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Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.8 no.32 Toluca Abr./Jun. 2002

 

Experiencias y significados del contexto del hogar en la relación trabajo doméstico-extradoméstico

 

Norma Baca Tavira

 

Universidad Autónoma del Estado de México

 

Resumen

El propósito de este artículo consiste en mostrar cómo el trabajo de las mujeres tiene características singulares debido a su condición social que las adscribe, fundamentalmente, al hogar y a las relaciones de la familia, situación que repercute en el significado que ellas mismas le atribuyen a su trabajo dentro y fuera del ámbito del hogar. A partir de ello, es posible indagar sobre el modo en que estas mujeres construyen su subjetividad y el proyecto de vida personal con el que resignifican su trabajo.

 

Abstract

The aim of this paper is to show that the particular characteristics of women's domestic and extra-domestic work are due to the social condition they experienced —specifically household and family relations. Their condition influences the meaning they attribute to their domestic and extra-domestic work. With this research is possible to study how women construct their "subjectivity" and how they revalue their work vis-à-vis their personal objectives in life.

 

Introducción

En este trabajo se exponen algunos de los resultados de la investigación que se está desarrollando sobre trabajo femenino extradoméstico en la ciudad de Toluca, estado de México, la cual se fundamenta en una perspectiva de género que supone que en el estudio del trabajo femenino, en este caso referido a un contexto urbano, es necesario indagar en torno a las relaciones familiares y su vinculación con el trabajo extradoméstico.

Hay que destacar que, en el desempeño de una actividad económica, la mayoría de las mujeres se han visto en la necesidad de compaginar el trabajo dentro y fuera del hogar, en un modelo de doble presencia que explica la multiplicidad de roles que hoy asume la mujer, el cual le exige un desdoblamiento del tiempo, de la atención, tos espacios y las energías femeninas para hacer posible el funcionamiento del hogar como si se dedicara a él de tiempo completo, lo cual manifiesta una evidente desigualdad en el uso del tiempo y en la realización del trabajo en las relaciones de género. Así pues, a pesar de los logros obtenidos en cuanto a la condición de la mujer, es claro que persisten fuertes desigualdades entre hombres y mujeres, así como entre mujeres que han tenido oportunidades diferenciales de acceso a recursos en el transcurso de sus vidas; sin embargo, no se puede interpretar ingenuamente como el resultado de una opresión masculina, sino que tiene que ver con los modos en que se han ido modificando las formas de producción y reproducción sociales. Es en este sentido que surgen múltiples interrogantes sobre el significado de los cambios sociales en las vidas de las mujeres que realizan trabajo extradoméstico, puesto que la manera en que ellas significan su condición de mujer y sus actividades no es una simple representación individual, sino que adquiere sentido a la luz de un contexto histórico-social específico.

 

Referentes teórico-metodológicos

En la teoría económica se considera que el trabajo extradoméstico comprende las actividades remuneradas y no remuneradas que se diferencian de las tareas domésticas por contribuir a producir bienes y servicios para el mercado; en contraste, el trabajo doméstico es aquel orientado a la elaboración de bienes y servicios para el consumo privado de los integrantes de los hogares. La diferencia entre el trabajo doméstico y extradoméstico radica en el destino que tienen los productos que se elaboran, sin embargo, desde una perspectiva de género, esta consideración del trabajo extradoméstico, que refiere exclusivamente al ámbito mercantil, resulta inadecuada e insuficiente para el estudio del trabajo femenino, en tanto que vuelve invisibles otros tipos de trabajo, como el que se realiza en la esfera de la reproducción y del cual se ocupan mayoritariamente las mujeres, lo que implica que se omita y excluya una de las actividades fundamentales que aquellas realizan, lo que impide analizar sus restricciones y situaciones específicas.

Bajo el enfoque de género se considera que el análisis del trabajo femenino extradoméstico involucra diferentes dimensiones e implica, en principio, una interacción de los espacios público y privado; en tal sentido, tanto en el hogar como fuera de él existen construcciones sociales diferenciadas por género. Los sujetos conectan ambos espacios al reproducir relaciones y formas de producción de bienes y servicios, al mismo tiempo que desarrollan socialmente su vida cotidiana. A partir de esta consideración, interesa indagaren torno al sentido que las propias mujeres atribuyen a su trabajo extradoméstico. Es decir, se trata de averiguar cómo ellas justifican sus actividades extradomésticas y qué sentido tiene para las mujeres su trabajo tanto en el orden familiar como personal. Se trata de mostrar, a partir de su propia experiencia, cómo el trabajo de las mujeres tiene características singulares debido a su condición social que las adscribe, fundamentalmente, al hogar y a las relaciones de la familia, situación que repercute en el significado que ellas mismas le atribuyen a su trabajo dentro y fuera del ámbito del hogar. A partir de ello es posible indagar sobre el modo en que algunas mujeres construyen su subjetividad y el proyecto de vida personal con el que resignifican su trabajo.

Las diferencias de género y sus correspondientes relaciones de dominio y subordinación se producen y reproducen en los ámbitos del trabajo, pero estas mismas diferencias y relaciones presentan su contraparte en la unidad doméstica y en otros espacios de interacción social, provocando el mantenimiento de una relación de interdependencia y retroal¡mentación con lo que sucede en el mercado de trabajo (Benería y Roldan, 1992), Con lo anterior, se entiende que las desigualdades entre hombres y mujeres en los diferentes ámbitos de interacción social se dan bajo un contexto de construcción social del género, por lo que resulta muy complicado realizar un análisis satisfactorio de las condiciones en que se produce la inserción de la mujer en actividades económicas extradomésticas sin tomar en cuenta esos condicionamientos o barreras que impone la relación de género en otras esferas de la vida social sobre el mundo del trabajo, particularmente las que se crean y recrean en el hogar.1

Tal consideración resulta de particular relevancia para el estudio del trabajo femenino en el contexto de nuestra sociedad, en donde "la familia constituye un núcleo en función del cual se procesan gran número de decisiones que afectan la vida individual de sus miembros" (Welti y Rodríguez, 1997:121). Si además se consideran algunas características socioeconómicas, demográficas y culturales de la familia, se encontrarán condicionamientos y oportunidades diferenciales que varían de acuerdo con el ámbito socioeconómico en el que se reproduce, por lo que al acercarse al análisis de la familia es posible lograr una mejor comprensión de las actividades desarrolladas por los diferentes miembros integrantes del hogar y de cómo éstos enfrentan y diseñan una serie de estrategias para satisfacer sus necesidades de reproducción.

Es de interés abordar algunos aspectos de la condición de género que ejercen una presión significativa sobre las posibilidades y condiciones de inserción de la mujer en el trabajo extradoméstico. Para ello, se recupera la línea de análisis sobre producción y reproducción, enfoque que, considero, introduce una forma más amplia de estudiar el tema del trabajo; en él se reconoce que las actividades económicas que realizan las mujeres se encuentran tanto en el campo de la reproducción como en el de la producción (Humphries y Rubery, 1994; Carrasco, 1999; Borderías y Carrasco, 1994, y Bianchi, 1994). De tal manera que el análisis bajo esta perspectiva implica las interrelaciones entre el trabajo doméstico y el extradoméstico; asimismo significa la inclusión en la conceptualización del trabajo de las mujeres de las actividades relacionadas con la reproducción. De ello se deriva la importancia de distinguir el estudio del mercado de trabajo en general del de las mujeres en particular (Sollova y Baca, 1999).

También se reconoce que la reflexión sobre la realidad del trabajo de las mujeres se está enriqueciendo con la dimensión subjetiva de las experiencias femeninas. En tal sentido, la estrategia de investigación supone el uso de determinadas técnicas que den cuenta de aspectos de orden no cuantitativo, como lo es la entrevista a profundidad. La entrevista bajo esta perspectiva origina relatos diversos en contenido y, por lo tanto, con mayor grado de dificultad en el análisis precisamente porque no hay respuestas sistemáticas ni estandarizadas, y es justo por este aspecto que se puede decir que el artículo tiene una gran riqueza de información en el sentido de que esta forma de trabajo "permite conocer el punto de vista de los respondientes sin predeterminarlo mediante una sección previa de las categorías de un cuestionario, profundizar en algunos de los significados en el ámbito de la experiencia personal, obtener una comprensión del mundo más próxima a como lo ven los respondientes*' (Martínez, 1999: 46). En este sentido, se considera que la entrevista, aunada a la perspectiva de género, posibilita aprender ciertas formas de interacción social en que se manifiestan determinadas relaciones de poder bajo la forma de violencia simbólica que se hace valer materialmente creando jerarquías en que se expresan una discriminación, una dependencia, diferencias de trabajo y sueldo de las mujeres respecto a los hombres y en relación con otras mujeres.

Desde la perspectiva de género se ha cuestionado el que una socialización sexista heredada dio como resultado una incompatibilidad latente entre las esferas de la producción y de la reproducción que se sostuvo por la permanencia de estrategias de vida diferenciadas para hombres y mujeres (Barrio, 1996). Así, la intención de realizar entrevistas personales se debe a que éstas se dirigen al aprendizaje sobre acontecimientos y actividades que no se pueden observar directamente —y que los datos cuantitativos no contemplan y, por lo tanto no, explican—; en este sentido, lo que me ha interesado —desde el enfoque de género—es propiciar una aproximación a la comprensión de los significados que las mujeres entrevistadas atribuyen a su trabajo tomando como base su experiencia en el desarrollo del trabajo extradoméstico, es decir, a partir de sus propios puntos de vista: de sus imágenes y representaciones, de las condiciones que afectan sus decisiones y conductas, y de los resultados tal como ellas los perciben. De tal manera que la intención es establecer una conexión entre la vida cotidiana y lo personal para entender las raíces de la situación de estas mujeres.

Las entrevistadas se eligieron, en un primer momento, entre mis conocidas y entre mujeres que podían ser presentadas por las propias conocidas, también se propició un acercamiento con mujeres que en los recorridos cotidianos por el espacio urbano de la ciudad de Toluca se identificaron como sujetos de interés para la investigación. La bondad de la proximidad social y la familiaridad con las entrevistadas, como lo dice Bourdieu (2000), es que permite una comunicación "no violenta", en el sentido de que cuando se interactúa para conversar a propuesta de una de las partes sobre un tema específico y se está "socialmente próximo" a quien se hace la propuesta, se asegura un acuerdo basado en la confianza de que la interpretación de sus palabras y de sus expresiones en general sea adecuada, porque de alguna manera se conocen. Las relaciones de familiaridad y la franqueza social al hablar claro respecto a las inquietudes académicas e interés particular sobre su experiencia aseguran lazos de solidaridad para la colaboración de los sujetos. Tal situación posibilitó una rápida aceptación por parte de las mujeres con quienes pretendíamos dialogar al exponerles nuestro interés en conocer su experiencia, su caso, como parte de una investigación en que buscaba conocer cómo ellas organizan cada día sus actividades dentro y fuera del hogar, el porqué de las estrategias que emplean para cumplirlas, etcétera.

La entrevista se estructuró de manera semidirigida con final abierto, con la intención de que las mujeres expresaran lo más relevante para ellas; con las entrevistas abiertas las entrevistadas pudieron abundar libremente a cerca del tema que se planteó. Si bien la conversación con las mujeres estuvo semidirigida, esto no debe confundirse con una estructuración prediseñada de la misma, a pesar de "la intención directiva del investigador" (Lindón, 1999: 299) al inicio de la narración.

Por lo expresado hasta ahora es posible advertir que en la tarea de explorar los significados que algunas mujeres de la ciudad de Toluca atribuyen a sus experiencias de trabajo extradoméstico, identificando algunas de las principales determinaciones de orden social y cultural que influyen en la forma en que sus significados son construidos, se hace válido el principio epistemológico de que "los actores son agentes con capacidad de interpretar sus circunstancias y adaptarse a ellas acordemente, al mismo tiempo que están insertos en un orden social que los modela" (Castro, 2000: 147).

Por último, es pertinente señalar que la investigación cualitativa privilegia la profundidad sobre la extensión numérica de los fenómenos, la comprensión en lugar de la descripción, la ubicación dentro de un contexto en vez de la representatividad estadística, por lo que hay coincidencia con Szasz y Amuchástegui (1999: 22) en cuanto a que en la investigación cualitativa los criterios de validación y representatividad que se aplican deben construirse con base en el reconocimiento de que la perspectiva de la realidad que se busca conocer es el punto de vista de los actores, es decir, la interpretación desde la experiencia vivida, que en este caso son mujeres que realizan trabajo extradoméstico.

 

El contexto del hogar y la relación trabajo doméstico-extradoméstico

Explorando algunos significados a partir de la experiencia de las mujeres

Las entrevistas fueron realizadas a mujeres que tenían entre los 25 y 47 años de edad; se procuró recuperar la heterogeneidad de las experiencias de trabajo de las mujeres, tomando en cuenta la edad y el nivel de instrucción. Se contó con la participación de mujeres trabajadoras de diferentes estratos sociales de pertenencia, de estado civil, con y sin hijos, y que desarrollan, o han desarrollado, su actividad económica tanto en el sector formal como en el informal. Se establecieron, de esta forma, diferencias y matices, así como dimensiones relevantes que permiten comprender mejor el posible alcance de las transformaciones observadas en las unidades domésticas, así como en otros ámbitos de la sociedad.

