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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.8 no.33 Toluca jul./sep. 2002

 

Interrelación entre la migración internacional y la migración interna en México

 

Fernando Lozano Ascencio

 

Universidad Nacional Autónoma de México

 

Resumen

La relación entre las migraciones interna mexicana y la emigración internacional es un aspecto relativamente poco explorado. Estudios sobre la migración desde el México rural han documentado dos trayectorias claramente definidas: una con destino a centros urbanos mexicanos y otra hacia Estados Unidos. En este articulo se presentan algunas evidencias empíricas que refuerzan la noción de que la migración interna y la internacional son procesos que han tenido y que continúan teniendo algún tipo de vinculación Los resultados muestran que los migrantes internacionales que residen en la región de mayor tradición migratoria a Estados Unidos presentan bajas tasas de migración interna. En tanto, los migrantes internacionales que residen fuera de la región histórica presentan altas tasas de migración interna, El artículo sugiere la existencia de dos patrones de migración a Estados Unidos. Uno denominado patrón tradicional, formado por migrantes de nueve entidades del occidente de México, predominantemente de áreas rurales, con bajas tasas de migración interna y con menores niveles de escolaridad. El segundo es el patrón de migración reciente, constituido por migrantes residentes fuera de la región tradicional de migración, dispersos en áreas urbanas, con mayores tasas de migración interna, con mayores niveles de escolaridad y con una mayor presencia de mujeres.

 

Abstract

The relation between internal and international migration is a relatively unexplored issue. In Mexico, studies have identified two separable streams of migration from same rural areas, one to cities within Mexico and. the other, to destinations in the United States. This article presents some empirical evidences that reinforces the notion of a close relationship between internal and international migration in the past and in the present. Results of this article show that migrants who reside in the historic region of migration to the United States have considerably less internal migration background In contrast, migrants who reside out of the historic region of migration to the United Stales have higher internal migration rates. This finding indicates that international migrants from the historic region go directly to the United States, without having internal points of destination inside the Mexican Republic. The article identifies two possible patterns of migration to the United States: one is the traditional pattern, concentrated in nine states of Western Mexico, constituted by migrants mostly from rural areas, with low rates of internal migration, and considerably fewer years of education. The other is the recent (or non-traditionaí) pattern, constituted by migrants living out of the historic region of international migration, dispersed in urban areas, with higher rates of internal migration, a higher presence of women, and higher schooling.

 

Introducción

La relación entre la migración interna mexicana y la migración internacional es un aspecto relativamente poco explorado. Estudios sobre la migración desde el México rural han documentado dos trayectorias claramente definidas: una con destino a centros urbanos mexicanos y otra con destino a Estados Unidos. Para los migrantes potenciales, la opción de participar en uno u otro circuito ha dependido de factores como el grado de calificación de su fuerza de trabajo, las redes sociales a las cuales pertenece y el nivel de desarrollo económico de las regiones proveedoras y receptoras de mano de obra; sin embargo, más allá de estos factores, la interrelación estructural entre las migraciones interna e internacional ha existido y tiende a incrementarse, especialmente como consecuencia de los procesos de urbanización y globalización económica (Skeldon, 1995 y Durand, 1988).

México es un buen ejemplo de este fenómeno. Es un país altamente urbanizado donde más de la mitad de su población (53 por ciento) vive en ciudades de más de 50 000 habitantes. La mayoría de su migración interna es hoy interurbana y, en menor medida, rural-urbana (Conapo, 2001). Al mismo tiempo, los cambios en los mercados urbanos de Estados Unidos han significado un incremento en el número de oportunidades de trabajo para migrantes con mediana calificación, particularmente en actividades económicas ligadas a los servicios y las manufacturas.

