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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.8 n.33 Toluca Jul./Sep. 2002

 

Características sociodemográficas de la población uruguaya residente en México

 

Gonzalo Varela Petito

 

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

 

Resumen

En este artículo se analizan los resultados de una encuesta acerca de la población uruguaya residente en México. Dicha población es parte de una comunidad significativa de emigrantes a México, proveniente de los países del cono sur latinoamericano, llegada a México sobre todo en la década de 1970, como resultado de la crisis política y económica de su región de origen. Tiene características peculiares, al estar compuesta por personas impulsadas a emigrar en gran medida por motivos políticos y subsidiariamente por razones económicas. A menudo el traslado se hizo en grupos familiares, y estuvo integrado por gente con un relativamente elevado nivel educativo. Luego de más de dos décadas, muchas de estas personas hicieron o rehicieron su vida en México por medio de matrimonios mixtos con ciudadanos mexicanos, realizaron estudios adicionales y lograron una buena inserción laboral, pero mantuvieron una desigual medida de actividad política ligada a sus países de origen. Se estudian rasgos sociodemográficos básicos, características de inserción laboral, familiar y académica, y también opiniones subjetivas acerca de adaptación a la vida en México.

 

Abstract

The present article covers the results of a survey about Uruguayan nationals residing in Mexico. This population forms a significant share of the '"Cono Sur" migrants in Mexico. This migration is the result of the economic and political crisis in the 70's in the region. Because of the political reasons and the underlying economic reasons that caused this migration, this group has specific characteristics. Whole families migrated, with high education levels. After two decades, most of them have integrated to the country, some have married Mexicans, attainted higher degrees, obtained a good labor insertion, but have an uneven political link with their country of origin. This article analyzes lhe basic sociodemographic variables, labor insertion characteristics, family and education characteristics, and qualitative views of their adaptation to the host country Mexico.

 

Introducción

Buena parte de la opinión pública parece haber despertado sólo recientemente a la evidencia de que México es un país multicultural. Aunque es bien conocida desde siempre la variedad y antigüedad de sus culturas autóctonas y sus marcadas diferencias regionales, la visión homogeneizante apuntalada por un Estado centralizador con aspiraciones de integración supracultural había predominado. Pero México, aparte de sus herencias de largo plazo, es también un país con un importante grado de desarrollo, situado en una de las principales encrucijadas geográficas, políticas y económicas del mundo actual. De modo que no es raro que nuevas comunidades humanas de origen extranjero se hayan asentado periódicamente en su territorio, del siglo XIX en adelante. Algunas de las más recientes y relativamente numerosas son aquellas provenientes del cono sur del continente americano, en concreto de Argentina, Chile y Uruguay, que si bien tenían ya algunos antecedentes migratorios en México, vieron dramáticamente aumentado su número en varias decenas de miles, a partir del segundo tercio de la década de 1970, debido, en gran parte, a razones políticas y gracias a la tradición de refugio de la nación mexicana. Dicho fenómeno social ha sido poco estudiado desde los puntos de vista empírico y estadístico. Un grupo académico tomó en los últimos años la iniciativa de sistematizar datos básicos acerca de uno de estos contingentes sudamericanos; el de la población uruguaya residente en México. El primer paso fue la realización, en 1999, de una encuesta sociodemográfica cuyos resultados han servido como fundamento al presente artículo.1

 

Origen de la migración uruguaya a México

En Sudamérica y más concretamente en la región platense, Uruguay, al igual que Argentina, es un país fundamentalmente constituido por inmigraciones relativamente tardías. Ambos países fueron parte, durante el periodo colonial, del Virreinato del Río de la Plata, una zona del imperio español muy fértil pero poco poblada, lo que estimuló luego de la Independencia, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo X!X y hasta 1930, un fuerte aluvión inmigratorio procedente de otras regiones superpobladas del globo, como la misma España o Italia, y en menor medida de Francia, las Islas Británicas, Alemania y también de los Balcanes, Europa Central y Oriental y el Asia Menor.

Sin embargo, los inciertos procesos económicos y políticos que se desataron en Uruguay a partir de 1955, aproximadamente, y que llegaron a su clímax hacia 1973, alentaron un segundo movimiento de vaivén migratorio, esta vez de personas que salían del país rumbo a nuevos destinos, incluso retornando a las naciones de Europa Occidental, de donde habían partido sus antepasados no muy remotos. En términos generales puede afirmarse que la mayoría de estos contingentes estaban compuestos por personas jóvenes o de mediana edad, con grados elevados o medianamente elevados de educación y que migraban en solitario, pero también muy frecuentemente en grupos de afinidad familiar, laboral e incluso política. La emigración comprendía tanto a mujeres como a hombres (aunque más a estos últimos) y en los grupos familiares que salían había integrantes de muy diversas edades. Por otro lado, si bien en principio podemos suponer que gran parte de la sangría fue motivada por razones económicas —pues Uruguay se caracterizaba hacia fines de la década de 1960 por tener una población con buenos niveles de educación y capacitación, y al mismo tiempo un mercado de trabajo en reducción—también sabemos que, con toda seguridad, entre 1973 y 1983 hubo una fuerte emigración por motivos políticos. Se calcula que, especialmente de 1963 a 1981, el país perdió por este conjunto de factores unas 300 000 personas, equivalentes a 10 por ciento de su población.

Este número es por sí sólo indicativo de la radicalidad de los cambios que se habían producido en el Uruguay de la posguerra. Antiguamente el país había sido considerado una tierra de promisión, dadas las posibilidades de mejora socioeconómica que brindaba a los extranjeros que llegaban a su territorio, Y por su sistema de gobierno abierto y democrático también parecía un remanso político, en comparación con el promedio de las naciones latinoamericanas.

Sin embargo, entre la década de 1960 y 1970 ni en uno ni en otro sentido Uruguay era un país destacable del concierto latinoamericano o lo era en sentido negativo. Por un lado, sufrió (en la década de I960) tasas negativas de crecimiento económico, mientras la mayoría de las naciones de la región crecía; por otro, entre 1968 y 1985 su sistema político se degradó primero en un autoritarismo civil y luego en una férrea dictadura militar. Esto nos hace ver la relación estrecha entre el deterioro económico y el político, y, por tanto, entre la emigración causada por uno u otro motivo.

Hemos dicho que hubo en la diáspora una tendencia al retorno hacia los países de donde habían provenido los antepasados de la mayoría de los ciudadanos del Uruguay moderno (o sea, Europa Occidental). Pero desde el punto de vista cuantitativo fue igual o más importante el desplazamiento hacia países limítrofes, como Brasil y Argentina, así como a Australia y los tres países de América del Norte: Canadá, Estados Unidos y México. Simplificando un poco las cosas, podemos afirmar, en una aproximación impresionista, que la emigración uruguaya a los tres últimos fue impulsada por las razones ya enunciadas, pero con matices. Hacia Canadá tuvo un origen a la vez político y económico; hacia Estados Unidos la motivación fue mayoritariamente económica, y hacia México tuvo un componente fuertemente político (o sea, escapar de una situación real o potencial de persecución gubernamental en Uruguay).

