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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.7 no.30 Toluca oct./dic. 2001

 

Versión estadunidense de la teoría de frontera: una crítica desde la etnografía

 

Pablo Vila

 

Universidad de Texas.

 

Resumen

Uno de los debates más interesantes acerca de la multiculturalidad que se da en la actualidad en los ámbitos académicos estadunidenses gira alrededor de lo que se dio en llamar border studies o border theory. En el presente artículo presento una crítica a lo que denomino la versión "hegemónica de los estudios de frontera" estadunidenses, dicha versión presenta una visión de la frontera que privilegia el lado estadunidense de la misma por sobre el mexicano, al mismo tiempo que la imagen del "cruzador de fronteras" es considerada como paradigmática de toda la experiencia fronteriza, casi olvidando por completo la posibilidad de que muchos habitantes de la frontera quieren "reforzar" la miseria, y que la idea de "frontera" ha abandonado sus anclajes nocionales para extenderse a toda situación donde la idea de límites está involucrada, perdiendo en el camino la especificidad de las fronteras locales.

 

Abstract

One of the most important debates about multiculturalism that is currently taking place in American academia delves on what is commonly known as "border studies" or "border theory" In this article I want to criticize what I call the "hegemonic version of American border studies" I point out that. first, this approach presents a version of the border that privileges the American side of it over the Mexican side of the International divide, second. American border studies in its current incarnation presents the image of the "border crosser" as being paradigmatic of any border experience, almost completely forgetting the possibility that, perhaps, many border inhabitants want to "reinforce" border, instead of "crossing" them: and third, that in this kind of approach the idea of the "border" has abandoned its national anchors to extend itself to any situation in which limits are involved, losing in this way the specificity of local frontiers.

 

Introducción

Uno de los debates más interesantes acerca de la multiculturalidad que se da en la actualidad en los ámbitos académicos estadunidenses gira alrededor de lo que se dio en llamar border studies o border theory (de aquí en adelante estudios de frontera y teoría de frontera, respectivamente). En la última década se han producido cambios muy interesantes en estas posiciones teóricas y líneas de investigación. A lo que me refiero es al cambio del centro de gravedad de los estudios fronterizos desde la sociología, la antropología, la economía y la historia (con su particular énfasis en la investigación empírica), hacia la crítica literaria y su ponderación de la teoría.

Si esto es lo que aconteció desde el punto de vista disciplinario, desde el punto de vista geográfico, la versión hegemónica de los estudios de frontera se ha movido de ser una empresa binacional (es decir, que estudiaba la frontera México-listados Unidos desde ambos lados de la linea demarcatoria nacional) a ser una mayormente estadunidense, que estudia la frontera sólo desde su lado.

Como punto de partida de estos cambios podríamos señalar la aparición, a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990. de una serie de libros muy importantes que cambiaron completamente la dirección de los estudios de frontera. Entre dichos libros destacan particularmente los trabajos de Gloria Anzaldúa (1987), Renato Rosaldo (1989) y D. Emily Hicks (1991), como también la colección de ensayos editada por Héctor Calderón y José David Saldívar (1991). Estos libros no sólo fueron cruciales para los estudios de frontera, sino que también modificaron el devenir de disciplinas como la antropología y la Literatura, así como los estudios étnicos y de género. Habiendo sido entrenado como sociólogo culturalista, mi pensamiento fue ampliamente influenciado por dichos trabajos, sobre todo por autores como Anzaldúa y Rosaldo.

El impacto que produjeron estos libros fue tal que prácticamente borró no sólo la rica historia de los "estudios fronterizos" que precedieron su aparición, sino también el trabajo de aquellos investigadores que realizaron (y aún lo hacen) estudios de corte más empírico. En este sentido, es sintomático que ni Anzaldúa ni Rosaldo ni Hicks hagan mención alguna de la importante investigación empírica que se hizo en el pasado sobre los temas fronterizos que tratan en sus libros (raza, etnicidad. identidad, género, etc.). La negación de tal pasado es tan completa, que mucha gente en Estados Unidos cree que los estudios de frontera y la teoría de frontera nacieron con la aparición de tales libros, a finales de la década de 1980.

Sin embargo, luego de ser hegemónico por espacio de varios artos, este cuerpo teórico ha sido criticado últimamente desde posiciones diferentes. Tal critica noniega el carácter sumamente innovador de los mismos, sino que busca puntualizar algunos problemas que. con el paso del tiempo, se han vuelto más o menos evidentes. Como bien dice Heyman:

a single-image representing grand theoretical assertions is too general for the polítical and economic environment of the border. I propose that we specify our analytical tools for the border; that is, that we respect the concretely located nature of the Mexico-U.S. border (Heyman. 1994: 43).

Algunos académicos mexicanos han plumeado que la frontera México-Estados Unidos, que la mayoría de dichos libros retrata de manera tan sofisticada, poco tiene que ver con la frontera que ellos experimentan (y muchas veces literalmente "sufren") desde el otro lado de la línea de división (Barrera. 1995 y Tabuenca, 1997); otros estudiosos han puesto énfasis en el carácter excluyente de la versión hegemónica de los estudios fronterizos, tal cual se expresa en los libros mencionados anteriormente, planteando que la teoría de frontera suele hacer hincapié que las culturas tienen que ser cruzadas (Johnson y Michaelsen, 1997). En mi libro Crossing Borders. Reinforcing Borders planteo que en la gran mayoría de los trabajos estadunidenses recientes sobre teoría de frontera no es usualmente considerada la posibilidad teórica de que la fragmentación de la experiencia cotidiana que caracteriza a la posmodemidad pueda llevar al reforzamiento de fronteras en lugar de invitar a cruzarlas, donde la metáfora del "cruzador de fronteras" se privilegia a la del "reforzador de fronteras".

