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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.8 no.34 Toluca Out./Dez. 2002

 

Cambios recientes en la migración y en la inserción laboral en Tijuana, entre 1990 y 2000

 

Carlos Ernesto Simonelli

 

Universidad Nacional Autónoma de México

 

Resumen

El autor analiza los cambios que se presentaron en la migración hacia Tijuana, Baja California, y en la inserción laboral, durante la última década del siglo XX, y, a la vez, los relaciona con las transformaciones más destacadas del periodo de acuerdo con aspectos demográficos, económicos, productivos y laborales en dicha ciudad.

 

Abstract

The author analyzes the changes in the migration and the labour insertion toward Tijuana, Baja California during the period 1990-2000 and, at the same time, its relationship with the most outstanding transformations, according to demographic, economic, productive, and labour aspects of the city.

 

Introducción

La migración, como fenómeno social, adquiere su importancia en función de su historicidad inherente, y puede considerarse como un proceso que obedece a cambios en la demanda de fuerza laboral presentes en los procesos de modernización y urbanización. En la actualidad, los procesos de la globalización han dado renovado impulso a los fenómenos migratorios entre países y regiones; no obstante, una dimensión poco explorada de los procesos globales es la que involucra los desplazamientos internos de población, sobre todo los originados por la reubicación y reconstitución de los procesos productivos en el ámbito nacional.

El objetivo de este artículo es observar en la ciudad de Tijuana, Baja California, los cambios y las tendencias más marcadas tanto de la migración interna hacia esa ciudad como de la inserción laboral en la misma durante la década pasada. El análisis se basó en un procesamiento propio de las bases de datos de los censos de 1990 y 2000, a pesar de las limitaciones que presentan para profundizar en algunos de los aspectos tratados (anexo metodológico). El análisis censal puede aportar una información directa, confiable, representativa y desagregable sobre las características y la dinámica de los flujos migratorios internos a la localidad de Tijuana, a la vez que brindar cierta información básica sobre las características laborales de la población, reuniendo toda esa información en un único instrumento empírico, comparable, a su vez, temporalmente.

Así, en el presente trabajo nuestro interés se centró en el análisis de las personas de 12 a 65 años residentes en Tijuana, Baja California, en los años 1990 y 2000, según su condición migratoria e inserción laboral (anexo metodológico). El objetivo del estudio, de este modo, se concentra en los cambios en la inserción laboral de los migrantes internos. En particular, al enfocarnos en los posibles cambios en la inserción laboral de los migrantes residentes en Tijuana, nos interesa también saber qué relación tiene esto con los cambios económicos, políticos, institucionales y sociales durante el periodo mencionado.

Adicionalmente se analizan las modificaciones recientes en la industria de la transformación en Tijuana, lo cual nos permite ampliar el marco de referencia de las condiciones de inserción laboral de los asalariados, específicamente de la inserción laboral de los migrantes en Tijuana.

De la misma manera, se trata de resaltar la relación de la migración como expresión de los procesos de cambio socioestructural ocurridos en la pasada década. En tal sentido, este trabajo pretende dar cuenta de algunos interrogantes, como ¿qué modalidades nuevas presentó la migración y cómo se le puede ubicar dentro de la transformación de la dinámica de los mercados de trabajo locales?, ¿cuáles han sido los factores más importantes que permiten explicar los cambios en la inserción laboral específica de la fuerza de trabajo migrante durante la década anterior? Y ¿cuáles son las características de este proceso en Tijuana?

 

La especificidad de la franja fronteriza del norte de México

A lo largo de más de 3 200 kilómetros, la frontera norte de México1 presenta particularidades que la distinguen del resto del país, como su carácter de frontera internacional, la atracción de importantes flujos de migrantes, la alta concentración poblacional y el carácter predominantemente urbano de sus localidades más importantes. Unidos a la vecindad geográfica con Estados Unidos, estas características aparecen como el modo en que se desempeña un modelo específico de desarrollo económico y social, que convierte a la zona fronteriza norte en un escenario ideal para observar cómo ocurre una serie de procesos sociales involucrados en la creciente internacionalización productiva.

Las orientaciones llevadas adelante por las llamadas reformas estructurales en México supusieron que el contacto entre las economías mexicana y estadunidense, así como el avance en la modernización económica a partir de las interacciones sociales recíprocas, podían lograr constituir pautas económicas, sociales, demográficas y culturales similares entre un país desarrollado, como los Estados Unidos, y un país "en vías de desarrollo", como México.

