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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.8 no.34 Toluca Out./Dez. 2002

 

Residencia posmarital y migración: un estudio de caso de grupos domésticos en el Valle de Solís, estado de México*

 

Julia Pauli

 

Universidad de Colonia, Alemania

 

Resumen

Un gran número de etnografías mesoamericanas demuestra la existencia de un sistema de formación de grupos domésticos específico del área cultural. Dos de sus características principales son la residencia virilocal y la últimogenitura. Aunque este sistema es el patrón dominante voy a demostrar que bajo circunstancias específicas es probable que se produzca un cambio. La migración nacional e internacional genera un gran número de consecuencias para la estructura económica y social de las comunidades mexicanas rurales. Como ya se demostró antes, una cantidad significativa de ingresos se destina a la vivienda. Dado esta preferencia de gasto se presenta la pregunta ¿de qué manera cambia la residencia postmarital, en concreto la residencia virilocal, teniendo en cuenta las nuevas oportunidades de ingresos y el nuevo espacio de vivienda de la generación más joven? El proceso de este cambio será descrito y explicado usando datos etnográficos sobre patrones de migración y de fertilidad, el comportamiento postmarital de residencia y la actuación económica recogidos en una comunidad del Valle de Solís, Estado de México, durante los años 1996, 1997, 2000 y 2001.

 

Abstract

Numerous Mesoamerican ethnographies have demonstrated the existence of a specific regional household system. Two of its main characteristics are virilocal residence and ultimogeniture although this system is the dominant pattern I show that under specific circumstances a change becomes probable. National and international migration generate a number of consequences for the economic and social structure of rural Mexican communities. As others have shown before a significant amount of remittances goes into housing. Given this spending preference the question arises in how far postmarital residence, namely virilocal residence, changes due to new income opportunities and the new dwelling space for the younger generation. Using ethnographic data on migration and fertility patterns, postmarital residence behavior and economic performance collected in a community of the Valle de Solís, state of Mexico, during the years 1996, 1997, 2000 and 2001 the process of this change will be described and explained.

 

Introducción

El cambio en la estructura social y económica de las comunidades rurales mexicanas debido a la migración nacional y, sobre todo, internacional ha sido un importante tema de investigación para los antropólogos (Monto, 1991) y otros científicos sociales (Massey et al., 1991, 1993). El envío de remesas desde Estados Unidos a las comunidades rurales mexicanas han propiciado varias transformaciones en las economías de los grupos domésticos. Esto se expresa claramente en un adagio local citado por Massey et al. (1986: 172) y Monto (1991: 84) en sus estudios de los cambios locales provocados por la migración internacional: "Antes, las mujeres lloraban cuando sus esposos iban a Estados Unidos. Ahora lloran cuando no se van".1 Las remesas se utilizan tanto para el consumo como para las inversiones (Massey, 1988, Massey et al. 1986, 1993; Monto, 1991 y Taylor, 1991). En un estudio comparativo de dos comunidades rurales en Jalisco y Michoacán, un pequeño pueblo en Michoacán y un barrio de Guadalajara, Massey et al. (1986: 250) encontró que el destino preferido de los ahorros de los migrantes era la vivienda. De manera similar, el estudio que realizó Monto (1991) en Chaudan, Michoacán, demostró que una parte importante del dinero enviado por los migrantes se había gastado en la construcción o en la mejora de la vivienda. Las viviendas de los inmigrantes normalmente siguen habitadas y los habitantes de una casa frecuentemente forman un grupo doméstico. Puesto que una cantidad significativa de los "migradólares" (Durand, 1997) se destina a la vivienda, surge la siguiente pregunta: ¿en qué medida estas nuevas casas pueden tener un impacto sobre la estructura del grupo doméstico y las reglas de residencia?

El grupo doméstico ("household") como foco de interés de la etnografía ha sido disputado, cuestionado y debatido; pero, de hecho, nunca ha sido sustituido (Creed, 2000: 247; Netting et al., 1984: xiii-xxxviii). Netting et al. (1984: xxi-xxvi) sostienen y demuestran que la selección del grupo doméstico como unidad de análisis tiene justificaciones tanto prácticas como teóricas. Los grupos domésticos son sensibles a los cambios sutiles del contexto socio-económico (Netting, 1979) y, por esta razón, constituyen un importante ámbito para estudiar cualquier cambio. Sin embargo, el investigador debe tener cuidado y evitar unificar al grupo doméstico para que no sea percibido como un actor (Greenhalgh, 1993), lo cual podría animarnos a no considerar las dinámicas sociales de los grupos domésticos, sobre todo las diferencias generacionales y de género y los distintos intereses dentro de éstos.

Un gran número de etnografías mesoamericanas demuestra la existencia de un sistema de formación de grupos domésticos específicos del área cultural. Este sistema de formación de grupos domésticos que Robichaux (1991a: 150) denomina el "sistema mesoamericano de formación de grupos domésticos", se caracteriza por la residencia virilocal2 y la ultimogenitura. El importante análisis que realiza Robichaux de la dinámica social que subyace en este sistema y la aplicación de este análisis a una comunidad tlaxcalteca ofrecen intelecciones importantes para comprender el proceso de la formación de los grupos domésticos en la comunidad objeto de estudio del presente artículo. Tanto Robichaux como Nutini (1976) también toman en cuenta la residencia uxorilocal y mencionan varias razones que determinan esta excepción de la regla. Sin embargo, la residencia neolocal no se menciona en los datos de Nutini o en la relación de los numerosos casos señalados por Robichaux en su revisión bibliográfica del sistema mesoamericano de formación de los grupos domésticos. A diferencia de los ejemplos citados por estos autores, un número significativo de parejas en la comunidad aquí tratada residen de manera neolocal. De este modo, intentaré demostrar que las estrategias asociadas con los nuevos ingresos, principalmente a través de la migración nacional e internacional, constituyen los factores principales que explican este cambio en el sistema de formación de los grupos domésticos.