Así, para efectos de este trabajo sólo se abordan los aspectos referidos a la manera en que las entrevistadas significan su trabajo extradoméstico y sus relaciones en el hogar. Lo que, desde nuestro punto de vista, se expresa—en la narración de las mujeres entrevistadas—en el eje temático que denominamos contexto del hogar y relación trabajo doméstico-extradoméstico. Este permite advertir dos formas de significación del hogar y el trabajo de las mujeres que se caracteriza por un mayor o menor grado de reflexión, entendido como una actividad consciente acerca de lo que son, de lo que hacen y de la manera de proyectar su futuro, a partir de sus experiencias de trabajo y personales, así como de otros atributos, como la escolaridad.

En las narraciones de las mujeres participantes se hace alusión al contexto del hogar, de las relaciones con sus parejas, hijos y/o con sus padres; no obstante, algunas narraciones toman como central el aspecto del hogar y particularmente su responsabilidad en el mismo, manifestando incluso que estas situaciones han condicionado directamente su trabajo extradoméstico.

 

Relaciones familiares y construcciones de género

En el significado que las mujeres entrevistadas atribuyen a su trabajo extradoméstico se manifiesta una dualidad entre lo interior, el hogar como un "adentro", y lo exterior, el trabajo como un "afuera" del hogar, donde lo interior al hogar es una carga, una obligación y el "afuera" es un modo de liberarse. Esta situación la ilustra el caso de Magali, quien asevera:

...trabajo tres veces por semana...los demás días me dedico con mis hijas en el día y en la tarde, también tomo cursos de cultura de belleza; estoy en un curso de decoración para hacer artículos navideños. El fin de semana vamos con mis hijas a jugar, a platicar.... Entonces, este, yo pienso que así como estoy trabajando les doy un poquito más a mis niñas. O sea, mi esposo, él también sí les compra, pero nada más un poquito de todo.

Las referencias que da Magali desde el inicio de su narración muestran una mezcla de dimensiones, comienza refiriéndose al número de días que trabaja, pero deja de referirse a su trabajo extradoméstico para abordar, casi inmediatamente, el tiempo que dedica a sus hijas y a otras actividades que realiza en la semana; posteriormente regresa al tema del trabajo, pero en el sentido de dar una razón del porqué trabajar, involucrando para ello, también, la participación de su esposo en los gastos del hogar, lo cual hace referencia a las relaciones que ella establece en torno a su familia y el trabajo, en donde la primera categoría sobresale en importancia, siendo la segunda una estrategia para darles un poquito más a sus hijas, como ella lo dice. Se continúo con la conversación invitándola a referirse más específicamente al trabajo, pero en el mismo sentido que ella ha establecido de interrelación de los espacios doméstico y extradoméstico:

... y cómo es tu trabajo tanto afuera como en tu casa?

Magali: O sea, trabajar en casa me gusta porque cuando estoy en mi casa me siento aburrida y con las que estoy trabajando me siento más contenta, me relaja mucho.

Yo siento muy pesado estar en la casa. Estar trabajando es trabajo de casa, pero como que se me hace más fácil, En mi casa como que se me hace más pesado y me da mucha flojera. No se por qué pero en casas me gusta mucho trabajar, hago las cosas con cariño y en mi casa como que siento que es por obligación. A la mejor uno se siente más presionado en la casa de uno que en el trabajo... en mi casa no anda nadie atrás de mí pero me siento más presionada.

Es ahora que especifica en qué consiste su trabajo: servicio doméstico; antes expresa cómo se siente al trabajar, utilizando paradlo la comparación respecto al trabajo de su casa, aunque su expresión va más allá, en términos generales le parece pesado y aburrido estar en su casa, reconociendo a la vez que existe presión, incluso está la expresión "obligación", es decir, "debe hacerlo"; definitivamente ella establece distinciones entre un espacio y otro aun cuando las actividades que desempeña son trabajo doméstico, pero en uno de ellos, en el extradoméstico, son remunerados; otra cuestión que resulta interesante rescatar es el hecho de que le relaja el interactuar con otras personas, es decir, socializar. Esta situación, al parecer, denota una relación de pareja deteriorada, lo cual se expresa cuando refiere cómo se casó a los 15 años, de tal manera que establece una distinción entre un antes y un ahora, pues señala:

¡Huy, yo me casé a los 15 años! Y yo siento que también por eso con mi esposo ahora si tengo diferencia. El es una persona, o sea, me da las cosas, pero como le digo a él, no me das cariño, amor y es lo que más requiere una mujer. Mi esposo nada más me da dinero para la comida, ropa..., pero no se está mucho con nosotras aquí. Por ejemplo, le estoy platicando y me dice déjame ver la tele. Y yo le digo lo que quiero es que platiques conmigo. Y le digo: 10 años y qué..., o sea, él es así. Ah, cuando me vine con él, él tomaba mucho, entonces cada fin de semana era pleito, me golpeaba y eso. Ahora sí toma, pero ya no es lo mismo como antes.

La relación de pareja dañada se expresa como una tensión entre la demanda de afectos —concebidos como atributos de la mujer— y la ausencia y silencio del esposo, es decir, como una carencia de "cariño, amor, plática" que se suple con objetos materiales, con dinero; sin embargo, la misma Magali elabora una justificación de la actitud de violencia física del esposo al decir que "él tomaba mucho", que, en términos de la trayectoria de la relación, no supera la carencia de afectos, sólo atenúa la agresión, los "pleitos" y afirma las diferencias.

Asimismo, Magali justifica las ausencias en razón del trabajo que tiene el esposo dentro de la Cervecería Modelo haciendo bares y cantinas, ligado a un taller propio de carpintería, pues indica: "cuando tiene trabajo nos deja. A veces se va 15 días, a veces se va un mes, según... le gusta estar mucho en el trabajo..." En eso que Magali dice se entiende que las ausencias del esposo nó son porque no las quiera, sino porque "le gusta estar mucho en el trabajo", se esboza la esperanza de tener algún día los afectos que "requiere una mujer". De allí que se pueda inferir que, para Magali, el hogar es un espacio constituido por afectos y diálogo, más que por una provisión monetaria y material.

Relaciones de poder en la estructura familiar

Por otro lado, la decisión de continuar trabajando o no estuvo atada a la anuencia (permiso) del marido, a pesar de los argumentos de Magali para mejorar los recursos del hogar, ante lo cual —de acuerdo con Magali— el esposo argumentaba en términos de que esa situación sería una vergüenza, como se muestra en las siguientes expresiones:

Yo desde que me casé quería trabajar para que tuviéramos una casa, pues claro, que fuera de nosotros, de nuestro trabajo. Y primero me decía que no, que para él era una vergüenza que yo trabajara. O sea que en su familia de él ninguna de las mujeres trabaja, o sea, él me dice que es una vergüenza, una humillación para ellos que trabajen las mujeres. Entonces dice: pues entonces yo me voy a quedar en la casa y tu te vas a trabajar.

A través de polifonías2 Magali no sólo introduce en la escena distintos lenguajes sociales relacionados con los trabajos doméstico y extradoméstico, sino su posición ante ellos. Magali adopta la posición de definirse como una mujer en tanto considera saber cómo llevar las actividades domésticas. Con ello acepta el papel asignado socialmente a los géneros, lo que evidencia cuando expresa cómo definió su posición ante su marido: "tú cúmpleme con darme el dinero y yo te voy a cumplir con darte de comer". Así, la relación de pareja, y el hogar como su espacio, se amplía de relación basada en expectativas de afectos y diálogo, al cumplimiento de obligaciones recíprocas: "cumplir con dar dinero" y, en reciprocidad, "cumplir con dar de comer", de tal manera que la clave de la distinción de género se ubica en ese cumplimiento y no en las expectativas de afectos.

Así, en el relato de Magali se trasluce una polifonía y, al mismo tiempo, la manera en que el esposo significa su posición en relación con los roles de género, como cuando Magali manifiesta su intención de trabajar y él le dice: "pues entonces yo me voy a quedar en la casa y tu te vas a trabajar"; da la impresión de que él percibe en las intenciones de su esposa un "cambio de roles", si ella quiere "salir" a trabajar, entonces él debe quedarse en casa, pero la expresión es conminatoria y se utiliza para cancelar la decisión de Magali. Esta posición refiere a una visión del mundo en donde se conceptualizan categorías que significan sólo por su opuesto (Lamas, 1999), es decir, por la división de lo existente en masculino y femenino, que llevan al sujeto a concebir cualidades históricas proyectadas a partir de los géneros a todo lo circundante. Por tal razón, la expresión del esposo conmina y cancela toda posibilidad de cualquier otra argumentación y se torna la razón del poder que ejerce el hombre sobre la mujer, sobre la esposa, no en un poder sobre su vida, sino sobre sus decisiones.

Estas apreciaciones resultan muy significativas desde la perspectiva de los géneros y en la consideración del contexto del hogar para el análisis del trabajo de las mujeres, porque es en la familia donde se reproducen, en primera instancia (aunque desde luego no en la única), los procesos de constitución de las identidades y las relaciones de género (González y Timón, 1997). En tal sentido, se continuó indagando en la experiencia plasmada en las narraciones, intentando rescatar particularidades, similitudes y matices expresados por las mujeres.

En la experiencia de otras entrevistadas se encuentran rasgos muy evidentes en la asimilación de roles por género que repercuten en las estructuras de hogar y, evidentemente, en posiciones de poder.

En el caso de Angélica destaca el hecho de que ella es la que toma la iniciativa para organizar y hacer participar en las actividades que realiza—de elaboración y venta de alimentos—a toda su familia, de tal modo que Angélica considera que en la organización del trabajo, tanto dentro como fuera del hogar, los tres miembros de su familia (ella, su esposo y su hijo adolescente) colaboran en todo, no obstante continuamente refiere que le ayudan, ayuda que está condicionada a las actividades particulares de ellos; asimismo resulta significativa su expresión cuando hace referencia a su día de trabajo: "empiezo a realizar el trabajo mío", y ese trabajo suyo es, por lo que describe, tanto el domestico como el extradoméstico, pero lo que llama más la atención es cómo Angélica, aun cuando inicia con la convicción de que los tres trabajan por igual y en todo, en la descripción que va haciendo de las diferentes tareas que se realizan durante el día, lo hace refiriéndose como "el trabajo mío". Actividades que, por cierto, le implican, por lo menos, 15 horas de trabajo cada día a partir del momento en que se levanta, a las 5:30 de la madrugada, y atiende su puesto hasta las 5:30 p.m., y todavía llega a su casa a hacer labores domésticas y a preparar la venta del día siguiente.

Aún así, Angélica explica la ayuda de su esposo e hijo no como un gesto de colaboración sino como una especie de solidaridad ante la carga que significa su trabajo, pues indica:

Los tres en todo estamos, los tres, porque en realidad yo sola no podría, y, pues, ellos me ayudan en esto porque la verdad el trabajo es muy pesado, pero los tres nos ayudamos.

Y, de manera particular, considera que aunque su esposo era reacio a participar finalmente los hizo, puesto que:

... al principio era difícil para él, era muy difícil, y como no estaba así como que muy bien de acuerdo desde que yo empecé a trabajar, y que me empezó a ayudar él como que no le parecía muy bien que yo le dijera hazme esto, hazme el otro, entonces yo creo que él vio el esfuerzo que estaba haciendo y todo eso, entonces para él ya no fue difícil, como que se chiveava, pero ya después ya no, pues él me ayuda a todo. Él tiene que tener un tiempo, se puede decir, para mi porque pues él me dedica un tiempo, viene me deja y se va, se tiene que presentar en su trabajo, él tiene que combinar las cosas, 'ora si que los dos trabajamos.

Así ratifica su percepción e incluso apunta que sola no podría, pero también, y quizá la conversación le hace reflexionar al respecto, reconoce que no ha sido tan, digamos, espontánea la participación de su esposo, aunque para Angélica esta ayuda que obtiene está relacionada con el reconocimiento a su esfuerzo por parte de él. Además hay otro reconocimiento, e incluso deber, para con ella al dedicarle tiempo para traerla y llevarla de su casa a su puesto de comida y de éste a su casa, pero esa ayuda para aligerar su propio trabajo, mezclada con el tiempo dedicado a ella, Angélica la racionaliza, también, como un esfuerzo del esposo para combinar dos trabajos, de ese modo las labores domésticas que ella realiza se anulan como un trabajo; ella misma se ubica implícitamente en una situación de "menor esfuerzo", a pesar de que indica que desde que se casaron ella ya trabajaba, pues comenta: "él me conoció trabajando... y... decidimos casarnos".