Durante la década de 1950 las teorías de la modernización y de la migración por etapas ofrecían una explicación lógica que fundamentaba las hipótesis sobre la interconexión entre la migración interna rural-urbana y la migración internacional. El movimiento de población desde zonas rurales hacia ciudades metropolitanas —con complejos y competitivos mercados laborales—, y por extensión, hacia otros países, era un movimiento visto en etapas sucesivas. Los migrantes rurales, de acuerdo con esta teoría, se desplazaban primero a ciudades intermedias, después hacia centros metropolitanos del mismo país y de ahí hacia destinos internacionales. La génesis de este enfoque la encontramos en los planteamientos de Ravenstein (1885), quien al estudiar el movimiento de población a! interior de Inglaterra y entre Inglaterra, Escocia e Irlanda —a finales del siglo XIX—encontró que la mayoría de los migrantes se desplazaban únicamente en distancias cortas y en dirección hacia los grandes centros industriales y comerciales. En particular, en la segunda de sus Leyes de Migración sostiene que: "Los habitantes rurales que residen en torno a los centros urbanos de rápido crecimiento tienden a migrar hacia estos últimos: la población rural migrante es reemplazada en su lugar de origen por habitantes rurales de distritos más remotos, hasta que la fuerza de atracción de las grandes ciudades deja sentir su influencia, paso a paso, hasta en los más lejanos rincones del país" (Ravenstein, 1885).

Sin embargo, la evidencia histórica latinoamericana sugiere que los supuestos de la migración por etapas no han sido la norma. En términos de la migración interna, por ejemplo, ha preponderado la migración directa desde pequeños poblados rurales hacia centros metropolitanos (Roberts, 1995). La migración internacional también ha presentado movimientos directos de población desde áreas rurales hacia mercados internacionales (Durand y Massey, 1992).

A lo largo del siglo XX, la migración directa desde áreas rurales mexicanas con destinos internacionales fue el tipo de trayectoria más común. Los principales estados proveedores de mano de obra del centro-occidente, como Jalisco, Guanajuato, Zacatecas y Michoacán, desarrollaron vínculos económicos y sociales con las regiones agrícolas de California y el suroeste de Estados Unidos, donde los migrantes trabajaban año tras año, regresando a sus comunidades rurales de origen en los momentos en que disminuía la demanda de mano de obra en la agricultura y la construcción.

Históricamente, por tanto, la migración internacional ha sido vista como una alternativa a la migración interna rural-urbana. Los dos circuitos han estado diferenciados por las redes a las cuales los migrantes han estado incorporados, por las características propias de los migrantes (selectividad sociodemográfica) y por las diferencias económicas de las regiones proveedoras de mano de obra.

Una revisión de trabajos que han explorado la relación entre las migraciones interna e internacional permite identificar dos tipos de estudios: los que argumentan que son dos procesos separados y los que sostienen que son procesos cada vez más vinculados.

Corona y Chiapetto (1982) analizaron la posible relación entre las migraciones interna e internacional —con base en la información de la Encuesta Nacional de Emigración a la Frontera Norte y a Estados Unidos (Enefneu)— a partir del examen de las características sociodemográficas de los migrantes internacionales, con y sin experiencia de migración interna. Los autores encontraron que los migrantes internacionales tienen una limitada movilidad geográfica al interior de México y menores tasas de migración interna que el conjunto de la población mexicana. Resumen sus hallazgos en los siguientes puntos:

1 Existe suficiente evidencia empírica que apoya el argumento de que las migraciones interna e internacional son dos procesos distintos. Los flujos de migración interna e internacional incluyen a diferentes personas, ya que sólo uno de cada 10 migrantes internos tienen experiencia de migración internacional. Esto pudiera estar indicando que los factores de expulsión son distintos en cada uno de los tipos de migración.

2. La mayoría de los migrantes internacionales se desplazan a Estados Unidos directamente, sin hacer "escalas migratorias" en centros urbanos o en ciudades de la frontera norte de México, y

3. Los patrones de migración interna de los migrantes internacionales no reflejan movimientos exclusivos hacia la frontera norte (con el propósito de emigrar a Estados Unidos), sino que incluye una amplia gama de destinos a lo largo del territorio nacional. Pese a que el trabajo de Corona y Chiapetto no ofrece una discusión teórica que apoye sus resultados, se trata de un estudio de enorme riqueza, que ofrece un conjunto de hipótesis muy provocativas que iremos discutiendo y retomando a lo largo de este ensayo.

