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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.10 no.40 Toluca Abr./Jun. 2004

 

Cambios demográficos y desafíos para la política de población en México. Una reflexión a largo plazo

 

Manuel Ordorica Mellado

 

El Colegio de México.

 

La población mundial

El 11 de julio de 1987 nació el habitante 5 000 millones. Por cierto, hoy esta persona ya tiene 17 años de edad y se encuentra en plena adolescencia. La población del mundo actualmente es de 6 400 millones de individuos, con una tasa de crecimiento que se acerca a uno por ciento anual. En 2011 seremos 7 000 millones. Cada doce años la población del planeta aumenta en 1 000 millones. Cada doce años los habitantes de este mundo tenemos que construir un país semejante a la población actual de la India. La población mundial aumenta en 160 personas cada minuto; 230 mil cada día; casi 83 millones cada año. Aproximadamente 90 por ciento de este crecimiento ocurre en los países en desarrollo. Cada minuto se pierde la vida de una madre durante el parto o complicaciones durante el embarazo. El habitante 6 mil millones nació en 1999 y pudo haber sido niño o niña. Lo que no sabemos es si tendrá educación, salud, y un adecuado nivel de vida. Tiene una oportunidad en diez de vivir en la prosperidad y tiene una elevada posibilidad de vivir en la extrema pobreza. Tendría todavía una desventaja mayor en el caso de que haya nacido dentro de un grupo indígena. Si es mujer estará en peor condición que en el caso de que sea hombre. Vivirá mejor y tendrá menor probabilidad de morir en la niñez si su madre tiene educación. Además, vivirá en mejor estado de salud y tendrá una mejor alimentación.

Asimismo, lo impresionante de estos planteamientos y de estas cifras no es sólo su elevado número, sino las crecientes desigualdades y las escasas perspectivas en el orden educativo, de salud, de seguridad social y de realización personal para la gran mayoría de los más de 6 000 millones de personas.

Aun cuando se observa una disminución en los niveles de crecimiento, la población continuará incrementándose debido a la inercia demográfica. Dicha reducción no ha impedido ni tampoco impedirá que se presenten aumentos significativos en el número absoluto de personas. La población tiene oculto el impulso de su crecimiento en la estructura por edades. En una población todavía joven como la de nuestro país, el número de padres y madres potenciales va en aumento porque esas generaciones ya han nacido.

La inercia demográfica dará lugar a importantes incrementos de población durante los próximos 25 a 50 años. Un descenso de la tasa de fecundidad no produce una desaceleración inmediata del crecimiento demográfico. Aunque la fecundidad se estabilice1 al nivel de reemplazo —2.1 hijos por pareja que reemplazarían a la generación de los padres— la población continuaría aumentando durante algún tiempo. Este fenómeno es más prolongado cuanto más joven es la estructura de edad de la población. Cuando la proporción de mujeres en edad de procrear es elevada, el número de nacimientos puede permanecer constante o incluso aumentar mientras desciende la tasa de fecundidad.

Es importante tener conciencia de lo que significa un fenómeno social como este, el cual tiene una dinámica tan acelerada cuya representación matemática se acerca a una función geométrica. Este tipo de aumento es engañoso porque genera números muy grandes con gran rapidez. Se observa que la población mundial en casi ocho décadas se multiplicó por tres, al pasar de 2 000 millones en 1920 a una cifra de 6 000 millones en el año 1999.

Este es un momento propicio para hacer una reflexión de los hechos sociales de estos 2 000 años de nuestra historia, ya que según las proyecciones demográficas de Naciones Unidas, la población del mundo llegaría a 9 300 millones de personas en el año 2050, lo que quiere decir que habría que construir en los próximos 50 años casi otro mundo como el de 1987, cuando había 5 mil millones de personas en el mundo.

Podemos decir que esto no es querer anticiparse al futuro. Algunos hechos demográficos están definidos desde ahora. No es posible detener el crecimiento de la población. Como los cuerpos físicos en movimiento, la población tiene una dinámica que impide que los frenos sean aplicados rápidamente. Ni aun los más exitosos programas de salud reproductiva y planificación familiar pueden eliminar la expectativa de que el número de habitantes continuará creciendo en los próximos decenios.