Un corolario de esta última tendencia es la proclividad con la cual la teoría de frontera estadunidense construye al "cruzador de fronteras" o "híbrido" (en algunos casos, el migrante latinoamericano en general, pero mucho más usualmente —al menos en los libros mencionados más arriba— el chicano en particular) en algo así como el nuevo "sujeto privilegiado de la historia" (Vila,1998). Los estudios fronterizos estadunidenses recientes se han desplazado desde el estudio de temas relacionados con la frontera entre México y Estados Unidos en particular, hacia temas mucho más amplios. donde la metáfora de "la frontera" es usada para dar cuenta de cualquier tipo de situación donde la idea de límites esté presente, esto es, cualquier espacio físico o psíquico sobre el cual se puedan puntualizar problemas de límites: fronteras entre países, entre grupos étnicos en Estados Unidos, entre géneros, entre disciplinas académicas, etc. (Fox. 1994). De esta manera, los conceptos de "frontera" y "cruzador de fronteras" parecen haberse convertido en términos muy ubicuos que representan la experiencia de (alguna) gente en el mundo posmoderno, el cual es descrito como fragmentado y como produciendo continuamente nuevas fronteras que tienen que ser cruzadas todo el tiempo ad novo. Adicionalmente, si la más reciente encarnación de los estudios de frontera estadunidenses plantean que las fronteras existen por doquier, a veces pareciera que se predica que la experiencia de cruzar todas estas distintas fronteras fuera muy similar. Para ponerlo de otra forma (Grossberg. 1996) pareciera que para el '"cruzador de fronteras" o el "híbrido" la experiencia de moverse entre diferentes disciplinas, etnicidades, culturas y países no es esencialmente muy distinta. Así, este tipo de acercamiento no sólo tiende a igualar experiencias que pueden ser muy diferentes, sino que también tiende a homogeneizar las fronteras.

En gran parte de la nueva teoría estadunidense de frontera hay una tendencia muy marcada de confundir el compartir una cultura con el compartir una identidad (Vila, 1998). En el presente artículo, por obvios motivos de espacio sólo me concentraré en tres de las más recientes críticas que la nueva versión de los estudios fronterizos estadunidenses han recibido en los últimos años. Sólo desarrollaré los temas de cuán distinta se ve la frontera México-Estados Unidos cuando se observa desde el lado mexicano, la predilección de la metáfora del "cruzador de fronteras" por sobre la del "reforzador de fronteras" y la extensión de la idea de frontera a toda situación donde et concepto de limites está involucrado.

 

"The U.S.-Mexico border" versus "la frontera entre México y Estados Unidos"

Como he hecho mención más arriba, varios académicos mexicanos que por más de 20 años han estudiado el lado mexicano de la frontera no se sienten representados por la frontera tal cual es conceptualizada por la actual versión hegemónica de los estudios fronterizos estadunidenses. Como bien dice Socorro Tabuenca:

En Estados Unidos la metáfora de la frontera ha constituido la ruptura de estructuras monolíticas. Lo que definimos como border literature or border writting la mayoría de las veces se refiere a conceptos, más que a una región geográfica. No obstante, para quienes hacemos estudios de este tipo en el lado mexicano nos es difícil pensar en la frontera sólo como metáfora (Tabuenca. 1991: 87).

O, en palabras de Eduardo Barrera:

Estas figuras (la frontera y los migrantes) son usadas como meros tropos para ilustrar los procesos de diferenciación identitaria y desterritorialización (o reterritorialización). La frontera se convierte en una abstracción que sirve para medio delimitar las otredades, mientras que los/as migrantes son sólo portadores de códigos cruzando las abstractas fronteras entre territorios que son sólo grandes espacios semióticos. El migrante que es migrante como estrategia material de supervivencia y que arriesga su integridad cuando menos física queda reducido a mero nómada semiúrgico (Bañera. 1995: 14).

Tabuenca va un poco más allá y plantea que describir la frontera tal como se la ve desde el lado estadunidense solamente, es decir, lo que ella caracteriza como la "apropiación chicana de la frontera y de los procesos de cruce fronterizo (propicia) la invisibilidad o el colonialismo intelectual que hasta la fecha han sobrellevado la frontera norte mexicana, sus referentes y su literatura (Tabuenca, 1997: 87).

Asi. de acuerdo con Tabuenca. lo que comenzó como un movimiento para dar voz a un sector previamente marginado (los chicanos en Estados Unidos) se ha convertido en un movimiento que, a su vez, margina a otros (los ciudadanos mexicanos allende la frontera), "silenciando sus voces". Uno de los ejemplos que Tabuenca presenta para explicar su posición es el trabajo de Guillermo Gómez Peña y su "autorización"' escolástica por algunos de los más importantes autores que desarrollan el concepto del "hibridación" (Néstor García Canclini y Homi Bhabha) y ciertos antropólogos que estudian la frontera México-Estados Unidos, como Robcrt Álvarez, quien, por ejemplo, plantea que:

Gómez-Peña illustrates how the borders metaphor can be elusive, undefinable, tautological, and even mystifying... his experience is ambiguous and characterized by multiple identities, which, like the metaphor of the border itself, is difficult to precisely define (Álvarez. 1995: 448).