Como suele suceder en estos casos, en México se constituyó un grupo humano que permaneció más tiempo de lo que duraron las causas que originaron el movimiento demográfico, al menos en lo político.2 En el momento actual se estima que los uruguayos permanentemente residentes en el país son alrededor de 4 000 personas, contingente no despreciable si se tiene en cuenta que en todo el territorio uruguayo no viven en el presente mucho más de tres millones de habitantes. Esta corriente humana se ha insertado en diferentes actividades económicas e intelectuales y al mismo tiempo mantiene vínculos con el país de origen.

 

Metodología

Los datos que se presentan son el resultado de tabulaciones elaboradas a partir de una encuesta procesada mediante los siguientes pasos:

1. Se acotó en primer lugar el marco geográfico de la encuesta. Se abarcó predominantemente a uruguayos residentes en la ciudad de México: Distrito Federal y área conurbada. En dicha zona no sólo se ubica el punto casi único de ingreso de uruguayos al territorio mexicano (el aeropuerto internacional de la ciudad de México), sino también la mayor condensación demográfica de esta comunidad migrante, La concentración de la población estudiada favoreció la localización de los encuestados y la aplicación del cuestionario correspondiente.

2. Se elaboró una muestra de la población uruguaya dentro de esta circunscripción territorial y algunos estados cercanos (México, Morelos, Querétaro). Dada la inexistencia de un censo de la población uruguaya residente en México, se descartó la posibilidad de realizar una encuesta de grandes proporciones. En consecuencia, se elaboró un listado de residentes con sus respectivas direcciones y números telefónicos, confirmándose por este último medio la ubicación de los mismos.

3. Ante la dificultad de diseñar una muestra estrictamente aleatoria y para efectos de evaluar la validez de la misma, los investigadores, en colaboración con otros académicos también pertenecientes a la comunidad uruguaya de México, trazaron un perfil ideal que contiene lo que en su opinión deberían ser los principales rasgos de la población uruguaya residente en México. Se aprovechó para ello el conocimiento surgido del hecho de que los propios investigadores fueran parte del universo observado y también coetáneos, y, por tanto, partícipes de la etapa de formación del mayor segmento de la actual comunidad uruguaya en México, con la que han estado en contacto por más de veinte años.3 Para construir dicho perfil se tomaron en cuenta elementos tales como la probabilidad de residencia (Distrito Federal, área conurbada de la capital y otros estados), causal migratoria (política, económica, familiar, académica), composición por edades, nivel educativo probable antes de partir de Uruguay, variedad de oficios, etc.; posteriormente se cotejo el resultado de la encuesta con el tipo ideal de población así constituido, obteniéndose una evaluación positiva de la representatividad de la muestra.

4. Se diseñó un cuestionario sencillo y de fácil manejo, que abarca una variada gama de temas divididos en 57 preguntas y seis apartados: datos básicos del encuestado (incluida información sobre educación y empleo), situación familiar, características de su residencia en México, relaciones actuales con el país de origen, situación en materia de seguridad social y referencias subjetivas acerca de la ubicación del encuestado y su familia en el medio social mexicano.

5. Los cuestionarios fueron aplicados entre mayo y agosto de 1999 de tres maneras: por teléfono, mediante entrevistas con los encuestados o entregándolos a éstos para que los contestaran por escrito.4 Se aplicaron directamente o se distribuyeron casi 200 cuestionarios, obteniéndose aproximadamente 80 contestados (la mayoría fruto de entrevistas personales o telefónicas). De estos se descartaron alrededor de ocho por distintas razones: recepción tardía, contestación por personas inadecuadas (por ejemplo, hijos de migrantes nacidos en México y no los migrantes mismos) o prevención de que se sumaran demasiadas personas de un mismo grupo familiar. El número final de encuestados, una vez hecha esta depuración, fue de 72 personas, cerca de dos por ciento del total de uruguayos que se estima radican en México.

A continuación exponemos la información obtenida, dividida en temas y subtemas. Dado el considerable número de preguntas contenidas en la encuesta, para evitar la superabundancia de cuadros se presentan directamente en el texto las cifras emanadas de las tabulaciones de las respuestas, con sus respectivos análisis,5 En el anexo el lector podrá consultar cuatro cuadros en que se sintetizan las cifras estadísticas más importantes.

 

Datos básicos sociodemográficos

Población encuestada

El total de personas comprendidas es de 72, de las cuales 31 (43 por ciento) pertenecen al sexo femenino y 41 (57 por ciento) al masculino. La diferencia de cifras en uno y otro grupo parece confirmar el dato emanado de diversas investigaciones, de que la migración uruguaya estuvo en general compuesta por más hombres que mujeres (y también, como veremos, por más solteros que solteras).

Estructura de edades

La mayoría de los encuestados se encuentra en etapas relativamente avanzadas de edad. Del total de ambos sexos, 53 por ciento se hallaba entre los 41 y 60 años de edad, y 40 por ciento entre 21 y 40 años. Un caso (1.4 por ciento) mayor de 60 años y otro (1.4 por ciento) era menor de 21.6

De las mujeres, 58 por ciento tenía entre 41 y 60 años y 32 por ciento estaba entre los 21 y 40 años. Solo una encuestada (3 por ciento) tenía menos de 20 años y otra (3 por ciento) más de 60. Estos dos extremos de edad eran, respectivamente, de 19 y 73 años.

El panorama de los hombres marca un promedio de edad más joven: 49 por ciento tenía entre 41 y 60 años, 46 por ciento entre 21 y 40 y ninguno menos de 21 ni más de 60 años.

Lugar de nacimiento

La totalidad de los encuestados nació en Uruguay. De los que especificaron el departamento,7 la mayoría (72 por ciento del total: 74 por ciento de las mujeres y 79 por ciento de los hombres) declaró ser oriunda de Montevideo, donde se encuentra la capital del país, que concentra aproximadamente 50 por ciento de la población uruguaya. Este sesgo se explica por varias razones, entre ellas: Montevideo es el principal punto de salida al extranjero de la población uruguaya y por tanto la probabilidad de partida es mayor entre quienes nacieron y residen en la misma capital; además, dado el peso preponderante que tuvo, como comprobaremos, el factor político en la emigración a México, hay también que recordar que, vista la distribución geográfica de las tendencias partidarias en el país, en la década de 1960 y 1970 el conflicto más agudo estuvo concentrado en forma absoluta en el área de Montevideo.

Nacionalidad actual

Con el paso del tiempo y la estadía fuera de Uruguay se dieron cambios de nacionalidad en el grupo de encuestados, Dos tercios siguen manteniendo la nacionalidad de origen, pero el tercio restante adquirió otra: 24 por ciento del total posee actualmente la nacionalidad mexicana. Esta cifra se eleva a 29 por ciento en el caso de las mujeres, pero es de sólo 19.5 por ciento en los hombres. Que el cambio de nacionalidad es más frecuente en las mujeres se ve refrendado por el hecho de que la casi totalidad (seis sobre siete) de los encuestados que adquirieron una nueva nacionalidad distinta de la mexicana son también del sexo femenino.8

Estado civil

54 por ciento de los encuestados de ambos sexos son casados. El porcentaje es algo mayor entre las mujeres (58 por ciento) que entre los hombres (51 por ciento). El número no es tan alto si se toma en cuenta que cerca de 80 por ciento del total de encuestados es mayor de 30 años. Pero sumando divorciados(as), viudos(as) y personas en unión libre, el monto de aquellos que tienen o tuvieron una pareja asciende a 80 por ciento, o sea la misma cantidad de mayores de 30 años. La soltería estricta es de 19 por ciento, la cual es porcentualmente igual en las mujeres que en los hombres. El divorcio en cambio es mayor entre los hombres: 17 por ciento, comparado con 10 por ciento en las mujeres.

