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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.11 no.44 Toluca abr./jun. 2005

 

Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la pobreza y el florecimiento humano

 

Extend the glance. A new poverty approach and the human flourishing

 

Julio Boltvinik

 

El Colegio de México

 

Resumen

Se presenta un enfoque radicalmente nuevo de la pobreza, fundamentado en la antropología filosófica y en la reflexión sistemática sobre las necesidades humanas, que parte del eje conceptual del florecimiento humano (múltiples perspectivas del desarrollo de las fuerzas esenciales humanas: necesidades y capacidades). Al recortar las demás perspectivas se conforma el punto de vista económico del desarrollo de las fuerzas esenciales humanas: el eje del nivel de vida. El artículo presenta las principales conclusiones de un trabajo mucho más amplio. En cada eje se distinguen dos niveles de agregación: societal e individual, y las dimensiones del ser y del estar. Esto permite la construcción de cuatro conceptos de pobreza/riqueza: la humana del ser, la humana del estar, la económica del ser y la económica del estar.

Palabras clave: florecimiento humano, nivel de vida, pobreza, necesidades básicas.

 

Abstract

A radically new approach to poverty, founded on philosophical anthropology and on systematic reflection on human needs, is presented. The approach departs from the conceptual axis of human flourishing (multiple perspectives of the development of human essential forces: needs and capacities). By cutting off all other perspectives, the economic view of the development of human essential forces is constituted: the standard of living axis. The article presents the main conclusions of a much larger work. In each axis two levels of aggregation are distinguished: societal and individual, and two dimensions of being: structural and circumstantial. This allows for the construction of four concepts of poverty/ wealth: structural being human poverty, circumstantial being human poverty, structural being economic poverty, circumstantial being economic poverty.

Key word: human flourishing, standard of living, poverty, basic needs.

 

Hacia un enfoque radicalmente nuevo

El estudio y diseño de políticas de lucha contra la pobreza se está volviendo un campo especializado. Hasta hace algunos meses me gustaba referirme a mí mismo como 'pobretólogo'. Sin embargo, la experiencia de reflexión sistemática sobre los fundamentos de la pobreza llevado a cabo durante 2003, pero sobre todo durante 2004,1 periodo en el cual he escrito mi tesis doctoral (a la que me referiré de aquí en adelante como Ampliar la mirada...) me ha llevado crecientemente a concebir que la pobreza no debe estudiarse aisladamente. Aunque sigo sosteniendo la visión de la pobreza (que ahora llamo económica) como la situación por debajo de un punto de corte normativo en el eje del nivel de vida, ahora concibo este eje como la perspectiva económica del eje de florecimiento humano, cuyos elementos constitutivos son las necesidades y capacidades humanas. También sostengo, como lo he hecho desde hace muchos años, que para fundamentar adecuadamente estas necesidades (a las que ahora he añadido capacidades) se necesita una visión clara de lo que el ser humano es, de su esencia, de lo que lo diferencia (y lo que lo asemeja) a otros animales. Esta marcha hacia lo más general y lo más abstracto la he concebido como 'ampliar la mirada'. He insistido en que, justamente porque los conceptos de pobreza y de nivel de vida suponen una mirada parcial del ser humano, requieren fundamentarse en una mirada total. La verdad, decía Hegel, es el todo.

Por tanto, he adoptado un procedimiento que parte de la antropología filosófica, define los rasgos esenciales e inmutables del ser humano, pasa a la historia y trata de entender cómo se manifiesta esa esencia humana en la historia. Esta comprensión inicial es la base sobre la cual es posible identificar los elementos constitutivos del florecimiento humano. Identificar cómo es la persona humana floreciente. En Ampliar la mirada..? he discutido diversas teorías sobre la persona buena, la persona feliz, la persona realizada.

He optado, con argumentos esgrimidos a lo largo de la primera parte de Ampliar la mirada..., por una visión del florecimiento humano como desarrollo de las capacidades y necesidades humanas, entendidas como una unidad interactiva del lado pasivo y el activo del ser humano. He revisado varias teorías sobre las necesidades humanas y he evaluado sus méritos y debilidades. He analizado las corrientes de rechazo a las necesidades humanas, de odio al concepto, como dice David Wiggins, y las he criticado. He mostrado —apoyándome en Marx-Markus, Wiggins, Doyal y Gough, MaxNeef, Maslow, y Fromm—, que el concepto de necesidad humana es esencial para entender a nuestra especie y para poder evaluar nuestra situación. He fortalecido, con toda esta reflexión, discusión, crítica y réplica, mi convicción de que las necesidades humanas son un concepto irremplazable. Que no pueden ser sustituidas por deseos, preferencias, capabilities o functionings. Pero he aprendido con Marx, con Markus, con Maslow, con Fromm, con Maccoby, con Max Neef, con Doyal y Gough, con Nussbaum, que el ser humano necesita ir más allá de la satisfacción de sus necesidades defícitarias. Que para el verdadero florecimiento humano, si bien se requiere de la satisfacción de las necesidades deficitarias como condición necesaria, es necesario algo más, ya que dicha satisfacción no es suficiente para que la persona realice lo que potencialmente es. Que se requiere que, a través del trabajo o del amor, o de los dos, la persona realice lo que potencialmente es como ser humano, como ser que comparte la esencia de la especie: su potencial de universalidad, de libertad, de creatividad, de conciencia, lo que supone el despliegue y desarrollo de las capacidades.

La pobreza económica es sólo el primer obstáculo a vencer para que ello sea posible. Pero es un obstáculo que la inmensa mayoría de los habitantes del planeta no ha superado hoy. Después hay muchos obstáculos más, el más importante de los cuales es la alienación. Si lo único que posee la inmensa mayoría de las personas del planeta, que es su propio cuerpo y mente, con las capacidades y conocimientos, pocos o muchos, que hayan podido desarrollar, lo tienen que vender para sobrevivir. Si lo único que posee la persona lo usa alguien más por ocho o más horas diarias, ¿qué es la persona? Si en ese uso que otro hace de sus capacidades humanas, la persona no se siente realizada, no siente sus fuerzas esenciales transformando al mundo y transformándose a sí mismas; si sólo siente cansancio y tedio, si siente el producto del trabajo como algo ajeno y es, en efecto, ajeno, ya que pertenece al patrón, qué sentido tiene que la paga recibida sea suficiente para sobrevivir, si al día siguiente, y al año siguiente, será igual. Esto es lo que Marx llamó la alienación. La pobreza y la alienación son los dos obstáculos fundamentales para el florecimiento humano.

La esperanza de muchos seres humanos, que viven para sobrevivir, está fincada en el tiempo libre. Huyendo del trabajo que se hace para sobrevivir, piensan —como Luis Buñuel cuando hacía las películas que llamó alimenticias, o como Kafka que escribía en el tiempo libre que le dejaba un trabajo que odiaba— que en el tiempo libre podrán hacer lo que siempre han querido hacer o convertirse en lo que siempre quisieron ser. La mayoría, sin embargo, termina desperdiciando ese valioso —escaso o abundante— tiempo libre frente al televisor, viendo programas chatarra que ni siquiera lo enriquecen culturalmente.

Las reflexiones anteriores resaltan la importancia de ampliar la mirada para entender cualquier problema o realidad. Ésta es la lección más importante de la compleja investigación que estoy terminando. He concluido, por ejemplo, que abordar directamente el eje del nivel de vida es un error, ya que no nos permite, ni siquiera, conocer correctamente los requerimientos económicos que se derivan de las necesidades de los seres humanos, porque no sabemos, habiendo empezado por donde empezamos, cuáles son las necesidades humanas. ¿Cómo vamos a definir el umbral de pobreza si ni siquiera sabemos lo que necesitan los seres humanos? No es extraño, por ello, que cada vez más los procedimientos para definir ese umbral sean el reflejo de la arbitrariedad total: así es en el Banco Mundial y así es en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y en la Unión Europea. En estas últimas dos instituciones la arbitrariedad toma la forma de elegir una proporción de la media o de la mediana del ingreso como línea de pobreza. Quienes han huido del reto que significa conocer, entender y medir la pobreza, no tienen otra opción que seguir un camino así.

La reflexión emprendida en Ampliar la mirada... me lleva a postular que el factor individual que más frena el desarrollo de esta línea de investigación en la academia es el temor de los investigadores a ser descalificados por haberse atrevido a incorporar juicios normativos en su análisis. A pesar de estar conceptualmente derrotado, el positivismo lógico sigue dominando el quehacer científico en ciencias sociales. Además, el dominio que los economistas ejercen en el tema de la pobreza lo ha pauperizado. Los economistas son quizás los profesionales más temerosos para incorporar juicios normativos en su quehacer y los menos preparados para hacerlo de manera racional.

Lo que presento en este artículo son las ideas centrales de la opción de abrir un camino radicalmente nuevo para el estudio de la pobreza, estrechamente ligado al concepto de florecimiento humano.

 

Elementos constitutivos del eje de florecimiento humano

1. Distinguiré entre pobreza económica y pobreza humana.

2. Distinguiré dos ejes conceptuales: el del florecimiento humano (o bienestar, o desarrollo humano2) y el del nivel de vida.

3. Identificaré la pobreza humana en el eje de florecimiento humano y la pobreza económica en el eje del nivel de vida.

4. Definiré como elementos constitutivos del eje de florecimiento humano el desarrollo y ampliación de las necesidades y capacidades humanas.

5. Cada uno de los dos ejes será subdividido según dos criterios: el nivel de agregación (societal e individual) y la dimensión existencial (ser y estar). La distinción entre las dimensiones del ser y del estar se refiere al grado de permanencia de los rasgos estudiados, quedando en general en el estar las condiciones transitorias o circunstanciales y en el ser las más permanentes o esenciales.

