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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.12 no.50 Toluca Out./Dez. 2006

 

Migración y remesas en el sur del Estado de México

 

Migration and remittances in the south of the State of Mexico

 

Juan Gabino González Becerril

 

Universidad Autónoma del Estado de México.

 

Resumen

En este artículo se presentan estimaciones de la migración internacional mexiquense y de las remesas correspondientes a los municipios de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras; asimismo, se explora el destino final de esas remesas, las cuales se dedican fundamentalmente a completar los ingresos familiares para satisfacer el consumo. Por último, se elaboran algunas propuestas para integrar una política migratoria en la entidad mexiquense. Este trabajo se sustenta en una investigación de campo llevada a cabo en los dos municipios del sur del Estado de México y el análisis de fuentes secundarias.

Palabras clave: migración internacional, remesas monetarias, políticas migratorias, Estado de México.

 

Abstract

In this article some estimations of the State of Mexico's international migration and of the correspondent remittances to the municipalities of Tejupilco and Almoloya de Alquisiras; similarly, the final destination of these remittances is explored, which are mainly destined to the completion of the family incomes to satisfy the consumption. Lastly, some proposals to integrate a migratory policy in the State's of Mexico entity are elaborated. This work is sustained in a field research done in the two municipalities mentioned and the analysis from secondary sources.

Key words: international migration, monetary remittances, migratory policies, State of Mexico.

 

Introducción

El proceso migratorio involucra flujos tanto de personas y trabajadores como de bienes materiales, monetarios y simbólicos, características que lo convierten en un fenómeno sociocultural. En el escenario del Estado de México, el flujo migratorio ha estado presente desde principios del siglo pasado, lo que ha permitido la conformación y consolidación de redes sociales y familiares que forman parte de dicho proceso, especialmente en aquellas regiones y comunidades de la entidad en donde se ha presentado con más intensidad a lo largo del tiempo. En las regiones tradicionalmente expulsoras de migrantes, una cantidad importante de familias y comunidades ha vivido cotidianamente de y con la migración durante varias generaciones. El proceso migratorio ha configurado un complejo sistema de redes de intercambio y circulación de personas, dinero, bienes e información, que tiende a transformar los asentamientos de migrantes a ambos lados de la frontera en una sola gran comunidad dispersa en una multitud de localizaciones (Canales y Zlolniski, 2001).

De acuerdo con estimaciones oficiales, el flujo de fondos provenientes de trabajadores residentes en el extranjero se ha incrementado sustancialmente en los recientes años, por lo que esos recursos constituyen una de las principales fuentes de divisas para la economía mexicana. En reiteradas ocasiones se ha planteado el potencial que pudiera tener este flujo de divisas si se reorientaran hacia la inversión productiva. Al respecto, Ramírez y González (1999) dan a conocer diversas políticas estatales y federales dirigidas a encauzar este flujo de divisas hacia la formación de negocios y empresas familiares que generen empleos, inversión productiva y otros efectos positivos sobre las economías locales y regionales.

No obstante, se requiere una revisión conceptual y el análisis de datos empíricos sobre los cuales sustentarse. Un primer punto a resolver es cómo conceptualizar el flujo de dinero proveniente de los trabajadores residentes en el extranjero: ¿cuál es la composición de esos recursos provenientes del extranjero? Y, más aún, ¿cuál es el uso de esos recursos en los hogares? Asimismo, resulta pertinente preguntar cuál es el significado, no sólo cuantitativo (económico), sino cualitativo (social y cultural), de cada componente para la dinámica social de las comunidades del sur de la entidad mexiquense.

Sin duda, los fondos enviados a México por los trabajadores residentes en el extranjero, conocidos como remesas, configuran un importante factor de dinamización de las economías locales y regionales. Es probable que sin la presencia de este flujo de divisas, dichas economías se colapsasen y entrasen en un círculo de empobrecimiento extremo. Sin embargo, ello no indica que las remesas sean necesariamente un factor de potenciación del crecimiento económico a través del circuito ahorro-inversión. Al respecto, nuestra principal hipótesis central se enfoca precisamente en este punto.

Las remesas, más que expresar un potencial de ahorro-inversión, reflejan, por el contrario, el nivel de insatisfacción de necesidades básicas en diversas localidades de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras, Estado de México. Dicho de otro modo, el potencial de crecimiento económico está supeditado al carácter fundamentalmente laboral de la migración, esto es, a los individuos que emigran en busca de un empleo y un salario que les permitan garantizar la reproducción cotidiana de su familia; en segundo lugar, se trata de comunidades relativamente pobres, muchas de ellas alejadas o desconectadas de los centros económicos importantes en el ámbito regional y nacional, y con reducidas opciones de atracción de inversión productiva de distinto tipo. Lo anterior obliga a plantear como objetivos de este trabajo tres puntos básicos: a) realizar estimaciones de la migración internacional mexiquense y de las remesas; b) observar el destino final de las remesas, a partir de la hipótesis de que más que expresar un potencial de ahorro-inversión de los emigrantes de los municipios de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras, sólo permiten satisfacer el consumo familiar, y c) elaborar algunas propuestas de política migratoria para el Estado de México. En este artículo se revisan los enfoques para analizar la migración y las remesas monetarias de los migrantes internacionales; se analizan datos relevantes sobre migración y remesas en el ámbito nacional, se recuperan las experiencias en algunas zonas de alta tradición migratoria; se observa la experiencia estatal sobre migración y remesas; se exponen los resultados de la investigación de campo en dos municipios del sur del Estado de México y se proponen algunas líneas de política migratoria aplicables a esta entidad federativa.

 

Enfoques sobre la migración y las remesas

El debate actual en torno al uso e impacto de las remesas en los países de origen de los migrantes incluye el discernimiento de su distribución por regiones y por países, así como su destino final.

La revisión de algunas experiencias recientes en cuanto al destino final de las remesas muestra dos posibilidades claramente diferenciadas: para el consumo y para una escasa inversión. El aumento de la emigración generalmente significa más remesas. Hasta hace poco, los investigadores y las instituciones tendían a descartar la importancia de las remesas o a poner énfasis solamente en sus aspectos negativos en el desarrollo regional y nacional. Afirmaban frecuentemente que el dinero que enviaban los trabajadores extranjeros a sus países se gastaba sobre todo en artículos de consumo y señalaban, además, que rara vez se invertía en actividades productivas que hicieran crecer las economías de los países en desarrollo. Temían también que quienes recibían las remesas llegarían a depender de ellas en perjuicio del incentivo de invertir en actividades que les generaran ingresos, especialmente la agricultura.