Son muy escasos los estudios que se han preocupado por los efectos que tiene la migración internacional sobre los patrones de residencia postmarital en México. El estudio de Massey et al. (1986) arriba citado, analiza en detalle el gasto de los hombres en diferentes fases o etapas de su vida y muestra que los hombres recién casados y los que tienen hijos jóvenes, en la adolescencia, gastan de manera proporcionalmente mayor en la vivienda que otros hombres (1987: 212). Pero este estudio no proporciona datos sobre la propiedad de la casa y la residencia postmarital. 13 por ciento de los solteros en las dos comunidades rurales y 33 por ciento de los solteros en las dos unidades urbanas también invierten en la construcción de viviendas (1987: 212). Si invierten en una casa propia antes de casarse probablemente no van a vivir con sus padres después de casarse. En su estudio de una comunidad expulsora de migrantes de Jalisco y de una comunidad receptora de éstos, en Estados Unidos, Hirsch (1997) menciona que, debido a la migración internacional, ha crecido sustancialmente la prevalencia de la residencia neolocal. Desafortunadamente, no proporciona datos sistemáticos sobre los patrones de residencia en ninguna de estas comunidades. En Chaudan, Michoacán, una comunidad con un número significativo de migrantes internacionales, Monto (1991: 101) ha observado que las parejas de recién casados "(...) frecuentemente pasarán la noche de bodas en la casa que el joven esposo ha construido o comprado, en muchos casos con al menos una parte de los ingresos provenientes de la migración". A diferencia de la práctica generalizada que Robichaux describe en Mesoamérica, en Chaudan generalmente, la residencia posmarital preferida es neolocal, (Monto 1991: 102). Esto se explica en parte por los conflictos anticipados dentro de los grupos domésticos de tipo extenso y se refleja en un dicho local que reza: "casada quiere casa" (Monto, 1991: 102). D'Aubeterre (2000) y Castañeda (2000) también mencionan fuertes conflictos entre suegros y nueras cuando viven bajo el mismo techo. Sin embargo, en la comunidad tlaxcalteca estudiada por Castañeda la migración internacional no tiene efecto sobre las reglas de residencia.3 D'Aubeterre (2000) describe en el caso de una comunidad poblana con un alto índice de migración internacional una solución diferente. Aunque no parece haber cambios en la residencia posmarital en el contexto local mexicano las jóvenes parejas viven de manera neolocal cuando migran juntos a Estados Unidos (D'Aubeterre, 2000:133).

Es evidente que carecemos de información sobre los efectos que tiene la migración internacional sobre la residencia postmarital en México y sobre el sistema de grupos domésticos en general. Los pocos casos discutidos arrojan resultados ambiguos. Este análisis exploratorio intenta arrojar más luz sobre los vínculos entre migración, dinámicas sociales dentro del grupo doméstico y cambios en los patrones de residencia postmarital que pueden aplicarse a otras comunidades mexicanas con una historia y desarrollo similares.

Métodos de investigación y datos

Se realizó el trabajo de campo en períodos comprendidos entre mayo de 1996 y julio de 1997; febrero y marzo de 2000 y septiembre y marzo de 2001 en la comunidad de Pueblo Nuevo. Pueblo Nuevo se extiende en el Valle de Solís, en el Estado de México, en el México Central. El Valle de Solís está ubicado en la parte noroeste del estado de México y colinda con los estados de Querétaro y Michoacán.

Se realizó la observación participante con entrevistas informales durante todos los periodos citados del trabajo de campo. Estos métodos generaron intelecciones importantes en los patrones de interacción social, a saber, diferentes tipos y situaciones de conflicto, así como varios tipos de cooperación. También se emplearán otros tipos de datos para el análisis que se presenta a continuación: información sistemática y cuantitativa de un censo etnográfico y dos encuestas, y la recolección de datos cualitativos adicionales en la forma de historias de vida, entrevistas semiestructuradas y entrevistas con grupos focales.

El censo etnográfico, realizado en 1996 (julio-septiembre) y actualizado en 1997, proporciona información sobre comportamiento reproductivo, valores familiares, roles de género, composición y tamaño de los grupos domésticos, escolaridad, ocupación y migración de los 165 grupos domésticos de la comunidad. A diferencia del censo clásico que realizan los demógrafos que se centra en unas cuantas variables demográficas, tales como el tamaño del grupo doméstico y las historias reproductivas, y donde se administra a un número elevado de individuos, un censo etnográfico recoge información detallada sobre un número reducido de personas.4 La desventaja de este método es que el estudio completo de un número limitado de personas tiene como costo la falta de representatividad. Las conclusiones que pueden sacarse de un censo etnográfico son más precisas y holísticas, pero están limitadas a un contexto específico. En septiembre de 2000, se realizó una encuesta sobre el lugar de residencia de todos los hombres de la comunidad mayores de 15 años (N = 290). En marzo de 2001 se realizó otra encuesta sobre migración, residencia y estado civil. Esta encuesta proporciona información sobre el estado marital, residencial y migratorio de los hombres que no estaban casados en 1997 (cuando se realizó el censo etnográfico) o que tenían menos de 15 años cuando se aplicó la encuesta (N = 135).

Las entrevistas de historia de vida (N = 12), las entrevistas semiestructuradas (N = 14) y las entrevistas con grupos focales se realizaron en el período comprendido entre 1996 y 1997. Se grabaron, transcribieron y codificaron todas las entrevistas. Puesto que la mayoría de los datos analizados fueron recolectados entre 1996 y 1997, el presente etnográfico se refiere a dicho período. Cuando se analizan datos de 2000 y 2001, se hace mención especial del caso.

Flexibilidad y cambio en Pueblo Nuevo: una descripción etnográfica

Como su propio nombre lo indica, Pueblo Nuevo es una comunidad joven.5 Fue fundada por un grupo de migrantes provenientes de la comunidad de Contepec, en el estado de Michoacán a principios de la década de 1930. Junto con los pueblos cercanos de El Rodeo, San Vicente y Juanacatlán, Pueblo Nuevo forma un ejido, la unidad administrativa de propiedad comunal creada por el reparto agrario de la Revolución Mexicana. Todos los habitantes de la comunidad se consideran mestizos. En 1997, un total de 859 personas (437 hombres y 422 mujeres), vivían repartidos en 165 grupos domésticos. Un grupo doméstico se define esencialmente como una unidad de producción y consumo (Nutini, 1968, Rothstein, 1991: 584 y Rothstein en este volumen). Los habitantes de Pueblo Nuevo sostienen esta misma definición. Con la excepción de un solo caso, todos los miembros de grupos domésticos de Pueblo Nuevo están unidos por lazos de parentesco. El criterio de corresidencia es de menor importancia debido a la fuerte migración temporal a la ciudad de México y a Estados Unidos.

Como es habitual en México, la población de Pueblo Nuevo es muy joven, en 1997, 46 por ciento de sus habitantes tenían menos de 15 años y 58 por ciento menos de 20 años. Todos los miembros de la comunidad son de origen mestizo y católicos. Todos los grupos domésticos tienen electricidad desde 1975 y acceso a agua potable desde 1983. La comunidad cuenta con jardín de niños, una primaria y una telesecundaria. Es necesario viajar a Temascalcingo, una pequeña ciudad a 20 kilómetros de distancia que también es la cabecera municipal, para acceder a mayores niveles educativos. La universidad más cercana se encuentra en Toluca, la capital del estado. La mayoría de los niños reciben una educación básica: en 1997, 84 por ciento de los niños en edad de primaria asistía a la escuela. El nivel de educación secundaria es mucho menos común, puesto que sólo 31 por ciento de los niños cursan la secundaria o la preparatoria. Desde 1973 hay una clínica de salud regional en el territorio de la hacienda de Solís, una comunidad a sólo tres kilómetros de distancia del pueblo.

