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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.7 no.29 Toluca jul./sep. 2001

 

La estructura de la riqueza familiar y su relación con la pobreza en Monterrey*

 

Juan Noyola

 

El Colegio de la Frontera Norte

 

Resumen

El artículo presenta un análisis de la estructura de la riqueza e ingresos familiares en el Área Metropolitana de Monterrey en los años noventa. Aquí se considera por primera vez una investigación empírica sobre riqueza familiar, para lo cual seguimos la metodología para medir la riqueza familiar usada por Wolff, Greenwood, Kesslere y Masson, y Nolan, entre otros. Este tipo de estudios representa un enfoque distinto para percibir el problema de la pobreza desde un ángulo diferente.

Con datos para Monterrey (1998 y 1994) y de la ENIGH 1994 y 1998 para México, analizamos la composición de la riqueza familiar para Monterrey. Encontramos que la principal forma de riqueza familiar es la casa habitación. También, a partir de la estimación del coeficiente de Gini, encontramos que la distribución de la riqueza familiar es más desigual que la del ingreso.

 

Abstract

The article presents an analysis of the structure of household wealth and income during the 90's in the Metropolitan Area of Monterrey, Mexico. Following the methodology to measure household wealth used by Wolff, Greenwood, Kesslere y Masson, and Nolan, among others, here, we consider for the first time an empirical research with data on household wealth for Monterrey, Mexico. We believe that this type of inquiry represents an unusual approach for perceiving the issue of poverty from a different standpoint. With data from 1994 and 1998 for Monterrey and a national survey (ENIGH) for the whole country, we analyze the composition of household wealth for Monterrey. We found that the main form of household wealth hold by families is the house. By estimating the Gini coefficient we found that the distribution of household wealth is more unequal than the distribution of household income.

 

Introducción

El artículo presenta un análisis de la estructura de la riqueza e ingresos familiares en Monterrey. Aquí se examina, por primera vez con datos empíricos, la riqueza familiar en el Área Metropolitana de Monterrey (AMM), para lo cual seguimos la metodología para medir la riqueza usada por Wolff (1990), Greenwood (1983), Kesslere y Masson (1988) y Nolan (1991), entre otros, Pensamos que este tipo de estudios representa un enfoque distinto para entender el problema de la pobreza.

El objetivo es analizar la posición económica de la familia desde una perspectiva complementaria a la que brinda el estudio de la estructura de la distribución de los ingresos. Tradicionalmente, en México, los investigadores han estudiado la posición económica de las familias básicamente desde la perspectiva de los ingresos. Por tanto, la mayor parte de los datos estadísticos que se reúnen tienen como base los ingresos que las familias o los individuos reciben periódicamente; esto se puede apreciar en los estudios de Martínez (1995), Lustig (1993) y Levy (1992), entre otros.

La marcada tendencia dentro de la ortodoxia en la disciplina de juzgar la posición económica desde la perspectiva de los ingresos es lo que ha llevado a Greenwood (1983) ha señalar que la economía moderna ha desarrollado una base de datos que se sustenta en el análisis del lado de los ingresos, dejándonos con muy pocos datos empíricos sobre la distribución de la riqueza. Aunque algunos ingresos provienen de la riqueza, tal como los intereses o los dividendos, la mayor parte de los ingresos de la familia provienen de sus sueldos y salarios. Según Weicher (1996) en términos económicos, la mayor parte de los ingresos son el retorno al capital humano, el cual no es medido con los datos disponibles sobre riqueza en nuestro estudio.

Los esfuerzos pioneros de Doane (1923), Keller (1936), Keller y Brady (1951), Kendrick (1966), Spant (1966), Lyons (1966), Atkinson y Harrison (1974), Podoluck (1974), Podder y Kakwani (1976), Atkinson (1978), Greenwood (1983) y Wolff (1990), y muchos otros, han contribuido a construir las bases de la investigación empírica sobre la distribución de la riqueza familiar, al explorar la naturaleza de las condiciones que rodean la posición económica de los individuos y las familias desde la perspectiva de la distribución de la riqueza.

Debido a la ausencia de datos sobre riqueza familiar en Monterrey, usamos el método de estudios de muestreo para analizar la estructura de la riqueza familiar y las implicaciones que esto tiene para determinar la posición económica de las familias. Además, revisamos los patrones de concentración de la riqueza familiar para las principales formas de activos, ordenando a las familias en deciles por el tamaño de sus posesiones de riqueza y de ingresos. El análisis parte de datos obtenidos de dos muestras para Monterrey en 1994 y 1998. También consideramos los muy limitados datos disponibles relacionados con la riqueza familiar que contiene la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de Hogares (ENIGH) recogidos por el INEGI para los años 1994 y 1998.

Además, buscamos las diferentes formas de riqueza familiar peculiares para las familias de Monterrey. Eso es, obtenemos los tipos más comunes de activos materiales poseídos, de activos financieros y de capital para los diferentes grupos de riqueza.

