SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.6 número26Organización y características sociodemográficas de las unidades domésticas de producción campesina: Un estudio exploratorio en tres comunidades productoras de tabaco en la región costa norte de NayaritAlgunas aportaciones de la demografía histórica en el occidente de México: Siglos XVIII y XIX índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Papeles de población

versão On-line ISSN 2448-7147versão impressa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.6 no.26 Toluca Out./Dez. 2000

 

Significando y resignificando la productividad. Análisis socioeconómico de pequeños productores en el norte de Chiapas

 

Virginia Ivonne Sánchez Vázquez, Guillermo Montoya Gómez, Fernando Limón Aguirre y Emma Zapata Martelo

 

Conservation International A.C.

El Colegio de la Frontera Sur.

El Colegio de Posgraduados de Chapingo.

 

Resumen

El artículo analiza las transformaciones históricas de los valores y significados otorgados al trabajo, por los miembros de dos ejidos étnica y agroecológicamente diferenciados del norte de Chiapas. La herramienta teórico-metodológica utilizada es la propuesta por Bourdieu (1991, 1999), sobre las nociones del campo y habitus. Ésta permite analizar las evaluaciones derivadas de las "posiciones" que desempeñan los productores en la estructura socioeconómica local, regional y extrarregional. Así, se observa la producción de las prácticas y representaciones sobre el trabajo, disponibles para ser objetivamente diferenciadas y clasificadas (Bourdieu, 1999; Magaña 1999). El trabajo productivo posee elementos significativos que se transforman tanto temporalmente, como por las influencias intra y extradomésticas, provenientes de las irrevocables determinaciones macroeconómicas.

 

Abstract

This article is an analysis about historical transformation of values added to the productive work. These values and meanings come from members of ethnical and agroecologycal different communities. The theorical and methodologycal framework about "Campo" and "Habitus" are Bourdieu´s proposal. This proposal allows to analyze the values of the positions that develop farmers within local, regional and extra regional socioeconomic structure. From the positions we can observe practices and performances about the productive work, being these practices completely analyzed and classified (Bourdieu, 1999; Magaña, 1999). The productive work has meaningful elements wich change in time besides the in and out domestic influences done by macro economical issues.

 

Introducción

En el debate conceptual sobre los campesinos se encuentran diversas definiciones que los ubican como una categoría política y cultural; como un discurso justificante en la política económica; como un grupo heterogéneo diferenciado principalmente por el destino de su producción, bien sea para el autoconsumo, o bien dirigida al mercado. Se les caracteriza como seres anacrónicos, utópicos, marginados; y en términos económicos son observados como trabajadores rurales por cuenta propia y con algún acceso a la tierra (Edelman 2000; Bartra 1998; De Teresa 1999)1.

En México, los campesinos están sujetos a una serie de políticas agrarias que, en la actual mundialización de la economía, los gobiernos en turno (desde 1982) implementan como parte de los ajustes dictados por el Fondo Monetario Internacional y por el Banco Mundial. Deben entonces coexistir con la privatización ejidal, con las constantes reestructuraciones a los subsidios agrarios y con una fuerte presencia de la banca comercial en el agro (Petras y Morley 1999; Montoya 1998; Zemmelman 1998; Appendini n.d.). Es en este contexto que producen y reproducen su existencia; recreando, además, los valores y significados asociados a sus múltiples actividades en el continuo productivo2.

Considerando esta última idea, las siguientes líneas presentan un análisis a las transformaciones históricas de los valores y significados otorgados al trabajo, por parte de los pequeños productores campesinos, miembros de dos ejidos étnica y socioeconómicamente diferenciados: Plan Paredón (grupo étnico zoque) y Francisco I. Madero (grupo étnico tzotzil), ambos pertenecientes al municipio de Jitotol en la Región Económica Norte de Chiapas.

La herramienta teórico-metodológica utilizada para comprender los procesos de significación y resignificación de las actividades productivas elaboradas por los productores, es la propuesta por Bourdieu (1991, 1999), sobre las nociones de campo y habitus (que se discutirán en el siguiente punto).

Con estas nociones es posible analizar las evaluaciones derivadas de las posiciones que desempeñan los productores en la estructura socioeconómica local, regional y extrarregional. Además, se observa la producción de las prácticas y representaciones sobre el trabajo, disponibles para ser objetivamente diferenciadas y clasificadas (Bourdieu 1999; Magaña 1999).

El ejercicio comparativo entre ambas localidades permitió conocer las similitudes y diferencias en las percepciones de los individuos sobre su trabajo cotidiano. Para esto se realizaron tres procedimientos exploratorios: se aplicó un censo socioeconómico a los grupos domésticos3 en ambos ejidos para conformar respectivamente sus estratificaciones4; posteriormente se aplicaron entrevistas a profundidad sobre las experiencias y percepciones del trabajo a 12 grupos domésticos, considerando dos estudios de caso5 para cada estrato, por ejido6. Finalmente, se desarrolló un grupo de discusión con informantes clave para recopilar la historia oral sobre las experiencias de trabajo a lo largo de sus vidas.

La investigación se apoyó en tres ideas básicas:

a) Hay varias alternativas productivas o de trabajo (agropecuarias de autoconsumo, comerciales, jornalerismo, entre otras), al interior de los ejidos de estudio. Aún cuando ambas localidades son consideradas como de alto grado de marginación (CONAPO 1991; Salvatierra 1995), existe en su interior una estratificación socioeconómica objetiva, que es derivada y generadora de una estructura de prestigio7.

b) En las estructuras socioeconómicas de los ejidos se manifiestan las diversas posiciones y disposiciones de los agentes domésticos para apostar a las mejores prácticas económico-productivas del campo socioproductivo8. Frente a diversos contextos socioeconómicos familiares, locales y regionales, los grupos domésticos desarrollan, por un sentido práctico9, las actividades productivas que aseguren su reproducción temporal y espacial.

c) El trabajo productivo posee elementos significativos que se transforman tanto temporalmente, como por las influencias intra y extradomésticas, provenientes de las irrevocables determinaciones macroeconómicas.

Con base en estas afirmaciones se hace el siguiente ejercicio analítico, para conocer y comprender los valores y significados asignados a las actividades productivas en diversos espacios temporales, así como también conocer los factores cuantitativos y cualitativos que influyen en la significación-resignificación de las actividades productivas domésticas.

 

Trabajo y reproducción doméstica: perspectivas teóricas

Para comprender la significación de las actividades económico-productivas (trabajo), bajo el sucesivo impacto de la globalización, es útil definir a esta última como un cosmos económico10.

Las determinaciones extradomésticas influyen en los procesos productivos domésticos absorbiéndolos o excluyéndolos. Tal influencia se deriva de la intención en estos microcosmos11 por participar o no en los procesos de "mundialización" económico-productiva (por ejemplo, participar en la moda de producción y consumo orgánicos); algunos buscan recibir a cambio puntos simbólicos importantes que elevan su posición dentro de las estructuras locales de prestigio (Bourdieu 1999).

Para comprender las percepciones de las actividades económicas domésticas en el agro chiapaneco, es necesario acotar la definición central en este análisis, esto es, el trabajo. La perspectiva occidental, denominó trabajo a todas las actividades necesarias para extraer de la naturaleza los medios básicos de reproducción. Sin embargo, de acuerdo con Godelier (1980), las palabras para referirse al trabajo, tienen un significado particular en cada grupo social y se modifican conforme éste se va transformando cotidianamente. Por ello, tal noción está precedida de ideas pertenecientes a una cultura y a un período, y sólo tiene sentido dentro de ese espacio y tiempo. "El trabajo es un ámbito de experiencias que contribuye a la constitución de subjetividades" (Godielier 1980:170).

