nativos es considerablemente menor. A nivel nacional, la proporción de no nativos es inferior a cinco por ciento; aun cuando existen diferencias entre las regiones —tal como se ve en el cuadro 6—, en ningún caso este segmento poblacional alcanza al diez por ciento. Entre los migrantes hay un predominio de aquéllos que residen en Argentina hace más de cinco años.

La condición migratoria se encuentra asociada a diferentes niveles de pobreza, puesto que entre los migrantes recientes hay mayor porcentaje de población con privación material. Según se muestra en el cuadro 7, esta condición apreciable a nivel nacional se reproduce en cada una de las regiones, en tanto que los migrantes más antiguos presentan un nivel de privación aún menor.

Sin embargo, el resultado más significativo se verifica en cuanto a la modalidad de la privación. En tal sentido, debe destacarse que los migrantes recientes se encuentran más afectados por privación de tipo patrimonial frente a los nativos cuyas privaciones son mayormente por insuficiencia de recursos corrientes.

Cabe interpretar que la movilidad internacional sirve para que los protagonistas de esas acciones accedan a una mejora en sus condiciones de vida que les permite insertarse en la sociedad argentina con relativo beneficio, pero que en el curso de esos comportamientos demográficos deben atravesar una etapa inicial donde la falta de dotación de capital implica privaciones en el plano patrimonial. La ilustración de las peores condiciones de vida de los migrantes recientes se plasma en su mayor incidencia, en la mayor intensidad y en el predominio de la privación patrimonial frente a los migrantes antiguos, tal como se evidencia en la gráfica 4.

 

Conclusiones

Este artículo trazó un panorama de las vinculaciones entre los conceptos y los métodos de medición de la pobreza, para presentar un diagnóstico sobre las debilidades de los métodos tradicionales para medir la pobreza explotando relevamientos poblacionales clásicos, como los censos de población. En dicho contexto se presentó el método de IPMH desarrollado en Argentina —a partir del Censo 2001— para dar cuenta de la incidencia, la intensidad y la heterogeneidad de la pobreza.

La distribución de los hogares según condición de privación se comprobó con marcadas diferencias entre las regiones geográficas. Estas distinciones se hicieron tanto en la extensión de la privación (la incidencia) cuanto en la profundidad de las carencias (la intensidad), corroborando las disparidades en el desarrollo socioeconómico y las estructuras de oportunidades al interior del territorio nacional.

La población clasificada en estratos de privación según el IPMH reveló marcadas diferencias en sus comportamientos demográficos. Por tanto, se reconocieron estrategias demográficas diferenciales según condición de privación, a nivel del territorio nacional y en las principales regiones geográficas. En esta múltiple lectura de las desigualdades, fueron halladas evidencias de que las diferencias demográficas entre condiciones de privación se sostienen —en su sentido y su magnitud relativa— en contextos geográficos variados. Asimismo, algunas disparidades fueron interpretadas en el marco de la heterogeneidad de la pobreza.

Aun cuando la pirámide del país denota los rasgos de un pronunciado envejecimiento poblacional, se corroboraron diferencias entre regiones y entre estratos poblacionales según su condición de privación. El resultado más destacable fue la presencia de estructuras demográficas similares a las de la población nacional a principios del siglo veinte —con su base ancha y su cúspide menguada— en todas y cada una de las regiones del país, mostrando que los beneficios del desarrollo y la modernización son parciales y que la exclusión de dichas pautas de comportamiento puede rastrearse aún en los espacios donde la transición demográfica atraviesa sus últimas etapas.

En efecto, las pirámides de población en hogares con privación convergente denotan una nutrida presencia de menores de cinco años y una escasa presencia de adultos mayores. Estas estructuras demográficas propias de transiciones rezagadas se reconocieron incluso en la región metropolitana caracterizada por un alto nivel de desarrollo económico y cultural, con una población que casi en su totalidad reside en un área urbana.

Correlatos semejantes se hallaron en el análisis de la fecundidad. Las mujeres que afectadas por privación convergente tienen elevados niveles de fecundidad, presentan mayor probabilidad de tener hijos antes de los veinte años de edad y consecuentemente acumulan una mayor cantidad de hijos en promedio a los treinta y cinco años. Estas condiciones se observan a nivel nacional y se reproducen al interior de cada una de las regiones geográficas analizadas. Nuevamente cabe enfatizar que estas pautas son compartidas por las mujeres con privación que residen en distintas regiones geográficas.

Por último, del análisis de la población según su condición migratoria internacional se reconoció una diferencia sustantiva de acuerdo a la antigüedad de la llegada a Argentina. Situaciones opuestas se comprobaron entre los migrantes recientes que presentaban condiciones de vida inferiores al conjunto de la sociedad y particularmente una insuficiencia patrimonial frente a los migrantes más antiguos que ostentaban menores niveles de privación y cuando presentaban deficiencias se debían a la falta de recursos corrientes.

Este estudio tuvo como propósito reflexionar sobre las significativas relaciones entre pobreza y población, alertando sobre la necesidad de hacer una identificación precisa de los sectores de la población que deberían ser atendidos por las políticas sociales. La dimensión ecológica debe tomarse como una primera aproximación, pero no resulta suficiente en contextos de elevada desigualdad al interior de un mismo territorio.

Al tiempo que el uso intensivo y renovado de las fuentes de datos poblacionales clásicas, combinado con nuevas aproximaciones conceptuales, ofrece un campo de investigación promisorio para analizar los cambios en la dinámica demográfica y los determinantes de las estrategias familiares de vida.

 

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Notas

* La investigación se realizó en el marco del programa Desarrollos de Nuevas Metodologías para el Estudio de la Pobreza, con datos censales de la Dirección de Estadísticas Poblacionales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad de los autores y no necesariamente coinciden con las del Instituto.

