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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.11 no.45 Toluca Jul./Set. 2005

 

Reflexiones sobre la construcción cultural de las relaciones de género en México*

 

Reflections on cultural constructions of gender relationships in Mexico

 

Daniel Nehring

 

University of Essex

 

Resumen

Este ensayo explora las construcciones culturales de las relaciones de género en México. La investigación social se ha interesado recientemente en el análisis y en la explicación de las significativas transformaciones de las relaciones de género ocurridas desde la década de 1970. Sin embargo, la mayor parte de estas investigaciones ha estado orientada predominantemente por enfoques socioeconómicos o sociodemográficos, así como políticos. En este trabajo se discute la pertinencia de estos enfoques, al tiempo que se hace una exploración en torno a las construcciones culturales de las relaciones de género en México con la intención de contribuir a cerrar esta brecha. A partir de una breve revisión de la literatura académica relevante se desarrolla el argumento de que la constitución de las relaciones de género en México tiene que ser entendida a partir de la consideración de procesos históricos en diferentes etapas, de procesos de globalización cultural e hibridación en múltiples niveles, así como de la mezcla e interpenetración de elementos culturales heterogéneos provenientes de fuentes internas y externas.

Palabras clave: relaciones de género, construcción cultural, género, México.

 

Abstract

The present essay explores cultural constructions of gender relationships in Mexico. Social researchers have in recent years increasingly focused on analyzing and explaining the notable transformations of gender relationships since the 1970s. However, the majority of the research has been conducted with a predominantly socio-economic or socio-demographic approach, as well as sometimes a political one. This text, wants to contribute to closing these gaps. Based on a brief review of the existing academic literature, it is argued that the constitution of gender relations in Mexico should be understood in terms of long-term, multi-stage, and multi-level processes of cultural globalization, hybridization, and the mixing and interpenetration of heterogeneous cultural elements from diverse internal and external sources.

Key words: gender relationships, cultural construction, gender, Mexico.

 

Introducción

A lo largo de las últimas tres décadas, las relaciones de género en México han experimentado profundas transformaciones debido a factores tales como las crisis económicas y las políticas económicas neoliberales, los procesos de globalización económica y cultural, así como los nuevos movimientos sociales y feministas (Chant, 1991; Chant y Craske, 2003; Cravey, 1997; Amuchástegui, 2001; Salles y Tuirán, 1998; Ariza y de Oliveira, 2004a). En años recientes, la investigación social sobre el tema se ha interesado cada vez más por analizar y explicar el papel de estas transformaciones en la constitución contemporánea de las relaciones de género en México. Sin embargo, la mayoría de estos estudios se ha llevado a cabo a partir de enfoques socioeconómicos, sociodemográficos y, en ocasiones, políticos.1 A pesar de que existen algunos estudios relevantes (p.e. Salles y Valenzuela, 1998; Salles y Tuirán, 1998; Gutmann, 1996; Gutmann, 2003; Hirsch, 2003; Irwin, 2003; Irwin et al., 2003; Amuchástegui, 2001; Szasz y Lerner, 1998; Mirandé, 1997; Carrillo, 2002) que analizan la dimensión cultural de las relaciones de género, son todavía muy escasos y parecen insuficientes para comprender, primero, la constitución de las lógicas culturales contemporáneas acerca de las relaciones de género, y segundo, las maneras complejas, heterogéneas y variables en las que los mexicanos utilizan estas lógicas culturales para comprender y llevar a cabo (performar) sus relaciones genéricas (gendered) interpersonales en la vida diaria. Esas investigaciones han tendido a enfocarse en grupos sociales específicos, tales como las clases populares urbanas o los campesinos, pero han dedicado poca atención a los demás grupos, por ejemplo, las clases medias urbanas.

Este ensayo explora las construcciones culturales de las relaciones de género en México con la intención de contribuir a cerrar esta brecha. A partir de una breve revisión de la literatura académica relevante desarrollaré el argumento de que la constitución de las relaciones de género en México tiene que ser entendida a partir de la consideración de procesos históricos en diferentes etapas, de procesos de globalización cultural e hibridación en múltiples niveles, así como de la mezcla e interpenetración de elementos culturales heterogéneos provenientes de fuentes internas y externas. Los individuos utilizan diversos y variables patrones culturales que coexisten en la sociedad mexicana contemporánea de manera igualmente variable, y a menudo contradictoria, para entender sus experiencias y formular estrategias de acción con respecto a situaciones y problemas particulares (Swidler, 2001).

Para dar cuenta de estos complejos procesos en la investigación social, es frecuente la utilización del vocabulario dualista que plantea el tránsito de las formas sociales 'tradicionales' hacia las 'modernas' —fundamentalmente en un sentido socioeconómico—. En mi opinión, este enfoque resulta limitado, puesto que no permite conceptualizar de manera adecuada las complejidades a las que he hecho referencia.

Más adelante exploraré estas ideas con base en hallazgos preliminares de una investigación empírica2 en curso acerca de las construcciones culturales de las relaciones de pareja entre profesionistas y académicos jóvenes en la Ciudad de México. Documentaré, asimismo, algunos aspectos significativos del entorno cultural de estos mexicanos de clase media a partir de la exploración de los patrones argumentativos de una selección de revistas y libros de autoayuda consumidos por este sector de la población. Concluyo este ensayo con algunas preguntas reflexivas acerca de posibles líneas futuras de investigación sobre los asuntos de género y la cultura en México.