Una visita al pueblo revela a simple vista claras diferencias en las estructuras de las viviendas. La mayoría de las casas se levantan cerca de la calle y sus habitantes se sientan fuera de las casas para comer, beber y conversar. También hay casas construidas a partir de una mezcla de materiales tradicionales y modernos. Los materiales modernos, como el cemento y las láminas corrugadas de acero, sólo pueden comprarse en Temascalcingo. Y finalmente, hay casas modernas que imitan el estilo de las viviendas norteamericanas. El techo y el piso de estas casas son de cemento, y son con diferencia las más costosas. Nunca hay gente sentada delante de estas casas. A diferencia de las casas tradicionales y de las construidas con materiales mixtos, la mayoría de las casas modernas cuentan con una sala. Hace unos 40 años ni una sola casa en el pueblo contaba con una sala. Ahora, los propietarios de las casas modernas prefieren estar solos dentro de sus casas y platican con menos frecuencia con sus vecinos. Al describir el cambio cultural y económico en Suecia, Löfgren (1984) utilizó la frase "el hogar como escenario y abrigo". A partir de esta definición podemos observar en Pueblo Nuevo dos procesos aparentemente contradictorios: por un lado, en la actualidad, algunas personas construyen sus casas como escenarios; para el resto de la comunidad queda muy claro que estas casas son mucho más caras y que cobijan más bienes de consumo en su interior de los que se pueden encontrar en las casas tradicionales. Por otro lado, los habitantes de estas casas reducen sus interacciones con los otros habitantes del pueblo y permanecen más tiempo encerrados en sus casas. El mensaje que trasmite este tipo de vivienda moderna a los habitantes de la comunidad es al mismo tiempo público y privado: es posible presumir y al mismo tiempo apartarse de los demás.6

Las casas modernas son propiedad de los habitantes más jóvenes del pueblo. Los habitantes nacidos antes de 1948 viven en casas tradicionales o en casas construidas con materiales mixtos, pero no en casas modernas.7 Sin embargo, hay una significativa gama de diferencias. El acceso a los recursos económicos necesarios para construir una casa de tipo moderno no está al alcance de todas las parejas jóvenes. Esta afirmación puede tomarse como un primer indicador de la estratificación social y económica.

Doña Chucha, una informante de 60 años, me contó que cuando se fundó el pueblo, durante las décadas de 1930 y 1940, todo el mundo era pobre y por lo tanto, de similar nivel socioeconómico. Es dudoso que realmente no haya existido estratificación durante esa época. Sin embargo, las posibilidades de acumular bienes materiales eran ciertamente mucho más limitadas. Hasta fines de la década de 1960 había tierras suficientes para la agricultura de subsistencia y, por lo general, los campesinos cultivaban maíz y frijoles. Se guardaba una parte del maíz para el consumo familiar mientras que la otra parte se vendía a empresas del gobierno, por ejemplo, la Conasupo. Con estos ingresos en efectivo los habitantes del pueblo compraban otros bienes de consumo, como aceite para cocinar, carne, leche o verduras. Hasta fines de la década de 1960 casi todos los campesinos eran ejidatarios y cultivaban su propia parcela ejidal. Posteriormente al reparto inicial de la tierra a principios de la década de l930 se realizaron varios repartos adicionales, pero la calidad y la cantidad de tierra disponible se iba reduciendo constantemente. La última repartición tuvo lugar en 1987. Considerando un crecimiento de población de 3.2 por ciento anual entre 1944 y 1997, era cuestión de tiempo que el sistema de subsistencia entrara en crisis. En consecuencia, los habitantes de la comunidad se vieron obligados a buscar empleos. No había oportunidades de nuevos empleos dentro de la región, pero se podía llegar a la ciudad de México después de cuatro horas de viaje en autobús. Los factores de expulsión se complementaron con factores de atracción. En la década de 1970, 60 por ciento de la industria mexicana estaba ubicaba en la ciudad de México (Krause, 1996: 99) donde existía una extensa gama de nuevas posibilidades para lograr el avance económico. La migración a la ciudad de México se convirtió en una estrategia importante de sobrevivencia. Pero no emigraba la familia completa. Como señalan Alba y Potter:

la familia extensa rural era la base desde la cual se enviaban individuos en busca de empleo temporal o permanente. Esto tenía sentido en términos estratégicos ya que la migración constituía una propuesta costosa y arriesgada para el individuo pero también era un medio de manejar los riesgos a través de la diversificación del portafolio para la familia (1986: 57).

La migración internacional, principalmente a Estados Unidos, constituye un fenómeno más reciente dentro de esta comunidad. Se remonta a la década de 1980 y a la primera crisis profunda de la economía mexicana y llegó a su punto álgido en la década de 1990 (cuadro 1). Como es habitual en México (Massey et al., 1986) la migración internacional ilegal es principalmente "un asunto de hombres". Sólo unas cuantas mujeres, pocos niños y algunas parejas han cruzado la frontera.8 En el año 2000, 44 por ciento de los hombres mayores de 15 años (N = 290) habían emigrado ilegalmente al menos una vez a Estados Unidos o Canadá.

Casi la mitad de los migrantes (47 por ciento) emigró por primera vez entre 1998 y 2000 (cuadro 1). 25 por ciento se inició en la emigración internacional entre 1993 y 1997 y sólo 17 por ciento emigró a Estados Unidos o Canadá por primera vez antes de 1993. Se recogieron datos relativos al lugar de residencia de todos los hombres de la comunidad mayores de 15 años en dos períodos (junio de 1997 y septiembre de 2000). En junio de 1997, de un total de 243 hombres mayores de 15 años, 18 por ciento (N = 43) vivía y trabajaba en Estados Unidos. En septiembre de 2000 el número de hombres ausentes había aumentado de manera significativa. De un total de 290 hombres mayores de 15 años, 35 por ciento (N = 101) vivía en el otro lado de la frontera. Los hombres generalmente emigran durante dos o tres años, luego regresan al pueblo durante algunos meses y vuelven a salir. En el año 2000, los hombres de Pueblo Nuevo habían desarrollado fuertes vínculos en distintos destinos de Estados Unidos, principalmente en Chicago, California y Carolina del Norte. El desarrollo de la migración internacional en Pueblo Nuevo presenta muchas similitudes con la situación de muchas otras comunidades mexicanas que expulsan migrantes, sobre todo, en términos de la situación económica de la comunidad expulsora, las motivaciones para el primer viaje y los viajes subsecuentes, la construcción de redes y el gasto de las remesas (Massey et al., 1986, 1993, Monto, 1991 y Taylor, 1999). La migración internacional también tiene que vincularse con el ciclo de vida (Massey et al., 1986). La gran mayoría de los migrantes (más de 95 por ciento tanto en junio de 1997 como en septiembre de 2000) cuentan con menos de 50 años de edad. La migración internacional ilegal está compuesta por hombres jóvenes y de edad intermedia que tienen la fuerza física y psicológica suficiente para afrontarla, así como la necesidad de acumular dinero para invertir y consumir.