Este aumento en la población nos hace recordar a Malthus. Hace unos años se cumplió el aniversario número 200 del Ensayo sobre el principio de la población, elaborado por Thomas Malthus, trabajo que habría de tener una influencia decisiva en la teoría demográfica. Malthus se preguntaba cuál sería el crecimiento natural de la población si se le dejara sin freno, y cuál la tasa a la que podrían aumentarse los medios de subsistencia. Sobre esta base formuló dos hipótesis fundamentales: que la población tiende a aumentar en progresión geométrica, mientras que la producción agrícola aumentaba en progresión aritmética. Si bien la teoría de Malthus no tiene hoy validez, ocupa un lugar importante en la historia social, económica y demográfica.

 

La demografía de nuestro país a partir de la caída de la fecundidad

¿Qué pasaba en la demografía mexicana hace un poco más de tres décadas, cuando se presentaba el crecimiento demográfico más elevado de nuestra historia? El censo de 1970 mostraba que la población era de casi 50 millones de mexicanos y la tasa de crecimiento demográfico era de 3.5 por ciento anual, lo que significa que nuestra población se duplicaba cada 20 años. En 1950 éramos 25 millones de personas y en 1970 los 50 millones que ya mencionamos. En 1960 el país tenía 35 millones de mexicanos y en 1980 éramos casi 70 millones. Lo que muestra que nuestro país duplicaba su población cada 20 años. Hecho que se presentó en México por varios decenios durante el siglo XX. Hace tres décadas y media, nuestra esperanza de vida al nacer era de un poco más de 60 años, y el número promedio de hijos por mujer era de seis. Se registraban 80 defunciones de niños menores de un año por cada mil nacidos vivos. Un gran número de estas muertes era evitable, porque se derivaban de las deficientes condiciones de vida de los mexicanos; muchas muertes eran de tipo infeccioso y parasitario y neumonías. Además se presentaba una elevada desnutrición.

Asimismo, los niveles de mortalidad eran diferenciales según las condiciones socioeconómicas, hecho que se ha presentado en diversos momentos y lugares en la historia de la humanidad. Hagamos la analogía con los que fallecieron en el hundimiento del Titanic. Recordemos que gran parte de los que murieron en él eran en su mayoría los de los estratos más bajos, los que iban en segunda o tercera clase, mientras que muchos de los que iban en primera sobrevivieron. También, como ocurre en la realidad, sobrevivieron más mujeres que hombres, porque es realmente la mujer el sexo fuerte desde el punto de vista demográfico. Si bien es cierto que todos vamos a morir, hay quienes fallecen antes y su tiempo de vida es poco saludable. Es importante no sólo vivir más años, sino vivir más años con salud.

¿Qué ha pasado en estos tres decenios y medio? ¿Cuál es la situación demográfica actual del país? En estos casi 35 años, los mexicanos hemos tenido que construir otro país como el de principios de la década de 1970. La población de México, según las proyecciones del Consejo Nacional de Población, llega a los 104 millones de mexicanos, con una tasa de mortalidad infantil ligeramente inferior a 20 por mil, una esperanza de vida al nacer de 75 años y nos acercamos a una tasa global de fecundidad de reemplazo. El nivel de la esperanza de vida al nacer es semejante al de varios países de Europa y cercano al de Estados Unidos, lo que significa que los padres conviven más años con sus hijos y va a ser normal encontrar a cuatro generaciones vivas. El concepto de familia se transformará tomando en cuenta estos hechos sociales. En estos 35 años se les ha salvado la vida a un poco más de dos millones de infantes de menos de un año de edad, lo que muestra el relativo éxito de las políticas de salud. La disminución de la natalidad y la de la mortalidad son dos de los acontecimientos sociales más relevantes en la historia social de este país. Estos hechos reflejan una gran revolución demográfica. Sin embargo, México todavía cuenta con una mortalidad infantil cinco veces superior a la de Japón, que presenta una tasa de cuatro defunciones de niños menores de un año por cada mil nacidos vivos. Además, se presenta una acelerada expulsión de mexicanos a los Estados Unidos de América. Son poco más de 400 mil los que migran anualmente al país del norte, aunque según estimaciones personales esta cifra podría ser mayor.