 

Las construcciones culturales de las relaciones de género en México

Revisión de la literatura sobre relaciones de género contemporáneas

No hay duda de que el orden de género mexicano ha sufrido transformaciones importantes a lo largo de las tres décadas recientes.3 A pesar de la compleja constitución de las relaciones de género y de la necesidad de diferenciarlas en términos de clase, etnicidad, localidad y otras formas de desigualdad social, hasta mediados o fines de la década de 1970, la investigación ha resaltado el predominio de estructuras patriarcales4 en las relaciones de género: tendencias hacia divisiones sistemáticas de autoridad y poder en favor de los hombres; divisiones genéricas del trabajo, reservando el acceso a la esfera pública, el empleo y la política para los hombres, y confinando a las mujeres a la esfera privada y doméstica; además de una organización autoritaria de la sociedad alrededor de modelos patriarcales específicos de familia que corresponden, en parte, a interpretaciones particulares del catolicismo (Esteinou, 2005; Stern, 1995; McGinn, 1966; Hirsch, 2003; Cicerchia, 1997; Dore, 1997; Irwin et al., 2003; Careaga, 1984). No parece exagerado aseverar que las relaciones de género en México, por lo menos desde el comienzo de la década de 1980, se han vuelto mucho más complejas. A pesar de que siguen siendo vigentes ciertos patrones patriarcales, hoy en día existen alternativas más accesibles para los mexicanos en materia de creencias y de prácticas. Un ejemplo de ello es que para muchas mujeres mexicanas ahora puede ser más fácil imaginarse, escoger y llevar a cabo proyectos de vida que difieren de trayectorias patriarcales orientadas a la entrada al matrimonio a una determinada edad, seguida de la maternidad y una vida doméstica en el ámbito conyugal. En cambio, se han vuelto alternativas factibles para muchas de ellas el acceso a una educación superior, una participación extensa en el mercado laboral o la vida como soltera (García y de Oliveira, 1994; García y de Oliveira, 1995; García y de Oliveira, 1997; Hirsch, 2003).

Estas transformaciones se han estudiado frecuentemente desde perspectivas muy específicas en la literatura académica. La investigación social hasta ahora se ha preocupado fundamentalmente por elucidar los elementos socioeconómicos, demográficos y políticos de estos procesos, mostrando un interés muy limitado en sus aspectos culturales. En este sentido, considero conveniente retomar el concepto de 'cultura' tal y como lo define Swidler:

Según la definición ya clásica de Geertz (1973: 89) la cultura es 'un patrón transmitido a lo largo de la historia, de significados que se manifiestan en símbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales los hombres comunican, perpetuan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes acerca de la vida.' Ver la cultura como significados manifiestos en símbolos, dirige la atención hacia fenómenos tales como las creencias, las prácticas rituales, las formas de arte, las ceremonias y las prácticas culturales informales como el lenguaje, el chisme, las historias y los rituales de la vida diaria. Yo retomaría 'la definición minimalista de lo cultural [culturalness]' de Ulf Hannerz (1969: 184) 'en concordancia con... la esencia del uso convencional... que existen procesos sociales de compartir formas de comportamiento y de ver la vida dentro de [una] comunidad.' Pero agregaría el énfasis de Geertz en el papel de los vehículos simbólicos particulares (rituales, historias, dichos) en la creación y el mantenimiento de estos modos de actuar y de pensar. De hecho, la cultura es específicamente el agregado de vehículos simbólicos por medio de los cuales ocurren estos procesos de compartir y aprender (Swidler 2001; 12; traducción del autor).

Gran parte de los estudios publicados en México sobre las relaciones contemporáneas de género se podría dividir, según la clasificación de Ariza y de Oliveira (2004b), en una línea sociodemográfica, una línea socioeconómica y una línea sociocultural. El predominio de las dos primeras es claramente visible, en virtud de la gran cantidad de publicaciones existentes y por la importancia que los investigadores les han otorgado. Ariza y de Oliveira (2004b: 10) mencionan, de hecho, que la "dimensión sociodemográfica es la que mayor atención ha recibido" en esta área de la investigación, y explican que la "dimensión socioeconómica del mundo familiar también ha sido objeto de un interés especial". Más adelante introducen brevemente la dimensión sociocultural de las relaciones de género, pero no usan calificaciones igualmente positivas para describirla. En general, la posición de los estudios con un enfoque sociocultural dentro de la investigación sobre las relaciones de género en México y en círculos académicos mexicanos parece ser más bien marginal.

El panorama a nivel internacional es algo parecido, dado el aparente predominio de la investigación dentro del marco conceptual de los estudios de desarrollo. Este argumento se puede ilustrar examinando la reciente revisión de Chant y Craske (2003) de los estudios más importantes sobre "Género en América Latina" (Gender in Latin America). Su libro se divide en varios capítulos que revisan las más importantes líneas de investigación en esta área de la investigación, cómo "género y pobreza", "género y salud", "género y empleo" o "género y sexualidad". Aunque potencialmente relevante, no contiene ningún capítulo sobre "género y cultura" o algo semejante. El libro tiene un enfoque distintivo sobre los patrones socioeconómicos, demográficos y políticos, y en consecuencia, la extensa bibliografía de este libro contiene fundamentalmente referencias a textos en estas áreas y no presta tanta atención a líneas de investigación alternativas.

Exploraré ahora algunas características relevantes de las líneas de investigación predominantes en el tema. El primer aspecto notable del patrón mencionado en la literatura académica es la suposición, frecuente pero pocas veces explícitamente definida, de una determinación económica de las relaciones de género. Gran parte de la literatura académica en esta línea se orienta a explicar las recientes transformaciones de las relaciones de género, sobre todo a partir de las crisis económicas que han sacudido a México desde la década de 1980 y sus efectos subsidiarios (p. e. Chant, 1991; González de la Rocha, 1988; González de la Rocha y Escobar, 1991; Fernández, 1983). Los efectos de las crisis, como la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral para enfrentar el declive de los ingresos o la pérdida de empleo de los 'proveedores masculinos', son resaltadas como elementos centrales de los cambios en las relaciones de género y estudiadas de manera muy detallada. En cambio, algunos desarrollos culturales, como por ejemplo, la creciente influencia de los medios masivos que operan a nivel global, a menudo son solamente mencionados brevemente; con frecuencia se utilizan en argumentos subsidiarios, para contextualizar desarrollos económicos o demográficos sin ser examinados a profundidad y sustentados con datos empíricos detallados.