Cambios en los patrones de residencia posmarital: ¿quién ha vivido, dónde y por qué? El "sistema mesoamericano de formación de grupos domésticos"

Como un modelo que describe el comportamiento de residencia postmarital de la mayoría de las parejas dentro de una población mesoamericana también puede observarse en Pueblo Nuevo,9 casi todos sus habitantes todavía residen virilocalmente. Como demuestra el cuadro 2, aproximadamente dos tercios de las parejas han vivido o todavía viven en un grupo doméstico de familia extensa que incluye a los padres del marido.10

Sin embargo, la residencia virilocal no es el único patrón de residencia observado. La residencia neolocal es una práctica que ha quedado registrada en todas las cohortes. Se pueden encontrar casos de residencia uxorilocal en tres de las cohortes más jóvenes, así como otras formas de arreglos de residencia después del matrimonio.11 Para comprender estas variaciones del padrón dominante de la residencia virilocal, establezco un vínculo entre estas variaciones y la situación social y económica de la comunidad. Comienzo con el análisis de las características de las parejas que residen virilocalmente.

Hay varios elementos importantes para la comprensión de la prevalencia de la residencia virilocal que se mencionan en las entrevistas de las biografías, en las discusiones de grupo y en las entrevistas informales. Un gran número de las relaciones con el patrón de residencia virilocal son el resultado de un comportamiento específico de los hombres y las mujeres. Para comprender la formación de tales relaciones la historia de vida de María resulta informativa.12

María, que hoy tiene 28 años, asegura no haber planeado el inicio de su relación con Javier. María se había encontrado con Javier varias veces en una de las tiendas del pueblo. Cuando se conocieron por primera vez ella tenía 15 años y él ya tenía más de 20. A ella le gustó. Sin embargo, realmente no lo conocía. Nunca habían hablado a solas. Un día, en la tienda él le pidió que lo encontrara en la noche a la salida del pueblo. María sabía que no estaba bien visto encontrar un hombre a esa hora. Sin embargo, tenía curiosidad y aquel día no regresó a casa y se quedó en los alrededores de la tienda con una amiga. Lo que sigue es una descripción en las palabras de María de lo que sucedió:

Entonces fui ahí y cuando llegué le dije 'no, quiero regresar a mi casa' (...) Era muy obscuro y había un poco de luz pero no mucha. Pensé a mí misma: 'entonces ¿qué sucede si regreso ahora? Bien, sí, claro puedo regresar ahora'; y le dije 'voy a regresar a mi casa'. Regresé hasta que podía ver la casa. Habían apagado todas las luces en la cocina y en la recámara ya que sólo teníamos una cocina y una recámara. Pensé a mí misma, 'no, todo está cerrado, ¿cómo voy a entrar? ¿y qué va a pasar si regreso a la casa? no me van a perdonar esto sí. Yo sé que me van a matar, me van a matar. Entonces regresé con él, fui con él a la casa de su mamá y entonces comenzamos a vivir juntos" (María, 1. 4. 1997).

Un gran número de mujeres de diferentes edades me contaron experiencias similares con arrepentimiento y tristeza. En estas historias de vida la frase "no sabía, no pensaba lo que estaba haciendo" se menciona frecuentemente en relación con el inicio de la unión. Todavía hay una mayor evidencia antropológica a la hora de señalar un arrepentimiento común con respecto al inicio y los primeros años de vida en pareja en varias entrevistas semiestructuradas que realicé con 14 mujeres. Les pregunté cuál era el mayor error que habían cometido en su vida. A continuación se presentan algunas respuestas típicas respecto a la residencia virilocal: 13

Mi mayor error fue casarme. Me tocó una suegra muy mala y un cuñado también muy malo. Al principio tuve que vivir con ellos. Ahora que tengo mi propia casa todo va mejor. Las suegras sólo quieren que les ayuden pero ellas no hacen nada. (María de la Luz, nacida en 1977, casada tres años, sin hijos, vivió durante un año con su suegra).

Mi mayor error fue casarme y vivir con mi suegra (Hilda, nacida en 1973, casada cuatro años, dos hijos, vive todavía con su suegra).

Mi mayor error fue casarme. Me arrepentí de esto tanto cuando sufrí con mi suegra. (Lidia nacida en 1971, casada 9 años, tres hijos, vivió un año con su suegra). Mi mayor error fue acostumbrarme a vivir en la casa de mi suegra y de nunca decir una palabra. (Socorro, nacida en 1964, casada 15 años, 5 hijos, vive todavía con su suegra).14

Para comprender los arrepentimientos de estas mujeres es necesario ver la dinámica social que implica vivir con la suegra. Por supuesto, no todas las mujeres tienen una suegra insoportable, pero se pueden observar ciertos patrones cognitivos de comportamiento en la mayoría de las mujeres. En general, se puede detectar un "discurso negativo" relativo al papel de la suegra. Este discurso no sólo existe en este pueblo y puede considerarse como un rasgo generalizado en México. Las mujeres con las que hablé son conscientes de esta situación. En una de las discusiones de los grupos focales, las participantes discutieron animadamente el papel de la suegra en México. Al comparar sus experiencias personales con las actitudes normativas una mujer afirmó "siempre se habla mal de todas ellas (las suegras). Esto es así también en las canciones que tenemos aquí en México porque dicen cosas malas sobre la suegra" (entrevista con grupo focal, 23 de octubre 1996). Vivir con la suegra no se considera como algo deseable sino como algo que se tiene que vivir, aunque puede significar sufrimiento por parte de la nuera.

Aparte del discurso público, vivir con la suegra tiene algunos efectos muy evidentes en la vida de la nuera. La interacción —frecuentemente problemática— entre suegra, nuera e hijo/esposo en México ha sido ampliamente descrito (por ejemplo en Behar, 1993; Hollerbach, 1980; Shedlin y Hollerbach 1980 y Rothstein, 1991). De manera especial, las mujeres de Pueblo Nuevo señalan formas diferentes de competencia entre la suegra y la nuera, tanto por los recursos emocionales como por los económicos: el amor, la confianza y la admiración del hijo/esposo, el afecto de los hijos, nietos, la recepción de las remesas del hijo/esposo. En general, la suegra tiene más influencia sobre las decisiones de su nuera que en el caso contrario. La suegra cuenta con el apoyo de su hijo y otros parientes, mientras que el tamaño de la red social de la nuera disminuye drásticamente en los primeros años de matrimonio al vivir bajo el techo de su suegra.15 El análisis de las redes sociales de las mujeres en diferentes momentos de su ciclo de vida muestran que las amigas, con las que casi todas las mujeres contaban antes de casarse, se convierten en una presencia rara en la red cuando las mujeres comienzan una unión y viven bajo el mismo techo que sus suegros. Además, la relación entre marido y mujer es diferente y más complicada cuando está presente una suegra que se entromete en sus vidas. En casi todos los casos la relación entre una pareja se vuelve más igualitaria después de salir de la casa de los padres del esposo. No sorprende que muchas mujeres se impacienten y quieran salir lo antes posible de la casa de su suegra.