Otros estudios han encontrado que las migraciones interna y la internacional (en zonas rurales mexicanas) están íntimamente relacionadas con el tipo de tenencia de la tierra y el nivel socioeconómico de los migrantes y sus familias. García-España (1992) encontró que los hogares habitados por propietarios o medieros son más propensos a tener alguno de sus miembros en Estados Unidos, contrario a lo que acontece en los hogares de ejidatarios, cuyos miembros son más propensos a emigrar internamente. El autor sugiere que los migrantes más pobres son más proclives a emigrar internamente que hacia destinos internacionales. Este hallazgo podría reforzar el planteamiento de Corona y Chiapetto en el sentido de que los factores de expulsión operan de distinta forma en la migración interna y en la internacional.

De otro lado, algunos estudios han argumentado a favor de la idea de una mayor vinculación entre las migraciones interna y la internacional. Para algunos autores existe una corriente migratoria claramente identificada de personas de pequeños poblados rurales que emigran, por ejemplo, a ciudades mexicanas, trabajan ahí en la construcción, y después emigran a Estados Unidos en busca de trabajos similares (Cornelius, 1992; Zabin y Hughens, 1995). Otros han encontrado que cuando los migrantes regresan a México, no van directamente a su poblado rural de origen, sino a alguna ciudad mexicana donde pueden, con mayor facilidad, utilizar las habilidades adquiridas en el mercado laboral estadunidense (Roberts, 1995 y Zúñiga, 1993). Zabin y Hughes (1995), en su estudio sobre un grupo de migrantes oaxaqueños a Estados Unidos, encontraron evidencia de un patrón de migración por etapas entre México y Estados Unidos. Los autores señalan que 55 por ciento de los migrantes oaxaqueños había trabajado en campos agrícolas de Baja California antes de haber emigrado a Estados Unidos, y 77 por ciento había trabajado en Baja California, en Sinaloa o en ambas entidades, antes de emigrar al vecino país del norte.

Cornelius (1992), a partir de una muestra de migrantes mexicanos que contaban con algún tipo de empleo en el sur de California, encontró que uno de cada cinco de estos migrantes se había mudado primero a una ciudad mexicana y después a California, En otra muestra de migrantes recién llegados al sur de California, el mismo Cornelius encontró que 16 por ciento de ellos habían tenido una emigración interna previa a su desplazamiento a Estados Unidos. Estos resultados le permiten sugerir que

... los grandes centros urbanos mexicanos no sólo absorben migrantes internos del campo y de otras ciudades intermedias, como lo han hecho por muchos años, sino que también han servido como plataforma para emigrar a Estados Unidos (Cornelius, 1992: 162-163).

El debate acerca de si la industria maquiladora en la frontera norte de México ha detenido el torrente migratorio hacia Estados Unidos (al proveer de empleos a los potenciales migrantes) o lo ha favorecido, al atraer población a la frontera, reduciendo así los costos de la migración internacional, está también vinculado al tema de la conexión entre las migraciones interna e internacional. Durante la década de 1980, un estudio de Seligson y Williams (1981) sobre trabajadores empleados en la industria maquiladora encontró que sólo ocho por ciento de ellos habían nacido en el sur de México y sólo tres por ciento del total de su muestra manifestó que eventualmente podría renunciar a su trabajo para emigrar a Estados Unidos, a partir de lo cual afirman que la industria maquiladora no promueve la emigración a Estados Unidos. Rivera-Batiz (1986), al examinar las motivaciones de los migrantes mexicanos en sus desplazamientos hacia la frontera norte, encontró que muchos de ellos toman la decisión de emigrar a Estados Unidos debido a las altas tasas de desempleo en la industria maquiladora. Un problema metodológico que Zabin y Hughes observan es que para entender la relación entre el empleo en la industria maquiladora y la migración hacia Estados Unidos es preciso desarrollar estudios sobre las trayectorias migratorias y laborales de los trabajadores de la maquila antes y después de su paso por este tipo de plantas.