También es mayor el porcentaje de hombres que declara haber cambiado de estado civil (51 por ciento en relación con 32 por ciento de las mujeres). En conjunto, 43 por ciento de los encuestados cambió de estado civil y la mayoría lo hizo en México (35 por ciento del total: 29 por ciento de mujeres, 39 por ciento de hombres).

La mayoría absoluta (54 por ciento) de encuestados habían llegado casados o en unión libre a México, casi siempre con una pareja de ciudadanía uruguaya. Solo una persona (de sexo masculino) declaró tener una pareja mexicana al llegar. Pero esta situación ha variado sustancialmente como resultado de los cambios de estado civil. Actualmente 36 por ciento tiene una pareja de nacionalidad mexicana y sólo 21 por ciento está casado (o en unión libre) con una persona uruguaya. El número de casamientos entre uruguayos bajó de casi la mitad a un quinto de la muestra, mientras el matrimonio mixto de uruguayos con mexicanos de ser casi nulo se ha elevado a más de un tercio. En la formación de estas cifras obviamente influyen no sólo los cambios de pareja sino también la cantidad de personas que ingresaron solteras a México y formaron su hogar en este país, o los que por el contrario se divorciaron o enviudaron sin formar una nueva familia. Una idea aproximada de este ajuste la obtenemos al recordar que 54 por ciento ingresó a México con una pareja, mientras que 62.5 por ciento actualmente la tiene, ya sea por casamiento, unión libre o segundas nupcias.

La tendencia a la formación de parejas mixtas —con distintos componentes de nacionalidad— es mayor entre los hombres. En la actualidad 19 por ciento de las mujeres encuestadas tiene una pareja mexicana mientras 32 por ciento vive con una pareja uruguaya. En el conjunto masculino en cambio, 49 por ciento tiene una compañera mexicana y sólo 12 por ciento una uruguaya. En ello incide el que los hombres hayan cambiado más de estado civil no sólo por divorcio sino también por primeras nupcias, pues de la encuesta se deduce que sólo alrededor de 39 por ciento de las mujeres llegaron solteras a México en relación con 51 por ciento de los hombres.

Lugar de residencia

76 por ciento de los encuestados vive en el Distrito Federal y 20 por ciento en el estado de México, que es el segundo destino de residencia más frecuente. En las mujeres esta proporción es de aproximadamente dos tercios para el primero y un tercio para el segundo; en los hombres, de 85 por ciento y 10 por ciento, respectivamente. La mayoría de ambos sexos ha vivido en la misma entidad territorial desde que llegó a México, pues sólo 26 por ciento de las mujeres entrevistadas y 12.5 por ciento de los hombres manifiesta haber hecho en algún momento cambios de domicilio que implicaran trasladarse a otra entidad federativa.

Educación

59 por ciento de los encuestados tiene un alto nivel educativo, equivalente a estudios de licenciatura completa o más (posgrado incompleto o completo). Si a este número agregamos a los que tienen estudios universitarios incompletos (18 por ciento) sumamos tres cuartos de la muestra con acceso a la educación superior. Sólo 8.4 por ciento tiene un nivel educativo bajo, de estudios secundarios o menos.

El nivel educativo más frecuente es la licenciatura compléta,9 con 32 por ciento de incidencia tanto en los hombres como en las mujeres. Es interesante acotar que en la mayoría de los niveles educativos reportados los porcentajes respectivos para hombres y mujeres son bastante aproximados, lo que indica cierta igualdad de oportunidades educativas entre géneros. La diferencia más marcada se da en el nivel de posgrado (completo o incompleto) pero a favor de las mujeres, lo que quizá esté asociado a costos de oportunidad distintos por género10 o al hecho llamativo de que 26 por ciento de las mujeres contra 17 por ciento de los hombres ya hubiera cursado estudios universitarios completos o incompletos antes de ingresar a México. Por tanto, si agregamos cifras veremos que actualmente 64 por ciento de las mujeres posee una carrera universitaria completa o estudios de posgrado completos o incompletos, en relación con 61 por ciento de los hombres.

Cerca de la mitad (46 por ciento) de los interrogados cursó su máximo nivel de estudios en Uruguay, de lo que se deduce que esta población en gran parte ya tenía un buen nivel educativo cuando llegó a México. Pero otro 42 por ciento realizó sus estudios de más nivel en el país, lo que también indica que aquí encontraron buenas oportunidades de formación los menores, o de ampliación de estudios los adultos. Discriminada esta información por sexo hallamos que 52 por ciento de las mujeres, pero sólo 35 por ciento de los hombres, cursaron sus máximos estudios en México. Esto explica también probablemente el hecho de que entre las mujeres haya más personas con estudios de posgrado, pues por la misma característica ya explicada de la organización de los estudios universitarios en Uruguay, en dicho país había muy escaso desarrollo del posgrado en la fecha de emigración de la mayoría de los encuestados.

Ocupación en Uruguay

Suele haber una importante relación entre la educación de las personas y los trabajos que desempeñan. Examinaremos por tanto, en primer lugar, las ocupaciones de los encuestados cuando vivían en Uruguay. Tenemos al respecto una serie abigarrada de profesiones, construida a partir de las propias declaraciones de los interrogados (la encuesta operó en este punto por medio de una pregunta abierta). En algunos casos hemos reagrupado varías categorías laborales,11 pero en general la gama de denominaciones retoma la nomenclatura de puestos de trabajo propuesta por los mismos encuestados.

De ello surge, en primer lugar, la ausencia de extremos sociales entre los interrogados. Son muy pocos los obreros (de hecho solo uno), pero también quienes declararon haber tenido en Uruguay trabajos que pudieran asociarse con altos ingresos,12 son en cambio mayoría casi absoluta los que tuvieron que ver con la enseñanza, ya sea como académicos (20 por ciento) o estudiantes (30 por ciento). Esto último se relaciona probablemente con el hecho de que muchos de los emigrados en la década de 1970 y parte de la de 1980 lo fueron por razones políticas, y como se sabe los gremios de la enseñanza (profesores, estudiantes, administrativos) tuvieron una fuerte participación en los conflictos de la década de 1950 a 1980 en Uruguay. El alto número de estudiantes se vincula también con la edad joven de gran parte de esta población al momento de la emigración.

Otro componente importante es el de los asalariados del sector secundario. Si agrupamos bajo este título a los que declaran haberse dedicado al comercio, junto a las secretarias y a los empleados, alcanzamos 21 por ciento de la muestra.