A partir de este determinismo económico existe una tendencia notable en la literatura académica hacia la discusión de los cambios en las relaciones de género, pero en los términos establecidos por un vocabulario analítico construido alrededor del concepto de modernización. Este vocabulario supone una transformación más o menos lineal de los patrones de la vida social en general, y de las relaciones de género en particular, desde algún tipo de formas sociales 'tradicionales' o 'patriarcales' hacia algún tipo de formas más 'modernas', abiertas y plurales, a través de desarrollos demográficos, económicos y, también, culturales. Los conceptos de 'tradición' y 'modernidad' son usados, de hecho, de manera variable en la literatura respectiva, a lo largo de la misma y al interior de textos particulares. Por lo general, no se presenta ninguna discusión explícita de esta diversidad en sus significados.5 El concepto de 'tradición', por ejemplo, es usado a lo largo de la literatura académica con varios significados implícitos. Entre otros, se usa para referirse a conjuntos integrados de creencias y prácticas que describen, por ejemplo, arreglos patriarcales generales de género, en términos de división del trabajo y de poder en los hogares de la sociedad mexicana en ciertos periodos históricos. También es usado para referirse a sistemas de creencias integrados que no corresponden nítidamente a patrones de prácticas. Cuando los asuntos de género y de cultura son discutidos desde estos dos patrones, existe una tendencia a presentarlos en términos de sistemas integrados de creencias sobre asuntos de género6 (gender belief systems) (Deaux and Kite, 1987) unitarios y generales, y no en términos de repertorios culturales variables y complejos (Swidler, 2001), utilizados por diferentes actores de manera igualmente variable, localizada y potencialmente contradictoria. En estas dos formas de escribir sobre 'tradición' y 'modernidad', también existe la tendencia a posicionarlos como dos polos más o menos predeterminados del cambio social, entre los cuales las transformaciones ocurren de una manera más o menos lineal. En tercer lugar, el concepto 'tradición' es usado también para referirse a sistemas localizados de creencias o prácticas de grupos sociales particulares, tales como los pueblos indígenas, la población colonial criolla, etcétera.

Más allá de esta relativa ausencia de lo cultural en las discusiones conceptuales relevantes en la literatura sobre las relaciones de género, existe otro problema mayor respecto al concepto de 'modernización' y sus conceptos subsidiarios. Me refiero a su validez empírica y especialmente a sus formas de uso más unitarias. La investigación histórica reciente (Esteinou, 2005; Cicerchia, 1997; Dore, 1997; Stern, 1995; Merrell, 2003) ha destacado una gran diversidad de formas de vida social a lo largo de la historia mexicana, lo cual no permite hablar más que de 'tradiciones' y 'modernidades' particulares. Ambas son localizadas cuidadosamente y examinadas en el contexto de los lugares, periodos históricos y grupos sociales particulares a los cuales corresponden. De hecho, de esta idea surge la pregunta de si el vocabulario analítico de 'modernización' ofrece el potencial para tratar estas complejidades empíricas de manera adecuada o si son necesarias reconsideraciones teóricas mayores que permitan ir más allá de este limitado vocabulario.

Dada esta hegemonía de la investigación sobre las relaciones de género en México desde una perspectiva demográfica, socioeconómica y de desarrollo, existen pocos estudios e investigadores que exploren el lado cultural (p. e. Salles y Valenzuela; 1998; Salles y Tuirán, 1998; Hirsch, 2003; Gutmann, 1996; Mirandé, 1997; Carrillo, 2002). De hecho, esta investigación se ha llevado a cabo en el área de las humanidades y no en la de las ciencias sociales (p. e. Gutiérrez de Velasco, 2003; Irwin, 2003), lo cual posiblemente ha llevado al establecimiento de un enfoque particular en el análisis de 'documentos culturales' en la literatura, el cine y las artes, en lugar de su estudio, igualmente valioso, desde otras formas más inmediatas de interacción social.

Ciertas discusiones recientes en las ciencias sociales en México, y a nivel internacional, sobre asuntos como la posmodernidad, los elementos no económicos de la globalización y la relación entre género y cultura (p.e. Coronado y Hodge, 2004; García Canclini, 1999; García Canclini, 1990; Beverley et al., 1995; Jameson y Miyoshi, 2003; del Sarto et al., 2004; Nederveen Pieterse, 2004) han sido incorporadas escasamente a las discusiones sobre las relaciones de género en México (excepciones son, por ejemplo: Salles y Valenzuela, 1998; Amuchástegui, 2001, y Jiménez, 2003). Aunque existe un número limitado de estudios importantes sobre género y cultura en México, todavía no se ha establecido un vocabulario analítico significativo o un retrato coherente de patrones empíricos respecto al aspecto sociocultural de las relaciones de género como alternativas al modelo de modernización.

 

La cultura como esfera independiente de la vida social

Dado el enfoque particular de gran parte de la literatura académica sobre las relaciones de género contemporáneas en México, podría considerarse indicado desarrollar perspectivas complementarias para explorar de manera más detallada su dimensión cultural. En este contexto, primero se tiene que afirmar la constitución de 'cultura', en el sentido de la definición dada anteriormente, como esfera analíticamente independiente de la vida social. Tanto las estructuras simbólicas a gran escala, que definen los significados de diferentes formas de pensar, sentir y actuar, como las maneras en las que los actores individuales usan los elementos proporcionados por estas estructuras, parecen estar constituidas de una manera que no puede ser deducida de manera nítida y lineal a partir de la constitución de estructuras económicas, demográficas o políticas (Swidler, 2001; Strauss, 1998). Aunque los patrones culturales bien pueden estar relacionados de manera muy cercana o paralela a otras estructuras y arreglos institucionales (Swidler 2001), parecen seguir una lógica social sui generis. Este argumento se puede ilustrar con base en el reciente estudio de Jennifer Hirsch (2003) sobre patrones de vida conyugal y sexualidad en una comunidad transnacional de mexicanos viviendo en dos pueblos mexicanos y en la ciudad de Atlanta en Estados Unidos. Hirsch expone los cambios en los significados del matrimonio, la sexualidad y la reproducción en esta comunidad, los cuales muestran la existencia del ideal de un 'matrimonio de compañeros' (companionate marriage) basado en la confianza y en la intimidad sexual. El matrimonio entre muchas parejas jóvenes, como señala Hirsch, no implica mantenerse juntos —como sucede en las generaciones anteriores— a partir del respeto mutuo y del cumplimiento de obligaciones genéricas, como el trabajo doméstico y la maternidad para las mujeres. Más bien, factores como el compañerismo, la confianza, y la creación de vínculos afectivos se han vuelto centrales para estas parejas. De tal suerte que para mantener la relación es necesario un constante 'cortejo después del matrimonio' (courtship after marriage). Este cambio, para muchos de sus participantes, está relacionado con las ideas sobre la modernidad y los intentos por crear una relación más 'progresiva, abierta y racional', libre de las restricciones vividas por sus padres.