Consigna que sus estudios llegan hasta superior de comercio, pero al igual que con Magali aparece el discurso relativo a la dependencia respecto al esposo, ya que asevera que no trabajó en la carrera que estudio porque:

Realmente porque mi esposo no me dejó, porque era lo que yo deseaba. Todavía mi hijo me anda diciendo: ¿por qué en lugar de que estés vendiendo esto, mejor te metes a trabajar lo que estudiaste? Es que realmente, en primer lugar ya ni me van a dar trabajo tan fácilmente; en segundo lugar, yo aquí gano lo que yo quiero, pues ya no... y realmente tanto tiempo que pasa pierde uno la práctica.

A pesar de ello declara que le hubiera gustado trabajar en el campo de su carrera: "Sí claro, era mi anhelo", pero la razón por la que no trabajó en su profesión emerge cuando señala que, aunque lo platicó con su esposo, él "...al principio sí estaba de acuerdo, pero ya después le metieron ideas, entonces ya no. Lo que pasa es que él es una persona muy estricta". Mas lo estricto lo acota indicando que:

Él es un poco celoso, entonces lo que a él no le parecía es que me fuera a trabajar a otro lado y como él siempre trabajó en oficinas, ve cosas y dice y piensa que uno es igual, es lo que a él no le gusta... por eso no me metí a trabajar en eso.

Por el relato de Angélica se advierte que existe una afectación en el tipo de trabajo extradoméstico que muchas mujeres realizan en las diferentes etapas de su vida. El parteaguas en diversas ocasiones se presenta al establecer el compromiso del matrimonio. Desde la relación de pareja se despliegan diferentes estrategias orientadas para mantener situaciones controlables desde una de las partes, frecuentemente la del varón, la del esposo; por ejemplo, una acción para ejercer su posición es propiciar que la mujer, de algún modo, esté más ligada a la casa, al espacio doméstico. En este caso dicha posición se significa al manifestarse en contra de que Angélica realice actividades que impliquen una separación del hogar, porque es precisamente el que ella se fuera a "trabajar a otro lado" con lo que no se está de acuerdo, esta situación es claramente expresada, pero además está la referencia de que ella acepta que él no la dejó trabajar en "otra cosa", sin embargo, ella prepara y vende alimentos, entonces

"...él ha estado de acuerdo y [han]... llevado 'ora si que la fiesta en paz", pero también ha implicado que Angélica se haya reservado sus deseos de trabajar en lo que se capacitó formalmente.

Tanto el caso de Angélica como en el de Magali se hace presente la posición de la pareja respecto a! tipo de trabajo con el que se está de acuerdo que ellas realicen, me refiero particularmente a las frases:

Angélica: lo que a él no le parecía es que me fuera a trabajar a otro lado, y como él siempre trabajó en oficinas, ve cosas y dice y piensa que uno es igual, y

Magali: no me dejó trabajar hasta que las niñas estaban de dos años [entonces] me dice: vamos a poner una tienda para que trabajes [negocio que por cierto estaba físicamente en el mismo lugar que el hogar]

Al parecer, la posición es que la mujer no se desligue del ámbito doméstico, es decir, de su papel femenino, en donde —en estos casos — éste es asimilado desde la perspectiva de sus esposos en el sentido de que las actividades que las mujeres desarrollen estén lo más vinculadas con este espacio, Me refiero a la división del trabajo entre hombres y mujeres presente tanto dentro como fuera de las unidades domésticas y a las relaciones de poder que se gestan en el hogar y se ejercen en ambos espacios. Las explicaciones al respecto tienen que ver con la construcción social de los papeles masculinos y femeninos que consideran lo familiar y lo doméstico como espacios propios de la mujer. Por un lado, las tradiciones, valores y normas culturales plantean como responsabilidad femenina los trabajos reproductivos: procreación, cuidado y socialización de los hijos, y las tareas domésticas de manutención cotidiana (García y Oliveira, 1998); por otro lado, la participación femenina en la actividad extradoméstica aún tiene lugar, principalmente, en ocupaciones consideradas como una prolongación de las actividades desempeñadas en el hogar: desde enfermeras, profesoras, cocineras, costureras, el mismo servicio doméstico y de limpieza en oficinas, entre otras, situación que se observa para la gran mayoría de las mujeres trabajadoras, es decir, que aplica para diferentes niveles de instrucción, edad y sector social de pertenencia, con diferentes matices, por supuesto.

Del ideal del matrimonio

Aunque todos los miembros de la familia constituyan la familia y, en ese sentido puedan representarla, la familia es un atributo y un espacio femenino, por lo que no es sólo una posibilidad de representación para las mujeres, como sería para los demás, si accedieran a hacerlo (Lagarde, 1997: 330). La referencia del contexto del hogar y la percepción que las mujeres tienen del suyo es muy importante en la interpretación de tos significados que éstas atribuyen a su trabajo; en este mismo sentido. Alma narró también sus percepciones, ilusiones y preocupaciones;

¿cómo era cuando te casaste, pensaste trabajar?

Alma: ...nosotros no tenemos casa propia, tengo seis años rentando allí y de casada tengo nueve años. Yo pensé que no era necesario trabajar y que mi esposo nos podría dar todo, pero, pues, no. Realmente, él lo que gana no es suficiente. Cuando nació mi hijo yo no trabajé, hasta que tuvo como tres años volví a trabajar [entonces] si tengo otro hijo y sigo trabajando, pues no tengo quién me lo cuide; este me lo cuida mi mamá, porque ya no es tan pequeño. Sí me gustaría tener otro hijo, pero luego; a veces, no se puede tener todo. Si cuido al niño, me tendría que salir de trabajar y ya no nos alcanzaría. Pues ahorita, que sea mejor así, estamos bien, aunque más adelante... yo creo que por la edad ya no, tengo 34 años.... creo que debo escoger entre tener mi hijo o trabajar...mi esposo está de acuerdo que yo siga trabajando. Sí, no me dice pues ya no vayas, porque él sabe que no, económicamente no, porque sabe que es bueno para los tres...

Alma, ¿hasta qué año estudiaste?

Alma: Hasta segundo de secundaria, Nosotros éramos ocho hermanos y yo fui la mayor. A mis papás no les alcanzaba. Yo veía que económicamente no tenían para todo, pues todos íbamos a la escuela. Entonces, fue allí donde se me empezó a meter a la cabeza ir a trabajar y empecé a trabajar a los 15 años en lo que fuera.

Continúa estando presente el discurso social que se ha construido respecto al matrimonio y a los roles que corresponde desempeñar al hombre y a la mujer en la constitución del hogar; roles que, en términos reales, han cambiado, la delimitación de funciones y actividades de cada género se redefine en la realidad; esto es quizá lo más significativo en la narración de Alma, porque ella dice tener considerado que al casarse no era necesario que ella trabajara porque su esposo podría solventar todo, consideración que no resulta cierta. Es decir, hay una idea estereotipada respecto de la institución familiar en nuestra sociedad y al papel de las mujeres y los hombres en su interior que ha permanecido a través de las generaciones, particularmente entre las mujeres, aun cuando la situación socioeconómica imperante revela muestras claras de que tal discurso ha sido rebasado. Alma, al casarse, mantenía una concepción tradicional, a pesar de que tenía la experiencia del trabajo extradoméstico por la condición económica de su familia de origen.

Al pasar el tiempo ella actúa sobre sus condiciones, y digo condiciones porque su realidad así se lo exige ("no se puede tener todo"); tan es así que pese a sus anhelos de tener otro hijo considera que de embarazarse nuevamente y tendría que salirse de trabajar con la consecuencia de que ya no les alcanzaría para sobrellevar la situación, como ella lo narra; además está su reflexión en torno a su edad para volver a ser madre. No obstante, parece ser que su ideal de familia va más allá, está directamente relacionado con el número de hijos, con la experiencia de la maternidad porque aun cuando ha reflexionado y concluido que "es mejor así", permanece latente su concepción de que "una buena familia sería con más hijos, habría más ambiente", quiero leer más ambiente de hogar. De la posición de su pareja respecto al trabajo también se encuentran referencias de la existencia de las diferentes posiciones de decisión, pero en este caso hace la interpretación desde la "conveniencia" o necesidad que hay de que ella trabaje, por lo que su esposo está de acuerdo en que lo haga, pero también reconoce que de no ser así él le diría ya no vayas, entonces ella reconoce que su esposo tiene la posición de decisión.

Con todos estos deseos y reflexiones encontradas Alma define su día diciendo "yo tengo que hacer mis cosas y, pues, tengo medido mi tiempo; saliendo del trabajo llego a la casa y le doy de comer a mi hijo y después tengo que hacer yo mis cosas. Si, para no dejar tan abandonado mi hogar". Con esto interpreto que si bien existe una valoración de sus actividades fuera del hogar, porque le permiten resolver ciertas necesidades, también hay —desde su construcción como esposa y madre—, una inquietud por regresar y hacer sus cosas de la casa; así, entonces, en la medida que hace sus cosas no abandona su hogar.

 

La casa y el hogar, simbologías, mitos y violencia

Las construcciones y significados en torno al hogar y las actividades en él, así como la percepción que manifiestan las mujeres en sus narraciones respecto a aquellos, refieren a una "sujeción de la mujer" como objeto de la maternidad y de su función para con la familia. En este sentido, se considera que bajo el orden patriarcal las mujeres representan la casa: son la casa donde viven, pero también son la casa en sentido simbólico, sitio de partida y de arribo, lugar privado para el recogimiento personal y las satisfacciones vitales (Lagarde, 1997:328). Para la mujer la casa es el lugar de trabajo, del amor, de la enfermedad y del cuidado de los demás, de la soledad y de la reclusión, y frecuentemente la casa es percibida por muchas mujeres como su espacio vital exclusivo.

Ese espacio que es tan significativo para las mujeres ¿lo es también para los demás?; la cuestión va en el sentido de que aunque todos vivan en la casa y puedan hacerse cargo de algunas actividades o, a la inversa, si la mujer no tiene tiempo para ocuparse de algunos menesteres domésticos, no importa, los demás no se ocupan, siempre esperan que lo haga la mujer, porque la responsabilidad directa de la casa le es consustancial, es decir, a los demás les es ajena: como madresposa debe preocuparse y resolver la problemática de la casa y de lo doméstico, de la familia y de los familiares. Pero no sólo eso, además está presente la evaluación del desempeño de sus responsabilidades, de tal modo que si se preocupa suficiente y eficientemente se acepta como natural, si no lo hace provoca un problema que va más allá del hecho concreto. De tal manera que el mal funcionamiento de la casa, incluso los problemas familiares, frecuentemente son tomados como agresiones de la mujer al resto de la familia, atentados emocionales y sociales que se ubican en la órbita del poder: "son desobediencia política". Es en este sentido que estas concepciones pueden ser interpretadas objetiva y subjetivamente; por ejemplo, aunque todos sean aptos para preparar los alimentos y para adquirirlos, ella debe comprar, cocinar, limpiar, lavar, eliminar los desechos: la mujer-madre es la comida y por su mediación alimenta a los demás, o no lo hace. Pero si no lo hace, nadie puede ocupar ese lugar, ese espacio, ese papel; asimismo, dejar de alimentar o dejar de hacer significa, por parte de la mujer, la transgresión de aquello que asigna a cada cual un lugar en la existencia (Lagarde, 1997:328-331). Se recupera entonces que el cumplimiento de todas las funciones asignadas es aceptado como un deber y una cualidad natural, y no como producto de un esfuerzo personal, pero aún más, porque la propia mujer aprecia, las más de las veces, sus acciones como invisibles.

También es cierto que existen referencias a la familia como una organización eterna y natural en los humanos, intrínseca a sus necesidades de afecto y apoyo, inmutable y con el mismo sentido para todos sus miembros. Es decir, se supone que los hombres y las mujeres que constituyen las familias responden a su instinto natural; sin embargo, contrariamente a este prejuicio, sus acciones no se califican desde un código de conducta acorde con la naturaleza, sino desde uno netamente cultural: la consideración histórica de lo que es moralmente aceptado para cada género (Tuñón, 1997), Es precisamente desde la perspectiva de género que se cuestiona la concepción de la convivencia familiar caracterizada por la armonía y solidaridad, y la no consideración explícita de las tensiones, conflictos y violencia existentes en el seno del hogar, los cuales son inherentes a las estrategias propias de dicha institución (Gonzáles de la Rocha, 1990 y Oliveira et al., 1999).

La experiencia de Irma muestra uno de estos casos:

Yo salí de un pueblo cerca de Toluca...me vine de allá a la edad de 12 años, porque mi mamá no quería que yo me casara con un ranchero. Me casé a los 15 años y con una ilusión grande. Él fue una persona agresiva. Quedé inmediatamente embarazada, fue muy desobligado y yo tuve que buscar la forma de salir adelante en ese aspecto...A veces cuando yo me salía a vender y no me iba tan bien y tenía que hacer más tiempo... llegaba y encontraba la casa cerrada, él ya no me dejaba entrar... me golpeaba, me corría... fue una vida muy difícil. Yo tuve que ver cómo salir adelante, porque mi hija tenía hambre, en aquel entonces. Volví a tomar estado y se lo dije, pero siguió en las mismas. Entonces yo ya me sentí más responsable por esa criatura que ya venía. Tuve que seguir trabajando y en estado.