Además, según estos argumentos, lo que consideraban consumo excesivo llevaría a la desigualdad y las familias que dependieran de las remesas sobrepasarían el nivel de vida alcanzable para los miembros de sus comunidades que no tenían familiares trabajando en el exterior. A menudo, los esfuerzos del gobierno para estimular o exigir la inversión de las remesas eran opresivos y producían pocos avances económicos. Con el tiempo, señalaban los críticos, las remesas disminuirían a medida que los migrantes se establecieran en sus nuevas comunidades y perdieran contacto con sus comunidades de origen, de tal modo que cuando esos importantes ingresos dejaran de contribuir a su mantenimiento, las esposas e hijos quedarían atrasados económicamente (Russell, 1986; Keely y Tran, 1993).

Esta visión pesimista y sus argumentos en el análisis del uso de las remesas monetarias se puede resumir de la siguiente manera: a) generan poco estímulo o distorsión del desarrollo regional y nacional; b) crean una situación de dependencia de importaciones; c) provocan inflación de bienes, servicios y mano de obra (inestabilidad); d) originan una polarización social y salarial (sobre todo en periodos de crisis económica), y e) en general, dan como resultado pocas inversiones en la agricultura (González, 2002b: 5). Estos elementos eclipsan la ventaja temporal de unos pocos migrantes afortunados.

Además, desde esta perspectiva se argumenta que una inevitable disminución de las remesas pudiera ser inducida por: a) el deterioro de las tasas salariales; b) la caída de los salarios reales debido a la inflación, y c) la propensión de los trabajadores para quedarse a residir permanentemente y llevar a vivir a su familia con ellos.

Esta postura argumenta que aparte de ser inestables, las remesas destruyen el proceso económico, debido a que son gastadas en bienes de consumo y no son invertidas o ahorradas, por lo cual no reducen la brecha entre la riqueza y pobreza de los países; al contrario, la amplían. Este punto de vista Durand lo denomina "visión pesimista", en lo cual coinciden Corona (1998), Canales (2000) y una serie de autores que han investigado el impacto económico de las remesas en los lugares de origen de los migrantes internacionales.

En contraparte, otros estudios sustentan una visión optimista, desde la cual se argumenta que las remesas afectan las economías de los países en desarrollo en forma mucho más positiva de lo que se reconocía antes. Dice Susan Martin, profesora de la Universidad Georgetown: "El efecto multiplicador de las remesas puede ser considerable; cada uno de esos dólares crea dólares adicionales en el crecimiento económico de las empresas que producen bienes y suministran los artículos que se adquieren con ellos" (Martin, 2001).

Martin afirma que las remesas son claramente necesarias y útiles, pero señala que los residentes más pobres de Estados Unidos y de otros países ricos cargan con la mayor parte del peso de ayudar a la gente en los países en desarrollo. Con frecuencia, los remitentes se privan de invertir en la educación y formación técnica que requieren para poder competir en el país de destino.

Muchos de estos problemas existen todavía, pero estudios recientes revelan un cuadro mucho más complejo. Quizá debido a que el monto de las remesas ha crecido en México de forma tan considerable en años recientes, y a que el gobierno ha dado ahora el estatus de héroes a los emigrados, los expertos reconocen que el efecto de las remesas es más positivo sobre las comunidades de los países en desarrollo de lo que se consideraba anteriormente. Edward Tylor, de la Universidad de California, afirma que incluso la utilización de las remesas en artículos de consumo estimula el desarrollo económico, particularmente cuando las familias gastan ese dinero localmente.

El efecto microeconómico de las remesas puede también ser significativo. Las asociaciones de migrantes oriundos de un mismo pueblo son contribuyentes importantes de los gobiernos locales en sus países de origen, toda vez que envían recursos a las comunidades de donde salieron. Estos recursos, recolectados en una variedad de formas, han ayudado a los pueblos a mejorar carreteras, sistemas de suministro de agua y alcantarillado, puestos de salud, escuelas y demás infraestructura comunitaria. Con frecuencia, estas asociaciones comienzan con pocos recursos, pero tienen el potencial de crecer considerablemente.

Lo anterior se puede sintetizar de la siguiente forma: las remesas son un gran potencial económico, pues responden a fuerzas del mercado; las inversiones productivas, como la formación de empresas e inversión en capital humano (educación, salud, etc.) proporcionan recursos para la transición a otro desarrollo; tienen efectos en la ampliación del mercado interno (mejoran la distribución del ingreso) y reducen el gasto del Estado en infraestructura, subsidios y servicios. Todo esto ayuda a una parte significativa de la sociedad a mejorar su calidad de vida (González, 2002b: 6).

Los diferentes estudios sobre el fenómeno migratorio mexicano hacia Estados Unidos destacan como las principales causas de dicho fenómeno la ausencia de empleos suficientes, el atraso y la marginación. Paradójicamente, la migración genera un importante flujo financiero hacia las comunidades de origen, que si bien utilizado mayoritariamente para la subsistencia familiar, no deja de tener un importante efecto multiplicador en los ámbitos nacional y regional, pero es en este último espacio donde las remesas producen mayores impactos económicos y sociales, y donde potencialmente las remesas -superado el problema de los altos cobros y manipulación del tipo de cambio- pueden actuar como un soporte (de la mano de los recursos estatales y federales) para el financiamiento de pequeños proyectos y microproyectos regionales generadores de empleos permanentes.

 

Definición de remesas

Existen dos definiciones fundamentales de los recursos generados por los migrantes en el extranjero, basadas ambas en el origen y transferencia del dinero:

1. Transferencias unilaterales sin contraprestación, que es la definición clásica de remesa individual: ingreso del migrante, ayuda familiar (monetarias o en especie) y pensiones.

2. Transferencias unilaterales más transferencias de capital, en las cuales se incluyen transferencias colectivas y empresariales, es decir, recursos cuyo origen no es salarial, y están dirigidas a inversiones sociales o formación de empresas binacionales o transnacionales.

En este trabajo haremos uso del primer concepto de remesas monetarias que envían los migrantes de la entidad mexiquense -especialmente los de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras- desde Estados Unidos.

 

Características actuales de la migración internacional de mexicanos

Con objeto de establecer el contexto social y económico en que se da la transferencia de remesas, revisemos brevemente algunas tendencias y repercusiones actuales de la migración internacional de mexicanos.

1. En el contexto de globalización económica -cuya expresión en México es el libre flujo de mercancías, inversión extranjera directa e indirecta, la transformación de la estructura productiva y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte- se ha incrementado el número de entidades federativas de la república mexicana cuyos habitantes participan en la migración internacional. Particularmente, se han sumado a este movimiento migratorio -que tradicionalmente se observaba de manera casi exclusiva en zonas rurales- personas que residen en las grandes ciudades o zonas metropolitanas del país, a pesar de la política restrictiva estadunidense hacia la migración.

2. Ha habido una aceleración de la migración, lo que ha implicado un incremento del stock de migrantes internacionales, sobre todo de mexicanos a Estados Unidos (se ha estimado que en 1990 había en Estados Unidos 4.3 millones de mexicanos, y para 2002, el cálculo fue de 9.9 millones de personas).