En estos 'matrimonios de compañeros', el significado de la sexualidad tiende a residir en la experiencia de intimidad y en la satisfacción mutua en lugar de la reproducción y la obligación de las mujeres de satisfacer a sus esposos como parte del 'acuerdo matrimonial' (marital bargain), como sucedía en la generación de sus padres. El sexo puede ser negociado de acuerdo con las preferencias individuales, lo cual, por ejemplo, puede permitir a las mujeres negarse a tener contactos sexuales con sus esposos en lugar de ser obligadas a satisfacerlos. Los cambios en el significado de la sexualidad, según Hirsch, también se manifiestan en transformaciones de las prácticas reproductivas entre muchas parejas jóvenes. Estas transformaciones incluyen el retraso del primer embarazo después del matrimonio, en comparación con generaciones anteriores, lo cual permite a las parejas disfrutar su compañía y estabilizar la relación, una disminución del número de hijos deseados entre las mujeres jóvenes, y una mayor aceptación de métodos anticonceptivos modernos.

Al enfatizar estos cambios, Hirsch los califica cuidadosamente y reconoce su carácter tentativo, así como la persistencia de normas maritales y sexuales más 'tradicionales' entre muchas parejas jóvenes. Lejos de dejar atrás por completo a estos modelos 'tradicionales', Hirsch concluye que el ideal del 'matrimonio de compañeros' basado en la confianza y la intimidad sexual, coexiste con lo 'tradicional'. Por lo que los participantes jóvenes de su estudio, enfrentan decisiones complejas respecto a la construcción de relaciones de pareja exitosas.

Hirsch explica la tendencia generacional hacia la constitución de relaciones de pareja basadas en el compañerismo, así como las diferencias existentes entre sus participantes jóvenes, en relación con el desarrollo socioeconómico y demográfico en México. Identifica factores relevantes tales como el declive de las tasas de fecundidad, el creciente acceso a la educación formal, la difusión de ideales sexuales 'modernos' y de información sobre las sexualidades a través de los medios de comunicación, así como las experiencias migratorias a Estados Unidos, las cuales pueden implicar mayores niveles de privacidad e individualismo y un entendimiento de la sexualidad desvinculada de la reproducción. Hirsch explica que las variaciones en las actitudes de sus participantes respecto al matrimonio y la sexualidad se deben a asuntos tales como, diferentes niveles de educación formal y el acceso de los migrantes a diversos recursos como visas o automóviles, los cuales podrían incrementar su exposición a la cultura estadounidense. Hirsch resalta la compleja gama de decisiones viables para los jóvenes mexicanos en la definición de sus identidades sexuales. El carácter detallado de sus argumentos es facilitado por su uso efectivo de la bargaining theory ('teoría de negociación'), la cual le permite explorar a profundidad las metas, estrategias y los recursos involucrados en la formas en las que sus participantes construyen matrimonios y sexualidades.

Este largo ejemplo describe un acercamiento alternativo7 al estudio de la dimensión cultural de las relaciones de género en México que va más allá del enfoque centrado en los patrones económicos y demográficos, basado en el vocabulario de la modernización lineal. Hirsch reconoce, y toma en cuenta en su argumentación, el impacto de lo económico y lo demográfico en las vidas de sus participantes, sin embargo, avanza más allá y propone que las formas en las que las mujeres y los hombres de su estudio enfrentan estos patrones varían de manera considerable. De hecho, las retrata como constituidas de manera variable y plural por los diferentes significados culturales que sus participantes adquirieron a lo largo de sus vidas, por ejemplo, en relación con sus experiencias migratorias. En el argumento de Hirsch, los patrones culturales interactúan de manera importante con las estructuras económicas y demográficas. La migración, y las experiencias que involucra, resultaron en parte debido a presiones económicas, pero las transformaciones culturales ocurridas, hasta un cierto punto, a partir de estas experiencias, son retratadas analíticamente de forma independiente de los factores económicos.

Es necesario profundizar aún más en los argumentos anteriores. Al destacar la importancia de la 'cultura' en la construcción de las relaciones de género, no pretendo disminuir la importancia de los procesos económicos, demográficos y políticos, ni argumentar que los desarrollos culturales se deberían estudiar sin tomar en cuenta estos procesos. Más bien, parece importante reconocer que lo económico, lo demográfico y lo político nunca son simplemente tales, sino que también tienen que ser comprendidos e investigados como manifestaciones de formas culturales particulares. De la misma manera, la cultura también tiene que ser estudiada en términos de sus contextos económicos, políticos o demográficos específicos. En vez de ser determinados por estas estructuras, los patrones culturales interactúan con ellas en la constitución de las maneras en las que los actores individuales pueden pensar y experimentar sus relaciones de género en la vida diaria. Esta idea se puede ilustrar con el relevante estudio de Guillermo Bonfil Batalla, México Profundo (2003). Uno de los argumentos centrales de esta obra es que la sociedad mexicana tiene que ser analizada en términos de la dualidad básica y el conflicto entre un "México imaginario", conformado por las elites sociales y las clases medias, viviendo según un proyecto occidental de 'modernización' y en el rechazo a las raíces indígenas del país; y un "México profundo", el cual comprende a los grupos subalternos que reproducen de diferentes maneras los modos de organización social de la civilización precolombina. La naturaleza de esta división es fundamentalmente cultural y designa patrones discordantes de significados simbólicos y prácticas relacionadas, según las cuales, los miembros de los diferentes sectores de la sociedad mexicana llevan a cabo sus vidas diarias. Sin embargo, la dualidad entre el "México imaginario" y el "México profundo" también se tiene que entender en términos económicos y políticos. Corresponde a arreglos de poder y dominio, al control sobre los recursos económicos, a planes y políticas a gran escala para el futuro de México y a posiciones de clase a lo largo de la historia del país, desde los tiempos de la Conquista. En este patrón argumentativo, ninguna esfera de la vida social adquiere una primacía analítica, más bien interactúan de manera compleja en la formación del carácter de la sociedad mexicana.