Cabe señalar que las características de los datos sobre riqueza basados en estudios de muestreo implican la limitación de no capturar adecuadamente a los que se encuentran en la cima de la distribución de la riqueza y la subestimación en la valuación de ciertos tipos de activos. No obstante, al mismo tiempo esos datos nos proporcionan una buena imagen de la posición económica de las familias del resto de la distribución, especialmente las pobres.

 

Algunas consideraciones metodológicas

La riqueza familiar total se estima a partir de considerar la suma del valor de mercado de los activos materiales y financieros que una familia posee. El valor de alguna deuda no pagada es entonces restado del valor bruto de los activos. Así, la riqueza familiar incluye los siguientes activos: (1) propiedad de la casa, (2) otras propiedades, (3) efectivo, (4) depósitos bancarios, (5) seguros de vida, (6) pensiones, (7) acciones, (8) otros activos financieros, (9) préstamos hechos a otras personas o negocios, (10) valor de mercado del carro, (11) valor de mercado de bienes duraderos, menos (12) deudas.

En este estudio se considera a la riqueza como un depósito del valor, por lo tanto, es una potencial fuente para el consumo. En este sentido el concepto de riqueza puede reflejar claramente un cierto nivel de bienestar que se asocia con la propiedad de activos por parte de las unidades familiares.

Existen varios enfoques para estimar las posesiones de riqueza entre los individuos y las familias, como señala Podoluk (1974), y de acuerdo con Atkinson y Harrison (1974) hay tres métodos utilizados para estudiar la distribución de la riqueza: (1) estudios de muestreo, (2) observando los impuestos a la propiedad y (3) capitalización de ingresos.

Atkinson (1980), Nolan (1991), Lyons (1966) y muchos otros, han usado datos sobre impuestos como fuente de información para estudiar la distribución de la riqueza familiar. Consideran que este tipo de información proporciona una representación más adecuada de la riqueza poseída por aquellos que se encuentran en lo alto de la distribución, que la que proviene de los datos derivados de estudios de muestreo. Sin embargo, hay que puntualizar que los datos sobre impuestos para Monterrey, de estar disponibles, dicen muy poco acerca de la mitad más baja o de dos terceras partes de la distribución de la riqueza, y están más relacionados con los individuos que con las familias. Además, no permiten estudiar el nivel y la composición de la riqueza con todo detalle y relacionarlos con otras características de las familias, tales como el ingreso corriente o el estrato socioeconómico.

En 1998 levantamos la Encuesta sobre las Condiciones Económicas de las Familias (ECEF-1998), de 1 010 cuestionarios, para reunir datos sobre riqueza familiar. Al mismo tiempo, usamos datos de una encuesta para Monterrey: la Encuesta de Ingresos y Gastos Familiares (EIGF-1994).

Es importante advertir que convertimos a valor de mercado los diferentes componentes de la riqueza familiar. Esto implicó algunas dificultades, pues ningún miembro de las familias entrevistadas ni los entrevistadores estaban acostumbrados a valuar los activos materiales. Por ello construimos un cuadro de equivalencias para asignar el valor de mercado a los diferentes activos materiales, que incluyen también un cierto porcentaje de depreciación. Esto representa una limitación para nuestro análisis del espectro completo de los componentes de la riqueza familiar.

Comparamos los datos de la ECEF-1998 con los datos disponibles de otros estudios, EIGF-1994 para Monterrey y ENIGH-1994 y 1998 para todo el país, donde la información sobre la propiedad de algunos activos materiales parecen ser satisfactorios. Respecto a los activos materiales, encontramos que la casa es la riqueza familiar más importante. En general, salvo las diferencias de una región particular (AMM) respecto al país en su conjunto, 86.3 por ciento de las familias en la muestra ECEF poseen su casa, comparada con 90.9 por ciento en la EIGF. Mientras tanto, a nivel nacional, la propiedad de la casa muestra una cifra más modesta, sólo 76.8 por ciento de las familias poseen su casa.

Respecto a los activos financieros, los datos muestran que los valores para el AMM en los años 1994 y 1998 son mucho menores que los valores a nivel nacional. Por ejemplo, los ahorros familiares eran apenas de 2.2 por ciento, en 1994, y 8.8 por ciento, en 1998 para Monterrey, mientras que a nivel nacional eran de 9.4 y 20.4 por ciento, respectivamente. Es claro que la muestra subestima el peso de los activos financieros en la riqueza familiar total (Noyola, 2000), siendo ésta la experiencia internacional común con datos de estudios de muestras Kesslere y Wolff (1991), y Wolff (1996).

Desde nuestra perspectiva, un buen punto de partida para el análisis era tomar a la familia como unidad de observación. Según Greenwood (1983), la familia parece ser la mejor unidad de medición disponible entre nuestras posibles elecciones. No obstante, presenta el inconveniente de tratar a todas las familias como si fueran iguales, sin importar si la familia tiene un solo miembro o varios. Además, si midiéramos la riqueza y su distribución en términos per cápita, esto no resolvería nuestro problema, porque con esta medición estaríamos tratando a los adultos y a los niños como si fueran iguales. También estaríamos ignorando las economías de consumo que surgen cuando dos personas se casan, incrementando su nivel de vida al unir sus ingresos y riqueza, o cuando más de una familia une sus ingresos y riqueza viviendo en la misma casa.