Sin embargo, de acuerdo con Tabuenca (1997: 88):

La frontera de Gómez Peña y la de los mexicanos, especialmente la de los mexicanos fronterizos, son muy diferentes...en nuestra época, con el fin de la Guerra Fría y aun con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC/NAFTA), ya en la práctica social Estados Unidos ha resuelto ver a las y a los migrantes (in)documentados/as como uno de los enemigos públicos principales, ha fortalecido sus confines geopolíticos hacia el sur. ha tomado a los/as migrantes como chivos expiatorios y ha reelaborado un discurso antinmigrante. Por consiguiente, en este caso, el performance de Gómez Peña, en vez de ser una 'realidad alternativa' o crear un diálogo intenacionalista, se vuelve riesgoso. Cuando el artista proyecta la imagen de un migrante y desplaza al referente de carne y hueso, lo/a deja ante el bloqueo real y la 187 más solo/a y explotado/a tras haber explotado la plusvalía existencial (Barrera, 1995: 16).

De la misma forma, su representación artística de la frontera desvanece y oprime las otras muchas representaciones artísticas fronterizas.

Así, cuando el "migrante" de la versión hegemónica de los estudios fronterizos estadunidenses es ejemplificado por las performances artísticas de Gómez Peña, las experiencias de muchos otros migrantes quedan silenciadas. Por ejemplo, el migrante del canon (tal cual es representado por Gómez Peña) es un migrante que celebra la migración internacional, algo que muchos mexicanos no osarían celebrar, dado que ‘'rechazan la celebración de las migraciones causadas muchas veces por la pobreza, que se repite en el nuevo destino" (García. 1990: 302). El migrante del canon, el epítome del "cruzador de fronteras", es alguien que es completamente bilingüe (para poder sacar toda la ventaja que significa estar en el in-between de Bhabhn, por ejemplo), mientras que muchos inmigrantes mexicanos son monolingües o tienen un muy precario conocimiento del inglés. El migrante del canon, Gómez Peña, el "hibrido" par exellance, quiere quedarse a vivir en Estados Unidos, mientras que muchos inmigrantes mexicanos lo que quieren es hacer algo de dinero en Estados Unidos y regresar a México tan pronto como puedan.1 El migrante del canon, Gómez Peña, el artista consagrado, tiene habilidades que el mercado estadunidense valora altamente, algo que muchos de los inmigrantes mexicanos no poseen. Y la lista de diferencias entre Gómez Peña, el híbrido, el cruzador de fronteras por excelencia, y los millones de mexicanos que cruzan la frontera todos los años podría continuar ad infinitum.

El problema, de acuerdo con Eduardo Barrera, es que un cierto tipo de relación "incestuosa" parece haberse establecido entre Gómez. Peña y algunos de los más importantes teóricos de la "hibridez", donde:

Los textos del artista son producto de su fascinación con el sincretismo de la frontera y sería ingenuo pensar que no se encuentra influido por la bibliografía postestructuralista. Mientras que los académicos "prueban" sus argumentos con los textos de Gómez. Peña, éste construye su frontera abrevándose de las mismas fuentes teóricas. Esta relación quasi-incestuosa se convierte en un circuito que excluye a los referentes primarios. La frontera de Gómez Peña se convierte en La Frontera... y el artista se convierte en El Migrante. Este migrante es un migrante semiúrgico donde el signo ha reemplazado totalmente a la materia (Barrera. 1995: 15).

Es interesante puntualizar aquí que Gómez Peña también parece representar al migrante por antonomasia en algunas investigaciones etnográficas realizados en la frontera, y no sólo en la bibliografía o los trabajos más teóricos sobre el tema. Como plantea Claire Fox:

Gómez Peña's self-presentation as a shaman in performances such as Border Brujo has clearly been read by academics. journalists, and other as that of a spokesperson for all border crossers. His descriptions of "border consciousness." for example, appear repeatedly in a recent article by an antropologist [Rouse. 1991] about a transborder migration circuit of undocumented workers between Aguililla, México, and Redwood City, California, but at no point in the article does the author quote his own informants regarding their lifestyle and consciousness (Fox. 1994: 69).

Y si esto es lo que ocurre en la costa oeste (Tijuana-San Diego) de la frontera entre México y Estados Unidos, en la costa este (el valle bajo del Rio Grande/ Bravo), también se verifica un proceso bastante similar de "apropiación", "silenciamiento" y "esencialización". Me estoy refiriendo aquí al renombrado trabajo de Gloria Anzandúa Borderlands/La Frontera, donde de nuevo encontramos que la frontera enlre México y Estados Unidos es reducida a su expresión estadunidense. Como bien dice Socorro Tabuenca:

En el texto de Anzaldúa... la frontera geográfica y las relaciones entre México y Estados Unidos se esencializan. En él se presentan a los blancos estadunidenses como 'ellos' y a las m¡norias como 'nosotros'. Su frontera 'es una herida abierta where the Third World grates against the first and bleeds". Pero ese tercer país, esa cultura de la frontera de Anzaldúa, es también una cultura metafórica narrada desde el primer mundo (Tabuenca. 1997: 89).

De esta manera, en la "versión norteamericana del tercer país" de Anzaldúa. los actores aparecen como muy rígidos, muy demarcados, en contra del autoproclamado intento de mostrar todas las posibilidades que el cruzar fronteras implicaría. "Nosotros" (todos los posibles marginados o subordinados del lado estadunidense de la frontera) somos diferentes en relación con "ellos" (todos los poderosos del mismo lado de la línea divisoria). Pero, ¿dónde quedan todos los otros actores fronterizos? En mi libro Crossing Borders. Reinforcing Borders dedico más de 200 páginas a describir la multiplicidad de "otros" que la frontera genera (el migrante del sur de México como "el otro" para el nativo del norte de México el inmigrante ilegal mexicano como "el otro" en relación con el inmigrante legal; el migrante mexicano reciente como "el otro" comparado con el migrante con más tiempo de residencia; el migrante mexicano en general como "el otro" en relación con los méxico-americanos, anglos y afroamericanos la gente de ascendencia mexicana —independientemente de su nacionalidad— como "el otro" respecto de los anglos y los afroamericanos, y la lista continúa).