Observadas estas cifras por sexos, vemos que hay ocupaciones como secretaria o peluquería sólo declaradas por mujeres (13 por ciento), pero mayor es la gama de trabajos declarados sólo por hombres ("obrero", "cómputo y sistemas", "periodismo", "cine", "artes", "consultor", "profesionista"), lo que parece indicar mayor variedad de oportunidades laborales para el género masculino. Es interesante también notar que había proporcionalmente más académicos (26 por ciento) y estudiantes (42 por ciento) entre las mujeres que entre los hombres (15 y 22 por ciento, respectivamente).

Ocupación en México

Veamos en contraste la ocupación principal a la que se dedican los encuestados actualmente en México. En general se ha respetado también aquí la nomenclatura de trabajos proporcionada por los encuestados en respuesta a una pregunta abierta, aunque hemos introducido algunas denominaciones (como "empleado o funcionario", "académico" u "oficios") para agrupar ocupaciones similares en agregados más significativos.

En la situación presente el extremo más bajo de la escala social ("jornalero") sigue siendo numéricamente reducido (un solo caso), pero en el extremo opuesto 9.5 por ciento de la muestra (una mujer y seis hombres) declara pertenecer al ramo empresarial. Hay también otra categoría que se puede asimilar al bienestar económico, la de "consultor", que si bien reducida (7 por ciento de la muestra) se ha más que duplicado respecto a lo que era en Uruguay.

Es también digno de notar que las tareas de comercio se han elevado a 11 por ciento de la muestra y las editoriales, antes inexistentes, abarcan ahora 7 por ciento. Asimismo, las actividades relacionadas con las artes se han duplicado, pues han llegado a 7 por ciento. Los trabajadores académicos siguen abarcando un porcentaje similar al que tenían en Uruguay (21 por ciento), pero los estudiantes se han reducido a 9.5 por ciento, seguramente porque tratamos ahora con un grupo de edad madura que en su mayoría ha alcanzado el máximo nivel de estudios que se propuso. También la cifra porcentual de empleados ha descendido (de 14 a 8 por ciento) y ello puede ser indicador de un mayor bienestar económico del conjunto, fruto de mejores oportunidades laborales encontradas en México o del aprovechamiento de posibilidades de ascenso que se han ido presentando en el tiempo a personas que en promedio tienen trayectorias laborales prolongadas.

Otro hecho a destacar es que dos posiciones que implican ausencia de ingresos monetarios ("desempleado" y "tareas del hogar") son 7 por ciento del total de la muestra en México, pero eran cero por ciento en Uruguay. Si sumamos a los estudiantes, a efectos de captar el conjunto de los no remunerados,13 tendríamos actualmente en México una tasa de desocupación abierta o de inactividad económica de 19 por ciento para las mujeres uruguayas encuestadas y de 15 por ciento para los hombres.

En cuanto a la variedad de ocupaciones, actualmente la gama laboral es compartida por los dos géneros en mayor medida que antes, lo que indicaría que aumentaron las oportunidades laborales de las mujeres. De éstas, 36 por ciento sigue vinculado al sector educativo, ya sea como académica o como estudiante (más lo primero que lo segundo). Pero las mujeres registradas en puestos de "empleadas" son ahora más que antes (16 contra 10 por ciento) lo que comprueba el hecho de que este tipo de trabajo asalariado subordinado que dijimos había descendido en el conjunto, lo hizo en realidad sólo para el género masculino, lo que sugiere que la reducción del peso porcentual de una categoría, cuando se vincula hipotéticamente a una mejora de posición económica, beneficia prioritariamente a los hombres.14 Así, entre éstos, la ocupación de empresario tiene ahora una incidencia de 15 por ciento, igual que la de académico (en las mujeres 3 por ciento es empresaria y 29 por ciento académica). El género masculino también monopoliza la profesión de consultor.

Por lo demás, 60 por ciento de los encuestados (58 por ciento de mujeres y 61 por ciento de hombres) declaró haber cambiado de ocupación en México. Las respuestas en torno a las razones de este cambio no son pasibles de una cuantificación confiable debido al alto índice que no respondió la pregunta respectiva, pero como causas frecuentemente invocadas del cambio figuran las más presumibles, como la necesidad económica, la modificación de intereses profesionales o el haber realizado estudios que permitieron emprender un nuevo tipo de trabajo.

Bienestar social

En lo concerniente al bienestar social la encuesta seleccionó cuatro indicadores básicos: educación, salud, vivienda y jubilación. En general se recabaron respuestas positivas relacionadas con los tres primeros items pero muy negativas en lo que concierne al retiro. Ello refleja probablemente la situación de un grupo humano que ha accedido a niveles de bienestar considerables y por tanto puede costearse por sí mismo o por medio de convenios con sus empleadores los tres primeros servicios básicas. No sucede lo mismo con la jubilación, que plantea problemas en México no menos que en otros países.

69 por ciento de los encuestados dice tener satisfactoriamente cubiertas sus necesidades educativas o las de los familiares a su cargo; 62 por ciento manifiesta lo mismo respecto a la atención a la salud y 69 por ciento respecto de la vivienda. Esta última y la educación son, al parecer, las necesidades sociales mejor atendidas (aunque de todos modos en estos rubros las respuestas negativas superan 30 por ciento). En cambio, sólo 7 por ciento está conforme con sus perspectivas jubilatorias. Las mujeres manifiestan mayor satisfacción relativa con los tres servicios básicos, pero igual descontento que los hombres con el sistema jubilatorio.

 

Relaciones familiares

Descendencia

77 por ciento de las mujeres y 66 por ciento de los hombres—o sea, 71 por ciento del total de la muestra—declaró tener hijos. Ello es coherente con el promedio relativamente alto de edad del grupo y el elevado porcentaje de integrantes del mismo que tiene o tuvo una pareja. Para analizar las características de la población descendiente nos limitaremos a examinar los datos que al respecto proveyeron las mujeres encuestadas para evitar duplicaciones de información, dado que en algunos casos fueron entrevistadas parejas y por tanto son los mismos hijos los que se declaran de uno u otro lado de la barrera de sexos.

En relación con un total de 31 mujeres de la muestra que están o estuvieron en edad reproductiva15 se reportan 59 hijos, o sea un promedio de 1.9 hijos por mujer. Si se quiere una comparación, recuérdese que en todo México en 1997 el número de hijos por mujer en edad reproductiva era de 2.6 y en el Distrito Federal (donde vive la mayoría de nuestras encuestadas) la misma cifra era de 2.3 en el quinquenio 1991-1995. Pero estrictamente, sólo 24 (77 por ciento) del total de encuestadas declaró tener hijos, lo que hace un promedio de 2.5 hijos por madre.

De estos hijos, 69 por ciento tiene 21 años de edad o menos y 31 por ciento es mayor de 21.16 Sobre un monto de 43 respuestas sabemos que 58 por ciento de los hijos pertenece al sexo masculino y 42 por ciento al femenino. Sobre 40 respuestas sabemos también que 30 por ciento de los hijos de las uruguayas encuestadas nació en Uruguay, 65 por ciento en México y 5 por ciento en otros países.

26 por ciento del total de mujeres encuestadas y 7 por ciento del total de hombres declararon también tener nietos, todos ellos nacidos en México.