3. Hay una diversificación de las migraciones temporal, definitiva, trasnacional y circular (calificadas y no calificadas). Esto implica reconocer la diferenciación de la migración de mexicanos a Estados Unidos.

4. Existe una feminización de la migración rural por el aumento de la participación de las mujeres en los circuitos migratorios de todas las regiones del país y del Estado de México. Por ejemplo, del total de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos reportados por el Buró del Censo de Estados Unidos en 1990, 42 por ciento eran mujeres, y con base en la Current Population Survey, en 2003 este porcentaje ascendió a 46 por ciento. Esto significa que las mujeres tienen un papel cada vez más importante en los distintos tipos de migración internacional.

5. Se ha dado una politización de la migración en los ámbitos nacional, regional y estatal. Se reconoce la sensibilidad de los actores políticos y de la sociedad mexicana en cuanto a su importancia como fenómeno nacional e internacional, y se ha llegado a plantear en la Cámara de Diputados el voto de los mexicanos en el exterior (principalmente quienes están en Estados Unidos), aunque la política de nuestro país hacia la migración internacional es la de no hacer política (Alba, 2000). Por el contrario, la política estadunidense es la de restringir la entrada de trabajadores menos calificados y facilitar la de trabajadores altamente calificados, lo cual aparece estipulado en el Tratado de Libre Comercio, por ejemplo, en su capítulo XVI. Por otra parte, la política de seguridad estadunidense se ve afectada por la migración internacional entre ambos países.

6. Los circuitos migratorios se caracterizan por la constante circulación de dinero. Las remesas monetarias en el ámbito nacional se han incrementado en los 20 años recientes; por ejemplo, en 1980 nuestro país recibía por este concepto la cantidad de 2.2 mil millones de dólares; en 2001 fue de 8.9 mil millones de dólares, y para el 2003 fue de 13.3 mil millones de dólares. De este modo, las remesas se han convertido en la segunda fuente de divisas después de las exportaciones petroleras, sustituyendo de esta forma al turismo como segunda fuente de divisas desde el exterior (González, 2002b: 28).

 

Uso principal de las remesas en el ámbito nacional

El patrón general nacional del destino de las remesas es la primacía del gasto a la satisfacción de las necesidades básicas y otros tipos de consumo doméstico. Por ejemplo, la información de la Encuesta Nacional de Migración a la Frontera Norte del País y a los Estados Unidos (ENEFNEU) indica que 70.4 por ciento de las remesas monetarias declaradas por las personas entrevistadas se destinaron al consumo básico (consumo doméstico, compra de carros y aparatos eléctricos); 8.6 por ciento a la vivienda (compra, construcción y mejora); 7.3 por ciento a la inversión productiva (compra de tierras e implementos agrícolas y ganado, establecer negocios o compra de un negocio); 8.2 por ciento al pago de deudas y 5.5 a otros gastos.

La Encuesta en la Frontera Norte de México a Trabajadores Indocumentados Devueltos por las Autoridades de los Estados Unidos de América (ETIDEU) de 1984 indica que 83.7 por ciento de sus envíos monetarios se destinaba al consumo básico, 5.1 por ciento a la vivienda, 2.7 por ciento a la inversión productiva y 8.5 por ciento a otros pagos.

Las estimaciones derivadas de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF) entre 1993 y 1997 revelan que el consumo doméstico fue el rubro de mayor importancia, con 78.5 por ciento; seguido por la vivienda, con 16.5; la inversión productiva, con 1.7, y otros gastos, con 3.3 por ciento. Estos mismos rubros se han modificado en años más recientes, pues se ha incrementado el gasto en el rubro de vivienda y se ha reducido el porcentaje al gasto en el consumo según el cuadro 1, lo cual implica que en el tiempo el uso de las remesas monetarias ha presentado una transición en su distribución al gasto familiar (cuadro 1).

 

Estudios de caso en el occidente de México

En un estudio realizado por Papail y Arroyo (1996) en cuatro ciudades de Jalisco que presentan una alta tradición migratoria a Estados Unidos, los autores encontraron situaciones interesantes de resaltar. Por ejemplo, Tepatitlán destinaba la mayor parte de lo que recibía de remesas a la manutención familiar (55 por ciento) y un porcentaje importante al ahorro (26.7 por ciento), así como a la compra de terrenos y casa (7.3 por ciento), a la inversión productiva (6.1 por ciento) y a otros gastos (5.1 por ciento).

El otro municipio que también presenta una situación particular es San Juan de los Lagos, donde el gasto absorbió 64 por ciento de las remesas y el rubro "de otros usos", 19 por ciento. Por otra parte, en el resto de las localidades, la prioridad del uso de las remesas monetarias para la manutención familiar fue de 82.9 y 76.9 por ciento, en Lagos de Moreno y Ciudad Guzmán, respectivamente (cuadro 2).

Estudios realizados por Massey et al. (1991) en tres comunidades de Jalisco y una de Michoacán establecen que la distribución de gasto del dinero ahorrado por los migrantes en su más reciente viaje a Estados Unidos se modificó. Los gastos para la manutención familiar estaban entre los rangos de 26.4 y 57.1 por ciento, de las remesas monetarias referidas. Los recursos destinados a la vivienda estaban en un rango de 29.8 a 48.1 por ciento, y a la inversión productiva entre 8.9 y 21.1 por ciento en el más reciente viaje realizado por el migrante. Los porcentajes que se elevaron son los de inversión productiva y vivienda, por lo cual concluyen los autores que las remesas enviadas por los migrantes tuvieron un efecto multiplicador en la actividad económica regional y local.

 

Características de la migración internacional del Estado de México

Aunque ha existido siempre, según muestran algunos estudios desde 1920 hasta la actualidad, la migración de mexiquenses a Estados Unidos ha llegado a magnitudes importantes desde el inicio de la década de 1980 y varía de un municipio a otro, según sean las localidades urbana-rural, urbana o rural, con tradición o de incipiente incorporación en el tiempo. De acuerdo con los datos del Conteo General de Población y Vivienda de 1995 y del Censo de Población del 2000, el Estado de México ocupó el cuarto lugar de todas las entidades federativas en cuanto a la expulsión de población a Estados Unidos y el resto del mundo. La participación del Estado de México en la migración a Estados Unidos pasó del lugar 20, en 1970, al cuarto en 2000.1 Esto implica cambios drásticos, según tres hipótesis que hemos trabajado para proyectar la emigración internacional mexiquense. Primera hipótesis, se sostiene una alta tasa de emigración. Bajo este supuesto hallamos que habían emigrado al exterior 1 235 616 personas del Estado de México de manera permanente. Esto es suponiendo que la emigración creció a una tasa de 10 por ciento anual y que corresponde a un periodo de la masificación de la migración internacional de mexicanos y mexiquenses. Segunda hipótesis, corresponde a una mediana emigración internacional de los oriundos del Estado de México. Bajo este rango se supone una tasa anual de crecimiento de 1.1 por ciento anual, que corresponde una emigración de 100 personas por día y de 36 mil al año. Con ello la estimación para el año 2006 se ubicó en 872 020 nativos de la entidad mexiquense viviendo en el extranjero. La tercera hipótesis es la que corresponde a la baja migración, cuya cifra se estimó en 818 958 personas viviendo en el extranjero. En este escenario planteamos una emigración anual de 27 156 personas y con promedio de 74 emigrantes anuales (cuadro 3).