Pero la existencia de una demanda de trabajo del lado estadunidense de la frontera, el gran aporte que la migración hace a su población originaria, y un modo específico de industrialización fronterizo —basado en las maquiladoras— son aspectos que justamente diferencian a las ciudades de la frontera norte de México de las llamadas ciudades "gemelas" estadunidenses. A su vez, también es posible señalar importantes diferencias entre las localidades y municipios más importantes del lado mexicano, en términos históricos, económicos y demográficos, lo que adicionalmente también impide considerarla como una región homogénea. Coincidiendo con lo anterior, cada ciudad fronteriza presenta un "desarrollo maquilador" diferente, que se deriva del carácter de su especialización productiva (Carrillo y Hualde, 2002).

Dentro de la franja fronteriza hay una amplia gama de diferencias entre sus localidades más importantes, que deberían ser distinguidas con el propósito de constituir posteriormente un marco analítico común (Margulis y Tuirán, 1986) De esta manera, se debe contextualizar el desarrollo de los fenómenos estudiados en la especificidad de cada ciudad fronteriza, expresada en la dinámica migratoria, el desarrollo productivo local y las características del mercado de trabajo.

Para el caso que nos ocupa, el desarrollo productivo, el proceso migratorio previo, y la propia historia de Tijuana, resultan elementos relevantes para analizar las condiciones específicas que presenta esta ciudad. La articulación del conjunto de estas características particulares puede dar cuenta de la naturaleza particular de esta ciudad fronteriza, de su actividad productiva y de su especialización sectorial (Simonelli, 2002).

El crecimiento histórico de la ciudad se debió a varios factores, entre ellos: la relación de vecindad con los Estados Unidos, en especial con la ciudad de San Diego; la fuerte vinculación comercial entre estas dos ciudades y el turismo proveniente de aquel país.2

Todo ello tuvo consecuencias importantes en términos comerciales. Los antecedentes de una mayor integración histórica con el territorio estadunidense y la diversificación de las actividades ligadas al turismo y al comercio implicaron —a diferencia de otras localidades fronterizas— que el sector rural fuera menos importante y que cobraran relevancia las relaciones de tipo mercantil capitalistas, como base indispensable para el desarrollo futuro de una plataforma manufacturera.

Ello también explica que los mayores flujos migratorios que se dirigían a Tijuana tuvieran la oportunidad de insertarse directamente en actividades comerciales y de servicios, lo cual proporcionaba un diferencial salarial importante y la posibilidad de adquirir dólares debido al comercio transfronterizo.

A partir de la implantación del Plan de Industrialización Fronteriza (PIF) en 1965 puede decirse que el desarrollo de la ciudad alcanzó un punto de inflexión, tanto en términos demográficos, como socioproductivos y territoriales, ya que se incorporó como parte de un modo de industrialización peculiar en la frontera: la instalación de las primeras empresas maquiladoras en la franja fronteriza del norte de México.

Otras condiciones que fueron favorables para la instalación y desarrollo de las maquiladoras son la cercanía relativa de Tijuana respecto a las ciudades del sur de Estados Unidos, y la existencia de vías de comunicación terrestres adecuadas entre ambos países, distinguiendo a aquélla de otras ciudades fronterizas.

Finalmente, el proceso de reestructuración de la economía mundial en general, así como el nuevo modelo económico y social que se implantó en México en las décadas recientes, consolidaron a la frontera norte como uno de los más importantes "polos productivos" tanto en los aspectos demográficos como en los procesos estrictamente económicos y socioproductivos. El auge económico de Tijuana en la década pasada indudablemente forma parte de este proceso, pero distinguir ciertos fenómenos específicos puede resultar útil para observar la especificidad de esta ciudad respecto a sus homólogas fronterizas, tal como se analizará en el siguiente apartado.

 

Cambios en los lugares de procedencia entre 1990 y 2000

La zona fronteriza del norte de México se ha distinguido por atraer grandes volúmenes de población migrante; en la década anterior dichos flujos migratorios hacia la frontera norte siguieron incrementándose. Como se ha señalado ampliamente, la explicación fundamental del crecimiento de las ciudades fronterizas se encuentra en las variables asociadas a la movilidad poblacional (Escobar et al., 1999).

Al tener en cuenta las regiones de procedencia de los migrantes, podemos definir uno de los rasgos de la especificidad de Tijuana, pues cada ciudad de la franja fronteriza presenta flujos de diferente origen geográfico, que se caracterizan por un conjunto de relaciones económicas, sociales, políticas y culturales particulares.