Desde la perspectiva estadunidense, muchas de estas diferencias no se pueden ver directamente, y muchas otras tienen un sentido completamente diferente al que opera en el lado mexicano de la frontera. La construcción teórica de un "tercer país" en la frontera México-Estados Unidos es una iniciativa estadunidense, y no muchos ciudadanos mexicanos (académicos o no) concuerdan con esta iniciativa. La experiencia lejana es recordada por muchos en el norte de México cuando alguien plantea la creación de otro país en la frontera. Esta es la razón por la cual la versión hegemónica de los estudios fronterizos estadunidenses es vista por muchos intelectuales mexicanos como otra astucia del poder de aquel país:

Anzaldúa y Gómez Peña (entre otros), al hablar desde los intersticios de la cultura estadunidense, han autorizado su hibridez en el discurso social de la diferencia. Sin embargo, al autorizarse y canonizarse... se alian a las prácticas del poder político y económico a nivel internacional, a pesar de que su escritura o su toma de acciones resistan dichas prácticas. Y. como sucede con toda consagración de unos/as, apoyan el silenciamicnto de otros/as. En este sentido, podemos advertir la tensión y la distancia entre teoría y práctica, a pesar de las negociaciones textuales de estos/as y otro/as escritores/as (Tabuenca. 1997: 90).

Para aquellos que realizan investigaciones sobre la frontera desde el lado mexicano de la misma, es muy difícil verla sólo como una metáfora, como la posibilidad por excelencia de todos los cruces, las hibridaciones y tropos afines. Para aquellos que viven del lado mexicano, la metáfora del cruzador de fronteras de la versión hegemónica usualmente se concretiza en largas (y no muy placenteras) horas de espera en los puentes internacionales, tediosos trámites inmigratorios, continuos hostigamientos por parte de los agentes fronterizos o la patrulla fronteriza, posibles (y muchas veces letales) encuentros con el ejército estadunidense que patrulla la frontera, acalorados debates con los ciudadanos estadunidenses (anglos y méxico-americanos por igual) acerca de la "insultante" bandera mexicana (del tamaño de una cancha de fútbol) que actualmente ondula -cerca de la linea divisoria en las principales ciudades mexicanas de la frontera, etc. Es por esto que Socorro Tabuenca (quien estudia temas fronterizos desde Ciudad Juárez) plantea lo siguiente:

En estos discursos [estadunidenses] sobre la frontera hay una constante: the Borderlands para la mayoría de las y los chicanos es la tierra prometida, el regreso a la tradición mexicana o latinoamericana, el asiento de la identidad deseada. Es un sitio a donde se acude, generalmente, a través del recuerdo, de la lectura o de la escritura; es un lugar, empero, que raramente visitan o en el que pocas veces se establecen los promotores de dichos discurso... para quienes estudiamos, cruzamos y vivimos la frontera geográfica tanto en los discursos como en la cotidianidad resulta problemático verla como metáfora o como utopía... (Tabuenca, 1997: 92).

Obviamente una cosa es escribir acerca de la metáfora y otra muy diferente es cruzarla penosamente todos los días.

 

Cruzando fronteras/reforzando fronteras

Como he mencionado más arriba, en la mayoría de los trabajos recientes sobre estudios y teoría de frontera la posibilidad teórica de que la fragmentación de la experiencia que parece caracterizar la vida posmodema pueda llevar al reforzamiento de fronteras en lugar de una invitación a su cruce, no es usualmente considerada, y "cruzando fronteras" y no "reforzando fronteras" es la metáfora preferida por la actual versión hegemóníca de los estudios estadunidenses de frontera. Como bien plantea Heyman:

...the weight of the border image is on the cultural, the notion of two sides, two meanings. facing each other. rather than on the power, the idea of a forcible mode of territorial control. Without denying either aspect, I worry about emphasizing the former over the latter (Heyman, 1994: 46).

Para McLaren:

Podemos considerar las identidades fronterizas como construidas a partir de la empatia por los otros, a partir de la conexión apasionada a través de la diferencia. Tal conexión es potenciada por una imaginación narrativa que posibilita que se pueda establecer una ligazón entre nuestras propias historias y las historias de los que son culturalmente distintos a nosotros (Peter McLaren, citado en Harrisen y Montoya. 1998).

En este tipo de acercamiento a la temática fronteriza no hay espacio alguno para entender los dos testimonios de actores fronterizos. El retrato idílico de aquellos que viven en las fronteras como "cruzadores de fronteras" paradigmáticos no ofrece lugar alguno a gente que, por distintos motivos, desean reforzar dichas fronteras.

Y qué podemos decir de esta descripción de la frontera: "La frontera... es un lugar donde el individuo es cruzado por múltiples identidades, donde uno es un yo plural, un yo que prospera en la ambigüedad y la multiplicidad" (Harrison y Montoya, 1998: 652). Que tipo de "identidad múltiple", "yo plural" y "ambigüedad y multiplicidad" están presentes en agentes de la patrulla fronteriza de El Paso (que son mayoría en dicha ciudad) que, como Alicia, expresan lo siguiente:

Alfredo: Y mi tía, la que trabaja en inmigración, dice cosas re-locas como: "¡¡los odio, los odio, los odio!!" Y ella se ha vuelto tan amarga, tan amargada con su trabajo y lo que ve en la frontera, que llega a decir. "¡¡Yo no soy mexicana!!"... Y mi hija le dice: "Alicia, discúlpame, pero tu eres mexicana". A lo que ella responde: "¡¡No, yo no soy mexicana!"