La entidad mexiquense presenta varios patrones de emigración a Estados Unidos:

1. El que procede de zonas de alta tradición migratoria (por ejemplo, el sur del Estado de México, entre otros).2 Esto se refleja en una distinción regional en el comportamiento del fenómeno migratorio entre patrones circulares bien establecidos desde hace años (que no se ha estudiado) y los emergentes o que pueden estar en la primera fase del ciclo migratorio a partir de las crisis recurrentes y la reestructuración económica, así como de la integración económica, e inician un nuevo proceso circular de migración.

2. Quienes salen de zonas urbanas, que se pueden considerar como zonas emergentes de la migración internacional; por ejemplo, los municipios de Nezahualcóyotl, La Paz, Chimalhuacán, Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla y Toluca, entre otros.3

3. Otras zonas consideradas emergentes son las comunidades indígenas (mazahuas y otomíes) que tradicionalmente migraban a los principales centros urbanos del país, preferentemente a la Ciudad de México, y a las principales ciudades fronterizas, como Ciudad Juárez, Tijuana, Matamoros, Reynosa, Piedras Negras, etc., pero ahora lo hacen a Estados Unidos y Canadá. En estas comunidades indígenas se vive un doble proceso de norteñización, distinta a la del sur de la entidad. Es decir, norteñización americana para la población mestiza y norteñización a la mexicana para los indígenas mazahuas y otomíes.

4. Por último, una incipiente migración a Canadá y el resto del mundo, principalmente a Europa (González, 2002a).

Estos nuevos patrones de la migración internacional de los mexiquenses indican que las poblaciones de cientos de ejidos, rancherías, pueblos y ciudades del Estado de México han aprendido a ganarse la vida y a reproducir sus solidaridades tradicionales adaptándolas a las actuales circunstancias de globalización e integración económica, teniendo que aprender el modo de vivir en dos o varios lugares al mismo tiempo, en donde adquieren nuevas habilidades, afianzan sus recursos financieros y se protegen de los caprichos de la naturaleza, del mercado mundial y hasta de una mayor vigilancia fronteriza, como la ocurrida a partir de los ataques a los símbolos del poder económico de Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001.

La migración de mexiquenses a Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1970 se caracterizaban por ser temporal y de campesinos, cuyos ciclos se ajustaban a la demanda de mano de obra de Estados Unidos. En la actualidad, las crisis de la deuda y la devaluación han sido factores que han empujado a la emigración a jóvenes y profesionales urbanos, empobrecidos y desempleados, quienes corren el riesgo de la peligrosa travesía allende la frontera del norte del país, debido a su militarización por parte de Estados Unidos. Esto ha incitado a que la mano de obra migrante cíclica busque una residencia permanente en los lugares de destino.

Muchas de las comunidades del sur del Estado de México se caracterizan por ser comunidades transnacionales, al grado que se ha dado lo que algunos investigadores llaman 'norteñización', porque existen comunidades que son suburbios transnacionales en California (Los Ángeles y San Francisco), Texas (Austin, Dallas, San Antonio), Illinois (Chicago), Pensilvania y Idaho, entre otros estados. Para asegurarse su sustento, los emigrantes se ven obligados a extender sus familias y sus hogares a uno y otro lado de la frontera, creando hogares y comunidades transnacionales, situación que se puede mostrar con la intensidad de la migración internacional del Estado de México y la investigación de campo que estamos realizando actualmente en dicha zona. En esta región se desarrollaron procesos como los descritos por Jorge Durán en sus trabajos, es decir, muchos de los pobladores pasaron de ser arrieros a braceros, después a indocumentados, y en la actualidad han creado comunidades transnacionales.

Asimismo, podemos encontrar localidades con tradiciones desde mediados del siglo pasado y otras donde apenas en años recientes la migración se ha vuelto un aspecto importante de la vida cotidiana. Los niños sólo piensan terminar la primaria (y cuando mucho la secundaria) para irse a trabajar a los campos de Pensilvania a cosechar hongos; a los campos de California, para pizcar fresas, jitomate y pepino, o a los aserraderos, establos u otras actividades agrícolas en dicha zona de destino. En esas zonas con tradición migratoria también se pueden encontrar polleros locales, ofertas de viajes turísticos a Estados Unidos, así como rutas de transporte que llevan y traen mensajes, noticias, dinero y hasta enseres domésticos para uso familiar y personal. La variedad de las experiencias son múltiples: desde aquéllos que lograron tener éxito en Estados Unidos hasta los que regresaron sin tenerlo o, simplemente, su retorno ha caído en un estuche donde será guardado por la eternidad, debido a que sufrió algún accidente de trabajo o sufrió un fuerte maltrato de la patrulla fronteriza, o bien, también están de los que sólo queda el recuerdo, toda vez que murieron cuando trataban de cruzar la frontera por el desierto o se ahogaron en el Río Bravo. Muchas mujeres han quedado solas y deben cumplir una doble función, el ser padre y madre a la vez. Además, en la aventura de la migración internacional mexiquense, algunas mujeres tienen el papel de Penélope, es decir, la raíz en la tierra de origen, la que espera al viajero. Los "viejos" son quienes iniciaron el tendido de las redes sociales y quienes en la actualidad recuerdan los tratos que sufrieron en el periodo del Programa Bracero. La mayoría de éstos indica que eran revisados y desvestidos para ser fumigados y poder permanecer en Estados Unidos. Hoy son quienes cuidan a sus nietos o esperan el retorno de sus hijos a las comunidades desoladas o desiertas de jóvenes -otra consecuencia de la migración-, porque la mayoría de los hombres en edad de trabajar se han ido y sólo personas adultas y niños son los que permanecen en la comunidad.

 

Las remesas de los emigrantes mexiquenses

En cuanto al envío de remesas, el Estado de México ocupaba en 1975 el lugar número 18 en la tabla nacional, en 2000 ocupó el cuarto lugar de hogares con remesas provenientes de Estados Unidos, con un valor de 650 millones de dólares, en promedio por año (6.9 por ciento respecto al nacional) (Díez-Canedo, 1980: 16; Lozano, 2002); en 2003, dicho valor creció a 1 040.00 millones de dólares (con una participación de 7.80) y en 2004 a 1 385.00 millones de dólares (8.3 por ciento) (cuadro 4). Sin duda, esto muestra la importancia de la migración internacional del Estado de México.

Con base en el Censo General de Población y Vivienda de 2000, se estimó que sólo dos por ciento de los hogares mexiquenses4 recibieron remesas en los cinco años recientes (gráfica 1).

Asimismo, la fuente de información citada indica que en cuatro por ciento de los hogares mexiquenses hubo migración internacional en los cinco años previos al levantamiento de la información censal (gráfica 2).

Las características sociodemográficas de quienes recibieron remesas en los cinco años anteriores al censo fueron las siguientes:

1. De quienes recibieron remesas, 68.5 por ciento fueron mujeres y 31.1 hombres. La diferencia numérica expresa un mayor desplazamiento de hombres, aunque se ha dicho que en años recientes los movimientos femeninos han ido en aumento.

2. 55 por ciento de quienes recibían remesas desde el exterior tenían entre 0 y 44 años de edad, y 44.1 por ciento tenía 45 años y más. Obviamente, existe una variación importante en las cohortes de edad; sin embargo, este indicador muestra las edades de los dependientes económicos, quienes son los que reciben ingresos a través de la migración internacional.

3. En relación con el parentesco, 55.7 por ciento fueron jefes (as) de hogar, 17.2, esposos (as) y 14.5, hijos (as). La cifra fue superior para quienes eran jefes (as) de hogar, debido a que son los responsables de administrar los recursos provenientes del exterior. Esto explica el rol que desempeñan principalmente las mujeres que se quedan, rol que tiene que ver con el cuidado del gasto del hogar para distribuirlo en educación, salud, vestido y alimentación.

4. En cuanto al estado civil de quienes recibieron remesas, 60.1 por ciento eran casados (as) o unidos (as), 18 solteros (as) y 21.9 dijo haber tenido otra relación de parentesco. Los porcentajes manifiestan que quienes recibieron más remesas están relacionados con una mayor obligación en el hogar y para con sus dependientes económicos.

5. En lo referente a los años aprobados de escolaridad de quienes recibieron remesas, 22.6 por ciento no había concluido la primaria o no tenía ninguna instrucción escolar, 41 por ciento declaró haber concluido la primaria y 36.4 por ciento la secundaria. Este indicador es el reflejo del mejoramiento educativo de la entidad; sin embargo, también está presente la otra cara de la moneda. Muchos mexiquenses que reciben remesas no tienen ningún nivel de escolaridad y, sin duda, en su mayoría pertenecen a zonas rurales.

Se sabe que en la actualidad las remesas se limitan a cubrir la simple sobrevivencia de las familias sin permitir el ahorro. En otros casos, los ingresos que finalmente llegan a las familias del estado no son altos, porque hay grandes filtraciones en los envíos y porque los trabajadores realizan fuertes gastos en los viajes de ida y vuelta, así como durante su estancia en Estados Unidos. Estos gastos son generalmente mayores para los indocumentados que para los residentes o para quienes tienen documentos. Es sabido que recientemente los salarios de los trabajadores migrantes han descendido y que hay una competencia entre mexicanos y personas de otros países por el mercado laboral en Estados Unidos. De la misma manera, es frecuente que enfrenten periodos de desempleo, principalmente los que laboran en la agricultura y, por consiguiente, sin percepción de ingresos (Verduzco y Hunger, 1997).

Asimismo, hay trabajadores que por sus experiencias previas, así como por sus contactos a través de redes y por integrarse a trabajos más estables, logran obtener empleos de manera más rápida. En estos casos, los ahorros, después de descontar sus gastos, pueden canalizarse de forma más constante a sus familias.

En suma, decimos que las remesas se caracterizan por ser cíclicas, inestables e inseguras, además de ser muy desiguales, aun entre los migrantes de una misma comunidad, lo que depende de las características demográficas del migrante, su inserción laboral en el vecino país y las redes sociales de las que forma parte.

 

Migración y remesas en Tejupilco y Almoloya de Alquisiras

Metodología

La metodología utilizada para este trabajo se basa en una muestra aleatoria, seleccionada a partir de los datos del Conteo de Población y Vivienda de 1995, en el cual las unidades de muestreo fueron las localidades, área geoestadística básica, manzana y viviendas, que son colecciones no traslapadas. El tamaño de la muestra se estimó a partir del muestreo por proporciones, con lo cual se pueden hacer estimaciones sobre los principales parámetros de la migración internacional y las remesas con un nivel de confiabilidad de 95 por ciento. El tamaño de muestra para Tejupilco fue de 400 viviendas (200 rurales y 200 urbanas) en ese entonces el municipio de Tejupilco comprendía al recientemente creado de Luvianos, por lo tanto, los datos corresponden a los dos municipios actuales. En Almoloya de Alquisiras se encuestaron habitantes de 350 viviendas. Los instrumentos de medición fueron cuestionarios aplicados a personas que habían regresado al municipio o localidad a fines de 2001 y principios de 2002 o, en su defecto, una persona mayor que tuviera el conocimiento suficiente sobre la migración de su familiar (generalmente fueron amas de casa).

 

Datos relevantes

Los datos que a continuación citamos se refieren específicamente a los migrantes de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras, Estado de México. Cabe aclarar que cuando se inició este trabajo el hoy municipio de Luvianos formaba parte de Tejupilco. Las comunidades de origen de los migrantes de estos municipios son relativamente pobres, muchas de ellas alejadas o desconectadas de los centros económicos importantes en los ámbitos regional y nacional, y con reducidas opciones de atracción de inversión productiva de distinto tipo.5

De la situación demográfica de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras podemos decir lo siguiente: el tamaño absoluto de la población del municipio de Tejupilco en 1995 era de 84 897 personas, según datos del INEGI. En el año 2000, esta cifra aumentó a 95 032 habitantes. En 1995, la descripción por sexo era la siguiente: 44 por ciento eran hombres y 50.45 por ciento, mujeres y el resto fue de los no especificados (5.55 por ciento). En 2000 cambió ligeramente: 48.66 por ciento eran hombres y 51.34 por ciento mujeres. Grosso modo, estas cifras reflejan que hay más mujeres que hombres en el municipio por efectos de la migración interna e internacional, y además, por una mayor esperanza de vida de ellas.

En 1995, la población de Almoloya de Alquisiras llegaba a 13 667 habitantes y para 2000 ascendió a 15 584 personas. En el primer año, 48.81 por ciento eran hombres y 51.19 mujeres. Esta distribución sexual de la población varió en 2000, 47.81 por ciento eran hombres y 52.19 mujeres, situación que expresa que hay una mayor migración de hombres que de mujeres.

Los datos reportados por el Consejo Nacional de Población indican que, en 2000, Tejupilco ocupó el quinto lugar en cuanto a la intensidad migratoria y Almoloya de Alquisiras el sexto. Por otra parte, Tejupilco ocupó el noveno lugar con migrantes en el quinquenio anterior y Almoloya de Alquisiras el sexto. Asimismo, Tejupilco ocupó el tercero en cuanto a la proporción de hogares que reciben remesas y Almoloya de Alquisiras el décimo (gráfica 3). Sin duda, estos datos justifican la importancia de estudiar la migración internacional y las remesas en los citados municipios mexiquenses.

Mediante la encuesta que aplicamos a dichos municipios pudimos establecer que una característica demográfica de los hogares de Tejupilco es la de la emigración: 40.5 por ciento de los entrevistados declararon haber vivido en otro lugar antes de hacerlo en el municipio al momento de la entrevista. También en ese momento 27.7 por ciento de los hogares tenían emigrantes en otro lugar del país o en Estados Unidos. 56.8 por ciento afirmó tener otros familiares (fuera del hogar) en Estados Unidos y 40.3 por ciento no tenía ningún familiar viviendo en otro lugar al momento de la aplicación de la encuesta. Este indicador (tener familiares en Estados Unidos) nos lleva a reconocer la importancia de la migración internacional y la de las remesas en los hogares del municipio de Tejupilco.

Por su parte, en Almoloya de Alquisiras, 44 por ciento de los hogares habían experimentado alguna migración y 56 por ciento declaró que no. El 30 por ciento declaró tener algún familiar en Estados Unidos, 23 en otro lugar del país y el resto afirmó no tener algún familiar cercano en Estados Unidos.

 

Características de la migración reciente

Por medio de la encuesta captamos la primera migración y la migración reciente. En este caso exponemos la información correspondiente a la más reciente migración. En Tejupilco, 279 personas viajaron a Estados Unidos por motivos de trabajo, de las cuales 171 personas habían ido una sola vez a Estados Unidos; 100, más de dos veces, y el resto no especificó su situación migratoria. Por su parte, los entrevistados de Almoloya de Alquisiras fueron 121 personas; de éstas, más de 90 por ciento había emigrado más de dos veces y el resto lo había hecho una vez.

En la primera migración, gran parte de los tejupilquenses que viajaron la más reciente ocasión a Estados Unidos lo hicieron con algún familiar (43.35 por ciento), con amigos (20.91) y solos (35.74). El porcentaje de personas de Almoloya de Alquisiras que hicieron el viaje a Estados Unidos con un familiar fue de 26.71; solos, 53.42 por ciento, y el resto lo hizo con amigos.

En la más reciente migración, los puertos fronterizos de cruce de los emigrantes del municipio de Tejupilco fueron: Piedras Negras (42.04 por ciento), Nuevo Laredo (18.18), Matamoros (5.68), Reynosa (3.79) y Tijuana (9.09); por avión cruzó 3.79 por ciento; el restante 13.43 por ciento se diversificó en los puertos fronterizos del norte del país. Los emigrantes almoloyenses lo hicieron por Agua Prieta (43 por ciento), Tijuana (22.53 por ciento), Piedras Negras (12.68 por ciento) y el resto por otros puertos fronterizos. Las diferencias en los puertos de entrada tienen que ver con el control fronterizo en las principales ciudades por donde tradicionalmente se hacía y, además, se combina con las redes sociales que sostienen la migración internacional de dichos municipios.

Respecto a la forma de cruce, la mayoría de los emigrantes tejupilquenses en la segunda emigración lo hicieron sin papeles y con polleros (79.31 por ciento). Destaca el aumento de quienes lo hicieron con visa de turista o de trabajo,juntos representaron 13.41 por ciento. Este último dato representó para los emigrantes de Almoloya de Alquisiras 9.45 por ciento, mientras quienes cruzaron con el apoyo de polleros constituyeron 79.05 por ciento y el resto lo hizo con otras formas de apoyo.

En la primera y la más reciente migración, los lugares de llegada fueron mayoritariamente con amigos, tanto para los de Tejupilco como los de Almoloya de Alquisiras. En el más reciente viaje de los tejupilquenses, 88.93 por ciento llegó con un amigo y el resto a hoteles o a otro lugar no especificado. Por su parte, los del segundo municipio que llegaron con un amigo representaron 86.9 por ciento, el resto lo hizo a hoteles y otros lugares.

Las ciudades en donde estuvo mayor tiempo el migrante de Tejupilco fueron Austin (30.42 por ciento), Dallas (13.33), Chicago (10.42), Houston (10.42), Los Ángeles (4.17) y el resto en Santa Ana, San Antonio, Atlanta, Kansas City, Denver, Pomona, San Diego, Miami y Charlotte, entre otras. Por su parte, los principales destinos de los almoloyenses fueron Pensilvania (77.7 por ciento), Phoenix (2.88), Los Ángeles (7.19) Atlanta (5.75), Chicago (3.60) y San Antonio (2.16). La distribución geográfica de los destinos de la migración de los dos municipios del sur de la entidad mexiquense se ajusta a dos patrones: concentración y dispersión, situación similar con el destino de los mexicanos en el vecino país, la cual presenta también dos tipos de migraciones, según la dirección del flujo: la unidireccional y la multidireccional (Durand, 2003: 98).

El mayor flujo migratorio reciente se ha dado entre los meses de enero a abril; los dos municipios presentan el mismo patrón. Esto parece corresponder con la acostumbrada estacionalidad de la migración de mexicanos a Estados Unidos, pero coincide también con el término de las fiestas decembrinas y regionales del sur de la entidad.

Con relación a la ocupación que ha desempeñado el migrante de Tejupilco en Estados Unidos, hay cambios en las dos migraciones: en la primera predominaron agricultores, en la migración más reciente sobresalen las actividades de cocineros, porteros y trabajadores de la construcción, lo que nos indica una diversificación de las actividades que desempeñan los migrantes del municipio de Tejupilco. Para los almoloyenses, sus actividades económicas en Estados Unidos (durante su más reciente migración) han sido en la agricultura, específicamente en la cosecha de hongos en el estado de Pensilvania.

Esto implica que hay una relación entre la rama de actividad en la que se insertan los trabajadores y la tradición migratoria; podríamos decir que predominan las ramas agropecuaria, restaurantera y hotelera, la construcción y otros servicios. Asimismo, en su mayoría trabajan como empleados u obreros y jornaleros. Son pocas personas las que trabajan por su cuenta. También son un porcentaje importante quienes no firmaron algún contrato de trabajo; sin embargo, entre la primera migración y la más reciente se ha incrementado el número de quienes sí lo hicieron.

Los beneficios sociales que reciben en Estados Unidos los migrantes de los municipios citados se han incrementado entre la primera y la más reciente migración. Por ejemplo, ha aumentado el número de personas que recibieron prestaciones de salud, aguinaldo y vacaciones.

 

Las remesas enviadas en la más reciente migración

La morfología de las remesas de los migrantes de los municipios de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras es la siguiente:

1. 45.77 por ciento envió al menos una vez remesas monetarias a sus familiares en Tejupilco. La mitad de los almoloyenses también lo hicieron una vez, el resto más de una.

2. El promedio del envío en la última migración (periodo de octubre a diciembre de 2001) fue de 1 000 y 1 200 dólares para Tejupilco y Almoloya de Alquisiras, respectivamente.

3. En la última migración de los tejupilquenses, los medios de envío fueron vía money orders (20.11 por ciento), con amigos (20.11), bancos (8.62), por carta (17.80) o telegrama (12.07). Por su parte, los almoloyenses usaron los siguientes medios: 31.46 por ciento lo realizó por medio de amigos y familiares, 25.84 por ciento a través de un banco, 12.36 por money orders, 11.23 por carta, 14.61 por telegrama y 4.49 por otra vía (cuadro 5).

4. La mitad de los migrantes de ambos municipios enviaron remesas más de dos veces al año, y la otra mitad lo hizo sólo una vez. Sin duda, estos envíos tienen un gran impacto en la morfología de los ingresos de los hogares en ambos municipios.

 

Morfología de los ingresos

Por medio de la investigación de campo hemos podido realizar un cuadro de la forma en que los hogares de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras obtienen sus ingresos, medidos como proporción de sus ingresos según su fuente de procedencia.

La mayoría depende del ingreso nacional, compuesto por los sueldos, salarios, horas extras, comisiones, propinas, aguinaldos y prima vacacional obtenidos en territorio nacional. Con diferencias visibles para los hogares de Tejupilco, su ingreso nacional fue de 77.44 por ciento, mientras que para los de Almoloya de Alquisiras fue de aproximadamente 70 por ciento.

Los ingresos por rentas empresariales nacionales son los beneficios obtenidos a partir de negocios (agrícola, comercial, transporte, manufactura, etc.). Tan solo 9.2 por ciento de los hogares que fueron entrevistados en Tejupilco depende de este ingreso y 5.31 por ciento de los de Almoloya de Alquisiras.

Los ingresos por rentas de propiedades (alquiler o venta de casas, lotes, ganados, predios agrícolas, etc.) sólo constituyen 0.34 por ciento en Tejupilco y 0.09 por ciento en Almoloya de Alquisiras.

Respecto a las transferencias familiares del interior o del exterior del país (que son aquellas transferencias en efectivo realizadas por familiares y amigos), para Tejupilco representó 0.73 por ciento y para Almoloya de Alquisiras, 8.83 por ciento, lo cual implica una alta dependencia de recursos económicos provenientes del exterior en el último municipio.

Por otra parte, cuando nos referimos a transferencias institucionales, básicamente estamos haciendo alusión a ingresos obtenidos por jubilaciones, pensiones, indemnizaciones, seguros; becas, Progresa y Procampo. En esta modalidad, 5.93 por ciento de la población entrevistada en Tejupilco obtuvo sus ingresos. En tanto que en Almoloya de Alquisiras la cifra alcanzó 1.85 por ciento. Esto quiere decir que hay una penetración diferencial de los beneficios y programas del gobierno. Constamos también que hay comunidades de la sierra de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras que no tienen acceso a ningún programa gubernamental y a ningún otro tipo de transferencia institucional.

Rentas financieras son los ingresos obtenidos por depósitos en bancos o cajas de ahorro, préstamos, tandas y retiros de bancos. En Tejupilco, de los entrevistados, 0.39 por ciento obtuvo recursos por este medio, y Almoloya de Alquisiras, 0.14 por ciento.

En cuanto a las remesas internacionales, según nuestra encuesta, 6.15 por ciento de los hogares de Tejupilco recibieron ingresos por este concepto; en el caso de Almoloya de Alquisiras la cifra fue de 6.24 por ciento. En su mayoría fueron por remesas familiares (4.56 por ciento para Tejupilco y 3.60 para Almoloya de Alquisiras). En menor medida estuvieron los conceptos de remesas institucionales (que sin duda sería el income tax) y transferencias por capital y financieras (cuadro 6).

 

Reproducción familiar y remesas

La mayor parte de los gastos de los hogares entrevistados en Tejupilco y Almoloya de Alquisiras se destinan a la reproducción cotidiana: alimentos, bebidas y ropa, y en menor medida a gastos para comprar bienes para el hogar y solventar los gastos en transporte, salud y educación, entre otros aspectos, con diferencias entre quienes tienen migrantes internacionales y los que no. Los gastos en algunos rubros (como el de la reproducción familiar) son mayores entre quienes no tienen migrantes. A manera de ejemplo, en Tejupilco, 55.07 por ciento del gasto familiar de quienes no tienen migrantes se destina al consumo, mientras que los hogares donde sí hay migrantes destinaban a este rubro sólo 41.41 por ciento ález, 2002b: 75).

El resto del gasto se compone por ahorro para gastos de montos elevados, aportación al ceremonial y festividades comunitarias de las respectivas localidades, o compra de bienes de consumo duradero, como electrodomésticos o auto, o bien, para la compra de bienes inmuebles, como casa o terreno para construir, etcétera.

Por su parte, el destino de las remesas de los migrantes internacionales de los municipios de Tejupilco y Almoloya de Alquisiras ha sido principalmente el consumo (37.77 por ciento en Tejupilco y 28.81 por ciento para Almoloya de Alquisiras), para adquisición de bienes materiales para el hogar (27.47 por ciento para el primero y 29.7 por ciento para el segundo) y también, con importantes diferencias para cada municipio, para gastos de trasporte, salud, educación y renta de casa, entre otros rubros (cuadro 7).

Nos llaman la atención los rubros de salud y educación, pues ambos tienen que ver con la formación de capital humano. Además, las diferencias en la distribución del gasto de las remesas implican, hasta cierto punto, una transición en el uso de las mismas, pues algunas comunidades de alta tradición migratoria han llegado a un punto de saturación en el consumo y, en cierta forma, se tiende a gastar en otros rubros distintos de la reproducción familiar.

En los hogares de reciente migración, el porcentaje del gasto de las remesas destinado al consumo es mucho más alto que en los que tienen una amplia tradición migratoria. Los ejemplos de Bejucos, Rincón de Ugarte y Almoloya de las Granadas, en Tejupilco, y el caso de Pachiquilla, en Almoloya de Alquisiras, son ilustrativos al respecto, pues hay una mayor distribución del uso de las remesas en vivienda y capital humano (González, 2002b: 90).

 

Comentarios

Se debe desarrollar una mayor cooperación entre los ámbitos académicos y el gobierno de la entidad para generar un verdadero conocimiento de la migración internacional mexiquense. Para ello, es necesario destinar un mayor número de investigadores y recursos económicos a estudiar los diversos aspectos materiales, financieros y simbólicos de la migración internacional en el Estado de México, tema que ha sido poco tratado por académicos, políticos e instituciones gubernamentales. Es por ello que queremos llamar la atención sobre un fenómeno demográfico de alcance internacional que no debe ser ignorado en los planes de desarrollo estatal y municipal. En el plano nacional, la creciente importancia de los mexiquenses que emigran de sus comunidades por el deseo de obtener mayores remuneraciones justifica la necesidad de generar políticas públicas para este sector de la población y sus comunidades de origen. Hemos corroborado que una cantidad importante de los hogares que reciben remesas todavía las destinan al consumo familiar y su reproducción. Además, sostenemos que hay localidades que viven procesos de transición en el usos de las remesas: los que tienen una alta tradición migratoria han llegado a un punto de saturación en el consumo, por tanto, invierten en otros bienes o rubros del hogar y en la formación de capital humano (educación, salud), así como en la inversión y en el ahorro, principalmente en el denominado guardadito.

Esto implica crear políticas que apoyen el envío de remesas desde Estados Unidos o desde sus lugares de origen, políticas de inversión productiva, que vayan de acuerdo con las vocaciones regionales (por ejemplo, apoyar la producción de guayaba en Almoloya de Alquisiras), locales y comunitarias. Además, la creación de franquicias o negocios debe considerar los puntos de vista de los habitantes que están involucrados en la migración internacional. Se tiene que pensar en programas similares al tres por uno o el cuatro por uno que se han implementado en otras entidades del país.

Por otra parte, las clases medias y altas deben apoyar el desarrollo de las regiones con amplia tradición migratoria internacional, pues han sido los beneficiarios del modelo de desarrollo implantado en nuestro país, en detrimento de las clases populares, sobre todo las que se asientan en áreas rurales, pues en su momento se favoreció el desarrollo de las ciudades mediante la transferencia de capitales económicos y humanos, por lo que es tiempo de que las clases media y alta apoyen el desarrollo económico y social de las regiones empobrecidas.

Simultáneamente a la implantación de políticas de migración internacional, debe generarse una política para la migración interna. Es decir, también tienen que aporta recursos para crear proyectos productivos y obras sociales (construcción de escuelas, perforación de pozos, arreglos de caminos, introducción de electricidad, etc.), en sus comunidades de origen. Obviamente, esto debe ser apoyado por el Estado, quien no debe deslindarse de la responsabilidad social que le ha designado la historia.

También se debe trabajar conjuntamente con los clubes de migrantes mexiquenses ya existentes y apoyar la creación de otros. Conocemos la existencia de por lo menos seis clubes del Estado de México con los cuales se podría empezar, como se ha hecho en otras entidades del país: el Club Alas, en la ciudad de Cicero, Illinois; el Club de Bejucos, el Club de Luvianos y el Club de Tejupilco, en Austin; el Club Oriundos de Toluca, con sede en Ciudad Reading, Pennsylvania, y del Club Tonatico, con sede en Waukegan, Illinois (Vega, 2002: 15).

Es necesario generar un ambiente propicio para los intercambios culturales, deportivos, educativos, de asesoría jurídica y para los provenientes desde Estados Unidos, para accidentados y enfermos, así como para la organización de las mujeres en sus lugares de origen y de los migrantes indocumentados.

También es importante generar políticas para que los migrantes y sus familias tengan acceso a la seguridad social, sobre todos de quienes se quedan, que son migrantes de la tercera edad, mujeres y menores de edad.

El Programa Migrante Mexiquense debe continuar brindando orientación e información a los migrantes mexiquenses, tratando de vincular a las organizaciones de migrantes con las actividades y acciones del programa de manera permanente, no sólo en el mes de diciembre.

En materia de desarrollo político, deben crearse las condiciones en la entidad y en los municipios de alta tradición migratoria para que puedan votar y ser votados en elecciones federales, estatales y locales los migrantes que se encuentran en Estados Unidos.6

Apoyar a las personas que migraron a Estados Unidos durante el periodo del Programa Bracero para que le sean retribuidos sus ahorros que acumularon durante el tiempo que trabajaron en dicho país.

 

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Notas

1 Los datos más recientes sobre migración internacional del Estado de México muestran que se incrementó. Entre los datos que reportó la muestra de 1995 al año 2000, en términos absolutos, pasó de 128 mil 233 a 135 mil 782 migrantes. Con base en esta información, el Estado de México ocupó en 2000 el cuarto lugar como proporción de la emigración internacional del país, lo que significaba un promedio de 26 mil personas por año que salen de la entidad (González, 2002a).

2 La migración en las zonas de alta tradición migratoria se ha insertado en la vida económica, social y cultural de las comunidades y ha conformado comunidades transnacionales, ya que la salida de personas a Estados Unidos se presentó desde antes de los programas Bracero de 1940 y 1960.

3 La migración de las zonas urbanas está asociada a las redes sociales que se extienden a las zonas rurales de alta tradición en nuestro país y de la entidad mexiquense. Por ello, en trabajos anteriores las hemos denominado redes multicontactos o multilocales, tanto al interior del país como en el extranjero (González, 2002a).

4 Cabe aclarar que el total de hogares reportados por el Censo General de Población y Vivienda en el año 2000 fue de 2 978 023.

5 Así se afirma en el Convenio de Desarrollo Social, Microrregiones 2002, firmado entre el gobierno estatal y el gobierno federal. Almoloya de Alquisiras y Tejupilco son municipios de muy alta marginación.

6 Esto es porque, con base en los datos del Instituto Federal Electoral (IFE), el Estado de México se ubica en el tercer lugar de entidades cuyos emigrados a otro país estaban interesados en participar en las elecciones desde el extranjero, sólo superado por el Distrito Federal (con 12.3 por ciento) y Jalisco (15.9 por ciento). Es decir, los mexiquenses residentes en el extranjero que se habían registrado (hasta el 9 de enero de 2006) en la lista nominal de residentes en el extranjero representaban 8.7 por ciento de los emigrados mexicanos interesados en emitir su voto en el exterior.

 

Información sobre el autor

Juan Gabino González Becerril. Economista egresado de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), Maestro en Estudios de Población por El Colegio de la Frontera Norte (Colef). Actualmente labora como profesor investigador en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la población (CIEAP) de la UAEM y estudia el doctorado en estudios de población en el Colegio de México. Ha sido articulista de El Financiero y revistas académicas con temas de empleo, urbanización y migración. Dentro de sus últimas publicaciones destaca La industrialización y urbanización del Estado de México. Correo electrónico: cieap@coatepec.uaemex.mx

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