En este artículo se presentan algunas evidencias empíricas que refuerzan la noción de que las migraciones interna y la internacional son procesos que han tenido y que continúan teniendo algún tipo de vinculación. En virtud del fuerte debate que existe en torno a este tema y, además, debido a la complejidad y a la gran diversidad del fenómeno migratorio entre México y Estados Unidos, este artículo no pretende llegar a conclusiones definitivas; sin embargo, se ubica del lado de aquella corriente que plantea que ambos tipos de migración no son procesos ajenos.

El ensayo explora esta interrelación migratoria a partir de tres argumentos centrales: el primero es que durante las últimas tres décadas el patrón de la migración interna mexicana ha reflejado un intenso movimiento de población de sur a norte, específicamente hacia los estados y ciudades fronterizas del norte de México. Esta concentración de población migrante en el norte del país podría constituir una importante evidencia del cercano vínculo que existe entre las migraciones interna y la internacional. El segundo argumento es que la experiencia de migración interna de los migrantes internacionales mexicanos es un proceso sumamente disímil, que exhibe fuertes desigualdades regionales y que presenta altas tasas de incidencia en entidades de reciente incorporación al flujo migratorio internacional. El tercer argumento es que en un importante número de hogares que reciben remesas de Estados Unidos se advierte al mismo tiempo la presencia de "remesas internas", lo que también pudiera hablar del estrecho vínculo de estos dos tipos de estrategias migratorias en un mismo hogar.

 

La migración interna mexicana 1975–2000: el movimiento de sur a norte

Esta sección examina las características generales de la migración interna mexicana durante el periodo 1975-2000, con base en las muestras censales de 1980, 1990 y 2000. El argumento central que orienta el análisis, como se mencionó más arriba, es que la migración interna mexicana ha sido más intensa hacia la parte norte del país. El ejercicio consiste en dividir a la república mexicana en tres grandes regiones (Norte. Centro y Sur)1 tal y como lo propone Partida ( 1994). La idea es identificar a los individuos que se desplazaron entre las tres grandes regiones, sin considerar el movimiento de personas al interior de la región. En el cuadro 1 se observa que en los tres quinquenios considerados (1975-1980,1985-1990 y 1995-2000) la intensidad de la migración interregional se ha mantenido estable, en alrededor de 1.7 mil Iones de personas, con un ligero descenso en el quinquenio 1985-1990. La estabilidad en la intensidad de la migración interna es un fenómeno que no debiera sorprender, ya que esa es la tendencia que se advierte en la migración interestatal de México desde mediados del siglo XX (Conapo, 2001).

Pero, ¿cuál de las tres regiones pierde o gana población? Durante el quinquenio 1975-1980 la región Centro fue la principal proveedora de emigrantes, seguida por las regiones Sur y Norte. Pese a que tanto las regiones Centro y Sur fueron, a su vez, las más importantes en la recepción de inmigrantes, destaca la región Norte por haber presentado un saldo neto migratorio positivo de 127 705 individuos. La región Sur tuvo también un saldo migratorio positivo, pero muy cercano a cero, y la región Centro mostró una importante pérdida de población al obtener un saldo migratorio negativo de 136 706 individuos (gráfica 1).

El patrón de la migración interna por regiones, 10 años más tarde refleja algunos elementos de continuidad y de cambio. El mismo cuadro 1 muestra que en 1985 la población de migrantes internos se encontraba distribuida de la siguiente forma: 12 por ciento residía en la región Norte, 47 por ciento en la Centro y 41 en la Sur. Para 1990 la distribución territorial de esta misma población era distinta: 36 por ciento residía en la región Norte, 38 en la Centro y 26 por ciento en la Sur. Este movimiento interregional indica que la región Norte fue la única con una migración neta positiva, es decir, fue la única que "ganó" población (335 610 individuos), mientras que en las regiones Centro y Sur el saldo migratorio fue negativo (-129 464 y -226 146 individuos, respectivamente), es decir, emigró más población que laque inmigró.