La reducción de la fecundidad ha traído algunos cambios en la composición por edad: se presenta una disminución de la población en las edades jóvenes y un acelerado crecimiento en las edades adultas y avanzadas. Sin embargo, aun cuando se ha observado una rápida declinación de la fecundidad y de la mortalidad, se observan todavía diferencias entre los diversos grupos sociales y áreas geográficas. Así, mientras el número de hijos por mujer en Chiapas es de cuatro, en el Distrito Federal y Nuevo León es de poco más de dos hijos, lo que muestra que estas dos entidades federativas ya llegaron al nivel del reemplazo. El estado de México se encuentra en poco más de 2.1 hijos por mujer. También, mientras la esperanza de vida al nacer en Chiapas y Oaxaca es de casi 70 años, en el Distrito Federal y Nuevo León supera levemente los 75 años. Lo mismo pasa con el estado de México. De acuerdo con estos datos podríamos decir que en nuestro país hay dos Méxicos demográficos claramente diferenciados, uno tiene una estructura por edad joven, alta natalidad y alta mortalidad, con una fuerte migración interna e internacional, y el otro tiene una baja mortalidad, baja natalidad y con una estructura por edad en acelerado proceso de envejecimiento, con un crecimiento demográfico muy lento.

 

¿Bono o pagaré demográfico?

Dada la dinámica demográfica, dos temas llamarán la atención en lo que resta del siglo XXI: el acelerado crecimiento de la población en edades activas y la rápida tasa de incremento de la población en edades avanzadas.

¿Qué efectos se presentarán en la estructura por edad de la población de México? El descenso de la fecundidad traerá importantes cambios en la composición por edad. Se presentará una disminución relativa de la población en edad preescolar y escolar, y un aumento apreciable en la población en edades activas. Por ejemplo, de cumplirse la hipótesis programática del Consejo Nacional de Población, la población en edad escolar (6 a 14 años) se reduciría de 20.3 millones en el año 2000 a 15.8 en 2030, mientras que la población en edades activas (15 a 64 años) pasaría de 62.3 millones en 2000 a 85.7 millones en el año 2030. En estos 30 años este grupo de población se incrementará en 23.4 millones, es decir, aumentará 780 mil anualmente en promedio. En el supuesto de que todas estas personas estuvieran buscando trabajo, esta cifra tendría que ser el número de empleos que se deberían de generar por año, más los empleos para quienes ahora se encuentren sin trabajo. Por su parte, la población de 65 años y más se incrementaría de 4.7 millones en 2000 a 15.6 millones en el 2030, casi se cuadriplicaría en 30 años. Esta población se incrementará en 10.9 millones en tres décadas, o dicho de otra manera, se incrementará en 360 mil en promedio anualmente. Esto significa que una cifra semejante será el número de nuevos pensionados que se sumarían anualmente.

Estas transformaciones en la estructura por edad permiten concluir que mientras el descenso en los niveles de fecundidad tiene un efecto inmediato sobre la población que demandará escuelas primarias, jardines de niños y servicios de atención de salud materno-infantil, ese efecto tarda más tiempo en afectar el grupo de población en edades activas, debido a que esa población está presente en el momento actual, porque ya ha nacido. Estos cambios demográficos tendrán como resultado que las acciones en materia educativa y de salud materno infantil, al reducirse la población en las primeras edades, podrán dirigirse a mejorar la calidad de otros servicios.

Otro efecto de grandes implicaciones sociales será el elevado número de personas en edades activas, de 15 a 64 años, en relación con las inactivas, de menos de 15 y más de 65 años.2 Se dice que este proceso podría transformarse en un bono demográfico, el cual se ubicará principalmente entre los años 2010 y 2030 cuando por cada 100 personas en edades activas haya un poco menos de 50 en edades inactivas. Este fenómeno puede explicarse como una onda3 en la que nos encontraremos en condiciones ideales cuando estemos en la parte más baja de ella (muchas personas en edades de trabajar en relación a la población que hay que mantener), pero en problemas cuando estemos en la parte alta de la onda (pocos en edades de trabajar con respecto a los que habrá que mantener, ver gráfica). Esto podría ocurrir sólo si las personas en edades activas tienen trabajo, ya que de no ser así, es decir, en el caso de que la población no tenga trabajo o tenga pero con ingreso bajo, esta situación podría también representar una crisis demográfica por falta de empleo, con una fuerte emigración al exterior, toda vez que ésta representa una válvula de escape de esta población. En el año 2030 habría una población en edades activas equivalente a la población total que el país tuvo en 1990. También habría en 2030 una población en edades de 65 años y más equivalente a la población que tuvo todo el país en 1930.