...Yo tuve cuatro hijas y duré 20 años casada con este mismo señor. Fue una vida pesadísima para mí. Porque yo tenía que trabajar no nada más para mí y para mis hijas, sino también para él. También tenía que mantenerlo a él, tenía que lavarle, plancharle y darle de comer... él empezaba a golpearme más fuerte, yo ya no pude ocultárselo más a mi familia, porque ya me veían morada, empezaron a verme muy flaca... Recurrí a mis padres, y mi mamá me dijo "por qué no lo dejas". Y le dije: bueno, tengo miedo, porque yo no estudié, yo no se trabajar, yo nunca fui a la escuela. No tuve ni primaria, no tuve nada. Nos divorciamos totalmente, me echó a la calle, me dejó sin nada...Ya después...me encontré a otra persona que me ha sabido responder bastante, me ha apoyado mucho con mis hijas y tengo un apoyo, porque no se crea, hace falta un apoyo.

Se presenta de nuevo la idea del matrimonio como una situación que se prevé como algo armónico, y dada la frecuencia de esta situación en los narraciones de las entrevistadas, surge el cuestionamiento respecto de hasta dónde permean los discursos o concepciones del matrimonio basados en la ilusión (tener un hogar libre de tensiones, de conflictos) sobre la decisión de unirse, es decir, cuando muchas de las mujeres deciden unirse en pareja, ¿siguen guiándose por un discurso del matrimonio feliz en donde ellas se realicen en su rol de género?

Al respecto Cecilia Rodríguez plantea que en la cultura judeocristiana en la que vivimos, se ha establecido un conjunto de normatividades sociales, culturales, ideológicas y políticas en relación con la pareja y la familia, en donde la parte fundamental la integran los "mitos creados y recreados en torno del amor, de los hombres, del matrimonio, y de la maternidad; mitos que son interiorizados por los sujetos como deseos personales" (Rodríguez, 1997: 202). Además se sostiene que aunque diversos y numerosos estudios han mostrado el peso históricamente determinado que la sociedad tiene sobre la definición y normativización del amor, el matrimonio, y la familia, la normatividad cultural, expresada mediante mitos concretos, sigue predominando; de ello se pueden tomar como ejemplos la "promesa" del matrimonio como la fuente de la felicidad, principalmente para las mujeres, la idea de los hombres como proveedores de todo tipo de satisfacciones y la maternidad como deber ser del matrimonio y deseo natural de toda mujer, entre otros; sin embargo, como se ha visto en los relatos de las entrevistadas, la experiencia de su vida saca a flote las contradicciones de estos mitos.

En el mismo sentido, desde la perspectiva de género se ha puesto de relieve que la organización de los procesos de reproducción generacional y cotidiana tiene como base lazos de afecto y solidaridad, pero también genera tensiones y conflictos que pueden desencadenar diferentes formas de violencia física y psicológica, no sólo entre los cónyuges sino también entre padres e hijos, y entre otros miembros del hogar. De tal manera que las decisiones importantes que se toman en el seno de la unidad doméstica no siempre son producto de una responsabilidad compartida, y que los derechos y obligaciones no necesariamente se asumen de igual forma por los integrantes de las familias (Oliveira et al, 1999).

Es así que en la narración de Irma sobresalen situaciones complejas desde sus propias características individuales; el ser muy joven al contraer matrimonio, el nulo nivel de instrucción, el experimentar la maternidad a muy temprana edad, sus propias expectativas del matrimonio que manifiesta con la expresión —entre otras— "fue muy desobligado", lo cual denota que ella concibe que él no cumplía con sus obligaciones: ser proveedor del hogar; pero la situación no queda allí, este señor ejercía diferentes formas de abuso, desde controlar el acceso a la casa de la familia, pasando por desatender en todo sentido su paternidad, hasta el extremo de golpearla (recordemos que este tipo de abuso también fue expresado por Magali). En la angustia de Irma —porque no creo que fuera de otra manera— está también la conciencia de condicionamientos que ella misma se planteaba cuando quería romper con esa situación "...tengo miedo, porque yo no estudié, yo no sé trabajar, yo nunca fui a la escuela", pero más que eso, el enfrentar la situación y tomar ella la iniciativa para romper con esas situaciones, porque es él quien la "echa a la calle", aunque creo que en esta acción su ex esposo no consideraba realmente romper con esa situación, sino más bien significaba una acción más de abuso y de ejercicio de poder para el control sobre la mujer; en tanto que para ella significa el principio de una serie de decisiones que tiene que tomar, como trabajar para un proyecto propio que ahora la situaba como jefa de hogar en todo sentido.

 

Salud de las mujeres

Otro de los aspectos que afectan a las mujeres con relaciones tan adversas en sus hogares es el que tiene que ver con su salud; es importante resaltar que en los relatos donde las mujeres se refirieron al tema de su salud, se enfatizó la relación de ésta con la maternidad; para Irma la situación fue la siguiente:

[Sus primeras tres hijas nacieron en el Seguro Social],., mi güera ya nació en el sanatorio particular porque ya mi parto se estaba pasando y no tuve dolores. El papá de la niña no hacía nada y mi familia fue laque me metió en el sanatorio. Tuve una hemorragia muy fuerte, la presión me subió muchísimo. También mi niña la tercera estuvo internada allí. Le daban ataques epilépticos, porque él me golpeó cuando yo estuve embarazada.,.. Durante 15 días estuve con el suero, oxígeno y con el hielo en el estómago; estuve muy grave, ya no contaban conmigo.

Aun cuando el tema de la salud de la mujer ha sido referido en las narraciones más bien en relación con la maternidad, deben rescatarse algunos de los factores socioculturales que influyen de manera negativa sobre su salud y el acceso a los servicios adecuados porque de lo contrario se estaría reforzando la creencia de que el destino natural de la mujer se realiza mediante la procreación, ya que, aunque su rol en la reproducción juega un papel muy importante, en gran parte de sus problemas de salud es necesario ver más allá de ese rol para identificarlos, así como las necesidades de servicio de las mujeres (Alatorre et al., 1997), pero sin restar importancia a otros riesgos significativos, como la pobreza, la discriminación, la violencia e incluso las condiciones precarias en las que muchas mujeres realizan su trabajo.

Salud, maternidad y abuso

Se advierte que lo que tiene que ver con problemas de salud por motivos relacionados con la reproducción es preocupante porque significa una expresión de las desventajas de ciertos grupos sociales, en tanto se pueden prevenir; por ejemplo, el embarazo, el parto y el puerperio en sí mismos no deberían ocasionar problemas de salud a las mujeres pero cuando suceden en un ambiente desfavorable, como son las condiciones de vida precarias o la falta de conocimientos sobre la reproducción, además de patrones culturales que obstaculizan la atención oportuna, aunados a la desnutrición materna, la reproducción se convierte en un evento de alto riesgo para las mujeres (Lozano y Langer, 1993).

En las narraciones de Magali e Irma se hace referencia a problemas de salud relacionados con la maternidad por la edad temprana en la que se embarazaron; en estas circunstancias estuvieron presentes factores socioeconómicos: precarias condiciones de vida y escasos niveles de instrucción o de información respecto de la reproducción, por lo que hay coincidencia con algunos estudios sobre uniones tempranas y de embarazo en madres adolescentes (Welti, 1989 y 2000 y Atkin y Alatorre, 1993), donde se ha encontrado que estas situaciones se presentan, sobre todo, en los sectores de bajos recursos económicos —sin atención médica adecuada y continua durante la gestación—y provenientes de hogares "conflictivos" en donde la respuesta emocional ante el embarazo no siempre es positiva. También la desnutrición es un problema que afecta a la mujer desde sus primeras etapas de desarrollo hasta la madurez, por la pobreza y la discriminación genérica en la distribución desigual de los recursos dentro de la familia; esta desigualdad por género se combina con jornadas prolongadas de trabajo, alta fecundidad y condiciones sanitarias deficientes (Alatorre et al., 1997). Asimismo, existe la preocupación de que la maternidad adolescente, especialmente aquélla que se enfrenta sin un compañero, redunde en consecuencias adversas para la madre y sus hijos, y contribuya a la reproducción de la pobreza de una generación a la siguiente (Buvinik, 1990).

Además están los factores de afectación a la salud de las mujeres, como los resultantes por violencia intrafamiliar; sobresalen las consecuencias de la violencia masculina sobre la salud de las mujeres, por la frecuencia de los casos y por ser un factor determinante en muchos padecimientos femeninos, aun cuando en estos padecimientos no siempre se hacen explícitas las causas que los originan; por ejemplo, abortos espontáneos cuando la mujer —como en el caso de Magali e Irma— sufre golpes, incluso durante el embarazo; embarazos no deseados o violaciones y lesiones que pueden provocar afectaciones físicas y psicológicas en la mujer.

 

Maternidad, misticidad y cotidianidad

Así mismo, en los relatos de las mujeres entrevistadas se hace continuamente referencia al cuidado y responsabilidad en todo sentido de los(las) hijos(as) como la parte más sensible, pero a la vez en donde las mujeres dicen tener su fortaleza para el esfuerzo continuo de seguir adelante aun en circunstancias adversas; en este sentido, Irma dijo lo siguiente:

Me sentía con remordimiento, de que yo decía pues mis hijas qué necesidad tienen de todo, de toda mi vida ¿no?, porque fue un fracaso mi matrimonio; entonces dije yo: tengo que seguir adelante con ellas. Y más que nada los hijos impulsan a uno a salir adelante.

Comúnmente la referencia a la maternidad se maneja desde un punto de vista místico tanto desde las propias mujeres-madres como desde la perspectiva social en general porque la maternidad, querámoslo o no, continúa contemplándose socialmente como la culminación del hecho de ser mujer (Sáenz, 1999); sin embargo, desde la cotidianidad de la vida de cada mujer-madre la realidad de esta experiencia implica el enfrentamiento con retos y conflictos que las más de las veces permanecen invisibles o por lo menos a la sombra del mito de lo divino de la maternidad, en donde la simbología o estética de la maternidad en el mundo cotidiano se manejan a través de mediaciones que procuran el ocultamiento de aspectos "negativos"; por ejemplo, respecto de las embarazadas se maneja una imagen de madre joven, bella y feliz, producto de una cultura de desarrollo, higiene y salud; madres que dan a luz, por supuesto, a bebés (rubios en su mayoría) sonrientes y hermosos, pero, además, el hecho de cambiar pañales, de amamantar o de los cuidados generales a los recién nacidos se contextualiza y encuadra de tal manera que proporciona una imagen mística; esta imagen no sólo es manejada por medios publicitarios, sino también por las clínicas de salud pública donde se atienden mujeres-madres de estratos sociales en su mayoría bajos y miserables, situación que resulta no sólo fuera de la realidad, sino, francamente, ofensiva para las madres que aunque perciben cómo se empaña su rostro por las manchas de cloasma, cómo su vientre toma proporciones que no imaginaron, cómo su caminar se vuelve lento y fatigoso, aún les preocupa más cómo organizarse para resolver sus responsabilidades tanto en el hogar como fuera de éste.

Así, la maternidad, en términos reales, mostraría a las madres intranquilas, las no risueñas, las que no siempre están con sus criaturas en todos sus requerimientos, aunque quisieran, porque no siempre saben cuáles pueden ser éstos; se quedan al descubierto también las madres que no siempre tienen relaciones maravillosas con su pareja, con sus padres, con sus otros hijos o con sus jefes, las que no tienen horarios propios y tienen que hacer malabares para conjugar el cuidado del bebé, el quehacer de la casa, la comida y el trabajo extradoméstico. Estas madres no pueden tomarse la ''cuarentena" para recuperarse porque tienen que reincorporarse a su cotidianidad de trabajo con todas las tensiones, obligaciones y papeles que tienen que cumplir; en suma nos encontramos con las madres reales, de carne y hueso, que se sienten tanto más perplejas, más frustradas y más angustiadas cuanto más carencial ha sido su vida, pero que, sin embargo, dicen encontrar en la maternidad su realización como sujetos femeninos, tal y como lo expresan varias de las mujeres entrevistadas.

En los casos particulares que nos ocupan, la significación de la maternidad, en tanto compromiso con seres humanos, aun en situaciones materiales muy precarias, pero en donde muchas mujeres encuentran un sentido, desde su construcción como mujeres-madres. Se encuentra que en la narración de Irma hay algunos aspectos relacionados con el porqué de no haber asistido a la escuela, de cómo a ella, a pesar de no haber recibido instrucción formal, de haber vivido una relación de pareja conflictiva, etc., no se le cerraron las puertas para procurarse un hogar que a fuerza de empeño y amor, valora y le significa nuevas ilusiones y metas:

En aquel entonces en las rancherías no aceptaban que las mujeres estudiáramos. Mis hermanos nada más tienen la primaría....La única que no estudió fui yo, pero lo pienso hacer. A los 30 años yo me fui estudiar corte y confección. Entonces yo dejaba las niñas en la escuela y me iba estudiar; tengo mi papel de corte y confección. Lo poco, lo básico, que son blusas, faldas, todas me las hago yo, y de eso viví un tiempo.