Tijuana ha sido tradicionalmente una ciudad receptora de la migración interestatal, hecho que la diferencia de otras localidades fronterizas. La migración a Tijuana presentaba, hasta la década de 1990, la peculiaridad de recibir migrantes de grandes zonas urbanas, como la ciudad de México (en especial en la década de 1970) y Guadalajara. Otra particularidad que resulta relevante de los desplazamientos es que se caracterizaron por una mayor distancia recorrida para arribar a esta ciudad (Cruz, 1992 y Estrella, 1998).

Los datos censales para el año 2000 confirman ambas tendencias. Pero la dinámica de estos movimientos, sin embargo, ha cambiado en los años recientes.

Si se realiza una comparación entre las entidades que concentran el mayor volumen relativo del flujo migratorio total hacia Tijuana, podemos verificar cambios en su composición y en la posición relativa de cada estado entre 1990 y 2000.

Mientras que en 1990, según su mayor porcentaje relativo, participaban con 64.7 por ciento del flujo total seis entidades federativas (Sinaloa, Jalisco, Distrito Federal, Sonora, Nayarit y Michoacán), en 2000 participaron con 64.4 por ciento del flujo migratorio siete entidades (Sinaloa, Veracruz, Jalisco, Sonora, Michoacán, Distrito Federal y Chiapas). Esto de por sí indica que el principal flujo migratorio hacia Tijuana se está diversificando. Pero, a la vez, vemos un efecto de desplazamiento entre entidades federativas en su orden de importancia según los porcentajes relativos: Sinaloa sigue ocupando el primer puesto, pero Veracruz desplaza a Jalisco, y el Distrito Federal pierde su importancia relativa en el total de los flujos a Tijuana, siendo desplazado a su vez por Michoacán. Por otra parte, llama la atención otra entidad que anteriormente no registraba un flujo sustantivo hacia Tijuana, como es el caso de Chiapas (cuadro 1).

Si se agrupan las entidades federativas en regiones,3 tratando de que éstas sean similares entre sí en cuanto a características geográficas y sociales, también se puede observar que el flujo migratorio hacia Tijuana se está diversificando. En coincidencia con lo anterior, podemos observar que algunas regiones están desplazando a otras según sus porcentajes de contribución relativos. De esta forma, Tijuana consolida su lugar de atracción de migrantes internos interestatales, patrón que se puede corroborar a lo largo del tiempo, y desmiente el supuesto de que el cambio de orientación económica lograría un mayor equilibrio entre estados y regiones.

Los cambios en la región de procedencia de los migrantes en la década pasada se indican en el cuadro 2 y en las gráficas 1 y 2 se observa, a la vez, que se modifica la participación relativa de cada entidad federativa. De los cambios observados, cabe destacar algo que resulta coherente con el análisis de cada entidad federativa: las regiones del Golfo centro y Pacífico sur4 son las que más incrementaron su participación, al aportar en 2000 casi 30 por ciento de los migrantes al flujo total.

También hubo cambios en cuanto a la composición por sexo; en efecto, la región del Golfo centro aporta 15.3 por ciento (10 603) y la del Pacífico sur 11.7 por ciento (8 102) del total de las mujeres migrantes de 12 a 65 años, respectivamente. Esto es coincidente con el hecho de que se hayan incrementado los flujos femeninos provenientes de entidades como Veracruz, con 9.3 por ciento (6 441) del total de las mujeres migrantes de 12 a 65 años, y Chiapas, con 5.2 por ciento (3 568), respectivamente (cuadro 1). Las mujeres anteriormente provenían de entidades más cercanas, mientras que durante el periodo analizado la región o zona de influencia perdió su predominancia en los flujos femeninos, observándose un incremento en los desplazamientos procedentes de regiones más lejanas.

Los estudios previos señalaban que en el caso de Tijuana las mayores distancias recorridas no son un obstáculo para los migrantes (Estrella, 1998), a lo que habría que agregar, con base en los datos del censo de 2000, modificaciones importantes en las características internas de los flujos, de acuerdo con el sexo, y más aún teniendo en cuenta ciertas características socioeconómicas de los flujos debido a la procedencia desde entidades con grado de marginación muy alto. 5

Además, no hay que dejar de considerar que en entidades como Chiapas, Veracruz y Oaxaca (otro de los estados que continúa presente en los flujos migratorios) se verifican mayores niveles de iniquidad social y económica, y de atraso en términos productivos, lo que es coincidente con suponer que se constituyan como entidades "expulsoras" de población (Chávez y Pedrero, 1998).