Finalmente, en el periodo 1995-2000 la región Norte se mantuvo como la única con un saldo migratorio positivo (464 077 individuos), mientras que las regiones Centro y Sur continuaron con saldos migratorios negativos (-274 032 y -190 045 individuos, respectivamente). Este importante crecimiento de la migración neta en la región Norte, durante los tres periodos considerados, expresa esta nueva dinámica de la migración interna en México, que implica una concentración de población migrante en el norte del país, lo que podría ser una evidencia del cercano vínculo entre la migración interna y la migración internacional.

 

Migrantes internacionales con y sin experiencia de migración interna

En esta sección se pretende documentar la interconexión entre las migraciones interna y la migración internacional, a partir del examen de los antecedentes de migración interna de los migrantes internacionales. Con base en la propuesta metodológica de Corona y Chiapetto (1982), y de Lozano et al. (1997), y utilizando la información de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid), la intención es evaluar las diferencias y similitudes de los migrantes internacionales con y sin experiencia de migración. Aparte de analizar las características sociodemográficas de estos dos grupos (edad, sexo, escolaridad, estado civil), interesa examinar sus diferencias y similitudes en cuanto a su entidad de residencia, su origen urbano o rural, el año de la última emigración a Estados Unidos y la duración de las estancias en ese país, entre otros aspectos.

Fuentes y procedimientos

La información empleada en esta sección proviene de la primera edición de la Enadid, levantada entre los meses de septiembre y noviembre de 1992 en 64 794 viviendas. El cuestionario incluye una sección en donde se pregunta a los miembros del hogar de 12 años o más, si alguna vez en su vida han viajado a Estados Unidos a trabajar o a buscar trabajo. La población comprendida bajo esta característica constituye un total de 9 010 casos, lo que significa una población ponderada de 2 449 045 individuos. Para los fines de este trabajo fueron eliminados de esta población los siguientes grupos: los que nacieron en el extranjero, los que emigraron a Estados Unidos antes de 1970, los migrantes ausentes y aquellos que declararon trabajar diariamente en Estados Unidos, grupo conocido como commuters. No incluyendo a los casos mencionados quedaría una muestra de 6 360 casos, lo que representa a una población de 1 708 867 migrantes de retorno (datos ponderados), toda vez que se eliminó a los migrantes que aún no habían regresado de Estados Unidos.

Pese a que la Enadid no es una encuesta exclusivamente sobre migración, permite reconstruir distintos momentos de la historia migratoria de los individuos, ya que incluye información como el lugar de nacimiento, entidad de residencia actual, entidad de residencia anterior, lugar de residencia cinco años anteriores al levantamiento de la encuesta, municipio anterior de residencia (para aquellos que tuvieron un desplazamiento al interior de alguna entidad) y el mes y año de salida y llegada de las personas que emigraron a Estados Unidos. En suma, con la Enadid se cuenta con información sobe cuatro posibles destinos nacionales interestatales un movimiento al interior de la entidad (desplazamiento intermunicipal) y un movimiento internacional.

La muestra de 6 360 migrantes internacionales de retorno fue dividida en dos grupos: el primero comprende a aquellos individuos "sin experiencia de migración interna", esto es, migrantes internacionales de retorno con el mismo lugar de nacimiento, lugar de residencia anterior y actual, lugar de residencia en 1987 y sin migración municipal. El segundo grupo incluye a aquellos individuos "con experiencia de migración interna", es decir, individuos con al menos una entidad distinta de las cuatro posibles o al menos con una migración municipal. El primer grupo incluye a 4 035 individuos y el segundo a 2 325. A partir del uso de estadísticas descriptivas y de un modelo de regresión logística, se desarrolla un análisis comparativo del perfil de los migrantes internacionales, con y sin experiencia de migración interna. En este ejercicio no se emplea la regresión logística como una técnica de análisis causal, ya que no se intenta predecir por qué los migrantes internacionales han tenido experiencias de migración interna; sin embargo, este tipo de técnicas son de gran utilidad para comparar el perfil sociodemográfico de dos poblaciones y obtener una idea de qué tan distintas son éstas, a partir de evaluar cómo afectan un conjunto de variables independientes a una variable dependiente.