Y, añade:

Fíjese que yo me siento realmente realizada ya como madre, como mujer y como padre también con mis hijas porque, gracias a Dios, en la casita que estamos con mi mamá la tengo muy bien acondicionada... primera empecé a comprar mis trastes y todo lo que fue chiquito para poder acondicionar poco a poco. Ya después empecé con la tele, ya después el comedor, luego la cama y después la sala, al último compré la estufa, porque antes tenía una estufa chiquita. Ya tenemos todo, hasta metí el teléfono... por eso le digo qué más le puedo pedir a la vida, de no tener yo nada, tenía las manos vacías. Dios es muy grande y si uno le pone empeño al trabajo. Dios me ha dado mucho. Dios me ha dado bastante y más de lo que yo merezco.

En su relato, Irma expresa cómo al deshacerse el vínculo del matrimonio, cambia su situación y posición en la familia, porque ésta se reestructura provocando que ella cambie su perspectiva de desempeñar su papel en el hogar; si bien, en términos reales, las reproducciones material y social de la unidad doméstica habían venido siendo responsabilidad asumida por ella, en tanto su ex esposo fue "desobligado'', pero ciertamente su capacidad de decisión estuvo condicionada por la presencia del marido; al ya no existir éste como "cabeza de familia"—que lo era, por lómenos en el plano del discurso tradicional—, Irma cambia su posición en el "nuevo" hogar, descubriendo con ello cualidades que antes estaban opacadas por el rol doméstico. Irma es consciente de sus logros y perspectivas, más que por lo que desde sus circunstancias ha conseguido materialmente, considero que el saber que es ella quien decide sus acciones es lo que más valora, la percepción de que por ello ha mejorado su vida y la convicción con que lo expresa es, quizá, de lo más significativo en esta parte de la conversación con esta mujer.

Con frecuencia, la forma en que ocurren las uniones o el matrimonio y los rasgos del compañero y del padre de los hijos condicionan las vivencias de las mujeres (García y Oliveira, 1998). En los casos referidos hasta el momento, el contexto del hogar ha propiciado la búsqueda de alternativas para sobrellevar diversas necesidades de las mujeres, aunque para ellas estas necesidades han sido manifestadas en sus discursos anteponiendo la responsabilidad que sienten para con sus hijos/as. Para mujeres con maridos que no cumplen con su rol de proveedores pero exigen de sus compañeras el cumplimiento como mujeres-madres-esposas, violentos y con victos, sus hijos/as han sido la recompensa de un matrimonio insatisfecho. No obstante la importancia que le dan a su maternidad, las mujeres reconocen, de alguna manera, el problema de tener muchos hijos por la situación económica en la que viven, por no contar con el apoyo de los padres e inclusive para realizar sus actividades extradomésticas.

 

Jefas de hogar

En la medida en que sus compañeros no asumieron la responsabilidad, básicamente, de manutención del hogar —por tener trabajos en actividades escasamente remuneradas e inestables—, por la carencia de afecto en la pareja y, peor aún, por recibir malos tratos de sus esposos, estas mujeres buscaron y encontraron en actividades extradomésticas remuneradas una forma para resolver o por lo menos sobrellevar sus situaciones. También está la situación de mujeres abandonadas, Blanca narra su experiencia al respecto:

Pues yo empecé a trabajar cuando estaba mi niño muy pequeñito y la verdad no alcanzaba el dinero en la casa ... su papá desapareció en el temblor del 85; entonces yo fui, 'ora si, madre y padre para ellos, porque el primero, el más chico de un año me lo dejó y el otro de tres años [entonces] ...viví con él y todo, pues la verdad yo lo que esperaba era un matrimonio feliz, todo me resulto al revés. Pero en aquel temblor no sé si en verdad se murió, o nada más me dejo y se fue con otra, pera de todos modos yo no me arrepiento, ni nada. ..tuve que luchar para sacar a mis hijos adelante y trabajar para hacerlos crecer y todo....[pero] ...cuando me quedé sola con esos niños, entonces tuve que, a fuerzas, trabajar, y había veces que la verdad me las veía muy duras porque pues, no podía ni trabajar y ni ver por ellos, ni nada, entonces tuve yo que pagar una persona para que me los viera... después ya fueron creciendo los niños y pues ya el más grandecito se hizo responsable del más chiquito y así ya, después ya los llevaba a la escuela y ya empecé un poco a desahogarme tantito de ellos.

Blanca asume la responsabilidad de ser la única que resuelva las necesidades de su familia. Por lo que cuenta, infiero que no es sólo porque el padre de sus dos primeros hijos desapareció, situación que por lo menos en apariencia ha superado—y después de todo han pasado 17 años de aquel hecho—; lo cierto es que—viuda o abandonada—ella quedó sola, con dos hijos y en una situación económica muy precaria; además, sin apoyo familiar que en estos casos resulta ser sumamente útil, por lo menos para cuidar a los hijos mientras la mujer trabaja fuera de la casa; en su caso la opción fue pagar y, posteriormente, a través de una institución: la escuela, para dejar con alguien a los niños, para que ella pueda realizar su trabajo fuera de casa. Al respecto, resulta interesante cómo para muchas mujeres "la escuela" significa un apoyo importante en el cuidado de los hijos/as, por lo menos significa que durante un buen número de hora ellas se "despreocupan" de quién los cuide o, como dice Blanca, les permite "desahogarse tantito de ellos". Esta apreciación, creo, va en el sentido de la complejidad que significa ser "jefas de hogar", no sólo en cuanto a que son las proveedoras y cuidadoras de la familia, sino que además deben enfrentarse al estigma social de ser mujeres solas o abandonadas, situaciones que afectan al grupo en su conjunto porque somete a estas mujeres y a sus hogares a situaciones de aislamiento social en el que se dificulta la construcción y mantenimiento de redes de relaciones sociales, lo que resulta paradójico, pues son estos hogares los que tienen mayor necesidad de este tipo de apoyos (Acosta, 1997).

En este momento se requiere de un paréntesis para hacer algunas referencias en tomo a la utilización del concepto jefa de hogar. Existen diferentes criterios para la asignación de la "jefatura"; estos criterios pueden depender de las características de los individuos o los hogares, por ejemplo; edad y nivel de ingresos (Buvinic, 1990, y Gómez de León y Parker, 2000). Pero quizá los problemas más serios asociados con el concepto jefatura de hogar se refieren a los contenidos culturales y sociales del concepto, pues éste supone una serie de atributos del jefe y del hogar que forman parte de una cultura patriarcal, con profundas raíces históricas y que pueden no coincidir con la realidad de la dinámica familiar (Folbre, 1991). En el uso del concepto jefe de hogar se supone generalmente que "al interior del hogar existe una relación jerárquica entre los miembros, que el jefe es la persona más importante de la familia y que está regularmente presente en el hogar, que es el miembro con mayor autoridad en la toma de decisiones para la familia y que es el principal soporte económico del hogar" (Acosta, 1997: 95).

En este sentido, el concepto de jefe de hogar no es entendido y aplicado en forma paralela entre hombres y mujeres, porque hablar de hogares con jefes mujeres implica generalmente la ausencia de pareja masculina, en tanto que cuando se habla de jefatura de hogar masculina se supone que la pareja femenina está presente. Por lo anterior, en este trabajo se utiliza el concepto de jefa de hogar en tanto es la mujer quien asume las responsabilidades de producción y reproducción del hogar, como son los casos de algunas de las mujeres entrevistadas, entre ellas Blanca, quien toma decisiones y realiza acciones para la reproducción de su hogar.

Ser madre y padre

Dentro de las muchas decisiones que ha debido tomar. Blanca decide cambiar su situación de mujer sola —viuda o abandonada—; ella narra sus reflexiones en los siguientes segmentos:

Con lo que trabajé de soltera, me compré un terrenito por aquí... lo bueno es que mis hijos estaban chicos, tenían donde vivir, no rentaba, ya nada más me apuraba por trabajar, hacerlos crecer y darles estudio, lo poquito que me alcanzara también, porque ser madre y padre, la verdad es muy difícil, y no todas lo sabemos cumplir... yo lo que quisiera es que ellos aprovecharan el estudio, porque la verdad en esta vida se sufre mucho... y que sepan valorar lo que hice por ellos...Después... conocí a este señor que era como un respeto para mí, porque la verdad, una mujer sola pues, hay veces que hasta el mismo, propio familiar habla mal de uno...tengo pues el bebé chiquito porque me junté con este hombre para un respeto ¿verdad?, porque 'pus, una mujer sola siempre necesita alguien quien la apoye y todo, entonces...tuve este bebé y la verdad el dinero que me daba este señor no me alcanzaba para nosotros, tuve que trabajar y mientras que el niño crecía lo traía aquí chiquito, y mientras lavaba carros, porque yo empecé lavando carros [ahora tiene un puesto de dulces].

Así, Blanca decidió cambiar su situación de mujer "sola" y con hijos, en la que estuvo cerca de 10 años, en los que se dedicó a trabajar y a sacar a sus hijos adelante; ella es absolutamente consciente de este esfuerzo. Es frecuente en los casos de mujeres que han quedado solas por viudez o por la ruptura de las uniones y aceptan conformar un hogar con una nueva pareja que se ven involucrados en esta decisión aspectos de carácter demográfico, socioeconómico y cultural que aparecen entremezclados (Oliveira et al., 1999): se considera el periodo fértil para la reproducción en caso de considerar tener hijos con sus nuevas parejas, el pasar un buen número de años solas, sin cónyuge y como jefas del hogar y, además, está siempre latente la presión social de ser una mujer sola, sin un hombre. En el caso de Blanca, de los factores mencionados sobresale el cultural, porque desde su apreciación debía dejar de ser una mujer sola, es decir, juntarse con un hombre para un respeto y un apoyo; desde mi punto de vista es más que nada esa situación la que la lleva a vivir en pareja nuevamente, porque sabe de antemano que, de acuerdo con las características de "este señor" —de edad madura, analfabeta y con oficio de albañil— no podría esperar un cambio significativo en la condición socioeconómica de ella y sus hijos, Blanca tiene claro, además, que sus dos primeros hijos son su responsabilidad, de tal manera que toma la decisión de unirse y tener un hijo más sabiendo que continuará encabezando su grupo doméstico en tanto la organización de la familia y la mayor proporción del gasto para la reproducción material de aquella recaen sobre su persona.

Al respecto, Blanca continúa con su relato, y cuenta cómo se organiza y percibe sus actividades cotidianas:

Hay veces que por trabajar no alcanza el tiempo para estar en la casa y como se pueda hay que hacer el quehacer, pero por lo menos ya tiene más lo suficiente, aunque no mucho, pero ya para comprar lo que hace falta en la casa, entonces ya en los días de descanso en lugar de salir tengo que...hacer limpieza en la casa... lo que pasa que el día domingo, como no se trabaja aquí, me pongo a lavar toda la ropa, y hacer el quehacer, la comida, me levanto, pues, temprano...y ya entre semana, 'pus más que nada aquí, ya para venirme aquí, 'pus medio recojo, por estar allá, descuido aquí y por estar aquí descuido allá, sí, porque la verdad uno, estando en la casa, 'pus yo me sentiría muy feliz en mi casita pero no alcanza el dinero que da el esposo y la verdad ya no rinde, que para la comida, para el jabón y para el aceite y para todo, y luego todavía para los hijos y para todo lo demás, la verdad no alcanza, y uno sufre más, la limpieza, 'pus, en un rato se organiza uno y hay que hacerlo, pero ¿y el dinero?, ahí la verdad no se puede, entonces tenemos que salir a trabajar los dos para poder sobrellevar la casa, y así, sí sale uno adelante, menos no.,.

Se denota que es ella en quien recaen las responsabilidades del hogar y que el hecho de tener una pareja no le ha significado descarga de trabajo y responsabilidad; no obstante me parece que Blanca considera que si bien hay que hacer cosas en la casa, es más importante procurarse el sustento diario. Sin embargo, ese "descuido" de la casa, en cuanto a hacer la limpieza, lo resuelve el día domingo que no sale de su casa para ir a vender—Blanca tienen un puesto de dulces en la "vía pública" ubicado en el estacionamiento de una dependencia pública estatal—; de tal manera que las labores domésticas que no realiza en el transcurso de la semana, por trabajo extradoméstico para el sustento del hogar, las lleva a cabo en lo que debería ser su tiempo libre, entonces, no hay tiempo de descanso; lo que marcaría la diferencia entre la rutina semanal y el tiempo libre es la prioridad de trabajo, el doméstico en este caso. Y ni pensar en vacaciones o realizar algunas visitas a lugares recreativos, en todo caso y en estas condiciones socioeconómicas, lo que se me ocurre —porque ella no lo manifestó— es la visita a parientes o a la iglesia. La no existencia del tiempo libre para el descanso llega a afectar la salud de las mujeres, particularmente las de sectores populares, si se considera que el contexto en el que desarrollan su vida cotidiana no contribuye al mejoramiento de la misma: la escasez de recursos implica limitar o suprimir actividades de ocio, deportes y/o vacaciones, en tanto el trabajo que realizan requiere un gran número de horas diarias, aunando a ello la inexistencia de algún lugar o institución en el barrio que ofrezca, incluso a los niños, actividades de esparcimiento.