En el caso de los veracruzanos, hay que destacar las corrientes migratorias que se dirigen hacia la frontera norte atraídas por la industria maquiladora, o con intensiones de cruzar hacia Estados Unidos. Se debe señalar el hecho de que Veracruz ha incrementado su participación en los flujos de migrantes hacia ese país, por lo que ocupa el quinto lugar en volumen después de Jalisco, Michoacán, Guanajuato y el estado de México. La Enadid de 1997 señala que Veracruz era el tercer estado expulsor de migrantes, con un saldo neto migratorio que equivale a 1.9 por ciento de la población residente en la entidad en ese año (Zamudio, 2001).

Los datos del censo de 2000 para la ciudad de Tijuana corroboran esta tendencia registrada en la emigración de veracruzanos, lo cual indica la importancia que adquieren las ciudades del extremo occidental de la frontera norte, y en tal caso sería coincidente con los estudios realizados que indican una alta movilidad hacia Ciudad Juárez (Zamudio, 2001).

También a partir de los registros censales podemos constatar el descenso de la participación relativa de Jalisco, estado que ha sido desplazado justamente por Veracruz al tercer lugar. Las causas de este descenso relativo no quedan todavía claras, pero hipotéticamente puede relacionarse con la generación de un "polo" maquilador en Jalisco durante la década de 1990 (Casalet, 2001), que puede haber neutralizado la atracción anterior que ejercía la ciudad de Tijuana en cuanto a una inserción laboral potencial. Otra causa posible ha de ser indagada en cuanto al crecimiento en la migración internacional proveniente de ese estado.

Como sugerencia más general, que puede desprenderse del análisis de las estadísticas censales, vemos que las transformaciones estructurales de la economía mexicana resultan coincidentes con los cambios en los flujos y en la dinámica migratoria hacia la frontera norte.

Si consideramos que a la franja fronteriza se dirigían tradicionalmente contingentes de migrantes provenientes de zonas altamente urbanizadas, caracterizadas por una producción destinada al mercado y por relaciones de tipo asalariadas, con altos porcentajes de participación en los sectores secundarios y terciarios de la producción (Cruz, 1992), el incremento en el volumen de migrantes provenientes de entidades con mayor peso del sector rural puede resultar interesante. De tal forma, la reorientación que ha sufrido la economía mexicana en las últimas décadas y que perjudicó ampliamente al sector agrícola de subsistencia, se puede estar reflejando en los cambios de los lugares de procedencia de los migrantes, así como los procesos de innovación industrial en otras zonas y regiones pueden arrojar la conclusión contraria.

Por su parte, las consecuencias de la expansión y consolidación económicas en la franja fronteriza desde la década de 1970, han favorecido las estructuras económicas y sociales de sus respectivas comunidades locales. Entre otras transformaciones, el desarrollo y expansión de la industria maquiladora de exportación (IME) produjo que la fuerza laboral incrementara en varias ciudades de la frontera norte su participación en los sectores manufacturero e industrial. En algunas ciudades, como en Tijuana, la IME también impulsó a otras actividades (servicios, comercio, construcción). Así, estos factores pueden dar indicios acerca de las múltiples causas que motivan la migración hacia las ciudades fronterizas, y que explicarían en parte las características peculiares que adquiere el mercado laboral en Tijuana.

En tal caso, se trataría de un doble proceso en el cual las mayores oportunidades de trabajo en los sectores manufactureros en algunas regiones del país se combinan con un desplazamiento de las actividades menos productivas (rurales de subsistencia o industriales tradicionales) en otras regiones, dando como resultado nuevos desequilibrios interregionales, que los desplazamientos poblacionales no hacen más que reafirmar.

Las condiciones específicas que presenta la ciudad de Tijuana pueden ser consideradas como oportunidades o estímulos para el movimiento de población proveniente de todo el país. A partir del análisis de los recientes flujos migratorios a Tijuana, se pueden plantear los efectos a largo plazo que se generan en los contextos de crisis y reestructuración económicas.

 

Cambios en el modelo socioproductivo y la especialización en la frontera norte

La llamada reforma estructural tuvo como pilares el supuesto de que la nueva orientación de la economía traería consigo un desarrollo regional propio, basado en su especialización y en su articulación con el modelo exportador, atenuando o terminando con las causas de las desigualdades sociales y económicas que —dentro de un esquema teórico— se ubican como "causas" de los desplazamientos de las personas entre regiones.