Actualmente, el trabajo excedente está regido por el capital global, por la división social y sexual del trabajo, y por la cooperación entre los individuos en el proceso productivo (Cook y Binford 1995). De hecho, toda sociedad tiene una jerarquía social entre sus formas de reproducción económica, que implican un sistema complejo de representaciones (por ejemplo el prestigio), para definir los valores que legitiman los efectos sociales resultantes de su estructuración económica.

Aún cuando las actividades económicas se basan en diferentes formas de división del trabajo que asignan tareas a los individuos de acuerdo con su sexo, edad, rango, o clase, etc., "es un error considerar la división del trabajo como el inicio para comprender las representaciones que una sociedad construye sobre su trabajo; pues ésta es un efecto de la jerarquía social y no una causa" (Godelier 1980:165).

Investigaciones sobre los grupos domésticos demostraron que las actividades productivas cumplen por una parte, la función de manutención cotidiana; pero además, realizan la transmisión inter e intrageneracional de aspectos sociales e ideológicos que fundamentan las conductas y las normas sociales, tales como las costumbres y prácticas culturales (Wheelock y Oughton, 1996; De Oliveira, Pepín y Salles 1989).

Existe una estructura local de prestigio aunada a la estratificación económica, donde los individuos (y grupos) alcanzan ciertas posiciones en su estatus, como resultado de la evaluación social realizada de forma individual y colectiva (Ortner y Whitehead 1996). Éstas evaluaciones subjetivas dan un sentido total (económico, simbólico, etc.), a las acciones de reproducción cotidiana (Toledo n.d.).

Por ello, la noción de habitus, considerado como ese sentido de ser y estar en la posición correspondiente a las propias capacidades; es el elemento teórico que permitió comprender los sistemas y subsistemas de interrelaciones que conforman los espacios socio-productivos incesantemente cambiantes de la realidad.

 

Los significados del trabajo en los grupos domésticos a la luz de la historia

Con las entrevistas a profundidad se detectaron al menos tres factores relevantes en los procesos de significación, sobre las actividades económicas de los grupos domésticos abordados: 1) la historia, 2) la acumulación de capitales, y 3) las relaciones sociales que conforman el espacio socioproductivo de los ejidos presentados.

Las experiencias históricas sobre el trabajo en los grupos domésticos esbozaron el contexto sobre el que ahora se desenvuelven; donde actualmente tiene un peso determinante la acumulación de los diversos capitales (económicos, de información; educativos y de prestigio, entre otros) adquiridos en este devenir. A ella se les aúnan relaciones generacionales y genéricas socialmente determinadas y consecuentemente, determinantes.

Cada espacio socioproductivo (etapa histórica) da pauta a una estructura socioeconómica proveniente de aspectos tanto cualitativos como cuantitativos que la conforman. Esta estructura se manifiesta en una diferenciación de productores (estratos altos, medios y bajos), e implica formas particulares de organización social (local y extralocal), para la producción. A esta última se le asignan diversas formas de significación y valoración, según la posición que en ella ocupan los productores.

La correspondencia que se observará posteriormente, entre las posiciones que ocupa cada grupo doméstico y sus procesos de percepción, nunca tiene carácter lineal. Los procesos de percepción se establecen mediante las estrategias prácticas implementadas en el seno de los distintos grupos domésticos y la organización comunitaria.

Lo anterior implica un dominio desigual de las estrategias de reproducción específicas a cada grupo doméstico, legadas en gran parte por sus generaciones precedentes. Los grupos domésticos (tras una previa objetivación histórica12) aprehenden el ámbito de las posiciones como un espectro de opciones reales; reconociendo las cosas determinadas como "viables" por hacer (Bourdieu 1999).

Por ello, históricamente no hay reacciones iguales en ambos ejidos. Los productores expusieron de manera diferenciada sus habitus'13, incorporados a través de las experiencias acumuladas, y elaboraron diferentes respuestas, marcadas por las estructuras que les formaron y que moldearon sus posibles acciones, incluso colectivas14, como se observará en este escrito.

En los siguientes apartados sobre los espacios sociales se presentan testimonios de las percepciones de los productores con respecto de sus actividades productivas cotidianas. El objetivo es mostrar los significados y valoraciones tanto en un ejercicio diacrónico (en la finca, la transformación agraria y en la actualidad), como de manera sincrónica entre los ejidos y sus estratos (alto, medio y bajo).

El periodo de la finca

Para hacer un análisis retrospectivo y ubicar los elementos pasados (siglo XVIII hasta la actualidad), que aún hoy influyen en los modelos económico-productivos de la región de estudio, tiene sentido conocer el contexto macro y microeconómico en que las fincas se reprodujeron.

A fines del siglo XVIII y durante el XIX, los franciscanos administraron la agro-región exportadora de Simojovel (municipio vecino a Jitotol, en la zona norte de Chiapas), e introdujeron nuevos patrones económico-productivos, con sus correspondientes modificaciones en las pautas de trabajo comúnmente realizadas por los productores (Toledo 1999). Esto insertó a la región en una dinámica de agroexportación, promoviendo la producción de cultivos como el café y el tabaco, para satisfacer los requerimientos del mercado exterior15.

Coincidiendo con Toledo (Ibídem: 9): "este proceso (agroexportador) reflejó la consolidación del capitalismo como eje del sistema mundial. Situación prevaleciente que actualmente ha sufrido transformaciones de forma, (Viejo vs. Nuevo Mundo / Centro vs. Periferia), mas no de fondo. Esta situación continuó hasta la segunda mitad del siglo XX, bajo el sistema productivo de las fincas cafetaleras y/o tabacaleras para cubrir demandas de exportación. Las conductas de reproducción cotidiana (habitus) durante la finca se caracterizaron por la posición que cada jefe de familia desempeñó en ese espacio socio-productivo. Posiciones derivadas de las relaciones establecidas entre éstos y el finquero.

Las actividades durante ese espacio productivo fueron las mismas que ahora (el sistema de la milpa, el cultivo del café, del tabaco y la ganadería mayor y menor). Sin embargo, parte del trabajo se destinaba a los sistemas productivos propios de la finca, con beneficios obvios al dueño y pequeños o nulos ingresos para los trabajadores. A estos últimos se les circunscribió en un sistema de deudas por medio de la compra de básicos a cuenta. Situación administrativa similar para ambos ejidos.

Los trabajadores no tuvieron actividades ni ingresos homogéneos, pues los peones debieron enfrentar fuertes restricciones económico-reproductivas impuestas en este medio. En cambio los mozos o cuidadores de las fincas, gozaron de mayores beneficios en diversos tipos de capitales (económicos, de prestigio y de aprendizaje —transmisión de información—, principalmente).

Considerándolos en conjunto, todos ellos (finqueros y trabajadores) conformaron el espacio socio-productivo de las fincas que, con sus respectivas posiciones exclusivas y excluyentes, formaron la red de relaciones entre los diversos agentes sociales.

A continuación se analizan los elementos que contribuyeron a otorgar cierta valoración al trabajo productivo en las fincas de San Francisco, actual ejido Francisco I. Madero; y San Ramón, ejido de Plan Paredón. Para ello, se presentan fragmentos de las entrevistas realizadas a los habitantes de ambos ejidos en marzo de 1999.

Francisco I. Madero

Según comentaron los campesinos, en las tierras de San Francisco se ubicó el casco de la finca donde el dueño tenía sus cafetales. La zona habitacional de ellos y los "trabajaderos" (área para cultivos de autoabasto) estaban en lo que ahora constituye al actual ejido Francisco I. Madero.