Con el fin de clarificar cualquier duda que puede surgir respecto al análisis de los datos en esta investigación, la familia es definida como un grupo de individuos que viven juntos y usan la misma cocina. La excepción puede surgir cuando una persona es invitada a vivir con una familia. Esa persona será tratada como una familia separada para propósitos de análisis en este estudio.

 

Los datos sobre riqueza en las muestras

De acuerdo con la experiencia de diversos autores (Burghes, 1979; Atkinson, 1980; Greenwood, 1983; Wolff, 1990; Gallman, 1969 y Lyons,1966, entre otros), los estudios de muestreo que intentan reunir datos sobre las diferentes formas de riqueza familiar (el valor de los activos materiales y financieros) casi siempre brindan estimaciones que son considerablemente menores que las agregadas independientes. Ellos coinciden en que todas las muestras generalmente subestiman los activos de riqueza tanto material como financiera. Atkinson (1978) encontró que las estimaciones de las encuestas familiares usadas para estimar la riqueza en Inglaterra y Estados Unidos en las décadas de los cincuenta y sesenta, eran sustancialmente menores que los totales externos obtenidos para los activos de la riqueza considerados en tales estudios.

Las principales razones asociados a la subestimación de activos financieros están relacionadas con la concentración de la riqueza, particularmente porque este tipo de activos son poseídos por un número muy pequeño de personas en la cima de la distribución. Por tanto, es probable que la muestra de una encuesta general falle en "recoger" algo de este muy pequeño grupo.

Además, la no respuesta al cuestionario parece ser relativamente alta entre algunos grupos, a saber: el jubilado y el rico. Esto significa que es probable que los grupos más altos de la escala de la riqueza estén subrepresentados en la encuesta. Además, es probable que la subestimación esté entre aquellos que no responden al cuestionario. Esto se puede deber a un deseo deliberado para retener información o a las dificultades genuinas que surgen para recordar todos los activos poseídos y hacer una valoración exacta.

Sin embargo, pese a los problemas que presentan los estudios de muestreo, éstos pueden ser una fuente importante de información, particularmente respecto a las familias pobres y a ciertos activos, tales como los bienes duraderos.

No obstante lo anterior, diseñamos una muestra aleatoria estratificada de 1 010 cuestionarios para el AMM, a fin de reunir información sobre riqueza familiar. Usando la información del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), consideramos cinco estratos de ingresos para Monterrey y usamos una proporción de cuestionarios para cada estrato, según el número de familias en cada uno de ellos.

El AMM está compuesta por nueve municipios contiguos, que incluyen las ciudades de: 1) Monterrey, 2) San Pedro Garza García, 3) San Nicolás de los Garza, 4) Guadalupe, 5) Santa Catarina, 6) Escobedo, 7) Apodaca, 8) García y 9) Juárez.

 

Estructura de la riqueza familiar

El análisis del nivel de concentración de los activos que componen la riqueza familiar mostró que la casa es el principal activo poseído por las familias, 86.3 por ciento de éstas son dueñas de sus casas, las cuales representan 75 por ciento, en promedio, de toda la riqueza familiar. Aún tomando en cuenta la subestimación de los activos financieros y probablemente el valor de los negocios, es claro que la riqueza material constituye la mayor parte de la riqueza poseída por las familias, con excepción del 10 por ciento más alto de la distribución de la riqueza.

Para el conjunto de familias en la muestra el nivel promedio de riqueza es de 168 500 pesos a precios de 1998, mientras que el valor promedio de las casas menos alguna hipoteca no pagada es de 141 303 pesos. La mayoría de las familias, casi 75 por ciento, están por debajo del valor de la riqueza promedio y del valor promedio de las casas.

Respecto al equipamiento del hogar, el valor promedio de estos activos poseídos por las familias en la muestra es de 18 394 pesos. Estos activos tan sólo representan, en promedio, nueve por ciento de la riqueza familiar; sin embrago, dos terceras partes de las familias están por debajo del valor promedio. Sólo 2.8 por ciento de las familias informaron no poseer ninguno de los artículos considerados en esta categoría. Por otra parte, sólo cerca de 4 de cada 10 familias poseen un carro con un valor promedio de 50 998 pesos. Esto significa que 63 por ciento de las familias entrevistadas no cuentan con automóvil, por lo que para trasladarse de un lugar a otro dependen del transporte público.

En relación con los activos financieros, un porcentaje muy bajo de familias informó poseer tales activos y sus valores eran bajos. Sólo 17.1 por ciento informaron haber hecho algún depósito de ahorros con un valor promedio de 3 780 pesos. La mayoría de los activos financieros mostraron un patrón semejante de distribución entre las familias.