La familia ampliada

Aparte de cónyuges e hijos, 17 por ciento de los encuestados tiene también a sus padres (sea uno o los dos progenitores) residiendo en México y 35 por ciento a otros parientes uruguayos que no pertenecen al grupo familiar primario (es decir, que no son padres, cónyuges o hijos). Así, la convivencia de muchos uruguayos en México se da en gran parte en una red de relaciones con otros uruguayos. Esto no se debe sólo al hecho trivial de que personas de una misma nacionalidad residiendo en el extranjero tiendan naturalmente a relacionarse, sino también a que más de un tercio de interrogados tiene una familia ampliada en México porque, como veremos más adelante, ya tenía parientes uruguayos residentes en el país cuando el encuestado llegó o porque los mismos llegaron junto con él o porque, luego de que se estableció, vinieron a vivir con él. Muchos grupos de inmigrantes en el mundo se comportan de igual manera.

Dependencia económica

En otro aspecto vinculado al parentesco, la encuesta también nos proporciona información sobre lazos de dependencia económica. 36 por ciento (o 40 por ciento de 66 respuestas) tiene familiares residentes en México que son económicamente dependientes de ellos. La carga de la manutención recae prioritariamente sobre los hombres, que componen 70 por ciento de quienes reportaron tener bajo su responsabilidad este tipo de ayuda. A su vez, muchos de los dependientes son presumiblemente hijos, ancianos o cónyuges en su mayoría no uruguayos17 (esta información no fue aclarada por la encuesta) y no parejas femeninas de nacionalidad uruguaya, puesto que cerca de 80 por ciento de las mujeres encuestadas trabaja fuera del hogar y, por tanto, tiene ingresos monetarios propios. Por esta razón, probablemente, sólo 17 por ciento de la muestra afirmó ser económicamente dependiente de algún familiar residente en México.

Muy pocos declararon asimismo recibir ayuda económica de parientes residentes en Uruguay o en otro país que no fuera México: sólo dos casos, un hombre y una mujer. Pero 10 casos del total de los 14 encuestados asistidos (12 por parientes en México y dos desde Uruguay) son mujeres, lo que eleva la tasa de dependencia económica de dicho género a 32 por ciento, aproximadamente, en comparación con 10 por ciento de los hombres.

Finalmente, pocos encuestados (11 por ciento, casi todos hombres) mantienen económicamente a familiares residentes en Uruguay. El hecho de que los hombres aparezcan también aquí como los principales financiadores de los económicamente dependientes confirma la hipótesis de sentido común de que en promedio este género percibe mayores ingresos que las mujeres.

 

Características de la residencia en México

Lugar y fecha de arribo

Prácticamente todos los encuestados ingresaron a México por el Distrito Federal, donde se encuentra el principal aeropuerto internacional del país. La mayoría (60 por ciento) llegó en la década de 1970, que fue cuando se acumularon los factores políticos, económicos y familiares que, según veremos, influyeron predominantemente en la decisión de emigrar. Hubo especialmente un año crítico: la mitad de los que arribaron en esa década y 29 por ciento de toda la muestra ingresó a México en 1976. Fue menor, en cambio, la entrada en la década de 1980 y 1990 (36 por ciento del total) y mínima la cifra anterior a 1970 (4 por ciento del total).

La llegada al país discriminada por géneros presenta características similares, pero con mayor concentración de arribos de mujeres (71 por ciento) en la década de 1970 y en el año de 1976 (36 por ciento); para los hombres las mismas cifras son 51 por ciento y 24 por ciento, respectivamente. En cambio es menor el ingreso de mujeres en las décadas de 1980 y 1990: 23 por ciento en comparación con 46 por ciento de los hombres.

Razones de la emigración a México

El principal factor que causó la migración de los encuestados fueron los motivos políticos, con 42 por ciento de incidencia sobre 66 respuestas. La segunda razón de peso (23 por ciento de respuestas) fue la necesidad de acompañar a un pariente que venía a residir a México (incluye a los entonces menores de edad traídos por sus padres). La tercera razón (12 por ciento de respuestas) fue la necesidad económica. Hay relativa homogeneidad en la cifra de estas variables cuando la distribuimos por sexo, pero los motivos políticos y la necesidad económica fueron más elevados en los hombres, mientras para las mujeres las causales familiares, como el matrimonio o acompañara un pariente, pesaron un poco más.

Ingreso acompañado

Casi dos tercios de los encuestados llegaron a México acompañados por algún pariente, lo que refuerza la idea de que esta emigración se desarrolló desde su inicio en un contexto de redes familiares y amistosas de connacionales uruguayos. Pero el factor de ingreso acompañado de parientes es porcentualmente mucho más fuerte en las mujeres (81 por ciento) que en los hombres (53 por ciento). Esto seguramente se relaciona, entre otras causas, con el hecho ya visto de que la mayoría absoluta de los hombres (y sólo 39 por ciento de las mujeres) llegaron solteros a México.

35 por ciento del total encuestado tenía también parientes en México antes de llegar, casi todos de nacionalidad uruguaya (excepto un caso con parentesco mexicano). Un número más grande (58 por ciento) tenía asimismo otros conocidos (no parientes) en México antes de ingresar, en su abrumadora mayoría de nacionalidad uruguaya.

Hay variaciones en esta información si la discriminamos por sexo. 48 por ciento de las mujeres migrantes encuestadas tenían parientes establecidos en México antes de llegar, en relación con 24 por ciento de los hombres. En similar sentido, 64 por ciento de las encuestadas tenía otros conocidos en México (aparte de parientes) en relación con 54 por ciento de los hombres. Si bien estas cifras no certifican por sí solas el grado o la índole de la integración efectiva de cada individuo a la comunidad uruguaya, sugieren que ésta envolvió inicialmente más a las mujeres que a los hombres. Ello, unido al índice de soltería al llegar, más bajo en las mujeres, puede explicar que dicho género sea menos propenso al matrimonio mixto con mexicanos.

Acorde con la lógica de recepción por redes de compatriotas, 33 por ciento de los encuestados acogían, a su vez, luego de instalarse en México, por lo menos a un familiar uruguayo que vino a vivir con él. El porcentaje discriminado por sexos es cercano al mismo número.

Pluralidad de periodos de residencia

40 por ciento de los encuestados tienen más de un periodo de residencia permanente en México, porque abandonó el país luego de una primera estadía —presumiblemente, en su mayoría, para volver a Uruguay— habiendo retornado posteriormente. 45 por ciento de este grupo está compuesto por mujeres y 55 por ciento por hombres, lo que se ajusta más o menos a la composición de la muestra por géneros. Pero analizada en relación con el número absoluto de cada grupo de género, la tendencia es a una mayor incidencia del factor de "partida y retorno" a México en las mujeres (42 por ciento) que en los hombres (39 por ciento).

Entre las mujeres el principal motivo invocado para dejar México fueron las razones familiares, con 38 por ciento de incidencia sobre la base de 13 casos reportados. También fue ésta la causa principal del posterior retorno femenino a México, junto con la necesidad económica (42 por ciento de cada factor, sobre una base de 12 respuestas).

Para el género masculino, en cambio, el principal factor de partida —37 por ciento de 16 casos— fue el que se hubieran removido en Uruguay los obstáculos políticos que habían obligado a emigrar (que en la percepción de las mujeres sólo pesaron 15 por ciento). Para los hombres las razones familiares no son importantes en las partidas, pero sí son la principal causa de retorno a México (29 por ciento de 14 respuestas).