En el nuevo modelo "exógeno" de crecimiento la producción manufacturera ha sido fundamental para estimular el crecimiento global de la economía, mediante el incremento de las exportaciones nacionales. Pero este modelo está fincado en la competitividad externa como paradigma del crecimiento, así como en un nuevo concepto de crecimiento y de promoción del bienestar social.6 De tal forma, el objetivo enunciado de alcanzar un equilibrio entre las regiones se inscribe dentro de un paradigma en donde la competencia ya no es solamente entre las naciones, sino entre sectores productivos internos que compiten en el plano internacional (Porter, 1991). El nuevo modelo también modificó la concentración geográfica de actividades productivas que había caracterizado a la producción industrial en el modelo sustitutivo anterior. Esto se evidencia en la pérdida de preponderancia en el ámbito industrial que manifiesta el Distrito Federal, lugar que están ocupando otras entidades federativas y regiones. La importancia que ha adquirido en la pasada década el sector de la industria maquiladora en México se enmarca en ese contexto, y el dinamismo en la generación de empleos de la frontera norte puede brindar un indicio en ese sentido.

El nuevo modelo productivo orientado al exterior también produjo un cambio sustantivo en los mercados laborales anteriormente mucho más regulados, tanto en términos salariales como en la estabilidad laboral de los trabajadores. La fuerza laboral migrante está presente en este proceso, sobre todo teniendo en cuenta que es una parte sustancial de la población económica en las entidades fronterizas.

Estos procesos también han dado lugar a importantes cambios en Tijuana. En el curso de las últimas dos décadas, la industria maquiladora ha crecido de manera acelerada en esta ciudad, particularmente después de la crisis económica de 1982 (Hualde y Zepeda, 2000), aunque el momento de "auge" se verificó luego de la segunda mitad de la década de 1990.

La historia de tal desarrollo dinámico en el conjunto de la frontera norte se remonta a la década de 1960, y se vincula de manera especial con la forma que adquirió la expansión del capitalismo en el interior de zonas específicas. El norte de México y algunas regiones de Asia pueden ser escenarios comparables en este sentido. Según Rivière d'Arc, se trata de la realización de las estrategias de reposicionamiento económico de grandes firmas mundiales, acompañada de la consolidación de grupos de empresarios locales. La estrategia de relocalización de las grandes firmas genera de ese modo "polos" productivos que crean "sinergias" locales, regionales y subregionales. Así como la afluencia de capitales asiáticos desarrolló la franja costera en China (Taiwán y Hong-Kong), en el norte de México se trata de un proceso de integración económica con el sur de Estados Unidos, más precisamente, con el denominado Sun Belt estadunidense (Rivière d'Arc, 1996).

Sin embargo, la innovación en los procesos industriales y la creación de "polos productivos" no se ha difundido a todo el país, por el contrario, se ha concentrado en unas pocas regiones. Esto ha inducido también a favorecer las áreas metropolitanas, pero no se han desarrollado otras regiones que aparecen "rezagadas" del proceso, o incluso se pueden observar zonas o subregiones mucho más competitivas que otras dentro de una misma región o estado, a diferencia de lo que se debería esperar de las políticas de desarrollo regional orientadas a la desconcentración geográfica (Chávez, 1998).

En el caso específico de Tijuana, el dinamismo que presenta este "polo" productivo se articula a su vez con las estrategias corporativas de las grandes firmas estadunidenses y asiáticas. Actualmente la actividad maquiladora en México se caracteriza por su diversidad y heterogeneidad estructural (Carrillo y Hualde, 2002), y se plantea la importancia que tuvo la especialización de la zona fronteriza a partir del proceso peculiar de industrialización a través de la actividad maquiladora. A su vez, se estableció una especialización dentro de esta industria como una especialización regional en cada localidad. Esto se corresponde con el peso predominante que adquiere la industria electrónica, en especial la dedicada a la fabricación de aparatos de televisión en Tijuana, o de las autopartes en Ciudad Juárez. En el resto de las entidades no fronterizas donde se han instalado las maquiladoras, el peso predominante lo adquiere la industria textil.7

Hay que tener en cuenta, además, las características particulares de esta industria en México, que en general se caracteriza por un mínimo contenido de insumos nacionales y por un bajo nivel valor agregado nacional, que consiste básicamente en los salarios pagados en México, los alquileres, servicios y beneficios (Altenburg et al., 1998). De esta forma, la importancia del análisis de la fuerza laboral resulta fundamental en los procesos de innovación en la zona fronteriza. Esto se deriva del hecho de que la industria de la transformación ha sido durante los últimos años el sector económico que logró absorber la mayor parte del incremento de la fuerza laboral. Debido al establecimiento de la industria maquiladora de exportación, puede decirse que la fuerza de trabajo aumentó su participación en los sectores manufacturero e industrial y se incrementó el empleo formal.