Sin embargo, cuando se compara el porcentaje de propiedad de los activos financieros entre 1994 y 1998 notamos que la mayoría de éstos muestran un aumento. Los ahorros son el activo financiero más importante; dicho activo mostró una proporción de 3.98, en 1998, respecto a 1994. Otros activos financieros importantes que mostraron un crecimiento significativo fueron varios tipos de seguros, con una proporción de 30 para el mismo periodo.

Aunque la muestra no captura los valores para otra propiedad, obtuvimos alguna información sobre esta variable. Cerca de 6.1 por ciento de las familias posee una casa o departamento para alquiler. Sólo 1.3 por ciento de las familias informaron poseer alguna clase de propiedad rural. La propiedad de la variable arriba mencionada se concentra en los deciles más altos de ingresos (8, 9 y 10). La razón principal para esto es, quizá, que una proporción significativa de familias tiene ingresos muy bajos; 14.2 por ciento de todos los ingresos son recibidos por los cinco deciles más bajos y 27.8 por ciento de los ingresos son recibidos por los deciles 1 al 7. Bajo estas condiciones es entendible por qué las familias poseen apenas otra propiedad aparte de su propia casa, si es que ellos poseen aún eso, especialmente, considerando el hecho de que la propiedad de la casa toma la mayor parte de la riqueza familiar.

En este contexto, con el fin de analizar la estructura de la riqueza familiar total, ordenamos a las familias en deciles por el valor estimado de su riqueza total. Es decir, de las familias más pobres en el decil 1 a las más ricas en el decil 10. Para obtener la riqueza total sumamos el valor de mercado de la casa menos alguna hipoteca no pagada, el valor del equipamiento de hogar y carros poseídos. Además, incluimos los ingresos financieros de las familias, como retiros de ahorros, la venta de propiedades o divisas, etc., y los gastos financieros, como depósitos, préstamos a otros, pagos del crédito y compras de propiedades o divisas, etcétera.

El cuadro 1 muestra la estructura de la riqueza familiar para Monterrey cuando las familias son ordenadas de acuerdo con el decil de riqueza. Observamos que la riqueza promedio y el porcentaje de la riqueza total para las familias en 10 por ciento más bajo de poseedores de riqueza, es menos del uno por ciento de la riqueza total. Mientras que el porcentaje de riqueza total para las familias en 20 por ciento más bajo es apenas 3.03 por ciento. Ahora bien, si tomamos a las familias que se encuentran 50 por ciento más bajo podemos observar que tan sólo poseen 18.6 por ciento del total de la riqueza reportada. 70 por ciento de todas las familias disponen de 34.3 por ciento de la riqueza total y 30 por ciento más alto poseen 65.51 por ciento. Gran parte de la riqueza está concentrada en 10 por ciento más alto, estas familias acumulan 40.69 por ciento de la riqueza total.

Ahora bien, si consideramos a las familias que se encuentran 5 por ciento más alto, éstas poseen 29.7 por ciento de la riqueza total, y las familias que se encuentran en uno por ciento más alto poseen 11.31 por ciento de la riqueza total. La riqueza promedio tiene un valor de 168 500.7 pesos. Este valor es alcanzado apenas por algunas familias pertenecientes al decil 8, lo que significa que 74 por ciento de las familias se encuentran por debajo de dicho promedio.

La riqueza promedio para el decil 1 es de 10 572.2 pesos y para el decil más alto es de 685 549.35 pesos, la cual es 65 veces mayor que la del decil 1. La diferencia en la riqueza promedio del decil 10 respecto al resto de los deciles oscila entre 4 y 16.8 veces en orden decreciente. Ahora bien, si consideramos a las familias que están en el uno por ciento más alto de la distribución, podemos observar que éstas tienen una riqueza total de 20 699 962.9 pesos, con un promedio de 1 881 814.81 pesos.

Examinamos cómo se encuentra repartida la riqueza familiar entre las familias en Monterrey según los datos que se muestran en el cuadro 2, construido a partir de una distribución de frecuencia relativa para la variable rango de riqueza. Aquí encontramos que sólo una familia reportó un nivel negativo de riqueza, mientras que dos familias tuvieron un valor de riqueza de cero; sin embargo, las familias que pertenecen al grupo dentro del rango de riqueza más bajo, hasta un máximo de 50 000 pesos, representan 17.7 por ciento de la población total y la participación más baja de la riqueza total, 2.3 por ciento. El grueso de las familias se encuentran concentradas dentro de los rangos de riqueza de cero a 200 000 pesos. Aquí se encuentra 80.9 por ciento de todas las familias de la muestra; sin embargo, su participación de la riqueza total es de 45.8 por ciento, lo que significa que más que la mitad (54.1 por ciento) de la riqueza total es poseída por 19.1 por ciento de las familias. Sólo 27 familias poseen un nivel de riqueza por encima de 500 000 pesos, acumulando 21 por ciento de la riqueza total.

Como se puede observar en el cuadro 2, sólo nueve familias registraron los niveles más altos de riqueza. Estas familias representan menos de uno por ciento de la población de la muestra y poseen 10.5 por ciento de la riqueza total, y sus niveles de riqueza se sitúan por encima de 1 500 000 pesos, siendo su riqueza promedio casi 2 000 000 de pesos.