Estos hallazgos antropológicos son confirmados por el análisis demográfico realizado por Echarri (2000) con una muestra representativa de nueve estados mexicanos. Echarri demuestra que las mujeres que han vivido con su suegra tienen una tasa más alta de fecundidad e intervalos más cortos entre los partos, realizan las tareas de la casa con la mínima ayuda de sus maridos, tienen que pedir de manera más frecuente permiso para casi todo y tienen menor injerencia en la toma de decisiones en comparación con las mujeres que no han vivido en residencia virilocal. Esto no quiere decir que todas las mujeres que residen de manera neolocal mantengan una relación igualitaria con sus esposos, pero la probabilidad aumenta. Así lo sintetiza Echarri:

Las prácticas de control de las mujeres, de restricciones en su autonomía personal, de limitación en sus libertades de acción son muy frecuentes en nuestra sociedad por lo menos en los nuevos estados considerados y en ellas juegan un papel importante los patrones de residencia en el momento de la unión (Echarri, 2000: 12).

A pesar de estas desventajas expresadas por las mujeres, la mayoría de ellas reside virilocalmente. Aunque muchas mujeres como María describen el inicio de sus uniones como si no fueran planeadas, esto no quiere decir que las mujeres no tienen objetivos. Frecuentemente las mujeres no se llevan muy bien con sus padres. Huir de conflictos, así como el aburrimiento en la casa paterna pueden constituir incentivos para comenzar a vivir con un hombre en la casa de sus padres. También como ha sido demostrado en otros estudios antropológicos (Pick de Weiss et al., 1991: 79), no hay muchas opciones de rol disponibles para las mujeres aparte de los de madre y esposa. Cuando una mujer decide vivir con su suegra, esto también implica que será tratada como una mujer adulta. Formar parte del mundo adulto puede ser una fuerte motivación y puede verse como una ventaja.

Otra ventaja de vivir en un grupo doméstico de familia extensa puede ser el compartir las responsabilidades en el cuidado de los niños (Echarri, 2000: 3), aunque ciertamente éste no es el caso para todos los grupos domésticos de familia extensa con residencia virilocal en Pueblo Nuevo. La residencia virilocal puede tener una ventaja para el marido: su madre ejerce el control del comportamiento de su nuera mientras que él emigra a Estados Unidos o a la ciudad de México.

Además de estas ventajas y desventajas de la residencia virilocal, este patrón de residencia generalmente implica que puede pasar bastante tiempo hasta que la pareja logre establecerse de manera económicamente independiente y abandonar la casa de los padres del marido. Tanto el esposo como la esposa son muy jóvenes y todavía no han acumulado suficiente riqueza material propia.16 Normalmente, a la pareja se le asigna una pequeña habitación dentro de la casa de los padres del marido. Con el paso del tiempo, la pareja va acumulando suficiente dinero para vivir de manera independiente de la familia extensa. Durante este período, la joven pareja contribuye con el gasto familiar. Como norma, se considera muy poco apropiado en Pueblo Nuevo utilizar métodos de control natal antes del nacimiento de por lo menos uno aunque mejor dos o más hijos.17 Una de las consecuencias de esta norma es que el tiempo promedio entre el inicio de una unión y el nacimiento del primer hijo es muy reducido, frecuentemente de menos de un año y el promedio de la edad al tener el primer hijo entre las mujeres que residen virilocalmente es muy bajo (19.1 años; desviación estándar 2.6; N = 106). Esto quiere decir que la pareja económicamente dependiente no sólo tiene que lograr acumular suficiente dinero aparte de su contribución al gasto familiar, sino que también tiene que cargar con los gastos de los niños que ya han nacido. En una situación como ésta es muy difícil dejar la casa de los padres del marido y algunas parejas tardan muchos años en independizarse.

Parece evidente que existen muchas razones por las cuales las mujeres prefieren no vivir con sus suegras, pero se ven obligadas a hacerlo debido a constreñimientos económicos, sociales y normativos.

A continuación, quisiera tratar el tema de las mujeres que viven o que han vivido en forma neolocal o uxorilocal (cuadro 2). Para comprender las circunstancias de las mujeres que residen neolocalmente es necesario investigar los orígenes de la independencia económica y social que logran algunas parejas. Como se demuestra en el cuadro 3, existen diferentes razones para distintas cohortes.

La residencia posmarital de cinco parejas de la cohorte mayor se vincula a la historia de la comunidad (primera columna en el cuadro 3). Como mencioné anteriormente, el pueblo fue fundado en la década de 1930 por un grupo de migrantes de Contepec, Michoacán. Algunos de estos migrantes dejaron atrás a sus familias de orientación en la comunidad expulsora de Michoacán. El líder de la migración, un hombre que se llamaba Juan Correa, organizó la vivienda para las parejas jóvenes. Estas parejas vivieron de manera neolocal porque sus padres se quedaron en su comunidad de origen, de modo que no pudieron proporcionarles una vivienda.

También he mencionado una segunda oleada de migración, a la ciudad de México, debido a la falta de empleo en la comunidad y en el Valle de Solís. Tanto hombres como mujeres migraban a la ciudad de México. Las seis parejas de la cohorte comenzaron su vida en pareja en la ciudad de México y nuevamente su patrón de residencia neolocal puede explicarse por la falta de una familia de orientación en el lugar de migración (cuadro 3, segunda columna). Estas parejas vivían en unión libre en la ciudad de México, pero al regresar al pueblo legalizaron su unión. El patrón de residencia neolocal de estas 11 parejas mayores se conceptualiza mejor como una variación del patrón dominante de la residencia virilocal y no como un cambio en el sistema de la formación de grupos domésticos en general.