Los productores locales permanentes, con estrecha relación hacia el finquero, trabajaron como vigilantes, cuidadores y caporales, principalmente; y unos más tuvieron actividades permanentes brindando servicios de mantenimiento en la finca. Quienes trabajaron como jornaleros y peones laborando en tiempos estacionales, ocuparon una posición marginal con respecto al finquero y a los recursos agrarios, poseyendo las tierras con más bajos rendimientos. Esto aún hoy persiste y su situación económico-productiva es bastante crítica.

El trabajo durante ese período, independientemente de la posición desempeñada —con excepción del finquero y su familia— fue percibido como negativo. Los argumentos al respecto fueron diversos; destacándose algunos aspectos.

La población inmersa en dicho sistema no tuvo opciones de trabajo en otros ámbitos productivos:

... la gente grande de aquí, allá nacimos, otros vinieron de lejos; llegaba mucha gente a trabajar, como sólo allí hay dinero. Estamos acostumbrados y nos pagan muy poco, no salimos a otro lugar, porque no hay 'onde'. (Jefe de grupo doméstico 1).

Las actividades económicas realizadas se consideraron más como pérdida y maltrato que como estrategia de reproducción económica:

Antes teníamos que cortar café, y por hectárea pa' pizcar. Yo era niño y trabajaba con mi papá. Si no hay ganas ¡mmh!, pa' nosotros quiere castigo, puros varazos y, ellos de grandes, trabajan todos los días sin descansar. Puro trabajo del señor, nada de uno (Jefe de grupo doméstico 5).

Se crearon subsistemas para reafirmar la posición de dominación-subordinación al interior de las fincas. Como ejemplo, el enganche por medio de deudas a cuenta:

"...les traían cosas a vender: maíz, sal, ropa; lo traían todo de San Cristóbal, y ahí lo van anotando en su cuenta del señor, aunque uno no tiene ni tierra ni paga. Es deuda" (Jefe grupo doméstico 9).

Plan Paredón

En los relatos expresados por los pobladores de Plan Paredón, se ubicó su actual asentamiento como "el trabajadero", durante el funcionamiento de la finca que se llamaba San Ramón. Ahí se sembraba maíz y frijol. La zona habitacional se ubicó en el ahora ejido Cálido, mientras que el casco de la finca estaba en los terrenos del actual ejido "San Ramón". Allá cortaban caña y trabajaban en los cafetales del finquero; pero igual que en Francisco I. Madero, al trabajo durante la finca se le asignan valoraciones claramente negativas.

Pese a que las actividades productivas eran, en su sentido físico, las mismas que se realizan ahora, su representación fue significativamente diferente, considerándolas incluso como una limitante para el desempeño económico personal:

En la finca, es el mismo trabajo de ora, pero pior; y el domingo, no lo dan entero, vamos a trabajar todavía, o a cambiar ganado, o a trai leña; ya después dejan medio día, pero medio día ¿qué hace ya?, ya no trabajo lo mío porque estoy cansado (Padre del Jefe grupo doméstico 3).

El sentido de expropiación tomó cuerpo incluso en la distribución agraria, pues aún con las modificaciones en la tenencia de la tierra (ejido), el acceso a este recurso capital resultó enteramente injusto:

... sólo un poquito de milpa se hacía, no hay terreno, puro gente rico lo tiene el terreno; si llegan a mandar un poco el gobierno y le dan un su papelito a cualquiera, entonces ellos ya dicen, es mi terreno. ¡Se aprovecharon! (Jefe grupo doméstico 7).

En Plan Paredón incluso el acceso a recursos vitales como el agua estuvo condicionado a la realización de los trabajos:

Ese tiempo sufrí mucho porque otro lugar no había cerca, todo era puro monte (...) No sabíamos cuál otro trabajo hacer y ni teníamos cómo (...). Ellos tenían el ojo de agua decían ?"han de trabajar para tomar agua"?. Los que van así nomás los corren con chucho [perro] (Jefa grupo doméstico 4).

Con base en los relatos anteriores, se puede afirmar que los grupos domésticos trabajaron en el sistema productivo de las fincas porque no había otras opciones reales a nivel regional donde pudieran asegurar su reproducción. Tal participación implicó la total utilización de la mano de obra familiar disponible, con mínimas o inexistentes retribuciones y grandes restricciones.

En este espacio social de la finca se generaron diversos sistemas económico-simbólicos para reforzar las posiciones diferenciales que cada grupo familiar desempeñó: el finquero y su familia por una parte; y los trabajadores por la otra. Esto contribuyó a que en la transición agraria, la población retomara estos hechos y los objetivara, para tomar un sentido de anhelo colectivo en sus futuras actividades productivas.

La transición agraria

Las conductas de reproducción cotidiana cambiaron hasta el período de transición agraria en la década de 1980, según los informantes entrevistados en este estudio. Bajo esta nueva dimensión histórica, las posiciones desempeñadas por los finqueros y los trabajadores variaron por factores diversos.

La intencionalidad de los finqueros sobre los recursos disponibles (preservar su posición o cambiarla), los capitales acumulados de los trabajadores durante la finca (dinero, ganado menor, prestigio), y las percepciones sobre las posiciones de ambos agentes hasta ese período desempeñadas entraron en juego de manera "decisiva". Los capitales acumulados y la capacidad de objetivar elementos históricos, necesarios para reformar las perspectivas cotidianas (Bourdieu 1991), estructuraron las posiciones que cada grupo doméstico desempeñó en el período de transición agraria, base de la situación actual.

Cuando al nivel nacional la figura agraria del ejido se aplica en la década de los 1940's, en esta zona de Chiapas tal modificación está ausente hasta ya entrada la década de los 1980, cuando las comunidades rurales se organizan e invaden los cascos de las fincas (Toledo 1999). La participación comunitaria en tales movimientos dependió de la cohesión y organización existente entre los trabajadores de las fincas, la cual a su vez, se derivó de los sistemas de percepciones y valoraciones compartidos, o sea del habitus como esquema de autopercepción y por consiguiente, de identidad (Giménez 1994).

Los ejidos estudiados son un claro ejemplo de ello, pues aún cuando en la finca de San Francisco la población era totalmente tzotzil, al llegar de diferentes asentamientos o rancherías, no pudo conformar el sentido de colectividad organizada y compartida por un mismo espacio físico e histórico. El caso la finca San Ramón, donde todos los trabajadores pertenecían al mismo asentamiento, respondió de diferente manera.

En la finca de San Francisco, el habitus se tornó reflexivo, o se cuestionó la realidad, cuando el finquero transformó a sus trabajadores en pequeños propietarios, ante la amenaza regional de invasiones a las fincas; esto a su vez, tornó reflexiva (cuestionable) la pauta de reproducción cotidiana del finquero.

A diferencia del caso anterior, el habitus en la finca de San Ramón se tornó reflexivo cuando el trabajo realizado por los campesinos fue evaluado como injusto por parte de los profesores rurales; ellos les proporcionaron la información necesaria para iniciar la lucha física y simbólica que transformó su cotidianeidad.

Francisco I. Madero

El poder reconocido y otorgado al finquero, y la participación activa y "obediente" de ciertos trabajadores, permitió establecer una relación de condescendencia entre ambos agentes. Esto influyó en las decisiones del finquero para no perder sus capitales fijos con las invasiones. Formó un grupo de "socios" compradores de la finca y con ello reforzó su posición socioeconómica (propietario de los medios vs. trabajadores), hasta entonces prevaleciente.

La información agraria disponible por el finquero cimentó la posibilidad de conservar su status y capitales monetarios, asegurando el pago de sus tierras ante el riesgo de perderlas. Seleccionando los compradores relegó a quienes carecieron de posibilidades para solventar una deuda y adquirir la tierra. Frente a este fenómeno, los trabajadores mostraron una autopercepción de incapacidad (carencia de información de "capital" importancia) para realizar cualquier tipo de movimientos agrarios por propia iniciativa:

Porque nos orientó el dueño, pues como nos vio muy pobres, nos ayudó bastante pa' conseguir el crédito; nosotros solos, no, ¿ónde vamos decidir comprar? No hay cómo pues (Jefe grupo doméstico 9).