 

La cultura como repertorio

Aunque Hirsch no elabora con profundidad las implicaciones teóricas de sus resultados, dado el enfoque fundamentalmente empírico de su estudio, sus argumentos apoyan otra idea significativa: la importancia de estudiar la 'cultura' no solamente en términos de sistemas de creencias (Deaux y Kite, 1987) a gran escala y más o menos homogéneos, sino también en términos de las maneras en las cuales estos patrones a gran escala son apropiados y usados por los individuos en sus vidas diarias. Esta idea es desarrollada a nivel teórico por Ann Swidler (2001), quien no conceptualiza a la 'cultura' como un sistema uniforme, sino como un repertorio:

Para describir cómo funciona la cultura, necesitamos nuevas metáforas. Tenemos que imaginar a la cultura menos como un gran flujo en el cual todos estamos inmersos, y más como una bolsa de trucos o una caja de herramientas desordenada [...] que contiene utensilios con diferentes formas, los cuales caben en la mano más o menos bien, no siempre son fáciles de utilizar y solamente a veces son funcionales. [...] Tal vez sería mejor imaginarse la cultura como un repertorio, como aquél de un actor, un músico o un bailador. Esta imagen sugiere que la cultura cultiva talentos y hábitos en sus usuarios, así que alguien puede ser más o menos hábil en los repertorios culturales que está llevando a la práctica, y estas capacidades culturales pueden existir como talentos, hábitos y orientaciones separadas, y como arreglos mayores, parecidos a las piezas que un músico ha llegado a dominar o las obras que un actor ha aprendido. En este sentido, la gente dispone de un arreglo de recursos culturales a los cuales puede recurrir. Podemos preguntar no solamente cuáles piezas están incluidas en el repertorio, sino también por qué algunas son llevadas a la práctica en un cierto momento y otras en otro [momento] (2001: 24f.; traducción mía).

La metáfora del 'repertorio' le permite a Swidler conceptualizar el carácter heterogéneo y no siembre nítidamente integrado de patrones culturales a nivel de la sociedad en general. Desde esta idea, desarrolla un modelo teórico detallado de las maneras en las cuales algunos californianos de clase media, recurren a sus repertorios culturales hablando del amor y de sus experiencias en sus relaciones amorosas. Aunque no es mi propósito reproducir de manera detallada el modelo teórico de Swidler, algunos de sus elementos deberían ser resaltados. No solamente los patrones culturales,8 a nivel de grandes instituciones o de la sociedad en general, son, según Swidler, heterogéneos y sistemáticos solamente de manera parcial; igualmente, los individuos recurren a diferentes elementos de los patrones generales incluidos en sus repertorios de manera variable, situacionalmente específica y, por lo tanto, potencialmente contradictoria con base en las exigencias de diferentes contextos situacionales e institucionales. Las formas en las que los individuos hacen uso de los diferentes recursos culturales disponibles para ellos son formadas, explica Swidler, por la necesidad de construir estrategias de acción viables en relación con estas exigencias contextuales.

En este modelo de 'cultura', el cual solamente puede ser expuesto de manera rudimentaria en este texto, reside en mi opinión, la suposición de una indeterminación fundamental en el movimiento analítico desde las 'estructuras' culturales a nivel de la sociedad en general, hacia los usos a nivel individual de los significados proporcionados por estas mismas estructuras. Proposiciones respecto a la posición de ciertas estructuras de significados en una sociedad, una clase social o un grupo social, no permiten por sí mismos inferencias respecto a las formas en las que los individuos, que pertenecen a esta sociedad, clase o grupo social, usan estos significados en sus vidas diarias, dada la importancia de variaciones personales y situacionales. Por lo tanto, es insuficiente para entender completamente la constitución contemporánea de las relación de género en la sociedad mexicana razonar exclusivamente, como es común en la literatura académica, en términos de los cambios en la importancia de diferentes patrones culturales a gran escala, como por ejemplo, los modelos patriarcales, católicos y autoritarios, en comparación con modelos más pluralistas, seculares e igualitarios. Más bien, para entender esta área temática con mayor profundidad será indispensable considerar también las maneras en las que, por ejemplo, un supuesto individualismo secular o un catolicismo patriarcal son usados por diferentes individuos y examinar cuidadosamente las implicaciones de los contextos sociales particulares en los que se desenvuelven estos individuos.

 

Analizar relatos de género y cultura

En este contexto parece útil hacer uso de diferentes modos de analizar relatos individuales respecto a los significados y las experiencias de diferentes aspectos de las relaciones de género. Plummer hace una distinción en el uso analítico de los relatos proporcionados por las entrevistas como recurso o como tema:

[...] Viendo los fenómenos como recursos, llegamos a usarlos para ver cuáles ideas ofrecen a fin de comprender la vida social. [...] estamos interesados en la historia de Rigoberta Menchú porque nos contará sobre [cómo es] ser una joven revolucionaria en Guatemala —el relato nos ayuda; es un recurso para comprender. En cambio, viendo los fenómenos como temas, llegamos a verlos como temas de investigación en sí mismos: como temas de interés en sí. [...] En este contexto quisiera saber no solamente qué nos puede decir el relato de vida sobre significados, moralidades y las vidas de culturas, sino también cómo el contar una historia es igualmente el producto de una cultura. Aquí, la historia misma se vuelve objeto de estudio: ¿Por qué la gente cuenta las historias de sus vidas? ¿Qué los hace contar sus historias de ciertas maneras? ¿Las contarían de manera diferente —o no las contarían— en diferentes tiempos y lugares? Y ¿hay historias que simplemente no pueden ser contadas: las llamadas 'voces silenciadas'? (Plummer, 2001: 36ff., traducción del autor).

En la literatura académica sobre las relaciones de género en México, los relatos individuales comúnmente son usados para adquirir conocimiento, por ejemplo, sobre las actitudes y prácticas de mujeres de clase media en cuanto al empleo extradoméstico, las tareas de la casa y la maternidad (García y De Oliveira, 1997; García y De Oliveira, 1995), la manera en la cual hombres y mujeres en ámbitos rurales entienden la virginidad y la iniciación sexual (Amuchástegui, 2001), o las estrategias de sobrevivencia (survival strategies) de los hogares en tiempos de crisis económicas (González de la Rocha, 1988). Sin embargo, dado el carácter complejo, multipolar y contextualmente específico de la cultura y sus usos, también parece importante analizar tales relatos por sí mismos, es decir, en términos de sus formas y estructuras discursivas y lo que éstas podrían significar en cuanto a la construcción de las relaciones de género a nivel de los significados culturales. En este sentido, Swidler (2001) examina asuntos como el tipo y el número de los diferentes elementos culturales a los cuales sus participantes recurrieron cuando hablaban del amor y de las relaciones amorosas en situaciones personales de estabilidad, cambios o crisis; las maneras en las que integraron estos elementos culturales entre sí; las formas en las que se apropiaron de ellos y los individualizaron o los mantuvieron como 'recetas culturales' distanciadas; o la coherencia entre significados generales, abstractos y relatos de experiencias de la vida diaria. Según los diferentes patrones estructurales y la interacción de diferentes elementos culturales en los relatos individuales, el significado de estos elementos —por ejemplo, un supuesto catolicismo patriarcal o un individualismo voluntarista— variarán de manera considerable. Por lo tanto, parece esencial analizar relatos sobre género y cultura no solamente como recursos para obtener información sustantiva sobre diferentes temas, sino como temas en sí mismos.