La concepción de pobreza humana, que naturalmente tiene su contraparte en el concepto de riqueza humana, la he desarrollado a partir de una idea de Marx expuesta por Giörgy Markus (1973), quien ha llevado a cabo una lectura magistral de la concepción del ser humano de Marx, realizada desde la perspectiva de la antropología filosófica. Esta lectura permite entender cómo el carácter mediado del trabajo humano (es decir, que se dirige a la satisfacción de las necesidades humanas de manera indirecta, es decir, a través de mediaciones), y que contrasta con la bestia que aprehende directamente la presa que le sirve de alimento, origina la posibilidad de la ampliación constante de las actividades humanas hasta hacerlas universales, con lo cual el ser humano convierte en objetos de su actividad, y por tanto de sus capacidades y necesidades, toda la naturaleza y los objetos no naturales creados por él mismo. De aquí se deriva un rasgo esencial del ser humano, su tendencia a la universalidad que se manifiesta en la ampliación constante de las necesidades y capacidades humanas.3

Para Marx es este carácter mediado del trabajo lo que hace posible la historia humana, no sólo porque permite la acumulación de herramientas, otros medios de producción, construcciones, de manera que las nuevas generaciones pueden partir del punto al que llegaron las anteriores, sino también porque el carácter mediado del trabajo humano hace posible, al superar la fusión animal entre sujeto y objeto de las necesidades, la conciencia del ser humano respecto al mundo que lo rodea y la conciencia de sí mismo, derivando de aquí otro rasgo esencial del ser humano, el de ser consciente, conciencia que tiende a la universalidad, por lo que el ser humano es un ser con conciencia potencialmente universal (Markus, 1973: 49).

Por ello, la historia del ser humano puede ser vista, al menos para el conjunto de la especie, como la trayectoria de la universalización de sus actividades, sus capacidades, sus necesidades, su ser social y su conciencia. Por tanto, para Marx, poniendo de momento el énfasis en las necesidades, el ser humano rico es el que necesita mucho y el pobre el que necesita poco: "Materialmente considerada, la riqueza consiste simplemente en la multiplicidad y variedad de las necesidades" (Marx, 1976, 425-426).

Si aplicamos esta concepción, llegamos aun doble criterio de pobreza: el ser pobre y el estar pobre. Los individuos que necesitan poco son pobres. Los que no satisfacen sus necesidades, cualquiera sea su nivel, están pobres. Los que son y están pobres están en la peor condición humana. En el otro extremo, los que necesitan mucho y además satisfacen esas amplias necesidades son y están ricos.4 Este enfoque no ha sido aplicado. Ni siquiera se ha discutido en la amplísima bibliografía sobre la pobreza. Usualmente partimos del mismo conjunto de necesidades para todos los miembros de una sociedad5 y después cotejamos su grado de satisfacción. Nos situamos con ello sólo en la dimensión del estar pobre.

Es hora de eliminar el énfasis unilateral en las necesidades. Me apoyo para ello nuevamente en Markus, quien ha señalado que

La concepción marxista del hombre no separa tajantemente las necesidades de las capacidades, sino que las considera determinaciones recíprocamente condicionadas del individuo concreto activo.6 En los Manuscritos económico-filosóficos, Marx designa a menudo unas y otras conjuntamente mediante el término "fuerzas esenciales". El hombre es un ente activo, esto es, capaz de satisfacer sus necesidades exclusivamente mediante el desarrollo de determinadas capacidades, y por eso la transformación de sus facultades o capacidades ya desarrolladas en actividad real le resulta necesidad específica. El abismo o la escisión entre capacidades y necesidades es una consecuencia de la división del trabajo y de la alineación.7

Por tanto, la concepción de pobreza y riqueza humanas que he adoptado se refiere al desarrollo de las fuerzas esenciales humanas. La persona que es pobre humanamente es la que no ha desarrollado sus fuerzas esenciales; la que está pobre es la que no satisface sus necesidades o no aplica sus capacidades.

La pobreza económica puede verse como una parte del eje conceptual del nivel de vida. Debajo de un cierto umbral de éste se presenta la pobreza económica. El nivel de vida, a su vez, es la perspectiva económica del eje conceptual más amplio del florecimiento humano. Para que nivel de vida y pobreza económica sean conceptos con su propia especificidad, deben recortar su campo de interés (reducir su objeto de estudio) para que se refieran a no más, pero no menos, que la perspectiva económica del florecimiento humano.

La búsqueda de fundamentos para la definición de los elementos constitutivos del eje de florecimiento humano suele remitir a la reflexión sobre las necesidades humanas (a las que, como he señalado, es necesario añadir las capacidades humanas) y ésta, a su vez, por lo menos para algunos autores entre los que me incluyo, a la pregunta aún más básica sobre la esencia humana, lo que nos sitúa en el terreno de la antropología filosófica. (En la gráfica 1 se representan los dos ejes conceptuales y sus relaciones, así como las operaciones de recorte y de corte, operación esta última que define el umbral que separa a los pobres de los no pobres).

Una respuesta a la pregunta sobre la esencia humana permite abordar con mejores herramientas lapregunta sobre los elementos constitutivos, o contenido, del eje conceptual de florecimiento o bienestar humano. Pero no es en este eje conceptual donde tenemos que hacer el corte que distingue a los pobres económicos de los no pobres económicos, sino en el del nivel de vida La diferencia entre ambos ejes consiste en que en el del florecimiento, si adoptamos como respuesta que los elementos constitutivos están dados por las necesidades y capacidades humanas, está el ser humano con todas sus necesidades y capacidades, el ser humano completo, visto desde todas las perspectivas; mientras que en el del nivel de vida, si bien sigue estando el ser humano completo, ahora es visto sólo desde la perspectiva económica, es decir, desde el punto de vista de los recursos y condiciones económicas.

Es necesario precisar la diferencia entre el enfoque aquí adoptado y el usual. En el primero, no se trata de recortar necesidades o dimensiones del bienestar humano y quedarse sólo con las (mal) llamadas dimensiones materiales de la vida, sino de recortar perspectivas para quedarse, en el eje del nivel de vida, solamente con la perspectiva económica, que en la dimensión normativa del concepto se refiere a los requerimientos económicos de las necesidades y capacidades humanas (recursos y oportunidades). Necesidades humanas como el amor, cuyos satisfactores centrales son las relaciones y no los bienes y servicios (acceso a los cuales supone el dominio sobre recursos), no se eliminan con el recorte aquí planteado, como suele hacerse, pero al recortar perspectivas para quedarnos sólo con la económica, dejamos de interesarnos en los aspectos psicológicos y sociológicos (por mencionar algunos) del amor y nos quedamos sólo con sus requerimientos económicos. Con ello acotamos la pobreza económica, concebida como un nivel de vida tan bajo que resulta incompatible con la dignidad humana, tal como se le acota en el lenguaje de la vida cotidiana, para que no incluya todos los sufrimientos humanos, sino sólo los que se explican por insuficiencia de recursos o falta de oportunidades. La niña hija de millonarios que está muy sola, si la soledad se debe al desinterés de los padres y no a su falta de tiempo, no sería una niña pobre, sino una niña sin afecto, sin amor, por causas no económicas. En cambio, la pareja que vive en casa de los padres de ella por falta de recursos para vivir en una vivienda independiente (propia o rentada), sí está siendo afectada por la pobreza económica. Como veremos, la inclusión de capacidades, y ya no sólo de necesidades, comporta una reformulación del concepto de pobreza económica.

¿Por qué no empezar entonces directamente en el eje del nivel de vida? Esto es, en efecto, lo que hacen casi todos los estudiosos de la pobreza, como se pone de manifiesto en la medición de la pobreza por ingresos, que implícitamente recorta todos los requerimientos de la vida que no estén relacionados con los ingresos. Este camino directo y obvio, en mi opinión, impide acceder a una concepción fundamentada de los elementos constitutivos del eje del nivel de vida y del punto de corte que separa a los pobres de los no pobres.8 Entre otras razones que obligan a dar el rodeo que lleva a preguntarnos sobre la esencia humana está el hecho que el ser humano es una unidad indisoluble y que no podemos entenderlo fragmentándolo de entrada, como supuesto inicial. Por eso, la pobreza económica —entendida como las carencias y sufrimientos humanos que se derivan de las limitaciones de recursos económicos— supone una visión parcial del ser humano y sólo puede tener sentido si se deriva de una concepción integral del mismo.

El florecimiento humano (aunque no le llaman así) lo conciben Marx y Markus como la realización del "ser humano", de la "esencia humana", en la existencia individual concreta, es decir, la medida en la cual el individuo se despliega libremente, multilateralmente. Este despliegue se expresa en el desarrollo y ampliación de sus necesidades y capacidades que tienden a la universalidad. Su conciencia y su socialidad tenderían también a la universalidad. Sin embargo, durante el largo periodo de la alienación, de la prevalencia de la división social espontánea del trabajo, pueden coexistir la creciente universalidad del 'ser humano', es decir, la multilateralidad social, con la creciente unilateralidad de los individuos.