El señor es buena gente, y a cadi'quien como vio fue diciendo que vamos a formar un grupo de socios, y después dice cómo conseguir para ir pagando (Jefe grupo doméstico 6).

A diferencia de los relatos anteriores, la esposa del jefe del estrato bajo expresó su sentido de exclusión para formar parte de la asociación de compradores:

No hay cómo, de mi papá que vino de la ranchería y consiguió trabajo acá, pero ¿onde hay pa' comprar terreno? Sólo al que él quiere llama, pero así a uno, no (Esposa del jefe del grupo doméstico 1).

Con base en estos tres testimonios se observa la estrategia exclusiva y excluyente, en función de una estratificación totalmente clara para el finquero; quien conformó la sociedad de compradores sin poner en riesgo la transformación de su capital fijo y, sobre todo, de su forma de vida o habitus.

Plan Paredón

La movilización agraria en la finca San Ramón estuvo relacionada con la información necesaria, proporcionada a los campesinos por parte de los maestros rurales, para poder exigir sus derechos. Disponer de estos capitales resultó decisivo para transformar sus estrategias de reproducción cotidiana:

... La medida fue por ahí en 1940, los maistros de Jitotol iban a Cálido y dijeron que no era necesario subira sembrarmaíz a Cálido, sino que también aquí se podía hacer. Dijeron, se va a ver el cambio con la lucha, y el movimiento dilata 20 ó más años. Para eso se sufrió mucho (Jefe grupo doméstico 11).

El apoyo de los profesores cimentó la movilización; sin embargo, criterios como encabezar la lucha determinaron no la cantidad, pero sí la calidad en el acceso y distribución de los recursos:

Pus eran los papás nuestros que quiere quedar aquí. Luego los demás también quisieron, cuando el maistro les dijo que sí se puede. Pero llegaron a pelear, porque no tiene nada de tierra ni nada. Juntos todos, ya se pudo y como fue llegando le toca después su tierra, a todos por lo mismo (Jefe grupo doméstico 8).

El acceso diferenciado a los recursos agrarios, devino de criterios cualitativos tales como organizar el movimiento, y acumular con ello prestigio familiar. Ello resultó fundamental en la estructuración del actual ejido Plan Paredón, donde la evaluación del trabajo actual con referencia al experimentado en el período de la finca es positiva:

"fue mucho trabajo porque era puro monte, mucha víbora; o sea que, como le fue tocando, así su pedazo: unos limpio, otros no bueno, como el mío, pero ya es de uno, mejor así. (Jefa de grupo doméstico 3).

Consecuentemente con las exploraciones discursivas, el movimiento de transformación agraria fue totalmente diferente en ambos ejidos. Esto se debe, en parte, a que la práctica colectiva está guiada y sistematizada por un proyecto conscientemente transmitido por el finquero y recibido por los ahora ejidatarios. En Francisco I. Madero hubo una autopercepción "colectiva" de impotencia; mientras que para Plan Paredón, la colectividad se manifestó en franca exigencia frente a la expropiación del trabajo y sus productos por parte del finquero.

Pero en el fondo, fue el "habitus lo que confirió a la práctica colectiva su coherencia y su unidad. Pues es el fundamento objetivo de los estilos de vida y prácticas que caracterizan a un grupo determinado". (Bourdieu 1999: 48).

 

El ámbito productivo de las unidades domésticas en la actualidad

Los ejidos Francisco I. Madero y Plan Paredón en la actualidad son relativamente parecidos. En ambos casos la población no es mayor a 350 habitantes16; sus grupos domésticos en promedio tienen 7.5 miembros, y las edades fluctúan entre los 15 y 16 años.

De acuerdo con un análisis sociodemográfico y de salud (Salvatierra y Vázquez 1995), ambas localidades fueron catalogadas como de alta marginación, debido a su infraestructura urbana y la disposición de servicios básicos. Pues, aún cuando más del 60% de la población es alfabeta (la mayoría son jóvenes), el nivel escolar promedio sólo llega al 3er. grado de primaria.

La actividad económica principal en ambas localidades para los hombres es la agricultura y para las mujeres es el hogar. Las diferencias significativas en la cotidianeidad de ambos asentamientos, se deben a cuestiones políticas, agrarias y, comunitarias, tal como se muestra en el Cuadro I.

Las diferentes reglamentaciones agrarias entre los ejidos implican una estructura organizacional comunitaria diversificada a su interior. Por ello hay una relativa fragmentación agraria y, por tanto, comunal en Francisco I. Madero; mientras que en Plan Paredón la organización social está cohesionada, pues la situación agraria es uniforme.

La estratificación económica existente en ambas localidades, se deriva de las diferentes posiciones y disposiciones o capacidades de los grupos domésticos. Los sistemas de relaciones surgidos de éstas, establecen las respuestas a las exigencias económicas de contextos mayores.

Cuando las localidades han respondido en el devenir histórico a las determinaciones macroeconómicas (por ejemplo el café y tabaco en el siglo XIX; y los productos orgánicos a finales del siglo XX), en realidad son sus grupos domésticos quienes realizan las adecuaciones necesarias para afrontar tales exigencias. Ello no implica que las respuestas de estos grupos domésticos sean homogéneas.

Las experiencias laborales y su correspondiente acumulación de capitales, realizadas en diferentes momentos históricos explican la estratificación actual en ambos ejidos. A continuación se expone una tipificación socioeconómica de los grupos domésticos en ambos ejidos; las diferenciaciones surgen según las condiciones económicas, sociales e históricas, que caracterizan los procesos productivos domésticos para resolver las exigencias intra y extradomésticas.

Tipologías locales y grupos domésticos

Sería erróneo considerar al campesinado como un conjunto homogéneo, al cual se le pueden proponer (o imponer) paquetes tecnológicos uniformes (Dufumier 1984). Es importante evidenciar sus diferencias, pues éstas indican la forma en que los grupos domésticos se encuentran insertos en la lógica económica local, regional y extrarregional.

Las tipologías permiten acceder a los procesos que determinan las pautas económicas de diferenciación, pues con ellas se define el marco en el cual "la complementariedad de los esfuerzos individuales, y la confrontación de las estrategias familiares llega a expresarse en la definición de una racionalidad colectiva" (Link y Leonard 1988: 20).

La tipología que se presenta a continuación resultó del siguiente procedimiento: se elaboró un ejercicio de correlación con las variables aplicadas en el censo socioeconómico17. Con ello se determinó, por el grado de significancia (0.005) en las variables evaluadas, que la estratificación se realizaría a partir del acceso, después, la utilización del recurso agrario, y en tercer lugar, el pago de jornales18. Posteriormente se hizo un ejercicio de agrupación (Fast Cluster Procedure), para analizar los factores determinantes de los criterios de clasificación.

Los resultados obtenidos se muestran en el Cuadro II, para establecer una relación comparativa en cuanto al acceso y utilización de la tierra y pago de jornales en ambos ejidos.

Con el ejercicio de agrupación se observó que la estratificación en las localidades es multifactorial, y se debe (en parte), al acceso diferenciado en estas tres variables. Los resultados mostraron que la variable "Tierra Total" es un factor de fuerte aglutinación, pues las diferencias entre los grupos son notables para ambos ejidos. La utilización de "Jornales" y la "Tierra para ganado" revelaron también claras asimetrías en su acceso.