¿Cómo puede Alicia conectar su propia versión de la frontera con la frontera de Harrison y Montoya que promueve "la empatia por los otros, a partir de la conexión apasionada a través de la diferencia". Como bien nos dice Heyman (1994: 47): "...a facile idea —at the border. two sides equal one hybrid— replaces analysis. By no means do we have sensitive enough ethnography or testimony at the border to declare that it is experienced through a hybrid subjectivity or identity."

Esta es justamente la principal crítica de Russ Castronovo a los estudios de frontera, porque

As a site of contested cultural production, the border offers a shifting ground ripe for arliculations of oppositional consciousness; however, this uncertain terrain is laden with 'traps'...that suture homogeneity and confirm hierarchical structures (Castronovo, 1997: 196).

De esta manera, Castronovo nos recuerda que el nacionalismo, como fuerza que consolida, demarca y jerarquiza, también puede estar presente en la frontera como respuesta a la permeabilidad y fluidez de la cultura fronteriza:

As the site of difference, the border becomes strategic in promoting the desire of sameness... ’Border Theory', and the narratives of resistance and subversión that it supplies, does not travel well; it too readily formulates a perspective that overlooks the force and appeal of the nation-state" (Castronovo, 1997: 197-198).

Tenemos que recordar aquí que el nacionalismo es siempre negociado, precisamente, en relación con la diferencia. Como bien nos recuerda Stuart Hall (1991: 22): "It always had to absorb all the differences of class, of región, of gender. in order to present itself as a homogencous entity".

Pienso que lo que Slavoj Zizek plantea en cuanto a la relación dialéctica que existe entre lo universal y lo particular es importante considerar en este contexto. De acuerdo con Zizek (1997:28). "each universal ideological notion is always hegemonized by some particular content which colors its very universality and accounts for its efficiency". En este sentido, pienso que los estudios contemporáneos de teoría de frontera en Estados Unidos han sido hegemonizados por la metáfora del "cruzador de fronteras", a tal punto que la posibilidad de que las fronteras también puedan producir el reforzamiento de las diferentes (imaginadas, narrativizadas. y fragmentadas) identidades que supuestamente separan, ha sido olvidada casi totalmente. Asi, en la actual versión dominante de los estudios y la teoría de frontera estadunidenses, la noción universal de la frontera como lugar de encuentro es sostenida por la seudoconcreta representación del "cruzador de fronteras", de manera tal que el caso particular del cruzador de fronteras es silenciosamente concebido como "típico" de las experiencias de frontera en general y de lo que les es peculiar. De esta manera, Zizek asevera:

This specific twist, a particular content which is promulgated as 'typical' of the universal notion, is the element of fantasy, of the phantasmatic background/support of the universal ideological notion. To put it in Kantian terms, it plays the role of 'transcendental schematism', translating the empty universal concept into a notion which directly relates and applies to our 'actual experience' (Zizek. 1997: 29).

Pero lo que también plantea Zizek es que la especificación concreta no es sólo una mera ejemplificación, en lo que estoy de acuerdo, pues creo que es precisamente a este nivel donde finalmente se va a definir la lucha ideológica sobre la dirección que deben tomar los estudios y la teoría de frontera estadunidenses; por ejemplo, al momento en que percibamos como "típico" el caso del "reforzador de fronteras", la perspectiva cambia radicalmente. Sin embargo, para poder constituirse en hegemónica. la teoría que se apoya en el border crosser como lo prototípico de lo que acontece en las fronteras debe apelar a algo que no aparezca como "ideológico". En palabras del propio Zizek (1997:30): "The struggle for ideological and political hegemony is thus always the struggle for the appropriation of the terms which are 'spontaneously' experienced as 'apolitical', as transcending political boundaries". En el caso particular de la versión actualmente hegemónica de los estudios y la teoría de frontera estadunidenses, lo que aparece como "apolítico" es la idea de que todo el mundo es (al menos potencialmente) un cruzador de fronteras, y la tarea "apolítica" de cualquier cruzador de fronteras es la de salvar todas las culturas individuales de la destrucción, proponiendo un proyecto de bienestar global que preserve todas las culturas y lenguas existentes hilvanando las subjetividades fronterizas que las encarnan (Johnson y Michaelson. 1997: 12). Así, el anhelo de preservación cultural es lo "no ideológico", que es absolutamente indispensable para sostener el proyecto ideológico de la actual versión hegemónica de la teoría de frontera estadunidense.

Lo interesante es que aun los críticos que claramente perciben lo sesgado del acercamiento a las fronteras de parte de la corriente principal de los estudiosos en Estados Unidos (y que fácilmente reconocen la hegemonía de la narrativa acerca del "cruzador de fronteras"), se quedan bastante cortos en sus críticas. Me estoy refiriendo aquí a la, por demás, muy interesante contribución de Russ Castronovo. Este autor plantea que las negociaciones a lo largo de la frontera también tienen como resultado no buscado la solidificación y extensión de los límites raciales y nacionales (Castronovo. 1997: 196), pero remarca que es la "nación" la que refuerza la frontera, con lo que niega la posibilidad de que otros aspectos de la identidad fronteriza, además del nacionalismo, puedan también ser reforzados en lugar de ser cruzados:

Border crossers are not the only ones who find advantage in the liminality at the margins of culture. The nation regulates this space as well, except that in this case such boundaries figure as occasions to imagine, often aggressively, fixed and unrelenting standards of citizenship and belonging (Castronovo, 1997: 196).