El comportamiento de los cuatro grupos restantes, que denominó "grupos de planeación I-IV" (cuadro 3, columnas 3 a 6), puede verse como un indicador del cambio en el sistema de formación de grupos domésticos y no simplemente como una pequeña variación del sistema. Las 18 parejas de estos "grupos de planeación" tienen en común el hecho de que el marido había acumulado suficiente dinero para construir una casa en el pueblo antes del inicio de la unión. Estos grupos de parejas constituyen un fenómeno reciente en el pueblo: las esposas nacieron entre 1959 y 1978 (cuadro 3). El cuadro 3 muestra las diferentes estrategias de ingreso de estas parejas. El "grupo I de planeación" incluye a dos profesores y a un zootécnico que obtuvieron su título antes de casarse, trabajaron durante un cierto tiempo para acumular dinero y luego construyeron su propia casa. Los otros tres grupos pudieron acumular capital a través de varias estrategias de migración. Sólo dos hombres han migrado a Estados Unidos antes de casarse (grupo de planeación II). Con los "migradólares" (Durand, 1997) construyeron su casa y luego se casaron. Es más común una estrategia mixta (grupo de planeación III). Seis hombres —nacidos en las décadas de 1960 y 1970— fueron los primeros que migraron a la ciudad de México. Casi todos trabajaron en una cadena de restaurantes en el Distrito Federal. Con sus ahorros pudieron construir sus casas. Como segundo paso, estos hombres migraron a Estados Unidos para mejorar aún más su nivel de vida (grupo de planeación III). Los siete hombres en el grupo denominado "grupo de planeación IV" todavía no han migrado a Estados Unidos. Al igual que los hombres del grupo "planeación III", pudieron acumular suficiente dinero para construir sus casas mediante la migración a la ciudad de México y luego se casaron. Es muy probable que también comiencen a migrar a Estados Unidos para mejorar su nivel de vida. Los hombres del grupo "planeación III" y los hombres en "grupo de planeación IV", aplican la misma estrategia de migración y de grupo doméstico. La diferencia entre estos grupos radica en la edad más joven de los hombres de "grupo de planeación IV".

En marzo de 2001 realicé otra encuesta sobre migración, residencia y estado civil. Esta encuesta proporciona información sobre el estado civil, residencial y migratorio de aquellos hombres que no estaban casados en 1997 (en el momento del censo etnográfico) o que entonces tenían menos de 15 años de edad. Del total de 135 hombres de este grupo, 26 por ciento se casó o comenzó a vivir en unión libre. 43 por ciento de estos hombres vivieron por lo menos algún tiempo en la casa de sus padres con su nueva pareja (residencia virilocal). 14 por ciento vivió en residencia uxorilocal y 20 por ciento pudo comenzar su unión de manera independiente (residencia neolocal).18 Dos de los hombres que residen neolocalmente son maestros (grupo de planeación I).

Los demás acumularon suficiente dinero para construir su propia vivienda mediante la migración a Estados Unidos y, luego, se casaron (grupo de planeación II). De los hombres que aún no se han casado (N = 98), 46 por ciento trabajaba y vivía en Estados Unidos y otro 7 por ciento trabajaba en la ciudad de México. Esto significa que en el futuro un número aún mayor de hombres jóvenes podrán establecerse de manera independiente de sus padres gracias a las estrategias de migración.

Las parejas que han residido uxorilocalmente muestran algunas similitudes con las parejas que viven en residencia neolocal. La mayoría de los hombres de este grupo (8 de los 13 casos, en la encuesta de 1997) migró a la ciudad de México antes de iniciar la vida en pareja y luego migraron a Estados Unidos. En la mayoría de los casos la esposa se quedó con su familia mientras el marido trabajó fuera del país. Otras razones que explican la residencia uxorilocal son el cuidado de un padre o una madre enfermos (frecuentemente una madre viuda) o la falta de hijos varones en la familia de la esposa. De las otras cuatro parejas que han vivido con otros parientes después de iniciar su unión (cuadro 2) todas iniciaron la vida en pareja cuando trabajaban en la ciudad de México.

Como he descrito unas líneas más arriba, la comunidad ha experimentado varias transformaciones importantes. Mediante nuevas posibilidades de ingresos, que tuvieron que buscar debido a la escasez de oportunidades en la región, la estructura social y económica de la comunidad se encuentra en pleno proceso de transformación. Uno de los principales efectos de esta transformación es la capacidad de los hombres jóvenes de acumular capital por cuenta propia a una edad temprana de su vida.19 El capital que se acumula no se invierte necesariamente en el bienestar de la familia extensa. Además, las relaciones de género también están en un proceso de cambio. No todas las mujeres están dispuestas a vivir en casa de su suegra. Para evitar este tipo de arreglos residenciales, las mujeres asumen un riesgo y buscan nuevas formas de iniciar su vida en pareja. La planeación consciente constituye un factor clave en esta transformación. Aparte de las parejas que viven en residencia virilocal, la mayoría de las parejas que residen de modo neolocal o uxorilocal planean el inicio de su relación. Por esta razón denominé los cuatro últimos grupos del cuadro 3 "grupos de planeación". Las historias de vida de Sandra y de Arturo demuestran este tipo de planeación.

Sandra y Arturo, ambos de 26 años en 1997, son una pareja paradigma de esta planeación. Se conocieron en la misma aula durante la secundaria de la comunidad. Se convirtieron en amigos y luego en novios. A menudo hablan de su vida en el futuro, de sus proyectos y de sus objetivos. Ambos describen su relación como igualitaria, caracterizada por la toma conjunta de decisiones y la planeación. El hecho de que Sandra y Arturo tengan la misma edad ciertamente contribuye a este tipo de relación.20 Sandra no se lleva bien con la madre de Arturo. Decidieron que ella se quedaría en casa de sus padres hasta que Arturo acumulara suficiente dinero para construir una casa propia. Arturo encontró un empleo como repartidor en un restaurante en la ciudad de México. Unos dos años después, Arturo ya tenía el suficiente dinero ahorrado para construir la casa y se casaron. Un año después, a los 23 años, Sandra dio a luz a su primer hijo. Arturo y Sandra no utilizaron ningún método de control de natalidad antes del nacimiento de su primer hijo. De este modo actuaron de acuerdo con las normas de la comunidad. Los dos, de manera consciente, han hecho planes y han pensado mucho sobre las ventajas y desventajas de sus acciones. Sabían que si comenzaban su relación a una edad muy precoz, tendrían que asumir la carga de vivir con los padres del marido mientras mantenían, por lo menos, a un hijo. También Sandra sabía que sería muy difícil seguir viendo a sus amigas si vivían en la casa de su suegra. Hoy, en su nueva casa moderna con una bonita sala, Sandra tiene todo el espacio que necesita para recibir a sus amigas y no está la suegra para interferir en sus pláticas de la tarde.21

El inicio de la vida en pareja de Sandra contrasta marcadamente con lo referido sobre María unas líneas más arriba. Mientras que María y muchas otras mujeres, que se encontraron viviendo en la casa de sus suegras de una manera que no habían anticipado antes, tienen muchos motivos de arrepentimiento, Sandra está contenta por las decisiones que ha tomado. Gracias a la planeación de ella y de su marido pudieron vivir de manera independiente social y económicamente en una etapa relativamente temprana de su vida.

Además del trasfondo de las parejas que no residen en la casa de los padres del marido, el cuadro 4 aporta algunas características adicionales:

Casi no hay diferencia entre los dos grupos con respecto a la edad promedio del marido y de la esposa (cuadro 4). El análisis que se acaba de hacer del inicio de las uniones y de los matrimonios indica que las parejas que viven virilocalmente cuando empiezan la relación son más jóvenes que las otras parejas (un promedio de un año más jóvenes). De acuerdo con lo anterior, la edad promedio de las mujeres que residen virilocalmente al tener el primer parto es de dos años menos. También se observa que las mujeres que no residen virilocalmente han utilizado métodos de control natal durante más tiempo. La unión libre es la modalidad de la mayor parte de las parejas independientemente de su tipo de residencia. El cuadro 5 proporciona información adicional sobre el trasfondo económico y social de los diferentes grupos de parejas.