 

Subjetividad, entre unas y otras

Hasta aquí se ha hecho referencia a segmentos de conversaciones en lo que las mujeres narran el contexto de su hogar y algunos aspectos de la relación trabajo doméstico-extradomestico. Las primeras tres referencias de las entrevistas han sido con mujeres casadas, las siguientes dos son mujeres, que por diferentes causas, han vivido la experiencia de la disolución de una primera unión. Todas ellas (Magali, Angélica, Alma, Irma y Blanca) son madres, tienen baja o nula escolaridad —excepto Angélica quien tiene un nivel de instrucción medio superior—, el tipo y las condiciones de trabajo extradoméstico que real izan, así como la remuneración económica que perciben por ello son precarias, las condiciones de vida que ellas mismas han expresado refieren a una pertenencia social del sector popular urbano. Ahora bien, la pertenencia o no a un estrato social por ciertas características socioeconómicas o algunos referentes demográficos, si bien influye muy significativamente, no ha sido el determinante único para la conformación de grupos con fines de análisis, sino más bien por el contenido de las narraciones en torno a la experiencia del trabajo extradoméstico, y dentro de ello el contexto de sus hogares.

Se ha hecho referencia a algunos aspectos de la cotidianidad de estas mujeres, poniendo énfasis en lo que tiene que ver con el contexto de sus hogares. Se continua con el análisis de las conversaciones en lo que toca al contexto del hogar y de la relación trabajo doméstico-extradoméstico y en el mismo sentido que se abordaron las experiencias de Irma y Blanca como mujeres-madres que encabezan sus grupos domésticos, ahora se retoma la experiencia de mujeres (de un segundo grupo) con características socioeconómicas y con circunstancias en que se desarrolla su vida un tanto distintas, pero que ciertamente—como se verá—comparten situaciones muy similares con el resto de las mujeres por ser precisamente mujeres en un mundo de hombres, lo cual refiere a que la sociedad está definida de tal manera que se encauza y se estimula a las mujeres en torno a un número reducido de opciones culturales dominantes, que conforman modos de v ida particulares, de tal manera que los grados y las formas particulares de los espacios en que las mujeres se desenvuelven varía, de acuerdo con la situación de éstas, es decir, con los espacios sociales y culturales en que se desenvuelven, con mayor o menos cantidad y calidad de bienes reales y simbólicos que poseen, y con su capacidad creadora para elaborar su vida y sobrevivir en su "cautiverio"; así, cada mujer es única en su complejidad, pero "todas las mujeres aun las que se ven a sí mismas alejadas de los estereotipos, cumplen parcialmente con algunas de las características de: dependencia vital, subalternidad, cautiverio o transgresión" (Lagarde, 1997: 38, 41), aunque a veces se les nombre diferente.

Si bien el género como categoría de análisis nos permite ver cómo, sobre una base de diferencia biológica, se construyen desigualdades sociales entre hombres y mujeres que se reflejan en la asignación de identidades y actividades y en la separación de ámbitos de acción, con una correspondencia de "designación de valor simbólico distinto, donde lo masculino cobra preeminencia sobre lo femenino, lo que se traduce como un acceso desigual al poder: [y que] no sólo ordena, sino que jerarquiza las relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad" (Barquet, 1997:75), también es importante mencionar que como toda construcción cultural, las relaciones de género adquieren un carácter histórico dinámico y, en consecuencia, son factibles de transformaciones, en tanto el género se construye simultáneamente con otros sistemas de diferenciación social —clase, raza y etnicidad—y, por lo tanto, puede ser percibido de manera diferente por hombres y mujeres con distintas experiencias de vida (García y Oliveira, 1998). Es decir, no se trata de una categoría individual, sino de una relación social que moldea la identidad personal (Benería y Roldán, 1992; Lamas, 1999; Ojeda 1999, García y Oliveira, 1998, y Oliveira y Ariza, 1996).

 

Buscando independencia

Este trabajo ha pretendido mostrarlas diferentes percepciones de las mujeres en torno al trabajo extradoméstico y la relación con el contexto de sus hogares de acuerdo con su experiencia de vida; es decir, hacer visible la creación de espacios de participación que están logrando las mujeres y que posibilitan respuestas colectivas o individuales, mediante la reorganización de sus proyectos de vida; asimismo, dentro de la perspectiva de género, se busca profundizar en los cambios que están teniendo tugaren las relaciones entre hombres y mujeres en el interior de las unidades domésticas (García y Oliveira, 1998: 33). Dentro de esos cambios está lo relacionado con la contribución económica de las mujeres y el grado de autonomía femenina en el hogar. También están tas formas y condiciones en que las mujeres enfrentan la separación conyugal, en donde diferentes motivos y factores se conjugan en cada caso, pero quizá dos de las causas más recurrentes son los problemas económicos y una situación de conflicto que lleva al deseo de terminar una relación insostenible; es importante señalar que en las causas y formas de la separación de las mujeres de sus parejas influyen de manera significativa el estrato social de pertenencia, así como el nivel de instrucción.

Los siguientes párrafos corresponden a la conversación con Nora:

Para empezar yo llevo... se puede decir de vida de familia nueve años y ya con eso de las ventas llevo siete años y entre más ando en eso, pues me sigue gustando, más me voy metiendo y de dejarlo pues no, no pienso que lo dejaría porque de allí he sacado a mi familia. Ahorita no me exigen, no me piden, están chiquitos, pero pienso ahora que ya que estén adolescentes van a ser gastos más grandes, entonces día a día me voy proponiendo metas...echarle ganas y más que nada sacarlos adelante, este es el propósito porque uno se levanta todos los días a trabajar, aunque uno se sienta mal, tenga uno sus problemas, como que los deja uno a un lado y pues yo me propuse esto y lo tengo que sacar adelante.

...empecé medio tiempo, me iba dos tres horas y ya en la tarde ya me estaba dedicando yo a mi casa. Luego ya fui viendo dinero, no depender de tu pareja, de no estarle pidiendo que dame para esto, dame para lo otro; empecé a comprar mis propias cosas y me di cuenta que mientras más trabajaba más tenía y más me podía comprar lo que yo quisiera....cuando me di cuenta, ya estaba yo de plano metida en esto todo el día.

¿En la casa trabajan tú y tu esposo?

hmm... más es lo mío se puede decir. Pues prácticamente soy separada, entonces sólo cuento con lo poco que él quiera apoyar y, pues....lo fuerte lo llevo yo.

En la experiencia de Nora las circunstancias en que se convierte en jefa de familia tienen como referente principal el procurarse una independencia económica, aunque desde mi punto de vista esta búsqueda significa más que eso, también por satisfacción, porque ha ido cumpliendo sus propias metas, económicas y de independencia. En este proceso se fueron sucediendo circunstancias que finalmente llevaron a la separación del padre de sus hijos; como ella cuenta, inicialmente toma sólo algunas horas para realizar trabajo extradoméstico, posteriormente, Nora ya dividía su día; en la mañana vender y por la tarde dedicarse a su casa, pero en la medida que ella se va involucrando cada vez más en sus ventas y va viendo resultados concretos en cuanto a ir resolviendo sus necesidades materiales, sus actividades cotidianas van orientándose básicamente al trabajo remunerado. Pero qué hay de la relación con el padre de los niños y cómo ha resuelto la organización del hogar y el cuidado de sus tres hijos(as), al respecto comenta:

Yo creo que prácticamente nuestra falta de comunicación fue nuestro problema. Pienso que los dos tuvimos la culpa porque, pues, él se hizo a su manera, yo me hice a mi manera y entonces nunca dijimos: tú qué piensas, cómo ves nuestras vidas, así la llevamos, no la llevamos.

¿Quién te ayuda en la casa?

- Siempre he tenido muchachas. Familiares no, no cuento con ningún familiar que me eche la mano. Mis hermanas tienen su vida, su familia. O sea, siempre he dependido de alguien que me ayude y le pago. Yo siento que es lo que me ha ayudado para tener tiempo.

Nora se casa siendo muy joven —a los 18 años— se mantuvo en un matrimonio que duró nueve años y donde la relación con su ex esposo careció de comunicación. Aun cuando no particulariza en su relación de pareja o de los motivos concretos que los llevaron a la ruptura, en su narración plantea la consideración de un hombre y una mujer con intereses y perspectivas distintas en la vida. Nora tiene actualmente 27 años, tres hijos y ha tomado la decisión de no tener más embarazos, y de separarse y de ser jefa de familia; estas decisiones, sin duda, tienen como base el trabajo extradoméstico que ella empezó a realizar, porque desempeñarse sólo en el ámbito doméstico y aceptar un papel de dependencia en el matrimonio no correspondía con las expectativas que se ha construido como mujer.

Pero ciertamente, en el proceso de involucramiento cada vez mayor en el trabajo fuera de casa, y en la situación actual de jefa de familia, ha debido adoptar estrategias para la organización del hogar, porque el hecho de realizar trabajo extradoméstico no exenta a las mujeres de su papel de principales organizadoras/responsables de la unidad doméstica. Por lo general, las mujeres desarrollan múltiples estrategias para combinar la maternidad, las labores de la casa y el trabajo, dentro de éstas están buscar trabajos compatibles que presenten flexibilidad de horario, a corta distancia del hogar o trabajo a domicilio para no descuidar su función socialmente definida como responsables de los trabajos de reproducción; la utilización de las redes de apoyo familiares, amigas o vecinas; cuando eso no es posible o cuando se tienen las posibilidades económicas, se contrata el servicio doméstico remunerado y, en algunos sectores, hacen uso de las facilidades de guarderías, mientras que en sectores sociales bajos las mujeres llevan consigo a sus hijos al trabajo (García y Oliveira, 1998:32). Las estrategias adoptadas dependen del tipo de trabajo que realiza la mujer, las características del hogar y del apoyo que reciben por parte de su pareja (Benería y Roldan, 1987, y Oliveira, 1992).

Algunas mujeres piden apoyo o pagan a otras mujeres para que las releven en ciertas responsabilidades y actividades domésticas y en el cuidado de los hijos. Si bien adoptar una estrategia de organización del hogar resuelve más o menos la situación cotidiana, siguen siendo las mujeres quienes deben instrumentar dichas estrategias, lo cual conlleva, otra vez, al cuestionamiento de la división del trabajo existente como natural. Es a las mujeres a quienes en la mayoría de los casos se les plantea la necesidad de elección entre trabajo y familia, como si fueran actividades incompatibles, y se ha demostrado que son compatibles en tanto recae sobre de ellas una carga de trabajo "total", muchas veces extenuante; pero no sólo eso sino también está el cómo asimilan las mujeres hecho de no cumplir con el papel que socialmente se les ha asignado de mujeres-madres, mujeres-esposas o mujeres, porque ciertamente la gran mayoría de mujeres no se cuestiona, por ejemplo, la visión de la maternidad como rasgo definitorio de ser mujer.

Trabajo-independencia, ¿y la familia?

Cada vez más las mujeres adquieren nuevas y variadas responsabilidades, con diversos conflictos pero también con nuevas expectativas. La narración de Nora toca algunos de estos aspectos en el siguiente extracto de la conversación:

¿Qué importancia, aparte del dinero, tiene para ti el trabajo?

Es por el dinero, como necesidad. Si tuviera suficiente dinero me quedaría en mi casa, la verdad sí porque prácticamente no he disfrutado la niñez de mis hijos. No he tenido la satisfacción de decir: vamos a comer, me voy a quedar aquí toda la tarde con ustedes, los voy a llevar acá o allá, no me da tiempo; añoro llegar a mi casa y descansar sin tener ninguna preocupación. Sueño con poder descansar en mi casa y disfrutar a mis hijos. Esto sí me duele. Simplemente el niño más chiquito ya tiene cuatro años, pero se me ha ido tan rápido el tiempo, ahorita ya no me acuerdo cuando era bebé. Luego tengo que buscar fotos para poder recordar...porque... pues, lo dejé de ver, a los dos meses yo ya estaba trabajando.

Pero no voy estar sentada en mi casa cómodamente sabiendo que tengo gastos, sabiendo que tengo que trabajar, que tengo que pagar esto o lo otro y pues sí, ellos me dicen: mamá hoy no vas a ir a trabajar; es allí donde se me parte el corazón. Sin embargo, como mujer me siento realizada por mis hijos, esa es mi satisfacción haber tenido mis tres hijos y ahora tener un motivo para la vida, para sacarlos adelante...porque muchas veces uno anhela muchas cosas y ya ve a sus hijos y como que las deja un poquito atrás. Entonces, mi satisfacción ha sido estar luchando por ellos, día con día...