Las dificultades de adaptación (sea en México o en el país desde el que se retorna a México, que generalmente es Uruguay) son aparentemente poco influyentes —aunque se podrían disfrazar detrás de otras respuestas— y además parecerían ser un problema masculino, pues ninguna mujer las mencionó como factor de partida o de regreso. En los hombres aparece un caso con este motivo de salida y tres casos (21 por ciento de 14 respuestas) que lo invocan como razón de retorno.

Situación migratoria legal

La situación migratoria pasada o actual de los encuestados puede ser ardua de explicar si nos atenemos al detalle, dada la variedad de visas posibles de acuerdo con la legislación mexicana y la correspondiente facilidad de equivocarse en esta respuesta, sobre todo en lo que respecta a la visa de primer ingreso al país. Por tanto, nos concentraremos sólo en algunos rasgos sobresalientes.

En primer lugar sabemos que la mayoría casi absoluta (aproximadamente 50 por ciento tanto de hombres como de mujeres) obtuvo al llegar la Fórmula Migratoria número 3 (FM3), que es la más usual, pero que da, en principio, pocas expectativas de permanencia estable en el territorio mexicano. Pocos entraron con calidad expresa de refugiados políticos, quizás porque muchos que migraron por razones políticas ingresaron a México como simples turistas y luego tramitaron visa normal de residencia sin alegar su condición de perseguidos.18 Cinco encuestados ingresaron también con visa oficial concedida por el gobierno mexicano, que es la que da mayores privilegios, entre otros el de inmunidad, que impide ser aprehendido o juzgado por autoridades del país.

Por lo que respecta a la situación actual, también aproximadamente 50 por ciento de las mujeres y de los hombres poseen una Fórmula Migratoria número 2 (FM2), que índica por lo general un considerable tiempo de residencia en México19 y una sólida expectativa de permanecer en el país. Hay también 16 encuestados (27 por ciento del total de respuestas a esta pregunta; 30 por ciento de las mujeres y 24 por ciento de los hombres) que se naturalizaron como ciudadanos mexicanos.20 Finalmente se registran tres casos de indocumentados o con visa vencida, todos ellos hombres.

 

Relaciones actuales con Uruguay

Comunicación con Uruguay

La comunicación de los emigrados con su país de origen parece muy fluida. 87 por ciento de los encuestados dijeron tener contacto frecuente con parientes o conocidos de Uruguay, la mitad (49 por ciento) viaja, además, con frecuencia al país, 71 por ciento obtiene por algún medio personal o impersonal información continua acerca de Uruguay (más adelante examinaremos los medios usados), y 60 por ciento recibe usualmente visitas de parientes o conocidos de Uruguay.

Para las mujeres estas mismas cifras son las siguientes: 87 por ciento tiene comunicación frecuente con conocidos o parientes de Uruguay, 52 por ciento viaja seguido a dicho país, 64 por ciento tiene información continua sobre el mismo y también 64 por ciento recibe visitas frecuentes de parientes o conocidos. Y para los hombres: 88 por ciento tiene comunicación frecuente, 46 por ciento viaja al país, 76 por ciento se informa constantemente sobre el mismo y 56 por ciento recibe visitas frecuentes. Las variaciones por género no son tan importantes, sino es para mostrar que los hombres se informan proporcionalmente más y las mujeres reciben más visitas y viajan con más frecuencia al país natal.

Por lo que respecta a los medios usados por los encuestados para obtener informaciones de todo tipo sobre Uruguay (incluidas las más personales) nos limitaremos a dar algunos datos en general.21 Medios tradicionales de comunicación como el teléfono y las visitas de personas que llegan de Uruguay están a la cabeza de las menciones;22 enseguida viene otro medio nuevo y accesible, el correo electrónico, y luego la lectura de diarios, el correo postal y el internet. Libros y revistas se ubican al final de la lista, Con las reservas debidas a las limitaciones de la información no parece haber un sesgo importante en la intensidad de uso de un medio u otro por género, exceptuado el internet, que es mucho más utilizado por los hombres que por las mujeres.

Otros contactos

En contraste con lo anterior, sólo 19 por ciento de los encuestados mantiene contactos con Uruguay por motivos relacionados con su trabajo. 71 por ciento de estos son hombres, que incluyen los tres casos que se vinculan al país por cuestión de negocios. Pero el principal subgrupo es el de los que tienen vinculaciones académicas (10 por ciento de la muestra, en su mayor parte hombres).

La gran mayoría de los encuestados (68 por ciento) tampoco realizaron o realizan aparentemente en México actividades políticas relacionadas con Uruguay. Sólo 4 por ciento de la muestra (todos hombres) manifestó realizar o haber realizado frecuentemente tal tipo de actividades, aunque el número sube a 37 por ciento del total de hombres cuando se suman las actividades políticas ocasionales. En las mujeres la apatía es mayor: sólo 6 por ciento dice haber participado en acciones políticas referidas a Uruguay, y de manera esporádica.

Puede llamar la atención este resultado si se piensa que buena parte de estos encuestados llegó a México por motivos justamente relacionados con su participación política en Uruguay. No obstante, varios elementos deben ser tomados en cuenta. Primero, el largo tiempo pasado, que a veces induce a cierto desinterés por el país de origen; segundo, que como es sabido muchos uruguayos regresaron definitivamente a su país a partir de 1985 y es de presumir que entre ellos se encontraran los más motivados políticamente; tercero, las actividades políticas en el exterior tuvieron mayor repercusión e intensidad mientras hubo un gobierno autoritario en Uruguay y no ahora en que el pluralismo vuelve a permitir la libre expresión de opiniones en el interior del país.

En tal sentido, 11 por ciento de ambos sexos encuestados dice haber vuelto a Uruguay para votar en elecciones y 21 por ciento para hacerlo en referenda. Esto implica una motivación fuerte en ambos sexos (29 por ciento de mujeres y 34 por ciento de hombres, sumadas las dos causales), pues significa una inversión de tiempo y dinero considerable para viajar al país natal. Pero no sabemos si se trata de una actividad repetida u ocasional.23

Los anteriores resultados pueden estar también sesgados por la desconfianza instintiva que despiertan las preguntas sobre actividades políticas. Pero otro aspecto de desarraigo surge al demandarse al interrogado si tiene expectativas de volver a residir permanentemente en Uruguay. 44 por ciento expresa que no tiene ninguna expectativa y sólo 7 por ciento dice tener muchas. Son las mujeres las que menos ilusiones se hacen, pues 55 por ciento de ellas (en relación con 37 por ciento de los hombres) dice no tener ninguna esperanza de retorno.

Sin embargo, el total de los encuestados considera acertado el artículo de la constitución uruguaya que garantiza la conservación de la ciudadanía aun en la hipótesis de adquirir una nueva. La gran mayoría también apoya la posibilidad de que se permitiera el voto en representaciones diplomáticas a los ciudadanos uruguayos residentes en el extranjero —posibilidad aún no autorizada por la legislación uruguaya—, si bien esta última pregunta, a diferencia de la anterior, levantó la negativa de cinco encuestados (una mujer y cuatro hombres).