Markus considera necesario, por lo anterior, realizar la evaluación tanto a nivel societal como individual. He adoptado esta postura de Markus y, por tanto, he subdividido el eje de florecimiento humano en estos dos niveles. Pensando en los nombres que Markus elegiría les he puesto 'progreso social' al primero y 'desarrollo de las fuerzas esenciales humanas' al segundo. El progreso social lo conciben Marx y Markus como la constitución de los presupuestos de un desarrollo irreprimido y rápido de las fuerzas esenciales humanas. Para facilitar el diálogo con otros autores, propongo conservar el nombre de 'florecimiento humano' para el eje en su conjunto; y llamar, entonces, según lo argumentado arriba, a su nivel societal 'progreso social' y al nivel individual llamarle 'desarrollo de las fuerzas esenciales humanas'. Las necesidades, definidas (a veces) como impulsos dirigidos a los objetos que le son imprescindibles, constituyen, junto con las capacidades (que Markus define como transposición de determinadas conexiones naturales a la esfera de actividad del sujeto), las fuerzas esenciales humanas. Ambas (mutuamente condicionadas) determinan al individuo concreto activo. Como ser activo, el ser humano sólo puede satisfacer sus necesidades mediante el desarrollo de ciertas capacidades. Tanto las necesidades como las capacidades son 'producidas' por el trabajo. El individuo no es individuo humano sino en la medida que se apropia de las capacidades, formas de conducta, ideas creadas por las generaciones precedentes y las asimila a su actividad. La persona rica es la que necesita mucho (cualitativa y cuantitativamente) y ha desarrollado sus capacidades en profundidad y en extensión (se ha apropiado ampliamente de las capacidades generadas por las generaciones precedentes). En la gráfica 2 se expresa esta división del eje de florecimiento humano.

Marx plantea el concepto de riqueza humana como la amplitud y la profundidad de las necesidades y capacidades humanas. Esta idea la he complementado con el extremo opuesto, al que he llamado pobreza humana. He interpretado ambas ideas como una escala que va del ser rico al ser pobre. Pero además, si añadimos algo más cercano a la visión tradicional de la pobreza, podemos conformar otro continuo que va del estar rico al estar pobre, y que refleja el grado en que el sujeto satisface sus necesidades efectivas y aplica sus capacidades efectivas. Al hacer lo anterior, no se hace ningún recorte, sólo una distinción; seguimos, por tanto, en el nivel individual del eje del florecimiento humano al que hemos llamado desarrollo de las fuerzas esenciales humanas, pero ahora hemos abierto este nivel en dos dimensiones: la dimensión del ser del desarrollo de las fuerzas esenciales humanas y la dimensión del estar del desarrollo de las fuerzas esenciales humanas. El otro nivel del eje de florecimiento humano, el societal, tendría que abrirse también en dos: por una parte la creación de las condiciones (presupuestos) para el desarrollo de las necesidades y capacidades humanas, pero por otra parte la creación de las condiciones para la satisfacción de las necesidades y para la aplicación de las capacidades.

Por tanto, he dividido cada uno de los dos niveles (societal e individual) en las dimensiones del ser y del estar. La dimensión del ser se refiere al desarrollo de las fuerzas esenciales humanas, necesidades y capacidades. La del estar se refiere a la satisfacción de necesidades y la aplicación de capacidades. Esto se expresa en la gráfica 3. En ella, se definen los contenidos de los cuatro sub ejes del eje de florecimiento humano:

1. Societal-ser: constitución de los presupuestos del desarrollo irreprimido y rápido de las fuerzas esenciales humanas (capacidades y necesidades).

2. Societal-estar: constitución de los presupuestos de la satisfacción de necesidades efectivas y aplicación de capacidades efectivas.

3. Individual-ser: desarrollo de las capacidades y necesidades del individuo.

4. Individual-estar: satisfacción de necesidades y aplicación-desarrollo ulterior de capacidades.

Entre este subeje y el precedente se han marcado unas flechas que muestran la interacción clave que la satisfacción de necesidades y la aplicación-desarrollo ulterior de capacidades tiene en el desarrollo de las necesidades (N) y capacidades (C) humanas. La persona que aprendió a leer y escribir, pero que nunca lo hace, va atrofiando su capacidad, mientras que quien las aplica intensamente las va desarrollando plenamente. Se aprende a escribir, escribiendo. Si aceptamos como válida la idea de la jerarquía de necesidades de Maslow, la satisfacción de las necesidades inferiores (digamos las fisiológicas, la de seguridad y la de afecto y pertenencia) es condición indispensable para el surgimiento y desarrollo de las necesidades superiores (donde además de las necesidades de estima y de autorrealización, podemos ubicar las cognitivas y las estéticas). Las personas que tienen insatisfechas, por ejemplo, la necesidad de afecto (sobre todo si esta insatisfacción se originó desde la infancia) quedarán atrapadas en la búsqueda de su satisfacción, y las necesidades superiores quedarán latentes y bloqueadas.

Al incluir capacidades y ya no sólo necesidades, y al hacerlo no sólo desde la perspectiva de satisfacción y aplicación, sino también de desarrollo (tanto de necesidades como de capacidades), las perspectivas analíticas se amplían muchísimo. Por ejemplo, si bien en el desarrollo de las capacidades interviene la educación en la familia y la educación escolarizada, el elemento más importante para su desarrollo ulterior es la aplicación de las capacidades. De esta manera, al menos parcialmente, el desarrollo de las capacidades no está desligado de su aplicación, aunque formalmente hayamos separado estas dos instancias (ese es el sentido de las flechas que van del subeje 4 al 3 en la gráfica 3).

Estamos acostumbrados a pensar en las necesidades en términos de satisfacción. Pensamos en ellas en términos estáticos, como si una persona tuviese siempre las mismas necesidades, como si no se desarrollasen a lo largo de la vida, como si el bebé recién nacido tuviese las mismas necesidades que la persona adulta. Para pensar qué se quiere decir con el desarrollo de las necesidades, podemos empezar por hablar de extensión y profundidad de las mismas. Si, por ejemplo, tomamos el esquema de necesidades de Maslow (necesidades fisiológicas, de seguridad, de amor y pertenencia, de estima, de autorrealización, más dos necesidades no incluidas en la jerarquía: las cognitivas y las estéticas), resulta claro que no todas las personas adultas han desarrollado las siete necesidades: los 'pobres' (en el sentido convencional, por eso lo escribo entre comillas) pueden estar dominados por las necesidades fisiológicas y las demás necesidades pueden casi no existir. Otras personas que no son pobres en términos económicos pueden haber quedado atrapadas en alguna necesidad insatisfecha, como el afecto, y no haber desarrollado la necesidad de estima ni la de autorrealización; muchos no desarrollan las necesidades estéticas y, en cuanto a las cognitivas, la mayor parte se queda en los niveles elementales de las mismas, que son los niveles asociados a la satisfacción de las necesidades básicas iniciales.

Por tanto, sí es posible hablar del desarrollo de las necesidades en el sentido de su extensión. Una persona con las necesidades extensionalmente desarrolladas tendrá las siete necesidades de la teoría de Maslow y predominará en ella la motivación al crecimiento, siendo la autorrealización la necesidad primordial. Nótese que la autorrealización es una necesidad muy diferente a las necesidades deficitarias, porque su satisfactor principal es la propia actividad del sujeto en la cual aplica (y desarrolla aún más) sus capacidades fundamentales. Es una manera más elaborada de expresar la necesidad, notada por Markus, de poner en juego sus capacidades ya desarrolladas.

Pero por desarrollo de las necesidades también debemos entender su desarrollo cualitativo, su humanización creciente o, quizás de manera más clara, su profundización. Tómese la necesidad de entendimiento o, como la formula Erich Fromm, la necesidad de un marco de orientación y devoción. Muchas personas se aferran a la educación religiosa recibida y dan por satisfecha esa necesidad. Para otras, en cambio, es una búsqueda interminable. Juan, el antropólogo físico que pondré como ejemplo para ilustrar el esquema conceptual desarrollado, desechó desde muy joven el mito bíblico de Adán y Eva y busca apasionadamente entender a fondo el origen del ser humano. Hay entonces un rango muy amplio en esta necesidad y prácticamente en todas, incluyendo las fisiológicas, que en el ser humano siempre están humanizadas, como en el gourmet respecto a la alimentación. Cuando Marx dice que la persona rica es la que necesita mucho, está pensando más en este sentido de profundización y humanización que en el de extensión y ampliación de las necesidades.

Por tanto, para los subejes 1 y 2 del eje de florecimiento humano (EFH) debemos pensar no sólo, como solemos hacerlo, en las condiciones sociales para la satisfacción de necesidades, sino ahora también en las necesarias para la aplicación de las capacidades; pero sobre todo debemos ahora añadir las condiciones para el desarrollo de las necesidades y capacidades. Y deberíamos hacerlo no en un sentido mecánico: más educación igual a más capacidades, que es inexacto por estático, sino en un sentido dinámico que tomase en cuenta que, por ejemplo, en México los ingenieros asociados con la industria llevan a cabo, dada la dependencia tecnológica, labores relacionadas con la operación de las plantas y, quizás de ingeniería de detalle, pero casi nunca de ingeniería básica; como estos ingenieros son los profesores universitarios que forman a las nuevas generaciones, sus propias limitaciones en la puesta en práctica de sus capacidades (que evitan su ulterior desarrollo) se reflejan en el nivel de la preparación de sus alumnos. En este ejemplo, la dependencia tecnológica a nivel nacional, que debe ser analizada por rama específica de actividad (ya que, por ejemplo, la situación es diferente en la construcción civil y, por tanto, en los niveles reales de preparación de los ingenieros civiles) son un ejemplo de los análisis que habría que hacer en el sub eje 1 para abordar los presupuestos para el desarrollo de las capacidades a nivel societal. Es decir, tenemos que hablar no sólo de capacidades individuales sino también de capacidades nacionales. Éstas últimas las tenemos que contrastar con lo que podríamos llamar las capacidades de la especie.