En las conversaciones estas mujeres han planteado diversas situaciones, preocupaciones y expectativas. Situaciones de la vida de los hombres y las mujeres en la intimidad y fuera de ella o de las relaciones con sus hijos, y, a través de ello, han expresado sus sentimientos y prejuicios, sus ilusiones y condiciones, pero también, sus pecados y algunos de sus secretos, han reconocido sus fortalezas y debilidades; algunas cuestionan la naturalidad y mantenimiento de algunas situaciones que perciben como complejas y conflictivas en sus vidas.

El caso de Sonia ilustra una experiencia distinta en la medida en que ella establece una diferencia nítida entre ámbitos doméstico y extradoméstico. Indica cómo empezó a trabajar, se casó, tuvo dos hijos y, ante el cambio de trabajo de su esposo, tuvo que dejar su trabajo durante año y medio, tiempo en el que:

... me dediqué básicamente a mis hijos, pero como que no, a mi siempre... como que me hace falta el trabajo, me gusta mi trabajo, además [con su ex esposo] diferíamos en los puntos a los que queríamos llegar, entonces yo decidí divorciarme, regresé a empezar de nuevo mi trabajo [como contadora] y de ahí hasta ahorita no he tenido muchos trabajos sino he sido consistente en ellos, pero sí siempre encaminados al crecimiento tanto de mi carrera como de mí misma...

La misma Sonia indica que sus jornadas de trabajo diarias son de casi 17 horas situación que no te deja "tiempo para otras cosas y yo creo que ahorita ya estoy en un punto en que debo de decidir en tener tiempo para mí y para mi familia, porque también ya como que me llené mucho de trabajo y he dejado otras cosas que también son importantes". Por supuesto, las "cosas importantes" son, en palabras de Sonia:

Básicamente más tiempo a mis hijos, como yo estoy divorciada, mis hijos viven con su papá, yo me volví a casar y ahora vivo con mi marido aquí, mis hijos me visitan, los fines de semana de cada 15 días es cuando están conmigo, pero prácticamente yo no los he visto, pues desarrollarse todo ¿no?, ya perdí todo ese tiempo y ahora, sobretodo porque están en la adolescencia si necesito un poco más de tiempo para ellos, y porque también tengo el proyecto de tener un hijo más y pues necesito darle ese espacio. Yo este tiempo me lo di para trabajar y poder tener un poco de solvencia económica que en determinado momento me permita tener ese espacio de no trabajo, de no remuneración, a lo mejor como lo tenía hasta ahora., no voy a dejar de trabajar completamente, lo único que voy a hacer es reorganizar mi trabajo en la empresa y el trabajo por mi cuenta, lo que quiero es asociarme con otra persona, que compartamos la responsabilidad con mis clientes por fuera y ajustar mi horario en la empresa.

En el caso de Sonia se advierten algunos elementos que refieren a un grado de autonomía en las decisiones que ha debido tomar en la construcción de su proyecto de vida. La estructura de su discurso denota, desde mi punto de vista, una mayor claridad en cuanto a lo que ha querido llegar y cómo lo ha manejado, y porque expresa una mayor reflexión sobre las acciones que ha realizado; también se encuentran presentes en la narración de su experiencia elementos respecto a la construcción de la subjetividad femenina en nuestra sociedad, en donde la maternidad tienen un papel central en la vida de las mujeres, aunque en el caso de Sonia el desarrollo de este papel ha adoptado características un tanto "diferentes", dado que significa que "ha perdido un tiempo" con sus hijos, pero compensatoriamente tiene en mente un hijo(a) más con su nueva pareja, al cual dedicarle más tiempo en una situación de solvencia económica. Se plantea de nuevo la situación para la mujer de cómo compaginar el trabajo con sus responsabilidades de madre y esposa; en correspondencia, se plantean estrategias para resolver esta situación; Sonia ya ha planeado y realizado acciones para poder destinar mayor tiempo a su familia y poder solventar económicamente ese tiempo de "menos trabajo", porque no pretende dejar de trabajar. De tal manera que ella considera que requiere de más tiempo para ella y su familia y en función de ello debe reorganizar sus actividades.

Por otro lado, resulta de particular significación el hecho —aunado a la decisión que ella toma en la disolución del matrimonio— de estar de acuerdo con que los niños se queden con su padre; al respecto refirió lo siguiente:

Yo lo decidí, hasta ahorita las decisiones que he tomado siempre han sido personales... fue una decisión en la que pensé, si no lo hago así... ni voy a desarrollar en uno ni en otro, entonces yo lo decidí así y sí, de arrepentirme sí, nada más en el estricto sentido de haberse quedado [los niños] allá, pero, pues, lo tengo que afrontar ahora, porque en el momento que digo fue un error el que cometí, pero ya no puedo echar marcha atrás, ¿por qué?, porque a lo mejor lo bien que han estado ellos yo lo voy a trastornar y creo que ya no, eso lo debí haber pensado cuando lo decidí, entonces ahora me siento culpable...

 

Identidad de género

En el discurso de Sonia aparece constantemente la referencia de que las acciones que ha realizado han sido producto de una decisión personal, reiterando la responsabilidad directa en su experiencia, a diferencia de los otros dos casos. Sonia manifiesta de una manera particular su autonomía frente a su cónyuge, lo cual expresa sus propias posibilidades de romper con las relaciones de subordinación. Las decisiones y acciones que Sonia ha desarrollado refieren a una conciencia más clara de cómo ha querido vivir su proyecto personal de vida, situación en la que las características socioeconómicas —nivel de instrucción e ingresos, por ejemplo— tienen una influencia directa y positiva para sus expectativas. Al mismo tiempo, están presentes en su discurso construcciones de tipo sociocultural respecto a su responsabilidad ante la familia y como madre-esposa. Así, por ejemplo, señala que;

Para mí la institución del matrimonio como tal siempre me ha parecido bien, yo diría que pues es algo que le da a uno seguridad en todo, no necesariamente económica, sino que uno se integra con la otra persona, participa, comparte y además se vienen tos hijos y la satisfacción en general del matrimonio a mi me gusta, tan es así que ya llevo dos matrimonios (ja, ja); o sea, el haberme divorciado nunca vedó en mi la posibilidad de que me volviera a casar, además... yo nunca me he casado por la iglesia, más bien... el estar en pareja... creo que es lo mejor para mí; entonces desde el principio yo dije: voy a formar una familia voy a tener mis hijos, pero también quería desarrollarme yo, poder hacer cosas, poder pues...tener satisfacciones mías y compartir esas satisfacciones y viceversa, pero... en el caso de mi primer matrimonio... pues en un principio lo pensé, como todos pensamos y no se dio, entonces tuve que decidir, seguir así o alcanzar lo que yo quiero, entonces decidí lo último y creo que no me ha ido tan mal.

La gran tensión que expresa Sonia está entre la manera de asumir su responsabilidad ante la familia y su papel como madre-esposa, y sus deseos de realización personal profesional, de allí que explique su intención de tener otro hijo:

Porque tengo otra familia y la persona con la que yo estoy casada tiene ese deseo y...lo comparto con él; sí me ha costado trabajo decir: ¡híjole tengo dos hijos y no han estado conmigo y el otro sí va estar más tiempo! Entonces... he hablado con mis hijos y ellos lo han aceptado, están consientes de eso, pero a mí personalmente no me ha dejado finalmente tranquila esa situación, pero también tengo que pensar que ya tengo 36 años y no puedo esperar más, y sí quiero compartir esa parte con él, [su esposo]... es algo que a él le llenaría mucho y yo quiero compartirlo, no quiere decir que a mí no, yo lo he pensado y a mi también me gusta [la idea de] tener otro hijo, porque pues todo lo que perdí con mis otros hijos... pues... si lo pensamos en frío, con ellos no compartí mucho, desde que tenía uno de ellos cuatro años a 12, pues son muchos años y me he perdido de muchas cosas, y a lo mejor, como dicen, quiero lavar mis culpas en este nuevo hijo.

Desde la experiencia de Sonia el significado que expresa respecto del matrimonio está en el sentido de satisfacción personal y de compartir logros personales y de pareja. También se encuentra que el trabajo extradoméstico significa un aspecto central en su proyecto de vida. Aunque también reconoce que el no haber estado más cerca de sus hijos es una situación que le conflictúa como mujer-madre y en este sentido también tiene considerado tener un hijo(a) más porque tiene otra familia. Ambas situaciones refieren a su construcción identitaria como mujer-madre-esposa, que ha tenido transformaciones por la experiencia de su primer matrimonio, su interacción con diferentes contextos sociales—vividos básicamente por la experiencia del trabajo extradoméstico— y específicamente por lo que para ella ha significado en su vida.

Identidad y relaciones de género

Desde mi punto de vista, se percibe en la actitud de Sonia, y específicamente, en las acciones-decisiones concretas que ha realizado, una mayor claridad de lo que significa construir un proyecto de vida individual, aun cuando algunas de estas acciones le provoquen, como ella dice, conflicto, el cual se puede ubicar en el sentido de la relación de los ámbitos familiar y público; esta dualidad se manifiesta en escenarios diferenciados, lo de adentro —la casa, la familia—como el espacio cultural de ser mujer, y lo exterior como la vida de ser "persona", ambos espacios están interconectados, se determinan mutuamente, por lo que la vivencia de esta dualidad como conflicto puede ser un indicador de la percepción de las mujeres de su propio cambio, en la medida en que el papel de las mujeres estaba definido únicamente por su posición en la familia y, por lo tanto, no entraba en contradicción con otros posibles roles alternativos (Barrio, 19%). Actualmente hay que considerar la existencia de ambos espacios como parte de la vida de las mujeres. Al respecto, ¿cómo resuelve Sonia la organización de su hogar en combinación con su trabajo extradoméstico?, ¿qué estrategias adopta y qué hay de la relación de género?; en su caso particular ella comentó lo siguiente:

Yo generalmente siempre he trabajado desde que tuve mí primer hijo y nunca se me ha dificultado, soy partidaria de las guarderías cien por ciento; creo que un niño si no está con uno no hay como la guardería, porque los niños están más seguros, desarrollan otras actividades, socializan más, hay un médico, cualquier cosa te llaman o están al pendiente en ese sentido; si yo lo tuviera con una persona aquí al cuidado o se dedica al niño o se dedica a hacer el quehacer y descuida al niño y a veces viene y a veces no viene, entonces en una guardería siempre está abierto; yo creo que además de práctico creo que cuando las mujeres trabajamos, porque aunque digamos: tengo a mis padres o tengo familiares que lo pueden cuidar, no, principalmente porque la responsabilidad es de uno...

Ahora bien, en cuanto a su responsabilidad en el hogar, es decir, a las actividades domésticas, indica:

Siempre he sido partidaria de tener una persona para que me ayude; a mí me gusta estar involucrada en mi casa, aunque yo no lo haga físicamente...sí decirle a la persona cómo lo tiene que hacer, cómo me gusta, todo lo que son mis compras, por ejemplo, del súper, todo, todo; aunque yo no esté muchas horas en mi casa sé perfectamente bien si tengo agua, si me falta el gas, si tengo papel higiénico, todo lo tengo en la cabeza...yo tengo que estar al pendiente de qué hace falta y a veces me desespera cuando la otra parte, mi pareja, no tenga esa visión de que aunque uno no está aquí, tú lo debes de saber porque uno está aquí, vive aquí, tan simple como que necesitas las cosas ¿no?

El control y manejo de las tareas domésticas para Sonia son su responsabilidad, dado que para el esposo no son prioritarias, pues nos dice:

Me siento responsable del manejo de mi casa tanto administrativa, financiera y todo... ahora, por otro lado, tengo un marido que es... que sí le gusta hacer las cosas, participa y todo, pero que no le da prioridad a eso.

De ese modo, el control sobre el espacio doméstico se erige en un punto de autonomía personal para Sonia, lo cual se auna al monto de sus ingresos en relación con los del esposo, pues señala orgullosa:

Bueno, pues mi esposo... aporta lo que él puede aportar dado el sueldo que tiene, mi sueldo es mucho mayor que el de él, entonces la mayor parte obviamente la aporto yo, y ¿en qué lo invertimos? Yo lo invierto más en cosas materiales, pues a mi me gusta mucho salir, pasear, entonces, yo absorbo eso, pero casi todo en mi casa, y me gusta compartirlo con ellos, yo si estoy segura que si mi esposo tuviera mayores ingresos, ¡pues con más ingreso colaboraría! Ahora la parte de él se invierte básicamente en la despensa, todo lo demás lo pongo yo... nunca he sido... ¡nunca me han mantenido pues!