En poco más de un siglo la población de México se multiplicó por ocho al pasar de 12.6 millones en 1895 a los 104 millones en el año de 2004 ya mencionados. Así, durante este decenio se espera que México aumente en una cifra de alrededor de 15 millones de personas, aun cuando se alcance una tasa de crecimiento de la población de uno por ciento en los próximos años.

Tendemos hacia el crecimiento demográfico cero y es probable que en casi un siglo tendremos que construir otro México como el de hoy.

 

El estado de México en el contexto nacional

El estado de México, con un rápido crecimiento demográfico, es la entidad más poblada del país, con 14.4 millones de mexiquenses, y la que más ha aumentado su volumen poblacional en los últimos cinco decenios. Según las proyecciones de Conapo, el estado llegará a 19 millones de mexiquenses. Este acelerado crecimiento es el resultado de dos fenómenos demográficos: altas tasas de fecundidad y fuerte inmigración de millones de mexicanos que en el pasado decidieron cambiar su lugar de residencia al territorio del estado de México en busca de mejores condiciones de vida. En la actualidad, el estado presenta una tasa de crecimiento demográfico de aproximadamente 2.5 por ciento, lo que significa que la población se duplicaría en periodos de un cuarto de siglo si continuara este ritmo de aumento de la población. Esto significa que cada 25 años se tendría que construir otro estado como el actual en términos de sus requerimientos sociales y económicos.

Los niveles de fecundidad del estado se acercan al reemplazo, mientras que la esperanza de vida al nacer, como ya dijimos, supera apenas los 75 años, con una mortalidad infantil, todavía muy elevada, de 17 defunciones de niños menores de un año por cada mil nacidos vivos, cuatro veces superior a la que se observa en Japón, que cuenta con uno de los niveles más bajos de mortalidad en el mundo.

La entidad también presenta una demografía diferencial entre sus municipios y localidades. Mientras algunas zonas del estado cuentan con niveles en sus componentes demográficos como los que se observan en los países desarrollados, hay otras con niveles como los que se presentan en los países atrasados del planeta.

En 1950 residían en el estado 1.3 millones de mexiquenses y para el año 2000 la entidad registró 13.1 millones. En medio siglo la población del estado de México se multiplicó por 10. Otro hecho que continúa es el binomio concentración y dispersión, ya que 87 por ciento de la población habita en las zonas metropolitanas del valle de México y del valle de Toluca, mientras que por otro lado hay más de cuatro mil localidades que se encuentran dispersas.

Entre el momento actual y el año 2030, la población en edades activas pasará de 9.5 a 12.9 millones. Lo que significa que se deberán generar en promedio un poco más de 120 mil empleos al año en el próximo cuarto de siglo. Mientras que la población de 65 años y más pasará de 591 mil a 2.3 millones de personas. Esto quiere decir que esta población se multiplicará por cuatro en 25 años. Por tal motivo, los retos del desarrollo estatal en materia demográfica se encuentran ligados al envejecimiento de la población y al rápido crecimiento de la población en edades laborales. Además se presenta una disminución de la población de niños y adolescentes.

El mayor número de personas en edades activas podría promover el bono demográfico ya mencionado, el cual podría tener implicaciones sociales y económicas al propiciar una relación ventajosa entre la población dependiente y la que se encuentra en edades productivas, lo que podría permitir al estado tener una ventana de oportunidades en el orden económico desde el 2020 al 2050. Esperemos que no sea un pagaré demográfico.

 

La política de población, la aritmética política y el momentum demográfico de México

Hace tres decenios se publicó la Ley General de Población y nuestro país inició una larga vida en su política demográfica; por cierto, en este año de 2004 cumple treinta años, llegó a su edad madura. Dicha ley considera como eje fundamental el principio del respeto a los derechos humanos de la familia y del individuo en cuanto al número y espaciamiento de los hijos. Con estos principios se iniciaron programas oficiales de planificación familiar con un amplio contenido en salud y en educación. Dicha ley plantea como fin regular los fenómenos que afectan a la población en cuanto a su volumen, estructura, dinámica y distribución en el territorio nacional, con el fin de lograr que participe justa y equitativamente de los beneficios del desarrollo.

Los cambios de una política pronatalista a otra que regula el incremento poblacional se debieron a resultados de simulaciones y proyecciones de población elaboradas en 1966, y a las que se publicaron en 1978 por la Dirección General de Estadística, el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y El Colegio de México. Con base en estas últimas proyecciones se estimaba que la población de todo el país al año 2000 llegaría a 151.8 millones de habitantes. Según la hipótesis constante, es posible señalar que dejaron de nacer 50 millones de mexicanos, población equivalente a la que tuvo el país en 1970.