 

La composición de la riqueza familiar

El ordenamiento de las posesiones de riqueza familiar y sus montos como porcentaje de la riqueza total de cada tipo de activo nos indica que para el grueso de la población estudiada el valor neto de sus casas representa la mayor parte de su riqueza: 80.9 por ciento de su riqueza total.

Para el último grupo de familias, aquéllas en el decil 10, el valor que la casa tiene es menos importante dentro de la riqueza familiar de ese decil. Para este grupo de familias, la casa representa 63.9 por ciento. Mientras que los activos financieros representan una mayor participación de la riqueza familiar, no sólo en términos de porcentaje, sino también en su participación de la riqueza total. Este grupo de activos financieros por separado representa más de la mitad de activos financieros totales en la distribución total.

Para las familia en uno por ciento más alto, el valor neto de la casa representa sólo 15 por ciento de riqueza total poseída por este grupo de familias. Mientras la posesión de activos financieros representa 78 por ciento de la riqueza total dentro del decil y casi la mitad de toda riqueza financiera para toda la distribución (46.2 por ciento).

El cuadro 3 muestra los porcentajes que de la riqueza familiar representan el equipamiento del hogar, los carros, ingresos y gastos financieros, entre otros activos. Aquí observamos el grado de concentración de los tipos particulares de riqueza, la participación, en términos de porcentaje, de la riqueza familiar total que le corresponde a cada grupo por tipo de activo. Al ordenar la riqueza familiar de esta manera, observamos que 50 por ciento de las familias que se encuentran en la posición más baja acumula 19.65 por ciento de riqueza total poseída en esta forma. El próximo por ciento (20) tiene 17.98 por ciento de participación de la riqueza total, el otro 20 por ciento se incrementa a 26.17 por ciento y 10 por ciento más alto tiene 36.19 por ciento. Estas cifras nos dan una descripción clara de la concentración de la riqueza para 30 por ciento más alto de las familias; calculamos que estas poseen más de 62 por ciento del valor de la riqueza en la forma de casas.

La gráfica 1 muestra la riqueza familiar total dividida en riqueza material y financiera. Como hemos mencionado, 10 por ciento de familias poseen 40 por ciento de la riqueza total. Ahora, si atendemos la división aquí sugerida, material y financiera, estas familias poseen 38.4 por ciento de toda la riqueza material y 59 por ciento de la riqueza financiera. 5 por ciento más alto de las familias posee 27.4 por ciento de toda riqueza material con un valor neto de 43 704 444.0 pesos. Estos grupos de familias poseen 42.8 por ciento de toda la riqueza financiera con un valor de 5 992 642 pesos.

Moviéndonos hacia abajo de la distribución, 20 por ciento de las familias situadas en segundo lugar de la cima poseen 25.4 por ciento de toda la riqueza material y 5.9 por ciento de la riqueza financiera. Esto implica que 30 por ciento más alto de las familias poseen más de dos tercios de toda la riqueza material y más de tres cuartos de todo la riqueza financiera, lo que significa que 70 por ciento de todas las familias poseen sólo 36.2 por ciento de la riqueza material y 25.1 por ciento de la riqueza financiera.

Estas diferentes formas de ordenar la riqueza familiar confirman una y otra vez la distribución desigual de la riqueza familiar para un gran número de familias de Monterrey. Los niveles de concentración de la riqueza, por lo menos en la forma que la hemos definido, son extraordinariamente altos.

Desgraciadamente, para los propósitos de esta investigación, la existente limitación de datos sobre riqueza familiar para otros años debilita el poder explicativo que nuestros resultados, quizá, tengan.

Sin embargo, los resultados de nuestro estudio muestran un método que se podría seguir si nos interesa conocer el papel de la riqueza y su composición para determinar el peso relativo que tiene para explicar el impacto económico de la desigualdad.

 

La repartición del ingreso y la riqueza familiar

La metodología que se usó para estudiar la estructura de la riqueza familiar en el AMM tiene dos niveles de análisis. El primero se refiere a la medición del nivel de la concentración de la riqueza, esto es, medimos la proporción de la riqueza total poseída por un cierto porcentaje de las familias que pertenecen a cada decil de ingresos y riqueza. El segundo nivel se refiere a la medición de la desigualdad en la repartición de la riqueza familiar. Ordenamos las familias desde la más pobre hasta la más rica y las comparamos con una disposición perfectamente equitativa de la riqueza. Aquí estimamos el coeficiente de Gini.

El coeficiente de Gini se estima con la ecuación (1) para las distribuciones de ingresos en 1994 y 1998, así como para la riqueza en este último año.

G = 2 / (N - 1) Σi Yi - (N + 1) / (N - 1) (1)

Donde:

G = coeficiente de Gini para ingresos o riqueza en la unidad "i".

Yi = la participación del ingreso de la i-ésima familia.

N = el número de observaciones.