 

Relaciones de género, globalización e hibridación cultural

Con base en las suposiciones teóricas detalladas anteriormente, ahora exploraré algunos patrones empíricos en la constitución de las relaciones de género en México. Los datos empíricos presentados a continuación son resultados preliminares de un estudio más extenso sobre construcciones culturales de las relaciones de pareja entre académicos y profesionistas jóvenes en la Ciudad de México. En este estudio contextualizo las historias de vida de mis participantes con 'documentos culturales' consumidos por ellos, como revistas, artículos de periódicos o libros de autosuperación. Comenzaré mis consideraciones examinando este contexto cultural general presente en una selección de estos documentos. Más adelante plantearé algunas preguntas reflexivas en torno al estudio de las maneras en las que mis participantes —miembros de las clases medias— u otros mexicanos, usan los elementos culturales proporcionados por el entorno cultural general.

Algunas ideas presentadas a continuación provienen de la investigación que estoy realizando entre miembros de las clases medias en México, por ello se encuentran referidas a un contexto de referencia muy particular. No se puede suponer que los patrones culturales que describiré están constituidos de la misma manera en otros sectores de la sociedad mexicana. No obstante, esto no parece problemático dado que las líneas de investigación generales que expondré tienen el potencial de generar resultados igualmente interesantes —aunque divergentes—, si son aplicados a otros grupos sociales. Además, estudiar las clases medias mexicanas en sí, parece importante, ya que hasta ahora se ha escrito realmente poco sobre este sector de la sociedad.

Es importante reconocer desde el principio la diversidad y pluralidad que ha caracterizado al orden de género mexicano en cualquier época, así como el carácter no lineal de los desarrollos por los cuales ha transitado. En lugar de entender estos desarrollos en términos de 'modernización', se pueden conceptualizar como procesos de hibridación, de 'mezcla' e interpenetración de diferentes patrones sociales dentro de la sociedad mexicana, o que incluso se incorporan a ella desde afuera (García, 1996; García, 1995; García, 1990; Nederveen, 1997; Nederveen, 2004; Amuchástegui, 2001).

Respecto a las formas culturales, la hibridación se define como 'las maneras en las que las formas se separan de las prácticas existentes y son recombinadas con nuevas formas en nuevas prácticas (Rowe y Schelling, 1991: 231). Este principio también se aplica a las formas estructurales de la organización social (Nederveen, 2004: 64).

Un ejemplo básico —el cual solamente puedo presentar de manera muy esquemática— sería la conquista de las civilizaciones indígenas por los españoles y las maneras en las cuales ésta ha inspirado mitos populares y trabajos académicos (Ramos, 1968; Paz, 2002; Mirandé, 1997) sobre el machismo como reacción a la conquista y 'la violación de las mujeres indígenas por los invasores extranjeros'. Otro ejemplo más reciente sería la 'apertura' y la pluralización de las maneras de pensar acerca de las relaciones de género a partir de los programas gubernamentales de salud reproductiva, influencias culturales extranjeras, etc., las cuales ahora coexisten e interactúan con significados patriarcales (González, 1998; Villafuerte, 1998; Carrillo, 2002).

A lo largo de los cinco siglos pasados, México ha sido profundamente incorporado a los desarrollos históricos a nivel global y su sociedad se caracteriza por una gran diversidad de formas culturales y prácticas (Merrell, 2003). Esta hibridación se manifiesta en la sociedad, tanto en términos de su relación con el mundo exterior como en términos de su organización interior. Su relación con el mundo exterior ha sido caracterizada por la mezcla de sus formas culturales, políticas y sociales con influencias extranjeras a lo largo de su historia, sea por las frecuentes invasiones militares extranjeras, adaptaciones locales del catolicismo —como el mito de la Virgen de Guadalupe—, la adopción de modelos políticos y filosóficos provenientes de Europa y Estados Unidos o la preferencia de las elites mexicanas a fines del siglo XIX por la arquitectura, el arte y los bienes de consumo europeos, los cuales han sido incorporados en el rostro de la Ciudad de México de una manera muy particular (Macías, 2003; Merrell, 2003; García, 1990). A nivel interno, la cultura mexicana se caracteriza por la gran variedad y las formas a veces profundamente discordantes de producción económica, estilos de vida, modos de organización espacial y temporal. Un ejemplo notable es el carácter heterogéneo de algunas ciudades como la Ciudad de México, en la cual economías 'tradicionales' de subsistencia coexisten al lado de empresas comerciales y financieras que emplean alta tecnología y que actúan a nivel internacional; al tiempo que los sectores medios y altos de la sociedad disfrutan estilos de vida y prácticas de consumo occidentalizados, casi totalmente desconectados de las formas de vivir de, por ejemplo, migrantes campesinos o indígenas empobrecidos en otras zonas de la ciudad (Bonfil, 2003).

Por ello, en lugar de concebir la cultura mexicana como sistema independiente del exterior, parece indicado entender su constitución, según las líneas de investigación recientemente propuestas por Urry (2000), en términos de las movilidades crecientemente globalizadas, variables y fragmentadas de personas, objetos, significados e ideas en redes globales de diversas maneras. Tanto la emergencia de tendencias históricas centrales en la organización de las relaciones de género como las contradicciones persistentes y las formas diversas de entender y practicar el género que fundamentan estas tendencias, se deben conceptualizar como resultado de esta diversidad y no como consecuencias uniformes de procesos de 'modernización'.