 

Esencia humana y elementos constitutivos del eje de florecimiento humano

El psicólogo Abraham Maslow, autor de la muy conocida teoría de la jerarquía de las necesidades humanas, sostiene que cuando una necesidad (el hambre, por ejemplo) está insatisfecha, domina al organismo a tal grado que todas las demás necesidades desaparecen y el organismo en su conjunto se vuelve (en este caso) un organismo hambriento y las demás necesidades se retraen. Al estudiar su obra llegué a la conclusión que su teoría y la de Marx y Markus se encuentran en un punto fundamental. Maslow sostiene que los instintos son inexistentes en el ser humano, que todas las necesidades humanas pueden calificarse como instintoides, ya que de los tres elementos que conforman un instinto: el impulso, la actividad y el objeto, el ser humano hereda solamente el impulso, mientras que las actividades y los objetos tienen que ser aprendidos. Aunque al menos en un caso, el de la succión del recién nacido, que constituye una actividad para la cual todo individuo está capacitado desde el nacimiento, la tesis de Maslow se ve negada, me parece que es en general válida. Su visión tiene una gran coincidencia con la de Marx y Markus, ya que el animal que fabrica herramientas, tal como definió Benjamín Franklin al ser humano, lleva a cabo por definición una actividad no instintiva, sino inventada por el hombre, una actividad que además supone la ruptura de la fusión del animal con el objeto de sus necesidades. La ruptura de la actividad orientada directamente a la satisfacción de necesidades, lo que constituye para Marx el rasgo más esencial del ser humano, es al mismo tiempo la ruptura del dominio del ser por el instinto, su transformación en actividad instintoide, lo que significa un salto gigantesco en términos de libertad. Sin embargo, como seguimos naciendo con impulsos congénitos, está claro que somos inevitablemente seres necesitantes y, por tanto, que nuestra libertad empieza siempre donde acaban nuestras necesidades.9

En esta coincidencia entre Maslow y Marx concurre también Fromm. Según él, en un cierto punto de la evolución animal ocurrió una ruptura singular, la acción dejó de estar determinada en lo esencial por el instinto, dejó de estar determinada por mecanismos hereditarios dados, cuando el animal trasciende la naturaleza, cuando trasciende el papel puramente pasivo de la criatura, cuando la vida adquirió conciencia de sí misma, nació el ser humano. Esta ruptura es, para Fromm, un punto de partida central para desarrollar su concepción de la esencia humana, que construye con los conceptos de dicotomías existenciales y de necesidades humanas.

Aunque ninguno de nuestros tres autores tiene una respuesta a la inquietante pregunta de por qué ocurre la ruptura, los tres constatan su papel central en la determinación de la esencia humana. El enfoque antropológico filosófico de Marx y Markus, el biológico psicológico de Maslow, y el del psicoanálisis humanista de Fromm, llevan a la misma conclusión central.

En el libro The Naked Ape, de Desmond Morris, he encontrado una explicación, no necesariamente válida y no necesariamente la única posible, pero muy coherente, de por qué ocurre la ruptura. En términos generales, la explicación es la siguiente: los predecesores biológicos del ser humano vivían en el bosque tropical, comían básicamente frutos, nueces y algunos insectos y reptiles menores, caminaban en cuatro patas y no usaban herramientas, aunque las patas delanteras habían ya desarrollado sus capacidades prensiles (como en los simios actuales), lo que entre otras cosas les facilitaba subir a los árboles y aprehender los frutos que comían; su cerebro había crecido ya (lo que no explica Morris). Se habían especializado, por una evolución de millones de años en la vida en los árboles. La evolución que llevó al desarrollo de los simios ocurrió sólo en el viejo mundo. En América, los monos nunca evolucionaron en simios. Cambios climáticos ocurridos hace unos quince millones de años, empezaron a reducir las áreas de bosques. Los simios ancestrales que se quedaron en el bosque evolucionaron a los grandes primates actuales. Pero algunos simios descendieron y, en situación de grave desventaja, tuvieron que convertirse en cazadores y competir con animales mejor dotados que ellos para la cacería. Éste es el acontecimiento evolutivo que corresponde al mito bíblico de la expulsión del paraíso. La fuerte presión de sobrevivencia para los simios que abandonaron el bosque (o que se quedaron sin bosque) provocó cambios biológicos fundamentales en un largo proceso de adaptación, que incluye el cambio fundamental a la posición erguida, que libera las patas delanteras para la aprehensión de objetos, y amplía la mirada al horizonte. Un simio cazador, un simio matador, se estaba fabricando, dice Morris. Se podría argumentar, continúa, que la evolución podría haber favorecido un cambio menos drástico y haber desarrollado un gato-simio-matador o perro-simio matador más típico, por el simple proceso de alargar los dientes y las uñas y convertirlos en armas poderosas. Pero este camino habría supuesto poner a competir al simio con los perros y gatos matadores en sus propios términos y el resultado habría sido desastroso para los primates. "En cambio, un enfoque enteramente nuevo fue adoptado, usando armas artificiales en lugar de naturales, y funcionó" (Morris, 1967:21). Del uso de herramientas encontradas (ramas de árboles, piedras) a la construcción de herramientas fue el siguiente paso, el decisivo según Marx y Markus y, como se aprecia en la cita de Morris, también el decisivo para éste. Los cambios ocurridos son, para Morris, biológicos, el nacimiento de una nueva especie, y no meramente culturales.10

Éste es el tipo de reflexiones y de hallazgos que he encontrado en ese rodeo por el eje conceptual del florecimiento humano y de su fundamentación en la esencia humana. Estas reflexiones consolidan la concepción del ser humano —de sus necesidades y capacidades como elementos constitutivos del eje del florecimiento humano— expuesta en el inciso anterior. Existe una amplia bibliografía sobre las necesidades humanas, pero es mucho más reducida la referida a las capacidades humanas, campo además oscurecido por el uso, por parte de Amartya Sen, del mismo término, capacidades (capabilities), para referirse a una dimensión de libertad, la de poder elegir entre diversas opciones de realizaciones (functionings), que entiende como las dimensiones del ser y del hacer. Al hacerlo así, la única capacidad, en el sentido usual del término, incluida en el concepto de capabilities es la de elección, convertida en la base de un concepto interesante pero parcial de libertad.11

 

El recorte: el paso del eje del florecimiento humano al del nivel de vida

Terminada esta construcción conceptual, tenemos que resolver todavía el recorte para pasar al eje del nivel de vida y el del corte que separa los pobres económicos de los no pobres (gráfica 1). Como he adelantado, en el eje del nivel de vida debemos conservar sólo la perspectiva económica (recortar las demás perspectivas) que concentra la mirada en los recursos requeridos para desarrollar y satisfacer necesidades y en las condiciones (u oportunidades) para desarrollar y aplicar capacidades; es decir, para alcanzar los elementos constitutivos del eje de florecimiento humano. El eje del nivel de vida es la perspectiva económica del florecimiento humano. Con ello introducimos los conceptos de recursos (y condiciones u oportunidades) que juegan un papel central en el estudio de la pobreza.

El ser humano, como todo ser vivo, requiere objetos externos para reproducir su propia vida, lo que, en expresión de Marx, lo convierte en un "ser dependiente y sufriente", o "necesitante" podríamos añadir. Los más obvios entre estos objetos externos son el agua y los alimentos, y los que lo protegen de las inclemencias del tiempo, como la ropa y la vivienda. Para obtener (casi todos) estos objetos externos (y los demás que se van volviendo necesarios al ampliarse las necesidades humanas y su campo objetual) se requiere un esfuerzo productivo, es decir, recursos económicos (ambos, esfuerzo productivo y recursos, entendidos en un sentido amplio). Sin embargo, como veremos, los objetos no son los únicos satisfactores de las necesidades humanas, ni todos los objetos satisfacen directamente necesidades humanas. De la enunciación de estos ejemplos surge la duda sobre el espacio adecuado para llevar a cabo este recorte, ya que necesitamos un espacio en el que sea posible identificar los requerimientos económicos. Parecería que el 'espacio' adecuado no es el de las necesidades, que es un concepto amplio, abstracto, sino el de los satisfactores,12 ya que es a este nivel donde puede identificarse si se requiere o no un esfuerzo productivo.

Retomemos algo ya planteado anteriormente. Para que nivel de vida y pobreza económica sean conceptos con su propia especificidad debemos recortar su objeto de estudio para que se refiera a no más, pero no menos, que la perspectiva económica del florecimiento o bienestar humanos. Pero si vamos a recortar el eje del florecimiento humano, ¿para qué entonces empezar por él? ¿No sería mejor empezar directamente con el eje del nivel de vida? El planteamiento de esta duda y la observación de que casi todos los estudiosos de la pobreza empiezan directamente en el eje del nivel de vida (el caso más evidente es la pobreza de ingresos) me lleva a postular la siguiente hipótesis crítica del pensamiento sobre la pobreza:

Este camino impide acceder a una concepción fundamentada de los elementos constitutivos del eje del nivel de vida y del punto de corte que separa a los pobres de los no pobres (en términos económicos). Entre otras razones que obligan a dar el rodeo que lleva a preguntarnos sobre la esencia humana está el hecho de que el ser humano es una unidad indisoluble y que no podemos entenderlo fragmentándolo de entrada, como supuesto inicial. Precisamente porque supone una visión parcial del ser humano, la pobreza económica—entendida como las carencias y sufrimientos humanos que se derivan de las limitaciones de recursos y oportunidades económicas— sólo puede tener sentido si se deriva de una concepción integral del mismo.