Los datos del ingreso familiar para 1994 nos dan un coeficiente de Gini de 0.64. Sabemos que si el coeficiente es cercano a cero la distribución es más equitativa y viceversa, si el coeficiente está cercano a uno. Por lo tanto, los datos de ingresos para 1994 muestran una desigualdad alta en la distribución del ingreso familiar; sin embargo, para 1998 el coeficiente de Gini para ingresos es 0.62, lo que significa que la distribución del ingreso familiar mejoró levemente en un periodo de cuatro años; en cambio, la distribución del ingreso en ambos años es muy iniquitativa.

En el cuadro 4 presentamos la proporción de ingresos y riqueza familiar de los totales para cada variable cuando las familias son ordenadas por decil de riqueza. Observamos que 20 por ciento más pobre, en términos de riqueza, posee 9.74 por ciento del ingreso total, mientras que 20 por ciento más rico concentra 49.44 por ciento. En contraste con estas cifras, para la misma variable obtenida cuando las familias son ordenadas por deciles de ingreso, vemos que en este nuevo ordenamiento por decil de riqueza se muestra una mejor distribución en todos los deciles; sin embargo, la situación económica de las familias no ha cambiado; la única cosa que cambió fue la forma en que las familias fueron ordenadas. Esto causó un cambio en la estimación del coeficiente de Gini a un nivel más bajo: 0.41 en comparación con 0.62 obtenido cuando las familias fueron agrupadas por deciles de ingreso.

El mismo fenómeno sucede para la riqueza familiar. Ordenando las familias por decil de riqueza, obtenemos que 20 por ciento más pobre posee 3.06 por ciento de riqueza total, mientras que 20 por ciento más rico detenta 55.27 por ciento. Aquí, el valor del coeficiente de Gini aumentó a 0.54, comparado con un coeficiente de Gini de 0.32 que se obtendría si las familias fuesen ordenadas por deciles de ingreso.

Sin embargo, estos diferentes valores de la propiedad de riqueza por decil de riqueza no significan que la primera haya cambiado. No ha habido ninguna transferencia de ingresos o riqueza de los deciles más altos a los más bajos. La única cosa que cambio es el referente. De acuerdo con lo anterior, la concentración de la riqueza familiar ordenada por decil de riqueza muestra una centralización más marcada que cuando ésta es ordenada de acuerdo con el decil de ingresos. Comparando los resultados de los cuadros 4 y 5, vemos que las familias en el decil 10 poseen 40.7 por ciento de riqueza total (29.9 por ciento si la riqueza es ordenada por decil de ingresos). Mientras que los deciles del 1 al 5 muestran mayores niveles de participación de la riqueza total de acuerdo con el ordenamiento en deciles de ingreso que con los de riqueza.

¿Por qué el grado de concentración de la riqueza familiar es mucho mayor que el encontrado cuando las familias son ordenadas por ingresos? Evidentemente, los ordenamientos por ingreso o riqueza no corresponden muy de cerca el uno del otro. De otro modo, todos los poseedores de riqueza en la cima estarían en la cima de la distribución del ingreso, y habría poca diferencia si el ingreso o la riqueza fueran usados para ordenarlos.

Así que evaluar los niveles del bienestar de las familias solamente desde la perspectiva de los ingresos no nos da una imagen completa de su situación económica, aunque esto es lo que los estudios de la pobreza hacen. Según Wolff (1995), el ingreso en cualquier año es una medida de la posición económica de una familia; sin embargo, puede variar grandemente de un año a otro. Así, una familia con un ingreso alto, pero sin riqueza, no elimina su vulnerabilidad. Por lo tanto, la riqueza es un mejor indicador de la seguridad económica en el largo plazo.

Una posible manera de interpretar los datos muestrales es observarlos como una consecuencia de la conducta de las familias en el largo plazo en la adquisición del patrimonio familiar que proviene del consumo de bienes duraderos y quizá de la herencia; esta última es una línea de investigación que necesita ser explorada.

Por supuesto, la casa es el activo más importante poseído por familias. Esto puede explicar parte de las diferencias entre las participaciones de los ingresos y la riqueza. Para aquellas familias en la parte más baja de la distribución existe una participación más grande de la riqueza familiar sobre el ingreso, lo que funciona como una reserva que les ayuda a resolver su falta de ganancias equitativas.

Sin embargo, cuando vemos la composición de la distribución de la riqueza e ingresos familiares, se observa que hay una alta concentración de la riqueza entre las familias que se encuentran en lo alto de la distribución, como se muestra en el cuadro 4. Los deciles 8, 9 y 10 tienen 65.27 por ciento de la riqueza total. Observamos también que a medida que nos movemos hacia los deciles más bajos, la riqueza promedio familiar disminuye drásticamente, especialmente la propiedad de los activos financieros. En contraste, el ingreso está menos concentrado que la riqueza: las familias en los deciles 8, 9 y 10 tienen una participación de 59. 6 por ciento de los ingresos totales.