En suma, la variable dependiente que emplearemos aquí es dicotómica, con valores de cero para los individuos sin experiencia de migración intenta, y uno para aquellos con experiencia de migración interna. Para el análisis del perfil de los migrantes internacionales con y sin experiencia de migración interna se consideraron las siguientes variables independientes: año de salida del último viaje a Estados Unidos, región de residencia en el momento del levantamiento de la encuesta, tamaño de la localidad de residencia, edad en el último viaje a Estados Unidos, sexo, estado civil, escolaridad y duración de la estancia en Estados Unidos durante el último viaje. En este ejercicio se consideran como localidades rurales aquellas menores de 20 000 habitantes y urbanas a las mayores de 20 000 habitantes. Asimismo, se reagruparon las entidades de residencia de los migrantes en cuatro grandes regiones, utilizando el esquema sugerido por Durand (1988). Las cuatro regiones son Histórica, Frontera, Centro y Periferia.2

Principales resultados

Una descripción general del conjunto de la población de migrantes de retorno (o sea, de la población de 1 708 867 individuos) indica un promedio de edad de 36 años en el momento del levantamiento de la encuesta, con un predominio de población masculina (82 por ciento), mayoritariamente casados (77 por ciento) y con 6.2 años de escolaridad. Estos migrantes tenían un promedio de 29 años cuando realizaron su último viaje a Estados Unidos, y permanecieron alrededor de 14 meses en ese país. Más de la mitad residía en la región Histórica—región de nueve estados que tradicionalmente ha participado en el envío de migrantes a Estados Unidos desde principios del siglo XX—. En relación con el tamaño de la localidad de residencia, la mitad de estos migrantes residían en localidades rurales menores a 20 000 habitantes y la otra mitad en localidades urbanas. Finalmente, casi dos terceras partes declararon haber realizado su último viaje a Estados Unidos después de 1985 (ver la primer columna de los cuadros 2 y 3).

Sin embargo, al dividir a esta población de acuerdo con su experiencia de migración interna, se advierte que un poco más de la tercera parte de los migrantes internacionales de retorno (36.6 por ciento) han tenido experiencia de migración interna, en tres tipos de trayectorias: a) migración interna previa a la migración internacional, b) migración interna posterior a la migración internacional, y c) ambas, esto es, movimientos migratorios internos, previos y posteriores a la migración internacional Para el resto de los migrantes (63.4 por ciento) el estado de nacimiento, el estado actual de residencia, el estado de residencia en 1987 y el estado de residencia previo constituyen la misma entidad. Además, no manifestaron migración intermunicipal. Al analizar las características sociodemográfícas de estos dos grupos pareciera no haber grandes diferencias en cuanto a los promedios de edad, edad en la primer salida, años de educación y duración de las estancias en Estados Unidos. La proporción de mujeres en el grupo con experiencia de migración interna es ligeramente mayor que en el otro grupo ( 19.6 por ciento frente a 16.3 por ciento).

Las diferencias son más significativas en el periodo de salida a Estados Unidos, región de residencia en México y tamaño de la localidad de origen. El cuadro 3 muestra que alrededor de 70 por ciento de los migrantes sin experiencia de migración interna se desplazó a Estados Unidos después del año de 1985; en cambio, un porcentaje menor de migrantes internacionales con experiencia de migración interna (54 por ciento) viajó a Estados Unidos después de 1985. Esto pudiera estar indicando que los migrantes internacionales más recientes tienen una menor movilidad interna.