Al abordar el tema del recorte conviene partir de la siguiente clasificación de satisfactores de las necesidades humanas: a) objetos (bienes y servicios); b) relaciones y c) actividades. Esta visión amplia contrasta con la visión restringida usual en el estudio de la pobreza que reduce los satisfactores al primer elemento.13 Lo anterior permite establecer el esquema que se presenta en el cuadro 1. En las celdas de la primera columna se presentan ejemplos de necesidades de tres tipos distintos: de sobrevivencia o materiales, emocionales y de desarrollo. En las celdas de la columna 2 se presentan los satisfactores, clasificados en dominantes (o principales) y secundarios, correspondientes a cada ejemplo de necesidad; por último, en la columna 3 se presentan los recursos, también clasificados en dominantes (principales) o secundarios. En el cuadro he sombreado con gris los elementos que los enfoques usuales suelen identificar: como se aprecia, sólo una parte de los elementos del primer renglón. Los enfoques convencionales reconocen sólo necesidades 'materiales' como la alimentación, la vivienda, y otras cuya satisfacción depende principalmente del acceso a recursos; reconocen sólo los objetos (bienes y servicios) como satisfactores, y sólo los recursos económicos monetizables (aunque la mayor parte de las veces, dentro de éstos, sólo reconocen el ingreso corriente) como único recurso o única fuente de bienestar. Por tanto, incluso dentro del renglón 1, desconocen que se requieren actividades (cocinar, abastecer) y no sólo objetos para satisfacer necesidades como la alimentación y, por tanto, que se requiere de los recursos tiempo y habilidades. Como no identifican los renglones 2 y 3, fuera del renglón 1 lo omiten todo. Por tanto, tampoco se pueden percatar de que algunas necesidades 'inmateriales' requieren también objetos como satisfactores, y recursos económicos monetizables, como se apunta en el cuadro (áreas sombreadas de amarillo), por lo que incluso calculan mal sus líneas de pobreza, toda vez que no identifican una parte de los requerimientos. Nótese, por otra parte, que tiempo, y conocimientos y habilidades, son los recursos constantemente ignorados en estos enfoques convencionales.

Para algunas necesidades, como la alimentación (renglón 1), los satisfactores principales son bienes (los alimentos); para otras, como la atención a la salud, son bienes y servicios (la atención médica y los medicamentos); para las necesidades afectivas (renglón 2), en cambio, los satisfactores centrales son las relaciones primarias; hay otras necesidades, particularmente las de autoestima y autorrealización (renglón 3), para usar términos de Maslow, cuya satisfacción se deriva sobre todo de la propia actividad del sujeto. Sin embargo, en casi todos los casos, aparte del satisfactor principal intervienen satisfactores secundarios o complementarios. En todos los casos mencionados se requiere también que el individuo invierta tiempo personal. En algunos casos este tiempo es un satisfactor marginal, como el tiempo que dedicamos a comer (aunque no lo es el dedicado al abasto de alimentos y a su preparación) o ir al médico, pero cobra mucha mayor centralidad el requerido para cultivar las relaciones, y es totalmente determinante el empleado para realizar las actividades propias del sujeto que, por ejemplo, sustentan la auto estima, la autorrealización y el desarrollo educativo de la persona.

En cuanto a los recursos, en el cuadro se muestra que, cuando el satisfactor dominante es un objeto (bien o servicio), el recurso principal es el que he llamado recursos económicos monetizables (ingreso corriente; activos básicos; activos no básicos; acceso a bienes y servicios gratuitos). En cambio, cuando los satisfactores principales son relaciones o actividades del sujeto, los recursos principales son el tiempo (que se dedica a cultivar la relación o a realizar la actividad) y los conocimientos y habilidades o capacidades (que se ponen en juego en ambos casos). En el cuadro he distinguido tres tipos de actividades: las del sujeto, que son el satisfactor principal de las necesidades de desarrollo; las que se realizan conotras personas, como la pareja, el amigo, los hijos, los padres, y que son satisfactores secundarios de las necesidades emocionales; y le he llamado actividades familiares a actividades como las de cocinar o abastecer al hogar (porque obedecen a un principio de división del trabajo, de manera que no todas las personas adultas tienen que llevarlas a cabo).

En algunos casos, las costumbres determinan que algunas relaciones dependan de la aportación de ciertos bienes o de una cantidad de dinero, como ocurre con las dotes matrimoniales, en cuyo caso se pueden convertir en el recurso principal para hacer posible la relación que satisface la necesidad de amor (y sexo).

Si partiésemos de un cuadro como el anterior, evidentemente situado en el eje del florecimiento humano, que se podría ampliar para cubrir todas las necesidades de un esquema conceptual dado (digamos el de Maslow), y aplicásemos el recorte para pasar al eje del nivel de vida con el propósito de observar como cambiaría el cuadro,14 nos percataríamos que quedaría prácticamente igual, ya que todo lo que está en la columna de recursos seguiría estando bien clasificado como tal. El cambio, por tanto, sería nada más de perspectiva, ya que ahora las relaciones de la persona y sus actividades interesarían sólo en tanto que generen requerimientos de recursos, pero no en sus contenidos sustantivos, como ocurría cuando nos situábamos en el eje del florecimiento humano.15

De aquí se desprende claramente la conclusión de que el contenido del eje de nivel de vida al que llegaríamos sería esencialmente distinto al que habríamos construido si lo hubiésemos abordado directamente en el eje del nivel de vida. Esto nos lleva a una conclusión de la mayor importancia: en el eje del nivel de vida están presentes todas las necesidades humanas (y aunque no lo he mostrado, podríamos añadir también todas las capacidades humanas), pero vistas sólo desde la perspectiva económica.

Esto significa que lo que se recorta al pasar del eje del florecimiento humano al del nivel de vida no son necesidades, sino las perspectivas no económicas de éstas. Si esta conclusión fuese correcta, habríamos mostrado que es pertinente la pregunta planteada antes sobre la viabilidad de abordar el problema directamente en el eje del nivel de vida, sin pasar por el del florecimiento humano —único eje conceptual donde es dable identificar todas las necesidades y capacidades humanas—, camino incorrecto que fue adoptado hasta ahora por casi todos los estudiosos de la pobreza.

Se ha concluido, por tanto, que la hipótesis crítica postulada es válida. Por tanto, la hipótesis la podemos convertir ahora en tesis crítica validada deductivamente. Ella se convierte en un arma crítica fundamental no sólo de los enfoques convencionales de la pobreza, sino también del enfoque de Sen sobre los capabilities-functionings.16 Esta tesis crítica es un elemento fundamental de la investigación emprendida en Ampliar la mirada... y constituye uno de sus hilos conductores.

El enfoque convencional (sólo "necesidades" materiales que se satisfacen únicamente con objetos, para lo que se requiere únicamente recursos económicos monetizables o, peor aún, sólo ingresos corrientes) lleva a una concepción parcial incluso de las llamadas necesidades materiales. Salvo el caso de alguien que realice todas sus comidas en restaurantes o comedores institucionales, caso muy raro sobre todo en el Tercer Mundo, comer supone no sólo objetos no duraderos (alimentos), sino las actividades de cocinar y asociadas (abastecimiento y limpieza) y los objetos duraderos implicados (estufa, sartenes, mesa, sillas, platos y cubiertos, por ejemplo) y otros no duraderos (detergentes, por ejemplo). La medición de la pobreza toma a veces la forma (indirecta) de medición de los recursos del hogar, y otras, la observación directa de la (in) satisfacción de necesidades. Quienes miden la pobreza por ingresos abordan directamente el eje del nivel de vida, sin pasar por el de florecimiento humano.17 Como la medición indirecta de la pobreza a través del nivel de ingresos ha predominado, el recorte no se ha convertido en un tema de discusión.18 Sin embargo, en la aplicación de cualquier método no indirecto es necesario explicitar el recorte. Por ejemplo, si queremos adoptar un método directo de medición del nivel de vida y de la pobreza, y decidimos adoptar el esquema de necesidades de Max-Neef, tendríamos que decidir, explícitamente, cuáles necesidades de su esquema abordaremos y a través de qué indicadores. El enfoque convencional consistiría en trabajar sólo las necesidades de subsistencia, protección y entendimiento. Los argumentos aquí adoptados nos obligarían, en cambio, a trabajar con todas las necesidades desde la perspectiva económica. Sin embargo, mientras en subsistencia, protección y entendimiento, si supusiéramos, como parece lógico hacerlo, que su satisfacción o insatisfacción depende fundamentalmente del acceso a recursos económicos, podríamos buscar indicadores de insatisfacción de estas necesidades e interpretar las carencias medidas como resultado del bajo nivel de acceso a recursos, como pobreza económica. Algo similar podríamos hacer con ocio (puesto que su requerimiento fundamental es el tiempo libre, que es un recurso económico por excelencia). En cambio, para las demás necesidades (por ejemplo, afecto) deberíamos buscar indicadores no de satisfacción o insatisfacción de la necesidad, sino de la presencia de obstáculos económicos para la misma. Por ejemplo, buscaríamos identificar la soledad de un joven que no puede compartir actividades con sus compañeros de escuela por falta de recursos económicos. Otro ejemplo, personas que no pueden participar en actividades políticas o cívicas porque no pueden asumir los requerimientos de tiempo y de gasto de transporte y comidas fuera del hogar que suponen. Afecto requiere siempre tiempo y también, sobre todo para las parejas jóvenes sin espacio propio, recursos económicos adicionales a los dedicados a las demás necesidades.

 

El recorte a partir de los cuatro subejes del eje de florecimiento humano

Veamos si resulta útil reducir las perspectivas, efectuando un recorte que nos deje sólo con la perspectiva económica a partir del eje de florecimiento humano. De inmediato salta a la vista que si recortásemos necesidades completas, como suele hacerse con la lógica de que hay necesidades materiales e inmateriales, el sentido del concepto de riqueza humana, la persona que necesita mucho y ha desarrollado mucho sus capacidades, perdería sentido. La persona rica pasaría a ser, si hacemos esto, alguien que necesita muchos bienes materiales para unas pocas necesidades. En materia de capacidades, en el sentido usado por Marx y Markus, no hay un recorte tradicional porque este concepto no está incorporado en la práctica tradicional, a pesar de Sen. Como no recortaríamos la alimentación, parecería que la persona que es rica es la que necesita más alimentos que los usuales para sus características personales: la glotona. La persona que está rica sería la que satisface esas ampliadas necesidades de alimentos: la gorda. O bien, mucho menos burdo, la gourmet que necesita alimentos muy sofisticados. En este caso, en lugar de una verdadera riqueza humana estaríamos identificando los gustos caros y en el mejor de los casos el florecimiento humano en el área del placer.