Pero en Tijuana se registra adicionalmente el efecto de un proceso de especialización productiva. Las características de la industria maquiladora en Tijuana aporta indicios para explicar el crecimiento en las actividades en la industria manufacturera local. Estas empresas de "segunda generación" crecientemente incorporan procesos de manufactura a los tradicionales procesos de ensamble (Carrillo y Hualde, 2002). La "evolución" desde las primeras empresas maquiladoras que se dedicaban al ensamblado de partes (bajo el modelo de subcontratación internacional) y que se basaba en el uso de trabajo intensivo no calificado, hacia la manufactura y el diseño de cierta parte del proceso, puede definirse como una transición hacia fases más intensivas en conocimiento y capital. Se pasa así de las actividades de ensamblaje, características de las primeras maquilas, a labores que involucran cierto grado de modernización industrial, de especialización productiva y de racionalización del trabajo (Carrillo y Hualde, 1997). Estas maquilas "de segunda generación" emplean personal con mayor calificación técnica, alcanzando mayores niveles de productividad; recientemente puede hablarse de una "tercer generación" de maquiladoras con características conocimiento-intensivo (Carrillo y Hualde, 1997 y Vargas, 2000). Sin embargo, no hay que sobreestimar este proceso a pesar del crecimiento relativo de este tipo de maquilas, ya que para 1995 representaban sólo 26.2 por ciento del total de la IME a nivel nacional (Altenburg et al., 1998). Otra característica destacable de la maquila en la década de 1990 es la concentración de la producción en unos pocos productos y en un número reducido de firmas (Carrillo y Hualde, 2002).

Este proceso también se relaciona con las estrategias empresariales —predominantemente de las empresas estadunidenses— basadas en la relativa abundancia de mano de obra que existe en el país y los menores costos laborales para estas empresas. México logra, de esta forma, atraer gran parte de la inversión extranjera directa que requiere para su crecimiento económico dentro del paradigma dominante (Vargas, 2000). Cabe destacar que la inversión extranjera directa ha sido un factor sumamente importante en el desarrollo económico en el caso de Baja California durante los años recientes (Gerber y Carrillo, 2002).

Pero la especialización productiva no es un proceso continuo. Si bien esta transición debería basarse más en la calidad, los costos y la flexibilidad orientada a un uso más racional de la fuerza de trabajo, para alcanzar estándares más altos de competitividad, en el caso de Tijuana ha habido un crecimiento del empleo directo en los últimos años; ello indicaría que en la mayoría de los casos las plantas siguen utilizando las operaciones de ensamblaje en lugar de procesos que involucran un grado más alto de tecnología y de automatización (Carrillo y Hualde, 2000).

Todos estos procesos también están incrementando la proporción de hombres entre el plantel laboral en relación con las mujeres, las cuales integraban tradicionalmente la mayoría de la mano de obra en la "primera generación" de maquiladoras (Fleck, 2000).

Adicionalmente hay que tener en cuenta que la apertura económica en México condujo a una polarización del aparato productivo, con la consiguiente ruptura de las cadenas productivas tradicionales. Mientras que las empresas grandes son las que en mayor medida se favorecieron de la misma, por su mayor posibilidad de inserción en el mercado mundial, las empresas pequeñas y medianas, así como las microempresas han quedado aún más rezagadas en el proceso de desarrollo económico. Tal polaridad se refleja en las estrategias de capacitación del personal, las cuales son limitadas en el último tipo de empresas mencionado (García et al., 1999).

Los esquemas de apoyo gubernamentales tienen en la actualidad como objetivo reintegrar la producción nacional, pero debido a la orientación que imprime el nuevo modelo exógeno, ello no es viable mediante el proteccionismo o los requisitos de contenido nacional. La natural desarticulación en el aparato productivo como efecto de la apertura económica se extralimitó en México por el retraso relativo en la modernización de las plantas productivas que fabricaban bienes intermedios. De esta manera, las medidas gubernamentales tendientes a fomentar redes de subcontratistas nacionales resultaron ser herramientas ad hoc y bastante más pragmáticas que las adoptadas anteriormente (Hernández, 2000).

De la misma manera, los esquemas de integración bilaterales con Estados Unidos, luego de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) tampoco han generado una nueva estructura industrial moderna, sino que, como lo señala Canales, se verifican procesos de alta dependencia de los requerimientos de las empresas cada vez más globalizadas, en especial en "la política de relocalización de diversos segmentos del proceso productivo de ambas economías", que involucran el desplazamiento de procesos de ensamblado hacia zonas especiales mexicanas de productos con destino a los Estados Unidos (Canales, 2000).