La experiencia de vida de Sonia no se ajusta a los esquemas tradicionales de género, pues como lo señala Soper (1992), la construcción de identidades de género se sustenta en la variedad de experiencias de vida de muchos hombres y mujeres que no sólo no se ajustan a los esquemas tradicionales de género, sino que además se sienten violentados en su propia identidad y subjetividad por los códigos culturales y por los estereotipos de género existentes. Mujeres como Sonia rompen estereotipos, reflejan nuevos modos de ser mujer, principalmente debido a que, por un lado, en su experiencia de vida no hay correspondencia entre el ámbito extradoméstico en que se desenvuelven con la concepción del ser mujer, tradicionalmente hablando, para quienes su espacio "natural" se encuentra en el ámbito doméstico; además, las formas en que se relacionan en sus actividades extradomésticas no siempre son de subordinación, en muchos de los casos, particularmente las mujeres ejecutivas, tienen posiciones en sus trabajos que significan el ejercicio del poder; por otro lado, las mujeres que ejercen poder cuestionan las supuestas limitaciones "naturales" y estereotipos adjudicados al género femenino. De esta forma, como señala Martínez (1997: 241) "los referentes en torno a los cuales se construye la identidad femenina se multiplican y complejizan", lo cual se expresa en las maneras en que las mujeres significan el hogar y el trabajo extradoméstico.

Por otro lado, las condiciones socioeconómicas en la situación de Sonia son "desahogadas" y en ese sentido considero que el control de recursos económicos conlleva, en buena medida, a una mayor participación de ella en la toma de decisiones en el hogar y una distribución más igualitaria de las actividades domésticas, y, en este contexto, también está la posición que tiene y asume en el hogar; no obstante, también se reconoce que permanecen en ella remanentes de su construcción como mujer-madre-esposa, en donde ella es la responsable del funcionamiento del hogar, de allí su reiteración en su "culpa" respecto a sus hijos. Porque las transformaciones de las representaciones de género no necesariamente se dan en forma conjunta con los cambios en las prácticas de hombres y mujeres (Oliveira, 2000).

Por otro lado, también se reconoce, con la experiencia de Noray Sonia, y en comparación con las experiencias de Magali, Angélica, Alma e Irma, que la influencia de los rasgos sociodemográficos de los hogares, y más específicamente la de estos rasgos sobre la condición femenina vista en su varios aspectos (acceso a recursos, actividades aceptadas socialmente y relaciones de género y generacionales), puede actuar como mediación al contrarrestar o intensificar las consecuencias de los cambios socioeconómicos sobre los individuos, y particularmente de la condición femenina vista a través del modo en que asumen su papel en el hogar y el significado que atribuyen a su trabajo fuera del mismo.

Una experiencia más se tiene con Olga, una mujer que ha conformado una familia, de la cual se siente muy orgullosa, compaginando el trabajo dentro y fuera del hogar.

Para Olga, sus hijos, su marido, su vida es algo que le otorgado una entidad externa: Dios, a pesar de que reconoce que tanto ella como su marido han "hecho un gran esfuerzo". Su mundo son su familia y su trabajo; de la primera refiere que se compone de cinco personas y para hablar de su trabajo, al igual que las otras entrevistadas, primero refiere cómo está compuesta su familia y lo que hacen :

Las labores de la casa las hacemos todos en conjunto. Todos aportamos para que se me haga más fácil a mi la tarea de trabajar fuera de la casa y dentro de la casa. Trabajando tengo, pues, más o menos unos 18 años, ¡trabajando fuera de casa y en casa! Trabajé como unos cuatro años en una panificadora como cajera. Después de ahí, salí y empecé en el comercio. Ahora me dedico a la venta del queso. Vendo queso en varias oficinas y escuelas.

Su "preocupación" sólo se ubica en su hija más pequeña, pues comenta:

Después de terminar el quehacer, comemos y me pongo hacer la tarea con mi hija; terminando de hacer la tarea preparamos las cositas que son para el uniforme, porque en realidad ya nada más de ocuparme tengo de ella. Sí, porque los dos más grandes son independientes. El marido también se atiende el sólito.... ya nos acostumbramos a esas labores.

Se advierte, entonces, que la "ayuda que recibe" para el trabajo doméstico se afirma en la independencia de los hijos más grandes y en que el esposo se "atiende sólito", y aún más, cuenta con "una niñita que me está ayudando ahorita".

La conversación con Olga muestra otra forma de recuperar situaciones que refieren distintas percepciones de los sujetos—mujeres—en tomo al contexto del hogar y de la relación trabajo doméstico-extradoméstico. Si bien Olga inicia su narración con la referencia de su familia, en lo que coincide con los otros relatos, también deja ver que en su caso (quizá por su personalidad o, más bien, por sus expectativas y visión de su contexto) se ha propiciado un equilibrio entre su hogar y las actividades que ha debido desarrollar fuera de éste, seguramente con la colaboración de los miembros del hogar. Sus actividades son concebidas como una experiencia satisfactoria, aun cuando no han estado exentas de un gran esfuerzo para ver, ahora, los beneficios que sus perspectivas en la vida y sus estrategias para construirlas le proporcionan, así lo ha expresado. Supongo que en su caso, ella ha sabido negociar y propiciar arreglos familiares para el beneficio del hogar; sin embargo, en su argumentación emerge ese sentido de que ella "recibe ayuda" de los miembros de su familia para que pueda llevar su trabajo y la responsabilidad de su hogar; semejante al caso que ya se advertía con Angélica.

En cuanto a los recursos económicos, que frecuentemente son tema de conflicto, Olga comentó lo siguiente:

¿El ingreso que entra aquí? Por ejemplo, mi esposo es el encargado de pagar los gastos fuertes, porque con lo que yo gano, pues no podría pagar un gasto muy fuerte... yo ayudo, por ejemplo, en vestir a mis hijos, me visto yo, nos damos uno que otro detallito. Entonces, por eso buscamos la manera de poder obtener, pues, otra entradita. La alimentación diaria la paga mi esposo... Por ejemplo, a los niños les piden tal cosa y él no tiene, entonces yo lo aporto, porque es lo mismo... nos apoyamos como pareja, como familia.

En este caso la significación que da Oiga a la familia descansa en la idea del apoyo mutuo y el compartir los recursos y responsabilidades por parte de todos los integrantes del hogar, en ello funda su idea de orgullo y felicidad familiar.

Así, hasta ahora se han expuesto las experiencias de vida de mujeres entrevistadas, con el interés de rescatar los significados que ellas atribuyen a la relación trabajo doméstico-extradoméstico desde el contexto del hogar. Se ha encontrado que en la vida de las mujeres con las que se conversó, en donde el modelo tradicional familiar ha sido la referencia estructurante de su identidad, estas mujeres tienden a subordinar sus intereses particulares a los de otros miembros del hogar, aun cuando han manifestado, de una u otra forma, inquietudes por realizar actividades que les proporcionen satisfacciones como sujetos-mujeres con un proyecto de vida propio. No obstante, la mayoría de ellas, al preguntárseles por su trabajo extradoméstico, refieren que el objetivo de éste es en primer lugar el hogar, es decir, trabajar para sus hijos y por el bienestar de la familia en general, incluso en los casos de las que comparten los gastos con sus parejas, consideran que su aportación es sólo una ayuda y en los casos en los que son ellas jefas de hogar manejan el discurso de que lo hacen por el beneficio de sus hijos. Al respecto, también se debe reconocer que las mujeres que consideran a su trabajo remunerado como parte de un proyecto de vida individual, y en este sentido perciben sus logros como satisfacción personal, coinciden con aquellas mujeres en el discurso en cuanto al beneficio, en términos de satisfactores materiales, que ha proporcionado su trabajo, particularmente a los hijos.

También están las mujeres que aun cuando fueron educadas bajo el peso de un modelo de familia tradicional, con referentes de lo que debe ser una mujer-madre-esposa, han transgredido estas normas, realizando acciones concretas que les han llevado a tener acceso a otros recursos y a cambiar, en mayor o menor medida, sus relaciones de género y en particular su condición femenina; ciertamente mediaciones como los contextos familiares y las representaciones sociales son, sin duda, aspectos que impactan de forma diferencial en la vida de las mujeres y deben de tenerse siempre presentes en el análisis de los discursos en torno a la experiencia de trabajo extradoméstico de cada mujer.

 

Reflexiones finales

Es pertinente recordar que los estudios de corte cualitativo, como el presente, no generalizan sus resultados a una población, por lo que los resultados presentados en este artículo son más bien de tipo analítico y se conciben como avances en el estudio del trabajo femenino que permiten interpretaciones de la realidad social a partir de la vida cotidiana de algunas mujeres en un contexto específico.

Así, se ha encontrado que por su carácter relacional la noción de condición femenina permite diferenciar a las mujeres entre sí y respecto a los varones. Asimismo, se advierten significativas diferencias en las interrelaciones de género en las experiencias de mujeres que pertenecen a sectores sociales populares respecto de las de sectores medios, por ejemplo, diferencias en el acceso y control a diversos tipos de recursos (físicos, económicos y culturales) por parte de los individuos o de sus familias (Oliveira y Ariza, 1996). En este sentido, coincido con quienes plantean considerar la pertinencia de profundizar en distintos ejes de desigualdad en el análisis de la heterogeneidad de la población femenina, porque como se ha encontrado en el caso de las mujeres entrevistadas, las que tienen condiciones de vida precarias son más propensas a ocupar una posición de mayor subordinación respecto a los varones; por su parte, las mujeres que viven en mejores condiciones materiales que las anteriores muestran la tendencia de gozar de una mayor autonomía (García y Oliveira, 1998, y Oliveira, 2000). También se han encontrado diferencias entre generaciones de mujeres: las más jóvenes y las de mayor nivel de instrucción adoptan una postura más crítica respecto de las desigualdades de género.

Lo anterior tiene que ver con un conjunto de cambios sociales, en donde las mujeres han podido construirse nuevas identidades basadas en sus distintos ámbitos de interacción, tanto en la vida privada como en la pública. Es decir, la posibilidad de que las mujeres vivan experiencias en ámbitos de interacción diversos provoca el enriquecimiento de su identidad y, en consecuencia, las distingue de aquéllas cuya vida transcurre en el ámbito familiar y para quienes la realización personal se da a partir del esposo y los hijos.

Otro aspecto que es importante resaltar en el contexto del hogar es lo que tiene que ver con los recursos que las mujeres aportan a la unidad doméstica; es fundamental el control que las mujeres ejercen sobre sus ingresos, porque en este sentido tienen mayores posibilidades de negociación en el ámbito del hogar, aunque sin duda el control de los ingresos no está exento de conflictos, particularmente, con el esposo; hay diferencias también en las situaciones que se presentan respecto al sector social de pertenencia. Por lo expresado en las entrevistas en tomo a este asunto, considero que la aportación de las mujeres al ingreso del hogar ha propiciado una mayor estabilidad material del hogar; asimismo, las mujeres refirieron continuamente que con sus ingresos pueden darle más satisfactores a sus hijos/as, como ropa, calzado e incluso educación, este último aspecto lo consideran de gran importancia y lo ubican como una de sus preocupaciones fundamentales.

En este sentido, se advierte en sus narraciones que las entrevistadas establecieron explícitamente una relación entre el trabajo del hogar y el extradoméstico, en donde sobresalen respecto al primero, sus responsabilidades como madre-esposas y que en la significación atribuida al trabajo está presente, indiscutiblemente, su construcción de género femenino, de tal manera que las relaciones con sus hijos y compañeros y las actividades domésticas que deben realizar influye, de manera directa en las actividades económicas que desempeñan. Sin duda también, las características sociodemográficas individuales son un factor de gran importancia en el tipo de trabajo que realizan, pero es notoria la presencia de esa ideología tradicional que designa a la mujer como responsable del ámbito doméstico. Así, en lo que se ha planteado sobresale la importancia del contexto del hogar en interacción con el ámbito extradoméstico. En este sentido, el análisis del trabajo extradoméstico de las mujeres no puede separarse de su entorno, por lo que hacer estudios sobre la mujer implica reconocer, en principio, sus especificidades de género.

 

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Notas

1 Para el desarrollo de esta dimensión temática, en este trabajo, al igual que en diversos estudios de corte sociodemográfico, se utilizarán los conceptos de familia, unidad doméstica y hogar para referirse a las "unidades residenciales conformadas por un conjunto de personas —ligadas o no por lazos de parentesco—que comparten una vivienda y un gasto, principalmente destinado a la alimentación, aun cuando se reconoce que familia, unidad doméstica y hogar son conceptos diferentes. Además también se tienen presentes las redes de relaciones familiares que rebasan la unidad doméstica" (Oliveira et al., 1999:211).

2 Comúnmente nuestra habla constituye una polifonía en la que muchas voces son citadas a fin de construir un cierto significado. Esto resulta muy importante en la estrategia de análisis porque nos refiere los contextos en que son construidas las narraciones, y porque al ser utilizados en el leguaje, quien las utiliza las considera importantes para narrar su experiencia porque han influido en ésta (Amuchástegui, 2001: 220).

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