Existe un concepto demográfico que posibilita entender la velocidad de incremento de la población: el momentum demográfico (Keyfitz, 1977), calculado como el producto de la tasa de natalidad por la esperanza de vida al nacer entre la raíz cuadrada de la tasa neta de reproducción). Dicho índice pasó de 1.1 en 1930 a 1.7 en 1970 y a 1.6 en 2000. Esta última cifra significa que si se redujera repentinamente la fecundidad hasta el reemplazo, México estabilizaría su población en un crecimiento nulo varias décadas después, en una población 60 por ciento mayor a la población inicial.

Aun cuando sabemos que no se debe utilizar un concepto de las ciencias físicas en las ciencias sociales, a veces permite aclarar conceptos teóricos. Por ejemplo, supóngase un barco de 100 mil toneladas que viaja a 20 nudos por hora, ¿qué ocurre si lo queremos detener? A partir del momento en que paramos las máquinas comienza a perder velocidad, pero por la ley de la inercia sigue avanzando. No se detiene inmediatamente. Con el crecimiento demográfico se presenta un fenómeno similar. Aunque detengamos dicho crecimiento, la población sigue incrementándose. Sólo después de muchos años la población podrá estabilizarse. También significa que si quisiéramos aumentar la tasa de crecimiento de la población no lo podríamos hacer, puesto que resulta muy difícil revertir procesos sociales de este tipo.

Por ejemplo, la población europea ha envejecido hasta tal punto que comenzará a disminuir aunque la natalidad aumente. Esto se debe a que las mujeres están retrasando cada vez más el momento de empezar a tener a sus hijos. En Europa, las generaciones ancianas son más numerosas que las jóvenes, por lo que las generaciones posteriores tienen menos madres potenciales, de modo que aunque las mujeres tuvieran más hijos no se podría compensar la tendencia descendente, además de que el número de hijos por mujer es menor de dos. El otro hecho que está contribuyendo a este proceso es que la edad a la que se tiene el primer hijo ha ido aumentando con el tiempo, lo que reduce el número de niños que nacen anualmente.

 

Una reflexión a largo plazo

En estos años habrá que reflexionar respecto a qué país y qué estado de México le dejaremos a las generaciones más jóvenes. Las Naciones Unidas publican proyecciones de población nacionales según cuatro hipótesis: alta, media, baja y una constante. Me referiré a las tres primeras: en la hipótesis alta, México estabilizaría su población en una tasa neta de reproducción de 1.25, con una población de 178 millones en 2050. En la hipótesis media, el país estabilizaría su población en una tasa neta de reproducción de uno, es decir, en el reemplazo, con una población de 147 millones en 2050. En la hipótesis baja, México estabilizaría su población en una tasa neta de reproducción de 0.77, con una población de 119 millones a mitad del siglo XXI. La diferencia entre la hipótesis alta y la baja es de 59 millones, un número muy elevado, equivalente a la población que el país tuvo a mediados de la década de 1970. ¿Qué país queremos? Me parece que ha llegado el momento de responder esa pregunta.

Estas proyecciones de población resultan muy relevantes para detectar los posibles escenarios demográficos tanto a nivel del país como del estado de México. Podemos señalar que el envejecimiento, el empleo, la migración interna y la migración internacional serán los temas del siglo XXI, hecho que se puede constatar en cualquiera de los supuestos. El tema de las pensiones ocupará el centro de atención en diversos ámbitos políticos, privados y académicos. En las edades avanzadas habrá más mujeres que hombres debido a la mayor esperanza de vida de la población femenina, y muchas de ellas podrían no tener seguridad social, vivir solas, enfermas y pobres.

En las acciones de política ha sido posible observar cómo sí se alcanzó el monto de casi 100 millones en el país para el año 2000, pero no la meta de crecimiento demográfico. Aunque según las cifras de Conapo, uno por ciento se alcanzará en 2005. Es importante señalar que la fuerte migración internacional a Estados Unidos ha reducido la tasa total de aumento de la población, lo que ha originado que estemos cerca de uno por ciento. La pobreza de muchos mexicanos ha permitido que prácticamente se cumpla el objetivo en la tasa de crecimiento demográfico, debido a la salida de mucha gente a Estados Unidos. Hecho que además ha sido fundamental en mejorar las condiciones de quienes se quedan, ya que las remesas se encuentran entre los ingresos más importantes del país. Los que se van al exterior son los que están sacando a flote a los que nos quedamos en el país.