 

Referentes subjetivos

Inserción en México

La gran mayoría (87 por ciento sobre 68 respuestas) de los uruguayos encuestados consideran que su adaptación al medio social mexicano es satisfactoria o incluso muy satisfactoria. La respuesta discriminada por sexos da resultados parecidos, aunque con números un poco inferiores en los hombres. Solo un interrogado se declara insatisfactoriamente adaptado.

En cuanto al factor que más facilitó la adaptación,24 40 por ciento mencionó distintas características atrayentes de la cultura o de la psicología mexicanas. Este tipo de factor fue especialmente apreciado por las mujeres (46 por ciento en relación con 36 por ciento de los hombres). Le siguió con 29 por ciento de respuestas, lo que denominaremos25 oportunidades de vida (fundamentalmente educativas y laborales). Otros factores positivos de inserción con menor impacto porcentual fueron el poder contar con apoyos familiares (particularmente para quienes llegaron de niños), el idioma español compartido con México, el poder respirar un ambiente de libertad,26 etcétera,

En el extremo contrario, en las respuestas a la pregunta de cuál fue el elemento que más obstaculizó la adaptación de los encuestados, las particularidades asignadas a la idiosincrasia cultural y psicológica de los mexicanos vuelven a resaltar, con 31 por ciento de señalamientos negativos (sobre 57 respuestas). El factor cultural, como la lengua para Esopo, parece ser a la vez el mejor y el peor desde el punto de vista de la aclimatación.27 Pero la desadaptación por motivos culturales afecta más a los hombres que a las mujeres, en una proporción de dos a uno. Lo sigue de cerca en la votación negativa (y muy comprensiblemente, teniendo en cuenta que en Uruguay la única ciudad grande tiene 1.5 millones de habitantes) el conjunto de complejidades asociadas a la vida en la megalópolis de la ciudad de México,28 donde reside la mayoría de los encuestados. Otros factores señalados —aunque con mucha menor puntuación—que obstruirían la adaptación, serían los trabajosos trámites migratorios, la corrupción administrativa, la nostalgia o el haber vivido demasiado concentrado en un círculo de relaciones exclusivamente uruguayo.

Es también interesante ver que para un grupo significativo (21 por ciento sobre 57 respuestas) "nada" constituyó particularmente un obstáculo para adaptarse a México. Nuevamente la mayoría de este grupo lo forman mujeres, que por este y otros indicios parecen sufrir relativamente menos el cambio que los hombres. Quizá entre otras razones porque, como ya hemos visto, las mujeres inicialmente vivieron más en un medio familiar y connacional que amortiguó tensiones y posiblemente también porque, dada la división tradicional del trabajo entre géneros, asumieron en menor medida la carga de la manutención familiar.

En cuanto a los familiares, 76 por ciento de los encuestados (sobre 51 respuestas) los ven satisfactoria o muy satisfactoriamente adaptados a México. Pero es limitada la vinculación emocional a Uruguay de los hijos o nietos de uruguayos nacidos o criados en México, aunque 37 por ciento (sobre 41 respuestas) dice ver a sus hijos psicológicamente muy vinculados a Uruguay.

 

Conclusión

A partir de los datos presentados podemos derivar una estructura de análisis de la emigración uruguaya en México y quizás también de otros grupos migrantes del cono sur.

Vemos primero el móvil de partida. Para la mayoría de los migrantes que salieron de Uruguay en la década de 1970, las razones se determinaron por un complejo de causas que sintetizamos bajo el rubro de la crisis del país, ya explicada al inicio de este trabajo. En este contexto se dio la emigración cuando se llegó a determinados niveles de ruptura, de persecución política o de simple penuria monetaria. Pero como ya adelantamos, el elemento político pesó más que el económico para determinar la radicación en México. Un tercer factor —acompañar a un familiar—está presumiblemente ligado a los anteriores: una vez que se vuelve imperioso emigrar para un miembro de la familia (especialmente si es el cabeza de la misma) posiblemente será forzosa o voluntariamente acompañado por otros del grupo. Analizamos en este sentido el funcionamiento de las redes de parentesco; el traslado se hace a menudo en familia, ya sea que el migrante principal (o "motor" del grupo) parta acompañado o que traiga a sus familiares a residir con él una vez que se sienta convenientemente instalado en el país receptor.

En cuanto a edad y educación dedujimos que la mayoría de los encuestados ingresaron a México cuando estaban en una etapa de juventud o de madurez plenamente productiva, y como 27 por ciento ya había cursado estudios universitarios (completos o incompletos) aportó un considerable capital intelectual. También es de señalar, aunque sea un factor difícil de evaluar en sus efectos concretos, que muchos tenían una relativamente intensa o muy intensa experiencia política, lo que presumiblemente agregó elementos peculiares a la forma de encarar la vida, al menos en un principio, en el nuevo país.

Un número importante de encuestados intentaban volver a residir a Uruguay en un momento dado, pero luego retornaron permanentemente a México. Parte de la emigración (sea política o económica) suele tener, al menos en un principio, mentalidad de "golondrina**, se ve como huésped pasajero del país que la recibe, dispuesta a regresar al lugar de origen en cuanto nuevas condiciones lo permitan. Como los hechos políticos que movieron al exilio y la migración de muchos uruguayos a México sólo duraron poco más de una década, la posibilidad de regreso se tornó real a mediados de la década de 1980, sin embargo, muchos vieron frustrado este intento.29 Expusimos en una sección anterior las explicaciones dadas por los propios interesados acerca de los motivos de su segundo ingreso a México, pero podemos señalar otros que igualmente determinan la retención de los migrantes.

Hay distintos elementos que generan estabilidad y relaciones sólidas en el país anfitrión. Dos aspectos concretos ligados a las condiciones individuales o grupales de vida han sido ya mencionados: las oportunidades laborales y de estudio. Las cifras sugieren que buen porcentaje de los migrantes a México mejoraron su situación en estos rubros en comparación a su pasado en Uruguay y ello produce obviamente efectos que irradian a toda la familia (cuando el migrante ha formado una).

También el grupo familiar es un condicionante de aclimatación. Muchos emigrados han criado a sus hijos (y algunos incluso a sus nietos) en México y como es lógico las nuevas generaciones tienen una mayor identificación afectiva y cultural con este país, presentando incluso dificultades para generar lazos emocionales con Uruguay. Los matrimonios de nacionalidad mixta refuerzan esta perspectiva, al determinar que el migrante se encuentre en una familia cuyo principal referente es el país receptor y no el de origen de la migración.

Otro aspecto es el papel del conjunto de la colectividad en relación con el individuo. La comunidad uruguaya en México es un referente importante porque es raro el migrante totalmente solitario, sin contactos connacionales al llegar. Una excesiva integración a este medio puede (según la declaración de un encuestado) dificultar una ubicación social más amplia si desestimula el buscar relaciones mexicanas. Pero también ayuda a la adaptación, con apoyos materiales, culturales o afectivos. Su efecto no es tan hermético respecto del entorno social, si se tiene en cuenta que más de un tercio de los encuestados han formado hogar con una pareja mexicana y que como efecto de ello la endogamia en el grupo uruguayo ha caído drásticamente, produciendo una amplia presencia de las parejas de nacionalidad mixta a juzgar por la muestra. Esto por supuesto depende también de la nación receptora, pues México no es para el migrante uruguayo una sociedad cerrada y no obstante las diferencias culturales, la comunidad de idioma y otros elementos coadyuvan a la inserción.