En el mismo cuadro 3 se observa que los migrantes sin experiencia de migración interna tienden a concentrarse en la región Histórica (63 por ciento), lo que refleja que los migrantes de esta región se desplazan directamente a Estados Unidos sin realizar "escalas migratorias".

En tanto, el grupo con experiencia de migración interna tiende a concentrarse fuera de la región Histórica. Asimismo, casi dos terceras partes de los migrantes sin experiencia de migración interna reside en localidades rurales, mientras que 68 por ciento de aquellos con experiencia de las migraciones interna residen en localidades urbanas. Estos resultados muestran que la conexión entre la migración interna y la internacional, expresada en la historia migratoria de este grupo de migrantes de retorno, tiene una mayor incidencia entre individuos que emigraron a Estados Unidos antes de 1985, que viven fuera de la región Histórica y que residen en áreas urbanas.

Los resultados de la regresión logística confirman estas tendencias. El cuadro 4 presenta las razones de probabilidad de experimentar al menos una migración interna de todo el grupo de migrantes internacionales de retorno. Este cuadro contiene los resultados de cuatro modelos que incluyen diferentes categorías de interés; sin embargo, centraremos los comentarios en el modelo 4, en virtud de que los resultados de los primeros tres modelos son similares a los del último modelo.

En la primer variable independiente, periodo de salida a Estados Unidos durante el último viaje, los resultados del modelo 4 indican que aquellos que tuvieron desplazamientos internacionales antes de 1990, presentan una mayor probabilidad de haber experimentado migraciones internas. De otro lado, los migrantes de retorno que residen en las regiones Frontera, Centro y Periferia muestran una mayor probabilidad de tener migraciones internas que aquellos incluidos en la categoría de referencia, es decir, en la región Histórica.

En la variable tamaño del lugar de residencia, los migrantes que residen en localidades rurales constituyen la categoría de referencia. Los resultados indican que aquellos que residen en áreas urbanas tienen 1.6 veces más probabilidades de experimentar una migración interna que sus pares rurales. En la variable edad en el último viaje a Estados Unidos —que se trabajó como variable continua— la regresión muestra que a medida que aumenta la edad de los migrantes, aumenta la probabilidad de tener una migración interna. Un hallazgo interesante es que las mujeres tienen una mayor probabilidad que los hombres de tener una migración interna; sin embargo, esta probabilidad es apenas significativa. Finalmente, aquellos migrantes cuya duración de su última estancia en Estados Unidos fue mayor de seis meses, tienen menores probabilidades de experimentar una migración interna.

 

Hogares con remesas de Estados Unidos y con remesas "internas"

Los estudios que documentan la relación entre las migraciones interna e internacional, generalmente consideran como unidad de análisis a los individuos. Las trayectorias laborales y migratorias, documentadas a través de historias de vida o de encuestas, constituyen el insumo básico para estudiar los desplazamientos de los individuos. Este nexo entre trayectorias migratorias se ha estudiado en tres tipos de migrantes: los definitivos o permanentes, los migrantes temporales o circulares y los migrantes de retorno; sin embargo, pocos trabajos han estudiado la relación entre las migraciones interna e internacional considerando a los hogares o las familias como su unidad de análisis.

En la primera sección de este artículo se mencionó que García-España (1992) encontró que algunos hogares de zonas rurales de México se han especializado ya sea en la migración interna o en la migración internacional, dependiendo de sus características económicas y sociales. Pero, ¿qué sucede cuando un mismo hogar tiene migrantes internos e internacionales, o recibe remesas en pesos y en dólares? Partiendo de esta perspectiva se estaría hablando de otro tipo de vínculo entre las migraciones interna e internacional, no tanto como eventos sucesivos en la vida de un individuo (como se ha visto hasta ahora), sino como estrategias o alternativas laborales diferentes, asumidas por los miembros de un mismo hogar.