Mi desacuerdo con la propuesta de Castronovo tiene dos vertientes. Por un lado, pienso que la idea de "nación" en general obscurece el hecho de que el Estado no es el único que se siente amenazado por el continuo cruzamiento de sus fronteras. Algunos habitantes de las fronteras también perciben como una amenaza a sus identidades nacionales tales cruzamientos. Por otro, hay una infinidad de identidades fronterizas, no sólo las nacionales, que también se sienten amenazadas. Para mencionar sólo un ejemplo, esto es precisamente lo que acontece con las identidades regionales y citadinas de muchos mexicanos norteños, principalmente juarenses, en la frontera entre México y Estados Unidos, quienes sienten que el proceso de globalización (que en el particular caso de la frontera norte de México significa la presencia de miles de plantas ensambladoras extranjeras que han atraído a la zona a cientos de miles de migrantes provenientes del sur y centro del país) está minando su cultura y su tradicional forma de vida, debido a la "invasión" que están sufriendo por parte de los, muchas veces, despreciados habitantes del sur de México.

Y el problema no es que los "reforzadores de fronteras" tengan una presencia más activa que los "cruzadores de fronteras" en cualquier situación específica de frontera, sino que ambos conviven en un mismo ámbito fronterizo; inclusive, una misma persona puede ser, en distintas circunstancias y respecto a diferentes aspectos de su identidad, un "reforzador" y un "cruzador" de fronteras al mismo tiempo.

One of the things which happens when the nation-state begins to weaken, becoming less convincing and less powerful, is that the response seems to go in two ways simultaneously. It goes above the nation-state and it goes below it. It goes global and local in the same moment. Global and local are the two faces of the same movement from one epoch of globalization, the one which has been dominated by the nation-state, the national economics, the national cultural identities, to something new (Hall. 1991:26-27).

Estoy convencido de que el proceso de globalización e hibridación ha llegado para quedarse, donde capital, gente y culturas se movilizan constantemente, permitiendo a los actores sociales el anclaje de sus identidades en las nuevas entidades híbridas que tal proceso va creando, con la posibilidad de usar como rótulo identitario el viejo nombre de la región que adquiere un nuevo significado ("fronterizos" es un buen ejemplo en el norte de México), o también anclar la identidad en la nueva entidad supranacional que está siendo construida (europeo es un ejemplo pertinente; tal vez en el futuro "nafteño" también lo sea en Estados Unidos). Estos son precisamente los "cruzadores de fronteras". Pero también pienso que mucha gente (en este caso los "reforzadores de fronteras") se siente amenazada por la idea de abandonar un tipo de identidad y cultura (ser americano, mexicano, etc.) que las ha identificado por generaciones y en la cual han invertido esfuerzo, deseos y aspiraciones. Como plantea Hall (1991: 26): "when the era of nation-states in globalization begins to decline, one can see a regression to a very defensive and highly dangerous form of national identity which is driven by a very aggressive form of racism". De esta manera, muchos mexicanos fronterizos están sumamente preocupados acerca de su identidad de "mexicanos" porque McDonald's está desplazando muchas taquerías en Juárez, al mismo tiempo que los americanos sienten que su identidad y su cultura está amenazada porque la salsa mexicana ha desplazado al ketchup en varios estados de la unión, o porque en alguna de sus misiones al espacio, la tripulación del transbordador llevó tortillas en lugar de pan, y a que las tortillas no producen migajas, algo a tener muy en cuenta en contextos no gravitatorios

El problema es que ambos procesos están ocurriendo simultáneamente, y diferentes actores en la misma región (por distintas razones) reaccionan de manera distinta.

Al mismo tiempo podríamos agregar que también hay un tercer ingrediente relacionado a cómo el proceso de globalización incide en la construcción de las identidades, al que Zizek denomina "the ethnicization of the national" (1997: 42), en el cual, en lugar del proceso que caracterizó la constitución inicial de la nación, es decir, la "nacionalización de lo étnico", se estaría operando una renovada búsqueda o reconstitución de las "raíces étnicas" y otras formas identificatorias primarias, como la comunidad local, la religión, etc. Las personas que optan por esta forma de construcción de sus identidades también serían "reforzadores de fronteras" y no "cruzadores de fronteras".

The return to the local is often a response to globalization. It is what people do when, in the face of a particular form of modernity which confronts them in the form of the globalization...they op out of that and say "I don't know anything about that any more. I can't control it. I know no politics which can get hold of it. It's too big. It’s too inclusive. Everything is on its side. There are some terrains in between, little interstices, the smaller spaces within which I have to work" (Hall, 1991: 34).

Lo que tanto Hall como Zizek describen cuando hablan de la "etnicización de lo nacional" o "el retomo a lo local", es el proceso por el cual, algunas personas, amenazadas en sus identidades por el proceso de globalización, retoman a formas de identificación y relaciones primarias: aquellas comunidades pequeñas que son conocibles, localizables, donde uno conoce las voces y las caras de los "otros" (Hall. 1991: 35).