Se reafirma, pues, que el recorte no debe ser un recorte de necesidades o de dimensiones de la vida humana, sino un recorte de perspectivas, tal como se señaló en el primer inciso de este artículo. Si recortamos con la perspectiva económica tendríamos un eje de la perspectiva económica del florecimiento humano, al que tentativamente seguiremos llamando 'eje de nivel de vida'. Mantengamos, dentro de él, los dos niveles, y dentro de cada uno las dos dimensiones para ver si hacen sentido. En el nivel societal, lo que tendríamos es la constitución de los presupuestos económicos: del desarrollo de las necesidades y capacidades humanas en la dimensión del ser, y de los presupuestos de la satisfacción de necesidades y aplicación de las capacidades en la dimensión del estar. Esto hace mucho sentido. En el nivel individual tendríamos, en la dimensión del ser, la perspectiva económica del desarrollo de las fuerzas esenciales humanas, mientras en la dimensión del estar tendríamos la perspectiva económica de la satisfacción alcanzada de las necesidades y la aplicación efectiva de las capacidades, Esto se expresa en la gráfica 4.

Para dejar claro lo anterior, repitamos. Al hacer el recorte a partir de estos cuatro subejes para quedarnos con la perspectiva económica solamente (pero en el sentido amplio de lo económico), se configura un eje del nivel de vida (ENV) subdividido en cuatro subejes, paralelos a los del eje de florecimiento humano (EFH):

1. Societal del ser, que consiste en la constitución de los presupuestos económicos para el desarrollo de las fuerzas esenciales humanas (necesidades y capacidades humanas).

2. Societal del estar, que consiste en la constitución de los presupuestos económicos para la satisfacción de las necesidades y aplicación de las capacidades.

3. Individual del ser, acceso a condiciones económicas y a recursos (o fuentes de bienestar), comparados con los requerimientos de condiciones y recursos para el desarrollo de las capacidades y necesidades correspondientes al subeje 3 del EFH; este subeje identifica la pobreza/ riqueza económica en la dimensión del ser.

4. Individual del estar, acceso a condiciones económicas y recursos (seis fuentes de bienestar) comparado con las condiciones y requerimientos para la satisfacción de necesidades y la aplicación de capacidades efectivas correspondientes al subeje 4 del EFH; este subeje identifica la pobreza/riqueza económica en la dimensión del estar. Cuando en el subeje 3 o 4 del ENV se identifican situaciones de pobreza económica, es probable que ésta pueda ser la explicación de la pobreza humana identificada en los respectivos subejes del EFH.

Nótese que en los subejes 3 y 4 del ENV se lleva a cabo la evaluación desde la perspectiva económica para hacer posible lo establecido en los respectivos subejes del eje de florecimiento humano. Desde la perspectiva económica ahora tenemos que considerar, a este nivel individual, no sólo los recursos para satisfacer las necesidades efectivas, sino también las condiciones (u oportunidades) para aplicar las capacidades efectivas (por ejemplo, empleo, características del trabajo, capacidades que moviliza y desarrolla, nivel de alienación de las mismas). Esto en el subeje 4 del ENV. En cuanto al subeje 3 del mismo eje, tenemos que considerar los recursos que los individuos requieren en diferentes etapas de la vida para desarrollar sus capacidades y, lo que es mucho más difícil, la perspectiva económica individual (y familiar) del desarrollo de las necesidades. En el correspondiente subeje del EFH se incluye aquí, por ejemplo, el ambiente cultural general que, por ejemplo, puede influir en que los individuos sientan más o menos la necesidad de buscar nuevos marcos de orientación o devoción o se conformen con las visiones de la religión oficial. Por ejemplo, compárese el ambiente cultural del franquismo en España con el vigente ahora, y sin duda se concluirá que la nueva situación aumenta las probabilidades de una búsqueda de marcos de orientación y devoción (Weltanschauung) que rebasan el marco de la religión católica. La riqueza o pobreza cultural de los medios de comunicación a los que efectivamente tiene acceso la mayor parte de la población es un factor determinante del desarrollo de las necesidades. Un ejemplo más general, y más importante en países como México, es la satisfacción de las necesidades básicas (empecemos por las tres primeras de Maslow: fisiológicas, seguridad y amor y pertenencia). Si estas no están satisfechas para una parte importante de la población, las demás necesidades no se desarrollan o lo hacen muy escasamente. Por ello, en el subeje 3 vemos las condiciones de satisfacción de las necesidades básicas de los individuos como precondición del desarrollo de las necesidades. Una vez superado este nivel, se analizarían las condiciones económicas que limitan el desarrollo de las necesidades. Por ejemplo, si la alimentación se satisface con dietas tradicionales y el platillo exquisito se reserva para las grandes fiestas en los estratos populares, mientras el fast-food Va ganando terreno en las dietas de la población, particularmente de la infantil, en amplios estratos de la población, las posibilidades de desarrollo de la necesidad alimentaria hacia el gourmet se ven reducidas. Si la buena música, las artes plásticas y la literatura son ignoradas en los medios de comunicación, y el gusto por ellos no son promovidos, no podemos esperar que se desarrollen las necesidades estéticas.

Pero lo más importante de todo, si se promueve en todos los medios la función del trabajo humano como un medio para obtener ingresos, y lo valioso o exitoso de alguien por la cantidad de ingresos obtenidos y nunca por la autorrealización, la cultura nacional no promueve la necesidad de la autorrealización (el desarrollo de los rasgos de la productividad humana) que, además, como hemos visto con Maccoby, no alcanzan siquiera los más altos funcionarios de las transnacionales en las ramas de alta tecnología. Lo que es muy difícil de alcanzar, lo que casi nadie alcanza, la autorrealización plena o casi plena, tiende a salir de las aspiraciones de la población. Casi nadie aspira a la autorrealización. Es decir, volviendo la vista al diagrama de los factores determinantes del florecimiento humano presentado en el capítulo 1, las oportunidades para el trabajo creativo son elemento fundamental a nivel societal en la determinación de las posibilidades reales de florecimiento humano.

Para tratar de aclarar un poco las cosas, pongamos un ejemplo, y analicémoslo en los dos ejes. Juan es un hombre de 35 años profundamente motivado por entenderla evolución de las especies y, en particular, la del homo sapiens (lo que constituye su necesidad de autorrealización y cognitiva fundamental). Por eso estudió y obtuvo el doctorado en antropología física. Además, como todos, tiene las necesidades humanas universales: fisiológicas, de seguridad, de afecto, amor, autoestima y autorrealización, por usar el esquema de Maslow.

En los siguientes párrafos se describen las posibles ubicaciones de Juan en los cuatro subejes individuales, dos del EFH y dos del ENV:

1. En términos del subeje 3 del EFH, el subeje del ser de la pobreza/riqueza humana, Juan se ubica en un alto nivel, cerca del extremo superior de riqueza humana, ya que necesita mucho y tiene capacidades altamente desarrolladas. Es rico en términos humanos.

2. En términos del subeje 4 de FH, Juan puede estar en dos condiciones opuestas:

2.1 Logra trabajar como antropólogo físico, haciendo trabajo de campo que significa un reto constante y que lo estimula a desarrollar más y más sus capacidades. Juan estará aplicando y desarrollando sus mejores capacidades y se logrará realizar como ser humano. También en el estar, su situación es de riqueza humana. Dentro de esta opción, en términos de recursos económicos a los que puede tener acceso, planteemos posibilidades dicotómicas: pobreza o no pobreza económica en términos de si tiene los recursos económicos para satisfacer sus necesidades, incluyendo la de autorrealización:

2.1.1 El sueldo que recibe es adecuado para los requerimientos económicos tanto del subeje del ser como del de estar del EFH, que en este caso coinciden, en cuyo caso su situación en el ENV, tanto en el subeje 3 como en el 4, es de no pobreza económica, lo que le permite tener recursos suficientes para satisfacer adecuadamente sus necesidades deficitarias y realizar actividades (viajes), adquirir bienes (libros, discos, computadora, servicio de internet en casa), que apoyan su desarrollo personal.

En esta situación, que conjuga 1, 2.1 y 2.1.1, Juan está en la óptima situación humana: es y está rico en términos humanos y no tiene restricciones económicas a su florecimiento (aunque puede tener muchas para satisfacer deseos, antojos, presiones de competencia con el vecino o la familia, etcétera). Según este esquema, se puede llegar al óptimo de florecimiento humano sin riqueza económica. Basta la no pobreza económica, concebida como aquélla que significa recursos y condiciones para atender todas las necesidades de la persona.

2.1.2 El sueldo es insuficiente. Se sitúa en pobreza económica en relación tanto al subeje 3 como al subeje 4 del EFH, que en este caso coinciden. No tiene recursos económicos suficientes para satisfacer adecuadamente sus necesidades deficitarias y tampoco para complementar su desarrollo personal.

En esta situación Juan se encuentra en una contradicción que puede llegar a ser muy tensa, que puede limitar su desarrollo en otras áreas (tener familia, por ejemplo) y que lo puede llevar a salidas desastrosas, como aceptar otro trabajo mejor pagado pero sin oportunidades de autorrealización.