La relevancia de la variable "Tierra Total" se aprecia claramente en el Cuadro III, donde se demuestra que en el ejido Francisco I. Madero la distribución no es equitativa, habiendo muchos grupos domésticos con poca tierra, y pocos son los que poseen cantidades grandes de tierra. Por otro lado, en Plan Paredón aún cuando es visible la existencia de una estratificación, la gran mayoría de los grupos pertenecen al mismo estrato poseyendo similares cantidades de tierra.

Algunos ejidatarios en Francisco I. Madero poseen, además de su dotación, las tierras compradas en pequeña propiedad a la finca de San Francisco. Y aún cuando en promedio se expresa un acceso mínimo de 4.3 Ha. por grupo doméstico, hay casos extremos donde sólo disponen de sus solar (.3 Ha).

En Plan Paredón hay pocas unidades domésticas con grandes cantidades de tierra, situación derivada en parte porque se trata de grupos domésticos extensos. A su interior existen dos ejidatarios (padre e hijo mayor y casado) con su correspondiente dotación (12 Ha.). Salvo estos casos, la mayoría tiene un acceso equitativo al recurso.

Los grupos domésticos con poca tierra sólo tienen acceso al solar (.5 Ha); situación derivada en parte, también de cuestiones demográficas. Éstos pueden ser de reciente formación y aún no reciben su dotación de tierra agropecuaria; o experimentan una crisis demográfica (núcleos monoparentales y son encabezados por mujeres). De esta manera se observa que la diferenciación en Plan Paredón, responde más a criterios cualitativos que cuantitativos.

Las diferencias en cuanto al acceso a los recursos agrarios por estrato para los ejidos de Francisco I. Madero y Plan Paredón son las siguientes (Cuadro IV).

Aún cuando las asimetrías entre los estratos son mayores en Plan Paredón que en Francisco I. Madero, la concentración de grupos domésticos por estrato en el primer ejido refleja (como se mostró en el Cuadro III), que la mayoría tiene un acceso similar al recurso agrario.

Aunque existen marcadas diferencias en el acceso al recurso agrario, las estructuras locales poseen grandes similitudes en las posiciones y acciones que las personas desempeñan a su interior, en los niveles local y doméstico. Las actividades que se realizan por estrato en ambos ejidos se presentan en el Cuadro V.

Por su posible participación en las actividades que caracterizan las tres escalas del ámbito productivo: la destinada al autoabasto, la producción para el mercado y, la participación en el ámbito asalariado (maestros y empleados), los productores en ambas localidades ocupan posiciones socioeconómicas diferentes (por ello la estratificación).

Dependiendo de la posición dentro de la estructura socioeconómica comunitaria hay actividades exclusivas de estratos altos (cafeticultura y ganadería mayor, por ejemplo). En cambio el jornalerismo, por ejemplo, se practica por los estratos medios y bajo; y se excluye del estrato anterior, debido a su posición económica menos estricta. Pero esta actividad resulta fundamental para quienes tienen mayores presiones debido a su mínimo nivel de reproducción.

Lo que prevalece constante en todos los estratos es el trabajo doméstico, donde las mujeres, independientemente de su posición, "deben cumplir con sus obligaciones", de reproducción doméstica, como es habitual, es decir, como lo marca el habitus.

Las diferencias entre los estratos se caracterizan por las actividades productivas que realizan a su interior los grupos domésticos. Sin embargo, este nivel de análisis no permite explicar la viabilidad o exclusión cualitativas de ciertas actividades productivas por estrato. Por ello, una tipología no es suficiente para cubrir todos los niveles de análisis y no es posible abarcar sistemáticamente los procesos históricos que explican parte de las situaciones vigentes (Link y Leonard 1988).

Las entrevistas a profundidad mostraron que la historia de los asentamientos lleva implícita la historia de las actividades productivas domésticas en ambos ejidos. Mismas que estuvieron determinadas por sus necesidades específicas.

La estructura de los espacios socioproductivos se derivó de la historia del campo de la economía campesina, percibida por los propios agentes (trabajadores y finqueros), quienes estuvieron condicionados en sus disposiciones por las exigencias de tal estructura. De esta manera objetivaron su historia como un marco de posibilidades, capaz de orientar sus expectativas e incluso determinarlas en función de digas exigencias. Lo anterior propició acciones adecuadas para contribuir al desarrollo de la actual estructura compleja presentada.

En la objetivación histórica influyeron aspectos significantes como la información disponible acumulada, el parentesco, el sexo, la edad y el nivel escolar, entre otros. Éstos determinaron la dirección de las decisiones sobre las actividades económicas domésticas actualmente realizadas (bien fuera con un sentido de individualidad o de colectividad).

Para comprender mejor la posición de cada grupo doméstico en la estructura comunitaria correspondiente se observó, sin buscar una explicación demográfica determinista, que su composición es relevante en la realización de las actividades económicas que al interior se realizan.

Los trabajadores en el estrato bajo, generalmente en fase de formación, deben producir casi en todos los casos lo suficiente para cubrir sus propias necesidades y las de 1.5 ó 2 miembros más. Realizan prácticamente el doble del trabajo que requieren para vivir. En los estratos medio y alto la relación consumo/trabajo disminuye, pues cada trabajador debe producir para sí mismo y un 0.5 ó 0.8 (en promedio) más para el consumo familiar.

Francisco I. Madero

Las experiencias acumuladas en la vida de los productores se cimentaron en sus propios habitus, modificando sus sistemas de percepción, sobre todo, a través de la objetivación histórica. A partir de esto, es posible ver las nuevas cargas valorativas asignadas al trabajo, a diferencia de las ubicadas en el período de las fincas.

Los ahora ejidatarios de Francisco I. Madero ocuparon nuevas posiciones a partir de las cuales, por criterios de exclusión y en función de los capitales acumulados, establecieron diferentes percepciones sobre el futuro de los descendientes. Es pertinente resaltar que los valores y conductas socialmente establecidos también influyen consistentemente en las acciones y roles a desempeñar en el futuro.

(...) Antes éramos más pior, pero orita ya trabajamos nuestro propio trabajo, y si podemos, pagamos gente pa' que haga nuestro trabajo" (...) De mis hijos, uno estudió preparatoria, pero no trabaja como maistro, no le gusta. Va a buscar trabajo con amigos míos en el pueblo (cabecera municipal de Jitotol). De mija la grande, (13 años) pus no va hacer secundaria porque su mamá la necesita en la casa y decidió que no sale a estudiar (Jefe grupo doméstico 9).

En este relato se observa que aún cuando el jefe toma las decisiones económicas importantes, la esposa a menudo ejerce cierto tipo de influencia (aunque sea de forma encubierta incluso para ella misma), relacionada con los valores y costumbres socialmente establecidos. El "destino" de la mano de obra femenina, socialmente marcado, es prepararse para ser eficientes en el ámbito doméstico.

Las situaciones económicas menos estrictas permiten implementar ciertas acciones de especialización para preparar mejor, en términos educativos, a los miembros de la familia:

El trabajo es bueno para vivir mejor, no como antes. Los hijos, consiguieron trabajo en una tienda del pueblo, porque yo los mandé a la escuela. Hago el esfuerzo hasta donde puedo" (Jefe grupo doméstico 6).

Pero las coerciones económicas de los estratos inferiores siguen resultando determinantes en sus actividades domésticas y, sobre todo en las expectativas de los hijos al futuro:

(...) Les va mejor acá en la colonia porque tienen café, y todos los maistros tienen ganado, está grande el milpa también; ganan su paga quincenal. Tienen seguro su maíz porque pagan gente; y si no cosechan bien, lo pueden comprar. En cambio, uno de campesino, trabajando en veces lo de otros, pus no puede lo mismo (...) aunque quiera de los hijos a la escuela, si hay sí, si no, pus sí va querer, pero no hay cómo (Jefe grupo doméstico 1).