Si ahora medimos los niveles de desigualdad en los ingresos y riqueza familiares notamos que hay una disminución en los ingresos para las familias en los grupos de ingresos más bajos (1 y 2), disminuyendo su participación relativa de 3.4 por ciento, en 1994, a 2.78 por ciento, en 1998. También disminuyeron los ingresos de las familias en el decil más alto (10) de 50.9 por ciento, en 1994, a 46.68 por ciento, en 1998; sin embargo, estas disminuciones en el ingreso podrían estar relacionadas con el incremento de la proporción de familias que reciben menos de dos salarios mínimos mensuales, que aumentó de 35.24 por ciento, en 1994, a 43.67 por ciento, en 1998. A pesar de este corto periodo (cuatro años), el número de personas en el grupo de ingresos más bajo (aquellos que reciben, en promedio, un salario mínimo mensual) se duplicó o más. Es importante tener presente que con la disminución relativa en la participación de los ingresos de los grupos de ingresos más bajos y la baja en la participación para el grupo de ingresos más altos (que también disminuyó), aumentaron su participación los grupos de ingresos medios y medios altos, es decir, las familias pertenecientes a los deciles 3 al 9.

En resumen, vemos un proceso general de la disminución global de la desigualdad a favor de los grupos de ingresos 3 a 9 y contra los grupos de más bajos y de más altos ingresos. Esto no significa que la pobreza ha disminuido. Por el contrario, la población en el grupo de ingresos más bajos se incremento considerablemente en 138.7 por ciento. Estos resultados son consistentes con la situación nacional en el periodo considerado.

Si los datos de la muestra son representativos de nuestra población objetivo, entonces los resultados del estudio muestran que hay evidencia sustancial para expresar que la riqueza familiar se distribuye de manera desigual entre las familias de Monterrey.

 

Conclusiones

Han habido pocas investigaciones en México sobre la estructura de la riqueza familiar y los patrones sobre cómo es poseída por las familias; particularmente para el Área Metropolitana de Monterrey la investigación sobre este tema es casi nula. Cuando se ha investigado la posición económica relativa de los individuos, los investigadores lo han hecho desde la perspectiva de ingresos. Puente Leyva (1970), usando datos de una muestra de ingresos, analizó la distribución de ingresos entre individuos a mediados de la década de los sesenta, y Vellinga (1988) estudió la distribución de ingresos y riqueza durante la década de los ochenta en Monterrey; sin embargo, estudió la distribución de la riqueza usando sólo información de fuentes secundarias.

Algunos investigadores del Reino Unido, como Atkinson, Nolan y Lyons han usado datos de impuestos para estudiar la distribución de la riqueza familiar; afirman que esta información representa más adecuadamente la riqueza poseída por aquellos que se encuentran en lo alto de la distribución; sin embargo, este tipo de datos no dice mucho acerca de la mitad más baja o de dos terceras partes de la distribución de la riqueza, y están más relacionados a individuos antes que a familias. Además, no permiten estudiar el nivel y la composición de la riqueza con todo detalle y no es posible relacionarlos con otras características de las familias, aspectos a los que hemos puesto especial atención en otro estudio (Noyola, 2000).

Para los propósitos del estudio, los datos de los impuestos no tendrían suficiente confiabilidad porque los registros de impuesto no están disponibles para la mayor parte de nuestra población objetivo. Mucha gente que recibe ingresos por debajo de cinco salarios mínimos, en general no pagan impuestos sobre la renta. Este es el caso de 56.4 por ciento de las familias de Monterrey.

Los resultados de la muestra recogida para Monterrey señalan que la riqueza familiar se encuentra muy concentrada en 30 por ciento más alto de la distribución, donde se acumula 65 por ciento de la riqueza total y 59.6 por ciento de los ingresos totales, cuando las familias son ordenadas por deciles de riqueza. Ahora bien, cuando las familias son ordenadas por deciles de ingreso, la riqueza que concentra 30 por ciento más alto es de 53.4 por ciento y 72.1 por ciento de los ingresos totales.

Con estas dos formas de agrupar a las familias, por deciles de riqueza e ingreso, obtenemos diferentes índices de Gini para el ingreso y la riqueza familiares para los años 1994 y 1998; sin embargo, en todos los casos, los coeficientes de Gini indican una marcada desigualdad en la distribución. En términos generales, la riqueza familiar se encuentra más iniquitativamente distribuida que el ingreso.

La casa es el principal activo que poseen las familias en Monterrey, debido a que, en promedio, 86.5 por ciento de las familias son dueñas de su casa. La riqueza promedio es de 168 500 pesos y el valor promedio de la casa es de 141 303 pesos, aunque tres cuartas partes de las familias poseen casas que valen menos que ese promedio.

La mayoría de las familias, 80.9 por ciento, se ubican dentro del rango de riqueza de 0 a 200 000 pesos y para estas familias la casa representa aproximadamente 80 por ciento de la riqueza. En relación con la riqueza financiera, ésta se encuentra concentrada entre las familias pertenecientes al decil 10, acumulando 59 por ciento de ésta.