Y si los tres escenarios que presento más arriba podrían ser considerados como los "tipos ideales" de cruzadores/reforzadores de fronteras, la vida cotidiana de la frontera es todavía mucho más problemática y compleja, y a veces las mismas personas pueden ser definidas, alternativamente, como cruzadores de fronteras y como reforzadores de las mismas. Consideremos el caso de los indios mixtécos que, siendo originarios del sur de México, ahora tienen una presencian muy importante en Califomia. Los mixtécos en la actualidad han asumido una identidad de "comunidad indígena binacional" y han comenzado, en los últimos años, a enterrar a sus muertos en California en los últimos años. ¿Cómo podríamos clasificar a este grupo nativo mexicano? ¿Son cruzadores o reforzadores de fronteras? Depende. Desde el punto de vista de la nacionalidad son claramente "cruzadores de fronteras", ya que se consideran a sí mismos una comunidad binacional con raíces en ambos lados de la frontera. Desde el punto de vista de la etnicidad son cruzadores y reforzadores de fronteras simultáneamente, porque si por un lado están dejando atrás su identificación primaria de "mixtécos" y aceptan ser interpelados como "indígenas", al mismo tiempo refuerzan esta última identidad contrastándola con su identidad de mexicanos y/o estadunidenses.

Por todas estas razones pienso que la metáfora del "cruce de fronteras", que autores como Anzaldúa y compañía, están proponiendo, es correcta, pero también parcial. Me parece que habría que complementarla con otra metáfora sobre el "reforzamiento de fronteras" o algo parecido, ya que mucha gente no tiene ninguna intención de cruzar dichas fronteras, o de vivir "on borders and in margins, keeping intact one's shifting and múltiple identity and ¡ntegrity" (Anzaldúa. 1987: i). Por el contrario, mucha gente quiere reforzar dichas fronteras. Me parece que la tarea de una teoría de frontera renovada debiera ser mirar a ambos lados de la frontera en búsqueda de las múltiples lecturas de la situación fronteriza, donde distintos tipos de narrativas puedan coexistir en un mismo lugar. Algunas de estas narrativas ya están utilizando el modelo de la hibridación propuesto por Anzaldúa, Rosaldo y compañía, un modelo más ligado a la lógica derrideana del suplemento, de la differance, que a la lógica identitaria modernista. Pero otras narrativas fronterizas buscan reforzar los límites rígidos, las estrictas distinciones categoriales, la lógica identitaria occidental del "éste o aquél" que está en las antípodas de la manera de pensar híbrida o mestiza. En este sentido, pienso que el hermoso texto de Anzaldúa es la utopia que tenemos que mirar y por la cual luchar en la frontera. Una utopía que, dado que la identidad es aquella extraña sedimentación de pasado, presente y futuro, ya está presente en algunos actores fronterizos.

 

Fronteras por todos lados

Reflexionando sobre la situación de los estudios de frontera al terminar el milenio, Ulf Hannerz plantea lo siguiente:

Some of our preoccupation with borders comes from the fact that we use the notion. and a number of closely related ones, not only to refer to the politico-geographical entity, or some other kind of line of spatial demarcation, but in a wider metaphorical sense. Borders, boundaries, frontiers —in some languages these may be all the same, combined into a single term, and in others they may carry quite different historical and symbolic loads have become a more general vocabulary of discontinuity and difference in society and culture (Hannerz, 1997: 537-538).

Este uso muy general de los conceptos de "frontera" y "cruzadores de frontera" en la versión hegemónica de los estudios fronterizos estadunidenses ha reemplazado, en algunos casos, su uso más específico para referirse a la experiencia de vivir cerca de limites nacionales (en particular, de vivir en la frontera entre México y listados Unidos).

But even though the U.S.-Mexico border retains a shadowy presence in the usage of these terms, the border which is currently in vogue in the U.S... is rarely site-specific. Rather, it is invoked as a marker of hybrid or liminal subjectivities, such as those which would be experienced by persons who negotiate among multiple cultural, linguistic, racial, or sexual systems throughout their lives. When the border is spatialized in these theorics, that space is almost always universal "The Third World having been collapsed into the First." as the argument goes, the border is now to be found many metrópolis —wherever poor, displaced, ethnic, immignmt, or sexual minority populations collide with the "hegemonic" population, which is usually understood to consist of middle-and upper-class WASP (Fox. 1999: 61).

De esta manera, muchos teóricos de la frontera, al construir algo así como una "frontera globalizada", pierden de vista la especificidad de regiones fronterizas, tales como la frontera entre México y Estados Unidos, donde Estados-Nación continúan reforzando sus fronteras. Con este movimiento teórico, la versión hegemónica de los estudios, y la teoría de frontera estadunidenses se han convertido en una teoría que, paradójicamente, no necesita moverse para cruzar fronteras.

The de facto emergence of the metropolis as the site of border crossings in the work of postmodern theorists, in the wake of allegedly collapsed national boundaries, has in a sense made it possible for these intellectuals to conceive of Crossing borden while remaining in the same place, simply by carrying out the duties of their profession.

Este es el motivo por el cual muchos teóricos de la frontera que se adscriben a la versión hegemónica estadunidense no ven ninguna contradicción en escribir acerca de la frontera sin vivir o ni siquiera hacer trabajo etnográfico en alguna frontera política o geográfica en particular. Si las fronteras existen en todas aquellas situaciones donde cualquier población minoritaria en términos de etnicidad, inmigración, sexualidad, etc. choca con otras poblaciones mayoritarias y/o hegemónicas, y si se asume que el cruzar fronteras es un proceso más o menos similar en todos estos casos. Gloria Anzaldúa y Renato Rosaldo puden escribir acerca de la frontera entre México y Estados Unidos desde el norte de California sin necesidad de moverse geográficamente o conducir algún tipo de estudio etnográfico en los escenarios sobre los cuales escriben. Por supuesto, el asumir simultáneamente el rol de "sujeto privilegiado", "verdadero híbrido", "dueño de la virtud" y "aquel que, por ser subordinado, puede ver más claramente la realidad" (rol que muchas veces es asumido por los exponentes de la versión hegemónica de los estudios fronterizos y que no puedo tratar aquí por falta de espacio),2 también ayuda a mirar las fronteras lejos de las fronteras físicas reales. Pareciera ser que se presume que la "buena visión" supera las distancias mejor que la "mala visión".