El carácter híbrido de la sociedad mexicana, en este caso a nivel de las relaciones de género, se puede documentar aún más examinando los medios de comunicación por medio de los cuales los participantes en el estudio mencionado, así como otros mexicanos de clase media, se informan sobre cuestiones de género, sexualidad, etc. Para dar un ejemplo de ello, exploro brevemente una selección de 15 libros de autosuperación y revistas que se enlistan en la tabla 1 del Apéndice. Estos textos se venden en las tiendas departamentales Sanborn's, cuyos clientes típicamente pertenecen a las clases medias o altas, y en los puestos de periódicos en zonas residenciales de clase media en la Ciudad de México. Decidí examinar estos dos tipos de documentos porque a menudo son consumidos por la mayoría de los participantes de mi estudio, y son vendidos frecuentemente en espacios de las clases medias en diferentes partes de la ciudad, lo cual documenta su significado como fuentes de información principales para estos grupos sociales.

Estos documentos difieren de manera considerable en términos de sus trayectorias: desde los autores hasta las casas editoriales, y desde los posibles importadores hasta los tipos de lectores. Algunos han sido publicados exclusivamente en México (3, 6, 7, 9, 10, 11, 13), otros han sido publicados originalmente en otros países, cuyo nivel cultural es diferente (p. e. España, Estados Unidos, y otros países de América Latina) para ser vendidos sin sufrir cambio alguno en México (1, 2, 4, 8, 12). Otros más son ediciones especiales de publicaciones internacionales destinadas al mercado mexicano (14, 15), en tanto que uno de ellos ha sido escrito y publicado en México para ser vendido en México y en Estados Unidos. Los perfiles de sus autores, sobre quienes se presenta información, son igualmente heterogéneos en términos de sus orígenes nacionales (por ejemplo, España, otros países de América Latina, México y Estados Unidos), los cuales no siempre coinciden con los países en los cuales sus textos son publicados y distribuidos. La revista Psicología Práctica, por ejemplo, es publicada en España, importada a México sin cambios (es decir, sin adaptaciones a las particularidades del español mexicano) y contiene contribuciones de autores de países como España, Colombia y Argentina.9 La portada de la revista contiene los precios para España, Portugal, Italia, Austria, el Reino Unido, Marruecos y Grecia.

En cuanto a su contenido, que solamente expongo de manera muy general, estas publicaciones también difieren de manera significativa. Tienen raíces ideológicas en corrientes como el psicoanálisis, diferentes formas de psicoterapia, administración de empresas, moralidad católica, genética popular y sociobiología, además de misticismo oriental.

En este sentido, y dadas sus complejas trayectorias, no parece posible comprender estas publicaciones, y su contenido, con base en la dicotomía conceptual de 'tradicional' y 'moderno', o analizarlos únicamente en términos de la constitución de una supuesta cultura independiente y exclusivamente 'mexicana'. Estas publicaciones y los significados que transmiten —los cuales conforman de manera importante el entorno cultural de muchos mexicanos de clase media en la Ciudad de México— fluyen por redes globales de ideas, intereses económicos, tecnologías de comunicación, etc. (Castells, 2000). Son fundamentalmente híbridas, ya que las ideas que contienen están disociadas de sus contextos 'originales' y son reinterpretadas en el acto de disociarlas y transplantarlas a otros contextos sociales: por ejemplo, la revista Cosmopolitan (17 de Marzo 2005, pp.90ff.), distribuida a nivel global, presenta a sus lectores mexicanos un artículo escrito aparentemente por dos periodistas estadounidenses sobre el Kama Sutra, que proviene originalmente del sur de Asia.

En este sentido, es viable hablar de que existe una pluralidad contradictoria de nociones sobre las relaciones de género circulando en México y en publicaciones como las listadas en tabla 1. Por un lado, de manera muy general y superficial, parece posible agrupar las publicaciones listadas en dos grupos: el primer grupo (1-4, 8-12, 14, 15) se caracteriza por presentar un modelo altamente individualista y voluntarista de la vida social, el cual da prioridad a las decisiones individuales en la búsqueda de preferencias personales, de la felicidad, etc. Eso se manifiesta en algunos de sus títulos, los cuales colocan en un lugar central al yo (Yo, Eres, Por ti) y a la autorrealización voluntarista (Actitudes para triunfar, La conquista de la voluntad, Manual para triunfadores). Las relaciones de género en este grupo son retratadas como consecuencia de negociaciones y decisiones a nivel individual, por ejemplo, tener hijos (cuatro) depende enteramente de la libre decisión de las mujeres. El segundo grupo (5-7, 13) se caracteriza por resaltar un modelo que conceptualiza las relaciones de género en términos de posiciones sociales fijas y socialmente determinadas. Por ejemplo, La conspiración feminista (siete) es un intento algo desordenado dejustificar la subordinación 'natural' de las mujeres bajo la autoridad masculina, y Ser mamá (13) retrata la vida de las mujeres enfocada por completo en la esfera privada; contiene secciones como "Mujer y madre", "La familia", "Diversión" y "Salud" (Marzo, 2005).

Por otro lado, examinando estas publicaciones de manera más detallada, esta clasificación parece ser de validez limitada, ya que no retrata cabalmente la heterogeneidad de significados dentro de cada grupo y dentro de cada texto. Las publicaciones 'individualistas' del primer grupo, por ejemplo, contienen perspectivas muy variadas respecto a la construcción de relaciones de pareja viables, desde una discusión reflexiva, terapéuticamente motivada de las implicaciones complejas de 'decisiones' como la maternidad, hasta exhortaciones rígidas a la represión de 'emociones negativas' y 'resentimientos' para disciplinar la voluntad en aras de la construcción de relaciones duraderas (dos). Igualmente, en el segundo grupo, por ejemplo, a pesar de su imaginario, al parecer patriarcal, respecto a las mujeres confinadas a sus casas, Ser mamá (13) tiene connotaciones individualistas notables, ya que retrata la maternidad y la relación conyugal en términos de la autorrealización femenina y no como obligaciones dadas por las posiciones sociales predeterminadas.