2.2 No logra trabajar como antropólogo físico. No logra aplicar sus capacidades y no continúa desarrollándose como ser humano. En el estar del EFH queda clasificado en situación de pobreza humana. Juan, a pesar de ser rico humanamente, está pobre humanamente. Como no se han cumplido, en las opciones que siguen, las condiciones para que el estar de Juan coincida con las de su ser, se podría suponer que las necesidades pertinentes son sólo las de su estar. Sin embargo, las aspiraciones profundas de Juan seguirán vivas, al menos por algún tiempo, y en las opciones 2.2.2.1 y 2.2.2.2 que siguen, en las que sí tiene trabajo, tratará de cultivar de alguna u otrá manera su vocación por la antropología física. Por esta razón, conviene en el ENV evaluar su situación tanto en relación con los requerimientos del eje 3 del florecimiento humano, de lo que Juan es, como en términos del 4, que refleja su situación efectiva actual. En esta situación, a diferencia de 2.1, necesita primero conseguir trabajo. Por tanto, se generan tres opciones: no consigue trabajo, consigue trabajo con sueldo adecuado, y consigue trabajo con sueldo inadecuado:

2.2.1 No consigue trabajo. Queda desempleado. En términos económicos queda en la pobreza económica extrema tanto en el subeje 3 como en el subeje 4 del ENV. No sólo la necesidad de autorrealización queda insatisfecha sino también la de estima, las fisiológicas y las de seguridad; es probable que sus relaciones amorosas y de pertenencia se puedan ver afectadas también. Si no tiene apoyos familiares o no quiere depender de ellos, y vive en una sociedad donde no hay seguro de desempleo, ni ningún apoyo a personas sin ingresos, pasa a ser dominado por las necesidades fisiológicas y busca la sobrevivencia mediante la mendicidad o similares, o bien, mediante actividades ilegales. Sería un ser rico humanamente, pobre humanamente y que sería y estaría pobre extremo económicamente.

2.2.2. Consigue trabajo (digamos como burócrata) en el cual no se realiza ni se movilizan sus capacidades fundamentales, aunque sí algunas secundarias. Con ello logra mantener la autoestima en el mínimo indispensable. Nótese que aquí, en comparación con2.2.1, la diferencia está dada por una condición económica (conseguir o no trabajo, de casi cualquier cosa), y esa diferencia es la que determina la situación de las cuatro primeras necesidades básicas. Cabe aquí plantear, entonces, las dos opciones sobre los sueldos:

2.2.2.1 El sueldo es inadecuado, tanto para los requerimientos económicos del subeje 3 como del 4 del EFH. Se encuentra en pobreza económica, pero a diferencia de 2.2.1 no es pobreza extrema. Un ser rico humanamente, que está humanamente pobre, es y está económicamente pobre.

2.2.2.2 El sueldo es adecuado para los requerimientos económicos de los subejes 3 y 4. Es no pobre en términos económicos, y puede, con mejores oportunidades que en 2.2.2.1, tratar de cultivar su vocación como actividad del tiempo libre. Un ser rico humanamente, que está pobre humanamente, y que es no pobre económicamente.

En las dos dimensiones (ser y estar) del eje del nivel de vida, Juan será situado como resultado de la comparación entre los requerimientos económicos, en términos de recursos y condiciones (oportunidades), que se derivan de la dimensión correspondiente en el eje de florecimiento humano, y los recursos y condiciones efectivamente alcanzadas por Juan. En el ser del nivel de vida, Juan se sitúa como resultado de la comparación entre los requerimientos económicos (recursos y oportunidades) del ser Juan (ser que sólo se puede identificar en el eje de florecimiento humano) y las condiciones económicas que efectivamente ha alcanzado. Los requerimientos del ser Juan serían más altos que el del promedio de la población (al incluir viajes antropológicos, libros sobre el tema, necesidad de computadora e internet). El Juan que no logra trabajar de antropólogo físico, que termina trabajando de burócrata para subsistir (si es casado y tiene hijos los requerimientos de la subsistencia aumentarán mucho), en un trabajo donde no se autorrealiza, puede tratar de mantener como interés del tiempo libre la antropología física. Los requerimientos económicos de sus vocaciones seguirán presentes, pero ahora como hobby. En el eje del estar, entonces, las necesidades profundas de Juan se diluyen y sólo quedan los requerimientos comunes de la vida familiar, donde Juan no se distinguirá, para el estudioso de la pobreza, de cualquier otra persona sin intereses de autorrealización definidos. La familia de Juan sería un número de personas o de adultos equivalentes, lo que determinará sus requerimientos de recursos para no caer en la pobreza económica.

Mientras en el eje del florecimiento humano se identifican las pobrezas humanas (ser y estar pobre), en el eje del nivel de vida se identifican las pobrezas económicas (ser y estar, en lo económico, pobre). Tendríamos, por tanto, cuatro conceptos de pobreza, como se muestra en el cuadro 2.

Una conclusión que se desprende del ejemplo es que al introducir capacidades (no en el sentido de Sen sino en el sentido usual del término) para constituir la dupla capacidades-necesidades, y además al hacer explícito que el eje del nivel de vida es sólo un eje derivado del eje de florecimiento humano, la lógica del estudio de estos temas (pobreza, nivel de vida, florecimiento humano) cambia enormemente, se vuelve mucho más compleja pero también mucho más interesante. En primer lugar, se cierra el círculo entre necesidades y capacidades. La persona bien alimentada, sana y educada puede tener ciertas capacidades de trabajo. Aquí queda claro cómo la satisfacción de necesidades hace posible el desarrollo de capacidades de las personas. Pero en las sociedades capitalistas las capacidades individuales tienen que venderse en el mercado de trabajo para poderse aplicar. Sea que esta venta sea para hacer el trabajo de sobrevivencia (Juan trabajando de burócrata) o para hacer el trabajo de autorrealización (Juan trabajando de antropólogo físico), en el primer caso sólo aplica algunas de sus capacidades menores, mientras que en el segundo aplica sus capacidades fundamentales. Pero las capacidades tienen que venderse no sólo para aplicarse, sino para hacer posible la satisfacción de las necesidades, que a su vez hacen posible la reproducción de la capacidad. Esta circularidad, esta integralidad entre capacidades y necesidades, se pierde en los enfoques que sólo miran un lado del asunto, como en algunos enfoques de necesidades.

Vamos a explorar ahora un poco el papel de los niveles societales de ambos ejes y en ambas dimensiones. En primer lugar, el alto nivel de riqueza humana del ser de Juan, (a menos que fuese una excepción que se explicase por factores familiares excepcionales o facultades individuales excepcionales), debe tener alguna conexión con el subeje 1, referido a la creación, a nivel societal, de los presupuestos del desarrollo de necesidades y capacidades humanas. Para poder hacer la liga más explícita, introduzcamos información sobre Juan. Tanto el padre como la madre de Juan fueron profesores de educación básica. Su vocación surgió cuando, siendo niño, oyó una acalorada pero muy honda discusión entre su padre y un cura sobre el origen del hombre. El rasgo distintivo, aparte del talento innato de Juan, fue el clamor de su padre por la verdad, lo que impactó profundamente a Juan. Como pudo, cultivó esta vocación desde la secundaria. Dotado de gran talento intelectual, a Juan no le fue difícil, después de estudiar la licenciatura en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y después conseguir una beca para estudiar el doctorado en Estados Unidos. En esta historia destacan, desde el punto de vista societal, la existencia de un sistema de educación pública que hizo posible que Juan transitara por su educación en México con los escasos recursos económicos de los dos sueldos de su familia, y la existencia de un sistema de becas públicas para posgrado. Éstas son condiciones para que algunos puedan desarrollar ampliamente sus capacidades. Es muy importante la magnitud cuantitativa de esas oportunidades y su dinámica en el tiempo.

En la opción 2.1, en la cual Juan logra un trabajo como antropólogo físico, podemos identificar otro rasgo positivo a nivel societal: la división del trabajo, y por tanto el desarrollo de especialidades, en este caso de investigación, está suficientemente desarrollado para que algunas personas puedan desempeñar esas actividades de alta especialización y de alto significado en términos de autorrealización. Otra vez es muy importante qué tan amplias son las oportunidades de trabajos altamente creativos en dicha sociedad, no sólo en el campo de la investigación, sino de los servicios, la industria y todos los demás sectores, y qué tanto el acceso a ellos está basado en las capacidades auténticas y no en las relaciones personales. En seguida, opción 2.1.1, la existencia de remuneraciones adecuadas para estos trabajos altamente especializados en el sector público reflejaría el reconocimiento social a estas actividades. Naturalmente, las opciones negativas, tanto en el empleo como antropólogo físico como en el nivel de sueldo, reflejarían rasgos negativos correspondientes. En cuanto al empleo, situación 2.1.2, pudiera ocurrir que no hubiera ninguna plaza para antropólogos físicos en todo el país o que las pocas que existen estuvieran ocupadas. La evaluación societal diferiría entre ambas situaciones.

Si impedido de trabajar en su especialidad, Juan no consiguiese trabajo alguno, opción 2.2.1, podría estar reflejando problemas estructurales de la economía que no logra generar el pleno empleo, lo que genera graves daños a muchas personas. Incluso si una persona desempleada no pasa a la pobreza, por sus activos no básicos acumulados o por el apoyo familiar, los daños personales, a la autoestima y a la autorrealización pueden ser muy altos. Otra vez, si consigue empleo como burócrata, que es la opción planteada y las opciones en cuanto al nivel de adecuación del sueldo, reflejarán características básicas de las condiciones que el desarrollo societal crea para el desarrollo de las capacidades y necesidades y para la aplicación de las capacidades y satisfacción de las necesidades.

Con lo expuesto basta para mostrar que está aquí, en ciernes, un enfoque absolutamente nuevo para el estudio del florecimiento humano, y como parte de él, de los cuatro tipos de pobreza que he concebido a lo largo de este artículo y que refleja lo desarrollado con mucho mayor detalle en Ampliar la mirada...

 

Bibliografía

MARKUS, Giörgy, 1973, Marxismo y antropología, Grijalbo, Barcelona.         [ Links ]

MARX, Karl, 1976, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador), 1857-1858, (Grundrisse), vol. I, Siglo XXI editores, 3 volúmenes, México.         [ Links ]

MORRIS, Desmond, 1967, The naked ape, Dell Publishimg, Nueva York.         [ Links ]

NEEF, Max et al., 1986, "Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro", número especial de Development Dialogue, CEPAUR y Fundación Dag Hammarskjold, Upsala.