 

Notas

1 La investigación sobre las características sociales y demográficas de la migración uruguaya a México fue coordinada por Silvia Dutrénit Bielous, del Instituto de Investigaciones José María Luis Mora (México, D.F.); la aplicación del cuestionario de la encuesta estuvo a cargo de Araceli Leal Castillo.

2 A partir de 1985 Uruguay volvió a tener un gobierno democrático.

3 Como se verá, la gran mayoría de la población uruguaya en México se asentó en el país a partir de 1976.

4 El cuestionario es de fácil llenado. Lanío por el tiempo que ocupa como por ser de sencilla comprensión, puede ser respondido por escrito por el mismo encuestado sin ayuda de un encuestador, aunque este sistema arrojó comprensiblemente menos frecuencia de respuestas que los otros dos.

5 El resultado de las respuestas a algunas preguntas fue descartado, ya sea por haber sido contestadas defectuosamente por la mayoría de los interrogados, o por no ofrecer una información lo suficientemente relevante como para justificar su tratamiento.

6 Hubo tres casos (una mujer y dos hombres) sin respuesta. Dado que no todas las preguntas fueron respondidas por todos los encuestados, en ocasiones, como se verá más adelante, los porcentajes se calculan sobre el total de respuestas y no de encuestados. En dichas circunstancias se aclara siempre que la base de cálculo es el número de respuestas.

7 El territorio uruguayo se subdivide administrativamente en 19 departamentos, incluido el que contiene la ciudad capital, Montevideo.

8 Los ejemplos más frecuentes de otra nacionalidad adquirida aparte de la mexicana son la italiana y la argentina.

9 Esta denominación puede considerarse como equivalente a más de una licenciatura cuando los estudios se cursaron en Uruguay, pues dada la organización universitaria en ese país, muchas carreras de primer ciclo de educación superior tienen una carga curricular y una extensión temporal superiores al promedio internacional.

10 En el caso de las parejas, el hecho de que el trabajo que reporta más ingresos monetarios a la familia sea usualmente el que realiza el hombre, quita a este género tiempo e incentivos para continuar estudios. Sin embargo, esta inferencia tal vez válida para los migrantes uruguayos no se ve confirmada en el conjunto de la matrícula de posgrado mexicana, en la cual el número de estudiantes varones predomina notoriamente sobre el de las mujeres (Anuies. 1997).

11 Por ejemplo, todas las funciones de enseñanza mencionadas fueron reagrupadas en la categoría "académicos".

12 Con ciertas reservas (teniendo en cuenta la crisis económica de Uruguay en la época de emigración de la mayoría de estas personas) podríamos considerar que categorías de relativos altos ingresos serían, dentro de la lista de ocupaciones elaborada, la de "profesionista", con un declarante, y la de "consultor", con dos (estos 3 casos hacen 4 por ciento del total muestreado). Nadie dice haber sido empresario o ejecutivo, aunque la categoría un poco vaga de "comercio" (dos casos) podría ser indicadora de un propietario y no de un empleado, como nos inclinamos a pensar en primera instancia. Pero véase de todos modos que ni un profesional ni un comerciante son necesariamente integrantes de la clase alta.

13 Con algún margen de error: un estudiante puede ser remunerado como tal cuando recibe una beca, hecho que es mas probable en México que en Uruguay, aunque más para los alumnos de posgrado que para los de licenciatura. Un desempleado puede ser también pagado si recibe un seguro de desempleo, pero esta institución no existe en México. Y como se sabe, las tareas del hogar realizadas por amas de casa (u otros integrantes de la familia) prácticamente nunca son remuneradas monetariamente.

14 Ello puede también explicarse por el hecho ya señalado de que en los hogares el ingreso más fuerte (y por tamo el mayor esfuerzo por la mejora laboral) suele provenir de los hombres antes que de las mujeres. Estas, en quienes recae por lo común el trabajo del hogar, pueden buscar a veces un trabajo subordinado como forma de lograr un ingreso complementario al del marido, o también dedicar su tiempo libre a cursar estudios de nivel más avanzado.

15 Los extremos de edad de las mujeres encuestadas son 19 y 73 años, respectivamente. En un caso no se cuenta con la mención de edad, pero sabemos que se trata de una persona que está o estuvo en edad reproductiva porque declaró tener tres hijos.

16 Se entiende, a la fecha de la encuesta.

17 Bien entendido, muchos de los dependientes económicos detectados no forman parte del grupo encuestado y ni siquiera (cuando se trata de cónyuges, hijos u otros parientes no uruguayos) del universo.

18 Información conocida por tradición oral.

19 En algunos casos, como el del matrimonio con un ciudadano o ciudadana mexicanos, la FM2 puede ser concedida al poco tiempo de ingreso al territorio mexicano.

20 Por la razón ya explicada (el número de respuestas) la cifra de nacionalizaciones en México varía aquí respecto a la dada anteriormente, en el apartado sobre "Nacionalidad actual". Pero se mantiene la tendencia a un mayor número de nacionalizaciones en las mujeres que en los hombres. Por lo demás, no parece haber correspondencia entre este número y el de matrimonios mixtos, lo que indica que el matrimonio con un ciudadano o ciudadana mexicanos no ha sido la única vía para adquirir la nueva nacionalidad.

21 Esta es una pregunta de la encuesta que fue contestada en forma desordenada por los interrogados, que señalaron distintos medios a la vez sin prioritarios. Ante tal resultado calcular porcentajes seria arbitrario, por tanto nos limitaremos a indicar los medios de comunicación más mencionados.

22 Pero téngase en cuenta que, en la práctica, las visitas de un país geográficamente alejado como Uruguay implican necesariamente una frecuencia de contacto menor que el proporcionado por otros medios menos mencionados por los encuestados.

23 Por ejemplo, es probable que el mayor porcentaje en el caso de referenda se deba prioritariamente al plebiscito de 1989 acerca de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que benefició a militares y policías involucrados en violaciones de derechos humanos y que sucitó una movilización de ciudadanos residentes en el extranjero que se trasladaron a Uruguay con el sólo objetivo de votar en contra.

24 Era ésta una pregunta abierta en la que sólo debía indicarse un factor.

25 Tanto en este como en el anterior factor agrupamos distintas respuestas con un elemento común que sintetizamos bajo los rótulos mencionados.

26 Recuérdese que muchos encuestados fueron perseguidos políticos en Uruguay.

27 Téngase en cuenta que como éste es un rótulo aglutinante, puede agrupar subfactores heterogéneos.

28 Agrupamos bajo este rubro subfactores tales como el ruido, la contaminación, la frecuencia de las enfermedades gástricas, el efecto de la altura en el organismo la inseguridad urbana y las aglomeraciones.

29 Obviamente la muestra no registra a aquellos residentes que habiendo retornado a Uruguay fincaron definitivamente allí su residencia, sino sólo a los que volvieron a México.

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