Las parejas que no residen virilocalmente tienen una mayor probabilidad de vivir en una casa moderna y de poseer más bienes de consumo (cuadro 5). Esto también demuestra que las parejas que no viven virilocalmente tienen un mayor éxito al invertir en su propio bienestar material que las parejas que viven con los padres del marido. Como indica el cuadro 5, la migración supone una alternativa tanto para los hombres que residen virilocalmente como para los que no. Sin embargo, los esposos que no residen virilocalmente migran más a la ciudad de México antes de casarse que los maridos con residencia virilocal. Acumulan un cierto capital para construir su propia casa y luego migran a Estados Unidos para mejorar su nivel de vida (cuadro 5). En contraste con este patrón de migración, los maridos que residen virilocalmente raramente no han migrado antes de la formación de la unión, pero comienzan la migración a la ciudad de México o a Estados Unidos después de haber vivido con su pareja bajo el mismo techo de sus padres.

Como indica el cuadro 5, las mujeres que no viven en casa de su suegra tienen un mayor nivel escolar que las mujeres que residen virilocalmente. Lo mismo ocurre con sus esposos, aunque la diferencia entre los dos grupos es menor. Además, la toma de decisiones en conjunto es más frecuente, e incluso, la esposa puede estar en desacuerdo con las decisiones del marido (cuadro 5). Con respecto a las decisiones de planificación familiar, las esposas que residen virilocalmente en promedio parecen querer tener un número mayor de hijos y generalmente desean continuar teniendo hijos hasta que nazca un varón. Tienen una menor propensión a hablar con sus esposos acerca de la planificación familiar en general.

 

Conclusión

La residencia virilocal todavía es la forma más común de residencia posmarital en esta comunidad. Esta observación coincide con los datos de otros investigadores mesoamericanos. Pero la residencia virilocal no es la única forma de residencia postmarital. La residencia neolocal ha sido una opción desde la formación de la comunidad en la década de 1930. Los datos etnográficos relativos al desarrollo del pueblo demuestran que la racionalidad en la residencia postmarital varía en las diferentes cohortes. Las parejas de las cohortes de mayor edad han residido neolocalmente debido a su situación de migración como fundadores de la comunidad. Por lo tanto, la residencia neolocal de la cohorte fundadora es consecuencia de una situación histórica muy específica. Los patrones de residencia que pueden observarse en el caso de las cohortes de mayor edad se conceptualizan mejor como variaciones locales de un patrón mesoamericano de residencia generalizado que como un cambio real en dicho sistema de formación de los grupos domésticos. Los patrones de residencia postmarital de las parejas de menor edad y de edad intermedia tienen mayor probabilidad de ser un indicador de un cambio a largo plazo del sistema de formación de grupos domésticos.

La decisión de algunas parejas de menor edad de residir neolocalmente se vincula directamente con las nuevas oportunidades de ingresos, principalmente como resultado de la migración. La migración nacional e internacional genera varias consecuencias para la estructura económica y social de las comunidades mexicanas rurales (Durand, 1997, Escobar, 1999; Malia and Donato, 1997; Massey, 1986a; Massey, 1986b; Massey et al., 1987; Monto, 1991 y Taylor, 1991). Varios estudios relativos al gasto de remesas (Massey et al., 1986; Monto, 1991 y Taylor, 1991) han demostrado que una proporción importante del dinero enviado en remesas se utiliza en la vivienda. En la comunidad analizada en el presente trabajo, los "migradólares" (Durand, 1997), así como los "pesos de la ciudad de México" han proporcionado a algunos hombres jóvenes la posibilidad de acumular recursos materiales en una etapa temprana en su vida. Un número significativo de hombres han comenzado a invertir su capital en su propia independencia socio-económica antes de casarse.

Sus (futuras) esposas también resultan beneficiadas por este comportamiento. Las desventajas de la vida en un grupo doméstico de familia extensa, y concretamente el hecho de vivir con la suegra, han sido descritas en otras comunidades mexicanas (por ejemplo, D'Aubeterre, 2000; Behar, 1993; Castañeda, 2000; Hollerbach, 1980; Shedlin and Hollerbach, 1981). Algunas mujeres no consideran que sea deseable residir virilocalmente y prefieren la residencia neolocal. Las mujeres tienen conciencia de las ventajas que han descrito los demógrafos (Echarri, 2000) y antropólogos (Hollerbach, 1980; Shedlin y Hollerbach, 1979) en el caso de la residencia virilocal pero también perciben las ventajas de la residencia neolocal. Las nuevas oportunidades para la acumulación de capital pueden servir de fundamento para la independencia socio-económica del grupo doméstico de familia extensa. Los problemas asociados con el hecho de vivir en casa de la suegra y las ventajas imaginadas y observadas de la vida independiente transforman esta posibilidad en una opción real.

En su estudio de una comunidad rural expulsadora de migrantes de Jalisco y de una comunidad receptora en Estados Unidos, Hirsch (1997) ha demostrado que en ambos lugares se ha producido un cambio generacional a la hora de expresar los ideales de matrimonio. El ideal ya no es el matrimonio basado en el respeto sino en la confianza, caracterizadas por la toma de decisiones en conjunto. La toma de decisiones en conjunto y la planeación conjunta que llevan a cabo algunas parejas constituyen también factores importantes en la explicación del cambio observado en la formación de los grupos domésticos en Pueblo Nuevo. La residencia neolocal implica un menor control sobre la vida de las esposas en comparación con las mujeres que residen virilocalmente. Esto es especialmente importante en los casos en los cuales los maridos migran y dejan a sus esposas solas en la comunidad durante largos períodos de tiempo. No sorprende por lo tanto que sea más frecuente la toma conjunta de decisiones en los grupos domésticos con residencia neolocal que en los grupos domésticos con residencia virilocal.

Las nuevas oportunidades de ingresos, principalmente mediante la migración nacional e internacional, y un cambio en las relaciones de género han estimulado el inicio de un cambio en el sistema de formación de los grupos domésticos. Tomando en cuenta que la migración internacional de los hombres de Pueblo Nuevo ha aumentado de manera significativa durante los últimos cinco años, y que seguramente esta tendencia continuará en el futuro, es muy probable que el número de parejas que residen neolocalmente aumente aún más. La relación entre los cambios en la formación de los grupos domésticos y la migración también pueden afectar a otras comunidades rurales mexicanas con características similares a Pueblo Nuevo, especialmente en lo que se refiere a la saturación del sistema ejidal, la carencia de oportunidades locales de ingresos y los altos índices de migración nacional e internacional. Sin embargo, los resultados presentados en este trabajo plantean nuevas preguntas.