 

Notas

1 En septiembre de 2004 terminé Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la pobreza y el florecimiento humano, Borrador de Tesis Doctoral en Ciencias Sociales, CIESAS Occidente, 2004.

2 He preferido usar 'florecimiento humano', que es el término usual en la filosofía, en lugar de 'bienestar' que está lamentablemente asociado al utilitarismo, o 'desarrollo humano' que está asociado a terapias psicológicas de dudosa validez y al enfoque macro social del PNUD que tiene su enfoque particular.

3 Schumpeter, basándose en Böhm Bawerk solía decir que el aumento de la productividad del trabajo humano se deriva de su creciente carácter indirecto (roundaboutness). Me es imposible dar la referencia bibliográfica para apoyar este recuerdo.

4 No son, necesariamente, los ricos convencionales. Pueden incluir artistas creadores, científicos, líderes espirituales y algunos (probablemente pocos) políticos.

5 El mismo conjunto de necesidades puede incorporar diferencias cuantitativas y cualitativas en los requerimientos de satisfactores entre individuos.

6 Es decir, la interacción entre capacidades y necesidades determinan al individuo.

7 (Giörgy Markus, nota num. 25, capítulo "El hombre como ser natural universal", p.34). Esta concepción recuerda la de Max Neef et al. (1986). Contrasta agudamente con la postura de Amartya Sen sobre las capabilities y las functionings. Nótese la frase sobre la necesidad de poner en práctica sus capacidades ya desarrolladas, coincidente con el concepto de auto-realización de Abraham Maslow, y que constituye un elemento más en la dinámica de interacción entre necesidades y capacidades. Para una visión de las concepciones de Max Neef y coautores, de Amartya Sen y de Maslow, véase Julio Boltvinik, op. cit. capítulos 5, 7 y 8, y 3 respectivamente.

8 Incluso, como se puede ver en los capítulos 7 y 8 de Ampliar la mirada..., Amartya Sen considera que el estudio de la pobreza tiene dimensiones más reducidas que el del nivel de vida. Es decir, que pobreza no forma parte del eje del nivel de vida, sino que se constituye en un eje aparte, por lo cual, para pasar de nivel de vida a pobreza, hay que llevar a cabo un recorte.

9 Se asoman aquí un conjunto de dicotomías similares: actividad-pasividad, capacidades-necesidades, motivación al crecimiento y motivación deficitaria, que son elementos centrales en cualquier concepción del ser humano. La respuesta a la pregunta sobre si la satisfacción produce desarrollo del ser humano, o es más bien la frustración la que lo genera, como insiste Macoby en sus críticas a Maslow, y como titubea el propio Maslow, depende de si el énfasis se pone en el lado pasivo del ser humano o en su lado activo(en sus necesidades o en sus capacidades). El trabajo, si ha de ser exitoso, requiere el seguimiento de reglas tecnológicas. Supone la disciplina y el abandono de otras actividades placenteras (la frustración del impulso a permanecer en ellas). La frustración, por tanto, puede ser conducente al desarrollo si conlleva la disciplina que lleva al despliegue de las potencialidades. La frustración, en cambio, de las necesidades básicas, sobre todo si es impuesta, debe llevar, como insiste Maslow, a la enfermedad.

10 Las ideas expresadas en este párrafo han sido tomadas libremente de Desmond Morris, (1967: 1739). La explicación detallada de Desmond Morris no la he podido cotejar con literatura considerada de mayor rigor científico y más reciente (el suyo es un libro de 1967, escrito por un científico, un zoólogo, pero destinado a la divulgación y se convirtió en un best seller).

11 Los capítulos 7 y 8 de Ampliar la mirada... discuten con todo detalle las concepciones de Sen. Los capítulos 2 a 11 de esa obra están centrados en la discusión de diferentes respuestas a la pregunta sobre los elementos constitutivos del eje de florecimiento humano.

12 La distinción entre necesidades y satisfactores corresponde a lo que Sen ha llamado los espacios de análisis.

13 La clasificación presentada fue desarrollada por Lederer y, de manera independiente, también por Kamenetzky (citados por Doyal y Gough). Max Neef et al. manejan una gama de satisfactores más amplia todavía. Aunque no elaboran una clasificación cerrada de los mismos, si forzamos un poco los elementos proporcionados en su "Matriz de necesidades y satisfactores" (p.42 de Desarrollo a escala humana-, reproducida en el Capítulo 5 de Ampliar la mirada...) podemos concluir que, además de los tres elementos de Lederer y Kamenetzky (nótese que la inclusión de objetos, o bienes, no está en el esquema original de Max Neef y coautores, pero como muestro en el capítulo 5 de Ampliar la mirada..., sección 5.2, la distinción entre satisfactores y bienes que llevan a cabo estos autores no siempre funciona, por lo que es necesario, en una clasificación completa de satisfactores, incluir los bienes) los autores añadirían tres satisfactores: virtudes, capacidades o habilidades; ámbitos o espacios; instituciones. Para no complicar de momento la discusión del texto, podemos manejar la discusión que sigue con los tres elementos anotados. Sin embargo, surgen aquí varios temas importantes. Por una parte, es muy claro que, de los tres elementos, 'actividades' es el más omnipresente. En efecto, los bienes pueden concebirse como actividades humanas (de otras personas) objetivadas; los servicios, como actividades humanas (de otras personas) no objetivadas; las relaciones pueden verse, en parte, como la interacción con otras personas, es decir, como la realización de actividades conjuntas con otras personas; por último, las actividades son, desde luego, actividades del sujeto. Esto resalta la importancia del lado activo del ser humano cuando lo vemos como especie (nivel al cual no hay, prácticamente, satisfacción pasiva de necesidades). Este papel sobresaliente de las actividades se asocia inmediatamente con las capacidades humanas, puesto que detrás de cada actividad hay capacidades humanas. En Marx-Markus encontramos, como hemos señalado, el concepto de fuerzas esenciales humanas, que se refiere a la unidad de necesidades y capacidades. Las capacidades, que para Max Neef y coautores son satisfactores de las necesidades, las he incluido, junto con los conocimientos, como una de las fuentes de bienestar de los hogares. Por otra parte, el desarrollo de las capacidades de la persona se concibe como una necesidad en casi todas las concepciones que se analizan en Ampliar ¡a mirada... Es evidente que capacidades y necesidades —que reflejan el lado activo y pasivo del ser humano— forman una unidad dialéctica, en la cual, en condiciones positivas, el desarrollo de uno estimula el del otro. En la conceptualización de capabilities (capacidades) de Martha Nussbaum está presente la idea del desarrollo de las capacidades humanas como un proceso, desde las capacidades innatas hasta las que llama capacidades internas. El desarrollo humano es fundamentalmente el desarrollo de las capacidades humanas, pero éstas son inseparables de las necesidades, e incomprensibles sin ellas: ¿por qué y para qué habría de desarrollar el ser humano su capacidad de amar si amar y ser amado no fuera para él una necesidad fundamental?

14 Para la elaboración del cuadro he adoptado la concepción, que desarrollé hace quince años, de las fuentes de bienestar de los hogares, la cual concibe que además de los recursos económicos monetizables (ingresos corrientes, activos básicos y no básicos, y acceso a bienes y servicios gratuitos), el tiempo, así como los conocimientos y las habilidades son recursos escasos, por tanto, recursos económicos (aunque no monetizables).

15 El rigor del ejercicio de recorte, reducir el cuadro anterior a uno que contenga sólo la dimensión económica de los elementos constitutivos del eje de florecimiento humano, obligaría también a precisar el concepto de recursos, lo que haría que quizás algunos conocimientos y habilidades los dejásemos de considerar como tales porque, por ejemplo, no fuesen escasos. El tiempo requerido para las actividades y las relaciones, en cambio, no perderían su carácter de recurso en ningún caso. Aunque muchos economistas de la corriente principal (eufemismo por 'neoclásicos') considerarían que el tiempo de las personas con tiempo disponible en abundancia no sería un recurso (su costo de oportunidad sería cero) el hecho real es que si esa persona empieza a trabajar, entonces el tiempo utilizado sí se consideraría como un recurso y sí se le pagaría un salario.

16 En el capítulo 8 de Ampliar la mirada... muestro que el enfoque de Sen está ubicado en el eje del nivel de vida y no, como algunos creen, en el de florecimiento humano.

17 Además reducen el concepto de recursos al ingreso comente. Omiten recursos como los activos (básicos y no básicos) del hogar, el tiempo disponible, el acceso a bienes privados provistos públicamente, y el nivel educativo y habilidades de las personas.

18 Una razón adicional por la cual el tema del recorte no se presenta en las discusiones usuales es que pocas veces los autores asocian el eje conceptual del nivel de vida con el más amplio del bienestar/ florecimiento. En realidad, en su concepción de capabilities! functionings, Sen se mueve en la escala del nivel de vida pero, por su lenguaje y sus argumentos, parece como si lo hiciese en la de bienestar florecimiento.

 

Información sobre el autor

Julio Boltvinik. Formado como economista, se concibe a sí mismo como pobretólogo. Es, desde 1992, profesor-investigador del Centro de estudios Sociológicos de El Colegio de México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigación desde 1993. Es colaborador de La Jornada, donde publica semanalmente la columna Economía Moral, y de Radio Imagen, con un espacio semanal con el mismo nombre. Ha dedicado casi 20 años a estudiar y combatir la pobreza. Sus tres libros más recientes son Indice de progreso social. Una propuesta (en coautoría con Amartya Seny Meghnad Desai), 1992, PNUD, reeditado por la UNAM en 1998; Pobreza y estratificación social en México, 1995, INEGI, y Pobreza y distribución del ingreso en México (en coautoría con Enrique Hernández Laos, 1999, Siglo XXI). Correo electrónico: jbolt@colmex.mx

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