Entonces, aun dentro de este limitado grupo de publicaciones y dentro de cada una de ellas existe una mezcla compleja de ideas con orígenes e implicaciones divergentes. Estas publicaciones potencialmente proveen a sus lectores de patrones plurales y también contradictorios de significados culturales respecto a las relaciones de pareja. Con respecto al asunto de los usos de estos patrones culturales a nivel individual, eso implica preguntas importantes. Por ejemplo: ¿cómo y hasta qué punto los lectores incorporan estos significados diferentes en sus repertorios de ideas y puntos de vista generales sobre las relaciones de género? Dado el carácter variable de los significados culturales socialmente disponibles ¿cómo los individuos intentan integrarlos a nivel general? ¿Cómo recurren a ellos para formular estrategias de acción viables para sus vidas diarias? ¿Cómo y hasta qué punto los usan para dar sentido a sus experiencias diarias? Además, las publicaciones descritas en esta sección forman parte de un contexto social muy particular de la clase media, el cual de cierta manera corresponde al "México imaginario" occidentalizado que caracteriza Bonfil Batalla (2003). Entonces, ¿cuáles patrones de significados culturales acerca de las relaciones de género están disponibles en otros sectores de la sociedad mexicana? ¿De qué manera estos patrones difieren de los que son comunes entre los mexicanos de clase media de la Ciudad de México, como los que participaron en mi estudio? Estas preguntas podrían ofrecer líneas de investigación interesantes para la investigación social a futuro.

 

Conclusión

A lo largo de este artículo he intentado exponer algunas ideas sobre formas nuevas y potencialmente interesantes para pensar acerca del desarrollo de las relaciones de género en México. En particular, parece importante en la actual etapa de investigación sobre este tema, reconocer el significado de los factores culturales y de las maneras en las que interactúan con los arreglos socioeconómicos y demográficos que han recibido tanta atención de los investigadores sociales hasta ahora. Dado que ahora, afortunadamente, no existe ningún paradigma teórico dominante en gran parte de las ciencias sociales, las ideas anteriormente expuestas no pueden ser más que sugerencias tentativas para futuros debates. Sin embargo, eso no disminuye su significado potencial. Debates teóricos e investigación empírica, según estas líneas de investigación u otras parecidas, han generado en años recientes resultados importantes en otras regiones del mundo, y por lo tanto podrían llegar a ser igualmente fructíferas para el estudio de las relaciones de género en México. Aunque las líneas de investigación ya establecidas han generado ideas notables, complementarlas con otras perspectivas podría aumentar aun más nuestro conocimiento sobre cómo han experimentado en la vida diaria sus relaciones de género los mexicanos.

 

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Notas

* Quisiera agradecer a la Dra. Olga Lorena Rojas de El Colegio de México por su ayuda durante la producción y revisión de este artículo. Sin su ayuda en la revisión de la versión española y todas las conversaciones que tuvimos sobre mis ideas, este trabajo no hubiera sido posible. Asimismo, quisiera agradecer a la Dra. Rosario Esteinou del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) por su gran apoyo y sus numerosas sugerencias y reflexiones en cuanto a las ideas expuestas en el presente trabajo. Finalmente, quisiera agradecer a El Colegio de México y al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social por el apoyo que me han brindado durante mi estancia como visitante académico. El presente trabajo se basa en una ponencia presentada en la Mexican International Family Strengths Conference, organizada por el CIESAS, en Cuernavaca, Morelos del 1 al 3 de junio 2005.

1 Para una revisión de la literatura académica respectiva en América Latina, Europa y Estados Unidos, véase Chant y Craske (2003) y Ariza y de Oliveira (2004).

2 Entre junio 2003 y marzo 2005 realicé entrevistas y recogí documentos culturales en la Ciudad de México y Cuernavaca, Morelos. Los propósitos más importantes de este proyecto son: la descripción, el análisis y la explicación limitada de los significados generales que los jóvenes profesionistas y académicos tienen respecto a las dimensiones centrales de las relaciones de pareja y de las maneras en las cuales usan estos significados para construir relatos de experiencias y prácticas relevantes. Documento el contexto cultural de mis participantes por medio del análisis de 'documentos culturales' relevantes, como revistas, libros de autosuperación, el guión de una telenovela, artículos de periódicos, etc. Este proyecto de investigación forma parte de mi doctorado en sociología en la Universidad de Essex (Reino Unido) y es financiado por el Economic and Social Research Council (ESRC) del Reino Unido y un PhD. scholarship de la Universidad de Essex. He recibido apoyo académico muy importante en el contexto de estancias como visitante en El Colegio de México y el CIESAS Ciudad de México.

3 En cuanto al concepto de 'orden de género' (gender order) véase: Connell (1987 y 2002).

4 Uso el concepto de patriarcado de manera descriptiva para designar desigualdades sistemáticas en las relaciones de género en términos de relaciones afectivas, sexuales, de poder y producción. No uso este concepto según las líneas respectivas de teoría feminista.

5 Para una discusión de teorías de modernidad en el contexto latinoamericano véase: Larrain (2000).

6 "El concepto de sistemas de creencias sobre asuntos de género (gender belief system) se refiere a patrones de creencias y opiniones sobre lo masculino y lo femenino y sobre las supuestas calidades de masculinidad y feminidad. Este sistema incluye estereotipos sobre mujeres y hombres, así como actitudes hacia individuos que supuestamente difieren de manera significativa de los patrones modales (p. e. homosexuales). Sistemas de creencias sobre asuntos de género, conceptualizados de esta manera, incluyen tanto elementos descriptivos como elementos prescriptitos —creencias acerca de lo que es y opiniones acerca de lo que debería ser" (Meaux y Kite 1987: 97).

7 Para otros modelos teóricos notables véase por ejemplo: Coronado (2003).

8 En este contexto véase Swidler (2001: 187ff.) acerca del concepto relacionado de 'lógicas culturales'.

9 Núm.. 64/2005 de esta revista.

 

Información sobre el autor

Daniel Nehring. Candidato a Doctor en Sociología por la University of Essex, Reino Unido, maestro en Métodos de la Investigación Sociológica por la University of Essex (2003) y licenciado en Sociología por la University of Essex (2002). Estancia como investigador visitante en El Colegio de México de noviembre de 2004 hasta octubre 2005 y estancia como huésped en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social desde septiembre 2004 hasta junio 2005. Temas de investigación: construcciones culturales de relaciones de pareja entre académicos y profesionistas jóvenes en la Ciudad de México (Proyecto financiado por el Economic and Social Research Council (ESRC) del Reino Unido y la University of Essex). Correo electrónico: dfnehr@essex.ac.uk

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