A continuación se presenta información sobre los hogares que reciben remesas de Estados Unidos y que además recibieron remesas internas, a partir de la información del censo mexicano de población y vivienda de 2000, específicamente de la muestra censal que se obtuvo de la aplicación del cuestionario ampliado. Este cuestionario fue levantando en 10 por ciento de los hogares del país e incluyó, entre muchas otras cosas, preguntas sobre los ingresos de cada miembro del hogar de 12 años o más. Entre las preguntas sobre ingreso se incluyó una en la que se interrogaba si cada miembro del hogar recibía dinero por ayuda de familiares desde otro país, y otra acerca de si recibía dinero por ayuda de familiares desde otras entidades de México.

Una primera inspección de esta información reveló que casi un millón de hogares mexicanos (987 511) recibieron ayudas de familiares del exterior, presumiblemente de Estados Unidos, lo que representa 4.4 por ciento del total de hogares del país. De estos, 17.5 por ciento, es decir 173 280 hogares, recibió además ayudas de familiares desde otras entidades del país.

Al igual que se observó en la sección anterior, en la que vimos que los migrantes internacionales de la región Histórica contaban con bajas tasas de migración interna (lo que hace suponer que emigran directamente a Estados Unidos), en el cuadro 5 se observa que el porcentaje más bajo de hogares que reciben remesas de Estados Unidos y remesas internas también corresponde a la región Histórica. Este resultado sugiere que los hogares de entidades como Zacatecas, Guanajuato y Michoacán, con una larga tradición de migración a Estados Unidos, se han ido especializando en la migración internacional, en cambio, los hogares ubicados fuera de la región histórica mantienen un vínculo mucho más evidente entre las estrategias de migraciones interna e internacional.

 

Comentario final

En este artículo nos propusimos retomar el debate en torno al vínculo entre las migraciones interna e internacional. Presentamos algunas evidencias empíricas que sugieren que ambos procesos han tenido y continúan teniendo algún tipo de vinculación. Un resultado importante de este trabajo es que no es posible identificar un patrón único al estudiar la migración mexicana a Estados Unidos. Más bien nos encontramos con diversos patrones, definidos por el origen geográfico de los migrantes, la época en que iniciaron sus migraciones, el tipo de localidad (urbana o rural) a la cual pertenecen y sus antecedentes de migración interna, entre otros muchos factores.

Los resultados de este trabajo muestran que los migrantes internacionales que residen en la región Histórica presentan bajas tasas de migración interna, lo cual sugiere que se desplazan directamente a Estados Unidos, sin tener puntos de destino nacionales. En tanto, los migrantes internacionales de retorno que residen fuera de la región Histórica tienen un patrón muy distinto de migración interna. Con base en estos resultados, me permito sugerir la existencia de dos posibles patrones de migración a Estados Unidos. Al primero lo llamaría patrón tradicional de migración, el cual está formado por migrantes de nueve entidades del país, predominantemente de áreas rurales, con bajas tasas de migración interna y con menores niveles de escolaridad. El segundo sería el patrón reciente de migración, constituido por migrantes residentes fuera de la región Histórica, dispersos en áreas urbanas, con mayores tasas de migración interna, con mayores niveles de escolaridad y con una mayor presencia de mujeres.

 

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Notas

1 Las entidades incluidas en cada región son las siguientes. Norte: Baja California, Coahuila, Chihuahua. Nuevo León, Sonora y Tamaulipas. Centro: Aguas calientes. Baja California Sur, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit. San Luis Potosí. Sinaloa. Veracruz y Zacatecas. Sur: Campeche, Chiapas, Distrito Federal. Guerrero. Hidalgo, México, Morelos. Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán.

2 La región Histórica incluye a los estados de Aguascalientes, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí y Zacatecas. La región Frontera incluye a Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas. La región Centro comprende al Distrito Federal, Guerrero, Hidalgo, México, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Tlaxcala. La región Periferia comprende a los estados de Campeche, Chiapas, Tabasco, Quintana Roo, Veracruz y Yucatán.

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