Las parejas que residen neolocalmente no son unidades socialmente aisladas, a pesar de la tendencia hacia una mayor privacidad y a un mayor énfasis de la familia nuclear. Esto conduce a plantear las siguientes preguntas: ¿son los vínculos sociales de las parejas que residen neolocalmente con sus respectivas familias de orientación de una calidad distinta a los vínculos que las parejas que residen virilocalmente tienen con sus parientes? ¿Las parejas que residen neolocalmente son precursoras de un desarrollo en la estructura de la familia y de los grupos domésticos que los países europeos y Estados Unidos han experimentado desde hace varias décadas (por ejemplo Godscheider y Waite 1991 y Segalen, 1986)? Un análisis sistemático de los patrones de residencia de los grupos domésticos podría arrojar luz en este sentido. En Pueblo Nuevo, algunas de las casas modernas que pertenecen a parejas que residen neolocalmente se construyen en el terreno del padre del esposo, por lo que en algunos casos las nuevas casas se encuentran muy cercanas a la casa del padre del esposo.

Otras preguntas tienen que ver con el origen étnico del grupo estudiado. Al igual que la comunidad estudiada en el presente trabajo, las otras dos comunidades en las cuales se ha reportado un aumento en la residencia neolocal como consecuencia de la migración también son comunidades mestizas (Hirsch, 1997 y Monto, 1991). Por el contrario, la gran mayoría de los casos que han sido analizados por Robichaux son comunidades indígenas inmersas en la tradición cultural mesoamericana. ¿Existe alguna conexión entre la etnicidad y la organización de la comunidad y la probabilidad de cambios en los patrones de residencia posmarital?

Se requiere de una investigación que arroje en datos más sistemáticos relativos a diferentes comunidades indígenas y mestizas en Mesoamérica con respecto a la formación de los grupos domésticos y la migración. Entonces, tal vez sería posible replicar la comparación innovadora de Robichaux y contestar estas preguntas.

 

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Notas

* Mis agradecimientos a David Robichaux por la traducción. Quisiera agradecer a Michael Schnegg y a David Robichaux sus comentarios útiles e importantes a este artículo, así como a Christine Avenarius por las correcciones de una versión anterior del presente artículo.

1 Massey et al. (1987: 172) citan un "viejo de Chamitlán" (en Michoacán, una de las zonas de su trabajo de campo), y Monto (1991: 84) cita "una anciana de Chaudan" (también en Michoacán); la cita de Monto difiere un poco de la de Massey et al. En el sentido de que las mujeres en Chaudan no lloran sino temen.

2 En este contexto la residencia virilocal significa que la nueva pareja vive con los padres del esposo.

3 Cualquiera que sea la modalidad adoptada, la residencia posmarital tiende a ser patrivirilocal" (Castañeda, 2000: 102).

4 Hartmut Lang, un antropólogo demográfico alemán, comentó que el antropólogo sabe mucho sobre un número relativamente pequeño de personas mientras que los demógrafos saben relativamente poco sobre un número grande de personas (Lang, 1997: 6, también 1993). Ambas estrategias de investigación son importantes y deben considerarse como complementarias.

5 Considerando el alcance del presente artículo sólo describiré de manera muy sucinta el trasfondo etnográfico de mi estudio. Para una descripción más detallada ver Pauli (2000).

6 Esta observación también puede aplicarse al surgimiento de las salas. Las salas como las casas modernas son al mismo tiempo representaciones de estratos y riqueza ("el escenario") y lugares para retirarse de la interacción social no deseada ("el abrigo").

7 Hay una excepción a esta observación.

8 Sin embargo el número de migrantes mujeres va en aumento. En septiembre de 2000, 20 mujeres habían salido de Pueblo Nuevo y vivían en Estados Unidos en comparación con sólo 2 casos reportados en junio de 1997. En junio de 1997 ninguna familia entera había salido del pueblo para emigrar a Estados Unidos, pero en septiembre de 2000 tres familias completas habían emigrado.

9 Una parte de este sistema también es la práctica de la ultimogenitura: es decir, el hijo menor hereda la casa. Esto puede observarse también en Pueblo Nuevo.

10 El inicio de una unión no significa necesariamente que la pareja esté oficialmente casada. Más de la mitad (53 por ciento) de las mujeres en unión (N = 141) han vivido o viven en unión libre. Sólo las mujeres que vivían en unión al momento del estudio fueron muestreadas. Las viudas y las madres solteras fueron excluidas de este análisis.

11 "Otras formas de arreglos residenciales" significa vivir con otros parientes, principalmente tías y tíos.

12 Se han cambiado todos los nombres de los informantes.

13 No todas las 14 mujeres a las cuales les hice esta pregunta mencionaron su vida con su suegra. Otras respuestas típicas tenían que ver con el arrepentimiento por haber dejado la escuela a una edad tan temprana y haberse casado muy jóvenes y sin ninguna planeación.

14 Es interesante que estos arrepentimientos se reflejen también en las respuestas de muchos niños en edad escolar. Pedí a 64 muchachos y muchachas en los dos últimos años de la primaria y en la secundaria que escribieran sus anhelos y sus miedos.

Además de mencionar los miedos relativos a la muerte de sus padres o el fin de su carrera escolar por limitaciones económicas de sus padres, varias muchachas indicaron que tenían miedo de casarse y de tener una vida infeliz.

15 Se han recolectado redes personales en el caso de 34 mujeres.

16 La edad promedio al inicio de la unión y la residencia virilocal (N = 106): mujeres 18.5 (desviación estándar 3.5); hombres 21.8 (desviación estándar 3.7).

17 Sólo dos mujeres en el pueblo utilizaron técnicas de control de natalidad antes del nacimiento de un hijo. La mayoría de las mujeres comenzaron a emplear métodos de control natal después del nacimiento de dos hijos (Pauli, 1999).

18 23 por ciento faltante o bien se casó en Estados Unidos (estas parejas también posiblemente han residido neolocalmente o están viviendo con tías o tíos).

19 Para un desarrollo que revista ciertas similitudes con la Europa Occidental del siglo XIX, ver Segalen (1990) y Lesthaeghe y Wilson (1986).

20 Se ha destacado que los maridos de una edad relativamente mayor que la de sus esposas están en una mejor condición para controlar a éstas (Balk, 1997). Se considera que las parejas cuyas edades son cercanas o en los casos en que la esposa es mayor tienden a ser más igualitarias.

21 Cuando regresé a la comunidad en febrero del año 2000, supe que Arturo ya trabajaba en Estados Unidos. Sandra quiere agregar otro piso a su casa y por esto la pareja decidió que Arturo debía migrar. En este caso se puede ver claramente la conexión entre los dos grupos de planeación III y IV (cuadro 3).

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