Las limitaciones implícitas en los datos muestrales hacen que la riqueza familiar no se refleje bien en nuestro estudio. Fundamentalmente debido a problemas de subestimación de los activos financieros y a la valoración de los activos materiales proporcionados por las familias en las entrevistas y al involucramiento del entrevistador. Esto nos hace sospechar que una gran proporción de la riqueza familiar total se pierde en el estudio; sin embargo, la posesión de la casa, el equipamiento del hogar y los carros están presumiblemente mucho más bien representados en la distribución, pero aún esto no garantiza que los resultados de la muestra en nuestro estudio sean una fuente segura para la porción superior de la distribución.

Para tratar de decir algo respecto a la limitación de la información, acudimos a los datos disponibles sobre la propiedad de activos financieros y riqueza material de otras muestras para Monterrey y México. Los patrones observados para la propiedad de activos financieros en estudios nacionales respecto a los patrones mostrados en nuestro estudio sugieren que el patrimonio e inversiones perdidas están probablemente concentradas hacia la cima. Por el contrario, los depósitos de ahorro y los retiros que quizá estén perdidos pueden estar más uniformemente distribuidos, pero es posible que un número pequeño de familias ricas pueden representar gran parte de la riqueza perdida en esta forma. Independientemente, aquéllos sólo representan un número muy bajo de las cuentas omitidas.

Desgraciadamente, en la medición del tamaño de la riqueza familiar hay varias formas de activos materiales de las cuales no podríamos capturar sus valores. Por lo que la riqueza poseída en la forma de activos de negocios representa un problema muy específico de subestimación de la riqueza familiar, así como la propiedad familiar de otra propiedad. Tenemos poca idea acerca del grado de subestimación o la manera en la que podrían estar esparcidos sobre la distribución. Verdaderamente fue casi imposible obtener información de esta clase de activos. En la mayoría de los casos, la entrevista sucedió en la residencia de las familias y muchas amas de casa respondieron el cuestionario. Adicionalmente, estos tipos de activos implican problemas de valoración. Sería difícil obtener cualquier indicación de la naturaleza o dirección del sesgo.

Para otros tipos de propiedad, la riqueza poseída en estas formas en lo muy alto de la distribución es probable que estén subestimadas en el estudio. Esto se puede deber simplemente al pequeño número de familias que en ese punto de la distribución no se capturaron.

Suponiendo que las formas de riqueza que no capturamos en el estudio estuvieran distribuidas de acuerdo con lo que hemos visto, 10 por ciento más alto tendría una participación de casi la mitad de toda la riqueza. Además, alguna propiedad omitida es probable que esté concentrada muy fuertemente entre sí. Sobre la base de tales consideraciones —lo que se debe tomar como altamente especulativo y tentativo— podría ser que 10 por ciento más alto posea casi la mitad de toda la riqueza familiar.

Un supuesto alternativo podría ser de que la riqueza de cada tipo esté más concentrada hacia la cima que la riqueza reportada de ese tipo. (Tomamos esto como el otro extremo, ya que es improbable que la riqueza perdida —omitida— esté menos concentrada hacia la cima). Con esa base, la participación de 10 por ciento más alto subiría todavía sustancialmente: del "observado" 40 por ciento en la muestra a cerca de 48 por ciento, esto debido a que ese 10 por ciento en la muestra actualmente tiene una participación muy grande del total de los activos financieros reportados.

Finalmente, si nuestros datos son representativos para las familias regiomontanas, observamos que ha habido un proceso generalizado de disminución de la desigualdad a favor de los grupos de ingresos en los deciles 3 al 9 y contra el grupo de ingresos más bajos, deciles 1 y 2, y el de más altos ingresos, decil 10. Esto no significa que la pobreza haya disminuido. Por el contrario, aumentó 138.7 por ciento las familias con los ingresos más bajos. Así, los resultados del estudio muestran que la riqueza familiar se distribuye de manera desigual entre las familias de Monterrey.

 

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Notas

* Ponencia presentada en la mesa 4: Familia, empleo y pobreza, en el Encuentro Nacional. La población en México: cambio demográfico y consecuencias sociales, en la Universidad Autónoma del Estado de México, celebrado el 26 y 27 de octubre de 2000.

 

Información sobre el autor

Juan Noyola. Economista y filósofo de la ciencia; Doctor en Economía por la Universidad de Notre Dame. Actualmente es investigador de El Colegio de la Frontera Norte; se ha desempeñado como docente en diversas instituciones del país. Fue asesor externo de la Secretaría de comercio y Fomento Industrial en la embajada de México en Canadá y Visiting Sholar en la Universidad de Texas en Austin. Fue becario Fulbright de 1990 a 1993. Sus publicaciones más recientes son The Distribution of Household Wealth in Monterrey, Mexico in the 1990's, 2000; "Maquilas, ingresos y empleo en los estados fronterizos del norte de México", en La economía de la frontera México-Estados Unidos en el siglo XXI, Colef, en prensa; "El ingreso y la riqueza familiar, y niveles de pobreza", en Cuadernos de Trabajo, Colef, en prensa, y "La distribución de la riqueza y la pobreza en Monterrey", en Cuadernos de Trabajo, Colef, en prensa.

Correo electrónico: jnoyola@infosel.net.mx

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