Plan Paredón

La estabilidad agraria y económica actual estableció una resignificación sobre el trabajo campesino en algunos de los habitantes de Plan Paredón. El siguiente relato muestra un fenómeno de recampesinización pues, si la decisión de los descendientes es no estudiar, sino continuar en las actividades agropecuarias, los productores del estrato alto consideran que es una buena opción, ya que en cierto tiempo ellos debieron practicar migraciones temporales que les colocaron en situaciones inseguras:

Ora es mejor, tenemos tierra, ganado y también un poco café" (...) dije a mis hijos que estudien, si quieren voy hacer el esfuerzo; pero si quieren quedar al campo está bien. Yo salí a trabajar fueras y no está bueno, porque si voy no miro el milpa, el café, no como bien porque tengo que pagar; y cuando vengo, ni traigo nada, no hay cómo guardar; aquí yo he vivido del campo y ellos, si quieren, van a poder. Pero si dice que mejor estudia está bien. (Jefe grupo doméstico 11,).

Este estudio no tuvo como eje central la perspectiva de género, sin embargo, se considera esencial realizar un análisis desde este ángulo, pues las desigualdades por género son fundamentales en las evaluaciones económicas domésticas y fueron un fenómeno constante en el seguimiento de esta investigación.

Aunque la situación socioeconómica se modificó radicalmente, las normas y valores sociales en este ejido (y también en Francisco I. Madero), siguen ejerciendo una fuerte presión sobre las percepciones económicas al interior de los grupos domésticos, pues las perspectivas a futuro para los hijos e hijas es diferente:

(...) Apoyo a los hijos que estudien, y sí quisieron. Ora trabaja uno en la presidencia, el otro también está en oficina (...); pero las hijas, no costea, son mujeres pues, lo que quieren es salir y en balde el gasto, mejor no lo mando (Jefe grupo doméstico 8).

La crisis económica en ciertos grupos domésticos está relacionada con su estructura demográfica; en el estrato bajo se ubican generalmente los grupos domésticos en formación, o aquellos que experimentaron pérdidas demográficas por viudez o separación. Esto es expresado por la siguiente jefa doméstica (viuda), quien establece en su comentario valoraciones diferenciadas para sus hijos e hijas:

"Estoy esperando tierra que le den a mi hijo, las niñas, pus no hay cómo, hasta donde puede su primaria y después, mejor que aprenden en la casa a hacer bien tortillas, sino luego, no la van a querer" (Jefa viuda grupo doméstico 4).

La posición actual de los grupos domésticos responde a una estratificación económico productiva claramente demostrada en términos cuantitativos. Pero ésta es sostenida por elementos cualitativos tales como el prestigio, los valores locales, las estructuras parentales (sexo, edad), el nivel educativo, entre otros. Hecho demostrado por las actitudes excluyentes en una organización tan cohesionada como la de Plan Paredón:

Yo ora no toca, porque el que era mi esposo no es reconocido, tiene esposa y se fue, por eso yo estoy acá sola con los 3 hijos; el hijo está anotado como solicitante (de tierra), y sólo me dieron tierra para el solar, la otra [tierra] donde chambeo es de mi hermano, él presta. (Jefa grupo doméstico 3).

Después de haber hecho este análisis por ejido se distingue que, dependiendo de los capitales disponibles, los grupos domésticos generan sus estrategias productivas para reproducirse temporal y espacialmente; aún cuando tales respuestas no son sólo resultado exclusivamente de negociaciones domésticas. Las determinaciones macroeconómicas19 siempre han influido en sus opciones a considerar. En este sentido es que la especialización económico-productiva ha sido un factor importante en la estratificación socioeconómica de las localidades. La ganadería, la cafeticultura y la educación, son el parte-aguas intracomunitario; gracias a ellas, los grupos domésticos se han especializado y diferenciado.

Lo anterior se pretende demostrar mediante un estudio de caso describiendo la reproducción de una línea familiar con alto poder (linaje que dio origen al movimiento de transformación agraria) y prestigio en el ejido de Plan Paredón. Las redes sociales, así como la posibilidad de acumular diversos capitales, cambiaron las nociones y acciones cotidianas, buscando ocupar mejores posiciones en la estructura social. Se desarrollaron mejores actividades económicas para proporcionar más capitales a los descendientes, mismos que les permitan apostar a mejores trabajos y, por tanto, mejores posiciones socioeconómicas en su futuro.

 

Estudio de caso: linaje Ríos (estrato alto an Plan Paredón)

Don Ríos, ahora el miembro más grande de la localidad, con una edad aproximada de 110 años, acumuló a lo largo de su vida diversos capitales fundamentales para ocupar en la actualidad, junto con todos sus hijos, los grupos domésticos que conforman el estrato socioeconómico alto en Plan Paredón.

Él aprovechó su posición de mozo al interior de la finca para aprender a hablar español. Después desempeñó actividades que le diferenciaron del resto de los trabajadores. Con esta ventaja adquirió mayores ingresos y comenzó a acumular capitales en especie, hasta donde le fue permitido, pues según recuerda:

"Cafetales, no deja el dueño, dice que le daña su terreno, eso sólo él; de ganado, quiero, pero donde vivimos no ajusta para trabajar, quiero tener caballo, pero no hay 'onde ponerse, sólo gallina, pollo, sólo eso".

En cuanto la situación agraria se transformó, estableció cafetales y crió ganado. Consideró importante enviar a estudiar a sus hijos quienes actualmente se desempeñan en el magisterio, como empleados administrativos en la cabecera municipal, o en los servicios. Sus ingresos —seguros y constantes— han permitido que dispongan de casas de materiales, e incluso una red de transporte intercomunitario. Actualmente, la preparación educativa para los hijos y nietos (aunque no siempre a sus hijas) es mayor. (Cuadro VI).

Los capitales acumulados permitieron que los Ríos ocupen una posición de prestigio y poder elevada al interior de la localidad. Por ello las actividades productivas más importantes al nivel comunitario (cafetaleros, ganaderos, maestros) son desarrolladas en sus grupos domésticos.

El jefe de este linaje tornó reflexivo su habitus desde que desempeñaba una posición diferencial al interior de la finca San Ramón. Cuestionó su posición y apostó por adquirir más y mejores capitales; pero procurando no romper su sentido de identidad con referencia al grupo de origen.

Su posición de líder en la transición agraria de Plan Paredón tuvo total aprobación y seguimiento por la colectividad. Incluso no se le cuestionó que al llegar ocupara parte de las mejores tierras. Esto marcó el inicio de la estructura de las posiciones diferenciales en la actual conformación socioeconómica y de prestigio en la localidad. Coincidiendo con Bourdieu (1991:200), la mezcla entre el capital simbólico y el económico en este linaje se observa tan interrelacionada que su exhibición aporta, por sí misma, notables beneficios materiales "en una economía de la buena fe donde una buena reputación constituye la mejor garantía económica".

 

Conclusiones

El "habitus" utilizado como herramienta de análisis, brindó la posibilidad de comprender lo que Godelier (1984) llama la parte ideal (conceptual) de las acciones productivas (trabajo) y de las relaciones que se establecen dentro del campo de la economía campesina. En las relaciones sociales vinculadas al trabajo productivo campesino (macro y microeconómicas) hay elementos subjetivos (valores y significados) que están presentes antes y después de que las actividades toman lugar, en la relación jerárquica de los valores y significados que elaboran los productores sobre las condiciones y los resultados de su actividad (Godelier Op. Cit.).

El campo de la economía campesina actual está configurado por una serie de factores macro y microeconómicos. Esta situación al nivel de las localidades deviene en una particular estratificación de productores, donde los distintos niveles representan la complejidad de estrategias en las que se articulan sus cotidianeidades campesinas.