El planteamiento anterior sirve para describir someramente la especificidad socioproductiva de Tijuana y puede ilustrar acerca del contexto en que se desarrolla la inserción de los migrantes y no migrantes en Tijuana, y señalar las características del mercado laboral local.

 

Cambios recientes en la inserción laboral en Tijuana (1990-2000)

Los antecedentes que hemos planteado permiten proponer un marco para futuros estudios que contextualicen algunas de las más importantes transformaciones recientes en el mercado laboral de Tijuana. A continuación describiremos brevemente algunos de los rasgos o tendencias que pueden captarse a través de la información censal.

Según los resultados que hemos podido obtener para los años 1990 y 2000, en Tijuana se produjo un aumento generalizado en la participación económica.8 A pesar de que el crecimiento de la población económicamente activa (PEA) se verifica en toda la población en general, una parte importante de este crecimiento se debe a la incorporación de una fuerza laboral de origen migrante de ambos sexos, tal como se observa en las gráficas 3 y 4.

Si bien es cierto que los datos del censo no logran identificar directamente a las empresas maquiladoras, específicamente en el caso de Tijuana podemos considerar a la industria manufacturera como una aproximación a la industria maquiladora.9 De tal manera, y según lo que podemos observar en las gráficas 5 y 6, los hombres migrantes incrementan su participación en el sector de las manufacturas. Este fenómeno se puede relacionar de manera hipotética con la tendencia señalada en el aumento en la contratación de personal masculino registrada en la industria maquiladora.

El mercado laboral de Tijuana se nos presenta de manera singular como un ámbito donde predominan las relaciones de salarización, atrayendo a un gran volumen de migrantes de todo el país que se ha diversificado con el tiempo, y que coincide en los hechos con el desarrollo, la expansión y la especialización de la industria maquiladora en esta ciudad.

Los altos niveles de participación activa en el mercado laboral de los migrantes en Tijuana también responde a las características peculiares de esta ciudad fronteriza, ya que su estructura productiva presenta una mayor diversificación sectorial, posibilitando la inserción de la población no migrante en actividades no manufactureras, como el comercio y los servicios.

La información censal también nos brinda una primera aproximación que nos permite constatar un proceso de asalarización creciente entre los migrantes, que predominantemente se da entre los hombres. En efecto, como muestra el cuadro 3, en el grupo de los hombres migrantes es en el que en mayor medida se incrementan los asalariados. Además, esto nos puede estar advirtiendo acerca del efecto de una contracción en la demanda de mano de obra femenina por parte de las maquiladoras, como era tradicional en esta industria anteriormente.

Llegados a este punto, el análisis del apartado acerca de los cambios en la procedencia regional de la migración podría suscitar hipótesis alternativas. En efecto, ¿deberíamos relacionar los cambios en la inserción laboral en Tijuana con las modificaciones en las características de sus flujos migratorios? El planteamiento de otros estudios acerca de los migrantes veracruzanos por ejemplo, coinciden en parte con los datos que tenemos. Desde tiempo atrás algunas ciudades de la frontera norte, como en Ciudad Juárez y Chihuahua, se han convertido en una fuente de atracción debido a la actividad de la industria maquiladora. Lo mismo ocurre con Reynosa, Tamaulipas, donde hay más de 250 mil veracruzanos, de los cuales se calcula que 35 mil trabajan en las maquiladoras de esa ciudad (Zamudio, 2001). La afluencia de veracruzanos a Tijuana puede ser parte de estas nuevas corrientes laborales hacia la frontera norte, las cuales se insertan con facilidad en las actividades manufactureras, debido al dinamismo que imprime la industria maquiladora.

De esta manera, podríamos reflexionar acerca de los cambios que han operado en la industria manufacturera, y en particular, si ello tiene relación con un cambio en el tipo de demanda laboral que está requiriendo la industria maquiladora. Por un lado, se debería estudiar la tendencia presentada anteriormente por Cruz Piñeiro acerca de la supuesta preferencia de la industria maquiladora para contratar mujeres, que, como los datos del censo permiten inferir, no constituye una característica estática de esa industria (Cruz, 1992). Por otra parte, es posible que la característica de mayor diversificación sectorial en Tijuana logre absorber la mayor oferta laboral de las mujeres, comparada con la de otras localidades, y que, en general, el desplazamiento incipiente del empleo en las maquiladoras logre ser asimilado en otro tipo de actividades, como los servicios y el comercio. Nuestro análisis eventualmente no hace sino corroborar la tendencia estudiada acerca de una "desfeminización" de la maquila (Fleck, 2000).