En el caso de Anzaldúa, en realidad no tenemos ningún derecho en reclamarle un trabajo etnográfico de la frontera física real que sustente su posición, ya que Anzaldúa no es antropóloga, pero en el caso de Renato Rosaldo creo que si tenemos ese derecho. Y es realmente sorprendente que Rosaldo, quien ha realizado trabajo etnográfico extensivo en las Filipinas y California, a la hora de hablar sobre la frontera entre México y Estados Unidos sólo haga mención al trabajo literario de Anzaldúa en su justamente aclamado Culture and Truth, o a los textos de Arturo Islas (Rosaldo. 1994). como si no hubiera trabajos etnográficos sobre la fronteras dignos de ser mencionados, o como si la "buena visión" de los chicanos liberara al antropólogo chicano de la necesidad de hacer etnografía en "su" frontera.

 

Conclusiones

Este artículo ha querido analizar un tema muy importante en los debates acerca de la multiculturalidad en Estados Unidos: los estudios y la teoría de frontera. Mayormente llevado adelante por miembros de minorías étnicas estadunidenses, en especial por chicanos, la versión actual hegemónica de los estudios fronterizos se caracteriza por su impronta teórica ligada mucho más a los estudios de críitica literaria que a la investigación sociológica o antropológica. Claramente influenciados por la teoría de la "hibridez", la globalización, la multiculturalidad y la posmodemidad, los estudio estadunidenses de frontera parecen haber sido "apropiados" por los intelectuales chicanos, quienes, en el proceso de construir una teoría englobadora (y como bien decía Foucault respecto de cualquier teoría que no fuera local), han silenciado las voces de otros actores fronterizos que vivencian la frontera y los procesos de cruce de manera muy distinta a ellos.

En este proceso de silenciamiento se ha privilegiado la metáfora del "cruce de fronteras" por encima de otras metáforas posibles acerca de la experiencia fronteriza, como, por ejemplo, aquella que se refiere al "reforzamiento" de los límites fronterizos. Dada la actualidad de lo que acontece en Estados Unidos, este sesgo no deja de ser llamativo. En la década que ha visto uno de los ataques más feroces hacia los inmigrantes en general y los indocumentados mexicanos en particular (la Proposición 187 en California que niega la educación y los servicios médicos a todos los inmigrantes indocumentados; la reforma del sistema de bienestar a nivel nacional que niega una buena cantidad de beneficios sociales a los inmigrantes legales; la Proposición 202 en California que abole la educación bilingüe; la Operación Bloqueo en El Paso, etc.), el privilegiar al "cruzador de fronteras" por encima del "reforzador" no deja de ser paradójico.

Lo que acontece es que este movimiento teórico que privilegia al "cruzador de fronteras" por sobre la imagen del "reforzador" de las mismas tiene como asunción implícita una muy rígida separación entre "nosotros" (generalmente concebidos como los "chicanos") y "ellos" (los anglos), como si los chicanos in toto fueran los cruzadores y los anglos in toto reforzadores, esencializando en el proceso ambas identidades. Si esta es la realidad fronteriza que se percibe desde los lugares no fronterizos desde los cuales estos teóricos de la frontera suelen escribir, lo que acontece todos los días en la frontera real se les aparece como algo muy distinto a los investigadores que viven y hacen etnografía en lugares como Tijuana/San Diego, Juárez/El Paso, o Matamoros/Brownsville. Desde estas fronteras reales y desde las etnografías que en ellas se realizan, la frontera de la teoría hegemónica estadunidense aparece como parcial y sesgada, teniendo mucho más que ver con la búsqueda identitaria de un grupo social muy particular (los chicanos de clase media con inserción académica) que con la vida cotidiana de millones de fronterizos (mexicanos, anglos, afroamericanos, indígenas, asiáticos, etc.), para los cuales la frontera es mucho más que una mera metáfora.

 

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Notas

1 En un reportaje radial, el reportero le preguntó a Gómez Peña:
Reportero: Si ama tanto a nuestro país como usted dice, ¿por qué vive en California?
ómez Peña: Me estoy desmexicanizando para mexicomprenderme (citado en García, 1990: 301).

2 Al respecto puede verse Vila. 1998.

 

Información sobre el autor

Pablo Vila. Es doctor en Sociología, por la Universidad de Texas en Austin. Actualmente es profesor asociado y consejero de estudios graduados del Departamento de Sociología de la Universidad de Texas en San Antonio. Se especializa en temas de identidad social y cultural y realiza sus investigaciones empíricas en dos ámbitos en particular: por un lado en la frontera entre Estados Unidos y México, y, por el otro, en el ámbito de la música popular argentina. En relación con la frontera, Vila ha publicado numerosos artículos en México, Estados Unidos, España y Argentina. Su libro Crossing Borders. Reinforcing Borders. Social Categories, Metaphors and Narrative Identities on the U.S-Mexican Frontier (Austin: University of Texas Press, 2000) va a ser publicado por la UACJ, en español, en el otoño de 2002. Un segundo libro, Border Ethnographies. The Limit of Border Theory está en proceso de edición por la Universidad de Minnesota, y actualmente está concluyendo el libro Border Identities. Narratives of Class, Gender and Religion on the U.S.-Mexico Border. Correo electrónico: pvila@utsa.edu

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