Las actividades productivas parecen ser un continuo en los distintos períodos abordados, pues las especializaciones productivas (cafeticultura y ganadería, principalmente) son las estrategias de diferenciación locales desde el siglo XIX hasta la actualidad. Su continuidad ha estado acompañada por las exigencias o necesidades del mercado internacional también desde ese período histórico.

Sin embargo, lo que permanece cambiante es la parte ideal o significativa asignada tanto a las acciones y sus productos, como a la estructura en la que están insertos los campesinos, por medio de las redes de relaciones (antes entre trabajadores y finqueros, ahora entre campesinos, intermediarios y el mercado) que la conforman.

La finca fungió como eje estructurante (con las actividades de los trabajadores) y estructurado (por el sistema macroeconómico) de la productividad desde el siglo XIX hasta mediados del XX. Durante este período el trabajo desempeñado significó una acción naturalmente ajustada al mundo del sentido común; se realizó sin posibilidad alguna de objeción por parte de los trabajadores.

Frente a nuevas condiciones los campesinos interiorizaron la idea de reapropiarse del trabajo y su producto, e iniciaron así la transformación de su habitus; en forma de ruptura sobre el sentido de la cotidianeidad, cuestionando sus posiciones de peones con mínimas disposiciones para poder acceder a una vida mejor. Esto dejó de significar "el deber ser no cuestionado". La transición en los valores asignados a sus posiciones implicó un enfrentamiento no sólo entre dos historias de la vida cotidiana, sino entre dos habitus: el del finquero y el de los productores.

Tal confrontación, aunque se manifestó de manera regional en la segunda mitad del siglo XX, implicó respuestas diferentes al interior de cada localidad; este proceso se realizó en función de la forma en que los campesinos (agentes) objetivaron sus historias socioeconómicas y políticas que, en sí mismas, son formas particulares de incorporar y resignificar su historia.

Por ello, las acciones realizadas en el período de transición agraria dependieron de la disposición de los campesinos para afrontar tales cambios, bien fuera encabezando una lucha o bien, formando parte de una sociedad agraria. Si no fue posible acceder a una acción u otra, los productores con las posiciones bajas de la estructura socioeconómica siguieron conservando su posición marginal, aún hasta la actualidad.

Ser jornalero local lleva implícita una definición de subordinación, valorativa o simbólica, que forma y consolida las estructuras económicas locales vigentes; puesto que hay un grupo doméstico en posición, o con la disposición de pagar por el trabajo, mientras que otro debe prestar su servicio en la localidad, ante la imposibilidad de buscar trabajo extralocal. Ser cafetalero, maestro o tener la red de transporte local, es el resultado ineludible de pertenecer a un linaje socialmente reconocido por sus posiciones y disposiciones acumuladas y por acumular en el devenir socieconómico.

Los descendientes de algunos grupos que no estuvieron directamente involucradas en las transiciones agrarias, ya están comenzando a cuestionar su manera de vivir marginalmente la cotidianeidad (su habitus). Las perspectivas para sus hijos son diferentes, consideran necesario dotarlos de otros capitales como la educación y la especialización productiva (entre otras) para que puedan acceder a opciones económicas menos estrictas.

Si las políticas y programas de desarrollo orientados al agro (en sus distintos niveles), no toma en cuenta los sistemas de códigos culturales y sus representaciones con referencia al trabajo, difícilmente es posible asegurar una continuidad positiva. Las estrategias locales y mundiales (cafeticultura orgánica como un ejemplo claro) empleadas en ambos ejidos, si bien no implicaron consecuencias similares, sí consolidaron las asimetrías y exclusiones en la estructura socioeconómica comunitaria. De manera que, como lo han enunciado ya desde hace tiempo diversos teóricos (Petras y Morley 1999; Zemmelman 1998), el desarrollo sigue siendo un proceso diferenciador. De hecho, ésta parece ser la posición que cotidianamente deben desempeñar las poblaciones no pertenecientes a los países centrales.

Con este escrito se espera contribuir al análisis científico de las formas en que se transforma el pensamiento sobre un evento vital de la reproducción cotidiana: el trabajo. Acción con la cual se organiza la realidad social al mismo tiempo que le da su expresión.

Anexo genealógico

 

Bibliografía

APPENDINI, K. n/d. "La transformación de la vida económica del campo mexicano", n/d.         [ Links ]

BARTRA, A. 1998. "Sobrevivientes. Historias en la frontera" en ALASRU. Globalización, Crisis y Desarrollo Rural en América Latina. Memoria de sesiones plenarias. México, Colegio de Postgraduados.         [ Links ]

BOURDIEU, P. 1991. El sentido práctico. Ed. Taurus. Madrid.         [ Links ]

BOURDIEU, P. 1999. Meditaciones pascalianas. Ed. Anagrama, España.         [ Links ]

COLLIER J. C. Mountjoy y R. Night. 1994. "Peasant Agriculture and Global Change" en Bioscience Vol. 44 No. 6.         [ Links ]

COOK, S. y Binford, L. 1995. La necesidad obliga Conaculta. D.F., México.         [ Links ]

CONAPO 1991. Indicadores socioeconómicos e índice de marginación. CONAPO, México.         [ Links ]

DE TERESA, A. 1991. "La encuesta genealógica: una propuesta para el análisis de la reproducción de la economía campesina", en Nueva Antropología, Vol. XI, No. 39, México.         [ Links ]

DE OLIVEIRA, Orlandina; Pepin Lehalleur, Marielle; Salles, Vania. 1989. Grupos domésticos y reproducción cotidiana. Miguel Angel Porrúa, COLMEX. México.         [ Links ]

DUFUMIER, M. 1984. "La importancia de las tipologías de las unidades domésticas de producción agrícolas en el diagnóstico de realidades agrarias"; en Navarro G. et. al. (Coord) Sistemas de Producción y Desarrollo Agrícola, Ed. El Colegio de Postgraduados. Montecillos, Edo. de México.         [ Links ]

EDELMAN M. 2000. "The persistence of the peasantry", en NACLA Vol. XXXIII No. 5. March-April.         [ Links ]

GIMÉNEZ, G. 1994. "La teoría y el análisis de la cultura. Problemas teóricos y metodológicos"; en González, J. y Galindo J. (Coord). Metodología y cultura Ed. CONACULTA, México.         [ Links ]

GODELIER, M. 1980. Economía, Fetichismo y Religión en las Sociedades Primitivas. Siglo XXI, México.         [ Links ]

GODELIER, M. 1984. "La parte ideal de lo real", en Lo ideal y lo material. Ed. Altea, Alfaguara. España.         [ Links ]

LINCK, T. y E. Leonard 1988. Introducción. Paisajes agrarios de Michoacán. E. C. d. Michoacán. Zamora, Mich.: 11-34.         [ Links ]

MAGAÑA, J. 1999. Enfermedad y Tratamiento entre Población Indígena Inmigrada en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Tesis de maestría. ECOSUR, México.         [ Links ]

MONTOYA, G. 1998. "Algunos elementos del lado de la demanda y de la oferta en la producción de hortalizas en los Altos de Chiapas", en Ovalle M. (Coord.) Memoria de la VIII semana de la investigación científica. UNACH, Chiapas.         [ Links ]

ORTNER S. y Whitehead H. (1996). "Indagaciones acerca de los significados sexuales" en Lamas, Marta (Comp.) El género: una construcción cultural de la diferencia sexual. Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), UNAM, p. 265-302, 1a. Ed. México, D.F.         [ Links ]