 

Conclusiones

De manera general, tanto en sus orígenes históricos como en sus componentes sociales, perfiles productivos y patrones demográficos, las ciudades fronterizas, y en este caso Tijuana, presentan características peculiares que han sido positivamente aprovechadas en el contexto del cambio en la orientación socioproductiva de México en las décadas pasadas. Estas cualidades pueden convertirse, en un contexto de internacionalización creciente de la producción, en una "ventaja" local, que es asimilada rápidamente gracias a condiciones excepcionales, entre las que resaltamos la abundancia de una fuerza de trabajo migrante proveniente de otras zonas y regiones del país económicamente deprimidas o estancadas.

En la zona fronteriza norte la migración contribuyó enormemente durante la pasada década al crecimiento demográfico, pero además la migración ha sido un importante regulador de los procesos sociolaborales de los mercados de trabajo regionales e, incluso, internacionales (Chávez, 1998).

La incorporación de nuevas entidades y regiones a los flujos migratorios en esta ciudad podría relacionarse también con los efectos a largo plazo generados por los contextos de crisis y reestructuración económicas. Estos nuevos procesos pueden estar incidiendo en los cambios registrados en el mercado de trabajo local. Por otro lado, la contracción de la demanda de mano de obra femenina en la IME, y la tendencia en sentido opuesto en el caso de los hombres, es un fenómeno que deberá ser profundizado en posteriores investigaciones acerca de las características que asume la especialización productiva en la industria maquiladora de Tijuana.

La mayor disponibilidad de mano de obra proveniente de los flujos migratorios, y sus características específicas, pueden hacernos reflexionar acerca de cómo los fenómenos demográficos se relacionan con otros factores —como la oferta y la demanda laboral— que se presentan de manera dinámica, a diferencia de lo que prevé el enfoque economicista. Las variaciones en el patrón de la migración hacia Tijuana pueden ser así vinculadas, por una parte, con la reestructuración y el cambio socioproductivo, por los que atraviesa México; y por otra, con las transformaciones en la demanda de trabajo, las cuales se expresan en las modificaciones en el mercado laboral local. Luego de analizar la bibliografía sobre el tema y a través de algunos de los resultados de este trabajo, puede afirmarse que dichos fenómenos no obedecen a un factor monocausal, y que deben ser explicados en contextos y coyunturas específicos.

 

Bibliografía

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Notas

1 En lo subsiguiente nos referiremos genéricamente a la "frontera norte", como la franja de territorio mexicano colindante con Estados Unidos. Cuando aludamos a Tijuana se planteará explícitamente.

2 Como ejemplo, Tijuana recibió el empuje que le dio a toda la franja fronteriza la creación de una zona franca libre de impuestos en 1933 para solucionar el impacto de la recesión estadunidense de la década de 1930 (Centeno, 1995a y Cruz, 1992).

3 Para realizar dicha regionalización comparamos con los grados de marginación del Conapo para 1995 (tabla 1).

4 Esta región en el año 1990 ni siquiera figuraba dentro del flujo principal a Tijuana (cuadro 2).

5 Debemos moderar, sin embargo, esta afirmación. Debido a las características de la captación censal, los desplazamientos pueden haberse realizado mediante "escalas" previas en otras entidades, por lo que se deja planteada la duda acerca de si se trata de traslados directos o indirectos.

6 Sin embargo, el nuevo esquema puede considerarse como un modelo de crecimiento macroeconómico, basado en el desempeño externo de las exportaciones industriales, más que como un modelo de desarrollo.

7 En la frontera norte la especialización maquiladora se orientó a las ramas electrónica y automotriz, mientras que en la rama textil (instalada en mayor medida fuera de aquélla) el capital predominantemente es nacional. En los dos primeros casos se trata de maquiladoras filiales de corporaciones trasnacionales, mientras que en el tercer caso se encuentran incluidas las empresas nacionales subcontratistas que suelen ser independientes (Carrillo y Hualde, 2002).

8 No podemos descartar, sin embargo, algún tipo de problemas en la propia información censal, ya que el XII censo recupera, en mayor medida que el de 1990, a las personas activas (anexo metodológico).

9 No obstante, futuras investigaciones deberán determinar si esta tendencia mostrada por la información censal a lo largo de la década se corrobora con información directa de las empresas maquiladoras.

10 Este importante señalamiento corresponde a la Dra. Rosa María Ruvalcaba.

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