Se cumplió la meta cuantitativa en el número de mexicanos al final del siglo XX, pero es necesario avanzar en lo cualitativo, es decir, en el mejoramiento de la calidad de vida, para hacer efectivo el famoso mensaje de los setenta que decía: "la familia pequeña vive mejor". Al disminuir los niveles de fecundidad podemos señalar que la población ya le cumplió al desarrollo, ahora falta que el desarrollo le cumpla a la población, puesto que hasta ahora podemos concluir que la familia pequeña vive peor.

El estado de México, como el país, muestra grandes diferencias en lo demográfico, de ahí la necesidad de reducir las grandes brechas en los niveles de fecundidad y mortalidad. Establecer una política migratoria orientada a retener población en los lugares de origen de la emigración y reorientar población hacia lugares que tengan recursos, son dos políticas fundamentales en la planeación demográfica. Somos un país centralista. Pero recordemos que el territorio lo perdimos con Estados Unidos debido en gran medida a la falta de población en la frontera norte. Aún continuamos en esa situación de fuerte concentración poblacional. Nuestros habitantes se encuentra localizados principalmente en el centro del territorio nacional. Debemos tener una imagen de la demografía que queremos para el largo plazo. ¿Cuál es el país y cuál es el estado de México que queremos desde el punto de vista demográfico? Es necesario planear más lejos que un sexenio. Como ya comenté, los fenómenos demográficos se gestan en el largo plazo. Entramos tarde, en la década de 1970, a la disminución de la fecundidad, por no tener claro un diagnóstico de la situación demográfica del país y sus perspectivas. Pudimos haber regulado la dinámica poblacional un decenio o dos antes de 1974, cuando se crea el Conapo. Tenemos una ley de población que cumplió su 30 aniversario. En estos tres decenios la demografía ya ha cambiado. Es el momento de poner la ley al día. Nuevos temas han surgido, como el del envejecimiento acelerado ligado a las pensiones, la elevada fecundidad adolescente, tema relacionado con el aborto, la mortalidad por diabetes, por agresiones, por infarto al miocardio, el incremento del sida, la acelerada migración a Estados Unidos, entre otros aspectos. Esperemos ahora que el futuro no nos tome desprevenidos. Habrá que enfrentar los nuevos retos de la demografía. Luchemos para que no se dé un retroceso en nuestra política de población, premiada hace dos decenios por Naciones Unidas. Los mexicanos y mexiquenses requerimos de una política de población a la altura de sus habitantes. Es importante resaltar que la demografía no son sólo cifras y datos curiosos. La planeación poblacional tiene que ver con la tarea de planear para la gente. Hagamos que se cumpla el principio rector para el que fue creada la política demográfica, que es el de elevar las condiciones de bienestar de los mexicanos y de los mexiquenses.

 

Bibliografía

CONAPO, 2002, Proyecciones de la población de México, 2000-2050, México.         [ Links ]

Keyfitz, Nathan, 1977, Applied mathematical demography, John Wiley and Sons, New York.         [ Links ]

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Notas

1 El concepto de población estable fue desarrollado en 1934 por Alfred Lotka, quien demostró que independientemente de la estructura por edad inicial, una población cerrada a la migración y sometida de manera indefinida a una fecundidad y a una mortalidad constantes, tiende a una composición por edad constante, determinada completamente por su fecundidad y por su mortalidad. En estabilidad, todos los indicadores demográficos (tasa bruta de natalidad, de mortalidad y de crecimiento natural) son constantes, sólo varía el número de habitantes (en el caso de que la tasa de crecimiento demográfico no sea cero). Un caso particular de población estable se presenta cuando la tasa neta de reproducción es igual a uno, y la tasa de crecimiento es cero. En este caso se habla de población estacionaria.

2 El índice de dependencia se calcula dividiendo la población de menos de 15 y más de 65 años entre la población de 15 a 64 años. Se interpreta como el número de personas en edades no activas por cada 100 personas en edades activas.

3 La longitud de la onda es de poco más de un siglo. El máximo de la onda se ubicó en la década de 1970 y el mínimo se encontrará en el decenio de 2020.

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