1 Las líneas de pobreza absolutas son las que usualmente se han aplicado en la Argentina y en los países de América Latina. Otros países, entre ellos los europeos, han construido líneas de pobreza relativa.

2 El IPMH fue elaborado en INDEC por el Equipo de Desarrollo de Nuevas Metodologías para la Medición de Pobreza con Datos Censales integrado por S. Mario, A. Lucarini y los autores, bajo la dirección de Gladys Massé y Alejandro Giusti.

3 Aunque ciertos procesos socioeconómicos atestiguan una duración temporal considerable.

4 La 'condición habitacional' fue definida por las características de los materiales constructivos que componen la vivienda y la infraestructura sanitaria de ésta.

5 La 'capacidad económica' se constituyó por relación entre los años de educación formal aprobados por los perceptores de ingresos y la cantidad total de miembros del hogar. Mayores especificaciones se hallan en INDEC, 2004.

6 Las provincias están agrupadas en regiones de la siguiente forma: Metropolitana: (Ciudad de Buenos Aires y 24 partidos de Gran Buenos Aires); Pampeana (Resto de provincia de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa Santa Fe y Entre Ríos); Cuyo (San Juan, San Luis y Mendoza); Patagonia (Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego), Noreste (Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa) y Noroeste (Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja).

7 La proporción de población con privación es aún superior a la de hogares, ya que los hogares con privación tienen mayor tamaño medio.

8 Información sobre la distribución de la población según IPMH por sexo y edad para la totalidad de las regiones del país puede obtenerse por consulta a los autores.

9 Esta clasificación excluye a los menores de cinco años de edad.

 

Información sobre los autores

Gustavo Oscar Álvarez. Licenciado en Sociología. Cursó la Maestría en Demografía Social en la Universidad Nacional de Luján. Actualmente es docente de Metodología de Investigación en Sociología de la Universidad de Buenos Aires, de Demografía Social en la Universidad Nacional de Luján y de Análisis Demográfico en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es investigador en el proyecto "Pobreza y comportamiento demográfico en Luján, Mercedes, General Rodríguez y Moreno", en la Universidad Nacional de Luján. Es profesional del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), en la Dirección de Estadísticas Poblacionales (desde 1992). Fue consultor internacional para asesorar en tareas de mejoramiento de estadísticas vitales y de registro civil en Honduras (1998), en Panamá (1999) y Perú (2005). Ha publicado como autor: "Capacidad económica de los hogares. Una aproximación censal a la insuficiencia de ingresos", en Notas de Población, núm. 74 del Celade, Santiago de Chile, 2002; "Estimación de población en áreas menores mediante variables sintomáticas: una aplicación para los departamentos de la República Argentina, 1991 y 1996", en la serie Población y Desarrollo del Celade; Santiago de Chile, 2001, y como coautor "Mapas censales de carencias críticas en la ronda de los 2000: viejos problemas y nuevas propuestas", en la revista Planejamento e Políticas Públicas, núm. 26, editada por IPEA de Brasil, 2003. Es miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Estudios de Población de la Argentina (ΑΕΡΑ). Correo electrónico: galva@indec.mecon.gov.ar

Alicia Gómez. Licenciada en Sociología y especialista en Demografía Social. Actualmente es docente de posgrado en la Universidad Nacional de Luján y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Participa en el proyecto de Investigación "Pobreza y comportamiento demográfico en Luján, Mercedes, General Rodríguez y Moreno" en el marco del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján. Profesional con relación de dependencia en el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), con funciones de coordinación del Área de Desarrollos Metodológicos de Información Censal de la Dirección de Estadísticas Poblacionales de Indec. Elaboró y coordinó publicaciones institucionales referidas a la medición de pobreza y condiciones de vida. Participó en la elaboración de la Base de datos en formato Redatam SP del Censo Nacional de Población Hogares y Viviendas 2001 (Indec, 2005). Recientes trabajos publicados en coautoría "Mapas censales de carencias críticas en la ronda de los 2000: viejos problemas y nuevas propuestas", en la revista Planejamento e Políticas Públicas, núm. 26, 2003, editada por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada de Brasil y "Situación sociodemográfica de la población del Partido de Luján hacia finales del Siglo XX", Ed. Prometeo, 2005 Correo electrónico: agome@indec.mecon.gov.ar

Fernanda Olmos. Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires. Cursó la Maestría en Demografía Social en la Universidad Nacional de Luján. Es docente de posgrado de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y participa en el proyecto de investigación "Pobreza y comportamiento demográfico en Luján, Mercedes, General Rodríguez y Moreno" (2006-2007) en la Universidad Nacional de Luján. Es profesional del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), desarrolla tareas relacionadas con la elaboración de información referida a los hogares, pobreza y estructura social en el Área de Desarrollos Metodológicos de Información Censal, Dirección de Estadísticas Poblacionales. Ha participado en colaboración en publicaciones institucionales referidas a la medición de pobreza y condiciones de vida (Indec, 2004). Ha presentado ponencias en jornadas nacionales e internacionales: XXV Conferencia Internacional de Población IUSSP, 2005; Congresos de la Asociación Latinoamericana de Población (Alap): Primer y II congreso 2004 y 2006; Jornadas Argentinas de Estudios de Población V, VII y VIII jornadas 1999, 2003 y2005; Seminario Latinoamericano "Teoríay Política sobre Asentamientos Informales", 2006. En el año 2006 publicó, como coautora, el artículo "Mapas censales de carencias críticas en la ronda de los 2000: viejos problemas y nuevas propuestas", en la revista Planejamento e Políticas Públicas, núm. 26, 2003 editada por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada de Brasil. Correo electrónico: molmo@indec.mecon.gov.ar

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