PETRAS J. y Morley M. 1999. "Los ciclos políticos neoliberales: América Latina se ajusta a la pobreza y a la riqueza en la era de los mercados libres", en Saxe, J. (Coord.) Globalización: crítica a un paradigma UNAM; I.I.E.; Plaza y Janés.         [ Links ]

SALVATIERRA, B. y Vázquez M. (1995). Perfil epidemiológico y grados de marginación, ECOSUR, México.         [ Links ]

SÁNCHEZ, V. (1999) Censos socioeconómicos de Francisco I. Madero y Plan Paredón, investigación de maestría, proyecto Captura de Carbono, documento interno.         [ Links ]

TOLEDO n.d. Trabajos y Subjetividades.         [ Links ]

TOLEDO, S. 1999. Fincas, poder y cultura en Simojovel, Tesis de Maestría. UNACH, México.         [ Links ]

WHEELOCK, J. y E. Oughton, 1996. "The Household as a Focus for Research", en Journal of Economic Issues, Vol. XXX, No. 1. Marzo. Pp.: 143-159.         [ Links ]

ZEMMELMAN, H. 1998. Ponencia "Impacto de la Globalización en el desarrollo regional de los países latinoamericanos", presentada en el evento Globalización, regionalización y fronteras, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas el día 24 de junio.         [ Links ]

 

Notas

1 También se les define como aquellos con habilidades para producir sus propios alimentos, o tienen alguna relación cercana, e interactuan en la economía local con gente que tiene capacidad de producir sus alimentos; incluyendo además a pequeños productores de mercancías y a personas semiproletarias (Collier, Mountjoy y Night 1994).

2 Godelier (1984) propone que el uso del cuerpo y de los materiales (en el trabajo), implican la utilización de un complejo conjunto de significados y representaciones, bien sea sobre el objetivo, las etapas o el efecto de la actividad realizada o por realizar. Pues esta parte ideal constituye el esquema organizador —habitus para Bourdieu— de su puesta en práctica.

3 En este estudio se utiliza el concepto de grupo doméstico pues con esta perspectiva es posible localizar (por el propio reconocimiento de sus miembros) al jefe o jefa económico, quien provee el principal sustento para la reproducción de tal unidad.

4 Estratificación realizada en tres niveles para cada localidad.

5 Los estudios de caso son, en términos teóricos, equivalentes a los agentes sociales ubicados en posiciones específicas dentro de la estructura socioeconómica y simbólica de las localidades.

6 Las genealogías de cada estudio de caso de encuentran en el Apéndice 1.

7 Como indican Link y Leonard (1988), los pobres no viven su condición de pobreza de la misma manera.

8 El campo social es aquí entendido como un sistema en el que las diversas posiciones sociales van a caracterizar la situación que cotidianamente experimentan los agentes en el ámbito productivo doméstico. Situaciones que se forman tanto de las relaciones objetivas de conflicto y consenso entre los microcosmos económicos domésticos, como de los significados asociados a las mismas y a los ejercicios productivos como tales (Bourdieu 1999).

9 El sentido práctico es un fondo de evidencias compartidas por todos, garantizando así su consenso sobre el sentido del mundo. Esto es lo que caracteriza y diferencia las posiciones de los agentes en un espacio social. "El sentido práctico es lo que permite obrar como es debido" (Bourdieu 1991: 167).

10 El cosmos económico es un universo regido por sus propias leyes; goza de un reconocimiento global por parte de los espacios sociales periféricos (países periféricos); quienes además sacrifican los intereses propios en favor ésta estructura global, para recibir a cambio, beneficios simbólicos útiles en la reproducción de las estrategias determinadas por tal cosmos, pero al nivel local (Bourdieu 1999).

11 Los microcosmos son los diferentes universos de producción que manifiestan la ruptura del mundo inferior de la economía con el macrocosmos; donde se llevan a cabo aquellas acciones basadas en la negación o aceptación de las imposiciones a su parte productiva (Bourdieu 1999).

12 La historia objetivada sólo puede convertirse en historia actuada y actuante si asume unos agentes que, debido a sus inversiones anteriores, tienen tendencia a interesarse por ella y están dotados de las aptitudes necesarias para reactivarla (Bourdieu 1999).

13 Habitus son sistemas de percepción, apreciación y acción que permiten a los agentes llevar a cabo actos de conocimiento práctico para engendrar estrategias adaptadas y en constante renovación, pero siempre con base en las estructuras que les definen (Bourdieu 1999).

14 "La práctica colectiva está guiada y sistematizada por proyectos conscientemente transmitidos y recibidos. Pero (...) en lo esencial es el efecto de habitus lo que confiere a la práctica colectiva su coherencia y su unidad. Por eso es también el fundamento objetivo de lo que suele llamarse estilos de vida, es decir, el conjunto de gustos y de prácticas sistemáticas características de una clase o de una fracción de clase determinada". (Giménez, 1994: 48).

15 Claro ejemplo de los procesos globales o de mundialización que penetran por medio de políticas locales en los campos sociales de producción al nivel local y doméstico.

16 Sánchez, V. (1999) Censos socioeconómicos de Francisco I. Madero y Plan Paredón, investigación de maestría, proyecto Captura de Carbono, documento interno.

17 Las variables productivas utilizadas fueron: 1. Cantidad de tierra total; 2. Uso del suelo; 3. Herramientas; 4. Mano de obra (jornales pagados); 5. Destino de la producción.

18 Las variables "herramientas utilizadas" y "destino de la producción" no cumplieron con el grado de significancia (0.005) en el análisis de correlación.

19 La moda global de la comercialización orgánica insertó a los productores de ambos ejidos en el sistema de producción de café orgánico para a exportación.

 

Información sobre los autores

Virginia Ivonne Sánchez Vázquez. Maestra en Ciencias Sociales por el Colegio de la Frontera Sur, plantel San Cristóbal de las Casas. Actualmente es coordinadora del proyecto Plobación y Ambiente en la Selva Lacandona. Sus líneas de investigación están orientadas al análisis demográfico y a la promoción de la salud reproductiva en comunidades de la Selva Lacandona. Entre sus publicaciones están: Nueva Santa Flora en un ojo de la selva, 1995, Cuadernos de Antropología, UAM-I, y Proceso de evaluación a consejeros ciudadanos en Iztapalapa, Xochimilco y Tláhuac UAM-I. Correo electrónico: vivonne@hotmail.com, isanchez@ci-mexico.org.mx

Guillermo Montoya Gómez. Candidato a Doctor en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesor-investigador de El Colegio de la Frontera Sur, responsable del proyecto Gestión de los recursos naturales de la División de Sistemas de Producción y miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1. Sus últimas publicaciones son "Ni desarrollo ni consevación de los recursos naturales: paradoja de la frontera sur", en Revista de Comercio Exterior. "Participación de los productores campesinos en el mercado de hortalizas en los Altos de Chiapas: el caso de la papa", en María Eugenia Reyes et al., Espacios disputados y transformaciones rurales en Chiapas; "El desarrollo sustentable: breve análisis de laperspectiva del Banco Mundial", en Problemas del desarrollo (en coautoría con Claudio Demo, Luis García y Alejandro Morón) y "An economic analysis of the potencial for carbonsequestration by forest: evidence souther Mexico", en Ecological economic. Correo electrónico: gmontoya@sclc.ecosur.mx

Fernando Limón Aguirre. Maestro en Ciencias por el Colegio de la Frontera Sur, plantel San Cristóbal de las Casas. Es coordinador del área de Vinculación en la misma institución. Sus líneas de investigación se relacionan con la adaptabilidad de poblaciones rurales e identidades étnicas. Entre sus publicaciones destaca "Características de la violencia doméstica y la respuesta de las mujeres en una comunidad de Las Margaritas, Chiapas", publicado en Salud menial. Correo electrónico: flimon@sclc.ecosur.mx

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons