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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.11 no.46 Toluca oct./dic. 2005

 

Familias de sectores medios urbanos: el desarrollo de nuevas estrategias familiares de trabajo

 

Middle class families in urban areas: the development of new familiar strategies of employment

 

José Guadalupe Rivera González

 

Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

 

Resumen

En este trabajo se examinan las experiencias laborales adoptadas por un grupo de familias de los sectores medios en la Ciudad de México, para compensar la pérdida temporal o definitiva de sus empleos. Se busca observar el impacto de la crisis económica de 1994 en este sector, ya que extrañamente, los sectores más pobres no resultaron ser los más afectados. Este comportamiento o efecto particular de dicha crisis vino a corroborar que los hogares en donde el ingreso se conforma exclusivamente por las remuneraciones salariales resultan más afectados que aquellos otros hogares con fuentes de ingresos diversificadas (fundamentalmente ocupaciones por cuenta propia).

Palabras clave: familias de sectores medios, crisis económica, nuevas experiencias laborales, efectos de la crisis, calidad de vida, empleo por cuenta propia.

 

Abstract

This paper focuses on the new working experiences that had to be implemented by a group of middle class families in Mexico City to cope with the temporal or definite loss of employments. This study intends to observe the impact caused by the economical crisis of november, 1994, on the middle class, when strangely, the social lower class was less affected. This behavior or particular effect of the crisis came to corroborate an hypothesis supported by other scholars who argued that households where the income is based uniquely on wages, as it was the case of the middle class families studied, the effects of the crisis were of consideration in comparison to those households were the economic income had a varied source (self employment).

Key words: middle class families, economical crisis, new working experiences, effect of de crisis, quality of life, self employment.

 

El nivel de bienestar que busca generar una economía para con la población se puede medir a partir del desempeño que muestran algunas variables macroeconómicas. Una de ellas es la capacidad de generar empleos remunerados para la población que así lo requiera. Sin embargo, en nuestro país, como resultado de las políticas globalizadoras que se han puesto en marcha a lo largo de las dos décadas recientes, algunos sectores productivos y de la población han experimentado un proceso al cual podríamos denominar de 'involución'.

Lo que prevalece en la actualidad es el sacrificio de la economía interna, lo cual ha venido a generar efectos negativos en la inmensa mayoría de los hogares mexicanos. Algunos de los efectos sociales, producidos por la reestructuración de nuestra economía, pueden resumirse en los siguientes puntos:

1. Incapacidad para generar la cantidad de empleos que demanda la población.

2. Precariedad en los ingresos percibidos.

3. Deterioro en la capacidad de ahorro.

4. Incremento de la pobreza y la marginación urbana, lo cual ha generado una profundización de las desigualdades socioeconómicas.

Así mismo, a las políticas de apertura de la economía hay que añadir las sucesivas crisis económicas, las cuales también han contribuido al agravamiento de las desigualdades y de las diferencias sociales, poniendo serios límites a la movilidad laboral y social. Es al interior de miles de hogares en donde se observa con mayor claridad el retroceso en las condiciones y en la calidad de vida de la población. Por ejemplo, el estancamiento laboral que se sufre desde mediados de la década de 1980 y se continúa padeciendo hasta la fecha ha traído como consecuencia que muchas personas se vean incapacitadas para poder ingresar al mundo laboral remunerado y poder gozar de los beneficios que ello implica (Calva, 1998).

Teniendo este contexto como telón de fondo, me interesa presentar en este trabajo una descripción de las nuevas estrategias laborales de un grupo de familias de los sectores medios que tenían su residencia en la ciudad de México, las cuales buscaron compensar los negativos efectos de la pérdida temporal o definitiva del empleo de uno o más de sus miembros y, por consiguiente, trataron de revertir el deterioro de sus ingresos monetarios y su calidad de vida.

Asimismo, no hay duda de que los procesos y formas de empobrecimiento han adquirido nuevas formas y nuevos rostros. Por tanto, mediante los datos y las experiencias relatadas en este trabajo se busca ahondar en la manera en que antiguos empleados formales, con ingresos económicos suficientes para sostener las condiciones de vida que demandaba la familia, en la actualidad han sido desplazados hacia formas de empleo inseguras y con ingresos precarios, y para mantener el nivel de vida anterior y no seguir descendiendo en la estructura social tienen que recurrir con mayor frecuencia a las actividades por cuenta propia y al multichambismo (esto es, el desempeño de diversas actividades económicas precarias, generalmente mal remuneradas y no necesariamente relacionadas con la formación laboral del trabajador). Es decir, se trata de profundizar en el análisis del proceso de precarización que de forma innegable han experimentado las condiciones de vida de una parte importante de las familias de los sectores medios de la ciudad de México.

El interés por estudiar a familias de los sectores medios, a diferencia de otros sectores de la población, se debió principalmente a un efecto diferenciado en el impacto de la crisis económica de 1994, ya que extrañamente los sectores más pobres no resultaron ser los más afectados. Este comportamiento o efecto particular de dicha crisis vino a corroborar una hipótesis sostenida por otros investigadores, quienes argumentaban que los hogares en donde el ingreso se conformaba exclusivamente a partir de las remuneraciones salariales (como era el caso típico de muchas familias de los sectores medios aquí estudiadas), los efectos de la crisis se resintieron de forma más severa, en comparación con aquellos otros hogares que contaban con una diversificación en sus fuentes de ingresos (fundamentalmente ocupaciones por cuenta propia), lo cual les permitió compensar los desequilibrios sufridos por el desempleo temporal y por la reducción en el poder de compra de los salarios, los cuales a su vez han enfrentado durante las últimas décadas tendencias a la baja.1

Un rasgo particular de la crisis económica de 1994 fue que colocó a las familias de los sectores medios ante una situación de mayor vulnerabilidad, ya que aquellas variables que fueron la punta de lanza para su despegue y posterior consolidación serían de los más afectados por la puesta en marcha de una nueva estrategia de acumulación. Es decir, la estabilidad que alcanzó la economía durante la etapa conocida como de sustitución de importaciones, se tradujo en importantes beneficios para las familias de los sectores medios. En general, la trayectoria exitosa de la economía se materializó al contar con mejores condiciones para la reproducción social de la fuerza de trabajo. Fueron épocas en que se logró mantener alejado el fantasma de la devaluación e inflación y con ello se pudo acceder a más y mejores empleos remunerados, a una vivienda propia, y en general, fueron años en los que las familias tuvieron la oportunidad de poder ahorrar y en general acceder a una mejor calida de vida.

Sin embargo, al momento en que estos factores externos a las familias, experimentan comportamientos negativos, esto termina por impactarlas de manera inmediata, generando un deterioro en sus condiciones de vida. Por lo tanto, en los últimos años, a muchas familias les ha sido sumamente difícil mantener una estabilidad laboral y una movilidad social y económica en ascenso, similares a las que habían logrado las generaciones anteriores a la etapa de apertura y ajuste del modelo económico (Loaeza y Stern, 1990; Cortés, 1997; González de la Rocha, 1995; Lustig, 1993).

 

Familias de sectores medios y proyectos familiares de vida

De manera tradicional, los esfuerzos encaminados a la búsqueda de incrementar los ingresos entre las familias de los sectores más pobres fueron conceptualizados bajo el nombre de 'estrategias de sobrevivencia'. La utilización de dicho concepto se originó por el uso que le dieron Duque y Pastrana (1973), para referirse, en su momento, a los diversos esfuerzos que eran desplegados entre las familias chilenas de escasos recursos para asegurar su propia sobrevivencia. Estos autores enfatizaron que la utilización de dicho concepto, se hizo con el objeto de describir las acciones familiares, como mecanismos reordenadores de funciones y roles tradicionales, al interior de las familias y de sus miembros. El concepto sería rápidamente retomado en investigaciones promovidas por distintos organismos internacionales, tales como el Proelce, Flacso, Celade y Pispal. Sin embargo, se creyó que la vinculación de dichas estrategias sería desarrollada únicamente por las familias más pobres. Sin embargo, el concepto de estrategia de sobrevivencia no estuvo exento de críticas y de distintas reformulaciones.

Una de las primeras críticas hechas al anterior concepto fue hecha por Susana Torrado (1981), quien formuló un importante replanteamiento de la propuesta teórica inicial. Desde la perspectiva de esta investigadora, el concepto de supervivencia establecía serias limitaciones en su aplicación, ya que se restringía a los grupos sociales más desfavorecidos de la sociedad. Además, en las investigaciones en las que se empezó a hacer uso frecuente y casi indiscriminado del concepto, señala Torrado, se dejaba de lado la posibilidad de la existencia de relaciones de conflicto entre los mismos miembros de las familias. De igual forma, la existencia de un conjunto variado de redes que lograban vincular a las familias con otros grupos de parientes y amigos no eran considerados como una variable de importancia. Además, la crítica de más peso al concepto de estrategias de sobrevivencia es la que suponía que las familias se enfrentaban a un conjunto de opciones sobre las cuales podrían elegir libremente la mejor de ellas.

Sin embargo, ya en el ámbito de la formulación de mejoras al concepto, Torrado sugirió la utilización del concepto estrategias familiares de vida. Para la autora era indispensable hacer una incorporación de propuestas básicas, como la "constitución de la propia unidad familiar, la procreación, la preservación de la vida, socialización y aprendizaje, división familiar del trabajo, organización del consumo familiar, migraciones laborales, localización residencial" (Torrado, 1981). Además, la autora planteó la necesidad de dirigir el enfoque de su propuesta hacía una perspectiva, en donde se destacara la diferenciación entre las clases sociales, lo cual haría que se retomaran las determinaciones de carácter estructural, para a su vez dar un fundamento a la idea de una racionalidad objetiva (Cuéllar, 1996; Abonizio et al., 1996).

 

'Estrategias de sobrevivencia' en la década de 1980

A lo largo del decenio de 1980 y con un ambiente económico caracterizado por las recurrentes crisis y los procesos de reestructuración de los modelos de acumulación, en algunas investigaciones se empezó a hablar simplemente de 'estrategias de subsistencia'. Este término habría de generalizarse para hacer referencia a las diversas formas en que los hogares de menores recursos enfrentaron las situaciones y problemas de la reproducción cotidiana (mantener sus niveles de vida y de consumo, o tratar de impedir el deterioro en la calidad de vida), en situaciones de crisis o de dificultades económicas. Ante esta situación, otros autores prefirieron hablar ahora solamente de 'estrategias de vida' , e insistieron en la necesidad de incluir las experiencias desarrolladas entre familias pertenecientes a otros sectores sociales, y no solamente de los más pobres. También se hizo sumamente importante incorporar los comportamientos productivos, integrando también aspectos demográficos, económicos y sociales en el análisis de la 'reproducción cotidiana' (Cortés, 1990).

Sin embargo, este último concepto no estuvo a salvo de nuevas revisiones y nuevas críticas. Una de las principales consistió en poner en entredicho la supuesta racionalidad que acompañaba a la puesta en marcha de las estrategias familiares. Las críticas, en este sentido, se pueden dividir en los siguientes rubros:

1. Que los supuestos implícitos en el enfoque de las estrategias acerca de la racionalidad de los comportamientos carecen de justificación teórica y empírica, en el caso de las familias más pobres. Además, se puso en entredicho que para los grupos más pobres existan opciones, y que con ello se pueda hablar de una elección racional. En todo caso, las familias se verán orilladas a hacer lo que hacen, por lo tanto, carecería de sentido hablar de estrategias o de acción racional en sentido riguroso. Autores como Selby y otros (1994), señalaron que los criterios normales de la teoría de la elección racional no se pueden aplicar a la situación de las familias pobres de México, porque al carecer de información y de recursos no eligen realmente, sino que simplemente hacen lo que pueden para sobrevivir. Según los mismos autores, una de las pocas acciones en donde los pobres pueden valorar y calcular los pros y contras de una estrategia, y por lo tanto tomar una decisión, es precisamente en su decisión de migrar, ya sea a alguna ciudad de la república o a los Estados Unidos.

2. Que en los estudios que aborda la problemática de las estrategias familiares no hacen más que hipostasiar una ficticia racionalidad económica, en desmedro de otras racionalidades.

3. Se olvida a los individuos y la complejidad de sus relaciones. Se tiende a eliminar el estudio del conflicto intrafamiliar, en particular aquéllos de género y generacional, y se tiende a suponer que en las familias, a partir de las estrategias implementadas, prevalece el consenso. De igual manera se tiende a perder de vista la importancia de las relaciones con el entorno, mismas que suelen ser decisivas para entender las actividades de sus miembros y la manera como cada familia llega, incluso, a definir un perfil cultural propio. En todo caso, se deja también en la oscuridad el papel de los sentimientos, afectos y cultura. Es decir, se excluye de los análisis de todo lo que no es «racional» en la vida de las familias, pero que sí es parte constitutiva de su existencia (Salles, 1992; Cuéllar, 1996).

4. Una última crítica que se le formuló al concepto de estrategia de sobrevivencia es que trató de presentar a las familias como si actuaran de acuerdo con el conjunto de supuestos del modelo de la elección racional. En breve, se sostiene que hablar de estrategias implica que las familias determinan conscientemente cuáles son sus fines, de entre una gama de posibles acciones que deberán realizarse para su logro, considerando un lapso más o menos prolongado de tiempo. Pero ni los fines ni los medios son necesariamente objeto de representación y deliberación conscientes por parte de los actores; ni las acciones que realizan involucran a una aplicación consistente y metódica de una planeación a largo plazo.

 

Propuesta de un nuevo concepto: 'proyectos familiares de vida'

La propuesta del concepto 'proyectos familiares de vida' fue formulada originalmente por la Comisión Económica para América Latina (Cepal, 1994). Este concepto busca ofrecer una alternativa, en relación con el concepto estrategia de sobrevivencia. La propuesta teórica planteada por el organismo, parte del hecho de que es necesario desarrollar esfuerzos analíticos,

"con el objeto de identificar las condiciones necesarias para la constitución y consolidación de estructuras familiares capaces de velar por el bienestar de sus miembros y, a la vez, contribuir a un desarrollo equitativo y democrático" (Salles y Tuirán, 1996: 139).

Es importante destacar que estas funciones pueden ser desempeñadas por distintos tipos de familias. Sin embargo, para ello es imprescindible la existencia de proyectos familiares. El concepto de proyecto familiar implica "un plan de vida en común, en el que se establecen metas y prioridades para su logro" (ibídem).

El concepto 'proyectos familiares' rescata el aspecto referente a la racionalidad de la toma de decisiones, lo cual aparece implícito en el propio término de proyecto. Sin embargo, a diferencia del concepto de 'estrategia', introduce en su definición un término más maleable, que se refiere a un plan y cuyo imperativo resulta ser menos contundente que el de 'estrategia'; pues el término de proyecto familiar encierra una connotación más coyuntural y menos rígidamente fijada, mediante previsiones de largo plazo. Es decir, las familias construyen y ponen en marcha determinados proyectos, para lo cual se echa mano de los recursos monetarios, familiares, sociales y simbólicos a los cuales tienen acceso de manera inmediata.

El éxito o no de dichos proyectos dependerá de las características particulares del tipo de recursos que controla cada una de las familias. Por lo tanto, si un proyecto no resulta ser exitoso, no invalida el hecho de que se puedan poner en funcionamiento diversos tipos de experiencias encaminadas tanto al ahorro del ingreso como a la generación del mismo. Las condiciones que harán rentables o no a cada uno de los proyectos, insisto, dependen del tipo de recursos de tipo material, monetario, social o familiar que logre controlar cada una de las familias. La existencia de un proyecto familiar potencia la solidaridad característica del grupo, y la encauza hacia la consecución de metas colectivas y compartidas por sus miembros, consolidando el entramado social en el que descansa la vida familiar (solidaridad, reciprocidad, consensos), pero sin olvidar tampoco los conflictos y contradicciones que se desarrollan en la construcción y puesta en marcha de los mismos proyectos familiares, que son propios de la convivencia entre los individuos.

El concepto 'proyecto familiar' subraya los aspectos de convivencia y prácticas sociales en que se sustenta la construcción de un ethos comparativo y socialmente validado. Ello es así, porque la estabilidad de los vínculos de solidaridad entre los miembros de la familia depende, en gran medida, de la congruencia entre derechos y obligaciones de sus miembros (Cepal, 1994).

Además, la misma propuesta del concepto 'proyectos familiares' tiene que ser complementada y enriquecida con algunos de los planteamientos críticos que en distintos momentos se le han formulado al concepto de 'estrategia de sobrevivencia'. En un primer momento se reconocerá la capacidad que posee cualquier familia para poner en marcha determinados proyectos, encaminados a conservar o mejorar las condiciones de vida de la familia y de sus miembros. Por lo tanto, la generación y puesta en marcha de los distintos proyectos familiares, son acciones que no son privativas únicamente para las familias más pobres. En este sentido, los proyectos familiares pueden ser desarrollados, tanto al interior de familias de escasos recursos que buscan hacer frente a las restricciones laborales, como entre las familias de los sectores medios, las cuales, como ya señalamos, también han visto deterioradas sus condiciones de vida a raíz de las crisis, y en mucho menor medida entre las familias de los sectores más ricos, pero que tampoco han estado totalmente exentas de algún retroceso en su calidad de vida, que se ha hecho presente, por mínimo que sea.

De esta forma, mediante el funcionamiento de diversos proyectos en algunas familias se busca privilegiar la generación de mayores ingresos, así como también el ahorro de los mismos. En otros casos, se busca mantener, a toda costa, el nivel de vida o incluso allegarse y controlar determinados recursos que les permitieran acceder a mejores condiciones tanto de carácter laboral, como en el ámbito de la vivienda, el consumo y la alimentación. En el análisis que más adelante presento trato de ser consecuente con los comentarios postulados en los párrafos anteriores. Por tanto, en la descripción de cada uno de los proyectos que las familias pusieron en marcha se busca destacar la importancia que pueden adquirir algunos comportamientos o acciones que pueden aparecer, en una primera instancia, como poco racionales. Comportamientos y experiencias que para cada familia han pasado a convertirse en lo que se podría denominar como parte del hábitus2 o de la rutina familiar, o el repertorio de posibilidades que conforman la memoria de la vida familiar, pero que se vuelven en prácticas importantes, en donde se crea y reinventa la memoria y la identidad de cada familia.

Es decir, se pone atención en lo que aparece y se concibe como una acción racional, pero a su vez hay que destacar lo que también adquiere un carácter de no racional, en términos económicos, y que puede estar presente en muchas de las acciones promovidas en los propios proyectos familiares, pero que sin lugar a dudas son concebidas como aspectos centrales en la vida y desarrollo de las propias familias. Por último, se tiene que destacar el carácter colectivo o múltiple de los proyectos familiares. De igual forma se hace implícito reconocer tanto los factores de solidaridad como el factor de conflicto, que pueden hacerse sentir, tanto en la vida cotidiana de las familias, como en la puesta en marcha de variados proyectos familiares.

Por tanto, bajo las características particulares del concepto proyectos familiares, es posible introducir en su análisis acciones que vayan más allá de las que estén determinadas por una acción de carácter exclusivamente económico. En este sentido se hace importante tomar en cuenta las propias representaciones que el actor o actores involucrados tengan de la realidad en la implementación de cada uno de los proyectos que sean promovidos por las familias. Además, se vuelve muy importante que se tomen muy en cuenta las opciones con las cuales pueden contar, así como también las capacidades que estas mismas ponen en juego.

Los proyectos desarrollados por cada una de las familias no deben considerarse como un conjunto de acciones encaminadas a hacer frente a una serie de condiciones externas, sino que también tienen que ser valoradas como actividades en las que las familias desarrollan una creatividad intensa. Los proyectos deben considerarse como un conjunto de prácticas, cuyas motivaciones de carácter económico no son las únicas que rigen la toma de decisiones, sino que también los pueden motivar las acciones y los proyectos de carácter extraeconómico. De esta forma se trata de evitar las conclusiones fáciles, en donde sólo se busca enfocar y reducir el carácter de las propuestas familiares a cuestiones encaminadas a asegurar la reproducción familiar.

 

Características de la población estudiada

El grueso de la información que sirve de base para la presente investigación se obtuvo en dos periodos de trabajo de campo.3 El primero se desarrolló durante los meses de mayo a octubre de 1997, mientras que un segundo periodo abarcó de enero a mayo de 1998. Durante este tiempo se levantó una encuesta que abarcó a una totalidad de 110 familias. Además, las familias que se analizaron fueron identificadas como pertenecientes a los sectores medios a partir de la siguiente premisa: se privilegió el hecho de que los jefes de familia o aquellos otros miembros que laboraran lo hicieran en actividades no manuales en el sector público o privado, también se estableció el criterio de que los cónyuges tuvieran una educación de nivel medio o superior e incluso encontramos casos de cónyuges con estudios a nivel de posgrado. Por lo tanto, ocuparse en este tipo de trabajos conduciría a la obtención de una remuneración más alta de la que obtienen los trabajadores de los sectores populares.

De esta forma se trabajó principalmente con maestros, oficinistas, servidores públicos o privados y profesionistas independientes sólo por mencionar algunas ocupaciones. La encuesta, en primer lugar, se aplicó a un total de treinta familias en las cuales alguno de sus miembros enfrentaba una situación de cartera vencida con alguna institución bancaria o con algún particular. Este grupo de familias, al momento de aplicar la encuesta, formaba parte de dos organizaciones de deudores: uno era el movimiento del Barzón Metropolitano, y en segundo lugar, la Asamblea Ciudadana de Deudores de la Banca (ACDB).4 Un segundo conjunto de encuestas se aplicó a dos grupos de estudiantes de nivel superior: el primero formaba parte de una institución de enseñanza pública (treinta y cuatro cuestionarios), y el segundo realizaba estudios en una Universidad privada (quince cuestionarios). La tercera estrategia que se siguió fue la de aplicar la encuesta entre un grupo de familias que se encontraban viviendo en una unidad habitacional: Villa Panamericana —ubicada en el sur de la Ciudad de México— (treinta y un cuestionarios).Una vez que se aplicó la encuesta y con los datos que de ésta se obtuvieron, se procedió a seleccionar 40 familias, con las cuales se realizó una fase de trabajo de campo, de la cual se obtuvo información más profunda y detallada en lo relacionado con sus experiencias de vida cotidianas.

 

La crisis de 1994 y sus efectos sobre las familias

Una de las manifestaciones inmediatas de la crisis económica del año 1994, entre las familias estudiadas, fue la experiencia del desempleo.5 Los resultados de las 110 familias a las cuales se les aplicó la encuesta, mostró que en 31 por ciento de ellas, al menos uno de sus miembros, perdió temporalmente el empleo. Además, la distribución de las personas que perdieron su trabajo se dio de la siguiente manera: en 17 familias fue el esposo el desempleado, en otras cuatro fue la esposa y en 13 familias restantes fue alguno de los hijos. Estas acciones tuvieron en su mayoría una relación directa con la situación del deterioro que experimentó la economía a partir del llamado "error de diciembre" debido a cierres temporales o definitivos de empresas e incluso de talleres o empresas y negocios familiares.

Otro de los efectos inmediatos de la crisis y de los programas de ajuste instrumentados por parte de las autoridades económicas fue el incremento en los costos de los servicios proporcionados por el gobierno, lo cual desencadenaría una avalancha en el incremento de diversos productos de la canasta básica. Esta situación también terminaría impactando de forma negativa a miembros de cada familia que no experimentaron la pérdida del empleo, pero cuyos ingresos se verían notablemente reducidos como resultado de la inflación que para el año de 1995 alcanzó la cifra de 52 por ciento. Para muchos más, la crisis se materializó en el problema de cartera vencida, lo cual representó una carga muy pesada, ya que los pagos mensuales de los intereses se incrementaron de manera significativa en un lapso relativamente corto, quedando miles de familias sin posibilidades de seguir realizando sus depósitos de manera puntual, lo cual terminó poniendo en peligro en algunos casos la posesión del patrimonio familiar.6 Es decir, el panorama para la mayoría de las familias estudiadas resultó ser bastante problemático, la constante para ellas, a pesar de las diferencias naturales, fue la escasez de los ingresos para hacer frente a necesidades como el pago de servicios (salud, educación, teléfono, impuestos, etc.), y otros compromisos adquiridos con anterioridad, particularmente sus deudas con los bancos.

 

Las familias y sus proyectos económicos7

Ante un panorama económico y laboral en franco retroceso, las familias han buscado diversificar las estrategias para asegurar la generación de recursos. No obstante, es muy importante destacar las características y el tipo de recursos que cada familia tiene bajo su control, para así entender el éxito o el fracaso de estas actividades. A partir del acercamiento que se tuvo con las familias pudimos observar que en un primer momento éstas buscaron restringir y controlar más el gasto y posteriormente promover actividades encaminadas a generar ingresos extras. Uno de los recursos que fue muy explotado por las familias, lo constituyeron las distintas redes de relaciones existentes entre parientes y amigos, así como los bienes que lograron acumular en las épocas de bonanza económica (por ejemplo, el hecho de contar con una educación a nivel superior, la propiedad de una o varias casas habitación, automóviles, joyas, electrodomésticos etc.), mismas que resultaron ser de gran utilidad cuando los miembros de las familias decidieron incursionar en las experiencias laborales por cuenta propia y también para aquéllos que pudieron lograr, a pesar de la crisis, seguir conservando sus puestos de trabajo.

Estrategias laborales

La primera opción que visualizaron las familias fue tratar de ubicar a algunos miembros de la familia en trabajos en empresas formalmente establecidas para tratar de asegurar el ingreso de al menos un salario y el acceso a los servicios de seguridad social proporcionados por Instituto Mexicano del Seguro Social para toda la familia, en caso de que alguno de los hijos o los cónyuges requirieran atención médica especializada u hospitalización.

Por ejemplo, en el contexto del desempleo de algún miembro de la familia, los que hicieron su incorporación por primera vez al mercado de trabajo fueron fundamentalmente los hijos. La encuesta mostró que en 24 familias se reportó el ingreso de uno de los hijos en alguna actividad en donde percibía un salario de manera regular. Mientras que en siete familias fueron las esposas las que tuvieron que reingresar (después de haberse casado) a una actividad remunerada.

Preparación y venta de comestibles

Otra de las estrategias implicó actividades que tuvieron que ver con la preparación y venta de comestibles. Esta fue una actividad desarrollada principalmente dentro de algún espacio de la vivienda, y en la que básicamente se involucraron las mujeres de la casa, aunque también se incorporaron otros miembros de la familia, quienes intervenían en labores como repartir los alimentos en los lugares de trabajo o atender a aquellos clientes que acudían a consumir los alimentos en la vivienda.

Otra variante de este tipo de actividades fue la preparación y venta de productos de repostería. En estos casos, quienes intervenían casi de manera exclusiva en la preparación y la venta resultaron ser las amas de casa. La preparación y venta de productos de repostería también eran realizadas en los hogares, y se surtían pedidos hechos principalmente por algún pariente o vecino, con motivo de alguna celebración familiar. Recurrir a esta actividad se dio en los momentos en que algún miembro de la familia, especialmente el esposo o la esposa, se encontraban temporalmente desempleados. Sin embargo, también se encontraron casos en los que después de que el problema del desempleo se había solucionado, las esposas continuaron manteniendo estas actividades por su cuenta, aun y cuando todo esto representaba un importante incremento de la intensidad de las jornadas laborales de los miembros, pero, reitero, principalmente en la jornada laboral de las mujeres.

De igual forma se encontró el caso de una esposa que combinaba su trabajo como profesora, ama de casa y ocasionalmente regularizaba alumnos con problemas en su materia, además de que dedicaba tiempo a preparar y vender repostería. Lo significativo fue que esta ama de casa continuó recurriendo a todas estas actividades luego de que su esposo reabrió su taller de serigrafía, el cual estuvo cerrado durante varios meses debido a que la familia enfrentaba un problema de cartera vencida. Otro caso fue el de una maestra de nivel universitario, quien después de varios meses de no conseguir empleo pudo obtener temporalmente ingresos mediante la impartición de clases privadas de italiano, pero complementaba los escasos ingresos que le dejaba esta actividad con la preparación y venta de galletas que vendía fundamentalmente a sus parientes, amigos y vecinos.

Hay que destacar que la inversión económica que hicieron las familias para poner en funcionamiento estos proyectos, resultó ser mínima, debido a que contaban con el mobiliario doméstico y con otros instrumentos necesarios para su preparación. De igual manera, tenían los conocimientos necesarios para poner en marcha tales proyectos.

Comercio

Otra actividad que se encontró fue la venta de artículos como: ropa, calzado y cosméticos. Esta se desarrolló tanto en el espacio de la vivienda, como fuera de ella. Para poder llevarla a cabo, fundamentalmente se visitaba a los posibles compradores en su propio domicilio. Inclusive se detectaron casos específicos en donde la mujer o el esposo se trasladaban a algún tianguis, para realizar la venta de los artículos que la familia había seleccionado con anterioridad. En estos casos, fue la esposa la encargada de llevar a cabo la venta de los mismos, especialmente cuando se trataban de productos cosméticos, para lo cual se recurría, como en el caso de la venta de pasteles, a parientes, amigos y compañeros del trabajo.

Otra estrategia en el rubro del comercio fue la apertura de negocios familiares, tales como tiendas de abarrotes y una papelería, en ambos casos los negocios eran atendidos por los cónyuges y ocasionalmente se contaba también con la participación de alguno de los hijos. Al haberse dado la apertura de los mismos, en algún espacio de la vivienda, esto vino a representar un ahorro significativo, ya que de esta manera no gastan dinero ni en la renta, ni en el pago de aquellos que se encargan de atender los negocios.

Cabe señalar, que al experimentar con nuevas estrategias de trabajo implicó para la mayoría de los involucrados tener que ajustar sus vidas al manejo de nuevos horarios, nuevas rutinas y a la vez tener que enfrentar la incertidumbre que implicaba la exploración de actividades y situaciones anteriormente desconocidas para ellos. En estos casos se tuvo que pasar de la regularidad de contar anteriormente con un salario fijo y constante a la variabilidad y caprichos del mercado. Es decir hoy la venta fue buena y se reporto la entrada de ingreso, mañana ¿quién sabe?

Prestación de servicios

Un tercer tipo de proyectos familiares que resultaron ser los más numerosos y variados entre las familias estudiadas, fueron aquéllos en los que se ofrecían diversos servicios. Entre ellos, encontramos los siguientes:

1. Habilitar espacios de la vivienda para rentarlos. En estos casos, los informantes destacaron que a raíz de esta experiencia, se pasó de ser una familia que vivía sola, a una familia que ahora se veían en la necesidad de compartir la casa con otros huéspedes. Esto trajo consigo la pérdida de la privacidad. Por ejemplo, en uno de los casos, la renta de una de las recámaras familiares se hizo a compañeros de la universidad de uno de los hijos, y en un otros se optó por rentar a un amigo bastante cercano de la familia, buscando de esta manera no introducir en la casa, a gente que resultara ser totalmente extraña a la familia.

2. Las consultas médicas fuera del hospital en donde se trabajaba, las clases privadas fuera de los colegios o de las instituciones públicas en donde se laboraba fueron también otra alternativa implementada por varios cónyuges e hijos quienes no se vieron desempleados, pero si en la necesidad de buscar la entrada de ingresos extras que vinieran a complementar los que se obtenían dentro de la empresa. Al igual que la mayoría de las anteriores actividades estas terminaron implementándose dentro del hogar, lo cual representaba un ahorro y dichas actividades encontraron su principal apoyo en la demanda del servicio que hacían miembros cercanos de la parentela del esposo y la esposa.

 

Presentación de casos concretos

Rosa, madre soltera, quien cuenta con dos carreras y posee estudios de maestría en Letras Hispánicas. Además habla y escribe en tres idiomas: español, inglés e italiano. Con este nivel de preparación parecería que obtener trabajo no sería muy difícil. Sin embargo, las cosas resultaron ser bastante complicadas. Todo empezó cuando ella se quedó sin empleo. Ante esta situación, empezó a buscar un trabajo que le ofreciera seguridad para ella y su hijo, así como la posibilidad de obtener capacitación profesional. Sin embargo, durante casi un año la búsqueda resultó infructuosa; los salarios que le ofrecían resultaban ser inferiores a los que ella había percibido en su último empleo. Durante el tiempo que no logró conseguir empleo se dedicó a dar clases de italiano, pero los ingresos que obtenía por esta actividad también eran menores a los que obtenía con su antigua actividad de profesora. Además, durante un tiempo se dedicó a la preparación y venta de galletas. Sin embargo, después de ocho meses de búsqueda pudo conseguir un nuevo empleo en una universidad privada. En este nuevo empleo tiene un pago de tres mil pesos al mes. No obstante, ella considera que no es un pago que vaya de acuerdo con su nivel de preparación y su experiencia profesional, pero fue "lo mejor" que pudo obtener. Ese salario fue menor en 40 por ciento que el de su último empleo anterior.

Estela tiene 32 años de edad, actualmente vive con sus padres. Se quedó sin su empleo de secretaria en nivel directivo; la causa: recorte de personal. En ese empleo ganaba tres mil pesos mensuales por una jornada de 10 horas diarias durante cinco días a la semana. Cuenta con estudios superiores inconclusos en la Universidad Iberoamericana, y además domina el inglés. Luego de perder ese empleo no ha logrado obtener uno nuevo. Comenta que ha recibido ofertas de trabajo, aunque con pagos muy por debajo de lo que recibía en su último trabajo. En algunos lugares le han ofrecido puestos con salarios de 1 500 o 2 000 pesos al mes, los cuales no ha aceptado porque simplemente son insuficientes para poder solventar sus gastos. Señala que ni siquiera ha podido ingresar su solicitud en los bancos, donde la edad máxima de los nuevos empleados es de 28 años, mientras que en otros centros laborales le han exigido un mínimo de 30 años. Cada día Estela invierte horas repartiendo currículos y asistiendo a infinidad de entrevistas, sin lograr conseguir nada.

Carmen y María Luisa son hermanas, y desde su época de estudiantes en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México iniciaron una exitosa carrera laboral. Carmen, desde su segundo año de la carrera, se logró incorporar al equipo de trabajo del prestigiado arquitecto Pedro Ramírez Vázquez; mientras que María Luisa consiguió un puesto como inspectora de escuelas en toda la república, en un organismo estatal, pese a no terminar todavía sus estudios profesionales. Como resultado de estas exitosas experiencias laborales y otras más, lograron con el tiempo establecer una compañía constructora, propiedad de ambas. Una vez establecida la compañía, los contratos nunca faltaron y siempre tuvieron una gran facilidad para conseguir trabajo. Por ejemplo, después de los sismos de 1985, su constructora logró la concesión para instalar campamentos para los miles de ciudadanos afectados.

Todo esto se manifestó en la estabilidad y el ascenso económico para ambas. Durante muchos años, contar con una fuente de trabajo asegurado les permitió sostener condiciones de vida caracterizadas por el acceso a propiedades, viajes, y otros lujos. Sin embargo, como resultado de la crisis de 1994, los contratos para la constructora empezaron a ser cada vez más escasos. Esta situación se alargó durante más de año y medio. Ante lo difícil de la situación para la compañía constructora, una de las hermanas decidió probar suerte abriendo un establecimiento de preparación y venta de alimentos. Este negocio resultó ser un fracaso y terminó por cerrarlo al poco tiempo. Esta situación sirvió para convencerla de trasladarse a trabajar a Baja California Sur. De ser una exitosa profesionista, llegó un momento en que no contaba con alguna opción clara de trabajo para generar ingresos. Incluso en ocasiones llegó a pensar en vender su casa para así poder iniciar algún otro negocio. Mientras que en la época de bonanza para la constructora ambas hermanas y sus respectivas familias pudieron tener las posibilidades de hacer constantes viajes a Europa y Estados Unidos. Actualmente una de ellas apenas si logra juntar el dinero suficiente para poder financiarse sus viajes de trabajo a Baja California Sur. Todo esto, como señalaron las informantes, se dio como consecuencia de la última crisis económica.

Ana María es madre soltera, con dos hijos, y trabaja como profesora de secundaria. Al momento de realizar la entrevista, vivía en casa de sus padres. La afectación principal de la familia se experimentó en el poder adquisitivo. Ahora, en comparación con los años anteriores, "los cheques se van como agua". La informante hace una comparación con la situación experimentada por sus padres, y comenta que su papá siempre se ha dedicado a la joyería de manera independiente. A partir de su trabajo, el padre pudo proporcionarle una educación a nivel profesional a sus hijos; además, fue capaz de comprar un terreno y construir una casa de dos plantas. En esta etapa, el padre les regaló un automóvil a dos de sus hijos, cuando cumplieron la mayoría de edad. La familia constantemente viajaba y hacían frecuentes reparaciones a la casa. Ahora ella compara sus ingresos actuales, y señala que no son suficientes para poder mantener un consumo de características similares al que se sostenía en la casa de sus padres cuando era soltera. Comenta que con su sueldo no ha sido capaz ni siquiera de comprarse un coche. El que utiliza frecuentemente es de su padre, y mucho menos ha tenido la capacidad para comprar un departamento. Este aspecto es significativo, ya que aunque actualmente ella es profesora de tiempo completo en una secundaria, no ha logrado, bajo las condiciones económicas actuales, proporcionarles un nivel de consumo y una calidad de vida ascendente a sus hijos, tal y como sí pudo lograrlo su padre, con su familia, cuando ella era niña.

Actualmente sigue contando con el apoyo de sus padres. A pesar de todo, continúa estudiando. Sin embargo, comenta que con lo limitado de su salario y la situación de ser madre soltera hace que su preparación sea muy deficiente. Esto último se debe a la imposibilidad de no contar con los recursos económicos suficientes para comprar libros de consulta, pues tiene que decidirse entre gastar en libros o en la comida de sus hijos. Señala que a pesar de las restricciones experimentadas en algunos renglones como los ya señalados, pudo pagar todas sus deudas adquiridas mediante tarjetas de crédito. En una época llegó a tener cuatro, pero después de lo que sucedió a partir de enero de 1995, con la alza de las tasas de interés, decidió quedarse solamente con una.

En conclusión, considera que a pesar de su preparación profesional y de lo agotador que resultan ser sus jornadas diarias de trabajo, las condiciones y la calidad de vida de ella y, en particular la de sus hijos, son inferiores a las que pudo experimentar cuando formaba parte de su grupo familiar nuclear. Los lujos y privilegios a los que ella tuvo oportunidad de disfrutar hoy en día no puede brindárselos a sus propios hijos.

Como se puede observar la posesión y el control de determinados conocimientos y bienes, fue un factor que contribuyó en algunas ocasiones a colocar a muchas de estas familias en una situación privilegiada, en comparación con otros sectores más pobres, que no lograron contar ni con las mismas habilidades ni con conocimientos similares a los mostrados por las familias de los sectores medios. Sin embargo también el poseer largas trayectorias laborales, en algunos casos, no fue suficiente para acceder a mejores empleos y obtener mejores remuneraciones que vinieran a equilibrar una situación de deterioro en la calidad de vida.

Para el caso de algunas de nuestras familias, el hecho de que la mayoría de los cónyuges tuvieran una profesión, se convirtió en el principal recurso sobre el cual giraban las opciones para la puesta en marcha de los proyectos familiares. En algunos casos, particularmente entre algunas mujeres, la profesión y los conocimientos adquiridos en experiencias laborales previas, y que ante un contexto de auge y movilidad económica y social habían caído prácticamente en desuso, y a las cuales no se habían recurrido durante los años de ascenso y movilidad económica, volvieron a ser reutilizadas de nueva cuenta, ante un panorama que se ha caracterizado por condiciones económicas particularmente adversas, como lo fue la crisis de 1994 y los siguientes años. Esto quedó demostrado por casos como el de algunas esposas que durante la etapa de movilidad y estabilidad laboral que habían logrado alcanzar sus esposos, decidieron retirase del trabajo remunerado y dedicarse exclusivamente a las labores y quehaceres relacionados con el hogar. Sin embargo, cuando los ingresos provenientes del esposo o de algún otro miembro de la familia que laborara empezaron a verse reducidos, no les quedó otra que volver a insertarse en actividades remuneradas o no remuneradas.

En otros casos se dieron experiencias en donde los profesionistas no tuvieron que experimentar la pérdida de su trabajo de forma temporal, pero sí una disminución considerable en los ingresos. Es decir, su situación no se vio en desventaja pero tampoco la calidad de vida experimentó mejoras significativas, al final de cuentas su situación laboral y económica seguía siendo después de varios años la misma. Esto llevó a que algunos cónyuges trabajaran incluso horas extras si las condiciones económicas de las empresas lo permitían, y ofrecer sus servicios de una manera personal y por su cuenta fuera de las empresas para las cuales se encontraban laborando.

Otro aspecto que hay que destacar fue el que la vivienda se convirtió también en uno de los recursos que fueron muy bien aprovechados por las familias, constituyéndose en un espacio en donde se producían y en donde se colocaban a la venta de los bienes y los recursos creados por las familias. Partes de la vivienda se vieron transformadas en determinadas horas del día, en cocinas económicas, en consultorios médicos, en pequeña escuela en donde se ofrecían cursos de regularización. Es decir, fueron las viviendas de las familias en donde se han tenido que implementar una gama amplia y diversa de proyectos laborales. Por tanto, la vivienda vino a experimentar un cambio notable, ya que dejó de ser únicamente un espacio dedicado exclusivamente a la reproducción, descanso y consumo familiar, para pasar a convertirse en un espacio en donde se desarrollaron nuevas alternativas de trabajo. Esto trajo aparejados importantes procesos de reestructuración de las funciones, de las actividades, los quehaceres y de las relaciones familiares. Es decir, una afectación radical en la vida de la familia y de cada uno de sus miembros y de sus espacios vitales.8

Otro importante recurso lo constituyeron las redes parentales y amicales, las cuales se vinieron a traducir en uno de los principales canales o en el principal mercado receptor de los bienes y servicios que serían generados en el interior de las familias. Por ejemplo, a pesar del predominio de la residencia de tipo nuclear que encontramos entre las familias encuestadas y entrevistadas, esto no quiso decir que no nos encontráramos ante un conjunto de familias que, debido a esta circunstancia, se mantuvieran aisladas y que no hubieran logrado participar en amplias redes sociales de relaciones recíprocas y asistenciales.

 

Las nuevas percepciones familiares acerca del trabajo

A pesar de los cambios que ha tenido que se han observado entre la mayor parte de las familias, el mundo del trabajo continúa siendo, sin lugar a dudas, un referente de gran importancia en el imaginario colectivo. No obstante, es importante destacar las importantes redefiniciones que hicieron los entrevistados acerca de la manera en cómo se llevan a cabo actualmente las jornadas de trabajo dentro y fuera del hogar. Por tanto, los cambios en las condiciones bajo las cuales se desarrolla el trabajo o el empleo hacen que los individuos tengan opiniones distintas sobre este punto. Es decir, experimentar con nuevas rutinas y ensayar nuevas ocupaciones muestra que en una sociedad como la nuestra, en la que los apoyos institucionales hacia aquellas personas que pierden de manera temporal o definitiva el trabajo remunerado son escasos, hace prácticamente imposible que los miembros de una familia puedan quedarse durante largas temporadas, sin desarrollar trabajo alguno. Por tanto, se vuelve imprescindible trabajar en algo y con ello estar generando ingresos para solventar alguna de las múltiples necesidades de cada uno de los miembros de la familia.

Como ya se explicó, muchas familias se enfrentaron a la imperiosa necesidad de diversificar las opciones laborales, cuando en la familia alguno de los miembros enfrentó un periodo de desempleo, o simplemente porque los ingresos empezaron a ser insuficientes para cubrir los gastos y compromisos adquiridos con anterioridad, o para satisfacer las necesidades básicas de la familia. En estas circunstancias, la opción inmediata fue la de intensificar las actividades laborales de aquellas personas que pudieron conservar su trabajo. Ante este nuevo contexto de adecuaciones laborales, las familias no sólo privilegiaron las actividades no manuales (importante rasgo distintivo de la pertenencia a los sectores medios), sino que, como ya se mostró, las actividades desarrolladas por cuenta propia se volvieron indispensables en la vida cotidiana de las familias. Esto también llevó a que las nuevas jornadas de trabajo fueran mucho más desgastantes y desalentadoras que las desarrolladas con anterioridad.9 En algunos casos se experimentó cierta frustración cuando personas veían cómo sus anteriores experiencias laborales ganadas con años de trabajo se tornaron obsoletas ante las demandas exigidas por el mercado de trabajo, o simplemente la experiencia adquirida no fue un factor que resultara decisivo para acceder fácilmente a un nuevo empleo remunerado.

Muchos de los informantes consideraban su situación laboral actual como repetitiva, enajenante y sin posibilidades de alcanzar mejoras sustanciales en sus condiciones de trabajo y de vida, tanto a mediano como a largo plazo. Además, manifestaban que ante una situación como ésta, se había terminado por adoptar una actitud de desesperación. Se vive todos los días y a todas horas con la precariedad en los lugares de trabajo, inestabilidad en los contratos laborales; además de que muchas de las metas y trayectorias en el trabajo se habían visto interrumpidas sin previo aviso. Es decir, se vive solamente para trabajar, pero además hay que trabajar mucho más que antes, y con las afectaciones y ajustes que esto ha representado para los núcleos familiares.

Para muchos de nuestros informantes, el trabajo actualmente no representaba una opción que les permitiera, en lo individual o en lo colectivo, alcanzar determinadas metas fijadas. Para otros, únicamente había significado quedarse estancado en los mismos puestos de trabajo de varios años atrás sin alcanzar una movilidad en el escalafón y mucho menos mejoras en sus salarios. Sin embargo, hubo otros casos que, a pesar de todo, no experimentaron el desempleo, pero tampoco lograron tener ninguna de las mejorías que ellos quisieran para ellos y para el resto de la familia.

Evidentemente que el trabajo a pesar de las pocas satisfacciones que generó entre muchos ciudadanos durante los últimos años sigue siendo una práctica que aún continúa marcando el quehacer de la vida cotidiana de las familias dentro y fuera del hogar. Además, difícilmente podemos pensar en la desaparición del trabajo por largos periodos, como una práctica habitual de la vida familiar. Es decir, la reproducción social de las familias se asegura en la medida en que éstas logran insertarse en alguna actividad, remunerada o no. Sin embargo, lo que las familias sí han enfrentado son severas transformaciones en las condiciones en las que se lleva a cabo la organización del trabajo. La probabilidad de alcanzar algún día un empleo remunerado y la obtención de prestaciones sociales es algo que en muchas ocasiones se está reduciendo únicamente al derecho a trabajar por el salario que se les quiera pagar, y en condiciones totalmente desfavorables. Algo que se evidenció a través de varios testimonios ofrecidos por nuestros informantes, fue así que las horas invertidas en un trabajo, remunerado o no, tendieron a aumentar, a la par que los salarios se redujeron de manera notable; y por lo tanto resultaron insuficientes, dando como resultado una mayor precarización en las condiciones de vida de las familias. Siendo la heterogeneidad en las formas en que se desarrollan sus actividades productivas un rasgo característico de muchas de las actividades laborales en las que se desenvuelven actualmente los miembros de la familia.

 

Conclusión

Las actividades por cuenta propia se presentaron como una opción a la cual recurrieron las familias durante y después de las situaciones de crisis coyunturales, toda vez que los ingresos que empezaron a proporcionar las clases particulares, las consultas privadas en casa, los ingresos de la renta de una o más recámaras o la venta de diversos productos han venido a adquirir un valor importante en la conformación del ingreso total de las familias.

Asimismo, es un hecho que la diversificación de las actividades laborales a partir de las actividades por cuenta propia ha dejado ser un rasgo o una actividad exclusiva de las familias de los sectores más pobres en los contextos urbanos. También estas actividades laborales han dejado de ser un simple proyecto pasajero y han pasado a convertirse en un proyecto importante en la vida cotidiana de un creciente número de familias de los sectores medios. Un ejemplo del valor que han adquirido estas nuevas experiencias laborales quedó demostrado en el hecho de que algunas familias siguieron recurriendo a ellas, aun y cuando el o los miembros que habían quedado sin empleo lograron obtener una nueva ocupación, incluso cuando uno o más miembros, que anteriormente no trabajaban, habían ingresado a alguna actividad laboral remunerada. Cabe señalar que no todos los casos de las familias que recurrieron a estas actividades mantuvieron siempre esta segunda opción. En algunos casos fracasó el proyecto iniciado; sin embargo, esto no invalida que se buscara probar suerte en nuevas estrategias.

También quedó demostrada la utilización y la reutilización de un cúmulo importante de recursos obtenidos por las familias en épocas previas caracterizadas por la estabilidad laboral y la consecuente entrada de un ingreso salarial de forma permanente y constante. Así, entre estas familias no se buscó recurrir exclusivamente a una intensificación en el uso del recurso potencial, como la fuerza de trabajo disponible dentro del seno de cada familia. Normalmente, cuando se trata de establecer comparaciones entre la funcionalidad de los proyectos desarrollados por familias de sectores populares y de sectores medios, los proyectos y la situación general de las clases medias tienden a ser caracterizados en condiciones de mayor fragilidad. Se pensaba en las familias de los sectores medios como controladores de escasos recursos, lo cual hipotéticamente las colocaba en una posición de mayor debilidad, en comparación con la variedad de estrategias que se construyen entre los sectores populares (González de la Rocha, 1995). Sin embargo, con los casos que aquí se han presentado, así como con los que se ofrecen en otras investigaciones sobre familias de los mismos sectores medios (Molina y Sánchez, 1999), se cuestiona esa percepción.

Lo que salta a la vista es cómo las familias de sectores medios lograron generar una entrada de ingresos económicos extras a partir de un espectro amplio y variado de actividades económicas. Un aspecto que contribuyó a esto fue que la mayor parte de las familias contara con la propiedad de la vivienda, de mobiliario y equipo doméstico, lo cual hizo que no necesariamente tuvieran que depender del factor de la fuerza de trabajo humano disponible como la única opción para poder poner en marcha sus proyectos. De esta manera, entre los sectores medios se aprovechó otro tipo de recursos, que a su vez mostraron ser amplios, flexibles y operables, como los incluidos en proyectos de desarrollo entre los sectores populares.

El incremento de las actividades por cuenta propia, en una amplia gama de familias en el territorio nacional, nos viene a confirmar la importancia que ha venido adquiriendo este tipo de proyectos, los cuales han estado encaminados a tratar de detener el deterioro que ha sufrido la calidad de vida entre un número importante de familias de estos sectores de la población. Tampoco este tipo de comportamientos ha aflorado entre las familia de los sectores medios a partir exclusivamente de la crisis de 1994-1995, conocida también como 'error de diciembre', sino que es un comportamiento que ha venido creciendo, y que ya se había detectado desde años atrás (Lara, 1990; Esteinou, 1996), y como ya se mencionó, poco a poco se ha venido conformando como un proyecto que supera lo meramente asociado a una etapa de crisis coyuntural, para pasar a consolidarse como una sólida y frecuente alternativa en la vida cotidiana de un mayor número de familias mexicanas.

Por tanto, podemos señalar que para asegurar sus condiciones de reproducción, las familias han tenido que recurrir a la aplicación de formas híbridas en sus estrategias laborales. La concepción de lo híbrido la uso en el sentido de hacer referencia a las mezclas y para aludir a las formas heterogéneas mediante las cuales las familias buscan generar sus oportunidades de trabajo. Por ejemplo, una de las categorías que se utilizan, y que yo mismo utilicé para determinar la pertenencia al sector medio, era la de considerar la ocupación de los miembros de la familia que laboran en actividades no manuales. Sin embargo, al revisar las estrategias por las cuales optaron muchas de las familias estudiadas, se encontró que en la actualidad se recurre de forma cada vez más frecuente a las actividades manuales.

De igual forma, a partir de los casos particulares presentados, se mostró la facilidad con que los miembros de las familias pasan de las actividades del llamado sector formal a las actividades por cuenta propia. Incluso, resultó habitual encontrar personas que en una misma jornada de trabajo eran capaces de desarrollar ocupaciones laborales en ambos sectores. La concepción de los proyectos de trabajo híbridos exige y supone la superación de las tradicionales concepciones dualistas, tal y como fue el caso particular de las ciencias sociales en América Latina, en donde durante muchos años prevalecieron estos intentos para explicar la realidad laboral de las familias que buscaban su reproducción social. En este caso, la concepción aquí propuesta posibilita que al analizar la dinámica laboral de las familias se supere la distinción tradicional entre el mundo del mercado de trabajo formal y el informal o por cuenta propia. Otra concepción dualista que se supera con la propuesta de los proyectos laborales híbridos consiste en dejar de lado la tradicional división de actividades denominadas manuales y no manuales, para caracterizar la ubicación de los miembros en el mercado de trabajo. A partir de los casos presentados es evidente la alternancia y la combinación dentro de una familia o dentro de los proyectos de una misma persona, de toda una gama de arreglos: pasando de lo público a lo privado, de lo manual a lo no manual y de lo formal a lo familiar o por cuenta propia, o simplemente combinándose ambas opciones en una misma persona o en una misma familia. Por supuesto que esto ha traído también un alto costo en lo que respecta a las dinámicas internas de la familia. Se han tenido que sacrificar proyectos a mediano y largo plazo para tratar de resolver lo inmediato. Hombres y mujeres han tenido que incorporar y ensayar con nuevas dinámicas con las que no estaban familiarizados y a la larga se han tenido que readaptar los propios roles dentro y fuera del hogar para hacer frente a una realidad laboral caracterizada por una mayor incertidumbre. Hoy encontramos a hombres, mujeres e hijos que acuden a los mercados y a las calles ya no a comprar, sino a ofrecer ellos mismos sus productos, se tienen que cambiar y readaptar las rutinas, se tienen que aprender nuevas palabras, nuevos códigos. Esa es la nueva realidad de miles de hogares en el México actual: cambiar y reinventarse cotidianamente para poder enfrentar la incertidumbre laboral.

 

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Notas

1 Por ejemplo, de diciembre de 1994 a inicios del año 2000, el salario mínimo había acumulado una pérdida de 47.2 por ciento en su poder adquisitivo, colocándose así como el mayor deterioro en los últimos 18 años, esto aun por encima de 46.5 por ciento que se registró durante todo el sexenio de Carlos Salinas, y 44.9 por ciento alcanzado durante el gobierno de Miguel de la Madrid (La Jornada, 1o de mayo del 2000).

2 Utilizo el concepto de hábitus en el sentido que le otorga Bourdieu. Hablar de hábitus significa hablar de sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de práctica y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin (Bourdieu, 1991).

3 Los casos que aquí se presentan fueron descritos con mayor detalle como resultado de una investigación más amplia que se presentó para obtener el grado de Dr. en Ciencias Antropológicas en junio de 2004, en el Departamento de Antropología Social de la UAM-I. La investigación de campo se realizó con el apoyo económico otorgado mediante una beca-crédito otorgada por el Conacyt. La dirección del proyecto estuvo a cargo de la Dra. Margarita Estrada, Investigadora del CIESAS.

4 Estudiosos de los movimientos de deudores de la banca han destacado el carácter policlasista de los mismos (Mestries, 1995; Carton de Grammont, 2001). Por ejemplo, el movimiento denominado El Barzón, de ser en sus inicios un movimiento de productores rurales, se amplió para convertirse, con la agudización de la crisis, en un movimiento que integraba en su seno tanto a empresarios como a profesionistas y comerciantes. De igual forma, otros análisis realizados acerca de El Barzón señalaban que la presencia de esta organización en ámbitos netamente urbanos se había dado como un espacio que aglutinaba dentro de sus filas fundamentalmente a pequeños y medianos empresarios, profesionistas, empleados públicos y privados, así como también a una parte importante de comerciantes. Es decir, una de las características distintivas y particulares de la población urbana afiliada a los movimientos de deudores consiste en que son familias pertenecientes a los sectores medios (Ángeles, 1997). Esta situación se confirmó al momento de aplicar la encuesta 30 familias pertenecientes tanto a El Barzón como a la Asamblea Ciudadana de Deudores de la Banca en sedes de los mismos movimientos en el Distrito Federal.

5 En términos generales, la recesión que inició a finales del año 1994 representó para México un retroceso a los niveles que se tenían en 1988, producto del cierre de casi 15 mil empresas, la pérdida de 1.5 millones de empleos, el desplome de su producto interno bruto real en siete por ciento. El impacto de todo lo anterior se tradujo en un incremento de más de cinco millones de personas en situación de pobreza extrema.

6 La crisis de los deudores fue, o es, una más entre las varias crisis que sacudieron al país en un contexto más amplio de la crisis económica de 1994. Según algunos investigadores como parte de sus secuelas cobró una importante cantidad de vidas humanas, por la devastadora vía del suicidio, y afectó directamente a cerca de un tercio de las familias mexicanas e, indirectamente, a la mayoría de los mexicanos (Calva, 1997).

7 El Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, en uno de sus informes refiere que los empleos perdidos durante la crisis de 1994-1995 no se han recuperado, así como tampoco la economía ha podido generar los 1.2 millones de empleos que se demandan anualmente. A consecuencia de ello, se afirma que más de 23 millones de mexicanos (64 por ciento de la PEA) se desempeña en actividades por cuenta propia, mientras que más de cuatro millones de personas se encuentran en franca desocupación (La Jornada, 1o de mayo del 2000).

8 Una situación similar fue la reportada por Bazán (1996), con relación a las estrategias que habían implementado un grupo de extrabajadores petroleros, en donde también la vivienda de éstos vino a experimentar una serie de transformaciones, y convertirse, para un grupo de extrabajadores, en uno de los recursos principales de las familias, y al mismo tiempo en un espacio en el cual se trascendía el carácter de sus anteriores funciones de reproducción y de alojamiento.

9 Sobre este aspecto, hay que señalar que algunos informantes, principalmente mujeres, dijeron que sus jornadas de trabajo fuera de casa eran mayores a las 10 horas, sin contar el tiempo que después tenían que invertir en las jornadas de trabajo en el hogar.

 

Información sobre el autor

José Guadalupe Rivera González. Estudió la licenciatura en Antropología, maestría en Antropología Social y doctorado en Ciencias Antropológicas en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Es profesor investigador en la Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Líneas de investigación en Antropología, globalización y reestructuración de la identidad y los mercados de trabajo en el México urbano y rural, Antropología y nuevos procesos sociales en el contexto urbano, Antropología y cultura política, Antropología de la familia y las nuevas estrategias de vida, Antropología y cambio sociocultural en las regiones de México. Producción académica más reciente: 2001, "Palenque: conservación integral a través del proceso de planificación", en Informa DOS, Cuaderno de trabajo de la Dirección de Operación de Sitios del INAH. núm. 2; 2002, Formato para la presentación de reportes periódicos sobre la aplicación de la convención del patrimonio mundial. Ponencia presentada en la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, cultural y Natural; 2005, Familias de sectores medios urbanos y crisis económica: el desarrollo de nuevas estrategias laborales, ponencia presentada en el encuentro regional de la Asociación Mexicana de Estudios del trabajo. Correo electrónico: joserivera@uaslp.mx

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